- Resumen
- Socialización. Apuntes para una definición
- Atención a menores con trastornos de conducta en nuestro país. ¿Cómo funciona?
- Lo comunitario como cualidad del vínculo social en los procesos de socialización de menores con desviación de la conducta
- Bibliografía
Este trabajo tiene como finalidad investigar las problemáticas que se dan en el proceso de socialización de adolescentes con trastorno de conducta y a la escuela como agente de socialización, la cual tiene como sujeto objeto de investigación a los estudiantes y profesores de la escuela La Edad de Oro de la Provincia de Cienfuegos.
Para ello se analizó la integración como fin de los procesos de socialización y la prevención social como medio para corregir procesos de reproducción de la antisocialidad y la delincuencia, los cuales traen aparejado la propagación de un modo de vida contrario y antagónico a la sociedad, que pueden transmitirse de generación en generación.
Donde lo comunitario como cualidad del vínculo social en los procesos de socialización promueve la integración social no desde lo homogéneo, sino teniendo en cuenta la diversidad proveniente de una diferenciación estructural de cada particularidad involucrada y de sus manifestaciones individuales.
Asimismo en el Capítulo III, a través de la metodología del Autodesarrollo Comunitario (MAC) se estudian los elementos que caracterizan el tratamiento preventivo dado por la escuela a sus estudiantes para promover procesos de integración donde mediante la intervención comunitaria se pudo constatar que el tratamiento no comunitario de sus procesos preventivos es la condicionante Fundamental que limita la integración social de sus estudiantes al reproducir procesos de asimetría social.
Palabras claves: proceso, socialización, integración, social, escuela, agente, adolescentes, trastornos, conducta.
Desarrollo
Este capítulo hace referencia al proceso de socialización, para ello se considera pertinente precisar qué se entiende por socialización. A continuación, se presentan algunas definiciones que aportan elementos sustanciales para comprender este proceso.
La socialización no es más que el aprendizaje, la adquisición e interiorización de pautas sociales y culturales que persisten en el desarrollo integral de los miembros de la sociedad. Mediante este proceso la persona adquiere la facultad de actuar de manera congruente dentro del medio social al que pertenece. Veamos a continuación como lo definen algunos estudiosos del tema.
"La socialización es un proceso que ontogenéticamente permite la inducción amplia y coherente del sujeto en la sociedad o en un espacio o sector de este. De modo general es concebida como asimilación, internalización activa de lo social y en la misma medida se personaliza e individualiza[1]
Esta autora refiere que la socialización es considerada como el proceso a través del cual los individuos aprenden e interiorizan normas, valores y formas de percibir la realidad, proporcionándole capacidades para desempeñarse de forma satisfactoria en la sociedad. La socialización es concebida como un proceso de gran trascendencia para los individuos y la sociedad, contribuye al fortalecimiento de patrones culturales de los miembros de los distintos grupos que integran una sociedad dada, en aprendizajes transmitidos de generación en generación , los cuales desarrollan las potencialidades y habilidades de los individuos que la conforman.
Vasallo (2005) al plantear que la socialización es un proceso bidireccional, se refiere a que, por una parte está toda la influencia social que se ejerce sobre el individuo y por la otra la recepción y reproducción activa por parte del hombre. Por ello el sujeto en su medio interioriza y se expresa en su actividad social a través de valores, orientaciones, habilidades y disposiciones propias, permitiéndole integrarse en la vida social y establecer vínculos sociales necesarios para ello.
El proceso de socialización es aprendido por los sujetos mediante un modelo interno o una matriz de aprendizaje psicosocial, el cual puede resultar enriquecedor, propiciatorio del crecimiento personal, la autoestima y la identidad o provocar todo lo contrario. Esto dependerá en gran medida de las características del estilo o modelo que haya constituido el sujeto con su realidad. De este modo se identifican dos modelos o estilos de aprendizajes, el tradicional que se manifiesta cuando el conocimiento se erige en símbolo de poder y otorga al que lo posee la posibilidad de ejercerlo, la situación de aprendizaje se torna asimétrica.
El aprendizaje se organiza desde la pasividad y el no cuestionamiento. Se generan sujetos pasivos, repetitivos y acríticos con poca capacidad de realizar cuestionamientos ante situaciones de crisis. Por otro lado se encuentra el modelo alternativo, cuando el aprendizaje es concebido como espacio de pluralidad, un proceso de alternativas múltiples, donde los sujetos en igualdad de conocimiento tienen espacio a la diferencia, al cuestionamiento y el sujeto del aprendizaje tiene un lugar protagónico y activo, los cuales son capaces de problematizar situaciones de conflictos arribando a soluciones viables para la circunstancia. Estos modelos o estilos de aprendizajes se constituyen en los distintos ámbitos de interacción de los sujetos en su vida cotidiana, insertos en el amplio y abarcador proceso de socialización[2].
