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Políticas para frenar el cambio climático (página 3)


Partes: 1, 2, 3

La mayoría de las organizaciones ecologistas, algunos sindicatos y gran parte de la comunidad científica, propone la estabilización de las emisiones de CO2 cuanto antes en los niveles de emisión de 1990 y la reducción posterior (60% para el 2030). También es necesaria la prohibición inmediata de la producción y consumo de los CFC, HCFC, HFC y bromuro de metilo. Por lo que se refiere al metano (CH4), para el año 2010 las emisiones antropogénicas se han de reducir en un 20% respecto a 1990, y las de óxido nitroso (N20) en un 20% para el año 2010 y un 50% para el año 2030, respecto al año 1990. La reducción de la emisión de otras sustancias contaminantes, como el monóxido de carbono (CO) y los óxidos de nitrógeno (NOx), disminuirá la cantidad de ozono troposférico (gas de invernadero) y permitirá que el principal sumidero del metano, la reacción con el radical hidroxilo OH en la troposfera (el OH reacciona con el CO), destruya la mayor parte de las emisiones de metano. El dióxido de azufre (SO2) frena el calentamiento (y es una de las causas de que el aumento de las temperaturas apenas se haya percibido), pero dados sus efectos perjudiciales (lluvias ácidas), es necesario disminuir las emisiones.

Según los datos del MIMAM, los bosques sólo retiran 29,2 millones de toneladas de CO2. España emitió en 1990 un total de 226 millones de toneladas de dióxido de carbono (5,8 toneladas de C02 por habitante y año, 1,6 toneladas de carbono por habitante), 1,65 millones de toneladas de CH4 y 133.019 toneladas de N2O, según los datos del Ministerio de Medio Ambiente, aplicando el método IPCC/OCDE. Los cuadros 1 y 2 muestran las emisiones de gases de invernadero en España en 1990.

Cuadro 1

INVENTARIO DE LOS GASES DE EFECTO INVERNADERO EN ESPAÑA EN 1990, SEGÚN EL MÉTODO IPPC/OCDE

 

GAS 

Fórmula química

Tiempo de residencia en la atmósfera (años)

Cantidad emitida en 1990 en toneladas

Potencial de calentamiento global en miles de toneladas equivalentes de CO2 

Dióxido de carbono 

CO2

50-200

226.057.180

226.057

Metano

CH4

14,5(+/-2,5)

1.648.874

34.626

Oxido nitroso

N2O

120

133.019

41.236

Otros (HFC, PFCs y SF6)

 

 

 

6.539

Total gases de efecto invernadero

 

 

 

308.458

Fuente: DGCEA, IPPC (Intergovernmental Panel on Climate Change), CC OO y elaboración propia.

Entre 1990 y 1999 las emisiones de CO2 han aumentado un 29%, y todo apunta a un crecimiento posterior, a no ser que cambie la política energética, forestal, de transportes y de residuos, entre otras actuaciones sectoriales, con influencia en las emisiones de gases de invernadero. La Administración española no ha acometido ninguna actuación seria para frenar las emisiones de gases de invernadero.

Dadas las consecuencias del cambio climático en España, cabría esperar una política beligerante por parte de la Administración. Y sin embargo ésta deja traslucir la mayor de las indiferencias, cuando no el más trasnochado desarrollismo, reclamando el derecho a contaminar más.

Los residuos emitieron en España en 1990 un total de 992.428 toneladas de CO2 y 490.742 toneladas de CH4. Tales cifras no incluyen los residuos agrícolas, ganaderos y forestales. La reducción de la producción de residuos, el reciclaje, la prohibición de la incineración y el aprovechamiento del metano, son algunas de las medidas de una política de residuos adaptada al cambio climático.

 

3.4. Plan alternativo

El cuadro 2 muestra el consumo real de energía primaria en España en 1990 (año de referencia para la Convención sobre el Cambio Climático) y en 1999, en miles de toneladas equivalentes de petróleo (ktep), y el consumo de energía primaria propuesto para el año 2010. El cuadro 3 resumen las propuestas para el sector eléctrico, con dos premisas: el abandono de la energía nuclear en el horizonte del año 2010, y un crecimiento de las emisiones de CO2 en un 15% para el año 2010 respecto al año base de 1990, manteniendo la producción de carbón nacional, tal como establece el Plan 1998-2005 firmado entre los sindicatos y el gobierno. Para alcanzar tales objetivos es necesario aumentar la eficiencia energética, reducir los consumos energéticos más despilfarradores, cambiar los modelos de consumo y aumentar la participación de las energías renovables.

 

La sociedad civil, los sindicatos y los movimientos sociales necesitan abrir un debate sobre el cambio climático y la crisis ambiental, para alcanzar un futuro sin nucleares, con reducción de las emisiones de gases de invernadero, conservando la biodiversidad y asegurando unas condiciones de vida dignas para todos los habitantes.

Cuadro 2

 

Evolución de la demanda de energía primaria en España (1990-2010), en ktep (miles de toneladas equivalentes de petróleo

 

Fuente energética

1990 

1999

2010

Carbón

19.094

20.337

10.350

Petróleo

47.741

63.041

60.000

Gas Natural

5.000

13.535

18.300

Nuclear 

14.138

15.337

Saldo internacional

-36

+492

– 

Hidráulica

2.203

2.407

3.010

Biomasa

3.672

3.784

5.400

Solar Baja Temperatura

21

27,8

340

Solar Media y Alta Temperatura

180

Fotovoltaica 

0,2 

1,5

22

Eólica

3

262 

2.062

Geotermia

3

1

10

TOTAL

91.839

119.225

99.674

Metodología AIE

Fuente: IDAE y Secretaría General de la Energía y Recursos Minerales para 1990 y 1999, y elaboración propia para el año 2005.

