La minería es considerada por muchos como una actividad que no brinda aportes significativos al proceso de desarrollo de un país y que incluso va en detrimento de la expansión de otros sectores de la economía, sin embargo algunos países han logrado aún con esta actividad adecuados niveles de crecimiento económico. De esta manera no hay argumentos para afirmar que la actividad minera sea favorable o desfavorable para el desarrollo, por lo que su impacto final en el crecimiento económico depende de otros aspectos del país, como la calidad de sus instituciones, idoneidad de su política macroeconómica así como las políticas que adopte en cuanto a la formación de capital humano y el desarrollo tecnológico (Cárdenas & Reina 2008).
La visión de que la minería puede tener un impacto favorable se ha visto promovida gracias a un auge global en materias primas ("commodities") lo que generó el aumento en los precios internacionales de varios metales junto con el incremento en inversión para exploración y explotación por parte de compañías mineras internacionales. Es en este auge en donde América Latina se ha consolidado como la región minera de mayor crecimiento en el mundo y ha sido un destino privilegiado de la inversión minera en medio del dinamismo de los últimos años. En 2001, cuando se iniciaba el auge exploratorio reciente, la región latinoamericana era el destino más dinámico para la inversión minera internacional al recibir cerca de 30 % de los flujos totales, desde entonces los gastos de exploración en la región se han duplicado. Toda esa actividad se ha reflejado en una notable expansión de las exportaciones mineras de la región. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), América Latina fue una de las cuatro regiones del mundo que tuvieron un crecimiento récord de sus exportaciones en 2006, gracias a que tienen la mayor participación de productos de la minería en sus ventas externas. Particularmente Colombia ha sido un destino interesante para las inversiones de las compañías mineras internacionales teniendo en cuenta que hacia el 2008 otros destinos como Chile, Perú y Bolivia se encontraban aparentemente sobre-explotados o presentaron modificaciones en su legislación restándoles competitividad (Cárdenas & Reina 2008).
La presencia de una comunidad internacional más activa en exploración y explotación se vio acompañada con una disminución del rol del Estado quedando poca claridad respecto a la responsabilidad de las empresas mineras en la protección ambiental y en su relación con las comunidades locales. Es generalizada la idea de que el sector minero debe preocuparse por solucionar cualquier potencial efecto negativo que puedan tener ecosistemas frágiles y las comunidades locales, sin embargo los grupos mineros tanto nacionales como internacionales se ven cada vez más involucrados en conflictos mineros ambientales al igual que las comunidades locales son más conscientes de que sufren la mayoría de los impactos negativos de la minería y reciben pocos beneficios, por ejemplo con los pocos puestos de trabajo ofrecidos entre otros de índole sanitaria.
No hay evidencia contundente de que las grandes empresas mineras internacionales decidan realizar sus operaciones en países con bajos estándares ambientales, de hecho la mayoría utiliza la misma tecnología tanto en países en desarrollo como en sus países de origen en donde normalmente sus estándares ambientales están por encima de los locales. Pese a esto se han presentado accidentes aprovechados por los críticos de la minería aunque frente a esto hay evidencias que constatan el respeto en general de los estándares y procesos nacionales e internacionales (McMahon & Remy 2003).
Reconocido por el Ministerio de Minas y Energía (2016), Colombia es un país con tradición minera. Esta actividad ha desempeñado un papel importante tanto en el entorno económico como social teniendo en los últimos años tasas de crecimiento superiores a las presentadas por otros sectores productivos como la silvicultura, la piscicultura y, en algunos casos, las manufacturas.
Este dinamismo de la actividad minera podría explicarse por el aumento que tuvieron los precios internacionales de minerales entre el 2010 y el 2012 y por la legislación colombiana que hizo atractiva la inversión extranjera y nacional en el sector. En esta expansión, minerales como el carbón, el oro y el níquel han hecho que el sector minero colombiano tenga un mayor reconocimiento nacional e internacional. Estos minerales junto con materiales de construcción y esmeraldas aportaron entre 2010-2015 un 19 % en las exportaciones y 16 % de inversión extranjera, esta actividad además genera aportes importantes para la nación en cuanto a impuestos, contraprestaciones y programas sociales.
