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Doctrina escritural de la salvación

Enviado por Efrain Lemus


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Definiciones
  3. Creación y caída de la humanidad
  4. La salvación fue planificada desde la eternidad
  5. La salvación se extiende a toda la humanidad
  6. La salvación es por medio de Jesucristo
  7. La salvación es individual
  8. El acto de la salvación
  9. La salvación es por gracia
  10. La salvación es eterna
  11. Dimensiones cósmicas de la salvación
  12. La salvación de Israel
  13. La seguridad eterna del creyente
  14. Responsabilidades del creyente salvo
  15. Rechazar a Jesucristo es rechazar la salvación
  16. ¿Enseña Hebreos 6:4-6 que las salvación se puede perder?
  17. Pasos básicos en la presentación del mensaje de salvación
  18. Conclusión
  19. Bibliografía

"Si yo creyera lo que algunos predican acerca de una salvación temporal y falsa, que sólo dura por un tiempo, escasamente estaría agradecido por ella. Pero cuando sé que a quienes Dios salva, Él los salva con una salvación eterna, cuando sé que Él les da una justicia eterna, cuando sé que los establece sobre un fundamento eterno de amor eterno y que Él los llevará a Su reino eterno, ¡oh, entonces sí me maravilla y me sorprende que una bendición así me haya sido otorgada a mí!" SPURGEON.

Introducción

¿Cómo puede llegar una persona a agradar a Dios y conseguir la salvación? No hay pregunta que sea más importante contestar en la vida, pues su respuesta señala el camino del destino eterno del hombre. Sin embargo, aun cuando se trata de una cuestión tan esencial y tan claramente contestada en la Palabra de Dios, se escuchan opiniones muy diferentes entre los cristianos evangélicos. Parece ser que aunque es la pregunta más significativa para la vida eterna del hombre, es también la que conlleva más confusión.

Al preguntar a un grupo de hermanos: "¿qué hay que hacer para ser salvo?", se reciben varias opiniones, aparentemente bíblicas, pero que se contradicen. Muchos responden conforme a la opinión popular del mundo que dice que podemos hacer buenas obras, o por lo menos hacer algo por nosotros mismos para agradar a Dios y así ganar la salvación. (Porter, R. (1987). Estudios Bíblicos ELA: Salvos por la fe (Romanos parte I) (p. 5).

Los evangélicos entienden que las Escrituras indican que hay dos aspectos principales en el problema humano del pecado. Primero, el pecado es una relación rota con Dios. El humano no ha sido capaz de cumplir con las expectativas divinas, ya sea por transgresión de los límites de la ley de Dios o porque no se ha podido hacer lo que se ha ordenado en ella. Desviarse de la ley trae como consecuencia un estado de culpabilidad o la posibilidad de ser castigado. Segundo, la auténtica naturaleza de la persona queda dañada por haberse desviado de la ley. Ahora hay una inclinación hacia el mal, una inclinación al pecado. Hay, por así decirlo, una preferencia a alejarse del bien, de manera que la persona tiende por naturaleza a hacer el mal. (Erickson, M. J. (2008). Teología sistemática. (B. Fernández, Trans., J. Haley, Ed.) (Segunda Edición., p. 914).

Las Escrituras destacan que los seres humanos caídos están alejados de Dios debido a sus propios pecados. Todos necesitan ser salvados si van a entrar a una nueva relación con Dios como su Creador y Redentor. La salvación no es el resultado del logro, privilegio o la sabiduría humana, sino que depende totalmente de la gracia de un Dios amoroso, supremamente expresada en la cruz de Jesucristo. Las personas deben responder en arrepentimiento y fe para beneficiarse de la oferta de salvación de Dios en Cristo. (Manser, M. H. (2012). Diccionario de temas bíblicos. (G. Powell, Ed.).

En este estudio intentaré responder con base en el análisis crítico del Texto bíblico algunos interrogantes como por ejemplo ¿Desde cuándo se puede decir que un creyente ha sido salvo? ¿Cuáles son las implicaciones de la salvación? ¿Se pierde la salvación? ¿Existe la doble predestinación? ¿Qué significa la seguridad de la salvación?

Consultaré fuentes de primera mano que me ayudarán a ampliar los conceptos. Eruditos, teólogos, exegetas, investigadores, libros de consulta, entre otros serán mis fuentes de apoyo en esta investigación. Mi esperanza es que al terminar de leer este estudio, con la iluminación del Espíritu Santo, usted pueda aumentar sus conocimientos doctrinales, fortalecer sus convicciones de fe, y tener plena seguridad en todo lo que atañe a su salvación personal.

