- Introducción
- Características del sistema de precios en Cuba
- Inflación
- Elementos esenciales de la política monetaria en Cuba
- Índice de Precios al Consumidor (IPC)
- Relaciones dinámicas entre los precios regulados y los no regulados en Cuba
- Conclusiones
- Soluciones recomendadas
- Referencias
Introducción
Durante el transcurso de la ultima década del siglo pasado, el país transitó por un proceso de transformaciones económicas, con el objetivo de eliminar los desajustes macroeconómicos que provocó el derrumbe del campo socialista, tratando de minimizar en lo posible los costos sociales de la crisis. Estos cambios también se extendieron al sector monetario y financiero, siendo las principales medidas adoptadas la despenalización del uso y tenencia del dólar estadounidense, la creación del peso convertible y de la entidad Casas de Cambio S.A. (CADECA).
Otra de las primeras medidas tomadas fue la creación de los mercados agropecuarios, con precios no regulados, dándosele de esta forma una mayor relevancia a la inflación a partir de este momento, por su incidencia sobre el proceso productivo y el bienestar de la población. En correspondencia con ello, al Índice de Precios al Consumidor (IPC), que sólo abarcaba los precios del mercado formal, se le incorporó el índice de precios del mercado agropecuario y, posteriormente, el del informal, recogiendo en una muestra representativa los precios de los bienes y servicios ofertados a la población en moneda nacional.
De acuerdo a las condiciones en que se ha ido desenvolviendo la economía, el BCC ha ido modificando gradualmente la forma en que implementa la política monetaria, pasando de un esquema dirigido al control de la liquidez en poder de la población hacia otro cada vez más orientado hacia el seguimiento de los precios minoristas, puesto que es en esta esfera donde se producen los desequilibrios monetarios y las presiones inflacionarias.
En el presente trabajo se da una caracterización del sistema de precios cubano y las diferentes etapas por las que ha transitado el control de precios; luego se muestran las características particulares de la inflación y del IPC cubano, finalmente, se hace una valoración de las relaciones entre los precios regulados y los precios no regulados en Cuba.
Desarrollo
Características del sistema de precios en Cuba
En este acápite se resumen las características principales del sistema de precios cubano desde los años sesenta y las diferentes etapas por las que ha transitado el control de precios. En los primeros años de la Revolución, el control de los precios que se aplicaba en Cuba, heredado del régimen político anterior, era el característico de los países capitalistas, limitado a algunos productos y servicios fundamentales para la actividad económica del país como la gasolina y la electricidad. Gutiérrez (2006) considera que la historia de los precios en Cuba después del triunfo de la Revolución puede dividirse en tres etapas:
1ra. Etapa: el control de los precios en Cuba.
Esta etapa se inició con las medidas adoptadas para el racionamiento de algunos productos agrícolas, primero en Ciudad de La Habana y después en el resto del país, en los primeros meses de 1960. Los productos y servicios con precios controlados fueron creciendo en la medida en que las dificultades económicas se iban acrecentando, como resultado de la implementación del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América y sus acciones directas e indirectas contra la economía cubana. Desde esa época, el Estado había comenzado a vender a muy bajos precios a las personas más necesitadas algunos de los bienes malversados que habían incautado a la burguesía. Otras medidas como las leyes sobre el alquiler de la vivienda y la rebaja de las tarifas de electricidad demostraban el carácter de control social de la producción que caracterizaba al nuevo sistema político y económico. En estos primeros años de la Revolución, no existía una autoridad con poder centralizado que normara el funcionamiento de los precios, en general, se trabajó de forma aislada.
La necesidad de ajustar los precios vigentes requirieron de la creación de un sistema unificado, aprobándose en marzo de 1963 la "Ley General de Precios", en la cual se determinaron los principales fundamentos para la formación de precios en Cuba, la que concebía una política única de precios en la economía, el establecimiento de precios fijos para los medios de producción y bienes de consumo y la vinculación de los precios con las tareas de los planes de desarrollo de la economía nacional.
Un momento importante fue la ofensiva revolucionaria del año 1968, donde pasaron a propiedad estatal una gran cantidad de establecimientos, fundamentalmente de distribución y servicios a la población, los que a partir de ese año comenzaron a regirse por lo establecido por el gobierno. Con esta medida se eliminó el comercio privado casi en su totalidad y los precios a la población comenzaron a ser aprobados por el Estado.
Para atender toda esta actividad, así como extender el comercio a las áreas urbanas carentes de él, fueron creadas, primeramente, las oficinas de comercialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), las que dieron paso, más tarde, al Ministerio del Comercio Interior (MINCIN) en 1961. A partir de este momento, se conformó un fuerte sector estatal, tanto en la esfera productiva como de comercio, que distinguió cualitativamente la economía del país.
