La droga es una necesidad que se registra como una constante a lo largo de la historia de la humanidad, y cuyo fundamento está basado en la incapacidad humana para aceptar la condición de finitud inherente al fenómeno de la vida.
El hombre es el único animal que no acepta su destino biológico que es nacer, crecer, reproducirse y morir. Todos los demás desarrollan esta secuencia aceptándola como un mandato natural.
Para ampliar este concepto Kalina hace una disociación absolutamente artificial, y considera al hombre como un cuerpo y una mente.
El cuerpo del hombre es igual al de cualquier animal, nace, crece, se reproduce (o no) y muere. Tiene que cumplir el destino biológico. Nuestra mente, en cambio, siempre ha querido escapar de este determinismo biológico, y sólo mentalmente podemos intentar trascender los límites que nos corresponden. Nuestra fantasía nos permite hacer cualquier cosa que deseemos, siempre que esta realización sea en el nivel mental. En cambio, en el nivel corporal, físico, la finitud y la muerte como final inevitable de nuestra existencia es un hecho capital que duele intensamente y cuesta aceptar, y cuanto más débil es una persona más dificultad tiene para tolerar el conocimiento de la realidad que es la vida.
Kalina se refiere a la fragilidad de los adolescentes, en el sentido de aquéllos que han sufrido grandes frustraciones, que han lesionado su YO, debilitando y distorsionando sus posibilidades de un normal funcionamiento.
Estos adolescentes tienen más problemas para aceptar sus limitaciones, su finitud, por eso cuando tienen que enfrentarse a situaciones que experimentan como terribles, horrorosas, un recurso defensivo es refugiarse en su interior y si esta interioridad está muy dañada, lesionada, carente de objetos buenos internalizados, producto de relaciones parentofiliales amorosas, que ayuden a encontrar sentido a la vida, es decir, desilusionante, su sensibilidad a la oferta externa de substancias mágicas que les brinden ilusiones aumentan peligrosamente.
Según Kalina y llegando a una gran simplificación, la respuesta es la falta de amor, el abandono y las consecuencias psicológicas correspondientes.
Factores constitucionales
Estudiosos de la psicología infantil, como Klein, consideran que hay niños que nacen con características psicológicas de origen constitucional diferentes, por ejemplo hay niños que nacen con una menor capacidad para tolerar la ansiedad, que son más impulsivos y que tienen características diferentes a otros niños.
Se está investigando las bases neuroquímicas de la conducta y ya se sabe por ejemplo, que el feto responde con alteraciones del ritmo cardiaco, succión del dedo y movimientos a situaciones de estrés de la madre.
Podemos suponer entonces que a través de mensajes neuroquímicos se va plasmando una pauta de respuestas conductuales en germen, que después del nacimiento se expresarán en diferencias de respuestas psicológicas entre un niño y otro frente a la ansiedad, el miedo, la frustración, etc.
Tampoco podemos olvidar que la ingestión por parte de la madre de ciertas substancias como alcohol, tabaco, psicofármacos y otros, también van a ejercer su efecto sobre la evolución y estructuración biopsicológica del feto-futuro hombre.
Relaciones objetales tempranas
Si al nacer un niño, su madre está bien sustentada por su pareja y por condiciones ambientales adecuadas, es más posible que pueda ser atendido por ella como un otro.
En esa fase y durante los primeros años el niño, necesita dedicación, amor y cuidados que le permitirán desarrollarse e ir fortaleciendo su YO. En la medida en que ha recibido mejor calidad de amor, respeto por él mismo y un buen concepto de límites entre uno y otro, va desarrollándose dentro de él, la génesis de una conducta madura.
Todo esto se logrará si las primeras relaciones del niño con la madre son adecuadas y si el objeto primario, la madre, permanece constante y disponible, por lo menos durante los primeros meses de vida.
El alejamiento de la madre o la incapacidad de dar todo este sustento al niño, Kalina lo llama micro o macroabandono, y va a provocar alteraciones de las relaciones objetales tempranas, y por lo tanto dificultará el logro de un YO maduro posteriormente, lo que predispondrá a la aparición de una adicción, si se cumplen además otras circunstancias, porque este factor recién expuesto no es específico como base predisponente.
Depresión Materna
Existe un micro o macroabandono del cuidado del niño en los casos de depresión materna. Normalmente, frente al nacimiento de un hijo las madres tienen reacciones depresivas.
El parto y el período de postparto es una etapa de cambios muy importantes para la mujer. Hay madres que presentan depresiones muy serias, y la persona depresiva es alguien siempre hambrienta de estima. En esta situación, la madre atenderá posesivamente a su hijo, no porque éste la necesite, sino porque ella lo necesite a él, o sino directamente lo abandona.
Este es un proceso que se desarrolla y se extiende en el tiempo, y a través del cual la madre usa al niño para ella misma, venciendo los límites del niño para acomodarlo a sus necesidades. Se produce una simbiosis que no se va a resolver en forma normal, a través de los procesos de separación – individuación.