Definiciones

Para este estudio será importante conocer las definiciones de algunos términos técnicos, mismos que explayo a continuación:

Imputación

—[Del lat. imputare; del gr. logizomai; y del hebr. hasad] La idea, en las tres lenguas clásicas, es una sola: acreditar en la cuenta de alguien. Se trata de una declaración formal de que determinada acción fue, en efecto, practicada por el individuo citado en juicio. (De Andrade, C. C. (2002). In Diccionario Teológico: Con un Suplemento Biográfico de los Grandes Teólogos y Pensadores (p. 194).

Nuevo nacimiento

Concepto de que la fe en Jesús comienza una nueva vida espiritual en una persona. Esto es concebido como un "nuevo nacimiento". (Witthoff, D. (2014). In A. Fuller, J. Parks, & C. Taylor (Eds.), A. Peluffo (Trans.), Glosario de Trasfondo cultural.).

Salvación

Este vocablo viene del lat. tardío salvare = salvare; y éste, de salus, salutis = salud, salvación, conservación. A nivel teológico, expresa la provisión de Dios para remediar la condición del ser humano perdido por el pecado; de ahí, la contraposición del gr. sotería = salvación, bienestar, liberación, preservación. (Lacueva, F. (2001). In Diccionario teológico ilustrado (1. ed. española., p. 529).

La idea de salvación se presenta a menudo bajo diferente terminología. En Ezequiel el pecador "vivirá" si se arrepiente (c. 18). En los salmos se dirige de lo nacional y corporativo a lo personal e individual. Allí se busca salvación de los enemigos (7:1), de enfermedades (6:2-4), de la culpa por homicidio (51:14) y del pecado (38:8; 79:9).

En las epístolas, el concepto de salvación adquiere su expresión cristiana específica. Como declara Romanos, todos han pecado, ya sean judíos o gentiles, y todos necesitan salvación del pecado (1:18-3:18). (Turner, G. A. (2009). SALVACIÓN. In R. S. Taylor, J. K. Grider, W. H. Taylor, & E. R. Conzález (Eds.), Diccionario Teológico Beacon (p. 617).

Salvador

Soter, «salvador», era usado por los filósofos (p. ej., Epicúreo) para referirse a los gobernantes (p. ej.; Tolomeo IV, Nerón), y con mucha frecuencia de los dioses (p. ej., Zeus, Attis). En la LXX se declara a Dios el único soter (Is. 45:21; 43:11; Sal. 61:2) ya que la salvación de los hombres es vana (Sal. 59[60]:11; 107[108]:12). …Se habla de Dios el Padre y del Hijo como Salvadores, y así como agentes de la salvación. En el AT, el Mesías recibe salvación de Dios (Sal. 19:6; 20:1-2; 2 S. 22:51), pero él a su vez viene a ofrecer salvación hasta lo último de la tierra (Zac. 9:9; Is. 49:6, 8; etc.). En el NT, Dios el Padre es Salvador en el sentido de que él provee salvación cuando envía a su Hijo, y a través de su Hijo envía al Espíritu Santo (Lc. 1:47, 67; 1 Ti. 2:13; 4:10; Ti. 3:4-6). El Hijo nació para salvar al pueblo de Dios de su pecado y sus enemigos (Mt. 1:21; Lc. 1:71, 77) y ésta fue la meta de su ministerio (Lc. 19:10; Jn. 3:17). (Wilson, C. W. (2006). SALVADOR. In E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry (Eds.), Diccionario de Teología (p. 554).

Soteriología

Estudio de la doctrina de la salvación. Su etimología se deriva de las dos palabras griegas soter («salvar») y logos («palabra» o «discurso»). En la teología cristiana, la soteriología trata directamente con la persona y obra de Jesucristo y cómo se hace posible la salvación por él. (Mather, G. A., & Nichols, L. A. (2001). In Diccionario de creencias, religiones, sectas y ocultismo (p. 447).

Creación y caída de la humanidad

Para entender el plan, el propósito y los factores implícitos y explícitos en la salvación es menester conocer primeramente los orígenes del ser humano, su desobediencia, y luego las provisiones divinas para su rescate.

Creación del ser humano

La creación del ser humano comienza con la siguiente declaración bíblica: "y dijo: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» 27 Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó" (Gn. 1:26-27). 2 Los creó hombre y mujer, y los bendijo. El día que fueron creados los llamó «seres humanos» (Gn. 5:2).

