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La inflación (página 2)


Partes: 1, 2

 

II. LA HIPERINFLACIÓN

En muchos países latinoamericanos las subidas de precios han alcanzado en las últimas décadas tasas muy elevadas, algunas del orden del 400% anual e incluso superiores. Este es el fenómeno llamado hiperinflación. Aquí hay un cambio cualitativo, es una situación substancialmente diferente a la inflación normal, con problemas y peculiaridades propias, que requieren explicaciones y soluciones diferentes.

Según Philip Cagan es cuando la tasa de inflación mensual supera el 50%. Se considera como algo extremo y vienen asociadas a guerras, consecuencias de dichas guerras, revoluciones, etc. donde el dinero pierde su valor y el público pierde la confianza en el mismo y en el sistema monetario, pudiendo llegarse finalmente a la forma de trueque.

Algunos estudios han encontrado varios rasgos comunes en las hiperinflaciones:

  • Primero, la demanda real de dinero disminuye radicalmente. Como consecuencia de esto, los precios crecen en un 29'72 %, es decir, en la trigésima parte del nivel existente anteriormente. Se intenta deshacerse del dinero para no sufrir su pérdida de valor,
  • Segundo, los precios relativos se vuelven muy inestables. Normalmente, los salarios reales sólo varían al mes un punto porcentual o menos. Pero en esa época, los salarios reales variaron en un tercio al mes (aumentando o disminuyendo).

Esta variación de los precios relativos y de los salarios reales muestra con claridad el elevado costo de la inflación. Finalizando, la hiperinflación produce los efectos más profundos en la distribución de la riqueza.

1. Historia

La hiperinflación no es una novedad. En otros países y otros períodos históricos se han conocido también procesos inflacionistas extraordinarios. El más estudiado de todos ellos es el sufrido por tras la Primera Guerra Mundial. La obligación de pagar fuertes indemnizaciones a las naciones vencedoras y la caótica situación interna que impedía obtener por la vía fiscal los ingresos necesarios, indujeron a la República de Weimar a financiarse imprimiendo papel moneda sin ninguna contención. Entre enero de 1922 y diciembre de 1923 la tasa acumulada de inflación ascendió a un billón por ciento. Para hacernos una idea del significado de esa cifra piénsese que el dinero suficiente para adquirir todas las viviendas del término municipal de Málaga no bastaría un par de años después para pagar una ración de boquerones.

En el cuadro 1 se presentan algunos ejemplos de hiperinflaciones que se registraron en el siglo XX en economías no latinoamericanas y que hasta las últimas décadas del siglo pasado se consideraban los "casos clásicos" de estudio en las escuelas de economía. Los datos muestran muy claramente la ferocidad que tuvieron dichos procesos, en particular la segunda hiperinflación húngara (Años 1945/46) que registró un promedio mensual de crecimiento de casi el 20.000%.

Cuadro 1: Hiperinflación en el Siglo XX de países no latinoamericanos

PAIS

Desde

Duración

Tasa Promedio Mensual

Austria

Octubre de 1921

11 meses

47 %

Rusia

Diciembre de 1921

26 meses

57 %

Alemania

Agosto de 1922

16 meses

322 %

Polonia

Enero de 1923

13 meses

81 %

Hungría

Marzo de 1923

12 meses

46 %

Grecia

Noviembre de 1943

13 meses

365 %

Hungría

Agosto de 1945

12 meses

19.800 %

China

Noviembre de 1945

42 meses

78 %

2. En América Latina

La hiperinflación latinoamericana no ha alcanzado nunca esas tasas extremas, pero ha resultado ser mucho más perdurable en el tiempo. La tasa media de inflación anual durante el período 19781987 fue del 166% para Brasil, del 299% para Argentina y hasta del 602% para Bolivia. Pero no fueron las propuestas estructuralistas sino las más clásicas (restricción monetaria y contención del gasto público) las que han conseguido domeñar la fiera. Eso sí, con efectos muy desagradables para la población de estos países. De hecho, como consecuencia de las repercusiones de algunas políticas antiinflacionistas excesivamente rígidas, a finales de los ochenta se llegaron a producir en varios países sudamericanos (Argentina, Perú, entre otros) motines espontáneos con asalto de muchedumbres procedentes de los barrios más pobres a tiendas de alimentación.

3. El Señoreaje e Impuesto Inflacionario

Los conceptos de señoreaje e impuesto inflacionarios están estrechamente relacionados, pero no son idénticos. El señoreaje mide la cantidad de recursos reales que el gobierno puede obtener imprimiendo dinero. El impuesto inflacionario mide la declinación en el valor de los saldos reales del público causado por la inflación.

El gobierno usa la creación de dinero para pagar los bienes y servicios que compra. Pero, ¿por qué el público decidiría incrementar sus tenencias de saldos nominales monetarios, período tras período? La única razón, fuera del crecimiento del ingreso real, para que el público aumente sus tenencias nominales de dinero es para compensar los efectos de la inflación.

Supongamos por un momento que no haya crecimiento del ingreso real, entonces en el largo plazo el público deberá mantener constante un nivel dado de saldos reales. Si los precios están aumentando, el poder de compra de un stock dado de dinero estará cayendo. Para recomponer el valor real, el público seguirá añadiendo dinero a su stock de saldos nominales, a una tasa que compense exactamente los efectos de la inflación. Cuando el público adiciona dinero a su stock de saldos reales, para compensar los efectos de la inflación en sus tenencias de saldos reales, estará usando parte de su ingreso. La inflación actúa como un impuesto porque fuerza a la gente a gastar menos que su ingreso, pagando la diferencia al gobierno a cambio de dinero extra.

Cuando el gobierno financia un déficit vía creación de dinero y cuando el público añada dinero a sus tenencias de balances nominales para mantener constante su valor real, decimos que el gobierno se está financiando a través del impuesto-inflación o impuesto inflacionario. El análisis más formal de la relación entre el déficit y la inflación parte de la restricción presupuestaria del gobierno.

III. LA GRAN HIPERINFLACIÓN: HUNGRÍA 1945-1946

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Hungría experimentó la hiperinflación más intensa de la que se tengan registros en la historia mundial. Las reformas introducidas en Agosto de 1946 tuvieron efectos inmediatos y resultaron totalmente exitosas en la estabilización de precios. Dicha estabilización se consiguió por medio de la introducción de medidas de índole fiscal, más que de tipo puramente monetarias, y fue, paradójicamente acompañada por un rápido y prolongado crecimiento de la oferta monetaria.

