- Introducción
- El mundo judío
- El Helenismo
- Dominación romana
- Pablo: Apóstol de los gentiles
- El Judeo Cristianismo
- El abismo
- El diálogo
Escribo estas líneas desde mi condición de judío, por lo cual me considero heredero de un riquísimo legado cultural, de una historia en la que convivieron el dolor junto la esperanza, esperanza que cobraba la forma que dictaba la experiencia vivencial de cada generación y las circunstancias históricas de cada época, esperanza mesiánica que adquirió formas políticas tanto religiosas como seculares. La supervivencia del pueblo judío, y su relación con el mundo en el que vivía, determinan, en un grado no menor, las reflexiones que se desarrollarán en este escrito.
Estas líneas pretenden ser un aporte más en el avanzado, profundo y difícil diálogo entre judíos y cristianos, diálogo que conlleva la inequívoca e imperiosa necesidad de tender puentes sobre un abismo abierto entre ellos desde hace dos milenios. Entiendo que el camino más adecuado para lograrlo es , básicamente, un verdadero y recíproco conocimiento, conocimiento que debe apoyarse en sus particulares procesos históricos, en el desarrollo y transformaciones de sus creencias y rituales, pues de lo contrario se es propenso a considerar las convicciones religiosas como un todo inmutable que llega desde el principio de los tiempos. Considero fundamental analizar sus desenvolvimientos en el tiempo. sus luchas internas, traer a la memoria las numerosas corrientes religiosas que quedaron sepultadas por la historia, y saber cuales fueron las condiciones que permitieron el triunfo y consolidación de un cuerpo de doctrinas sobre las demás tanto en el judaísmo como en el cristianismo. Una recreación sintética de esas circunstancias históricas es el objeto de éste texto, pues, más allá del importante avance logrado en las relaciones judeo cristianas, mientras las mismas no penetren en el corazón de las capas populares, el prejuicio y el recelo persistirán. Sólo cuando de los púlpitos de todas las iglesias cristianas se proclame "los judíos son nuestros hermanos" y que en cada escuela judía se enseñe que "Jesús fue nuestro hermano" se alcanzará la fraternidad anhelada. Ello no podría ser de otra manera porque fue precisamente desde los púlpitos de las iglesias de donde se impartió la enseñanza del desprecio y se alimentó el odio antijudío. No se me escapa que el odio fue reciproco, pero desde el judaísmo se trató de un odio silencioso y reprimido, que fue trasmitido de generación en generación. No olvidemos que cada celebración de semana santa era una amenaza latente de un progrom, una matanza impía.
El esperado diálogo judeo cristiano promovido a raíz de la nueva postura de la Iglesia Católica respecto a a las relaciones interreligioso y en particular a las relaciones con el judaísmo, surgida del Concilio Vaticano II tiene como fin, a no dudarlo, la disolución de los mencionados prejuicios y la cancelación de una historia de dos mil años regada de sangre, odio y desprecio. Para ello debe admitirse, con sincera honestidad, que tienen en común y que de diferente ambos universos religiosos.
Proclamaba el profeta Isaías "Sucederá en días futuros que el monte de la casa de Yahvé se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones y acudirán pueblos numerosos y dirán: Venid, subamos al monte de Yahvé para que el nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones y de sus lanzas podaderas. No levantarán espada nación contra nación ni se ejercitarán más en la guerra." (Isaias 2-1,2,3)
No soy creyente y quizá esa condición me permita apreciar en toda su magnitud la belleza incomparable de las escrituras y seguir a través de ellas el trasfondo histórico que fue modificando en el judaísmo la concepción de Dios y las circunstancias que generaron el nacimiento del cristianismo.
Bien se ha dicho, que la resurrección de Jesús el Cristo se conoció al tercer día y la del Jesús judío lo fue después de dos mil años. El conocimiento de ese Jesús judío tanto por cristianos como por judíos podrá permitir en principio, esa reconciliación, aún con la certeza de que existe un límite insalvable en esa relación, el cual está dado por el hecho que los judío, mientras lo sigan siendo, no admitirán que Jesús es el Cristo esperado, el Hijo de Dios, y por otra parte el cristianismo no pueda tolerar que el pueblo judío a quien se le prometió el Mesías, que murió en la cruz para redimir a la humanidad de sus pecados y resucitó de entre los muertos, no lo acepte como tal.
Entiendo también que ese abismo podrá salvarse si cada universo religioso no se considera único depositario de la verdad y practica sus creencias, su liturgia y sus tradiciones sin tratar de imponérsela forzadamente al otro. Lo cierto es que resulta basal, para todo entendimiento, la admisión sin retaceos, que las tres religiones abrahamicas reconozcan a un mismo y único Dios.
