- Introducción
- Conceptualización preliminar a la "voluntad de sentido" en el hombre actual
- Génesis de la "voluntad de sentido"
- La frustración existencial
- Conclusión
- Bibliografía
Introducción
En el curso de este largo peregrinar, el hombre de nuestra era contemporánea, se encuentra involucrado en la búsqueda de la realización plena del sentido de su vida, el cual se une como uno más a esta gran multitud que buscan encontrarle sentido pleno y concreto a la propia existencia.
Ya en el culmen de mis estudios filosóficos, sintiendo la gran necesidad de los seres humanos de la actualidad que se sienten frustrados y preocupados por el sin sentido de la vida a causa de múltiples problemas que afloran en los diferentes grupos sociales; me ha impulsado investigar, desde un punto de vista antropológico-psicológico, todo lo que está en mis posibilidades, sobre esta problemática existencial como un gran desafío al que la humanidad entera está involucrada; al mismo tiempo descubrir las consecuencias que esta origina, en el individuo y los múltiples métodos que se emplean para tratar de encontrar un sentido y un por que de la supervivencia en esta patria terrenal.
Sabemos por resientes investigaciones que el hombre actual no sufre tanto bajo el sentido de que tiene menos valor que otros, sino más bien por el sentimiento de que su existencia no tiene sentido. Muchos científicos entre ellos los psicólogos, buscan el porqué de este sin sentido que el hombre afronta diariamente, en el trabajo, en la familia, en los campos de lucha (la guerra, la subversión), la pobreza material, la enfermedad, el sufrimiento. Frustración existencial que si se llega a generalizar en el Logos del individuo, puede llegar a tener consecuencias catastróficas e incluso a optar por su propia extinción (la muerte).
Este sin sentido ocasionado por la frustración existencial, se experimenta a simple vista en toda circunstancia de la vida, propagándose de manera silenciosa en países no solamente sub desarrollados, si no que repercute con más intensidad en países industrializados en donde la tecnología esta reemplazando en gran medida, el trabajo que ha sido desde siempre tarea del hombre, dejándolo al mismo tiempo en la desocupación que poco a poco y en gran medida repercute negativamente en el individuo como en las grandes masas de personas que no encuentran una meta , un objetivo que cumplir en su existir.
Pero propiamente los jóvenes de nuestra era contemporánea son los más afectados por este complejo de vacuidad, sintiéndose sumidos en el más profundo sentimiento de frustración, o absurdo como lo llama "Albert Camus", que es la causa de la falta del cumplimiento de un deber o una misión que haga sentar los pies sobre la tierra y den un vistazo así mismos en un profundo análisis existencial.
De esta manera como joven que soy y no ajeno a los problemas que constantemente afloran a nuestra experiencia personal, me siento como uno más en la gran multitud que buscamos encontrar un objetivo pleno que cumplir o mejor dicho buscamos el sentido pleno, concreto e integral de nuestra existencia, o como Víktor E Frankl la llama "LA VOLUNTAD DE SENTIDO". De esta manera me he dedicado a investigar este tema que es de actualidad y al mismo tiempo lo considero de vital importancia para una sólida formación integral.
CAPITULO I
Conceptualización preliminar a la "voluntad de sentido" en el hombre actual
Antes de abordar con precisión y detalle el tema de la "voluntad de sentido" boy a hacer una breve investigación gnoseológica sobre los conceptos fundamentales que considero importantes para desarrollar el tema al cual me estoy refiriendo en esta investigación.
VOLUNTAD
Se define como, potencia del alma que nos mueve ha hacer o no hacer algo (elección de una cosa, sin precepto o impulso externo que obligue a ello. Acto con que la potencia volitiva, admite o rehuye una cosa).[1]
El concepto de voluntad es desde siempre el exponente de la libertad humana. Un ataque contra este concepto parece minar los fundamentos de la capacidad de decisión humana y de la propia inteligencia moral, patrocinando en su lugar un determinismo incompatible con la mencionada dimensión antropológica.
El estudio científico de la voluntad humana con sus actos y manifestaciones interesa a diversas ciencias, de modo especial a la Psicología, la moral, el derecho, la pedagogía y la teología. Aquí se va ha tratar sólo desde el punto de vista de la Psicología
1.1.1 Voluntad en Psicología
La Psicología estudia la voluntad como potencia o facultad del alma, con sus actos y propiedades tal como son y se manifiestan sin más. Se presentan pues, en esta voz sobre la voluntad, dos artículos de Psicología, uno desde un punto de vista más filosófico y el otro desde un punto de vista más experimental que como se verá, se complementan ("Psicología filosófica" y "Psicología experimental"); evidentemente, con estos dos artículos no se agota el estudio de la voluntad.
