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Fundamentos teóricos y metodológicos de la formación y desarrollo de la competencia comunicativa


Partes: 1, 2

  1. La competencia comunicativa. Su formación y desarrollo
  2. El enfoque cognitivo, comunicativo y sociocultural de la enseñanza de la lengua

La competencia comunicativa. Su formación y desarrollo

La palabra competencia fue documentada por primera vez en el siglo XVI, y tiene su origen en el latín competere, que significa "ser adecuado", "pertenecer", "incumbir". Es sinónimo de incumbencia, jurisdicción, autoridad, aptitud, idoneidad, suficiencia, habilidad, capacidad, disposición. Etimológicamente su raíz se encuentra en el vocablo griego agón, que da origen a "agonía" y agonistes: persona que competía en los juegos olímpicos con el propósito de ganar. (Roméu, 2007:13)

El término competencia, desde la psicología, es definido de un modo más general como la configuración psicológica que integra diversos componentes cognitivos, metacognitivos, motivacionales y cualidades, en estrecha unidad funcional, que autorregulan el desempeño real y eficiente en una esfera específica de la actividad, atendiendo al modelo de desempeño deseable socialmente en un contexto histórico concreto. (Fernández, et al, 2001)

En su trabajo sobre las competencias, José Tejada considera que estas solo son definidas en la acción, o sea, no son reducibles ni al saber, ni al saber hacer, por lo tanto, no son asimilables en lo adquirido en la formación. Este autor considera que poseer unas capacidades no significa ser competente: la competencia no reside en los recursos, sino en la movilización misma de los recursos. Para ser competente es necesario poner en juego el repertorio de recursos. Saber, además, no es poseer, es utilizar. (Tejada, 1999)

Desde el punto de vista lingüístico, la concepción de competencia comienza a adquirir relevancia en los años 50 del siglo XX, a partir de los trabajos de Noam Chomsky (1957), quien elaboró una teoría cognoscitiva donde introdujo el concepto de competencia como capacidades y disposiciones para la interpretación y la actuación, limitándolo solo a la competencia lingüística, con la cual, por sí sola, no se garantiza una comunicación eficiente, además, no tiene en cuenta las actuaciones que implican el conocimiento del mundo, de los sujetos y de la práctica de las relaciones humanas a las que se exponen los hablantes.

En 1967 Dell Hymes amplía el concepto propuesto por Chomsky y crea el de competencia comunicativa, refiriéndose a la habilidad de los hablantes nativos para usar los recursos de su lengua de forma que no fueran sólo lingüísticamente correctos, sino también, socialmente apropiados. Este concepto considera aspectos lingüísticos, sociolingüísticos, discursivos y estratégicos, elementos que van conformando una visión más abarcadora del asunto, toda vez que considera el componente social y atiende lo verbal y lo pragmático, aunque aún no toma en cuenta el proceso de producción de significados.

Canale y Swain, en 1980, retoman como dimensiones de la competencia comunicativa los aspectos enunciados por Hymes y la consideran un complejo de competencias que interactúan en la comunicación cotidiana, cuyo rasgo característico es que, además de reflejar el conocimiento de las reglas y convenciones de la comunicación, le permite a la persona ser creativa con esas reglas y negociarlas durante la comunicación. (Sales, 2004)

Sin embargo, en las definiciones anteriores se limita la noción de competencia a conocimientos o habilidades, posición considerada reduccionista desde la óptica de la autora.

La definición actual de competencia se relaciona con el "saber", el "saber hacer" y el "saber ser", con mayor énfasis en uno o en otro en dependencia de los criterios asumidos por los autores, debido a esto es vista indistintamente como actuación idónea, capacidades agregadas, categoría conceptual y configuración psicológica, entre otras denominaciones, a saber:

"[…] una actuación idónea que se produce en el contexto de una tarea situada y definida". (Bogoya, 2000:39)

"[…] capacidades agregadas y complejas para desempeñarse en los diferentes ámbitos que hacen a la vida humana en general y a una profesión en particular y que funcionan como un dispositivo en permanente proceso de revisión crítica y recreación". (Braslavsky. Apud, Sales, 2004:2)

"[…] categoría conceptual que involucra: conocimientos específicos de una disciplina o de un contexto, procesos de pensamiento, normas o estructuras propias del contexto disciplinario o sociocultural implicado y acciones realizadas (desempeños) donde el sujeto o agente demuestra el uso o aplicación ideal de los conocimientos exigidos, los procesos pertinentes y las normas o gramáticas del contexto propuesto". (Rico, Gutiérrez, 2000:7)

