w Sidón (1400 – 1100 a.C.): Durante este período, la ciudad de Sidón se convierte en la más importante hasta ser invadida por los filisteos.
w Tiro (1100 – 750 a.C.): La ciudad fue construida en una isla cercana a la costa con importantes puertos naturales. Fue sometida por asirios, caldeos, persas y grecorromanos. Sus habitantes la trasladaron a Cartago, al norte de Africa, en el año 815 a.C.
Bibliografía: Harden, Donald. Los fenicios. Biblioteca de Historia, Ediciones Orbis S.A. Barcelona, 1965
La cultura Fenicia
Durante mucho tiempo fueron un pueblo muy desconocido. Citados únicamente por Homero en La Odisea y en La Ilíada, por Plinio y por algunos pasajes de la Biblia. En el actual Líbano y la costa de Siria, una serie de tribus que hablaban lenguas semíticas se establecieron en pequeñas aldeas de pescadores en la costa. Los asentamientos fueron creciendo hasta convertirse en ciudades como Ugarit, Biblos y Sidón. La geografía resultaba demasiado accidentada para comunicarse fácilmente por tierra entre ellas. Cada una de ellas fue constituyéndose en un estado autónomo, centrados en la buena marcha de los negocios. Un monarca al frente de cada ciudad defendía sus intereses frente a otros estados y potencias de la época (Egipto, Babilonia y Asiria). Los hábiles pactos con los vecinos, especialmente filisteos y judíos, resultaron efectivos. Cuando las circunstancias lo requerían rendían vasallaje y pagaban tributos a las grandes potencias. La tolerancia a los extranjeros, autorizados a asentarse en la ciudad y montar sus propios negocios, resultó conveniente. Por su mediación se evitaron presiones excesivas de las grandes potencias.
Establecidos en el país de Canaán hacia el s.XXVIII a. J.C. Su verdadero origen se ignora (¿Arabia, país de Amurru, país de Edom y de Moab?), se mezclaron con los autóctonos (habitantes paleolíticos y neolíticos, de los que existen vestigios en Ra's-Samra) y se establecieron en la costa del monte Carmelo hasta Ugarit. Fundaron numeroso puertos (Arados, Smyrna, Trípoli, Yubayl-Biblos, Beritos, Sidón, Tiro y 'Akka), para los que escogían cabos o islas próximas a la costa, que los protegían de los vientos (S-N) y les servían de refugio en caso de invasión (Tiro y Arados); se orientaron deliberadamente hacia el mar, que, por medio de la navegación de cabotaje, les permitía establecer relaciones más fácilmente que la tierra. Desde el III milenio entraron en contacto con Egipto, país al que suministraban madera (cedro, abeto) para sus barcos, aromas, aceites y resina, y por el que estuvieron muy influidos. Sobre todo Biblos y Sidón desde el s.XVIII, mantenían relaciones con los egeos, dueños del mar (cretenses y posteriormente micenios), que frecuentaban sus puertos. De este modo, cuando la invasión de los pueblos del mar (c.1200) los liberó de la tutela egipcia, pudieron reemplazar el poder egeomicénico, arruinado por los dorios. A partir de entonces conservaron su independencia bajo la tutela de Tiro, alcanzaron una era de gran prosperidad. Su área de influencia se extendió progresivamente; por una parte, desempeñaron el papel de agentes e intermediarios entre occidente y oriente (controlando, por tierra, los puntos a donde iban a parar las caravanas del desierto [Hama, Damasco y Thapsaco] y en donde adquirían las mercancías orientales), y, por otra, fundando, alrededor del Mediterráneo, numerosas factorías y colonias comerciales. En el s.X se instalaron en Chipre y, en las costas de Asia Menor (Panfilia y Licia), donde chocaron con los griegos, que los desbancaron de Rodas, de las Espóradas y de las Doradas, donde habían permanecido durante algún tiempo. Buscaron entonces nuevos mercados en el Mediterráneo occidental: prudentemente, dejaron Tirrenia a los etruscos y a los griegos, y establecieron en Sicilia occidental, en las islas de Malta, Gozo y Pantelleria, bases propicias para el comercio con Africa (s.IX); a través de Cerdeña e Ibiza habían llegado, en la Península ibérica, al país de Tarsis (Gades, s.XI), donde sus barcos recogían estaño y la plata procedentes de la península o de las islas Casitérides. A su regreso, aprovechando las corrientes de las costas africanas y por mediación de sus antiguas colonias de Hippo Diarrhytus y Utica (1100), llegaban a Cartago (814-813) y al golfo de la pequeña Sirte (Hadrumeta y Leptis). Al compás del desarrollo de los mercados comerciales, los artesanos prosperaban en las ciudades (monopolio de las lanas teñidas con la púrpura del murex recolectado en las costas de África, Creta y Egeo; cerámicas y objetos de lujo), abasteciendo a los barcos con telas, bordados, cueros, púrpura, perfumes, etc.
Evolución histórica de la Cultura Fenicia
Alrededor de la mitad del tercer milenio antes de Cristo, Fenicia forma parte del complejo cananeo. Por entonces existían dos grandes poderes: el africano (Imperio Egipcio) y el poder asiático (Imperio Mesopotámico) con importantes e intereses políticos, comerciales y culturales.
Durante el siglo XVIII y principios del siglo XVII los cananeos desarrollan su poderío militar y económico.
A fines del siglo XVII los indoeuropeos (hititas) y los hurritas avanzaron hacia el sur entrando en el área fenicia.
Los príncipes hiksos avanzaron desde Asia hacia Egipto y gobernaron Egipto y Canaan, a pesar de ello Canaan mantenía su independencia y tranquilidad.
En 1580 la dinastía XIII egipcia arrojó a los hiksos y a partir de entonces una oleada de conquistas egipcias inundó el Levante hasta el Alto Eufrates y las ciudades fenicias, fueron anegadas por ella. Ciudades como Simira, Aradus, Beritus, Sarepta, Biblos, Tiro y Sidón habían comenzado a formar su cultura canenea, pero por aquel entonces Egipto era todavía demasiado potente para permitirles desarrollarse. Asimismo, el control egeo sobre el Mediterráneo oriental prácticamente bloqueaba el camino para la colonización fenicia.
En el siglo XIV vinieron del oeste los micénicos, quienes durante dos siglos habían sido los directores de toda la actividad comercial del Mediterráneo oriental y habían establecido asentamientos de mercaderes dentro de las ciudades cananeas.
