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Vinculo, capitalismo e involución: La atrofia de los sentidos y la evitación del contacto (página 2)


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El capitalismo nos invita, o por decirlo de otra forma, nos tienta a alcanzar cierto estatus social, cierto poder adquisitivo, etc., es decir, el tener la sensación de control y de predicción sobre nuestras necesidades más básicas, que son las que en un principio y como ya he analizado, más importan. Pero, en desmedro de esto, va dejando atrás el desarrollo de otras áreas del ser humano y que están a la base de la socialización primaria, es decir, se crea una preocupación y dedicación creciente por obtener control sobre las cosas que nos rodean, bajo la idea o la sensación de un mundo amenazante, en constante movimiento y que no está dispuesto a esperarnos, y se deja de lado el desarrollo y el contacto con el sí mismo y con los otros, siendo lo más perjudicado el desarrollo y la validación de los sentimientos y de las emociones.

Más aún, es frecuente escuchar o tener la noción sobre cómo el capitalismo nos da como cierta y como una oportunidad real y accesible para todos, la idea de "libertad". Este concepto constituiría uno de los pilares fundamentales de los mercados, de la competencia, del desarrollo de la información, etc., es decir, sería una idea esencial de nuestra realidad.

Desde el capitalismo como modelo, la perspectiva de libertad estaría al alcance de todos y las premisas que la sustentan, es decir, la oferta, la demanda y el acceso o la capacidad competitiva se dan como propias y posibles para cada persona. Sin embargo, estamos en presencia solo de una pseudolibertad.

Esto es importante dejarlo claro, primero que todo, hay que reconocer que esta idea de libertad, sí está presente en el imaginario colectivo de la sociedad, además de reconocer que son reglas inamovibles e incuestionables que gobiernan nuestras vidas. No obstante, hay que señalar que las reglas por las cuáles se rige el modelo capitalista distan mucho de alcanzar el status de justas o accesibles para cualquiera, ya que en la misma definición del capitalismo se evidencia que es más favorecido el que posee el capital, relegando a una posición menos favorable al que no lo tiene, quién se convierte en dependiente de éste.

Es imprescindible hacer notar que el modelo económico y social al cual pertenecemos, se mueve mediante parámetros controlados por los más poderosos y lejos están de ser justos o inmanipulables, como se intenta reflejar. Es así, como se evidencia una paradoja central en el discurso capitalista, en el sentido que no existe una paridad con la igualdad de posibilidades y oportunidades para todos, quedando mejor preparados para competir los que tienen más y, que por ende, es más probable que sigan teniendo más, además de seguir perpetuando estas diferencias. Sin embargo, y con un poco de optimismo, se puede considerar que esta situación nos crea la idea ingenua de control e igualdad, que si bien no es real, nos da la oportunidad de sentirnos con un poco más de poder de predicción de nuestro entorno y un poco menos indefensos.

En este mismo sentido, podemos considerar que las mismas reglas que están a la base de la pérdida y el beneficio, se van instaurando en todas las formas de decisiones interpersonales que realizamos cada día, incluso a nivel familiar y personal, lo que queda graficado en cómo evaluamos cada cosa o acción dependiendo de estas mismas reglas. Por ejemplo, pensamos, e incluso sentimos, que cada cosa que hacemos debe provocar un beneficio, el que muchas veces es cuantificado por nosotros mismos, inclusive en lo que se refiere a los afectos y a las relaciones.

En muchos casos evaluamos si lo que se entrega a otra persona (inversión) es más o menos de lo que pone el otro, y si va a generar un beneficio o será una mala inversión. Pareciera ser solo un juego de palabras, no obstante, y si somos lo bastante críticos con nosotros mismos, nos podemos dar cuenta cómo vamos evaluando de esta manera y nos vamos alienando y viviendo nuestras relaciones y decisiones más íntimas y personales con las mismas reglas que rigen a los mercados. Sin embargo, no podemos señalar que lo afectivo sea un área en la que se pierda o gane o en la que se invierta; sino más bien, en la que se entrega y confía, y la satisfacción debería estar en esto; de lo contrario, nos encontramos ante la frialdad afectiva y en el cálculo mismo de lo que se debe recibir por lo que se entrega.

Profundizando un poco en el cómo como los valores y los afectos, llegan a ser cuantificados y asimilados desde las normas mercantiles, podemos señalar por ejemplo, que la solidaridad es entendida actualmente con el acto de entregar cierta cantidad de dinero, en ciertas ocasiones o situaciones que provocan crisis social o personal, o bien, sentimos que el querer más a alguien es poder entregarle más beneficios económicos, regalos más caros, etc. El problema radica en que estas formas de demostrar preocupación por el otro son impulsadas y validadas cada vez más por la sociedad, y no podemos negar que las aceptamos. Más aún, en muchos casos, nos sentimos orgullosos cuando se nos reconoce estas acciones de generosidad. Pero por el contrario, estos actos y su funcionalidad, van provocando cada vez más una evitación del contacto físico y emocional con el otro y con el sí mismo.

Se puede decir entonces, que la finalidad perseguida al promover estas formas de contacto y entrega, es interpretable como un ahorro de energía o como una forma adaptativa de enfrentar el amenazante mundo que nos rodea, ya que el desarrollar estas áreas personales, o bien, el demostrar que existen, constituye una pérdida de tiempo, una manifestación de debilidad o una forma de evitar la frustración ante un mundo poco acogedor.

Al enmarcar y delimitar las acciones tendientes a demostrar afectos o valores a situaciones puntuales y basadas en una entrega más bien material, permite evitar el estar preocupados y alertas en el día a día, de ser afectivos o solidarios con los más cercanos o con los que nos rodean. Po lo tanto, no es necesario respetar a los otros en cada momento y, acciones como el ceder nuestro turno, nuestro asiento o el mirar si hay alguien al lado que necesite lo que nos sobra, no nos provoca malestar ni incomodidad. En resumen, podemos aventurarnos a decir que sería una inversión emocional que nos ahorramos y que es compensada por el dinero que aportamos, dinero que nos evita contactarnos y, que en una analogía más profunda, podríamos equiparar al afecto como una mera cuantificación económica.

El gran problema de la totalización del modelo capitalista, radica en generalizar los valores y los cánones que rigen a la economía a otras actividades y situaciones que bajo ninguna circunstancia pueden ser medidas o asimiladas de la misma forma. Una especial preocupación se debe tener cuando es aplicable en la familia, y fundamentalmente, a las primeras relaciones vinculares, que como ya he analizado, forjan y sientan las bases para el futuro desenvolvimiento en la vida y se corre el gran riesgo de perpetuar una forma de relación que solo busca la evitación del contacto ignorando la función vital que esta tiene para la supervivencia de la especie.

Como ya señalé de forma introductoria, la idea no es hacer una crítica y destruir este modelo, sino que seamos capaces de ver como estas formas económicas son totalitarias y se van entrelazando con todas las áreas de nuestra vida y, como me atrevería a señalar, nos van dominando, esto es, van potenciando algunas habilidades del hombre, pero también van suprimiendo otras, todo en beneficio del mismo sistema, el que se favorece al tener necesidades más crecientes y al esforzarnos más y más por alcanzarlas y materializarlas.

A otro nivel, vemos como incluso, el modelo capitalista va apoderándose también de estructuras sociales encargadas de proteger y resguardar el bienestar social, creando así mayor inseguridad y perpetuando el sentimiento de desesperanza y de indefensión personal y social.

Se aprecia en la actualidad, que los estados y las organizaciones no gubernamentales, entre otras, que en principio deberían resguardar el bienestar y la seguridad de las personas que las constituyen o a quienes están dirigidas, también se ven afectadas por esta generalización del modelo capitalista. Estas instituciones van guiando y delimitando sus funciones solo a algunas referidas a la supervisión y el control, pero que al fin y al cabo, también se van moviendo dentro de las mismas reglas del juego, por lo que muchas veces buscan solamente obtener resultados a nivel cuantitativo, obviando el procurar la calidad en la obtención de sus metas, las que al ser dirigidas a seres humanos, deberían ser más validas.

Entonces, tenemos un mundo que se va haciendo cada vez más exigente, que nos invita a entregar por completo nuestros esfuerzos hacia el desarrollo, nos va alienando a cambio de beneficios impuestos, artificiales y superfluos que distan mucho de ser necesarios en un sentido estricto. Vemos como se va poco a poco, dejando de lado e ignorando la necesidad de sentirse querido, aceptado y acompañado, que guarda relación con el contacto social y la necesidad del otro, no como satisfactor mediático, sino con parte del sí mismo, como compañero de vida, como sistema conjunto para alcanzar nuestras metas y sobrevivir en la tierra. Incluso, encontramos que existe una agresión conciente e inconsciente hacia la demostración del afecto, el que se manifiesta a través de la evitación, la invalidación y, aun más, de la anulación del sentir de los otros y del propio.

