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Orkut.com: una reflexión sobre la exploración de nuevos caminos para la sociabilidad online en la tradición del estudio de las comunidades virtuales (página 2)

Enviado por Djamel Toudert


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La hipótesis, sin embargo, no era nueva, sino más bien una reformulación de los deseos, expectativas y valores (Bell, 1976) que ya expresaron los científicos involucrados en el desarrollo científico de la red desde un sistema de interconexión de ordenadores hasta un sistema de interconexión de personas (Abbate, 1999). Más aún, desde el punto de vista de la historia de la evolución tecnológica, tan frecuentes han sido las posturas milenaristas que ahora esgrimen los distópicos con respecto a las consecuencias en el uso de la red (Fischer, 1999), como lo son las perspectivas utópicas de cambio que podemos rastrearlo en los sucesivos avances en las técnicas de comunicación. Como bien refleja Mattlelart en su ‘Historia de la Sociedad de la Información’, "con cada generación técnica se reavivará el discurso salvífico sobre la promesa de concordia universal, democracia centralizada, justicia social y prosperidad general. Cada vez, también, se comprobará la amnesia respecto de la tecnología anterior. Del telégrafo óptico al cable submarino, del teléfono a internet, pasando por la radiotelevisión, todos estos medios, destinados a trascender la trama espacio temporal del tejido social, reconducirán el mito del reencuentro con el ágora de las ciudades del Ática" (Mattelart, 2002).

La comunidad virtual entendida de esta manera, desde el extremo utópico, depositaria de grandes esperanzas de revolución social que los cambios tecnológicos de los medios de comunicación de masas no supieron gestionar (Jones, 2003), sufrió a su vez una serie importante de críticas a partir de la asunción de sus presupuestos fundamentales: el supuesto desprendimiento de los marcadores físicos no ha resultado ser tal en la interacción online (Burkhalter, 2003; O’Brien, 2003); ha tomado relevancia la limitación que supone definir las comunidades virtuales únicamente bajo el prisma de la coincidencia temática y el mero intercambio de información (Critical Arts Ensemble, 1997); se ha mostrado el efecto pernicioso de la pérdida de contacto con la heterogeneidad hacia una ciberbalcanización (Baym, 2003; Putnam, 2002) derivada de la restricción temática de las comunidades virtuales en lugar de perseguir la pluralidad y diversidad deseables para nuestra sociedad; y se ha mostrado la dificultad de establecer relaciones de compromiso y reciprocidad interpersonales al democratizar el acceso y la desvinculación sin contrapartidas que las comunidades presenciales tienen (Jones, 2003; Putnam, 2002; Weinreich, 1997). La comunidad desde este punto de vista, entendida de una manera tradicional, local y geográfica, no puede encontrar un espejo en la comunidad virtual, ni siquiera en los proyectos en los que más énfasis se ha puesto como por ejemplo el caso de la Well del propio Rheingold (Castells, 2001a).

Sin embargo, la superación tanto de la euforia más utópica como de las reticencias más distópicas (ver Katz & Rice, 2002a, para una revisión), no significa el abandono del estudio de los aspectos sociales del uso de la red, ni tan siquiera de las comunidades virtuales. Por el contrario, han cobrado fuerza las posturas intermedias, más moderadas, donde se concede la posibilidad de entender las comunidades como entidades que se solapan, con una definición más pragmática donde la comunidad virtual no sea vista como algo sustitutivo de la comunidad local, donde la pertenencia se derive de la propia participación y la interacción en el espacio virtual, entendida la interacción de una forma más amplia al redefinir lo que significan los grupos en un contexto no presencial, y desprendida del espacio físico como elemento constitutivo.

