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Los razonamientos en el lenguaje ordinario (página 2)


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Eduardo A. Castro

La Plata, Septiembre de 2008

CAPÍTULO 1: DEFINICIONES BÁ SICAS Y TéRMINOS PRIMARIOS

            El tema central de este texto es una ciencia y toda ciencia demanda de una serie de definiciones básicas arbitrarias así como de un lenguaje propio. Estas definiciones pueden tener todo un grado variable de complejidad y lo que importa es que ellas se establezcan con precisión y claridad. Por otra parte, el lenguaje asociado a cada ciencia usualmente es muy específico. El cuidado que se debe tener es saber emplearlo en forma correcta y consistente.

            Al expresar que un lenguaje científico es específico se quiere significar que los términos básicos se corresponden con significados bien determinados y nada ambiguos. Por eso el primer paso al comenzar el estudio de una ciencia es brindar las definiciones básicas y presentar la terminología primaria. Luego, al ir desarrollando la temática específica, se deben ir agregando nuevas definiciones y presentando nuevos términos.

            El término "Lógica" y otros derivados de éste admiten varias acepciones, ya que es familiar y de uso extendido. Las palabras "lógica" y "lógico" son familiares para todos nosotros. A menudo hablamos de una conducta "lógica" queriendo significar que ella es contrapuesta a una conducta "ilógica", de un procedimiento "lógico" como contraparte de uno "ilógico", de explicación "lógica", de espíritu "lógico", de ideología "lógica", etc. En todos estos casos, la palabra "lógico/a" es usada fundamentalmente en igual sentido que "razonable".

Sin embargo, desde el punto de vista del estudio de la ciencia Lógica es necesario establecer una definición.

Definición 1.1.

La Lógica es la ciencia que trata de los métodos y los principios empleados para distinguir entre los razonamientos correctos y los incorrectos.

            El término "razonamiento" (también designado como "inferencia" o "deducción") debe entenderse como un proceso mental tal que, a partir de ciertos argumentos iniciales, se pueden derivar conclusiones. Los razonamientos incorrectos se conocen con el nombre de "falacias".

            La Lógica no es sólo una ciencia teórica, sino que es también una ciencia normativa, una ciencia práctica, un arte que indica normas prácticas, que conducen al pensamiento correcto.

            Asimismo, la Lógica es la ciencia que tiene por objeto determinar entre las operaciones intelectuales tendientes al conocimiento de la verdad, cuáles son válidas y cuáles son inválidas. Sea que se considere a la Lógica como una ciencia teórica que investiga en qué condiciones un juicio es verdadero, o como unatécnica que nos muestra los medios para alcanzar la verdad, en todos los casos ella descansa sobre la distinción de lo verdadero y lo falso, lo válido de lo inválido, lo correcto de lo incorrecto.

            La Lógica también ha sido definida de otras maneras alternativas, muchas de las cuales no son adecuadas. Pasamos ahora a considerar algunas de ellas a fin de evitar errores conceptuales y que al mismo tiempo puedan ayudar a una mejor comprensión de las dos definiciones brindadas más arriba. Una de ellas consiste en definir a la Lógica como la ciencia de las leyes del pensamiento. Pero esto no es exacto pues la psicología es una ciencia que trata de las leyes del pensamiento. Además, no todo pensamiento es un razonamiento. Por ejemplo, uno puede pensar acerca de la belleza de un escenario natural y ello evidentemente no es un razonamiento. Hay otros tipos de pensamientos que no son razonamientos, tal, como por ejemplo, las asociaciones libres. O sea que todo razonamiento es un pensamiento pero no todo pensamiento es un razonamiento.

            Otra definición alternativa es la que designa a la Lógica como la ciencia del razonamiento. Tampoco esta acepción es equivalente a la definición 1 dada anteriormente, pues el razonamiento es un pensamiento y se incluye por lo tanto en el campo de la psicología. La Lógica se interesa por la corrección de los razonamientos, pero no por los razonamientos en sí mismos, pues ellos son procesos harto complicados, con un contenido emocional y sus mecanismos específicos todavía resultan bastante desconocidos. Estos mecanismos consisten, entre otros componentes, en desmañados procedimientos de prueba y error iluminados por repentinos chispazos de comprensión y a veces resultan aparentemente inconexos. Estos oscuros caminos por los cuales la mente llega a sus conclusiones durante los procesos reales de razonamiento, no son en absoluto de la incumbencia del lógico. A éste sólo le interesa la corrección del proceso cuando está terminado. El problema que enfrenta la Lógica es el siguiente: la conclusión a que se ha llegado, ¿se deriva de las premisas empleadas? Si las premisas brindan fundamentos adecuados para aceptar la conclusión, si afirmar que las premisas son garantías verdaderas de que la conclusión también será verdadera, entonces el razonamiento es correcto. De lo contrario, ese razonamiento es incorrecto.

            A modo de reiteración, insistimos en que el problema central de la Lógica es distinguir entre el razonamiento correcto y el incorrecto o sea ¿la conclusión a la que se ha llegado se deriva adecuadamente de las premisas empleadas? Si la conclusión se sigue de las premisas, entonces el razonamiento es correcto. Esto implica que lo importante no es el contenido de las proposiciones particulares componentes del razonamiento sino su estructura intrínseca.