"[…] Configuración psicológica que integra diversos componentes: cognitivos, metacognitivos, motivacionales y cualidades en estrecha unidad funcional, autorregulando el desempeño real y eficiente en una esfera específica de la actividad, atendiendo al modelo de desempeño deseable socialmente construido en un contexto histórico concreto". (Castellanos, Fernández y Llivina, 2001)

Aunque el término competencia surge en los estudios lingüísticos, la competencia ha sido tratada desde diferentes aristas y aplicada a distintas esferas de la actividad humana, por ejemplo, autores como Fernández, Parra, Castellanos y Llivina hablan de competencias profesionales y laborales y señalan que es en el plano profesional y laboral donde comienzan a utilizarse con mayor notabilidad.

A finales de los años 80 y principios de los 90 este término adquiere nueva relevancia en los estudios lingüísticos y pedagógicos; autores como Roméu, Lomas, Tusón, Osoro, Hernández Rocha y Verano profundizan en la concepción de competencia comunicativa; Roméu, Torrado y Gallego en la competencia cognoscitiva o de aprendizaje y Roméu en la competencia cognitiva, comunicativa y sociocultural al incorporar las teorías discursivas en 2003.

Lomas, Tusón y Osoro (2000) entienden la competencia comunicativa como un conjunto de procesos y conocimientos que el hablante/oyente/escritor/lector deberá poner en juego para producir o comprender discursos adecuados al contexto de comunicación.

Además, para Angelina Roméu, "La competencia comunicativa comprende: la competencia lingüística, (habilidad para emplear los medios o recursos lingüísticos); la competencia sociolingüística, (habilidad para adecuar los medios lingüísticos a las características de la situación y el contexto); la competencia discursiva, (habilidad para relacionar coherentemente las partes del discurso con este como un todo); y la competencia estratégica, (habilidad para iniciar, desarrollar y concluir la comunicación)". (Roméu, 1966:3)

Los criterios anteriores parten de la concepción abordada por Dell Hymes (1967), en la que prima el elemento lingüístico discursivo del lenguaje verbal.

A partir de los criterios de Cots (1990), Lomas, Osoro y Tusón (1998) la entienden como la capacidad del sujeto para producir textos apropiados a los contextos en los cuales se desarrolla la comunicación. Por otra parte, luego se añade la competencia sociocultural como "el conocimiento del contexto sociocultural en el que se habla la lengua y la capacidad de adoptar estrategias socioculturales apropiadas para realizar los fines comunicativos". (Faedo, 2001:2-3). Sin embargo, en esta definición, aunque se tiene en cuenta el aspecto sociocultural, no resulta evidente el carácter personológico, pues se refiere a "formas de hacer" y no de "saber ser". De esta forma, se excluyen del contexto las características individuales de los sujetos presentes en toda actividad realizada socialmente, las cuales incluyen la comprensión y construcción de textos y se les imprime la herencia histórico-cultural acumulada, los motivos, las necesidades, los valores y sentimientos de quienes interactúan. (Sales, 2004)

Según Roméu, la competencia cognitiva se refiere a cómo construye el individuo su conocimiento de la realidad, cómo conceptúa esta realidad, criterios que consideran los aspectos personológicos que se imprimen a toda actividad sociocultural.

Si se tienen en cuenta los criterios expuestos por esta destacada lingüista, donde plantea que la competencia comunicativa se logra en la medida en que el alumno se convierta en un comunicador eficiente, para lo que necesita: comprender lo que otros tratan de significar, poseer una cultura lingüística y literaria, adquirida en el proceso de análisis de diferentes textos y construir textos en diversos estilos, según las exigencias de la situación comunicativa (Roméu, 1966), puede considerarse que para lograr esta competencia se debe brindar especial atención al trabajo con los procesos que intervienen en la comunicación y que permiten el intercambio de experiencias y conocimientos alcanzados. Es este intercambio de influencias lo que proporciona que el alumno construya el conocimiento.