Ciertamente la ignorancia o la manipulación histórica es la mayor fuente de prejuicios, más aún cuando esa ignorancia es provocada y trasmitida por generaciones.
Para ilustrar lo dicho resultan significativos lo escrito por Tertuliano en "El Apologético" durante la persecución a los cristianos durante el reinado del emperador romano Septimio Severo (finales del siglo II). Tertuliano refuta en forma encendida las acusaciones contra los cristianos, la persecución injustificada y discriminatoria por el sólo hecho de ser cristianos, y dice al respecto "Los delitos ocultos que se nos imputan a los cristianos son que en la nocturna congregación sacrificamos y nos comemos un niño. Que en la sangre del niño degollado mojamos el pan y empapado en sangre comemos un pedazo cada uno" Se trataba en general de supersticiosas desfiguraciones del misterio eucarístico incomprensible totalmente para los gentiles" (Sigfrido Huber "Los Santos Padres" T. I –Buenos Aires 1946)
Vemos en esta burda acusación un anticipo de los fue durante la edad media y hasta principio del siglo XX, la no menos burda imputación cristiana a los judíos de practicar el crimen ritual, que consistía en sacrificar un niño cristiano para con su sangre preparar el ritual de Pesaj (Pascua)
Todavía hoy se venera en la Iglesia Católica a Santo Dominguito del Val, patrono de los monaguillos, quien, según fuentes cristianas, fuera sacrificado en la aljama judía de Zaragoza el 31 de agosto de 1250 para la celebración de Pesaj.
Al respecto Alfonso X el Sabio dispuso en las Partidas (1256-1263) : "Et porque oyemos que en algunos lugares los judíos ficieron et facem el día del Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio, furtando los niños et poniéndolos en la cruz , o faciendo imágenes de cera et crucificándolas cuando los niños no pueden haber , mandamos que si fama fuere , daquí adelante que en algún de Nuestro Señorío tal cosa sea fecha , si se pudiese averiguar , que todos aquellos que se acercaren en aquel fecho ,que sea presos , et recabdados et aduchos ante el Rey, et después que el sopiera la verdad debelos matar muy haviltadamente , cuantos quier que sea."(Partida VII, XXIV, ley 2)
Dominguito del Val fue canonizado y se le conmemora el 27 de octubre. Sus restos se encuentran en la capilla Santo Dominguito del Val en la Catedral de Zaragoza, donde aún hoy se veneran sus restos.
Esto demuestra cabalmente que la ignorancia y los prejuicios que denunciaba Tertuliano respecto a los romanos, se repitieron potenciados, siglos después. La aparente contradicción que revela esa mutación de víctima en victimario sólo puede entenderse por el profundo cambio que se produce en las instituciones religiosas cuando de minoría perseguida se convierte en religión oficial de una comunidad política. En otras palabras, la diferencia que surge entre una religión con poder político y una minoría religiosa en el rol de enemiga. Volveré sobre esta cuestión mas adelante.
Para comprender el nacimiento y desarrollo de las primeras comunidades cristianas es necesario describir, aún someramente, lo ocurrido en el mundo judío entre los siglos II antes de la era común hasta el siglo IV posterior a la prédica de Jesús.
En el largo proceso de su existencia la identidad judía fue mutando en forma muy sutil, debido a circunstancia históricas particulares. En una primera etapa, la mas antigua quizá, el vínculo que los unía a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, a la tierra que Yahvé les dejó en heredad y las creencias y prácticas prescriptas por la Ley conformaban el núcleo central de su identidad. Durante el período de la monarquía (aproximadamente 1000 años a.c) el principio territorial parece ser el más relevante. En Samuel I (26,19) David se queja de que el rey Saúl lo obliga a huir de Judea, porque ello significaba negarle su participación en la heredad de Yahvé y obligarlo a servir a otras leyes y otros dioses y por tal razón exclama: "que no caiga ahora mi sangre lejos de la presencia de Yahvé". No cabía ninguna duda que Dios residía en Israel y era concebido como su soberano territorial.