            El elemento básico de la Lógica es la "proposición".

Definición 1.2. Una proposición es una construcción gramatical tal que acerca de ella se

                         puede afirmar que es verdadera o falsa. La verdad y la falsedad se

                         denominan "valores de verdad".

      ¿Qué o quién se encarga de determinar la verdad o falsedad de una proposición? Si bien este no es un problema atinente a la Lógica, de un modo bastante general podemos afirmar que la Ciencia se encarga de establecer el valor de verdad de una proposición.

Las construcciones gramaticales son arbitrarias y por ende cabe toda una gama de ellas, tales como, por ejemplo:

a)     Nadie solamente lunes pero si a menos jugar.

b)    ¿Quién vino ayer temprano?

c)     Tráeme el diario.

d)    ¡Qué hermoso día!

e)     Hoy tenemos un clima templado.

En el primer caso nada puede decirse de esta oración, salvo que no tiene sentido y que nada puede deducirse de ella. En el segundo caso se trata de una pregunta y en el tercero es una orden. La cuarta oración es una exclamación y sólo en el quinto caso estamos en presencia de una oración declarativa que es una proposición. En efecto, se puede decidir si es cierto o no que hoy es un día templado. O sea que cabe asignar un valor de verdad a esta construcción, cosa que no puede hacerse en los otros ejemplos previos, dónde tenemos algo que carece de sentido, o se interroga, o se ordena o se exclama algo.

            Es necesario distinguir entre las "oraciones declarativas" y sus "significados asociados". Por ejemplo:

            Pedro estudia con María.

y

            María estudia con Pedro.

son dos oraciones diferentes, pero ambas poseen el mismo significado. Una definición alternativa para el término proposición es

Definición 1.2a. Una proposición designa el significado de una oración declarativa.

            Las proposiciones no son propias de los lenguajes en los cuáles ellas pueden ser formuladas. Así, por ejemplo,

(i)         I am.

(ii)        Yo soy.

(iii)        Je suis.

son tres oraciones distintas pero constituyen una única proposición, ya que tienen el mismo significado.

Ahora podemos dar una definición más precisa y ajustada del término "razonamiento":

Definición 1.3. Un razonamiento es cualquier grupo de proposiciones tal que de una de

                         ellas se afirma que es verdadera y se deriva de las otras, las cuales son

                         consideradas como evidencias del valor de verdad de la primera.

            La "conclusión" de un razonamiento es la proposición que se afirma sobre la base de las otras proposiciones componentes de aquel, las cuales se denominan "premisas".

            La función de premisa y de conclusión es relativa, ya que depende de su uso en el razonamiento. Así, aquella proposición que es una premisa en un razonamiento puede ser la conclusión en otro. Por ejemplo, en los dos siguientes razonamientos

            Los días de junio pasan lentamente.

            Los días que pasan lentamente provocan tedio.

            Entonces, los días de junio provocan tedio.

y

            Los días de junio provocan tedio.

            Los días que pasan lentamente provocan tedio.

            En consecuencia, los días de junio pasan lentamente.

la proposición los días de junio provocan tedio es la conclusión en el primer razonamiento y es una de las dos premisas en el segundo.

            Un aspecto especialmente importante que se debe destacar es que en un razonamiento el orden de presentación de las premisas y la conclusión puede ser cualquiera. Por ejemplo, en el siguiente razonamiento

En una democracia, los pobres tiene más poder que los ricos, porque son más, y la voluntad de la mayoría es suprema

se enuncia primero la conclusión ("En una democracia, los pobres tiene más poder que los ricos") y luego las premisas.

En el siguiente razonamiento

En una democracia, como los pobres son más y la voluntad de la mayoría es suprema, entonces los pobres tienen más poder que los ricos

la conclusión aparece al final.

Y finalmente, en el siguiente razonamiento

En una democracia, como los pobres son más, entonces los pobres tienen más poder que los ricos porque la voluntad de la mayoría es suprema

primero se enuncia una premisa, luego la conclusión y la otra premisa cierra esta inferencia. En conclusión se observa que la estructura formal de un pensamiento no es única y antes bien admite varias formulaciones gramaticales.    

            Los razonamientos tradicionalmente se dividen en dos clases: razonamientos deductivos y razonamientos inductivos. Sólo en el caso de los razonamientos deductivos las premisas ofrecen evidencias concluyentes acerca de la corrección o incorrección del razonamiento. En el caso de los razonamientos deductivos se emplean los términos válido e inválido en vez de correcto e incorrecto. Para los razonamientos inductivos no se pretende que las premisas ofrezcan evidencia absoluta acerca de la verdad de su conclusión, sino que brindan una cierta evidencia de ella. Los razonamientos inductivos no son válidos ni inválidos en el sentido de que estos términos se aplican a los razonamiento deductivos.