Las técnicas de acción para llegar al otro, en vez de las verbalizaciones, las invasiones del territorio del otro y su manipulación permanente, los modelos tóxicos, los dobles mensajes inductores, las mentiras, etc. van configurando un cuadro particular.
Desarrollo del Self
El niño nace dotado de un equipo psicológico (self) que le permite realizar su primera acomodación a la estructura de su ambiente. Su forma y su estilo de adaptación dependerán del interjuego que se de entre sus recursos constitucionales, psíquicos y biológicos, y los vínculos con los objetos que el medio externo aporta (la familia mas próxima) y entre éstos dos, los sucesos infantiles.
En este punto, es de fundamental importancia el vínculo que se mantenga entre la madre y el niño.
La capacidad de la madre para soportar la angustia, calmar y dar consuelo, hacen que el niño se sienta bueno, querido y aceptado tal cual es. Esto estimula la relación afectiva y el contacto con la realidad. El sujeto (bebé) necesita encontrar un objeto (madre) que le aporte gratificaciones que dirija, modele y contenga sus impulsos, que alivie y regule sus tensiones y que lo haga sentir grande e importante.
Cuando la madre no puede responder a los deseos y necesidades del bebé, el self de éste, se conforma desvitalizado, depresivo y con importantes sentimientos de vacío.
Esta situación es el germen que en el futuro generará las ansias de dependencia patológica (estructura adictiva).
También, podemos observar que son familias, en general con mala alianza marital, donde muchas veces el precario vínculo que mantiene la relación es un hijo dependiente e inmaduro que canjea su independencia por la enfermedad.
De esta manera, la drogadicción pasa a ser el precio que se paga para no crecer. Son familias que suelen tener un pasado con situaciones ocultas, secretos familiares, pasados difíciles, que viven como vergonzosos, con contradicciones y mentiras.
Puede suceder que el padre, una figura ausente de afecto y preocupación por el hijo, que suele tener una apariencia de fortaleza, utiliza la prepotencia para desvalorizar a la madre, acentuando su predominancia, logrando de este modo el desamparo del hijo por ambos, ya que una madre no respaldada por el padre del niño no puede cumplir su rol con tranquilidad.
Es común también, que se trate de padres dedicados de manera exagerada al trabajo, con poco contacto familiar, desinteresados de la educación y aspectos afectivos de sus vidas.
Las características recién descritas se constituyen en sustratos cargados de hostilidad que estarán en la base de la patología del superyo. Sobreviene entonces una alteración del sistema de valores y una incapacidad de asumir normas de autocrítica, capacidad de culpa y preocupaciones frente a si mismo y hacia los demás, que devienen en conductas delictivas.
Esta generación de estructuras vulnerables produce un daño más grave en estas primeras épocas, por ser las que encierran el germen del basamento de la personalidad, extendiéndose a etapas posteriores de la educación, que no es otra cosa que la formación del carácter y del sistema de valores a los cuales la persona se ajustará y tomará como guía en la vida.
Relación con la figura paterna
Para Kalina, la figura paterna es un factor clave para la aparición o no de una drogadicción. Aunque su papel en los primeros momentos de la vida no es tan capital como el de la madre, al dar estabilidad al hogar y al vínculo entre la madre y el hijo, va generando las condiciones más adecuadas para que el buen desarrollo del niño se efectúe adecuadamente.
En la historia de la evolución de un futuro drogadicto, la figura paterna no es capaz de sostener las dificultades de su esposa y por otro lado no reacciona frente a la simbiosis madre-hijo, para evitar así hacerse cargo de las necesidades y exigencias de su esposa y/o del hijo.
Lo que constituía una díada de explotación se ha transformado en una tríada de explotación, al utilizarse al hijo para que la pareja subsista. A través de ese pacto perverso se instala el modelo de "hacerse de la vista gorda", algo así como una negación parcial pactada, que luego el adicto introyectará y la convertirá en el modus vivendi, así como la tendencia de ser un explotador-explotado.
En otras palabras, incorporará una ideología de vida donde una parte de su YO hará la vista gorda a las actuaciones de la otra, en especial en todo lo que respecta a las actuaciones adictivas.
Importancia del cuerpo y negación del mismo en el adicto
En la disociación que hace Kalina del cuerpo y de la mente , el cuerpo marca la condición biológica del hombre.
El adicto niega esta circunstancia, "se hace de la vista gorda". Siente odio hacia su cuerpo, ya que éste por su finitud le impide vivir la ilusión de la grandiosidad que busca.
Ahora bien, el adicto vive una paradoja trágica, como todo ser humano necesita y busca un límite para poder integrarse al resto de la humanidad, pero cuando lo encuentra se desespera porque este mismo límite le marca su finitud.
En consecuencia busca sobrepasarlo, atacándolo y buscando una grandiosidad que no puede ser satisfecha, y al encontrar un nuevo límite ante la intolerancia del cuerpo al tóxico, reaparece nuevamente la condición de finitud.