Para referirse a la competencia comunicativa, es necesario además, esbozar algunas ideas en torno al término comunicación, que en su evolución histórica ha sido relacionado con información, función del lenguaje, tratado como relaciones sociales, visto como parte importante de la actividad. Se ha señalado también que en la comunicación intervienen ambos polos en interacción y estos constituyen sujetos activos que procesan la información recibida en función de su personalidad. (Sales, 2004)

Al decir de Juana Betancourt y otros "la comunicación constituye una categoría que está intrínsecamente ligada a la concepción de personalidad en la psicología, tiene un papel esencial en el desarrollo de la vida psíquica del sujeto no solamente en la esfera motivacional y del desarrollo afectivo, sino de la personalidad como concepción integral". (Betancourt, et al, 2003:1)

Por su parte, Viviana González toma en consideración que "es un proceso en el cual está incluido el mundo interno de la personalidad, aún más, este se forma en el curso y gracias a los distintos tipos de comunicación", a esto añade también que la concibe como "la expresión más compleja de las relaciones humanas, donde se produce un intercambio de ideas, actividades, actitudes y vivencias entre los hombres que constituye un medio esencial de formación de su personalidad". (González, 2002:69)

Para Lomov (1989), es una categoría particular de las relaciones que existen en la realidad. En la comunicación se revelan no solo las acciones de uno u otro sujeto, sino además el proceso de interacción en el cual se revelan la cooperación o no cooperación, el consentimiento o la contradicción, la identificación o el rechazo.

En la comunicación humana han de destacarse aspectos esenciales: quien se comunica es la personalidad en su integridad, según los autores Fernández (1996, 1999); González Rey (1995); González Maura (1995) y Betancourt (2003), el hombre imprime a la interacción comunicativa el aspecto motivacional y afectivo con sus necesidades, conflictos, motivos, rasgos del carácter, voluntad; así como los valores y elementos de la conciencia social, del lugar que ocupa, de su clase social, de la experiencia históricamente acumulada. (Sales, 2004).

Retomando la definición de competencia comunicativa, los autores que han tratado de ofrecer una definición más completa, mantienen la dimensión lingüística y añaden a esta la pragmática. Por lo general, estas definiciones no se refieren a una dimensión cognitiva, pero incluyen los componentes de la competencia comunicativa y los procesos comunicativos en los que el lenguaje está implicado, así como su relación con la actividad sociocultural que los sujetos despliegan. Coinciden en los elementos lingüísticos y estratégicos, pero olvidan el proceso de producción de significados, que, al decir de Vigotski (1966), antecede al acto comunicativo, por lo que, más recientemente, se ha reconceptuado el término al incorporarle el componente cognitivo o de producción de significados, además de hacer explícita la competencia sociocultural. En esta concepción se ponen de manifiesto los tres componentes del llamado por Van Dijk (2000) triángulo del discurso: cognición, discurso y sociedad.

El enfoque cognitivo, comunicativo y sociocultural de la enseñanza de la lengua

"El término enfoque se define como la manera de tratar un asunto, lo que está determinado por las concepciones teóricas y epistemológicas que se asumen. Expresa una determinada relación del hombre hacia el mundo. […] En el proceso del conocimiento, el enfoque cumple una limitada función como concepción del mundo, y se diferencia del método en que es más general". (Roméu, 2007:7)

El enfoque cognitivo, comunicativo y sociocultural (Roméu, 2003) se sustenta en la concepción dialéctico-materialista acerca del lenguaje, como capacidad humana que se adquiere en el proceso de socialización del individuo. Es heredero de los postulados de la escuela histórico-cultural de Lev S. Vigotski, quien considera el lenguaje como un fenómeno social e histórico, que revela la unidad de lo afectivo y lo cognitivo y lo interno y lo externo. Tiene en cuenta lo mejor de la lingüística precedente y las más recientes investigaciones de la lingüística del habla, que asumen como objeto el discurso y estudian lo relacionado con su estructura y funciones y explican su naturaleza como proceso de interacción social. Además, parte de la concepción de la cultura como un sistema de signos, en el que la lengua desempeña un rol protagónico. (Lotman, 1979) Este enfoque permite analizar los procesos culturales como procesos de comunicación, los que trascienden todos los espacios y contextos de comunicación social humana (Eco, 1988) y revela la visión discursiva de la realidad. A su vez, está sólidamente vinculado a una concepción interdisciplinaria en los estudios del lenguaje, que tiene su origen precisamente en la naturaleza interdisciplinaria del conocimiento humano y que asume los postulados del análisis del discurso, que evidencian la relación entre el discurso, la cognición y la sociedad. (Van Dijk, 2000)