Cuadro 3

Producción de energía eléctrica en TWH

 

Fuente

1990

1998

2010

2020

Hidroeléctrica 

26,2

37,6

35,0

36,0

Nuclear 

54,3

59,0

Termoeléctrica 

71,3

97,0

110,0 

60,0

Consumo bombeo

-1,0

-2,6

-1,0

-1,0

Eólica

1,4

24,0

45,0

Solar fotovoltaica

– 

0,015

0,3

32,5

Otras energías renovables

1,1

3,3

10,0

Saldo intercambios internacionales

-0,4

3,4

Pérdidas transporte y distribución

-13,7

-15,0

-11,2

-7,0

Saldo intercambios nacionales

0,7

 

 

 

Consumo neto

125,9 

173,7

160,4

175,5

Fuente: Ministerio de Industria y Energía para 1990 y 1998, y elaboración propia para el año 2010 y el año 2020. El consumo neto no incluye los consumos propios del sector eléctrico, que en 1998 ascendieron a 8,1 TWh.

 

3.5. Política de transportes

El transporte representó el 28% de las emisiones de CO2 de origen energético en 1990 (58 millones de toneladas de CO2), y es el sector donde las emisiones crecen más rápidamente. En el año 1998 se llegó a los 78,4 millones de toneladas de CO2, con un aumento del 35,15% respecto a 1990, y para el 2010 el aumento será de un 73%. En el 2010 el transporte supondrá el 40% de las emisiones de CO2 de origen energético.

Las medidas del gobierno en el sector del transporte en España son sólo cosméticas, pues la política real es construir más autovías, autopistas, vías de circunvalación y aparcamientos subterráneos, favoreciendo la movilidad en automóviles privados. El aumento de la eficiencia en los nuevos vehículos, y algunos programas para emplear gas natural y biocombustibles en algunos autobuses urbanos, sólo reducirán en un pequeño porcentaje el aumento previsto de las emisiones.

En 1995 la carretera representó el 90,16% del tráfico interior de viajeros y el 77,24% de las mercancías. Las vías de gran capacidad pasaron de 2.075 kilómetros en 1982 a 8.253 km en 1996, y el parque de vehículos privados de 8,3 millones en 1982 a 14,8 millones en 1996. En 1996 había 376 automóviles privados por cada 1.000 habitantes, y el número aumenta cada año; las ganancias en eficiencia son devoradas por el aumento del parque de vehículos, las mayores cilindradas y el aumento de los km recorridos anualmente.

El transporte de mercancías por carretera se ha duplicado en España en las dos últimas décadas, desde 84.533 millones de t/km en 1975 a 183.194 millones de t/km en 1995. Hoy la carretera representa el 77% del tráfico de mercancías, frente a sólo el 4% del ferrocarril. El gobierno español no contempla ninguna política encaminada a traspasar mercancías de la carretera a otros modos más eficientes como el ferrocarril. Los AVE no permiten el tráfico de mercancías, y sus consumos específicos por viajero/km son muy altos, además de los grandes impactos ambientales de las infraestructuras ferroviarias de alta velocidad.

La reducción de los consumos unitarios de los vehículos, actuando sobre ellos o sobre la forma de utilizarlos, es necesario pero insuficiente. Tanto o más importante es la reorientación hacia los modos más eficientes, como el ferrocarril, el transporte público y los modos no motorizados, y las actuaciones encaminadas a reducir la demanda, con barrios donde viviendas, trabajo y servicios estén próximos en el espacio, aminorando la segregación espacial y social de las ciudades, y limitando el crecimiento de las grandes áreas metropolitanas.

Las propuestas son, en primer lugar, reducir las necesidades de transporte, que no su posibilidad, y en segundo lugar tratar de que el mayor número de desplazamientos de personas y de mercancías tenga lugar en los modos de transporte más eficientes, como es el ferrocarril para los desplazamientos interurbanos, frente a los automóviles privados y camiones. El ferrocarril debería elevar su participación, hasta alcanzar el 30% del tráfico de mercancías y el 25% de viajeros antes del año 2010. Tal participación puede alcanzarse sin grandes dificultades, pero para ello se requiere una clara voluntad política, materializada en las inversiones necesarias para mejorar el conjunto de la red, la seguridad, la gestión y los servicios, elevando las tarifas en una proporción inferior al del Índice de Precios al Consumo.

Una política decidida, clara y bien estructurada, para reducir la necesidad de desplazarse, que no su posibilidad, y para orientar la demanda hacia los modos más eficientes de transporte, significaría una sensible reducción del consumo de energía, de la contaminación atmosférica y del ruido, menor ocupación de espacio, reducción del tiempo empleado en desplazarse, menor número de accidentes, inversiones más reducidas en la infraestructura viaria y una mejora general de la habitabilidad de las ciudades.

3.6. Ahorro y eficiencia

Hasta la propia Agencia Internacional de la Energía, en sus informes sobre España, ha criticado los resultados y los escasos esfuerzos del gobierno español para aumentar la eficiencia energética, y para ello no hay más que analizar el escaso grado de cumplimiento del PAEE (Plan de Ahorro y Eficiencia Energética).

La eficiencia energética es la obtención de los mismos bienes y servicios energéticos, pero con mucha menos energía, con la misma o mayor calidad de vida, con menos contaminación, a un precio inferior al actual, alargando la vida de los recursos y con menos conflictos. Al requerirse menos inversiones en nuevas centrales y en aumento de la oferta, la eficiencia ayuda a reducir la deuda externa, el déficit público, los tipos de interés y el déficit comercial. La eficiencia energética debería incrementarse en un 2,5% anual.

Las tecnologías eficientes, desde ventanas aislantes o lámparas fluorescentes compactas a vehículos capaces de recorrer 100 kilómetros con tres o menos litros de gasolina, o la cogeneración, permiten ya hoy proporcionar los mismos servicios con la mitad del consumo energético, a un coste menor.

