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En la nueva economía de dios el modelo del diezmo es desplazado por la ofrenda

Enviado por Efrain Lemus

Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El diezmo en el Antiguo Testamento
  3. El diezmo bajo la ley de Moisés
  4. El Nuevo Testamento no enseña el diezmo
  5. La Iglesia primitiva no aplicó el diezmo del Antiguo Testamento
  6. En los primeros siglos, después de la era apostólica, la Iglesia no adoptó el diezmo
  7. La Iglesia romana oficializó el diezmo en el siglo sexto
  8. Repercusiones teológicas de intentar vivir según la ley de Moisés
  9. En la nueva economía de Dios la ofrenda desplaza al diezmo
  10. Conclusión

El Diezmo es una imposición legalista, anacrónica, derogada, y descontextualizada del tenor general de las Escrituras. Es una práctica sublimada por las iglesias cristianas en estos últimos siglos, que ha sido motivo de no pocos abusos y ha contribuido más a alimentar la codicia de muchos que al avance del Evangelio de Jesucristo.

Introducción

Hoy día en la mayoría de las iglesias cristianas se utiliza el diezmo como una ley impositiva sobre la membresía. El pasaje bíblico favorito para obligar y crear culpabilidad en el pueblo de Dios es Malaquías capítulo 3:9-10. Ante las malas interpretaciones y no pocos abusos que se han cometido, desde siglos, en relación con el sistema del diezmo y con el tema del dinero en general entre los expositores y propagadores de la fe evangélica, conviene que definamos, de una vez por todas, de manera correcta y equilibrada, cuales son las bases escriturarias aplicables a nuestro tiempo y a nuestro contexto como creyentes pertenecientes a la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo. Es evidente que bajo el Antiguo Pacto, Dios estableció el sistema del diezmo como un modelo de sostenimiento para los servidores del altar. No obstante, a partir de la Venida de Cristo a esta tierra en cumplimiento de Su misión salvífica para la humanidad y en la demostración de su firme voluntad de crear un nuevo pueblo para su gloria, encontramos que aquel Sistema mosaico antiguo de provisión alimenticia para los levitas y sacerdotes es claramente sustituido por el modelo de la ofrenda.

Si queremos ser consistentes con una interpretación ortodoxa de las Sagradas Escrituras, tenemos que admitir, que el Nuevo Testamento en ninguna parte ordena o recomienda que los creyentes deban adoptar como propio el régimen mosaico de diezmar. A este tenor las palabras del pastor y teólogo John MacArthur son concluyentes: "Durante años, muchas iglesias fundamentalistas, evangélicas, conservadoras -denominacionales y no denominacionales- han promovido el diezmo como la norma básica para lo que sus miembros deben poner en el plato de la ofrenda. Pero un concepto tan inflexible, visto como un principio eterno y universal para todos los creyentes, sencillamente no se enseña en las Escrituras. El principio del Nuevo Pacto sobre la dádiva – por el que usted y yo debemos regir nuestra vida- no se deriva de algún por ciento obligatorio. La dádiva del Nuevo Pacto nace del corazón y se determina personalmente." (John MacArthur, ¿A quién pertenece el dinero? Michigan: Editorial Portavoz, 2005, p. 130).

Por su parte el Doctor Russell Earl Kelly subraya: La historia revela que el diezmo se convirtió en una doctrina "cristiana" sólo después de que la Iglesia Católica Romana estrechó manos con las fuerzas seculares y políticas. Sin embargo, del mismo modo que el diezmo era una ordenanza inútil que nunca produjo crecimiento espiritual en el Israel nacional bajo el pacto antiguo, así también el diezmo nunca condujo al crecimiento espiritual cuando fue usado por los cristianos y a su debido tiempo fue obligado a retirarse una segunda vez por las iglesias estatales (Russell Earl Kelly ¿Debe la iglesia cristiana enseñar el diezmo? – Capítulo 29 Estudios bíblicos, centraldesermones.com).

El Wycliffe Bible Dictionary of Theology apunta: "El silencio de los escritores del Nuevo Testamento, particularmente Pablo, en relación con la actual validez del diezmo puede explicarse sólo sobre la base de que la dispensación de la gracia no tiene más lugar para una ley sobre el diezmo que para una ley para la circuncisión". En este trabajo desglosaré aspectos definitorios y conceptuales, relacionados con el no poco polémico tema del diezmo. Comprobaré, con base en un riguroso análisis exegético, bíblico, teológico e histórico, que en la nueva economía de Dios, el diezmo del Antiguo Testamento no tiene lugar y es ampliamente superado por la ofrenda como un principio de mayordomía cristiana.

El diezmo en el Antiguo Testamento

Referencias al diezmo en el Libro de Génesis

En el libro de Génesis observamos que el patriarca Abraham le entregó los diezmos del botín de guerra a Melquisedec, Rey de Salén y sacerdote del Dios Altísimo, cuando este salió a su encuentro (Gn. 14:18-20). No está claro si diezmar era una práctica común en Abraham o fue algo ocasional, ya que no se registran otras circunstancias a este tenor. Una cosa, sin embargo, está clara aquí, que este diezmo no fue como resultado de alguna cosecha producida en los campos de trabajo o como parte extraída de los rebaños pastoreados y pertenecientes a Abraham, más bien fue una especie de impuesto de guerra que al parecer cobraban los reyes en aquel tiempo, o un impuesto territorial (1 Sam. 8:15, 17). Desde el siglo XIV A.C. tabletas en Ugarit retratan el diezmo como un impuesto real, que los reyes recogían y distribuían entre sus funcionarios, según registra el Harper"s Bible dictionary Primera Edición, p. 1078.