Así, desde aquellas definiciones que recuerdan a los tiempos dorados de la explosión comunitaria americana de la segunda mitad del siglo XX, la investigación sobre comunidades virtuales ha introducido, en la propia definición de la comunidad virtual, una distinción prudente derivada del propio concepto de comunicación mediada por ordenador: el ciberlugar frente al asentamiento virtual (Jones, 1997). Desde esta perspectiva, y simplemente como apunte ya que su análisis no es el objeto de esta comunicación, el hecho de que exista un ciberlugar (un espacio donde se pueda dar la interacción) no garantiza que éste sea o se convierta en un asentamiento virtual, o dicho en nuestros términos, el lugar donde la comunidad virtual actúa, existe, se expresa y se construye. Habría, además, una serie de características definitorias necesarias para poder encontrar un asentamiento virtual entre las diferentes formas de comunicación. A saber: un nivel mínimo de interactividad, entendida ésta como una recursividad sobre la propia comunicación bidireccional y no la simple bidireccionalidad en sí misma (Rafaeli, 1997); variedad de comunicadores, necesaria para conseguir el nivel mínimo de interactividad anterior; que se trate de un espacio-público-común donde se produzca una parte importante de la interacción, donde la noción de espacio queda conformada socialmente en torno a la unidad simbólica que supone la conversación sobre un determinado tema (Jones, 2003; Kollock & Smith, 2003); y finalmente, un nivel mínimo de interacción sostenida que permita el desarrollo de la interacción y de la discusión de ideas.

2. El papel del individualismo en red en la intersección de las comunidades virtuales de interés y las comunidades personales.

Más allá de esta visión que podríamos denominar ‘tradicional’ de estudio de las comunidades virtuales, y de las consecuencias que para las posibilidades de la interacción online ha tenido su evolución, las posiciones intermedias anteriormente mencionadas han permitido albergar también, de forma complementaria, el desarrollo de la redefinición de las propias comunidades virtuales como redes personales (Wellman, 2001). Recogiendo la tradición que buscaba una redefinición de las comunidades por su función en lugar de su localización (Wellman, 1982), a partir de la investigación sobre la diferencia entre los lazos sociales débiles y fuertes según la esencial distinción de Granovetter (1973), y dentro de la tradición de lo que algunos autores llaman la privatización de la sociabilidad hacia el individualismo en red (Wellman, Quan-Haase, Boase, Chen, Hampton, Díaz & Miyata, 2003; Castells et al., 2002; Castells, 2001a), las nuevas comunidades virtuales podrían entenderse como uno de los instrumentos disponibles en la sociedad de la información para expresar (a la vez que acelerar) esta tendencia:

"lo que está ocurriendo es que la sociabilidad se está transformando mediante lo que algunos llaman la privatización de la sociabilidad, que es la sociabilidad entre personas que construyen lazos electivos, que no son los que trabajan o viven en un mismo lugar, que coinciden físicamente, sino personas que se buscan: yo quiero encontrar a alguien a quien le guste salir en bicicleta conmigo, pero hay que buscarlo primero" (Castells, 2001b).

La sociabilidad, de acuerdo con esta formulación, habría ido abandonando a lo largo de la historia los espacios públicos o semipúblicos, para replegarse cada vez más en la intimidad del hogar hasta situar al propio individuo en una posición central (Wellman, 1997 & 2003). Más allá del tránsito de las sociedades agrícolas a las industriales, de la gemeinschaft (comunidad) a la gesellschaft (asociación) en palabras de Tönnies (1947), y su impacto en las normas sociales que estudiaron autores clásicos como el propio Tönnies, Weber, Durkheim o Simmel, la mirada se dirige ahora hacia las redes personales que uno puede desarrollar gracias al uso de las tecnologías de la comunicación en constante evolución (Ling & Yttri, 2002; Castells, 2000). Es la persona, y no la familia, el grupo o la comunidad, quien dirige ahora la interacción, en una suerte de ruptura con formas tradicionales de afiliación basadas en la coincidencia espacial en tiempo de residencia, ocio o trabajo, creando comunidades personales en el marco de los valores individualistas de la sociedad moderna (Inglehart, 1998; Abramson & Inglehart, 1995).