La cogeneración (producción simultánea de calor y electricidad), la mejora de los procesos y de los productos, el reciclaje y la reorientación de la producción hacia productos menos intensivos en energía, con mayor valor añadido, menos contaminantes, generadores de empleo y socialmente útiles, deben ser desarrollados. Sólo entre 1990 y 1997 se han instalado 2.335 megavatios eléctricos (MWe) de cogeneración, superando todas las previsiones del PAEE. Las compañías eléctricas están obligadas a comprar la electricidad a los autoproductores (el precio medio de compra fue de 11,04 pesetas el kWh en 1995, frente a las 8 PTA por kWh del coste medio de producción de las empresas eléctricas). Tal tarifa permite que los autoproductores recuperen sus inversiones en cinco años, y deben ser mantenida en los próximos años. Para el 2010 la cogeneración debería llegar al 30% de la electricidad producida.

Las tecnologías hoy ya disponibles permitirán a la industria ahorrar entre el 10% y el 27% de su consumo actual de energía, según sectores, con una media del 16%.

Los ahorros posibles en los usos domésticos y en los servicios podrían reducir a la mitad los consumos, con medidas como el aislamiento térmico, electrodomésticos más eficientes y las lámparas fluorescentes compactas.

Para aumentar la eficiencia es necesario que los precios energéticos reflejen todos sus costes, lo que no sucede en la actualidad. La implantación de ecotasas, cuya recaudación se destine a mejorar la eficiencia y el empleo de energías renovables, es una necesidad acuciante. La imposición de un etiquetado energético obligatorio de los aparatos eléctricos, y la reforma de las normas de edificación para mejorar el aislamiento térmico, pueden reducir el consuno de energía en el sector residencial.

La Orden Ministerial de 20 de Enero de 1995 desarrolla los programas de Gestión de la Demanda, y desde entonces sólo se han puesto en marcha 10 pequeños programas; se espera conseguir un ahorro de 130 GWh y evitar la emisión anual de 55 kt de CO2, con una inversión de 5.000 millones de pesetas. Tales inversiones son ridículas y completamente insuficientes para que surtan algún efecto. La Planificación Integrada de Recursos, o Planificación al Menor Coste, tiene como fin evitar el crecimiento del consumo energético al tiempo que se satisfacen los servicios que precisa la sociedad, y se debe implantar de forma real, especialmente en el sector eléctrico.

A un coste medio de 7 pesetas por kWh se puede ahorrar hasta el 65% de la electricidad, proporcionando los mismos servicios, aunque con equipamientos más eficientes. La electricidad debe ser utilizada sólo en aquellas aplicaciones en las que resulta insustituible, como la iluminación y los electrodomésticos, y en el resto de los usos se debe emplear gas o energía solar.

3.7. Energías renovables

Las energías renovables podrían solucionar muchos de los problemas ambientales, como el cambio climático, los residuos radiactivos, las lluvias ácidas y la contaminación atmosférica. Las energías renovables podrían cubrir algo más de un tercio del consumo de electricidad en el 2010, y a largo plazo permitirán reducir las emisiones de dióxido de carbono, avanzando hacia un modelo energético "descarbonizado".

Pero para ello es necesario invertir unos 90.000 millones de pesetas anuales, de los que 20.000 serían fondos públicos. La vía actual, plasmada en el "Plan de Fomento de las Energías Renovables en España", con unas inversiones insuficientes y sin compromisos claros, no permiten alcanzar ni las metas oficiales establecidas por la Unión Europea y el propio gobierno español.

Las energías renovables cubrieron en 1998 el 6,3% por ciento del consumo energético español. En 1998 había instalados en España 341 mil metros cuadrados de colectores solares (produjeron en 1998 el equivalente a 26,3 ktep), 8,7 MWp de módulos fotovoltaicos con una producción en 1998 de 15,3 GWh, numerosos aerogeneradores eólicos con una potencia global de 834,1 MW (1.437,0 GWh en 1998), varios cientos de centrales hidroeléctricas con una potencia de 17.730,6 megavatios (36.360 GWh en 1998) y una decena de instalaciones geotérmicas con una producción de sólo 3.400 tep en 1998.

El potencial de las energías renovables en España, aún con las limitaciones actuales de tecnología y costes económicos, es muy elevado. En el año 2010, si la Administración acometiese una decidida política de empleo de las energías renovables, éstas podrían llegar a proporcionar 11 Mtep. Tal cifra debería crecer rápidamente a partir del año 2010, para alcanzar las 14,5 Mtep en el año 2020 (ver cuadro 4).

CUADRO 4

EVOLUCIÓN DEL APORTE DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES EN ESPAÑA EN MILES DE TONELADAS EQUIVALENTES DE PETRÓLEO (ktep)

 

Fuente

1999

2010

2020

 

Ktep

ktep

Ktep

Hidráulica

2.407

3.010

3.100

Biomasa

3.784

5.400

5.800

Solar bajas temperaturas

27,8

340

420

Solar medias y altas temperaturas

180

400

Fotovoltaica

1,5

22

2.800

Eólica 

262

2.062

3.870

Geotermia

1

10

25

TOTAL RENOVABLES

6.483,3

11.024

16.415

Fuente: IDAE y elaboración propia

 

CUADRO 5

Comparación del impacto ambiental de las diferentes formas de producir electricidad

—————————————————————————————–

Emisiones de contaminantes en la producción de electricidad: todo el ciclo de combustible

(toneladas por GWh)

 

Fuente de energía

CO2

NO2

SO2

Partículas sólidas en suspensión

CO

Hidrocarburos

Residuos nucleares

Total

Carbón

1.058,2

2,986

2,971

1,626

0,267

0,102

1.066,1

Gas natural (Ciclo combinado)

824,0

0,251

0,336

1,176

TR

TR

825,8

Nuclear

8,6 

0,034

0,029

0,003

0,018

0,001

3,641

12,3

Fotovoltaica

5,9 

0,008

0,023

0,017

0,003

0,002

5,9

Biomasa

0

0,614

0,154

0,512

11,361

0,768

13,4

Geotérmica

56,8

TR

TR

TR

TR

TR

56,8

Eólica

7,4

TR

TR

TR

TR

TR

7,4

Solar térmica

3,6

TR

TR

TR

TR

TR

3,6

Hidráulica

6,6

TR

TR

TR

TR

TR

6,6

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: US Department of Energy, Council for Renewable Energy Education y elaboración propia.

