El empobrecimiento de los suelos por la erosión que conllevó la destrucción de los bosques debió influir enormemente en la producción agrícola. En el siglo X a.C. sabemos que Fenicia no producía alimentos suficientes para mantener a una población en aumento. La Biblia da noticia de las importaciones de grano desde Siria e Israel. El déficit de grano de las ciudades fenicias se debió además a la pérdida del territorio agrícola circundante en la crisis de finales del II milenio. La concentración del poblamiento en las ciudades costeras constituyó un factor de desestabilización en un territorio que ya estaba superpoblado. En tiempos de Hiram I el déficit agrícola fue paliado por el acuerdo con Israel. Pero, desde los siglos IX-VIII, la expansión asiria redujo las posibilidades de colonización agrícola de las ciudades fenicias. La fundación de Kition en Chipre fue el primer indicio de un cambio de estrategia por parte de Tiro. Se trató del control de un territorio que proporcionaba a Tiro cobre de calidad y que constituía una cabeza de puente con vistas a la fundación de colonias en el Mediterráneo occidental para garatizar el comercio de plata y productos agrícolas, pero también para albergar a la población excedente. La nueva dependencia de los países vecinos en lo que se refiere a los productos agrarios hizo que los fenicios desarrollaran nuevas estrategias económicas con el fin de sufragar las importaciones de grano. Desarrollaron una producción manufacturera (vidrios, tejidos, recipientes metálicos, marfiles, muebles…) altamente especializada y de gran refinamiento técnico. Las manufacturas sustituyeron a las riquezas naturales en el primer lugar del comercio fenicio, y la producción artesanal alcanzó tal volumen que puede hablarse de un sistema industrial. Esta producción obligó a los fenicios a buscar materias primas para su industria fuera del empobrecido medio físico que habitaban. Fue éste el origen de su expansión marítima.
Aprovechando las rutas marítimas abiertas por la desaparecida civilización micénica, los fenicios se lanzaron al control comercial del Mediterráneo y a su exploración en busca de materias primas, entre las que se hizo especialmente deseable el hierro, cuya industria había sustituido a la del bronce. La política exterior de Tiro y del resto de las ciudades fenicias se basó desde el siglo X en su papel como intermediaria comercial entre las grandes potencias orientales, en la producción especializada de bienes de lujo y en el abastecimiento de metales preciosos a los estados asiáticos. Desde fines del siglo IX, la creciente presión tributaria del Imperio asirio sobre las ciudades fenicias y su apremiante necesidad de metales para dotar a su ejército y a su industria, repercutió en la enorme prosperidad del comercio fenicio. Durante el I milenio, el hierro fue el material estratégico más importante que los grandes estados del interior de Asia utilizaron para equipar a sus ejércitos; pero sobre todo fue importante la plata, por su valor en las transacciones comerciales, el metal más codiciado por los asirios. Asiria favoreció el papel de Tiro como intermediaria comercial con el Mediterráneo y mantuvo relaciones preferentemente con la ciudad asiria. A cambio de la libertad de comercio, Asiria obtenía materias primas y metales de Tiro. A fines del siglo IX, los comerciantes fenicios perdieron el mercado sirio-anatólico desde la alianza sirio-urartuta, que les cerró el paso a las ricas minas de Cilicia y Asia Menor. A partir de entonces sólo contaron con las reservas metalúrgicas occidentales. Por otra parte, la economía de tipo palaciego que había predominado durante la Edad del Bronce entró en su crisis final tras las invasiones de fines del II milenio. En este nuevo periodo, las iniciativas privadas de exploración y colonización, muchas veces auspiciadas por los templos, sustituyeron a la realeza en la planificación de la economía y en el diseño de sus objetivos. Desde el siglo X a.C., la ciudad de Tiro se convirtió en el más importante centro urbano de Fenicia. Fue ésta la época del rey Hiram I, bajo el que Tiro llevó a cabo grandes empresas en el Mediterráneo y en el mar Rojo. Hiram extendió la influencia de Tiro a Chipre, donde ya existía una colonia fenicia anterior, Kition. Hiram mantuvo excelentes relaciones con el rey Salomón de Israel, al que envió arquitectos fenicios que construyeron el templo de Yahvé en Jerusalén. La mítica ?flota de Tarsis? de Tiro colaboró con Israel en algunas arriesgadas empresas marítimas. Esta alianza se mantuvo incluso después de que el reino de Salomón se dividiera en los estados de Judá e Israel.