A ellos hay que añadir que, en el sur, uno de los numerosos grupos de Pueblos del Mar que dominaron gran parte del Mediterráneo oriental a finales de la Edad del Bronce, los filisteos (Pulusati), ocupó una ancha franja de la llanura costera, probablemente a fines del siglo XIII.
Pero, además en el siglo XIII, el Exodo trajo a los israelitas bajo el mando de Josué, a Canaán.Así con los cananeos del Sur oprimidos por los filisteos y los hebreos, y los del Norte presionados duramente por los hititas y amorreos, la única área cananea independiente hacia 1200 antes de J.C. era la franja costera central.
Hacia mediados del milenio seguido a de C., en una época de incesantes movimientos de pueblos, ciertos grupos semitas, originarios del desierto arábigo, llegaron al Eufrates medio. Cerca del 1350 a.C. avanzaron hacia el oeste en dirección a Palestina. En el siglo XII a C. formaron reinos en zonas cercanas al mar Mediterráneo, Entre estos grupos semitas se destacaron los fenicios y los hebreos. Aunque con características propias, ambos pueblos, al ser vecinos de civilizo clones tan importantes como las de Mesopotamia y Egipto, recibieron muchos elementos culturales de estas regiones. Costumbres, artes, ideas, posaron de un lugar a otro y de un pueblo al otro. Sufrieron también el impacto de circunstancias externas amenazantes, pero lograron desarrollarse sin excesivos sobresaltos antes de la formación de los grandes imperios asirlo, neobabilónico y persa.
Los fenicios, de origen semita, se establecieron en la costa de Siria, región del Asia occidental comprendida entre dos montes del Líbano y el mar Mediterráneo. La región que ocuparon, llamada luego Fenicia, era una estrecha franja litoral de 200 km de largo por 35 6 40 km de ancho. Es una costa abierta que permite la navegación y que soplan vientos en dirección a la isla de Creta y Egipto. Gracias a estas condiciones, los fenicios se convirtieron en uno de los primeros navegantes de la historia, y también dieron origen a una de las primeras civilizaciones marítimas. Así como el Nilo fue un estímulo para el desarrollo de la cultura egipcia y el Tigris-Eufrates para a Mesopotamia, el mar Mediterráneo fue un elemento primordial para el desarrollo de la cultura fenicia.
Evolución histórica Fenicia nunca formo un estado unificado sino que estuvo integrada por ciudades-estados independientes entre sí y en ocasiones enfrentadas. En caso de un enemigo común solían unirse en una confederación. En determinadas épocas, algunas de las ciudades lograban tener la hegemonía, sin que desaparecieran las demás. Los fenicios también sufrieron varias dominaciones extranjeras: los asirios, los neo-babilónicos y los persas. Sin embargo, esto no resultó un freno para sus actividades. Tres ciudades lograron en distintas épocas la supremacía sobre las demás: Biblos, Sidón y Tiro.
Aunque sus habitantes tuvieron una civilización homogénea y se consideraban una única nación, Fenicia no fue un estado unificado sino un grupo de ciudades-reino, una de las cuales normalmente dominaba a las demás. Las ciudades más importantes eran Simyra, Sarepta (Sarafand), Biblos, Gabala, Arados (Ruad), Akka (Acre), Sidón (Sayda), Tripolis (Trípoli), Tiro (Sur) y Berito (Beirut). Tiro y Sidón se alternaron como emplazamientos del poder gobernante.
Diversos contingentes de semitas empezaron a establecerse en aquella pequeña región, en época muy remota (posiblemente el milenio III a. C.) Pero estas tribus semíticas, cuya unión formó el pueblo fenicio, sufrieron la poderosa influencia de los grandes estados vecinos, Babilonia y Egipto, quienes sucesivamente asentaron su dominación en Fenicia.
Los babilonios, desde el tiempo de Hamurabi, convirtieron a Fenicia en un ala de su imperio. Luego, los egipcios hicieron lo mismo, en tiempos de los faraones Thutmoses III y Ramsés II. Pero más tarde, hacia el 1200 a. C., los fenicios lograron emanciparse de Egipto, y desde entonces vivieron independientes por más de 400 años, hasta que los subyugaron los asirios, pueblo conquistador y guerrero que dominó todo el Cercano Oriente.
La cultura fenicia, por esto, fue una fusión de la egipcia y babilónica. El interés histórico de los fenicios no radica, pues, en la originalidad de su cultura, ni en su importancia política o guerrera, dada la pequeñez territorial de Fenicia y su escasa intervención en las luchas de los grandes imperios. El mérito de los fenicios consiste en el maravilloso impulso que dieron a la navegación mediterránea, en el desarrollo comercial e industrial que alcanzaron sus ciudades y en el talento que demostraron para adaptar a sus necesidades algunos elementos de las culturas egipcia y babilónica, tales como la escritura, a la que simplificaron creando el primer alfabeto.
Mientras vivieron independientes, los fenicios no tuvieron unidad política: se agruparon en pequeñas ciudades, libres y soberanas, que luchaban, a veces, por la hegemonía.
Biblos tuvo mucha importancia económica en tiempos de la dominación egipcia. Luego la sucedió Sidón, cuyos barcos acapararon el comercio del Mediterráneo oriental. Finalmente, Tiro, a partir del 1100 a. C., se convirtió en la gran metrópoli económica del mundo antiguo.
Los fenicios tuvieron un importante desarrollo de la estética a través del arte. Desarrollaron importantemente la cerámica creando vasijas y recipientes con varios colores. Crearon interesantes esculturas en representación, principalmente de divinidades y figuras femeninas. Destacados también fueron sus mosaicos y su arte de la creación de joyas entre las que se encuentran collares, pendientes, pectorales y otros objetos de metales preciosos. Participaron en el desarrollo del arte de las máscaras, y, también, crearon recipientes que cumplieron, a la vez, las funciones estética y utilitaria.
Origen
Los fenicios, llamados sidonios en el Antiguo Testamento y fenicios por el poeta griego Homero (debido al color púrpura, producción habitual de Fenicia, que en griego es phoinikes), eran un pueblo de lengua semítica, relacionados con los cananeos de la antigua Palestina. La investigación histórica indica que fundaron sus primeros asentamientos en la costa mediterránea hacia el 2500 a.C. Al comienzo de su historia, se desarrollaron bajo la influencia de las culturas sumeria y acadia de la cercana Babilonia. Hacia el 1800 a.C. Egipto, que comenzaba entonces a formar un imperio en Oriente Próximo, invadió y controló Fenicia, conservándola hasta cerca del 1400 a.C. Las incursiones de los hititas contra Egipto ofrecieron a las ciudades fenicias la oportunidad de revelarse, y hacia el 1100 a.C. se independizaron de Egipto.
