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La motivación, necesidad de la Pedagogía (página 2)

Enviado por Ibrain Salgado Paz


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que inician, sostienen o detienen la conducta.

Al revisar estas definiciones se evidencia que la motivación es algo: dinámico, que genera cambios en las personas – que toma en cuenta la historia personal y su experiencia, – que puede atribuirse a estímulos externos pero también hay reacciones provocadas por estímulos internos. Pero, aplicada al proceso docente, ¿cómo definirla?

Según el doctor en Ciencias Psicológicas y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, Fernando González Rey (1983), la motivación es un proceso síquico y manifestación caracterológica de doble contenido y determinación: cognitivo y afectivo.

Sin dudas que MOTIVAR es una de las palabras cuyo significado es diverso y a la vez es una de las partes medulares y más complejas del proceso enseñanzaaprendizaje, que impulsa a aprender y en general actúa como componente catalizador en la actuación del hombre. Por ello el componente volitivo desempeñará un papel fundamental.

En síntesis, la motivación es un proceso dinámico en el cual el individuo orienta sus acciones hacia la satisfacción de las necesidades generadas por un estímulo concreto y, al conseguirlo, experimenta una serie de sentimientos gratificantes.

Es importante destacar que jamás se puede separar al maestro de la persona y cada educador debe saber cómo desea ser en su profesión. Está demostrado que los maestros evaluados como "MOTIVANTES" hacen que se distinga y aprecie la materia que explica. Son muchos los casos de estudiantes que hasta un momento determinado no esperan con agrado el desarrollo de una disciplina. Sin embargo, al tener la oportunidad de compartir e intercambiar con un profesor verdaderamente comprometido con su rol y sus funciones como educador, comienzan a experimentar cambios en el proceso de recepción y aceptación plena del contenido que está recibiendo.

El alumno debe ser un objetivo para alcanzar la secuencia de los propósitos docentes y educativos a partir de los mejores esfuerzos, y por tanto, requiere que el maestro siempre desarrolle acciones POR y PARA el estudiante, activando los impulsos de estos y haciendo que la enseñanza constituya un acto estimulante. Alentándolos ampliamente, pero permitiéndoles avanzar a su propio paso, la enseñanza resulta más efectiva que cuando se obliga a todos a transitar por un único camino. Tener en cuenta las diferencias individuales de los estudiantes es fundamental en el proceso motivacional. No se olvide que el docente debe trabajar para lograr el aprendizaje significativo o sea, el que penetra en los estratos profundos de la conciencia del estudiante. El maestro debe orientar al alumno y ayudarlo a asumir responsabilidad por su propio aprendizaje.

Desarrollo

La motivación constituye una parte importante de la personalidad. No está implantada en ella, sino que surge desde dentro como una fuerza motora. Gran parte de ella está debajo del nivel de la conciencia, de tal forma, que el individuo mismo a menudo no entiende por qué actúa. Hay muchas formas para equilibrar el patrón de motivaciones y evitar desniveles en los educandos.

Cuando hay ausencia de motivos para el estudio, puede caerse en el formalismo y en la superficialidad en la asimilación de los conocimientos, por lo que resulta fundamental la formación de adecuados motivos que garanticen el hecho de que los alumnos participen en la actividad docente y se entreguen a ella con placer. Esta tarea adquiere mayor relevancia en el caso de los Institutos Superiores Pedagógicos desde el primer año y en su antecedente inmediato de los Politécnicos: el aula pedagógica, la que debe prepararlos para enfrentar con interés el llamado Curso Introductorio. Esta tarea reclama atención por parte de cada institución, en la medida de sus posibilidades.

Para lograr la formación del joven con vastos y profundos conocimientos (perfil amplio), comprometido con el momento que vive, competente y eficiente en su función, con las habilidades necesarias y con una motivación para el estudio, conformada por fuertes motivos e intereses cognoscitivos, de autopreparación y autorrealización, es necesario que el trabajo del profesor se oriente y organice en óptimas condiciones con el propósito de desarrollar las potencialidades de cada joven. Por ello, los primeros motivados, los más comprometidos, deben ser los educadores. Construir el imaginario de las clases, enseñarles a pensar, a estudiar, para que puedan por sí solos alcanzar objetivos superiores, para que puedan buscar e investigar en beneficio de su nivel de actualización, debe llegar a constituir una necesidad social fundamental en el comportamiento e interés profesional de un docente.