La Segunda Edad del Hierro
Durante este periodo (900-550 a.C.), la red de colonias fenicias se convirtió en un imperio comercial merced a su dominio sobre el tráfico del hierro. Por ello, los imperios mesopotámicos trataron en repetidas ocasiones de someter a las ciudades fenicias orientales, con el fin de asegurarse el control sobre el comercio mediterráneo. De este modo, Fenicia sufrió el final del periodo de autonomía que siguió a las invasiones de los ?Pueblos del Mar?. Primero los asirios y, posteriormente, los babilonios y los persas recurrieron a las campañas militares para imponer su protectorado o su dominación directa sobre las ciudades cananeas. En 875 a.C., el rey asirio Assurnarsipal II sometió a tributo a las principales ciudades fenicias, incluida Tiro, tributo que fue renovado en tiempos de Salmanasar III mediante sucesivas incursiones militares. Por su parte, Egipto, que vivía un periodo de recuperación bajo los faraones de la XXII dinastía, pugnaba por recuperar su influencia sobre Fenicia. Los faraones apoyaron la resistencia anti-asiria de las ciudades cananeas e impusieron su protectorado sobre algunas de ellas, como fue el caso de Biblos.
Tras la muerte del asirio Salmanasar III, la crisis de su imperio favoreció las ambiciones de Egipto, que pudo ampliar su dominación sobre Fenicia. La competencia de estos dos imperios por el control sobre las ciudades cananeas produjo graves tensiones en el interior de las mismas. Nuevamente se decantaron distintas facciones dentro de la clase dirigente urbana. La realeza de las ciudades y los sectores aristocráticos cuya fuente de riqueza radicaba en la propiedad sobre la tierra y en el poder político, formaban la tendencia filo-asiria. Para esta facción, el pago de tributos a los asirios era preferible a la dependencia administrativa y política del Imperio egipcio. Por su parte, las clases urbanas de artesanos y comerciantes propugnaban la alianza con Egipto como medio de desembarazarse de los onerosos tributos debidos a los asirios, que recaían principalmente sobre el producto del comercio.
Estas tensiones produjeron luchas internas en el seno de algunas monarquías, y en el caso de Tiro dieron lugar a la escisión de la dinastía. La hermana del rey de Tiro, Elisa, se alineó con la facción filo-egipcia de la ciudad y, tras luchar por el gobierno de la ciudad, se exilió junto con sus partidarios. Del periplo de Elisa surgió en 814 a.C. la fundación de Cartago, que habría de convertirse en la principal metrópolis colonial fenicia. Con la subida al trono asirio de Tiglat-Pilaser III se inició un nuevo periodo de sometimiento de las ciudades cananeas. Los asirios abandonaron su antigua estrategia de imposición de tributos para pasar a una política de conquista y ocupación del territorio. En 743 a.C., Asiria se anexionó el norte de Fenicia y sus ciudades perdieron gran parte de su autonomía política. Durante el reinado del asirio Senaquerib, una coalición de ciudades protagonizó una importante revuelta, a la que siguió una represión por la que Tiro fue sometida a sitio durante 5 años. Posteriormente, una rebelión apoyada por Egipto durante el reinado del asirio Asarhadón concluyó con la destrucción de Sidón en 667 a.C. y con la anexión de los territorios aledaños a Tiro, ciudad ésta que quedó reducida a su territorio insular. Buena parte de Fenicia fue sometida a la administración directa del Imperio asirio y repartida en provincias. Desde entonces, sólo Biblos, Arvad y el islote de Tiro conservaron una cierta autonomía, aunque sometidas al pago de tributos y a la presencia de gobernadores asirios. La destrucción del Imperio asirio por la coalición de las fuerzas babilonias y medas en 612 a.C. supuso el fin de la dominación asiria sobre Fenicia. Sin embargo, las consecuencias del periodo de la violenta conquista asiria eran ya irreversibles: gran parte de la población fenicia había huido de sus devastaciones, configurando un movimiento migratorio que benefició a las plazas fenicias de ultramar. Este proceso de poblamiento convirtió a las antiguas factorías comerciales de las costas mediterráneas en auténticas ciudades. En las ciudades fenicias orientales, la desaparición del Imperio asirio fue seguida por el apogeo del Imperio babilónico y por una nueva dominación. Bajo Nabucodonosor II, los ejércitos babilónicos sometieron Tiro tras un sitio de 13 años. La ciudad acabó claudicando y ello supuso el fin de su monarquía, que fue sustituida por un gobierno de magistrados civiles (sufetes) más favorable a los intereses de las clases comerciantes. Finalmente, la unificación de todo el Oriente Próximo por el Imperio persa afectó también a las ciudades cananeas, que pasaron a formar parte de una de las satrapías o unidades administrativas del imperio. La dominación persa parece que fue mucho menos onerosa para los fenicios orientales que las anteriores, puesto que no se han conservado noticias de rebeliones y las ciudades gozaron de una amplia autonomía local.