En los momentos actuales constituye una necesidad la aplicación de un enfoque que acerque la enseñanza de la lengua al uso real que de esta hacen los hablantes; al revelar el nexo existente entre los procesos cognitivos y comunicativos que expresan la unidad del pensamiento y el lenguaje, y su dependencia con el contexto sociocultural donde tienen lugar estos procesos, el enfoque cognitivo, comunicativo y sociocultural da respuesta a esta aspiración. Teniendo en cuenta lo anterior, la enseñanza de la lengua implica por igual a los profesores que enseñan lengua y al resto, sin distinción de áreas, pues en su clase ocurren procesos cognitivos y comunicativos que ellos deben saber dirigir, así como la responsabilidad de cada uno en el desarrollo sociocultural de sus alumnos.

El enfoque cognitivo, comunicativo y sociocultural se sustenta en los siguientes principios (Roméu, 2007):

  • 1. La concepción del lenguaje como medio esencial de cognición y comunicación humana y de desarrollo personológico y sociocultural del individuo.

Este principio evidencia la unidad entre pensamiento y lenguaje en el proceso de construcción del pensamiento y su exteriorización. De igual forma, pone de manifiesto la importancia del lenguaje en el desarrollo integral del individuo, desde los puntos de vista cognitivo, metacognitivo, afectivo-emocional, axiológico y creativo, como resultado de su interacción en el contexto sociocultural.

  • 2. La relación entre el discurso, la cognición y la sociedad.

Estos tres elementos conforman un triángulo que integra los tres enfoques principales del análisis multidisciplinario del discurso (Van Dijk, 2000). El estudio del discurso revela las estructuras del texto y la conversación; también se ocupa de la cognición como elemento indispensable, sin el cual no es posible explicar la estructura del texto y la interacción, y que permite comprender que sin esta tampoco es posible entender que el conocimiento y otras creencias se adquieren y utilizan en los contextos sociales; por lo que la estructura social y la cultura determinan en lo que se significa y en cómo se significa. Se revela en la integralidad del análisis de las dimensiones del discurso, a saber, la semántica, la pragmática y la sintaxis discursiva.

  • 3. El carácter contextualizado del estudio del lenguaje.

Se manifiesta en el hecho de que cualquier análisis del discurso que se haga, debe hacer evidente la relación entre el texto y sus contextos local y general, social y cultural. En los textos hay múltiples indicios que constituyen marcas contextuales; de igual forma, el propio contexto merece un examen más detallado de su estructura y componentes, tales como, situaciones, participantes, intenciones, tareas comunicativas, normas, valores y estructuras institucionales.

  • 4. El estudio del lenguaje como práctica social del un grupo o estrato social.

Al abordar el estudio del lenguaje debe revelarse que los que lo usan participan del discurso "[…] no solo como personas individuales, sino también como miembros de diversos grupos" (Van Dijk, 2000:59), que ocupan determinadas jerarquías o estratos sociales.

  • 5. Carácter interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario, y a su vez autónomo del estudio del lenguaje.

El estudio del lenguaje mediante las manifestaciones discursivas, revela su complejidad derivada de su carácter interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario, aunque reivindica para sí el carácter autónomo del estudio, con objeto, fenómenos, teorías, métodos y principios propios. (Van Dijk, 2000) Este principio permite poner al descubierto, en primer lugar la naturaleza interdisciplinaria de los textos, teniendo en cuenta que todo texto resume e integra los múltiples saberes de su autor, originados por su conocimiento del mundo de las diferentes ciencias y la cultura en general; en segundo lugar, en las investigaciones sobre el discurso participan diversas disciplinas, desde sus respectivos campos, lo que evidencia también su carácter interdisciplinario y, a la vez, multidisciplinario. Por último, estas investigaciones trascienden a otros campos de investigación, de ahí su carácter transdisciplinario.

El carácter interdisciplinario se expresa en que las diferentes disciplinas se vinculan e integran en la investigación del discurso, la cognición y la interacción social como objeto común; el carácter multidisciplinario se manifiesta en que cada disciplina participa en la investigación del objeto con sus propias indagaciones; el carácter transdisciplinario se descubre en la constante extensión de las fronteras de los estudios del discurso, lo que permite establecer nuevos nexos y relaciones con otras disciplinas en sus respectivos campos.

