Introducción
1.1 Límites del Renacimiento
El Renacimiento no es solo un fenómeno cultural y artístico, aunque es esta caracterización la que ha venido prevaleciendo hasta fechas recientes. De forma paralela a las manifestaciones artísticas y literarias de la época renacentista se produjeron importantes transformaciones en la política, el pensamiento, la religión, la guerra, las ciencias y la economía; en suma, en todos los órdenes del quehacer humano. Por eso resulta imprescindible para tener una visión exacta de este movimiento en el terreno literario conocer las circunstancias que contribuyeron a su aparición y las consecuencias y derivaciones que acarreó en otros ámbitos.
Los límites cronológicos del Renacimiento no pueden definirse de forma precisa, porque, si bien sus orígenes pueden situarse en Italia durante el siglo XIV asociado a figuras con PETRARCA, BOCCACCIO y otros humanistas, en los demás países de Europa alcanza su apogeo durante el XVI. Es también durante esta centuria cuando la mentalidad renacentista se proyecta sobre las facetas de la vida social y política, lo que ha llevado a considerar al Renacimiento como una categoría histórica y no solo artística y literaria.
1.2 La nueva organización política
El Renacimiento trajo consigo la quiebra del feudalismo, sistema social y político vigente durante la Edad Media en Europa. Se consolida entonces la idea del estado moderno vinculado directamente a la autoridad del monarca, que prevalece sobre el poder de los nobles. No quiere esto decir que la nobleza perdiera sus privilegios económicos; lo que ve recortados son sus poderes políticos en beneficio de la autoridad del rey. Tiende a desaparecer la figura del señor feudal que apenas salía de sus dominios, en los que ejercía un poder casi absoluto. Ahora los nobles se convierten en cortesanos que, además de las virtudes guerreras propias de su clase, deben cultivar el gusto por las letras y el arte si quieren destacar en el ambiente refinado de la Corte, porque el poder ya no consiste solo en acumular tierras, sino en lograr cargos y favores del rey. El reforzamiento de la autoridad real favorece la aparición de las primeras naciones europeas organizadas como estados con todos los atributos propios de la época moderna: compleja burocracia, hacienda propia y ejército permanente. España, Francia e Inglaterra son los primeros estados concebidos según este nuevo esquema.
La afirmación de la autoridad del monarca precisaba, para que fuera efectiva, de un ejército permanente formado fundamentalmente por mercenarios o saldados profesionales. En la Edad Media, por el contrario, cada señor contribuía a las empresas guerreras del monarca con sus propias mesnadas, reclutadas a la fuerza entre sus vasallos. Estas solo se movilizaban cuando las circunstancias lo exigían y muchas veces solo eran retribuidas con el botín que obtenían en las campañas. Los ejércitos del siglo XVI exigían para su mantenimiento de grandes sumas de dinero, tanto para pagar a los soldados como por su costoso material (la artillería y las armas de fuego que no estaban al alcance de cualquier particular). Se hace necesario para sostenerlo el cobro de fuertes impuestos, lo que, a su vez, precisa de una hacienda organizada, a cuyo servicio había numerosos funcionarios. Como vemos, el Estado ya se ha convertido en una compleja maquinaria al servicio de un poder centralizado. Las guerras exigían no solo el valor, sino un apoyo económico importante, que solo podía ser sufragado por toda una nación. El espíritu heroico y el protagonismo del individuo cuentan ya menos que la organización y el respaldo económico. |
La implantación del estado moderno chocó al principio con la resistencia de instituciones y grupos sociales que veían con alarma y descontento el menoscabo de su autonomía y su sometimiento al poder real, que recortaba sus fueros y privilegios. Las guerras de las Comunidades y la Germanías tienen su origen en este conflicto.
1.3 Economía y sociedad
Desde finales del siglo XV y durante el siglo XVI se produce en Europa una gran expansión económica ligada sobre todo a las actividades mercantiles e industriales. Los descubrimientos geográficos y las conquistas consiguientes fueron una consecuencia de este afán de expansión comercial y, a su vez, por suponer una ampliación de nuevos mercados, contribuyeron al desarrollo del mercantilismo. El auge experimentado por el comercio en esta época produce un cambio en la orientación de la economía al instaurarse el dinero como base de la actividad económica. La riqueza ya no reside exclusivamente en la posesión de la tierra, sino en el dinero. Por ello, los grandes mercaderes y banqueros serán los principales agentes de la actividad económica, a los que con frecuencia recurrirán los monarcas para costear sus empresas guerreras y políticas.
