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Doctrina escritural de la salvación (página 2)

Enviado por Efrain Lemus


Partes: 1, 2

La salvación es individual

El aspecto individual del mensaje de la salvación es fundamental. De hecho, la salvación en esencia es, "La transformación de la naturaleza individual y relación con Dios de una persona como resultado del arrepentimiento y fe en la muerte expiatoria de Jesucristo en la cruz". (Manser, M. H. (2012). Op. Cit.). El individuo de cualquier época se salva creyendo en lo que Dios ha dicho. La promesa nacional a los judíos tenía que ver con la preservación de la entidad conocida como pueblo de Israel. No quería decir que todo judío que viviera en cualquier época de la historia, sería salvo. (Platt, A. T. (1998). Estudios Bi´blicos ELA: Respuesta de Dios a las crisis (Hageo y Malaquias) (p. 100). La salvación es un asunto individual: todo aquel que desee ser salvo tiene que hablar personalmente y en privado con Cristo acerca de su alma. (Ryle, J. C. (2001). Meditaciones sobre los Evangelios: Mateo. (P. E. González, Trans.) (p. 262).

Hay un pasaje bíblico que con frecuencia es mal interpretado por algunos cristianos. Se trata del pasaje que habla de la conversión del carcelero de Filipos. Algunos cristianos entienden erróneamente la declaración: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa". (Hech. 16:31 RV60). Basados en este versículo, asumen que cuando una persona se convierte a Jesucristo automáticamente toda la familia del convertido también será salva. Otros dicen que este versículo contiene una promesa, de modo que cuando una persona recibe a Jesucristo como su Salvador personal, en algún momento de igual forma, su familia entrará a la promesa de salvación. Estas interpretaciones son equivocadas en lo absoluto. Es innegable que están sacadas de contexto. Nadie se salva por parentesco. La salvación es individual y cada individuo de forma personal tiene que tomar la decisión de recibir o rechazar la salvación ofrecida gratuitamente.

Una lectura cuidadosa del pasaje nos aclara el panorama. El pasaje comienza así: 30y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. 34Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios. (Hech. 16:30-34 RV60). Aquí no aparece ninguna salvación automática de la familia del carcelero. Tampoco existe ninguna promesa de salvación que Pablo y Silas le hayan hecho al carcelero. La salvación de la familia del carcelero aquí se debió a que prestaron atención a la Palabra de Dios y creyeron al mensaje de salvación. El versículo 32 dice que Pablo y Silas le hablaron la Palabra de Dios a la familia del carcelero. El versículo 33 dice que el carcelero se bautizó con todos los suyos. Estos versículos nos explican que la familia tuvo que escuchar primero el mensaje del evangelio, luego creyeron la Palabra predicada y decidieron bautizarse como un acto de fe. El versículo 34 afirma que el carcelero se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios. Cada miembro de esta familia escuchó el mensaje de salvación y cada uno tomó la voluntaria decisión de entregarse a Jesucristo.

El acto de la salvación

Convencimiento del Espíritu Santo

El Espíritu Santo la Tercera Persona de la Trinidad se involucra de manera activa en la salvación del pecador. Él utiliza las Sagradas Escrituras para convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Jn. 16:8). Jesús dijo que las Sagradas Escrituras daban testimonio de Él (Jn. 5:39). El apóstol Pablo expresó que "la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo" (Ro. 10:17).

Justificación por la fe

Casi todas las enseñanzas que le han sido agregadas a la Biblia por la iglesia católica romana, de una manera o de otra, niegan la redención gratuita y completa de Cristo y en cambio enseñan la justificación por las obras. El catolicismo romano en verdad anima a la gente a que crea en Cristo para su perdón; pero después les enseña también a hacer obras de penitencia, a asistir a la misa, a orarle a Dios por medio de María y de los santos, y a sufrir en el purgatorio. La iglesia impone todas estas leyes para que las personas le agreguen sus propias y supuestas buenas obras a lo que Cristo ha hecho. (Kuske, D. P. (1997). 1, 2 Tesalonicenses. (L. A. Schaller, A. J. Panning, & R. C. Ehlke, Eds.) (p. 105).

El concepto de justificación por la sola fe fue un gran descubrimiento espiritual y teológico para Martin Lutero. Estudiando Romanos 1:17, "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá". Él vio por primera vez que la justicia que Pablo tenía en mente no era una justicia que condena a los pecadores, sino una rectitud perfecta que Dios libremente concede a los pecadores en base a los méritos de Cristo, y que los pecadores reciben por la fe. Lutero vio que la doctrina de la justificación sólo por la gracia (sola gratia) a través de la sola fe (per solam fidem) debido a Cristo solamente (solus Christus) era el corazón del evangelio. Se convirtió para él en "una puerta abierta al paraíso… una entrada al cielo". (Beeke, J. (2008). La espiritualidad puritana y reformada: Un estudio teológico y práctico tomado de nuestra herencia puritana y reformada. (J. S. Llamas & A. Valdez, Trans.) (Primera Edición, p. 315).

Todas las personas salvas serán justificadas por medio de la fe, como un acto de la gracia infinita de Dios, al margen de cualquier merito humano o por las obras de la ley del Antiguo Testamento. Pablo es muy definido a este respecto: "27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál principio? ¿Por el de la observancia de la ley? No, sino por el de la fe. 28 Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige". (Ro 3:27-28). La fe es abrir nuestros corazones a la gracia de Dios, permitiendo que nos libere del pasado y nos conduzca hacia el futuro. (Erickson, M. J. Op. Cit., p. 908).

Por sí misma, nuestra fe no nos salva, aunque ella sea el vínculo de nuestra unión con Cristo, y aunque sea por medio ella que recibimos todas sus bendiciones. Nosotros no tenemos más que un Salvador, y ese único Salvador es Jesucristo nuestro Señor. Nada de lo que somos ni nada de lo que podemos hacer entra en lo más mínimo en el terreno de nuestra aceptación por parte de Dios. Jesús lo hizo todo. (Ritzema, E., Vince, E., Powell, G., Op. Cit). Estrictamente hablando, no es ni aun la fe en Cristo la que salva, sino Cristo el que salva por medio de la fe. El poder salvador reside exclusivamente, no en el acto de fe, ni en la actitud de fe, ni en la naturaleza de la fe, sino en el objeto de la fe, y es en eso que se centra toda la exposición bíblica, para que no podamos errar tan radicalmente que transfiramos a la fe ni siquiera la más pequeña fracción de esa energía salvadora que las Escrituras le atribuyen sólo al propio Cristo. B. B. Warfield (Ritzema, E., Ibid).

Nuevo nacimiento

Millard J. Erickson apunta que "El cambio básico en la dirección de una vida desde una inclinación hacia el pecado hacia un deseo positivo de vivir con rectitud se denomina regeneración o, literalmente, nuevo nacimiento. Implica una auténtica alteración de nuestro carácter, una infusión de una energía espiritual positiva". (Erickson, M. J. Op. Cit. pp. 914-915). "Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, 6 el cual fue derramado abundantemente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador". (Tit. 3:5-6). El nuevo nacimiento es una necesidad, Jesús en su encuentro con Nicodemo le dijo "Os es necesario nacer de nuevo". (Jn. 3:7). "…Quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". (Jn. 3:5). La naturaleza corrompida del hombre lo requiere (Jn. 3:5, 6; Ro. 8:7, 8).

El nuevo nacimiento es sinónimo de una nueva creación (2 Co. 5:17; Ef. 2:10). Es una resurrección espiritual (Ef. 2:1, 5, 6). Es venir a formar parte de la naturaleza divina: "Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina". (2 Pe. 1:4). Es ser un espíritu con el Señor "17 Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu" (1 Co. 6:17). Es un cambio abrupto de filiación. A todos los salvos Dios los adopta como sus hijos (Rom. 8:15; Gá. 4:4, 5; Ef. 1:5). "12 Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. 13 Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios. (Jn. 1:11-13).

