- Introducción
- Reflexiones en torno a la globalización
- Globalización y competitividad: el papel de las multinacionales
- Globalización y acuerdos comerciales
- Microempresas y globalización
- Las microempresas en el contexto de la globalización
- El espacio de las microempresas. Una propuesta alternativa
- Referencias
Introducción
El concepto de globalización está de moda. Todo mundo lo ha escuchado y su uso está tan generalizado que cada día son más las personas que perciben a la globalización como una especie de "destino manifiesto" hacia el que toda la humanidad, sin importar el origen, ocupación, actividad profesional o económica, debe dirigirse. El mundo de la microempresa no escapa a la fascinación que despierta la globalización y se pregunta cómo puede insertarse en este proceso; qué papel debería desempeñar en él y cuáles son los beneficios que le puede reportar. Sin duda, estas preguntas son válidas; pero parece que a esos animosos de la globalización se les olvida que antes hay una pregunta básica que debe ser respondida y es ¿las microempresas tienen cabida en el proceso de globalización?
En esta ponencia sostenemos que la respuesta a esta última pregunta es negativa; en todo caso, debido a sus características y objetivos, el fenómeno de la globalización constituye, quizá, la mayor amenaza que ha enfrentado el mundo de la microempresa. De ahí que, las demás preguntas deberían ser cambiadas por otras como estas: ¿cómo se puede defender la microempresa de la amenaza que representa la globalización?; ¿cuáles son los espacios que la búsqueda de integración a los mercados internacionales deja libres para que puedan ser aprovechados por las unidades económicas que no corresponden con esa dinámica económica-comercial? y; quizá la más importante, si es verdad que la globalización constituye una seria amenaza para las microempresas ¿existe algún futuro para éstas? Nuestra respuesta es que sí, pero el mejor camino para lograrlo es la búsqueda de alternativas que vayan más allá de la pura competencia por el mercado.
Reflexiones en torno a la globalización
El término globalización es bastante reciente, tanto que solo hará un par de años que la Real Academia de la Lengua Española lo incorporó a su diccionario. A pesar de ello es un término que todos hemos escuchado y cada día, queriendo o no utilizamos en mayor medida, aunque no siempre tenemos claro a qué se refiere.
Aunque los estudiosos del fenómeno lo identifican como algo que viene sucediendo desde hace décadas y hay, incluso, quienes aseguran que el mundo ya presenció una primera oleada de globalización durante la última parte del silgo XIX y principios del XX, no es de extrañar que el término globalización, referido específicamente a los mercados, no haya sido utilizado sino hasta la década de 1980 por Theodore Levitt (1983) y solo se haya hecho popular a partir de que Michael Porter lo utilizara en 1990. La razón de esto es que ese fenómeno que llamamos globalización, solo pudo ser reconocido e impulsado a partir de que el bloque socialista soviético colapsó, dejando el camino libre para que el capitalismo en su vertiente neoliberal y comandado por los Estados Unidos se expandiera a todos los confines del mundo.
Definición de Globalización
¿Qué es y en qué consiste realmente la globalización? Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) "La globalización es una interdependencia económica creciente del conjunto de países del mundo, provocada por el aumento del volumen y la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de capitales, al tiempo que la difusión acelerada de generalizada de tecnología".
Por su parte, la Real Academia de la Lengua Española define globalización como "la tendencia de los mercados y las empresas a extenderse alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales".