TR: trazas. La emisiones de la biomasa presuponen la regeneración anual de la cantidad consumida, lo que raras veces sucede. La hidráulica y la biomasa tienen graves consecuencias para la diversidad biológica, y los residuos radiactivos plantean graves problemas de seguridad durante más de 200.000 años. Otros impactos son la minería a cielo abierto en el caso del carbón, los vertidos de petróleo y la seguridad de las centrales nucleares.

 

3.7.1. Energía solar térmica

La energía solar absorbida por la Tierra en un año es equivalente a 20 veces la energía almacenada en todas las reservas de combustibles fósiles en el mundo y diez mil veces superior al consumo actual. El sol es la única fuente de materia orgánica y de energía vital en la Tierra.

El colector solar plano, utilizado desde principios de siglo para calentar el agua hasta temperaturas de 80 grados centígrados, es la aplicación más común de la energía térmica del sol. Países como Japón, Israel, Chipre o Grecia han instalado varios millones de unidades, si bien el momento actual de bajos precios relativos de la energía no es precisamente el más favorable.

Cada metro cuadrado de colector puede producir anualmente una cantidad de energía equivalente a cien kilogramos de petróleo. Las aplicaciones más extendidas son la generación de agua caliente para hogares, piscinas, hospitales, hoteles y procesos industriales, y la calefacción, empleos en los que se requiere calor a bajas temperaturas y que pueden llegar a representar más de una décima parte del consumo. A diferencia de las tecnologías convencionales para calentar el agua, las inversiones iniciales son elevadas y requieren un periodo de amortización comprendido entre 5 y 7 años, si bien, como es fácil deducir, el combustible es gratuito y los gastos de mantenimiento son bajos.

Un objetivo voluntarista, pero posible de alcanzar, sería tener instalados para el año 2010 un total de 5 millones de m2 de colectores solares. Tal cifra permitiría ahorrar 340 ktep de otros combustibles.

La demanda potencialmente atendible con colectores solares planos asciende a 6,1 Mtep, aunque el objetivo propuesto sólo aspira a cubrir el 5,6 % del consumo español de energía para bajas temperaturas. Alcanzar tal cifra implica un apoyo decidido de la Administración, y la obligación de instalar colectores solares planos en las viviendas de nueva construcción, con el fin de cubrir entre el 50 y el 75 % de las necesidades de ACS en las nuevas viviendas.

3.7.2. Energía solar fotovoltaica

La producción de electricidad a partir de células fotovoltaicas en 1999 es aún seis veces más cara que la obtenida en centrales de carbón, pero hace tan sólo 20 años era dieciocho veces más, lo que permite que el empleo de células fotovoltaicas para producir electricidad en lugares alejados de las redes de distribución ya compita con las alternativas existentes, como generadores eléctricos a partir del petróleo. En los próximos 5 años se espera reducir el coste del kWh a 12 centavos de dólar, a 10 para antes del año 2010 y a 4 centavos para el 2030. A lo largo de toda la década el mercado fotovoltaico creció a ritmos anuales superiores al 40%; entre 1971 y 1999 se han instalado en el mundo 1.200 megavatios de células fotovoltaicas.

La superficie ocupada no plantea problemas. En el área mediterránea se podrían producir 90 millones de kWh anuales por kilómetro cuadrado de superficie cubierta de células fotovoltaicas, y antes del año 2010, con los rendimientos previstos, se alcanzarán los 150 millones de kWh por km2. Un país como España podría resolver todas sus necesidades de electricidad con apenas 900 km2, el 0,2% de su territorio. Todas las necesidades energéticas mundiales se podrían cubrir ocupando sólo unos 300.000 km2 con células fotovoltaicas. Por lo que se refiere al almacenamiento, la producción de hidrógeno por electrólisis y su posterior empleo para producir electricidad u otros usos, puede ser una óptima solución.

Para el año 2010 se podrían llegar a alcanzar los 167 MWp, cifra importante si se comparan con los 8,7 megavatios de 1998, pero no descabellada, dadas las claras perspectivas que se abren con las nuevas tecnologías. Tal cifra irá destinada a la electrificación rural, a señalización y comunicación, y a los usos agrícolas y ganaderos, aunque deberían igualmente instalarse algunas centrales destinadas al suministro a la red, y varios miles de tejados solares. En España, con una radiación solar diaria superior en la casi totalidad del territorio a 4 kWh por metro cuadrado, el potencial es inmenso. Sólo en los tejados de las viviendas españolas se podrían producir anualmente 180 TWh, cifra equiparable a todo el consumo.

Un objetivo viable sería llegar a producir 0,3 TWh fotovoltaicos en el año 2010, fecha a partir de la cual la fotovoltaica debería experimentar un rápido desarrollo, para alcanzar los 32,5 TWh en el año 2020. Para alcanzar tales objetivos se requerirán unas inversiones importantes, pero posibles: unos 13.000 millones de PTA anuales, al objeto de superar las actuales barreras tecnológicas y de economías de escala.

3.7.3. Hidráulica

La energía hidroeléctrica se genera haciendo pasar una corriente de agua a través de una turbina. La electricidad generada por una caída de agua depende de la cantidad y de la velocidad del agua que pasa a través de la turbina, cuya eficiencia puede llegar al 90%.

El aprovechamiento eléctrico del agua no produce un consumo físico de ésta, pero puede entrar en contradicción con otros usos agrícolas o de abastecimiento urbano, y sobre todo, las grandes centrales tienen un gran impacto ambiental. Las centrales hidroeléctricas en sí mismas no son contaminantes; sin embargo, su construcción produce numerosas alteraciones del territorio y de la fauna y flora: dificulta la migración de peces, la navegación fluvial y el transporte de elementos nutritivos aguas abajo, provoca una disminución del caudal del río, modifica el nivel de las capas freáticas, la composición del agua embalsada y el microclima, y origina la sumersión de tierras cultivables y el desplazamiento forzado de los habitantes de las zonas anegadas. En la mayoría de los casos es la forma más barata de producir electricidad, aunque los costes ambientales no han sido seriamente considerados. Los grandes embalses también emiten metano, un potente gas de invernadero, y según algunos autores las emisiones mundiales de todos los embalses representan cerca del 20% del total.