            Otra cuestión central en el estudio de la lógica es la relación entre la verdad y la falsedad de las proposiciones y la validez o invalidez de los razonamientos. Ya se ha destacado que las proposiciones pueden ser verdaderas o falsas y que los razonamientos pueden ser válidos o inválidos. Pero carece de sentido en el ámbito de la lógica afirmar la verdad o falsedad de un razonamiento o la validez o la invalidez de una proposición. No existe una conexión directa y sencilla acerca del grado de verdad de las proposiciones y el grado de validez de los razonamientos. Sin embargo hay ciertas relaciones generales entre los valores de verdad de las  proposiciones componentes de un razonamiento y la validez o invalidez de éste. Este tema para nada es trivial o sencillo y será objeto de un desarrollo minucioso en capítulos posteriores. Sin embargo vale la pena destacar que algunos razonamientos válidos pueden contener sólo proposiciones verdaderas. Pero también puede ocurrir que un razonamiento contenga exclusivamente proposiciones falsas y  ser verdadero. 

            La verdad o la falsedad de las proposiciones no la establece la Lógica sino las ciencias fácticas (Física, Química, Astronomía, Medicina, etc.). Uno de los problemas centrales de la Lógica es la formulación adecuada de las proposiciones. Como en su formulación se emplea el lenguaje y lo que interesa es el significado de las oraciones, es necesario estudiar con cierto cuidado algunos conceptos generales de aquel, tema que se presenta en el siguiente capítulo.    

LOS PRINCIPIOS LÓGICOS

            Todas las ciencias descansan sobre ciertos principios necesarios para construirlas, los cuales constituyen los puntos de partida y a partir de ellos se procede a desarrollarlas ordenada y sistemáticamente. El pensamiento y la razón tienen principios que son previos a los de cualquier otra ciencia. Estos principios de la razón son conocidos como primeros principios lógicos.

            Estos primeros principios pueden definirse como verdades absolutas, evidentes por sí mismas, en las que se apoyan todos los razonamientos. Ellos poseen las siguientes características:

a)     Son principios absolutos porque rigen sin restricciones.

b)    Son verdades evidentes, porque no necesitan de ninguna demostración y se imponen como necesarios.

c)     Son principios supremos, porque no puede haber otros principios anteriores a ellos.

d)    Tienen el carácter de necesarios, porque si no se cumplen, el pensamiento no tiene validez.

e)     Tienen la peculiaridad de ser universales, porque existen para toda razón y porque su ámbito de aplicación son todos los entes y sirven de fundamento a todas las ciencias.

Estos principios lógicos son cuatro:

I)              de identidad

II)             de contradicción

III)            de tercero excluido

IV)           de razón suficiente

El principio de identidad. Este principio se enuncia de la siguientes manera:

"Toda cosa es idéntica a sí misma"

La identidad es el carácter que hace que una cosa sea igual a sí misma y es una ley a la que se someten todos los entes. Cuando se aplica este principio a los conceptos, ello significa que un concepto es idéntico al conjunto de sus notas esenciales. Por ejemplo:

                        Hombre = animal racional.

Cuando este principio se aplica a la Lógica se formula de la siguiente manera: si un enunciado es verdadero, entonces es verdadero.

El principio de contradicción. Se expresa como

"No es posible que algo sea y no sea al mismo tiempo y en el mismo sentido"

O sea que un ente no puede ser y no ser a la vez. Por ejemplo, es imposible que una figura sea un cuadrilátero y no sea un cuadrilátero. En términos más generales, que A sea B y no sea B. Cuando se refiere a la Lógica, este principio puede definirse como que si dos juicios se contradicen entre sí, no pueden ser ambos verdaderos. También puede expresarse como ningún enunciado puede ser verdadero y falso.

El principio de tercero excluido. Este principio se enuncia de la siguiente forma

"Una cosa es o no es y no cabe una tercera posición"

Este principio establece que un ente posee determinadas propiedades, o no las posee, y no hay lugar para una tercera posibilidad. Por ejemplo: "Juan es estudiante o no lo es" y no cabe otra alternativa. Desde el punto de vista de la enunciación lógica, este principio puede enunciarse diciendo que "dos juicios contradictorios no pueden ser ambos falsos", o sea que si uno es verdadero entonces el otro es falso. Otra manera de expresar este principio es que un enunciado o es verdadero o es falso.

El principio de razón suficiente. Todo lo que existe tiene su razón de existir. Nada puede ser "porque sí", ya que es por alguna razón que le hace ser como es (razón suficiente) y no de otra manera. Frente a los ¿por qué? que plantean las cosas, todo exige una explicación, una razón que la determine a ser lo que es y no de otra manera. Así, cuando se afirma que "la suma de los ángulos de un triángulo es igual a 180°", se piensa que debe serlo por alguna razón y ella aparece cuando se demuestra el teorema matemático correspondiente. Las leyes de la física y de la química, los hechos de la historia, los procesos sociales, los movimientos estéticos, etc. tienen lugar por alguna razón. Con respecto a los razonamientos, ellos son válidos o inválidos por alguna razón. O sea que en todo razonamiento, para ser válido hacen falta que existan razones suficientes.    

CAPÍTULO 2: EL LENGUAJE

1.     Las funciones del lenguaje

El lenguaje es un instrumento muy sutil y complejo que sirve para una gran cantidad de empleos y una multiplicidad de significados. Esto demanda de quienes lo usamos que pongamos un gran cuidado si nuestra intención es utilizarlo y comprenderlo adecuadamente.

