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Teodulo Lopez Melendez, el escritor de la palabra delirante (página 3)

Enviado por Marisol Marrero


Partes: 1, 2, 3

¿Cómo afecta esta herida la visión de ti mismo y de los otros?

   Puede que lo he dicho en la respuesta anterior se traduzca simplemente en "mientras más sé menos sé". Algo parecido a la famosa sentencia "lo único que sé es que no sé nada". Entre mis muchas preocupaciones nunca ha estado la religiosa. Si me he ocupado de bucear en el más allá, ha sido por necesidad cultural, no por buscar respuestas a una angustia personal. A la muerte la miro con naturalidad, no me produce ningún efecto especial, en el sentido de temor. Te confieso una sensación, por llamarla de alguna manera, que siempre me acompaña: quiero siempre envejecer rápido, estar en el final, llegar a la inevitable muerte. En tal sentido creo que amo la muerte. Creo que el dolor es vencible, me refiero a uno ontológico, de manera que puedo asegurarte que jamás me suicidaré. Al mismo tiempo siento una gran seguridad. Es como si todo estuviera preestablecido y si hay vida después de la muerte -tema por el que tampoco me devano los sesos- hay en mí la certeza de una colocación. Ahora bien, esta herida primordial mía, la ignorancia, posiblemente afecte la visión de mí mismo en el sentido de considerarme inútil. Con relación a los otros, igual. La literatura es, así, el mejor remedio, pero también parte de la maldición. Afecta, porque llegamos a la pregunta final de si esto tiene sentido o si merece la pena.

¿Cuáles son las cualidades  y los atributos que encuentras más distintos a ti mismo?

   Evidentemente las que yo no tengo. ¿Y cuáles son? Discuto el concepto mismo. Por ejemplo: la paciencia debe ser, a la vista de todos, una cualidad. Sin embargo, buena parte de las veces resulta utilitarista. Un atributo, en mi criterio, es enfrentar la vida con dignidad, es decir, pasar por ella sin permitirse nunca provocar la compasión ajena. En cuanto a diferenciación, somos intelectuales y, en consecuencia, seres ex-céntricos; en otras palabras, seres fuera del centro, distintos. Se nos ha llamado de diversas maneras, "poetas malditos", "locos", etc. Al haber desarrollado una percepción mucho más amplia del mundo y de la vida estamos expuestos a una sensibilidad hipertrofiada: sentimos lo que los demás no sienten y reflexionamos sobre esos dos temas como no lo hace el ser mediocre, es decir, la generalidad. Si somos seres distintos, ¿qué sentido tiene la pregunta?

¿Qué es lo que más aborreces de la vida?

   Nada aborrezco, por la sencilla razón de que en algo he logrado comprenderla y entre otras cosas he aprendido de la inmutabilidad del ser.

¿Cuál es el miedo que te resulta más intolerable?

   Me molesta la falta de coraje. No soporto al cobarde.

Crea un personaje ficticio con las características que rechazas.

   Yo soy un personaje ficticio. Soy una invención de mí mismo. ¿Para qué inventar otro? No puedo inventar uno con las características que rechazo, porque en el fondo siento rechazo por el hombre como es, rechazo sólo porque el ser humano no es como debería ser. Tal vez realidad y ficción sean la misma cosa.

Háblame del mundo de hoy en torno a la supuesta creación de una nueva mitología en tu novela "Selinunte"

   Vivimos en un mundo sin tensión dialéctica, carencia originada en la caída de las utopías. Ello conlleva la existencia de un solo polo hegemónico fundamentado sobre la producción y el consumo como engranajes en permanente movimiento. El hombre considerado como consumidor es producto de un vicio denominado "economicismo" o "capitalismo salvaje". No hay utopías y los mitos parecen limitarse a iconos de figuras emblemáticas que tocan una especie de sentimentalismo iluso subyacente en la psiquis colectiva. Los mitos, en sentido estricto, son aquellos creados por las primeras grandes civilizaciones, fundamentalmente la griega.

