Tensión en las fronteras de Colombia como efecto de su conflicto interno
Enviado por José Luis Cadena Montenegro
- Resumen
- Planes regionales en Latinoamérica y cambios en el dispositivo militar
- Las cinco fronteras porosas de Colombia
- Diferendo con Nicaragua, toque de campana
- Conclusiones
- Bibliografía
RESUMEN
Las fronteras de Colombia permanentemente han estado en situación de tensión desde su misma independencia y en tiempos modernos la situación no ha cambiado. En la primera década del siglo XX, Panamá se independizó y al poco tiempo, el país afrontó un crudo conflicto en defensa de su territorio cuando Perú lo invadió por su frontera sur en 1932. Con la República Bolivariana de Venezuela, especialmente, han sido muchas las situaciones conflictivas por razones de delimitación. Con Ecuador, Perú, Brasil y Panamá en los últimos años se han presentado diversos incidentes relacionados con el conflicto interno colombiano. Sin embargo, la diplomacia se ha encargado de evitar que los reclamos superen la racionalidad y desemboquen en acciones bélicas de incalculables consecuencias. Al iniciar el siglo XXI se ha dicho que las fronteras colombianas son porosas, inseguras y expuestas a las industrias ilícitas. De no adoptarse una posición seria y responsable en el tema de fronteras, Colombia podría tener un colapso.
Palabras clave: fronteras, integración, conflicto, geopolítica, abandono, diplomacia, tensión.
Colombian borders have always been under tension or some kind of pressure. From independence to modern times this situation hasn’t changed at all. In the twentieth century’s first decade, Panama claimed its independence and suffered a serious conflict protecting its territory from the Peru invation which stroke its south border on 1.932. The Bolivariana Republic of Venezuela has suffered a lot with the "border conflict" due to a variety of external issues. In the last years Ecuador, Peru, Brasil and Panama started to have some influence and participation with the Colombian internal conflict, however diplomacy has been in charge of keeping the conflict between rational arguments and far from possible violent actions which would bring terrible consequences. In the early twenty century it’s been said that the Colombian borders are weak, insecure, and always exposed to illegal industry. It‘s important to mention that if Colombia doesn’t adopt a serious, responsible and clear position about the "border affair". It would be very possible for Colombia to face a collapse.
Key words: borders, integration, conflict, geopolitic, abandon, diplomacy, tension.
- ABSTRACT
El concepto de franja fronteriza es de origen aduanero y corresponde a una extensión territorial comprendida entre una línea real y otra imaginaria, trazada paralelamente a una distancia de 20 kilómetros. El área así definida goza de las reglamentaciones especiales vigentes, referidas sobre todo a franquicias aduaneras. Sin embargo, los problemas fronterizos modernos están relacionados con otras causas y producen efectos más graves que los derivados del incumplimiento de las leyes aduaneras.
El episodio más destacado en la historia de Colombia y sus relaciones fronterizas, indudablemente es la pérdida de Panamá. Al comenzar el siglo XX Colombia perdió un importante territorio que les permitió a los Estados Unidos de América alcanzar sus metas económicas y el control militar de la región para mantenerse como la primera potencia mundial. El Canal de Panamá se construyó después de la abrupta separación mediante un movimiento independentista apoyado desde Norteamérica. Si se consideran los planes regionales e iniciativas económicas y comerciales que los Estados Unidos han puesto en marcha en Latinoamérica durante el siglo XX y comienzos de XXI, será fácil entender claramente los nuevos enfoques de la geopolítica, cuya práctica ya no está orientada a la usurpación de territorios sino a la conquista de mercados y a la obtención de recursos que aseguren la supervivencia.
En los límites de Panamá y Colombia se encuentra el Tapón del Darién, selvático territorio de gran importancia por la biodiversidad que alberga y por el que está trazada la carretera panamericana que unirá a Canadá con Chile. (GARCÍA: 1.945). Se trata de la misma selva que produjo cientos de muertes durante la construcción de la gigantesca obra. Aunque la vía fue trazada hace varios años, por falta de recursos y por protestas de las comunidades que defienden el medio ambiente, el tramo no se ha construido.