Entre los meses de Julio de 1945 y Julio de 1946, Hungría experimentó la hiperinflación más alta en la historia mundial. Al 31 de Julio de 1946, el índice de costo de vida alcanzó un valor descomunal de 10.600 cuatrillones, basado en un índice de precios definido con una cifra de 1, un año antes, mientras que el promedio de inflación diario en la semana final de la hiperinflación permaneció en 158.486%. Al día siguiente, el gobierno húngaro introdujo el florín a efectos de reemplazar el hiperinflacionado pengö. Durante las primeras dos semanas de estabilización, el índice de costo de vida permaneció sin variaciones, sólo dos años más tarde se vio incrementado a un promedio de sólo 8.5% anual. Dicha estabilización es conocida como "el milagro de la moneda húngara".

La hiperinflación húngara de 1945-1946 es especialmente interesante por la severidad de la inflación, las inusuales políticas utilizadas para controlar la aceleración, y la aparente velocidad con que la economía parecía haberse ajustado hacia el final de la misma. El rol de expectativas inflacionarias, los problemas enfrentados por una economía devastada en camino de reconstrucción, y otras dificultades afrontadas al introducir políticas creíbles para terminar con la inflación, son de vital importancia para el caso de estudio.

Entre las muchas medidas introducidas para controlar la inflación, se encuentra el caso de indexación de los depósitos bancarios y "dinero calórico", las cuales no han sido estudiadas en profundidad, aún cuando sus implicancias son útiles en la actualidad y continúan siendo debatidas en nuestros días. Hungría tiene la distinción de ser el único país que ha experimentado dos hiperinflaciones en una misma generación, por lo que resulta natural preguntarse si quizás la memoria de la primera pudo haber influido el desarrollo de la segunda.

1. Los déficits presupuestarios y la creación de dinero

El Estado puede financiar su déficit de una de las dos formas siguientes: endeudándose, a través de una emisión de bonos; o creando dinero. En realidad, el Estado no crea dinero, pero con la cooperación del banco central, puede financiarse, por medio de la emisión monetaria. Puede emitir bonos y pedir al banco central que los compre. El banco central paga entonces al Estado con el dinero que éste crea y, a su vez, utiliza para financiar su déficit. Este proceso de denomina monetización del déficit fiscal.

La mayoría de las veces y en la mayoría de los países, los déficit se financian principalmente por medio del endeudamiento y no de la creación de dinero. Pero al comienzo de las hiperinflaciones, normalmente ocurren dos cambios. El primero es una crisis presupuestaria a causa generalmente de una gran convulsión social o económica, puede ser el estallido de una guerra civil o una revolución que destruye la capacidad del Estado para recaudar impuestos o tras una guerra, como consecuencia de la cual el Estado tiene menos ingresos fiscales y necesita realizar grandes gastos para reconstruir el país. El segundo es la creciente falta de disposición o incapacidad del Estado para obtener préstamos del público o de otros países con el fin de financiar su déficit. La razón se halla en la magnitud del propio déficit. Temiendo que el Estado no pueda devolver la deuda en el futuro, los posibles prestamistas comienzan a pedirles unas tasas de interés cada vez más altas, y a veces deciden dejar de prestarle. Como consecuencia, el Estado recurre cada vez más a la otra fuente de financiamiento de que dispone, a saber, la creación de dinero.

Finalmente la mayor parte del déficit se financia creando dinero.

2. La inflación y los saldos reales

Podemos formalizar la discusión de los eventos monetarios que siguen a un alza en el nivel de financiamiento por señoriaje, empleando el modelo clásico de hiperinflación desarrollado por Phillip Cagan. Cagan fue el primero en observar que, en tiempos de hiperinflación, el nivel de demanda de saldos reales de dinero depende casi enteramente del nivel de inflación esperada. La demanda de saldos reales depende de la renta real (Y) y de la tasa de interés nominal (i), que es aproximadamente igual a la tasa real (r) más la inflación esperada (πe). Cuando aumenta la renta real, el público tiende a mantener mayores saldos reales, mientras que una suba del tipo de interés nominal incrementa el costo de oportunidad de mantener dinero en lugar de bonos, por lo que el público tiende a reducir sus saldos reales.

Podemos entonces escribir la función de demanda de dinero en la siguiente forma:

En tiempos de inflación muy alta, casi todos los desplazamientos en i se deben a desplazamientos en pe más que a cambios en r. La tasa de interés real anual, al igual que la renta real, puede variar en unos pocos puntos porcentuales, mientras que la tasa de interés nominal puede variar en centenares o miles de puntos. Por lo tanto, Cagan reescribió la ecuación de la demanda de saldos reales en una forma simplificada:

donde las barras situadas encima de Y y de r significan que ambas variables se mantienen constantes.

Esta simplificación estratégica le permitió centrarse en la dinámica de la inflación esperada. Notemos que cuando la inflación esperada es muy alta, las familias querrán mantener saldos reales de dinero muy bajos (M/P), ya que el costo de oportunidad de mantener dinero (en lugar de activos que devengan interés o bienes durables) es muy alto. Cuando πe es baja, mantendrán un nivel alto de M/P.

De hecho, durante las hiperinflaciones, el público encuentra muchas formas de reducir sus saldos reales. Cuando la tasa mensual de inflación es del 100%, por ejemplo, tener dinero en efectivo durante un mes implica perder la mitad de su valor real (porque las cosas cuestan el doble un mes más tarde). Por lo tanto, aumenta el trueque, es decir, el intercambio de unos bienes por otros y no por dinero. Los salarios se abonan con una frecuencia cada vez mayor (a menudo dos veces a la semana), y una vez que se abonan, la gente corre a las tiendas a comprar bienes. Aunque los gobiernos suelen declarar ilegal el uso de monedas distintas de la nacional, el público utiliza monedas extranjeras como depósito de valor. Y aunque sea ilegal, una creciente proporción de las transacciones se realiza en moneda extranjera, práctica que se ha extendido tanto en todo el mundo que ha recibido el nombre de dolarización (el uso de dólares para realizar transacciones interiores).

Pasemos a considerar ahora la oferta de dinero. La oferta de dinero crece con el tiempo porque el gobierno está tomando préstamos del Banco Central (esto es, está "imprimiendo dinero") a fin de pagar sus cuentas. Sea SE el monto de gasto real que debe cubrirse imprimiendo dinero.

