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La cultura Andina, su desarrollo histórico y sus obstáculos epistémicos


  1. Introducción
  2. La originalidad de la cultura andina
  3. El origen de lo inédito
  4. Dificultades epistémicas de la reconstrucción de la cultura andina
  5. Reflexiones finales
  6. Bibliografía

Introducción

Las culturas ancestrales de los diversos pueblos Andinos han presentado un permanente desafío práctico y teórico a las concepciones del supuesto desarrollo histórico, lineal y ascendente de la humanidad, propias de la modernidad eurocéntrica, que las habían condenado a la inexorable superación o extinción, como vestigio caduco de lo arcaico y supervivencia de lo atrasado.

En esta singularidad de lo supuestamente arcaico y atrasado en la teoría, pero que aparece empíricamente vigente, aparece la necesidad actual de la humanidad por diseñar nuevas formas de conocimiento y comprensión que cuestionen, permitan des-construir y superen los pilares hoy en crisis de la civilización hegemónica. Es esa necesidad múltiple, integral, la que genera condiciones materiales objetivas que permiten mirar como vigentes y acuciantes los saberes alternativos de otras culturas que emergieron de manera paralela, separada y distinta, que llegaron a ser altamente desarrolladas. Aunque en ella existían relaciones de dominación y conflicto, éstas eran de un carácter muy diferente a las de Europa occidental y ocupaban un lugar secundario bajo la hegemonía de principios de regulación social que aunaban la justicia social y ambiental como soporte de la armonía y equilibrio del mundo y el cosmos.

En el presente escrito, en su análisis, se trata explicar la razón concreta, material, estructural, histórica, por la que las realidades americanas y específicamente la cultura andina, no pueden ser comprendidas realmente cuando se estudian e interpretan con las ideas y métodos nacidas en y para otras realidades, ya que en ella se generaron consecuentemente órdenes sociales y estructuras culturales igualmente únicos e irrepetibles.

Se explicitan además, los principales obstáculos que dificultan la reconstrucción de las culturas ancestrales andinas. Entre ellas se mencionan: la subjetividad investigativa y la visión euro centrista de la cultura andina, la "leyenda negra" de la cultura andina; la falsa dicotomía de tener que "elegir" teóricamente entre distintas concepciones de la cultura andina y la distancia cronológica hacia atrás, por la cual los conceptos actuales pierden significados y utilidad en la medida que se investigan realidades ajenas a la actualidad.

En la presente monografía tiene como objetivo, "Analizar la cultura ancestral andina desde la perspectiva de su desarrollo histórico inédito y los obstáculos epistémicos que dificultan su estudio y reconstrucción. Para lo cual me he propuesto dos objetivos específicos: 1.- Analizar la originalidad de la cultura andina y 2.- Identificar y analizar las dificultades epistémicas de la cultura andina que dificultan su estudio y reconstrucción.

Es imprescindible que se estudie a la cultura andina desde su especial particularidad y se trate a nuestros pueblos originarios como un "otro", diferente, creador de conocimiento legítimo y útil, en imprescindible diálogo horizontal con el conocimiento occidental moderno. Se debe utilizar una metodología que rompa con las dificultades epistémicas de la cultura andina construyendo una aproximación de conocimiento más real y útil, aunque más compleja y difícil.

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La originalidad de la cultura andina

"Andino" viene de "Andes", que es el nombre que recibe el sistema montañoso de millones de años de formación y antigüedad, que atraviesa el continente suramericano, desde Venezuela y Colombia en el norte hasta la Antártica en el sur. "Andes" tiene su origen en el antiguo aymara "Qhatir Qullo Qullo": "Montaña que se ilumina" (por la salida y puesta del sol); y que los españoles redujeron únicamente a "Qhatir", el cual castellanizaron como "Antis" y finalmente "Andes". Se trata de una cadena interminable de cumbres, la más larga del mundo con 7.500 kilómetros de largo, con un promedio de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, superando en muchos puntos los 6.000 metros. Hace de columna vertebral simbólica del continente, omnipresente, diversa y común, de norte a sur, de océano a océano, conectando de una u otra forma todos los actuales países, fundiéndose en los actuales Perú y Bolivia con el Amazonas en una fuerte identidad andino-amazónica. Privilegiado observatorio natural astrológico y escenario de permanentes y cíclicos sacudimientos telúricos, con inevitables consecuencias mítico espirituales y religiosas en los pueblos que milenariamente los habitan. En torno a los Andes surgieron los primeros y sorprendentes órdenes sociales y estatales, abarcando amplios territorios de varios de los países actuales suramericanos.

