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La Dinastía Julio Claudia bajo la mirada de Robert Graves

Enviado por carmen bianco


Partes: 1, 2

  1. Profecías y presagios
  2. Caius Iulius Caesar Octavius Augustus
  3. Tiberio Julio Cesar Tiberio
  4. Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico Claudio
  5. Lucius Domitius Nero Claudius Nerón
  6. La dinastía Julio – Claudia
  7. Yo, Claudio (novela histórica) de Robert Graves (Inglaterra) (I, Claudius)

El pasado es el espejo del futuro. No debemos escatimarle importancia a las profecías y los presagios que sustentaban las creencias religiosas de este pueblo, que durante casi once siglos fue el dueño del mundo.

Desde este ángulo presentaremos a esta Dinastía que reinó sobre Roma entre los años 27 a.c. y 68 d.c.

Se muestra el papel relevante que cumplieron en aras del poder y como el poder puede ser más mortífero que las drogas, el colesterol, el tabaco y los accidentes de tránsito.

Este trabajo está basado en la siguiente Bibliografía: Yo, Claudio (Robert Graves) (1936)

La Serie de la BBC del mismo nombre, guión de Jack Pullman, que incluye el libro Claudio el dios y su esposa Mesalina (Robert Graves) (1976)

Las memorias de Agripina (Pierre Grimal) La vida de los doce césares (Suetonio) Anales (Tácito)

Wikipedia enciclopedia libre

Diccionario Teológico (Abate Bergier)

Profecías y Presagios

edu.red

"Cuando pregunté a Cayo cómo se había sabido todo eso, me respondió desdeñosamente:

-Lo han dicho los Antiguos.

-Pero ¿ellos como se enteraron?

-¡Pues por los mismos dioses! ¿Tú no sabes que los dioses nos hablan?, ¿Qué nos envían sus oráculos?" (Calígula y Agripina) (Memorias de Agripina de Pierre Grimal`[en adelante MA])

"…los dioses nos envían señales, sí, para llamarnos la atención sobre algún suceso grave, invierten el orden natural de las cosas, es que más allá de lo que nosotros vemos existe otra realidad, animada también, surcada de intenciones, una realidad que es inmaterial o bien está hecha de una materia tan sutil que escapa a nuestros sentidos…

Lo que ellos puedan saber del futuro, en todo caso, no nos lo revelan jamás sin ambigüedad, y solo en retazos, tal vez para impedir que nos durmamos cómodamente en el presente, lo que sucedería sin lugar a dudas si supiésemos por adelantado lo que nos espera." (Claudio y Agripina) (MA)

"Y no creas que el Destino, tal y como se le puede entrever en el movimiento de los astros, sea tan rígido, tan inflexible como dicen. Si así fuese, ya no habría ni lugar ni función para los dioses en este mundo. Hay un gran misterio en ello, lo sé, pero un rey jamás está obligado a hacer lo que hace, y su acto jamás carece de consecuencias para el conjunto de los hombres, y no solo para quienes dependen directamente de él" (Queremon) (MA)

"-Ya ves- me dijo un día Claudio-, al hacerme entrar en el cuerpo de los Augures, Augusto, sin saberlo, me ha hecho el mejor de los regalos. Conocer la voluntad de los dioses a través de los signos que ellos envían, saber si el pájaro que atraviesa el cielo es un signo favorable o desfavorable, si el acto que se proyecta realizar en nombre del pueblo romano tendrá un desenlace positivo o negativo, ¿hay algo más hermoso? Cada vez que estoy al acecho de un presagio, en el cielo, o mientras examino las entrañas de una víctima me siento muy cerca de los dioses. ¡Es como si me admitieran en su compañía, y eso es vida! … Las reglas por las que se rige nuestra ciencia pueden parecerle extrañas al profano. Es porque son muy antiguas, porque se remontan a los tiempos en que los hombres aún no estaban corrompidos y tenían conocimiento directo de las cosas divinas. Para designarlas, se servían de palabras, que los hombres de hoy han olvidado. Yo aprendo esas palabras y aprendo también a utilizarlas para hacerme entender por los dioses. Y así comprendo mejor las cosas hoy, que son muchas veces una imagen deformada de las de antes." (Claudio y Agripina) (MA)

En la antigüedad los oráculos eran moneda corriente y en cada fenómeno atípico de la vida cotidiana se entreveía un aviso, un presagio…

Los romanos heredaron de los etruscos el arte de los augurios. El Colegio de augures, al que el mismo Claudio perteneció eran sacerdotes dedicados a este menester. Tenían como misión consultar la voluntad de los dioses, cuando se tratara de realizar algún acto trascendental para la vida político-institucional de la ciudad, y lo hacían mediante el examen de los fenómenos de la naturaleza, como la posición de los astros, las entrañas de los animales o el vuelo de las aves. Era el centro y motor del culto público oficial. Vigilaba el cumplimiento de los preceptos religiosos, castigaba los delitos contra la religión, controlando actos de índole privada pero de interés social, como las adrogaciones (adopción de un pater por otro pater, llamándose pater al jefe familiar, antecedente genético, por vía masculina, vivo, más antiguo), los matrimonios y los testamentos. No podemos hablar ni de supersticiones y/o supercherías, estamos hablando de un sistema de creencias que para los romanos estaban fundamentadas en su religión.