Esta (re)interpretación de la actividad social permite, no sólo poner entre comillas el alarmismo ante la pérdida de los espacios públicos de relación (Oldenburg, 1999), así como de una forma más general, del declive de la actividad social ampliamente documentado por Putnam (2002 & 2003), sino hacerse cargo del fenómeno de la privatización del espacio público cuya última etapa –al menos por el momento- sería el del individualismo en red y las formas de interacción que propicia. Eso sí, teniendo en cuenta las críticas que se han hecho a la interpretación optimista que podría sustentarse sobre la noción de las "oportunidades vitales" de Dahrendorf (1983). Es decir, la sustitución de las ataduras y obligaciones de pertenencia a grupos de una sociedad tradicional, ya esté fundamentada en la familia, la tribu, la casta, las obligaciones feudales o la religión, por un amplio margen de decisión personal a través del crecimiento y la diversificación de las oportunidades vitales donde el máximo exponente podría ser en este discurso la red, no puede no tener un coste por el individuo. El tránsito no es inocuo, y como sostiene Fukuyama (2000), la libertad individual y la orientación hacia el bien propio transforman, que no destruyen, la noción tradicional de sociabilidad y por lo tanto la medida del propio capital social a pesar de que los indicadores incluso permitieran apoyar la tesis del aumento en la participación y filiación a grupos movidos por intereses individuales (Ladd, 1999; Wolfe, 1998). No nos encontraríamos necesariamente ante un descenso generalizado de la confianza y de la filiación a grupos como trata de documentar Putnam (2002), sino que seríamos testigos de una reestructuración de la relación entre la participación en los grupos, los valores compartidos que se generan y por tanto el radio de confianza, lamentablemente, siempre a la baja.

En último término, y sin extendernos mucho más en estos asuntos, sería necesario cuestionar el mito de la comunidad probablemente incluso desde el punto de vista presencial, que en su devenir no resulta ser ni tan extensa, ni tan local, ni tan geográficamente determinada (Wellman et al., 2003), a la vez que deberíamos contemplar el uso de la tecnología en nuestra vida diaria para permitir el sostenimiento de la crisis de las instituciones tradicionales sobre las que nos hemos venido apoyando antes de nuestra entrada en la nueva economía (Carnoy, 2000). Nuestra comunidad, insiste Wellman (1997), de hecho ya está dispersada geográficamente en el avance hacia el capitalismo informacional, siendo la red uno de los medios disponibles para poder hacerla efectiva como lo ha sido y aún lo es el teléfono, el fax o incluso el correo postal convencional. Ahora sí, internet se vuelve un elemento más de nuestra vida diaria (Wellman & Hogan, 2004), y nuevas formas de relación habrían de ser contempladas.

3. El caso de Orkut.com: explorando alternativas a medio camino entre las comunidades virtuales de interés y las comunidades personales.

A la luz de todo este debate, el objetivo de esta comunicación es el planteamiento de la necesidad de considerar la incorporación de otros tipos de actividades sociales que no responden a las definiciones tradicionales de comunidad virtual, pero que por otro lado podrían verse reflejadas en el concepto de individualismo en red. Sin venir a proponer una nueva categoría, trataré de fijar la atención sobre las incipientes formas de relación apoyadas en el "social networking" (1) a través del ejemplo de Orkut.com, comunidad virtual ejemplar en este debate a medio camino entre las comunidades virtuales de interés y las comunidades personales del individualismo en red.

Orkut.com (ver figura 1) es uno de los proyectos secundarios de Google dirigido y desarrollado por uno de sus ingenieros, Orkut Buyukkokten, de cuyo nombre toma prestado el proyecto. Si bien la conocida compañía no lo considera formalmente uno de sus productos, quizá se trate de uno de los más sonados resultados de su política laboral. Gracias a ella, todos los trabajadores dedican un 20% de su tiempo al desarrollo de proyectos personales que, a pesar de que no han de traducirse necesariamente en servicios o en productos comerciales de la compañía, sirven para explorar nuevas vías de negocio. Orkut.com es por tanto, de alguna manera, la primera piedra de una apuesta de Google por introducirse en el espacio del software para la formación de redes sociales (Sullivan, 2004). Para ello, a principios de 2004, se puso en marcha el servicio de forma gratuita, que no de acceso libre, bajo la metáfora de una red creciente de personas donde el ingreso está condicionado a la invitación de alguno de sus miembros (2).