Desde el mismo momento de su existencia, se puede apreciar, que el ser humano es la corona de la creación de Dios (Gn. 1:25-26), tiene estampada la imagen y la semejanza de Dios (Gn. 1:27) y fue creado para la gloria de Dios (Isa. 43:7). Estaba íntegramente limpio de culpa; no existía en él la malicia, los pensamientos inicuos, ni las predisposiciones malas. Dios había puesto sobre la primera pareja humana Su soplo de vida (Gn. 2:7) y el sello de Su perfección.

La caída

No sabemos cuánto tiempo disfrutaría el hombre del dominio de la naturaleza en plena inocencia y en comunión con Dios, pero las Escrituras pasan rápidamente a la narración de la caída. El hombre estaba creado para depender de Dios y para hacer Su voluntad, pero el diablo, con gran sutileza, señaló un camino alternativo: «[Vosotros] seréis como Dios [(Gn. 3:4)]…». (Trenchard, E. (1972). Bosquejos de doctrina fundamental (p. 30).

Tal como el relato de la creación de Adán y Eva va ligado al resto de la narración histórica del libro de Génesis, 3 también este relato de la caída del hombre, que sigue a la historia de la creación del hombre, el autor lo presenta como un relato histórico verdadero. Es más, los autores del Nuevo Testamento se refieren a este relato y afirman que «por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo» (Ro 5:12), e insisten en que «el juicio que lleva a la condenación fue resultado de un solo pecado» (Ro 5:16), y que «la serpiente con su astucia engañó a Eva» (2 Co 11:3; cf. 1 Ti 2:14). La serpiente fue, sin duda alguna, una serpiente de verdad que hablaba debido a que Satanás hablaba a través de ella (cf. Gn 3:15 con Ro 16:20; también Nm 22:28-30; Ap 12:9; 20:2). (Wayne Grudem, Doctrina Bíblica. Miami, Florida, Editorial Vida, 2005, p. 212).

El pecado se introdujo entre los hijos de los hombres por la caída de Adán, y desde entonces estuvo siempre propagando su influencia ponzoñosa. Debido a sus cambios de apariencia para acomodarse a las circunstancias de los tiempos, ha crecido en diez mil formas, contrarrestando continuamente la voluntad y los designios de Dios. (Carey, W. (2001). Una investigación (pp. 28-29).

Consecuencias de la caída

Las fatales consecuencias de haber desobedecido a Dios, entre otras, fueron las siguientes:

La muerte espiritual:

Hubo separación entre el hombre y Dios.

La humanidad llegó a ser pecadora por naturaleza, con una incontrolada inclinación hacia el mal y la incapacidad de hacer el bien.

La muerte física:

Separación del alma y del cuerpo.

Castigo sobre la mujer: (Gn. 3:16).

Molestias en el embarazo

Dolor y angustia al dar a luz

Sumisión a su esposo

Castigo sobre el hombre: (Gn. 3:17).

El trabajo fatigado

Juicio sobre la Tierra: (Gn. 3:17, 18).

Disminución en la productividad

Introducción de espinos y cardos

Deterioro de las relaciones familiares

La caída del ser humano en el pecado condujo a un rápido deterioro en las relaciones familiares. Quedó afectada no sólo la relación entre marido y mujer, sino también la relación entre padres e hijos. …En muy poco tiempo, el pecado hizo terribles estragos en las familias, y sigue haciéndolo hasta el día de hoy. A la guerra de los sexos se une la guerra de las generaciones. La convivencia de los padres y los hijos se caracteriza frecuentemente por las tensiones, los engaños y los conflictos, no por el amor y la armonía previstos por Dios cuando creó la familia. (Burt, D. F. (2006). Deberes Domésticos y otros Asuntos: Colosenses 3:18-4:18 (p. 47).

Expectativa del castigo eterno (Mt. 25:46).

La Biblia no solo habla de la muerte espiritual y la muerte física, además habla de la condenación eterna o la muerte segunda (Ap. 2:11; 20:14-15). Se trata de un castigo de repercusiones eternas para quienes elijan vivir en el pecado y rechacen a Jesucristo. "31Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado. De ello ha dado pruebas a todos al levantarlo de entre los muertos". (Hech. 17:31). "19 Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos". (Jn 3:19). "28 Cualquiera que rechazaba la ley de Moisés moría irremediablemente por el testimonio de dos o tres testigos. 29 ¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido santificado, y que ha insultado al Espíritu de la gracia?" (He. 10:28-29).