En sentido general, lo planteado por la autora está relacionado con la gran influencia que ejercen estos estilos de aprendizaje en el proceso de socialización de cada individuo. De prevalecer el método tradicional se mostrarán en ellos conductas repetitivas, asumidas por la experiencia histórico cultural que le proporciona el medio familiar, impidiéndole ser un sujeto activo, capaz de buscar alternativas en la solución de problemas, que afectarían su incorporación a la sociedad. De estar presente el estilo alternativo, se alcanzarían logros, introduciendo opciones en su forma de actuación social y adquiriendo mayores resultados en su vida.
1. 2 Tipos de socialización
A continuación presentaremos los tipos de socialización desde los cuales puede ejercerse este aprendizaje del que hemos estado hablando hasta ahora.
Socialización primaria: Es la primera por la que el individuo atraviesa en su niñez, por medio de ella se inserta en la sociedad. Se da en los primeros años de vida y remite al núcleo familiar; se caracteriza por una fuerte carga afectiva. La socialización primaria termina cuando el concepto del otro generalizado se ha establecido en la conciencia del individuo.
Al respecto refieren Berger y Luckman (1972) que en esta etapa la identificación con el otro portador del conocimiento garantiza el aprendizaje. El niño interioriza su mundo cotidiano tal y como se le haga llegar. De ahí la gran importancia de lo que se trasmite en esta etapa y del modo en que se articule y propicie el aprendizaje, serán los estilos de aprendizaje y relación que se constituyan desde la más temprana edad. Aquí aparecen las primeras normas que regulan la vida del sujeto y que le permiten subsistir en su medio.
Socialización secundaria: Es cualquier proceso posterior que induce al individuo ya socializado, a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad. Es la internalización de submundos (realidades parciales que contrastan con el mundo de base adquirido en la socialización primaria) institucionales o basados sobre instituciones. El individuo descubre que el mundo de sus padres no es el único. La carga afectiva es reemplazada por técnicas pedagógicas que facilitan el aprendizaje. Se caracteriza por la división social del trabajo y por la distribución social del conocimiento. Uno de los momentos claves en el desarrollo de los adolescentes es específicamente la socialización secundaria de los sujetos. En este período el individuo se prepara para cumplir determinados roles sociales, propios de la vida adulta, ya que este proceso induce al adolescente a abordar nuevos sectores del mundo objetivo de la sociedad en que se desarrolla, además, deberá regular su comportamiento de manera tal, que alcance una competencia adecuada ante las exigencias que se encuentran en el medio en que se desenvuelve.
Socialización terciaria: Proceso de readaptación y reapropiación que deben experimentar los sujetos ante cambios radicales y profundos en sus condiciones de vida (Martín, 2006, p.18).
No es objetivo de la tesis profundizar en este tipo de socialización ya que esta no ocurre en todos los sujetos, sino solo en aquellos que viven durante un largo periodo de tiempo reclutados, que van a la guerra o deciden vivir en otros escenarios bien diferentes al suyo, lo cual requiere todo un reaprendizaje en cuanto a normas, valores, culturas y a veces incluso idioma, pues sus referentes cognitivos dejan de ser efectivos para esa nueva realidad.
1.2.1 Agentes de socialización
En el proceso de socialización existen diversos agentes o ámbitos, que desempeñan un papel de mayor o menor importancia según las características peculiares de la sociedad, de la etapa de vida del sujeto y de su posición en la estructura social. Entre ellos se encuentran la familia, la escuela como institución, los grupos de coetáneos o iguales, los medios de comunicación social y otros grupos secundarios. A continuación profundizaremos en ellos:
La familia: Constituye la célula básica de toda sociedad. Además ella adquiere un valor de refugio, responsabilidad, de canalización de necesidades afectivas entre otras. La familia es la principal reproductora de las relaciones sociales y constituye el determinante primario en la creación de la subjetividad de los sujetos.
"Es considerada el primer grupo humano con el que se relaciona el hombre desde su nacimiento, a la cual se le atribuye la más importante función socializadora, por la influencia que ejerce desde edades muy tempranas. Es en la familia donde se moldean las primeras orientaciones al niño, donde recibe las primeras influencias del mundo" (Vasallo, 2005, p. 9).
Por su parte, Navarrete (1987)[3] refiere que en el marco familiar se va moldeando el estilo de relación con los otros, precisamente en el desarrollo del quehacer cotidiano de la vida, en Vasallo (2005).