Costa Este del Mar Mediterráneo, Principales Ciudades Fenicias
Si queremos acercarnos al conocimiento de los fenicios, debemos entender desde el principio que nunca ellos se reconocieron bajo ese nombre, ni tuvieron conciencia de nacionalidad o pretendieron un reconocimiento público de otros pueblos. Nunca existió un país llamado "Fenicia", solo hubo un grupo de ciudades independientes, más interesadas en el comercio que en erigir un imperio. Las cinco ciudades más importantes de la Fenicia Oriental eran: Arados, Biblos, Birutos (la actual Beirut), Tiro y Sidón.
Los griegos fueron los grandes cronistas de la historia fenicia. Su nombre se lo dieron ellos. El término griego "phoenix" se encuentra por primera vez en Homero y significa púrpura. "Los de la púrpura", los llamaban, por ser los inventores de este tinte que extraían del molusco murex, abundante en las costas fenicias.
"Fenicia fue ilustre -escribe Pomponio Mela- por los fenicios, raza de hombres hábiles y bien dotados para los oficios de la guerra y de la paz; ellos inventaron las letras y otras obras de la literatura y de las artes, como recorrer los mares con naves, combatir sus escuadras y gobernar a los pueblos, así como el despotismo y la guerra". Aunque hay otros autores que no describen con tanta benevolencia al pueblo fenicio, como es el caso de Plutarco, quien refería a los fenicios en estos términos: "…Hay un pueblo descortés y lleno de rencor, sumiso a los dominadores, tiránico con los que domina, abyecto en su miedo, feroz cuando es provocado, firme en sus propósitos y tan estricto como contrario a todo humor y gentileza…"
Por lo que se ha podido saber, fue alrededor del año 5.000 o 4.000 antes de nuestra era cuando un grupo de hombres de origen cananeo, raza semita y
lengua semítica, procedente del golfo pérsico o Arabia se establecieron en las costas septentrionales sirio-libanesas. Su territorio era una débil franja costera aislada del continente por una cadena de montañas, los montes del Líbano cubiertos entonces por espesos bosques de cedro. Ventajas comparativas que usaron los fenicios para construir sus excelentes naves e incluso para suministrar madera de alta calidad y precio al Egipto faraónico. Al observar un mapa de esta región (figura 1), se puede comprobar que la posición geográfica de su país, los caracteres naturales del territorio y la propia habilidad de sus habitantes fueron un determinante para impulsar a los fenicios a buscar rutas marítimas para su expansión y desarrollar las mayores empresas navales
Los fenicios han ocupado durante mucho tiempo un singular espacio en la historia. A través de las numerosas referencias que otros hicieron de ellos – en la Biblia, en la literatura antigua y en las obras de los historiadores clásicos ; alcanzaron reputación como los más destacados navegantes, mercaderes, artesanos ambulantes, exploradores y constructores navales de su época. Como pueblo asumieron un papel de intermediarios entres países distantes, entre la antigua cultura oriental y la occidental. De ellos no han quedado huellas y uno de los factores que influyó en la desaparición de los rastros de su cultura, fue la humedad del clima litoral, ya que las inscripciones en los papiros desaparecen rápidamente, la madera se pudre, las tabletas de arcillas, a menos que estén enterradas bajo tierra, se desintegran. Incluso las inscripciones en piedra, al estar expuestas al viento, la lluvia o las heladas se vuelven indescifrables. Por tanto, mientras los fenicios estuvieron sin duda unos mil años afanados en hacer cosas, guardando lo que hacían y anotándolo, la naturaleza, a su vez se afanaba en destruirlas.
Los fenicios, como pueblo, no pueden ser diferenciados de los cananeos (de los cuales son descendientes directos), por lo menos hasta el año 1200 a.C. Como pueblo empiezan a diferenciarse a partir del segundo milenio antes de Cristo, sin embargo, es a partir del primer milenio antes de Cristo cuando viven su periodo de esplendor, el cual se da entre la decadencia de Egipto y hasta el apogeo del imperio asirio, entre 1.100 y 700 a.C. Alcanzaron su cenit cuando comenzaron a expandir su influencia por medio del comercio y sus gentes por medio de la colonización, a lo largo del Mediterráneo y más allá. Siguen sus éxitos en oriente hasta el 332 a.C., en que Alejandro Magno tomó Tiro y en el occidente hasta el 146 a.C., en que Roma saqueo Cartago. A partir de estos hitos la Fenicia Oriental se incorporó al mundo griego helenístico y la Fenicia Occidental al imperio romano.
Los fenicios fueron expertos marineros, ya que basaron su cultura hegemónica en el comercio marítimo, que les llevó establecer rutas marítimas comerciales por todo el Mediterráneo e incluso a lugares tan distantes como la costa oeste de África (se especula con que llegaron a doblar el Cabo de Buena Esperanza) las Islas Británicas (algo que no se puede probar arqueológicamente, pero se puede suponer) o Norteamérica y Brasil (en ambos casos, no parece tan claro).La cultura fenicia floreció entorno al período comprendido entre los años 1.200 a.C. y 900 a.C. y se aglutinó, sobretodo, alrededor de varias ciudades principales: Biblos, Sidón y Tiro. En su lengua original, se autodenominaban kena´ani, siendo el fenicio un lenguaje cananita, perteneciente a la familia de las lenguas semíticas.Fenicia se comprende en la supremacía que sucesivamente ejercieron sus ciudades más importantes Gebal o Biblos, Sidón y Tiro. Cada una de estas ciudades constituía un minúsculo estado independiente, con sus leyes, su constitución, su gobierno propio, sus reyes hereditarios; cuyo poder estaba templado por las familias aristocráticas y por la clase sacerdotal.
Biblos
Vestigios del Antiguo Templo de Biblos. Enciclopedia Encarta
Su hegemonía dura hasta el siglo XVIII a.C., los datos que se poseen acerca de éste periodo son muy escasos. Solo se sabe que los egipcios establecieron una factoría o casa de comercio en Biblos y compraban a sus príncipes las maderas del Líbano. Las excavaciones, han puesto al descubierto la importancia de esta ciudad con Egipto, por las relaciones que mantuvo con los faraones.