La aplicación del enfoque cognitivo, comunicativo y sociocultural debe satisfacer diferentes exigencias:

  • a) La necesidad de asumir los principios que lo rigen y el sistema categorial con el que opera, como son: las categorías significado y sentido, texto, y discurso, dimensiones del texto, tipologías textuales (atendiendo al código, la forma elocutiva, la función y el estilo), situación social de comunicación, contexto y otras. (Roméu, 2003:4)

  • b) La necesidad de aportar estrategias que contribuyan a desarrollar habilidades relacionadas con los procesos de comprensión, análisis y construcción de textos en diferentes contextos de significación.

  • c) La necesidad de explicar, a partir de reconocer las características de la textualidad, fenómenos tales como la progresión temática, la coherencia, la pertinencia, la intertextualidad y otros que no pueden estudiarse adecuadamente en frases aisladas.

  • d) La necesidad de ofrecer un modelo de análisis que permita integrar los actos semánticos y pragmáticos con los gramaticales.

  • e) La necesidad de asumir las investigaciones lingüísticas de forma interdisciplinaria, multidisciplinaria y transdisiplinaria, a partir de estudios integradores que escapen del reduccionismo de las concepciones lingüísticas tradicionales.

  • f) La necesidad de ofrecer aportaciones de carácter teórico y metodológico a las disciplinas que trabajan con textos completos, como la literatura, la estilística, la narratología, la historia y otras.

La Lingüística del habla da cuenta de los procesos cognitivos, la interacción y las estructuras sociales, de ahí que establezca, como ya se ha visto, relaciones con múltiples disciplinas, con las que se vincula en el abordaje de su objeto de estudio, que no se limita al lenguaje en sí, sino que asume este en su accionar en los procesos cognitivos, metacognitivos y comunicativos en el ámbito social.

El discurso, la cognición y la sociedad conforman un triángulo, resultado de la integración de tres enfoques principales:

  • a) El que se concentra en las estructuras del texto y la conversación.

  • b) El que estudia el discurso y la comunicación como cognición.

  • c) El que se concentra en la estructura social y la cultura.

Estos enfoques conforman una tríada dialéctica, ya que no resulta posible explicar uno sin tener en cuenta los otros dos.

1.2.1 La competencia cognitiva, comunicativa y sociocultural.

En la actualidad se revela la tendencia creciente hacia una concepción sociocultural de las investigaciones lingüísticas, que se proponen descubrir los nexos entre la cognición, el discurso y la sociedad y abordan el lenguaje como objeto de estudio desde la perspectiva de diferentes ciencias como la lingüística del texto, el análisis del discurso, la sociolingüística y la pragmática.

En Cuba, la formación de profesores capaces de abarcar contenidos de diferentes áreas, exige un conocimiento profundo de la lengua como medio de cognición y comunicación. "La palabra instruye y educa, lo que unido a la ejemplaridad del maestro como modelo de conducta social, es determinante en el proceso de influencia educativa de los niños, adolescentes y jóvenes". (Roméu, 2007:12)

En esta investigación se asume el término competencia cognitiva, comunicativa y sociocultural, que se define como:

"[…] una configuración psicológica que comprende las capacidades cognitivas y metacognitivas para comprender y producir significados, los conocimientos acerca de las estructuras lingüísticas y discursivas y las capacidades para interactuar en diversos contextos socioculturales con diferentes fines y propósitos. Se articulan así los procesos cognitivos y metacognitivos, el dominio de las estructuras discursivas y la actuación sociocultural del individuo, lo que implica su desarrollo personológico (cognitivo, afectivo-emocional, motivacional, axiológico y creativo)". (Roméu, 2003:13)

La competencia cognitiva, comunicativa y sociocultural constituye un todo, divisible solo desde el punto de vista metodológico para el esclarecimiento de las dimensiones y los indicadores que contribuyen a su desarrollo. Su realización está unida y cohesionada porque quien aprende y se comunica es la personalidad, de acuerdo con la herencia histórico-cultural aprendida y aprehendida socialmente, que abarca su cultura más la cultura de las personas con las que interactúa, sus necesidades, motivos, sentimientos, emociones y valores. (Sales, 2004)

Teniendo en cuenta esta concepción integradora, según la cual la cognición y la comunicación se dan en la personalidad, mediante la actividad en la interacción sociocultural, es que se considera necesario asumir tres dimensiones en su definición: la cognitiva, la comunicativa y la sociocultural.