Ahora bien, el enaltecimiento de la individualidad y la capacidad de competición, en conjunto con la desigualdad en las oportunidades y posibilidades que se tienen, van creando y potenciando un círculo vicioso con un eje central constituido por un sentimiento de inseguridad interna personal y colectivo, en el que se van perpetuando estas características al tratar de disminuir el sentimiento de amenaza, y que como hemos visto, va en contra de las necesidades fundamentales que se buscan en la vida, que es el control, la seguridad y la predicción.

Es así, como se va desarrollando una nueva estrategia dirigida a enfrentar esta inseguridad, que es desarrollar la confianza en el sí mismo, más allá de lo que podríamos considerar adecuado. Se aprecia como el individualismo promulgado como un valor por la sociedad capitalista, va poco a poco instalándose en nuestras personalidades y trasformándose en un rasgo característico y distintivo de la humanidad contemporánea. Sin embargo, y desde un punto de vista psicológico, no se puede considerar que sea algo negativo, sino más bien, una forma de defenderse del medio, es decir, son estrategias desarrolladas por la persona para poder adaptarse a las circunstancia y demandas del medio.

Un gran problema emerge cuando las formas de enfrentar las situaciones que se nos presentan en el diario vivir, se va transformando en patológica, esto es, se dejan de ser funcionales o sanas. Desde este punto de vista patologizador, podemos señalar que provoca malestar para la persona o para los demás, deja de cumplir su función y, por lo tanto, se hace disfuncional.

Estos rasgos o tipos de personalidades son los llamados egocentrismo y narcisismo, los que en la actualidad están muy presentes y son extremadamente complementarios entre sí, sin embargo es prudente entenderlos como un malestar social actual, que responde a la inseguridad con la que se vive.

Etimológicamente, egocentrismo quiere decir que el hombre (ego) es el centro, es decir, sirve para referirse a personas que consideran que sus propias opiniones e intereses son los más importantes. Del mismo modo, tenemos que el término narcisismo sirve para describir a las personas que centran todo su interés en sí mismos, por lo que los otros no le interesan demasiado y solo busca a los demás para confirmar sus supuestas características extraordinarias que lo ponen sobre el resto.

Vemos como las características centrales de la personalidad actual son la grandiosidad, la autorreferencia, la sobrevaloración de nuestras capacidades y la invalidación de los otros. Pero al preguntarnos ¿cuál es la funcionalidad de sentirse superior a los demás o con súper capacidades?, la respuesta es clara y obvia, solo se necesita ser superior o estar superdotado para enfrentar un mundo peligroso o amenazante, ya que de lo contrario, esto es, un mundo acogedor y equilibrado, estas características no tendrían razón de ser.

En síntesis, debemos asumir que la creencia sobrevalorada en nuestras capacidades y en nuestra subjetividad de cómo percibimos y evaluamos las cosas que nos rodean, van mermando significativamente las relaciones interpersonales y nos van centrando más y más en nosotros mismos, en alcanzar nuestra propias metas, en mantenernos siempre alerta de nuestros posibles competidores y peligros.

Así se van desarrollando ciertos rasgos paranoides en nuestra personalidad (sentirse en constante amenaza), los que están directamente promovidos por el sistema capitalista que nos impulsa a la competitividad, mediante máximas como el esfuerzo constante, el alcanzar más, el competir, pero también soslayadamente, va unida a la idea de que si ganas tú, pierde el otro. No importa que se tenga más de lo que se necesita, ya que después puede faltar, manteniendo la idea de inseguridad. Esto no permite disfrutar de la satisfacción en cada momento, postergándola para un mañana que nunca llega, y trayendo consigo el daño intencionado o no, al otro, quien solo se transforma en una amenaza para la seguridad personal.

Aunque podríamos aventurarnos ingenuamente a interpretar que el estar híper preocupado o centrado en nosotros mismos nos garantiza sentirnos mejor, desarrollarnos más o autorregularnos emocionalmente mejor, el hecho de que seamos seres sociales, y por ende, necesitemos o dependamos de los demás, hace también que las valoraciones personales y los significados de las cosas, también deban ser un consenso social y no solo una imposición de nuestra percepción. Por lo que, al solo considerar nuestras propias ideas de las cosas, caemos en constantes errores en la percepción e interpretación de la realidad, lo que provoca el rechazo de los demás y al fin, la evitación del contacto.

Desarrollo y felicidad

Aquí aparece una incoherencia del modelo actual capitalista. Esta idea nace de inferir que a más desarrollo mayor felicidad, sin embargo nos encontramos ante estudios que demuestran lo contrario.

Existen países del tercer mundo, o bien, que no son desarrollados, que obtienen una puntuación alta en estudios sobre la percepción de bienestar subjetivo[12]incluso sobre otras sociedades que tienen más dinero y medios para garantizar su "calidad de vida". Así por ejemplo, encontramos que Dinamarca, Puerto Rico y Colombia ocupan los tres primeros lugares del ranking de la felicidad, según un estudio en el que se constata que la felicidad ha aumentado en la mayoría de los países.

Este estudio fue realizado por el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan y midió el grado de bienestar subjetivo en el año 2007. Según esta investigación, la libertad es el principal motivo de la felicidad en el mundo, y el crecimiento de la democracia y la tolerancia influyen directamente sobre el crecimiento económico[13]Es decir, al parecer el tener o el poseer dinero o bienes materiales no asegura la felicidad

La idea presentada en el párrafo anterior, está muy relacionada con este ensayo, ya que el pensamiento que se intenta desarrollar, es que existen otras áreas del ser humano que son más importantes para la obtención del bienestar y la felicidad, como lo son el vínculo, el afecto y el contacto, los cuales aparecen más desarrollados en culturas del tercer mundo que en los países del primer mundo o en vías de serlo.

En general, las personas en todos los idiomas tienen palabras para indicar placer-displacer, y pueden describir la percepción que tienen de la felicidad en sus vidas. Además, las personas poseen teorías propias acerca de qué factores influyen en la felicidad, como por ejemplo, la supuesta relación con el dinero. Sin embargo, al asumir una perspectiva psicosocial, se asumen rasgos y características del contexto en el que las personas se insertan, por lo que se toman en cuenta variables tales como la ordenación del poder, la distribución de la riqueza, estructura de normas o sistema de valores, y su posible incidencia en el bienestar y en la felicidad[14]

Tal y como plantean Cuadra y Florenzano[15]el reconocimiento de que el bienestar incluye elementos que van más allá de la juventud o la riqueza económica, ha llevado a volcar los esfuerzos por investigar los factores psicológicos y contextuales que inciden en éste. Estos mismos investigadores revisan las asociaciones entre felicidad, bienestar económico, ingresos personales, las relaciones afectivas cercanas y la fe religiosa. A raíz de esto señalan, que en los países más desarrollados se tiende a encontrar a personas más satisfechas, mientras que en los países pobres, las personas se dan más cuenta de su pobreza relativa, al comparar sus estilos de vida con los de naciones más ricas. En cuanto al nivel de ingresos, se ha encontrado que la relación es tenue.

También relacionado con lo anterior, se han encontrado respuestas fluctuantes con respecto a lo que causa la felicidad. Los resultados obtenidos, van desde lo material o condiciones externas, hasta lo espiritual, que podría ser entendido como un estado psicológico. Donde si se encontraron correlaciones positivas fue entre la felicidad y las relaciones afectivas, relacionadas con la necesidad de pertenencia y filiación. De esto podemos entender que la "comparación social" es un factor importante para definir nuestro bienestar subjetivo, lo que favorecería a los países o personas que tengan más dinero o riquezas. Sin embargo cuando hacemos un análisis dirigido a la percepción de la felicidad, esto puede ser entendido como más allá del bienestar o apuntando a la calidad de ésta, vemos que los factores que influyen están a la base del contacto y los sentimientos de pertenencia con los otros.

Continuando con el tema, y centrándonos principalmente en las causas que producirían la felicidad y el bienestar, como son la calidad de las relaciones interpersonales y la percepción de las influencias de éstas sobre el sí mismo, encontramos su contrapartida que es ver al otro como un adversario, un competidor y no como un complemento necesario y fundamental para alcanzarla.