La concepción de un Dios que trascendiera los límites de Israel era desconocida en esa época ya que al existir una soberanía territorial israelita, y sin la existencia de judíos en la diáspora, era fácil identificar el "nosotros" como pueblo de ese territorio y a Yahvé como soberano del mismo. La conquista de la tierra de Israel por la Babilonia de Nabucodnosor y la destrucción del Templo de Salomón, trajo como consecuencia el exilio de parte del pueblo judío a las tierras de Babilonia. El profeta Jeremías lloró amargamente la destrucción de su amada Jerusalén: " Se agotan las lágrimas de mis ojos, las entrañas me hierven, mi hígado por tierra se derrama, por el desastre de la hija de mi pueblo mientras desfallecen niños y lactantes en las plazas de la ciudad", "Cómo, ay, yace solitaria la Ciudad populosa. Como una viuda se ha quedado la grande entre las naciones, la princesa entre las provincias sujeta está a tributo" (Lamentaciones- alef)
Los judíos exiliados, fuera de su tierra y destruido su templo, descubrieron con los años que era posible y necesario, cantarle a Yahvé en tierra extraña. De la nueva casa de Dios, a edificarse en Jerusalén (Esdrás 1,3), se pasó a "Los cielos son mi trono y la tierra el estrado de mis pies. Pues ¿que casa vais a edificarme o que lugar para mi reposo? (Isaías 66,1). (Ver Daniel Swartz , en "Encuentros culturales de judíos, paganos y musulmanes" vol-I -Editorial Lilmod-Buenos Aires, 2009).
Dios ya no habitaba en el Templo sino en las alturas de los cielos desde "sin hablar y sin palabras y sin voz que pueda oírse, por toda la tierra resuena su proclama, por los confines del orbe, sus palabras" (Salmos 19-4,5). En el exilio los judíos entraron en contacto con la gran cultura babilónica y supieron de sus mitos y sus obras literarias, pero ello no obstó para que se mantuvieran fieles a Yahvé, es más, en tierras extranjeras tuvieron la certeza que Dios había ido con ellos al exilio. Ezequiel (10,18) relata su visión de cómo la gloria de Yahvé abandona el Templo y Jerusalén, la Ciudad de su morada, posado sobre querubines. La visión del cosmos de Ezequiel se amplia y agiganta , y en ese cosmos la imagen de Yahvé como Dios absoluto y por lo tanto único. Cuando más alto se siente el Dios nacional más se acerca a convertirse en el Dios único y universal.
Cuando Isaías proclama lo que acontecerá en "días futuros", días en que todas las naciones de la tierra acudirán a escuchar la palabra de Yahvé y abrevar en sus enseñanzas, lo hace convencido que la paz perpetua sólo será realidad cuando:" los extranjeros adheridos a Yahvé para su ministerio , para amar el nombre de Yahvé, y para ser sus siervos, a todo aquél que guarde el sábado sin profanarlo, y a los que se mantienen firmes en su alianza, yo los traeré a mi monte santo y los alegraré en mi casa de oración. Porque mi casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos" (Isaías 56-6), el profeta está concibiendo un judaísmo universal, en el que si bien debe observarse la Ley, en muchos casos antepone a ciertos rituales la obligación de todos hombre y todos los gobernantes " de deshacer los nudos de de la maldad, soltar las coyundas del yugo, dejar libres a los maltratados, partir al hambriento el pan, a los pobres sin hogar recibirlos en su casa, y cubrir al desnudo. (Isaías 58-5,6) . En otras palabras, imponer la justicia sobre todas las cosas.
Las conquistas de Alejandro ensancharon notablemente los confines del mundo conocido, y de esa conquista surgió una unidad cultural mayor de la que había existido nunca antes. El nuevo hecho histórico que Alejandro persiguió e hizo posible fue la unión de Oriente y Occidente. La conquista de los pueblos bárbaros hizo entrar en contacto a la cultura griega con las antiguas culturas de esos pueblos. Los misterios egipcios, el dualismo persa, el mazdeísmo, la cultura babilónica, y otras más de ese ancho mundo produjeron una profunda transformación en cada una de esas creencias y tradiciones particulares, para crear, en ese crisol cultural, una nueva y sincrética visión del mundo: el helenismo. La cultura griega, transformada, se convirtió en la cultura de todos los pueblos, sobre todo de sus capas mas ilustradas. Ya no era necesario nacer en Grecia para ser griego, solo era necesario adoptar la cultura helénica para serlo.-