En España el potencial adicional técnicamente desarrollable podría duplicar la producción actual, alcanzando los 65 TWh anuales, aunque los costes ambientales y sociales serían desproporcionados. Las minicentrales hidroeléctricas causan menos daños que los grandes proyectos, y podrían proporcionar electricidad a amplias zonas que carecen de ella.

La propuesta no considera la construcción de ninguna nueva gran central, centrando los esfuerzos en la rehabilitación de las minicentrales cerradas, mejora de las existentes y aprovechamiento hidroeléctrico de los embalses que carecen de él. Tales acciones permitirían incrementar la producción anual en 3 ó 4 TWh, sin ningún impacto ambiental adicional, hasta alcanzar los 35 TWh en un año medio (ni muy seco ni especialmente lluvioso). Las inversiones necesarias ascienden a 200.000 Mpta.

3.7.4. Energía eólica

La energía eólica es una variante de la energía solar, pues se deriva del calentamiento diferencial de la atmósfera y de las irregularidades de relieve de la superficie terrestre. Sólo una pequeña fracción de la energía solar recibida por la Tierra se convierte en energía cinética del viento y sin embargo ésta alcanza cifras enormes, superiores en varias veces a todas las necesidades actuales de electricidad.

La potencia que se puede obtener con un generador eólico es proporcional al cubo de la velocidad del viento; al duplicarse la velocidad del viento la potencia se multiplica por ocho, y de ahí que la velocidad media del viento sea un factor determinante a la hora de analizar la posible viabilidad de un sistema eólico. La energía eólica es un recurso muy variable, tanto en el tiempo como en el lugar, pudiendo cambiar mucho en distancias muy reducidas. En general, las zonas costeras y las cumbres de las montañas son las más favorables y mejor dotadas para el aprovechamiento del viento con fines energéticos.

La conversión de la energía del viento en electricidad se realiza por medio de aerogeneradores, con tamaños que abarcan desde algunos vatios hasta los 4.000 kilovatios (4 MW). Los aerogeneradores se han desarrollado intensamente desde la crisis del petróleo en 1973, habiéndose construido desde entonces más de 100.000 máquinas. En el 2000 la capacidad instalada asciende a 13.840 MW, equivalente a 14 grandes centrales nucleares.

En el año 2000 ya es competitiva la producción de electricidad con generadores eólicos de tamaño medio (de 600 a 800 kW) y en lugares donde la velocidad media del viento supera los 6 metros por segundo. Se espera que dentro de unos pocos años también las máquinas grandes (entre 1 y 2 MW) lleguen a ser rentables. La energía eólica no contamina y su impacto ambiental es muy pequeño comparado con otras fuentes energéticas. De ahí la necesidad de acelerar su implantación en todas las localizaciones favorables, aunque procurando reducir las posibles repercusiones negativas, especialmente en las aves, en algunas localizaciones. Las mejores zonas eólicas en España son las siguientes: Islas Canarias, Zona del Estrecho, costa Gallega, valle del Ebro y La Mancha, aunque se requieren estudios de recursos a escala local para detectar las mejores localizaciones.

En España se instalaron 379 megavatios (MW) eólicos en 1998, y 750 MW en 1999, cifra nunca alcanzada, y que convierte a nuestro país en el tercero del mundo, sólo superado por Alemania y EE UU. En Navarra la energía eólica suministra ya el 23 por ciento del consumo de electricidad, gracias a la labor desarrollada por Energía Hidroeléctrica de Navarra (EHN) y muestra como la eólica y otras fuentes renovables permitirán reducir las emisiones de dióxido de carbono.

En explotación y ejecución en 1999 había 1.834 megavatios: 588 MW en Galicia, 334 en Navarra, 236 en Aragón, 212 en Castilla y León, 158 en Andalucía, 128 en Canarias, 112 en Castilla-La Mancha, 59 en Cataluña y 6 en Murcia.

La energía eólica es la fuente de energía que más rápidamente está creciendo en el mundo, con ventas mundiales superiores a 2.000 millones de dólares. En España se han creado más de 5.000 empleos directos e indirectos en la industria eólica, en las 175 empresas del sector eólico. El mayor fabricante es Gamesa Eólica, con una importante participación de la danesa Vestas. El segundo es MADE, seguido por Ecotecnia, DESA-AWP, BAZAN-BONUS y TAIM-NEG MICON. La nueva factoría de Enron en la provincia de Toledo puede alterar el panorama. Los países que más podrían beneficiarse de la energía eólica son los del Tercer Mundo, con escasos recursos energéticos convencionales.

El desarrollo tecnológico ha permitido que el coste del kilovatio eólico instalado haya descendido desde los 2.600 dólares de 1981 a los 800 dólares de 1998, lo que la convierte en una fuente competitiva, incluso sin contabilizar los costes ambientales de otras fuentes. La energía eólica podría suministrar dentro de 20 años más del 10% de la electricidad mundial, y a largo plazo puede superar a la energía hidráulica, que actualmente suministra el 23% de la electricidad mundial. El potencial eólico mundial, considerando todas las limitaciones ambientales, supera los 55.000 TWh (teravatios/hora), cuatro veces el actual consumo mundial de electricidad.

El crecimiento acelerado de la industria eólica continuará en el año 2001. España ya ha alcanzado los 2.000 megavatios eólicos. Otros países donde crecerá la energía eólica son Estados Unidos, Canadá, Italia, Japón, Noruega y Reino Unido. Entre los países en desarrollo, destacan Argentina, Brasil, Costa Rica, India, Egipto y Marruecos.

El impacto sobre las aves es mínimo, en el paisaje depende de las percepciones y otros pequeños impactos (desmontes, accesos, tendidos, subestaciones) se pueden reducir cuando se hacen las cosas bien. En cualquier caso la eólica es la forma de producir electricidad menos mala en términos ambientales.