En este juego se reproduce un modelo interpersonal familiar, donde siempre se espera de él (o se desea) algo que no puede cumplir. Su búsqueda incesante de genialidad responde a su necesidad de corresponder a ese deseo. Así, esto se repite una y otra vez, hasta llegar a la sobredosis, que representa la posibilidad de marcar un límite que detenga el ciclo, el límite máximo que es la muerte.
Esta negación del cuerpo y su finitud se complementa con el sentimiento que tiene el adicto de tener un YO demasiado frágil, que ha sido invadido y explotado desde pequeño sin respeto a sus límites.
Cuando encara su vida no tiene fuerzas para enfrentar los límites de la realidad externa, y entonces recurre a las drogas que operan como una fuerza extra que le ofrecen la ilusión de poder vivir una existencia con una menor vulnerabilidad que la que realmente tiene.
Adolescencia y drogadicción
Entonces, ¿que se modifica en el psiquismo del joven que llega a la adolescencia?
1) Los impulsos instintivos.- La pubertad, con el desarrollo de la capacidad reproductiva y orgásmica, trae aparejada una eclosión de la sexualidad que muchas veces toma "por sorpresa" al adolescente aun no habituado a satisfacer sus deseos sexuales.
Esta irrupción incipiente de la sexualidad genital se pone de manifiesto tanto en sensaciones físicas, -sus preocupaciones románticas, su masturbación, sus escrúpulos morales y sus obsesiones sexuales- como en las costumbres grupales o la vestimenta, tendiente a seducir al sexo opuesto.
Ahora bien, en la mayoría de las concepciones psicológicas tradicionales, se ha tendido a centrar el proceso de transformación adolescente en el desarrollo de su sexualidad. Sin duda este es un aspecto fundamental, pero por cierto que no el único.
2) El YO, o sea el agente encargado del gobierno y distribución de los impulsos. Todo el sistema defensivo, los mecanismos que utiliza el YO para protegerse, están sometidos a una mayor presión y el YO tiene que modificarse para afrontarla. Pero los cambios del YO, no se reducen a sus funciones en relación con los impulsos instintivos; también se consolida, en el comienzo de la adolescencia, la transición del pensamiento concreto a otro de mayor nivel de abstracción, simbólico.
Meltzer menciona, como se suele creer y realmente así parece ser, en muchos casos, que el adolescente está fundamentalmente interesado en la sexualidad, pero en realidad él está preocupado por el conocimiento y el comprender.
3) Surgen nuevos objetos de amor.- Se produce una desidealización de las figuras parentales que priva al joven de la protección omnipotente que le significaban sus padres cuando él era pequeño.
Asimismo, existen fuertes contradicciones entre la tendencia del joven a alejarse de sus objetos infantiles de amor, asimilando previamente en su personalidad características de sus figuras parentales, y el hecho de que estas identificaciones se vuelvan más y más prescindibles.
Hay oscilaciones erráticas del humor, vaivenes emocionales en el transcurso de los cuales se suelen restablecer antiguas formas de relación objetal. Inconscientemente se reaniman fantasías de fusión con los objetos, merced a las cuales el joven intenta fortalecerse y protegerse de la sensación de fragilidad que le produce la perdida de la imagen de sus padres vistos como todopoderosos en sus primeros años.
Esto se pone de manifiesto en la búsqueda de ídolos y líderes que satisfagan estas necesidades primitivas de idealización, al tiempo que le permitan tomar distancia de sus antiguos amores familiares.
También aparecen las llamadas vivencias del vacío. El adolescente atraviesa necesariamente por momentos en los que se siente vacío y teme esa sensación desagradable que se reitera sin que él pueda gobernar su aparición.
A veces la sensación de vacío se liga a alguna razón conocida: la pérdida de algún amigo/a, o un novio/a, la muerte de algún ser querido, un fracaso escolar. La vivencia de vacío consiste en una experiencia dolorosa y perturbadora que los jóvenes a veces llaman "depresión". No es tristeza, más bien es hastío, desinterés, sensación de futilidad ante la vida, así como pérdida de la normal capacidad para enfrentar la sociedad y sobreponerse a ella.
Las vivencias de vacío, tal como los sentimientos de vergüenza, inferioridad y los procesos de idealización y desidealización son resultado de fenómenos de desequilibrio narcisista, perturbaciones en los sectores de la personalidad que regulan el estado del si-mismo (self) y la valoración que el individuo hace de si mismo, su autoestima.
Ahora bien, desde la timidez vergonzante hasta la desfachatez y los aires grandiosos de superioridad, desde la introversión inhibida hasta la arrogancia, podemos adscribir sin dificultad estas características de los fenómenos de desequilibrio narcisista a un joven que está atravesando una adolescencia normal, siempre y cuando no constituyan pautas rígidas y estereotipadas de funcionamiento y en tanto se alternen con momentos de alegría, entusiasmo e ilusiones esperanzadas.