El auge económico del Renacimiento y la extensión de la riqueza a sectores más amplios de la sociedad supone un cambio de los valores que regían durante la Edad Media. El dinero facilita el acceso a un mayor bienestar material y origina un cambio de mentalidad hacia el hedonismo y el deseo de gozar de la vida terrena.
Auge de la burguesía La expansión económica del Renacimiento tiene su origen en las ciudades, que experimentan un considerable aumento de la población. La clase burguesa, que se caracteriza por residir en las ciudades y ejercer actividades mercantiles e industriales, es la gran protagonista de la transformación económica y social de la época. Su influencia llegó a ser muy amplia, pues si todavía la aristocracia señorial conserva el poder, la burguesía ostenta el poder económico y logra, gracias a su riqueza, emparentar con la nobleza. El desarrollo de las ciudades y la posibilidad de enriquecerse mediante el esfuerzo y la habilidad tiene como consecuencia una actitud individualista en la nueva clase. En efecto, las ciudades ya no dependen de un noble, sino que son independientes y tienen sus propios fueros: allí cada uno es más dueño de su destino y los condicionamientos por el origen son menores, puesto que, gracias a la iniciativa personal, se puede cambiar de situación. |
Con el reinado de los Reyes Católicos (1479-1516) se abre una etapa decisiva para la historia de España basada, además de en otros en los siguientes hechos: en 1492, con la toma de Granada, se termina la Reconquista; ese mismo año tiene lugar el descubrimiento de América y comienza la expansión atlántica de Castilla, que llevará a la creación de un vasto imperio colonial; en 1512 se consigue la unidad política de la nación con la anexión de Navarra.
En el siglo XVI España impone su hegemonía política y militar en Europa.
El reinado de Carlos I el Emperador se extiende de 1517 a 1556. Este monarca unía en su persona, además de la corona española, los Países Bajos, Alemania, Austria, Nápoles, Sicilia, etc. En España tuvo que hacer frente a los Comuneros castellanos y a las Germanías valencianas para conseguir definitivamente el fortalecimiento del poder real, que trajo consigo un periodo de prosperidad, el aumento de la población la expansión económica. En Europa, el Emperador, a causa, sobre todo de la Reforma protestante, se vio envuelto en innumerables conflictos. En el terreno cultural fue un momento de apertura a las corrientes intelectuales europeas, a las nuevas ideas.
En el reinado de Felipe II (1556-1598) hay que destacar éxitos militares como la batalla de San Quintín y la de Lepanto, fracasos, como el desastre de la Armada Invencible; la sublevación de los moriscos en las Alpujarras; la anexión de Portugal y las primeras crisis económicas. Culturalmente, se produjo una drástica cerrazón frente a Europa para evitar el contagio de las ideas protestantes, lo que significó una fuerte nacionalización del arte y la cultura y un incremento del poder de la Inquisición que persiguió duramente cualquier desviación de la ortodoxia católica.
El siglo XVI fue, en su conjunto, un periodo de gran esplendor cultural y artístico y de máxima plenitud política, aunque, a la muerte de Felipe II, los síntomas de decadencia política eran ya evidentes.
2.1 Renacimiento y Humanismo.
Se conoce con el nombre Renacimiento un movimiento sociocultural iniciado en Italia en el siglo XIV, que se extendió al resto de Europa, en donde quedó consolidado en el siglo XVI. Supuso la admiración y la vuelta a la cultura clásica grecolatina y por ello una valoración del mundo y del hombre distinta de la medieval.
Renacimiento y Humanismo son términos que aparecen continuamente asociados. Ambos fueron acuñados en su sentido actual en fechas relativamente recientes. La palabra Renacimiento, para aludir al fenómeno cultural e histórico que hoy conocemos con este nombre, fue empleada por primera vez por JACOBO BURCKARDT en una obra publicada en 1860 bajo el título La civilización del renacimiento en Italia. El término Humanismo, en su acepción moderna, data de 1859 y se atribuye a GEORG VOIGT en su obra La resurrección de la antigüedad clásica o el primer siglo del humanismo.
