- Introducción
- Hacia una conceptualización de la inteligencia. ¿Inteligencia para qué?
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
A lo largo de la historia uno de los problemas que más nos ha ocupado es la reducción de la incertidumbre que siempre genera el futuro; y entendamos futuro como aquel espacio temporal en el que se desarrollarán nuestros proyectos, los cuales siempre deseamos que se consoliden de forma exitosa. Sin embargo, ¿hacia qué dirección nos movemos cuando queremos alcanzar el éxito, qué mecanismos debemos cumplir y obedecer para tener la certeza de que lograremos lo que queremos, qué nos hace diferentes en el logro de nuestros empeños?
Casi desde sus inicios la Psicología se dio a la tarea de esclarecer tales interrogantes. A partir de entonces los intentos por resolver esta problemática han resultado ser una meta deseada que aún en la actualidad nos compete debido a los diferentes criterios que, dependiendo de un contexto determinado y el sistema de relaciones vigentes en el mismo, han sustentado las bases sobre las que se ha erigido lo que es el éxito.
Las conceptualizaciones acerca de la inteligencia humana han tratado de ofrecer o encontrar términos abarcadores que permitan explicar las fuentes, vías y estructuras que constituyen el mapa mental que subyace al logro del éxito, los cuales han constituido siempre de forma obligada un criterio de valor. De aquí que el término Inteligencia Emocional, surge como respuesta a demandas actuales. La teoría que lo representa permite abarcar la eficacia humana de un modo más amplio, como resultante de las exigencias propias de la época actual, y también consecuencia de la historia de conceptualizaciones anteriores.
Es por ello que nos propusimos hacer un breve recorrido por la historia de cómo ha sido tratada la inteligencia, en virtud de conocer cuál ha sido el camino recorrido hasta llegar a la Teoría de la Inteligencia Emocional.
PALABRAS CLAVES, inteligencia, inteligencia emocional, teorías psicológicas.
DESARROLLO
Hacia una conceptualización de la inteligencia. ¿Inteligencia para qué?
El estudio de la Inteligencia es lo que responde en la Psicología a la búsqueda de las diferencias individuales en el desempeño de la conducta exitosa que responde a determinadas demandas.
Desde un principio las investigaciones dentro de esta rama estuvieron marcadas por un amplio desarrollo de las pruebas psicométricas, las que respondían a las exigencias de un contexto intelectual, social y educativo que incluía la formulación por parte de Darwin de la teoría de la Evolución, y el movimiento consiguiente denominado darwinismo social. El centro de atención de esta corriente eran las diferencias, fundamentalmente de naturaleza hereditaria y la adaptabilidad de los individuos a las nuevas exigencias de una sociedad industrializada y tecnológica como la que caracterizaba las fases tardías de la Revolución Industrial.
Los marcados aumentos de la población y una creciente democratización de las escuelas, junto a la aparición del movimiento de la educación progresiva exigieron la creación de formas para llevar a cabo la escolarización de jóvenes que anteriormente no habrían sido admitidos en los sistemas escolares altamente selectivos. (Carroll, 1988)
Uno de los primeros científicos que se propuso dar respuesta a las demandas contextuales fue el polígrafo inglés Sir Francis Galton, quien elaboró pruebas estadísticas de agudeza sensorial con las que pretendía medir los poderes físicos e intelectuales de la clase alta, y así correlacionar esas medidas entre sí. Esto le permitiría clasificar a las personas y establecer cierto vínculo entre el linaje genealógico y el logro que representaba su estatus social. Galton presuponía que los individuos más refinados y educados se podrían caracterizar por su agudeza sensorial.
De forma similar a Galton, Catell, a quien se le adjudica la utilización del término test mental, se dedicó al estudio de las tareas mentales simples tales como la discriminación sensorial, las diferencias individuales de la velocidad de reacción, la asociación de palabras, y otras. Afirmaba que estos tests podían predecir el éxito de los estudiantes de "college".
Contrariamente a lo que se esperaba, investigaciones posteriores demostraron que estas pruebas no presentaban correlación alguna con las notas que estos estudiantes habían obtenido en el college.