Para Joaquín Estefanía "en esencia, la globalización económica es aquel proceso por el cual las economías nacionales se integran progresivamente en el marco de la economía internacional, de modo que su evolución dependerá cada vez más de los mercados internacionales y menos de las políticas económicas gubernamentales." (Estefanía, 1996: 14)
Algunos autores van más allá del puro intento de lograr una definición y abordan los aspectos que consideran centrales en el fenómeno, así encontramos trabajos como el de Guillermo de la Dehesa, quien dice que "…la globalización es un proceso que promueve empresas de gran tamaño ya que, para ser competitivas y tener una mayor cuota de mercado, deben estar presentes en el mayor número de países." (De la Dehesa, 2000: 91)
En un óptica totalmente crítica, la ONG "globalízate" nos dice que "La globalización es la expresión de la expansión de las fuerzas del mercado, espacialmente a nivel mundial y profundizando en el dominio de la mercancía, operando sin los obstáculos que supone la intervención pública". En este sentido, entienden que la globalización no es un fenómeno completo y terminado sino un proceso inacabado en el que el capital lucha por ampliar su dominio y aseguran que "la globalización neoliberal es bien sencilla de aplicar: liberalizar el comercio y los flujos de capitales, de tal manera que se pueda comerciar con ellos sin ningún control, en todo el mundo, que nadie pueda ponerles condiciones; privatizar porque afirman decididos… que todo lo público es poco eficiente, flexibilizar el mercado de trabajo -es decir convertir a los trabajadores en un coste variable pudiendo contratarlos a los salarios que a la empresa le parezcan adecuados y despedirlos cuando les convenga-; y finalmente, desregular, es decir, eliminar todas las regulaciones públicas de la vida económica y social para que ellos puedan establecer sus propias reglas". (Globalizate, 2005)
Aquí solo ofrecemos una muestra mínima del sinfín de definiciones de globalización que es posible encontrar; con ellas ya podemos percatarnos de que, dependiendo de las afinidades ideológicas y los objetivos perseguidos, cada autor construye una definición que resalta algunos aspectos y omite otros.
En nuestro caso, el objetivo no es realizar un estudio exhaustivo de la globalización; nos basta con tener una idea general de lo que significa, porque el verdadero objetivo es evaluar su relación con las microempresas.
Independientemente de nuestra postura ideológica podemos aceptar entonces que el término globalización hace referencia a un fenómeno económico, de escala mundial, que implica la apertura e integración de los mercados nacionales, con la mínima o incluso nula participación gubernamental, y que involucra no solo el comercio de mercancías, sino también importantes flujos de capital que pueden realizarse con fines especulativos o de inversión extranjera directa (IDE).
Globalización y competitividad: el papel de las multinacionales
El uso del término "globalización", referido a la integración de los mercados internacionales, es bastante reciente y coincide con el triunfo del pensamiento económico neoliberal sobre otras opciones ideológicas en el mundo, a partir de comienzos de la década de 1980. Por eso no resulta extraño que la globalización se base en la idea de que el mercado es el mejor instrumento para lograr la integración mundial, mientras que la actuación gubernamental constituye un obstáculo para alcanzar un equilibrio económico a través de las libres fuerzas del mercado. Una vez clarificados estos vínculos teórico-ideológicos resulta entendible que dentro del proceso globalizador a las autoridades nacionales les quede asignada una mínima o incluso nula participación.
¿Quién se hace cargo entonces de todo el proceso? Las empresas, en particular aquellas que cuentan con la capacidad de operar simultáneamente en diferentes países y regiones del mundo, es decir, las llamadas empresas multinacionales o transnacionales (EMN´s). Prueba de ello es que en la actualidad, además de concentrar gran parte de la producción (40% del PIB mundial), estas empresas monopolizan el comercio internacional de bienes y servicios, llegando a acaparar dos terceras partes del comercio mundial.
La razón de por qué recae en esas empresas la parte más dinámica es precisamente el hecho de que el proceso de globalización está basado en la búsqueda y uso de capacidades más competitivas para generar productos y servicios de mejor calidad y precios a nivel mundial. A su vez, el resultado económico de los países depende significativamente de los enlaces que establezcan con el resto del mundo y la clave de esos enlaces está en los nexos generados a través de empresas que participan con su producción a niveles internacionales, a través de flujos de comercio, tecnología y capital.
Actualmente las EMN"s operan en el primer plano de la tecnología y constantemente necesitan nuevas medidas para responder a los cambios en los métodos de producción. Una de las vías más importantes de transmisión de tecnología es la Inversión Directa Extranjera (IDE). De esta manera, las empresas, además de lograr el acceso a mercados más amplios, acceden a factores de producción en otros lugares del mundo y participan de la retroalimentación que ofrece la competencia internacional, en términos de acceso a nuevas tecnologías, mejoras en los procesos productivos y novedosas técnicas de organización y dirección; al mismo tiempo que propician la internacionalización de la producción y, por lo mismo, se convierten en uno de los principales motores de la integración económica de los países.