Asimismo, es significativo saber que el nuevo nacimiento es una experiencia presente (Jn. 1:11-13; 1 Jn. 3:9; 1 P. 2:2). Desde el mismo momento en que una persona decide prestar atención al mensaje de salvación que se le ha predicado y entrega su vida a Jesucristo en arrepentimiento de pecados reconociendo su señorío sobre su vida entera, desde ese momento es sellado por el Espíritu Santo (Ef. 1:13) y viene a ser una nueva criatura.

Tres actos de imputación

En la teología desarrollada que pasó a ser la posesión de la Iglesia, se establecieron y explicaron tres actos distintos de imputación. Estos son la imputación del pecado de Adán a su posteridad; la imputación de los pecados de su pueblo al Redentor; la imputación de la justicia de Cristo a su pueblo. Aunque, como es natural, con más o menos pureza en el concepto y precisión de su aplicación, estas tres grandes doctrinas han pasado a ser propiedad de toda la Iglesia, y han hallado un lugar en la teología clásica de la Romana, la Luterana y la Reformada por un igual. …Que el pecado de Adán fue puesto en la cuenta de sus descendientes de modo que en realidad han compartido el castigo con que se le amenazó; y que los pecados de su pueblo fueron puestos en la cuenta de nuestro Señor, que los llevó sobre su cuerpo en el madero, y que sus méritos son puestos en nuestra cuenta de modo que nosotros seamos sanados por sus heridas, esto todo el cristianismo histórico ortodoxo lo afirma de modo unánime. (Benjamín B. Warfield, Estudios Bíblicos y Teológicos 1991, P. 252).

El doctor Charles Ryrie se manifiesta totalmente de acuerdo con estas tres imputaciones cuando expone: "Los teólogos generalmente han reconocido tres imputaciones básicas.

A. La imputación del pecado de Adán a la raza (Romanos 5:12-21).

B. La imputación del pecado del hombre a Cristo (2 Corintios 5:19; 1 Pedro 2:24).

C. La imputación de la justicia de Cristo a los creyentes (2 Corintios 5:21)". (Ryrie, C. C. Op. Cit. (p. 254).

La salvación es por gracia

A través de la historia de la Iglesia, la enseñanza bíblica de la salvación ha estado siempre en peligro de ser malentendida. Ya desde Pelagio (cf. Pelagianismo), se llegó a pensar que la salvación era algo que se podía ganar y merecer. La Iglesia de Roma siempre enseñó la necesidad de obrar bien y recibir los sacramentos para alcanzar la salvación. (Lacueva, F. (2001). Op. Cit. p. 530). La posición católica oficial durante mucho tiempo ha sido que la iglesia es el único canal de la gracia de Dios. Esta gracia se transmite mediante los sacramentos de la iglesia. Los que están fuera de la iglesia oficial y organizada no pueden recibirla. (Erickson, M. J. Op. Cit., p. 911).

No obstante, un estudio inductivo de las Sagradas Escrituras nos conduce a la conclusión de que "No sólo es cierto que el ser humano no puede ganarse la salvación por los méritos de sus propias obras, sino que sería incapaz hasta de responder con fe y arrepentimiento a la invitación gratuita a la salvación en Cristo si no fuera por la gracia de Dios". (Burt, D. F. (2002). La Conversión Auténtica: 1 Tesalonicenses 1:1-10 (p. 93). Si el hombre es incapaz por completo de contribuir en un grado mínimo a su propia salvación, entonces la salvación es totalmente por la gracia de Dios, y no condicionada por alguna virtud, prevista o no, en la humanidad caída. (Buswell, J. O., Jr. Op. Cit. (p. 579). Pablo aseveró: "8 Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, 9 no por obras, para que nadie se jacte". (Ef. 2:8-9 NVI).

El propósito de Dios al redimirnos no es tan sólo rescatarnos del infierno, aun cuando esta obra sea inmensa. Su propósito final al salvarnos es que la Iglesia pueda glorificar la gracia de Dios por toda la eternidad (Efesios 1:6, 12, 14). Así que, si Dios tiene un propósito eterno para nosotros, él nos guardará por toda la eternidad. Ya que no nos hemos salvado por nuestras buenas obras, no podemos perdernos por nuestras malas obras. Gracia significa salvación completamente aparte de cualquier mérito u obra de nuestra parte. ¡Gracia significa que Dios lo hace todo por amor a Jesús! Nuestra salvación es don de Dios. (La palabra esto en Ef. 2:8, en el griego, es del género neutro; en tanto que fe es femenino. Por lo tanto esto no puede referirse a la fe. Se refiere a la experiencia completa de la salvación incluyendo la fe.) La salvación es un regalo, no una recompensa. La salvación no puede ser "por obras" porque la obra de salvación ya ha sido consumada en la cruz. Esta es la obra que Dios hace por nosotros, y es una obra terminada (Juan 17:1-4; 19:30). No podemos añadirle nada (Hebreos 10:1-14); ni osamos quitarle nada. (Wiersbe, W. W. (1994). Ricos en Cristo: Estudio Expositivo de la Epístola a los Efesios (pp. 38-39). «Dios nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos» (2 Timoteo 1:9).

Citamos al Dr. A. W. Pink: "La gracia es la provisión para los hombres tan caídos que no se pueden ayudar por si mismos; tan corruptos que no pueden cambiar sus naturalezas; tan adversos a Dios que no pueden tornar a Él; tan ciegos que no le pueden ver; tan sordos que no le pueden oír; tan muertos que Dios mismo tiene que abrir las tumbas y resucitarlos. (Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. Op. Cit. (p. 248). "En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación" (Tit. 2:11).

La salvación es eterna

El famoso predicador Charles Spurgeon dijo las siguientes palabras: "Si yo creyera lo que algunos predican acerca de una salvación temporal y falsa, que sólo dura por un tiempo, escasamente estaría agradecido por ella. Pero cuando sé que a quienes Dios salva, Él los salva con una salvación eterna, cuando sé que Él les da una justicia eterna, cuando sé que los establece sobre un fundamento eterno de amor eterno y que Él los llevará a Su reino eterno, ¡oh, entonces sí me maravilla y me sorprende que una bendición así me haya sido otorgada a mí!". (Spurgeon, C. H. (2011). Una defensa del Calvinismo (p. 1).

La salvación está sostenida en la soberanía de Dios

Lo que nos proporciona seguridad en nuestra salvación, aun a pesar de nuestra debilidad humana, es saber que hay un Dios soberano que vela por nuestra plena salvación. Lo que él ha empezado, ya antes de la fundación del mundo, lo completará (Filipenses 1:6). Bajo la soberanía de Dios, los eslabones de la cadena de la salvación no se rompen (ver Romanos 8:28-30, 33; Efesios 1:4-14). (Burt, D. F. Op. Cit. (p. 95). Se proclama varias veces en las Escrituras que Dios es el Salvador ("Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve" [Is. 43:11]; "Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador" [Is. 45:21]). "Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados" (Col. 2:13).

La salvación está escondida en Dios

"3 pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria". (Col. 3:3-4).

El autor de la Epístola a los Hebreos asegura que Jesucristo: "8 Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; 9 y consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen, 10 y Dios lo nombró sumo sacerdote según el orden de Melquisedec". (He. 5:8-10). Pablo enseña: «Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive» (Romanos 6:9, 10). Aquí en el capítulo sexto de Romanos, el hecho de que Cristo una vez levantado de los muertos no moriría de nuevo es la analogía y el aval de nuestra salvación eterna, y es también la motivación para que el cristiano viva en esta tierra de una manera santa. (Buswell, J. O., Jr. Op. Cit. (p. 547).