Tampoco fue un diezmo que Abraham haya dado de su riqueza personal (Gn. 13:2) sino de un botín de guerra. Un botín de guerra, de acuerdo con el contexto, incluía, no solo el despojos de riquezas, sino además, el apropiarse de personas en calidad de prisioneras. Por ejemplo, en el tiempo de Moisés, cuando los israelitas hicieron guerra contra los madianitas, regresaron con un gran botín. Se nos dice que tal botín incluía entre otras cosas, animales, artículos de valor, mujeres y guerreros enemigos tomados como cautivos (Nm. 31:32-53). No tenemos una tradición escrita anterior a este acontecimiento y tampoco en lo posterior que indique que Abraham siguió diezmando a Melquisedec. Incluso no se indica que Melquisedec le haya pedido los diezmos a Abraham, sino que cuando se encontraron fue Abraham quien en un acto voluntario le dio los diezmos.

Otro talante que además debe ser tomado muy en cuenta, es que este suceso ocurrió antes del Pacto de Dios con Abraham. Es válido, entonces, hacernos las siguientes preguntas: Si Dios consideraba tan importante el diezmo ¿por qué el diezmo no fue incluido en el Pacto de Dios con Abraham? (Gn. 15:18). ¿Por qué cuando Dios introduce el rito de la circuncisión como señal externa perpetua de Su Pacto con Abraham no incluyó también los diezmos? (Gn. 17:9-13). Algunos recurren al pasaje paralelo de la Epístola a los Hebreros capítulo 7, para reforzar el desgastado argumento de que este diezmo de Abraham estaría vigente en el presente para la cristiandad, nada más alejado de la verdad que eso. Más adelante, haré un análisis del capítulo antes mencionado y comprobaré que el escritor de la Epístola a los Hebreos, en su análisis, no está, en ninguna manera, validando la perpetuidad del diezmo, sino más bien, resaltando la supremacía de Melquisedec sobre Abraham, con el propósito de hacer una sorprendente comparación entre el modelo sacerdotal melquisedeciano con el sacerdocio universal y eterno de nuestro Señor Jesucristo.

En el mismo Libro de Génesis aparece de igual forma, un relato que involucra a Jacob haciéndole una promesa de diezmar a Dios. La promesa de Jacob dice así: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21 y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22 Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.» (Gn. 28:22). Nunca aquí se especifican detalles sobre el modo de aplicar el diezmo. De hecho, no hay evidencia bíblica que indique que Jacob haya cumplido con esta promesa condicional de diezmar que hizo en Betel cuando se dirigía hacia a Harán. Conociendo la actitud manipuladora de Jacob, no es de extrañar que haya intentado hacer negocios con Dios en una especie como de un trueque. Si me das 100 yo te doy 10. Dame 100 y tendrás tus 10. Si eres mi proveedor y mi protector, entonces, serás mi Dios, sino, no. Es claro que en este tipo de promesa de diezmar hay una intencionalidad ventajista y oportunista por parte del patriarca Jacob.

Tomemos en cuenta que el escritor de Génesis aquí, simplemente está relatando las palabras contenidas en la promesa de Jacob. No está aprobando o desaprobando el significado de aquella promesa. No obstante, los cristianos de hoy, en nuestro posicionamiento de hijos de Dios, y poseedores del Espíritu Santo (quien nos ha dotado de discernimiento y luz espiritual para entender las Escrituras y juzgar las causas espirituales 1 Co. 2:15) podemos hacer una valoración teológica de esta promesa de Jacob. Un juicio crítico y contextual de las Escrituras, nos lleva a concluir que aquí Jacob no está obrando como un creyente dispuesto a aceptar la voluntad soberana de Dios sobre su vida. Más bien, está condicionando el modus operandi de Dios y en cierta forma chantajeándole para que no permita que le pase nada malo en el camino. Es una promesa a Dios motivada por el temor al hombre. Recordemos que a la sazón, Jacob iba huyendo de su hermano Esaú, quien había jurado matarlo, por causa de haber engañado a su propio padre Isaac haciéndose pasar por Esaú arrebatándole con ello la bendición paterna perteneciente al primogénito. Todo lo contrario de Jacob sucedió con el patriarca Job, quien en el momento más trágico de su vida, con honda certeza proclamó: "He aquí, aunque él me matare, en él esperaré" (Job 13:15).

Aquellos que quieren respaldar la doctrina del diezmo para la Iglesia, fundamentándose en esta experiencia de Jacob, deberían considerar seriamente las implicaciones teológicas de esta promesa.