Partiendo de nuestra experiencia se propone pensar la motivación como la voluntad cognoscitiva y afectiva del estudiante para implicarse con su maestro en el cumplimiento de los objetivos de un Programa, un proyecto, una tarea; mediante la acción consciente, planificada, original, estimulada por un conjunto de factores de diversa índole, sustentada científicamente y que es llevada adelante por el docente como guía del proceso y ejecutada por sus protagonistas, los alumnos.

En este proceso resulta fundamental el establecimiento de un ambiente agradable a través de la comunicación afectiva que propicie el diálogo y la reflexión libre y voluntaria, el intercambio y la expresión emocional, es decir, fomentar un clima que favorezca estados sicológicos de seguridad, confianza y respeto mutuo para así lograr una disposición favorable no sólo hacia el intercambio y la reflexión, sino también hacia los contenidos abordados e incluso, hacia la vida en general.

Por lo tanto, es esencial trabajar en interés de que la actividad docente y extradocente y el clima en el aula estimulen la reflexión y el complemento vivencial del proceso.

Resulta de gran interés preguntarse entonces:

¿Qué características debe reunir un profesor evaluado como motivante?

Diversos especialistas se han referido a las cualidades que deben identificar al buen maestro. Entre ellos están los ya mencionados José María García Garduño y Armando Rugarcia (1985), además, Beatriz Junquera Cimadevilla (1995) y Nancy Chacón Arteaga (1995), quienes abordan tan importante temática a partir de la condición formadora como profesional de la educación que debe distinguirlos. Debe pensarse en ese ideal teniendo como soporte su función social, ética, estética y cultural, al levantarse como sujeto – paradigma ante sus alumnos, en primera instancia, ante la sociedad a la cual tributa y ante sí mismo. Adjetivos como respetuoso, exigente, justo, culto, capaz, activo, amable, digno, optimista, honesto, cumplidor, abnegado, maestría pedagógica, amor a la profesión, se lee de una u otra forma en los muchos e importantes discursos al respecto. Todos destacan valores que resultan incuestionables y muy necesarios en la personalidad del educador. A partir de estas ideas y las derivadas de la experiencia de la autora se propone un sistema de atributos que deben cultivarse en todo hombre, sobre todo si estos se están preparando como educadores.

. Humanismo: capaz de ejercitar la integridad propia y desarrollar la ajena. En este sentido de totalidad, de plenitud, se piensan en virtudes como: alto concepto del deber y de la obligación moral al tener la responsabilidad de ser ejemplo y de preocuparse por su instrucción como forma de desarrollar el pensamiento, así como por la educación de los sentimientos, todo lo cual debe tener su reflejo armónico en la colectividad humana. Es por ello que la honestidad, dignidad, generosidad, bondad, solidaridad, respetuosidad, optimismo, exigencia, incorrupción; capacidad de analizar y disculpar, se alzan como justas y equilibradas fortalezas en la entereza del carácter.

. Nexo coherente entre el pensar, el decir y el hacer.

. Patriotismo, sentido de pertenencia, voluntad de lucha y aptitud de servicio.

. Laboriosidad y disciplina: ver el trabajo como hábito moral.

. Cultura, inteligencia, sensibilidad, espíritu creativo, renovador e investigativo. Dominio científico de la materia que imparte.

. Capacidad de reflexión, autoridad y tolerancia, paciencia, comprensión, flexibilidad, sistematicidad, crítica y autocrítica.

. Demostrar su maestría pedagógica.

. Ser un buen comunicador.

. Velar por proyectar una imagen agradable.