Durante el siglo XVI la palabra humanista tenía un sentido algo diferente del actual, pues aludía simplemente al profesor de lenguas clásicas. Aunque hoy sigue considerándose al humanista como un hombre versado en la literatura de la antigüedad grecolatina, por ser esta su actividad fundamental, se suele asociar a esta figura otros rasgos que ayudan a definir su caracterización: así, su sentido crítico y racionalista, su curiosidad por las ciencias humanas en general y su propósito de transformación del hombre según el ideal educativo de la antigüedad clásica. El Humanismo, por tanto, no se quedó en el estudio de los autores clásicos, aunque este constituyó, en efecto, el punto de partida. A través de los autores grecolatinos se intentaban (al mismo tiempo que imitar las cualidades de su estilo, ejemplo de claridad, armonía y belleza) participar del ideal de vida y de la concepción del mundo y del hombre que esos textos ofrecían.
Toda la filosofía y la actividad cultural y científica del Renacimiento está impregnada por las ideas del Humanismo, cuyo punto de partida es la consideración del hombre como centro del universo (antropocentrismo) por oposición al teocentrismo medieval en que todo se explicaba en relación con Dios. El Humanismo supone un interés por todo lo que el hombre ha realizado y puede realizar de alto, profundo y hermoso. Partiendo de una frase del poeta latino Terencio (s.II a.C.): Homo sum: humani nihil a me alienum puto (Hombre soy: nada humano me es ajeno), el Humanismo coloca al hombre como centro y finalidad de todas las cosas. Esto no quiere decir que durante el Renacimiento se abandonaran las creencias religiosas. Lo que el humanismo pretendía era deslindar el mundo de Dios del de los hombres y, en consecuencia, estudiar el mundo de los hombres desde la perspectiva exclusivamente humana. Fruto de la curiosidad de los humanistas por el mundo y el hombre debe considerarse el gran avance que durante la época se logra en el terreno científico (relacionado con el interés de los humanistas hacia la naturaleza como ámbito natural del hombre), el afán viajero y descubridor, los progresos de la medicina y la sustitución de la filosofía escolástica, basada en la cristianización de la filosofía aristotélica, por el platonismo.
Algunas de las actitudes vitales propiciadas por el Humanismo fueron la vuelta a la naturaleza, el espíritu introspectivo, el idealismo amoroso basado en la filosofía platónica, la valoración del sentimiento y el concepto paganizante de la vida, actitudes que impregnan la literatura de la época.
El movimiento humanista no está en contradicción con el cristianismo. Lo que se intenta es hacer compatible el mundo clásico y pagano con la religión cristiana, como lo prueba el hecho de que destacados miembros de la Iglesia, como el cardenal Cisneros, en España, y el papa Nicolás V, fueran grandes impulsores de los estudios humanísticos. El Humanismo intentó dar a la religión un sentido más auténtico e íntimo, y en esta dirección apuntan las críticas del gran humanista Erasmo de Rotterdam contra la corrupción del clero y la vacuidad de algunas ceremonias religiosas. Según pensaba Erasmo, se había llegado a una religiosidad superficial en que dominaba el ritualismo en detrimento del auténtico sentimiento religioso: por eso recomendaba volver al cristianismo primitivo, que tenía poco que ver con las prácticas religiosas de entonces. Las doctrinas de Erasmo sirvieron de fermento a la reforma protestante, que fue origen de sangrientas guerras de religión.
2.2 Causas del Renacimiento.
Diversas son las causas que explican el movimiento renacentista:
La relación político-cultural con Italia que facilitó la venida a España de grandes humanistas y permitió el diálogo y el intercambio de ideas entre los españoles y los italianos.
La liberación del dogmatismo de la Iglesia que trajo como consecuencia la secularización de la cultura y de la sociedad, haciendo más autónomo e independiente el espíritu de las gentes.