La expansión del helenismo influyó notablemente sobre los judíos de la diáspora y sobre la propia Judea bajo el dominio de los seléucidas. La numerosa comunidad judía de Alejandría no fue para nada ajena a esa influencia. El más grande filósofo judío nacido en esa ciudad pletórica de cultura y sincretismo religioso, Filón, pretendió presentar en forma armoniosa e inteligible su judaísmo a los griegos, pero en forma recíproca pone a la cultura helenística al servicio de la exégesis y la piedad religiosa. Presenta en forma alegórica el relato bíblico. El Dios de Filón no es totalmente el Yahvé de la Biblia. Existe de parte de Filón un parcial abandono de la literalidad que cede ante un Yahvé alegórico, que aparece como un Dios trascendente y universal. La Torá (el Pentateuco) puede servir a todos los pueblos:" El mundo está de acuerdo con la Ley y la Ley con el mundo y el hombre que se ajusta a la Ley es por lo mismo ciudadano del mundo porque conforma sus acciones a la voluntad de la naturaleza" dice en "De Opificio Mundi". Como veremos más adelante ese pensamiento judeo-helénico de Filón es retomado años más tarde por Pablo de Tarso.-
En Judea el contacto de la cultura judía con la helénica produjo un fenómeno de atracción y repulsión, típico del choque de dos culturas y dos concepciones del mundo extrañas entre sí. Como resultado de ese juego libre de fuerzas, aparecieron entre los judíos nuevas tendencias espirituales. Para apreciar la influencia helenística sobre la cultura judía, sobre todo en su literatura, debe examinarse el contenido de ésta última, analizar su carácter religioso o laico, mas allá de las posteriores interpretaciones religiosas que se hicieron. El "Cantar de los Cantares" y el Eclesiastés, son posiblemente los dos libros que entraron en el canón, no sin discusiones entre los sabios, en los que se puede apreciar las huellas helenistas. El primero es un canto al amor y a la naturaleza en el cual se celebra la pasión amorosa entre una bella pastora y su amigo. En el Eclesiastés, por el contrario se alude al sin sentido del esfuerzo humano, de la inútil esperanza. "Vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol? Una generación va otra generación viene, pero la tierra permanece donde está. Lo que fue, eso será, lo que se hizo, eso se hará. Nada nuevo hay bajo el sol". Así comienza su texto. Vemos junto a la celebración del amor y el erotismo del "Cantar de los Cantares", la angustia de la sinrazón de la vida del Eclesiastés.(Ver Simón Dubnow "Historia Universal del Pueblo Judío" Tomo II, pag. 79 y siguientes. Editorial Sigal, Buenos Aires,1951). Parafraseando a Harold Bloom se podría afirmar con toda seguridad que las escrituras, si no son la invención de lo humano, lo refleja en toda su compleja intensidad..
Desde la guerra de liberación de los Asmoneos (Jashmonaim) contra los seléucidas (145-140 a.c.) hasta la intervención de Roma en los años 67-63 (a.c) Judea vivió otro período de independencia política al tiempo que severas luchas intestinas. En el año 63 Pompeyo entra en Jerusalén, y Judea es sometida al protectorado romano. Se le impuso entre otras cargas, la de pagar tributos, sin perjuicio de concederle cierta autonomía interna. Se confirmó a Hircano II como Gran Sacerdote y representante del pueblo ante las autoridades romanas. De esta manera después de vivir ochenta años bajo el reinado independiente de los Asmoneos, Judea cayó bajo el dominio romano.
Aproximadamente en los dos siglos antes del nacimiento del cristianismo, la tradición judía se encontraba fragmentada, debido sobre todo a las distintas interpretaciones de la Ley, circunstancia que conllevaba diferencias sobre aspectos esenciales de la vida judía, ya sea en el orden político, religioso y cultural. No existía correspondencia entre vertientes interpretativas y una autoridad que lo validara. La profundización del pensamiento judío hacía cada vez más evidente que la Ley tenía sentido si se la interpretaba en un cierto sentido, pero, como va dicho, faltaba el órgano que tuviera autoridad reconocida para dar la interpretación "verdadera". En consecuencia surgieron así corrientes internas con interpretaciones distintas de la Ley.