Última Edad del Hierro y periodos helenístico y romano
Durante el periodo de la dominación persa en la Última Edad del Hierro (550-330 a.C.), las ciudades de Fenicia oriental conservaron una relativa autonomía. La reforma administrativa llevada a cabo por el emperador Darío incluyó a Fenicia en la quinta satrapía, junto con Chipre, Siria y Palestina, pero no cambió sustancialmente la situación de las ciudades cananeas. Éstas conservaron su sistema de autogobierno y sus dinastías locales, y actuaron como aliadas contra los enemigos exteriores de Persia, como en el caso de las guerras que enfrentaron a persas y griegos. Con la decadencia del Imperio persa, se inició una nueva época de virtual independencia para las ciudades fenicias, que se volvieron hacia el floreciente ámbito griego, con el que las unían fuertes lazos comerciales. En 332 a.C., la mayoría de las ciudades abrieron sus puertas sin resistencia a los ejércitos de Alejandro Magno. Durante el periodo helenístico, las ciudades mantuvieron su autonomía a pesar de que el territorio cananeo fue nuevamente el objetivo de la competencia de Seleúcidas y Ptolomeos. Fue esta una época de empobrecimiento comercial para las ciudades cananeas, que tuvieron que competir con la pujanza económica de Alejandría. Tras la conquista romana en 64 a.C., Fenicia fue integrada en el esquema de la administración latina sin perturbaciones aparentes, puesto que el sistema de gobierno colegiado de los sufetes, que en la mayoría de las ciudades había sustituido al poder monárquico sacramental, se adaptaba muy bien a la administración romana. El comercio de las ciudades orientales se benefició enormemente de la llamada pax romana y floreció nuevamente tras un largo periodo de declive. La romanización de Fenicia fue muy profunda. Sin embargo, el sustrato de la lengua y la cultura cananeas se mantuvo vivo durante todo el periodo de dominación romana e incluso posteriormente. En tiempos de san Agustín, ya en plena decadencia del Imperio romano, sabemos que la lengua fenicia se hablaba aún en Cartago y que la herencia cultural y civilizadora cananea se había mantenido en rescoldo en todo el área colonial fenicia. La tradición de sincretismo y cosmopolitismo de esta civilización posiblemente ayudó a que su legado sobreviviera a la azarosa historia del pueblo fenicio.
Los marinos fenicios y chipriotas, que servían a Darío, se pasan a las tropas de Alejandro, y, gracias a ellos, el rey de Macedonia pueda ya contar con una flota que poco después le proporciona el dominio absoluto del mar. Con este poderoso instrumento bélico, el macedonio se apodera de todas las del Egeo y de Egipto, donde funda la gran ciudad que lleva su nombre. Alejandro es invencible por tierra y por mar, y su juventud, su ambición y su falta de escrúpulos, le empujan a crar un gran imperio, ese gran imperio universal que él sueña por primera vez y que, más tarde, revivirá en las mentes de los hombres más extraordinarios del Occidente europeo, desde Julio César a Napoleón. Alejandor toma sucesivamente Babilonia y Susa; luego, en territorio propiamente persa, la capital Persépolis. El mundo se le figura pequeño al hijo de Filipo; después del imperio persa pretende conquistar la India, y acaso lo hubiera conseguido, si el descontento y la fatiga de las tropas no le aconsejaran volver a Grecia. Alejandro toma, entonces, el camino de la costa y encarga a su almirante Nearco que le siga con los buques por mar. La navegación realizada por Nearco es uno de los acontecimientos navales más importantes de la antigüedad.
Su Legado:
* En la vida política, su metodología de fundación de nuevas colonias.
* En la vida económica, los modelos de comercio y navegación marítima. El teñido de telas y la fabricación de vidrio transparente.
* En la ciencia, el alfabeto y la divulgación de la escritura.
Fuente Consultada: La Humanidad de Silivia Vázquez de Fernández
Guerras Púnicas
las luchas entre Roma y Cartagano
Esta serie de enfrentamientos entre Roma y Cartago, que se prolongaron alo largo de los siglos III y II. C., convirtieron a la potencia italiana en la dueña del Mediterráneo occidental.
Introducción: Una vez que Roma completó su dominio sobre toda la península itálica, emprendió la lucha contra Cartago para disputarle su influencia en el Mediterráneo occidental. Los cartagineses comercializaban las telas, las piedras preciosas y los perfumes de Oriente; el trigo de Sicilia y del Norte de África; el estaño de Francia y el hierro y la plata de España.
El enfrentamiento se extendió desde el año 264 al 146 a.C. y se conoce en la historia con el nombre de guerras púnicas, debido a que los romanos llamaban poeni (fenicio) a los cartagineses.
Cartago era una colonia de Tiro, fundada por Dido hacia el año 880 a.C., quien había huido de su patria para escapar del gobierno despótico de su hermano Pigmalión. Al llegar a las costas de África pidió a los nativos que le concedieran una extensión de tierra que no fuera más grande que la que pudiera cubrir la piel de un buey, lo que fue aceptado. Entonces Dido hizo cortar el cuero en tiras largas y estrechas, con las cuales trazó el perímetro de un terreno mucho más amplio del que debiera haber recibido.