La separación de Panamá sucedió el 3 de noviembre de 1.903. Ese día, la Junta de Notables declaró la independencia y acto seguido, los Estados Unidos de América reconocieron al nuevo Estado. Panamá recibió como premio diez millones de dólares, los cuales fueron administrados por el Banco Morgan y por un grupo de especuladores norteamericanos que habían apoyado los sucesos de la separación. El dinero que salió del tesoro nacional, regresó a los bancos norteamericanos en un círculo vicioso que hasta nuestro tiempo se practica y deja dividendos al sistema financiero internacional.
Panamá fue una provincia de Colombia hasta principios del siglo XX y su independencia fue apoyada con la clara intención de construir del canal inter-oceánico. Su frontera física con Colombia es de 225 kilómetros y sus rasgos culturales son comunes, lo que confirma que en realidad, la vocación de Panamá es caribeña y andina, tanto geográfica como históricamente (CADENA: 2.005). Una larga cadena de hechos geopolíticos auspiciados por los Estados Unidos, terminaron en una revuelta difícil de sofocar por un gobierno que atendía otros conflictos internos y que militarmente no estaba en capacidad de aplicar la fuerza para hacer cumplir la ley. Así fue la separación de Panamá y entonces se construyó el Canal Interoceánico que pasó a ser el símbolo del poder económico y militar, pues con el pretexto de su propia seguridad, en la zona aledaña al mismo se construyó una inmensa fortaleza de características estratégicas.
La instalación de enclaves militares estadounidenses en zonas estratégicas de América Latina tuvo sus orígenes en la apropiación del Canal de Panamá, donde se estableció el centro de operaciones estadounidenses para toda la región denominado Comando Sur (USSOUTHCOM, por sus siglas en inglés) y que desde hace poco tiempo fue trasladado a Miami; Pero desde Panamá, sus ramificaciones se extendieron a todos los puntos claves del continente. Colombia y los países limítrofes son ahora el epicentro de los asentamientos estadounidenses, pero el dispositivo estratégico y militar se extiende hasta los confines patagónicos de América Latina. (SALAZAR: 2.002)
En 1.968, mediante un golpe de estado, llegó al poder en Panamá el General Omar Torrijos, representante de un nuevo nacionalismo que se propuso recuperar la Zona y el Canal para su país. Torrijos acudió a la diplomacia para lograr sus objetivos, incluyendo una sesión del Consejo de Seguridad en Panamá. A la persistente estrategia de Torrijos para la recuperación de la Zona y del Canal se unieron la circunstancia afortunada del presidente norteamericano, Jimmy Carter, con una visión democrática de las relaciones internacionales, y el concurso de un decidido grupo de gobernantes latinoamericanos que con sus consejos, apoyo y actitud solidaria contribuyó a la resolución afortunada del problema para Panamá.
El General Torrijos con un fuerte apoyo popular adelantó una política reformista con la que consiguió respaldo interno y externo. Desarrolló en Panamá profundas reformas sociales y en el ámbito externo se apoyó en el entonces poderoso Movimiento de Países No Alineados, obteniendo para su causa el apoyo latinoamericano en pleno. En 1.976, Jimmy Carter venció en las elecciones a Gerald Ford y fue elegido presidente de los Estados Unidos, emprendiendo una política internacional de apoyo a los derechos humanos y a las democracias, que contrastó con la del frío realismo de Henry Kissinger en el Departamento de Estado. Retiró el apoyo norteamericano a las dictaduras de Pinochet en Chile y Somoza en Nicaragua, suspendió la ayuda militar a El Salvador en donde apoyó nuevas formas para la solución del conflicto interno, reconoció a la República Popular China, propició los acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel, y logró con Panamá los Tratados de 1.978. Su posición frente a estos temas y el fallido rescate de unos rehenes norteamericanos en Irán, incidieron negativamente para su reelección. La derecha de los Estados Unidos, encabezada por Ronald Reagan, manipuló en su beneficio electoral la negociación sobre los rehenes y sobre la devolución del Canal dijo: "Nosotros lo compramos, pagamos por él, es nuestro y lo vamos a guardar" (TIRADO: 2.004).