La adolescencia es la etapa más susceptible para desarrollar una drogadicción, pues es el período de resolución del proceso simbiótico. Es cuando se produce la separación-individuación, la separación del grupo familiar, el duelo por la exogamia y el enfrentamiento con el mundo externo.
Si el adolescente tiene un YO débil, producto de todos los factores expuestos anteriormente, entonces va a necesitar una fuerza extra para poder cumplir con este desafío, y si tanto la familia como la sociedad le muestran que las drogas son el combustible adecuado para afrontar las exigencias de la vida, él podrá poner en marcha la "experiencia tóxica".
Una de las patologías más susceptibles de ser vulnerable, es la de los trastornos de la personalidad, en especial en los casos de personalidad fronteriza, porque son seres deficitarios en su personificación.
En síntesis, si nos colocamos ante las realidades que debe enfrentar el adolescente de nuestra época, y si le sumamos la estresante tarea de asimilar los cambios propios de su crecimiento, tanto corporales como psicosociales, se hace aún más claro comprender por qué los adolescentes son una población de alto riesgo.
La búsqueda de riesgos
En la adolescencia, las emociones y riesgos son buscados porque consolidan el sentimiento del sí-mismo. Un joven lo explicaba mejor: "sólo se tiene la máxima seguridad de estar vivo, y bien vivo, cuando un escalofrío te recorre la espalda" .
Lichtenberg, un autor que ha estudiado profundamente la búsqueda de emociones y riesgos, dice que por ello, es parte de este "desafío regulatorio" para los padres ver como sus hijos se exponen a emociones ante las cuales el sí-mismo del chico se refuerza, y el riesgo es controlado. Un antecedente y prototipo infantil de ello es la sensación de ser arrojado al aire y caer en los brazos fuertes y seguros del padre.
El adolescente busca emoción y riesgo en un intento de expandir y consolidar su sí-mismo, mientras mantiene estas experiencias bajo su control, con cierto grado de autorregulación. Quiere ser él mismo quien elija cual riesgo asumirá y cual no. Quiere él decidir cuales serán sus modelos, cuales sus rivales en estos desafíos.
El también deseará elegir en que "brazos" confiar para que lo sostengan; un líder político, su entrenador deportivo, una novia o un novio, o el amigo más influyente de su grupo, que ahora ha conocido el "excitante" mundo que le provee la marihuana.
Toda esta actividad del adolescente transita el terreno de la normalidad, y más allá del éxito o fracaso de los intentos, usualmente es beneficiosa para su desarrollo. El joven aprende de los demás y de si mismo. Pero, he aquí una de las injurias que nuestro tiempo produce en la juventud, esa demanda de emociones y riesgos puede hallar la oferta de la droga, provista muchas veces por el grupo, al que el adolescente necesita como marco de referencia.
Es cierto que las distorsiones sensoperceptivas que producen las drogas adictivas suelen provocar una perturbación del sentido del sí-mismo mas que esa consolidación que el joven busca. Pero no es menos cierto que merced a las drogas se viven emociones hipertensas y las modificaciones del esquema corporal crean la ilusión de una expansión del self. Por otra parte, el solo hecho de consumir algo prohibido entraña un desafío personal que, para colmo, a veces es compartido por otros amigos o ídolos especialmente valorados por el adolescente.
En términos generales podemos decir que la perturbación del equilibrio ya mencionada acarrea sentimientos tanto placenteros como displacenteros. Los placenteros van desde la sana alegría y frescura juvenil hasta estados de franca exaltación del YO. Los sentimientos displacenteros oscilan entre la inferioridad, la vergüenza y culpa ya nombradas, hasta estados de tristeza, de esa vasta, difusa y a veces profunda melancolía adolescente tan bien descrita por muchos poetas.
Ahora bien, con frecuencia los adolescentes perciben que muchas sustancias psicoactivas permiten un alivio transitorio a esos estados disfóricos y también una huida temporaria de otras circunstancias vitales externas desagradables, de orden familiar o social.
La droga constituye, en este sentido, el intento de restablecer el equilibrio perturbado por estos procesos de reacomodación psíquica. Aquellos jóvenes que por factores constitucionales o ambientales presentan un umbral bajo, la tolerancia a la frustración y poca capacidad de soportar el sufrimiento y esperar su recuperación espontánea, padecen más intensamente la desarmonía emocional de su edad y caen con mas facilidad en esta seudosolución química.
La Presión Social
El joven se halla en una búsqueda de nuevos objetos extrafamiliares para experimentar, y lucha contra su propia dependencia infantil de las figuras parentales. En consecuencia, pasa a depender en mayor grado de su grupo social y se torna más influenciable en sus opiniones, costumbres y hábitos por la presión que ejercen los medios modernos de comunicación, que muchas veces presentan el consumo de drogas como privilegio exclusivo, placentero y excitante.