Jesús utilizando la metáfora del buen pastor garantizó la salvación de sus ovejas: "Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Yo y el Padre uno somos" (Jn. 10:28-30). El apóstol Pablo de la misma manera expresa: "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Rom. 8:38, 39). Juan el apóstol, hizo todavía mención de que la salvación de los creyentes es eterna: "Les escribo estas cosas a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna". (1 Jn 5:13). "Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida". (1 Jn. 5:11-12).

Cristo el abogado defensor de los salvos

Job declaró: 19 Ahora mismo tengo en los cielos un testigo; en lo alto se encuentra mi abogado. 20 Mi intercesor es mi amigo, y ante él me deshago en lágrimas 21 para que interceda ante Dios en favor mío, como quien apela por su amigo. 22 Pasarán sólo unos cuantos años antes de que yo emprenda el viaje sin regreso. (Job 16:19-22 NVI).

El concepto general de la obra mediadora de Cristo se detalla y se aclara más en los escritos de Juan y en la Epístola a los Hebreos. Juan le da el precioso título de parakletos, o sea, «abogado», que es el mismo término que aplica al Espíritu Santo al poner por escrito el discurso del cenáculo. La palabra griega parakletos indica: «Uno que llamamos a nuestro lado para auxiliarnos», y este término se aplicaba a la labor de un abogado defensor. …Juan nos hace ver que el Señor es siempre un «abogado» a quien llamamos en auxilio nuestro en el Cielo: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo". (1 Jn. 2:1-2 RV60). (Trenchard, E. (1972). Op. Cit. (p. 101). "34¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros". (Ro. 8:34 RV60). «Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (Hebreos 7:25).

Dimensiones cósmicas de la salvación

Los seres humanos no están solos a la hora de verse afectados por la presencia del pecado en la creación. Normalmente siguiendo los comentarios de Pablo en Romanos 8:18-25, la teoría alternativa argumenta que la salvación, en su forma final, incluirá la restauración de todo el cosmos caído, que ahora está bajo el dominio del pecado, a la condición pura y gloriosa en la que fue creado y para la que fue destinado por su Hacedor. (Erickson, M. J. Op. Cit., pp. 901-902).

"20 porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza 21 de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. 22 Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. 23 Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo" (Ro. 8:20-23).

Teniendo esto en mente, el apóstol presenta su razonamiento cosmológico con las siguientes palabras: «Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios» (v. 19). ¿Por qué? Porque la redención completa de la humanidad, que sólo ocurrirá cuando tenga lugar la de nuestros cuerpos (v, 23), transformará la creación física entera. Entonces, y sólo entonces, el mal natural quedará destruido para siempre. El apóstol Pedro declara que en determinado momento, coincidiendo quizás con la redención o poco después de la redención de nuestros cuerpos a la que Pablo también hace referencia, «los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos […] Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia» (2 Pedro 3.10-13). y todo esto concuerda con las palabras de Juan en Apocalipsis: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido (Apocalipsis 21.1-2).

El resultado será la destrucción eterna y casi completa del mal natural y moral de la creación de Dios y de la experiencia de la humanidad. (Dr. Ed Murphy, Manual de Guerra Espiritual, Nashville TN.: Editorial Caribe, 1994, P. 30).

La salvación de Israel

Existe la expectativa de una salvación nacional para Israel. Es una salvación escatológica relacionada con los pactos de Dios con Abraham y David. Pero esta salvación no será para todos los israelíes sino solo para un remanente (Ro. 9:6, 27; 11:1-5). Por razones del tema no podré aquí hacer un análisis de los pros y los contras en relación con la salvación escatológica de la nación de Israel. Me limitaré, nada más, a explicar el propósito electivo de Dios para con su pueblo y como Dios cumple sus promesas de salvación por su eterna gracia.

Elección de Israel

Israel es una nación privilegiada. "De ellos son la adopción como hijos, la gloria divina, los pactos, la ley, el privilegio de adorar a Dios y el de contar con sus promesas. 5 De ellos son los patriarcas, y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas". (Ro. 9:4-5). Moisés dirigiéndose al pueblo de Israel les dice: "7 »El Señor se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso sino el más insignificante de todos. 8 Lo hizo porque te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató del poder del faraón, el rey de Egipto, y te sacó de la esclavitud con gran despliegue de fuerza". (Dt. 7:7-8).

Por elección se entiende una actitud y una acción unilaterales nacidas exclusivamente en el ser amoroso de Yahveh. Esta actitud y esta acción muestran una opción por convertir a los descendientes de Abraham que experimentaban la esclavitud egipcia en pueblo suyo. El concepto de la elección no nació después en base a una mera unidad secular o política; era desde el principio una cuestión eminentemente religiosa; el pueblo de Dios sabía que existía sólo en reacción a la acción de Dios en la elección. Desde los tiempos de Abraham, Dios iniciaba sus relaciones con su pueblo. Tampoco se entiende la elección sin alusión al éxodo, la liberación. Dios forjó a los hebreos en pueblo mediante el éxodo, los salvó antes de entrar en pacto con ellos. De modo que la salvación por la gracia precede a la entrega de la Ley. (Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., (1993-). Comentario bíblico mundo hispano Isaías (1. ed., p. 17).

Los israelitas tenían ya el concepto de salvación, relacionándolo con la participación en el siglo venidero. Para ello, pensaban que el guardar la ley les abriría la puerta a esa salvación, Pero cuando un ángel del Señor le revela en sueños a José el misterio de la gravidez de María, le dice: "Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1:21). Es decir, que la salvación que traería el Señor Jesús estaba primeramente relacionada con el interior de los corazones de los israelitas. Él venía a resolver el problema de los pecados. Esta verdad no era completamente nueva, porque Pedro dijo que "los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo…" (1 P. 1:10-11). El Señor mismo definió su misión diciendo: "Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lc. 19:10). (Lockward, A. (1999). In Nuevo diccionario de la Biblia (p. 924).

El profeta Isaías habló de la salvación futura de Israel: "Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación" (Is. 25:9); "Dios mismo vendrá, y os salvará" (Is. 35:4); "Israel será salvo en Jehová con salvación eterna" (Is. 45:17). Jeremías indica: "En aquellos días Judá estará a salvo, y Jerusalén habitará segura" (Jer. 33:16). Sofonías profetiza: "Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos.… Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará" (Sof. 3:15-17).

Explicación de: "todo Israel será salvo", de Romanos 11:26.

En la Segunda Venida, el Mesías se revelará nuevamente a Israel para salvación y juicio.

25 Hermanos, quiero que entiendan este misterio para que no se vuelvan presuntuosos. Parte de Israel se ha endurecido, y así permanecerá hasta que haya entrado la totalidad de los gentiles. 26 De esta manera todo Israel será salvo, como está escrito: «El redentor vendrá de Sión y apartará de Jacob la impiedad. 27 Y éste será mi pacto con ellos cuando perdone sus pecados.»

28 Con respecto al evangelio, los israelitas son enemigos de Dios para bien de ustedes; pero si tomamos en cuenta la elección, son amados de Dios por causa de los patriarcas, 29 porque las dádivas de Dios son irrevocables, como lo es también su llamamiento. (Ro 11:25-29 NVI).

El término "todo Israel" significa el número total de los judíos escogidos, la suma de todos los "remanentes" de Israel. "Todo Israel" corre paralelo a "la plenitud de los gentiles". Los vv. 25, 26 dejan bien en claro que Dios trata con ambos grupos, los ha estado salvando, los está salvando y los salvará. Y si "todo Israel" indica, tal como lo hace, que ni uno solo de los israelitas escogidos estará ausente "cuando allá se pase lista", entonces "la plenitud de los gentiles" demuestra de modo similar que cuando se pase lista todo escogido gentil contestará "Presente".