El 24 de marzo de 1.975 se suscribió la llamada Acta de Contadora, con el apoyo de los presidentes Alfonso López Michelsen de Colombia, Daniel Oduber de Costa Rica y Carlos Andrés Pérez de Venezuela quienes, con el General Omar Torrijos, habían constituido el Primer Grupo de Contadora, para facilitar la negociación. Se trataba de gobiernos aparentemente progresistas de países vecinos y solidarios con la causa de Panamá. Pero en el caso colombiano, a los elementos anteriores se agregaba la circunstancia de que este País tenía derechos consagrados por el Tratado Urrutia-Thomson, los cuales quería conservar. (TRATADO U-T: 1914)
Desde el sector norteamericano opuesto a la negociación se insinuaba que si ella no avanzaba, era debido a las pretensiones de Colombia respecto a sus derechos. En Panamá, existían sectores que consideraban que el tratado entre Colombia y los Estados Unidos era entre terceros para ellos y, en consecuencia, ninguna obligación vinculaba a Panamá. El asunto para Colombia era, cómo mantener sus derechos, cómo apoyar la justa demanda panameña y, al mismo tiempo, no ser, ni aparecer, como el impedimento para que la negociación avanzara. Muchas de las gestiones del Grupo se realizaron en Bogotá y en ocasiones el General Torrijos obtuvo asesoría y apoyo cercano del presidente Alfonso López Michelsen.
Por lo que respecta a Colombia, en el Acta de Contadora se destaca lo siguiente: en el Preámbulo se hace explícito el apoyo a los derechos inalienables de Panamá y se expresa que el Canal está sujeto a los riesgos derivados de una acción nuclear en caso de conflicto internacional. Por estar sujetos a esos riesgos debido a la vecindad, Panamá declara que al ser aprobado el nuevo tratado con los Estados Unidos, está dispuesta a celebrar un nuevo acuerdo con Colombia y Costa Rica para otorgarles beneficios de tránsito por el Canal a sus correos, bienes y mercancías y para permitirles en todo tiempo el tráfico de tropas, naves y materiales de guerra (Acta de Contadora: 1.986).
Colombia manifestó en el Acta que una vez que Panamá concertara un nuevo tratado con los Estados Unidos, "renuncia a todo derecho otorgado por el tratado con respecto a materias que son propias de exclusiva jurisdicción soberana de la República de Panamá". Lo del Preámbulo, relacionado con los daños derivados del peligro nuclear, permitía allanar el camino para que Colombia pudiera renunciar a los derechos derivados del tratado Urrutia-Thomson, recibiéndolos a su vez de Panamá, y demostrando así que no se convertía en un obstáculo para la negociación. Al establecer el tránsito de tropas y elementos militares "en todo tiempo", superaba la limitación impuesta por el Tratado de 1.921, que reducía ese tránsito a tiempos de paz, cuando, si en algún momento se necesita más, es en tiempos de conflicto.
Los derechos de Colombia otorgados por Panamá se formalizaron en el Tratado Uribe Vargas-Ozores, o también llamado de Montería, suscrito en esta ciudad colombiana el 23 de agosto de 1.979, durante el gobierno del presidente Julio Cesar Turbay Ayala, incluyendo los derechos de tránsito por el ferrocarril, "siempre que esté interrumpido el tráfico por el canal", los que no se habían mencionado expresamente en el Acta de Contadora. Lo único cierto después de tantos tratados, es que Colombia fue despojada de un territorio estratégico que le hubiera permitido alcanzar una mejor ubicación en el concierto internacional y unos recursos económicos que hubieran facilitado su desarrollo (TIRADO: 2.004).