1.2.2 Dimensiones e indicadores.

Dimensión cognitiva.

Mediante esta dimensión se revela la función noética, que es una de las funciones esenciales del lenguaje y se evidencia en la participación del lenguaje en la construcción del pensamiento en significaciones, lo cual constituye la unidad dialéctica del pensamiento verbal y el lenguaje intelectual. (Roméu, 2007)

El concepto de cognición se emplea en diferentes sentidos. Puede entenderse como los conocimientos que la persona posee y oponerse a los sentimientos, o aludir a los procesos mentales mediante los cuales se construyen los significados y se genera el sentido y el lenguaje, en lo cual está implicado, tanto lo cognitivo como lo afectivo. Vigotski advirtió sobre la relación entre lo cognitivo y lo afectivo de la personalidad, concepción que en la actualidad es cada vez más asumida por los teóricos del cognitivismo, quienes "[…] intentan integrar las emociones al funcionamiento de la cognición" (Charaudeau, 2001:18), con el objetivo de revelar en su unidad dialéctica los componentes cognitivo y afectivo-emocional de la personalidad.

Indicadores

Los indicadores de la dimensión cognitiva son los conocimientos, habilidades, capacidades y convicciones relacionados con el procesamiento de información, mediante los cuales los individuos comprenden y producen significados. Se incluyen como indicadores:

  • a) Posee conocimientos sobre:

  • El concepto de comprensión.

  • La comprensión oral y escrita.

  • Los niveles de comprensión.

  • Los significados del texto.

  • Las diferencias entre el significado y el sentido del texto.

  • Las estrategias de anticipación, inferencia y autocorrección.

  • Las macrorreglas de reducción.

  • La idea principal y las secundarias.

  • La intención comunicativa y la finalidad del autor.

  • b) Posee habilidades para la comprensión y construcción de significados.

  • Comprende textos de diferentes tipos, a partir de su audición o lectura.

  • Comprende textos de forma inteligente, crítica y creadora.

  • Capta los significados literal, implícito y complementario en diferentes textos.

  • Utiliza estrategias de comprensión.

  • Emplea estrategias de anticipación, inferencia y autocorrección.

  • Aplica las macrorreglas de reducción: supresión, generalización y construcción.

  • Extrae ideas principales y secundarias.

  • Comenta el significado de textos dados.

  • Construye textos orales y escritos en diferentes estilos.

  • c) Posee actitudes relacionadas con la valoración de los procesos de comprensión y construcción de significados.

  • Valora críticamente los puntos de vista del autor del texto.

  • Toma partido sobre las concepciones expuestas, a partir de sus convicciones ideológicas, políticas, éticas y estéticas.

  • Defiende sus puntos de vista referentes a un tema dado, con honestidad y valentía.

  • Valora la vigencia y actualidad de las ideas expresadas por el autor y su aplicación en otros contextos.

Dimensión comunicativa.

La dimensión comunicativa pone de manifiesto la segunda función esencial del lenguaje: la semiótica. En esta perspectiva, el lenguaje se define como un sistema de signos que participan en la comunicación social, lo que implica saberes lingüísticos, sociolingüísticos, discursivos y estratégicos. Consiste en reconocer y usar el código lingüístico y otros códigos (gestual, icónico, simbólico, etc.), así como las reglas que rigen las relaciones entre los signos; saber utilizarlos en diferentes situaciones y contextos de comunicación; construir discursos coherentes y emplear estrategias que permitan iniciar, desarrollar y concluir la comunicación de forma exitosa.

Indicadores

Los indicadores de la dimensión comunicativa son los conocimientos, habilidades, capacidades y convicciones, relacionados con los códigos, los signos y las reglas sintácticas que permiten relacionarlos, su adecuación a las exigencias del contexto, el discurso y su estructura, la tipología de los discursos y las estrategias para iniciar, desarrollar y concluir la comunicación. Comprenden el saber y saber hacer en términos de construcción gramatical.

  • a) Posee conocimientos lingüísticos, sociolingüísticos, discursivos y estratégicos sobre:

  • Los conceptos sobre lenguaje, lengua, norma y habla.

  • Los conceptos de sistema de la lengua, discursos y tipos de discursos.