Pero las fracturas internas no fueron más allá de su propias diferencias, pues nunca fue cuestionada la existencia del ser judío, lo que era así percibido tanto por lo propios judíos como por los paganos.(Ver Paolo Sacchi "Historia del Judaísmo en la época del Segundo Templo", Editorial Totta). En la época a la que nos referimos existían en Judea partidos o sectas concretas que corporizaban esa diversidad. Los saduceos, fariseo y esenios eran ciertamente las más importantes. Flavio Josefa da cuenta de estas corrientes en "Antigüedades Judías". En el Nuevo Testamento y el Talmud también se hace referencia a los fariseos y saduceos. Estos dos partidos tenían visiones totalmente distintas tanto en el ámbito político, en cuanto de la forma de Estado y gobierno nacional, y sobre todo en lo que hacia a la vida espiritual, la religión, el culto y los dogmas. Los saduceos no reconocían la enseñanza oral, trasmitida durante siglos, ni la tradición o enseñanzas de los Padres. Para ellos sólo eran válidas las leyes recibidas por Moisés en el Sinaí , en otras palabras la Ley escrita. Consideraban que había que cristalizar al judaísmo en sus leyes tal como habían sido recibidas por Moisés. Consideraban superflua toda la cadena de interpretaciones efectuadas por los legistas de Israel para adecuarla a las necesidades y cambios que se daban en cada generación. Esta última era la concepción del partido fariseo, reinterpretaba la ley modificando los aspectos draconianos de la misma. El "ojo por ojo" se transformó en indemnización por ojo. Se "reglamentaron" aquellos mandatos que no eran claros o que sólo contenían la prescripción sin establecer la manera de cumplirlas. Los fariseos extraían el sentido de las normas que resultaban extrañas en su propósito final. Así en Exodo 21-5,6 se disponía que el esclavo que por amor a su amo renunciaba a la liberación que les debida "en el séptimo año" era llevado delante de la corte "y se perforaba la oreja con un pinzón". Comentando esa disposición los sabios de Israel extrajeron su significación simbólica: aquél que a pesar de la Revelación se busca un amo humano, no es digno se servir a Dios, no es digno de su libertad. La oreja perforada era un signo de indignidad.(Emmanuel Levitas "Más allá del versículo", Editorial Lilmod, Buenos Aires, 2008)
Flavio Josefo decía respecto a los saduceos que "no creen en la providencia en casos individuales, y creen en general que Dios no interviene en los asuntos humanos" Los fariseos en cambio, como ya se señaló, trataban de espiritualizar la vida. Si las leyes de la Torá no podían modificarse debían entonces amoldarse a la vida.
El sufrimiento de los justos, los únicos que debían esperar la recompensa en este mundo por su observancia de la Ley, puso en crisis la idea profética de la justicia y la recompensa en el tiempo histórico y comienza a concebirse el "olam habá " el otro mundo. Coexiste con estas corrientes poderosas del pensamiento judío de la época, apartado del pueblo y morando en los desiertos del sur de Judea, junto a las orillas del Mar Muerto la comunidad de los esenios. Su vida está consagrada a la observancia estricta de la ley. Su organización social, estricta y ascética, da primacía a los sacerdotes. Consideraban que el mal radicaba en la impureza, entonces resultaba natural esperar que la vía de la salvación fuese ante todo un camino de purificación. El único problema era que la purificación capaz de limpiar al hombre no podía ser proporcionado por ninguno de los medios de purificación que hasta ese momento había conocido el judaísmo. Ni toda el agua del mar y de los ríos podría purificar al hombre de su naturaleza. La única vía para ello era aceptar la enseñanza del Maestro de Justicia y hacerse miembro de la comunidad separándose netamente de los otros hombres fueren paganos o judíos.
"Porque por el espíritu de la asamblea de la verdad de Dios son purificadas todas las acciones de los hombres, todas sus faltas, de modo que puedan contemplar la luz de la vida. Por medio del espíritu santo de la comunidad, en su verdad es purificado de todas sus culpas. Su pecado será expiado en espíritu de rectitud y de humildad; con la humildad de su ánimo respecto de todos los mandamientos de Dios será purificado su cuerpo, cuando sea rociado con el agua lustral y santificado con el agua de contrición (Documentos de Qumram: 1QS 2,25-3,9- citado por Sacchi, ob.cit.)
En ese mundo judío, desgarrado por luchas internas, y una profunda crisis espiritual, bajo el gobierno del primer emperador romano Cesar Augusto, nace en Nazaret, Galilea, tierra de Judea , Jesús, hijo de José el carpintero y de María.
Jesús comienza a predicar no mucho tiempo antes de su muerte, según lo refieren los evangelios sinópticos y el evangelio de Juan. Debe admitirse que la relevancia universal de Jesús se debe fundamentalmente al hecho que se convirtió para millones de creyentes en todo el mundo en el Cristo, Hijo de Dios y Dios mismo, que se encarnó como hombre, murió en la cruz, y resucitó de entre los muertos al tercer día. Su sacrificio redimió a los hombres del pecado y volverá para juzgar a los vivos y a los muertos. Si no hubiese sido así, Jesús no hubiera llegado a ser más que una figura histórica, un acontecimiento quizá poco o nada conocido para la humanidad .
¿Como un rabí judío de Galilea se convirtió en el Cristo anunciado al pueblo de Israel y luz para los gentiles? , eso es precisamente lo que, con todas las limitaciones reconocidas, intentaré desarrollar en esta nota.