El pecado imputado

A raíz de la caída, se introdujo la muerte en el mundo y toda la descendencia adámica fue contaminada con el pecado de Adán. Así se lo recuerda Dios a los israelíes por medio del profeta Oseas cuando indica: "7Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí". (Os. 6:7 RV60). El apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos explica, con no pocos detalles, la imputación del pecado de Adán a la humanidad. "12 Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron". (Ro. 5:12).

John. F. Walvoord en su análisis a Romanos capítulo 5 expone:

Según el argumento de Ro. 5:12-21, el solo pecado de Adán fue imputado a la raza humana hasta el punto que «la muerte reinó» (v. 14), todos fueron condenados en Adán (v. 18), y todos los hombres fueron hechos pecadores (v. 19). El dictamen «todos pecaron» (tiempo aoristo griego) no se basa en la experiencia individual del pecado, sino en la imputación del pecado de Adán a la raza humana. Como fuente de la vida humana, Adán era representante de la raza y su pecado es la base para que Dios considere a todos los hombres como pecando en Adán. (Walvoord, J. F. (2006). IMPUTACIÓN. In E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry (Eds.), Diccionario de Teología (p. 313).

El pecado imputado se transmite directamente de Adán a cada individuo en cada generación. Puesto que yo estaba en Adán, el pecado de Adán me fue imputado directamente, no por medio de mis padres y los padres de éstos. El pecado imputado es una imputación inmediata (es decir, no por mediadores entre Adán y yo). (Ryrie, C. C. (2003). Teología básica (p. 256).

El mismo versículo 12, ya mencionado, es analizado por Duffield: "Pablo no dice que "la muerte pasó a todos los hombres" por cuanto Adán peco, sino "por cuanto todos pecaron" (Vs 12). Adán fue la cabeza natural de la raza humana, así que todo hombre estaba en él cuando pecó. De ahí que todos somos pecadores, porque pecamos en él. …De esta manera Dios imputa el pecado de Adán a cada miembro de la raza". (Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teología Pentecostal (pp. 183-184).

Cabe señalar que la imputación, en el contexto de la salvación, posee tres ramificaciones. Las otras dos, serán desarrolladas en otra sección.

La salvación fue planificada desde la eternidad

Aunque la creación del ser humano y su consecuente caída, según la historia bíblica, sucedió hace un poco más de 6 mil años[1][2]el misterio de la salvación, como verificaremos, se remonta hasta la eternidad.

Conforme nos adentremos en el campo de la soteriología, conoceremos que la luz del plan eterno y salvífico de Dios comienza a alumbrar a la humanidad.

La elección

Al comenzar esta sección, inmediatamente, tengo que señalar, que la salvación del creyente, es un acto soberano y unilateral de Dios. Desde edades eternas (Ap. 13:8, 17:8), Dios en su amor y por su insuperable voluntad (Ro. 9:16), propuso que crearía, en su momento, una estirpe humana para gloria de Su nombre. Fue una elección en Cristo, como dice el apóstol Pablo «antes de la fundación del mundo» (Ef. 1:4). 9Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo; (2 Ti 1:9). Este acto corresponde a la amorosa voluntad de Dios manifestada en Cristo Jesús y es para la salvación del escogido. No depende de la capacidad para escoger de los escogidos, ni de los méritos que estos tuviesen. En cambio fue una expresión independiente de la libre voluntad divina. La elección constituye la base de todas las demás bendiciones espirituales. (Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., (1993-). Comentario bíblico mundo hispano Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Filemón (1. ed., p. 112).

Desde aquí se puede visualizar que la iniciativa de salvar al caído es siempre de Dios. Él salva a quien él quiere. El esquema entero de la redención—desde la elección hasta la glorificación final—está completamente en la mano de Dios. No hay lugar ni para la casualidad ni para la arbitrariedad, puesto que todo es la actividad intencional del Dios que se revela a Sí mismo como amor santo. (Greathouse, W. M. (2010). La Epístola a los Romanos. In Comentario Bíblico Beacon: Romanos hasta 2 Corintios (Tomo 8) (p. 187). Es una elección por decreto: 13 Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad. (2 Ts. 2:13). El apóstol Pablo, de forma contundente y suficientemente entendible nos resume el recorrido de la salvación del creyente en Romanos 8:29-30: 29 Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. (Ro. 8:29-30).

A esta declaración del apóstol Pablo, Hendriksen se refiere como: "La cadena de la salvación".