Hemos de afirmar, con profunda convicción, que ninguno de estos dos relatos bíblicos registrados en el Libro de Génesis avala, en modo alguno, el concepto del diezmo, como pretenden hacer creer algunos hoy día. Ni el relato del encuentro de Abraham con Melquisedec, ni el relato de Jacob prometiendo diezmar a Dios en Betel; ninguno de ambos relatos nos habla de una institucionalización del diezmo. Toda doctrina religiosa que afirme que se deba diezmar fundamentada en estas narraciones bíblicas, tenemos que señalar, que desde una perspectiva exegética y teológica, es simple y llanamente insostenible, por tanto, carente de consideración alguna. Apoyarse en estas dos historias, para articular una doctrina que respalde el modelo del diezmo en la Iglesia cristiana y en nuestro tiempo, es violentar de forma suspicaz, la interpretación del Texto Sagrado, y desconocer totalmente las reglas de la exégesis.

El diezmo bajo la ley de Moisés

Definición

La palabra Diezmo (heb. maaser), "en la etimología cristiana primitiva, se entendía por la décima parte de los frutos que provienen de los campos, prados, viñas árboles y animales (productos, no dinero) (Wikipedia).

Clases de diezmos

De acuerdo con la Enciclopedia Judaica Castellana 1951, había mínimamente tres clases de diezmos que los israelíes debían dar. Estos diezmos estaban clasificados así: 1). El diezmo del Señor 2). El diezmo de la celebración 3). El diezmo de los pobres.

MacArthur, de igual forma afirma que en efecto eran tres diezmos: "Cuando alguien dice que el judío daba el diez por ciento, eso no es verdad. El judío daba el veintitrés por ciento para comenzar. Era para los pobres, las viudas, y el pueblo que no tenía nada para comer. Así que proporcionaban los fondos para los que manejaban el gobierno, que eran los levitas; daban para las fiestas nacionales por medio del diezmo para fiestas; y daban para el programa de beneficencia. Todo esto proporcionaba fondos para la entidad nacional" (John MacArthur, God´s Plan for Giving, 1985, p. 76).

1. El diezmo del Señor

El diezmo principal era llamado el diezmo del Señor (o el diezmo de los levitas, Números 18:21-29, porque estaba destinado al sostén del ministerio sacerdotal). El libro de Levítico así lo afirma: "»El diezmo de todo producto del campo, ya sea grano de los sembrados o fruto de los árboles, pertenece al Señor, pues le está consagrado" (Lv. 27:30 NVI). Eso significaba que el diez por ciento de toda la producción agrícola y animal se entregaba a los levitas. De modo que el hombre que no entregaba el diezmo estaba robando a Dios. Malaquías 3:8 se refiere a esto: "» ¿Acaso roba el hombre a Dios? ¡Ustedes me están robando! »Y todavía preguntan: "¿En qué te robamos?" »En los diezmos y en las ofrendas (Mal. 3:8 NVI).

2. El diezmo de la celebración

Separadamente de este primer diez por ciento, había un segundo diezmo, llamado por lo general el diezmo de la celebración. De acuerdo con Deuteronomio 12:10, 11, 17,18, este diezmo se instituyó cuando Israel conquistó la Tierra Prometida, pues un diez por ciento debía darse para tener una celebración anual, una fiesta con la familia, los amigos y la servidumbre. Mientras que el propósito del diezmo del Señor fue perpetuar el ministerio sacerdotal, el diezmo de la celebración tuvo como objetivo tener una gran fiesta religiosa y compañerismo mutuo entre el pueblo de Dios. De modo que la suma de los dos diezmos constituía ya una mordida económica, es decir, un veinte por ciento obligatorio.

3. El diezmo de los pobres

En el libro de Deuteronomio aparece un tercer diezmo, llamado diezmo de los pobres:

"»Cada tres años reunirás los diezmos de todos tus productos de ese año, y los almacenarás en tus ciudades. 29 Así los levitas que no tienen patrimonio alguno, y los extranjeros, los huérfanos y las viudas que viven en tus ciudades podrán comer y quedar satisfechos. Entonces el Señor tu Dios bendecirá todo el trabajo de tus manos" (Dt. 14:28, 29). Este diezmo proporcionaba la ayuda social a los que no podían sostenerse a sí mismos. Ya que el diezmo era el diez por ciento cada tres años, esto significaba 3,3 por ciento por año, siendo así el total de diezmos más del veintitrés por ciento al año.

Estos tres diezmos obligatorios, fueron establecidos como parte integral de un sistema social operante en el marco de la teocracia israelí. Cubrían tres necesidades básicas: la necesidad de sostenimiento de los sacerdotes del altar para fomentar el culto a Dios, la necesidad de alabanza y agradecimiento a Dios por la liberación de la esclavitud, y la necesidad de asistencia y provisión para quienes pertenecían a los estratos sociales marginados.

Quienes aplican el diezmo para la Iglesia y para hoy en día, se topan, por cierto, con un problema no fácil de resolver. Como ya se ha comprobado, es indudable que la estipulación mosaica abarcaba tres diezmos y no uno solo. Habrá que preguntarles si ellos imponen a sus feligreses las tres clases de diezmos que aquí se imponían y si lo hacen, asimismo, en su legítimo contexto, tal como los israelíes lo hacían. Conviene señalar, de la misma forma, que estos tres diezmos formaban parte de toda una amalgama de ofrendas e impuestos que el pueblo debía procurar como parte de su compromiso de obedecer las leyes, en un régimen de gobierno con políticas y estructuras sociales diferentes a las de nuestros tiempos. Tenemos que admitir que casi todos los elementos imbricados en aquel complejo sistema de diezmos contenidos en la Ley de Moisés y direccionados hacia un pueblo específico, en un período de la historia específico y en un contexto sociopolítico especifico, desde una perspectiva bíblico-teológica, hoy día, están en marcado contraste con la realidad existencial de la Iglesia de Cristo.