Desde este punto de vista voy a presentar a la Primera Dinastía del Alto Imperio Romano, la Julio- Claudia, profetizada por la Sibila de Cumas.

Al respecto de las Sibilas y los libros sibilinos, dice el Diccionario de Teología del Abate Bergier advirtiendo que hay versiones apócrifas de los mismos y haciendo mención de los originales de Roma.

edu.red

Vayamos entonces a la profecía:

"A cien años de la púnica maldición Roma será esclava de un hombre velludo, un hombre velludo de muy poco pelo.

Todos los hombres serán mujeres, y cada mujer un hombre.

El corcel que monte tendrá dedos por cascos. Morirá a manos de su hijo, que no es su hijo. y no en el campo de batalla.

El otro velludo que esclavice al Estado será hijo, no hijo, del último velludo. Tendrá de cabellos abundante pelambre. dará mármol a Roma en lugar de la arcilla y la ceñirá con cadenas invisibles.

Morirá a manos de su esposa, que no es esposa, para bien de su hijo que no es su hijo.

El tercer velludo que esclavice al Estado será hijo no hijo de este último velludo.

Será barro mezclado con sangre, un hombre velludo de muy poco pelo. Dará a Roma victorias y derrotas

y morirá para bien de su hijo no hijo… un cojín será su espada.

El cuarto velludo que esclavice al Estado será hijo no hijo de este último velludo, un hombre velludo de muy poco pelo. Dará a Roma venenos y blasfemias

y morirá de una coz de su viejo caballo que lo paseó de niño.

El quinto velludo que esclavice al Estado, que esclavice al Estado contra su voluntad,

será el idiota a quien todos desprecian. Tendrá de cabellos abundante pelambre,

dará a Roma agua y pan de invierno

y morirá a manos de su esposa que no es su esposa, para bien de su hijo que no es su hijo.

El sexto velludo que esclavice al Estado será hijo y no hijo de este último velludo. Dará a Roma violines y miedo y fuego.

Sus manos estarán tintas en sangre paterna.

No habrá un séptimo velludo que lo suceda y de su tumba brotará la sangre.

En Yo Claudio, de Robert Graves, su narrador, el propio Claudio, nos introduce en ella al comienzo del libro:

"Ahora hablo como adivino experto, como historiador profesional y como sacerdote que ha tenido oportunidades de estudiar los libros sibilinos, tal como fueron normalizados por Augusto, y sé que puedo interpretar los versos con cierta confianza. Es indudable que por "maldición púnica" la sibila se refería a la destrucción de Cartago por nosotros, los romanos. Hace tiempo que debido a ello nos encontramos bajo la maldición divina. Juramos amistad y protección a Cartago en nombre de nuestros principales dioses, Apolo incluido, y luego, celosos de su rápida recuperación de los desastres de la segunda guerra púnica, la empujamos a librar la tercera, la destruimos por completo, diezmamos a sus habitantes y cubrimos sus campos de sal. "El peso de su oro" es el principal instrumento de esa maldición: un ansia de dinero que ha asfixiado a Roma desde que destruyó a su principal rival comercial y se convirtió en la dueña de todas las riquezas del Mediterráneo."

"A Augusto tiene que haberle resultado evidente que el primero de los velludos, es decir, los Césares (porque César quiere decir cabellera), fue su tío abuelo Julio, que lo adoptó. Julio era calvo y adquirió renombre por sus orgías con uno y otro sexo. Y su corcel de guerra, como se sabe públicamente, era un monstruo que tenía dedos en lugar de cascos. Julio escapó con vida de muchas duras batallas, pero finalmente fue asesinado en el Senado por Bruto. Y Bruto, aunque se le había endosado otra paternidad, era, según se creía, hijo natural de Julio. "También tú, hijo!", dijo Julio, cuando Bruto se precipitó sobre él daga en mano."

Augusto debe de haber reconocido en sí mismo al segundo de los Césares. En verdad él mismo, al final de su vida, se jactó, mientras contemplaba los templos y los edificios públicos que había reedificado espléndidamente, y pensando también en la obra de toda su vida, de fortalecer y glorificar al imperio, que había encontrado a Roma de barro y la dejaba de mármol. Pero en cuanto a la forma de su muerte, debe de haberle parecido que la profecía era ininteligible o increíble; y sin embargo cierto escrúpulo le impidió destruirla. La historia demostrará con claridad quiénes fueron el cuarto y el quinto velludos; y yo en verdad sería un idiota si, admitiendo la inflexible exactitud del oráculo en todos los detalles, hasta el momento, no reconociese al sexto velludo o no me regocijase, en bien de Roma, de que no haya un séptimo velludo para sucederlo." (Yo, Claudio de Robert Graves [en adelante YC])

Vamos a verla escuetamente por cada una de sus partes. La explicación del primer César está del todo clara en lo que acabo de transcribir.