Disminución de las Tasas de Natalidad

En el extremo del continuo de la individualidad, y lo que podríamos denominar "comunitarismo", que para este caso se debe entender como la preocupación por lo común, por la comunidad, donde se incluye el otro y el sí mismo, vemos cómo en algunas sociedades desarrolladas o en vías de serlo, se va progresivamente perdiendo el interés por tener hijos, por reproducirse. Podemos considerar que este fenómeno va en contra la función primera y última de la especie desde una postura radicalmente evolutiva.

El énfasis de este apartado se limitará a cuestionar y mostrar el cómo, a pesar de las posibilidades actuales y de las condiciones favorables que rodean al proceso reproductivo, existe poco interés y/o en casos aversión a querer este mismo. Así como también, evidenciar la preocupación que las sociedades implicadas en esta problemática están teniendo.

Retomando un momento lo referente al pensamiento evolutivo, Futuyma[16]señala, respecto a la teoría de la selección natural y la supervivencia del más apto, que esta selección es una diferencia en el éxito reproductivo, el cual involucra tanto la habilidad de sobrevivir hasta la edad reproductiva, como la capacidad de reproducirse. Por lo tanto, podemos indicar que la función principal de la especie está basada en estas dos capacidades. No obstante, hoy en día, este pensamiento es difícil de aceptar. No es que no se acepte, sino que preferimos establecer otras funciones como más vitales.

La aversión a los conceptos evolutivos se enmarca, más bien, a nivel popular más que científico o filosófico. Se consideran simplistas, reduccionistas, etc., sin un fundamento teórico y objetivo importante. Las críticas aparece como un rechazo a considerarse como un "ser" que tiene una función más allá del vivir el aquí y el ahora, que trascendería a sus motivaciones personales o a sus metas en vida. Por el contrario, es común la utilización de máximas como el desarrollo personal, el aprovechar la vida, el disfrute del momento, es decir, el goce hedonista.

No pretendo crear una pugna ideológica entre lo filo y ontogénico (del hombre o de la especie), ni entre natural o lo que respecta al ambiente, ya que estos debates están presentes desde la antigüedad y sin alcanzar hoy respuesta. Más bien, quiero hacer un análisis más detallado del por qué nos vemos aterrados a aceptar y complementar estos dos puntos, así como también, reflexionar sobre qué parte de nosotros se ve afectada y por qué nos sentimos agredidos al ser considerados solo como una parte de un gran sistema. Aceptar el peso de los millones de años de evolución parecen ser una meta que no soportamos comprender.

Ahora, planteo una nueva interrogante respecto a este decremento en las tasas reproductivas, que sería una contraposición entre la biología, la ciencia y el pensamiento capitalista.

En la actualidad, se advierte un aumento del periodo fértil de las parejas, en especial de las mujeres, ya que nos encontramos ante un descenso de la edad en la cuál se alcanza la pubertad, y por ende, el desarrollo de las capacidades reproductivas. Junto con esto, existe un incremento en el potencial de las mujeres para tener hijos a mayor edad.

Podemos observar, como debido a factores biológicos, ya sea por la alimentación y por factores ambientales, han producido que se adelante la menarquia en las mujeres, lo que es una cuestión importante a tener presente en esta redacción, para recalcar la influencia de los factores fisiológicos en el cómo estamos preparados para cumplir la misión reproductiva.

Así mismo, vemos como la ciencia ha desarrollado procedimientos y mecanismos que optimizan y garantizan, en un gran porcentaje, el éxito en los partos. Esto, constituye una señal que refuerza la idea de que no es un problema el hecho en sí de tener hijos y dar a luz, sino que estamos en presencia de una controversia entre nuestras expectativas personales, respecto a lo que es y debe ser la vida y la función mayor reproductiva.

A pesar de lo favorable que se presenta el panorama reproductivo, tanto a nivel tecnológico y fisiológico, no queda de manifiesto en el aumento de las tasas de natalidad.

Es importante destacar, que según investigaciones actuales, el concebir antes de los 18 o por sobre los 35 años, se observa un riesgo que va en aumento a medida que se van distanciando de estas edades límites. Esto se debe, a que a pesar de la ciencia y de estos aconteceres actuales que adelantan la pubertad, el ser humano como especie, necesita de millones de años para asimilar y adaptarse a estos cambios.

No es difícil encontrarse en los periódicos o en la web, información acerca de este tema. Es así por ejemplo, como en nuestro país, en una entrevista publicada el Lunes 19 de noviembre de 2007 en el Diario El Sur de Concepción, el presidente de Adimark, "señala que es urgente fomentar la natalidad. Esto producto de que el país presenta una transición demográfica muy avanzada, es decir, una reducida natalidad y mortalidad infantil y una elevada esperanza de vida que ronda en los 80 y mas años, lo que lleva a un acelerado envejecimiento de la población"[17].

En otro sitio web, nos encontramos con la siguiente e impactante declaración: "La mujer chilena tiene actualmente mayores posibilidades de desarrollo educacional, laboral, académico y profesional, que sumado al fácil acceso para el control de su fertilidad, hace que la tasa global de fecundidad en 2004 fuese de 1,9 hijos por mujer. Lo preocupante es que esta cifra es inferior a la tasa de recambio poblacional que es de 2,1 hijos por mujer, concepto que significa que los hijos nacidos por cada mujer no alcanzarían para renovar la población al momento del fallecimiento de sus progenitores.[18]"

A nivel internacional la cosa no es más optimista, por ejemplo, en un artículo del 16 de julio de 2007 en declaraciones al diario "Público", el presidente de la Asociación Portuguesa de Demografía, Mário Leston Bandeira, afirmó que "la fecundidad en Portugal es una de las más bajas del mundo». Según el especialista, el país luso ya se encuentra entre «los países más envejecidos del mundo[19]Un poco más a nivel general, y especialmente adscrito a Europa, encontramos que la edición online del Diario el Clarín.com de 29 de enero de 2007 nos presenta el siguiente artículo: "Por falta de nacimientos, impulsan un plan para rejuvenecer a Europa": Lo promueve Alemania, que ahora preside la UE. Hay alarma por la baja tasa de natalidad, que trae graves problemas económicos… Estudian generosos subsidios para nuevos padres y licencias más amplias… Desde comienzos de año en la presidencia de turno de la UE, el gobierno alemán quiere impulsar una "Alianza de Familias Europeas" para promover en todo el continente medidas de ayuda a los padres y fomentar así el crecimiento demográfico. Actualmente, la tasa de natalidad promedio de la UE es de 1,5 hijos por mujer y debería llegar al 2,1 para que la población se renovara… "Es una bomba de tiempo", sentenció el comisario europeo de Asuntos Económicos, el español Joaquín Almunia, en referencia a la carga que el envejecimiento poblacional representa para los presupuestos y los sistemas públicos de jubilación. "Pero también la educación, la planificación urbana, la vivienda y la infraestructura tendrán que adaptarse" a la nueva realidad demográfica, señaló por su parte el comisario europeo de Asuntos Sociales, Vladimir Spidla[20]

Cómo vemos, el problema no ha quedado postergado, ni ha sido obviado por la agenda política de los países que presentan esta disminución de su natalidad. Incluso vemos como algunos gobiernos han tomado cartas en el asunto y han implementado medidas concretas para revertir esta problemática.

La preocupación creciente de los estados por estar volviéndose viejos, debido a las significativas caídas en las tasas de natalidad y un aumento significativo en la esperanza de vida (aumento de la vejez), es tratada de afrontar haciendo un llamado a la inmigración, desde países menos desarrollados, para aumentar la población. Otra solución propuesta, es ofrecer incentivos económicos y sociales para motivar el interés en la reproducción.

Al igual que otros gobiernos como España, Chile incentivará la natalidad con un bono por cada hijo nacido vivo, que se incrementará al fondo de pensiones y que podrá ser cobrado al cumplir los 65 años[21]Estas y otras medidas van demostrando que la discusión sobre el problema antes planteado, es un tema país y social de gran relevancia. Sin embargo, estimo que no se ha hecho una reflexión en profundidad y se pasa por alto la interrelación entre lo individual y lo global, y a veces pareciera ser que se entiende como un problema de mercado, es decir, las medidas tomadas siguen estando a la base del mismo modelo capitalista, esto es, se ve a los hijos como un posible beneficio que motive la obtención de estas recompensas, en vez de discutir políticas globales y transversales que vayan destinadas a que el nacimiento vuelva a ser una preocupación central en la vida de cada persona y de su pareja.

Cabe señalar, que a pesar que el tema está haciéndose presente y se han lanzado las primeras medidas destinadas a revertir la situación, hasta el momento no parecen tener resultados provechosos, ya que a mi juicio hace falta discutir y reflexionar con mayor profundidad las causas directas que provocan esta situación. Esta es una de las motivaciones a la que hace referencia este ensayo.

