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Historia de los medios en la Argentina

Enviado por gs_1969


    El primer problema que se me presentó al comenzar a elaborar el presente texto, fue cómo comenzarlo. Puede parecer un problema menor, ya que en otro contexto y con un tema más acotado hubiese sido hasta un pensamiento banal. Sin embargo este problema, dentro de las características específicas de nuestra consigna, no es ni menor ni banal, ya que elegir un determinado comienzo es también elegir un camino que signará todo el texto.

    Reflexionando bastante sobre el asunto concluí (esto no es ninguna novedad) que cuando se hace historia mediática se está haciendo historia cultural. Y que hablar de ‘historia cultural’ es hablar de dos términos (historia y cultura) profundamente ligados a posturas ideológicas, a diferentes visiones, a diferentes formas de abordaje, etc. Por lo tanto llegué a la conclusión de que el comienzo y las diferentes formas de encarar la sinopsis no estaban ‘prefijadas’ por la consigna sino que hay varias formas de comenzar y de iluminar las historias mediáticas y sus relaciones.

    Entonces, someramente explicitaré el futuro derrotero a seguir. Tomaré como eje transversal el medio gráfico a nivel nacional, porque es el que más me atrae (aunque no es menos falso que es sobre el medio que más hincapié hizo la cátedra). Desde allí entablaré las relaciones con la historia de los otros medios a nivel nacional y mundial.

    La historia del medio gráfico nacional comienza a formalizarse a comienzos del siglo xix, con la Revolución de Mayo. Sin embargo este comienzo se relaciona con el comienza de los medios gráficos franceses e ingleses a fines del siglo xviii y comienzos del xix. (v. Rivera, 1998)

    Los grandes cambios tecnológicos producidos por la Revolución Industrial vinculados a las artes gráficas, al mismo tiempo que los grandes cambios estructurales (los primeros cambios en el pasaje del modo de producción feudal a los inicios del capitalismo, el florecimiento de la Ilustración, luego la Revolución Francesa, el ascenso de la burguesía, etc.) dieron lugar al desarrollo de la prensa y la literatura, sobre todo en Francia e Inglaterra. Así aparecen las primeras publicaciones y una nueva figura en escena: el periodista. Los dirigentes jacobinos de la Revolución Francesa, comenzaron a publicar los primeros periódicos modernos.

    Aquí, en el Río de la Plata, la Revolución de Mayo nace bajo la impronta de la Ilustración y de la Revolución Francesa, por lo tanto la situación material e ideológica de la prensa comienza a tomar un fuerte impulso a partir de 1810. Se modernizan las imprentas, nacen otras nuevas, se comienza a dar prestigio a la palabra impresa. Algunos ejemplos serán La Gaceta de Buenos Aires, de Mariano Moreno, los periódicos como El Censor, Mártir o Libre, El Independiente, Los Amigos de la Patria, El Grito del Sud, etc. Sin embargo estas primeras publicaciones tenían también su reflejo en la prensa inglesa de esa época, donde los periodistas eran los políticos de esa época, que más que escribir predicaban, enseñaban, adoctrinaban… (v. Rivera, 1998).

    Tanto en Inglaterra como en Francia, la revolución industrial y el ascenso de la burguesía opera como motor de cambio del periodismo gráfico dando origen a los nuevos diarios y a la profesión del periodista, a las agencias de noticias, los corresponsales y fundamentalmente la separación entre los periódicos -abocados a la noticias- y las revistas -más dedicadas al análisis político-literario-. (v. Ford, s/a).

    Mientras tanto en nuestro país, o proyecto de país, se estaban organizando las primeras imprentas, se comenzaban a fijar los primeros temas importantes para la discusión cultural, como la creación de imprentas y bibliotecas, las academias, la educación, etc. Esto siempre bajo la influencia de la Ilustración europea. Los escritores y protoperiodistas todavía se dedicaban a otras profesiones que les remitieran ingresos y en segundo plano a escribir.