Psicología filosófica
a) El nombre y sus sentidos. La palabra voluntad, que proviene del latín voluntas, puede significar tres cosas, como señala Tomás de Aquino: unas veces la potencia de querer, otras el acto de querer y otras lo querido mismo. Este último sentido es el más forzado y traslaticio. En castellano, a la facultad de querer se le llama propiamente voluntad y al acto de querer, volición.
b) Lo voluntario. Es lo que procede de un principio intrínseco, con conocimiento del fin. La procedencia de un principio intrínseco es como el elemento genérico de esa definición, mientras que el conocimiento de fin es como el elemento específico de la misma. Por esta razón, lo voluntario se opone, tanto a lo violento y lo artificial, como a lo natural no viviente y a lo viviente no cognoscitivo. De aquí que lo voluntario se divida en perfecto o propiamente dicho, que tiene un conocimiento intelectual del fin imperfecto o impropiamente dicho, que se apoya en un conocimiento sensitivo de aquello que es fin, pero que no alcanza al fin como tal.
Por último, lo voluntario puede ser directo e indirecto: Se llama voluntario directo a lo que procede positivamente de la voluntad, y voluntario indirecto, a lo que no procede positivamente de la voluntad, pero le es imputable.
Por su parte, lo involuntario, que es lo contrario de lo voluntario, puede deberse a una de estas cuatro causas: violencia, miedo, concupiscencia e ignorancia.
La violencia procede de un principio extrínseco sin cooperación alguna de lo violentado, sino con resistencia y oposición por parte de este. La violencia no puede afectar a los actos elícitos de la voluntad, sino sólo por actos imperados.[2]
El miedo, no quita enteramente la voluntariedad, si no que produce un acto mixto de voluntario y de involuntario; S. Tomás lo considera como una violencia condicionada.
La concupiscencia, es decir, la pasión del apetito sensitivo respecto del bien sensible, no causa de suyo lo involuntario, sino que más bien aumenta la voluntariedad. Sin embargo, a veces, una opción vehemente puede impedir el uso de la razón y por consiguiente privar del conocimiento del fin y entonces la concupiscencia causa lo involuntario.
La ignorancia, cuando es antecedente al acto de la voluntad e invencible, causa lo involuntario precisamente por falta de conocimiento del fin; cuando es concomitante al acto de la voluntad, causa asimismo lo involuntario por la misma razón; pero cuando es consiguiente a dicho acto, como es una ignorancia querida, no causa lo involuntario, si no que es un signo de voluntariedad.
1.1.3 Voluntad como facultad
Se trata de una facultad operativa activa, a diferencia del entendimiento llamado "posible"que es una facultad operativa pasiva. En efecto, el entendimiento posible no puede pasar al acto de conocer sino es previamente inmutado por la especie inteligible impresa, y además depende en su ejercicio del impulso de la voluntad.
El objeto de la voluntad es el bien en toda su amplitud y por eso se entiende al fin y a los medios, que son divisiones del bien particular, pero el ámbito de su apetencia no se agota sino con el bien absoluto o sin restricción alguna; por eso la voluntad es libre frente a todos los bienes particulares, y no lo es frente al bien sin más. De esta amplitud del bien de la voluntad se sigue que esta es una facultad inorgánica o espiritual, pues únicamente el ser espiritual tiene la apertura trascendental que la voluntad tiene. Comparado con el entendimiento, la voluntad tiene la primacía en el orden del ejercicio, ya que el mismo entendimiento está sometido al influjo de la voluntad;[3] pero en el orden de la especificación la primacía la tiene el entendimiento, pues la voluntad no apetece sino el bien que el entendimiento le presenta, y nada es querido si antes no es conocido. Conceder a la voluntad una primacía absoluta sobre el entendimiento es el error del voluntarismo.[4]
1.1.4 Psicología experimental
Desde el punto de vista experimental la voluntad interesa, sobre todo, como acto de querer, como volición.[5] El que ciertas observaciones experimentales de la actividad voluntaria se sitúen lejos de realidades esenciales como la mente o entendimiento y la voluntad, no legitima que tales realidades o sus conceptos sean marginales. Ciertos sectores de la Psicología experimental moderna delimitan su objeto teórico-práctico, al triple aspecto del comportamiento o conducta, la vivencia y el rendimiento, y tienden a excluir la actividad voluntaria, pensando que la explicación de la misma procede, de ordinario, de posiciones pre psicológicas, (o pre experimentales).[6]
La participación de factores cognitivos en los movimientos voluntarios justifica la inclusión de la voluntad entre las funciones noéticas o facultades psíquicas superiores, junto a la memoria y el entendimiento. Se ha considerado incluso como uno de los factores de la inteligencia; pero el acto voluntario ni es excluyente ni deja de alcanzar, de algún modo, al todo del ser personal.
1.1.5 Génesis de los procesos cognitivos
Stern[7]ha señalado el carácter prospectivo de la voluntad, su referencia activa y consciente al futuro. Esta temporalidad del acto voluntario acredita el paralelismo entre el desarrollo personal y el de la voluntad, entre su aparición y la de la vivencia del yo.