Tras un largo período de investigaciones Alfred Binet, llegó a la conclusión de que tareas simples como las anteriormente descritas no resultaban efectivas para la predicción del éxito escolar; y junto a Theodore Simon elaboró las primeras pruebas de inteligencia para identificar a niños retardados y colocarlos en sus niveles apropiados. Estos tests mentales incluían tareas más complejas y de mayor parecido con las actividades mentales de la vida diaria, según lo cual, resultaban más confiables para predecir el éxito escolar.
Es así que aparece el primer test mental concebido como una serie de tareas donde los ítems respondían a una escala de creciente dificultad, de ahí su concepción de valor continuo de la inteligencia. Además, por primera vez, se le otorgó un valor binario al resultado del test en tanto concebía el éxito o el fracaso.
Un momento importante en la historia del estudio de las capacidades fue cuando en 1912 el psicólogo alemán Stern notó que a medida que aumentaba la edad cronológica, la variación entre edades mentales aumentaba de modo proporcional, de este modo vio que era posible obtener una proporción cuya desviación estándar sería más o menos constante a lo largo de la edad cronológica si se dividía la edad mental por la edad cronológica. Esto respondía a la idea de Coeficiente de Inteligencia, visto como sinónimo de Inteligencia.
La publicidad que obtuvieron los tests durante la Primera Guerra Mundial contribuyó a que muchos profesores y directores de escuela los acogieran como la vía absoluta para valorar el desarrollo intelectual de sus estudiantes. Esta oleada de tests, también tuvo sus efectos positivos, y es que durante este período se desarrollaron las nociones de estandarización y validación.
El uso de muchos de estos tests llegó para quedarse en las escuelas y universidades, y la publicación y distribución de los tests creció hasta convertirse en un fin lucrativo. De esta forma el concepto de inteligencia o aptitud escolar alcanzó la aceptación general. (Carroll, 1988)
Ante la creciente aceptación del término inteligencia también surgieron otras demandas que respondían a la búsqueda de qué estructuras son las que permiten o qué procesos son los que subyacen al acto inteligente.
En esta línea de investigación, son muy significativos los estudios realizados desde una perspectiva cognitiva donde se destacan los aportes de Jean Piaget y la nueva visión ofrecida por el Enfoque del Procesamiento de la Información, así como los nuevos recursos aportados por este en el estudio de la Inteligencia Humana.
A Piaget le interesaba conocer cuáles son las estructuras internas que permiten la construcción de la realidad, y para ello creía necesario tomar en cuenta los errores que emergían producto de ese mismo proceso en el que a través del desarrollo, el niño intentaba entender y darle un sentido al mundo que le rodeaba.
Por su parte, el Enfoque del Procesamiento de la Información centra su atención en los procesos cognitivos. Pretende estudiar la mente, en general, y la inteligencia, en particular, sobre la base de las representaciones mentales y los procesos que originan la conducta observable. Se cuestionan el éxito como variable dependiente de todo el procesamiento de la información, es decir, la calidad de la entrada de la información va a influir sobre la calidad de salida. Se centran en explicar cuáles son los procesos mentales específicos implicados en el funcionamiento inteligente en diferentes tareas, con qué rapidez y seguridad se ejecutan estos procesos, mediante qué estrategias se organizan o se combinan para la resolución de tareas, en qué formas de representación mental actúan estos procesos y estrategias, y sobre qué base de reconocimiento cognitivo operan. (Stenberg, 1988 en Bello & Estévez, 2001).
Las teorías explícitas a las que nos hemos referido: la Psicometría y el Enfoque el Procesamiento de la Información, presentan logros que a través de la historia, han contribuido a que todavía en la actualidad, a pesar de las críticas que reciben, continúen en vigencia.
Un aporte para esta nueva visión lo constituye la concepción de inteligencia desde "afuera" que nos brinda Vigotsky. Ella constituye un marco metateórico para una conceptualización más amplia de la inteligencia, en tanto afirma que para entender al individuo, primero debemos entender las relaciones sociales en las que el mismo se desenvuelve.