El progreso de la clase llana, mercantil y burguesa, que amaba la comodidad y el bienestar.
Los descubrimientos geográficos y científicos que mostraban la naturaleza y el universo al alcance del conocimiento humano.
La invención de la imprenta, la brújula y la pólvora que hicieron al hombre sentirse orgulloso de sus conquistas.
El auge en España de las universidades de Salamanca y Alcalá que favoreció el desarrollo de las nuevas ideas.
2.3 Características generales del Renacimiento
El cambio que supuso el Renacimiento se puede concretar en los siguientes aspectos:
1. Aportaciones generales
El culto a la antigüedad clásica, de la que se estimaban los valores literarios y los modelos de vida. El mundo clásico descansaba sobre una concepción antropocéntrica del hombre, de sus instintos y su razón, y de la vida material con sus placeres y belleza que habían sido desterrados por la concepción ascética del Medievo.
Frente a la actitud teocéntrica medieval, el renacentista se situaba en el centro del mundo, al que consideraba digno de ser gozado y los poetas incitaban al hombre a aprovechar la vida con todos sus placeres.
La inteligencia no era una luz auxiliar de la Revelación, sino una potencia que podía descubrir y conocer por sí misma, adquiriéndose así un sentido crítico.
Se mostraba gran interés por todo lo que el hombre había realizado o podía realizar.
Descubrimiento y exaltación del paisaje y valoración de la naturaleza como modelo de belleza y de cualquier actividad humana.
Concepto de belleza basado en la armonía, el equilibrio, la contención y la serenidad – como herencia del mundo clásico.
La visión totalizadora del hombre dio lugar al concepto del cortesano, el hombre que desarrolla por igual sus facultades físicas y espirituales y armonizaba el dominio de las armas y las letras con las buenas maneras cortesanas.
2. El ideal político renacentista
Los monarcas renacentistas,, siguiendo el modelo clásico, trataron de realizar la unidad política y de adquirir poderes absolutos. El teórico del ideal político renacentista fue el italiano Maquiavelo (1469-1527) en su obra El príncipe.
3. La filosofía
Se manifiesta con una nueva vigencia el pensamiento clásico en, por ejemplo, el escepticismo –actitud crítica y negativa frente al dogmatismo medieval- y en el estoicismo.
La filosofía de Platón predominó sobre el aristotelismo medieval. Según las ideas platónicas, la belleza de los seres naturales y materiales es un reflejo de la Belleza divina. Esta teoría influyó en los Diálogos de amor del gran humanista italiano León Hebrero. Según este autor, la mujer, la naturaleza y el arte son las tres vías principales para acercarnos a Dios.
4. La religión
El Renacimiento favoreció el desarrollo de una religiosidad interior que se basaba en la pureza de las costumbres y relegaba a un segundo plano los ritos externos. El humanista holandés Erasmo de Rotterdam (1467-1536) fue el principal defensor de esta espiritualidad interior.
Se produjo la división religiosa del Occidente cristiano: la Reforma protestante, inspirada en el libre examen de la Biblia, respondía al sentido individualista de la época. La Iglesia reacciona con la Contrarreforma cuya más clara manifestación fue el Concilio de Trento.
5. La lengua
El castellano se afirmó como lengua de toda la Península, recluidas las otras lenguas en sus límites regionales, y su prestigio creció y se extendió por Europa y América. El criterio dominante es el de la selección y la naturalidad que se manifiesta en el equilibrio entre la forma y la idea. La lengua castellana se fue acercando cada vez más a su fisonomía actual y se enriqueció con italianismos, americanismos y lusismos.
2.4 La literatura renacentista: innovación de temas y metros italianos
La renovación literaria afectó a temas, metros y estilo. Se trataron nuevos temas, como el amor a la manera petrarquista (un amor espiritualizado sin correspondencia por parte de la amada, que produce duda, esperanza y melancolía). Casi nunca encontramos en la literatura medieval el sentimiento amoroso expresado desde la propia subjetividad del poeta. Parece que los escritores medievales sintiesen cierto pudor para sentimientos, tal vez porque lo que contaba entonces no era el hombre concreto, sino el sentir colectivo. El poeta renacentista suele expresar directamente sus sentimientos amorosos y ello constituye un síntoma de individualismo de la época.