Jean Guittón ( "Las Crisis en la Iglesia" Emece Editores, Buenos Aires, 1984) dice lúcidamente que "Jesús resalta sobre el fondo de una espera creciente del Mesías. Espiritualmente hizo realidad la esperanza germinal de su pueblo de elevar al Dios de Israel hasta convertirlo para siempre en Dios de todos los pueblos Jesús no se proponía fundar una religión nueva. Según su humanidad histórica era un judío piadoso que practicaba al máximo la Ley desde la circuncisión hasta la Pascua y pagaba el medio shekel al Templo. Jerusalén, capital de su nación, era su ciudad bienamada, lloró por ella. Jesús anunció algo que ya había sido anunciado". Agrega el eminente filósofo católico:" En Jesús podía anunciarse al Dios de Abraham a toda la tierra habitada hasta aquél entonces. Por lo tanto era preciso discernir que era lo caduco y accidental y qué lo verdadero y esencial dentro del legado global de Israel, aceptado por Jesús y sus apóstoles. Llama la atención que Jesús no haya dado indicación respecto a éste punto. Si hablamos de Jesús como hombre que ignora el porvenir, no previó el ingreso normal de los paganos en su propia esfera, salvo como un añadido a Israel. En todos los casos Jesús no indica que pueda salvarse sin pertenecer a Israel".
De resolver esa cuestión central, como veremos, se ocupó pocos años después el profeta de los gentiles, Pablo de Tarso.
Hasta el siglo IV, coexistían en el cristianismo múltiples formas de interpretar el mensaje de Jesús, de entender su naturaleza, su misión y su persona. El judeo cristianismo, el gnosticismo, el montanismo, el arrianismo, el donatismo y muchas otras. El Concilio de Nicea convocado en el año 324 significó el triunfo final de la ortodoxia sobre las otras corrientes cristianas, las que quedaron sepultadas en la historia sin otras huellas que la que dejaron en sus escritos sus adversarios proto-ortodoxos, Irineo de Lyon, Tertuliano, Orígenes, Eusebio de Cesárea, Clemente de Alejandría, Atanasio y otros.
El credo niceano proclamaba:" Creemos en un Dios Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, engendrado como el Unigénito del Padre, es decir de la sustancia del Padre. Dios de Dios, luz de luz. Dios verdadero de Dios verdadero y que para nuestra salvación descendió y se hizo carne, se hizo hombre, sufrió y resucitó al tercer día y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos".
El Jesús judío, su mensaje, su vida, sus creencias, sus luchas, se encuentran en cada uno de los evangelios. Sin embargo ese Jesús judío habitó ignorado en las escrituras durante dos milenios. –
David Flusser ("Jesús en sus Palabras y en su Tiempo" Ed. Cristiandad, Madrid, 1975) señala, cuando se refiere al Jesús neotestamentario, que el profeta Isaías tuvo sobre él una influencia notable. Cita el relato de Lucas, cuando Jesús vuelve a Nazara, y según su costumbre entra en la sinagoga el día sábado, y al ser llamado para la lectura de las escrituras- tradición que se conserva hasta el día de hoy- Jesús desenrolló el libro del profeta Isaías y leyó el pasaje donde estaba escrito " El espíritu del Señor Yahvé estaba sobre mí, por cuanto me ha ungido Yahvé a anunciar la buena nueva a los pobres, me ha enviado a vendar los corazones rotos a pregonar a los cautivos la liberación y a los reclusos la libertad, a pregonar año de gracia de Yahvé para consolar a todos los que lloran, para darle diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto (Isaías 61-1,2) ver Lucas (4-16,18). Para Jesús este pasaje bíblico era el lazo de unión entre la vocación que había recibido al ser bautizado por Juan en el Jordán y su misión presente: sabía que el espíritu santo había descendido sobre él porque el Señor lo había ungido para anunciar la salvación de los humildes y los pobres.
Esa misión se reitera en el sermón de la montaña, (Lucas 6-20,21) "Bienaventurados los pobres porque vuestro es el reino de los cielos, bienaventurados los que tenéis hambre porque seréis saciados Pero, ay de vosotros los ricos porque habéis recibido vuestro consuelo. Ay de vosotros los que estáis hartos, porque tendréis hambre". La voz del profeta Isaías resuena en estas bienaventuranzas y maldiciones. Proclama también Jesús (Lucas 16-13) "Ningún criado puede servir a dos señores porque aborrecerá uno y amará al otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero"
En cuanto al cumplimiento de la Ley proclamaba Jesús "No penséis que he venido a abolir la Ley y los profetas. No he venido a abolir sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una iod (letra i en hebreo) o un tilde de la Ley sin que todo esto suceda. Por tanto el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños, será el mas pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos (Mat.5-17).