¿En qué consistían los diezmos?

Todos los tres eran impuestos, no ofrendas voluntarias para Dios. Los diezmos eran siempre impuestos para que pudiesen funcionar los programas gubernamentales; el programa de sacerdotes, el programa religioso nacional, y el programa de beneficencia, afirma John MacArthur, (Op. Cit. p. 76). Lo que se diezmaba era el fruto de la cosecha y los animales (Lv. 27:30,32; Dt.14:22,23). No eran diezmos en dinero sino en alimentos (Mal. 3:10). Muchos argumentan que era debido a que en ese tiempo no existía el dinero, pero eso es infundado. Desde tiempos remotos ya se hacían transacciones con dinero (Gn. 42:25, 47:13-18). Aun, si hoy día se quiere ser consistente con esta práctica, el diezmo tendría que ser del producto de las cosechas y del ganado pero no dinero.

¿Cómo se administraban los diezmos?

Los levitas recibían los diezmos y los utilizaban para su sostenimiento alimenticio (Nm.18:21-22,23 24; Dt.12:19). Éstos, a su vez, debían dar "el diezmo de los diezmos" a los sacerdotes (Nm.18:26). Después de cumplir esta responsabilidad, los levitas podían usar lo que quedaba de los diezmos del pueblo sin temor de incurrir la culpa por profanar las cosas consagradas por el pueblo (Nm. 18:32). (Comentario bíblico mundo hispano Levítico, Números, y Deuteronomio (1. ed., p. 239).

El procedimiento normal de la recolección radicaba en que el pueblo traía sus diezmos al "alfolí" o granero. Según el Libro de Nehemías 13:10-13, estos "alfolís", eran almacenes donde se guardaban los alimentos para luego ser repartidos entre los levitas (Mal. 3:10; ver 2 Cro. 31:6-12). Conviene, no obstante, aseverar que la tribu de Leví no podía tener propiedades (Dt. 18:1-2). Por esta razón el Señor ordenó al resto de la nación sustentarlos con el 10% de sus ingresos, para que los sacerdotes levitas pudieran dedicarse al servicio del tabernáculo, labor que debían efectuar desde los 25 años, y al cumplir los 50 años, tenían que retirarse (Nm. 8:24-26). "Sin embargo, a la tribu de Leví Moisés no le dio tierras por herencia, porque el Señor, Dios de Israel, es su herencia, tal como él se lo había prometido" (Jos. 13:32-33).  Lo que sí recibieron, fueron ciudades en donde habitar y estas al mismo tiempo servían como ciudades de refugio (Jos. 20-21). Este es otro dilema en el que se encuentran aquellos que quieren imponer este diezmo levita para hoy. De acuerdo con esta Ley, literalmente, si quieren ser consistentes con la verdad escrituraria, al recibir los diezmos no podrán adquirir absolutamente ninguna propiedad bajo sus nombres. Tendrán que hacer una renunciación a toda adquisición de pertenencias bajo su nombre y vivir un estilo de vida religioso exactamente como los levitas del tiempo de la Ley.

¿Cada cuánto tiempo se entregaban los diezmos?

El diezmo levita y el de la celebración se entregaban cada año (Dt.14:22), mientras que el diezmo de los pobres se entregaba cada tres años (Dt. 14:28, 29). Aquí se refleja un choque entre el sistema del diezmo del Antiguo Pacto y el sistema de la ofrenda del Nuevo Testamento. La ofrenda de acuerdo con la enseñanza de Pablo era semanal: "Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado" (1 Co. 16:2). "Ponga aparte algo", esto no es apartar el diezmo, sino algo de acuerdo a lo propuesto en el corazón. Los exactores del diezmo de hoy día, incurren en una violación flagrante de las leyes de los diezmos del Antiguo Pacto. Porque, mientras que en aquel tiempo se recogían cada año y cada tres años respectivamente, hoy día los recogen cada semana, lo cual es una forma grosera de abuso y una clara injusticia contra el pueblo de Dios, cosa que a decir verdad, en nada difiere de una tiranía.

Las Ofrendas en el tiempo de la Ley

La lista de ofrendas que los israelíes traían al tabernáculo en el tiempo de la Ley de Moisés, en su estricto sentido, al igual que los diezmos, tampoco tienen ninguna aplicación para hoy.