Entonces,

3. El final de las hiperinflaciones

Todas las hiperinflaciones llegan a su fin. La dislocación de la economía es demasiado grande para que la soporte el público, y el gobierno encuentra una manera de reformar su proceso presupuestario. Detener una alta inflación requiere de una combinación especial de políticas económicas que afecten al tipo de cambio, el presupuesto fiscal, la oferta monetaria y, en algunos casos, medidas directas que apunten a los precios y salarios. Contribuye al éxito de una estabilización la confianza del público en el paquete de medidas. Con frecuencia, las hiperinflaciones no terminan en el primer intento de acabar con ellas, sino sólo después de varios intentos fallidos. Sin embargo, cuando los programas de estabilización tienen éxito, las hiperinflaciones tienden a terminar abruptamente, casi de un día para otro.

A continuación se enuncian los principales elementos que conforman los programas de estabilización:

  1. Reforma Fiscal. Deben introducirse medidas tendientes a reducir en forma creíble el déficit presupuestario. Esta reforma debe hacerse tanto del lado de los ingresos como de las erogaciones. Por lo que al gasto se refiere, normalmente la reforma implica reducir las subvenciones que suelen proliferar durante las hiperinflaciones. La suspensión temporal de los pagos de intereses sobre la deuda externa también ayuda a reducir los gastos. Del lado de los ingresos, lo que se necesita no es tanto un aumento de los impuestos sino un cambio de su composición. Durante las hiperinflaciones los contribuyentes pagan el impuesto inflacionario. La estabilización implica sustituir esta fuente de ingresos por otros impuestos, a fin de que la población se convenza de que la reforma del sistema tributario se llevará adelante y que el déficit presupuestario se reducirá.
  2. Reforma Monetaria. El banco central debe comprometerse de una forma creíble a no monetizar automáticamente la deuda pública. Esta medida se puede instrumentar a través de un decreto que prohíba al banco central monetizar el déficit fiscal, o fijando el tipo de cambio respecto de la moneda de un país con una baja tasa de inflación. Durante la hiperinflación, la inercia inflacionaria se elimina en la medida que la economía se va dolarizando, en consecuencia cabe esperar que se cumpla notablemente bien la paridad del poder de compra. La estabilización del tipo de cambio es un factor clave para detener la inflación ya que el tipo de cambio es un nexo fundamental entre los precios en dólares y los precios en moneda local. Pero no es posible estabilizar el tipo de cambio a menos que se controle el déficit fiscal y las necesidades de señoriaje. Una medida más drástica sería adoptar oficialmente la dolarización, es decir, hacer de una moneda extranjera la moneda oficial del país. Esta medida implica renunciar totalmente al señoriaje.
  3. Políticas de Renta. Algunos planes de estabilización recurren a la utilización de controles o fijación de precios y salarios, además de introducir cambios en la política monetaria y fiscal. El argumento radica en que la implementación de estas medidas ayuda a coordinar las expectativas en torno a un nivel de inflación más bajo. Si las empresas saben que los salarios no subirán, ellas no subirán los precios. Si los trabajadores saben que los precios no subirán, ellos no pedirán incrementos saláriales, por lo que la inflación se eliminará más rápidamente. Los programas que incluyen este tipo de medidas se denominan heterodoxos, mientras que aquellos basados en cambios de la política monetaria y fiscal se denominan ortodoxos.

Debe destacarse otra característica importante de las estabilizaciones. Las tasas de crecimiento del dinero que se registran después de la estabilización son muy altas. La causa radica en que el público espera una inflación menor, bajan los tipos de interés nominales y aumenta la demanda de saldos reales. Al aumentar la demanda de saldos reales, el gobierno puede crear más dinero sin generar inflación. Por lo tanto, al comienzo de una estabilización exitosa, es posible que el gobierno obtenga un mayor margen de maniobra: puede financiar temporalmente una parte del déficit imprimiendo dinero, sin reavivar la inflación, aunque ciertamente no puede hacerlo en el mediano o largo plazo.

4. Consecuencias económicas de la Segunda Guerra Mundial

Hungría logró mantenerse neutral hasta mediados de 1941 y posteriormente fue ocupada por tropas alemanas en Marzo de 1944. Aún con la guerra desarrollándose en Europa Oriental hacia 1942, es quizás sorprendente que Hungría haya vivido en relativa tranquilidad y que no haya sufrido un importante daño físico sino hasta fines del año 1944. Sin embargo, en los últimos seis o siete meses de la guerra, aproximadamente entre Octubre de 1944 y Abril de 1945, cuando el ejército soviético de ocupación expulsó a las tropas alemanas, el daño físico que debió soportar Hungría sólo fue superado por el infringido en Alemania y Bélgica.

5. Costos de las reparaciones

Poco se podía hacer para evitar que la Unión Soviética exigiera una gran indemnización por los daños causados durante la guerra. El armisticio, firmado por Hungría el 20 de Enero de 1945 estipulaba las siguientes condiciones, que contenían importantes implicaciones económicas:

"El Gobierno y el Consejo Supremo de Hungría le aseguraría a los soviéticos y a las otras fuerzas aliadas los medios para desplazarse libremente a lo largo del territorio húngaro…brindando a esa movilidad toda la asistencia posible con sus propios medios de comunicación, haciéndose cargo de la totalidad de los gastos tanto en la movilidad terrestre, aérea y marítima…. Hungría se comprometía a devolver (a la URSS, Checoslovaquia, Yugoslavia y otras potencias aliadas)… materiales y objetos de valor trasladados durante la guerra hacia Hungría… como equipos y maquinarias, locomotoras, equipos móviles, tractores y vehículos automotores…"

El artículo 9 versaba sobre la entrega de la totalidad de las embarcaciones, mientras que el artículo 11 establecía pagos regulares a efectuarse en moneda húngara para soportar los costos de la Comisión de Control Aliado.

Era, sin embargo, el artículo 12 el que contenía importantes implicaciones económicas. El mismo estipulaba que la suma de U$S 300 millones debía ser pagada en el término de seis años en especie (equipos y maquinarias, embarcaciones, granos y cereales, ganado, etc.). De ese total, U$S 200 millones se destinarían a realizar pagos a la URSS mientras que los U$S 100 millones restantes se destinarían a Checoslovaquia y Yugoslavia (U$S 30 y U$S 70 respectivamente).

Originalmente, la Unión Soviética había demandado la suma de U$S 320 millones, mientras que Rumania sola demandó U$S 500 millones, pero la exitosa gestión de negociadores británicos y americanos permitió reducir las reparaciones totales a U$S 300 millones, de los cuales Rumania no recibiría nada, tras la presentación ante la Unión Soviética de salvedades en los términos del armisticio.