Sidón
Su hegemonía duró cinco siglos, del XVIII al XIII a.C. Sidón (la Pesquería), estaba situada en la pendiente de un promontorio cerca de una llanura bien regada y cubierta. Poseía una flota numerosa con la que desarrolló un intenso comercio en la época en que los egipcios dominaban el Asia Anterior. De esta forma, los fenicios bajo la protección de los Faraones egipcios, intensificaron su comercio con los pueblos ribereños del Mediterráneo y principalmente con el valle del río Nilo.
Durante la hegemonía de Sidón, los fenicios empezaron la colonización del Mediterráneo oriental y fundaron factorías en Chipre, Creta y Rodas. Al igual que explotaron el oro de las minas de Tasos y de la Colquida. Finalmente, Sidón fue saqueada y destruida primero por los Filisteos en 1209 y, después por los asirios.
Tiro
Después de Sidón, la hegemonía paso a Tiro, ejerciéndola durante cinco siglos, del XIII al VIII a.C. Tiro estaba situada al sur de Sidón y constaba de dos ciudades: una en el continente y la otra en un islote rocoso, separada de tierra firme por un brazo de mar de un kilómetro de anchura. Y su puerto estaba situado entre ambas ciudades.
Al caer Sidón bajo los Filisteos (1209), muchos nobles de ésta ciudad se refugiaron en Tiro. De esta forma, las ciudades fenicias formaron una confederación y aceptaron la soberanía de Tiro, dando inicio, a lo que se llamó la fundación de una "nación fenicia", bajo un régimen monárquico.
Durante este período, los fenicios ubicaron por todo el Mediterráneo occidental, establecimientos de varias clases, tales como las factorías, o casa de comercio, a las que los habitantes del país acudían a cambiar los productos de su región por los objetos fabricados que les llevaban los fenicios. De igual manera, establecieron verdaderas colonias, en islas como Chipre, Creta, Cartago, etc. Pero sin duda alguna, la península ibérica, fue su mayor centro de colonización en el mediterráneo occidental, ya que fundaron Málaca (Málaga), Abdera (Adra), Ebussus (Ibiza) y aunque no tenga mucha importancia. Cadir (Cádiz). En sus viajes marítimos, llegaron por el norte hasta las islas Casitérides o islas de estaño (hoy Seilly o Sorlingas). Y por el sur hasta Cabo Verde, en Africa.
Los principales reyes de Tiro fueron:
Adibaal (990 980) | Fue el primer monarca fenicio, contemporáneo a David. | ||
Hiram I (980 946) | Hijo de Adibaal y suegro de Salomón. Incrementó la marina y sostuvo relaciones comerciales con la Península Ibérica y el Oriente. | ||
ItoBaal (887 …) | Sacerdote de Astarté. Se alió con los hebreos y casó a su hija Jezabel con Acab, rey de Israel. | ||
Pigmalión | Subió al trono a la edad de once años, bajo la regencia del gran sacerdote Melkart que estaba casado con Elisa o Dido, hermana del rey. Asesinado el regente en una sublebación popular, Elisa urdió una conjuración contra los asesinos de su esposo. Descubierta la conjuración, huyó a Africa con sus partidarios y compró en la costa al rey libio Jarbas un trozo de terreno donde fundó Cartago (880). Ciudad que muy poco después heredaría la supremacía del mundo fenicio. |
La decadencia de Tiro, tuvo como causas las luchas entre la aristocracia y el partido popular, y los ataques de los soberanos asirios y babilonios. La caída de Tiro, puede ser vista en cuatro etapas:
Conquistada por los asirios en el siglo IX.
Destruida por Nabucodonosor II, después de trece años de sitio en el 574.
Fue una satrapía o provincia del imperio Persa en el reinado de Ciro el Grande.
Finalmente, Alejandro Magno tomó y destruyó Tiro en el 332.
Tras esta derrota, los fenicios perdieron gradualmente su identidad diferenciadora hasta que fueron absorbidos por el reino de los Seléucidas. Las ciudades fueron poco a poco helenizadas y, en el 64 d.C., incluso desapareció el nombre de Fenicia, cuando el territorio se convirtió en parte de la provincia romana de Siria.
Destruida Tiro, Cartago le sucedió en la supremacía del mundo fenicio.
El término Fenicia es griego, puesto que éstos denominaban a la tierra que ocupaban los fenicios como Phoiniki, un término que tomaron prestado del vocablo egipcio Fnkhw, que podríamos traducir por "sirios". Debido a la similitud fonética, la palabra griega para designar Fenicia era sinónimo del color púrpura (phoínix), puesto que en Tiro se elaboraba el famoso tinte de ese color que procedía del molusco gasterópodo del género Murex (que en España se conoce como cañadilla o canaílla), por el que se pagaba un alto precio en el mercado, debido a que para obtener un solo gramo de tinte, eran necesarios unos 10.000 moluscos y era un color que no se podía conseguir de otra forma (que se supiera). Así, los fenicios eran conocidos como "El pueblo púrpura".
Según Heródoto: "De acuerdo a los Persas, los mejor versados en Historia, los primeros fenicios tuvieron discrepancias entre sí y una parte de ellos se desplazó a las cuencas del Mar de Eritrea, habiendo migrado al Mediterráneo desde un lugar desconocido y asentándose en lugares inhabitados, aventurándose posteriormente, a realizar largos viajes más allá de Egipto y Asiria…"Sin embargo, esta breve descripción de Heródoto sobre el origen de los fenicios, actualmente se considera poco más que una leyenda, puesto que sabemos a día de hoy que realmente los fenicios eran, seguramente, cananitas. Según las Tablillas de Amarna, del siglo 14 a.C. se autodenominaban Kenaani o Kinaani, o sea, cananitas. Sin embargo, muchos arqueólogos piensan que los fenicios son sencillamente indistinguibles de los descendientes de los primigenios cananitas, que durante siglos desarrollaron una particular cultura y habilidad. Otros creen, al igual que Heródoto, que la cultura fenicia debió basarse en un origen externo. Tenemos pues, toda clase de exposiciones: que los fenicios eran comerciantes que procedían del País de Punt (el Ta Netjer egipcio o Tierra de los Dioses) basándose en antiguos papiros de las primeras dinastías, siendo la ubicación de Punt uno de los grandes misterios de la arqueología actual, puesto que se ha situado desde algún punto al sur de Nubia (actualmente Sudán), como en las tierras altas de Etiopía, al sur de Eritrea e incluso en el actual Líbano; que los fenicios tienen algún tipo de relación con los minoicos, con los Pueblos del Mar, con los filisteos e incluso que se trata de una de las Doce Tribus perdidas de Israel, concretamente la de Dan.