La cadena de salvación que él está analizando se retrotrae a lo que podría denominarse, considerado desde el punto de vista humano, el pasado velado, el "silencioso recinto de la eternidad", y se proyecta hacia el futuro ilimitado.

Hay un hecho muy importante que es digno de mención: cada eslabón de esta cadena de la salvación representa una acción divina. Por cierto, la responsabilidad y la acción humanas no quedan por ello excluidas, pero aquí (en Ro. 8:29, 30) nunca se las menciona específicamente.

Hay cinco eslabones en esta cadena. Nótese que el predicado de la primera cláusula pasa a ser el sujeto de la segunda, y así continúa. (Hendriksen, W. (2006). Comentario al Nuevo Testamento: Romanos (p. 315).

Los cinco eslabones que Hendriksen extrae de los versículos citados son: A. Preconocimiento. B. Predestinación para ser hechos conformes, C. Llamamiento, D. Justificación, E. Glorificación.

El primer eslabón es, a los que Dios conoció de antemano (v. 29).

Compárense 11:2; 1 Pedro 1:2. El «conoció» se ha de entender a la luz del uso de «conocer» en pasajes tales como Génesis 18:19; Jeremías 1:5; Amós 3:2, donde denota ese adquirir conocimiento especial de una persona, que constituye la gracia electiva de Dios. El pensamiento que expresa la frase «de antemano» no es simplemente que la elección de gracia que hace Dios de las personas referidas se hizo antes de que ellas tuviesen conocimiento de él, sino que se llevó a cabo antes de que el mundo fuera creado (compárense Ef. 1:4; 2 Ti. 1:9). (Cranfield, C. E. B. (1993). La Epístola a los Romanos (p. 194).

El segundo eslabón es, También los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo (v. 29).

Suele hablarse de "predestinación" como si se tratara de "elección", lo que oscurece la comprensión de esta última doctrina. No hay tal cosa como "predestinación para condenación". La predestinación sólo alcanza a los elegidos y esto para asegurarles el destino bendito de que sean "hechos conformes a la imagen de su Hijo". El destino de condenación eterna que sufrirán los que no creen no responde a un acto de la voluntad de Dios que, por el contrario, dice: "Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?" (Ez. 33:11). En forma muy clara en toda la Escritura, la responsabilidad del destino de perdición recae sobre cada hombre y no es algo planeado de antemano por Dios ni atribuible a Él. …Podemos notar que tanto la elección como la predestinación ocurrieron antes de la fundación del mundo, y están directamente relacionadas con el propósito eterno de Dios. (Somoza, J. S. (1997). Comentario bíblico del continente nuevo: Romanos (pp. 160-161). Recordemos que, aunque si bien es cierto, el hombre después de la caída todavía conservó la imagen de Dios Stg. 3:9), ahora en su salvación, es necesario que se conforme a la imagen de Jesucristo Su Salvador. Como indica Juan Wesley: Este gran don de Dios, la salvación de nuestras almas, no es otra cosa que la imagen de Dios estampada de nuevo en nuestros corazones. Es una "renovación de los creyentes en el espíritu de sus mentes, conforme a la imagen de aquél que los creó". (Ritzema, E., Vince, E., Powell, G., Terranova, J., & Medina, R. G. (Eds.). (2013). 300 citas para predicadores de la iglesia moderna).

El tercer eslabón es, También los llamó (v. 30).

El vocablo "llamó" (como Hodge y otros con acierto observan) nunca se aplica en las epístolas del Nuevo Testamento solamente a la invitación externa del Evangelio (como en Mateo 20:16; 22:14). Siempre tiene el sentido de "llamar interna, eficiente, y salvadoramente." Denota el primer gran paso de la salvación personal, y corresponde a la "conversión." Solamente que la palabra conversión expresa el carácter del cambio que tiene lugar, mientras que esta "vocación" expresa el origen divino del cambio, así como el soberano poder por el cual somos llamados—como Mateo y como Zaqueo—fuera de nuestra antigua condición nefasta de perdidos a una nueva vida segura de bienaventuranza. (Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D. (2002). Comentario exege´tico y explicativo de la Biblia – tomo 2: El Nuevo Testamento (p. 329).

El cuarto eslabón, También los justificó (v. 30).

Todos los que reciben un llamamiento eficaz, son aceptados por Dios y, por tanto, son constituidos justos mediante la obra de Cristo (5:19). Ya no son rebeldes ni enemigos de Dios, sino que son tratados como amigos y amados como hijos. (Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 1586).

El quinto eslabón, También los glorificó (v. 30).