A finales del siglo XX y comienzos del XXI, en América del Sur se instalaron otras bases militares por parte de los Estados Unidos; así, en el marco del Plan Colombia, se instaló la base de Tres Esquinas, y se reforzaron las de Larandia, Puerto Leguízamo en el sur y Melgar en el centro del país. Estos cuatro sitios de interés en la lucha contra el narcotráfico se convirtieron en receptores permanentes de armamentos, logística y contratistas asesores estadounidenses autorizados por el Congreso de ese País. En Perú, se establecieron las bases de Iquitos y Nanay, ésta última en la zona amazónica, ambas con intervención del personal militar de Estados Unidos.
En los límites amazónicos de Colombia, los Estados Unidos consiguieron instrumentar un complejo militar económico muy importante, que está basado en el Plan Iniciativa Regional Andina. De esta manera en Ecuador, se instaló la base de Manta, en un área considerada estratégica. Esta base por obvias razones, está ligada al Plan Colombia y a las actuales estrategias de Estados Unidos en dos aspectos:
1- Al Plan Colombia, como componente militar logístico de Inteligencia en tiempo real, para apoyar operaciones tácticas con los nuevos mecanismos operativos que el Siglo XXI puso a disposición del Complejo militar de los Estados Unidos.
2- A la agenda de seguridad de Estados Unidos como enclave geopolítico y observador adelantado en el sur del continente. Ya antes del 11 de septiembre de 2.001, especialistas militares ecuatorianos como el General René Vargas Pazzos, actualmente embajador en Venezuela y el Coronel Jorge Brito, habían advertido el rol de la base de Manta: "En el acuerdo suscrito con Estados Unidos incluyen una flota de aviones de última generación, tan grande que puede transportar una unidad completa de infantería armada y equipada. ¿Para qué quieren en Manta un avión militar tan grande? ¿Para detectar traficantes de drogas? Esos aviones sirven para montar una operación militar de ataque a gran escala desde Manta". (BRITO: 2.003)
Adolfo Pérez Esquivel, premio nóbel de paz, refiriéndose al Plan Colombia, aseguró que "esta situación responde a políticas y a visiones geopolíticas continentales de Norteamérica, que apuntan a la colonización de Latinoamérica. Creo, en consecuencia que estamos frente a una situación difícil, no imposible de revertir, a través de la unidad del continente, de propuestas políticas alternativas para poder avanzar en proyectos propios" (PÉREZ: 2.003).
A finales de noviembre del 2.003, se llevó a cabo en Brasil el Foro del Acuífero Guaraní, que se convirtió en una forma de rechazar la avanzada extranjera sobre ese sector, ya que el Banco Mundial viene impulsando con más fuerza su conservación y protección mientras se impulsa la idea de considerar el agua un bien comercial y no un bien social. Ni más ni menos se está hablando de privatizar el agua en sus nacimientos y convertirla en un producto de marca con precios internacionales y exclusividades en su explotación. Con razón desde hace algún tiempo se viene asegurando que "las próximas guerras serán por el agua". A esto bien le podríamos denominar "la geopolítica del agua", la cual está inmersa en los diferentes planes impulsados por los Estados Unidos.
Mientras los gobiernos latinoamericanos creyeron que el Plan Colombia era sólo para Colombia, paulatinamente se acerca a la Iniciativa Regional Andina, ahora acompañada de la Estrategia Continental de Seguridad Antiterrorista, uno de cuyos objetivos es homogeneizar la región para la próxima década en torno a la Iniciativa de Defensa Estratégica. Además, el Área de Libre Comercio de las Américas, que de México a Centroamérica se extiende con el Plan Puebla Panamá, converge en los Andes como macro-objetivo del Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina, cuyo epicentro es toda la región, que abarca siete territorios estratégicos cuyas capitales son Caracas, Bogotá, Quito, Lima, La Paz, Panamá y Brasilia. Este plan pretende convertirse en cabeza de playa para la conquista de un mercado de 800 millones de latinoamericanos (FERNÁNDEZ: 2.001). Esto confirma la tesis que la geopolítica ya no se interesa en la expansión territorial, sino en el crecimiento del capital a través de las transnacionales.
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