La voluntad se va manifestando y se desarrolla así como un proceso, que integra sucesivamente los contenidos de la censo-percepción, las representaciones, imágenes e ideas y el fondo Hendotímico con la afectividad y las propias vivencias tendenciales. Ciertamente no corresponde a los efectos de la voluntad el que se vivencien determinadas tendencias sentimientos, pero sí su fase final; así arrancada del subjetivismo de la adolescencia, la voluntad acaba por configurarse como acción simple, exquisitamente personal y como espontaneidad del yo que se inclina y tiende hacia un fin, que, por original y deliberado, se considera propio.
Motivación y motivos
El punto central del acto volitivo está dado por la influencia de los motivos que solicitan la voluntad a autodeterminarse para la realización de un fin. Algo se convierte en motivo en tanto se presenta al sujeto con un valor alcanzable, precisamente, por medio del acto voluntario. Lo que nos empuja, lo que causa inevitablemente, lo que determina sin otra posibilidad, no puede considerarse como motivo. El motivo es la representación de un valor entre valores, y algo se estima valioso cuando aparece como un bien.
Estar motivado es el correlato de toda elección entre bienes posibles. La eficacia de los motivos reside, por eso, en ser o poder hacerse conscientes; pero, sobre todo, en que el sujeto descubra su valor o se lo atribuya, por verdadero o falso que sea.
La cualidad psicológica de la llamada motivación estriba en el dinamismo propio de ciertos procesos extraconscientes. El psicoanálisis postula que la personalidad se encuentra sometida continuamente al conflicto entre tendencias o impulsos alternativos o contrarios. La estructura de ciertas neurosis parecía demostrarlo, pero semejante interpretación ni agota la naturaleza de tales trastornos ni es aplicable al sujeto normal. En rigor no se puede hablar de "tendencias dominantes"más que cuando el objeto o valor específico de las mismas es aceptado y, por consiguiente, elegido. Hay, en efecto, situaciones caracterizadas por una concurrencia de pulsiones tendenciales o instintivas; puede llegarse a la duda capaz de bloquear la actividad voluntaria, pero en tales casos, como en los no infrecuentes de retardo o inhibición (las llamadas abulias), lo bloqueado, retardado, o inhibido es la actividad misma, el acto en sí y no su calidad.
Más importancia que el "conflicto tendencial" tienen los estados de ánimo. Por debajo de la voluntad superior y finalista-teleobulia-existe, con dinamismo propio y superior al de la instintividad, la esfera de los apetitos de la "gana". La gana no es un instinto, es un sentimiento vital inseparable de las vivencias tendenciales. La gana se refiere a los modos de relación del sujeto con todo lo que implica a la vida misma en cualquier nivel operacional. La gana, supuesto afecto de la actividad, aparece de suerte como una especie de voluntad primordial paralela y subyacente al acto voluntario. Su disminución o apagamiento[8]condiciona la actitud pero no destruye la posibilidad voluntaria de oponerse o de consentir al hecho tal como es dado a la conciencia.
Fenomenológicamente no tiene importancia la ejecución externa del acto volitivo. La ejecución en sólo un movimiento; pueden darse actos voluntarios sin realización externa y no pocos movimientos exteriores se verifican al margen de una real decisión voluntaria. La habitual falta de acuerdo en este punto escapa a la Psicología; solo puede ser resuelto unas veces por la ética y otras por la Psicopatología. Resumiendo, se puede afirmar que si la decisión-eje de la actividad voluntaria-es un hecho autónomo o irreductible, al propio tiempo la voluntad, no sólo es la manifestación más clara de la actividad del yo[9]sino una expresión sustantiva del ser personal.
En este aspecto, la voluntad-vista desde el ángulo Psico-antropológico-filosófico-se contextualiza como la médula invisible en la que están subordinadas las estructuras del espíritu, la inteligencia, la memoria, el carácter, la decisión y la energía como la esencia medular del alma.
De no existir la voluntad, oculta en el ropaje de nuestra psiquis, todo lo demás saldrá sobrando; la voluntad es la más trascendental de todas estas fuerzas rectoras.
La voluntad es una facultad del alma, que comparte su importancia con la memoria y el entendimiento, pero es indiscutible que su dominio supera, más que completa, el de las otras dos. La voluntad tiene dos filos: uno positivo y otro negativo; pues lo mismo nos obedecerá si la ponemos al servicio del bien que al del mal. La voluntad es un instrumento precioso pero nunca debe ser un tirano.
Es indispensable no confundir los conceptos de voluntad, de volición, con los de terquedad, obstinación o empecinamiento, que son deformaciones de la voluntad, pero no son la voluntad misma.