Pasemos al segundo velludo:

El otro velludo que esclavice al Estado será hijo, no hijo, del último velludo. Tendrá de cabellos abundante pelambre.

dará mármol a Roma en lugar de la arcilla y la ceñirá con cadenas invisibles.

Morirá a manos de su esposa, que no es esposa, para bien de su hijo que no es su hijo.

II CAIUS IULIUS CAESAR OCTAVIUS AUGUSTUS

(27 A.C.- 14 D.C.) AUGUSTO (Sobrino nieto de

Julio César y su Hijo adoptivo)

"No era un tirano, …, contra el cual hubiera que conspirar o al que hubiese que adorar para mostrar la clemencia de un tirano. No era más que un funcionario del Estado de la república romana que gozaba temporalmente de amplios poderes para el mantenimiento del orden." (YC)

Octavio tenía muy clara la importancia de atenerse a la tradición, al ideal de las antiguas virtudes romanas, y así lo hizo. Su inusual sagacidad diplomática condujo a la República Romana como un Imperio. Recibió del Senado el título honorífico de Augustus (elevado), título que adoptó a partir de allí como nombre. Desde ese momento su autoridad no tuvo límites, tal que fue convertido en dios.

Octavio Augusto embelleció Roma tanto que al morir en el 14 d.C. dejó un mensaje al pueblo romano: "Nací en una ciudad de ladrillo y os lego una ciudad de mármol". Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Roma gozó de un período de oro, período que se llamó la Pax Augusta. Se desarrolló no solo la construcción, sino las letras, contó con Ovidio, Virgilio y Horacio y tenía muy en claro la importancia de mantener conforme al pueblo. Se ocupó personalmente en resolver los problemas que surgían en el abastecimiento de alimentos y entretenimiento. "Pan y circo" fue uno de los cimientos de la Pax Augusta.

Junto a Livia, su segunda esposa, gobierna Roma por 41 años, desde el 27 a.c. al 14 d.c., año en que se produce su muerte. Livia le sobrevive, al igual que su plan, el de Livia, concebido desde que decidió conquistar a Augusto y ser su mujer. También sobrevivió y no exactamente por obra del destino, a todos los descendientes legítimos de Augusto; y no por casualidad su hijo Tiberio asciende al trono

Con Tiberio se inicia la Dinastía Julio-Claudia, aunque no sería erróneo considerar que la misma se inicia con el gobierno de Augusto-Livia.

No podemos pasar por alto al alma mater de este gobierno del cual Augusto era su cara visible, y los subsiguientes: LIVIA.

Quizá Livia no contó con la justa valoración por parte de la historia, pero, como veremos, fue fuente de inspiración para las mujeres de la dinastía Julio-Claudia y las advenedizas a ella. Ninguna de ellas, a pesar del esfuerzo invertido paso de sus tobillos. La historia no le hizo justicia, Claudio repara este error.

El dice: "Augusto gobernaba el mundo, pero Livia gobernaba a Augusto".

Señales de los dioses dedicadas a Livia:

La intendenta de la granja de Livia le dijo entonces a Agripina, siendo una niña:

"-Este laurel que estás mirando es sagrado. Fue enviado aquí por los dioses. Esta casa. O más bien esta granja, siempre ha pertenecido a la familia de nuestra ama, que gusta de venir aquí. Unos días después de haber desposado a Augusto, se paseaba por este jardín cuando apareció un águila en el cielo y, planeando, vino a situarse justamente encima de ella. Traía entre las garras una gallina blanca, muy parecida a estas que ves aquí. En el pico de la gallina había una rama de laurel. El águila abrió las garras, y la gallina, con el laurel, cayó sobre las rodillas de la señora. La cría tuvo un éxito extraordinario, aquí ves su descendencia, y este árbol no es otro que el laurel divino."(MA)

Comenta Claudio al respecto de su abuela:

"Habría sido injusto exculpar a Livia, y al propio Augusto en la medida en que se sometió a la voluntad de esa mujer notable y -quiero decirlo de una vez- abominable,…"

"Livia pertenecía a la familia Claudia, una de las más antiguas de Roma, lo mismo que mi abuelo. Hay una balada popular, que todavía canta la gente de edad, cuyo estribillo dice que el árbol claudio da dos clases de frutos, la ciruela dulce y la agria, pero que las ácidas superan en número a las otras…

El nombre "Livia" está vinculado con la palabra latina que significa malignidad. Mi abuela fue una consumada actriz, y la pureza exterior de su conducta, la agudeza de su ingenio y la gracia de sus modales engañó a casi todo el mundo. Pero nadie la quería de veras; la malignidad impone respeto, no cariño. Poseía la facultad de que la gente comúnmente desenvuelta se sintiese consciente de sí en su presencia, consciente de sus defectos morales e intelectuales

En una ocasión vi una extraña pintura en el interior de un viejo arcón de cedro que provenía, según creo, de algún lugar de Siria septentrional. La inscripción, en griego, decía: "El veneno es la reina", y el rostro del Veneno, aunque ejecutado más de cien años antes del nacimiento de Livia, era inconfundiblemente el rostro de ésta."