Poco ayuda al perfeccionamiento en cuanto a formulación de objetivos, contenidos, métodos, sistema de evaluación, etc., si no tenemos en cuenta todos estos elementos que forman parte del sistema de motivaciones que determinan la actividad docente, es decir, la motivación no se improvisa, constituye un engranaje múltiple donde el profesor tiene que ser capaz de cultivar y conjugar todas esas virtudes con el objetivo de favorecer el desarrollo armónico de la personalidad individual del estudiante, formar hombres, crear un puente entre el aula y la vida, teniendo como subsuelo su propio ejemplo.

¿Qué factores "otros" pueden resultar motivantes en un aula?

Llama la atención la tendencia que defiende A. Bandura (1976) para quien la primera fuente de motivación son: nuestros propios pensamientos, basados en anteriores experiencias, a través de los cuales las personas tratan de imaginar cuáles serán sus consecuencias, mientras que una segunda fuente de motivación es la fijación de objetivos para enjuiciar lo realizado. De este modo, cuando los alumnos adoptan como propios los objetivos propuestos por el profesor, o lo que es lo mismo, cuando se sienten fuertemente comprometidos con él, se vuelven más automotivados para obtener logros escolares, valorándolos de forma más positiva si son claros, específicos, razonables, asequibles, y en caso de que sea posible, alcanzarlos en un período relativamente corto de tiempo. Todo lo cual halla franca correspondencia en la idea que sobre motivación se expuso anteriormente.

Se suele decir que una enseñanza de calidad es motivadora pos sí misma, aunque la experiencia demuestra que esto es sólo verdad en cierta medida., porque hay que tener presente todo un sistema de factores capaces de propiciar el éxito en el proceso educacional-instructivo. Se trata, por lo tanto, de comprobar cuáles pueden ser algunos de los factores motivacionales que apoyan la perseverancia del alumno en las actividades del proceso docente educativo.

Partiendo de las diferentes teorías, se analizan algunos factores que pudieran resultar motivadores en las aulas.

En cuanto a la labor de un docente, son varias las dimensiones más relevantes. Sin olvidar lo declarado anteriormente por el alcance y trascendencia indiscutible que tiene, se presenta una relación, teniendo en cuenta los aportes de las distintas teorías acerca de la motivación y los criterios de varios especialistas. Son ellas las referentes a:

– La diferenciación del contenido respecto a cualquier tipo de discurso, su nivel de interés, capacidad explicativa y dosificación.

– Las técnicas y métodos que se introduzcan, así como la posibilidad de seguimiento y asimilación por parte de los alumnos.

– La utilización de la anécdota oportuna, atrayente, educativa, que movilice el pensamiento y posibilite su dimensionamiento universal.

– La puntualidad y dedicación a cada aspecto por parte del profesor.

– La estructuración de la exposición.

– La utilización de referencias y citas, así como las menciones a material impreso y bibliografía más actualizada.

– La utilización correcta y oportuna del pizarrón, diapositivas, transparencias, películas, o cualquier tipo de material ilustrativo e incluso situaciones de la vida cotidiana, cuando se ajuste a la situación.

– No debe descuidarse la intención de que el estudiante compruebe la aplicación que tiene lo que aprende en el entorno en que vive, es decir, la utilidad de lo aprendido.

– El estilo de explicación del docente, el tono de voz, así como su modulación y velocidad, apoyado por el lenguaje extraverbal. Todas las acciones de un verdadero profesor deben ser portadoras de su ética profesional.

– La interrelación con la audiencia a partir del componente afectivo y la competencia comunicativa del docente.

– La evaluación de la comprensión de la audiencia ante lo explicado, también conforman la compleja red de ejes que pueden incidir en el éxito del proceso de enseñanza.

A todas hay que dedicarles tiempo en el proceso mental de construcción de una clase. Mucho más cuando los estudiantes llegan con deficiencias y en muchos casos desmotivados hacia la futura profesión.

Siguiendo a Keller (1983), a Keller y Kopp (1987), y a Keller y Susuki (1988), entre otros autores, se ha expuesto por estudiosos del tema que es posible sistematizar todos los factores motivaciones y reducirlos al hecho de que la información recibida se procesará mejor si existe: atención y reconocimiento de la utilidad de algo, si se prevé que se va a tener éxito y si la actividad produce alguna satisfacción.