La ofrenda de las primicias eran los primeros frutos de la cosecha o del ganado (Números 18:11-13; Pr. 3:9). La aplicación en el Nuevo Testamento de esta ofrenda es en un sentido espiritual. Se nos dice que los creyentes tenemos "las primicias del Espíritu" (Ro. 8:23). De manera que el Espíritu Santo es presentado como el primer fruto que cosecha el creyente en su nueva relación con Dios, siendo en sí la promesa y garantía de las glorias futuras de que disfrutará. Hablando de la resurrección, Pablo también dice que el Señor Jesús es "primicias de los que durmieron", dando a entender con esto que el hecho del retorno a la vida del Señor fue el inicio de un proceso en el cual él es el primero, "luego los que son de Cristo, en su venida" (1 Co. 15:20-23). (Alfonso Lockward: Nuevo Diccionario de la Biblia, 1999, p. 897).

La ofrenda voluntaria, se menciona cuando Moisés ordenó constituir el tabernáculo: (Éxodo 25:1,2). Nada se especificaba, excepto que fuera voluntaria y de todo corazón.

Se mencionan otras ofrendas ocasionales, como la colecta que hizo David para construir el templo (1 Cro. 29:5-9) y también cuando en el tiempo de Esdras se estaba reconstruyendo el templo (Esd. 2:68). Ambas ofrendas eran totalmente voluntarias (1 Cro. 29:6, 9) y de acuerdo con las capacidades económicas de los oferentes (Esd. 2:69).

El Nuevo Testamento no enseña el diezmo

Jesús no enseñó el diezmo y es muy probable que el mismo tampoco diezmara

En el Nuevo Testamento no aparece un solo texto en el que Jesús o alguno de los apóstoles digan que hay que pagar el diezmo, y menos todavía que eso fuera el 10% del salario. De hecho, Jesús estaba exento de diezmar por su condición de pobre (Mt. 8:20). Los pobres no diezmaban, al contrario, uno de los diezmos les pertenecía a ellos. Lo que sí nos expone un pasaje bíblico, es que en una ocasión los sacerdotes le mandaron a cobrar a Jesús un impuesto para el Templo. En esta ocasión Jesús mandó a Pedro que fuera a la Mar y pescara un pez el cual tendría la moneda para pagar el impuesto. Pedro obedeció la orden y el impuesto al Templo fue sufragado (Mt. 17:24-27).

Cuando Jesús mencionó el diezmo, lo hizo en el contexto de la Ley y de los judíos y nunca lo relacionó con la Iglesia (Lc.11:42). Los fariseos trataban de demostrar su escrupulosidad en cumplir con los diezmos al exigirlos de "la menta y el eneldo y el comino", esto es, yerbas pequeñas, pero dejaban "lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe", por lo cual el Señor les reprendió (Mt. 23:23). Pablo Hoff, señala que Jesús hizo notar la meticulosidad de los fariseos en diezmar hasta las semillas más pequeñas, al mismo tiempo que carecían de fe en Dios, y eran duros y arrogantes con los demás (Pablo Hoff, Se hizo hombre, 1990, p. 226). Todos sabemos que a la sazón, Jesús todavía no fundaba Su Iglesia, por tanto cualquier declaración al respecto no aplicaba a la Iglesia futura. La Iglesia es parte de un Nuevo Pacto y nació en el día de Pentecostés, después de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo (Hech. 2.).

¿Enseña Hebreos 7 que se deba diezmar?

Al inicio de Hebreos capítulo 7 hay un pasaje que se refiere al diezmo en el Antiguo Testamento. Dice claramente que el diezmo es parte de la Ley Antigua (v.5). Después sigue diciendo: "Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios" (He.7:18-19).

Hebreos 7:2, 4, 5, 6, 8, 9; no instan a diezmar, sino que argumentan que el sacerdocio de Melquisedec fue superior al sacerdocio levítico, pues Melquisedec recibió diezmos de Abraham y, por lo tanto, también de Leví. El v. 5 indica que los diezmos eran parte de la Ley para Israel.

En su Comentario a la Epístola a los Hebreos, el doctor John A. Sproule resalta los puntos trascendentales encontrados en el capítulo 7: 1. La grandeza de Melquisedec (7:4-10), 2. La imperfección del sacerdocio de Aarón (7:11-14), 3. La superioridad del nuevo sacerdote (7:15-28). a). Superior en base a su nombramiento (7:15-19). b). Superior por el juramento divino (7:20-22). c). Superior en base a su permanencia (para siempre 7:23:25). d). Superior por el carácter de Jesús (7:26-28) (John A. Sproule, B.S.E.E. P. 20. www.palabraviva.com.es/…/Epistola%20a%20los%20Hebreos). Asimismo, el teólogo reconocido, John Nelson Darby, comenta que Dios les había dado a los israelíes el sacerdocio aarónico, las promesas, etc., pero había algo mayor, algo en el trasfondo, que estaba por encima y más allá de todo ello. Leví pagó diezmos en Abraham, mostrando ello la superioridad de Melquisedec sobre Leví (He. 7:9,10). (J. N. Darby- Hebreos, C.W. vol. 27, P. 42).

