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El Dios del Génesis

Enviado por Jesús Castro


  1. La mente del Creador
  2. Los atributos divinos
  3. El propósito divino

Este artículo pretende contestar lo más breve y satisfactoriamente posible la siguiente pregunta, basada en el libro del Génesis: ¿Quién es el Creador que se menciona en el Génesis?

El Creador de "los cielos y la tierra".

En las palabras de apertura del Génesis aparece ya la primera mención de Dios, el Creador: "En el principio Dios creó los cielos y la tierra" (capítulo 1, versículo 1). El contexto posterior muestra que la palabra Dios tiene carácter de título o adjetivo calificativo sustantivado, no de nombre propio. En el idioma ancestral del Génesis, el hebreo arcaico, el vocablo "Dios" utilizado aquí, en el capítulo 1 del Génesis, es "Elohim" (literalmente: Dioses), plural mayestático, para denotar excelencia o majestad, y no una personalidad múltiple ni varios dioses.

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NOTA:

El libro PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 1, páginas 696 y 697, editado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract en 1991, explica:

«La palabra hebrea "elo·hím (dioses) parece derivarse de una raíz cuyo significado es "ser fuerte". Es la forma plural de "elóh·ah (dios). Aunque a veces con la forma plural se alude a una pluralidad de dioses, se emplea con más frecuencia como plural mayestático, de dignidad y excelencia. En las Escrituras se usa con referencia al propio [Creador], a los ángeles, a ídolos (tanto en singular como en plural) y al hombre.

Cuando "Elo·hím se utiliza con referencia al [Creador], tiene el sentido de plural mayestático, de dignidad y excelencia. A este respecto, una obra comenta lo siguiente: "Elohim "es uno de estos plurales de abstracción del que el hebreo y otras lenguas semíticas proporcionan muchos ejemplos, y su empleo corriente con verbos y cualificaciones en singular debería bastar para que no se reconociese en ello un vestigio de politeísmo". "Es un plural de plenitud y fuerza y de poder" o un plural de intensidad semítico, para recalcar enfáticamente la idea trascendental de divinidad con todo lo que ella incluye. […] Elohim es el Creador de todas las cosas, el Dios único, Señor del universo" (Biblia Comentada, Profesores de Salamanca, volumen 1, páginas 47 y 48).

El título "Elo·hím singulariza el poder de [Dios] como el Creador. Aparece 35 veces en el relato de la creación, y en cada uno de los casos el verbo que determina la acción está en singular [(compruébese en el relato del capítulo 1 del Génesis)]. En él residen la suma y sustancia de los poderes infinitos».

La mente del Creador.

El libro "Perspicacia", antes mencionado, tomo 1, página 698, comenta: "El Dios verdadero es infinito [en poder, sabiduría y otras cualidades] y su total comprensión está más allá de la mente del hombre. La criatura humana jamás podría esperar llegar a ser igual a su Creador ni comprender a cabalidad Su mente; no obstante, Él puede ser hallado y suministra a los que le adoran todo lo necesario para su bienestar y felicidad. Dios tiene todo el poder y la completa disposición para dar dádivas buenas y dones a sus criaturas… Siempre actúa según sus propias normas justas, haciendo todas las cosas sobre una base legal. Por esta razón, todas sus criaturas pueden tener absoluta confianza en Él, sabiendo que siempre actúa en armonía con los principios que ha establecido. Dios no cambia , y no hay variación en Él en cuanto a la aplicación de sus principios. Tampoco es parcial, y es imposible que mienta".

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La capacidad mental de Dios siempre romperá todos los esquemas teóricos que el simple ser humano pueda hacerse de ella, no importa cuán avanzado sea el estado de la ciencia y la tecnología que el hombre alcance en el futuro. Por esta razón, la humildad y el respeto reverencial deben presidir los tratos del ser humano para con su Creador. Además, es del todo conveniente que el hombre reflexione de vez en cuando en esta insalvable distancia de poderío mental, a fin de no actuar en la vida de manera irrespetuosa contra el Dios Soberano y Todopoderoso, Creador de "los cielos y la tierra".