La alternativa al racionamiento era la subida exorbitante de los precios, que habría puesto los artículos esenciales fuera del alcance de las familias de bajos ingresos.
En los primeros años nacen los elementos esenciales de lo que en la etapa posterior sería el control de los precios en el país.
2da. etapa: La centralización de los precios.
Con la Ley No. 1300 del 3 de enero de 1976 se creó el Comité Estatal de Precios (CEP), realizándose una labor de registro y ordenamiento de los precios y tarifas.
En la confección del Plan de 1981, se aplicó la reforma de precios mayoristas, trabajándose después en los ajustes de los precios minoristas. En ese mismo año se adoptó el Acuerdo No. 3860 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (CECM) que estableció los productos y servicios cuyos precios mayoristas y/o minoristas debían ser determinados por esta instancia de dirección, de acuerdo a la importancia que para la economía nacional o el nivel de vida de la población tenían los mismos.
Las favorables relaciones de intercambio con el campo socialista y especialmente con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), permitieron continuar desarrollando acciones dirigidas al mejoramiento del nivel de vida de la población.
La Reforma de Precios Mayoristas, de la Construcción, Acopio y Tarifas Técnico Productivas puesta en vigor el 1ro. de enero de 1981, constituyó el primer acto de planificación de precios a mediano plazo realizado en Cuba, siendo presentados cerca de 400 000 precios y tarifas diferentes para ser revisados y modificados. Esta primera reforma de precios significó un esfuerzo que estableció, por primera vez en el país, un sistema de precios mayorista formado con bases metodológicas uniformes para toda la actividad productiva.
Esta etapa se caracterizó, principalmente, por la adopción de medidas de orden institucional que reforzaron la centralización de la formación y aprobación de los precios; por la experiencia del Mercado Libre Campesino; así como por el inicio y fortalecimiento de la inspección de precios que incorporó a miles de voluntarios.
3ra. etapa: Centralización de la política y descentralización de los precios.
Esta etapa comenzó con el "Período Especial" en los primeros años de la década del 90, en la que fue necesario realizar un proceso de análisis de la actividad de precios, dadas las nuevas condiciones de limitaciones en la oferta de productos y servicios a la población.
En 1992 se realizó una modificación al Acuerdo No. 3860 del CECM, descentralizándose prácticamente la aprobación de los precios mayoristas y reduciéndose la centralización de los de acopio. Asimismo, se realizó el perfeccionamiento de la formación de precios mayoristas que consistió, fundamentalmente, en la eliminación del subsidio a los precios de los productos de importación, con lo cual quedaban sin la estabilización que tenían hasta esa fecha. Los precios minoristas y las tarifas de servicios se mantuvieron centralizados.
Entre las medias económicas adoptadas en 1994 para enfrentar la agudización de la crisis en materia de precios se encuentran:
la eliminación de gratuidades indebidas que provocaron que a un grupo de servicios se les determinaran tarifas
el incremento a los precios de algunos productos no esenciales como las bebidas alcohólicas y los cigarros.
Por otra parte, se autorizó la tenencia y circulación de monedas convertibles, surgiendo a partir de ese momento una red de tiendas de recuperación de divisas (TRD) con precios centralizados y con la finalidad fundamental de obtener ingresos en estas monedas para el país. Los comedores obreros comenzaron a regirse por el principio de cubrir sus costos, con el cobro a los comensales a precios asequibles, sin perseguir ganancias.
Un tratamiento regulatorio flexible se le brindó a los precios del mercado integrado por trabajadores por cuenta propia, a los cuales no se les ponen condiciones para la comercialización, pero se regulan a través de impuestos y la competencia que le pueden realizar a las empresas que brindan servicios y productos similares.
En 1996 se fusionaron el Comité Estatal de Finanzas y el CEP, creándose el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) con la misión de fortalecer la actividad financiera y de precios en el país.
Aunque ya se venían dando pasos para la reorganización de la actividad de precios, la dirección del país aprobó, en 1997, los Lineamientos de la Política de Precios, los que se basan, fundamentalmente, en la centralización al nivel superior de la política de formación de precios, sus metodologías y de aquellos precios que por su importancia económica y en el nivel de vida de la población lo requieran, y la descentralización de las facultades de formación de precios a los niveles que tengan las condiciones necesarias.