Como temas vinculados casi siempre al amor aparecen la Naturaleza bella y armónica que cobrará un protagonismo que no tuvo en el medievo, participando de los propios sentimientos del autor. El escritor renacentista ofrece una visión idealizada de la naturaleza mediante el tópico del "locus amoenus", fórmula casi inalterable de ascendencia clásica para representar el paisaje mediante una selección de elementos constantes: verde hierba, árboles, agua clara y aves de dulce canto. La naturaleza será casi siempre el escenario del amor, ambos en íntima conjunción, pues se presenta muchas veces de forma animada y participa de los sentimientos del poeta.
La poesía pastoril es uno de los géneros más frecuentados por los autores del renacimiento porque la figura del pastor simboliza el afán del hombre renacentista de vivir en armonía con la naturaleza. Los poetas escogen con frecuencia este disfraza literario para presentarnos sus cuita amorosas, pero tanto la figura del pastor como el ambiente se hallan sometidos a una fina idealización |
Otro tema importante fue la mitología de la antigüedad grecorromana.
Se suelen escoger los mitos que tiene alguna relación con el amor, sobre todo los que tienen un sentido trágico, como el de Hero y Leandro, Dafne y Apolo, Orfeo y Eurídice, Venus y Adonis, Anaxárate, etc. A veces, las alusiones mitológicas que aparecen en la literatura renacentista no tienen otra función que la de servir de ornato a la expresión, pero en la mayoría de las ocasiones se busca mostrar la afinidad entre la situación anímica del poeta y las que refieren las fábulas mitológicas para, mediante este recurso, elevar sus sentimientos a la altura intemporal del mito. |
De los poetas italianos se imitó el endecasílabo (solo o combinado con heptasílabos) y nuevas estrofas y formas poemáticas como el soneto, el terceto, la lira, la octava real y la silva. El estilo se enriqueció con epítetos, metáforas, etc., siempre en busca de la elegancia clásica y de una bella musicalidad.
Sin embargo, hay que señalar que algunos poetas de opusieron a las innovaciones italianas, defendiendo el verso octosilábico propio de la poesía española.
Los modelos que siguieron los renacentistas españoles fueron, principalmente, los de dos grandes poetas italianos de origen florentino: DANTE y PETRARCA.
a) Dante Alighieri (1265-1321). Fue un autor imitado en España en el siglo XV, sobre todo su obra la Divina Comedia, que originó una corriente literaria denominada alegórico-dantesca. La Divina Comedia es una obra medieval por su estructura y su propósito, pero representa, en muchos aspectos, el comienzo de la poesía moderna renacentista. Se trata de una de las cumbres de la literatura universal, está escrita en tercetos y expone una visión que tuvo el poeta a los treinta y cinco años: estando perdido en una selva oscura (el pecado), se le aparece Virgilio (la razón), que le guía a través del infierno y del Purgatorio. Beatriz (un amor juvenil de Dante, símbolo de la teología) es su guía en el Paraíso.
b) Francesco Petrarca (1307-1374). Fue un gran humanista, profundo conocedor de la literatura clásica. Cultivó diversos géneros, pero pasó a la posteridad como autor lírico de sonetos y composiciones varias dedicados a Laura, figura real idealizada por el poeta y que le inspiró un delicadísimo amor. Su influencia en los poetas renacentistas españoles se manifestó en el uso del endecasílabo, la preocupación por la belleza formal, la importancia del paisaje, la introspección del sentimiento amoroso y el tono sentimental y melancólico.
Servirá de modelo casi exclusivo par la expresión poética del sentimiento amoroso mediante sutiles juegos conceptuales en que abundan las antítesis, las paradojas y otros artificios de estilo. El petrarquismo supone una visión idealizada de la amada y una nueva tonalidad del sentimiento teñido de melancolía y de contenida amargura.
2.5 El Renacimiento en España
En España no se produce una ruptura total con la Edad Media, como sucedió en otros países. Coexistieron ambas tendencias en una inteligente síntesis de lo tradicional y lo clásico: el espíritu religioso medieval persistió con el humanismo pagano; la tradición popular se unió con lo universal europeo; junto a los temas bucólicos y mitológicos, permanecieron los temas y personajes de la tradición épica; con la poesía italianizante de corte aristocrático convivieron la lírica tradicional y el romance.