De lo anterior se deduce que, toda empresa que quiera ser parte de la globalización debe, ante todo, ser competitiva. Pero ¿qué es ser competitivo? Nuevamente, sin el afán de ser exhaustivos en los conceptos, habría que aclarar que ser competitivo es diferente a ser competidor. Un competidor es todo aquel que se presenta en el mercado para ofertar sus productos y compite con muchos otros por una cuota de mercado. Así, la empresa que quiera superar a sus competidores debe ofrecer, como mínimo, precios más bajos y un nivel de calidad cercano al estándar.
El concepto de competitividad está relacionado con el de competencia, pero es bastante más complejo. El punto de partida es el reconocimiento de que la competencia obliga a las empresas a mejorar continuamente y a tratar de superar a sus competidores a fin, no sólo de permanecer en el mercado, sino de mejorar su posicionamiento dentro del mismo. En general, la empresa que es competitiva es aquella que obtiene mayores beneficios que sus competidores de manera sostenida a largo plazo. La cuestión es que una empresa tendrá éxito en el largo plazo sólo si posee una ventaja competitiva, lo que significa que ha logrado desarrollar una característica que la aísla de la competencia directa dentro de su sector, bien sea porque ofrece algo "único", que los competidores son incapaces de igualar; o bien, porque desarrolla una forma específica de organización de la producción, la comercialización o incluso de efectuar el marketing que le representa una reducción de los costos y le permite ampliar su margen de ganancia (Dunning, 1993).
La cuestión es que, en las condiciones actuales de competencia internacional y los avances científicos disponibles, la consecución de una ventaja competitiva suele estar estrechamente relacionado con la innovación tecnológica que la propia empresa pueda realizar, a través de actividades de investigación y desarrollo (I&D), así como del uso intensivo de la informática y los modernos medios de telecomunicación.
Según Estefanía "…hay tres causas para la globalización: la aceleración de los ritmos de apertura económica y de los intercambios de mercancías y servicios; la liberalización de los mercados de capitales que ha integrado las plazas financieras y las bolsas de valores de todo el mundo; y la revolución de las comunicaciones y de la informática, que ha conectado en tiempo real con el espacio." (1996: 14)
Globalización y acuerdos comerciales
De acuerdo con el pensamiento económico predominante, la teoría neoliberal, los países receptores de la IDE mejoran su posición en la competencia internacional (entiéndase en el contexto de la globalización), ya que la actividad de las EMN´s implica la reestructuración de aquellos sectores económicos en los que participan y por lo tanto, la modernización y crecimiento de su economía; por eso, los gobiernos de los países tratan de captar los mayores flujos posibles de IDE y compiten entre sí ofreciendo diferentes incentivos que son tenidos en cuenta por las EMN´s.
No obstante, la mayoría de los críticos de la globalización apunta que las EMN"s analizan la inversión en función de los costos y recursos previstos en las estrategias que definen las propias empresas y no los países; por lo que, los beneficios que genera la recepción de IDE y la localización de EMN"s en los países menos desarrollados, suele estar muy por debajo de las expectativas de los gobiernos y la población de esos países.
Si se pretende atraer IDE, aumentarla o retenerla, la imagen del país en la comunidad inversionista internacional ha de ser óptima. La internacionalización del capital permite trasladar los centros productivos a aquellos países con mayores ventajas competitivas, en cuanto a recursos se refiere. La estrategia de los gobiernos para atraer IDE incluye incentivos que van desde los más tradicionales como son los subsidios; las exenciones fiscales; mano de obra barata; terrenos; etcétera, hasta elementos más modernos y sofisticados como la elaboración de programas de desarrollo tecnológico, protección de la propiedad intelectual; creación de infraestructuras y parques tecnológicos; e incluso apoyo para la adaptación de los recursos humanos del país al cambio técnico (para lo cual se crean planes educativos centrados en la formación especializada, la educación continua y el reciclaje). El problema es que los incentivos más sofisticados son más caros y requieren de un mayor plazo para ser concretados.
Pero no debemos olvidar que lo más interesante de la recepción de IDE y empresas multinacionales, en el contexto de la globalización, es lograr una mayor integración de la economía nacional en los mercados internacionales; lo que en la práctica se traduce como la búsqueda continua de un incremento de los flujos de importación y exportación de bienes y servicios. Por eso, además de los incentivos antes mencionados, los gobiernos de los países se preocupan cada vez más por ofrecer a las empresas el mejor acceso posible a la mayor cantidad posible de mercados internacionales.