La atención es una concentración selectiva sobre algo que encaja en los esquemas previos, o reconocimiento de la información, y supone el primer paso para que e aprendizaje sea significativo. La imagen del profesor, su capacidad como comunicador eficiente, puede favorecer la aproximación al auditorio.

Uno de los factores que más incide en la atención es la: curiosidad, relacionada con el interés que el docente ha logrado despertar por el tema en los alumnos y provocada por la novedad, la paradoja o lo absurdo, aunque siempre en pequeñas dosis, lo cual se puede lograr en clase mediante el planteamiento de preguntas-problema al inicio del tema, que creen entre los alumnos conflictos entre datos y conceptos, hechos y principios, o también a partir de una técnica participativa que propicie la construcción o consolidación de conocimientos, al dejar alguna interrogante en una clase, que incluso los propios alumnos pueden investigar, o la presentación por los propios estudiantes de otras alternativas que les resulten atractivas, etc.

También la ordenación de conocimientos con algún esquema, de contenido más fácil a más difícil y la incitación al alumno mediante preguntas-problemas que se intentarán resolver. Estos elementos se denominan por algunos especialistas: organizadores (son aquellos que facilitan la adquisición de los conocimientos por parte del alumno, teniendo en cuenta sus posibilidades), los que se deben dosificar durante el transcurso de la clase.

Otro factor que incide, ya aludido anteriormente, es la : capacidad de comunicación del docente, es decir la claridad de la exposición, modulación de la voz, entonación, en fin, técnicas de dicción, la cual se encuentra interrelacionada con su competencia comunicativa y todos los componentes de carácter verbal y extraverbal, incluso de carácter afectivo, que facilitan el trato alumno- profesor sobre la insoslayable base respetuosa que debe identificar la relación docente- discente. Se reclama particular reflexión sobre el término "respetuosa". No debe confundirse el trato solidario y camaradería, con la "confianza" y el desconocimiento de la frontera: alumno – profesor.

Por otro lado, para mantener la atención son muy útiles los ejemplos y anécdotas, tanto de naturaleza positiva como negativa, para la mejor comprensión de un texto, las cuales pueden extraerse del entorno, de lo cotidiano, de la realidad que se vive, de la historia que identifica a los pueblos. Con estos recursos, utilizados inteligentemente, se favorece el grado de actualización de los alumnos y se dimensiona su desarrollo cultural, aspecto medular en la formación de un joven. Esto puede relacionarse con las técnicas de explicación.

Por último, los mismos alumnos pueden resolver los conflictos mediante el uso de estrategias algorítmicas y heurísticas, así como los pasos del proceso hipotético-deductivo. De este modo, cuanto más atención logre atraer el docente, mayor será la motivación del alumno.

Se insiste en el hecho de no olvidar las características generales que deben identificar al buen educador.

En segundo lugar, la motivación en el aprendizaje puede mejorar si el alumno percibe que puede resolver alguna utilidad propia mediante la instrucción. Los deseos y necesidades que pueden mover a la acción, aunque son múltiples, pueden clasificarse como sigue:

  • personales ( jerarquía de necesidades, que comienzan a partir de las de más bajo nivel- supervivencia, pertenencia, autoestima y concluye en las de nivel superior, logro intelectual, apreciación, autorrealización, de forma que cuando quedan satisfechas las necesidades de un determinado nivel, las personas se sienten motivadas para satisfacer otras de nivel superior) .

  • instrumentales (una meta inmediata se percibe como requisito para obtener metas deseadas posteriores )

  • culturales (coinciden con los valores de ciertos grupos de preferencias).

El problema está en cómo incitar al alumno a que considere una información útil. Un análisis, teniendo en cuenta propuestas de estudiosos del tema, puede orientarse a que :

La adquisición de resultados positivos, propicia el esfuerzo, por lo que conviene que el alumno logre resultados efectivos en condiciones de riesgo moderado. Así, el profesor debe establecer una línea base, con variedad de metas, de forma que cada uno alcance calificaciones positivas que permitan el autorrefuerzo, valorables tanto por él mismo, como por su entorno. Es imprescindible demostrarle a los alumnos que pueden alcanzar un objetivo. Para ello es vital la voluntad del sujeto y la inteligencia del educador para distinguir situaciones de "situaciones otras".