   Vivimos una Edad Media tecnológica. La técnica no sirve sólo para el bienestar, sino también para la evasión. La técnica es un perfecto instrumento para alejar la necesidad de pensar. Este oscurantismo se traduce en un mundo sin códigos ni perspectivas, donde el sentido de la vida parece reducirse a consumir más y mejores productos que ablanden la dureza de la existencia. Si después de la Edad Media vendrá el Renacimiento es algo que jamás sabré.

   Creo que algunos procesos se repiten, sin que se me pueda llamar determinista. En este sentido, ante el fracaso de las instituciones y de los grandes vicios de la democracia, creo que se está engendrando en alguna inteligencia la misma semilla de la Europa pre-facista.

  Este mundo que nos tocó en suerte es, pues, gris y miserable, lo que justificaría aún más el concepto de la inmovilidad del "nirvana" o de la generalidad de las filosofías orientales. El mayor logro del hombre sería, así, superar el deseo y permanecer inmóvil.

   Si creo o no creo en mi novela una nueva mitología es un planteamiento riesgoso. Lo ha afirmado un importante e insospechado crítico argentino. En cualquier caso, no fue mi propósito. El mito, en sentido estricto, es un hecho cultural. Puedo decir que sí, que creo cultura, como lo hace cualquier escritor que merezca ese nombre. El verdadero mito, así entendido, ha sobrevivido hasta hoy. En cualquier caso para mí el mito está en el lenguaje, quiero crear lenguaje. Tal vez por eso pocas personas entiendan mi narrativa, pues no es otra cosa que un delirio de la palabra.

   Al unir la cultura clásica con el mundo del futuro simplemente estoy manifestando que, a pesar de mi concepto del hombre, creo en su capacidad de crear inmortalidad; de la pervivencia, junto a las deformidades humanas, de la grandeza que está en su interior y que la poesía es la única cosa que en verdad nos hace permanecer vivos. No sé si esta es una virtud o una insuperable maldición de la palabra.

¿En quien te convertirías si tuvieras que disfrazarte para salvar tu vida?

   Me disfrazaría de sonido.

Al cogito cartesiano "pienso, luego existo" yo opongo "amo, luego existo". ¿Estarías de acuerdo?

  Pienso que quizás Descartes no estaría tampoco en desacuerdo. El amor es un pensamiento, una idea.

La física cuántica da origen a una nueva metáfora que producirá una nueva imaginería. ¿Crees que en tus novelas  te aproximas a esto?

  Si no me equivoco el gran aporte de la física cuántica fue la demostración de la inexistencia de la materia. No hay un elemento final que podamos decir es el "elemento". En realidad todo es energía que gira. La cuántica demostró, a mi modo de ver, como falsa la supuesta separación entre la física y la poesía. Esa penetración de la cuántica en el descubrimiento de la esencia de la vida es altamente poética. De allí su vecindad con las conclusiones milenarias de las filosofías y religiones orientales. Sabes bien que se han hecho los estudios respectivos de esas vecindades. Conceptos como el de "espacio vacío" han quedado aniquilados y la demostración de la influencia del observador sobre lo observado tiene una importancia enorme. Sí, admito que en mis novelas está la presencia de la física cuántica, como está en Borges. Sin conocimientos de cuántica no se puede entender al maestro argentino y el punto clave para hacerlo es el cuento "En el jardín de los senderos que se bifurcan". Por una esencial relación, cuando se conoce la cuántica, lo oriental comienza a influenciar tu escritura. Acostumbro contar la existencia de una claraboya en el llamado "cuartico de los santos" en mi casa de Carora. De niño me acostaba en una hamaca a mirar el movimiento circular de miles de partículas que podían verse en el rayo de luz que entraba – y entra- por el cristal. En mi escasa edad de entonces me preguntaba porque dentro de esa luz se veían tantas cosas y fuera nada. Sólo lo vine a entender con la cuántica. Además, cuando conoces esta nueva física que sustituyó la clásica o mecánica, inevitablemente te sientes integrado a una fuerza universal. Todo es energía y no hay espacio vacío ni siquiera entre planetas con distancias astronómicas en años-luz que los separan, o supuestamente los separan. Comienza uno, entonces, a penetrar con un aceptable grado de comprensión en los planteamientos de las sabidurías milenarias. Fíjate que mi segunda novela se titula "El efímero paso de la eternidad" y está centrada en una nekyia, o viaje a las regiones interiores de la mente; pues bien, no es un concepto nuevo ni mucho menos; eso es lo que intenta Homero en el canto XI de "La odisea". Formamos todos parte de la energía universal que es lo existente. Ahora bien, al hacerme la pregunta estabas pensando en "Selinunte". Sí, podría hablarse de una nueva metáfora en esta novela, de una metáfora sobre lo que espera al hombre que no es otra cosa que el viaje interminable en el espacio. ¿Imaginería me dices? Un imaginero es un pintor de imágenes y alguien criticaba en mi novela que era una sucesión interminable de imágenes. Imaginería tiene también que ver con lo sagrado; me nutro de la antigüedad clásica, especialmente la griega, para demostrar, o al menos intentarlo, que la poesía pervivirá en una sociedad tecnológicamente avanzada. Tal vez haya eso que el poeta y crítico argentino Luis Benítez señalaba como una nueva mitología.