Uno de los usos más corrientes del lenguaje es transmitir información y la formulación de ella se concreta a través de las proposiciones. En estos casos se dice que el lenguaje cumple una función informativa. En la proposición

      Los artículos de consumo alimenticio subieron de precio

se informa acerca de algo que sucedió con los precios de los artículos de consumo alimenticio.

Otro uso habitual del lenguaje es el expresivo, tal como es bien reconocible en, por ejemplo, la poesía. En el siguiente ejemplo

 ¡Ni todos los huracanes del mar,

 ni los mil vientos helados de las altas montañas

 podrán separarme de ti

 mi muy querida y bien amada! 

no se intenta informar nada acerca de accidentes geográficos o los fenómenos climatológicos, sino que se quiere expresar un sentimiento amoroso y una determinación decidida. El lenguaje tiene una función expresiva cuando es empleado para transmitir o expresar sentimientos, emociones, actitudes y/o intenciones. El discurso expresivo no es verdadero ni falso.

El lenguaje cumple una función directiva cuando se lo emplea para impulsar o evitar una determinada acción. Las órdenes, las sugerencias, los pedidos y formas afines se usan con el propósito de originar o impedir una acción manifiesta. Ejemplos del uso directivo del lenguaje son

Alumnos, pongan más atención !!

Por favor, salgan todos a la calle.

Las oraciones directivas no son ni verdaderas ni falsas en ningún sentido literal. Se pueden aplicar criterios de razonabilidad o adecuación a esta clase de oraciones, pero no de verdad o falsedad.

Así, la siguiente indicación puede o no ser razonable

Acompaña a tus hermanos a la calle

pero carece de sentido aplicar los criterios de valores de verdad a ella. O sea que la indicación es sensata o no, pero en modo alguno se puede afirmar que es verdadera o falsa.

La triple división de las funciones del lenguaje que aquí se indica es realmente una simplificación que hasta puede llegar a ser excesiva, pero ella ha sido hallada bastante útil por muchos autores de obras de lógica y lenguaje, por lo cual nos ajustaremos a ella para nuestros fines ya especificados, que son el estudio de los razonamientos en el lenguaje ordinario.

En sí mismo el lenguaje es algo complejo y muy variado, y es por ello que su estudio profundo ha merecido tratamientos extensos de parte de los especialistas. Asimismo resulta de interés su relación con otras ramas del saber humano, tales como la psicología y la sociología. En el campo de la Lógica, interesan las formas "estructuralmente puras", tales como las indicadas en el apartado anterior, al menos en las primeras instancias de su estudio. Tales tipos de estructuras se suelen denominar de "forma canónica".

Sin embargo se debe destacar que no siempre el uso del lenguaje se puede clasificar biunívocamente en alguno de los tres tipos indicados anteriormente, ya que a veces se dan ciertas combinaciones de sus funciones. Así, por ejemplo, en la formulación de un poema puede haber un uso preponderantemente expresivo del lenguaje pero también puede tener un empleo del tipo directivo, si la intención es impulsar o aún insinuar una determinada acción. 

La Lógica se aplica solamente al discurso informativo y en tal sentido se debe ser capaz de detectar y separar la función de esta clase en un determinado pasaje de cualquier otro tipo de función que se pueda encontrar (o sea el expresivo y/o el directivo). Este análisis demanda al lector el uso del raciocinio y la inteligencia así como de su percepción sensible para llevar a cabo tan delicado proceso.

2.     El lenguaje neutro

Como el objeto de la Lógica es diferenciar razonamientos válidos de los inválidos, es imprescindible que el lenguaje empleado sea neutro. Si bien todos los usos del lenguaje son válidos y necesarios para cumplimentar una apropiada comunicación entre los seres humanos, al tratar de razonar acerca de hechos concretos el empleo de formas diferentes a la informativa puede constituir un gran obstáculo. En efecto, hay palabras y oraciones que tienen un fuerte contenido emotivo y que pueden inducir a que se llegue a conclusiones inválidas. Así, por ejemplo, al evaluar la acción gubernamental de una determinada administración si se utilizan términos tales como "burócratas", "privilegiados", "negociados" y otros afines ya se puede predecir que clase de conclusión se derivará de tal juicio.

      El lenguaje más apropiado para un análisis lógico debe ser aquel compuesto por términos lo más neutros posibles, ya que el interés es de carácter científico. ¿Y cómo se procede si se debe analizar lógicamente un texto con una alta carga emotiva y expresiva? Siempre es posible transcribir un texto de esa clase a otra forma más neutra y desapasionada. Naturalmente, esta tarea demanda un gran cuidado en la elección de los términos y las construcciones gramaticales. En modo alguno se puede considerar que este cuidado es excesivo o fuera de moda. En efecto, el uso descuidado del lenguaje en los planteos y la resolución de los razonamientos puede originar falacias de todo tipo y por ende inducir al error y al engaño. Si consideramos que somos seres pensantes y nuestra intención es conducirnos de un modo acorde a tal condición, entonces se imponen los cuidados indicados. De no hacerlo así, corremos el riesgo de incurrir en errores conceptuales y/o ser engañados por mensajes falaces y argumentos con dobles intenciones. Son tantos y están tan extendidos los usos de los argumentos falaces que hace falta estudiarlos en algún detalle, cosa que haremos en el próximo capítulo.