El primer frente a atacar es la reducción o incluso eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias; pero la práctica unilateral de estas medidas puede dejar a la economía excesivamente expuesta a la competencia internacional y colocarla en situación de vulnerabilidad. La alternativa, entonces, es la búsqueda de acuerdos comerciales con otros países, para garantizar la reciprocidad.
Los acuerdos pueden ser multilaterales (GATT, OMC), regionales (APEC –Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico–), NAFTA, Unión Europea, Mercosur, ASEAN) o bilaterales.
Algunos autores consideran que la firma de acuerdos comerciales y la formación de bloques regionales en realidad constituyen un impedimento para el avance de la globalización, porque, por definición, todo acuerdo restringido implica la exclusión de todos los demás. Por eso abogan más por la consolidación de organismos multilaterales, al estilo de la OMC, para contribuir al avance de la globalización (Strange, 1997). Aunque es una discusión interesante, rebasa los objetivos de esta ponencia; por eso, aun a riesgo de parecer reduccionistas, nos bastará con decir que, a pesar de que efectivamente los acuerdos bilaterales y los bloques regionales se basan en el principio de exclusión de los demás; en realidad se han convertido en el principal y mejor instrumento para la integración de las economías nacionales a los mercados internacionales y, por ende, constituyen el mejor aliado de la globalización.
Esta última afirmación se basa en el hecho de que todo país que quiera establecer un acuerdo comercial, sea bilateral o regional, debe primero realizar una serie de ajustes institucionales, estructurales, legales, económicos, laborales, etcétera, que le permitan sincronizar su economía con la de su(s) socio(s). Y lo más curioso de este asunto es que, aun cuando se supone que estos acuerdos están pensados para excluir a otros países, en realidad todos esos ajustes corresponden, al pie de la letra, con las características que la globalización exige para que una economía sea integrada a los mercados internacionales. Por eso no es extraño que, una vez firmado el primer acuerdo, que suele ser extremadamente complicado y tardado, el país en cuestión cubre ya la mayor parte de los requisitos que le puede exigir cualquier otro acuerdo comercial, por lo que, en adelante, no le será tan difícil ni tan tardado conseguir más socios comerciales. Y esto no es otra cosa más que un importante avance en su proceso de integración a la globalización.
Una vez que hemos hablado de la relación que guardan los acuerdos comerciales con la globalización, podemos ver que están tan estrechamente relacionados que en esencia se trata del mismo fenómeno. Así que todo lo que antes hemos dicho sobre la globalización, respecto a la IDE, las EMN"s, etcétera, resultará válido para los acuerdos comerciales y la formación de bloques regionales, por lo que no será necesario particularizar el análisis al respecto. Esto nos permite avanzar a la siguiente tarea, que consiste en relacionar todo lo que hemos dicho con las microempresas.
Microempresas y globalización
Definición de microempresa
No existe una definición única de microempresa, la definición varía de un país a otro en función, primero de las características del entorno económico, social e incluso cultural local, y después de las especificidades que adopta el propio sector de la microempresa.
Tomando en cuenta los diversos orígenes de los asistentes a este seminario y en aras de no complicar la exposición, ofrecemos un acercamiento a la definición de microempresa que puede ser válido para todos los países de América Latina, aunque eso significa perder precisión.
Las microempresas tienen las siguientes características:
Establecimientos con un máximo de 15 trabajadores, aunque la inmensa mayoría no rebasa los cinco trabajadores;
Operaciones poco intensivas de capital, casi no utilizan la tecnología y cuando lo hacen ésta no es avanzada, por lo que dependen en gran medida del factor trabajo;
Su principal recurso es la mano de obra;
La gran mayoría pertenece a un solo propietario o dueño y en muchos casos se trata de un negocio familiar, por lo que es frecuente que no exista una separación entre el presupuesto familiar y el de la microempresa;
En muchas de ellas no hay empleados asalariados y quienes trabajan son los miembros de la familia;
Existe un alto porcentaje de mujeres propietarias del negocio;
Su volumen de operaciones es sumamente reducido;
Escasos o nulos conocimientos de gestión;
Limitado o nulo acceso al sector financiero formal;
Una buena parte de ellas pertenece al sector informal;
Derivado de las características antes enumeradas, podemos decir que el rasgo fundamental de las microempresas es la precariedad y que de hecho, existe un alto porcentaje de casos en los que la unidad económica es más una estrategia de supervivencia familiar que una verdadera fuente de acumulación de capital. No obstante, hay que reconocer que sí existen algunos casos minoritarios de microempresas que podríamos denominar "consolidadas" que logran superar el nivel de supervivencia, permitiendo a sus propietarios lograr unas condiciones de ingreso que les garantizan un nivel de vida digno. Sin embargo, de ahí a que se pueda asegurar, como lo hace Carpintero (1998), que en América Latina existe un porcentaje de entre 30 y 40% de microempresas que se convierten en un medio de acumulación, nos parece sumamente exagerado y podríamos decir que, como mucho el porcentaje de microempresas de acumulación no iría más allá del 10% del total.