En millones de dólares, Hungría debía indemnizar a la URSS en especie del siguiente modo: maquinaria industrial 36,1; embarcaciones 12,9; equipo ferroviario 46,4; metales 70,3; productos agrícolas (semillas y granos) 9,0; ganado 17,3 y otros 8,0. Durante el primer año, Hungría estaba obligada a proveer a la URSS U$S 33 millones en mercancías, libre de gastos de embarque y adicionales. En caso de incumplimiento en los pagos programados, se le aplicaría un interés del orden del 5% mensual. Adicionalmente, Hungría había acordado hacerse cargo del costo total en que incurriera el ejercito soviético (entre 500.000 y 700.000 hombres) por su traslado a lo largo del territorio nacional desde y hacia Alemania.

Estas negociaciones tuvieron lugar bajo el auspicio de la Comisión de Control Aliado, una organización tripartita compuesta por delegados británicos, estadounidenses y soviéticos. Su objetivo consistía en dirigir los temas de política en los países derrotados y de supervisar la implementación de los términos del armisticio. Mientras que los británicos y los americanos intentaron dar participación a los representantes soviéticos en las negociaciones con los países de Europa Occidental (por ejemplo Italia), los soviéticos ni siquiera consultaron, excepto en pocas ocasiones, a los otros miembros de la Comisión de Control Aliado para dirigir los temas de Hungría luego de la Guerra.

De este modo, los soviéticos sacaron ventaja de las imprecisiones para definir lo que constituía un activo en la reunión que llevaron a cabo las potencias victoriosas en "Potsdam". Esto dio lugar al reclamo soviético de definir a los activos como activos brutos, mientras que los pasivos serían ignorados.

Por otra parte, los soviéticos ampliaron de un modo exagerado lo que constituía un bien de origen alemán, británico o americano. Aún considerando que Alemania ejerció una gran influencia sobre la economía húngara en los años previos a la guerra, los soviéticos reclamaron para sí prácticamente todos los activos existentes de origen alemán, principalmente aquellos bienes que eran necesarios para la URSS.

Cuando los bienes eran identificados como por ejemplo, de origen estadounidense, los soviéticos pretendían adquirirlos a su precio inicial estimado, aún cuando el mismo se había elevado considerablemente, dado el depreciado estado de la moneda húngara en 1945. Los soviéticos no reconocieron la depreciación del pengö cuando se trataba de activos producidos por las potencias aliadas, aunque claramente comprendieron la diferencia entre el valor nominal y el valor real a la hora de fijar la suma de los pagos por reparaciones.

En términos del Ingreso Nacional, las reparaciones representaron el 11,2% de la cifra para 1946-1947, 7,6% para el Ingreso Nacional de 1947-1948 y sólo el 3,1% en el año 1949.

6. Daños de la guerra

Debe ser enfatizado que hacia 1946, mientras que los otros miembros de la Comisión de Control Aliado poco se preocupaban por el devenir de Hungría, la decisión política tomada por la URSS de no permitir tomar préstamos del exterior para financiar tanto las reparaciones como los costos de reconstrucción, eliminaba el incentivo a sobrestimar o a subestimar los daños reales ocasionados por la guerra. Como la suma de las reparaciones fue estipulada en los términos del Armisticio, y no sería reducida sino hasta lograda la estabilización, había poco por ganar exagerando los daños provocados por la guerra.

El cuadro 2 muestra la magnitud del daño provocado por la guerra por sector económico, como una fracción del total así como en forma proporcional al ingreso nacional de 1944. Vale la pena destacar que más del 50% de la industria y medios de transporte fueron dañados y que aproximadamente la cuarta parte de la riqueza proporcionada por la agricultura se había perdido. La totalidad de los puentes que unían Buda con Pest fueron destruidos, como muchos otros puentes a lo largo del país. El sistema ferroviario se encontraba totalmente devastado.

Cuadro 2: Daños de Guerra (millones de pengös 1938)

Sector

Daños totales

% Total

% Ingreso 1944

Agricultura

3682.36

16.8

21.4

Ganado

(1507.15)

(40.9)

99

Cultivos

(1320)

(35.9)

n.a.

Minería

65.39

0.30

36

Comercio

1365.38

6.2

n.a.

Transporte

3689.31

16.8

59

Ferrocarriles

(2909.98)

(78.9)

n.a.

Propiedad Privada

5247.89

23.9

n.a.

Residencias

1854

8.4

18

Industria

2042.41

9.3

54.1

Total

21950.85

100

40.2

7. Las tres fases de la hiperinflación

Frecuentemente se afirma que la causa de la hiperinflación radica en gobiernos políticamente débiles, imposibilitados de elevar lo suficiente los impuestos explícitos, viéndose forzados a recurrir a la emisión de dinero como la principal fuente de financiamiento del gasto público. Este argumento caracteriza en forma apropiada la situación por la que atravesaron Alemania, Austria, Hungría, Polonia y Rusia al finalizar la Primera Guerra Mundial, pero resulta insuficiente para explicar en modo total la experiencia húngara posterior a la Segunda Guerra Mundial.

En la Hungría de 1945, el partido gobernante, los Pequeños Agricultores, había sido electo con el 60% de los votos en las elecciones de Noviembre de 1945. El gobierno recayó así en manos de un partido de coalición, que incluía entre sus facciones al partido Comunista. La Coalición se acordó como un medio de conseguir la unidad política para afrontar el difícil período de reconstrucción de post-guerra. Dado que Hungría fue una de las menores Potencias del Eje, la soberanía del país se encontraba seriamente comprometida, sobre todo en asuntos internacionales donde las decisiones estaban influidas de manera determinante por la Comisión de Control Aliado, encabezada por la U.R.S.S.

Además, y a diferencia de aquellos países que experimentaron hiperinflaciones luego de la Primera Guerra Mundial, Hungría fue un campo de batalla importante y se estima que perdió cerca del 40% de su capital físico. Durante seis meses, comenzando en Octubre de 1944, el frente de batalla se movió a lo largo de Hungría. Budapest fue liberada luego de un largo período de enfrentamientos civiles. Cuando el ejército alemán comenzó a retirar sus tropas, removió gran parte del capital físico hacia Alemania, destruyendo parte del remanente (por ejemplo, el sistema ferroviario). Otra gran cantidad del capital físico restante fue removida sistemáticamente por el ejército soviético de ocupación. La masiva deportación de judíos y el status de prisioneros de guerra conferidos a numerosos jóvenes húngaros que conformaron la base del ejército nacional, despojó al país de un valioso capital humano. Mientras que el cálculo preciso del Ingreso Nacional es cuestionable, se estima entre un 40% ? 50% del nivel de pre-guerra.