Durante el gobierno de Tiberio invita a cenar a Claudio a fin de conseguir el apoyo de éste para Calígula, sobrino nieto de Tiberio, como heredero al trono del Imperio. Veamos como lo cuenta nuestra historia:

"-Te estoy muy agradecido, abuela, porque me encuentro a salvo entre los cartagineses y los etruscos. ¿Pero quieres decirme por qué ceno hoy aquí?

-Bien, admito que tu presencia a la mesa sigue causándome cierto desasón. Pero no importa. Si he roto una de mis reglas más antiguas, es cosa mía, no tuya. ¿Me odias, Claudio? Sé franco.

-Probablemente tanto como tú me odias a mí, abuela…

(y hablando de Calígula)…-Pero, pero si de veras piensas que es un monstruo, ¿por qué lo alientas? ¿Por qué no apoyas a Nerón? Es un buen muchacho.

-Porque el próximo emperador será Calígula, y no Nerón.

-Pero será un emperador malísimo, si es como tú dices. Y tú, que dedicaste toda tu vida al servicio de Roma.

-Sí. Pero no se puede luchar contra el Destino…" (YC)

¿Por qué quería Livia que la descendencia de Tiberio recayera en Calígula? Se lo explica con lujo de detalles a Claudio: A cambio de guardar su secreto (el de Calígula) Livia le exige que la deifique ni bien asuma el gobierno del Imperio. ¿Por qué? Porque los dioses no son martirizados en el infierno a pesar de los muchos crímenes que hayan cometido, y, Livia, contaba con muchos en su haber

El vino hizo lo suyo y Claudio lo sabía. Acepta ayudarla pero con una condición:

"Hay muchas cosas que me gustaría saber. Quiero saber, en primer lugar, quién mató a mi padre, y quién mató a

Agripa, y quién mató a mi hermano Germánico, y quién mató a mi hijo Drusilo…

La convencí de que hablaba en serio, y así, durante cuatro horas, o más, le formulé las preguntas más penetrantes. Y contestó a cada una de las preguntas sin evasivas, con tanta serenidad como si hubiese sido un administrador de campo relatando al dueño de visita las bajas habidas entre los animales. Sí, envenenó a mi abuelo; no, no envenenó a mi padre, a pesar de las sospechas de Tiberio: murió de gangrena natural. Sí, envenenó a Augusto untando de veneno los higos cuando estaban aún en el árbol. Y me contó toda la historia de Julia, tal como la he narrado, y toda la historia de Póstumo -pude confirmar los detalles- Y sí, había envenenado a Agripa y a Lucio, así como a Marcelo y a Cayo, y sí, interceptó mis cartas a Germánico, pero no lo envenenó -lo hizo Plancina por su propia iniciativa-, aunque lo había condenado a muerte lo mismo que condenó a mi padre, y por el mismo motivo.

-¿Qué motivo, abuela?

-Estaba decidido a restablecer la república." (YC)

III TIBERIO JULIO CESAR TIBERIO

(14-37) (Hijastro e hijo adoptivo de Agugusto)

El tercer velludo que esclavice al Estado será hijo no hijo de este último velludo.

Será barro mezclado con sangre, un hombre velludo de muy poco pelo.

Dará a Roma victorias y derrotas y morirá para bien de su hijo no hijo…

un cojín será su espada.

"Que me odien, siempre que me obedezcan." (YC) Habría expresado Tiberio al respecto de sus tropas a las que sometía a entrenamientos extremadamente severos

Augusto había dicho suspirando, poco antes de morir, que compadecía a los romanos por estar a merced de "mandíbulas tan lentas." Se refería a su hijo adoptivo Tiberio.

Veamos que nos cuenta Claudio sobre su tío:

"Mi tío Tiberio era uno de los Claudios malos. Era taciturno, reservado y cruel, pero hubo tres personas cuya influencia puso un freno a esos elementos de su naturaleza. Primero, mi padre, uno de los mejores Claudios, jovial, sincero y generoso; luego, Augusto, un hombre sumamente honrado, alegre y bondadoso, que no quería a Tiberio pero lo trataba con generosidad para no herir a su madre; y finalmente Vipsania. La influencia de mi padre quedó eliminada, o aminorada, cuando ambos estuvieron en edad de hacer su servicio militar y fueron enviados en campaña a distintas partes del imperio.

Luego vino la separación de Vipsania, seguida de cierta frialdad de Augusto, que se sintió ofendido por el mal encubierto desagrado de mi tío hacia Julia. Desaparecidas estas tres influencias, se fue haciendo cada vez más malo… y más adelante agrega:

…(si se me permite decirlo Tiberio no tenía espíritu religioso, y además era muy tacaño.)"