Cuadro cronológico
Organización política y social de los fenicios
Los Fenicios nunca formó, a pesar de su comunidad de civilización, una entidad política unitaria y nacional. El poblamiento se disponía en ciudades que dominaban un hinterland de tierras agrícolas, formando pequeños reinos autónomos. Coyunturalmente, alguna de estas ciudades podía adquirir una cierta hegemonía sobre otras, pero ello no significaba la desaparición de las Dinastías locales
Cada ciudad poseía su propio sistema de gobierno, siguiendo el esquema de las monarquías semíticas: una realeza de sucesión hereditaria y carácter sacro, en la que la reina desempeñaba un papel muy activo. Los reyes eran asesorados en sus tareas de gobierno por un consejo de ancianos que el debía compartir sus decisiones. Este concejo estaba compuesto por 100 miembros ricos mercaderes pertenecientes a las familias más poderosas y por un nutrido cuerpo de funcionarios civiles y militares (escribas, correos, comisarios…) su función era asesorar al monarca en cuestiones de política y económica. El rey era ante todo el gran sacerdote del culto local. Junto al monarca, parece que cada ciudad poseía un gobernador y un comandante militar. El consejo de ancianos evolucionó desde su dominación por la aristocracia terrateniente y administrativa hacia una mayor presencia de elementos de las clases mercantiles, que acabaron controlando en gobierno de las ciudades en época de la expansión colonial fenicia. El tipo de gobierno de la oligarquía comercial se componía de un consejo colegiado de magistrados civiles o sufetes. Esta forma de administración fue la característica de las colonias fenicias de ultramar, cuya fundación estuvo además vinculada al dinamismo de las clases mercantiles urbanas.
Las ciudades-estado fenicias se organizaban alrededor de los palacios y templos locales, emplazados en una acrópolis amurallada que dominaba el recinto urbano, a su vez protegido por una muralla exterior. La organización económica durante la Edad del Bronce continuó ajustada al sistema palaciego, por el cual el excedente de la producción agrícola y artesanal se centralizaba en el palacio. Los funcionarios regios redistribuían posteriormente la producción según las necesidades del Estado. Los artesanos se encontraban agrupados por oficios en corporaciones, que dependían también del palacio o de un templo que les proporcionaba las materias primas. A cambio, los artesanos hacían entrega del producto manufacturado y recibían en pago tierras y materias primas.
La organización social seguía un esquema piramidal muy jerarquizado. Alrededor de la monarquía existía una aristocracia administrativa y militar que recibía tierras en pago a sus servicios y que estuvo poco vinculada al desarrollo comercial. Más abajo se encontraba la clase media de campesinos propietarios, artesanos y comerciantes. La base de la pirámide social la constituía la población campesina no propietaria, que trabajaba para los palacios y templos. La población libre debía una serie de prestaciones al palacio, la mayoría de ellas de carácter militar y tributario. Había además un amplio segmento de población servil y esclava.
En las ciudades fenicias, el desarrollo de un derecho comercial de carácter individualista favoreció la difuminación de las estructuras familiares amplias de origen tribal, características de los pueblos semíticos, y dio a las mujeres fenicias una amplia participación en las actividades económicas y sociales.
Las mercaderías más importantes que comerciaban eran:
De España plata, hierro, plomo y estaño.
De Sicilia cereales y ana. De África marfil, oro y papiros.
De Arabia perfumes, telas e incienso.
De Fenicia maderas, tintes, misma tejidos y cerámicas.
Para sus transacciones utilizaban el trueque. Esto se debió sobre todo a que los pueblos con los que comerciaban no conocían la moneda. Según referencias del historiador griego Heródoto, los fenicios solían practicar el trueque mudo. ¿En qué consistía? Era una manera original de negociar sin tener contacto directo con los compradores. Los fenicios se acercaban a una costa, dejaban sus productos en la playa y regresaban a sus naves. Los habitantes del lugar se aproximaban para observar las mercaderías, ponían junto a ellas el valor que consideraban justo, ya sea en mercancías o en metales preciosos, y se retiraban. Los fenicios entonces se dirigían nuevamente a la playa, y si el precio les parecía adecuado, lo tomaban y dejaban la mercadería. Si el precio no los convencía, volvían a sus barcos a esperar otra oferta. Las relaciones comerciales de los fenicios fueron de tal magnitud que podría afirmarse que todo el mundo antiguo comerció con ellos. Desarrollaron además una importante industria artesanal. Pero, ¿qué entendemos por industria? La entendemos como toda labor productiva que transforma las materias convirtiéndolas en bienes determinados, aptos para su uso o consumo. La forma final de estos bienes y sus propiedades son diferentes de la original. Hablamos de industria cuando el fruto del olivo es transformado en aceite, la lana en hilo y tejido, cuando se trabajan los metales y la cerámica, cuando se construyen barcos. En la actualidad existen numerosas ramas industriales de variada índole, desde las más simples hasta las más complejas. En el panorama industrial, los fenicios realizaban diversas labores.
El armado de los barcos Elementos fundamentales para su gran poderío marítimo, los construían de dos tipos: "redondos" para el comercio, naves pequeñas con dos bancos de remeros; y largos", para la guerra. Los barcos "largos" tenían, en la proa, un espolón puntiagudo que servía para embestir, y tres filas de remeros, por lo que se llamaban barcos trirremes".
Otros aspectos importantes de la cultura fenicia
Características físicas de los asentamientos fenicias:
Entre tierra y mar los asentamientos fenicios poseían características comunes; eran pequeños, estaban situados en lugares parecidos y tenían una topografía similar. La comparación entre yacimientos demuestra que los fenicios eran muy selectivos a la hora de elegir un lugar donde asentarse. Así, buscaron por todo el Mediterráneo lugares que se parecieran a los que habían dejado en sus tierras de origen, es decir, islas cercanas a la costa como Tiro y Arados o promontorios rocosos unidos al continente como Biblos y Sidón. De este modo, veremos como procuraban establecerse lo más cerca de la costa, pero huyendo a la vez de ella, ya que se observa claramente que preferían lugares ligeramente separados de ella como islas o islotes (Cádiz, Motya, Rachgoun, etc.) o promontorios rocosos unidos a la costa como Málaga y Almuñecar. También eran aprovechadas penínsulas que servían de refugio por su fácil defensa y que también eran útiles estratégicamente por su posición avanzada en el mar (caso de Tharros o Nora en Cerdeña). También se buscaban las desembocaduras de los ríos que facilitaban tanto el desembarco de los navíos como las relaciones con el interior, además de garantizar el abastecimiento de agua dulce. En este tipo de asentamientos (los situados en las desembocaduras de los ríos), el hábitat y la necrópolis se hallaban en orillas distintas. A este esquema responde la mayoría de los asentamientos fenicios de la costa andaluza (Morro de la mezquitilla, Toscanos, etc.), Útica, Bithia o Lixus. Así pues, como dicen Grass et alii: "…pequeñas aglomeraciones incrustradas en unos islotes costeros (Motya, Rachgoun, Mogador, Cádiz) o en la caleta de una isla grande (Sulcis) o en el extremo de una península (Tharros, Nora); otras comunidades eligieron sus emplazamientos en la desembocaduraza de un río (Bithia, Toscanos, Morro de la Mezquitilla) o en el fondo de un golfo (Útica, Cartago, Cagliari, Palermo, Ibiza). Los fenicios se instalaron siempre entre tierra y mar".