También, se confirmó la dirección centralizada de la inspección de los precios. Los conceptos fundamentales del control de precios fueron ratificados en la Resolución Económica del V Congreso del PCC, en 1997, al señalar que: "En cuanto a precios, sin perder el carácter centralizado de las decisiones de su política, se deben establecer enfoques congruentes con los cambios en el sistema empresarial que tiendan a evitar los precios monopólicos y las ganancias injustificadas por esta causa. En particular, en cuanto a la formación y aprobación de precios, deberá continuarse el proceso de descentralización y, hasta que se cuente con un tipo de cambio más adecuado, habrá que diseñar políticas transitorias que ordenen los mecanismos vigentes"
El sistema de precios cubano vigente en la actualidad se resume en la figura.
Debido al tema central de la investigación en lo adelante sólo se hará referencia al sistema de precios minoristas.
La inflación es una variable macroeconómica que constituye un factor clave en cualquier economía, debido a su incidencia en el proceso productivo, en la evolución del poder adquisitivo de la moneda y su consiguiente reflejo en el bienestar de la población. Es por eso que los bancos centrales prestan una especial atención y seguimiento al comportamiento de este indicador, adoptando medidas de política monetaria para tratar de lograr la estabilidad de los precios.
En economía, la inflación se define como el aumento sostenido y generalizado del nivel de precios de los bienes y servicios que se ofertan durante un período de tiempo determinado, medido frente a un poder adquisitivo estable, o lo que es lo mismo, un descenso continuado del valor del dinero.
Por lo general, se distingue entre un aumento "ocasional" del nivel general de precios y el aumento sostenido de los mismos. La primera es llamada por algunos economistas como la definición débil de la inflación, por no requerir que el aumento de los precios sea permanente, e incluso, algunos no la consideran inflación en sí. El segundo concepto, denominado definición fuerte de inflación, sí requiere que se dé un incremento en los precios a lo largo del tiempo, por lo que éste es el concepto de inflación que la define.
Si la inflación es un proceso generalizado y sostenido en el tiempo, significa que en un período relativamente prolongado se tiene que entregar cantidades crecientes de unidades monetarias para adquirir bienes y servicios. Ello nos permite concluir que el proceso inflacionario y la pérdida del valor del dinero son la misma cosa. Por lo tanto hablar de inflación es hablar de pérdida generalizada y sostenida del valor del dinero.
La inflación origina una pérdida del poder adquisitivo de las familias y afecta de forma especialmente negativa a los colectivos y agentes económicos más débiles o con menor poder de influencia en el mercado sobre los precios o los salarios y a todos los perceptores de renta fija; en tanto se benefician con ella los trabajadores con mayor poder de negociación, los deudores, el Estado y las grandes empresas.
La teoría económica indica que la inflación, principalmente la imprevista, produce incertidumbre sobre los precios futuros, lo que afecta las decisiones sobre el gasto, el ahorro y la inversión, ocasionando una asignación deficiente de recursos y, por tanto, dificulta el crecimiento económico.
2.2.1 Los precios regulados y la inflación.
Los gobiernos influyen en los precios de los bienes de consumo y de servicios en diferentes grados y por diversos conductos; bien fijando precios directamente, mediante la regulación de los mercados o de los productos o, también, a través de impuestos indirectos y de subvenciones; atendiendo a criterios técnicos o políticos.
Por definición, los precios regulados o administrados son aquellos que están sujetos a ciertas normas fijadas por el Estado en mercados no competitivos, tales como los de la electricidad, el gas, el agua y otros. En general, no todos los precios pudieran estar directamente administrados por el Estado, sino que una parte de ellos pueden estar sujetos a alguna regulación específica, lo que depende de las características económicas y sociales del país en cuestión.
No resulta fácil elaborar estimaciones de los precios administrados, ya que algunas medidas se aplican sólo a escala territorial o local, otras dependen de la renta o de las características socioeconómicas de los consumidores; además, algunas causas de variaciones de precios son casos límites que se encuentran dentro de las definiciones de los precios administrados y de los precios de mercado. Sin embargo, una manera de obtener una estimación muy aproximada y parcial del impacto de los precios administrados sobre la inflación medida por el IPC consiste en identificar los componentes de dicho índice, con el menor grado de agregación disponible, que se considera están fuertemente influidos por la fijación de los precios administrados.
En la literatura económica se habla de la inflación en sentido general, no se hace alusión al papel que desempeñan los precios regulados en una economía; tal vez porque en cada nación las autoridades económicas son las encargadas de determinar a qué productos se deben aplicar estos tipos de precios, atendiendo a las particularidades de la economía y a determinados aspectos de carácter político o social.