De inmediato levantó en aquel lugar una ciudad que rivalizó con Tiro y extendió su influencia a toda la costa africana del Mediterráneo. Luego los cartagineses ocuparon varias islas del Mediterráneo, inclusive parte de Sicilia, se establecieron en las costas de España, atravesaron el estrecho de Gibraltar y navegaron hasta las islas británicas y Francia hacia el Norte y hasta las islas Canarias hacia el Sur. De esta manera Cartago se convirtió en el centro de un verdadero emporio que monopolizó el comercio de Occidente.
En su organización política, Cartago constituía una república, como lo era Roma en esa época. El poder ejecutivo era ejercido por dos magistrados llamados sufetes, elegidos con carácter vitalicio. Su poder era vigilado por un Senado, cuyos integrantes pertenecían exclusivamente a la clase alta de la población, que estaba dividida en dos facciones, encabezadas respectivamente por dos familias, la de los Hannón y la de los Barca.
Por otra parte en la primera mitad del siglo III a. C. Roma se había, convertido en la primera potencia de la península Itálica, extendiendo su tutela a las ciudades griegas del sur y proyectando su sombra sobre Sicilia.
Primera guerra púnica:
La antigua colonia fenicia de Cartago, era la mayor potencia marítima de la zona, con colonias en casi todas sus islas incluyendo el oeste de Sicilia. Pretendía dominar toda la isla para neutralizar a sus rivales comerciales y acaparar su importante producción de cereales. En estas circunstancias, una banda de mercenarios oscos, los mamertinos, se apoderó de la ciudad siciliana de Messina, que controlaba el paso hacia Italia. Amenazados por Hierón II de Siracusa, pidieron ayuda tanto a Roma como a Cartago (264 a. C.)
Ambas potencias acudieron a la llamada, pero llegaron primero los cartagineses, que establecieron la paz con Hierón. Esto no detuvo a los romanos, que expulsaron a los púnicos de Messina e invadieron el territorio de Siracusa, forzando a Hierón a aliarse con ellos en 263. La superioridad de su ejército les permitió apoderarse incluso de la base púnica de Agrigento, un año más tarde. Pero los cartagineses controlaban el mar, lo que decidió a los romanos a construir su primera flota de guerra, que al mando de Cayo Duilio derrotó a sus enemigos en Milas, en el año 260.
Esta ventaja les permitió expulsar a los cartagineses de Córcega y devastar Cerdeña (259), pero no apoderarse del oeste de Sicilia. Por ello, decidieron atacar directamente en Africa. Una gran flota romana venció a la cartaginesa en Ecnomo (256) y desembarcó cerca de Utica al ejército de Atilio Régulo, que se fortificó en Clypea. Las desorganizadas fuerzas cartaginesas, incapaces de resistir a los romanos en tierra, estaban dispuestas a capitular, pero las duras condiciones impuestas decidieron su resistencia. Jántipo, jefe de una partida de mercenarios espartanos, reorganizó el ejército cartaginés, que se apoyó en la caballería y los elefantes. Con estas fuerzas derrotaron a Régulo (255), que tuvo que volver a Italia a bordo de una flota que acababa de destruir a la cartaginesa en el cabo Hermes.
Esta flota resultó arrasada por una tormenta, pero los romanos construyeron una nueva que consiguió tomar Panormo (254), aunque las sucesivas operaciones por tierra y mar no lograron conquistar Lilybaeum y Drepanum. En 249 un contraataque cartaginés rompió el cerco sobre estas ciudades y destruyó la flota romana, pero el agotamiento de sus fuerzas impidió la continuación del ataque en la isla, limitándose a defender las posesiones que mantenían en ella.
Un nuevo avance romano supuso la severa derrota naval de los púnicos en las islas Egatas (241); Roma consolidaba el dominio del mar. Cartago tuvo que firmar una paz por la que cedía Sicilia y las Lípari, además de pagar como indemnización la cantidad de 3.200 talentos.
Entreacto en Hispania
Roma aprovechó la debilidad de Cartago, agravada por la sublevación de sus mercenarios (241-237), para apoderarse de Córcega y Cerdeña, a pesar del tratado de paz. En estas circunstancias, el caudillo cartaginés Amílcar Barca propuso la conquista de nuevos territorios en la península Ibérica, donde podría obtener los recursos materiales y humanos para restaurar el poder de Cartago. El senado de la ciudad le otorgó plenos poderes y, acompañado de su yerno Asdrúbal y de sus hijos Magón, Asdrúbal y Aníbal, se aplicó a la tarea de construir un imperio en Hispania (237-228). Tras su muerte, su yerno continuó su labor y fundó Cartago Nova (228) como capital de los nuevos territorios. Roma, inquieta por estos avances, impuso el Ebro cómo lImité norte de esta expansión (226).