Las microempresas en el contexto de la globalización
A partir de la caracterización recién presentada, podemos decir que la mayoría de las microempresas existentes constituye un basto sector de subsistencia, en el que encontramos unidades que "…se dedican a actividades de comercio, producción o servicios relativamente pequeñas y usualmente con menos de tres trabajadores, incluyendo al dueño. Normalmente se dedican al sector comercial, mantienen bajas cuentas de resultados que se aplican al sostenimiento de la unidad familiar, casi nunca llevan un registro de sus actividades, operan con bajísimos niveles de tecnología y activos fijos, se concentran en los centros urbanos, y presentan un nivel de escolaridad media que no supera el nivel primario. La presencia de mujeres es especialmente importante en las empresas de subsistencia. Estas empresas suelen presentar escasísimos eslabonamientos hacia atrás y virtualmente ninguno hacia adelante, sirviendo sus productos y servicios preponderantemente a los vecindarios donde se radican". (Dávalos y Espinel, s/a).
La importancia de las empresas de subsistencia, a pesar de que no son grandes generadoras de empleo remunerado, es que mejoran los niveles de vida de la población y representan una alternativa a la pobreza extrema. Incluso las microempresas que van más allá del nivel de supervivencia, las que suelen ser identificadas como "microempresas consolidadas", constituyen también una importante fuente de ocupación para amplios sectores de población, joven y veterana, que no cuentan con los niveles de calificación exigidos por los mercados laborales más modernos.
Hasta aquí, todo lo que hemos podido identificar de las microempresas, nos muestra un panorama tan diferente de lo que constituye la globalización y sus principales actores, las EMN"s, que constituye una brecha que se antoja imposible de superar. El caso es que, por las características que hemos identificado, las microempresas no tienen la capacidad financiera como para moverse en mercados que exigen el uso intensivo de la tecnología o las telecomunicaciones; por supuesto, no realizan I&D y, por lo tanto, son incapaces de generar una ventaja competitiva basada en la innovación. La gran mayoría no cuenta con conocimientos de gestión, así que tampoco pueden competir con formas organizacionales o de comercialización novedosas. En pocas palabras, las microempresas no son competitivas, lo que significa que no cubren uno de los requisitos básicos para participar en mercados globalizados.
Eso por el lado de las propias microempresas, pero es que tanto la globalización como sus aliados, los acuerdos comerciales, constituyen un proceso que ha sido creado por y para las empresas multinacionales. Como hemos podido constatar, la búsqueda de acuerdos comerciales ha llevado a todos los gobiernos de América Latina a impulsar programas para incentivar que ciertas grandes empresas se incorporen exitosamente al proceso de globalización. Pero, ¿cuál de esas políticas ha involucrado a las microempresas?, en realidad ninguna.
Los acuerdos comerciales que los países firman responden a las necesidades y exigencias de las EMN"s, pero esto no significa que esté cancelado el camino a unidades económicas que no sean multinacionales; en todo caso, lo que sí está claro es que, dado que las microempresas son incapaces de ser competitivas, automáticamente quedan excluidas de los circuitos empresariales que se mueven en el entorno de la globalización.