2.2.2 La inflación en Cuba desde los años noventa
En Cuba, la inflación no jugó un papel relevante en la economía durante las décadas de los años 60 a 80. Los suministros estables de las principales materias primas, equipos, materiales y alimentos que se recibían de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de los países del campo socialista de Europa del Este garantizaban la continuidad del proceso productivo, a la vez que permitieron mejorar la infraestructura económica del país, todo lo cual influyó en una oferta bastante estable de bienes y servicios a la población. A ello se añadió un control estatal casi absoluto sobre la economía, donde la población obtenía casi la totalidad de los productos de la canasta básica en la red de tiendas y mercados minoristas estatales creados, período durante el cual los precios regulados por el Estado se mantuvieron la mayor parte del tiempo invariable. En esa etapa, los precios regulados estaban desvinculados de los problemas monetarios existentes y los desequilibrios monetarios se reflejaban en excesos de liquidez en la economía, por lo que las autoridades económicas implementaban medidas, fundamentalmente, para controlar la liquidez en poder de la población, con vistas a que ésta no sobrepasara determinadas proporciones con respecto al producto.
Esta variable comenzó a tener una mayor importancia en la economía desde los años noventa con el surgimiento de los mercados con libre formación de precios, debido a su incidencia en el proceso productivo y en las condiciones de vida de la población cubana.
Durante el período (1990-2007), la inflación transitó por tres etapas:
Desde finales de 1989 hasta 1993, hubo un alza importante (tres dígitos) de los precios que regían en los mercados informales, en tanto los regulados se mantuvieron sin variación. La sobre liquidez monetaria, el déficit fiscal y los desbalances entre la oferta y la demanda de bienes fueron sus determinantes principales.
A partir de 1989, con el derrumbe de los países socialistas mencionados, la economía cubana comenzó a adentrarse en una profunda crisis, a la que se llamó "Período Especial", por lo que fue necesario adoptar un conjunto de medidas para ir ajustando los desequilibrios macroeconómicos existentes y revertir los efectos producidos por la crisis. Como resultado del Período Especial y los consecuentes desequilibrios, la economía cubana experimentó un crecimiento excesivo de la cantidad de dinero en manos de la población entre los años 1990 y 1994, trayendo como consecuencias un incremento considerable de los precios y el deterioro de las funciones dinerarias de la moneda nacional y su gradual sustitución por el dólar estadounidense, en el entorno de una economía informal que por esa etapa se fortalecía. Todo ello conllevó a una significativa pérdida del poder adquisitivo de la moneda nacional, en un ambiente de gran inestabilidad monetaria.
A principios de los 90 aconteció una hiperinflación en el mercado informal. Los años de mayor incremento de precios fueron 1991 con más de 150 % y el año 1993 con más de 200 %. El tipo de cambio del mercado negro superó los 100 pesos por dólar, cuando en 1989 se cotizaba en 5 pesos por dólar.
El déficit promedio de 1990-1993 fue de 24,9 % del PIB. Este expandió la creación primaria de dinero. La liquidez en manos de la población medida por el agregado monetario M2A creció a una tasa promedio anual de 27.6 %. En Cuba, también las altas tasas de inflación vinieron acompañadas de altas tasas de crecimiento de la oferta monetaria.
Cuando abre el mercado agropecuario en 1994 inicialmente toma los precios vigentes en el mercado informal e inmediatamente se produce una reducción significativa de los mismos, sin embargo los precios se mantuvieron con niveles muy superiores a los que existían antes de la crisis económica. En esos años el mercado formal se mantuvo sin variaciones de precios.
A partir de 1994 los datos macroeconómicos muestran un punto de inflexión, se retoma el equilibrio fiscal, la circulación mercantil minorista se reanima, creció 44.7 %, como resultado de las nuevas medidas. Se estabiliza el tipo de cambio, se controla el crecimiento de M2A y la economía empieza a tener tasas positivas de crecimiento. Desde entonces la política monetaria, en coordinación con otras políticas y favorecida por una situación económica general más favorable ha podido controlar la inflación.
Así, considerando lo sucedido históricamente en la economía cubana, se puede partir de una etapa donde la inflación comienza a convertirse en una variable importante dentro de la actividad económica del país y en la evolución del poder adquisitivo de la moneda, con el consiguiente reflejo que ello tiene en el bienestar de la población. Ese período se inicia en 1994 con la adopción de una de las primeras medidas: el surgimiento de nuevos mercados, cuyos precios se forman libremente.
Entre 1995 y 2001, la economía se caracterizó por un período de deflación o muy baja inflación, como resultado de las medidas de ajuste fiscal y monetario introducidas en 1994 para el saneamiento financiero interno y otras adoptadas para conservar los equilibrios macroeconómicos y restablecer el crecimiento económico mientras se mantenían congelados los niveles de salarios.
A partir de 2002 hubo niveles de inflación positivos pero bajos. En los últimos años la inflación ha tendido a crecer aunque se mantiene en promedio, siendo una inflación moderada. Han contribuido a esta tendencia tanto los aumentos de salarios, como los incrementos de los precios regulados.