Épocas del Renacimiento español.
El Renacimiento en España se suele dividir en las dos mitades del siglo XVI, que se corresponden con los reinados de Carlos V y Felipe II. En el primer periodo se siguieron las directrices paganizantes que predominaban en toda Europa. Fue el momento de recepción de los influjos extranjeros. Se incorpora la métrica italiana, se adoptan los temas y las ideas de la época, florece el humanismo español y se advierte síntomas de renovación religiosa. Es una época receptiva en que España se abre a la cultura europea, que había comenzado en el siglo XV y que llegó a su plenitud con Garcilaso de la Vega.
El segundo periodo se considera de asimilación y nacionalización de los contenidos renacentistas. El reinado de Felipe II supone un giro en la orientación cultural. Nuestro país, comprometido con la contrarreforma, se cierra a la influencia extrajera y la importación de libros. Desaparecen los síntomas de paganismo en la literatura (aunque no totalmente) y florece la literatura de signo religioso que corresponde a la cristianización del Renacimiento. La mística alcanza su máximo desarrollo.
Géneros más cultivados
La prosa, que había culminado con La Celestina al finalizar el siglo XV, logra una gran perfección en el siglo XVI. Se cultivan diversos géneros, desde los tratados didácticos o la historia, hasta la novela de caballerías, pastoril, morisca y picaresca.
La épica tuvo menos fortuna que la lírica en el Renacimiento. La hazaña americana es el tema del gran poema épico del siglo XVI, La Araucana, de Alonso de Ercilla (1533-1594), que narra la conquista de Chile en la que el mismo autor tomó parte.
El palacio de El Escorial, de Juan de Herrera
Bibliografía: Poesía lírica del Siglo de Oro, ed. Elías L. Rivers, Cátedra (Letras hispánicas, 85). Antología de la lírica renacentista, ed. Susan Espíe (Clásicos Plaza-Janés, 43). Antología del teatro renacentista, ed. Miguel Ángel Priego (Clásicos Plaza-Janés, 59).
La novela en el siglo XVI
3.1 Las novelas de caballerías
La novela de caballerías, género de origen medieval, experimenta un nuevo auge en España durante el siglo XVI, cuando el resto de Europa había entrado en declive. La avidez con que se leían estos libros en nuestro país puede explicare en parte por la pervivencia del espíritu heroico, alimentado por la gran empresa del descubrimiento y la conquista de América
Existían vagas referencias de un libro de caballerías que contaba las aventuras de Amadís, a mediados del siglo XIV. También en este siglo se había escrito una novela caballeresca, El caballero Cifar, y a finales del siglo XV apareció la gran novela escrita en catalán, Tirant lo Blanch. Pero es la titulada Amadís de Gaula, publicada en 1508, la que fijará el género y servirá de modelo a la larga serie de novelas de caballerías que la continúan. No está claro quién fue su verdadero autor (le dio forma definitiva Garci Rodríguez de Montalvo), la fecha en que se escribió ni el país de procedencia. Parece que proviene de las novelas de origen bretón si se tienen en cuenta los nombres de sus personajes y lugares, las aventuras que ocurren, la magia y otros rasgos. El asunto de la novela es puramente fantástico; cuenta las aventuras de Amadís, caballero esforzado, que lleva a cabo magnánimas y fabulosas empresas. El idealismo caballeresco, al ambiente lírico, la exaltación fantástica del héroe y su elegante estilo convierten al Amadís en una obra maestra. Su éxito fue extraordinario y se sabe que, entre otros fue leído pos Santa Teresa y Cervantes.
Otra obra importante a destacar junto a Amadís es Palmerín de Oliva, ambas tuvieron numerosa descendencia.
3.2 La novela pastoril
Los temas pastoriles habían sido tratados frecuentemente por los poetas clásicos, en especial por Virgilio y Horacio. Lo mismo había ocurrido en España, no sólo en la poesía, desde Garcilaso de la Vega, sino también en el teatro a partir de Juan del Encina. Pero fue a raíz de la publicación de la novela italiana La Arcadia (1504) de Sannazaro, cuando los temas pastoriles pasaron a der tratados en prosa narrativa.