-El urbanismo en las colonias fenicias
–La estructura interior de los asentamientos fenicios no puede ser establecida de un modo completo ya que, o bien las excavaciones están sin acabar, o bien los únicos datos que poseemos provienen de sondeos poco extensos que no son de ninguna manera suficientes para llegar a un buen conocimiento de la estructura urbanística de las colonias. Además, ningún asentamiento (con escasas excepciones) se hallan tan bien conservado como para permitir la excavación de la planta urbanística de forma global, por el contrario, muchos de ellos están completos o parcialmente destruidas. De este modo los yacimientos que nos permiten abordar los problemas de organización del espacio son pocos: Toscanos. Morro de Mezquitilla y Chorreras en la Península Ibérica, Motya en Sicilia y Monte Sirai en Cerdeña.Actualmente, sabemos poco de las dimensiones reales de los asentamientos fenicios, lo que hace que los cálculos demográficos tengan poca fiabilidad. Aun así, se puede apuntar que la población de las áreas fenicias fue creciendo des siglo VIII a VII a.C. La función más importante de estos establecimientos era el comercio, algo que queda probado por la existencia de un puerto en todos los asentamientos. Además, los testimonios de tráficos, esencialmente ánforas son siempre más importantes que los de las actividades relacionadas con la industria o la artesanía. Los asentamientos fenicios no parece que albergaran instalaciones donde se trabajara el mineral en bruto. Las producciones sí existen, están dedicadas al trabajo artesano del marfil, metales, tejidos, etc. cuyo producto se dirigirían al consumo más bien local o regional. Así, las necrópolis están muy lejos de las zonas de hábitat en la isla de enfrente o en la orilla opuesta de un río, etc. Al tofet se le arrincona aún más que a la necrópolis, localizándose muy a las afueras de la ciudad.
El hecho de que los fenicios escogieran para sus asentamientos un islote o una península, podrán llevar a pensar que deberían haber construido grandes fortificaciones para proteger a los comerciantes y a sus mercancías. Sin embargo, en la Península Ibérica, sólo en Toscanos se han podido detectar restos de una muralla, se trata de una profunda fosa de sección triangular que rodeaba el núcleo más antiguo del establecimiento, sin que pueda asegurarse que estuviera reforzada por una empalizada o incluso una muralla. Sin embargo, esto no implica que tras la instalación no se llevaran a cabo ciertas fortificaciones, como si está documentado para el caro griego.Por lo que respecta a los puertos, no se sabe demasiado. Esto puede deberse a que las islas y penínsulas donde se asentaban los fenicios son, sin necesidad de obra alguna, lugares muy adecuados para desembarcarEn algunos yacimientos importantes como Toscanos, Morro de la Mezquitilla y Chorreras, se han identificado calles y casas. La información sobre los almacenes es numerosa y los mejores conservados son las de Motya y Toscanos, en ambos casos están formado por grandes salas alargadas con una capacidad muy superior a las que requería la vida de una unidad familiar, por lo que allí sería donde se almacenarían ánforas y recipientes cuyos restos, además, se encuentran en esos lugares en abundancia. Las casas descubiertas ofrecen formas y tamaños distintos, esto puede relacionarse con la existencia de una diferenciación social. Así, la casa de un rico comerciante fenicio bien situado, por ejemplo, pudo estar compuesta por varias habitaciones agrupadas alrededor de un recinto o patio interior (casa A de Toscanos), mientras que una casa más modesta contaría solamente de una habitación con un hogar (casa F de Toscanos).
Algunos investigadores apuntan que las casas fenicias de Occidente serían semejantes a las de la metrópoli que podemos observar en los relieves asirios, por lo que tendrían varios pisos, algo que se ha comprobado en diversos yacimientos Por lo que respecta a la organización urbanística, esta no era armónica, las casas se iban apiñando unas con otras según crecía la ciudad, lo que responde a un concepto urbanístico oriental. La disposición de las calles era de tipo laberíntico, algunas estaban pavimentadas con losas de piedra y otras eran de tierra apisonadaEn resumen, la organización urbanística de los asentamientos fenicios es difícil de identificar debido a las deficiencias de los restos con los que se cuentan. Aún así, podemos afirmar que las ciudades fenicias contrastaban en gran medida con las griegas de sur de Italia o Sicilia. En ellos las casas poseían un zócalo de piedra y paredes de adobe, no sabemos si estaban fortificadas, llevaban lejos a sus muertos por causas religiosas o de simple salubridad, y no han sido identificadas estructuras portuarias. La imagen que nos queda de los fenicios es pues, de máxima austeridad -aunque esta visión este coartada por la conservación diferencial-.
Relaciones con los indígenas
Parece ser que las relaciones entre colonizadores e indígenas fueron fluidas y dominadas por el entendimiento, prueba de ello sería el hecho de que se documenten pocos asentamientos fortificados así como el que exista solamente una noticia que hace referencia al pago de tributo por parte de los fenicios a los indígenas, se trata del pago que los fenicios hicieron a los libios para poder asentarse en el territorio de Cartago (Justino XVIII, 5,14). Además, tenemos pruebas de la coexistencia pacífica entre fenicios e indígenas como son la noticia de Diodoro de Sicilia (V, 16,2-3) acerca de la mezcla de poblaciones en Ibiza o la abundante presencia de cerámica indígena entre el material de las tumbas y el tofet en Motya.