En Cuba, la inflación tiene características muy diferentes a las de otras economías por la segmentación de mercados que existe (uno para la esfera empresarial y otro para la población, ya sea en los mercados de bienes y servicios o en los mercados monetarios y de divisas), estrechamente vinculada y reforzada por la dualidad monetaria, con dos mercados que presentan lógicas diferentes, de acuerdo al tipo de moneda de que se trate.
Tal peculiaridad permite diseñar determinadas políticas para un sector sin que el otro se afecte de manera inmediata, y explica el por qué los desequilibrios del sector empresarial no necesariamente se trasladan con claridad y relativa rapidez al sector poblacional, situación que tampoco ocurre en el sentido inverso. Sin embargo, hay que reconocer que las variables monetarias se ajustan de manera más activa en el sector de la población, por ser en éste donde se localizan los mercados de libre formación de precios y donde, finalmente, pueden manifestarse los desequilibrios y presiones inflacionarias.
Elementos esenciales de la política monetaria en Cuba
Al tratar el tema de la política monetaria es necesario tener en cuenta que, en el caso de Cuba, por no tratarse de una economía de mercado, la misma adopta características particulares. Pérez, Hernández e Hidalgo (2003) consideran que las características fundamentales que deben tenerse en cuenta para poder entender los mecanismos de transmisión de la política
monetaria son: primero, la economía cubana es altamente centralizada, aunque con algunos elementos de economía de mercado introducidos para poder insertarse en la economía internacional y, segundo, funciona con un alto grado de segmentación de mercados y dualidad monetaria; por lo tanto, el modo de conducir la política monetaria y su mecanismo de transmisión difieren de lo convencional en cuanto a materia macroeconómica se refiere.
La dualidad monetaria y del sistema de precios aportó soluciones transitorias, que principalmente constituyeron amortiguadores del efecto social que tendría la crisis, pero fueron, de hecho, mecanismos de transmisión atenuantes de sus consecuencias hacia el interior de la economía.
Las medidas dirigidas a transformar y reorganizar la economía, implementadas en la década de los noventa para eliminar los desequilibrios macroeconómicos causados por el Período Especial, se reflejaron también en la esfera monetaria y financiera. Se despenalizó el uso y la tenencia de divisas en el país, se creó el peso convertible (CUC), se ampliaron los servicios bancarios con la creación de nuevas instituciones bancarias y financieras no bancarias cubanas, en la cual se destaca Casas de Cambio S.A. (CADECA) por el importante rol que ha jugado en la prestación de servicios de compra y venta de pesos cubanos y pesos convertibles a la población y en la reducción de las operaciones del mercado negro en esta esfera.
En un contexto de diversificación de las relaciones de propiedad y de descentralización económica, en 1997, se separaron las funciones de la banca central y de los bancos comerciales y se crearon nuevos bancos e instituciones financieras no bancarias. La mayor autonomía del BCC busca establecer un equilibrio en la administración pública en las acciones que puedan originar presiones inflacionarias. A partir de entonces, el banco central ha implementado medidas que han contribuido a la estabilidad de la moneda nacional y en aras de minimizar los niveles de inflación.
De acuerdo con las condiciones en que se ha ido desenvolviendo la economía, el BCC ha ido modificando gradualmente la forma en que diseña e implementa la política monetaria, transitando de un esquema enfocado en el control de la liquidez en poder de la población hacia otro cada vez más orientado hacia el control de la inflación y el equilibrio del mercado cambiario en que operan las personas naturales, puesto que los desequilibrios monetarios ya no se traducen en excesos de liquidez como en décadas anteriores, sino en inflación y mayores compras de pesos convertibles en ese mercado.
Esto no significa que el banco central haya dejado de controlar la liquidez, al contrario, mantiene su seguimiento y control a través del comportamiento de los agregados monetarios (fundamentalmente del M2A), los cuales representan una herramienta indispensable para la implementación de la política monetaria en toda la economía. A través de estos agregados, la autoridad monetaria puede medir la cantidad de dinero que mantienen los agentes económicos como activos financieros y que es conocida como oferta monetaria, la cual constituye una variable clave para el diseño y seguimiento de las estrategias de política monetaria.
Para implementar la política monetaria, el BCC creó, en 1998, el Comité de Política Monetaria, el cual se reúne mensualmente con varios objetivos: analizar la evolución de la liquidez monetaria, dictaminar sobre las tasas de interés que se aplican en el sistema financiero, examinar el mercado de cambios donde opera la entidad Casas de Cambios S.A. (CADECA) y, en general, revisar, conocer y tomar decisiones en todo lo concerniente a la política monetaria del país.