  • Los medios comunicativos, verbales y no verbales.

  • La clasificación de los textos según el código, la forma elocutiva, la función y el estilo.

  • Las formas elocutivas: narración, descripción, diálogo, exposición y argumentación.

  • El estilo: coloquial, oficial, publicístico, científico y artístico.

  • La coherencia y la cohesión.

  • Diferencia el lenguaje, lengua, norma y habla.

  • Emplea, de acuerdo con la intención y el contexto, los medios comunicativos, verbales y no verbales.

  • Caracteriza el texto y el discurso.

  • Clasifica los textos según el código, la forma elocutiva, la función y el estilo.

  • Emplea formas elocutivas: narración, descripción, diálogo, exposición y argumentación.

  • Caracteriza los textos según su estilo: coloquial, oficial, publicístico, científico y artístico.

  • Explica la coherencia y la cohesión.

  • c) Posee actitudes relacionadas con el empleo de los medios comunicativos en diferentes textos.

  • Valora el empleo de los medios comunicativos funcionales en diferentes textos.

  • Utiliza diferentes medios comunicativos, de acuerdo con lo que se quiere significar y según el contexto en el que se significa.

Dimensión sociocultural.

La dimensión sociocultural está referida al conocimiento del contexto, los roles de los participantes, su jerarquía social, su ideología; están implicados también la identidad de los sujetos, sus sentimientos y estados de ánimo, su pertinencia a una clase o grupo social, su intención y finalidad comunicativa y la situación comunicativa en la que tiene lugar la comunicación.

Indicadores

  • a) Posee conocimientos referentes al contexto sobre:

  • Los conceptos de sociedad, cultura y contexto.

  • El concepto de situación social-comunicativa.

  • Los roles de los participantes.

  • Las relaciones entre los participantes.

  • La importancia de las relaciones de poder.

  • Las acciones que realizan los participantes.

  • La influencia de la pragmática, en lo que se significa y cómo se significa.

  • b) Posee habilidades para lograr la adecuación al contexto.

  • Reconoce el carácter complejo del contexto y sus componentes.

  • Identifica los componentes de una situación social-comunicativa dada.

  • Adecua lo que se quiere decir y cómo se dice a las características del contexto y de los participantes.

  • c) Actitudes relacionadas con el desenvolvimiento en diferentes contextos.

  • Valora los roles de los participantes en la comunicación en una situación social-comunicativa en un contexto dado.

  • Valora la influencia del contexto en lo que se dice y cómo se dice.

  • Valora las intenciones, actitudes, roles, estados afectivos de los participantes en situaciones comunicativas diversas.

  • Valora las acciones globales y locales de los participantes de acuerdo con su ideología, jerarquía social, etc.

1.2.3 Su enfoque como competencia comunicativa-profesional del egresado de Estudios Socioculturales.

La aceleración de los procesos de producción y circulación de información, junto a los permanentes avances científicos y tecnológicos, constituyen rasgos significativos de la sociedad actual, por tanto, los futuros profesionales requieren de una formación que incluya como dimensión básica, el desempeño eficiente en el aspecto comunicativo, de forma que se les posibilite el acceso con éxito al mundo de la información que cada día se vuelve más amplio.

El trabajo con grupos de personas es un momento de comunicación intenso. Es un proceso donde se produce una potente y profunda interacción comunicativa entre las personas que forman parte del grupo, por tanto, los conocimientos sobre comunicación pueden servir para desmontar los diferentes códigos que se presentan y para realizar un acto de habla lingüísticamente apropiado en los diversos contextos de intercambio comunicativo.

La comunicación se hace hoy una cuestión de mediaciones, que no son más que las resistencias y las resignificaciones que se ejercen desde la actividad de apropiación, desde los usos que lo diferentes grupos sociales –clases, etnias, generaciones, sexos- hacen de los diferentes vocablos. En la medida en que se hacen más complejos los actores y el espacio de la comunicación, hay más mediaciones de cualquier tipo. Generalmente las mediaciones son sociales y tienen que ver con las representaciones sociales acerca de lo que se está comunicando, acerca de los roles que desempeñan las distintas personas que se están comunicando, etc.

Las mediaciones fundamentales son las culturales, es decir, las derivadas de las formaciones culturales básicas de las personas, aquello que proviene de su idiosincrasia, su etnia, su grupo social, su sistema de creencias, o sea, de sus identidades.