En el caso particular de la enseñanza técnica y profesional esta recomendación resulta fundamental. No se deben olvidar las características de los alumnos que se reciben. En correspondencia con dicha realidad, se debe trabajar y dirigir el aprendizaje, después de un análisis lógico en los espacios correspondientes de los ejes referidos.

La concesión de oportunidades a los alumnos para que se responsabilicen y satisfagan sus necesidades de poder, suele fomentar la motivación mediante selección de temas, debates, proyectos, etc. Es indispensable conceder al alumno tiempo para la reflexión. El trabajo en grupo, puede ayudar. Claro, es primordial la orientación con suficiente tiempo, así como todo tipo de indicación que otorgue posibilidades de desarrollo al estudiante, incluyendo el soporte material indispensable.

La importancia de que los alumnos consideren la necesidad de las tareas para futuras metas. Todo esto resulta substancial para la motivación de los alumnos. No debe indicarse el estudio independiente por cumplir con un requisito de la clase. Este debe responder a intereses específicos del profesor, conocedor de sus alumnos, y debe contribuir, en diferentes momentos, al desarrollo de los educandos en el componente docente, investigativo y laboral.

Otro factor motivacional son las actitudes hacia el éxito o hacia el fracaso que influyen sobre los sucesos reales, por lo que se trata de conseguir ambientes educativos que estimulen a los alumnos. Para ello se suelen emplear algunas de las técnicas siguientes:

– aportar éxitos continuados al alumno de forma que el profesor aporte tareas que puedan resolverse sin error, lo cual refuerza al alumno al tener conciencia de que puede hacer lo que le propone el profesor.

  • el conocimiento por parte del alumno de las estrategias de enseñanza del profesor. Esto le proporcionará certidumbre, lo que hace aconsejable que informe y sugiera, entre otros elementos, sus objetivos (en el intento de que los alumnos se apropien de ellos), el uso de los llamados "organizadores" y de las técnicas de estudio específicas para cada asignatura. Recomendarles que es necesario que descubran sus posibilidades para fijar mejor los conocimientos, no está de más, es decir, conocer qué tipo de memoria poseen, qué métodos de estudio les resultan más efectivo. Además, mediante el autocontrol, los alumnos aprenden a operativizar las conductas que llevan a un determinado objetivo, contando que los avances conscientes le motivan, a la vez que controlan su atención en el tiempo de clase, el horario de estudio, lleva llevar la materia al día, etc. Por último el profesor ayuda al alumno a valorar su esfuerzo, reconociéndolo con algún tipo de refuerzo o estímulo.

Finalmente las valoraciones tanto intrínsecas como extrínsecas, potencian los resultados del alumno. Para mantener la satisfacción intrínseca en la instrucción conviene usar los premios derivados de la misma tarea, más que los externos a la misma (alabanzas verbales y otros efectos retroalimentadores). .

A manera de resumen se puede destacar que: La incitación a la atención y la apertura hacia nuevos horizontes de expectativas por parte de los docentes, influye positivamente sobre el grado de motivación de los discentes.

La percepción por parte del estudiante de la obtención de utilidad propia, influye positivamente sobre su grado de motivación.

La certidumbre de los alumnos acerca de las actitudes que permiten obtener el éxito, influye positivamente sobre su grado de motivación

Las valoraciones positivas y estimulantes realizadas a los alumnos, influyen positivamente sobre su grado de motivación.

Estos son factores que pueden explicar el grado de motivación de los alumnos.

Y en lo referido a la motivación profesional ¿qué elementos deben considerarse?