Al respecto, estaríamos de acuerdo con Ubernel cuando asegura que "las microempresas …ejercen la función de ocupar espacios sociales y económicos que deja la gran empresa, reemplazan los objetivos empresariales que el sector moderno es incapaz de cumplir y sirven como puente del flujo migratorio de un gran torrente de mano de obra compuesta por jóvenes desocupados que se capacitan empíricamente con potencial de vincularse a la gran industria y por mano de obra veterana que es expulsada o retirada de la gran industria." (Ubernel, 1997)
En este sentido podemos decir que la globalización contiene un modelo de acumulación específico que establece claramente una jerarquización para el acceso a sus beneficios; en la parte central estarán las multinacionales, un poco hacia el exterior otras empresas de tipo nacional, que pueden ser grandes, medianas y eventualmente hasta pequeñas, que solo logran beneficios secundarios de la globalización; finalmente, en la periferia, estarían los excluidos, allí es donde localizamos a la inmensa mayoría de las microempresas, sean estas formales o informales.
Con lo dicho hasta ahora podemos ver que no tiene mucho sentido preguntarnos ¿cuáles son las oportunidades que plantea la globalización a las microempresas?, porque más que una oportunidad, la globalización parece constituir la mayor amenaza que han enfrentado jamás las microempresas. La razón es que no podría ser más antagónica la naturaleza de ambos fenómenos. Por eso, parece que nuestra primera pregunta mas bien debería plantear si es que las microempresas pueden seguir existiendo en un entorno globalizado.
Después de lo que hemos venido diciendo en este documento, parecería que una respuesta rápida nos llevaría a decir que no; sin embargo, esto sería un grave error, porque decir que las microempresas no tienen cabida en los círculos de la globalización no significa que no puedan construir y operar en su propio espacio. No olvidemos que, por más que los promotores de la globalización se afanen en querernos convencer de que eventualmente todos quedaremos atrapados en ella y estaremos obligados a movernos bajo sus reglas, en realidad siempre quedan los espacios que no necesariamente se rigen por las mismas normas.
Como ejemplo baste decir que, dado que una de las características fundamentales de la globalización implica el uso intensivo de las telecomunicaciones y la informática, es claro que, aquellas personas y empresas que no cuenten con esta tecnología, sencillamente están fuera de la globalización; pero eso no significa que dejen de existir. Solo significa, que quedan excluidos de la globalización. Pero el fenómeno de la exclusión no es nuevo ni exclusivo de la globalización, como bien saben buena parte de los pobladores de América Latina, en todo caso, lo que la globalización hace es ahondar las asimetrías propias de la sociedad capitalista, profundizando la brecha entre pobres y ricos, así como entre países desarrollados y no desarrollados y, por supuesto, entre empresas competitivas y empresas no competitivas.
El espacio de las microempresas. Una propuesta alternativa
Una vez aclarado que la globalización no es un espacio para las microempresas, nos preguntamos ¿cuál será entonces su espacio?
La respuesta viene de la mano de las propias características de las microempresas, que las excluyen del proceso globalizador. Es decir, el espacio natural de las microempresas se sitúa en aquellos mercados y población que no son absorbidos por la globalización o que, aun cuando puedan desarrollar algunas de sus actividades bajo los patrones globalizados, todavía queda una parte de su vida y dinámica económica exenta de la globalización. Ese es el espacio de las microempresas.
Nos situamos entonces en los mercados locales, incluso de barrio o vecinales; aunque eso significa que se trata de mercados reducidos, muchas veces con limitada capacidad adquisitiva, pero con la virtud de que, por más que la globalización siga avanzando por todo el mundo, nunca dejarán de existir. La cuestión entonces no entonces no es si pueden o no existir las microempresas en un entorno globalizado, sino ¿cómo mejorar sus condiciones de desempeño y aminorar los continuos embates que reciben por parte de los mercados globalizados.
El capitalismo global se basa en el individualismo, otorgando la supremacía del interés individual sobre el colectivo. Pero no tenemos por qué aceptar esto simplemente como inevitable. Podemos y debemos buscar un enfoque alternativo, que predique una relación más sana del hombre con su entorno, orientado más hacia el desarrollo integral. El camino, desde nuestro punto de vista, es la organización, para trabajar, producir y comercializar de manera asociativa. Estamos hablando, específicamente, de la conformación de asociaciones o redes socio-empresariales que en principio pueden ser de supervivencia, pero que perfectamente se pueden constituir en redes de colaboración para lograr el éxito económico.