El origen de lo inédito

No existen pruebas serias de la llegada a América de seres humanos luego de que se cerrara el llamado "Puente de Bering" que unió por congelamiento Norteamérica y Europa hace once mil años, ni existen pruebas contundentes que permitan concluir que los pueblos americanos tuvieron contactos con pueblos de otros continentes hasta la llegada de los europeos en el siglo XV, salvo excepciones como la de la exploración vikinga en Norteamérica en el siglo X y las evidencias de exploración china en Latinoamérica seis décadas antes de la llegada de los Europeos[1]El aislamiento de América y sus poblaciones de todo contacto significativo con las poblaciones de otros continentes del planeta, a partir de alrededor de once mil años atrás, luego de que el mar cerrará el llamado "Puente de Bering", determinó que los seres humanos desarrollarán una interacción única e irrepetible con los medios geográficos, climatológicos y zoológicos específicos de esta región, una evolución socio cultural diferente, paralela e independiente, de las desarrolladas en otras partes del planeta. Esta es la base de la originalidad, del carácter inédito de la denominada prehistoria americana, al punto que no se emplea la periodización tradicional de la prehistoria usada en otras partes del mundo, sino una específica adecuada a la realidad arqueológica del continente, planteándose una teoría y metodología también específicas para el estudio de la prehistoria en América, ampliamente aceptadas y usadas.[2] Del mismo modo, las primeras civilizaciones de América se desarrollaron de manera aislada, paralela pero independiente, del resto del planeta durante miles de años[3]que materialmente hubo de generar consecuentemente órdenes sociales y estructuras culturales igualmente únicos e irrepetibles. Esta es la base de la originalidad, del carácter inédito, de la denominada prehistoria americana, al punto que para su estudio no se emplea la periodización tradicional de la prehistoria, ni la metodología, usadas en otras partes del mundo, sino unas específicas y adecuadas a la realidad arqueológica del continente.

La periodización adecuada y más consensuadas para su estudio y comprensión es la de tres grandes horizontes panandinos, es decir, órdenes sociales estatales que abarcaron territorios de varios de los países actuales de Suramérica: Temprano (Chavín), Intermedio (Tiawanaku) y Tardío (Tahuantinsuyo). Pero que no son correlativos y consecutivos, sino que están interrumpidos por períodos intercalados de predominio de la fragmentación en numerosos órdenes sociales de carácter regional y local, limitados a pequeñas porciones de territorio. Se les llama dos grandes "intermedios". En coherencia con los principios básicos de flexibilidad y adaptación que inspiran a todas las culturas y comunidades andinas, éstos horizontes e intermedios, obedecían a periodos de aumento de hielos en las cumbres andinas que imponían, como mecanismo de adecuación, la formación compleja y contradictoria de ordenes sociales que, siendo estatales, jerárquicos y con relaciones de dominación, conflicto y violencia, conservaban sin embargo los principios fundamentales de la reciprocidad / redistribución social comunitaria a gran escala,[4] y el equilibrio armónico con el medio ambiente. Subyacentemente, existe una continuidad cultural que por miles de años sostuvieron, bajo diversas formas políticas, cientos de diversos pueblos andinos que permitió desarrollar un alto grado de conocimiento agro astrológico, matemático geométrico, arquitectónico, hidráulico, simbólico comunicacional, y cultural.[5]