    Con el auge del romanticismo (en las primeras décadas de 1800 en Europa y en América un par de décadas después) comienzan a publicarse obras periódicas ilustradas, generalmente semanales, (las primeras revistas) donde ya no se hace hincapié en la noticia sino que se permiten la licencia de incluir obras de teatro, literarias, noticias sociales, ilustraciones litográficas y el género más importante: el folletín (aunque sabemos este género tiene casi dos siglos de existencia, tendrá en el siglo xix un auge y un desarrollo nunca experimentado). Este género será hegemónico hasta entrado el siglo xx, cuando sea reemplazado por la historieta o cómic. (v. Rivera, 1994)

    Los orígenes europeos de la prensa ilustrada no son tan lejanos de los nuestros. En 1835 Rivera Indarte crea el primer periódico ilustrado de Buenos Aires: El Diario de Anuncios. (v. Rivera, 1998). Luego llegarán Museo Americano de ese mismo año, que era un semanario ilustrado editado por el suizo César Bacle, quien instaló en Buenos Aires, el primer taller de litografía hacia 1928, y La Moda, 1837, la primer revista que incluye en sus páginas la frivolidad como tema, aunque de todas formas sigue el estilo de la Ilustración, con sus notas de marcado enciclopedismo. Alberdi fue uno de sus ilustres integrantes.

    De todas formas Europa y ee.uu. continuaban llevando la delantera, en adelantos técnicos, mediáticos y estilísticos. El crecimiento poblacional, la creciente instrucción y poder adquisitivo hacen del público letrado un mercado más que apetecible tanto en Francia, en Inglaterra como en ee.uu. Por eso comienzan a partir de la tercera década del siglo xix a florecer lo que se llamó la prensa sensacionalista, dando lugar a temas policiales, crímenes espectaculares, el relato detallado de hechos reales, etc. (v. Ford, s/a). Este tratamiento y popularización de la prensa junto con las innovaciones técnicas como la prensa rotativa y luego los linotipos, junto con la fabricación cada vez más barata de papel, permitirá el nacimiento de los grandes imperios periodísticos como los de Pulitzer y de Hearts.

    En el Río de la Plata, dentro de una coyuntura política conflictiva, una guerra civil y la nueva organización nacional, dará lugar a un tipo de relación política facciosa que también determinará la forma de la prensa hasta principios del siglo xx, esta prensa de facciones conservadoras dará origen a dos diarios fundamentales en la historia de los medios gráficos: La Prensa (de José C. Paz) y La Nación (de Bartolomé Mitre), estos dos medios matutinos serán por mucho tiempo los medios hegemónicos de transmisión de noticias y manejo de la opinión pública. Presentando una permanente tensión entre ambos, adscribiendo alternativamente al modelo americano moderno, o al modelo francés. (v. Saitta, 1998)

    Pero ya para 1870 el mundo había logrado varios cambios tecnológicos y habían nacido otras relaciones entre nuevas tecnologías y comunicación mediática. La palabra escrita no era lo único que el público quería ver, hacía tiempo que las imágenes informaban tanto como la palabra, desde que en 1831 Louis Jacques Daguerre había inventado la forma de plasmar imágenes sobre una plancha metálica bañada en yoduro de plata. Este será el comienzo de un siglo de innovaciones técnicas hasta la incorporación definitiva de la fotografía como un medio de expresión e información. Hubo intentos y mejoramientos del procedimiento de Daguerre, pero el último cambio fundamental fue la creación de la película de celuloide creada en 1889 de George Eatsman que puso fin al daguerrotipo para dar lugar a la fotografía moderna. (v. Microsoft Corporation, 1998).