El verbo "glorificó" está en tiempo pasado (aoristo) porque este paso final es tan cierto que a la vista divina es como si ya se hubiera dado. Ser glorificado es otra manera de decir que los hijos de Dios serán "conformados" a su Hijo, y este es el "propósito" final de Dios, porque ya no estarán "destituidos de la gloria de Dios" (Ro. 3:23). (Walvoord, J. F., & Zuck, R. B. (1996). El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 2: San Juan, Hechos, Romanos (p. 292).

Como podemos apreciar, entonces, en la soteriología del apóstol Pablo, existen cinco eslabones irrompibles, que de principio a fin (Ap. 1:8) unen a los cristianos en la cadena de la salvación. Lo más hermoso de todo, es que ninguno de estos eslabones depende de las obras humanas, o de las condiciones espacio-temporales para subsistir. Están conectados con la gracia, soberanía, amor, poder y eternidad de Dios.

Cabe mencionar, asimismo, que la elección trabaja conjuntamente con el llamado del evangelio: 14 Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos.» (Mt. 22:14). Más adelante explicaré la responsabilidad del creyente en la coyuntura de la salvación.

La salvación se extiende a toda la humanidad

La Biblia con lujo de claridad asevera que Dios: "quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1 Ti. 2:4). Uno de los versículos más importantes de toda la Sagrada Escritura destella el profundo e infinito amor de Dios para toda la humanidad perdida. "16 »Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Jn. 3:16). En su paciencia, durante toda la historia de la humanidad ha venido dando tiempo para el arrepentimiento. Como bien lo asegura el apóstol Pablo: "Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan" (Hech. 17:30). Del mismo modo lo confirma el apóstol Pedro cuando dice: «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pe. 3:9).

Los escritores sagrados, pues, nos dejan amplia constancia que la intencionalidad de Dios es salvar a toda la humanidad. En este entramado no ensambla la "Expiación Limitada" calvinista, que afirma que Jesucristo solo murió por los elegidos, y que su sangre derramada tiene eficacia solo para los elegidos. El apóstol Juan en su Primera Epístola testifica que: "2 Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo" (1 Jn. 2:2, ver también He. 2:9). Tampoco aquí cuadra el Universalismo[3]que dogmatiza de forma por demás errónea, que al final Dios perdonará y salvará a todos.

La salvación es por medio de Jesucristo

El único y suficiente Salvador

Ya he venido haciendo alusión al hecho de que la salvación es por medio de Jesucristo.

Ahora lo explicaré con suficiente evidencia bíblica. Comencemos con Pablo quien escribe: «Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero» (1 Timoteo 1:15). Conocidísimo es que el nombre de «Jesús» quiere decir «Jehová el Salvador», y que se le dio por indicación angélica, porque: «El salvará a su pueblo de sus pecados.». (Mt. 1:21).

El apóstol Pedro de forma tajante asegura que: «en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12). Esta declaración, con inmediatez, excluye a aquellos líderes o gurús fundadores de religiones que desde tiempos históricos han sido reconocidos y respetados por sus prosélitos como personajes prominentes. Baste mencionar algunos: Siddhartha Gautama (Buddha), Zoroastro, Mahoma, Mary Baker Eddy, Charles Russell, Josep Smith, Ellen G. White, Dalai Lama, los santos y vírgenes del catolicismo… O que decir de los dioses y diosas mitológicos impregnados en los cultos fabulosos de misterio como: Zeus, Poseidón, Baal, Horus, Ra, Dagón, Marduk, Ashur, Isis, Astarté, Venus, Ahura Mazda, Kali, Visnú, Krisná, Abraxas, Roma, entre otros… El apóstol Pablo no niega que haya seguidores de esta clase de creencias sincretistas y politeístas en el mundo, pero es muy preciso y determinante, cuando indica que para los cristianos existe un sólo Dios verdadero y un sólo Señor Jesucristo: "Puede que existan esos llamados «dioses» tanto en el cielo como en la tierra, y algunas personas de hecho rinden culto a muchos dioses y a muchos señores. 6 Pero nosotros sabemos que hay sólo un Dios, el Padre, quien creó todo, y vivimos para él; y hay sólo un Señor, Jesucristo, mediante el cual Dios hizo todas las cosas y mediante el cual nos ha dado vida" (1 Co. 8:5-6 NTV 2009). El mismo Pablo luego certifica: "Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Ti. 2:5).