Una vez recibida la invitación de alguno de sus integrantes, el sistema invita al usuario a rellenar un complejo perfil que servirá posteriormente para mostrar cada una de las tres esferas sobre las que la presentación de la propia identidad gira: personal, social y laboral. Así mismo, es posible definir en términos de redes el alcance máximo con que nuestra información será mostrada a los demás usuarios del servicio tomando como medida la distancia con respecto de uno mismo en una suerte de niveles incluyentes: visible únicamente para el individuo (es el caso por ejemplo de la clave de acceso), visible para los integrantes de su propia red (por ejemplo la fecha de nacimiento), visible para los integrantes de la red de los que a su vez forman parte de la del usuario (por ejemplo el correo electrónico), etc. Complementar esta información con una fotografía es voluntario pero muy frecuente, y a partir de este momento se puede comenzar a explorar sus posibilidades. Es decir, las comunidades virtuales de interés y lo que podríamos denominar, por mantener una uniformidad en la terminología empleada hasta el momento, las comunidades personales, que introduciré someramente.

3.1. Orkut.com y las comunidades de interés.

Si hay algo en lo que Orkut.com se asemeja claramente a las comunidades virtuales "tradicionales", o al menos en lo que tiene que ver con la noción de debate y discusión entorno a una temática o interés común y la generación de valores compartidos y de la propia sensación de pertenencia (Rheingold, 1996), es en lo que genéricamente se denominan comunidades (ver figura 2). Todo usuario de la red de Orkut.com, por el mero hecho de pertenecer, puede integrarse y participar de una de las miles de comunidades disponibles en la infinidad de temas disponibles, cubriendo temas tan dispares como el culto a un grupo musical, la crítica social, el debate político, los temas de actualidad, un programa de televisión, una forma de vida, la apetencia por un tipo de comida, un lugar, un escritor de novelas, y un larguísimo etcétera (ver tabla 1) que día a día crece casi sin control. Y lo hace, entre otras cosas, porque el proceso de creación de comunidades, ciberlugares siguiendo la terminología de Jones (1997) que introducía más arriba, dentro del sistema que propone Orkut.com sigue la misma transparencia. Tras la elección de un título, una descripción, una imagen que la represente, su carácter público o privado, así como la categoría a la que pertenecerá (ver tabla 1), el emplazamiento estará disponible en la base de datos pública a la espera de otros interesados que comiencen a darle vida, a hacerla una comunidad (a convertirla en un asentamiento virtual según el mismo Jones). Unas comunidades que, por otro lado, si han de responder a algún patrón, es precisamente al de la fragmentación por intereses individuales (Inglehart, 1998; Abramson & Inglehart, 1995), a una proliferación de grupos de interés común con menos valores compartidos, con un radio de confianza mucho menor con respecto a las comunidades tradicionalmente entendidas (Fukuyama, 2000).

Constituida una comunidad, o una vez que uno decide formar parte de una ya existente, es decir una vez que "se forma parte" de una de ella (3), la interacción se articula como es de esperar en torno a la clásica discusión en un espacio público común añadiendo la posibilidad de gestionar eventos conjuntos, pero tiene además implicaciones para la propia identidad dentro de Orkut.com. Las comunidades a las que uno pertenece pasan automáticamente a la "cartera" de comunidades que públicamente queda asociada a nuestro perfil. De esta forma, en muchos de los casos las comunidades aumentan rápidamente en número de participantes a pesar de que las interacciones a través de la discusión no lo hacen proporcionalmente. Algo así como una pertenencia no activa que modifica lo que generalmente se entiende por pertenecer a una comunidad virtual tradicional. Gracias a este tipo de apropiación, en la red de conexiones personales que nos permite articular Orkut.com como veremos en el siguiente apartado, la pertenencia a las diferentes comunidades es más bien un signo de identificación y de definición de la propia identidad, incluso de forma mucho más potente que el propio perfil que trata de definirnos en los tres ámbitos anteriormente descritos, que de discusión. Como en todo uso social de la tecnología, el creador propone con el diseño de su estructura, pero es la persona quien con su uso dispone.