Aníbal, que sucedió a su cuñado en 221, extendió el poder cartaginés al interior: La conquista de Sagunto (219), ciudad que mantenía relaciones con Roma, proporcionó a ésta el pretexto para exigir la entrega de Aníbal. Cartago se negó, lo que desencadenó una nueva guerra (218).
Segunda guerra púnica
Aníbal sabía que la única forma de derrotar a Roma era atacando la base de su poder en Italia, aparentemente protegida por su dominio del mar. El general cartaginés dejó a su hermano Asdrúbal en la península Ibérica, mientras él conducía un ejército compuesto de mercenarios africanos e hispanos, que cruzó los Pirineos, el Ródano y los Alpes en seis meses. Aunque sus fuerzas habían quedado reducidas a la mitad (20.000 infantes y 6.000 jinetes) tras la terrible marcha, consiguió adelantarse a la, reacción romana. Venció en Trebia (218) a un primer ejército mandado por los cónsules P. Cornelio Escipión y Tiberio Sempronio, tras lo cual muchos galos se unieron a las fuerzas cartaginesas.
Aníbal entró en, Etruria y aplastó de nuevo a las tropas romanas en Trasimeno (217), dejando indefensa a Roma. Pero no se atrevió a cercar la capital con sus escasas fuerzas, y se dirigió al sur para tratar de conseguir aliados entre las ciudades recientemente sometidas por los romanos.
Mientras éstos habían enviado a Hispania un ejército al mando de Publio y Ceneo Escipión, que desembarcó en Emporion (218) y logró cortar las comunicaciones de Aníbal con sus bases en la Península. En 215 los romanos cruzaron el Ebro, derrotaron a Asdrúbal y conquistaron Sagunto. El cartaginés tuvo que marchar a África para someter al rey númida Sífax, lo que aprovechó Publio Cornelio Escipión para avanzar hasta la Bética. Asdrúbal volvió a la Península, reforzado por los jinetes númidas de Masinisa, y logró vencer y dar muerte a los Escipiones en Cástulo e llorci (211), obligando a los romanos a replegarse al norte del Ebro. En otoño llegó a la Península Publio Cornelio Escipíón, hijo del cónsul del mismo nombre, que reorganizó las fuerzas romanas para evitar que Asdrúbal acudiera en ayuda de su hermano en Italia. Escipión consiguió tomar Cartago Nova (209) y derrotar a Asdrúbal en Bailén (208), pero éste reaccionó y marchó finalmente hacia Italia.
Aníbal se había trasladado a Apulia tras la victoria de Trasimeno, mientras entraba en negociaciones con Filipo V de Macedonia y Hierónimo de Siracusa para presentar un frente común contra Roma. El general Fabio Cunctator le seguía de cerca sin presentar batalla, hasta que fue obligado por el senado y el cónsul Varrón. Aníbal le aplastó en Cannas (216), lo que decidió a varias ciudades del sur a apoyarle. Trató entonces de conquistar Tarento, cuyo puerto necesitaba para restablecer sus comunicaciones con el exterior, pero la debilidad de sus fuerzas, divididas para proteger a sus nuevos aliados, se lo impidió. Para cuando lo consiguió (213), Roma habla logrado recomponer sus tropas gracias a un extraordinario esfuerzo de su población, había contenido a Filipo en Iliria y mantenía sitiada a Siracusa, defendida por los ingenios mecánicos del sabio Arquímedes y apoyada por una flota cartaginesa.
En 211 los romanos se apoderaron de Capua y Siracusa, acorralando a Aníbal en el extremo sur de la península Itálica. Asdrúbal, que por fin había llegado a Italia, fue derrotado y muerto en Metauro (207), al tiempo que Escipión vencía a los cartaaíneses en lupa y expulsaba a los púnicos de casi toda la península Ibérica.
Gádir, el último bastión, cayó en 206; el romano llevó entonces la guerra a África (204). Consiguió la alianza de Masinisa, venció al rebelde Sífax y a los cartagineses en Útica (203) y amenazó a la propia capital. Cartago llamó en su ayuda a Aníbal, que se puso al frente de lo que quedaba del ejército cartaginés. La victoria de Escipián en Zama (202), que le valió el apelativo honorífico de «el Africano», significó la completa derrota de Cartago, que tuvo que renunciar a Hispania y a las islas que conservaba, entregar sus elefantes y su flota de guerra y pagar 10.000 talentos. Además, se comprometió a no emprender nuevas campañas militares sin el consentimiento de Roma. En el año 195 el senado romano exigió la entrega de Aníbal, convertido en sufeta (magistrado supremo) de Cartago, pero éste huyó a Oriente. Constantemente perseguido por los romanos, acabó suicidándose en Bitinia (183).