3.     El discurso que cumple funciones múltiples

La división presentada acerca de las funciones del lenguaje es aclaratoria y valiosa, pero no se la puede aplicar mecánicamente porque casi toda la comunicación usual ejemplifica el hecho de que, en mayor o menor medida, el discurso cumple funciones múltiples. Así, por ejemplo, un poema, que es básicamente un discurso expresivo, puede tener una moraleja y por lo tanto ser también una apelación o un requerimiento al lector o al oyente para que observe un cierto tipo de vida o que tenga tal o cual actitud ante determinados hechos y también puede contener una cierta cantidad de información. Por otra parte, si bien un sermón tiene un carácter predominantemente directivo, ya que trata de provocar determinadas acciones entre los miembros de la congregación (por ejemplo, que abandonen sus malas costumbres o que practiquen la caridad), también puede manifestar y despertar sentimientos, cumpliendo así una función expresiva, o aún incluir alguna clase de información al comunicar ciertos hechos.

Un tratado científico es esencialmente informativo, pero puede poner en evidencia algún aspecto del entusiasmo del propio autor, con lo cual desempeña una función expresiva, y también puede cumplir alguna otra función directiva al sugerir al lector que verifique por sus propios medios la conclusión del autor.

Entonces, la mayoría de los usos ordinarios del lenguaje son de carácter mixto.

Cabe preguntarse si estos usos múltiples del lenguaje se deben al descuido o a una acción premeditada del autor del mismo. Los motivos pueden ser ambos, ya que la comunicación efectiva muchas veces requiere cierta combinación de funciones del lenguaje. Por ejemplo, al emitir una orden puede ser más efectivo que la formulación de ella tenga alguna clase de apelación a los sentimientos, a la sensatez y/o a la inteligencia de aquellos a quienes va dirigida. En efecto, suele ser más efectivo emplear un método sutil para estimular la realización de la acción deseada en vez de formular la orden de un modo directo y francamente imperativo. Por ejemplo, si el profesor sugiere a los alumnos que traten de resolver el ejercicio de matemática pues con ello se aclararán algunas dudas y se ganará en destreza algebraica, es muy posible que encontrará un mejor eco en los receptores de aquella que si expresa solamente que tienen que hacer esa ejercitación.

Esta diferencia se debe, entre otras cosas, al hecho de que toda acción obedece a causas muy complejas y que el análisis de las motivaciones corresponde más bien al campo de la psicología y las ciencias de la conducta humana antes que al terreno de la Lógica. Es sabido que las acciones son el resultado de los deseos y las creencias. Así, por ejemplo, una persona que desea alimentarse no tocará lo que está en su plato a menos que crea que es comida; y aunque crea que es comida, no la tocará a menos que desee comerla. En consecuencia, las acciones pueden ser provocadas instigando las actitudes apropiadas y comunicando la información pertinente. Suponiendo que los estudiantes están interesados en aprender, el profesor puede lograr que ellos estudien señalando la tarea a realizar informándoles acerca de la importancia del tema en cuestión y su relación con otros estudios anteriores y una eventual utilidad práctica. Si bien en última instancia el uso del lenguaje posee un carácter directivo, el mismo conlleva una carga informativa necesaria para lograr el fin propuesto.

Algunos estudiosos del lenguaje han señalado que el discurso sirve a más de las tres funciones ya señaladas. Sin embargo, toda otra posible función se puede considerar como una composición de cualesquiera de dos funciones básicas o aún de las tres que se han indicado. Por ejemplo, una alternativa es la denominada función ceremonial del lenguaje. Así, los discursos ampulosos de un  documento oficial, las declaraciones de las fórmulas matrimoniales y los ritos verbales realizados en las festividades religiosas se supondría que pertenecen a esta pretendida nueva categoría funcional. Sin embargo, todos ellos son una mezcla del discurso expresivo y del discurso directivo, antes que un género diferente y único. Por ejemplo, el lenguaje imponente y acartonado de la ceremonia matrimonial está dirigido a destacar la solemnidad de la ocasión (función expresiva) e instar a los contrayentes a que desempeñen sus nuevos papeles con una marcada seriedad y una profunda responsabilidad para cumplimentar adecuadamente el contrato matrimonial (función directiva).   

4.     Las formas del discurso

En los textos de gramática se define a la oración como

Definición 4. La oración es la unidad del lenguaje que expresa un pensamiento completo.

                       Además, las oraciones se dividen en cuatro categorías: declarativas,

                       interrogativas, imperativas y exclamativas.

            Estas cuatro categorías no son las mismas que las de las proposiciones afirmativas, las interrogativas, las imperativas y las exclamativas. O sea que no toda vez que se expresa una oración de un determinado modo, ello coincide con el sentido y el significado literal. Por ejemplo, cuando uno se dice al mozo que le gustaría tomar un café, no está expresando un parecer declarando el tipo de gusto que tiene en ese momento sino que le está requiriendo (de un modo amable, naturalmente) que le sirva un café. En este caso la oración es declarativa pero la proposición es imperativa (i.e. está expresando una orden).