Pablo atestiguó que Jesucristo en cumplimiento de su plan salvífico «quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio» (2 Timoteo 1:10: 1 Timoteo 1:15), otorgó a los cristianos el estatus de ciudadanos celestiales y prometió venir a reinar con ellos «Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo» (Filipenses 3:20). El apóstol Pedro, una vez más, señala que: "Cristo, a quien Dios escogió antes de la creación del mundo, se ha manifestado en estos últimos tiempos en beneficio de ustedes" (1 Pe 1:20).

De capital importancia para nuestro tema es el texto de Juan 14:6: "YO SOY EL CAMINO, Y LA VERDAD, Y LA VIDA; NADIE VIENE AL PADRE, SINO POR MÍ". Paralelos a este pasaje podríamos considerar: Mateo 11:27 y 1 Juan 2:23. Textos que no dejan lugar a dudas. …El conjunto de evidencias bíblicas lleva a la conclusión de que solo a través de Cristo puede el hombre llegar a un conocimiento personal y a la comunión con Dios; solamente por medio de Cristo, de su muerte y de su resurrección, aplicadas con poder a nuestra vida, es capaz el ser humano de experimentar la salvación y el conocimiento de Dios. (José Grau, Curso de formación teológica evangélica, 1973, P. 150). «El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» (1 Juan 5:12).

El Enviado del Padre

Dios, en su sapiencia, tenía determinado el tiempo en que Su Hijo aparecería en el mundo para cumplir Sus benévolos propósitos. "4 Cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, 5 para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos" (Gá. 4:4-5). Jesús mismo, cuando hizo acto de presencia en la arena pública definió su misión expresando: «Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10). De la misma manera, en su encuentro particular con Nicodemo indicó: "Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Jn. 3:17). Asimismo Pedro, en su defensa extraordinaria de la fe, ante los sacerdotes y autoridades judías les arengó: «El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A este, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados» (Hechos 5:30, 31). Jesucristo personalmente testificó que su origen era celestial y que procedía del Padre "Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo de nuevo el mundo y vuelvo al Padre" (Jn. 16:28). El profeta Miqueas, muchos siglos antes que el Mesías viniera al mundo mencionó su origen preexistencial y eterno: "2 Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad" (Miq. 5:2 RV95).

Dios y Hombre

Desde la perspectiva bíblica queda claro que Jesucristo tiene dos naturalezas. Una es la naturaleza divina y la otra es la naturaleza humana. "El hecho de que Dios se encarnara, que se hiciera hombre, es algo que no cabe en la mente finita del hombre, que está acostumbrada a juzgarlo todo de acuerdo con las categorías de espacio y tiempo". (Alfonso Lockward., (2003). Nuevo diccionario de la Biblia. (1036).

Con respecto a la necesidad de que el Mediador debe ser tanto hombre como Dios, Calvino indica: «Si alguien preguntara si ello es necesario, en verdad no es una simple necesidad, es absoluta, ya que surgió del decreto celestial, del cual depende la salvación de los hombres». (Buswell, J. O., Jr. (1983). Teología sistemática, tomo 3, Jesucristo y el plan de salvación (pp. 553-554). El título más sublime y completo, que une Su divinidad con Su obra salvadora, se halla en Tito 2:13: «Nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.». Lucas se deleita en presentarnos a Jesús como el que se acerca a los necesitados en Su carácter de Salvador universal. (Trenchard, E. (1972). Op. Cit. (p. 62). Asimismo declaró su filiación con Su padre. "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí, de otra manera, creedme por las mismas obras" (Jn. 14:9-11). El autor de Hebreos dice que el Señor Jesús es "el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia" (He. 1:3).

"Jesucristo era completamente divino pero también completamente humano. No era en parte divino y en parte humano. Era y es ciento por ciento divino y a la vez ciento por ciento humano. Es decir, reunía en una misma persona todas las cualidades divinas y todas las cualidades humanas". (William W. Menzis y Stanley M. Horton., Doctrinas bíblicas: una perspectiva pentecostal, 1987, p 56).

Si bien hay abundantes textos bíblicos para probar que nuestro Señor Jesucristo es Dios baste señalar los siguientes: "En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios" (Jn. 1:1). "Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna" (1 Jn. 5:20). "De ellos son los patriarcas, y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas. ¡Alabado sea por siempre! Amén" (Ro. 9:5). "Mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tit. 2:13).

El texto Sagrado atestigua: "Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Ti. 2:5). No he encontrado una declaración que se ajuste más al significado de la profunda verdad de la naturaleza divina y humana de nuestro Señor Jesucristo como la que describe el teólogo del siglo XIX Benjamín Warfield en su libro La Persona y la obra de Jesucristo. Warfield extrae íntegramente la declaración del Concilio de Calcedonia dictaminada en el año 451 de JC.