En el sector de la microempresa las redes son vitales y su afán no es solo económico, sino que intervienen valores como la solidaridad, la conformación de capital social. Las redes sirven para la transferencia de tecnología, el acceso a materias primas, traspaso de información, acciones productivas conjuntas, contratación de fuerza de trabajo y comercialización. Por estos vasos comunicantes transita información respecto de maquinaria, herramientas, equipos, formas de producción y diseño de modelos. También comunican sobre instituciones que dan crédito, programas de asistencia del Estado, comercios donde colocar sus productos y otros intereses. Comparten datos acerca de calidad de materias primas, lugares para obtenerla cuando hay escasez, precios y facilidades. En algunos casos se prestan insumos, para que sus colegas pueden hacer frente a un pedido cuando no tienen dinero. El ámbito más notorio del papel de las redes es el de la comercialización, la clave de la comercialización, en todos los casos, es la red de clientes que va constituyéndose (Beluche, 1998).
Frente a la competencia perversa y el individualismo de la globalización, parece que fomentar la solidaridad, la ayuda mutua y la acción colectiva puede resultar una excelente alternativa de defensa de las microempresas. Como aseguran Dávalos y Espinel (s/a), "[l]a agremiación en cooperativas, cámaras y círculos de gestión, producción o comercialización conjunta han sido las respuestas más efectivas para compensar las deficiencias de escala de estas empresas. La asociatividad que ha jugado un importante papel de apoyo es aquella que va dirigida no al intercambio social o a constituirse en un grupo de reclamo de subsidios o atenciones especiales, sino la que se utiliza como un vehículo para alcanzar económicamente los servicios empresariales requeridos por las empresas.
En concreto, nuestra propuesta es que las microempresas busquen asociarse en redes de colaboración empresarial, que pueden variar desde las cooperativas, agrupaciones autogestionarias, cámaras, etcétera, con el fin de sacar fortaleza de sus propias debilidades. Parece difícil que la globalización pueda llevarlas a la extinción; pero si se mantienen aisladas y con un afán puramente mercantil y de competencia, sus posibilidades de supervivencia, individual, son francamente limitadas.
Referencias
BID (1997). Estrategia para el desarrollo de la microempresa, Banco Interamericano de Desarrollo, Departamento de Programas Sociales y Desarrollo Sustentable, Washington.
Beluche V., Giovanni (1998). "Retos teóricos y experiencia del CENAP", en Microempresas, sector informal urbano y globalización, San José, Costa Rica, Febrero.
Carpintero, Samuel (1998). Los programas de apoyo a la microempresa en América Latina, Bilbao-España, Ediciones Deusto.
Cordero, Allen y Gamboa, Nuria. La sobrevivencia de los más pobres. Edit. Guayacán, Costa Rica, 1994
Dávalos, Mario y Espinel, Ximena. Documento marco sobre las micro, pequeñas y medianas empresas. Ecuador: s.e. , s.f. 20 pp.
Dunning, John H. (1993). Multinational Enterprises and the Global Economy, Great Britain.
Estefanía, Joaquín (1996). La nueva economía. La globalización, Madrid, España. Editorial Debate.
Globalizate (2005). www.globalizate.org
Levitt, Theodore, (1983). "The globalization of markets", en Harvard Business Review, mayo-junio, pp. 92-102.
Moncada, Jorge Fco. (2002). "Microfinanciamiento y ahorro en Indonesia: una historia de éxito", en Revista Vértigo, 10 de febrero de 2002.
Murguía, Luz (2000). "El sector de la microempresa en México y sus características", en Ricardo W. Skertchly (Coord.), Microempresa, financiamiento y desarrollo: el caso de México, México, DF. Universidad Anáhuac del Sur – Miguel Ángel Porrúa.
Ortiz, Marina (s.a). Microempresas, globalización y servicios financieros en la República Dominicana 1998-1999, Santo Domingo-República Dominicana, FondoMicro.
Strange, Roger (1997). "Trading Blocs, Trade Liberalisation and Foreign Direct Investment", en Chryssochoidis; Millar y Clegg (eds.), Internationalisation Strategies. London, McMillan Press Ltd. Pp. 19-42.
Ubernel, J. (1997). Una misión posible: políticas y programas de apoyo a la microempresa en Colombia, Bogotá-Colombia, Departamento Nacional de Planeación.
Autor:
Pablo Turmero