Jesús insiste en el tema de la pobreza, como en la respuesta que le da al joven rico en Mateo (19, 16) sobre la dificultad de los poderosos de entrar al Reino de los Cielos. Merece atención especial lo que pensaba Jesús de su misión y a quienes iba dirigida. En el relato de la curación de la hija de una cananea (Mat.15, 21) se narra que: "Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y Sidón. En esto una mujer cananea que había salido de aquél territorio gritaba diciendo" ¡Ten piedad de mi Señor, hijo de David, Mi hija está malamente endemoniada". Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos acercándose le rogaron:"Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros. Respondió Jesús "No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel"
Ecos de ésta vocación se encuentran sin duda en el evangelio de Santiago, y esa convicción sobre la misión encomendada a Jesús por Yahvé será el fundamento de la fe y la literatura de los judeocristianos, los primeros judíos que aceptan a Jesús como el mensajero de Dios, el "Christos Angelos".
La misión de Pablo, fue en cambio predicar el kerigma a las comunidades judías de la diáspora. Había, en toda la extensión del poderoso imperio romano numerosas comunidades judías que pese a estar influidas por la cultura helénica se mantenían fieles a su fe y su mirada dirigida a Jerusalén. Pablo percibió que los gentiles eran más abiertos al mensaje cristiano que los judíos de la diáspora, pero esos gentiles se resistían a acatar todos los mandatos de la Ley, sobre todo la circuncisión y la pureza alimentaria. La sinagoga atraía a los círculos romanos de cultura helénica a través de monoteísmo y la idea de la ley, pero no estaban preparados ni dispuestos para asumir la praxis de la Ley-
Estas contradicciones entre el cumplimiento de la Ley y la conversión de los gentiles, contenían una rígida disyuntiva: si era posible salvarse sin pertenecer a Israel. Esta cuestión, tal como se planteaba debía ser debatida con toda urgencia. Y eso fue lo que ocurrió en la Asamblea de Jerusalén,(el primer concilio). A raíz de un conflicto en Antioquia suscitado por las enseñanzas que salían de boca de algunos judíos cristianos a sus compañeros conversos diciendo "Si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica no podéis salvaros" (Hechos 15,1). Pablo y Bernabé se trabaron en una "discusión no pequeña con aquellos y decidieron subir a Jerusalén para tratar esa cuestión. Se reunieron entonces los apóstoles y los presbíteros para tratar ese asunto"
Resultado de ese importante y crucial debate fue la redacción de una carta por la Asamblea que decía así "Los apóstoles y los presbíteros hermanos, saludan a los hermanos venidos de la gentilidad que están en Antioquia, en Siria y en Cilicia. Habiendo sabido que algunos de entre nosotros sin mandato nuestro os han perturbado con sus palabras, trastornando vuestros ánimos, hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y enviarlos a vosotros juntamente con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo Que hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que estas indispensables: abstenerse de los sacrificios a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de las impurezas. Haréis bien en guardaros de estas cosas. Adiós. (Hechos 15-5ª22). Es así que surge la primera gran división en el seno del naciente cristianismo: los cristianos de origen judío y los cristianos de origen pagano.
La primera comunidad cristiano judía de Jerusalén "se mantenía constante en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Todos los creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en común. Vendían sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno .Acudían diariamente al Templo, con perseverancia y un mismo espíritu partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría" (Hechos 2-42,46). Se trataba, en fin, de una corriente más dentro del judaísmo de la época.
Estas comunidades primitivas, y la historia interna del cristianismo en general son para Taubes, el resultado del acontecimiento que no acontece, la parusía, La unidad interna de las primeras comunidades cristianas así como la contraposición entre éstas y la iglesia paulina se define a partir de la muerte de Jesús. Muerte y resurrección de Jesús son para la comunidad primitiva estadios de los acontecimientos mesiánicos. Estas comunidades pintan el reino y las esperanzas del reino con los colores de la apocalíptica popular. La pequeña comunidad, se agrupa como vimos en una asociación de economía comunitaria y renuncian a sus bienes porque sus esperanzas están puestas en la inminencia de la vida eterna (Jacob Taubes "Escatología occidental" Miño y Alvarez Ediciones, Buenos Aires 2010)
Pero el escenario en que nace esta nueva corriente, se encuentra sacudido por una profunda crisis nacional, Están en conflicto Yahvé y Roma. ¿Quien es finalmente el soberano de Judea y de los judíos?
Si efectivamente era Yahvé el único soberano, el de Roma era un dominio impío que debía ser combatido con todos los medios. ¿Pero estaban realmente convencidos de esa guerra, que se presentaba como inevitable, todas las corrientes políticas y religiosas de Judea?