Dios verdadero y hombre verdadero, con un alma razonable y un cuerpo, consubstancial con el Padre en cuanto a la Deidad, y consubstancial con nosotros en cuanto a la humanidad; y en todas las cosas como nosotros, pero sin pecado; engendrado, desde antes de todas las edades, del Padre según la Deidad, y en estos últimos días, nacido por nosotros y para nuestra salvación de la virgen María, … Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, uno solo y el mismo en el que se reconocen dos naturalezas inconfundibles, incambiables, indivisibles, inseparables; distinción de naturalezas que en modo alguno puede ser quitada por la unión, sino más bien la propiedad de cada naturaleza siendo conservada, y concurrente en una Persona y una subsistencia, no partido o dividido en dos personas, sino un Hijo, Unigénito, Dios, el Verbo, el Señor Jesucristo uno y el mismo. (Benjamín B. Warfield., La Persona y la obra de Jesucristo. S/f.), p. 69).

Su sangre expiatoria

La expiación fue absolutamente infinita en su valor, en que el Eterno Hijo de Dios, muriendo físicamente sobre la cruz, sufrió toda la ignominia, todas las indignidades de todo el pecado del universo completo, no solo en su cuerpo, sino también en la agonía infinita de su alma. (Buswell, J. O., Jr. Op. Cit. (p. 532). Jesús habló de la sangre del Nuevo Pacto: "20 De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo:

—Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes" (Lc. 22:20). Se refería a su propia sangre, que sería derramada cuando él muriera en la cruz como "el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Es evidente que el derramamiento de la sangre de Jesucristo cumplió con el requerimiento de expiación por los pecados exigido por Dios y que aquellos sacrificios de animales realizados bajo el Antiguo Pacto solo podían cubrir de forma temporal. Lo cual es ratificado por el escritor de la Epístola a los Hebreos cuando expone: "4 ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados" (He. 10:4). La abundancia de sangre de sacrificios en la inauguración y en todos los ritos del primer pacto fue una anticipación simbólica de la sangre de Jesús, derramada para instituir el nuevo y eterno pacto de Dios. (Cevallos, J. C. (2006). Comentario Bíblico Mundo Hispano tomo 23: Hebreos, Santiago, 1 Y 2 Pedro, Judas (p. 105).

Tal como Israel fue librado de la esclavitud en Egipto, nosotros también éramos esclavos; no de una nación, sino del pecado. Dios nos ha comprado con la sangre de Su Hijo. Por lo tanto, somos libres de la esclavitud. (Porter, R. (1986). Estudios Bíblicos ELA: Comprados por Dios (Éxodo) (p. 5). El Apóstol señala: "Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres" (1 Co. 7:23 RV60). Al derramarla en la cruz, Cristo venció a Satanás; al hacer pacto con Cristo, su victoria nos pertenece. Es por esto que Juan afirma: "Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero" (Ap. 12:11a). La sangre es la protección perfecta contra el Acusador. La sangre de Cristo nos da una posición nueva delante de Dios. (Deiros, P. A. (2008). Sanidad Cristiana Integral (1a ed., p. 247). "19 Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo" (He. 10:19).

En el Antiguo Testamento era requisito indispensable llevar la sangre del sacrificio (9:7) para poder entrar al Lugar Santísimo donde estaba la presencia de Dios. Los sumos sacerdotes entraban con temor porque no sabían si la sangre que estaban presentando llenaba todo los requisitos del Señor. Cuando Cristo se ofreció en sacrificio, Dios aceptó su sangre totalmente, y de esa manera nosotros, como cristianos, podemos acercarnos a él sin temor, confiadamente, porque sobre nosotros actúa la sangre del sacrificio de Cristo. (Sandoval, G. (1986). Estudios Bi´blicos ELA: Hacia la madurez (Hebreos) (p. 139). En Hebreos 13:20 se denomina la sangre del pacto eterno y el apóstol Pablo nos asegura que en la sangre de Jesucristo los creyentes hemos sido justificados: "9Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida" (Romanos 5:9, 10). Esa sangre no solamente tuvo eficacia para limpiar nuestros pecados pasados, cuando le entregamos nuestra vida a Jesucristo, sino también continúa teniendo su poderoso efecto limpiador de cualquier contaminación en el presente: "7pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1:7-8).

Partes: 1, 2
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