Respecto al significado de "será salvo" véase sobre 1:16. Para el judío y el gentil el camino de salvación es el mismo. En realidad, sus caminos van a la par. La oportunidad de ser salvos terminará para ambos cuando Cristo regrese. Como se indicó anteriormente, estos dos—"la plenitud de los gentiles" y "todo Israel"—constituyen un organismo, simbolizado por un solo olivo. Debe quedar en claro que si en el caso presente plenitud debe interpretarse en su sentido ilimitado, lo mismo vale para el todo de "todo Israel". Las palabras "y así" son explicadas por Pablo mismo. Ellas indican: "De un modo tan maravilloso", un modo que nadie podría haber anticipado. Si Dios no le hubiese revelado este "misterio" a Pablo, éste no lo hubiera sabido. Era, en efecto, asombroso. (Hendriksen, W. Op. Cit. Romanos (p. 420).

La segunda venida de Cristo será el factor detonante en esto. Siguiendo una línea de interpretación profética, luego del arrebatamiento de la iglesia Israel pasará por la gran tribulación. Para poner fin a ésta, Cristo descenderá en las nubes del cielo con sus santos, destruyendo a los enemigos de Israel en una batalla final, y manifestándose a su pueblo, que le reconocerá como Mesías Salvador. Allí se ubicaría la expresión del v. 26: "todo Israel será salvo". Esto se puede interpretar de dos maneras. "Todo Israel" se refiere al "remanente" de gracia, o bien a todos los israelitas que compongan la nación de Israel cuando Cristo descienda en su gloria. (Somoza, J. S. (1997). Comentario bíblico del continente nuevo: Romanos (p. 196).

La seguridad eterna del creyente

En todo lo escrito hasta aquí he venido aludiendo que la salvación es eterna. En esta sección explicaré de manera más fehaciente y coordinada el hecho de que la salvación que Dios nos da a los que creemos en Jesucristo no se puede perder.

La Edad Media es la época funesta en la que la Iglesia de Roma falsea los conceptos bíblicos de fe, gracia y salvación, hasta hacer depender del libre albedrío la salvación final.

La Reforma restableció la enseñanza bíblica sobre el tema y, excepto los arminianos consecuentes, todas las denominaciones protestantes evangélicas sostienen la enseñanza bíblica de la seguridad de la salvación. (Lacueva, F. (2001). Op. Cit., p. 540).

Ryrie razona en que: "La seguridad eterna es obra de Dios que garantiza que el don de Dios, la salvación, una vez que se recibe, es para siempre y no se puede perder. El concepto de la seguridad eterna enfatiza la actividad de Dios en garantizar la posesión eterna del don de la vida eterna. Tiene que ver con aquellos a quienes el Espíritu Santo regenera, y su veracidad no se funda en las emociones o las experiencias". (Ryrie, C. C. Op. Cit. (p. 374). Por su parte, el doctor Ernesto Trenchard afirma: "La vida triunfal del Señor y Su obra a la diestra de Dios son la garantía de nuestra salvación eterna: «Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida»; «Éste [Cristo] … tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede salvar también perpetuamente a los que por él se acercan a Dios» (Ro. 5:9 y 10; He. 7:24 y 25). (Veáse Jn. 5:24; 10:28-30; Ro. 8:29-39; 1 Jn. 5:13; Ro. 8:1, etc.)". (Trenchard, E. (1972). Op. Cit. (p. 65).

El arminianismo enseña claramente que un creyente puede perder su salvación. Arminio dijo: "Yo nunca he enseñado que un creyente verdadero pueda total o finalmente apostatar de la fe y perecer; pero no niego que me parece que hay pasajes de la Escritura que presentan este aspecto" (Works, 1:254).

A un nivel más popular, los arminianos algunas veces equiparan la posición de la seguridad eterna con una licencia para pecar. Por supuesto, los calvinistas sí pecan y lo excusan, pero lo mismo hacen los arminianos. Nuestra vida debe adornar nuestra doctrina, pero nuestra vida, sea buena o mala, no hace a la doctrina ni verdadera ni falsa.

Como asunto práctico, el punto de vista Arminiano de la posibilidad y la realidad de perder uno la salvación algunas veces conduce a la clasificación de los pecados. En una categoría están los pecados que pueden causar que uno pierda su salvación; en otra, los que no pueden lograrlo. Por supuesto, algunos pecados son peores que otros (Mateo 7:1-5; Juan 19:11), pero si un pecado puede causar la pérdida de la salvación, entonces lo puede hacer cualquier pecado. La resistencia a esta conclusión puede que explique la enseñanza del perfeccionismo en el arminianismo. (Ryrie, C. C. Op. Cit. (pp. 376-377).

J. O. Buswell tiene un enfoque diferente en cuanto a la seguridad de la salvación. Por sus palabras se puede inferir que se alinea con la posición arminiana, la cual sostiene que la salvación se puede perder:

Es lamentable, pero hay calvinistas mal informados que crasamente entienden e interpretan la doctrina, que predican que cualquiera que ha pasado por una así llamada «experiencia de conversión» irá infaliblemente a los cielos, y que no hay necesidad de que los «frutos del espíritu» den evidencia consecuente de la autenticidad de la fe.

Esta doctrina, a veces llamada «una vez salvo, siempre salvo», se predica frecuentemente de tal manera que amerita la descripción de «seguridad carnal» (un personaje de la obra de Juan Bunyan Guerra santa). No es de maravillar que arminianos fervorosos y evangélicos se escandalicen por la presentación crasamente errónea de esta así llamada doctrina calvinista. Una persona que vive continua y persistentemente una vida mala seguro que no debe ser considerada por la iglesia como regenerada. (Buswell, J. O., Jr. Op. Cit. (p. 577).

El planteamiento de Buswell en contra del calvinismo es que si un cristiano vive insistentemente en pecado no puede ir al cielo, es decir no puede ser salvo. El planteamiento del calvinismo a este respecto, es que si alguien dice que es cristiano y persiste una y otra vez en el pecado, sin dar muestras de un genuino arrepentimiento, lo más seguro, es que nunca nació de nuevo, nunca fue regenerado por el Espíritu Santo. En tal caso esta persona nunca fue salva. Ahora bien, si esta persona es un verdadero cristiano, nacido de nuevo, y aun así peca, el Espíritu Santo lo redargüirá para que se arrepienta. Tal como el pródigo de la Parábola, regresará a la casa del Padre y no pierde su salvación.

Ryrie, defendiendo la seguridad eterna de la salvación, nuevamente argumenta respondiendo a Buswell:

Ciertamente, los creyentes pecan y se les amonesta en contra de profesiones falsas e inmadurez cristiana, pero Dios nunca quita Su dádiva de la salvación una vez que se haya recibido. Los creyentes no siempre perseveran en la piedad. Pedro no lo hizo (Gálatas 2:11). Muchos creyentes efesios no lo hicieron (Hechos 19:18). Lot no lo hizo (2 Pedro 2:7). En el tribunal de Cristo habrá algunos cuyas obras serán quemadas y serán salvos así como por fuego (1 Corintios 3:15). (Ryrie, C. C. Op. Cit. (p. 379).

El auténtico creyente en Jesucristo tiene la salvación asegurada; pero ¿cómo establecemos su autenticidad? ¿Cómo puedo yo saber que la fe que profeso es más que una mera profesión?

La respuesta a esta pregunta es múltiple. Lo sé por el testimonio del Espíritu Santo en mí. Lo sé por muchas señales y evidencias de la mano de Dios sobre mí. Pero, sobre todo, la respuesta bíblica es que lo sabemos al perseverar. (Burt, D. F. (1994). Un Reposo para el Pueblo de Dios, Hebreos 3:1-4:13 (Vol. 131, p. 53). La seguridad de la salvación del creyente está basada en el pacto eterno que Dios ha hecho con cada creyente mediante el sacrificio de Jesucristo. (Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., (1993-). Comentario bíblico mundo hispano 1 Samuel, 2 Samuel, y 1 Crónicas (1. ed., p. 228). La soteriología paulina asegura: "Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús". (Ro. 8:1).