Vigotsky entiende la inteligencia como un emergente del contexto, y por tanto la impregna de un alto valor sociocultural, en tanto lo que el hombre considera útil o no. Sin embargo, esta internalización, aplicable solo a las funciones psíquicas superiores, no ocurre de manera simplista y mucho menos mecánica, sino que la concibe como un proceso donde ciertos aspectos de la estructura de la actividad que se ha realizado en un plano externo pasan a ejecutarse en un plano interno, y contribuyen a la formación de la conciencia como un producto de la sociedad, en términos de procesos sociales mediatizados Es por esto que afirma que toda función psíquica superior tiene una vida compartida: primero en un plano interpsicológico, y luego en un plano de funcionamiento intrapsicológico, producto de la organización dialéctica pregunta-respuesta del individuo en el sistema de relaciones sociales en el que se encuentra inserto. (Wertsch, J. V. 1988)
En una de las categorías vigotskianas donde se aprecia esta interrelación en el funcionamiento interpsicológico e intrapsicológico es la Zona de Desarrollo Próximo, aporte que resulta doblemente importante en tanto permite llevar a cabo un diagnóstico acertado, y facilita el trabajo interventivo.
Como podemos observar, Vigotsky nos ofrece una visión más amplia del hombre y sus determinantes contextuales, por lo que su concepción presenta un enfoque multidimensional.
En consonancia con lo anterior, un intento interesante e igualmente multidimensional de la inteligencia, lo constituye la concepción triárquica de Robert J. Sternberg en 1988, que desde una posición cognitivista, pero que va más allá del EPI, pretende dar respuesta a la relación de la inteligencia con el mundo interno y externo del individuo, y con su experiencia.
Sternberg defiende el criterio de que la inteligencia es una actividad mental dirigida hacia la "adaptación intencionada a, selección y formación de, medios del mundo real, relevantes para la vida del individuo". (Sternberg, 1988).
Lo que propone Sternberg, es que para evaluar la inteligencia es necesario tener en cuenta el nivel componencial (los procesos básicos de la inteligencia son: metacomponentes, que planifican, monitorizan, y evalúan las estrategias de SP; componentes de ejecución, que ejecutan las acciones de SP; y componentes de adquisición de conocimiento, que consiguen información nueva); experiencial (el pensamiento inteligente se dirige hacia la adaptación, modificación o selección del ambiente); sobre el contexto(la inteligencia puede ser evaluada por la capacidad del sujeto para enfrentarse a la novedad. La novedad está representada por un contínuo: experiencia totalmente novedosa – experiencia automática).
La Triarquía propuesta comienza a darle valor a toda una serie de conductas que hasta entonces no se habían tomado en cuenta para validar el comportamiento inteligente. De hecho, cruza las fronteras de la respuesta correcta e incorrecta de los tests, y se dirige al estudio de los procesos que respaldan la selección y práctica de una serie de mecanismos y estrategias que son los que permiten darle solución a la situación problema.
Un paso de avance en la concepción multidimensional de la Inteligencia, y desde un marco también contextual es la propuesta de Inteligencias Múltiples de Howard Gardner (1983).
Gardner afirma que "hay evidencias persuasivas sobre la existencia de varias competencias intelectuales humanas relativamente autónomas y que los individuos y culturas las pueden amoldar y combinar en multiplicidad de maneras adaptativas". (Gardner, 1994 – 1995).
Por tales razones propone que el intelecto humano se constituye sobre la base, al menos, de siete inteligencias: la lógico-matemática, la lingüística, la musical, la espacial, la cinético- corporal, la intrapersonal y la interpersonal, y que dada la gran independencia que mantienen entre sí pueden existir niveles altos de algunas de estas competencias y bajos de otras, en una misma persona. Gardner con esta idea legitima tanto las inteligencias lógico-matemática y lingüística (abordadas tradicionalmente), como las otras cinco, las cuales hasta ese momento no clasificaban para conformar el intelecto humano.
Su teoría se sustenta sobre investigaciones neuropsicológicas, y además establece como prerrequisito la necesidad de que una competencia intelectual humana debe contener un conjunto de habilidades para la solución de problemas y también debe dominar la potencialidad para encontrar o crear problemas que tienen cierta importancia dentro de un contexto cultural. (Gardner, 1994 o 1995)
El autor, además examina las implicaciones educacionales de esta teoría, toda vez que con ella pretende identificar el perfil intelectual de los niños y rescatar, entonces, las particularidades de su inclinación cognoscitiva con el objetivo de mejorar sus oportunidades dentro del sistema educacional. Es decir, busca respetar y potenciar las vías personales que puedan tener los niños para comprender, aprender.