            Uno puede sentirse tentado a identificar la forma del discurso con la función del mismo y a pensar que las oraciones declarativas y el discurso informativo coinciden, o que las oraciones exclamativas sólo son adecuadas para el discurso expresivo. Si consideramos una pregunta como el pedido de una respuesta, podríamos vernos llevados más lejos, hasta pensar que el discurso directivo consiste exclusivamente en oraciones formuladas en los modos interrogativo e imperativo. Si estas identificaciones fueran posibles, ellas simplificarían enormemente el problema de la comunicación, pues entonces podríamos conocer el uso o la función implícitos de un  pasaje sólo a partir del análisis de su forma, que se presta para la inspección directa. Es cierto que algunas personas identifican erróneamente la forma con la función, pero ni son lectores sensibles ni oradores inteligentes, ya que esta identificación a menudo impide que comprendan lo que se dice y con ello mucho de lo que se pretende comunicar.   

            En el discurso ordinario son abundantes los ejemplos de esta clase, o sea que tenga una forma (tipo de oración) y esté expresando una característica distinta (clase de proposición). Otro ejemplo ilustrativo puede ser la oración interrogativa ¿Te das cuenta que vamos a llegar tarde? la cual no representa necesariamente un pedido de información sino que puede expresar una orden para apresurarse. Inclusive debe tenerse en cuenta que algunos tipos de discursos están destinados a servir simultáneamente a dos o más funciones del lenguaje. En tales casos, cada aspecto o función de un pasaje debe juzgarse por el criterio que corresponda. Así, una parte del pasaje que tenga una función informativa puede ser estimada como verdadera o falsa. Si el mismo fragmento cumple también una función directiva, se lo podrá valorar como propio o impropio, correcto o incorrecto. Y si también cumple una función expresiva, esta componente del mismo podrá ser estimada como sincera o insincera, como valiosa o fútil, o de cualquier otra manera que corresponda. En conclusión, para apreciar un determinado pasaje es necesario conocer la función o las funciones que pretende desempeñar el lenguaje.

            En el terreno de la Lógica debe recordarse que los criterios de esta ciencia se aplican solamente al discurso informativo. Entonces, se debe ser capaz de desentrañar la función informativa que cumple un pasaje determinado de cualquier otra función que también pudiera desempeñar. Consecuentemente, se hace necesario distinguir entre la función y el contenido del pasaje bajo estudio y en tal sentido es necesario analizarlo en contexto o sea dentro del conjunto en el cual está inserto. Por ejemplo, la oración "Dame mi espada" tiene la forma imperativa que cumple una función directiva y la oración "El Rey vendrá aquí esta noche" es una oración declarativa que cumple una función informativa. Pero cuando se las considera en el contexto del cual han sido extraídas (Macbeth de W. Shakespeare) ellas contribuyen a la función expresiva.

            En los capítulos siguientes se desarrollarán ciertas técnicas lógicas que pueden aplicarse de manera totalmente mecánica a los razonamientos, con el propósito de verificar su grado de validez. Pero no hay ninguna técnica mecánica para reconocer la presencia de un razonamiento. No hay ningún método mecánico aplicable al lenguaje en general que sirva al propósito de distinguir el discurso informativo y demostrativo de otros tipos de discursos. Esta distinción demanda el uso del pensamiento racional e inteligente, de la aplicación de la reflexión profunda asentada sobre la base de la información necesaria y completa así como de la conciencia y la sensibilidad personal para manejar y comprender la flexibilidad del lenguaje y la multiplicidad y variedad de sus usos.

5.     Las palabras emotivas

En el apartado anterior hemos visto que una misma oración puede cumplir al mismo tiempo más de una función. Para que una oración constituya una proposición, sus palabras componentes deben tener un significado bien definido, referido a objetos, acontecimientos y/o a sus propiedades. Pero cuando expresa una actitud o un sentimiento, algunas de sus palabras pueden poseer también una sugestión o un impacto emotivo. O sea que una palabra o una frase pueden tener al mismo tiempo una significación literal y un impacto emotivo. Al último se acostumbra denominárselo "significación emotiva" o "significado emotivo". Entre los significados literal y el emotivo de una palabra existe una gran independencia. Por ejemplo, las palabras ´burócrata´, ´empleado del gobierno´ y ´servidor público´ tienen significados literales casi idénticos, pero sus significados emotivos son bastante distintos. En efecto, el término ´burócrata´ tiende claramente a expresar un significado de resentimiento, desaprobación y desprecio, en tanto que el término ´servidor público´ posee un carácter honroso orientado a expresar simpatía, aprobación y acuerdo. Finalmente, la expresión ´empleado del gobierno´ es más neutra que las otras dos anteriormente citadas.

Es importante conocer esta alternativa al analizar un texto y comprender acabadamente el significado de sus oraciones componentes y las eventuales proposiciones que puedan derivarse del mismo.

6.     Tipos de acuerdos y de desacuerdos

Una misma situación se puede describir con palabras distintas que expresan actitudes bastante diferentes. Y en la medida en que algo pueda ser descripto mediante oraciones distintas, una de las cuales exprese una actitud de aprobación, otra de desaprobación y una tercera más o menos neutra, hay diferentes tipos de acuerdo o de desacuerdo que pueden expresarse con respecto a cualquier situación o actividad.