El doctor Robert Charles Sproul resume la seguridad de la salvación del creyente en tres importantes puntos:

1. La seguridad de nuestra salvación es vital para nuestras vidas espirituales. Sin ella, nuestro crecimiento se retrasa y nos asaltan dudas atormentantes.

2. Dios nos llama a hacer firme nuestra elección para encontrar el consuelo y la fuerza que Dios ofrece en la seguridad. En Romanos 15 Pablo declara que es Dios la fuente y el origen de nuestra perseverancia y ánimo (v. 5) y de nuestra esperanza (v. 13). Encontrar nuestra seguridad es tanto un deber como un privilegio.

3. Ningún verdadero creyente pierde jamás su salvación. Sin duda, los cristianos caen a veces seria y radicalmente, pero nunca plena y finalmente. Perseveramos no por nuestra fuerza, sino por la gracia de Dios que nos preserva. (Sproul, R. C. (2002). Escogidos por Dios (p. 130).

Algunos discuten, basados en Gálatas 5:4, que se puede caer de la gracia y que eso equivale a perder la salvación. A este respecto Walvoord responde: "De la gracia habéis caído. El punto no es que podían perder la salvación, porque "gracia" aquí no se refiere a la salvación en sí, sino al método de la salvación (cf. Gá. 2:21, donde dice que el camino de "la ley" es un método ineficaz de venir a Cristo). Si los gálatas aceptaban la circuncisión como requisito para la salvación, estarían dejando el sistema de la gracia para sustituirlo por el sistema de la ley mosaica". (Walvoord, J. F., & Zuck, R. B. (1996). El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 3: 1 Corintios-Filemo´n (p. 140).

La seguridad de ser hijo de Dios, coheredero con Jesucristo y estar sellado por el Espíritu Santo que nos garantiza el futuro con Cristo, da confianza al creyente. Por otro lado, el que duda de su salvación es vulnerable a los ataques del diablo porque le faltará firmeza, estabilidad y fe en el momento crítico. (Orth, S. (1997). Estudios Bíblicos ELA: La unidad puede ser una realidad (Efesios) (p. 141).

Responsabilidades del creyente salvo

La voluntad soberana de Dios no invalida la voluntad humana. Ni la elección divina hace inoperante o innecesaria la decisión humana de volver a Dios. (Burt, D. F. (2002). La Conversión Auténtica: 1 Tesalonicenses 1:1-10 (p. 94).

Entre las diversas responsabilidades del creyente que ha sido salvado están las siguientes:

Ocuparse en su salvación

12Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Fil 2:12-13 RV60).

Ocuparse, no equivale a cuidar nuestra salvación, como equivocadamente algunos cristianos interpretan este texto. Dios no está, de ningún modo, poniendo la salvación en las manos de la persona salvada. Dios sabe que los cristianos con tantas limitaciones, falencias e imperfecciones, no seríamos capaces de cuidar, ni siquiera por un instante, de "una salvación tan grande" (He. 2:3). Ocuparse en la salvación tiene que ver más bien con refugiarnos en la gracia de Dios, mantenernos perseverantes, orar, adorar, proclamar el evangelio y servir a Dios…

En el aspecto de tener la vida eterna, y de recibir la seguridad de la misma, ahora, la salvación es obra de Dios exclusivamente. En el aspecto de la santificación, del crecimiento espiritual, el creyente es llamado a una conducta tal que, en temor y temblor, apartándose de las contaminaciones de este mundo y aferrándose a Cristo, dé fruto de justicia para Dios en su vida. (Escuain, S., & Haley, J. W. (1988). Diccionario de dificultades y aparentes contradicciones bíblicas (p. 312).

Debo resaltar, que Pablo aquí no les está diciendo a los filipenses que deben hacer obras para ganar su salvación.

Santificación

Una verdadera fe en Jesucristo no nos permitirá estar ociosos. ¡No!, la verdadera fe es un principio activo, vivo, sin reposo, llena el corazón, para que éste no pueda sentirse tranquilo a menos que esté haciendo algo por Jesucristo. (Ritzema, E., Vince, E., Powell, G., Op. Cit). La esperanza viva de los creyentes que se basa en su nuevo nacimiento les debería conducir a llevar un estilo de vida de santidad. Aquellos que fueron escogidos para el nuevo nacimiento de la misma manera son llamados a ser santos. Pedro exhortó a los creyentes a prepararse para aceptar el reto de obediencia al adoptar una nueva forma de pensar. El precio que se pagó por la redención de los creyentes demanda reverencia y obediencia. Ésta involucra purificarse uno mismo y practicar la vida santa, mientras ofrece sacrificios espirituales como sacerdote real. (Walvoord, J. F., & Zuck, R. B. (2006). El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 4: Hebreos-Apocalipsis (p. 94).

Dar fruto

"Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica". (Ef. 2:10).

Las buenas obras tienen su lugar adecuado: ellas justifican nuestra fe, aunque no nuestras personas; las buenas obras siguen a la fe, y hacen patente nuestra justificación a los ojos de los hombres. George Whitefield (Ritzema, E., Vince, E., Powell, G., Op. Cit.).

No todos los verdaderos creyentes producen por igual; pero de toda vida cristiana genuina habrá alguna evidencia de fruto espiritual. (Wiersbe, W. W. (2003). Diligentes en Cristo: Estudio expositivo del Evangelio Según Marcos (p. 40).

Jesús exhortó a los suyos a ser fructíferos: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador … y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto… Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:1, 2, 5).

Mathew Henry desarrolla, con bastante lucidez, el concepto de la fructificación en el cristiano basado en esta parábola de la Vid verdadera:

Jesucristo es la Vid, la Vid verdadera. La unión de la naturaleza divina con la humana, y la plenitud del Espíritu que hay en Él, recuerdan la raíz de la vida que fructifica por la humedad de la buena tierra. Los creyentes son los pámpanos de esta Vid. La raíz no se ve y nuestra vida está escondida con Cristo; la raíz sustenta al árbol, le difunde la savia, y en Cristo están todos los sustentos y provisiones. Los pámpanos de la vid son muchos, pero al unificarse en la raíz no son sino una sola vid; de este modo, todos los cristianos verdaderos, aunque disten entre sí en cuanto a lugar y opinión, se unen en Cristo. Los creyentes, como los pámpanos de la vid, son débiles e incapaces de permanecer, sino como nacieron. —El Padre es el Dueño de la vid. Nunca hubo un dueño tan sabio, tan cuidadoso con su viña como Dios por su Iglesia que, por eso, debe prosperar. Debemos ser fructíferos. Esperamos uvas de una vid, y del cristiano esperamos un temperamento, una disposición y una vida cristiana. Debemos honrar a Dios y hacer el bien, esto es, llevar fruto. (Henry, M. (2003). Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (p. 828).

El Espíritu Santo y la oración

El creyente muchas veces no sabe lo que ha de pedir al Padre ni cómo pedirlo, pero el Espíritu Santo cumple su cometido intercediendo a favor del cristiano (Ro. 8:26 y 27). Jesús es nuestro intercesor a la diestra del padre, y el Espíritu lo es desde nuestro corazón; por eso se nos manda orar «en Espíritu» (Ef. 2:18; 6:18; Jud. 20). (Trenchard, E. (1972). Op. Cit. (p. 96).

Cumplir con la "Gran Comisión"

La Gran Comisión consiste en llevar las buenas nuevas de salvación por todo el mundo. Fue un mandato dado por Jesús a sus apóstoles después de haber resucitado de entre los muertos. Todos los creyentes debemos hacernos eco de esa ordenanza: 19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mt 28:19-20).

Esta es una responsabilidad ineludible para el creyente. El apóstol Pablo gritó con profundo llanto: "¡ … ay de mí si no anunciare el evangelio!" 1 Corintios 9:16. La predicación del evangelio produce gozo y alegría en el corazón del mensajero porque, aparte del interés que el predicador manifiesta por la salvación de los perdidos, se convierte en instrumento de Dios para el eterno bien del ensanchamiento de su reino en la tierra. Isaías declara: "¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!". Isaías 52:7. (Valenzuela, S. M. B. (2003). Manual de Atención a Nuevos Creyentes (p. 9).