NOTA:

La enciclopedia libre Wikipedia, bajo el término "curiosidad", dice que ésta "es cualquier comportamiento inquisitivo natural, evidente por la observación en muchas especies animales, y es el aspecto emocional en seres vivos que engendra la exploración, la investigación, y el aprendizaje. Esencialmente, describe un número desconocido de mecanismos del comportamiento psicológico que tienen el efecto de impulsar a los seres a buscar la información y la interacción con su ambiente natural y con otros seres en su vecindad… Aunque los seres humanos [pueden ser] considerados particularmente muy curiosos, a veces parecen perder la obviedad cuando son comparados con otros animales. Lo que [tal vez sucede] es que esa curiosidad humana combinada con la capacidad de pensar de una manera abstracta, conduciría a la mimesis, a la fantasía y a la imaginación, eventualmente [llegándose] a una manera especialmente humana del pensamiento ("razón humana"), que es abstracto y consciente".

Antonio E. Amador, junto a su esposa Mari Luce Fernández, es propulsor de la educación Sudbury en Puerto Rico. En un artículo suyo titulado "La pasión innata de aprender", expone el siguiente lema de Aristóteles: "Los seres humanos son curiosos por naturaleza". Luego, pasa a decir: "Todos los seres humanos nacen con una pasión innata de aprender y convertirse en seres útiles a la sociedad. Dejado en libertad, cada ser seguirá ese camino de aprendizaje a lo largo de su vida y se convertirá en alguien de provecho dentro del entorno social en que se encuentra. Observemos a un infante, cómo se esfuerza en aprender, por sí solo, aquellas cosas que lo llevan a tener mejor dominio del ambiente que le rodea, como por ejemplo, hablar, caminar, coger la cuchara para comer, etc. Según va dominando esas destrezas también se va interesando más en otras, además de imitar a sus padres, hermanos mayores y otros modelos".

El deseo de aprender es lo que le permite a un niño hacerlo, y éste no puede ser impuesto ni obligado. Un niño está dominado por el deseo de saber. Desde pequeño explora todo lo que está a su alcance, su propio cuerpo y todo lo que lo rodea, y cuando su motricidad se lo permita, se desplazará con gran curiosidad y placer motivado por lo que va descubriendo. La adquisición del lenguaje le permitirá expresarse, su actividad se irá extendiendo a la manera de un juego, integrando los objetos de su entorno y manifestará su necesidad de comprender a los adultos con innumerables preguntas, reiteradas e interminables: "¿por qué?".

Por lo tanto, podemos decir que la propia naturaleza humana (definida en función de la actividad del cerebro, de los genes, etc.) es la que marca este anhelo. En consecuencia, cuando un determinado individuo, o una colectividad entera de personas, carece de iniciativa en cuanto a aprender, tenemos necesariamente que suponer que hay un problema de fondo que está afectando patológicamente a los implicados. Éste puede ser una merma de salud corporal que incide contra las funciones cerebrales, o una imposición dogmática que impide el normal desarrollo del pensamiento, o malas experiencias en el aprendizaje (traumas psicológicos provocados por profesores o por sistemas educativos incompetentes), o taras genéticas graves, o entornos sociales degradantes, o captación viciosa (pornografía, drogas), etc.

La psicoanalista madrileña doctora Pilar Rojas expone, en su página web, una serie de consejos para padres y profesionales de la educación. En parte, aconseja: "El ser humano tiene la disposición de aprender -de verdadsólo aquello a lo que le encuentra sentido o lógica. El ser humano tiende a rechazar aquello a lo que no le encuentra sentido. El único y auténtico aprendizaje es el aprendizaje significativo, el aprendizaje con sentido. Cualquier otro aprendizaje será puramente mecánico, memorístico, coyuntural: aprendizaje para aprobar un examen, para ganarse el sueldo, etc. El aprendizaje significativo es un aprendizaje relacional. El sentido lo da la relación del nuevo conocimiento con conocimientos anteriores, con situaciones cotidianas, con la propia experiencia, con situaciones reales, etc. (Juan E. León). Básicamente está referido a utilizar los conocimientos previos del alumno para construir un nuevo aprendizaje. El maestro se convierte sólo en el mediador entre los conocimientos y los alumnos, ya que no es él el que simplemente los imparte, sino que los alumnos participan en lo que aprenden. Pero para lograr la participación del alumno se deben crear estrategias que permitan que el alumno se halle dispuesto y motivado para aprender. De no existir una correspondencia entre el nuevo conocimiento y las bases con las que cuenta el individuo, no se puede hablar de un aprendizaje significativo (César Cisneros)".