Cabe resaltar que la actividad minera en Colombia tiene varias escalas y estándares de producción y manejo ambiental. Por un lado, está la minería de pequeña escala, que es la más numerosa cuando se habla de unidades de producción y que cuenta con algunas deficiencias en su desempeño; se trata de una actividad con bajo conocimiento de los recursos y las reservas, lo que impacta negativamente sus procesos de planificación, con elevados costos de producción y transacción así como un limitado uso de tecnología en sus procesos. No obstante esta minería que reúne a los mineros de menores ingresos, cuenta con gran capacidad para generar empleo y en algunos casos, como las esmeraldas, el oro y el carbón metalúrgico, dar valor agregado al mineral explotado.
Otro tipo de proyectos son los de mediana escala de producción: los hay en minerales como carbón en el interior del país, en esmeraldas en Cundinamarca y Boyacá, en cobre en Chocó, en metales preciosos en Antioquia y Caldas; y también de materiales de construcción, arcilla y caliza en varias zonas del país. En estos proyectos se observa un mayor conocimiento de los recursos y reservas, lo que fortalece su planeación minera, cumplen con las normas laborales y de seguridad e higiene minera, efectúan un buen aprovechamiento del mineral y manejan los impactos que se podrían generar en el medio ambiente y su entorno social.
Finalmente, existen grandes proyectos mineros que se realizan bajo las mejores condiciones y estándares técnicos, económicos, ambientales y sociales, los cuales son muy importantes para la economía del país por su generación de ingresos, por su impacto social e impacto regional. Entre ellos se pueden mencionar; los proyectos de carbón a cielo abierto en Guajira y Cesar, que representan el 86.6 % de la producción carbonera del país; el proyecto de níquel en Puerto Libertador (Córdoba), junto a otros que se encuentran en etapa de exploración en Antioquia y Santander (MinMinas 2016).
Ahora bien, no se puede desconocer que en muchas regiones existe la actividad extractiva ilícita cuyos efectos son nefastos para el ambiente, la sociedad y la economía del país: no paga impuestos, regalías, ni las contraprestaciones legales; emplea menores de edad; financia grupos criminales; contamina el medio ambiente y destruye ecosistemas al no cumplir las normas ambientales; explota sin técnicas adecuadas los yacimientos, esterilizando recursos mineros. Además, esta situación le ha hecho daño al sector, pues en muchas ocasiones la comunidad confunde esta actividad ilícita con la minería legal y formal, que se desarrolla con altos niveles técnicos, sociales y ambientales, cumpliendo con la normatividad laboral y tributaria y respetando los derechos humanos (MinMinas 2016).
2.1 Minería ilegal en Colombia
La falta de control del Estado sobre la explotación de los recursos del sub-suelo contrasta con el creciente hallazgo de zonas con potencial de explotación minera. Así se observa una insuficiente gestión pública de los recursos acompañada de una alta demanda por los particulares alentando de esta manera la informalidad. La minería ilegal no solo constituye un quebrantamiento de la ley sino que además irradia efectos negativos en ámbitos ambiental y económico, esta actividad como lo menciona la ONU, torpedea el control y la administración de los recursos del Estado por lo que genera un enorme costo social cada vez que afecta fuentes de empleo, ingresos tributarios y menoscaba la oferta ambiental, vital para la comunidad. En Colombia, es inocultable que la minería ilegal constituye un inmenso porcentaje de las explotaciones que se realizan (Procuraduría General de la Nación s.f.).
Si bien la minería legal no siempre garantiza la inexistencia de efectos negativos, la ilegal no permite establecer medidas que mitiguen, compensen, subsanen y corrijan los impactos generados todo esto dentro del marco de licenciamiento ambiental. Como se mencionó, la minería ilegal tiene efectos negativos en diferentes ámbitos como lo es el económico, político, jurídico, social y ambiental (Procuraduría General de la Nación s.f.). Nos centraremos en este último más adelante.