La distancia que separaba una comunidad indígena de un asentamiento fenicio nunca era muy grande, así, o bien se situaba a pocos kilómetros de distancia, o bien en las márgenes de los asentamientos fenicios33. Esto es debido a que, los intereses económicos de ambas comunidades pasaban por la colaboración. De este modo, el elemento indígena, sin duda, fue importantísimo en la estrategia económica fenicia y en la consolidación del poblamiento semita en Occidente, ya que el éxito y la duración de la colonización fenicia en Occidente sólo se entienden sobre la base de la existencia de unas circunstancias económicas favorables, en función de la disposición y de la estructura política de las comunidades indígenas implicadas. Así pues, la empresa colonial y comercial fenicia sólo se podría haber consolidado si se daban las condiciones precisas: la existencia de unas sociedades indígenas capaces de garantizar el flujo de bienes excedentarios y de procurar mano de obra nativa en los puertos, minas y campos de cultivo. Y todo esto en condiciones de estabilidad, paz y buen entendimiento que garantizasen la continuidad en los intercambios.Además, el comercio colonial sólo se establece en los territorios que disponen de un hinterland consumidor, donde comunidades indígenas con experiencia en el intercambio regional, que cuentan con una autoridad política capaz de actuar como centro de distribución de recursos en el marco de redes jerarquizadas de intercambio y de controlar el acceso a los recursos de la región o de los territorios periféricas dependientes. Circunstancias estas, que están presentes en gran parte de Andalucía durante los siglos VIII-VII a. C., zona en la que los establecimientos fenicios son muy numerosos (34).En resumen, no cabe la menor duda de que los establecimientos fenicios, no estaban aisladas y de que las sociedades indígenas que les rodeaban fueron modificadas por su presencia en mayor o menor grado. Pero no sólo la presencia de los fenicios fue importante para los indígenas, sino que los fenicios también buscaron la presencia de sociedades indígenas que les permitieran consolidar su presencia en la zona por medio del establecimiento de lazos económicos que repercutirían en el desarrollo de ambas comunidades. Así pues, el estudio de las sociedades indígenas precoloniales es de gran importancia a la hora de estudiar la dinámica colonial y comercial del mundo fenicio.
La relación entre metrópoli y colonia
La relación entre metrópoli y colonia era estrecha y venía representada en primera instancia por el hecho de que cuando se fundaba una colonia siempre se construía templo en honor de Melqart. Este dios simbolizaba y garantizaba la presencia del rey de Tiro en la colonia, ya que este era la reencarnación humana de Melqart. De este modo, en todas las fundaciones tirias importantes se construyó un templo a Melqart que nos informa de la preocupación de los colonos llegadas a Occidente de legitimizar su fundación. Así, la presencia del dios convertía automáticamente el establecimiento en una prolongación de la patria de origen, el reino de Tiro en la mayoría de las ocasiones, a la vez que aseguraba las relaciones pacíficas en el comercio con los indígenas, ya que se ofrecía protección sagrada a las transacciones. Pero la relación entre la metrópoli y las colonias no era sólo simbólico-religiosa, sino que la construcción del templo también establecía unos vínculos económicos y políticos. Así, los cartagineses enviaban cada año desde la fundación hasta época helenística un tributo al Melqart de Tiro que consistía en una décima parte del tesoro público. Este tributo no debió de ser ni mucho menos exclusivo de Cartago y nos informa de la función de los templos de Melqart: vincular religiosa, económicamente y políticamente las colonias con la metrópoli y asegurar, de este modo, la dependencia de Cádiz, Cartago, etc. con relación a la metrópoli La Edad del Bronce Antiguo
Fue probablemente la explotación de los recursos forestales de la región cananea lo que propició el desarrolló de una floreciente civilización urbana entre los fenicios. Biblos, la más antigua de las ciudades cananeas, estaba situada al pie de los bosques y se convirtió en el principal puerto del Mediterráneo. Entre 2900 y 2300 a.C. se sitúa la aparición de otra de las grandes ciudades cananeas, Tiro, que con el tiempo habría de sustituir a Biblos en la hegemonía comercial y cultural sobre Fenicia. La madera del Líbano, y en especial la de los cedros, era codiciada por los países vecinos que carecían de recursos forestales, como Egipto y Mesopotamia. En Biblos se realizaba el intercambio de madera y de otros productos cananeos, como las telas de lino y los preciosos objetos de oro y plata de fabricación fenicia, por productos manufacturados y agrícolas procedentes de otras regiones. Biblos fue además un importante centro político y religioso que al parecer impuso su hegemonía durante esta época a otras ciudades fenicias, como Tiro o Sidón. La riqueza natural y la posición estratégica de Canaán en el Mediterráneo alimentó desde el principio de su historia las ambiciones de los imperios circundantes. Ya en época de los acadios, éstos realizaron numerosas incursiones en territorio fenicio con el fin de obtener el control sobre los recursos de los que carecía Mesopotamia. Parece, sin embargo, que los acadios se limitaron a imponer el reconocimiento nominal de su dominio y el pago de un tributo a las ciudades fenicias, que pudieron conservar su autonomía política.
Los contactos entre Fenicia y Egipto se remontan al comienzo mismo de la historia egipcia. Los egipcios obtenían en Biblos la preciosa madera de los cedros y los metales y la obsidiana del Asia Menor. Este fructífero intercambio parece haberse sostenido sobre un culto religioso común, el de Tammuz-Osiris, que hermanaba a los comerciantes de ambos países. La influencia fenicia se plasmó en numerosos mitos egipcios y, a su vez, Fenicia asumió buena parte de las innovaciones artísticas que tuvieron su origen en el país del Nilo. Hacia 2300 a.C., las devastaciones que conocemos a través de los hallazgos arqueológicos demuestran la llegada de invasores a Fenicia. Probablemente se trató de un pueblo de pastores seminómadas que asolaron la región cananea y se asentaron sobre las ruinas de sus ciudades, sin reconstruirlas. Esta migración se desconoce casi por completo, pero inauguró un periodo de crisis con el que concluyó la Edad del Bronce Antiguo en esta región.