De un modo más directo aún, la necesidad de nuevas figuras de identificación alienta la incorporación de patrones de conducta pertenecientes a otros jóvenes o adultos más o menos cercanos, que gocen de estima, prestigio y reputación. Esto puede brindar al adolescente que sufre por su debilidad relativa, una sensación de madurez y pertenencia grupal en la medida que consume drogas. Le facilita también el afrontar situaciones de honda angustia social. Cree sentirse más fuerte, mas aún si, como ocurre especialmente merced al uso de algunos alucinógenos, se siente cohesionado con sus amigos y con sus ídolos.
Otra perspectiva interesante de la situación grupal de los adolescentes surge de aplicar las ideas de Meltzer sobre la visión de la sociedad que tienen los adolescentes.
Este autor observó que los adolescentes distinguen básicamente tres comunidades:
1) la de los niños, débiles, dependientes y sometidos al arbitrio de los adultos;
2) la de los adultos, los que ostentan el poder, el conocimiento y el pleno derecho a la sexualidad y
3) la propia, la de los adolescentes, que se sienten relegados pero poseedores de la fuerza, la justicia y la esperanza.
Enfocando el consumo de drogas desde esta perspectiva podemos observar como muchos adolescentes, vacilantes por naturaleza en cuanto a su ubicación grupal, pueden utilizar el consumo de drogas en su intento por diferenciarse tanto del grupo desvalorizado de los niños como del de los adultos, al que de esa manera combaten también en sus preceptos.
También es necesario considerar la influencia que tiene la imagen que brindan los padres y la presión que ejerce el grupo social a través del uso de drogas "legales". El consumo de alcohol y tabaco es parte integral y crucial de la secuencia adictiva. Su uso precede, prácticamente siempre, al de las drogas ilegales, independientemente de la edad en que se inicie el consumo estas últimas. Es muy raro el comienzo directo con drogas ilícitas.
Las primeras sustancias que los jóvenes suelen experimentar son alcohol y tabaco (cerveza, vino y cigarrillos). Más adelante pasan a las bebidas blancas y/o a la marihuana. También es muy raro que se utilicen otras drogas ilegales como la cocaína o los opiáceos sin pasar previamente por la marihuana.
Se desprende de ésto la influencia toxicomanígena perniciosa que pueden ejercer al respecto sobre el niño el consumo abusivo de alcohol, cigarrillos o tranquilizantes por parte de los padres, modelos tempranos de identificación.
A veces la falla del medio familiar radica en su insuficiencia para proveer seguridad y calma al niño que por cualquier suceso cotidiano está angustiado, con temor o ansiedad por motivos internos o externos. El abrazo tierno, que permite una suerte de fusión del niño con su madre o padre serenos, es en ocasiones imposible por la magnitud de la angustia o irritación que sufren los propios padres.
Naturalmente, la acción patógena no se ejerce en episodios únicos o aislados sino por efecto de una sucesión acumulativa de pequeños traumas. Esto determina un déficit estructural de la personalidad, en aquellos aspectos que al desarrollarse proveen al individuo de la capacidad de autoapaciguarse, de tolerar y atenuar su angustia, de evitar su difusión.
Más adelante estos individuos buscarán en las sustancias psicoativas un elemento compensatorio que les permita eludir la invasión de angustia que ellos no pueden evitar con sus propios recursos.
Ahora bien, no podemos abandonar el tema de la presión social sin referirnos al contagio, al papel que cumplen adictos y traficantes en la difusión del consumo de drogas.
Existe una vasta mitología popular acerca de vendedores siniestros y viciosos que corrompen a jóvenes ingenuos a través del engaño o la seducción. Sin embargo, esto es usualmente falso. En términos generales, los traficantes de drogas comercian con clientes conocidos y habituales, y prefieren no arriesgarse a vender su mercancía a desconocidos por más jóvenes e inocentes que parezcan.
Como lo señala el informe norteamericano sobre la Estrategia para el Control de las Drogas, quienes no se han iniciado en el consumo rara vez aceptan una sustancia desconocida de una persona extraña,
Es poco frecuente que un adolescente haga un esfuerzo individual para buscar drogas por primera vez. En realidad no es necesario, porque las experiencias iniciales con drogas surgen del ofrecimiento de otros consumidores con los que se tiene un vinculo personal.
Prevención
Hay programas que dicen que hay que intentarlo, otros que dicen que lo último que hay que hacer es intentarlo, porque en la medida que lo hacemos rompemos todo contacto con la realidad y después es muy difícil restablecerlo.
Es muy difícil clasificar los procesos adictivos por su grado de complejidad y diversidad, también por la problemática de identificar si la adicción es un síntoma o constituye una enfermedad central.
Tomando como referencia los factores dinámicos de la personalidad, nos permitiría ordenar las diferencias entre síntoma y enfermedad encontrando una base estructural común. Problemas conductuales del paciente drogadicto (orígenes psicodinámicos), y la estructura de su psiquismo nos presenta una comprensión más profunda y amplia que puede ser utilizada:
para establecer el tipo de tratamiento
para conocer y evaluar el pronóstico
para ilustrar los métodos y oportunidades de los programas de prevención.