No pasó mucho tiempo antes que la inflación alcanzara niveles consistentes con una arbitraria pero aplicable definición de hiperinflación. La tasa de variación en el costo de vida excedió 50% por mes en Julio de 1945. En el cuadro 3 se detalla la tasa promedio diaria de la variación en el costo de vida para cada mes de la hiperinflación, donde se pueden distinguir las tres fases mencionadas entre Julio de 1945 y Julio de 1946.

Cuadro 3: Tasas de Inflación: 1945 ? 1946

Mes

Tasa de inflación

1945 Julio

Agosto

Septiembre

Octubre

Noviembre

1

2,3

4,07

17,45

14,45

Diciembre

7,10

1946 Enero

Febrero

Marzo

Abril

Mayo

Junio

Julio

2,39

17,96

10,65

60,33

1.012

4.504

75.655

En la primera etapa, los precios comienzan a acelerarse rápidamente hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Hacia Noviembre del ?45, la victoria del partido de pequeños agricultores llevó esperanza a los ciudadanos húngaros ya que los aliados de Occidente los defenderían ante un ataque de la Unión Soviética. Existía, a su vez, la creencia que las reservas de oro que se encontraban en manos de los alemanes, serían devueltos como una recompensa por la victoria de dicho partido. En alguna medida esto podría explicar la significativa caída de la inflación en Diciembre.

Una segunda y breve fase comienza en Diciembre de 1945, cuando se le aplican impuestos a los pengös circulantes, lo que provoca la caída en la tasa de inflación hacia el fin de 1945. Todos los billetes, con la excepción de aquellos con denominaciones de 500 pengös o menos, fueron sellados cuadruplicando el valor facial de la impresión. La política representaba un impuesto sobre las emisiones pendientes en circulación, lo que significaba una ganancia de capital correspondiente al gobierno y no parecía una disminución "once and for all" en la cantidad de circulante.

La tercera y última fase comienza en Enero, cuando se introduce el "pengö fiscal" (TP) como política experimental de indexación. Su principal objetivo fue atar el valor nominal de activos y pasivos seleccionados a fluctuaciones en un índice de precios, conocido como Indice TP. Dicha política fue mantenida hasta Julio del mismo año, cuando el experimento de indexación y la hiperinflación se vieron concluidos.

Durante el período en que el TP fue mantenido, sucedieron dos hechos de especial relevancia: En primer lugar, los salarios reales se encontraban deteriorándose, por lo cual se intentó pagar los salarios en especie estableciéndolos en términos de medidas reales, principalmente en calorías dependiendo del tamaño de la familia y los esfuerzos físicos requeridos para llevar a cabo una tarea particular ( política de salario calórico). El pequeño decrecimiento en la tasa promedio de inflación durante Marzo de 1946 debe ser atribuida a esta política. Finalmente, en Mayo de 1946, se decidió suspender la relación entre el índice de precios TP y las variaciones en el costo de vida, y, junto con la creciente incapacidad del gobierno húngaro de hacer que los pengös nominales sean aceptados, las emisiones de pengös fiscales circularían con más fuerza hasta el fin de la hiperinflación. Este período marcó el final de la tercera fase de la hiperinflación.

8. El pengö fiscal

Hacia el 10 de Enero de 1946, cuentas corrientes y cajas de ahorro fueron indexadas al índice de precios TP prevaleciente. Adicionalmente a la indexación de los depósitos bancarios, también se imprimió papel moneda indexada, el Pengö Fiscal. El 21 de mayo de 1946, dos meses antes de la estabilización, el ministerio de finanzas fue autorizado a emitir dichos billetes. Originalmente podía ser utilizado únicamente para el pago de impuestos. Así, individuos que tuvieran obligaciones impositivas en el futuro podrían adquirir estas emisiones para descargar sus pasivos fiscales cuando éstos se devengaran (vendría a ser un crédito fiscal, una especie de emisión o certificado de anticipación de impuestos). Las emisiones tenían una validez de dos meses y perdían su valor en la fecha de expiración, sin ninguna obligación de recompra por parte del tesoro.

Hacia Junio de 1946 era virtualmente imposible encontrar un pengö en circulación en Budapest y otras ciudades, especialmente después de las dos de la tarde, horario en el que los bancos dejaban de atender al público. El público en general depositaba todo su dinero en los bancos y a la mañana siguiente retiraban una suma progresivamente mayor con la cual podían efectuar las transacciones. El deseo de liberarse de la moneda pasada las dos de la tarde, causó serios problemas en el intercambio y la distribución, lo que motivó el decreto del 8 de junio de 1946, por medio del cual el gobierno forzó a los almacenes y demás negocios minoristas a permanecer abiertos hasta las 5 P.M. Sin embargo, los negocios no estaban obligados a aceptar pengös regulares después del horario del cierre bancario. El mismo decreto asimismo especificaba que cualquier asalariado estaba en derecho de exigir que su salario sea pagado al día siguiente, a la nueva cotización del TP, si se le pagaba después de las dos de la tarde. Debe aclararse que el TP no permaneció inmune a la depreciación, aunque se depreció a una tasa menor a la del pengö regular.

Con su introducción el 1 de enero de 1946, el valor del índice de precios utilizado para indexar fue el prevaleciente dos días antes. Hacia el 1 de marzo de 1946, comenzó a utilizarse el índice de precios del día anterior (el gobierno anunciaba el valor del índice a utilizarse el día siguiente por radio a las 6 P.M.). El 19 de Abril el gobierno cambió el índice por otro arbitrario, más representativo del incremento del nivel de precios, aunque la razón de este cambio no está clara.

El 13 de junio, el ministerio de finanzas amplió la utilización del TP, permitiendo cubrir el pago de tarifas del transporte público y otros servicios suministrados por el Estado o empresas públicas. Adicionalmente, el gobierno podría abonar con estas emisiones la producción que el sector privado le proveyera, teniendo en cuenta el sistema de repartos por entonces en vigencia, que obligaba a los agricultores a entregar una proporción de su producto al Estado.

El 23 de Junio, el gobierno comenzó a abonar todas sus erogaciones con estas emisiones. Los depósitos en el Banco de Ahorro Postal, principalmente en áreas provinciales, no fueron indexados sino hasta el 9 de Julio de 1946, unas tres semanas antes de la estabilización. Cuantitativamente, estos depósitos resultaron ser significativos, oscilando entre un 16% y un 54% de los depósitos totales del sistema bancario. Al 31 de enero de 1946, representaban el 48% de los depósitos declinando a un mínimo del 16% hacia fines de mayo de 1946. Una vez indexados, incrementaron su participación relativa hasta alcanzar el 54% de los depósitos totales al 31 de julio de 1946.