    Sin embargo las fechas y las evoluciones cronológicas de los dispositivos técnicos poco nos dicen de su desarrollo concreto, de sus concretas inserciones o de sus propios tiempos de evolución. En el caso de la fotografía, nos encontramos con que el género más utilizado por la prensa, fotoperiodismo, había sido inaugurado mucho antes del nacimiento de la fotografía. Como cuenta Rivera, en "Antepasados de la fotografía. Pintores periodistas", (v. Rivera, 1997) la fotografía periodística ya tenía un nicho de aplicación antes de haber siquiera nacido. Los pintores del siglo xviii y principios del xix, ya pintaban sucesos importantes, generalmente hechos sensacionales o fuertemente emotivos (muertes de célebres, fusilamientos masivos, etc.). El fin tenía un fuerte carácter informativo. Aquí, en el Río de la Plata, cuando ya estaba instalada la fotografía, aun se continuaba haciendo, como el caso del cuadro Episodio de la Fiebre Amarilla, del uruguayo Juan Manuel Blanes. Famosas fueron las primeras imágenes fotográficas de la Guerra de Crimea, del inglés Roger Fenton en 1855. Aunque en general esto fue aislado, pues los primeros fotógrafos se dedicaron, en un principio a fotografiar paisajes, naturalezas muertas o retratos, sin encontrar, hasta pasada la mitad del siglo un lugar dentro de los medios informativos o periodísticos. En este sentido me parece interesante la reflexión de Rivera acerca del descubrimiento de la noticia y en especial de la ‘mala noticia’ (el sensacionalismo) hecho por la pintura mucho antes que lo pudiera hacer la fotografía.

    Como vemos la palabra escrita y la imagen no siempre fueron juntas, sobre todo porque las limitaciones técnicas y las diferencias de códigos muchas veces hacían que las relaciones no fueran tan simétricas como las conocemos ahora.

    La llegada de formas modernas de composición tampoco cambiaron la historia en forma inmediata. Los periódicos de finiseculares hasta entrada la primera década de nuestro siglo continuaban componiendo sus portadas sin aprovechar todas las posibilidades técnicas de composición. Encontramos que diarios de gran tiraje como La Prensa y La Nación, no incluyen todavía, grandes titulares o fotografías en sus portadas.

    Sin embargo, para completar este desarrollo histórico mediático nos faltan todavía dos procesos tecnológicos fundamentales que serán el eje del cambio del código perceptivo que signará al siglo xx. Claro estamos hablando del nacimiento de la radio, creada a partir del desarrollo tecnológico descubierto por Guglielmo Marconi en 1896, al inventar la telegrafía sin hilos. El objetivo de la telegrafía sin hilos fue en un principio acompañar, en plena etapa de los imperialismos, el desarrollo económico de las grandes potencias marítimas, y apoyar estratégicamente el desarrollo de las relaciones beligerantes de estas mismas potencias en su afán de dividirse el mundo (v. Bosetti, 1994). Pero Sarnoff, un ingeniero en radiotelefonía de la empresa de Marconi, vio la posibilidad de que la radio no tenga solo una fin sino que pueda pensarse como parte de un proyecto comercial y comunicativo más amplio, esto daría lugar a las transmisiones culturales.

    En la Argentina (desde la primera transmisión de la ópera Parsifal de Wagner lograda por Susini en 1920) también recorrió el modelo europeo y americano de corte educacional-cultural, pero en 1927, con la compra de Radio Belgrano por parte de Jaime Yankelevich comenzarán a aparecer al aire los primeros shows radiales y el entretenimiento popular (v. Bosetti, 1994).

    También a fines de siglo, en 1895, nace un medio que cambiará definitivamente la percepción, la difusión de la cultura y los conceptos de comunicación. Desde la presentación del colosal invento de los hermanos Lumière en el salón del sótano del Grand Café de París, donde el corto "La llegada de un tren" provocó el pánico en los espectadores, hasta la primera presentación del film en Buenos Aires, en el teatro Odeón (en 1896) sólo había pasado un año. Esto nos muestra que contrariamente con lo que sucedía con los desarrollos desiguales de los otros medios el cine no estará tan desfasado en tiempo ni en desarrollo (por lo menos hasta los años ’30 o ’40).