Hemos hablado de tener en cuenta los vínculos tempranos como condicionamientos de los problemas adictivos, hasta se podría sugerir una guía con lo expuesto en el capítulo anterior:
necesidad de una correcta empatía entre padres y niño
que los padres superen sus problemas narcisísticos
que los padres posibiliten al niño la experiencia de sostén, protección física y afectiva a la posibilidad de experimentar frustraciones, límites graduales y adecuados a la fase de desarrollo que permitan y estimulen formación de estructuras
la adaptación, la capacidad de tolerancia a la angustia y la frustración
el reconocimiento del NO-YO y la renuncia a la omnipotencia infantil.
La orientación de los padres para la prevención en este sentido también apunta a evitar los mensajes contradictorios dado que cumplen un papel fundamental en la cura y prevención de sus hijos (principalmente adolescentes).
Para cumplir con la función de prevención es necesario informase y formarse de las características clínicas, psicológicas y sociales de la drogadicción.
Las mejores posibilidades de prevención de muchos males sociales devienen de la estructuración de una sociedad sana donde el amor, los anhelos, el fervor, la lealtad no sean vanas palabras.
3.1 Tipos de Prevención
Los planes de prevención deberán tener en cuenta cuales son las influencias nocivas que proyecta la sociedad sobre la patogenia del adicto y que influyen en la postergación de su curación.
Deben entenderse como:
Prevención primaria: Todo aquello que se efectúe con respecto a la macro comunidad en su conjunto, actuando antes que la drogadicción se manifieste. (EVITAR)
Prevención secundaria: Es la que trata de limitar la enfermedad ya declarada, asistiendo terapéuticamente al adicto. (TERAPEUTICO)
Prevención terciaria: Es la que trata de recuperar al máximo el potencial de la persona. (REHABILITACION)
También se puede clasificar a la prevención en:
Prevención específica: Es la que se relaciona directamente con el fenómeno.
Prevención inespecífica: Son las acciones generales no relacionadas directamente con el fenómeno.
Hay una interrelación permanente entre un tipo de prevención y otra. Como ejemplo podemos citar que en la medida que se está trabajando sobre la reinserción social, se está haciendo también prevención primaria y secundaria.
3.2. Modelos de Prevención
Existen varios modelos tradicionales que toman en cuenta 3 elementos:
3.2.1. Modelo Médico-sanitario
Este modelo centra su análisis en la substancia. La droga es el agente que infecta a las personas.
Clasifica las drogas en
inocuas y
peligrosas.
Haciendo una comparación con la anterior, agregaría a las ilegales, como peligrosas al tabaco y alcohol.
Considera a la droga como activa en si misma, la droga es como un flagelo. El flagelo que azota la humanidad, como en épocas anteriores fueron las plagas y pestes consideradas castigos divinos por los pecados de los hombres. La persona es el huésped en donde se aloja la droga.
El medio es el entorno en donde se trata de detectar la población vulnerable ante este agente peligroso, señalándose entonces los factores de riesgo.
Estos factores de riesgo son determinados grupos económicos, demográficos, sociales, etc.. Existe el peligro del contagio y se considera a la adicción como una enfermedad (la droga con su acción enferma a la persona).
Se toma el criterio de nocividad.
La prevención primaria estaría basada en la información. Apunta más al daño que causa.
También creando programas sustitutivos. La prevención secundaria estaría dada por la internación (el tratamiento), que aísla y margina al sujeto para lograr la reinserción social (prevención terciaria).
3.2.2. Modelo Psico-social
En este modelo se traslada el protagonismo a la persona. No interesa el tipo de droga que se consume.
Este modelo centra su atención en el vínculo que tiene el individuo con la droga, para determinar si ese vínculo es de dependencia.
La adicción sería un síntoma individual. Considera también que el adicto es un enfermo, pero con la diferencia que la adicción no es una enfermedad. La enfermedad está en una situación estructurada tapada por la droga, generalmente en la familia o grupos de pertenencia.
La prevención primaria estaría en la información y formación de grupos de orientación, por ejemplo, para madres a fin de mejorar su comunicación con los hijos, para optimizar los vínculos familiares. La prevención secundaria sería la psicoterapia, que son acciones de prevención inespecíficas ligadas al campo de la salud mental.
3.2.3. Modelo Socio-cultural
Aquí el protagonista es el medio.
El origen del problema es el medio macro-social, la estructura social. Este marco social operaría sobre la persona como un estímulo de tensión y para aliviar esta tensión la persona recurriría a la droga como evasión por la realidad, sin considerar otros factores.
La adicción se considera un síntoma pero la diferencia radica en que aquí se le toma como un síntoma social como algo que nos muestra que pasa en la sociedad.