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Desde la antigüedad, algunos hombres se han sentido impulsados a buscar a Dios con sinceridad, entre los que figuran Abel, Noé, Abrahán y otros, cuyos nombres y hechos aparecen en el Génesis. Sin duda, estos hombres estaban muy interesados en saber cosas acerca de su Creador, lo cual les llevaría a pensar y reflexionar con asiduidad en los tratos de Dios con sus antepasados y en la grandeza sublime del Creador de "los cielos y la tierra". Se comprende, pues, que pusieran en marcha, de manera natural y automática, el denominado "aprendizaje significativo" con relación a adquirir y atesorar conocimientos relacionados con Dios.

Los hombres creyentes de todos los tiempos siempre han usado el aprendizaje significativo para aumentar su conocimiento de Dios, por medio de añadir a la noción previa que ya tenían de Dios los nuevos datos que podían adquirir de Él. Y esto lo hacían observando la Naturaleza (el Libro de la Creación) y examinando las Sagradas Escrituras (el Libro de Dios, es decir, las revelaciones divinas dirigidas al hombre por medio de profetas y otros recursos).

Respecto a la Naturaleza, el estudio científico de la misma ha conseguido grandes logros, poniéndonos al corriente de las enormes distancias interestelares y extragalácticas y de la innumerable cantidad de formaciones supragalácticas y fuerzas extraordinarias que forman parte del universo observable y más allá. Las nuevas investigaciones cosmológicas y algunas teorías matemáticas que tienen por objeto el estudio del infinito cuantitativo, como la Aritmética de Cantor de los Números Transfinitos, genera en nosotros una mejor idea relacional de la insondable grandeza del Creador. Los antiguos siervos de Dios no podían concebir tamaña grandeza divina como nosotros hoy, porque las nociones que tenían del universo eran muy restringidas.

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Otro aspecto del avance científico tiene que ver con la cantidad aumentante de datos que apuntan hacia la tremenda envergadura de la ingeniería que se manifiesta en la construcción del cosmos, de los seres vivos, del hombre mismo y hasta de las partículas fundamentales de la materia. Esto nos revela una mente prodigiosa, perteneciente a un Diseñador inigualable. Es la mente creativa de Dios, absolutamente inalcanzable e inabordable por el hombre.

Los atributos divinos.

El tomo 1 de la obra PERSPICACIA, página 698, expone: «El Dios verdadero no es omnipresente, pues se dice [en la Sagrada Escritura] que tiene una ubicación concreta. Su trono está en el cielo. Como Dios Todopoderoso, es omnipotente. Todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de Él, y es Aquél que declara desde el principio el final. Su poder y conocimiento se extienden a todas partes y alcanzan toda región del universo. El Dios verdadero es espíritu, no carne, aunque a veces asemeje sus atributos de vista, poder y otros a facultades humanas. De forma que habla de manera figurada de su "brazo", sus "ojos" y sus "oídos", y señala que, como el Creador de los ojos y oídos humanos, puede ver y oír. Algunos de los principales atributos de Dios son el amor, la sabiduría, la justicia y el poder. Él es un Dios de orden y de paz. Es completamente santo, limpio y puro, feliz y misericordioso. En las Escrituras se mencionan muchas otras cualidades que conforman su personalidad».