Dos personas pueden diferir acerca de si algo ocurrió o no ocurrió. En tal caso puede decirse que hay desacuerdo en las creencias. Otra situación puede darse cuando hay acuerdo de que algo realmente ha sucedido, pero se pueden tener actitudes muy diferenciadas respecto de la valoración y/o el significado del mismo. Así, por ejemplo, la persona que lo aprueba lo describirá en un lenguaje positivo, favorable y que exprese aprobación, en tanto que la otra lo hará en términos opuestos, buscando reforzar su actitud de desaprobación en su interpretación acerca de lo sucedido. En este caso se tiene un desacuerdo en las actitudes. Evidentemente, se pueden dar algunas combinaciones de los casos indicados, tales como estar de acuerdo tanto en las creencias como en las actitudes, o en desacuerdo tanto en las creencias como en las actitudes, o estar de acuerdo en las creencias pero desacuerdo en las actitudes y finalmente desacuerdo en las actitudes y acuerdo en las creencias.

Por ejemplo, alguien puede opinar que ese funcionario ha cambiado de opinión y lo elogia por haber oído finalmente la voz de la razón, mientras que otra persona crea que no ha cambiado en nada y por ello lo elogia por mantener sus convicciones. En este caso hay acuerdo en la actitud y desacuerdo en la creencia.

Al tratar de resolver el problema de los desacuerdos, es necesario comprender que el acuerdo o el desacuerdo pueden referirse no solamente a los hechos sino también a las actitudes frente a los hechos. La forma de resolución involucra tanto a la Lógica como a las distintas formas de conocimientos fácticos. En particular, el conocimiento de los distintos usos del lenguaje ayuda a discernir qué tipos de desacuerdos pueden encontrarse implicados en una cuestión y consecuentemente ese conocimiento puede contribuir a resolverlos. Naturalmente, el llegar a esbozar las distinciones indicadas no resuelve por sí mismo el problema ni hace desaparecer los desacuerdos. Pero sirve a los fines de aclarar la discusión y revela el tipo y el punto central del desacuerdo. Como los problemas se pueden resolver más fácilmente cuando se los comprende mejor y se los enuncia con precisión, entonces el estudio de los distintos usos del lenguaje tiene un valor muy marcado.

CAPÍTULO 3: LAS FALACIAS

            Ante todo es necesario precisar bien que se entiende en el terreno de la Lógica con el término "falacia", razón por la cual pasamos a dar una definición de la misma.

Definición 3.1. Una falacia es una clase de razonamiento incorrecto.

            Si una falacia es un tipo de razonamiento incorrecto, ¿porqué hace falta un estudio particular de ella? Al ser argumentaciones no válidas, ¿no resulta evidente su falsedad? Hay una gama muy amplia de falacias que si bien no son razonamientos válidos, ellas son argumentalmente persuasivas y en consecuencia inducen a engaño en cuanto a su valor de verdad. Tan es así, que se puede formular una definición alternativa, no contradictoria respecto de la anterior que establece que

Definición 3.1a. Una falacia es una forma de razonamiento que parece correcto, pero que al ser analizado adecuadamente se revela como incorrecto.

            El estudio de las falacias resulta necesario para familiarizarnos con ellas y así evitar ser engañados y al mismo tiempo lograr una comprensión más sólida en el posterior estudio de los razonamientos correctos. No hay ninguna clasificación de las falacias que sea universalmente aceptada. Pero para nuestros fines de encarar un estudio de ellas nos será útil y necesario apelar a una clasificación para ordenar nuestro pensamiento. Las falacias se dividen en falacias formales y falacias no formales. Las primeras serán estudiadas más adelante. Ellas están vinculadas a ciertos esquemas de inferencias válidos con los cuales presentan una semejanza superficial y serán consideradas en capítulos posteriores.

En cuanto a las segundas que aquí analizaremos, se trata de errores de razonamiento en los cuales podemos incurrir por falta de cuidado o de atención o porque ellas son presentadas por medio de ciertas ambigüedades insertas en su formulación lexicográfica.

            Las falacias no formales se dividen en falacias de atingencia (o atinencia) y falacias de ambigüedad. En lo que sigue consideraremos algunas de las falacias más comunes y engañosas, sin que este análisis se pueda considerar completo. Sin embargo, es de esperar  que esta discusión sirva para entender el tema, comprenderlo a través de su estudio y finalmente llegar a ser capaces en detectar las falacias cuando aparezcan en el uso cotidiano y corriente.

I- LAS FALACIAS DE ATINGENCIA

La característica saliente de las falacias de atingencia es que sus premisas, o sea aquellas proposiciones que sirven de base argumental para derivar las conclusiones, no tienen vinculación lógica alguna con la verdad o la falsedad (i.e. el valor de verdad) de las conclusiones que se pretenden alcanzar. Aquí conviene recordar que la conclusión de un razonamiento es una proposición y que toda proposición posee un valor de verdad. Se suele denominar carencia de atingencia (o inatingencia) lógica a esta falta de vinculación lógica. En la raíz de esta clase de invalidez se encuentra el efecto persuasivo de tipo psicológico que se introduce en la formulación y la relación entre las premisas, el cual tiene un efecto sugerente que induce al engaño. ¿Cómo puede ser que ocurra esto? Esta clase de errores se cometen intencional o inadvertidamente porque el lenguaje se puede usar de varias maneras a la vez, según vimos en el capítulo anterior. La siguiente consideración detallada de algunos tipos de inatingencias ayudará al lector a comprender mejor este tema.