    Aunque cabe destacar que el cambio fundamental del medio cinematográfico operará no sólo a nivel perceptivo sino a nivel mediático en los demás dispositivos. La fotografía no volverá a ser la misma a partir del nacimiento de la imagen en movimiento. El pasaje de la imagen estática, propia de la iconografía y del retrato pictórico, a la dinámica de la figura, diferenciada del fondo, son obra, seguramente, del desarrollo de los planos, primeros planos y del montaje, propios de la enunciación cinematográficas, que tendrá como pioneros a Griffith y Eisenstein. (v. Rivera, 1994, Schnitzer y otros, 1974). En la Argentina, como decíamos, el cine llegó muy pronto, en relación a los otros adelantos tecnológicos anteriores, y sus pioneros, sin duda fueron Eugenio Pastor y Eustaquio Pellicer, quienes organizaron la primera muestra de cine en el teatro Odeón y Eugenio Py, que fue el primero en realizar una filmación, en 1897, con una máquina de la Casa Lepage, que fue el primero en importar la cámara Elgé, similar a la de los hermanos Lumière (v. Martín, s/a).

    Además, el cine, fue un importante motor del cambio en las concepciones de los escritores y dramaturgos quienes hicieron interesantes adaptaciones de obras de teatro o folletines. Vale nombrar a Gonzáles Castillo con su adaptación de "Juan Moreira", para el film de Mario Gallo, o el de "Nobleza Gaucha". También las adaptaciones de Hugo Wast, sobre todo "Federación o muerte" (1919) dirigida por Gustavo Carballo basada en el folletín que se publicaba en PBT. Otras incursiones relevantes fueron las de Horacio Quiroga y Manuel Gálvez, que intentaron crear una productora cinematográfica, aunque el proyecto fracasaría por no conseguir el financiamiento económico.

    El caso de Quiroga es, especialmente interesante, porque fue uno de los primeros escritores-periodistas en dedicarse a la crítica cinematográfica, un género nuevo en las publicaciones periódicas de la época (Caras y Caretas, Atlántida, El Hogar) aunque, poco tiempo después, se convertiría en una sección más de los periódicos.

    Tanto el cine como la radio modificarían fundamentalmente las concepciones hasta entonces conocidas, pero los tiempos políticos del país serían un serio determinante de la popularización de algunos medios, como los periódicos vespertinos y los magazines modernos (al estilo europeo, pero con algunas modificaciones contextuales). Un ejemplo de esto será sin duda Caras y Caretas, que elige una novedosa fórmula, la de incluir historietas, viñetas costumbristas y otros géneros periodísticos como la entrevista. Además de la composición más novedosa, la publicación ingresa en un terreno interesante, la crítica política.

    Cuando hablamos de la coyuntura política de principios de siglo, estamos teniendo en cuenta a la generación modernista, a las nuevas formas de relación social producida por el ingreso de actores sociales nuevos como el proletariado urbano, a la democratización educativa producida por la generación del ’80 en su afán de homogeneizar la gran masa de inmigrantes europeos del último cuarto de siglo xix. Estamos hablando también del ingreso a la vida política del socialismo y el anarquismo y de la ucr, primer partido burgués no faccional que, a pesar de su compleja conformación, fue el primero en plantear concretamente el fin del fraude conservador, impulsando desde su lugar opositor la Ley de Sufragio universal y el ingreso a la vida política de una gran masa -con altos niveles de instrucción- que exigían participar de la vida política. Está coyuntura política permitió seguramente la creación y nacimiento de nuevas publicaciones con formato magazine y también con estructura periódica.

    En este terreno es imposible eludir el cambio significativo provocado por Natalio Botana con Crítica que en 1913, (un año después de la Ley Saenz Peña) sale a la calle a competir por un espacio entre los diarios vespertinos. Crítica, según Saitta, nace como un diario que, a pesar de tener un discurso de independencia de los partidos políticos, tiene un fuerte posicionamiento conservador y antipopular. Pero su innovación más importante fue la gran utilización del titular de gran cuerpo, el hincapié constante en la noticia policial, situándose en un lugar sensacionalista muy marcado. Aunque en los finales de la década del ’10 y el principio de la década del ’20, las transformaciones eran muy grandes, lo que permitían esta suerte de hibridación de sensacionalismo e intelectualidad, que podía convivir en un medio. Más tarde incluso una década después, Botana, le entregará a Petit de Murat y a Borges el suplemento de los sábados que tendrá un sesgo intelectual pero haciendo permanentes concesiones a la cultura popular.