A través de esta pequeña selección de artículos vemos como la baja tasa de natalidad es un problema actual e inquietante. Evidenciamos a simple vista, como el tema de la natalidad influye en todas las demás áreas de la vida social, en el trabajo, en la economía y en la distribución y planificación urbanística, entre otras áreas, por lo que las consecuencias de una decisión personal o de pareja pasa a influir en todo el orden social establecido, así como también, en un nivel más profundo que representa la supervivencia.

Integración

Los temas hasta aquí desarrollados, han pretendido preparar el camino para este apartado. Se han expuesto conceptos teóricos, se han tomado y profundizado las ideas centrales en cada uno de ellos. En especial, en la sección concerniente al apego y al capitalismo, ya he intentado reflexionar sobre el tema que pretendo aquí expresar.

Quiero comenzar por nombrar los puntos tratados anteriormente y, subrayar las ideas centrales que para mí cada una de ellos tiene.

En primer lugar, señalé la importancia evolutiva de la reproducción. También mencioné como la adaptación es un proceso funcional que garantiza la supervivencia. Así mismo, ya se dejaba entrever la interrelación entre los factores genéticos y medio ambientales dentro de la supervivencia de la especie.

En lo referido al apego y el vínculo, intenté demostrar la importancia que éste tiene y, el cómo fomenta y elicita la interdependencia. También, señalé que las primeras relaciones tempranas crean un patrón o molde para todas las futuras interacciones y cómo los conceptos de autonomía e intimidad están presente durante toda nuestra existencia. Además, mencioné las clasificaciones de los tipos de apego y como éste es más o menos estable durante toda la vida.

Posteriormente, hablé sobre la teoría de la mente. Lo más importante a tener presente aquí es él como su desarrollo depende de la capacidad del niño y de la recepción de su cuidador, además de cómo esto influye en nuestra forma de enfrentarnos al mundo.

Luego, quise hacer hincapié en el cómo en la actualidad los niños presentan una capacidad cognitiva más desarrollada debido a la mayor estimulación recibida y como este desarrollo hace que la vida razonada triunfe por sobre la afectiva.

Siguiendo con los apartados, desarrollé el tema sobre el capitalismo, cómo este se transforma en totalizante e influye en todas nuestras actividades. Mencioné como las reglas y valores que lo rigen tienen solo una validez aparente, como crea desconfianza en el medio, sensación de descontrol, amenaza, inseguridad, etc., y cómo esto afecta en el cómo vivimos el día a día.

Dediqué también, unas líneas a señalar como la felicidad o el bienestar no depende tan solo del dinero o del capital.

Finalmente, traté de demostrar la preocupación creciente que existe ante las bajas tasas de natalidad y cómo esto es una señal de que existe una problemática global que aqueja a la sociedad.

Ahora, procederé a integrar cada uno de los apartados y a ampliar las ideas que aquí desarrollé, para lograr desvelar la finalidad de este ensayo.

Si ya vimos la importancia adaptativa del vínculo, y nos centramos en cómo una especie tiende a tratar de adaptarse y sobrevivir en el mundo, entonces podríamos decir, que estamos ante el advenimiento de la extinción de la especie, mediante un modelo que ensalza la individualidad, el narcisismo y egocentrismo, y que va directamente inhibiendo la función básica de reproducción de la especie.

Es así como, quizás el aumento de la inteligencia sin un paralelo en un aumento del vínculo, entendido como la necesidad del otro, va provocando poco a poco que el disfrute de la vida sea más bien personal y no colectivo. Aquí van apareciendo ideas, como por ejemplo, que el otro es una molestia, que me aburre escuchar las ideas de los demás, o una de las frases más citadas en la actualidad que es "yo digo lo que pienso y no me callo nada", aludiendo a que es esta una forma de sinceridad, entendida como un valor personal que nos hace mucho más transparentes; pero por el contrario, estamos ante una clara señal de invalidación de lo que piensa y siente el otro, incluso pasando por alto el ritmo de una interacción social, donde lo más importante no es la forma, tono o tiempo de respuesta, si no el ser capaz de que el otro pueda entender el contenido de lo que digo, por lo que se hace necesario respetar ciertos tiempos en que el otro esté preparado y dispuesto a escuchar y entender lo que se está tratando de comunicar.

Esta reacción invalidante hacia los demás, pasa a ser solo una muestra agresiva de la subjetividad interna, a modo de defensa del psiquismo, por sobre la intención fundamental de la comunicación, es decir, lo que se demuestra es solo una forma elaborada y quizás validada de egoísmo e intolerancia.

Esta forma de entender el mundo, esto es, amenazante, competidor, poco acogedor, incontrolable y poco predecible, va provocando que todas nuestras actividades y esfuerzos se centren ciegamente en enfrentar las problemáticas que devienen de una interacción disfuncional.

Es evidente que la mayor parte de nuestro tiempo lo destinamos al trabajo, a producir y a tratar de proveernos de medios para enfrentar un posible futuro más amenazador aún, dejando de lado el aprovechamiento del tiempo libre, del ocio y la calidad de este.

Si bien es cierto, no se puede culpar a la persona en sí por este problema, ya que el modelo actual va, poco a poco, quitando la capacidad de reacción ante las posibles amenazas y cada vez es menor el poder adquisitivo. Los medios muestran un mundo mucho más peligroso, por lo que la sensación de descontrol de las variables externas es aún mayor.

Para solucionar esta percepción de inseguridad, el ser humano ha tenido que usar dos estrategias, la primera, y como ya se trató, es trabajar y acogerse al mundo tal cual lo conocemos, sin dedicarse mucho a reflexionar sobre la problemática, la que es tan global y poco flexible que al final cada conversación o análisis termina en que el mundo es así, que se le va a hacer, hay que sobrevivir y otras frases que llevan consigo el pesimismo de nuestros días. La otra opción, y la que fomenta aún más esta preocupación, es que nos estamos volviendo hacia lo único que quizás podemos controlar o que por lo menos tenemos la sensación de poder hacerlo, que es hacia el sí-mismo, el self.

Es por lo anterior, que el modelo capitalista pareciera estar empecinado en promover esta forma de control interno, invitando a cada persona a preocuparse por sí misma. Incluso, en uno de sus fundamentos, como lo es la libertad de la economía, de la competencia y de los mercados, trae consigo el sentir de que quizás, la única forma de libertad posible deviene del no depender de nadie más, por lo que el estar solo nos hace más flexibles y con mayores posibilidades de enfrentarnos al mundo.

Aquí vamos viendo como la idea de independencia pasa a ser una preocupación de cada persona, sin darse cuenta que es solo una fantasía que busca el des-vincularse. Es así como esta independencia ansiosamente buscada, va invalidando un concepto que sí debería ser buscado que es la autonomía.

La idea de independencia hace referencia a querer sobrevivir solo, sin la ayuda de otros, en cambio la autonomía indica la capacidad de utilizar los medios propios para interactuar con los demás.

A este respecto, podemos citar a E. Morin, quien desarrolla en concepto de autonomía utilizando el segundo principio de la termodinámica de Von Foerster: donde se especifica que es necesario que el sistema extraiga energía del exterior, por lo que para ser autónomo es necesario depender del mundo externo. Morin, amplia la idea y dice que no sólo es necesaria una dependencia energética, sino también, una dependencia informativa y organizativa con respecto al mundo exterior, es decir, todo ser vivo, depende de su medio ambiente, ya sea biológico, social o cultural.[22]

Mediante esta reflexión, podemos volver a la idea básica de que de lo humano deviene organización e interdependencia, por lo que avanzar o instaurar un modelo individualista es una mera fantasía, o bien, puede causar finalmente un caos social.

No obstante, esto es ya casi una realidad, ya que hemos ido lentamente, a través de toda nuestra historia como humanidad, restándole importancia al trabajo colectivo.

Si miramos en la prehistoria, el trabajo en conjunto era una necesidad, había que protegerse de los predadores, también ayudaba a la caza y al cuidado de los hijos, era todo un sistema organizado con el fin de proveer las necesidades básicas de alimentación y protección. Ahora bien, quizás la desaparición de este tipo de peligros, también ha ido provocando el tener nuevas formas de organización para satisfacer las necesidades actuales, y es aquí donde el capitalismo se hace más fuerte y trata de hacer al hombre más débil, ya que con la invitación a la individualidad y al trasladar estas amenazas de peligro desde los animales salvajes o desde el medio ambiente, la ha llevado hacia nuestros pares y hacia nosotros mismo. La idea de libre competencia provoca que el sistema se nutra más y más y siga creciendo en desmedro del propio ser humano.