La prevención primaria estaría dada por la modificación de las condiciones sociales, por ejemplo, que no haya desocupados. Son acciones de prevención inespecíficas que están ligadas al campo político.
3.2.4. Modelo Ético-social
Los anteriores modelos dan una lectura parcial del fenómeno que nos ocupa. Se generó la necesidad de contar con un modelo más abarcativo.
Los modelos tradicionales aparecen como analíticos, analizan el fenómeno pero se queda sólo con una parte de él. Se propusó la necesidad de un modelo de síntesis que no es una sumatoria de partes (de cada parte que toman los otros modelos), sino que toma en cuenta los aspectos parciales pero los sintetiza en una nueva producción.
Así surge este modelo en el cual el trabajo se hace a partir de dos ejes:
El eje del tiempo libre considerando tiempo libre al que apunta a tener un proyecto con sentido. El adicto aparece sin proyectos. La acción preventiva debe facilitar la aparición de proyectos personales que van a encontrar sentido en un proyecto social.
El segundo eje es la participación. Plantea una ética que puede surgir de este proyecto común, es una ética que puede admitir las diferencias, el disenso, no es la ética del modelo ético-jurídico basada en una categoría absoluta (legal-ilegal, bueno-malo). Esto está ligado a una metodología que se diferencia de los otros modelos.
Los modelos tradicionales plantean:
Hay un EMISOR (alguien que sabe, por lo tanto tiene el saber, al tener el saber tiene el poder) que emite un MENSAJE a un RECEPTOR (alguien que no sabe, que pasivamente recibe lo que es propiedad de otro).
La metodología del modelo ético-social es la llamada metodología circular, en donde no se habla de transmisión de información.
El receptor no está en el lugar de no saber porque llega con una serie de información sobre el tema (buena o no). Es decir que existen contenidos. Estos contenidos muchas veces están arraigados en el prejuicio o en construcciones míticas como por ejemplo: ¿se considera droga agregar una aspirina a la bebida cola?
Se pretende que estos contenidos implícitos pasen a ser explícitos, que se les manifieste, que pueda preguntarse si es verdad lo de la mezcla mencionada.
En la medida que esto se explicite se va construyendo el mensaje que se constituye en mensaje común y puede constituirse en un proyecto (que podemos hacer todos para prevenir) y esto apunta al compromiso que es un tema de todos.
El instrumento de prevención no necesariamente puede ser la charla o el audiovisual. Estos son medios auxiliares pero no constituyen en si mismos una acción preventiva, por ejemplo una escuela solicita a especialistas una charla sobre prevención y una vez terminada dicen, bueno ya está, ya terminó.
Esto solo sirve para cumplir con un objetivo inmediato pero no puede considerarse una medida de prevención.
La acción preventiva consiste en ir generando modificaciones en las actitudes, en las formas de relación, en poder tolerar las diferencias.
Conclusión
No todo el que experimenta con drogas se hace adicto.
Existen bases predisponentes individuales, familiares y sociales que condicionan la posibilidad de una adicción.
La adicción es una de las formas en que puede exteriorizarse la actividad de la parte psicótica de la personalidad.
Toda adicción constituye una vía hacia la muerte, es decir una práctica suicida a corto o a largo plazo, dependiendo de una amplia gama de variables.
Todo adicto en forma consciente procura mediante técnicas psicopáticas no exentas de seducción histérica, conseguir "feligreses" para su grupo, a esta actividad Kalina la denomina proselitismo y a los que la realizan mutantes. Estos viven huyendo de sus angustiantes y a veces horroríficas vivencias de vacío interior y soledad, para lo cual aprendieron en su contexto familiar y social que las drogas psicotóxicas son un instrumento para lograr este objetivo y que además le brindan una ilusión de identidad, generalmente grandiosa y hasta épica.
La droga no representa algo, sino es algo para el adicto. Estamos frente a una ecuación simbólica, es decir que están operando los niveles concretos del funcionamiento mental. Esto significa que está en actividad la parte psicótica de la personalidad.
El adolescente al hacerse adicto adquiere una nueva identidad ya es alguien: "un adicto", y si logra en el contexto en que vive que se agreguen otros miembros a su causa, además de sentirse menos solo, podrá llegar al ideal inducido que "ellos son el ser superior".
Kalina señala que el proselitismo se ejerce mediante tácticas psicopáticas y/o seducción histérica pero afirma también con énfasis que la motivación profunda de esta actividad humana, que está más allá del miedo al vacío y a la soledad, es la envidia. El adicto sabe en su interior "que vendió su alma al diablo", pero necesita negarlo. "Yo dejo cuando quiero", "lo hago por placer", "mi vida es mi vida y hago lo que quiero con ella", etc..
Pero cayó en la esclavitud y esta percepción es trágica, no puede aceptarla, él que creyó burlar su castración está condenado a muerte, la máxima castración. Pero, por su debilidad yoica no puede aceptar esta terrible verdad, y aquí surge la veta psicopática movilizada por la envidia. La necesidad de destruir valores morales en el otro es una necesidad psicopática que no se puede ignorar, y esto se ve claramente según Kalina, cuando un adicto deja de consumir e intenta construir un nuevo proyecto de vida.