La minería artesanal frecuentemente utilizada en actividades ilegales, emplea indiscriminadamente el mercurio para separar el otro de otros metales ello gracias a su bajo costo, es fácil de conseguir, rápido y eficaz, sin embargo es peligroso para la salud humana y del ecosistema. El mercurio inorgánico se combina con el oro, se forma una amalgama que posteriormente se somete a temperaturas extremas con fuego evaporándose y contaminando aire, tierra y agua e ingresando al organismo humano. Esta polución de mercurio afecta a los mineros, la población de su alrededor y comunidades distantes debido a que se deposita en cuencas hídricas y es arrastrado hasta el mar para luego incorporarse a la cadena trófica. Además de la amalgamación con mercurio, se emplea lixiviación con cianuro para obtener oro puro, para ello se utilizan piscinas de cianuración en donde el oro es disuelto formando un complejo con el cianuro que luego es precipitado sobre zinc granulado, desde donde es separado por métodos metalúrgicos (López-Bravo et al. 2016).
Desde hace años se hace necesario un equilibrio entre el desarrollo económico y el gasto de oferta ambiental o lo que se conoce como desarrollo sostenible, para ello se hace necesario empoderar al Estado en el control del aprovechamiento y la explotación de recursos, asimismo responsabilizar a los particulares de los abusos que cometan. La actividad minera carente de control se refleja en varios planos, así, el profesor Kitula (como se cita en Procuraduría General de la Nación s.f.) advierte los siguientes problemas:
El daño a la superficie terrestre, la erosión y el efecto nocivo sobre el suelo se traduce en menor productividad, disminución de la biodiversidad y afectaciones en los ciclos naturales como los del agua y procesos ecológicos. La liberación de sustancias tóxicas; la explotación de minas se orienta a la extracción de metales, minerales y elementos orgánicos que si bien están presentes en el sub-suelo, resultan tóxicos cuando superan cierto porcentaje de concentración en el medioambiente perjudicando tanto animales y plantas como a humanos, algunos metales como el cadmio y mercurio, y metaloides como antimonio y arsénico son muy comunes en pequeñas cantidades de manera natural aunque aun así resultan ser altamente tóxicos, mayormente en forma soluble siendo así más fácil la absorción por los seres vivos. Los impactos ambientales producto de las liberaciones involuntarias de las soluciones de cianuro causa la muerte de gran cantidad de biota así como al hombre que consuma dichas aguas. El polvo asociado a la explotación y los niveles de ruido; deterioran el ambiente y constituye uno de los elementos de mayor impacto en la salud de la población. Finalmente, el drenaje ácido de minas; las aguas ácidas generadas por la minería resultan de la oxidación de minerales sulfurados principalmente pirita en presencia de aire, agua y bacterias, la oxidación de la pirita produce ácido sulfúrico y óxidos de hierro que requieren un manejo especial por su potencial lesividad frente al entorno, los malos manejos no solo generan problemas de salubridad sino que perjudica el ambiente devastando progresivamente la vegetación.
3.1 Contaminación con metales pesados
La actividad minera tiene efectos negativos sobre el ambiente en gran parte por la liberación de metales pesados como arsénico (As), cadmio (Cd), cobre (Cu), cromo (Cr), hierro (Fe), manganeso (Mn), mercurio (Hg), níquel (Ni), plomo (Pb) y zinc (Zn) al ecosistema (Fontalvo & Marrugo 2017). Los metales pesados son contaminantes altamente tóxicos capaces de generar efectos adversos en la salud de la población humana, algunos se caracterizan por bio-acumularse y bio-magnificarse en las redes tróficas haciéndose persistentes en los ecosistemas, además, no son degradables (Herrera et al. 2013).
La contaminación del agua por metales pesados ocasionada por vía antrópica y natural está afectando drásticamente la seguridad alimentaria y salud pública (Zhu et al. 2014). Estudios recientes reportan la presencia de metales pesados y metaloides tales como mercurio, arsénico, plomo, cadmio, zinc, níquel, y cromo en hortalizas tales como la lechuga, repollo, calabaza, brócoli y papa (Singh et al. 2010; Chen et al. 2013). Esta contaminación proviene, entre otros causales, del uso para riego de aguas afectadas (Fransisca et al. 2015). De igual manera, se han encontrado metales en diferentes concentraciones en peces, carnes y leche resultado de la bioacumulación y movilidad desde el ambiente a las fuentes hídricas (Singh et al. 2010; Li et al. 2015).