Este traslado de la inseguridad o de la amenaza a nuestros pares y a nuestro propio interior, ha provocado que evitemos el contacto con los otros, especialmente a nivel emocional, que es quizás el que percibimos como menos controlable, o bien, el que nos hace vernos o aparecer como más débiles.

Poco a poco, le vamos restando importancia a los afectos y a nuestras propias emociones. Por ejemplo, a un nivel psicológico clínico, se ve como los pacientes en una consulta, van tratando de agredir el trabajo terapéutico, señalando que no hay cambios, que no le pasa nada o para que se va solamente a hablar de tal o cual cosa, si en realidad no importa o ya pasó, etc. Sin embargo, lo que realmente se está agrediendo es el propio contacto con estas situaciones y se está invalidando la experiencia subjetiva, ya que es la que realmente le está provocando un malestar interno y el cual es agobiante. No obstante, muchos pacientes tratan o pretenden solucionar el problema con un medicamento, al cual no se le debe restar sus propiedades curativas, pero en primera instancia, debe ser entendido por la función o la ganancia secundaria que para el paciente tiene, que es evitar trabajar o pensar en lo que realmente le preocupa.

Esto sin embargo, solo constituye una parte del fenómeno, ya que en lo más profundo de su entendimiento, podemos ver como la falta de contacto y la vuelta al individualismo trae aparejada la despreocupación por los vínculos más íntimos.

Vamos constantemente, centrándonos en nuestras propias necesidades, y en cierta medida, quien se ajusta al modelo puede obtener importantes beneficios, no sin antes empeñar en esta tarea, su tiempo libre, su salud física y emocional, lo que paradójicamente le impide dedicarse a aprovechar los frutos que se van obteniendo. Por el contrario, se prioriza el tiempo efectivamente trabajado, con frases como "el tiempo es oro", que a su base, lleva la lectura de que todo es cambiable o transable, sin embargo lejos están frases como "el tiempo es afecto, lo que importa el ser feliz, etc.".

Otra paradoja que arroja esta postura actual, es que nos vamos preocupando mucho más de la funcionalidad de las cosas y de la utilidad que nos prestan, ya que este es el modelo imperante y son sus reglas, por lo que concebimos la idea de que si las cosas sirven se usan y si no se desechan.

También, advertimos como llegamos a trabajar en la creación de nuevas necesidades antes inexistentes y que, en estricto rigor, no presentan una amenaza vital; pero que sin embargo, hoy en día son el centro de nuestras motivaciones mercantiles.

La preocupación fundamental en este sentido, es que tratamos de llevar la funcionalidad a las relaciones humanas y nos cuestionamos la utilidad de los amigos, de la familia y de los hijos, lo que demuestra en gran medida, el egocentrismo y el narcisismo promovidos por el modelo, ya que nos hace a cada uno la unidad de medida para todas las cosas que nos rodean.

Cuando nos cuestionamos la funcionalidad de la familia, ya no vemos lo que significa para el otro, sino que beneficios nos aporta, por lo que en muchos casos estamos ante un modelo de familias "desechables", las que solo se ajustan a ciertas etapas de la vida en que sí fueron útiles, ya sea como compañía o desarrollo personal.

A raíz de lo anterior, se va perpetuando la falsa idea de control interno, que al parecer nos hace felices. Quizás, el sentir que tenemos control sobre las variables que gobiernan el mundo y el poder moverse en él, nos da la ilusión de control que al fin y al cabo, y como ya he desarrollado, es lo que buscamos.

Así también, podemos señalar la valoración actual y las definiciones que se utilizan para el amor, el que vemos como cada vez se acerca más a la definición del eros, es decir, de lo erótico, de lo que tiene que ver con el placer, con la satisfacción personal e individual, sin respetar conceptos antiquísimos y/o orientales de amor, entendidos como entrega y preocupación por el otro. Aquí vemos como va bajando la calidad de las relaciones sexuales y el interés fundamental está en obtener el propio goce por sobre la relación de pareja.

Por lo tanto, y considerando lo fundamental de la relación sexual en la vida y en las relaciones interpersonales, tenemos que, el acto sexual en sí, es una gran fuente de inseguridad, ya que se puede definir como una de las actividades del ser humano en la que se muestra más descontrolado y desprotegido, por lo que incluso aquí, se ha trasladado la necesidad de control, y por ende, el individualismo.

Un aspecto más trascendental de este análisis, es cómo esta centralización de la vida en el sí mismo, va en contra de tareas filogenéticas de la especie.

Se evidencia que, biológicamente el cuerpo humano está preparado para reproducirse desde la adolescencia, la cual incluso cada vez se ha ido adelantando. No obstante a nivel social, se va retrasando la intención de tener hijos, aún dejándolo para etapas o edades posteriores de la vida, que si bien garantizan el seguir teniendo humanos en la tierra, van corriendo el riesgo de tenerlos en edades menos óptimas para la procreación. De esto se desprende que de una manera u otra, vemos como el mantenernos en este mundo no va siendo la preocupación central de nuestra especie.

En la relación entre apego y reproducción, es donde quiero centrar y complejizar el análisis. Para esto me remitiré principalmente a la investigación de Patricia Crittenden[23]una de las especialistas actuales más influyentes en el tema vincular.

Esta autora, plantea que desde una perspectiva evolutiva, las dos funciones primarias de la organización del self (sí mismo) son la protección del self y la reproducción. Las figuras de apego parentales cumplen la función protectora con respecto a los hijos. La protección y la reproducción se entrelazan de diferentes maneras. Por ejemplo, los comportamientos que funcionan para mantener el apego (tocar, acariciar, abrazar) son también esenciales para la función sexual/reproductora… De la misma forma, la protección que fomenta el apego es esencial para la seguridad física durante el acto sexual y la seguridad psicológica en las relaciones sexuales.

Aquí, podemos observar la interrelación de las funciones de apego y de reproducción y como éstas están íntimamente relacionadas para producir y mantener la vida.

Además esta investigadora plantea que durante la pubertad los adolescentes empiezan a integrar las estrategias emergentes de reproducción en sus relaciones de apego mediante la selección y regulación de sus relaciones. Además, se desarrolla una transición desde una forma de relación de búsqueda de protección egocéntrica a un intercambio de perspectivas, de protección y de cuidado en las relaciones de pareja.

Quizás, aquí nos podemos plantear una de las respuestas a las interrogantes mencionadas respecto a la evitación de la procreación, en el sentido que quizás, y debido a la necesidad de individualidad antes discutida, el paso de la protección egocéntrica, al entregarse a otro y poner todos los esfuerzos en cuidar y criar a un hijo, es lo que se trataría de evitar. Esto puede obedecer a lo generalizable que se han hecho las amenazas percibidas, incluso al punto de llegar a desconfiar de nuestras propias capacidades para enfrentar esta etapa del desarrollo, entendiéndose por ello una interiorización del peligro.

Ahora bien, y a pesar que no queremos culpar a la persona en particular, sino entenderlo como un malestar social, se hace necesario explicar la responsabilidad de cada uno en las opciones de vida que tomamos, para luego entender y vislumbrar por donde iría el cambio, es decir, volver el control hacia el ser humano.

Crittenden, también señala que una vez se ha alcanzado el potencial de maduración para el pensamiento consciente y sofisticado puede empezar, por primera vez, un curso intencional de cambios del self. El resultado del desarrollo durante la madurez es que existe una variabilidad del self conscientemente regulada. El resultado ideal para cada individuo es tener un amplio repertorio de estrategias y un proceso accesible conscientemente para seleccionar las estrategias que mejor se adapten a las circunstancias actuales.

Es aquí, donde es posible obtener otra importante respuesta, ya que podemos considerar que el psiquismo de los seres humanos se ha ido volviendo más sofisticado con el paso de los años, obteniendo una mayor capacidad de control voluntario de los actos, incluso llegando a reprimir funciones adaptativas. Lo que aquí se buscaría es solo adaptarse mejor a las circunstancias contextuales que presenta el medio y no referidas a funciones superiores de supervivencia como especie.

Entonces, podemos inferir que debido a que las condiciones actuales han provocado un percepción de peligro generalizado ante el entorno y la preocupación desmedida por el si mismo, las personas van sintiendo que las condiciones que les rodean no son favorables para tener hijos e indirectamente se va transmitiendo una forma de relacionarse con los otros, que va potenciando esta elección; pasa de ser voluntaria a instaurarse como patrones inconscientes de convivencia, es decir, se suprime el contacto y la importancia de éste como productor de homeostasis interna, para solo darle importancia a las funciones más relacionadas a la protección.