En su empeño de transmitir información u orientaciones, el trabajador de la sociocultura debe ser capaz de colocarse por encima de estas mediaciones para lograr un diálogo coherente y fácilmente entendido por todos.

Por medio de la actividad comunicativa verbal se participa en la construcción del conocimiento y en el desarrollo social. Para ello se hace imprescindible operar estratégicamente con la información, de acuerdo a los objetivos planteados y las características de la tarea que se asume, así como también utilizar mecanismos de autorregulación.

Lo anterior requiere del desarrollo de competencias en la comunicación oral de forma que le permitan a los profesionales, a través de la interacción humana en diversos contextos en los cuales se desarrollan, ir descubriendo y apropiándose de las normas que son adecuadas para las diferentes situaciones comunicativas, así como también dar muestras de sus capacidades intelectuales y sociales, las cuales se cultivan mediante la lectura y la escritura.

Para el logro de este propósito adquiere especial significación el desarrollo de competencias conceptuales y metodológicas, que permitan generar un marco referencial para la aplicación del enfoque comunicativo.

La competencia comunicativa del profesional es "la potencialidad que tiene el sujeto de lograr una adecuada interacción comunicativa a partir del dominio e integración en el ejercicio profesional de los conocimientos acerca del proceso de comunicación humana, habilidades comunicativas, principios, valores, actitudes y voluntad para desempeñarse en su profesión eficientemente así como para tomar decisiones oportunas ante situaciones complejas o nuevas, que faciliten el logro de los objetivos trazados o propuestos en diferentes contextos y en las dimensiones afectivo-cognitiva". (Aguirre, 2005:3)

Entender la competencia comunicativa como preparación general del sujeto implica asumirla como un proceso susceptible de ser moldeado, formado y desarrollado; una preparación general tanto teórica como afectiva y práctica; es decir, incluye la preparación psicológica, lingüística y sociocultural.

Todo lo planteado anteriormente, lleva a concluir que se hace necesario lograr el desarrollo de una competencia cognitiva, comunicativa y sociocultural, en los estudiantes de la carrera de Estudios Socioculturales para lograr un egresado que desarrolle su labor de detección, investigación e intervención sociocultural. Es necesario que en la formación de ese perfil amplio al que se aspira en los profesionales de la carrera de Estudios Socioculturales, adquiera un relieve extraordinario prepararlos para realizar este trabajo comunitario enfrentándose a diferentes públicos y, para cumplir cabalmente esta misión se hace imprescindible la formación y desarrollo de la competencia comunicativa, devenida competencia profesional, desde la perspectiva de la dimensión cognitiva, comunicativa sociocultural; de este modo el profesional estará apto para enfrentar diferentes grupos sociales en situaciones comunicativas concretas.

Es muy importante al hablar de comunicación hacer referencia a los códigos, que son "un sistema de signos y reglas utilizados para transmitir mensajes; un conjunto organizado de signos". (Viera, 2003:125) Para que el destinatario pueda decodificar la información y recibir el mensaje necesita conocer el código utilizado, comprenderlo, dominarlo.

Gran parte de los fracasos en la comunicación ocurre por el frecuente hecho de pretender comunicarse con los demás usando un código distinto al suyo. Un código que ellos no dominan.

El egresado de Estudios Socioculturales tiene que convertirse en un traductor de lenguajes, alguien capaz de llevar a un lenguaje común aquello que está trabajando con códigos diferentes. En ocasiones sucede que las personas empiezan a hablar en jerga, entonces hay que tratar las jergas mediante analogías, mediante comparaciones, mediante factores de relación, para encontrar códigos compartidos.

Puede acontecer también el fenómeno inverso: el emisor formula un discurso en estilo culto, con el cual no penetra en el habla del pueblo, desconoce todas sus riquezas y obvia ese lenguaje popular, lleno de expresiones gráficas, de metáforas, de sabiduría, de hondura; tan cargado de experiencia y de vida, donde a veces un refrán expresa más que un largo enunciado de palabras rebuscadas.

Si a la hora de comunicar se parte siempre de situaciones que sean conocidas y experimentadas previamente por el público al que va destinado el discurso, la comunicación se hace eficaz. En cambio, si se parte de generalizaciones, de abstracciones, difícilmente se logrará movilizar su código experiencial, pues el pensamiento popular es concreto, no abstracto.

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