La energía eólica es una alternativa clara al cambio climático, a las lluvias ácidas, a los residuos radiactivos y a la pérdida de diversidad biológica, es ya competitiva y podría aportar 10.000 megavatios en España para el año 2005, según la Asociación de Pequeños Productores y Autogeneradores de Electricidad con Fuentes de Energía Renovables (APPA). Instalar tal potencia requerirá unas inversiones de 1,26 billones de pesetas, supondrá la creación de 9.000 empleos fijos en la producción de aerogeneradores y 3.600 en la explotación.

Navarra prevé en el horizonte del año 2010 cubrir el 45 por ciento de su demanda eléctrica con la instalación de 577 megavatios eólicos que producirán anualmente 1.300 GWh. Esta potencia eólica impedirá la emisión anual de un millón y medio de toneladas de CO2, y requerirá 92.000 millones de pta en inversiones (incluidas las ya realizadas). en los parques de El Perdón y Leitza) por parte de Energía Hidroeléctrica de Navarra. En Navarra se habían creado en el 1998 270 empleos directos, entre los 126 de Gamesa Eólica (produce aerogeneradores de 750 kW en Pamplona), 64 en Apoyos Metálicos (producen las torres en Olazagutía), y los 80 en Fiberblade (fabrica palas en Alsasua) y más de 1.000 indirectos. Otros suministradores son Desarrollos Eólicos, Ecotecnia, MADE, Energías Renovables, TAIM-TFG, Aerogeneradores Canarios y ADES. En total, la eólica ya emplea a cerca de 4.000 personas en España, entre empleos directos e indirectos.

La experiencia navarra es importante por muchas razones. En primer lugar porque demuestra que el potencial eólica es mucho mayor del estimado oficialmente; de hecho, tanto el Atlas Eólico Español como el Atlas Eólico Europeo no incluían a Navarra como zona potencialmente viable para la producción eólica.

En segundo lugar Navarra es un claro ejemplo de que, cuando hay voluntad política, las energías renovables pueden desarrollarse de forma competitiva, creando empleo y sin dañar apenas al medio ambiente.

Cuando se aborda el impacto ambiental de una fuente de energía ha de estudiarse el ciclo completo y analizar todas las repercusiones. Entre todas las fuentes energéticas, la eólica, junto con la solar directa, es la menos dañina para el medio ambiente. Los impactos sobre el paisaje y la avifauna son pequeños. Los grupos conservacionistas, que con tan buena voluntad critican el desarrollo de la eólica, harían bien en destinar sus esfuerzos a otros enemigos infinitamente más dañinos para el medio ambiente.

La colisión de algún ave contra un aerogenerador, no es nada comparada con los afectos de las lluvias ácidas y el cambio climático en la avifauna, por no hablar de otras especies y los propios seres humanos, efectos que la eólica ayuda a mitigar. El California, donde existen 7.300 aerogeneradores, sólo se registra la muerte de un ave por molino cada 26 años. La mortandad mayor en Tarifa se debió a que un parque estaba situado junto a un vertedero, y en menor medida al paso de aves migratorias. Las aves se acostumbran rápidamente a los aerogeneradores, y hasta las aves migratorias desvían su trayectoria. En cuanto al paisaje, depende de gustos, igual que con los molinos de La Mancha o de Holanda.

Pero es que además la eólica se está desarrollando con un respeto para el medio ambiente que nunca se ha dado con otras fuentes de energía. En Navarra, de los 72 emplazamientos posibles, se han desechado 50 por razones medioambientales, de forma que la actual propuesta sólo contempla la implantación de 18 parques, quedando 4 en reserva. En los parques eólicos se utilizan al máximo los accesos y las infraestructuras existentes, se evitan afecciones a la vegetación, se restaura la vegetación y se cierran los caminos de acceso a vehículos de motor, entre otras muchas actuaciones. La eólica apenas ocupa suelo (la ocupación real es de sólo el 1 por ciento de la superficie del parque), es compatible con otros usos y es una instalación reversible, que tras su clausura devuelve al terreno su apariencia original.

Como recuerda la EWEA instalar 100.000 MW en Europa ocuparía sólo un área de 8.000 km2, y el 99 por ciento de esta superficie seguiría disponible para pastos o la agricultura. Los 10.000 MW propuestos sólo ocuparían realmente 80 km2, menos del 3 por ciento del área ocupada hoy de forma irreversible por los embalses (3.000 kilómetros cuadrados sólo en España).

La reducción del impacto ambiental del sector energético se logra de varias maneras. En primer lugar reduciendo el despilfarro y el consumismo, adoptando un modelo menos intensivo en energía. En segundo lugar aumentando la eficiencia y el ahorro energético. En tercero abandonando y clausurando las centrales nucleares, sin lugar a dudas la peor de todas las fuentes energéticas. En cuarto limitando, en este orden, la aportación del carbón, el petróleo y el gas natural, causa del cambio climático. En quinto, frenando la construcción de grandes embalses para producir electricidad, y los proyectos de monocultivos energéticos, que pueden tener graves repercusiones en la diversidad biológica, clausurando las plantas de incineración de residuos. Y en sexto, desarrollando la eólica, la geotérmica y todos los usos directos de la energía solar, como la fotovoltaica y la solar térmica, con el debido cuidado ambiental. La eólica es parte de la solución, no del problema.

Alcanzar los 10.000 MW en el año 2010 es un objetivo ambicioso, pero factible técnica y económicamente, dadas las ventajas de la energía eólica: reducido impacto ambiental, recurso renovable, independencia de las importaciones e impacto positivo en la generación de empleo. Se debe desarrollar una industria capaz de producir en serie y a costes competitivos. Los costes de la eólica son ya competitivos con los de las energías convencionales: menos de 125.000 PTA el KW instalado y de 5 a 8 PTA el kWh.

En el año 2010 sería factible producir en España 24 TWh, y en el año 2020 se podrían alcanzar los 45 TWh. La meta a alcanzar es instalar 20.000 MW eólicos en el año 2020, aunque muy probablemente esta cifra se alcance antes del 2010, dado el fuerte desarrollo actual.