NOTA:

La revista LA ATALAYA del 15-3-1995, páginas 24 a 28, publicada por la Sociedad Watchtower, comenta:

«El historiador Max Radin escribió lo siguiente acerca de la comunidad judía del siglo I de la Era Común: "La independencia que tenían una de otra las congregaciones judías era muy real, y hasta se insistía en que así fuera. […] Cuando más se recalcaba la necesidad de reverenciar el templo y la ciudad santa, muchas veces los que poseían la autoridad suprema de la madre patria eran objeto de fuerte desprecio".

Desde luego la condición espiritual del judaísmo era bastante triste. ¿Qué factores contribuían? No todos los judíos vivían en Palestina. La influencia de la cultura griega, en la que los sacerdotes no eran guías de la comunidad, contribuyó a socavar el respeto al sacerdocio [del Dios verdadero]. Y no hay que pasar por alto a los instruidos laicos y escribas educados.

[También estaban] los fariseos. El nombre fariseos, o Peru·schím, probablemente significa "separados". Los fariseos se consideraban seguidores de Moisés. Formaron su propia sociedad o fraternidad (en hebreo, javu·ráh). Para ser admitido, había que prometer ante tres miembros que se observaría con rigurosidad la pureza levítica, se evitaría la relación estrecha con los ?am ha"·á·rets (la multitud ignorante [, o la gente del pueblo]), y se pagarían meticulosamente los diezmos… Algunos fariseos eran escribas y maestros profesionales, mientras que otros eran laicos.

Los fariseos creían que Dios es omnipresente [(es decir, que está en todas partes)]. Razonaban que, puesto que "Dios estaba en todas partes, podía adorársele dentro y fuera del Templo, y que no se le invocaba sólo mediante sacrificios. Así que promovieron la sinagoga como lugar de culto, estudio y oración, y la convirtieron en un lugar central e importante en la vida de la gente, hasta el punto de rivalizar con el Templo" (Encyclopaedia Judaica)…

Los fariseos también creían en una mezcla de predestinación y libre albedrío. En otras palabras, "todo está predestinado, pero se da libre albedrío". En cualquier caso, creían que Adán y Eva estaban predestinados a pecar y que hasta un leve corte en el dedo estaba predeterminado…

Los fariseos afirmaban que los rabinos de cada generación debían interpretar los mandamientos de las Escrituras según las ideas de su tiempo. Por esa razón, la Encyclopaedia Judaica dice que "no les resultaba muy difícil armonizar las enseñanzas de la Torá con sus ideas modernas, o ver sus ideas implícitas o aludidas en las palabras de la Torá".

Los fariseos se creían con autoridad de suspender o abolir las leyes [de las Santas Escrituras]. Su razonamiento se refleja en una máxima del Talmud: "Es mejor eliminar una ley, que olvidar toda la Torá". Un ejemplo fue la interrupción del Jubileo, pues pensaban que nadie prestaría al pobre al acercarse ese tiempo por miedo a perder su dinero.

Otros ejemplos son la abrogación del juicio de una mujer de quien se sospechara que había cometido adulterio y la suspensión del proceso de expiación en el caso de un asesinato no esclarecido. Con el tiempo también abrogaron el requisito [sagrado] de proveer para los padres necesitados…».

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La revista DESPERTAD del 8-3-2005, páginas 20 y 21, publicada por la Sociedad Watchtower, expone que «de Dios se dice con justicia que es omnipotente y omnisciente, o en otras palabras, que su poder y su sabiduría son infinitos. Sin embargo, en un intento por describir mejor su grandeza, hay quienes, creyendo que el Creador se encuentra en todos los lugares a la vez, le aplican un tercer adjetivo: omnipresente.

Aunque ninguno de estos tres calificativos aparece en [los lenguajes originales en los que se transmitieron las Santas Escrituras], los dos primeros tienen una clara base [acorde con ellas]. En efecto, Dios es omnipotente y, además, omnisciente, en el sentido de que no se le puede esconder nada. Ahora bien, ¿podría calificársele de omnipresente? ¿Está él en todas partes, o reside más bien en un lugar específico?…

Varios versículos [sagrados] dicen que "los cielos" son "el lugar establecido de [la] morada" de Dios (Libro 1º de los Reyes, capítulo 8, versículos 39, 43 y 49; Libro 2º de las Crónicas, capítulo 6, versículos 33 y 39). Sin embargo, un pasaje [sagrado] expresa la magnitud de [Dios] en los siguientes términos: "¿Verdaderamente morará Dios con la humanidad sobre la tierra?