No fue fácil para Livia lograr el reinado de su hijo, que tan mal se lo agradeció. Estando en un exilio autoimpuesto Tiberio se dedicó a la astrología creando unas cartas natales peculiares de forma circular y al estudio de la mitología y la literatura griegas. Tuvo tiempo más que suficiente para todo esto, ya que su llamado a Roma demoró su tiempo

"Aparte de los dos o tres astrólogos que siempre llevaba con él, le acompañaban unos hombres especialmente versados en literatura griega… Tenía predilección por la Odisea y creo haber entendido por qué. Ulises da pruebas en esa obra de unas cualidades que él también apreciaba sobremanera: la simulación, la astucia, la constancia para alcanzar, venciendo todos los obstáculos, la meta deseada" (M A)

"Estaban sentados en el pórtico, y de pronto un reyezuelo, o un pajarillo similar, salto a la rodilla de Trásilo e inclinando la cabeza a un costado comenzó a gorjear. Trásilo dijo al ave:

-Gracias, hermana. Has llegado a tiempo. -Luego se volvió hacia Tiberio:- ¡Los cielos sean alabados! Ese barco trae buenas nuevas para ti, y yo estoy salvado. El peligro ha sido alejado.-" (YC)

Tras la muerte de Cayo y Lucio, los herederos al trono, fue llamado por el emperador y nombrado sucesor, a condición de que adoptase a su sobrino Germánico. Tras una serie de nuevas campañas en Germania, a la muerte de Augusto fue nombrado emperador.

Los historiadores romanos interpretaron su etapa como gobernante de forma ambivalente: por un lado se le reconocieron su capacidad administrativa y su habilidad de gobernante, pero por otro, su personalidad difícil y desconfiada, que le llevó a desencadenar persecuciones contra todos aquellos que podían enfrentarse a él, generó a su alrededor la imagen de un tirano cruel e inmisericorde tal vez inmerecida.

La muerte de Germánico, acaecida en extrañas circunstancias, la persecución de la que fueron objeto otros notorios miembros de la familia imperial y los procesos de lesa majestad abiertos contra la élite senatorial, atrajeron sobre él una gran impopularidad, agravada por su decisión de abandonar Roma y gobernar desde su lugar de retiro en Capri.

La ausencia del emperador otorgó gran poder a Sejano, el prefecto del pretorio, quien haciendo abuso de su autoridad reprimió duramente a sus enemigos políticos e incluso asesinar a Druso, el hijo de

Tiberio, para facilitar su acceso al trono a la muerte de éste. Pero Tiberio descubre esta conspiración y es ejecutado.

Los presagios de su muerte:

"…el Tíber desbordó de tal manera que durante un mes solo fue posible desplazarse en barco. todos sabían que los dioses manifestaban su cólera contra el príncipe reinante y anunciaban un nuevo régimen. Y además hubo un incendio, con el mismo evidente significado… nos informaron de otro presagio, en Egipto, donde había aparecido el ave fénix… el viejo príncipe iba a morir, surgiría un joven rey yo rogaba a los dioses que ese rey fuera Cayo…" (MA)

A su muerte Tiberio lega a su sucesor una institución imperial consolidada, arcas llenas y las provincias en paz.

Dicen las malas lenguas que fue asfixiado con un almohadón bajo la supervisión del propio Calígula.

"(Macro) Musitó algo a Calígula, quien asintió con alivio agradecido. Luego se precipitó hacia la habitación de Tiberio. Este se encontraba en pie, maldiciendo, gimiendo y trastabillando débilmente hacia la puerta. Macro lo tomó en sus brazos, lo arrojó otra sobre la cama y lo ahogó con una almohada. Calígula estaba junto a él. (YC)

CAYO CÉSAR AUGUSTO GERMÁNICO (37 – 41) CALIGULA (Sobrino nieto e hijo adoptivo de

Tiberio)

El cuarto velludo que esclavice al Estado será hijo no hijo de este último velludo, un hombre velludo de muy poco pelo. Dará a Roma venenos y blasfemias

y morirá de una coz de su viejo caballo

que lo paseó de niño.

"Tiberio podía matar a Nerón y Druso, pero era evidente que había decidido salvar a Calígula." (YC)

"Un día le dijo a Calígula: "Te nombro mi principal heredero. Mi segundo heredero será Gemelo, por si tú mueres, pero esto no es más que una formalidad. Sé que matarás a Gemelo, pero entonces otros te matarán a ti" (YC)

"…un día, en un momento de abandono, dijo (Tiberio) delante de un criado que en la persona de Cayo él estaba alimentando una serpiente que devoraría al pueblo romano." (MA)

"Yo maldecía a Tiberio, que había logrado exterminar, uno a uno, los miembros de nuestra familia y solo había dejado subsistir al menos digno." (MA)

"Tiberio había indicado a Calígula como su sucesor por varios motivos. El primero era que la popularidad de Calígula como hijo de Germánico hacía que la gente se portase lo mejor posible, por miedo a que cualquier disturbio fuese castigado con su muerte. El segundo consistía en que Calígula era un excelente servidor y una de las pocas personas lo bastante malvadas para hacer que, en comparación, Tiberio se sintiese un hombre virtuoso. El tercero era que no creía que Calígula llegase a ser emperador. Porque Trásilo, en quien continuaba confiando absolutamente (ya que nunca sucedió nada que contrariase sus predicciones), le había dicho:

"Calígula no puede llegar a ser emperador, lo mismo que no puede galopar a través de la bahía, desde Baias hasta Puteoli".