El problema en sí, es que sin darnos cuenta estamos ante el advenimiento de una nueva forma relacional, donde solo importa la finalidad más inmediata que es la protección, pero que no deja avanzar al hombre hacia niveles más altos de desarrollo como sería la actualización del self desde una perspectiva de Maslow[24]o Rogers[25]y solo nos quedamos entrampados en los niveles más básicos de necesidades.

Así también, al analizar nuestra forma de vincularnos con los demás y al hacer un paralelo con los estilos de apego definidos en un principio (ambivalente, evitativo y seguro), podemos extrapolar los resultados a toda la vida del ser humano y su forma de relacionarse.

Es así, como vemos que, si bien es cierto, no podemos asegurar que algún tipo de apego sea el mejor, ya que su función principal es permitirnos adaptarnos de mejor forma al medio tal cual este se presenta, por lo que cada tipo vincular responde a las circunstancias que a cada uno nos ha tocado vivir, sí podríamos inferir que el apego seguro sería el más óptimo o el que deberíamos desarrollar. Sin embargo, y es aquí donde está el problema, ya que el contexto y las circunstancias no son siempre tan seguras, ni son posibles de predecir.

Tenemos por un lado, el Evitativo que confía más en la razón que en otras capacidades, luego el Ambivalente que realiza sus decisiones a través de los afectos y el Seguro que combina ambos.

Desde este análisis y desde mi propia experiencia personal, me atrevo a decir que los países más desarrollados o los que están más integrados al modelo capitalista, van manifestando una forma de vincularse que se aproxima mucho más a lo evitativo, esto podría deberse al mismo sistema capitalista que nos hace dudar de nuestros afectos y sentimientos y solo nos impulsa a confiar en la lógica y la razón, por lo que se va transmitiendo esa forma de interactuar a los hijos y estos a sus descendientes.

Ahora bien, el confiar solo en los afectos nos haría presa fácil de las amenazas del medio, por lo que se justifica la elección por lo evitativo por sobre lo ambivalente.

Sería necesario trabajar hacia el desarrollo de vínculos seguros, por lo que hay que esforzarse en enseñarlo a través del día a día a nuestros hijos, pero también debemos trabajar sobre las variables sociales que afectan esta seguridad, quizás a través de volver la preocupación de los estados o instituciones por el bienestar común y la garantía de la salud psico-emocional de nuestros hijos y no tan solo de la física.

De no ser así, se seguirá transmitiendo a los hijos lo importante de la estimulación y el desarrollo de las habilidades cognitivas, la idea de progreso y todo lo que deviene de las ideologías capitalistas, dejando de lado la importancia del desarrollo y expresión de las emociones, del contacto, del vínculo, de lo trascendente de las cosas, de la espiritualidad, de lo comunitario, del otro.

Podemos asumir entonces, que es aquí donde actúa el sistema y donde se manifiesta el ataque al vínculo, que es suprimiendo o dejando de lado la confianza en los afectos. Es decir, como no podemos confiar en que el otro nos quiere o acepta nuestro amor, solo lo recibimos y manifestamos a través de la razón, y por lo tanto, debe ser interpretado pero no vivenciado, instaurándose como forma de enfrentar el mundo.

Desde la infancia crecemos en un mundo inseguro, los contactos afectivos son cada vez más limitados y se nos va cada vez haciendo más difícil predecir o interpretar las intenciones de los demás. Este moldeamiento va creando patrones de respuestas con base en la individualidad y la razón, por lo que todas nuestras decisiones, incluyendo las que competen a lo más evolutivo, pasan a ser medidas o evaluadas de acuerdo a estos patrones instaurados en nuestras psiques.

Se van produciendo formas más sofisticadas o elaboradas para dar cause a la emocionalidad y afectividad de cada uno, tratando de evitar vivenciarlos. Por ejemplo, se va demostrando el afecto a través de regalos, dinero, cuidados y satisfacción de necesidades, pero sin ser capaz de tocarse, compartir o expresar estos afectos.

Al tener cada vez menos contacto con nuestra afectividad, nos parecen tan impredecibles o incontrolables los sentimientos, que preferimos evitarlos, reprimirlos o interpretarlos funcionalmente. No confiamos en lo que nos comunican los demás respecto a lo que sienten y, a veces, ni siquiera tenemos la certeza de lo que nosotros mismos sentimos.

Quizás, esto obedezca a que se ha generado una forma egoísta de comprender nuestra afectividad. Un ejemplo muy ilustrativo lo podemos observar en la "relación de pareja". Éste es presentado como un amor egoísta, individual. Es común escuchar frases como "sí me quiere a mí no puede querer a nadie más, debe ser para siempre, etc.". Es como si tratáramos de poseer al otro, se refuerza la idea de exclusividad y generalmente los celos responden a estas concepciones. Es decir, pareciera que el afecto estaría a la base de la posesión del otro, de la pertenencia; sin embargo, ante las crisis o separaciones, sigue existiendo la preocupación personal e individual, donde las necesidades de la pareja pasan a un segundo plano y solo predominan las metas personales. Cabe destacar, que nuevamente, en un sencillo ejemplo, se manifiesta la relación entre el modelo capitalista y la forma de vincularse, con la idea de posesión, beneficio, individualidad y funcionalidad.

Por otro lado, en nuestros tiempos, se reclama por el poco tiempo que se pasa con los hijos, pero tampoco se le da mucha importancia a la calidad del tiempo entregado.

Adoptamos así, una forma funcional de afecto, retransmitiendo la inseguridad y la poca importancia que le vamos dando a sentirse y, al hacer sentir a los otros, queridos, por lo menos a nivel emocional, porque, hay que destacar que la idea de cariño permanece, pero más bien a nivel intelectual.

Para destacar aun más el aporte de Patricia Crittenden a la comprensión de esta problemática, quiero mencionar que un componente importante de la perspectiva dinámica madurativa de la organización del self, es que el self no existe solo; siempre refleja una conexión con los demás y con el contexto. Por lo que aquí nos ofrece sintéticamente la explicación del problema, pero también la solución

Si entendemos que el si mismo y el otro están íntimamente unidos, al igual que con el medio, también podemos inferir que si nos preocupamos y dedicamos nuestros esfuerzos en los otros y en el contexto, y en la armonía de estos, también deberíamos tener resultados directos en nuestra forma de relacionarnos. Sin embargo no es una tarea fácil, ya que, antes que todo, requiere descentrar al hombre de su mismo ombligo.

Otra reflexión final que amerita ser profundizada, dice relación con el cómo se han ido atrofiando nuestros sentidos por la falta de uso y práctica. Si bien es cierto, esto constituye solo una metáfora, podemos ver que la realidad que percibimos, a través de nuestros sentidos, es cada vez más estándar y no hay mucha cabida para la subjetividad. Apreciamos como existen modelos, patrones o cánones de lo que deben ser las cosas, de la belleza y lo que escapa a esto pasa a ser anormal, malo o insano.

Si nos preguntáramos hace cuanto tiempo no olemos, tocamos, escuchamos, degustamos o no vemos, dándonos el tiempo para percibir las sutilezas, captar los matices y las diferencias en las cosas, nos encontramos ante la sensación de como si no hubiésemos estado presentes en este mundo, si no más bien abstraídos.

La falta de tiempo o de contacto con nosotros mismos y con los demás y la poca validez que para el mundo tiene nuestra propia subjetividad, hacen que temamos percibir distinto a los otros, por lo que se hace más fácil evitar la disonancia entre lo percibido y lo validado por el sistema.

El problema radica en que, si bien es cierto, caminamos hacia una "individualidad", que en un sentido estricto cumpliría la función adaptativa de sentirnos con más control interno y del medio, esta no es tal, sino más bien es individualidad alienante, donde la idea de la independencia es solo una imagen y no se permite la diferenciación.

Aunque parezca contrapuesto, una de las máximas del pensamiento individualista puede ser el presentarse como especial o distinto a los otros, pero esto pasa a ser una característica común de todos y, por tanto, es el común denominador que nos va haciendo iguales.

Pareciera ser, que el sistema capitalista, como modelo actual, también persigue alcanzar una reproducción en serie de personas, que no sean capaces de percibir las diferencias y matices del mundo y solo busca que se centren el alcanzar los modelos que son presentados, ya que esto disminuye la capacidad de critica y la autonomía, nos hace dependientes y adictos a modelos de cómo deben ser las cosas. En suma, también constituye un ataque al vínculo.

Es así, como el trabajo constante y las formas actuales de relacionarse, van dejando menos tiempo para el contacto íntimo con la familia y con el sí mismo. Si bien es cierto, y como se señaló con anterioridad, hoy en día existe una preocupación mayor por estimular más a los bebés, sin embargo, esto va quedando remitido solo a un nivel netamente intelectual, es decir, se satisfacen las necesidades básicas de los niños (alimentación, vestimenta, salud, etc.) y de estimulación (principalmente a un nivel intelectual), pero se va dando menos tiempo para el contacto físico, la demostración de cariño y para el afecto.