¡Mira! El cielo, sí, el cielo de los cielos mismos, no puede [contener a Dios]" (Libro 2º de las Crónicas, capítulo 6, versículo 18).

Las Escrituras indican que "Dios es un Espíritu", y que, como tal, no reside en el universo físico, sino en una región inmaterial. Al referirse a esta morada divina como "los cielos", la [Sagrada Escritura] destaca su carácter excelso, en contraste con el entorno material en el que vivimos los humanos. Así pues, la Palabra de Dios manifiesta que el Altísimo se halla en un lugar que no tiene nada que ver con el universo físico y que, sin embargo, no por ello deja de ser específico…

Aunque la [Santa Escritura] siempre sitúa a Dios en un lugar específico, suele indicar que su espíritu santo es ubicuo, es decir, que puede hallarse en todas partes. "¿Adónde puedo irme de tu espíritu, y adónde puedo huir de tu rostro?", preguntó el rey David (Salmo, capítulo 139, versículo 7). Hay quienes no han entendido bien estas palabras y han llegado a la conclusión de que Dios es omnipresente. Sin embargo, al analizar el contexto de éste y otros versículos, queda claro que [Dios], desde su morada, tiene la opción de enviar el espíritu santo —su poder divino en acción— a cualquier rincón del universo material…

En su gran humildad y amor, […] Dios permite que se utilicen términos humanos para describir con la mayor precisión posible su persona y su morada. Ésta es una de las maneras en que "se rebaja a mirar lo que hay en los cielos y en la tierra" (Salmo 113:6, Antiguo Testamento Interlineal Hebreo-Español). Con todo, la naturaleza del Creador se escapa a la comprensión humana.

[Dios] es un ser tan glorioso, excelso y maravilloso que resulta imposible describirlo a la perfección con términos humanos. Por eso, aunque las Escrituras indiquen que su morada celestial es un lugar específico, no podemos comprender completamente dicha dimensión espiritual.

Aun así, resulta reconfortante conocer un poco la verdadera naturaleza [del Creador], saber que no es una fuerza impersonal abstracta dispersa por el cosmos, sino un ser real, cariñoso y tierno, que reside en un lugar concreto. Saber esto nos permite disfrutar del mayor privilegio al alcance de un ser humano: la amistad […] con el Altísimo, el Soberano del universo».

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El propósito divino.

El tomo 1 de la obra PERSPICACIA, página 698, sigue diciendo: «Debido a que tiene un gran amor a sus criaturas, [el Dios Todopoderoso] ofrece muchas oportunidades para que le conozcan y sepan de sus propósitos… Él se ha comunicado [con la humanidad] por medio de ángeles y a través de hombres, como Moisés, a quienes dio instrucciones y revelaciones…

Dios tiene un propósito [fundamental] que va a realizar y que no se puede frustrar. Este propósito es [el de] "reunir todas las [criaturas inteligentes] de nuevo […], las [criaturas] en los cielos y las [criaturas] en la tierra". Así, [en el futuro], todas las criaturas racionales llegarán a estar en plena armonía con Dios. [NOTA: La rebelión que se manifestó en Edén, y que inicialmente envolvió a Adán, Eva y Satanás, constituyó un gran atentado contra el deseo divino de tener una familia feliz y unida compuesta de criaturas inteligentes, celestiales y terrenales; es decir, ese pecado constituyó una afrenta contra la soberanía universal de Dios].

Como el Alfa y la Omega (según se cita en el Apocalipsis, capítulo 22, versículo 13), es el único Dios Todopoderoso, y conducirá a feliz término la cuestión surgida en torno a su soberanía, quedando así vindicado para siempre como el único Dios Todopoderoso. [Él] nunca olvida o abandona sus propósitos o sus pactos, lo que le convierte en un Dios confiable y leal».

 

 

Autor:

Jesús Castro