La Dra. Viviana González Maura, (1997) especialista en el tema, opina que la orientación profesional concebida a partir de un enfoque personológico se expresa en lo que se denomina la educación profesional de la personalidad, la cual genera la necesidad de dirigir el trabajo de orientación profesional al desarrollo de la esfera motivacional y cognitiva de la personalidad del sujeto, es decir, de conocimientos, habilidades, capacidades, motivos e intereses profesionales y lo que es muy importante, al desarrollo de la autovaloración del sujeto y de cualidades de la personalidad tales como la independencia, la perseverancia, la flexibilidad que le posibiliten lograr una selección profesional a partir de su autodeterminación.

En este sentido a la escuela y en especial al maestro le corresponde un papel fundamental en la educación profesional de la personalidad, no menos importante que el que corresponde a la sociedad en general y a la familia en particular, la cual comienza en edades tempranas y afirma la especialista que continúa aún después de la incorporación del joven en la vida laboral, teniendo como objetivo priorizado lograr en el sujeto la autodeterminación en la selección y actuación profesional, así como la flexibilidad del sujeto en el análisis y ejecución profesional que favorezcan la capacidad de explorar otras variantes, reorientar, si es necesario, su motivación profesional ante la búsqueda de soluciones a los conflictos que pueden presentarse. En todos los casos, independientemente de la decisión adoptada, la autodeterminación se expresa en el compromiso del sujeto de llevarla a cabo así como ante el convencimiento de su necesidad.

Atendiendo a la motivación profesional, en la etapa de la formación vocacional general, es importante dirigir las influencias educativas y permitirle a cada sujeto "descubrir" sus inclinaciones y aptitudes. Objetivos importantes en esta etapa lo constituyen la formación de cualidades de la personalidad tales como la: independencia, la perseverancia, la autovaloración adecuada, la capacidad de buscar alternativas, mediante la explotación de recursos pedagógicos que favorezcan el desarrollo de la flexibilidad del pensamiento y la creatividad en el sujeto, factores importantes para lograr la autodeterminación de la personalidad.

En la etapa de formación y desarrollo de intereses y habilidades profesionales no se concibe la impartición de una asignatura al margen de los objetivos de la formación del profesional.

Muchos profesores piensan que el trabajo de orientación profesional culmina con el ingreso del estudiante al centro de formación profesional. Sin embargo, y este es otro criterio que se comparte, es precisamente en ese momento que la orientación profesional requiere de una atención especial si tenemos en cuenta la necesidad de su carácter diferenciado, toda vez que al centro de formación profesional ingresan sujetos con diferentes tipos de orientación motivacional hacia la profesión y con diferentes niveles de desarrollo de sus conocimientos y habilidades generales.

En el caso particular de las carreras pedagógicas, lo expresado, alcanza extraordinaria importancia. Actualmente se desarrollan acciones diversas con el objetivo de rescatar el prestigio que debe gozar dicha profesión. Por ello, la labor de los claustros desde los llamados "cursos introductorios" requiere de esfuerzo, dedicación, de profesores competentes y paralelamente la aplicación de sistemas de "estímulos" para el personal docente en general, aspecto este que se sabe no es de fácil solución, pero que sí reclama atención.

Por otra parte, lograr la formación de un profesional capaz de resolver con calidad los problemas que de él demanda la práctica, sólo es posible a partir del desarrollo óptimo de sus intereses y habilidades profesionales.

Dos estudiantes pueden al concluir su formación profesional haber logrado semejante nivel de desarrollo de sus conocimientos y habilidades profesionales, sin embargo, la calidad de su actuación profesional será diferentes en dependencia del contenido y nivel de desarrollo funcional de las formaciones motivaciones que lo orienten y que fueron madurando durante toda la carrera. .

La Dra. González Maura (1997), entre otras ideas, asegura que teniendo en cuenta el hecho de que los estudiantes ingresan a los centros de enseñanza profesional con diferentes niveles de desarrollo de su motivación profesional y de los conocimientos y habilidades que sirven de base al desarrollo de los conocimientos y habilidades profesionales, es necesario realizar estudios diagnósticos de la esfera motivacional e intelectual de los estudiantes de nuevo ingreso cuyos resultados permitan organizar y dirigir sobre bases científicas un trabajo diferenciado de orientación profesional, el cual no debe descuidarse al transitar por los diferentes años de la carrera. Se considera que en esta etapa el trabajo debe orientar al estudiante en: el conocimiento de la profesión seleccionada, el logro de un vínculo afectivo con la misma a través de la calidad e integración de actividades docentes, científicas y laborales, con un enfoque profesional que posibilite la formación de intereses, conocimientos y habilidades profesionales.