El Tahuantinsuyo, último ciclo panandino bajo la administración de los incas, es sólo una pequeña y última parte de esa continuidad y acumulado milenario, que fue el que conocieron los invasores europeos, como señala Flores Galindo: Sólo con la invasión europea se interrumpió un proceso que transcurría en los marcos de una radical independencia…los incas… realizaron desde el Cusco una expansión rápida pero frágil.[6]

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Dificultades epistémicas de la reconstrucción de la cultura andina

La re-construcción seria y rigurosa de la cultura andina, ancestral y permanente hasta hoy, presenta enormes dificultades de entrada, de carácter epistémico, es decir, desde dónde, desde quién, y cómo, se busca conocerlas, re-construirlas, pensarlas. En primer lugar, se trata del esfuerzo adicional, lleno de riesgos, que implica re-construir lo que ha sido descalificado, negado, invisibilizado y silenciado, tanto teóricamente como en la práctica histórica, por las formas de conocimiento y de pensar hegemónicos. El "otro" que se busca re-construir, en este caso lo andino, fue considerado una forma de barbarie, de ignorancia, de estado de naturaleza, casi al borde de lo no humano.

Podemos diferenciar una serie de obstáculos que dificultan la reconstrucción de la cultura andina entre las cuales podemos señalar:

a.- La subjetividad investigativa y la visión euro centrista de la cultura andina

La visión de la cultura andina, durante siglos, ha obviado dos aspectos que son fundamentales en su interpretación y análisis:

  • 1. que hasta quien se considere el más objetivo especialista está prisionero de sus experiencias, de los valores dominantes de su sociedad, de las tradiciones, de los estereotipos de su entorno. La mirada es predominantemente eurocéntrica de la historia;

  • 2. que cualquier teórico y/o académico que se aproxima a cualquier disciplina sea del ámbito que sea, y de forma especial en las humanidades, lo hace desde la perspectiva de su ámbito cultural, nacional o ideológico y establece una elaboración teórica según esos valores. Por lo tanto, nadie es independiente; el teórico y/o académico se puede aproximar más o menos a la objetividad, pero nunca a la independencia.

La perspectiva eurocéntrica tiene su sustento en la imposición ideológica y de un sistema de dominación que considera la idea de la "civilización occidental" como el único modelo civilizatorio mundial al cual todas las demás civilizaciones deben subyugarse a él. Occidente justifica las nuevas formas de colonialismo, olvidando que su conquista fue posible a la fuerza a la violencia organizada y no por la superioridad valórica. De esta manera, el tema de los derechos humanos se ha transformado en el caballo de batalla para criticar los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales que Occidente no comparte.

Muchos de los registros históricos que quedan, y a los cuales está obligado a recurrir cualquier estudio, son en sí mismos visiones tergiversadas, coloniales, negadoras.[7] Peor aún, aunque se ha contado con la permanencia de muchas comunidades andinas, las propias estructuras teóricas y analíticas desde las que inevitablemente se miran y estudian corresponden a las de esa razón hegemónica y negadora en la que se ha formado académicamente desde hace siglos a los investigadores, tendiendo a reproducir esa ceguera y sordera epistémica, como lo señala Quijano: "Aplicada de manera específica a la experiencia histórica latinoamericana, la perspectiva eurocéntrica de conocimiento opera como un espejo que distorsiona lo que refleja".[8]