Rechazar a Jesucristo es rechazar la salvación

Las Escrituras hablan de salvación y de condenación. Toda persona que no se acoja a la gracia de Dios manifestada en la venida de Jesucristo a morir en la cruz del calvario por la humanidad no tiene manera de librarse de la condenación eterna. Jesús señaló: "18 El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. 19 Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos". (Jn. 3:18-19).

El instrumento de la salvación es creer en la obra consumada por Jesús en la cruz. Sin embargo, las personas que rechazan la luz del Logos se encuentran en tinieblas (Jn. 1:5; 8:12) y están, por lo tanto, bajo el juicio de Dios; están condenados. Son como aquellos israelitas pecadores moribundos que deliberadamente rechazaron el remedio divino (Nm. 21:4-9). El creyente en Cristo, por el contrario, no está bajo "ninguna condenación" (Ro. 8:1) y "no vendrá a condenación" (Jn. 5:24). Jn. 3:19. Los hombres aman las tinieblas. No por lo que son en sí, sino por lo que ocultan. Quieren continuar sin ser molestados en sus malas obras. El creyente también es pecador, pero cuando es redimido, confiesa sus pecados y responde a Dios (cf. 1 Jn. 1:6-7). En última instancia, el amor que el hombre siente por las tinieblas, prefiriéndolas antes que a Dios, que es luz (Jn. 1:5, 10-11; 1 Jn. 1:5), no es otra cosa que idolatría. El hombre honra y da culto "a las criaturas antes que al Creador" (Ro. 1:25). (Walvoord, J. F., & Zuck, R. B. (1996). El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 2: San Juan, Hechos, Romanos (p. 32). En este mismo capítulo 3, en el versículo 36 encontramos lo siguiente: "36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios". (Jn. 3:36; 12:48). El que cree en el Hijo de Dios: No se supone que deba mirar hacia el futuro a un privilegio en la lejanía con un corazón apesadumbrado. "Tiene" vida eterna en cuanto cree. El perdón, la paz y el completo derecho al Cielo son una posesión inmediata. Se convierten en propiedad del creyente desde el mismísimo momento en que deposita su fe en Cristo.

La verdad que tenemos ante nosotros es uno de los privilegios más gloriosos del Evangelio. No hay obras que hacer, condiciones que cumplir, precio que pagar o examen que pasar antes de que un pecador pueda ser aceptado por Dios. Tan solo con creer en Cristo, será perdonado de inmediato. El mayor de los pecadores tiene la salvación a su alcance. Tan solo con arrepentirse y creer, será suya hoy mismo. Por medio de Cristo, todos los que creen son justificados inmediatamente de todas las cosas. (Ryle, J. C. (2004-2005). Meditaciones sobre los Evangelios: Juan. (E. F. Sanz, Ed., D. C. Williams, Trans.) (Vol. 1, p. 221).

En otra ocasión Jesús testificó: "48 El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue. La palabra que yo he proclamado lo condenará en el día final". (Jn. 12:48). El comentario a este versículo de J. C. Ryle es estremecedor:

En este versículo, nuestro Señor declara positivamente el Juicio y la condenación futuros de aquellos que le rechazan y se niegan a creer su enseñanza. …Vemos que las palabras de los que hablan en nombre de Dios no se pierden, aunque en su momento parezca que nadie cree en ellas. Aunque los judíos rechazaron y despreciaron las palabras de Cristo, estas no cayeron en saco roto. A aquellos a quienes no salven, los condenará. Todos los sermones fieles resucitarán en el día postrero. ¡Grande es la responsabilidad de los predicadores! Sus palabras hacen bien perennemente o aumentan la condenación de los perdidos. Son olor de vida para algunos y de muerte para otros. ¡Grande es la responsabilidad de sus oyentes! Quizá se burlen de los sermones y los desprecien, pero al final descubrirán a sus expensas que deben rendir cuentas por todo lo que han oído. Los mismísimos sermones que ahora desprecian pueden testificar contra ellos para su destrucción eterna. (Ryle, J. C. Op. Cit. (Vol. 2, pp. 456-457).

¿Enseña Hebreos 6:4-6 que las salvación se puede perder?

4-6 Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado. Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública. (He. 6:4-6 NVI).

Se ha discutido mucho sobre las personas que se describen aquí, en cuanto a si eran creyentes de verdad. Algunos comentaristas (K.S.Wuest, G.L.A.Archer, W.R.Newell, R.Torrey, J.Owen, J.Calvino, entre otros) afirman que no se trata de creyentes, mientras que otros tantos, igualmente capacitados y reconocidos, aseguran lo contrario. (Morris, C. A. (1999). Comentario bi´blico del continente nuevo: Hebreos (p. 57).

Debido a que este pasaje es uno de los más difíciles de toda la Escritura y que con frecuencia es visto como si enseñara que la salvación se puede perder merece una investigación lo más exhaustiva posible. Para ello a continuación presento el análisis de siete connotados teólogos.

Explicación de Oliver Buswell

Pienso que este pasaje, algunas veces considerado oscuro, se refiere a la maldad extrema de los que han tenido toda oportunidad de salvación y la han rechazado definitivamente.

La afirmación es que los que son descritos aquí nunca se arrepentirán: «Es imposible que … sean otra vez renovados a [al punto de] arrepentimiento». Que aquellos a que se refiere aquí no son renacidos es evidente del hecho de que el autor dice a sus lectores: «Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así [severamente]» (Hebreos 6:9).

Se afirman seis cosas de las personas bajo discusión aquí:

(1) Han sido «iluminados». Esto tiene que significar que han recibido la luz del evangelio pero no necesariamente que lo hayan aceptado en verdad.

(2) «Gustaron del don celestial». No es necesario que esto signifique más que han estado en la compañía de los santos, tal vez en una familia cristiana, o en alguna comunión tal como aquella que Judas Iscariote gozaba. Conocen la dulzura de la vida cristiana por contacto íntimo.

(3) «Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo». Esta frase no significa necesariamente que hayan sido renacidos, sino que han estado bajo la obra convencedora del Espíritu Santo.

(4) «Gustaron de la buena palabra de Dios». Casi siempre encontramos personas inconversas que han tenido una experiencia gozosa con las Escrituras, y que hablan con ansiedad acerca de la misma, aunque nunca han aceptado a Cristo como su salvador personal.

(5) «Gustaron … los poderes del siglo venidero». Muchos hombres perdidos han conocido y entendido el poder de la salvación observándolo en las vidas de sus compañeros, empero finalmente le dan la espalda a Jesucristo.

(6) «Recayeron». Esto en el contexto tiene que significar, no que hayan sido salvos y se perdieron otra vez sino que, con todas las ventajas de la instrucción cristiana, comunión con el pueblo cristiano, y la convicción del Espíritu Santo bajo la gracia común de Dios, han vuelto la espalda a Jesucristo deliberada y definitivamente.

No es asombroso que el autor inspirado de la Epístola a los Hebreos describa a tales personas (y evidentemente había algunos individuos que necesitaban esta amonestación en la congregación cristiana hebrea a la cual escribía), como seres que nunca se arrepentirán. Están «tratando personalmente de crucificar de nuevo al Hijo de Dios, y exponerlo a vituperio públicamente». (Buswell, J. O., Jr. Op. Cit. (pp. 548-549).

Opinión de Guy P. Duffield

Una de las reglas básicas de la hermenéutica es que el significado obvio de un pasaje es probablemente el más cercano al verdadero significado. Apenas uno puede leer los versículos cuatro y cinco de este pasaje sin creer que estas expresiones describen a uno que ha experimentado la salvación.