A partir de 1999 en que se comenzaron a calcular y registrar los agregados monetarios, se han logrado avances en la formulación e implementación de la política monetaria. En este sentido, se han puesto en práctica medidas e instrumentos con el propósito de atemperar la situación monetaria de las empresas y de la población al desarrollo de la economía. Estos agregados, comúnmente conocidos como M1, M2, M3, etc., constituyen la suma de los componentes de la liquidez macroeconómica en todas sus formas.
La medición de la liquidez total de la economía comienza con la base monetaria (BM), compuesta por el papel moneda y metálico que circula en la economía (C) más las reservas (R) que mantienen los bancos comerciales en el BCC, dinero de alto
poder expansivo que se multiplica a través del sistema financiero. La BM indica la creación primaria del dinero, o sea, la cantidad de dinero que sitúa el BCC en circulación.
BM = C + R
Las reservas pueden ser obligatorias o voluntarias. Las obligatorias, más conocidas como encaje legal, representan un porcentaje del total de los depósitos (cuentas de ahorro a la vista o a plazo y cuentas corrientes) que existen en cada banco y que deben mantenerse por ley en el BCC. Estos componentes se conocen como usos de la BM.
Con la desdolarización de la economía y la sustitución el dólar estadounidense por el peso convertible (CUC) se hace necesario calcular este indicador para ambas monedas, lo que permite conocer con mayor precisión los recursos disponibles para la economía. Así, en Cuba, la BM se define en ambas monedas al sumar los efectivos fuera del BCC (efectivo en circulación y efectivo en caja de los bancos), más los depósitos de los bancos comerciales en el BCC (reservas voluntarias).
La evolución de la BM está condicionada a causas conocidas como fuentes de la BM y que, en el BCC, coinciden con las fuentes de cualquier banco central del mundo:
– Crédito Neto al Gobierno: Cuando se le otorga un crédito al fisco, la BM se expande porque aumenta el saldo de las cuentas corrientes del banco comercial en el que el gobierno mantiene sus recursos (Banco Metropolitano en Cuba) y de esta forma también se elevan las reservas de dicho banco en el BCC y, con ello, la BM.
– Crédito Neto al Sistema Financiero: Al igual que el anterior, si el BCC presta al sistema financiero, en éstos se elevan sus pasivos por la obligación contraída, a la vez que aumentan las reservas en el BCC y, por tanto, la BM.
– Operaciones cambiarias: Cuando el BCC interviene en el mercado cambiario comprando (vendiendo) moneda externa, está emitiendo (desemitiendo) moneda nacional.
En Cuba, el mecanismo de creación del dinero se distingue del resto de las economías por la coexistencia de dos monedas domésticas, con tipos de cambio diferentes según el agente de que se trate; de ahí que se observen varios mecanismos de creación o destrucción de una de las monedas domésticas, mientras en la otra el proceso es a la inversa.
Vidal (2007) ejemplifica varios casos que explican este proceso: i) cuando las empresas exportadoras ingresan divisas al país, el BCC las compra a través de una venta de CUC, causando una expansión de la BM en esa moneda, sin afectarse la BM en pesos cubanos; ii) las operaciones cambiarias que se establecen a través de CADECA pueden causar movimientos en ambas BM: cuando esta entidad acude al BCC por necesidades de liquidez y le vende pesos cubanos por CUC, ocurre una emisión de CUC, mientras que la BM en pesos cubanos se contrae; iii) cuando intervienen personas jurídicas en las operaciones cambiarias de las Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD), en las que éstas compran pesos cubanos por CUC para sufragar sus gastos por concepto de salarios; se expande la BM en pesos cubanos y se contrae la emisión primaria de CUC.
Mediante instrumentos de política monetaria, el BCC trata de influir en el comportamiento de estos indicadores, conectados por diversos canales a la inflación y a la compra-venta de monedas en CADECA. No hay una regla específica para la toma de decisiones, sino que la política monetaria se realiza de forma discrecional, de acuerdo con las circunstancias que haya en cada momento.
En el esquema se puede observar la composición de los agregados monetarios cubanos.
Estructura de los agregados monetarios en Cuba
1.- Efectivo en circulación (moneda nacional)
2.- Cuentas de ahorro a la vista (moneda nacional)
3.- Cuentas corrientes totales (moneda nacional) Total M1
3.1.- Cuentas corrientes (personas naturales) M1A
3.2.- Cuentas corrientes (personas jurídicas)
4.- Plazo fijo (moneda nacional, personas naturales) M2A
5.- Plazo fijo (moneda nacional, personas jurídicas)
6.- Cuentas de ahorro a la vista (moneda libremente convertible, personas naturales y jurídicas)
7.- Cuentas corrientes (moneda libremente convertible, personas naturales y jurídicas)
8.- Plazo fijo (moneda libremente convertible, personas naturales y jurídicas) M3A Subtotal M3 parcial
9.- Efectivo en circulación (pesos convertibles) Total M3
En general, el BCC tiene pocas posibilidades de utilizar los instrumentos convencionales de control monetario teniendo en cuenta el contexto institucional de la política monetaria y del sistema financiero. No existen mercados de capitales, por lo que no se cuenta con la posibilidad de realizar operaciones de mercado abierto.