Algunos se aferran al versículo 8, porque según ellos en la Versión Reina Valera al parecer el escritor está remarcando la viabilidad del diezmo para el tiempo presente. Una lectura gramaticalmente cuidadosa de ese versículo junto a su contexto inmediato es suficiente para exhibir tal teoría como inverosímil. "Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive" (He. 7:8 RV60). Este versículo absolutamente para nada está diciendo que la práctica del diezmo era seguida por la iglesia del Nuevo Testamento durante el tiempo en que se escribió el libro de los Hebreos. Tampoco está hablando de una práctica que se supone estaba en efecto permanentemente en toda la era de la iglesia. La frase "aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales" no está hablando de ministros cristianos en la iglesia, ahora o en ese entonces. Está hablando acerca de los sacerdotes en el templo de Jerusalén. El "uno" al cual se refiere en la frase "pero allí, uno de quien…" es Melquisedec, no Jesús (Tekoa Publishing http://eldiezmo.info/hebreos7.html).

Este mismo versículo, leído en la Nueva Versión Internacional, despeja completamente cualquier duda: "En el caso de los levitas, los diezmos los reciben hombres mortales; en el otro caso, los recibe Melquisedec, de quien se da testimonio de que vive" (He. 7:8 NVI).

"Porque Leví aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro". Lo que el pasaje está diciendo es que Leví aún no había nacido cuando Abrahán su padre se encontró con Melquisedec. Apoyando Pablo la idea de que el sacerdocio de Melquisedec es mucho más antiguo y de mucha mayor jerarquía que el de Leví, no sólo por señoría, sino que este fue mayor que el mismo Abraham. (Héctor Solera, Estudio sobre el Libro de Hebreos capítulo 7:11-14 www.estudiandolabiblia.com/Books/ElMuertos/hebreos.htm.

Como podemos apreciar, todos los comentaristas concuerdan en que los temas centrales del capítulo 7 de Hebreos no tienen nada que ver con un reconocimiento perpetuo del diezmo, sino con la supremacía del sacerdocio y liderazgo de Jesucristo por encima de Abraham y por encima de la Ley del Antiguo Testamento. Los judíos tenían a Abraham en alta estima (Jn. 8:52). El autor de Hebreos desea comprobar que si Melquisedec era mayor que Abraham, entonces el sacerdocio de Cristo es superior al de Aarón.

La Iglesia primitiva no aplicó el diezmo del Antiguo Testamento

Los apóstoles no enseñaron que se debía diezmar

No existe evidencia de que el diezmo fuera una práctica de la Iglesia Primitiva o de los apóstoles. Como lo afirma la Nueva Enciclopedia Católica: "La Iglesia primitiva no tuvo sistema de diezmos… no había ninguna necesidad de mantenerlo, ni que existiera o fuese reconocido en la Iglesia, sino que los otros medios parecieron bastar". Los otros medios a los que se refiere la Enciclopedia, fueron precisamente la ofrenda semanal (1 Co. 16:2) y las colectas ocasionales que se hacían para los pobres. En todo el libro de Hechos, que registra la historia de los primeros 30 años de la Iglesia, no aparece, para nada, la palabra diezmo, aun y cuando si aparecen menciones de gente generosa como por ejemplo Bernabé (Hech. 4:36), o el caso de la colecta monetaria que hicieron los cristianos de Antioquia para los habitantes de Judea después que el profeta Agabo profetizara que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada (Hech. 11:28-30).

A medida que nos adentramos en la era del Nuevo Testamento, sin embargo, observamos varios contrastes importantes. Las epístolas nunca piden un diezmo. No existe un único centro de culto y ningún sacerdocio que tenga que ser apoyado por el diezmo anual del templo. Al mismo tiempo que para apoyar a las personas que se nombran como ministros a tiempo completo en el Nuevo Testamento, ninguna carta sugiere que esto se haga a través de un diezmo local. El Nuevo Testamento enfatiza una profunda preocupación por los pobres y necesitados, sobre todo dentro de la familia de la fe. Pablo y otros hicieron organizar las ofrendas que deben abordarse para aquellos en el extranjero en vista del hambre que había llegado. Pero las directrices para tal concesión que Pablo establece en ninguna parte mencionan ni implica que el diezmo sea instrumentado para medir la obligación del cristiano (The teacher"s commentary 1987, p. 887).

En los primeros siglos, después de la era apostólica, la Iglesia no adoptó el diezmo

Después de la muerte de los apóstoles, tampoco encontramos que la Iglesia se haya sustentado con base a la exigencia de diezmos a sus feligreses. De acuerdo con el Diccionario Bíblico de James Hasting: "se admite universalmente que el pago de diezmos o décima parte de las posesiones, para propósitos sagrados no encontró un lugar dentro de la Iglesia Cristiana durante la edad cubierta por los apóstoles y sus sucesores inmediatos". Al diezmo se le dio poco énfasis durante los primeros quinientos años después de Cristo. Una declaración de Ireneo que vivió del 140 a 202 d. de J. C. arroja alguna luz. "Mientras que ellos (los judíos) acostumbraron a retener los diezmos de sus propiedades como consagrados, los otros (los cristianos) por otro lado, que han alcanzado libertad, dedican para el uso del Señor todas las cosas que poseen, ofrendando gozosa y libremente en mayor abundancia, porque tienen una esperanza más grande." (Cecil A. Ray "La Vida Responsable"- Citado por P. Flaviano Amatulli en el Artículo: El diezmo ¿ofrenda, caridad u obligación? Catholic.net.).