Los adictos pertenecientes a su grupo de "amigos" rápida o lentamente intentarán sabotear sus logros, pues sino su esclavitud se les vuelve patética y en cambio intentan salvarse maniacamente realizando racionalizaciones como: "mal de muchos, consuelo de tontos", etc.
Un adolescente por experimentar con drogas no se vuelve necesariamente adicto, existe una personalidad previa en la cual coexisten factores predisponentes que hacen que ciertas personas sean vulnerables al proselitismo del adicto.
La adolescencia es una etapa de cambios físicos, familiares y sociales, es el caldo de cultivo ideal para la incorporación de nuevos hábitos. Se sienten megalómanos, presentan dificultades en sus vínculos, les importa mucho ser aceptados por sus amigos, que como transitan por sus mismos caminos "son los únicos capaces de entenderlos". La pérdida de la bisexualidad de la infancia, y la incorporación de las primeras pulsiones sexuales, los lleva primero al narcisismo corporal, a la admiración homosexual y los estados de enamoramiento, y luego a la consolidación del YO y la posterior resolución de situaciones traumáticas.
Familiarmente la mayoría de los adolescentes están contenidos. Pero no siempre esta contención es la óptima. Hay familias saludables, familias doble mensaje, familias autoritarias, familias inmaduras, familias incompletas familias narcisistas.
Comunitaria y socialmente los adolescentes se encuentran con una diversidad muy amplia, como para poder centrarse en la búsqueda de apoyo para resolver críticamente tantos cambios que están operando en ellos.
Es necesario un tratamiento más serio del tema, más sistematizado, más amplio, es necesario un plan que pueda aplicarse en la comunidad donde el adolescente convive, implicando a los padres.
Es necesario disminuir los factores de riesgo, y brindar programas de prevención del consumo de drogas, informando y apoyando al adolescente en un marco de contención a sus padres.
Bibliografía
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
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FUENTES EN INTERNET
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http://www.conadic.gob.mx/
http://www.unet.com.mx/ceca/estadst.htm
www.yupimsn.com/salud/enfermedades/adiccion
www.psicoplanet.com/temas/tema12_contenido.htm
Anexos
ANEXO I
TIPOS DE DROGAS
Droga | Origen | Uso social | Inicio | Vía administración | Acción | Dependencia físicas | Dependencia psíquicas | Peligrosidad | ||||
Tabaco | Natural (planta) | Aceptado | Precoz 12 -14 años. | Inhalado (fumado) | Estimula sistema nervioso central | Si | Si | Baja | ||||
Alcohol | Etanol (planta) | Aceptado | Precoz 12 -14 años | Oral | Depresor sistema nervioso central | Si | Si | Alta | ||||
Psicofarmacos Barbitúricos | Químico | Aceptado | Tardío | Oral | Activadores Sistema nervioso central | Si | Si | Alta | ||||
Piscofarmacos anfetaminas | Químico | Aceptado | Tardío | Oral | Depresores sistema nervioso central | Si | Si | Media | ||||
Cannabis (marihuana) | Natural | Prohibido | Precoz 14 -16 años | Inhalado (fumado) | Enfermedades pulmonares, destructor de globulos blancos | Ligera | Si | Baja | ||||
Narcóticos Opiáceos (heroína) | Químico (morfina) | Prohibido | Tardío 17 – 20 años | Ultravenosa o pernasal | Depresor sistema nervioso central Analgésico | Si | Si | Muy alta | ||||
Alucinógenos (LSD) | Químico (ácido lisérgico) | Prohibido | Tardío 17 – 20 años | Oral | Distorsión sistema nervioso central (alucinaciones) | No clara | Si | Baja* | ||||
Cocaína – Crack | Natural Hojas de coca | Prohibido | Tardío 17 – 20 años | Pernasal o intravenosa | Estimulador sistema nervioso central, anestésico local | Si | Muy intensa | Alta | ||||
INHALANTES (colas,disolventes) | Químico (industrial) | Aceptado | Muy precoz 8 – 12 años | Inhalación | Depresión sistema nervioso central (euforia) | Si | Si | Baja | ||||
Estimulantes menores (Cafeína, Teína) | Natural (café, cacao) | Aceptado | Infancia | Oral | Estimulante sistema nervioso central | Ligera | Si | Nula- |
ANEXO 2
INDICE DE DROGADICCION EN NUESTRO PAIS
(1998)
(2002)
Proporción que ha usado drogas alguna vez
en la vida, por región y a nivel nacional:
Región Norte:
12.35 % 2.73 %
Población que ha hecho uso Ilícito de drogasComparativo a Nivel Nacional
Región Centro:
8.0 % 2.41 %
Autor:
Carla Santaella
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