1.     Conclusión inatingente

Esta falacia tiene lugar cuando se prueba una conclusión distinta a la que se quería demostrar. Por ejemplo, el profesor puede indicar a los alumnos una forma de estudiar, argumentando que cuando él era estudiante siguió tal método y le dio muy buenos resultados. Posiblemente esa forma de estudio sea adecuada y también es seguro que a él le resultó apropiada. Sin embargo, no hay vinculación lógica entre lo que le pasó al profesor y lo que puede sucederle a los alumnos si adoptan tal método de estudio. ¿Porqué esta clase de razonamiento puede inducir a error? En este ejemplo observemos que hay una suerte de persuasión psicológica de parte del docente para que los alumnos procedan de determinada manera, en vista del éxito alcanzado por aquél cuando era estudiante.

2.     Apelación a la fuerza

Esta clase de falacia cuando se recurre a la coacción o a alguna clase de amenaza para tratar de tomar por cierta una conclusión. Este recurso al uso de métodos tan detestables no siempre es visible y directo, sino que puede adoptar formas más indirectas e insinuantes. Por ejemplo, el profesor puede requerir el buen comportamiento de los alumnos, recordándoles que es él quién pone la nota final de calificación en el curso.

3.     Argumento ofensivo

Este tipo de falacia se comete cuando en vez de analizar y juzgar lógicamente lo que alguien afirma o propone, se pasa a juzgar a la persona misma. Así, por ejemplo, juzgar que una reforma educativa es mala porque la proponen los estudiantes por carecer de experiencia y no poseer una formación académica incompleta sin pasar a analizarla y argumentar acerca de sus eventuales defectos o de los riesgos de implementación, es incurrir en esta clase de falacia.

4.     Argumento circunstancial

La falacia de argumento circunstancial se comete cuando se intenta establecer una conclusión sobre la base de ciertas condiciones particulares y no como consecuencia de una argumentación lógicamente fundamentada. Así, por ejemplo, un estudiante puede argumentar que la tarea encargada es excesiva porque él es joven y tiene derecho a divertirse. Tal forma de presentar el argumento es nada lógica por cuanto si quiere darle solidez lógica a su argumentación debería detallar de cuanto tiempo dispone, qué otras obligaciones debe cumplimentar y así eventualmente probar que efectivamente la tarea es excesiva.

5.     Argumento por la ignorancia

Esta falacia se comete cuando se sostiene que una afirmación posee un determinado valor de verdad sólo porque no se ha demostrado lo contrario. Así, por ejemplo, se puede argumentar que es falsa la existencia de todo tipo de fenomenismo paranormal por la sencilla razón de que no se ha probado científicamente su existencia. El hecho de que no se haya probado tal existencia no es indicador seguro de su inexistencia, sino que, a lo sumo, permite afirmar que hasta el momento no se ha verificado que sea cierto. En este sentido, debemos reconocer los límites del conocimiento humano que se va desarrollando y que los nuevos saberes van ampliando las fronteras de lo cognoscible. En este sentido, la contribución de la ciencia para lograr aumentar los conocimientos humanos es muy valiosa. Sin embargo, siempre son muchas las cuestiones que quedan por develar y acerca de las cuáles no podemos hacer afirmaciones categóricas en tanto no se cuente con argumentos sólidos y/o evidencias irrefutables.

6. Apelación a la piedad

            Esta falacia se comete cuando se recurre a la piedad para tratar de que se acepte una conclusión. Esta clase de argumentación es común encontrarla en la apelación de los defensores de un acusado en un juicio, la que dejando de lado los hechos se concentran en despertar los sentimientos piadosos en los componentes de los jurados para tratar de lograr la absolución del acusado. Esta clase de alegatos es muy persuasiva, pero desde el punto de vista lógico ellos son inválidos pues no derivan las conclusiones de premisas ciertas y concretas. Uno de los ejemplos más ilustrativos de esta clase de falacia lo constituye un pasaje de la Apología de Platón, el cual relata la defensa que hizo Sócrates de sí mismo durante el juicio a que fuera sometido.

            "Quizás haya alguno entre vosotros que pueda experimentar resentimiento hacia mí al recordar que él mismo, en una ocasión similar y hasta, quizá, menos grave, rogó y suplicó a los jueces con muchas lágrimas y llevó ante el tribunal a sus hijos, para mover a compasión, junto con toda una hueste de sus parientes y amigos; yo, en cambio, aunque corra peligro mi vida, no haré nada de esto. El contraste puede aparecer en su mente, predisponerlo en contra de mí e instarlo a depositar su voto con ira, debido a su disgusto conmigo por esta causa. Si hay alguna persona así entre vosotros -observad que no afirmo que la haya, pero si la hay- podría responderle razonablemente de esta manera: "Caro amigo, yo soy un hombre, y como los otros hombres una criatura de carne y sangre, y no de madera o piedra como dice Homero; y tengo también familia, sí, y tres hijos, ¡oh! Atenienses, tres en número, uno casi un hombre y dos aún pequeños; sin embargo, no traeré a ninguno de ellos ante vosotros para que os pidan mi absolución."

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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