Una vez cesada la persecución en los siglos IV y V se encuentran algunas declamaciones de Papas exhortando a los pueblos cristianos a efectuar la regalía en moneda. Empezó este, como un derecho, a principios del siglo VI y se reputaba por obligación rigurosa el diezmar. Según un sermón de San Cesareo, Obispo de Arlés, se infiere, que la costumbre se generalizó a finales del siglo VI. Sin embargo, en Borgoña en el occidente del país el año 585 reinando Gontrano, se celebró el Concilio II Matiscolense, en el cual se mandó por el canon V se pagasen los diezmos como devengo de la Iglesia, a partir de aquí, se fue extendiendo la costumbre que llegó a ser universal en todo occidente (Wikipedia).

La Iglesia romana oficializó el diezmo en el siglo sexto

La Enciclopedia Americana indica: "[El diezmo] no se practicaba en la iglesia cristiana primitiva, pero poco a poco se hizo común por el siglo sexto".

En el Concilio de Macón en 585 d. de J. C., la iglesia romana hizo que el diezmo fuera una ley oficial de la iglesia. Se intervino sobre este asunto otra vez en el Concilio de Rouen en 650 d. de J. C. y en el Concilio de Metz en 756 d. de J.C. (Flaviano Amatulli, Op. Cit).

Para los tiempos de Carlomagno, rey de los francos y Emperador del Imperio Romano de Occidente en el año 784 se impuso el diezmo nuevamente en la Iglesia. "Además de nombrar a los obispos, Carlomagno se ocupó de legislar acerca de la vida de la iglesia. Esta legislación incluyó el descanso dominical obligatorio, la imposición del diezmo como si fuera un impuesto, y el mandato de predicar sencillamente y en la lengua del pueblo" (Justo L. González, Historia del Cristianismo, Obra completa, 2009, P. 325). Consecuentemente en el año 817, Ludovico Pio, hijo y heredero en el trono de Carlomagno continuó con la misma práctica establecida por su padre de sobrecargar con el diezmo a la Iglesia: "Este diezmo, por demás obligatorio, se dividiría en tres porciones, de las cuales una sería del clero y dos pertenecerían a los pobres. En todas estas leyes, puede verse el hilo central de la política eclesiástica de Ludovico, que consistía en reformar la iglesia al mismo tiempo que le daba cada vez mayor autonomía", asegura el historiador antes referido (Ibíd. P. 326).

Los abusos de la Iglesia Católica durante el período posterior al siglo noveno señalan una de las más oscuras manchas de su larga historia. Sus abusos incluyeron la venta de indulgencias, que fue un programa para colectar dinero. Los abusos en cuanto al diezmo en Inglaterra hicieron la vida miserable para el pueblo, lo que dió como resultado una rebelión abierta. (Flaviano Amatulli, Op. Cit.).

Martín Viana y José León, en su excelente ensayo: "El diezmo como tributo y como costumbre" certifican:

Aquel diezmo, que se había practicado en el Antiguo Testamento, en España "en el siglo XI resurge con inusitado vigor"; pero "con este resurgimiento aparece el comienzo de una serie de desavenencias y conflictos entre el poder civil y el eclesiástico" … "Más adelante, ante el cariz que tomaban las relaciones entre los poderes civil y eclesiástico, la Iglesia logró interesar a la Corona en la percepción del diezmo y, así, el Papa Honorio III promulgó en el año 1219 una bula por la que concedió al rey de Castilla y León, Fernando III el Santo, las "tercias del diezmo", confirmando Alejandro VI en favor de los Reyes Católicos este derecho, que pasó a conocerse como las Tercias Reales. A partir de aquí desaparece toda clase de roces, siendo perfecto el mutuo entendimiento entre la Iglesia y el Estado, quienes se distribuían los diezmos con arreglo a lo establecido" (Publicado en el año 1986 en la Revista de Folklore número 069. http://funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?ID=597).

Los escritores antes mencionados, del mismo modo aseveran, que el diezmo consistía en: "Todo lo que el campo producía, así como todo lo que de él recibía sustento…La lista es amplísima: trigo, centeno, cebada, avena, garbanzos, habas, guisantes, lentejas, alubias, rubia, cáñamo, esparto, lechones, terneros y vacas, ovejas, carneros y corderos, cabras y cabritos, miel, cera, leche, queso, lana, mosto, frutas, hortalizas, anís…". Se podrá observar, que aun a estas alturas de la historia, estos diezmos ocasionales, no consistían en dinero o en algún sistema monetario, sino al igual que en el Antiguo Testamento, eran productos de la agricultura y de la ganadería.

Al comenzar la Tercera Cruzada en el año 1187 se estipuló una vez más el sistema de diezmos tributarios. En esta ocasión el Emperador Federico Barbarroja, el rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León, y el rey de Francia, Felipe II Augusto aplicaron sobre los expedicionarios un diezmo obligado. Este diezmo para la Tierra Santa, era un impuesto adicional que todos, tanto pobres como ricos, debían pagar. Empero, "pronto hubo quejas en el sentido de que los pobres pagaban los gastos de guerra de los poderosos, y sin embargo no se les permitía marchar con el ejército, ni recibir los bienes espirituales que esa marcha conllevaba" (Justo L. González, Op. Cit. P. 390). "En el siglo XIV, Wycliffe defendió, en su natal Inglaterra, varias opiniones que atentaban contra la autoridad de la Iglesia, criticando las riquezas del papado y las indulgencias mediante las que los ricos podían comprar el perdón para determinados pecados, incluso por anticipado". (Wikipedia: Protestantismo).