Europa usa su propio patrón civilizatorio para "medir" a otras realidades. Y de acuerdo a ese patrón el mundo latinoamericano es sencillamente "salvaje. Jorge Hegel, monumento del pensamiento alemán plantea que,.. el pueblo de los americanos no es susceptible de ninguna forma de civilización e incapaces de gobernarse están condenados a la extinción[9]Habla, sin apelación a nombre de la humanidad, diciendo que son pueblos "sin historia". Pueblos en casi puro "estado de naturaleza". Y como la naturaleza, sometibles, explotables. Consta detalladamente en los registros de Archivo de Indias en España, que, sólo entre 1503 y 1660, 18.5000 kilos de oro y 16 millones de kilos de plata fueron saqueados de América y llevados a Europa. Los indios fueron repartidos en "encomiendas" como una nueva moneda corriente. "…lo mismo es dar a uno quinientos pesos y myll de renta… a dárselos en yndios que lo renten por vía de encomienda…" (Autos de repartimiento. 1569). Y en las encomiendas se realiza la obra civilizatoria. La enseñanza de la sanguinaria disciplina laboral en la explotación intensiva de minerales y plantaciones. La importación de enfermedades inéditas e indefectiblemente fatales para el sistema inmunológico de los pueblos indígenas, tales como la malaria, la viruela y el sarampión. El uso acostumbrado de perros salvajes, del garrote y de la carga a degüello con la espada para mostrar a los díscolos las inapelables verdades del catolicismo. Muerte se volvió equivalente de conquista… cualquier establecimiento español comenzaba con edificar una horca… las enfermedades se propalan con los barcos y sus ratas, los virus llegan incluso antes que la hueste de Pizarro.[10]

A la destrucción de los territorios y los cuerpos, se sumó la de los espíritus. Se trató de la alucinante "extirpación de idolatrías". Sólo en el siglo XVII, al menos tres grandes campañas de extirpación de idolatrías aterrorizaron a los pueblos y comunidades de la actual sierra peruana. ¿Cuáles son los instrumentos a los que recurren quienes combaten a la idolatría? … la cárcel y la escuela.[11] Los siervos del señor, obispos inquisidores Juan de Zumárraga de México, famoso por su "amor a los indios", y Diego de Landa de Yucatán ejecutaron "autos de fe", donde se procesó, sometió a tormento, colgó y quemó en la hoguera a miles de indígenas, cientos de ellos niños, encabezados por el cacique de Tezcoco, Carlos Chichicatécotl. Se destruyeron 5.000 esculturas, 13 altares, 197 vasos, y 27 "códices" mayas, pergaminos con su particular escritura. Todos únicos en su especie. De incalculable, irreparable, valor cultural. Pedazos de un universo humano completo perdidos irremediablemente. En Brasil, se prohibieron las cosmovisiones Umbanda, Yoruba, Candomble, Santería; y la "capoeira", forma de combate de los esclavos angoleños, camuflada de danza para evadir el control esclavista, devenida en profunda expresión espiritual libertaria, fue prohibida y severamente castigada. Tras la rebelión encabezada por Tupac Amaru II y Tupac Katari, en los actuales Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Chile y Argentina, donde se estima que llegaron a morir en las masivas represiones al menos 50 mil indígenas (algunos autores estiman hasta 100 mil), los españoles torturaron y masacraron a todos los parientes del inca revolucionario hasta en cuarto grado de consanguinidad. Atacaron la centenaria estructura de liderazgo de los "curacas". Prohibieron la enseñanza del quechua y sus obras teatrales, la investigación sobre los incas y hasta la novela "los Comentarios reales de los incas" de Garcilazo.[12] Se ordenó la destrucción de las indumentarias indígenas. Y hasta de los "quipus", sistema milenario de cuerdas de lana o algodón con nudos de colores y trozos de maderas, que registraban la matemática y la técnica de memoria histórica de esa civilización que aseguraba los derechos sociales a todos y vivía en sagrada armonía con el universo; conceptos tan inescrutables para los europeos como los propios quipus. Prohibidos del quechua, quedaba terminante negado también que los indios aprendieran a leer y escribir el español, y se abrogó todo privilegio económico a las élites nobles indígenas. Arrancarles la piel social y la memoria. Ser olvidados, analfabetos y pobres, ese sería el castigo de un pueblo entero.[13]