Como instrumentos de política monetaria el BCC ha utilizado, fundamentalmente, el tipo de cambio del peso cubano en CADECA, el control directo sobre las tasas de interés activas y de los depósitos a plazo fijo, así como la venta de pesos convertibles al Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) para influir sobre la circulación mercantil minorista, por el importante papel que desempeña este organismo en el equilibrio entre la oferta y la demanda de bienes y servicios, en el control de la liquidez en poder de la población y, finalmente, en la estabilidad de precios.
Asimismo, existe una coordinación entre la política monetaria, la fiscal y la planificación a través del Grupo de Análisis del Saneamiento de las Finanzas Internas (GASFI), en el cual se reúnen mensualmente funcionarios del BCC, del MFP, del MEP y del MINCIN para discutir las acciones que cada uno debe llevar a cabo para mantener el equilibrio monetario en el sector de la población. En estas reuniones, se analizan las variaciones de los salarios, de los precios regulados, de las diferentes fuentes de liquidez monetaria, así como la asignación de divisas al MINCIN por parte del MEP. Todas esas variables están fuera del control del BCC, pero tienen un impacto directo y significativo en la inflación y en el equilibrio del mercado cambiario al que concurre la población.
Como objetivos finales, el BCC se ha trazado la estabilidad de precios y del tipo de cambio de CADECA, así como el equilibrio externo y el crecimiento sostenido del producto con una tasa de empleo estable.
Como resultado de la desdolarización, el BCC ha aumentado el control de la oferta monetaria y hay una mayor flexibilidad para financiar la actividad económica, ya que mediante la expansión de la oferta monetaria en pesos convertibles la política monetaria puede estimular el crecimiento económico.
No obstante lo anterior, uno de los elementos que limitan la autonomía de la política monetaria en el control de la oferta monetaria es la monetización del déficit fiscal.
Debido a que no existe en el país un mercado de deuda pública, el déficit se financia con emisión monetaria a través de un préstamo, en pesos cubanos, que otorga el BCC al Presupuesto del Estado, el cual no puede ser superior al déficit aprobado por la Asamblea Nacional cada año. El Presupuesto no está obligado a reintegrar el principal de la deuda adquirida, sino que sólo debe pagar un uno por ciento de interés anual.
Debido a las características de la economía, la política monetaria deberá implementarse de manera coordinada para el peso cubano y el peso convertible, debido a que ambas están interconectadas a través de diferentes vías, principalmente mediante las operaciones de compra-venta de monedas en CADECA.
Las transformaciones ocurridas en el sector monetario y financiero han tenido consecuencias favorables para el sistema financiero cubano y significan mayores oportunidades de hacer política monetaria al conducir a la desdolarización de la economía; pero también representan retos, dado que existen una mayor exigencia en el manejo de la política económica, con vistas a alcanzar los equilibrios necesarios que garanticen la estabilidad del las monedas nacionales y hagan sostenible en el tiempo la desdolarización.
Sin embargo, algunos de los retos que deben enfrentarse para alcanzar el objetivo de la estabilidad monetaria sobrepasan las fronteras de alcance de la política monetaria.
La estabilidad y fortaleza de la moneda nacional dependen, en última instancia, de la gestión del sector real y ello exige, como necesidad prioritaria, el trabajo en equipo de muchos organismos e instituciones.
Índice de Precios al Consumidor (IPC)
Existen diversas metodologías para determinar la tasa de inflación de una economía, entre las cuales se destacan el deflactor implícito del Producto Interno Bruto (PIB), el Índice de Precios al por Mayor (IPM) y el Índice de precios al Consumidor (IPC).
Aunque todos ellos ofrecen información con respecto al comportamiento de los precios, no todos reflejan las consecuencias de las acciones de política económica.