También le había dicho: "Dentro de diez años Tiberio César seguirá siendo emperador". Esto resultó ser cierto, pero se trataba de otro Tiberio César. .. (YC)

Calígula, sabiendo esto, hizo colocar una línea de embarcaciones a través del río, de orilla a orilla, desde Baias a Puteoli, y cabalgó sobre ellas.

"Calígula tenía veinticinco años cuando ascendió al trono del imperio. La historia del mundo conoció muy pocas veces -si es que conoció alguna vez- un príncipe aclamado con más entusiasmo, ni príncipe alguno se encontró con una tarea más fácil: sólo tenía que satisfacer los modestos deseos de su pueblo, que sólo quería paz y seguridad. Con un abultado tesoro, ejércitos bien adiestrados, un excelente sistema administrativo, que sólo necesitaba un poco de cuidado para volver a funcionar a la perfección -porque a pesar de la negligencia de Tiberio el imperio continuaba funcionando bastante bien gracias al impulso que le había dado Livia-, con todas esas ventajas, sumadas al legado de cariño y confianza de que gozaba por ser el hijo de Germánico, y al inmenso alivio experimentado ante la desaparición de Tiberio, ¡qué espléndida oportunidad para ser recordado por la historia como "Calígula el Bueno" o "Calígula el Sabio" o "Calígula el Salvador"! Pero es inútil decir estas cosas. Porque si hubiese sido el hombre que la gente creía, no habría sobrevivido a sus hermanos, ni Tiberio lo hubiese elegido como su sucesor."

Sus primeros actos fueron buenos, pero no duró mucho. Tras una grave enfermedad las cosas cambiaron de manera drástica: empezó a dar muestras de un carácter autoritario y unos modos que lo acercaban más a las monarquías orientales que a las republicanas del Imperio.

Eliminó rápidamente y sin proceso a su primo Tiberio Gemelo y al jefe de los pretorianos Macrón; impuso un protocolo monárquico en la corte en el que se impulsaba una divinización en vida del emperador. Intentó gobernar apoyándose en el pueblo y en directa oposición al Senado, reivindicando un pasado familiar que, a través de su abuela Antonia, lo vinculaba a Marco Antonio.

Las arcas del Imperio Romano se vaciaron rápidamente ante la necesidad de pagar a las tropas y las fiestas en la corte, circunstancia que le obligó a subir los impuestos y reanudar la política de eliminación física de senadores para apoderarse de sus posesiones. Su política exterior fue un reflejo de las pulsiones orientalizantes que marcaron su vida: aumentó el número de reinos vasallos en Oriente, al

tiempo que reducía la autonomía de los territorios occidentales.

Se creyó un dios y actuó como tal, caprichosa e impunemente. Llegó casi a creer en un momento dado que era el Mesías esperado por los judíos.

Podemos decir a su favor que cumplió con la palabra dada a Livia, elevándola a Augusta en igualdad de condiciones con su esposo

"Calígula cabalgaba sobre la espalda de Casio como sobre un corcel, gritando y haciendo en el aire, con su espada, las estocadas y paradas reglamentarias, como le habían enseñado los hombres de caballería." (YC)

¿Ya saben en manos de quien murió?

V TIBERIO CLAUDIO DRUSO NERÓN GERMÁNICO CLAUDIO

(41 – 54) (Sobrino nieto de Augusto)

El quinto velludo que esclavice al Estado, que esclavice al Estado contra su voluntad, será el idiota a quien todos desprecian. Tendrá de cabellos abundante pelambre, dará a Roma agua y pan de invierno

y morirá a manos de su esposa que no es su esposa, para bien de su hijo que no es su hijo.

Cuando Claudio tenía aproximadamente 46 años visito a la Sibila para solicitar información sobre el futuro de Roma. He aquí la respuesta que recibió:

"La que gime bajo la púnica maldición y se ahoga bajo el peso de su oro, antes de sanar, aún más enfermará.

Su boca viva engendrará moscones y gusanos que en sus ojos bullirán. Hombre alguno sabrá el día de su muerte.

Luego agitó los brazos sobre la cabeza y continuó:

Diez años y cincuenta y tres días, y Clau-Clau-Claudio recibirá un regalo que todos codician menos él. Mas cuando haya enmudecido y ya no esté -mil novecientos años, más o menos-, Clau-Clau-Claudio hablará con claridad."

"Me obligaron a poner me la coronita de Calígula, de hojas de roble, de oro, que le habían quitado a uno de los saqueadores. Para mantenerme firme tuve que agarrarme con fuerza a los hombros de los cabos. La corona se me caía continuamente sobre una oreja. ¡Cuán tonto me sentí! Dicen que parecía un criminal a quien llevasen a su ejecución. Las cornetas tocaron el Saludo Imperial.