Entre las funciones socializadoras de la familia se halla la relación afectiva y el control familiar. Dentro de la relación afectiva es importante el carácter de los vínculos afectivos, de la comunicación entre padres e hijos. Las deficiencias en la relación con los hijos pueden conducir a desajustes emocionales que pueden incidir significativamente en la aparición de conductas desviadas.
Otra importante función que integra las demás, es la educativa, ella comprende entre otros, los métodos educativos que se emplean para formar al individuo. Los métodos educativos permiten ejercer la autoridad sobre el sujeto en su proceso de educación, se reconocen varios tipos: impositivo, permisivo, inconsistencia, racional y negligente. Los mismos consisten en:
Impositivo: Se utiliza la fuerza, moral o física del otro, para que asuma el comportamiento que se le exige, sin que medie un conocimiento de las posibilidades con que cuenta para hacerlo y sin explicarle el por qué es necesario que se conduzca así.
Permisivo: Es la ausencia total de la autoridad que sirva para establecer límites y contener el comportamiento del sujeto dentro de los cauces exigidos, institucional, grupal o socialmente. Se caracteriza por el enunciado o pronunciamiento de la exigencia, pero sin el respaldo autoritario real para que el sujeto cumpla, aún cuando se le puede explicar el por qué del mismo.
Inconsistencia: Es el uso de los dos métodos anteriores en diferentes momentos y ante una misma circunstancia. También se incluye la poca sistematicidad en el control del
cumplimiento por parte del sujeto de lo exigido. Por una parte se le pide con imposiciones, agresiones físicas y verbales, en otros casos es la ausencia total de las exigencias, mostrando flexibilidad en las orientaciones dadas.
Racional: Se basa en la utilización de argumentos sólidos que expliquen la necesidad de un comportamiento por parte del individuo en un momento determinado y con la posibilidad que él participe en la decisión. Resulta el más adecuado para el desarrollo de la personalidad en condiciones normales, pues en situaciones críticas, de emergencia, el impositivo puede ser el adecuado, lo cual es expresión y no regla de la vida cotidiana.
Negligente: Se caracteriza por la despreocupación por parte de los otros (padres, maestros, dirigentes) en relación al comportamiento de los sujetos (hijos, alumnos, trabajadores o vecinos); se expresa por la ausencia total de exigencias en relación a su comportamiento. Mostrando poco interés por lo que sucede en su cotidianidad.
Para lograr el desarrollo positivo de los adolescentes se hace necesario que los padres brinden afecto a sus hijos, que mantengan un diálogo abierto y receptivo, y al mismo tiempo establecer límites conjuntamente con ellos, en las múltiples situaciones que se presentan en la vida cotidiana.
La escuela como institución: Tiene una función social importante, en tanto responde a los intereses del estado y de la sociedad. Debe contribuir a la formación de valores y normas asociadas a esta sociedad.
En este sentido; Vasallo, (2005) refiere que la labor educativa de la escuela debe realizarse de forma paralela en todos los grupos sociales, es decir debe trascender el marco de la escuela para dirigirse a toda la comunidad (familia, instituciones culturales y organizaciones de masas). De esta manera un importante papel lo tiene la relación hogar-escuela. Una educación eficiente, supone la coherencia de las diversas acciones educativas. Las reuniones de padres, las organizaciones de padres son acciones que responden a la necesidad de reunir la fuerza de la familia y la escuela para ayudar al individuo en su desarrollo.
Esta autora refiere además que "Como agente primario de socialización, la escuela debe además de enseñar conocimientos, contribuir al bienestar psicosocial del alumno, proveerlo de recursos que le permitan desarrollarse adecuadamente desde el punto de vista psicosocial" (2005).
Es decir; ella debe influir en el desarrollo del espíritu crítico y de la autonomía de juicio en el individuo, puede compensar de alguna manera las deficiencias de la familia. Entre otros agentes de socialización, a la escuela le corresponde desempeñar un papel determinante en la educación y formación de valores.
Entre las funciones socializadoras de la escuela el maestro debe realizar trabajo educativo individualizado, que implica el conocimiento por parte del educador de las causas, dificultades o un determinado comportamiento en el adolescente. En este sentido resulta muy importante la comunicación.
Una adecuada comunicación tiene lugar cuando existe un diálogo interpersonal sobre la base de la comprensión del otro, es decir, de sus dificultades o limitaciones. Esto depende de los métodos que emplee el profesor, autoritario, permisivo o democrático, resultando este último el óptimo para lograrla.