La existencia de este tipo de depósitos redujo la base impositiva sobre la cual recaía el impuesto inflacionario. Para obtener un mismo nivel de ingresos reales, el gobierno se vio forzado a acelerar el crecimiento del dinero, que trajo aparejado un astronómico incremento de la tasa de inflación. Aunque la indexación de depósitos fue instituída para proteger los ingresos públicos de la depreciación, se hicieron extensivos al sector privado para reducir la velocidad de circulación del dinero ofreciendo una alternativa atractiva a los commodities y monedas extranjeras.

En este sentido el TP tuvo un interesante pero fallido antecedente. El 25 de febrero de 1924 el gobierno húngaro había intentado detener la incipiente hiperinflación por medio de la introducción de la corona. La moneda doméstica podía ser depositada en estas cajas de ahorro indexadas en coronas. El índice de indexación se calculaba diariamente sobre la base de la tasa de la corona en Zurich y Viena, el tipo de cambio con el dólar en Budapest y el precio de 6 títulos arbitrarios comercializados entre Budapest y Viena. Este experimento llegó a su fin el 31 de mayo de 1924, momento en el cual la corona regular se había depreciado un 25% respecto a los "saving crowns", dado que la fórmula de ajuste tendía a crecer más rápidamente que los precios domésticos.

En la medida que la inflación se intensificaba, la popularidad de las cuentas en moneda indexada se acrecentaba. Dado que emitía su propia moneda, el gobierno tenía poca necesidad de descontar letras del tesoro en el banco central. Las operaciones de descuento cesaron el 9 de Julio y el 12 de Julio el Banco Central imprimió emisiones del Pengö Regular, cuya denominación alcanzó a 100 trillones. (1020).

El 9 de Julio, el TP se convirtió en la moneda de curso legal y su impresión y distribución pasó a manos del Banco Central. Durante los pocos meses previos a la estabilización, estas emisiones fueron el único medio de intercambio en Hungría. Las reformas introducidas el 1 de Agosto incluían disposiciones para la conversión del TP, el cual circuló como un medio de pago y unidad de cuenta auxiliar luego de la estabilización.

Posteriormente, fueron gradualmente retirados de circulación entre 1946 y principios de 1947. Con la introducción del TP, el gobierno estaba teóricamente devolviendo a la gente gran parte del ingreso proveniente del impuesto inflacionario. La proporción que el gobierno recaudaba estaba determinada por la fracción del incremento del nivel de precios por encima del índice utilizado para indexar el TP.

La emisión de este circulante trajo consigo el mismo efecto que una reducción de la base impositiva en ausencia de su emisión. Para obtener el mismo nivel de ingreso real, sería necesario incrementar más la tasa de emisión de moneda doméstica regular, acelerando el incremento en el nivel de los precios. Así, la emisión de los TP sirvió sólo para alimentar la inflación al reducir la base impositiva. Además, condujeron a que billetes del pengö regular se depositaran en el sistema bancario, donde ayudaban a incrementar la tasa de creación de depósitos.

El gobierno intentaba simplemente utilizar el Pengö Fiscal para financiar sus gastos temporalmente. En Diciembre de 1945, tales ingresos cayeron rápidamente. Los ingresos provenientes del impuesto inflacionario lograron provocar una reversión transitoria en la tendencia decreciente del señoriaje. Sin embargo, la política fue destacada como conductora hacia una reducción permanente en la oferta de dinero y consecuentemente en la inflación, pero al no existir otras condiciones básicas para una reducción permanente en la inflación, la política falló para detener el proceso hiperinflacionario.

9. Salarios «Calóricos»

Se suele alegar que la inflación suele ser causada por cambios en los salarios cuando la economía se monetiza. En el caso de Hungría, esto así no ocurrió, puesto que las variaciones en los salarios se encontraban rezagadas respecto a las variaciones en los precios. El Partido Comunista entendió la sindicalización de los trabajadores como un resultado a la centralización de negociaciones saláriales, en vez de un intento de corregir los salarios según la inflación corriente.

Dada la velocidad con que los precios variaban, las negociaciones y subsecuentes ajustes saláriales producían un retraso que concluía en una caída dramática en los salarios reales a través del proceso hiperinflacionario. Los salarios eran calculados cada cierta frecuencia, mientras que los niveles de precios se incrementaban continuamente. De hecho, a pesar de la aceleración de la inflación, los salarios fueron modificados dos veces al mes hasta el final del proceso.

Como resultado de los estados depreciados de los salarios reales, y de las dificultades impuestas por interrupciones en la producción causadas por los constantes aumentos de los pagos de reparación de guerra, el gobierno de Hungría decidió implementar una forma de pago en especie llamado "salarios calóricos". El objetivo de esta política era asegurar a cada trabajador un salario real fijo, establecido en la base de un mínimo de calorías requeridas para desarrollar una tarea particular. Por ejemplo, un trabajo que requería gran esfuerzo físico requeriría un número mayor de calorías que un trabajo de oficina.

10. El programa de estabilización

Este tipo de programas usualmente incluye una revisión general del diseño del sistema tributario con el propósito de garantizar el equilibrio fiscal tanto en el corto como en el mediano plazo. Frecuentemente, los programas de estabilización adoptan la convertibilidad de la moneda en oro o alguna divisa internacional estable, imponiendo una limitación adicional sobre la política fiscal, reforzando la creencia del público de que se ha emprendido un serio intento de equilibrar las cuentas públicas.

Las reformas monetarias y fiscales pueden ser asistidas por el acceso al crédito externo. Por otra parte, sería mucho más dificultoso si la nación en cuestión debiera pagar indemnizaciones cuyo monto total o la programación de las amortizaciones fuera incierto. La incertidumbre, en este caso, genera desconfianza en los individuos sobre los recursos con los que cuenta el gobierno para garantizar la estabilidad fiscal y la convertibilidad de la moneda.