Tercera guerra púnica: A pesar de las derrotas, Cartago logró recuperar su vitalidad comercial, despertando la envidia de los mercaderes latinos y la suspicacia de los gobernantes romanos, especialmente Catón el Censor, que hizo famosa la frase Delenda est Carthago (Cartago debe ser destruida). Cuando los cartagineses se enfrentaron a las constantes pro-vocaciones del rey númida Masinisa, apoyado por Roma, ésta les declaró nuevamente la guerra (149 a. C.). Cartago intentó negociar la paz, pero las duras condiciones impuestas por los romanos provocaron una resistencia desesperada, que se prolongó por espacio de dos años, hasta que Escipión Emiliano, nieto del Africano, tomó el mando de la expedición romana (147). El nuevo general logró estrechar el cerco sobre Cartago, que finalmente cayó en 146. El solar de la ciudad fue arrasado y maldito, con la ceremonia simbólica de cubrirlo de sal y la prohibición de volver a edificar sobre él. Los habitantes supervivientes fueron vendidos como esclavos y el territorio se convirtió en la provincia romana de África.
Sidón
Sidón fue una importante ciudad de Fenicia, fundada en la misma época que Tiro, Biblos (hoy Djebail) y Beritos (hoy Beirut), en el III milenio adC.
Aunque en 1900 era una población de unos 10.000 habitantes; en el año 2000 rondaba los 200.000 musulmanes Sunita. Cerca de la ciudad se planta trigo y verduras, y se produce bastante fruta. El antiguo puerto es utilizado por embarcaciones pequeñas. Hay una refinería en la ciudad.
Alcalde: Abdelrahman Bizri
Biblos fue una antigua ciudad fenicia que estaba situada en una colina, denominada Gubla en los textos cuneiformes y Gebal en la Biblia, actualmente es una ciudad del Líbano también denominada Djubayl, treinta kilómetros al norte de Beirut.
Su etimología proviene de la colina en que estaba situada (Gablu, montaña en lengua hebrea) que derivó en su nombre original hebreo Gebal, pasando de aquí a la forma griega Byblos y de allí la palabra Biblion "libro", que también originará el término Biblia.
Fue una activa ciudad mercantil, mercado de papiros, madera de cedro, y cobre del Cáucaso, convertida en el centro comercial del Mediterráneo oriental. Mantuvo vasallaje con los faraones del antiguo Egipto; posteriormente fue ciudad tributaria de asirios y persas.
De la antigua Biblos se conserva una muralla de comienzos de la Edad del Bronce, el templo Baalat Gebal, una necrópolis y numerosos restos de la época romana y medieval.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1984.
Conclusión
Fenicia es una de las más importantes y representativas civilizaciones de la antigüedad. Importante ya que su contribución al intercambio cultural del mediterráneo es decisiva; y representativa porque no sólo colaboró con la evolución humana a través del desarrollo del alfabeto y la navegación sino también hizo un importantísima aporte al conglomerar las características y los avances de las culturas que se desarrollaron en su contemporaneidad.
Los fenicios se convirtieron en los grandes navegantes de la antigüedad, y propagaron por el Mediterráneo la civilización de los pueblos del Cercano Oriente. Los marinos fenicios atravesaron también el estrecho de Gibraltar y exploraron las costas africanas y europeas del océano Atlántico. A la par del comercio marítimo, los fenicios realizaron también un activo intercambio por tierra con los países del Asia occidental. Además de comerciantes, los fenicios fueron grandes industriales. Su principal aporte en este aspecto fue el vidrio; también construyeron barcos y evolucionaron en la navegación.
Los fenicios también desarrollaron variadas formas artísticas, uno de los primeros alfabetos y la utilización de la moneda como medio de intercambio comercial.
En síntesis, podemos afirmar que los fenicios hicieron variados aportes a la civilización humana. Sus contribuciones se observan desde la religión y el arte hasta el desarrollo económico, pasando por la industria, la navegación y las letras.
El Líbano
Fecha de la IndependenciaDeclarada : 22 de noviembre de 1943 Reconocida :1 de enero de 1944 |
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Extensión: 10.230 Km²
Límites: Norte y Este, Siria; Sur, Israel; Oeste, mar Mediterráneo.
Población: 3.728.000 h.
Densidad: 358,5 h/km2.
Capital: Beirut
División administrativa: 6 gobernaciones.
Ciudades principales: Trípoli, Sidon, Tyre, An-Nabatiyah, Juniyah.
Gentilicio: libanés.
Forma de Estado: república unitaria.
Idioma: árabe, francés.
Religión: islamismo shií, 34%; islamismo sunní, 21,3%; crisdanismo maronita, 19 %; drusos, 7,1 %; cristianismo ortodoxo griego, 6%; cristianismo ortodoxo armenio, 5,2%; catolicismo griego melquita, 4,6%.