3.2. Orkut.com y las comunidades personales.

De forma complementaria, si hay algo que puede sorprender en Orkut.com por lo novedoso en comparación a las comunidades virtuales "tradicionales", es precisamente el intento de puesta en práctica (intencionada o no) del concepto de comunidades personales (Wellman et al., 2003) que se puede adivinar en su estructura. En la línea teórica del individualismo en red de Castells (2001a), la función principal de Orkut.com podría ser la de dar soporte al establecimiento de una red personal de contactos, una comunidad personal, trascendiendo los objetivos y las formas de las organizaciones interpersonales temáticas.

Como vimos en su descripción general, una vez introducida la información relevante, quedará conformada nuestra presentación, un nodo más donde se muestran tanto los componentes de la red personal así como las comunidades a las que se pertenece (ver figura 3). A partir de ese momento, y gracias a la posibilidad que ofrece de invitar a terceros extraños para la propia red de Orkut.com (conocidos nuestros, del contexto presencial o no), la red personal comienza a crecer a medida que los que han sido invitados se van incorporando al sistema. De igual forma, es posible invitar a formar parte de la red personal a cada uno de los que ya forman parte de Orkut.com, apareciendo de igual forma un acceso a su perfil en el espacio dedicado a la representación de la red personal (ver figura 4).

Una vez que la red personal comienza a incrementar el número de componentes, el sistema de organización trata de ofrecer una cierta variabilidad en las herramientas para la interacción. A pesar de que en algunos casos pueden ser consideradas bastante rudimentarias, podemos clasificarlas y describirlas someramente alrededor de dos tipos fundamentales: la gestión de impresiones y la interacción a través del intercambio de mensajes. Por un lado, hablamos de gestión de impresiones cuando nos referimos a aquellos espacios habilitados para describir y hacer juicios sobre los componentes de la red. Así, es posible por ejemplo evaluar y puntuar a nuestros contactos en atributos como el atractivo o la confianza (karma), o existe la posibilidad de utilizar un espacio abierto (testimonios) para escribir cualquier tipo de valoración sobre la persona (ver tabla 2). En un contexto de organización en red como éste, la información que uno ofrece sobre sí mismo se complementa con las valoraciones de los componentes de su propia red, de manera que se puede dar un cierto y rudimentario soporte a las relaciones de confianza y reputación tan esenciales para la creación de capital social (Putnam, 2002). Finalmente, en lo referente a la interacción, Orkut permite organizar todos los intercambios de información con los componentes de la comunidad personal a través de un sencillo sistema de mensajería personal, así como de un buzón o libro público (scrapbook) donde se pueden dejar mensajes públicamente accesibles.

3.3. Orkut.com, una red de redes.

Si bien es correcto decir que en el sistema que articula coexisten las dos tradiciones de las comunidades virtuales, no lo sería del todo quedarnos en esta distinción que, como en muchas ocasiones, responde más a motivos didácticos que a la propia realidad. Aquí, cualquier elemento del sistema es un nodo de la red, ya sea el propio individuo, los componentes de su red personal, los que conforman a su vez las redes de cada uno de los contactos, cualquiera de las comunidades a las que pertenece, las comunidades a las que pertenecen los demás participantes de la red, etc. Podríamos decir que se trata, en definitiva, de una red de redes, donde se articulan todos los elementos de forma que es posible combinar saltos a través de las redes personales, los componentes de las comunidades, las comunidades similares a la que estamos viendo, y un largo etcétera.