Un salto discutible, pero altamente provechoso ha sido la propuesta de tener en cuenta la participación de la emoción entre los mecanismos responsables que subyacen al acto inteligente.
En 1990 también surge otra propuesta, como alternativa a los problemas actuales, que al igual que la Teoría de Gardner se apoya en las investigaciones y descubrimientos biológicos, y pretende dar respuesta a demandas contextuales actuales. Nos referimos a la Teoría de la Inteligencia Emocional de John Mayer y Peter Salovey, quienes definieron este término como "la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás, y utilizarlos como guía del pensamiento y la acción". (Goleman, 1998: 431). Esta conceptualización constituyó un intento por aplicar la "inteligencia" a nuestras emociones.
La definición de Salovey y Mayer incluye las inteligencias personales de Gardner, y amplía estas capacidades a cinco esferas esenciales: conocer y manejar las propias emociones, la propia motivación, reconocer emociones en los demás y manejar relaciones sociales.
Lo que realmente constituye una exigencia a la formulación de esta teoría, es la existencia de datos muy fuertes que evidencian el peso de las Habilidades Emocionales en la solución de tareas, o más bien, en la solución exitosa de situaciones personales y demandas sociales; o lo que es lo mismo, el panorama social de los últimos años evidencia la ausencia de los recursos personales adecuados para un buen enfrentamiento de los retos sociales actuales.
En tanto constituye un tema de vital importancia y de acuerdo con los presupuestos anteriores, denominaremos competencia emocional a la capacidad adquirida, basada en la Inteligencia Emocional, por la que el individuo comienza a distinguirse, la que da lugar a un desempeño laboral sobresaliente. (Goleman, 1998)
Evidentemente nos encontramos frente un campo de habilidades completamente diferentes, que tratan de responder a retos bien diferentes, en tanto ya no se trata solo de resolver un problema matemático o componer una pieza artística; se trata de un conjunto de recursos, que a través de la historia, y en la Psicología, se le ha llamado de diversas maneras, y que tienen en común el peso emocional que le dan al óptimo desempeño de la persona.
La Teoría de la Inteligencia Emocional ha tratado de conceptualizar estos fenómenos, reformular los términos a través de los cuales se describe a la persona inteligente, y obviamente el comportamiento que la caracteriza. Se enfoca más asertivamente en lo que permite que una persona obtenga éxito durante la vida. Su visión se dirige hacia las habilidades que justifican el éxito entre las personas que se destacan. Apunta a características emocionales más que técnicas, en tanto, es el inadecuado manejo de las emociones y sus consecuencias una particularidad obvia de nuestra sociedad, que ha desembocado en una amplia disfuncionabilidad psicológica por parte de cada uno de nosotros.
La visión que en estos momentos poseemos acerca de la inteligencia es mucho más amplia, lo que a su vez, también cambia la percepción del éxito que teníamos concebida. Sin embargo, a pesar de los avances en la construcción de esta nueva teoría, y teniendo en cuenta los resultados de las investigaciones realizadas, en las que se ha probado que un elevado CI no constituye la menor garantía de éxito, felicidad y prosperidad, en nuestras escuelas continúa vigente el antiguo sistema de desarrollo de las habilidades académicas y la omisión de la potenciación y el entrenamiento de habilidades personales, que pueden conducir al éxito, si se logra un adecuado manejo de las mismas. Las escuelas no preparan a los estudiantes para que entrenen las habilidades necesarias, de cara a la falta de valores, altos niveles de violencia, y la gran competitividad e inestabilidad laboral que caracteriza nuestra época.
Es en 1995 cuando, además de la acogida que años anteriores (1990) le habían hecho a esta teoría la comunidad científica, el concepto de inteligencia emocional adquiere gran popularidad con la publicación del best-seller de Daniel Goleman: La Inteligencia Emocional. Según Goleman, la Inteligencia Emocional se refiere a: "la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos" (Goleman, 1998: 430).