Mientras que este pasaje advierte del peligro de alejarse de Cristo, no debe ser usado para enseñar que no hay esperanza para uno que se aparta del camino. Las escrituras hacen claro que si uno que se ha alejado de Cristo, o ha rechazado a Cristo, se humillare y volviere a la fe en Cristo, encontrará perdón. (Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. Op. Cit. (p. 281).

Análisis de Charles C. Ryrie

Este muy debatido pasaje ha sido interpretado de varias maneras. (1) El punto de vista arminiano ve a las personas descritas como creyentes que realmente pueden perder su salvación ("y recayeron"). Pero, por supuesto, si el pasaje enseña eso, también enseña que esa persona que ha perdido su salvación nunca puede ser salva por segunda vez, porque es imposible renovarlos de nuevo para el arrepentimiento.

(2) Otros ven esto como una referencia a creyentes profesantes que solamente recaen del conocimiento de la verdad a la cual han estado expuestos pero que nunca han aceptado personalmente. Según este punto de vista no se trata de la seguridad, puesto que los meros profesantes no son salvos.

(3) Yo personalmente entiendo que el pasaje describe a personas nacidas de nuevo. Las frases en los versículos 4 y 5 claramente se refieren a la experiencia de la conversión (cf. "iluminados" en 10:32, "gustar" en 2:9, y "participantes" en 12:8). Pero son creyentes inmaduros por su propia voluntad (cf. 5:11-14). Ahora bien, el escritor advierte, puesto que es imposible retroceder en la vida cristiana para empezar de nuevo (pero si se pudiera sería necesario recaer primero para poder regresar al principio), solamente quedan dos opciones: quedarse donde uno está en el estado de inmadurez, o ir adelante a la madurez (6:1). Puesto que el estado en que se hallaban no era deseable, este pasaje constituyó una fuerte amonestación a seguir adelante en la vida cristiana. Esta advertencia es similar a aquella que un maestro le pudiera dar a una clase: "Es imposible que ustedes, estudiantes, una vez matriculados en este curso, den marcha atrás al calendario (lo cual es irrealizable, pero que tendría que hacerse si uno fuera a volver al comienzo) para empezar este curso de nuevo. Por lo tanto, progresen en la adquisición de conocimientos".

Las advertencias contra la inmadurez e infructuosidad son severas y las consecuencias significativas. Pero esas consecuencias no incluyen el infierno debido a haber perdido la vida eterna. Pablo se regocijó en la confianza de que nada, lo que indica cualquier cosa creada (y tiene que incluir a uno mismo), puede separamos del amor de Dios que es en Cristo (Romanos 8:38-39). Y otra vez declaró: "Si fuéremos infieles, él permanece fiel, él no puede negarse a sí Mismo" (2 Timoteo 2:13). La inmutabilidad del carácter de Dios garantiza una salvación segura. (Ryrie, C. C. Op. Cit. (pp. 380-381).

Análisis de Francisco Lacueva

¿Qué significa, pues, eso de la imposibilidad de ser renovados para arrepentimiento? La solución más probable, a mi juicio, es la que ofrece la Ryrie Study Bible, cuya línea de pensamiento seguiré.

(A) Los catolicorromanos y los arminianos estrictos sostienen que el autor sagrado se refiere aquí a creyentes que han perdido la salvación. Pero si esto fuese así, el pasaje probaría demasiado, pues daría a entender que es imposible recuperar la salvación, cosa que ni los catolicorromanos ni los arminianos habrían de admitir.

(B) La mayoría de los evangélicos (ya sea de tendencia arminiana, como Trenchard, o calvinistas acérrimos, como J. Brown) sostienen que la porción se refiere, no a creyentes genuinos, sino a falsos profesantes, que estuvieron a un paso de la conversión, pero no llegaron a ella. Hacen hincapié (a) en el repetido «gustaron», sin llegar a más que una pequeña degustación; (b) en la frase «partícipes del Espíritu Santo», como de una gracia común que había comenzado a lanzar algunos rayos de luz; (c) a las fuertes frases del versículo 6, que parecen indicar una apostasía definitiva. Estos individuos habrían caído del conocimiento de la verdad, no de la posesión personal de la misma; de la relativa participación del Espíritu Santo, no de la participación de la divina naturaleza. Pero Ryrie ha demostrado que los términos que aquí se usan en los versículos 4 y 5 se usan de los verdaderos creyentes en otros lugares de la epístola: «gustar», en 2:9; «iluminados», en 10:32; «partícipes», en 12:8. También tendrían, a mi juicio, los mantenedores de esta opinión el mismo problema que los de (A) en cuanto a la imposibilidad de recuperar la salvación.

(C) Finalmente, otros, con el Dr. C. C. Ryrie, entienden que la porción «es una advertencia a los creyentes genuinos para urgirles al crecimiento y a la madurez cristianos». En este caso, no se trata de la pérdida de la salvación en esa frase «es imposible que … los que cayeron, sean renovados otra vez…». (Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 1800).

Objeciones de Richard S. Taylor

Veintenas de páginas se han escrito tratando de embotar el filo cortante de este pasaje minimizando y diluyendo la experiencia anterior de estos apóstatas, haciéndolos aparecer como chapuceros y "gustadores subrepticios" más bien que personas una vez regeneradas. Pero esta manera de hacer juegos malabares con palabras que son claras no es digna de un exégeta de la sagrada Escritura de Dios, y hace sospechosa la premisa doctrinal que requiere tales maniobras. Notemos honestamente la clase de personas que el escritor dice, están en peligro de apostasía.

Es imposible renovar de nuevo el arrepentimiento de los apóstatas que una vez fueron iluminados (4) y gustaron del don celestial habiendo sido hechos (participio aoristo, voz pasiva) partícipes del Espíritu Santo. El don celestial probablemente significa la salvación por Jesucristo. Partícipes del Espíritu Santo es metoxous, "asociados, compañeros" (1:9; 3:1, 14; 8:8; cf. Lc. 5:7). Hubo un momento definido en el pasado cuando fueron hechos partícipes de la gracia de Dios. Aquí hay una iluminación que no es posible confinar a la mera convicción o el entusiasmo religioso temporal. Estos apóstatas eran, además, aquellos que gustaron tanto la buena palabra de Dios, como los poderes del siglo venidero (5). La palabra gustaron (geusamenous), usada dos veces en estos versículos, es una experiencia consciente. ("Han participado conscientemente de", Vincent). No puede ser reducida al "muestreo" del holgazán religioso más de lo que la misma palabra puede aplicarse a entretenerse superficialmente cuando se la aplica a la muerte de Jesús (2:9; cf. Mt. 16:28; Mr. 9:1; Lc. 9:27; Jn. 8:52). Estos, pues, eran hombres que habían experimentado (a) los goces de la salvación, (b) la comunión del Espíritu, (c) el alimento y la satisfacción de la Palabra (ya sea escrita o predicada), y (d) la confirmación y el refuerzo de lo sobrenatural. Estas experiencias son los privilegios y constituyentes normales de la regeneración. Los creyentes así regenerados están aún en peligro de apostatar final e irrevocablemente. (Earle, R. (2010). Introducción. In Comentario Bíblico Beacon: Hebreos hasta Apocalipsis (Tomo 10) (pp. 77-78).

Conclusiones de Carlos A. Morris

Si bien estos versículos parecen indicar que se puede perder la salvación, eso sería una contradicción con lo que se enseña en otras partes (v.gr. Jn. 10:28, 29; Ro. 8:35, 38, 39; Ef. 2:1, 5; 4:30; 1P. 1:5). Aquí se trata de personas que han llegado al conocimiento del evangelio, pero no han creído de verdad. Es significativo que en todo el pasaje se emplea la tercera persona, y no la primera o la segunda. Es como si el escritor quisiera diferenciar esas personas de sus lectores. Por eso podría tratarse de un caso hipotético y no necesariamente real, como varios expositores han sugerido. Si un creyente pudiera pecar así, los resultados serían los que se indican aquí, pero eso no es posible para un verdadero hijo de Dios. Esas personas habían visto la verdad claramente, pero no la habían aceptado, y por eso estaban regresando deliberadamente al judaísmo. (Morris, C. A. (1999). Comentario bíblico del continente nuevo: Hebreos (p. 58).