El Índice de Precios al Consumidor es una técnica estadística diseñada, específicamente, para medir la inflación, el cual indica porcentualmente la variación en el precio de los bienes y servicios que adquiere un consumidor típico en dos períodos de tiempo, usando como referencia lo que se denomina en algunos países como canasta básica. Las variaciones pueden ser calculadas de forma mensual, acumulada y anual a través de la siguiente fórmula:
Por construcción, el IPC tiene origen microeconómico, ya que se elabora sobre una canasta que incluye bienes y servicios de mayor participación en el gasto de las familias, teniendo en cuenta las mercancías preferidas por los consumidores y se calcula mediante encuestas continuas en cada una de las fuentes de información de las ciudades seleccionadas. Dichas encuestas tienen como objetivo fundamental captar la información de las distintas marcas, presentaciones y modalidades disponibles para cada concepto de la canasta básica, cuya información sirve para seleccionar la muestra de artículos específicos, cuyos precios son recolectados sistemáticamente. El conjunto de hogares seleccionados a los cuales se les aplican las encuestas constituye la población de referencia y el conjunto de bienes y servicios seleccionados se denomina canasta de consumo. Como el gasto en cada uno de los bienes y servicios tiene magnitudes diferentes, el monto gastado en cada uno de ellos se expresa como porcentaje del gasto total, por lo que todo bien o servicio dentro de la canasta de consumo tiene una ponderación y, puesto que los consumidores adquieren los productos en diferentes puestos de compra (supermercados, mercados, tiendas, farmacias, etc.), cada uno de ellos se denomina establecimiento informante. Finalmente, se define un período que sirve como punto de partida o de referencia para comparar en el tiempo las variaciones de precios, el cual recibe el nombre de período o año base y se le asigna el valor de 100%.
La estructura de consumo de los hogares puede variar de acuerdo con los hábitos de los mismos o cambios en la estructura de la oferta de bienes y servicios en el mercado. Por tanto, una nueva base del IPC permite la actualización de los hábitos de consumo de las familias, los cambios en la oferta de productos y de los niveles de ingresos familiares.
Dada la gran importancia que tiene el gasto familiar en el gasto agregado de una economía, las variaciones del IPC se consideran una buena aproximación de las variaciones de los precios de los bienes y servicios que se comercializan, de ahí que el IPC sea el indicador oficial que utilizan los países para medir la inflación.
Existen dos formas de calcular el IPC: la de Laspeyres y la de Pasche.
Laspeyres propuso un índice que informa sobre el porcentaje promedio en que suben o bajan los precios en un período con respecto a otro. Su razonamiento trata de encontrar cuál es el precio actual de una canasta de bienes que se consumía en un momento anterior llamado "período base". A diferencia de éste, el de Pasche trata de encontrar cuál es el precio que tenía en el pasado una canasta de bienes que se consume en la actualidad. Ninguno de los dos índices es exacto, ya que consideran sólo una parte de las mercancías que se producen en el sistema económico, pero la diferencia entre ambos cálculos es ínfima.
La fórmula de uso más generalizado en el mundo, incluyendo a los países desarrollados, y recomendada por organismos internacionales para la elaboración de índices de precios es la de Laspeyres. Este tiene como característica que la canasta y las ponderaciones son fijas durante el período en que esté vigente la base
donde IP el índice de precios, P0 y Q0 los precios y cantidades del período base y P1 el precio corriente.
El IPC tiene la dificultad de que asume la existencia de un consumidor estable que no reacciona ante los cambios de precios, lo que significa que aunque el consumidor modifique sus gastos, la estructura de la canasta de consumo permanece constante. Lo mismo se puede decir de algunos productos y fuentes de información que desaparecen temporalmente o permanentemente del mercado, lo que obliga a la utilización de técnicas alternativas que permiten efectuar las sustituciones del caso en forma adecuada.
El IPC, a falta de otros indicadores, es generalmente utilizado como indicador estadístico principal de medición del proceso inflacionario; para ajustar algunas variables macroeconómicas de la contabilidad nacional, incluyendo el PIB; como factor de actualización de algunos activos monetarios; como factor de ajuste para el tipo de cambio y de remuneraciones laborales; como indicador en materia de negociaciones colectivas entre trabajadores y patronos; y como indicador para la negociación de contratos de ejecución de obras. El IPC facilita la toma de decisiones económicas inherentes al comportamiento de los precios porque brinda información al gobierno, empresas, sindicatos y ciudadanos privados de los cambios que tiene el costo de la vida en el país. Es común que diversos contratos como pueden ser de trabajo o de renta se actualicen con los cambios que presenta el IPC. Adicionalmente, las variaciones de este indicador son un importante referente para la revisión de los precios de los diversos bienes y servicios en la economía. Las autoridades analizan, entre otros parámetros, la tendencia del IPC para formular la política fiscal y monetaria del país.
Este indicador sirve también para determinar una medida de la inflación que permita realizar comparaciones internacionales. El diferencial de inflación es la diferencia entre los niveles de inflación de un país y los de su entorno económico y, a corto plazo, tiene efectos importantes sobre la balanza comercial de los países.
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