Yo creo que esta es como un rifle, que de igual manera nos sirve par dar muerte al lobo que nos acomete, que podría servirnos par efectuar una venganza criminosa sobre cualquier semejante nuestro. En ambos casos el valor intrínseco del arma es el mismo, pero el empleo a que se la somete es enteramente distinto.
Esta voluntad, salvo casos excepcionales, en cierto modo patológicos, vive en todos y cada uno de nosotros, en mayor o menor grado, pero siempre en potencia; cuando decimos que un individuo "no tiene voluntad", en realidad estamos significando que no hace uso de ella.
La voluntad necesita ser estimulada y ejercitada, es decir, disciplinada, como la voz de los cantantes. Por ello, es conveniente no perder de vista que la voluntad, una vez adiestrada a obedecer los mandatos del alma, lo mismo puede servirnos para hacer una cosa determinada, como para dejar de hacer otra.
SENTIDO
Siguiendo con la explicación semántica de la conceptualización preliminar a esta investigación, desarrollo el significado de este sustantivo que es de difícil delimitación significativa, pero al mismo tiempo, de vital importancia dentro de la Psicología y la antropología filosófica.
El sentido con el significado de razón de ser, finalidad, ordenación a un fin, tiene gran importancia en todas las ciencias. En Psicología se relaciona principalmente con la condición de ser lo conducente al cumplimiento de lo requerido (pregnancia-requerimiento), un ejemplo es el modo de reunión de las partes para formar el todo o la efectividad de un sistema de referencia. El concepto de sentido, con este significado, tiene aplicación en todos los ámbitos de la Psicología, como el pensamiento, la expresión, los comportamientos, etc.[10]
Dentro del significado de la palabra sentido, hay dos acepciones que aquí nos interesan: son la de "significado" y la de "dirección", tal como aparecen, por ejemplo, en estas dos preguntas: ¿qué sentido (=significado) tiene este texto, escrito en un lenguaje que no conocemos?; ¿cuál es el sentido (=dirección) de la marcha de este tren? Ambas acepciones tienen algo en común: se refieren a una realidad que no puede ser totalmente comprendida sin el conocimiento de otra realidad a la que la primera remite. Esta segunda realidad, necesaria para comprender la primera, es, en la acepción de "significado", la idea indicada por el signo, y, en la de "dirección", la meta a que el móvil se encamina.[11]
Como ya se dijo anteriormente existen importantes diferencias entre los dos tipos de relación designadas por la palabra "sentido". La que aquí más nos interesa, es el carácter arbitrario y estático de la relación signo-significado que no se modifica por el hecho de que el signo tenga una naturaleza dinámica: un faro giratorio es en sí mismo dinámico, y, sin embargo, la relación de su luz con la existencia de la costa que señala es arbitraria y estática. La relación de un móvil con una dirección es intrínseca a la esencia misma del movimiento; en este punto vemos, pues, que para que algo opere como signo se requieren dos condiciones básicas: Que sus características peculiares no permitan considerar su existencia como mero producto de un proceso natural, si no que manifiesten una intencionalidad.
Y que la riqueza de su ser no justifique por sí misma la intención creadora, sino que, por el contrario, su pobreza ontológica obligue a buscar la finalidad de su existencia en algo distinto de sí mismo. Un ejemplo claro de ambas exigencias lo encontramos en la caligrafía; para que un signo gráfico opere como tal se requiere, primeramente que su intencionalidad resulte indudable, y no sea posible confundirlo con una mancha casual.
Si intentamos ahora aplicar este concepto de signo a la vida humana, nos encontraremos con grandes dificultades. Pues, en primer lugar no resulta evidente que el hombre se destaque sobre el resto del cosmos como algo mas intencional y arbitrario y menos "natural". Es toda realidad la que aparece, a una mirada metafísica, como arbitraria. Es la existencia total del cosmos la que actúa (secundariamente) como símbolo que remite a la existencia de un creador y nos dice algo de su naturaleza. La existencia del hombre, en efecto, es permanente cambio, tanto en el plano físico como en el plano psíquico. Lo primero no necesita ser subrayado, pues la condición de que la vida perdure es que se modifique constantemente, ya que en otro caso, sobreviene la anti-vida, la muerte.
En cuanto al plano psíquico cada instante vivido conscientemente nos aporta, al menos, una doble modificación: la del presente en el pasado, en el recuerdo, y la del futuro en el presente. La continua transformación psico-física del hombre determina la aparición de las grandes etapas de la vida.: infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez. Es preciso, sin embargo, señalar la paradójica contradicción que parece darse entre la meta del cambio físico y la meta del cambio psíquico; la evolución física, a partir de cierta edad, va poniendo curiosamente, las condiciones fisiológicas intrínsecas de las que resulta su propio cese, la muerte.