Los grupos de coetáneos o iguales: Se constituyen de manera espontánea. Son grupos primarios de pertenencia donde el sujeto comparte emociones, acciones y conocimientos. Es un espacio de aprendizaje donde en etapas como la adolescencia se apropian importantes contenidos. (Martín, 2004)
Este grupo canaliza las necesidades psicológicas de los adolescentes, para los cuales el grupo tiene un lugar central en los afectos y pensamientos, expresados en las decisiones que toman y en las conductas que asumen. El grupo informal, al igual que otros grupos constituye un mediador entre la sociedad y el individuo, teniendo un importante papel en la reproducción de la influencia socializadora, en la conformación de su subjetividad. (Vasallo, 2005, p. 19)
Se componen a partir de la propia comunidad, de la escuela o sobre la base de otros interese comunes, que deriven en motivaciones para la conformación del grupo, estos no poseen fines y metas, sino una coincidencia de necesidades psicológico emocionales.
Los medios de comunicación social: Ocupan un lugar central en conjunto con otros agentes culturales en el proceso de socialización, es decir en el desarrollo y adquisición de las competencias cognoscitivas, comunicativas o interactivas, en la organización del curso de la vida aportando informaciones y pautas de acción para cada fase o espacios de transición, además de que contribuyen a definir la relación entre los diferentes grupos etarios o generacionales, en la construcción de identidades personales o sociales y en la configuración de subculturas.(Charlton y Neumann-Brau, 1990; Ferchhoff, 1999; Baacke, 1999; Hodge y Tripa, 1986; Ohler, 1994; Wyn y White, 1997; Epstein, 1998) citado por Pérez (2004).
A partir de la influencia que dicho agente ejerce fue tomado en cuenta para el estudio del proceso de socialización de un grupo de adolescentes. En este sentido estaremos viendo algunas particularidades de este medio.
1.2.2 Influencia de los medios de comunicación masiva como agentes de socialización.
Al respecto Sherkovin refiere que la comunicación masiva se convierte en un elemento importante para el desarrollo de la personalidad y su normal funcionamiento dentro de su medio social. La comunicación masiva no conforma, fija o modifica simplemente el factor antes mencionado. Ella también integra los valores objetivos y subjetivos que constituyen los únicos polos de la orientación de los individuos hacia el mundo, en Casales, (2004)
En las sociedades contemporáneas es cada vez mayor la importancia de los medios masivos y en particular de la televisión. Esta influye sobre la forma de actuar o de pensar de las personas, logra modificar la forma en que los hombres conocen y comprenden la realidad que nos rodea.
La importancia de la televisión en el proceso de socialización de los niños, adolescentes, jóvenes y de todos los integrantes de la sociedad está relacionada con la calidad de los contenidos de los programas educativos, informativos y de entretenimientos que transmite y también de las propagandas que influyen en los hábitos de consumo de la población (Flores, 2009).
Es difícil comprender el mundo del adolescente sin considerar el gran impacto que los medios de comunicación hacen en su vida. Los medios compiten con la familia, los amigos, la escuela y las comunidades, por su capacidad para moldear los intereses, actitudes y valores de los adolescentes (Donas, 1998).
Flores (2009) refiere que la imitación es muy importante en la adquisición de la conducta, ya sea adaptada o desviada, de esta forma la TV ofrece modelos simbólicos, que desempeñan un papel fundamental en la conformación de la conducta y la modificación de normas sociales. Dichos modelos pueden ser positivos (conductas normalmente aceptadas) o negativos (conductas rechazadas) por la sociedad.
Por ello en nuestra investigación se utiliza la serie televisiva Mucho ruido. A través de la identificación con los personajes y en las escenas escogidas para dramatizar, se analizan e interpretan las diferentes realidades en las que se da el proceso de socialización del grupo de trabajo.
De esta manera es pertinente mencionar que la comunicación cuando se utiliza de manera correcta y coherente brinda grandes beneficios al proceso y desarrollo social. Las nuevas tecnologías de la comunicación pueden ser muy divertidas y emocionantes, utilizadas sabiamente, también pueden educar. Los buenos programas de televisión pueden informar, la buena música puede dar aliento, y las buenas películas pueden ampliar los intereses y abrir nuevos horizontes.
1.2.3 La socialización y la transmisión de valores.
Dentro del proceso de socialización aparece el fenómeno de la internalización como aprehensión de la realidad social, lo que implica la asimilación e interiorización de un conjunto de normas y valores sociales que se le presentan al sujeto por sus significantes. Dicha incorporación a la personalidad del individuo resulta un aspecto de extraordinaria importancia, por cuanto las normas y los valores sociales incorporados constituyen elementos reguladores de la conducta que posibilitan la estructuración del control en el plano volitivo-interno.