Durante el año 2013 se realizaron 169 muestreos de cadmio, 180 muestreos de cromo y plomo, y 104 muestreos de mercurio (IDEAM 2014); respecto al Hg, según se reporta los valores de concentración más altos se encuentran en el río Marmato, Nechí, Magdalena, Guachal y Coello; respecto al Cd las mayores concentraciones se identificaron en río Negro, río Bogotá y río Cararé; En los ríos Marmato, Bogotá, Cauca la Pintada, Achi y Pinillos se registraron las concentraciones más altas de Pb. En estudios citados por Muñoz-Vallejo y colaboradores (2012), Antioquia produce el 70 % del oro del país, sus municipios Remedios y Segovia son los lugares más contaminados por mercurio en el planeta después de China e Indonesia; mientras que el límite permisible aceptado por la OMS para la exposición al mercurio en el aire es de 1.000 ng/m3, un estudio realizado en 2010 encontró que en los municipios mineros (incluyendo Segovia) los niveles de mercurio se encontraban en un rango de 10.000 a 1"000.000 ng/m3. Una investigación realizada en 2003 obtuvo en Segovia valores de 192.000 a 679.000 ng/m3 demostrándose que el problema empeora con el tiempo.
En los suelos el mayor peligro de los metales pesados reside en su acumulación por las plantas y la transferencia a los animales incluido el hombre (Liu et al. 2013). En general, la distribución de metales pesados en los suelos es un fenómeno complejo que se ve influenciada por factores como el potencial de óxido-reducción, el pH, el contenido de materia orgánica, la capacidad de intercambio catiónico, el nivel de las aguas subterráneas y sus fluctuaciones, entre otros (Galán & Romero 2008; Jordanova et al. 2013). El establecimiento de una cubierta vegetal es uno de los métodos más ecológicos y menos costosos de recuperar suelos afectados por actividad minera, dentro de los nuevos métodos emergentes está la fitorremediación, definida como el conjunto de técnicas que hace uso de especies vegetales para retirar o dejar en formas inocuas los contaminantes en el suelo (Brown et al. 1994). El primer paso para la aplicación de esta técnica es la selección de las especies de plantas más adecuadas para los metales presentes y las características del reemplazamiento (Pérez-Esteban et al. 2013).
3.1.1 Fitorremediación
La fitorremediación de suelos contaminados se basa en el uso en conjunto de plantas, enmiendas del suelo y técnicas agronómicas para eliminar, retener o disminuir la toxicidad de los contaminantes del suelo (Chaney et al. 1997). Entre las fitotecnologias se distinguen: fitoextracción, se utilizan plantas acumuladoras de elementos tóxicoa o compuestos orgánicos para retirarlos del suelo mediante su absorción; fitoestabilización, las plantas son utilizadas para reducir la biodisponibilidad de los agentes contaminantes mejorando las propiedades físicas y químicas del medio; fitoinmovilización, se utilizan las raíces de las plantas para la fijación o inmovilización de los contaminantes en el suelo; fitovolatilización, las plantas eliminan los contaminantes del medio mediante su volatilización así como para eliminar contaminantes del aire; fitodegradación, se utilizan las plantas junto con microorganismos para degradar contaminantes orgánicos; rizofiltración, las raíces son empleadas para absorber contaminantes del agua y de otros efluentes acuosos (Carpena & Bernal 2007).
Las distintas especies de plantas presentan diferentes niveles de tolerancias a los metales pesados dependiendo del tipo de metal, eficiencia de absorción, traslocación y secuesto (Delgadillo-López et al. 2011). Las fases para la incorporación y acumulación de metales pesados son las siguientes (Navarro-Aviñó et al. 2007): transporte de los metales pesados al interior de la planta y a las células, la raíz constituye el tejido de entrada principal y se da por flujo masivo o intercambio catiónico; una vez dentro de la planta los metales son secuestrados o acomplejados mediante la unión a ligandos específicos, entre los quelantes producidos por plantas se encuentran ácidos cítrico, oxálico y málico, aminoácidos como histidina y cisteína, y dos péptidos, fitoquelatinas y mealoteínas; la última fase involucra la compartimentalización y detoxificación en donde el complejo ligando-metal queda retenido en vacuolas.
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Autores
Daniel Felipe Morales
Daniela Villamizar Soto
Julián Clavijo Bustos
Lisney Lucciana Arias Román