b.- La "leyenda negra" de la cultura andina

Luego tenemos la llamada "leyenda negra" de la cultura andina, tergiversaciones y distorsiones realizadas sistemáticamente con el objetivo político de justificar la invasión y saqueo como obra "civilizatoria" frente a bárbaros, salvajes e inhumanos, obstáculo difícil de salvar. Bajo la inspiración del mismo virrey… se propaló una visión del pasado andino… con la finalidad de justificar la conquista. Toledo enroló para este proyecto a Sarmiento de Gamboa, autor de la "Historia Indica" en esa crónica… en el discurso toledano: los incas eran idólatras, convivían con el diablo, ejecutaban sacrificios humanos y, por último practicaban la sodomía.[14] Se construye así una estructura sutil de descalificación, legitimada como conocimiento válido, sustentada en la autoridad de la "historia", asumida como la "verdad", naturalizada como "realidad", indiscutible, "oficial". El colonialismo, como hecho histórico, significó la formación de nuevas identidades en América Latina, así en trescientos años las muchas identidades de diversos pueblos y culturas, quedaron reducidas a una identidad racial inventada por los colonizadores: indios, adjetivo deshumanizador, lleno de todo lo negativo.[15]

c.- La falsa dicotomía de tener que "elegir" teóricamente entre distintas concepciones de la cultura andina

Posteriormente , está la falsa dicotomía, que aparece casi como reacción refleja ante la falta de estudio riguroso, de tener que "elegir" teóricamente entre una concepción de la cultura andina como "repetición de lo mismo", caso particular de leyes universales de toda la humanidad, u otra donde es una especie de "paraíso" perfecto, sin relaciones de dominación, conflicto y violencia. Se evade de este modo, el arduo trabajo de reconstruir y reconocer con rigurosidad una realidad que no es ni una ni la otra, sino diferente, con relaciones de dominación, conflicto y violencia, pero que son inéditas y originales y no reductibles a las supuestamente universales.

Reaccionando ante la violenta negación y descalificación histórica, hay quienes llegan a la idealización acrítica del pasado, en este caso de la cultura andina, ajena y contraria al esfuerzo de reconstrucción auténtica, rigurosa y útil; sirviendo a veces de base a una visión indigenista totalitaria, de base filo racista, y que pretende incluso una posición de privilegio, excluyente y sectaria, en una nueva estructura jerárquica de relacionamiento hacia los demás pueblos y actores sociales. Más ideológico que serio y sistemático, entre las interpretaciones "satanizadoras" o idealizadoras", ambas coloniales, del Tahuantinsuyo.

d.- La distancia cronológica hacia atrás, por la cual los conceptos actuales pierden significados y utilidad

Tenemos además, el obstáculo que representa siempre, la distancia cronológica hacia atrás, por la cual los conceptos actuales pierden significados y utilidad, en la medida que se investigan realidades hacia atrás en el tiempo. Conceptos como economía, productividad, desarrollo, educación y muchos otros, que hoy nos parecen naturales y evidentes, pierden todo significado antes de la época moderna incluso en la misma Europa, como lo ha señalado contundentemente, entre otros, Iván Illich.[16]

Reflexiones finales

Estos obstáculos y condicionantes coloniales epistémicos imponen el esfuerzo incesante de autorreflexión crítica. Exigen un doble trabajo simultáneo de descolonización, de las fuentes de las que se estudia y de las matrices de conocimiento que habitan al investigador y con las que éstas son pensadas. Conjuntamente, exige un principio de prudencia y des-prejuicio, evitando al máximo posible concepciones analíticas a priori que arriesguen a perder la autenticidad, complejidad y riqueza de realidades inéditas y únicas, en tanto totalidades aisladas, paralelas y autónomas en su dinámica histórica respecto de las hegemónicas. En suma, se trata de encontrar nuevas estrategias de conocimiento que no sean en sí mismas estrategias de dominación y colonialidad. Re-construir con rigor de autenticidad la cultura andina representa de hecho una traducción de un mundo a otro, del andino al occidental moderno, con la dificultad de que uno de los mundos ha estado largamente negado y silenciado y ha de traducirse su silencio, buscando en el camino el mecanismo de traducción que garantice la mínima e irrenunciable horizontalidad entre ambos. En ese sentido, y más allá de la vigencia y aporte que de hecho representa la cultura andina, la descolonización del saber que implica su re-construcción, su recuperación y reivindicación como un "otro" creador de conocimiento, legítimo y útil, en dialogo horizontal con el conocimiento occidental moderno, resulta en sí mismo un ejercicio de emancipación intelectual y de ética de la responsabilidad, un proceso de renovación de las estrategias de conocimiento y de la política. En términos históricos, se trata de la cultura andina como símbolo de la negación, la exclusión y el sufrimiento humano, fundamentado y justificado a partir de haber impuesto como "universal", en última instancia por la violencia, la razón de una realidad particular, local y específica, la de la modernidad occidental europea. Pero también como símbolo de emancipación integral, justamente, a través del esfuerzo de descolonización epistémica.