Asumida la conexión entre las comunidades personales y las comunidades virtuales de interés, la arquitectura en red de la que disfruta este sistema permite conectar y establecer relaciones con infinidad de personas en el ciberespacio creado, haciendo que en la ampliación de la propia comunidad personal podamos encontrar signos evidentes del individualismo en red que articularía cada vez más nuestra sociabilidad de acuerdo con Castells (2001a). Si bien en el modelo presencial es necesaria la concurrencia sincrónica de dos o más individuos para que se den las condiciones necesarias para conocer, y posteriormente valorar la posibilidad de establecer una relación social más profunda más allá del encuentro casual con una persona, su arquitectura potencia al extremo la comunicación asincrónica así como la representación tangible de las redes personales para aumentar las posibilidades de ampliación de la propia red.

Y es que esta forma de articular técnicamente los nodos para facilitar la interconexión de todos ellos a través de diferentes configuraciones en una misma red, podría ser redefinida sobre la misma base del "fenómeno de los 6 grados". Este fenómeno, planteado por primera vez a primeros del siglo pasado y operativizado como investigación bajo el nombre del "problema del mundo pequeño" por Milgram (Korte, & Milgram, 1970), propone como es bien conocido que es posible la conexión de dos personas cualesquiera en todo el mundo a través de una cadena corta de personas, concretamente con no más de 5 intermediarios entre ellos. El fenómeno, a pesar de que ha sido demostrado en muy contadas ocasiones en el mundo presencial, ha tenido réplica reciente en Internet a través del correo electrónico (Dodds, Muhamad, & Watts, 2003), demostrando el papel crucial que juegan los lazos débiles en la estructura de una red para la interacción. El capital social que tiende puentes, por oposición al vinculante que es el que vertebra la unidad de núcleos cerrados como la familia o los grupos de referencia más directos (Putnam, 2002), se escondería detrás de este fenómeno, así como podría ser el responsable del éxito de estas nuevas formas de sociabilidad a través de una red que interrelaciona personas. El nuevo modelo de interacción online se ofrece un paso más allá de lo disponible en la presencialidad cotidiana, permitiendo que la interconexión y la interacción social a través de la red sean no ya algo deseable o un futurible, sino una realidad y con diversas caras.

4. Conclusiones e interrogantes para hacia el futuro.

Son muchas las aplicaciones y la versatilidad que tiene el software social que como Orkut.com se orienta al "social networking", en especial al materializarse como el soporte físico para explorar la sociabilidad del individualismo en red basada en las comunidades personales. Las comunidades virtuales orientadas a un tema, si bien resultaron ser de gran interés académico en los primeros momentos en que la red comenzaba a extenderse entre la población general, ni resultaron ser la panacea de la época dorada de la comunidad presencial, ni resultaron ser la única vía para la sociabilidad en la red.

Se abre ahora un nuevo campo donde comenzar a reflexionar sobre las diversas posibilidades, así como estudiar las mejoras técnicas que deberán producirse para que los sistemas electrónicos den cabida a una nueva forma de entender las relaciones personales más allá de la comunidad local y orientada hacia la flexibilidad en la articulación de las relaciones. Una flexibilidad que posiblemente explique su crecimiento, así como el de otras plataformas orientadas similares que comienza a florecer y que a buen seguro florecerán, como espacio para la actividad social en la red por encima de otras alternativas tradicionales. En consonancia con los principios deseables en la literatura sobre usabilidad de entornos virtuales, para que un sistema sea exitoso y pueda ser rápidamente explotado a través de la red, la técnica no debe quedarse en la producción de meras copias extraídas de la cotidianeidad presencial, sino que debe ir más allá de ella y ofrecer algo completamente nuevo (Nielsen, 1998). En este sentido, la estructura que articula Orkut.com, compuesta por una combinación múltiple de redes construida a partir de la interconexión de infinidad de nodos, no sólo permite ir más allá de los límites obvios de las redes presenciales o hace palidecer a las comunidades virtuales clásicas basadas en entornos estáticos o desconectados del resto de comunidades, sino que nos trae a un primer plano la consideración de estas nuevas (por no ser las que tradicionalmente la literatura científica viene considerando desde el nacimiento de la red como recurso de interacción social civil) modalidades de interacción social online basadas en el "social networking".