3.7.5. Energía geotérmica

El gradiente térmico resultante de las altas temperaturas del centro de la Tierra (superiores a los mil grados centígrados), genera una corriente de calor hacia la superficie, corriente que es la fuente de la energía geotérmica. El valor promedio del gradiente térmico es de 25 grados centígrados por cada kilómetro, siendo superior en algunas zonas sísmicas o volcánicas. Los flujos y gradientes térmicos anómalos alcanzan valores máximos en zonas que representan en torno a la décima parte de las tierras emergidas: costa del Pacífico en América, desde Alaska hasta Chile, occidente del Pacífico, desde Nueva Zelanda a Japón, el este de África y alrededor del Mediterráneo. El potencial geotérmico almacenado en los diez kilómetros exteriores de la corteza terrestre supera en 2.000 veces a las reservas mundiales de carbón.

La explotación comercial de la geotermia, al margen de los tradicionales usos termales, comenzó a finales del siglo XIX en Lardarello (Italia), con la producción de electricidad. Hoy son ya 22 los países que generan electricidad a partir de la geotermia, con una capacidad instalada de 8.000 MW, equivalentes a ocho centrales nucleares de tamaño grande. Estados Unidos, Filipinas, México, Italia y Japón, en este orden, son los países con mayor producción geotérmica.

Actualmente, una profundidad de perforación de 3.000 metros constituye el máximo económicamente viable; otra de las limitaciones de la geotermia es que las aplicaciones de ésta, electricidad o calor para calefacciones e invernaderos, deben encontrarse en las proximidades del yacimiento en explotación. La geotermia puede llegar a causar algún deterioro al ambiente, aunque la reinyección del agua empleada en la generación de electricidad minimiza los posibles riesgos. Los países con mayores recursos, en orden de importancia, son China, Estados Unidos, Canadá, Indonesia, Perú y México.

El potencial geotérmico español es de 600 ktep anuales, según una estimación muy conservadora del Instituto Geológico y Minero de España. Para el año 2010 se pretende llegar a las 10 ktep. Los usos serían calefacción, agua caliente sanitaria e invernaderos, no contemplándose la producción de electricidad.

3.7.6. Biomasa

La utilización de la biomasa es tan antigua como el descubrimiento y el empleo del fuego para calentarse y preparar alimentos, utilizando la leña. Aún hoy, la biomasa es la principal fuente de energía para usos domésticos empleada por más de 2.000 millones de personas en el Tercer Mundo.

La combustión de la biomasa es contaminante. En el caso de la incineración de basuras, tal y como se viene haciendo con los residuos urbanos en la mayoría de las ciudades europeas y norteamericanas, la combustión emite a la atmósfera contaminantes, algunos de ellos cancerígenos, como las dioxinas. El reciclaje y la reutilización de los residuos permitirá mejorar el medio ambiente, ahorrando importantes cantidades de energía y de materias primas, a la vez que se trata de suprimir la generación de residuos tóxicos y de reducir los envases.

En España actualmente el potencial energético de la biomasa asciende a 37 Mtep, pero tal cifra incluye 19,6 Mtep de cultivos energéticos y 13,8 Mtep de residuos forestales y agrícolas. La producción de biocombustibles y un uso energético excesivo de los residuos forestales y agrícolas no es deseable, dadas sus repercusiones sobre la diversidad biológica, los suelos y el ciclo hidrológico, sin olvidar que lo más importante es producir alimentos, y no biocombustibles para los automóviles privados.

Las estadísticas oficiales sobre el consumo de biomasa no reflejan las cifras reales, muy inferiores a las publicadas por el IDAE. El objetivo de alcanzar las 5,4 Mtep en el 2010 en la práctica supone duplicar el consumo oficial de biomasa. La obtención de biogás en digestores a partir de residuos ganaderos reducirá las emisiones de metano, y debe ser promocionada, con el fin de reducir la contaminación, obtener fertilizantes y producir energía.

3.7.7. Hidrógeno

La producción de hidrógeno por fotolisis es un proceso aún inmaduro tecnológicamente y cuya viabilidad es necesario demostrar, lo que requerirá enormes inversiones en investigación; si algún día se llega a producir hidrógeno comercialmente, a precios competitivos, y a partir de dos factores tan abundantes como son el agua y la energía solar, los problemas energéticos y ambientales quedarían resueltos, pues el hidrógeno, a diferencia de otros combustibles, no es contaminante. Otra forma de producir hidrógeno es por electrólisis, pero éste es un proceso que requiere grandes cantidades de electricidad, la cual puede obtenerse merced a las células fotovoltaicas, almacenando de esta forma la energía solar. En cualquier caso en las próximas décadas entraremos en una economía basada en el hidrógeno como combustible secundario; su combustión apenas contamina. La energía primaria para su obtención será la solar u otras con características similares, como es el caso de la fusión (no la fisión) nuclear, aunque ésta puede plantear graves problemas ambientales, tecnológicos e incluso económicos, al igual que hoy sucede con la fisión del uranio.

El hidrógeno servirá para almacenar la energía solar y eólica cuando no haya sol o no sople el viento, y alimentará a las pilas de combustible hoy en desarrollo, y que en un futuro no muy lejano puede llegar a ser una importante fuente de producción descentralizada de electricidad a pequeña escala, sin apenas impactos ambientales. Las pilas de combustible también sustituirán a los motores de combustión interna de los automóviles.

3.8. Empleo en el sector energético

Carbón: Sólo entre 1985 y 1996 la plantilla en la minería nacional de carbón se ha reducido en un 50% (de 52.910 personas en 1985 a 26.133 en 1996). El futuro del empleo en la minería está condicionado por el Plan 1998-2005; según el Plan, habrá una reducción de 7.000 empleos por prejubilaciones, y para el año 2005 el sector contará con 17.500 puestos de trabajo en la minería.

Las reservas nacionales recuperables de carbón ascienden en la actualidad a 865 Mtec (en 1999 se produjeron 12,3 Mtec de carbón nacional y se importaron 16,5 Mtec).