Moneda: libra libanesa.
Tasa de natalidad: 2 %
Tasa de mortalidad: 0,64 %
PIB por habitante: 5.480 dólares.
Geografía. Estado del Oriente Medio asiático. El Líbano es un país muy urbanizado (90% de su población) y densamente poblado. Sus recursos son fundamentalmente agrícolas, con cultivos de huerta (tomate, pepino, pepinillo, cebolla), papa, olivo, trigo y frutales; posee también ganadería ovina, caprina y una creciente producción avícola. Hay yacimientos de yeso y sal, y sus industrias más importantes son cementeras y alimentarias. Tiene una larga tradición financiera para los capitales de Oriente Medio.
Los Cedros: Cerca de 120 km de Beirut. Sabido por los libaneses como los cedros del Señor. Algunos de los 400 árboles restantes son ya 1500 años viejos. El árbol del cedro, majestuoso e indestructible, es el emblema de Líbano y adorna su bandera. Los Fenicios, los Griegos y los Egipcios utilizaron su madera por siglos en sus hogares, templos, sarcófagos y galeras. La aldea de los cedros, encontrada a 2000 m de altitud, es un centro de esquí muy pintoresco con hoteles, chalets, y pistas para esquiar. Cerca está la gruta de Qadisha, una caverna natural con formaciones estalagmitas y estalactitas.
Historia. El Líbano es heredero de la civilización fenicia y desde la antigüedad fue dominado por los imperios macedónico, romano y bizantino. Cuando en el año 634 se produjo ~ conquista árabe, los cristianos maronitas se refugiaron en las montañas. Los cruzados se apoderaron de la región entre 1098 y 1291, pero en 1521 fue integrada en el Imperio Otomano. En 1860 comenzó la intervención francesa. En 1943 obtuvo la independencia, adoptando el régimen de república presidencialista. El Estado así constituido englobaba
a distintos grupos étnicos y confesionales con planteamientos políticos divergentes; la estabilidad se logró mediante una fórmula de poder compartido, en la que la presidencia era desempeñada por un cristiano y la jefatura de gobierno por un musulmán de rito sunní. En 1967 se produjo la tercera guerra árabe-israelí, y al término de la misma se asentó en el país un importante número de refugiados palestinos. Desde sus bases del Líbano, los palestinos iniciaron una actividad guerrillera contra Israel, que provocó el enfrentamiento de los distintos grupos políticos libaneses. La creciente tensión estalló en 1975, cuando comenzó la guerra civil entre los distintos grupos, acrecentada por las acciones de los refugiados palestinos y la intervención de los ejércitos sirio e israelí. En 1981 las tropas sirias penetraron en el Norte del país y en 1982 las israelíes en la zona Sur, hasta Beirut, de donde expulsaron a los combatientes de la OLP. En 1983 se estableció en el país una fuerza pacificadora occidental, con tropas de EE UU.,, Francia e Italia, que sufrió continuos ataques terroristas hasta su partida en 1984. En 1991 se acordó el desarme de las diferentes milicias y se firmó un tratado de amistad con Siria. El proceso de normalización fue puesto en peligro en los años siguientes por los enfrentamientos en el Sur del Líbano entre Israel y miembros del grupo integrista Hezbollah, así como por la desastrosa situación económica. En mayo de 2000, el ejército israelí se retiró del Sur del Líbano, poniendo fin a 22 años de ocupación. Aunque temporalmente el país vuelve a vivir una época de paz, salpicada de vez en cuando por atentados y escaramuzas entre Hezbollah e Israel en el sur del país, la situación política en el interior no ha mejorado, con una enorme división política entre los distintos grupos.
El mensaje del Líbano: Un hito en la historia moderna del Líbano lo constituye la visita del Papa Juan Pablo II al Líbano el 10 de Mayo 1997. Durante esa visita el Papa festejó su cumpleaños y pidió a las multitudes de todos los credos que le cantaran el feliz cumpleaños en árabe. Ante esta multitud el Papa pronunció su famosa frase al describir al Líbano como un "mensaje" hacia el mundo. Un mensaje de convivencia, de paz, de pluralismo religioso basado en el respeto mutuo, la igualdad y la libertad. Un mensaje de cultura milenaria que, compartida con sus vecinos, constituye la cuna de la civilización universal. El alfabeto de Biblos, la urbanización del mediterráneo a través de la fundación de decenas de ciudades muchas de las cuales son hoy en día perlas del mediterráneo, la barca, la filosofía de Tales, Zenón de Sidon fundador del Estoicismo, Pitagoras que nació y estudió en Sidon, el tratamiento del átomo por parte de Makos de Sidon, Europa la hija del rey de Tiro que fue secuestrada por Zeuz y cuyo nombre se hizo continente, Kadmus el hermano de Europa que se convirtió en maestro de los griegos al enseñarles el alfabeto, no son más que destellos de aquella cuna y aquel mensaje en un país que hoy vuelve a dar un ejemplo de extraordinaria reconstrucción.