    Este hincapié en las concesiones permanentes a lo popular llaman la atención por el origen y posterior derrotero de Borges y Petit de Murat, ya que ambos provenían de la vanguardia artepurista de los años ’20, es decir el Grupo Florida (que había editado la revista Martín Fierro). Este grupo modernizador había aportado las innovaciones de utilizar en su publicación el tamaño tabloid, tematizando una gama muy amplia de fenómenos expresivos que van desde la arquitectura hasta el jazz. Buscando permanentemente la originalidad expresiva, la supremacía de la forma por sobre el contenido y el alejamiento de cuestiones banales como la política. Sin embargo, contradictoriamente, el grupo se separa por cuestiones políticas (el apoyo o no a la segunda candidatura de Yrigoyen).

    Meridionalmente opuesto se encontraba el Grupo Boedo, con fuerte compromiso político de izquierda. En su seno se encontraban escritores de no menor importancia que en el Grupo Florida. Aunque con menos desenfado y más comprometidos, el caso de Roberto Arlt se transforma en paradigmático, puesto que nos obliga a dudar (con el beneficio de la perspectiva que nos da el tiempo) si estas divisiones y clasificaciones no son demasiado rígidas o solo son formas de encuadrar el clima confuso de la época.

    Por último, y sabiendo que esta síntesis es incompleta y caótica, (aunque como decíamos al principio, todas los son), me gustaría referirme a un tema interesante que es algo que trasciende hasta nuestros días. En los comienzos de la radio, más específicamente en su época comercial a fines de la década del ’20, se comienza a organizar la programación con el criterio utilizado en la literatura, las revistas y hasta las publicaciones periódicas, de acuerdo al género. Bosetti habla de los géneros radiales y los divide en cinco: los programas humorísticos, los programas musicales, los programas deportivos y los informativos. Por último los radioteatros. Que tenían su origen en el folletín y en la obra costumbrista.

    Me parece interesante pensar cómo esta suerte de homogeneización de géneros fuertes en la programación radial pervive hasta nuestros días sin demasiados cambios. Excepto por un género importante que es el magazine matutino, nacido como una nueva forma de cohesión de diferentes géneros: el informativo, el musical, el radioteatro, etc.

    Tanto la radio, cómo los demás medios estudiados, han pasado por un proceso de instauración social, donde comienzan a aparecer las primeras relaciones entre emisiones radiales y oyentes. Bosetti plantea los cambios lingüísticos que genera la radio, cambiando el vocabulario cotidiano, puesto que a partir de fines de la década del ’20 y hasta los años cincuenta será la radio será el medio hogareño hegemónico. Por ejemplo la utilización de palabras como sintonizar (utilizada metafóricamente en la vida cotidiana para preguntar si el otro nos entiende) , estar en la misma frecuencia (más de nuestra época por las fms), cambiar de dial (para cambiar de tema), etc. refleja sin duda como el medio opera un irremisible cambio en la vida cotidiana. Lo harán también los programas humorísticos y las publicidades, extendiendo su penetración social hasta ahora.

    Para finalizar quiero detenerme en este último análisis. Cuando los medios se van instalando socialmente lo hacen siempre con diferentes tiempos y diferentes niveles de penetración social. Esta instauración mediática se realiza conforme a dos limites dialécticamente relacionados: las posibilidades tecnológicas y las posibilidades perceptivas (de codificación) social. Muchos cambios mediáticos no se pudieron realizar puesto que aunque estaban dadas las posibilidades tecnológicas no había posibilidades receptivas y viceversa. Esto ocurre con los cambios producidos en la prensa y en el nacimiento de los géneros de los medios gráficos, ocurre con el cine, la radios y sus géneros específicos. Pero también sabemos, lo hemos visto, que un nuevo medio puede generar un cambio perceptivo y a su vez este cambio permite cambios en otros medios. Por ejemplo el cambio perceptivo operado por el cine (imagen en movimiento) sobre la enunciación fotográfica, la profundización del campo y las diferenciaciones entre fondo y figura. Al mismo tiempo dando lugar a integrar imágenes en los medios gráficos que todavía no habían reconocido que la cultura letrada había caído significativamente en pos de dar lugar a una cultura visual y luego audiovisual.