El Gobierno introdujo un ambicioso plan de estabilización el 1 de Agosto de 1946, preparado en gran parte por el Partido Comunista, el cual no fue diseñado a requerimiento de la Comisión de Control Aliado, ni de las Naciones Unidas ni basado en préstamos del extranjero. El análisis del paquete de estabilización puede ser organizado en términos de sus principales elementos:

a. Medidas tendientes a incrementar la aceptación general de la moneda:

  • La introducción de una nueva unidad de medida para reemplazar al depreciado Pengö. Esta unidad se denominó Florín, en rememoración a la antigua y estable moneda de la monarquía Habsburga. El Pengö regular era cambiado por el Florín a un tipo de cambio de 400.000 cuatrillones a uno, mientras que el Pengö Fiscal fue fijado en 200 millones por florín. Una ley estableció que las emisiones de florín debían ser respaldadas por oro, en un 25% de su valor facial, aún cuando durante los primeros seis meses del plan el respaldo en oro excedió, en promedio, el 50%. Sin embargo, el Florín no era convertible a oro u otras divisas internacionales.
  • El gobierno húngaro recuperó de los Estados Unidos U$S 32 millones en oro correspondientes a reservas del Banco Central que fueron removidas a Alemania por el gobierno Nazi. Las 22 toneladas de oro retornaron a Budapest el 6 de Agosto en medio de gran publicidad en la prensa. Adicionalmente, se obtuvieron U$S 12 millones en oro y monedas extranjeras provenientes de fuentes domésticas durante el período de gracia anterior a que las leyes entraran en vigencia prohibiendo ese tipo de tenencias, sujetas a multas draconianas. Estas dos cantidades daban una suma total de U$S 44 millones, proveyendo el oro suficiente para cubrir más del 100% de los billetes en la introducción del florín.
  • Fue reimpuesto el Artículo 50 del estatuto de Banco Central, prohibiéndole prestar directa o indirectamente fondos al gobierno, excepto el caso de depósitos de oro o divisas en adelanto de billetes. Para darle cierto respiro al gobierno, antes que nuevas tasas impositivas fueran establecidas para proporcionar el ingreso suficiente para cubrir su gasto, se acordó un adelanto inicial de 300 millones de florines.
  • A fin de controlar la oferta de depósitos, se requirió inicialmente establecer el 100% de las reservas requeridas en los bancos comerciales.

Estos cambios en la naturaleza de la unidad corriente fueron más que cosméticos, acompañaron un cambio fundamental. El florín fue respaldado conjuntamente por oro, monedas extranjeras y papeles comerciales. Hacia Diciembre de 1946, la emisión de papel moneda llegó a excederse del límite preestablecido de 1.000 millones de florines, la cual debió ser corregida a través de controles rígidos de crédito y deflación. A lo largo de 1947, el 25% de cobertura de oro fue mantenida. Se inyectaba liquidez al mercado por medio de operaciones de descuento de papeles comerciales y el gobierno no recibió ningún préstamo tal como fue estipulado.

b. Reforma del Sistema Fiscal

Durante este período se efectuó una reforma fundamental en el sistema impositivo. Las tasas impositivas fueron incrementadas considerablemente sobre el nivel anterior a la guerra: los impuestos a las ganancias fueron impuestos a una tasa de 2% del ingreso excedente sobre 1.200 florines, aumentando hasta un máximo del 60% en remuneración salarial y del 80% en el ingreso por propiedad. La renta bruta sobre el alquiler estaba sujeta a un impuesto entre 60% y 80%. El impuesto al consumo fue aumentado del nivel de 2-5% de pre-guerra a 3-10%.

Los gastos también fueron sujetos a una severa disciplina fiscal; antes del período de estabilización el número de empleados fue reducido en cada ministerio a un 90% del total en el año fiscal 1937-1938. A su vez, la policía estatal fue reducida a 5.000 agentes y los miembros del ejército a 20.000 hombres. Luego del proceso de estabilización, los salarios y pensiones estatales fueron cortados a menos del 50% de los mismos en 1937-1938.

El resultado de esta reforma fue dramático: en Agosto de 1946 sólo el 21% del total del gasto fue cubierto por impuestos. En Octubre, esta relación se vio incrementado hasta cubrir el 96% del gasto.

c. Otros elementos:

El programa de Estabilización se benefició por las siguientes medidas que ofrecieron mayor soporte psicológico, menor incertidumbre y ayuda financiera adicional:

  • En Mayo de 1946, el gobierno de Estados Unidos le concedió a Hungría un crédito de U$S 10 millones para adquirir bienes americanos. El 19 de Junio, esta suma se incrementó por un adicional de U$S 5 millones. La ONU entregó U$S 4 millones en comida, que luego fue vendida por el gobierno húngaro proporcionando una fuente extraordinaria de recursos.
  • El 29 de Julio se celebró una Conferencia de Paz en París con las Potencias del Eje, donde se establecieron las fronteras de Hungría. Quedaron de esta forma identificadas las mismas fronteras establecidas por el tratado de Trianón con la excepción de pequeños pueblos a los cuales Hungría tuvo que renunciar.
  • El período de pagos de amortizaciones de las reparaciones de guerra fue reprogramado de 6 a 8 años.

11. Lecciones de la experiencia húngara

La experiencia húngara revela que la implementación de una adecuada y consistente combinación de políticas monetaria y fiscal puede terminar rápidamente con la inflación y con un reducido costo de transición, siempre y cuando las medidas se hayan divulgado previamente al público en general y se haya seleccionado el momento adecuado para instrumentarlas. La apariencia de una relación causal instantánea entre la introducción de las reformas y el control de la inflación subestima en realidad el hecho de que existe una demora entre el diseño y la implementación de las medidas en cuanto al alcance y objetivos de los cambios propuestos en la política fiscal y monetaria.

Un rasgo distintivo de la segunda hiperinflación húngara fue el uso generalizado de depósitos indexados y, más tarde, de una moneda indexada. Esta práctica contrajo la demanda de dinero no indexado, que era la base del impuesto inflacionario, y en consecuencia recaudar un monto dado de ingresos requería de tasas de inflación crecientes. Es importante destacar que la indexación fue concebida como una medida temporaria y no como la cura definitiva a los problemas por los que atravesaba el país. De hecho, la ausencia de mecanismos indexatorios fue uno de los factores necesarios para conseguir la estabilidad de precios.

En las experiencias hiperinflacionarias, a diferencia de la aquellos países con inflaciones crónicas, existe muy poca inflación inercial. En el caso húngaro posterior a la Segunda Guerra prácticamente no regía ningún tipo de contrato, es decir que los precios eran esencialmente flexibles, lo que facilitó la transición hacia la estabilidad de precios. Asimismo proporciona evidencia para el argumento de que los casos de hiperinflación no pueden ser comparados directamente con aquellos de inflación inercial, porque la indexación condiciona a la economía a una inflación persistente y que el elemento inercial en la inflación es resistente a la política. Como demuestra el caso húngaro, no tomó mucho tiempo en acelerarse la inflación una vez que el gobierno decidió deteriorar el grado de protección que ofrecía la indexación.