¿Y qué pensamientos o recuerdos pasaban por mi mente en esa extraordinaria ocasión? ¿Pensaba en la profecía de la sibila, en el augurio del lobezno, en el consejo de Polión, en el sueño de Briseis? ¿En mi abuelo y en mi libertad? ¿En mis tres predecesores imperiales, Augusto, Tiberio, Calígula, en sus vidas y muertes? ¿En el gran peligro que corría en manos de los conspiradores, del Senado y de los batallones de la guardia en el campamento?¿En mi abuela Livia y en la promesa que le había hecho de deificarla si alguna vez llegaba a ser emperador? ¿En Póstumo y Germánico? ¿En Agripina y Nerón? ¿En Camila? No, nunca podrán adivinar lo que me pasaba por la mente. Pero seré franco y lo diré, aunque la confesión resulte vergonzosa. Pensaba: "De modo que soy emperador, ¿eh? ¡Qué tontería! Pero por lo menos ahora podré hacer que la gente lea mis libros. Recitales públicos ante grandes multitudes. Y son buenos libros, he trabajado en ellos treinta y cinco años. No seré injusto. Polión solía conseguir oyentes atentos por medio de lujosas cenas. Fue muy buen historiador, y el último romano. Mi Historia de Cartago está llena de divertidas anécdotas. Estoy seguro de que gustaría.

Eso era lo que pensaba. Y pensaba también en las oportunidades que tendría, como emperador, para consultar los archivos secretos y descubrir qué había sucedido en tal ocasión y en tal otra ¡Cuántas historias deformadas quedaban aún por corregir! ¡Qué milagroso destino para un historiador! Y como se habrá visto, aproveché a fondo la oportunidad. Incluso he utilizado lo menos posible el privilegio de los historiadores maduros, de presentar conversaciones de las cuales sólo se conoce la esencia. (YC)

"Mi nacimiento ocurrió en Lyon, en Francia, el primero de agosto, un año antes de la muerte de mi padre". … Mis padres tuvieron seis hijos antes de nacer yo, pero como mi madre siempre acompañaba a mi padre en sus campañas, sus hijos tenían que ser muy robustos para sobrevivir. Sólo vivían mi hermano Germánico, cinco años mayor que yo, y mi hermana Livila, un año mayor que yo. Ambos heredaron la magnífica constitución de mi padre. Yo no. Casi morí en tres ocasiones, antes de llegar a mi segundo año de edad, y si la muerte de mi padre no hubiese llevado a mi familia a Roma, es muy poco probable que esta historia hubiera podido ser escrita."

"Yo fui un chico muy enfermo -un campo de batalla de enfermedades, decían los médicos-, y quizá sobreviví porque las enfermedades no pudieron ponerse de acuerdo acerca de cuál de ellas tendría el honor de rematarme." (YC)

«Su persona ostentaba cierto aspecto de grandeza y dignidad, ya en pie o sentado, pero sobre todo en reposo, pues era alto y esbelto, tenía un rostro bello, hermosos cabellos blancos, y cuello robusto; pero cuando marchaba, sus inseguras piernas le hacían tambalearse, y cuando hablaba, tanto en broma como en serio, le afeaban sus taras: una risa desagradable, una cólera más repulsiva aún, que le hacía echar espumarajos por la boca, nariz goteante, un insoportable balbuceo y un continuo temblor de cabeza que crecía al ocuparse en cualquier negocio por insignificantes que fuese».

Cayo Suetonio Tranquilo sobre el físico de Claudio.

Presagio sobre Claudio:

"Levantamos la vista y vimos un grupo de águilas en vuelo. Algunas plumas bajaban flotando. Tratamos de atraparlas…De pronto oímos un gran chillido sobre nuestras cabezas… Y luego algo oscuro cayó del aire. No sé por qué lo hice, pero extendí un pliegue de mi túnica y lo atrapé. Era un minúsculo cachorro de lobo, herido y aterrorizado. Las águilas se precipitaron a recuperarlo, pero yo lo había ocultado, y cuando les gritamos y les arrojamos palos, se elevaron, frustradas, y se alejaron chillando…

(mi madre) Preguntó a un anciano noble, miembro del Colegio de Augures, que estaba con nosotros:

-Dime qué presagio es éste…

No sé si le dio la interpretación que, cuando hayan leído mi historia, se impondrá a ustedes como la única posible. Sólo sé que mientras los chicos nos manteníamos alejados -mi querido Germánico había encontrado para mí otra pluma de la cola, en una mata de espino blanco, y me la colocaba orgullosamente en el cabello-, Livila se acercó, curiosa, por detrás de unos rosales. Interrumpió, riendo ruidosamente:

-¡Pobre Roma, con él como protector! ¡Ojalá yo esté muerta antes de que eso suceda!" (YC)

Era sobrino de Tiberio, sobrino segundo de Augusto y tío de Calígula, a quien sucedió en el año 41

Claudio se reveló entonces como un hombre inteligente y un emperador capaz: amante de las tradiciones romanas, restableció el modelo administrativo de Augusto, repudiando el absolutismo en favor de una mayor colaboración con el Senado.