La tarea no es fácil, muy por el contrario, puede calificarse de ardua, delicada y embarazosa, pero no es imposible. Además, no se detiene aquí, continúa en primer y segundo año con un singular seguimiento, al incorporarse otros objetivos que persiguen extender el universo cultural de los alumnos y su preparación como futuros docentes.

Actualmente se considera que hay un reclamo muy especial de atención al sistema de influencias educativas, las cuales deben incidir, como destaca la Dra. González Maura (1998), en la esfera motivacional e intelectual de la personalidad del estudiante, además de contribuir a su formación integral.

Se sabe que los alumnos que ingresan en los Institutos Superiores Pedagógicos poseen diferentes niveles de desarrollo de su motivación hacia la profesión, así como de sus conocimientos y habilidades generales. Es por ello que desde que se matriculan en primer año se va estudiando la personalidad de los estudiantes realizando los diagnósticos y la caracterización de este nuevo ingreso.

Teniendo en cuenta los resultados, se trabaja por:

. La lección humana de cada clase a partir de una formación científico humanista.

. El acercamiento del alumno a los problemas del subsistema para el cual se prepara.

Para ello es imprescindible desarrollar intereses, conocimientos, habilidades, un pensamiento reflexivo y flexible con el objetivo de que bajo la guía del tutor del Politécnico y del profesor asesor del ISP, puedan "pensar" y "actuar" por la solución de los problemas en la Práctica Laboral Responsable.

. La integración de los tres componentes: académico, laboral e investigativo.

Se piensa que mediante estas vías, se crean condiciones positivas para desarrollar un trabajo educativo orientado hacia la esfera motivacional intelectual.

El estudiante debe formarse para y en la Práctica Laboral Responsable. Es por ello que a través de las disciplinas, debe conocer sus perspectivas de desarrollo. Así podrá valorar en su justa dimensión la profesión para la cual se prepara.

. Alcanzar la eficiencia en el proceso de dirección del aprendizaje mediante el logro de:

– la calidad requerida en las tareas y acciones que se programen y su enfoque profesional

– la unidad de acción del colectivo pedagógico

  • demostración de la utilidad de las asignaturas que reciben

  • aplicación de los Programas Directores coherentemente

  • interdisciplinariedad

  • sistematización en los hábitos de estudio

  • nivel de actualización y cientificidad de la bibliografía sugerida

  • orientación acertada del trabajo independiente de acuerdo al tipo de alumno (alto, medio y bajo rendimiento) y el tratamiento pedagógico diferenciado

  • vinculación con las líneas de investigación de los Departamentos

Además, se intenta que el claustro de I y II año favorezca y garantice el proceso de dirección del aprendizaje y la labor educativa.

Se piensa que la Universidad en su rol social debe estudiar las condiciones que le permitan desarrollar sistemáticamente los niveles globales de la calidad del aprendizaje a partir de la modernización de la tarea educativa. Esta debe facilitar: el acceso a la cultura y el consecuente desarrollo del pensamiento, el crecimiento personal o desarrollo progresivo de las personas durante toda su vida, la adquisición de conocimientos y competencias básicas en correspondencia con los avances científico-técnicos que le permitan responder a las prioridades derivadas de los cambios sociales, mediante estrategias de actualización y la creatividad. Es necesario desarrollar la posibilidad de dar respuesta a las constantes exigencias del país, al formar un profesional de "pensamiento abierto", capaz de enfrentar y solucionar problemas y en el caso particular de los futuros pedagogos, educarlos en esa vocación de servicio que identifica al magisterio.