Sin embargo, quedan muchos interrogantes por responder, y quizá muchos más por poner encima de la mesa. Así, podríamos preguntarnos y espero que pueda animar un debate sobre todo para aquellos interesados en estas nuevas formas de relación, ¿en qué tipo de implementación y con qué características puede resultar exitoso el "social networking"? ¿Es posible mantener la distinción entre ciberlugar y emplazamiento virtual de Jones (1995) en estos entornos? ¿A partir de qué número de interacciones o de componentes lo serían? ¿Cambia el sentido de la comunidad virtual con la pertenencia pasiva que describía al introducir la pertenencia a las comunidades como elementos de presentación de la propia identidad? ¿En qué pueden ayudar otras nuevas formas de relación online como la mensajería instantánea o los weblogs? ¿De qué manera efectiva se pueden codificar las señales, en los términos descritos por Donath (2003), a partir de las cuales ejercemos los juicios sobre este atributo en las personas? ¿Qué papel juega y cómo se articula la confianza en entornos no presenciales como los que nos ocupan? ¿Es posible hablar de una reciprocidad en entornos virtuales? ¿Qué beneficios o externalidades aporta al individuo? ¿Qué influencia tiene esta forma de relación en el cómputo global de capital social de que dispone una persona? ¿Es el análisis de redes la disciplina que puede arrojar luz en este debate? En definitiva, ¿son estructuras como la que propone Orkut.com relevantes a tener en cuenta en el estudio de la sociabilidad en el tránsito a la Sociedad Red?

Sin querer insinuar que estas redes puedan llegar a sustituir a las presenciales, lo que probablemente no podamos discutir en estos momentos es si es posible la sociabilidad en red, punto que no es trivial vista la corta historia de la red como instrumento de la vida cotidiana. Cuando más vigentes pueden estar las palabras del propio Wellman al asegurar que "cuando las redes informáticas enlazan personas además de ordenadores, se convierten en redes sociales" (Wellman et al., 1996), sin duda aún nos queda mucho qué decir sobre cómo son estas redes, qué efectos producen y cómo se integran en las redes sociales convencionales. Un camino que, sin duda, podremos recorrer a medida que el uso social de la red, así como las plataformas y arquitecturas disponibles para hacerlo, maduren, evolucionen y cristalicen. El caso de Orkut.com, por el momento, no es más que una de las posibilidades, cuyo conocimiento nos ayudará sin duda a plantearnos mejores preguntas.

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Notas

· [1] – Traducir el término "social networking" no es empresa fácil a pesar de lo intuitivo que resulta el concepto para los que saben inglés. En este idioma, to network es el verbo utilizado para representar la acción de contactar con alguien o crear red en el sentido amplio de la expresión "hacer contactos". De esta forma, para un profano, el "social networking" podría definirse como la acción de hacer crecer la red social de contactos (Wikipedia, 2004), de ampliar nuestra comunidad personal.

· [2] – Ver http://www.orkut.com/join.html para ampliar la información acerca de la participación en el servicio.

· [3] – De hecho, formar parte (expresado formalmente a través de la acción de "unirse a la comunidad" si el individuo no es su fundador) es requisito indispensable para poder participar, y tiene implicaciones para la presentación de la propia identidad en esta red.

Anexos.

Figura 1. Bienvenido a Orkut.

Figura 2. Vista general de una comunidad en Orkut.  

Figura 3. Vista general de la presentación de un contacto en Orkut.

Figura 4. Vista general de la red personal de un usuario de Orkut.

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Julio Meneses

"Este artículo es obra original de Julio Meneses y su publicación inicial procede del II Congreso Online del Observatorio para la CiberSociedad: http://www.cibersociedad.net/congres2004/index_es.html"

Partes: 1, 2
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