    Bueno el espacio, definitivamente, no me alcanzó. Borré muchos párrafos de análisis, lo cual se nota en el "estilo colage" del presente texto. De todas formas está bien que sea así, porque como decíamos al principio toda historia cultural es ante todo un recorte arbitrario, ideológico e individual. Bien este es mi modesto recorte, se que han quedado afuera infinidad de elementos respecto de los medios gráficos, de la función del periodista, de los cambios producidos por los adelantos tecnológicos en la composición, de algunas relaciones mediáticas con la Primera Guerra, etc. etc., etc.

    Espero que haya cumplido con algunos de los objetivos propuestos por ustedes, en mi caso este último trabajo me dio una perspectiva (que no tenía) acerca de la intrincada relación entre medios y vida cotidiana, de vida cultura, de historia cultural. Reflexionando sobre esto pensaba que seguramente ninguno de nosotros es el mismo que hubiera sido de no haber existido el cubismo, el montaje cinematográfico, la publicidad radial o el fútbol visto desde la tv. Quiero decir que los medios, nuestra historia cultural, nos condiciona profundamente: nadie verá jamás una construcción o un cartel publicitario de la misma forma que se veía antes del cubismo, tampoco nadie verá jamás un partido de fútbol, de la misma forma que lo hacía antes, después de Fútbol de Primera.

    Buenos Aires, 25 de junio de 1999

    Gustavo Sotolano

    Bibliografía

    Bosetti, Oscar (1994). Radiofonías. Palabras y sonidos de largo alcance, Buenos Aires: Colihue.

    Ford, Aníbal (s/a). "Literatura, crónica y periodismo" en Capítulo Universal Nº 39. Buenos Aires: CEAL. (Editado en Documento de la Cátedra Nº3, del primer cuatrimestre de 1999).

    Martín, Jorge Abel (s/a). Cine Argentino. Historia, documentación, filmografía. Buenos Aires: Cine Libre.

    Microsoft Corporation, (1998), Enciclopedia Encarta 99 (2 CDs)

    Rivera, Jorge (1995). El periodismo Cultural. Buenos Aires: Paidós.

    Rivera, Jorge (1998). El escritor y la industria cultural. Buenos Aires: Atuel.

    Rivera, Jorge, (1994) Postales electrónicas. Buenos Aires: Atuel.

    Rivera, Jorge, "Pintores Periodistas" en El país cultural. (Montevideo), 21 de marzo de 1997, pp. 7. (En documento de la cátedra Nº3, primer cuatrimestre de 1999)

    Saitta, Silvia (1998) "La arena del periodismo" en Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

    Schnitzer, Luda, Schnitzer Jean, Martin, Marcel (1974). Cine y revolución. El cine soviético por quienes lo hicieron. Buenos Aires: Ediciones de la flor.

    Palabras claves: Historia -Medios – Argentina – Diarios – Revistas – Radio

    Resumen: HISTORIA DE LOS MEDIOS EN LA ARGENTINA Sinopsis El trabajo elabora una sinopsis histórica de los medios de comunicación en, la Argentina, durante los siglos XIX y XX (llegando como mínimo hasta 1930). Trabaja comparativamente los aspectos nacional y mundial, y relaciona los factores socio-políticos, económicos, tecnológicos y culturales del proceso, así como posibles influencias, competencias etc. entre las distintas tradiciones mediáticas. El trabajo es de análisis, y no una yuxtaposición de textos. Incluye, al menos los siguientes elementos:

    a) Períodos macrohistóricos y el modo en que afectaron al proceso mediático. b) Génesis y desarrollo de la prensa moderna, la radio, el cine, la fotografía y las revistas. c) Algunas particularidades de los géneros propios de la modernización (folletín, sensacionalismo, radioteatro, por ejemplo)

     

     

    Autor:

    Gerardo Sturzen