Observaciones de Juan Carlos Cevallos

Entonces, el que es activo en la iglesia, y después se retira y renuncia a la fe en Cristo, ¿pierde la salvación? Algunos cristianos han entendido el v. 6 como enseñando que uno puede perder su salvación. Sin embargo, no dudamos que el autor de Hebreos estaría de acuerdo con la sentencia de Jesús: Nunca os he conocido (Mat. 7:23). Tal persona no pierde la salvación, sino que revela que nunca la tuvo. Como los nacidos de Israel que no eran en verdad de Israel (Rom. 9:6), y como Judas Iscariote, hay en todas las iglesias personas que tienen una experiencia que se parece a la salvación, pero en realidad no han experimentado la verdadera salvación. (Cevallos, J. C. (2006). Op. Cit. (p. 81).

Aunque es evidente que nadie tiene la verdad absoluta, ni la última palabra, en materia de exégesis bíblica, la evidencia a favor de que la salvación no se pierde es abrumadora. Seis de los siete teólogos expuestos en esta sección concluyeron en que Hebreos 6:4-6 no habla que un cristiano pueda perder su salvación. Hebreos 6:4-6 no dice: "creyeron" sino: "fueron iluminados", "gustaron". Sólo probaron, llegaron a la puerta, pero no entraron. Cuando el autor se refiere a los verdaderos cristianos en el versículo 9 claramente se distingue que en los versículos anteriores estaba mencionando a individuos no cristianos: "9 En cuanto a ustedes, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación" (He. 6:9).

Todas las bases textuales y contextuales expuestas en este trabajo contribuyen a la sostenibilidad de que cuando Dios le concede la salvación a un creyente esta es para siempre y jamás se puede perder.

Pasos básicos en la presentación del mensaje de salvación

Una presentación adecuada del evangelio comprende los siguientes elementos: (A) una clara explicación de los hechos que tienen que ver con la salvación, a saber: (a) todos hemos pecado y necesitamos salvación (Ro. 3:23); (b) el castigo del pecado es la muerte (Ro. 6:23); (c) Cristo murió por nosotros (Ro. 5:8); que este mensaje vaya acompañado de buena música, vocal o instrumental, es factor secundario; (B) una invitación apremiante a responder personalmente a Cristo (a) con fe (Ro. 10:9-10); (b) el único arrepentimiento que se requiere para salvación es un cambio de mentalidad con respecto a Cristo como el único que puede alcanzarnos la salvación con el perdón de nuestros pecados (cf. Hch. 17:30-31); y (C) una promesa de perdón y vida eterna para todo el que viene al Señor con fe (cf. Jn. 3:16; 6:35-37; Hch. 2:38; 3:19). Toda otra promesa: de descanso, paz, gozo, felicidad, bendición, etc., es subsiguiente a ésta e insuficiente sin ésta. (Lacueva, F. (2001). Op. Cit. p. 530).

El profeta Isaías dijo:

7 ¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas;

del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias,

del que proclama la salvación, del que dice a Sión: «Tu Dios reina»!

8 ¡Escucha! Tus centinelas alzan la voz, y juntos gritan de alegría,

porque ven con sus propios ojos que el Señor vuelve a Sión.

9 Ruinas de Jerusalén, ¡prorrumpan juntas en canciones de alegría!

Porque el Señor ha consolado a su pueblo, ¡ha redimido a Jerusalén! (Is. 52:7-9).

Conclusión

  • Rechazamos todo lo que se añada a la doctrina de la salvación del hombre, como una compensación a la insuficiencia de la Escritura. La Escritura se propuso darnos esta doctrina de una manera perfecta y completa. Richard Hooker. (Ritzema, E., Powell, G., Op. Cit.).

  • El creyente "24 podrá tropezar, pero no caerá, porque el Señor lo sostiene de la mano". (Salmo 37:24 NVI).

  • Escrito está: "El que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús". (Filipenses 1:6 NVI).

  • Se puede perder el gozo, pero no la salvación. (Salmo 51:12; 32:3).

  • Los mencionados por Pedro en su Segunda Epístola conocieron la justicia pero no la siguieron. (2 Pedro 2:21).

  • Los premios son ganados pero la salvación es gratuita. (2 Corintios 5:10).

  • La salvación del creyente, es un acto unilateral de Dios.

  • Es una demostración de Su gracia infinita.

  • La salvación está sostenida en la soberanía de Dios.

  • Esta escondida en Dios.

  • Jesucristo es el único agente ejecutor de la salvación.

  • El Espíritu Santo es quien busca al pecador para convencerle de pecado, de justicia y juicio.

  • La salvación se alcanza a través de la fe (fe otorgada por Dios mismo, como un don).

  • Jesucristo es el abogado defensor de los salvos.

  • El creyente debe mantenerse fiel a Dios y fructificando hasta la redención final de la posesión adquirida (Ef. 13:14).

  • El creyente puede mantener la seguridad eterna de su salvación. (Trabajo elaborado por: Efrain Lemus).

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Autor:

Efrain Lemus

 

[1] No existe ning?n material hist?rico extra-b?blico para fechar las historias anteriores a los patriarcas. La Biblia empieza con la creaci?n del cosmos (G?n 1:1?2:25), seguida de la ca?da de la humanidad (G?n 3:1?24), el primer asesinato (G?n 4:1?24), el diluvio (G?n 6:1?9:25) y la Torre de Babel (G?n 11:1?32). Los primeros detalles cronol?gicos de este per?odo se encuentran en G?n 5 y 7, que trazan el registro geneal?gico desde Ad?n hasta No?. Seg?n estos registros, pasaron 1,656 a?os entre la creaci?n de Ad?n y el diluvio de No?. Despu?s del diluvio, No? vivi? 350 a?os m?s. Entonces pasaron 292 a?os desde el nacimiento de Arfaxad, el hijo de Sem, hasta el nacimiento de Abram. En total, transcurrieron 1,948 a?os desde la creaci?n hasta el nacimiento de Abraham (o 3,422 a?os, seg?n la Septuaginta). Desde luego, si el relato de la creaci?n se toma literalmente o no determina cuando comienza el fechado. Citado por Thornhill, C. (2014). Antiguo Testamento, Cronolog?a del. In J. D. Barry & L. Wentz (Eds.), Diccionario B?blico Lexham.

[2] El profesor Gabriel de Mortillet reitera su convicci?n de que la aparici?n del hombre sobre la tierra no puede ser de fecha inferior a los doscientos treinta mil a?os, y el profesor A. Penck est? de acuerdo con esta evaluaci?n, en tanto que el Dr. A. R. Wallace est? acostumbrado a pedir m?s del doble de este periodo. Datos cient?ficos, registrados por Benjam?n B. Warfield, en Estudios B?blicos y Teol?gicos 1991, P. 238).

[3] Merecer?a la pena hacer un estudio detallado del origen y los efectos del universalismo en nuestras iglesias y seminarios. Las causas obedecen a varios factores. Algunos evidencian una influencia humanista que minimiza la gravedad del pecado ante Dios y la terrible sombra en que vive el paganismo. Otros, por una lectura superficial de la Biblia y un af?n inconsciente quieren defender a Dios y dejar bien resguardado su honor, justicia y amor. De todas maneras, cualquiera sea la interpretaci?n humanista, filos?fica, antropol?gica, etc?tera, que el universalismo tenga como entorno, logra tranquilizar y adormecer la mente y la conciencia de los cristianos frente al clamor de multitudes de almas que perecen sin Cristo. Bertuzzi, F. (1997). El despertar de las misiones (pp. 37?38).

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