En el año 1476, el diezmo y otros impuestos se habían convertido en una forma de abuso por parte de los obispos católicos. Fue cuando resonó el grito de protesta por parte del predicador alemán Hans Bohm Hans Bohm era oriundo de Helmstadt Alemania, y se indignaba viendo las desigualdades entre los cristianos, principalmente cuando los propios obispos católicos contribuían de forma directa a la explotación económica de sus feligreses. "En presencia de tanta miseria reunida allí, no era difícil ver el contraste entre el mensaje cristiano y la vida lujosa que llevaba el obispo de Wurzburg. Bohm comenzó a atacar la pompa, la avaricia y la corrupción del clero. Después anunció que el día vendría cuando todos los seres humanos serían iguales, y todos tendrían que trabajar por igual. Esto era lo que el Señor prometía. A la postre, Bohm urgió a sus seguidores a actuar en anticipación del día del Señor, negándose a pagar toda clase de impuestos, diezmos y otras obligaciones" (Justo L González, Op. Cit. P. 527). El mensaje fogoso y crítico que Hans Bohm predicaba, cada día se fue tornando más incómodo para el Clero Católico, hasta que finalmente, "Por orden del Príncipe-obispo de Wurzburgo, Rodolfo II de Scherenberg, Hans Böhm fue arrestado, procesado y condenado a muerte por herejía. El 19 de julio de 1476 fue quemado en la hoguera" (Wikipedia).

Martin Lutero rechazó la práctica de diezmar en 1525 mientras los católicos en el Concilio de Trento Decreto 8, Cap. 12 enseñaron que "Los diezmos se deben pagar enteramente; y excomulgar los que hurtan o impiden", certifica Gary Shogren, en su excelente artículo "¡Un último adiós al diezmo! Parte 2 – La iglesia primitiva NO diezmó", razondelaesperanza.com/…/la-iglesia-primitiva-no-diezmo-por-los-prime). Ulrico Zuinglio (1484 – 1531) denominado el tercer hombre de la Reforma tras Martín Lutero y Juan Calvino. …rechazó las indulgencias, consideró que el diezmo no era una institución divina. (Peregrino Reformado, Ulrico Zuinglio www.peregrinoreformado.com/fe-reformada/28…/34-ulrico-zuinglio).

Con el paso del tiempo, apareció en escena otro predicador igualmente decidido, consagrado y crítico de la vida muelle y ostentosa de los obispos católicos. Su nombre era Jorge Fox, fundador de la Sociedad Religiosa conocida como, "los Amigos" o "Cuáqueros" y nació en Leicestershire, una pequeña aldea de Inglaterra en 1624. Jorge Fox, al igual que los reformadores mencionados, reusó aceptar el sistema de diezmos de la Iglesia Católica, ya que tenía bien en claro que, no solo no había base neotestamentaria para sustentar tal modelo de dar a la Obra, sino además, le producía gran molestia ver el escandaloso despilfarro que los obispos hacían de aquellos diezmos recibidos.

Las prédicas y prácticas de Fox y los suyos no eran del agrado de muchos. Los jefes religiosos no gustaban de estos "fanáticos" capaces de interrumpir sus servicios religiosos para discutir sobre las Escrituras o para orar en voz alta. Los poderosos veían la necesidad de escarmentar a estos "amigos" que se negaban a pagar diezmos, a prestar juramentos, a inclinarse ante sus "mejores", o a descubrirse ante cualquiera que no fuese Dios. … a la muerte de Fox, en 1691, sus seguidores se contaban por decenas de millares. Esos seguidores fueron también perseguidos. Repetidamente se les encarcelaba, acusándoseles de ser vagabundos, de blasfemar, de incitar a motines, o de no pagar los diezmos (Justo L. González, Op. Cit. 2 P. 337).

En España para el siglo XVII según la Gran Enciclopedia Aragonesa, en general, el porcentaje de 10% se conservaba para los productos más importantes (cereales, etc.) y era a veces inferior en otros productos de menor importancia: verduras, animales criados para el consumo familiar, etc.

Los beneficios obtenidos de los diezmos se repartían entre distintos miembros de la Iglesia pero de forma muy desigual. Dichos beneficios eran muy considerables, a pesar de que una parte del importe global no llegaba a la misma: algunos diezmos estaban destinados a señores laicos, una parte del conjunto iba a parar por distintas vías a la monarquía, y otra desaparecía en gastos de recogida de los mismos, transporte, distribución, etc. Todo ello se complicó con el paso del tiempo hasta que fue necesario la utilización de buen número de personas, edificios de almacenaje, etc., lo que incidía considerablemente en el capítulo de gastos. Igualmente hay que tener en cuenta los fraudes: la oposición al pago de esta carga es en determinados momentos muy clara por parte de algunos sectores, que incluso se niegan a pagar, a pesar de la pena de excomunión que pesaba sobre todo aquel que no pagase diezmo (GEA. Gran Enciclopedia Aragonesa).

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