Se deben redoblar esfuerzos para facilitar esta tarea histórica, la de descolonizar el saber, desaprender la colonialidad, dar su lugar a nuestros pueblos originarios como un "otro", diferente, creador de conocimiento legítimo y útil, en imprescindible diálogo horizontal con el conocimiento occidental moderno. Encontrar otras formas de entender lo "otro", que permitan su descripción y análisis en lo que de hecho eran y son, más allá de trampas políticas universalistas y negadoras, por un lado, o idealistas y justificatorias, por otro. Una exigencia de descolonización epistemológica que supere la polaridad de la satanización o el fetichismo de las culturas ancestrales y diferentes, en este caso la andina, construyendo una aproximación de conocimiento más real y útil, aunque más compleja y difícil, en el amplio y desigual terreno que se extiende entre aquellas visiones extremas y fáciles.

Crear condiciones para facilitar este movimiento de descolonización epistemológica y ética para recuperar de manera útil los acervos culturales de los pueblos del mundo constituye una tarea teórica de primer orden político, que ya está en marcha, pero insuficiente todavía, a la que se deben destinar esfuerzos, conscientes de que estos nuevos o renovados enfoques éticos necesariamente deben ser incorporados en el proceso de tránsito y superación civilizatoria.

Bibliografía

  • De la Vega, Gracilazo. Comentarios reales de los Incas. Fondo de Cultura Económica. Lima, Perú. 1991.

  • Flores Galindo, Alberto. Buscando un Inca: Identidad y Utopía en los Andes. Instituto de Apoyo Agrario. Lima, Perú. 1987. Pág. 292.

  • Illich, Iván La crítica radical de la empresa escolar. En: Opciones N° 13. Suplemento de El Nacional, México 1992.

  • Lajo, Javier Qhapaqñan.La ruta de la sabiduria7 1/a Edición, Amaro Ruma,Lima 2005

  • Milla, Carlos. Genésis de la cultura andina. Amaru Wayra. Perú. 2008.

  • Quijano, Aníbal. Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina. En: Edgardo Lander (Ed) La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y ciencias sociales-perspectivas latinoamericanas. CLACSO. Buenos Aires. 2000.

  • Romero, María. Movimientos sociales en América Latina. El regreso a los tiempos del Inkarri. Portal de Estudios en Comunicación y Periodismo (Pecyp). 2007

  • Shady, Ruth. La Ciudad Sagrada de Caral – Supe en los albores de la civilización en el Perú. Editorial de la Universidad Mayor de San Marcos. Lima, Perú. 1997.

  • Todorov Tzvetan. La conquista de América, el problema del otro.1987 siglo XX editores, primera edición España.

  • Varios autores. La ciudad sagrada de Caral-Supe: los orígenes de la civilización andina y la formación del estado prístino en el antiguo Perú. Instituto Nacional de Cultura. INC y Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe. Lima, Perú. 2003.

Documentos:

  • Módulo 3.- Poblamiento, desarrollos regionales y evolución socio cultural en Suramérica. Diplomado en Historia, Geografía y Ciencias Sociales de Suramérica. Segunda versión.