En este proceso de crecimiento personológico la adquisición de valores genera una conducta social regulada desde el nivel consciente-reflexivo; el individuo rige su comportamiento por las convicciones que expresan esa motivación y orientación a partir de los valores internalizados.[4]
La categoría "valor" debe ser entendida como "esencia de los fenómenos (o propiedad de los fenómenos) de la naturaleza y la sociedad, que son útiles, necesarios para los hombres de una sociedad o una clase concreta determinada, en calidad de realidad, objetivos e ideales… como la esfera activa de la conciencia social donde encuentra lugar la decisión, la disposición a la transformación del mundo[5]
Son los referentes ideales que construyen la sociedad y los grupos con el fin de ejercer un papel organizativo y de integración social, los que surgen desde las necesidades históricas concretas, donde "una acción o conducta es moral cuando se ordena a la existencia del individuo, pero en tanto el es miembro de un grupo social por lo que los deberes y valores morales tienen que ver con la existencia de los individuos pues ellos son parte de totalidades, lo cual indica que la potenciación de los valores morales es un elemento de enorme importancia para la preservación de las condiciones de existencia de una comunidad determinada, y entre ellas el proyecto social que propicia su desarrollo".[6] Es por ello que están destinados a orientar la conducta y preservar el orden social, y por ende, están encaminados a garantizar el Control Social.
Los valores personalizados, es decir, los realmente internalizados mediante la socialización significan una auténtica regulación comportamental que refleja un compromiso emocional, además de ser la expresión de las necesidades y los intereses del sujeto generados por las características del contexto espacial y temporal en que se desarrolla. Lo anterior fortalece el criterio de la esencia objetiva de los valores, los cuales califican como entidades espirituales que poseen una naturaleza socio-histórica, a partir de su determinación social derivada del proceso de socialización en que se gestan.
Dichos valores responden a la vez a un contexto social determinado, de ahí que sean reproducidos y legitimados socialmente. Pues "los valores no son solo principios. Estos se traducen en práctica en la medida en que tengan una eficacia social, al mismo tiempo, las prácticas constituyen espacio de gestación de valores."[7]Esta idea retoma la esencia dialéctica de los valores, así como la funcionalidad de estos para el sistema social.
Es por ello que los valores no se enseñan y aprenden de igual modo que los conocimientos y las habilidades, y la escuela no es la única institución que contribuye a la formación y desarrollo de éstos, sino que la familia influye de manera directa al ser el primer agente socializador donde el sujeto recibe sus primeras influencias. Otra peculiaridad es su carácter intencional, consciente y de voluntad, no sólo por parte del educador, sino también del educando, quien debe asumir dicha influencia a partir de su cultura, y estar dispuesto al cambio, de ahí la necesidad de contribuir a la formación de la conciencia crítica del menor. En esto radica la importancia y la necesidad de conocer no sólo el modelo ideal de educación, sino las características del estudiante en cuanto a sus intereses, motivaciones, conocimientos, y actitudes, las que no están aisladas de las influencias del entorno ambiental. Una comprensión clara de los límites objetivos del entorno, del modelo a que aspira la sociedad y de la subjetividad del estudiante permite dirigir mejor las acciones educativas y dar un correcto significado al contenido de los valores a desarrollar, sin dejar a un lado a la familia.
La sociedad cubana en su devenir histórico ha venido trabajando en la formación de valores, conductas y principios en los sujetos, la que tiene como meta la transformación socialista de la sociedad.
Es por ello, que resulta contraproducente contar en la sociedad actual con las llamadas escuelas de conductas o centros de reeducación de menores, las que tienen por objetivo la actividad preventiva. Estos centros lejos de reeducar al menor, lo estigmatizan, marginan y los agrupan según el clasificador, principalmente cuando ello se sustenta desde un matiz de riesgo, el que anula casi por decreto las potencialidades de desarrollo personal-humano de niños y jóvenes. Teniendo como resultantes la multiplicidad de procesos mediadores que han incidido e inciden en que sus comportamientos, modos y estilos de vida, no se correspondan con los ideales de una sociedad que tiene como objetivo central, lograr el libre desenvolvimiento de los individuos en y gracias a la sociedad que los produce y reproduce.
Estos centros penales no resultan educativos, ya que aparecen reacciones sociales de repudio y aislamiento, a través del rechazo y la estigmatización por parte de la sociedad, lo cual puede convertirse en la última puerta que se cierra a la posibilidad de una vida integrada por parte de la misma.