Muchas cosas devienen de la interrelación del modelo capitalista y su expresión en la vida de los seres humanos. Por ejemplo, al pensar sobre la idea de competitividad, propuesta por este sistema, podemos inferir que concepto está a la base implícita de que si gana uno, pierde el otro, por lo que se va produciendo ver a este "otro" como un mero competidor o una amenaza. La gran confusión o incoherencia que se presenta en el concepto de competitividad, al igual que se observa en otros valores o ideologías validadas por el capitalismo, radica en que se esperaría que a medida que se van alcanzando los éxitos y metas propuestas, debería producirse una mayor sensación o percepción de seguridad y, por ende, un descenso en la alerta del peligro producido por el otro y un acercamiento a éste. Pero no es así, por el contrario, se va reforzando la percepción de control interno y fortaleciendo el egocentrismo, lo que a su vez, va deteriorando el vínculo social.

El deterioro social va llegando a nivel familiar y personal; ya no es solo un malestar percibido como fuera de nosotros, sino que atañe al núcleo de nuestra vida y de nuestras vivencias más íntimas.

La exigencia social de ser "el mejor" y de tener más, coquetea con nuevos valores e ideales como son la fama, la riqueza, la belleza y la fuerza. Estos pseudo valores son tratados de alcanzar incesantemente y, no se debe olvidar, que están íntimamente relacionados con el egocentrismo y narcisismo, es decir, por la preocupación desmedida y sobrevalorada por el sí mismo, a modo de sentirse más seguro y con más control. No obstante, se puede señalar que la finalidad última de estas conductas es solo el ser "aceptado y querido", volviendo al núcleo central y básico de nuestras necesidades.

Nuevamente podemos apreciar el cómo se relaciona, desde un principio, el vínculo, las necesidades básicas y el modelo económico actual. La interrelación de éstos, van formando una nueva estructura relacional, con base en la individualidad, la inseguridad y la competencia, lo que va atacando directamente al vínculo como principal entorpecedor para alcanzar las nuevas metas y valores sociales validados en la actualidad. De esta manera, se crea en el ser humano una sensación de perplejidad, ya que no logra captar los mensajes contrapuestos propuestos por el sistema, como lo son la promoción de la salud, la felicidad y el bienestar, pero que para alcanzarla, no le queda más remedio que adaptarse a las circunstancias y reglas establecidas, lo que generalmente, provocan un efecto contrario al buscado.

Las características que se extrapolan del modelo capitalista, nos impulsan a vivir con una perspectiva lineal, como si lo único importante fuera cooperar con él, esto es, trabajar, producir y acumular, que es en definitiva a lo que se reduce la vida y nuestra felicidad en la actualidad.

Nos sacrificamos constantemente en hacer más grande el modelo y nos olvidamos de vivir o de la funcionalidad filogenética de nuestra existencia.

Incluso podemos advertir lo irónico de nuestra participación como era moderna, contemporánea y/o tecnológica en este mundo, ya que a pesar de que se poseen más conocimientos y métodos de desarrollo, nunca hasta ahora, nuestro medio ambiente y nuestra propia especie habían estado tan amenazadas. Es como si estuviésemos ante la presencia de un proceso de entropía social (termino utilizado para indicar la doctrina derivada de la física, en particular de las leyes de termodinámica, según la cual las sociedades avanzan inevitablemente hacia su ocaso y degeneración, de la misma manera que se disipa la energía cósmica[26]ya que de continuar con nuestros comportamientos de destrucción de la naturaleza y de baja natalidad nos encaminamos hacia un posible caos de supervivencia.

Una de las posibilidades de escapar de esta complejidad que plantea el sistema, está a la base de su mayor característica distintiva y que se observa en todo discurso, que es entenderlo como que está "vivo", de lo cual deviene concebirnos a nosotros mismos como autómatas, solo como partes o engranajes de un gran sistema mucho más poderoso. Por el contrario, al darle un nuevo enfoque a esta concepción, debemos entender que somos nosotros, los seres humanos, quienes lo creamos, lo constituimos y lo mantenemos.

Si el sistema está vivo es porque nosotros aún estamos vivos, por lo que si nos damos el trabajo y enfocamos nuestros esfuerzos en cambiar, en volver a lo humano, en darle importancia a las cosas que sí realmente llenan nuestras vidas, si nos volvemos a enfocar en nuestras verdaderas necesidades que están frente a nuestros ojos, si vamos enseñándonos y aprendiendo a reencontrarnos con el afecto, con los sentimientos, con nuestras subjetividades y volvemos a estar preparados para ser confiables para los otros, y por ende, los otros confiables para nosotros, estamos solo a un paso de moldear nuestro contexto a un mundo mucho más acogedor, controlable y predecible, por lo tanto, más vivible y menos sobrevivible.

No puedo terminar este ensayo sin antes mencionar una idea central en el pensamiento de Samir Amin, y que creo que está muy relacionada con el sentido de esta reflexión. Me refiero a la Tesis de la Desconexión[27]en la cual este autor señala la necesidad de que los países subdesarrollados se desconecten del sistema capitalista mundial, referido principalmente a desconectarse de los valores que parecen estar naturalmente dados por el capitalismo. En esta idea se aprecia claramente cómo el abrazar los valores capitalistas van llevando a adoptar un modelo de vida basado en la funcionalidad del sistema y en el fomento de la desigualdad y, que mediante la misma lógica del modelo, no puede ser superada, sino más bien perpetuada.

El impacto social que el modelo capitalista ha tenido sobre todas nuestras formas de relacionarnos y vivir en el mundo, son una causa directa y concreta de esta disfuncionalidad, y en gran medida, la responsabilidad recae sobre este funcionamiento social, ya que es necesario entender que si cambia el medio cambia también la forma de relacionarse, por lo que es gravitante la influencia que ha tenido el sistema económico actual en la forma de enfrentar el mundo y en cómo concebimos nuestra vida en él.

Desde este punto de vista, volvemos a la idea de que las circunstancias contextuales que llevan al hombre a sentir poco control sobre el mundo a cambio de una racionalidad que se entrelaza firmemente con las concepciones e ideas de tecnología y progreso, van derivándose, como señala Habermas[28]a la imposibilidad de la autonomía y de la capacidad de decisión sobre la propia vida, como un sometimiento a un aparato técnico que hace más cómoda la vida y eleva la productividad del trabajo. Es así, como nos vemos envueltos en una problemática a la que nosotros mismos hemos dado origen, pero que para revertirla debemos también renunciar a la concepción de vida fácil.

Conclusión

Durante el desarrollo de este ensayo, presenté una idea, una reflexión personal sobre las dinámicas actuales de interacción y su efecto directo en nuestras formas de sentir y de expresar nuestros afectos.

Desde mi rol como persona, psicólogo y parte constituyente de la especie humana, pretendí crear una discusión acerca del tema afectivo y el capitalismo, con el sentido único de que el lector sea capaz de detenerse un instante y pensar en que medida se ve reflejado con estas líneas y/o de que forma siente que la situación actual de la sociedad, su progreso y desarrollo es causa directa de la relación sistema-afecto que expongo.

Como señalé en un principio no quiero que se haga una lectura negativa ni prejuiciosa de las ideas aquí expuestas, sino que más bien, sean un reflejo de la reflexión y la capacidad que cualquier persona tiene para interpretar lo que pasa a su alrededor, reconociendo todos los sesgos propios de un pensamiento personal y basado en la experiencia y formación.

Cada tema tratado, intenta estar expuesto de forma tal, que el lector vaya acercándose a las bases que he tomado para llegar al desarrollo de la idea ensayística, especialmente reflejando y responsabilizando a las variables sociales y personales como creadores de la problemática aquí planteada.

Al exponer cada apartado, se puede descubrir como en la actualidad existen muchos problemas emocionales en las personas, y que, al fin y al cabo, recaen o son justificados por la presión del medio sobre nuestras psiques, es decir, cada vez se va haciendo más difícil adaptarse y tener respuestas para responder a las demandas que nos va imponiendo el medio. Y en realidad podríamos decir que es así, ya que el modelo capitalista-totalitario nos va guiando hacia una alienación sofocante, donde los valores como el individualismo y la indiferencia social guían nuestras vidas dejando de lado lo comunitario y la solidaridad, o en algunos casos, son delimitadas y deben ser entendidas dentro de los parámetros que impone el mismo modelo, no dando respuesta a las necesidades emocionales que los seres humanos tenemos.