¿Crees que hay un Dios cuya esencia es la locura?

   El poeta y novelista chileno Jorje Alejandro Lagos Nilsson escribió en "El Universal" que de la lectura de Selinunte había concluido que Dios se parecía a un personaje de un novelista inglés, borracho y loco. La física cuántica demostró que no era verdadera la famosa frase de Einstein "Dios no juega a los dados".

   Sí, hay esencia de locura. Dios no escapó a la locura que acompaña a todo creador.

¿Cuál es la parte esencial de tu "yo" que se oculta tras tus personajes?

  No se escribe para ocultar, se escribe para decir. Quizás lo correcto sería preguntarnos que parte de ese "yo" se muestra en los personajes. En realidad hay algo de nosotros en cada uno de ellos, lo que no significa, de modo alguno, que sean autobiográficos. Hay algo siempre, puesto que es posible que le hayamos atribuido la visión de un amanecer o se haya extasiado delante a un mar embravecido como nosotros mismos lo hicimos alguna vez.

¿Crees que el miedo a la vida y el miedo a la muerte son equivalentes?

  Sí, lo creo. Te respondo al revés: yo, que digo amar la muerte, lo hago porque amo la vida. El amor a la vida y a la muerte son equivalentes.

¿Cuáles son tus prejuicios más incorregibles?

   No tengo prejuicios.

Si tuvieras un hermano, ¿cómo te lo imaginarías? Deja que él hable con su propia voz.

  Si tuviera un hermano me lo imaginaría como mis hijos, como Roberto y Mario Romano. Así sería. Tú los conoces, conoces sus voces, sabes como hablan.

¿Eres obsesivamente crítico contigo mismo y con los demás?

   Soy implacable conmigo mismo. Lo era con los demás, pero ahora tengo una mayor comprensión, de manera que mi única víctima soy yo.

¿Qué bálsamos utilizas para tus heridas?

   Uso saliva. Cuando era niño aprendí que la mejor manera de atemperar el dolor cuando uno se quemaba o se hería era utilizando las propias sustancias que el cuerpo generaba.

¿Tienes miedo de hablar de tus flaquezas?

   No hago más que hablar de ellas.

Cuándo revisas tu vida, ¿qué ves?

   Veo lo efímero.

Todo ser humano tiene su parte mala, ¿cuál es la tuya?

   Debo tenerla, pues todo es dualidad; sin embargo no encuentro maldad en ninguna de mis actuaciones en la vida.

¿Tienes algunos sueños que se repitan? Relátalos.

  Sueño todas las noches, como todo ser humano, pero sólo por vía de excepción recuerdo lo soñado. Jamás se ha repetido un sueño.

¿Dirías como "Fausto": "Este globo terrestre ofrece todavía campo para grandes acciones. Han de realizarse cosas dignas de admiración; siéntome con fuerza para una osada actividad"?