En Cuba uno de los principales logros es el derecho a la educación por parte de sus ciudadanos. Es por ello que tiene como meta lograr una educación de calidad, basada en el respeto pleno de las identidades culturales, donde se inculquen valores y principios que sustenten como premisa la solidaridad, la justicia social, el respeto mutuo, el amor patrio y un profundo conocimiento del patriotismo histórico, cultural y artístico de la humanidad, de las costumbres de su pueblo. Estas han sido pautas sólidas en el desarrollo del Sistema de Educación en Cuba, desde el Triunfo de la Revolución.
Cuando la labor de la escuela resulta insuficiente en la realización de su función socializadora y no contribuye a que el alumno elimine sus dificultades, al no exhibir auto suficiencia pedagógica, influye en la formación y estabilidad de sus intereses cognoscitivos y puede contribuir a incrementar las carencias que en el orden afectivo como educativos tengan, derivado de insuficiencias en la labor educativa de la familia y con ello contribuye a un distanciamiento del alumno con la institución escolar, que lo acerca en la adolescencia y juventud a los grupos informales. Entonces para tratar de ejercer cierto poder sobre el individuo la escuela toma medidas disciplinarias de naturaleza coercitiva con el estudiante, lo deriva a otras instituciones encargadas de brindar educación especial.
Las Escuelas de Formación Integral (EFI) se nombran de esa manera porque tienen como misión lograr el desarrollo en los alumnos de una cultura general integral mediante un aprendizaje desarrollador y la preparación laboral que permita la autorregulación de la conducta en el menor tiempo posible, sobre la base del carácter preventivo y correctivo compensatorio del proceso de atención, en estrecho vínculo con la familia y los factores sociales del la zona de residencia.
De la forma anteriormente expuesta queda aprobado el Decreto-Ley 64, dictado el 30 de diciembre de 1982 por el Consejo de Estado, donde aprueba la creación de un sistema encaminado a la atención de menores de 16 años, los que como característica presentan trastornos de conducta o manifestaciones antisociales, las que pudieran constituir un índice significativo de desviación y peligrosidad social, o participen en hechos que la ley tipifica como delitos. Este tiene como objetivo la orientación o reeducación de esos menores y es regido conjuntamente por el MINED y el MININT.
En el año 2007 se realizaron algunas modificaciones al Decreto-Ley 64, con el fin de reorganizar la red de instituciones que atienden a escolares con trastornos en la conducta, cuyas modificaciones aún no han sido aprobadas. La provincia de Cienfuegos cuenta con una escuela de conducta del Nivel I con régimen interno-seminterno, la cual es atendida por el MINED, y la Escuela de Formación Integral por el MININT, donde Educación responde por el proceso docente educativo y terapéutico que se les brinda a estos escolares.
Las escuelas donde se atienden menores con trastornos conductuales se crean a nivel provincial, estructuradas por categorías[8]y organizadas por edades, de los niveles correspondientes a la Educación Primaria, Secundaria Básica, Técnica y Profesional, Preuniversitaria; las Internas y las de Formación Integral tienen un sistema de pase diferenciado, por estímulos.[9]
Para cumplir con lo establecido en la ley y con su encargo social, la escuela debe brindar atención especializada a los alumnos que presentan problemas de disciplina o de conducta, y realizar cuantos esfuerzos sean necesarios para el desarrollo y la formación de los mismos. Las acciones que diseñe la institución escolar, deben atender a las características particulares que le fueron inculcadas al individuo mediante el proceso de socialización primaria.
Las escuelas son, por excelencia, disciplinadoras de la conducta desviada, ya que utilizan la disciplina como medio para que el niño alcance su autonomía moral, su responsabilidad individual. Esta no puede efectuarse de forma coercitiva, sino racional, garantizándose la interiorización de las normas y la conciencia de la responsabilidad en sus modos de actuar, de comportarse en la sociedad.
La disciplina se encuentra vinculada a factores psicológicos, sociológicos y pedagógicos, por tanto es imprescindible conocer los factores condicionantes que afectan e influyen en la conducta de los individuos, a partir de que los modos de comportarse los estudiantes en la escuela, en la zona de residencia son la expresión de la interrelación de su personalidad, del sistema organizativo de las instituciones que lo median, del ambiente familiar y de su entorno más amplio.
Las medidas disciplinarias que emplea la institución educacional para atender a los estudiantes con trastornos en la conducta, tienen una estrecha relación con los métodos educativos y con su uso razonable en correspondencia con la magnitud de la desobediencia cometida, de las causas y de sus efectos, para ello se requiere de un acercamiento del profesor al alumno para conocer los problemas que presenta de base.