La evolución psíquica, en cambio no sigue un proceso paralelo. La vida consciente implica siempre un proyecto, un porvenir; negar ese porvenir es negar la conciencia. Pero la constante mutación psico-física no es el único aspecto dinámico de la realidad humana que plantea el problema de la dirección. Pertenece igualmente a su esencia la mutación potencial del deseo. No es sólo que el hombre esté proyectado hacia el futuro por su condición de ser en el tiempo, si no que está también con no menor radicalidad por su condición de ser ansioso.
En este aspecto resalta la cuestión de cuales son los objetivos primordiales de nuestros deseos, o lo que es lo mismo, cuales sean nuestros deseos primordiales;[12] estos interrogantes han preocupado siempre al hombre y son insoslayables para la antropología[13]
A la antropología, la Psicología y a la filosofía no le interesan primordialmente las diferentes cualidades de significación que se dan al termino "sentido"; si no más que todo les interesa lo que se refiere al "sentido vital de conjunto, al sentido de la existencia". Es por esto que me estoy remitiendo a lo que compete literalmente a la investigación sobre la "voluntad de sentido", desde el punto de vista de lo que la Psicología antropológica nos dice.
1.3 LA LIBERTAD
La primera observación que se impone es que la libertad no es un ser, ni una substancia, ni una facultad, ni tampoco un acto. Es solamente un carácter de ciertos actos de la voluntad, es un accidente de tercer grado, pues la substancia es el hombre, la voluntad es una de las facultades del hombre, el acto voluntario emana de la voluntad y en algunos casos ese acto es libre.
La libertad es el carácter natural que tiene el hombre de obrar libremente; implica entre otras cosas, el dominio señorío del ánimo sobre las pasiones.
El acto de la voluntad puede ser influido por varios factores: por presentación del objeto valioso, por los sentimientos ya existentes en el sujeto, por las tendencias sensitivas y por el automatismo creado en la evolución de los actos, en forma tal que frecuentemente la posición del querer depende de dichas circunstancias.
Sin embargo, en otras ocasiones, a pesar de existir sentimientos, tendencias sensitivas o impulsos automáticos, y a pesar de la presencia de objetos valiosos, la voluntad permanece indecisa, examinando precisamente la valiosidad de los objetos que se presentan para elegir uno de entre ellos. El querer se experimenta entonces no como determinado por las circunstancias, si no como una actividad del yo en que éste se determina a sí mismo a elegir de entre los objetos valiosos. A esta facultad yóica se la determina poder de autodeterminación y en el ejercicio de esta facultad se presenta siempre una pluralidad de valores y una elección; entre ambos momentos cabe intervenir un mayor o menor examen de valiosidad de los objetos, que se llama deliberación. La noción de libertad se funda en el hecho de la autodeterminación del querer.
Libertad o libre albedrío es la facultad de que goza la voluntad, dadas ciertas circunstancias, de determinarse así misma a la realización de un acto.
La libertad se opone a la coacción, necesidad o determinismo. La autodeterminación quiere decir que el yo no pone el acto con forzosidad interna ni extensa, si no que la autodeterminación es un hacer que nace del propio yo espontáneamente, con una espontaneidad característica, en forma tal que por este motivo deducimos que la misma acción podía ponerse en otro sentido.
La autodeterminación es un hecho primario de intuición inmediata, que no permite una reducción a otros conceptos.
Este poder de autodeterminación es llamado libertad psíquica, para distinguirlo de la libertad moral. La libertad psíquica entraña una doble modalidad: si se trata de determinarse a la posición o no posición de un acto, se llama libertad de ejercicio. Si se trata de escoger entre los actos diversos, se le llama libertad de especificación.
En la libertad de ejercicio existe también una doble valiosidad a escoger: la posición u omisión del acto se puede presentar como una realidad valiosa, según si la persona o individuo que ejerce un acto sin ninguna coacción, significa que la facultad psicofísica carece de imperfecciones.
El libre albedrío
El libre albedrío es la capacidad y posibilidad de optar libremente por una decisión, es decir de elegir entre dos o más posibilidades. La cuestión del libre albedrío es una de las más importantes en filosofía y tiene especial significación para la ética y la filosofía del derecho.
Son puntos de vista contrapuestos, en el indeterminismo (que afirma la libertad de la voluntad) y el determinismo, según el cual la acción está enteramente determinada causalmente por causas físicas, psíquicas, y por motivaciones; como resultado de esto la voluntad no es libre.
Existen opiniones intermedias, que aceptan una libertad parcial de la voluntad. Entre los defensores del indeterminismo figura por ejemplo: Kant, y entre los del determinismo: Shopenhauer y algunos otros autores. Estos últimos creen que la cuestión del libre albedrío sólo en apariencia es un problema.