Por lo tanto, es fundamental realizar un trabajo educativo afectivo y comunicar a los estudiantes vivencias positivas en torno al desempeño de la profesión.

Para alcanzar estos propósitos se precisa de ese profesor motivante, de su condición de excelencia como agente educativo porque constituye el espejo en el que la sociedad que se construye, fijará su mirada.

Conclusiones

Al pensar en la motivación debe hacerse en términos de proceso dinámico, activo, complejo, infinito e inseparable de la condición humana.

Al respecto son muchas las definiciones que se pueden encontrar en la literatura de los últimos tiempos desde el punto de vista psicológico, social y pedagógico, pero en todas, lo expuesto anteriormente constituye ideas comunes. No obstante, desde el punto de vista docente, partiendo de la experiencia propia y la de otros autores se piensa en la motivación como la predisposición cognoscitiva y afectiva del estudiante para involucrarse con su maestro en el cumplimiento de los objetivos de un Programa, un proyecto, una tarea; mediante la acción consciente, planificada, original, impulsada por un conjunto de factores de diversa índole, sustentada científicamente y que es llevada adelante por el docente como guía del proceso y ejecutada por sus protagonistas, los alumnos.

. Es fundamental destacar la importancia que se le concede al componente comunicativo afectivo en este proceso. Teniendo como soporte, además, el respeto recíproco profesor-alumno, la experiencia es el mejor testigo del ambiente feliz que se puede alcanzar si se construye la clase o cualquier acción extradocente, sobre la base del diálogo y la reflexión abierta, disciplinada y equilibrada.

. Se comparte el criterio de estudiosos del tema motivación, los cuales, aseguran que los maestros evaluados como "motivantes" logran que se aprecie y estime la materia que imparte.

Las características que distinguen a este docente están relacionadas con un sistema de normas, principios, cualidades y valores afines con la existencia humana, su riqueza espiritual en cuanto a su comportamiento, su conducta moral, sentimientos positivos que identifican sus acciones y que han sido incorporados a su personalidad como formas de una concepción humanista. Además, se añaden elementos relacionados con la profesionalidad y competencia del educador.

Estos atributos merecen consideración porque la educación en sus múltiples aspiraciones, está llamada a favorecer al cultivo de virtudes y valores del hombre, de manera tal que se incida en todos los aspectos de la personalidad humana. Mucho más cuando se trabaja en la formación de futuros profesores.

Sería conveniente que aquellos docentes que se sientan interesados en el tema, se interroguen y se autoevalúen a propósito de todos los indicadores que se relacionan en el trabajo, como características que debe reunir un profesor categorizado como "motivante".

. Hay otros factores que pueden favorecer al proceso motivacional. Entre ellos se consideró: – la atención y dentro de ella la curiosidad, la ordenación de conocimientos, la capacidad de comunicación del docente, los ejemplos y anécdotas y el uso de estrategias algorítmicas y heurísticas.

  • la utilidad propia en la que se analiza la adquisición de resultados positivos, la concesión de oportunidades y la necesidad de las tareas.

  • las actitudes hacia el éxito o hacia el fracaso en las que se tienen en cuenta aportar éxitos continuados al alumno y el conocimiento por parte del estudiante de las estrategias de enseñanza. Aquí debe atenderse al autocontrol y a los refuerzos o estímulos.

  • Las valoraciones, por último, también pueden influir en el grado de motivación de los estudiantes.

. En cuanto a la motivación profesional se deben considerar las investigaciones de reconocidos especialistas que otorgan particular importancia a la educación profesional de la personalidad. Esta no culmina con el ingreso de los jóvenes a un centro específico.

Como los conocimientos, habilidades y niveles de motivación profesional son diferentes, es imprescindible realizar diagnósticos que permitan dirigir científicamente el trabajo en los dos primeros años de la carrera.

En todo este proceso se considera priorizada la atención al sistema de influencias educativas en todas direcciones y a los objetivos que deben constituir tareas de carácter puntual en la dirección del aprendizaje.

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Autor:

Ibrain Salgado Paz

Profesor asistente

Centro de Software ISP Silverio Blanco.

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