Conclusiones
La cultura fenicia es una civilización antigua que no dejó firmes huellas físicas de su existencia. Su lugar geográfico en la historia, es la actual República Libanesa, y el crecimiento desproporcionado de las ciudades, así como los frecuentes enfrentamientos bélicos del pasado, generaron un gran retraso para el hallazgo de nuevas y avanzadas muestras de un pasado glorioso. Sin embargo, a diferencia de otras, dejó un importante legado cultural a las civilizaciones posteriores, entre ellas crear un importante vínculo entre las civilizaciones mediterráneas, los principios comerciales y el alfabeto, que fueron los legados más importantes que dejaron los fenicios. Los fenicios ejercieron una poderosa influencia sobre toda la cuenca del mar Mediterráneo.
se convirtieron en los grandes navegantes de la antigüedad, y propagaron por el Mediterráneo la civilización de los pueblos del Cercano Oriente.
Grandes civilizaciones actuales; comunicación escrita, moneda, navegación, industria del vidrio, y otros.
Según estudios recientes financiados por la revista National Geographic, al analizarse el cromosoma Y de los huesos procedentes de antiguos enterramientos fenicios y cotejarlos con los de personas vivas actualmente, ya sea en el Líbano o en cualquier otra parte del Mediterráneo, se ha podido demostrar que el material genético es el mismo. Aún más, la línea sanguínea fenicia proviene de antiguos substratos mediterráneos. Pero, ¿de dónde salieron los fenicios?.Según Heródoto: "De acuerdo a los Persas, los mejor versados en Historia, los primeros fenicios tuvieron discrepancias entre sí y una parte de ellos se desplazó a las cuencas del Mar de Eritrea, habiendo migrado al Mediterráneo desde un lugar desconocido y asentándose en lugares inhabitados, aventurándose posteriormente, a realizar largos viajes más allá de Egipto y Asiria…"Sin embargo, esta breve descripción de Heródoto sobre el origen de los fenicios, actualmente se considera poco más que una leyenda, puesto que sabemos a día de hoy que realmente los fenicios eran, seguramente, cananitas. Según las Tablillas de Amarna, del siglo 14 a.C. se autodenominaban Kenaani o Kinaani, o sea, cananitas. Sin embargo, muchos arqueólogos piensan que los fenicios son sencillamente indistinguibles de los descendientes de los primigenios cananitas, que durante siglos desarrollaron una particular cultura y habilidad. Otros creen, al igual que Heródoto, que la cultura fenicia debió basarse en un origen externo. Tenemos pues, toda clase de exposiciones: que los fenicios eran comerciantes que procedían del País de Punt (el Ta Netjer egipcio o Tierra de los Dioses) basándose en antiguos papiros de las primeras dinastías, siendo la ubicación de Punt uno de los grandes misterios de la arqueología actual, puesto que se ha situado desde algún punto al sur de Nubia (actualmente Sudán), como en las tierras altas de Etiopía, al sur de Eritrea e incluso en el actual Líbano; que los fenicios tienen algún tipo de relación con los minoicos, con los Pueblos del Mar, con los filisteos e incluso que se trata de una de las Doce Tribus perdidas de Israel.
El Líbano, que en la antigüedad fue centro de la cultura fenicia, constituyó un puente entre Oriente y Occidente. Varios pueblos ocuparon su territorio y dejaron monumentos de gran valor arqueológico. En Baalbek, los romanos levantaron un templo dedicado al dios Baco, en el que se encuentran las mayores columnas construidas por esa civilización.
Bibliografía consultada
Historia Antigua – Universidad de Zaragoza – I Ciclo – Prof. Dr. G. Fatás, "Fenicios" http://fyl.unizar.es/historia_antigua/POA/fenicios.html
"La Antigüedad y la Edad Media", Oscar Secco, Ed.Kapelusz, Buenos Aires 1965.
"Historia de las civilizaciones y del arte" Julio Valdeón y otros, Ed. Anaya, Madrid 1984.
"Historia del Mundo" José Pijoan, tomo II, Ed. Salvat, Madrid 1979.
"Historia del Oriente" Albert Malet, Librería de Hachette y Cía., París 1914.
"Fenicia", Enciclopedia Microsoft® Encarta® 97 © 1993-1996 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
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Dr. G. Fatás, "Fenicios".
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http://www.monografias.com/trabajos15/fenicios/fenicios.shtml
http://www.misionlibanesa.com.ar/Fenicios/index.htm
http://www.redmagisterial.com/ligoteca/fenicios.htm
Anexos
Autor:
Ronald Ramos
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