Al respecto señala Dubnow(obra citada)"Los fariseos moderados y los "apaciguadores" sostenían que con un enemigo tan invencible como Roma sólo cabía luchar exitosamente con armas espirituales. Se debía oponer una terca resistencia pasiva. Los fariseos radicales y los celotes exigían una resistencia activa en nombre de la libertad política que para los celotes era un fin en sí mismo y para los fariseos radicales un medio para conquistar la libertad" Los esenios, alejados de estos conflictos, seguía observando estrictamente la Ley, persiguiendo la mayor pureza en la vida de su comunidad y esperando la salvación que habían anunciado los profetas de Israel. Ecos de ese conflicto se encuentran también en los evangelios sinópticos. Cuando le preguntan a Jesús si había que seguir pagando tributo al Cesar, más allá de que el relato sobre esta interrogación es atribuida a una provocación de los fariseos, la pregunta flotaba en los aires de Judea y significaba simplemente si se justificaba o no el levantamiento contra Roma.
En plena disputa, apasionada y desgarradora sobre esta cuestión, estalla la rebelión contra el poderoso imperio romano. Cuatro años (66-70) dura esta lucha desigual que terminó con la destrucción de Jerusalén y su Templo. La agonía y ruina de Judea generó profundos cambios en la vida judía.
Un grupo de de judíos piadosos encabezados por Iojanan ben Zakay se estableció en la pequeña ciudad de Yabne, no lejos de la destruida Jerusalén, tratando de reconstruir la vida de su desolado pueblo, fortaleciendo los espíritus de los judíos derrotados , desterrados y esparcidos por el imperio. Desde Yabne surgirá el futuro judaísmo, el judaísmo rabínico. Por otra vía, un judaísmo que renuncia a la Ley mosaica y recibe fuertes influencias de la cultura helénica y la filosofía estoica se expandirá rápidamente por el mundo conocido. El cristianismo ingresa rápidamente en la historia e incidirá profundamente en ella.
Pablo: Apóstol de los gentiles
Pablo, judío de la diáspora nacido en Tarso Cilicia, criado en un medio con fuerte influencia helenística, y formado en las tradiciones judías, es el hombre que predica a los gentiles un judaísmo despojado de su Ley, a la vez que transforma la alianza original entre Yahvé y el pueblo judío , depositario de aquella.
Según Jean Guittón (obra citada) Pablo deseaba de todo corazón que sus hermanos tuviesen la misma intuición que él, y que siguiera la misma conducta. En tal caso Israel bajaría el cerco levantado por tanta observancia, habría aceptado a Jesús como Cristo y en éste a Dios.
Sin embargo, continúa Guitton, Pablo advirtió que la historia decidía las cosas de otro modo A juicio del Apóstol, Israel rehusó esa solución. Su Ley la protegió del paganismo pero Israel no ha accedido a elevarla hasta la fe en Cristo. Israel se ha detenido en su evolución. Ha quedado, según el pensador católico como una planta sin flor, como una raíz inmóvil, reducida al papel de testigo. Siguiendo la vieja doctrina de la sustitución para Guitton, el judaísmo sólo podía languidecer con la observancia de Ley y ocupar el rol testigo de la nueva alianza. Evidentemente, cómo veremos, la prognosis de Guitton , fue érronea. La historia del pueblo judío lo desmintió.
Pablo nunca predicó que Jesús el Cristo fuese Dios. En ninguna de sus epístolas hace la menor referencia a lo que se formuló mas tarde como la doctrina trinitaria.
En el espíritu de Pablo luchaban la concepción judía y la helenista, la convicción nacional del Israel y la concepción cosmopolita, la fe severa y la sabiduría griega. En él se reveló la inclinación de la Diáspora judía por el sincretismo religioso, cuyo exponente más ilustre fue Filón.
Pablo comenzó a difundir en el mundo pagano su reelaborado Israel: "No son justos delante de Dios los que oyen la ley sino los que la cumplen, estos serán justificados. En efecto, cuando los gentiles que no tienen ley cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley" , "Como por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte alcanzó a todos los hombres ya que todos pecaron. Así hermanos míos vosotros también quedaréis muertos ante la ley por el cuerpo de Jesucristo, para pertenecer a otro: aquél que resucitó entre los muertos" (De la Epístola a los Romanos).
El apóstol introduce en ésta carta un concepto que dejará una impronta imborrable en la cultura occidental: "Abomina del cuerpo como fuente del pecado, así pues soy yo mismo quien con la razón sirvo la ley de Dios, pero con el cuerpo la ley del pecado"; "Por consiguiente ninguna condenación pesa sobre los que ya están en Cristo Jesús. Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo te liberó de la ley del pecado y de la muerte".
El tema central es el pecado, la carne como fuente del mismo y la redención de esa condena adánica por el sacrificio y pasión de Jesús el Cristo.
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