Lo que tiene interés para la Psicología sería la conciencia de voluntad, es decir, el hecho de que la observación de la vivencia dé la impresión de que habría podido procederse de un modo distinto del que se ha adoptado, pero esto no es un argumento decisivo en favor de la tesis del libre albedrío.[14]
1.3.2 Libertad gradual y absoluta
Al hablar de libertad a veces hablamos como si pudieran existir grados de libertad y, otras veces, como si fuera así.[15] En principio parece que la libertad gradual no tiene lugar aquí: la prueba de libertad en una decisión es; "¿puedo haber decidido de otro modo?"; y sea lo que fuera el significado de esta pregunta, parece que solamente admite una respuesta afirmativa o negativa.
Sin embargo, por otra parte, cualquiera podría alegar muy naturalmente que, si bien uno "podía"haber decidido de nodo distinto a como lo hizo, cualquier otra decisión distinta de la que tomó podía haber sido tan molesta y difícil de llevar a la práctica que, en realidad, no debería pensarse que había sido totalmente libre al decidir como lo hizo.
¿Cómo pueden conciliarse estas dos intuiciones, por una parte que la libertad de decisión es absoluta y, por otra, que es gradual? Para conseguirlo, ofrezco una teoría muy drástica: la compensación que tal característica nos brinda es clara organización de estos temas.
La teoría es que, aunque con frecuencia hablamos como si la tensión, la dureza, la dificultad, las tentaciones extremas, la tortura y las influencias generales atenuarán la libertad, esto es sólo un modo de expresarse. La libertad de decisión debe considerarse, en realidad, como una cuestión absoluta.
Este modo de expresarse se desprende de que, a veces, consideramos la responsabilidad como gradual y dado que la libertad y responsabilidad son conceptos muy entrelazados, nos sentimos inclinados a suponer que un caso de responsabilidad disminuida es un caso de libertad disminuida, pero debería razonarse, además, que también hay algo muy extraño en la idea de responsabilidad gradual, pues la responsabilidad es estrictamente absoluta, al igual que la libertad (aunque una sea responsable y la otra no lo sea).
De modo que hablar de "responsabilidad disminuida" es realmente sólo un modo de expresarse. ¿Cómo se presenta este particular modo de expresarse? Cuando decimos que la responsabilidad humana por un crimen abominable está disminuida, debe entenderse que un hombre es responsable de tal delito de un modo disminuido.
De modo que según esta teoría, la diferencia entre el caso en que un hombre, deliberada, fría y tranquilamente, comete un asesinato y otro caso es que lo ejecuta en un frenético arrebato de celos o de ira, no está en que la responsabilidad del segundo hombre por su crimen haya disminuido, si no a que el crimen del segundo es menos abominable. El crimen no se describe adecuadamente como tal en ambos casos: el primero, es "frío y deliberado" y , el segundo, está adecuadamente descrito como "cometido en un arrebato". El segundo, por lo tanto, es menos abominable que el primero.
Basándose en esta teoría, un supuesto caso de responsabilidad disminuida es realmente un caso de responsabilidad por un crimen de magnitud moral disminuida. Ahora bien la presencia de factores como tensión, dureza, dificultad, tentación extrema o tortura, reducirán la magnitud moral de un crimen. Por lo que resulta que llegamos a considerar la presencia de tales factores como tendentes a disminuir primero la responsabilidad y en segundo lugar la libertad. En este aspecto la libertad indiferente se concibe como una cuestión absoluta.[16]
1.4 RESPONSABILIDAD
La responsabilidad es la capacidad (y obligación) de responder de las consecuencias de los actos realizados; tienen especial interés la responsabilidad civil y la responsabilidad criminal. Por lo general, en los diversos países no tienen responsabilidad penal los menores de doce años; los niños y adolescentes comprendidos entre doce y dieciocho años la tienen condicional. Los enfermos y los que se encuentran en estados que impiden la clara comprensión del alcance de sus propios actos tienen una responsabilidad limitada o francamente nula.[17]
Jurídicamente esta voz (responsabilidad), tiene dos acepciones: por una parte significa la capacidad de responder de ciertos actos en abstracto (así se dice que el mayor de edad es responsable para que se le atribuyan legalmente los actos jurídicos que realice) y, por otra parte, la necesidad de responder de actos concretos e imputables a determinado sujeto capaz.[18]
La responsabilidad es una propiedad de los actos de una ser libre, en virtud de la cual éste debe dar cuenta de ellos. La idea de responsabilidad implica la de libertad y la de ley. Se dice de alguien que es responsable cuando es dueño de su juicio y de sus decisiones libres y cuando su acto debe ajustarse a una norma por la que debe ser juzgado. La responsabilidad es fruto de la libertad, que se da sólo en el hombre, dotado de razón y de voluntad libre.
La libertad es esencial para configurar la plenitud moral de las acciones; la sola correspondencia con la ley no es suficiente. Es necesario que las acciones sean libres, fruto de un proceso, que comenzando con el reconocimiento del valor moral del fin y de los medios propuestos, se resuelva con la decisión práctica de buscar ese fin o de aplicar esos medios. Entonces se asume la responsabilidad de todas las acciones que se derivan de la propia elección.