  • Módulo 4.- El surgimiento inédito y original de la civilización en Suramérica. Diplomado en Historia, Geografía y Ciencias Sociales de Suramérica. Segunda versión.

 

 

Autor:

Vicente S. Peña Palominos

14/09/2012

[1] Está probado que en 982 los Vikingos comenzaron la exploración de Groenlandia en el extremo norte de América pero su penetración en el continente no fue significativa ni permanente. Y lo mismo ocurre con evidencias de exploraciones chinas entre 1423 y 1428.

[2] En 1958, los arqueólogos norteamericanos Gordon Willey, de extendido y profundo trabajo en Suramérica, y Philip Phillips plantearon una teoría y metodología específica para el estudio de la prehistoria en América, incluyendo una periodización cronológica de etapas que actualmente es ampliamente aceptada y usada. Ellas son el "Lítico", "Arcaico" y "Formativo".

[3] El caso más notable es el de Caral, en el actual Perú, civilización tan antigua y desarrollada como las de Mesopotamia, Egipto y China, pero la única en el mundo que por mil años no muestra evidencia de ejército, policías ni guerra, basándose su estructura social diferenciada en el bienestar común y la función crucial para ello de los sabios ("amautas") agro astrológos, matemáticos y arquitectos. Shady, Ruth. La Ciudad Sagrada de Caral – Supe en los albores de la civilización en el Perú. Editorial de la Universidad Mayor de San Marcos. Lima, Perú. 1997. Varios autores. La ciudad sagrada de Caral-Supe: los orígenes de la civilización andina y la formación del estado prístino en el antiguo Perú. Instituto Nacional de Cultura. INC y Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe. Lima, Perú. 2003.

[4] … las huestes de Pizarro… venían de una Europa sometida al flagelo de las periódicas crisis agrarias… les asombra la existencia de tambos y sistemas de conservación de alimentos a esos hombres que si bien poseían el caballo y la pólvora, dejaban un continente de hambre, donde las deficiencias alimentarías eran constantes. Flores Galindo, Alberto. Op. Cit. Pág. 34

[5] Milla, Carlos. Genésis de la cultura andina. Amaru Wayra. Perú. 2008.

[6] Flores Galindo, Alberto. Op. Cit. Pág. 16.

[7] En el caso del Tahuantinsuyo, se trata de al menos 18 cronistas tempranos españoles, y 3 cronistas incas pero ya asimilados en buena medida a la mirada europea, que constituyen fuentes obligadas, pero que imponen la revisión crítica de sus miradas, mediadas por objetivos prejuicios y malinterpretaciones culturales. Rostworowski, María. Op. Cit. Pág. 54.

[8] Quijano, Aníbal. Op. Cit. Pág. 225.

[9] Kant, Emanuelle, citado en Romero, María. Movimientos sociales en América Latina. El regreso a los tiempos del Inkarri. Portal de Estudios en Comunicación y Periodismo (Pecyp). 2007.

[10] Flores Galindo, Alberto. Op. Cit. Pág. 47.

[11] Ibíd. Pág. 99.

[12] De la Vega, Gracilazo. Comentarios reales de los Incas. Fondo de Cultura Económica. Lima, Perú. 1991. Se trata de la obra escrita por un cronista indio de la colonia (llamado el inca) en 1605 y 1613, que constituye, a pesar de distorsiones coloniales (escribe en Europa y para el rey de España) un rescate importante de la historia del Tahuantinsuyo.

[13] Jiménez, Ricardo. El largo parto de un pensamiento propio. Historicidad y generalización ahistórica en América Latina. RUTA – CCB Bolivia – Centro de

[14] Flores Galindo, Alberto. Pág. 53.

[15] Quijano, Aníbal. Op. Cit. Págs. 220 y 221.

[16] Illich, Iván La crítica radical de la empresa escolar. En: Opciones N° 13. Suplemento de El Nacional, México 1992.