Conclusiones
A lo largo de la Historia podemos encontrar diferentes conceptualizaciones acerca de la inteligencia humana planteadas por prestigiosos autores entre ellos podemos encontrar:
Galton
Elaboró pruebas estadísticas de agudeza sensorial con las que pretendía medir los poderes físicos e intelectuales de la clase alta.
Correlacionó esas medidas entre sí y clasificó a las personas.
Estableció cierto vínculo entre el linaje genealógico y el logro que representaba su estatus social.
Catell
Utilizó el término test mental y se dedicó al estudio de las tareas mentales simples tales como la discriminación sensorial, las diferencias individuales de la velocidad de reacción, la asociación de palabras, y otras.
Bidet y Theodore Simon
Elaboraron las primeras pruebas de inteligencia para identificar a niños retardados y colocarlos en sus niveles apropiados.
Los tests mentales incluían tareas más complejas y de mayor parecido con las actividades mentales de la vida diaria, según lo cual, resultaban más confiables para predecir el éxito escolar.
Jean Piaget
El Enfoque del Procesamiento de la Información, el cual centra su atención en los procesos cognitivos.
Los nuevos recursos aportados por este en el estudio de la Inteligencia Humana.
Vigotsky.
Las capacidades intelectuales tienen un origen social.
Ley de doble formación del conocimiento: las funciones cognitivas tienen un origen inicialmente social (funcionamiento interpsíquico), y posteriormente individual (funcionamiento intrapsíquico).
El desarrollo cognitivo se produce por las experiencias de interacción con el medio.
Introduce el constructo de Zona de Desarrollo Próximo: la diferencia entre lo que un sujeto es capaz de aprender por sí mismo y lo que aprende con la ayuda de un mediador.
Teoría triarquica de Robert Stemberg
Se compone de 3 subteorías:
Subteoría componencial.
Subteoría experiencial.
Subteoría contextual..
Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner
Define la inteligencia como la capacidad para resolver problemas o elaborar productos que puedan ser valorados dentro de una determinada cultura.
Proponen 7 inteligencias igualmente importantes:
Lingüística.
Lógico-matemática.
Musical.
Espacial.
Quinestésica.
Interpersonal.
Intrapersonal.
Teoría de la Inteligencia Emocional de John Mayer y Peter Salovey
Definieron este término como "la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás, y utilizarlos como guía del pensamiento y la acción".
Teoría de la Inteligencia Emocional de Daniel Goleman
La Inteligencia emocional es la capacidad de: sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos.
Bibliografía
1. Bolívar, V. Inteligencia Emocional en la empresa. Refinador Costarricense de petróleo. Costa Rica, 2005.
2. Colectivo de autores. Psicología y Salud. Articulo Inteligencias Emocional, página 19-23 (Por González). Editorial Ciencias Médicas, Cuba, 2002.
3. Folleto de Psicopedagogía. Sede Universitaria Municipal, San Cristóbal.
4. Goleman, D. La Inteligencia Emocional. México: ED. B. México SA BCU, 1996.
5. González, Rey F. Relación de lo cognitivo y lo afectivo en la personalidad. Psicología principios y categorías. La Habana. ED. Ciencias Sociales, 1989: 72- 94.
6. Molero C, Zaiz E, Esteban. Revisión histórica del concepto de Inteligencia Emocional. Rev. Latinoamericana de Psicología 1998; 30 (1): 11-30.
7. Pérsico, Lucrecia. Inteligencia Emocional. Editorial LIBSA: Madrid, 2003.
8. Quiroga, Carlos. La Ciencia del éxito: Inteligencia Emocional práctica. Editorial Instituto Alphacenter: Chile, 7 ma. Edición 2000.
Artículos en Internet:
9. http://www.universia.es/contenido/servicios/artículos/inteligencia emocional
10. http://www.monografía.com/trabajos/intelifgencia emocional
11. http://www.inteligencia-emocional.org
Autor:
Zahelys de la Cdad Rosete Díaz.
Licenciada en Psicología de la Salud.
Yunierkys Alfonso Moreno.
Máster en Psicología Clínica. Profesora asistente.
Idania de Armas Mesa.
Màster en Psicologìa Clìnica. Profesora auxiliar