La responsabilidad no se equipara totalmente a la imputabilidad: Esta es la simple atribución de un acto a un determinado sujeto. La responsabilidad es el rendir cuenta del acto realizado a otro. Así la imputabilidad física hace que un acto o un efecto pueda atribuirse a alguien, como a su causa física, pero esto no lleva consigo necesariamente, el que éste sea responsable de dicho acto.
Dentro de los diferentes órganos a que se aplica este término mencionamos también una importante distinción que se da entre responsabilidad moral y responsabilidad jurídica. La primera nace cuando se puede atribuir moralmente tal acción a tal sujeto, esto es, cuando la acción es fruto de una voluntad deliberada, y dice relación a Dios, autor de la ley moral. La responsabilidad jurídica, sin embargo, tiene su fundamento en la ley civil o humana; presupone también la realidad psicológica del sujeto y la responsabilidad moral, aunque no se ciñe estrictamente a ellos, puesto que hay que tener en cuenta el principio del orden social y el bien común, viéndose obligado a veces a no poder considerar con toda exactitud los aspectos psicológico-morales.[19]
En último término la responsabilidad es siempre individual y, a través de la conciencia, ante Dios, fuente última de la responsabilidad, por la dependencia total y absoluta que el hombre tiene ante él. Pero el carácter social del hombre configura también una responsabilidad social en diferentes ámbitos: familiar, profesional, etc.
Está claro también que la responsabilidad es universal; es decir el hombre es responsable del mundo en el que vive, sea el mundo de la familia, de la empresa, de la comunidad, de la política o cualquier otro. Este mundo abarca todas las relaciones de la vida humana, desde las cuales se determina esencialmente la responsabilidad del hombre. El fenómeno es conocido de manera general, bien se trate del "suicidio" de un discípulo, de la depauperación de los indios en Sudamérica, de la muerte masiva por una catástrofe de hambre o una epidemia en la India, bien del asesinato masivo en cámaras de gas, con ocasión de una rebelión en el país vecino o de una guerra lejana, o bien de la criminalidad juvenil en las grandes ciudades; todos estos sucesos alcanzan a un círculo de hombres mayor que el de los afectados directamente, pues todos, de una manera o de otra nos sentimos juntamente responsables. Aquí se anuncia por todas partes una responsabilidad de tipo universal.
El aspecto más profundo de la responsabilidad por el mundo es, pues, la responsabilidad por una convivencia libre.
Para la experiencia de la responsabilidad es característico su trascendencia. La responsabilidad concreta por una cosa se remite a la responsabilidad por la existencia en un mundo común, y esta última refiere en definitiva a un personal "para el otro". Por eso todo "cuidado" de otros debe conducir a un responsable "con los demás" y "para los demás", si no ha de terminar en un egoísmo oculto y en una especie de tutela, con la consecuencia de la dependencia y falta de libertad. También toda responsabilidad ante una instancia se realiza siempre como responsabilidad ante una persona y conduce a la responsabilidad frente a alguien.
Pero aquí-precisamente en el rechazo de toda heteronomía[20]puede surgir un autonomismo problemático, sea en el sentido de un idealismo absoluto, que intenta comprender al hombre como conciencia absoluta, sea en el sentido de una de las muchas formas de juego del antropologismo, según el cual el hombre se convierte en creador de sí mismo. Pero si sostenemos que la responsabilidad corresponde al hombre como la vinculatoriedad incondicional que le obliga, entonces aquella está tan lejos de una autonomía soberana del hombre como de una heteronomía esclava.[21]
El hombre se hace consciente de su libertad peculiar mediante el "deber" o mediante el "respeto a la ley", y su autonomía significa que el hombre no se halla solamente bajo la ley (es heterónomo), pero nunca puede entenderse tampoco como legislador absolutamente soberano. Si para Kant la libertad representada por el deber se realiza esencialmente mediante la "generalización" de un querer primero subjetivo; asimismo la libertad representada por la responsabilidad se realiza mediante las vinculaciones normativas y dialogísticas de las exigencias cohumanas que se anuncian en los sucesos y relaciones concretas.
Por esto la "responsabilidad ante," está referida a una "autoridad" concreta o a la "conciencia". Se disuelve aquí en el "yo mismo" y "tú mismo", que deben realizarse simultánea y recíprocamente. Conciencia significa ahora la "disposición moral" o el "sentimiento de responsabilidad".[22]
CAPITULO II
Génesis de la "voluntad de sentido"
La voluntad de sentido tiene su fundamento y su culmen en la totalidad del ser del hombre, que por el carácter de su libertad es el único ser capaz de trascender hacia otras esferas que no es él mismo, en busca de su propia realización; o al contrario puede optar por su propia inautenticidad, perdiéndose en proyectos perecederos sin un autentico fundamento ontológico. En seguida boy a tratar de resolver el interrogante que emerge a la esfera espiritual del hombre en busca de un fundamento a su propia existencia.