La novela pastoril es un género artificioso y muy poco realista. Supone una idealización de la naturaleza, de la vida del campo y de los pastores, que aparecen como cortesanos disfrazados, de gustos refinados, que juegan a idilios campestres, expresándose en un lenguaje exquisito y almibarado. La primera novela pastoril escrita en castellano fue Los siete libros de Diana (1558), de Jorge de Montemayor, autor portugués que sirvió en la corte castellana. Le siguieron otras, como La Diana enamorada (1564), de Gil de Polo. Pero las novelas pastoriles más importantes fueron La Galatea (1585), de Cervantes, y La Arcadia (1598) de Lope de Vega.
La novela morisca
Los asuntos fronterizos de los romances viejos se transforman en el siglo XVI en asuntos moriscos que idealizan las relaciones entre cristianos y moros en las guerras de granada. En este siglo se crearon nuevos romances de ambiente morisco (Lope y Góngora) y novelas. En 1565 se publica una breve narración titulada Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa, de autor anónimo, que narra una conmovedora historia de amor entre dos jóvenes y nobles moros. El ambiente fronterizo idealizado, expresado a través de un lenguaje vivo y elegante, hacen del Abencerraje una pequeña obra maestra.
Novela sentimental
La novela sentimental había alcanzado un gran éxito en el siglo XV, popularidad que continúa durante el siglo XVI. La novela sentimental se demora en el análisis de los sentimientos amorosos, con un tono de lamento y a veces un cierto sentimiento trágico. La acción se sitúa en lugares lejanos y el estilo es culto y artificioso.
Sigue habiendo ediciones de "Grisel y Mirabella" (Juan de Flores) y "Cárcel de amor" (Diego de San Pedro), ambas del siglo XV. Pero no se publica muchas obras nuevas.
Novela bizantina
Recoge las innumerables aventuras de una pareja de enamorados siempre del alto linaje. Se conjuga la historia amorosa con viajes, raptos y naufragios. Suele tener un final feliz, muchas veces con la boda de los protagonistas. Ejemplo: Persiles y sigismunda de Cervantes (ya en el XVII).
Novela picaresca: El Lazarillo de Tormes
Durante el reinado de Carlos V (1517-1556) España sufrió un gran desgaste de energías. El riesgo y la aventura se mezclaban con la acción inspirada por altos y nobles ideales. La aristocracia desprecia el trabajo, enfrascada en las cuestiones de la limpieza de sangre, el honor y la "grandeza" de sus casas. El hambre y la pobreza hacen su aparición; los campos se despueblan y los caminos y las ciudades se llenan de mendigos y pícaros.
Además de las novelas de caballerías, pastoril y morisca, que ofrecían al lector posibilidades de sueños heroicos, idílicos e idealistas, hace también su aparición, en el siglo XVI, la novela realista con El Lazarillo de Tormes, que traslada a la narración la otra cara de la realidad española: la miseria física y espiritual de la vida ordinaria.
1. ¿A qué período histórico llamamos Siglo de Oro de la literatura castellana? Indica las fechas y acontecimientos que determinan su inicio y final. ¿Qué dos etapas se distingue en este período?
2. ¿Qué características definen el Renacimiento? Enumera los temas, las formas y el estilo renacentista. Haz un esquema.
3. Lee estos versos y explica qué tema de la lírica renacentista encontramos en ellos y qué clase de versos son por su medida.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos de de morir y por vos muero.
GARCILASO DE LA VEGA
4 Amor y mitología aparecen relacionados con frecuencia en la literatura renacentista. Los mitos griegos y latinos sobre amores célebres sirvieron de fuente de inspiración a los autores del Renacimiento. Busca información sobre estas parejas mitológicas y cuenta su historia:
Apolo y Dafne Adonis y Venus Píramo y Tisbe
Acis y Galatea Hero y Leandro Narciso y Eco
5 Haz un esquema de las etapas del Renacimiento en España
Enviado por:
Eugenia Sol