De esta forma evitamos que los estudiantes sientan que no se han tenido en cuenta, que su problema no es de la preocupación de los demás, incrementando las carencias afectivas y su distanciamiento de la vida escolar o incluso intensificando sus indisciplinas y debilitándose cada vez más sus intereses cognitivos.
Las personas que se dedican a la educación de menores deben trasmitirle al menor que ellos son individuos merecedores de todo respeto y afecto e invitarlos a participar con su opinión crítica en la toma de decisiones, asumir responsabilidades y labores que le favorezcan en su inclusión social, así como le permitan poner de manifiesto su potencial en reacción con la competencia social, habilidad para resolver problemas y que se aproveche su capacidad para participar activamente en su presente y construyan con el apoyo de los educadores su proyecto de vida.
Independientemente de que los adolescentes se caracterizan por vivir el aquí y el ahora, y tener poca percepción del riesgo, es la etapa en la que tendrán que planificar y llevar a cabo acciones que influirán en su futuro económico, familiar y social. De ahí que orientarlos en la importancia de su toma de decisiones como un elemento vital en la formación de sus proyectos, apoyará la determinación de tomar las riendas de su vida personal y asumir las consecuencias de dichas decisiones.[10]
Meir, señala que, si bien es cierto que la educación es una función social, con objetivos y metas bien definidas -conservar y reproducir las condiciones sociales de existencia-, también resulta un componente del desarrollo de cada individuo aislado; tal como entendieron Marx y Engels, «un individuo especial» y precisamente esa particularidad lo convierte en un individuo y en el verdadero ser comunitario individual.
Estos centros educativos se caracterizan por la atención a menores que han sido resultado de un estado vivencial angustioso, debido a que han sido protagonistas y/o espectadores de situaciones traumáticas que dejaron una impronta que ha permanecido durante sus cortas existencias, estructurándose alrededor de ellas estados afectivos en los que predominan la ansiedad, la inseguridad, la tristeza, agresividad y sentimientos de frustración que han implicado valoraciones negativas con relación a otras personas.
En este sentido se refuerza el binomio crimen-castigo, pero somos injustos castigando a los que son solo víctimas, sino educamos, socializamos en relación a las diferencias y teniendo en cuenta las potencialidades y manteniendo a los niños dentro de su familia y grupo de amigos. Lo que provocamos es que se transmita de generación en generación, no hacemos nada si educamos a los niños en las escuelas y cuando llegan a su seno familiar todo sigue siendo igual.
Si los perfiles de formación en dichas escuelas no son coincidentes con los intereses, motivaciones y necesidades de los mismos se transforman en agencias socializadoras disfuncionales porque reproduce procesos de asimetría social y no se logran los fines deseados.
La educación a desarrollar en el ámbito de las escuelas donde se atienden escolares con trastornos en la conducta[11]tiene que trabajar desde las potencialidades de los estudiantes sin desplegar a un segundo plano los "clasificados"[12] en riesgo, encauzar, orientar a estos hacia el desarrollo humano, en aras de la creación de una personalidad que se corresponda con el ideal de la Revolución Cubana.
En sentido general, la educación se resume en el proceso de socialización del individuo y esto es, ante todo, prevención, en tanto es la apropiación por el sujeto de los contenidos sociales válidos y su objetivación, expresada en formas de conductas aceptables por la sociedad.
Por tanto, la formación y desarrollo de la personalidad de los individuos debe encontrar su génesis, en el estado de desarrollo actual de nuestra sociedad, en las contradicciones al interior de la misma, en sus espacios dinamizadores y resistentes al cambio emergidos de la realidad concreta para responder a los intereses sociales y viabilizar la realización del Proyecto Social Cubano.
Es por ello que las escuelas donde se atienden escolares con trastornos en la conducta tienen un carácter eminentemente pedagógico porque en ellas se cumple el objetivo fundamental de la educación que es el desarrollo integral de la personalidad y la formación de valores. En estas escuelas se aplican los programas de la enseñanza general, los cuales se combinan con variados métodos psicoterapéuticos, aplicándose una atención individual y diferenciada en función de las características del menor y teniendo en cuenta el triángulo interactivo familia-escuela-comunidad.
En todos los casos, los menores que se deciden enviar a estas escuelas, tienen que ser estudiados, evaluados y diagnosticados por los especialistas de los Centros de Diagnóstico y Orientación o del Centro de Evaluación, Atención y Orientación a Menores, los cuales recomiendan al Consejo de Atención a Menores la posible ubicación en un tipo de escuela u otra. Los especialistas del Consejo de Atención a Menores son los autorizados a hacer el dictamen final.