2.1 ¿QUÉ ES LA "VOLUNTAD DE SENTIDO"
El Psicoanálisis nos ha dado a conocer la voluntad de placer, a partir de la cual podemos concebir el principio de placer (que ya más adelante especificaré con detalle). La Psicología Individual nos ha familiarizado con la voluntad de poder, bajo la forma de tendencia al prestigio. Pero en el ser humano tiene raíces mucho más profundas. Lo que V. Frankl a designado con el nombre de "Voluntad de Sentido", el esfuerzo por el mejor cumplimiento posible del sentido de la propia existencia.
¿Cómo podemos explicarlo? En razón de su "voluntad de sentido", el hombre está referido a la búsqueda de un sentido y a su cumplimiento, pero también está referido al encuentro con otro ser humano, al que amar bajo la forma de un tú. Estas dos cosas, el cumplimiento y el encuentro, son las que proporcionan al hombre el fundamento de la felicidad y del placer23.
La persona tiene una fuerza primaria para buscarle sentido a su vida y cuando no lo encuentra cae en la "crisis existencial".
Para la Logoterapia24, es más importante "la voluntad de sentido" que la "voluntad de placer" y la "voluntad de poder". El hombre puede tener casa, carro y beca y sin embargo, ser infeliz, pues necesita una razón, un motivo, más allá de lo estrictamente material, para ser feliz.
Esta búsqueda de sentido y significado ayuda a la salud mental. Frankl retoma las palabras de Nietzch cuando dice "Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier como".
Cuando una persona se enfrenta a situaciones difíciles y en extremo dolorosas, tiene más posibilidades de sobrevivir si encuentra objetivos, tareas y sentidos por realizar.
Frankl nos cuenta: "cuando fue internado en el campo de concentración en Auschwitz, me confiscaron un manuscrito listo para su publicación. No cabe duda de que mi profundo interés por volver a escribir el libro me ayudó a superar los rigores de aquel campo; por ejemplo, cuando caí enfermo de tifus, anoté en míseras tiras de papel, muchos apuntes con la idea de que me sirvieran para redactar de nuevo el manuscrito si sobrevivía hasta el día de la liberación.
Vemos pues que los significados o sentidos se descubren, es decir, ya existen objetivamente, son algo que se imponen en alguna forma al hombre25; análogamente se puede explicar el sentido con lo que sucede con los problemas humanos, ya que estos no son buscados o pretendidos por el hombre, si no que se imponen para luego aflorar a la propia existencia. Como dice San Agustín "Yo mismo vine ha ser un gran problema para mí".
En este aspecto la búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una "racionalización secundaria" de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y específico en cuanto es uno mismo y uno sólo quien tiene que buscarlo y encontrarlo; únicamente así logra alcanzar el hombre un significado que satisfaga su propia "voluntad de sentido".
Muchos estudios clínicos han confirmado que para un 98% de las personas la "Voluntad de Sentido" es cuestión de hecho no de fe, es decir los sentidos de nuestra existencia se descubren no se inventan.
Por experiencia vemos que el hombre identificado con una misión, es impulsado por el cumplimiento total de la misma, se lanza al encuentro de los medios que le serán vitales, obviando desde luego lo que considera innecesario para la realización de los objetivos.
2.2 EL SENTIDO DE LA VIDA
Vamos a hacer una breve reseña de lo que es en sí el sentido de la vida, entendido como tema central de los cuestionamientos de los seres que se sienten frustrados, sin un objetivo que cumplir en la vida.
La realidad primaria del sentido
Es fácilmente observable que amplios sectores de la sociedad moderna, de manera más o menos intensa, están afectados por diversos trastornos psíquicos que se traducen en diversas anomalías mentales como pueden ser diversos tipos de ansiedades, complejos, depresiones, angustias, desesperanzas, aburrimiento, tedio,…etc, y que les lleva a recorrer largos y costosos peregrinajes por el intrincado mundo de psiquiatras y psicólogos, como señala Víktor Frankl: "los pacientes acuden al Psiquiatra porque dudan del sentido de su vida, o desesperan de poder encontrarlo". 26
En dos de los libros de V. Frankl, los cuales han tratado en profundidad los problemas psíquicos: "La Voluntad de Sentido" y "La idea Psicológica del Hombre", se considera que lo primero y fundamental para vivir de acuerdo con nuestra dignidad humana es el encontrar un destino a la vida. El preocuparse por hallar un sentido a la existencia es una realidad primaria, es la característica mas original del ser humano; por ello se sostiene, que un importante porcentaje de estos trastornos mentales proceden del "Sin Sentido" de la vida en el que se desenvuelve el itinerario existencial de numerosos individuos, producto de su vaciedad interior.
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