Se ha argumentado que una razón importante para la implementación de políticas heterodoxas de estabilización radica en que las reformas fiscales y monetarias por sí solas no permiten asegurar la estabilización de precios, máxime si se considera el pesimismo generalizado del público en países con larga historia inflacionaria sobre el compromiso y la capacidad del gobierno de poner fin a la inflación.

En este sentido, la experiencia húngara revela que aún cuando la desconfianza en las intenciones del gobierno de poner fin a la inflación pudieron haber existido (no sólo porque Hungría experimentó dos hiperinflaciones en el lapso de 25 años, sino porque el financiamiento inflacionario comenzó a fines de los años ´30), ese factor no juega un papel fundamental por el que se deba recurrir a planes heterodoxos para terminar con una hiperinflación.

En la cuadro 4 se ha intentado resumir las lecciones de la experiencia húngara para terminar con la hiperinflación y se muestra el billete que se emitía en el periodo hiperinflacionario.

Cuadro 4: Los Ingredientes para un Final Exitoso de la Hiperinflación

Condiciones Necesarias

  • Tiempo para construir Credibilidad, antes de imponer las reformas.
  • Terminar la dependencia en el Impuesto Inflacionario.
  • Finalizar todo tipo de Indexación.
  • Implementar Reglas de Conducta consistentes con la Estabilización de Precios.
  • Promulgar Políticas para asegurar el equilibrio agregado apropiado.

Factores innecesarios para terminar con la Hiperinflación

  • Terminar con el Pesimismo sobre las Conductas Pasadas del Gobierno.
  • Gradual Des-indexación de la Economía.
  • Controles de Precios y Salarios Estrictos.

CONCLUSIONES

La hiperinflación más documentada se produjo en Alemania durante el periodo posterior a la primera Guerra Mundial (1.922−1.923). En ella el gobierno puso en marcha la emisión de dinero, elevando los precios y el dinero a grandes niveles. Consecuencia de esto fue, que el dinero que una persona tenía en 1.922 queda apenas sin valor en 1.923. tampoco no debemos olvidar que otros países como Rusia, Colombia, Polonia, Austria, Grecia, China y más recientemente Yugoslavia tuvieron hiperinflación.

Aunque la más grave fue la hiperinflación sufrida por Hungría inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Los precios se multiplicaron por más de 1027 en doce meses, multiplicándose dos veces cada día.

Por ello se dice que una economía se ve afectada por un proceso de hiperinflación cuando sus precios crecen a tasas superiores al 50% mensual. Cuando esto ocurre, los individuos tratan de desprenderse del dinero líquido del que disponen antes que los precios crezcan más y hagan que aquél pierda aún más su valor. Este fenómeno, conocido como la huida del dinero consiste en la reducción de las tenencias monetarias de los individuos, puesto que el dinero se desvaloriza de día en día y de hora en hora.

Lo cual crea pánico a la hiperinflación siempre existió desde que se tuvo la desagradable experiencia. La razón es que no hay una solución rápida y siempre es costosa. A la hora de poner fin a un proceso, todas las teorías aportan algo válido, pero mas allá de la teoría existe la realidad: la gente, sus expectativas. Sabemos que economía es una ciencia social y por lo tanto es muy difícil predecir o analizar la conducta de los individuos, en este tema especifico se refleja con mayor contundencia (corridas cambiarias, especulación, credibilidad). Consecuentemente no podemos recetar ninguna solución sino conocemos la cultura o "el sentido común" por lo que la gente se guía, o en otras palabras no existe una receta universal.

También se puede decir que la "hiperinflación" es un fenómeno asociado con el papel dinero o dinero "fiat", dinero falso sin valor intrínseco. Este dinero es producido por un sistema que lo crea por medio de la expansión de crédito. La expansión de crédito cuando no es resultado de una previa expansión del ahorro real es simplemente la creación de crédito de la nada. Por esto, se inventó el término "inflación", pues es como inflar con aire un estado financiero bancario: préstamos (activos) creados contra dinero prestado (pasivos del banco) que no es más que aire; de ahí, el término "inflación" ? "inflar con aire" ? el balance.

Es así que la hiperinflación representa la última etapa del proceso inflacionario en la cual los bancos intentan mantener el funcionamiento de las actividades económicas – mal fundamentadas en la realidad – que nacieron con la expansión de crédito que efectuaron previamente los bancos.

La primera parte de la hiperinflación, en el pasado, se ha caracterizado por la aparición del "crack-up boom". Este es un auge aparente y lleno de optimismo. Pero llega un punto en el proceso inflacionario, cuando paulatinamente el público decide que debe adquirir bienes tangibles líquidos, para proteger el valor de su dinero. Este proceso, una vez iniciado, acelera y los precios de dichos bienes comienzan a subir.

Algunas personas pueden invertir en acciones, como sustitutos de bienes tangibles. Por ejemplo, acciones de minas de oro y otros metales; acciones en compañías que venden productos siempre necesarios, como compañías farmacéuticas. La imaginación del público y de los que proveen consejo económico, examina todo el espectro accionario para buscar empresas que puedan ofrecer protección. Sin embargo, la corrección económica que vendrá después de una deformación productiva tal y como ha sufrido el mundo, afectará en forma totalmente imprevisible a todas las empresas existentes.

Este momento también es de "Depresión", porque la hiperinflación destruye a empresas, ya sea porque sus flujos de ingresos no alcanzan a comprar los insumos necesarios o son insuficientes para liquidar pasivos contratados (con tasas de interés que se han ido por las nubes), ya sea porque se evaporan sus mercados, porque sus clientes ya no tienen poder adquisitivo, no obstante la creación de montañas de dinero nuevo.

Por lo expuesto se considera que la hiperinflación termina en un desastre general. Históricamente, no tenemos más que ejemplos de naciones que la han sufrido aunque nunca se ha dado una hiperinflación mundial por lo que en un periodo de hiperinflación el objetivo principal debe ser el de frenar el crecimiento de los precios antes de corregir las tasas de interés activas y pasivas a niveles reales positivos.

BIBLIOGRAFÍA

 

Trabajo realizado y enviado por

Diana Gloria Lavanda Reategui

estudiante de la universidad Inca garcilaso de la vega 2006.

Partes: 1, 2
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