Con el fin de entender la comunidad como un proceso de autodesarrollo a través de la elección conciente de proyectos y de la participación y cooperación de la gente, buscando con el trabajo comunitario gestar un proceso de transformación social.[13]
Se trabaja desde el factor subjetivo, partiendo de que este tiene su fundamento en el sistema de contradicciones esenciales en que está inserto el grupo, donde con el reconocimiento de estas prima la acción transformadora de la comunidad, a partir un proceso de modificación real, de cambios cualitativos progresivos. Apoyándose en la capacidad humana de superación de conflictos y contradicciones, es decir, de crecer por sí mismo, aportando el profesional las herramientas de su saber para que el otro construya su destino.
Desde la perspectiva de los investigadores del Centro de Estudios Comunitarios, cuando se habla de acción transformadora de la comunidad, se hace referencia a un proceso de modificación real, de cambio cualitativo progresivo y no al conjunto de acciones cuyo objetivo es que "todo cambie" para que todo siga igual, es decir, transformaciones aparenciales que no afectan radicalmente el estado presente del grupo social y producen una dinámica superficial que no modifica la esencia misma del objeto de la presumida transformación.[14]
Este sistema de transformaciones transcurre mediante los procesos de cooperación y participación, materializándose en la organización y estructuración de sus miembros en la realización de una tarea en común, o sea de un proyecto colectivo, donde quedan plasmados los fines de la actividad a partir del reflejo de la conciencia colectiva, de las contradicciones esenciales y de las vías funcionales para su actuación práctica como resultado de la preocupación y el conocimiento de la realidad en que están insertados e interactúan.
Asimismo, lo comunitario, la participación y la cooperación constituyen variables esenciales, donde la participación es entendida como la implicación sentida de los actores comunitarios en la identificación de contradicciones; mientras la cooperación se asume como forma de la actividad coordinada de dichos actores con arreglo a un plan.
Como se observa, la gestación de una comunidad constituye un proceso de integración científica y comunitaria, cuyos ejes fundamentales son la participación y la cooperación. Tal integración tiene por base la comunicación abierta, franca, auténtica y sin límites, y su concreción se refleja, como entidad mediadora, en el proyecto que elabora la propia comunidad, cuyo núcleo central tiene como elementos fundamentales la toma, realización y control de decisiones. En los tres momentos están presentes la participación y la cooperación acompañadas de la reflexión-valoración de los sujetos.
Una y otra suponen actividad conjunta y una actitud dialéctica frente a la realidad, pues las contradicciones sociales, en lugar de asumirse desde esquemas valorativos como fenómenos negativos, pasan a reconocerse en su realidad ontológica como fuente de desarrollo de la propia comunidad. Entonces, para propiciar tal posibilidad es necesario movilizar el factor subjetivo, desplegar una reflexión crítica sobre la propia realidad y jerarquizar el papel de lo consciente en el devenir comunitario.[15]
Lograr la unidad valorativa y de significación de sentido es lo que convierte el proyecto comunitario en un valor en sí y posibilita su avance en el ideal del autodesarrollo.[16]Las contradicción interna, desde la concepción del CEC, se despliega cuando la disposición al cambio de la realidad "comunitaria" se concreta en un proyecto comunitario a través del cual se enfrenta a las variadas formas concretas de manifestación de dicha contradicción en la vida cotidiana y cuyas disímiles soluciones son expresión de actos creativos, de crecimiento, de autodesarrollo desde el poder ser.[17]
Asimismo la transformación se expresa en una concepción de salud, entendida como la mayor o menor capacidad de identificación y superación de contradicciones. Así, cuando se habla de un crecimiento en salud se hace referencia al proceso de permanentes adquisiciones y desprendimientos, que expresan contradicciones, que el ser humano elabora y enfrenta con capacidad crítica y posición activa.[18]
Por consiguiente, el autodesarrollo comunitario conceptualmente se asume como el proceso de gestación de lo comunitario expresado en un crecimiento en salud, donde la participación y la cooperación son cada vez más conscientes.[19]
Tal constructo epistémico deriva en principio de análisis, evaluación e intervención comunitaria desde la concepción del CEC[20]y se concreta en la asunción de:
La conciencia crítica como premisa de la disposición al cambio y una nueva actitud ante la realidad.
La modificación de la realidad comunitaria como acto creativo teniendo en cuenta las circunstancias y las potencialidades internas de los sujetos individuales y colectivos.
La autogestión y la sostenibilidad concibiéndolas de modo integral, a largo plazo y mediante el aprovechamiento y potenciación de los recursos disponibles tanto materiales como espirituales.
El avance inmediato como realización de la potencialidad latente y premisa del futuro.
La multicondicionalidad de los procesos sociales comunitarios
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