La Edad del Bronce Medio
A la época de destrucción siguió, con el comienzo de la Edad del Bronce Medio (1900-1600 a.C.), un periodo de estabilidad y esplendor del comercio fenicio. Esta época coincidió con la instalación de los amoritas en la región, pero ello no supuso el quebranto de la actividad comercial, aunque las ciudades se fortificaron contra los ataques de los nuevos ocupantes del territorio. Los hallazgos arqueológicos sugieren un gran florecimiento de la civilización fenicia en este periodo. Tras la crisis de fines del III milenio, Fenicia renovó sus relaciones con Egipto. Éste, que atravesaba la época de expansión de su Reino Medio, extendió su presencia en las ciudades cananeas, tanto en Biblos como en Beirut y Siquem, estableciendo un protectorado que respetaba la autonomía local de las ciudades. Biblos resurgió bajo la protección egipcia, pero al parecer la dominación egipcia fue contestada en otras ciudades. Las ciudades-estado, que en esta época aparecen a menudo dirigidas por gobernantes con nombres amoritas, protagonizaron revueltas contra el poder egipcio según indican los llamados ?textos de execración? egipcios. Sin embargo, la dominación egipcia se mantuvo hasta la época del faraón Amenehat IV, momento en que el debilitamiento del imperio egipcio hizo contraerse sus esferas de influencia. Poco después, la invasión de Egipto por los hicsos, pueblo nómada asiático, supuso el definitivo desgajamiento de Fenicia del poder egipcio, inaugurándose un periodo de independencia para las ciudades cananeas. La decadencia que sufrió Egipto bajo el dominio de los hicsos hizo que Fenicia se volviera hacia los ámbitos sirio y mesopotámico. Biblos y Ugarit mantuvieron fecundas relaciones comerciales con el reino sirio de Mari, uno de los principales centro económicos de la época. En este momento, Tiro ocupaba ya un lugar relevante entre las ciudades cananeas y junto a ella experimentaron un gran crecimiento otras ciudades, como Sidón o Arvad.
La Edad del Bronce Tardío
A comienzos del siglo XVI a.C., cuando se inició la Edad del Bronce Tardío (1600-1200 a.C.), Fenicia vivió el final de este periodo de independencia que tan fructífero había sido para su comercio. La expulsión de los hicsos de Egipto afectó a las ciudades cananeas, que sufrieron el paso de aquéllos. A este periodo siguió una nueva dominación egipcia. Las campañas emprendidas por los faraones Amosis y Amenofis I restablecieron el protectorado egipcio sobre los principales centros fenicios (Beirut, Tiro, Biblos, Sidón, Arvad, Sarepta y Sumur). Algunas ciudades fenicias del sur, como Jericó o Megiddo, aunque pudieron conservar sus dinastías locales, estuvieron sometidas a vigilancia por tropas egipcias acantonadas en sus cercanías. Se estableció en todo el país una red administrativa egipcia, encabezada por ?comisionados? y apoyada por guarniciones militares situadas en punto estratégicos. Esta administración tenía sus sedes principales en Gaza y las fuentes egipcias informan de que fue a menudo contestada en ciudades como Tiro o Sidón, que se revelaron contra la dominación nilótica. Durante los siglos XIV y XV a.C., Fenicia se vio además sacudida por la competencia que por el dominio de la región entablaron primero egipcios y hurritas y, posteriormente, egipcios e hititas. Estos imperios trataron de extender sus esferas de influencia a las diversas ciudades fenicias, que a duras penas consiguieron mantener un frágil equilibrio entre las ambiciones de sus vecinos más poderosos. La inestabilidad interna de las ciudades era grande. Distintas facciones alineadas con uno u otro poder exterior se disputaban el gobierno.
En muchas ciudades se levantaron facciones que deseaban aprovechar el debilitamiento del Imperio egipcio para desembarazarse de su dominación, apoyándose en los hititas, que en esta época vivieron su periodo de esplendor. Los faraones de la XIX Dinastía tuvieron que hacer frente a la rebelión de algunas ciudades fenicias, y Ramsés II llevó a cabo una serie de campañas que culminaron 1284 a.C. con un tratado de paz con el rey hitita Hattusil II, gracias al cual concluyó la lucha entre ambos imperios en tierras cananeas y Fenicia pudo gozar de un nuevo periodo de estabilidad política. Sin embargo, el fin de la Edad del Bronce supuso un profundo cambio en la situación de las ciudades fenicias. Los grandes puertos que habían sido hasta entonces centros de la actividad económica, como Biblos o Ugarit, entraron en una época de decadencia para ser sustituidos progresivamente por otras ciudades. Desde el siglo XIII a.C., el territorio cananeo se redujo considerablemente, al ser ocupado por poblaciones recién llegadas que se instalaron en la región. A mediados de siglo, los israelitas se asentaron en Canaán provenientes de Egipto. Su arcaica organización les impidió emprender una conquista sistemática de los territorios cananeos, pero gracias a sus incursiones sorpresivas ganaron algunos territorios interiores en los alrededores de Jericó y Siquem, donde se establecieron en un poblamiento muy disperso. Pero fue la invasión de los llamados ?Pueblos del Mar? la que produjo el quebrantamiento de la fisonomía de la sociedad fenicia a fines de la Edad del Bronce. Estos pueblos, de cuya configuración y origen se sabe muy poco, habían arrasado el Imperio hitita y se dirigían de forma imparable hacia Egipto. A su paso por Canaán asolaron Ugarit, que nunca volvió a reconstruirse, y destruyeron parte de Tiro. En el sur, Gaza, Ascalón, Asdod y Ekron fueron ocupadas por uno de estos pueblos, los peleset o filisteos, que dieron su nombre a Palestina. Otros pueblos mezclados en la oleada se instalaron en la región, como los piratas tjeker, que llegaron a dominar algunos puertos. Esta fue también la época de asentamiento en Canaán de los arameos, cuya llegada no parece relacionada con el envite de los ?Pueblos del Mar?. La invasión supuso la reducción del territorio de dominio político fenicio a la franja costera central del Líbano y la desaparición de los centros económicos tradicionales de Fenicia, pero al mismo tiempo inauguró la época de esplendor de otras ciudades que hasta entonces habían ocupado un lugar secundario.
La Primera Edad del Hierro.
A pesar de que las invasiones produjeron el estrechamiento territorial de la civilización fenicia, tras las invasiones ésta vivió un periodo de esplendor cultural y de rápida recuperación económica. La desaparición del Imperio hitita y la decadencia de Egipto dotaron a Fenicia de autonomía política, al tiempo que la crisis final de la civilización micénica liberó a las ciudades cananeas de su principal rival en el comercio marítimo. Por otra parte, una serie de factores internos coadyuvaron a esta evolución. En primer lugar, Fenicia experimentó en esta época un notable crecimiento de su población, debido probablemente al prolongado periodo de paz y estabilidad política que siguió a las invasiones. En segundo lugar, el país sufrió las consecuencias del deterioro ecológico que la explotación sistemática de sus recursos forestales desde el III milenio a.C. había producido. La región sufrió desde muy antiguo un proceso de desforestación para la explotación ganadera y pecuaria, que quebrantó sus condiciones climáticas y edafológicas. Así, la desaparición de los recursos forestales de la región de Biblos parece que estuvo directamente relacionada con el declive de la ciudad.
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