Gas natural, petróleo, sector eléctrico y energía nuclear: La tendencia es a una disminución lenta, y sin el dramatismo del carbón, del empleo existente, unos 60.000 en 1999. No cabe esperar creación neta de empleo.

Energías renovables y ahorro energético: El desarrollo de las energías renovables, y sobre todo políticas de aumento de la eficiencia energética, podría compensar con creces la pérdida de empleo en el conjunto del sector energético.

Las actuaciones de mejora de la eficiencia energética crean un volumen importante de empleo en las fases de fabricación de los equipos, construcción y montaje, pero muy reducido en la fase de operación.

Un estudio (Ecotec (1994),The Potencial for Employment Opportunities from Pursuing Sustainable Development) llegó a la conclusión de que se podrían crear 880.000 empleos directos en la Unión Europea en el horizonte del año 2020 desarrollando las energías renovables y aumentando la eficiencia energética.

En España sólo Comisiones Obreras ha analizado el impacto sobre el empleo de las diversas políticas energéticas. Según CC OO las energías renovables podrían crear unos 50.000 empleos. Lo único cierto es que la actual política energética, al ser intensiva en capital y al basarse en la importación de petróleo, gas natural y hulla, afecta negativamente al empleo. La promoción de las energías renovables y el aumento de la eficiencia energética contribuirá a la creación de empleo, tanto directo como indirecto:

-los bienes de equipo y la construcción civil serán beneficiados;

-aumentará la competitividad general de la economía, al reducirse el déficit comercial, frente a un modelo energético que se apoya sobre todo en las importaciones de productos energéticos;

-el cambio climático y la crisis ambiental en general obligará a adoptar una nueva política energética. Los países que antes promocionen las energías renovables y las tecnologías más eficientes estarán más preparados.

La energía eólica muestra las potencialidades para la creación de empleo de las nuevas tecnologías energéticas. Actualmente hay varias empresas fabricantes, Gamesa Eólica, la cooperativa Ecotecnia, Made, filial del grupo ENDESA y Desarrollos Eólicos, entre otras. En total, la eólica ya emplea a cerca de 4.000 personas en España, entre empleos directos e indirectos. La propuesta alternativa supondrá la creación de 9.000 empleos fijos en la producción de aerogeneradores y 3.600 en la explotación, y un total de 60.000 nuevos empleos sólo en renovables (34.000 en la producción y obra civil, y 26.000 en la explotación).

Las medidas destinadas a aumentar la eficiencia energética y a promocionar el transporte público tendrán un importante efecto positivo en la creación de nuevos empleos.

3.9. Referencias

1. Revista World Watch nº5 dedicada al cambio climático, Jugando a ser Dios con el Clima, Madrid, 1998, nº12, Evolución de las emisiones de gases de invernadero en España, y Los agujeros del cambio climático.

2 .Climate Network Europe: Independent NGO Evaluations of National Plans for Climate Change Mitigation. OECD Countries. 1997.

3. Ministerio de Medio Ambiente: "Segunda Comunicación Nacional de España" a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Madrid, 1997. MOPTMA: "Informe de España a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático". Madrid, 1994; "Programa Nacional sobre el Clima". Madrid, 1994.

4. Los últimos informes del IPCC son Climate Change 1995 (Tres tomos que suman 1.898 páginas) y Climate Change 1994. Radiative Forcing of Climate Change and An Evaluation of the IPCC IS92 Emission Scenarios. Cambridge University Press, 1996 y 1995. También en 1995 se publicó un resumen titulado Radiative Forcing of Climate Change. WMO/UNEP. Geneva, 1995. Otros informes del IPCC son: Scientific Assessment of Climate Change. WMO/UNEP. Geneva, 1990; Climate Change: the IPCC Scientific Assessment, Cambridge University Press, 1990; Climate Change 1992: The Supplementary Report to the IPCC Scientific Assessment, Cambridge University Press, 1992.

5. Boyle, G. et al. (1996). Renewable Energy. Power for a Sustainable Future. Oxford University Press, Oxford.

6. Goldemberg et al. (1988). Energy for a sustainable world. John Wiley and sons, New Delhi.

7. Goldemberg, J. (1996). Energy, Environment and Development. Earthscan, Londres.

8. Johansson, T. B. et el (1993). Renewable Energy. Island Press, Washington.

9. Flavin, C. y Lenssen, N. (1995). Power Surge. A guide to the coming energy revolution. Earthscan, Londres.

10. D. Deudney y C. Flavin (1983). Renewable energy: The power to Choose. Norton, Nueva York.

11. Ogden, J.M. et Williams R. H. (1989). Solar Hydrogen. Moving Beyond Fossil Fuels. World Resources Institute, Washington.

12. Leggett et al (1990). Global Warming. The Greenpeace Report. Oxford University Press, Oxford.

13. EWEA (1990). Wind Energy in Europe. Time for Action. Bristol.

14. IDAE (1999). Plan de Fomento de las Energías Renovables en España. Madrid.

15. CC OO (2000). Evolución de las emisiones de gases de invernadero en España.

 

 

 

Autor:

José Santamarta Flórez

Director de World Watch

URL: www.nodo50.org/worldwatch/

José Santamarta Flórez es director de la edición en castellano de la revista World Watch. Es economista y licenciado en Filosofía, y trabajó en el IDAE en planificación energética, estudios de demanda y elaboración de balances energéticos. Ha sido consultor de la Unión Europea así como de varios organismos de la administración central y autonómica. Tiene publicados varios libros y numerosos artículos sobre modelos energéticos y balances energéticos y temas relacionadas con el medio ambiente. Ha asistido a varias reuniones y conferencias internacionales relacionadas con el cambio climático (Río 1992, Bonn 1996 y 1997) como ponente y formando parte de la delegación del Climate Action Network (CAN). Es miembro de Amigos de la Tierra, y ha trabajado para varias ONG. Fue el representante de las ONG en la Conferencia de Río de 1992.

Teléfono/fax: 91 429 37 74

Partes: 1, 2, 3
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