Este modelo, que para algunos parece tener vida propia, lo cual queda expresado en la misma lingüística al personificarlo, viene aparejado con la idea de que no se puede cambiar, que nos domina, que está en cada cosa que hacemos, en nuestra forma de pensar, y por qué no, en estas líneas.

No sería justo finalizar esta reflexión, sin dejar de manifiesto o aclarar, que la responsabilidad del fenómeno aquí descrito no es un capricho social o no responde a la intencionalidad consciente de la humanidad, sino que más bien, responde a un funcionamiento adaptativo a las nuevas exigencias que el mundo y el desarrollo de la sociedad va planteando.

Ahora bien, sí podemos discutir lo acertado o correcto de este funcionamiento. Es por ello, que es imperioso insistir en que todas nuestras interacciones y actividades deberían estar destinadas a la sobrevivencia de la especie y a la adaptación debe garantizar esta meta.

Junto con lo anterior, quiero destacar que mi propuesta ha sido sólo hacer una reflexión sobre lo que significa y lo que implica directa e indirectamente el no reproducirse, no encontrar la respuesta definitiva al fenómeno.

He tratado de analizar y relacionar el tipo de vida actual que llevamos como sociedad capitalista y los efectos de ésta en nuestra forma de entender y enfrentar el mundo. Este malestar actual que está siendo de creciente preocupación en las políticas públicas de los países afectados, deja entrever que no es solo un hecho anecdótico, sino que más bien, estamos frente un problema global y de dimensiones aún incalculables.

Si asumimos que el no tener más hijos significa el no aumentar la especie, también debemos asumir que es no asegurar su supervivencia.

Los factores descritos en este ensayo, esto es, el apego, el vínculo, la adaptación y la evolución, el capitalismo y su discurso social y tecnológico totalizante, la influencia de este en la calidad de vida en las personas y las bajas en las tasas de natalidad que se aprecian en la actualidad, son temas que al ir abordándolos van entrelazándose y tomando forma de un concepto de vital importancia para mi reflexión. Este concepto radica en que las formas actuales de relacionarnos con los otros y con nosotros mismos constituyen una "agresión al vínculo" a través de "la atrofia de los sentidos y la evitación del contacto ".

Esta agresión al vínculo, como defino la influencia del sistema capitalista en nuestra manera de relacionarnos a nivel emocional y afectivo, se manifiesta de muchas formas y cada persona puede tener experiencias o asociaciones diferentes para explicar y justificar esta relación. Para algunos puede ser la inseguridad social percibida, para otros los problemas económicos, el poco tiempo libre que se tiene, la desigualdad de oportunidades, las psicologización de la vida, la mala convivencia que tenemos con nuestro medio ambiente, entre otras posibles variables. Pero sí, creo que hay consenso en señalar que los efectos de estas variables repercuten directamente en la forma que tenemos de contactarnos y vincularnos con los otros y de vivir y experienciar nuestra afectividad.

Por ejemplo, hoy en día nos encontramos con la paradoja que todo se hace por la familia, es decir, nos pasamos muchas horas en el trabajo para ganar más dinero y proveer a la familia. Así mismo, tratamos de criar a nuestro hijos fuertes y sanos, tanto física como emocionalmente para enfrentar un mundo amenazador y poco contencioso, pero debemos plantearnos ¿hasta qué punto esta entrega responde a la necesidad de los otros o a un sentimiento o malestar interno?.

La respuesta quizás está en la idea central de este ensayo, que es comprender cómo la influencia del modelo capitalista totalitario impacta en nuestras vidas, en nuestro afectos y en nuestros vínculos, no dejando cabida a la expresión asertiva de éstos. Las consecuencias de esta vuelta hacia el individualismo, son alguna de las causas que no nos están permitiendo seguir disfrutando de un éxito evolutivo necesario para garantizar la supervivencia de nuestra especie.

Por último, creo que es momento de hacernos responsables de las consecuencias que esto acarrea, ya que si seguimos culpando al sistema, estaremos cayendo en la misma lógica totalizante que ha estancado nuestro desarrollo, nuestra vida y nuestro self.

En definitiva, la propuesta y el desafío son hacer este mundo mucho más acogedor y humano para todos sus habitantes y volver a reencontrarse con los sentidos que permitan y garanticen una mejor calidad del vínculo y apego entre las personas para que, en su conjunto, logren evolucionar hacia una forma más estable y adaptativa de interrelaciones y de contacto con el medio, los otros y con el sí mismo, permitiendo sentirse con mayor control y capacidad de predicción de los acontecimientos de la vida y, en especial, de la cotidianeidad y la simpleza de las cosas.

Para asumir el desafío aquí planteado, deberíamos comenzar asimilando la responsabilidad que cada uno de nosotros, como ser humano, tiene en esta problemática y contribuir desde nuestra propia individualidad a la vida comunitaria y, lograr así, cambiar el rumbo erróneo que está tomando la humanidad.

 

 

Autor:

Iván Figueroa Guiñez

 

[1] Psicoanalista Inglés (1907-1990). Es un investigador pionero en la teoría del apego, su influencia es reconocida por todos los investigadores de esta área.

[2] Biólogo Británico (1809-1882). Sentó las bases de la Teoría de la Evolución, al plantear el concepto de evolución de las especies a través de un lento proceso de selección natural.

[3] http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S0378-18442002000300006&script=sci_arttext&tlng=es

[4] Stern, D. (1998), La primera relación madre-hijo. Ediciones Morata S. L. Madrid.

[5] Evolución y desarrollo del Self. http://www.inteco.cl/articulos/012/texto_esp.htm

[6] Citado en Stern, D. (1998), La primera relación madre-hijo. Ediciones Morata S. L. Madrid.

[7] Guidano, V. (1999), El modelo cognitivo postracionalista: hacia una reconceptualización teórica y crítica. Compilación y notas de Quiñones A. Editorial Desclée de Brouwer, S. A. Bilbao.

[8] Feeney, J. y Noller, P. (2001), Apego adulto. Editorial Desclée de Brouwer, S.A. Bilbao.

[9] Idem.

[10] Astington, J. W. (1998), El descubrimiento infantil de la mente. Ediciones Morata, S. L. Madrid.

[11] Amin, S. (1973), Desarrollo desigual, Nuestro Tiempo, México.

[12] En palabras de Blanco y Díaz (2005), correspondería al balance global que la persona hace de sus oportunidades de vida, del curso de los acontecimientos a los que se enfrenta, y de la experiencia emocional de esto.

[13] http://sanedrin.wordpress.com/2008/07/02/ranking-mundial-de-la-felicidad/

[14] Blanco, A., Díaz, D. (2005). El bienestar social: su concepto y medición. Psicothema

[15] Cuadra, H., Florenzano, R. (2003). El Bienestar Subjetivo: Hacia una Psicología Positiva. Revista de Psicología de la Universidad de Chile

[16] http://www.actionbioscience.org/esp/evolucion/futuyma.html

[17] http://daniloulloa.blogspot.com/2007/11/baja-tasa-de-natalidad-en-chile.html

[18] http://contacto.med.puc.cl/destacados/natalidad/natalidad.html

[19] http://www.hoy-digital.com/raya_digital/articulo.php?id=65

[20] http://www.clarin.com/diario/2007/01/29/elmundo/i-01815.htm

[21] http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-07-06/chile-incentiva-natalidad-bono-cada-hijo.html

[22] http://www.unizar.es/centros/eues/html/archivos/temporales/Extra_Ais/Dependencia/Comunicaciones/IannitelliMuscolo.pdf

[23] Crittenden, M. Modelar la arcilla. El proceso de construcción del self y su relación con la psicoterapia. Publicación autorizada: www33.brinkster.com/gipsicoterapia

[24] Abraham Maslow. Psicólogo humanista estadounidense (1918-1970).

[25] Carl Rogers. Psicólogo humanista estadounidense (1902-1987). Junto a Maslow se le considera fundador de la psicología humanista. Desde este enfoque de la psicología,, existiría una pirámide de necesidades con el siguiente orden de jerarquía: en su base encontramos las necesidades fisiológicas y las de seguridad; después le siguen las necesidades de afiliación y reconocimiento, y finalmente, en la cúspide, se encuentra la autorrealización.

[26] http://www.ambiente-ecologico.com/ediciones/diccionarioEcologico/diccionarioEcologico.php3?letra=E&numero=03&rango=ENFERMEDAD_CARENCIAL_-_ESCALPE

[27] Amir S. (1988). La desconexión, hacia un sistema mundial policéntrico. IEPALA, Madrid.

[28] Habermas, J. (1986), Ciencia y técnica como ideología. Tecnos, Madrid

Partes: 1, 2
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