Políticas para frenar el cambio climático
Enviado por José Santamarta Flórez
1. El Protocolo de Kioto
1.1. Mecanismos de "desarrollo limpio" y cooperación internacional. La problemática del comercio de emisiones
El Protocolo de Kioto de diciembre de 1997 concluyó con la adopción de un protocolo de reducción de emisiones de gases de invernadero por los 39 países industrializados, incluidos los de la antigua URSS. El compromiso, que se encuentra en un difícil periodo de negociación y ratificación, tras el fracaso de la Conferencia de La Haya, obliga a limitar las emisiones conjuntas de seis gases (CO2, CH4, N2O, compuestos perfluorocarbonados (PFC), compuestos hidrofluorocarbonados (HFC) y hexafluoruro de azufre) respecto al año base de 1990 para los tres primeros gases y 1995 para los otros tres, durante el periodo 2008-2012, en proporciones diferentes según el país: reducción de un 8% para el conjunto de la Unión Europea, un 7% para EE UU y un 6% para Japón. Ucrania, la Federación Rusa y Nueva Zelanda se comprometen a mantener sus emisiones de 1990. En conjunto la reducción global acordada es de un 5,2% para los países industrializados.
El Protocolo no obliga en una primera fase a los países en desarrollo, dadas sus reducidas emisiones por habitante. Los países industrializados, con el 20% de la población mundial, son responsables de más del 60% de las emisiones actuales, y de la práctica totalidad de las emisiones históricas, y a pesar de estos hechos incuestionables, EE UU, Australia y Japón condicionan la ratificación del Protocolo a la asunción de compromisos por parte de China (el segundo emisor mundial) y otros países en desarrollo, contradiciendo el llamado Mandato de Berlín, alcanzado en la COP1 en 1995.
El Protocolo de Kioto ha sido firmado por 84 partes, aunque sólo lo han ratificado 22 partes (julio de 2000), y según la mayoría de los científicos del IPCC, incluido Bert Bolin, es un paso totalmente insuficiente para evitar el cambio climático aún en el caso de aplicarse de forma estricta, pero incluso este mínimo compromiso se ve amenazado por los "detalles" de la aplicación y el desarrollo de algunos instrumentos del protocolo, todavía sin decidir, tras el fracaso de la 6ª Conferencia de las Partes (COP6) en La Haya en noviembre de 2000, como el mecanismo de desarrollo limpio (CDM) de cooperación de los países industrializados con los países en desarrollo (artículo 12 del Protocolo), los sumideros (art. 3.3, 3.4 y 3.7), el intercambio de emisiones, las iniciativas de aplicación conjunta (Joint Implementation, JI y AIJ) entre países industrializados (art. 17) y las posibles sanciones por incumplimiento de los compromisos adquiridos.
El año base se compone de las emisiones de 1990 de CO2, CH4 y N2O, y las emisiones de 1995 de los compuestos perfluorocarbonados (PFC), compuestos hidrofluorocarbonados (HFC) y hexafluoruro de azufre). Al considerar como año base 1995 para los gases PFC, HFC y SF6, en vez de 1990, según el artículo 3.8 del Protocolo de Kioto, las emisiones del año base de los países del Anexo I aumentan en un 1%, que es uno más de los varios agujeros pensados para aminorar el esfuerzo doméstico. Los agujeros igualan o superan a las reducciones requeridas en el marco del protocolo, y podrían permitir a los países industrializados cumplir sus compromisos sin apenas acciones en sus propios países.
1.2. COP6
La 6ª Conferencia de las Partes del Convenio Marco sobre Cambio Climático que tuvo lugar en La Haya (Holanda), entre el 13 y el 24 de noviembre de 2000, se saldó con un rotundo fracaso, por culpa sobre todo de Estados Unidos y sus aliados, los gobiernos del grupo de países llamado paraguas. La COP6 de La Haya debería haber aprobado los principios, modalidades, reglas y guías de los llamados Mecanismos del Protocolo de Kioto: el papel de los sumideros, el comercio de emisiones, las iniciativas de aplicación conjunta (Joint Implementation, JI) y el mecanismo de desarrollo limpio (CDM). El fracaso de la COP6 es una pésima noticia para todos, y una prueba palpable de la irresponsabilidad de algunos gobernantes.
Los acuerdos a aprobar eran complejos y difíciles, y las posiciones de las diversas partes están muy alejadas, por lo que el fracaso de la negociación no debe sorprender a nadie. Los intereses en juego son enormes. La industria nuclear pretende incluirla como una alternativa, y las multinacionales del petróleo y el automóvil tratan de frenar cualquier acuerdo que vaya contra sus intereses, al igual que los países productores de combustibles fósiles. EE UU y sus aliados (Japón, Canadá y Australia, entre otros), quieren agrandar los agujeros, para evitar cualquier reducción real de las emisiones en sus propios países, y pretenden que los países en desarrollo se comprometan a reducir sus bajas emisiones, lo que va contra la equidad, el llamado Mandato de Berlín, y el espíritu y la letra del Protocolo. Rusia y Ucrania quieren vender el llamado aire caliente a EE UU y otros países del Anexo I, y están más interesadas por los posibles ingresos que por el propio cambio climático y sus repercusiones. La Unión Europea tiene, en general, las posiciones más avanzadas entre los países del Anexo I, gracias a la presión de la opinión pública europea. Por lo que se refiere a los países en desarrollo, éstos rechazan cualquier medida que pueda impedir su desarrollo, ven con preocupación las repercusiones en sus países y en algunos casos tratan de obtener fuentes adicionales de capital a través del mecanismo de desarrollo limpio.
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