Trató de volver a la pureza de la religión romana, restaurando cultos abandonados y combatiendo los que entendía como «supersticiones» extranjeras (para ello expulsó de la ciudad a los astrólogos y a los judíos). Para mayor eficacia puso los cargos políticos decisivos en manos de sus libertos (como Polibio o Narciso), sentando las bases de la burocracia imperial. Extendió la ciudadanía romana entre los provinciales.

Fue importante el despliegue de obras públicas: el puerto de Ostia y los acueductos que mejoraron la provisión de agua de Roma, por mencionar algunos. Se ocupó especialmente de tener al pueblo contento, evitando que falte el alimento y la diversión.

En el terreno exterior, impulso la conquista de Britania así como la adhesión definitiva de Mauritania, Licia, Panfilia, Judea y Tracia. Una de las lacras de su reinado fue la influencia que sus mujeres ejercieron en asuntos de gobierno. Su tercera mujer, Mesalina, lo ridiculizó públicamente con su escandalosa promiscuidad, hasta que se decidió ejecutarla en el año 48.

Las mujeres de Claudio:

La vida amorosa de Claudio fue poco usual para alguien de la alta nobleza en esos tiempos. Edward Gibbon menciona que de los primeros quince emperadores, "Claudio fue el único cuyos gustos sexuales eran completamente correctos", haciendo con ello referencia a que fue el único que no mantuvo relaciones homosexuales o pederastas. Gibbon se basa en el comentario de Suetonio en el que dice que "Tuvo una gran pasión por las mujeres, pero ningún interés por los hombres." Suetonio y los demás historiadores de la antigüedad realmente utilizaron esta cuestión en contra de Claudio, acusándole de estar dominado por las mismas mujeres y esposas, y de actuar sometido por ellas.

A pesar de sus grandes logros en la administración del imperio, la vida privada de Claudio fue poco afortunada.

Estuvo prometido en dos ocasiones: la primera fue con su prima lejana Emilia Lépida, pero se rompió por razones políticas; la segunda fue con Livia Medulina, el primer amor de Claudio.

El mismo nos cuenta:

"Cuando la vi por primera vez fue para mí una conmoción, no sólo por su belleza, sino por su repentina aparición, porque se acercó a mí del lado que soy sordo, mientras yo leía un libro, y cuando levanté la vista la vi a mi lado, riéndose de mi susto. Era esbelta, de abundantes cabellos negros, piel blanca y ojos intensamente azules, y todos sus movimientos eran rápidos y parecidos a los de un pájaro.

-¿Cómo te llamas? -preguntó con voz amistosa.

-Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico.

-¡Caramba!, ¿nada más? Yo me llamo Medulina Camila…"

Claudio la llamaba por su segundo nombre, y le explicaba por qué:

"Porque entre los etruscos "Camila" es la joven sacerdotisa cazadora consagrada a Diana. Con un nombre como Camila es inevitable ser campeona en todas las carreras de velocidad.

-Es bonito. No lo sabía. Haré que todos mis amigos me llamen Camila." (YC)

Pero finalizó por la muerte súbita de la novia en el mismo día de su boda, mientras Claudio y su familia aguardaban su llegada para la ceremonia.

"No se encontró a la asesina y nadie supo explicar qué motivos podía haber tenido para su acción. Pocos días más tarde Livia le dijo a Augusto que, de acuerdo con informes que parecían dignos de confianza, una de las mujeres del grupo era una muchacha griega que se consideraba, sin duda infundadamente, perjudicada por el tío de la joven, y que quizás había decidido vengarse de esa monstruosa manera." (YC)

Claudio se casó en cuatro ocasiones. Su primer matrimonio fue con Plaucia Urgulanila. Claudio se refiere a él de la siguiente manera:

"…en mi vida me han hecho muchas bromas crueles, pero creo que ésa fue la más cruel y la peor de todas. Urgulanila era, bueno, en una palabra, hacía honor a su nombre, que es la forma latina de Herculanila. Y por cierto que era una joven Hércules femenina." (YC)

Claudio terminó divorciándose de Urgulanilla por adulterio y por sospechas de haber cometido el asesinato de Apronia, su cuñada. Tras el divorcio, Urgulanilla tuvo una hija, Claudia, a la que Claudio repudió por considerarla hija de uno de sus libertos. Poco después (probablemente en el año 28), Claudio se casó con Aelia Paetina, familiar de Sejano, y tuvo una hija llamada Claudia Antonia. Se divorció después de que el matrimonio supusiese una carga política, aunque León (1948) sugiere que pudiera haberse debido a abusos morales y emocionales por parte de Aelia.

Tras esos matrimonios infructuosos se casó en el año 38 o comienzos del 39 con Valeria Mesalina, de

15 años, que era su prima y estaba estrechamente ligada al círculo de Calígula. Nunca quiso a Claudio, pero ambicionaba el poder. Poco después de su matrimonio dio a luz a su hija, Claudia Octavia y en 41 a su primer hijo varón, Tiberio Claudio Germánico, que posteriormente sería conocido como Británico.

Partes: 1, 2
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