   Mi opinión sobre una Edad Media tecnológica al fin de este milenio me impide hacer semejante proclamación de heroísmo. Por lo demás, no será este globo terrestre el escenario de las grandes acciones, sino el espacio exterior. Lo que provoca admiración también ha cambiado de signo: en esta sociedad de capitalismo salvaje lo digno de admiración bien puede ser ganarse unos millones de dólares. Finalmente, no, no tengo fuerzas para intentar utopías ni para arremeter contra molinos de viento.

¿Qué es lo que más te deleita?

   Los niños. Uno de los secretos de la vida es no perder la infancia. No porque el mundo adulto sea áspero, no, no estoy hablando de evasiones. Me refiero a conservar una especie de limpieza original. Fíjate que los escritores nos nutrimos, fundamentalmente, de infancia y de cultura. Con ambas hacemos lenguaje.

Te pregunto con Mefistófeles (Goethe): ¿Qué es abominado y siempre bienvenido? ¿Qué se anhela con ardor y se rechaza sin cesar? ¿Qué es lo que siempre se protege?

   La tercera de tus preguntas es de fácil respuesta: los hijos. Las otras dos hay que responderlas al tenor de estos tiempos. Se aborrece el dinero, pero siempre ayuda. La de en medio tendría que responderla alguien que esté dispuesto a venderle el alma al diablo y ese no es mi caso.

Estamos influidos por los libros que leemos ¿quién eres tú a la luz de esos libros?

   Un conocedor de lo humano.

¿Qué piensas de la afirmación de Freud "no existen otros que nos influyan, sino nuestras propias ideas sobre esos otros son las que nos influyen"?

   El quid está en que nuestras propias ideas no han nacido bajo nuestra exclusiva responsabilidad.

¿Qué piensas de la afirmación de Jung "el amor es a la vez divino y demoníaco"?

   Todo lleva en su seno lo opuesto, pero siempre uno de los elementos predomina. Para mí el amor en una invención humana, un hecho cultural, uno que ahora mismo está en peligro lo que se traducirá en un cambio civilizacional de grandes consecuencias. 

Cómo dijo Nietzsche ¿Crees que el arte impide que muramos de realidad? ¿Cómo lo explicarías?

  Precisemos: para mí el arte no es evasión. Tampoco para Nietzsche. El concepto mismo de realidad es erróneo. Digamos, entonces, que el arte es la manifestación de un desacuerdo – por utilizar una expresión suave- con la realidad real. El arte es un desacomodo. En lo personal, si no escribiera, la realidad me hubiera matado. Así, la escritura no es evasión, sino el método más efectivo que se haya inventado para lograr la supervivencia.

¿Cuál crees que es el animal más peligroso de la Tierra?

   El hombre.

¿Crees que vivimos en una época de desmesura?

   Lo que caracteriza este tiempo es la pequeñez, no la grandeza.

¿Cómo puedes encontrar a un león que te ha devorado? Sigue el rastro que el viento esparce…

   Me estás citando. Te refieres a aquel verso mío "huelo a hombre que el viento esparce…" Si me ha devorado presumo en el león una indigestión tremenda. Soy indigerible.

¿Por qué el hombre debe desprenderse de aspectos de sí-mismo? (Lo hace a diario y desde que nace).

   De lo que soy – fracaso, poesía, palabra, invención – me desprendo cada vez que publico un libro y ni siquiera eso parece verdad, dado que estás demostrando que soy el  mismo desde el primer libro hasta el último que escribiré antes de morirme. Entonces, puede que en vez de desprendimiento debamos hablar de dictado incesante.

¿Qué puedes decir de los personajes femeninos de la literatura?

   Recuerdo a Flaubert afirmando "Madame Bovary soy yo". Recuerdo a "Madama Sui", ese increíble retrato de Roa Bastos de una putita paraguayo-japonesa. Obviamente viajo hacia alguna literatura inglesa. En lo personal -en mi novela Selinunte– tenemos a Ariadna, una mujer cuya mano en la de Teseo (Gobernador de los hombres) es más importante que el poder, o Sarielba, cuyas vacilaciones de mujer ejecutiva sumen en la perplejidad a Heraclio (su pareja circunstancial) o a Neóbula, cuyos comportamientos vecinos a la promiscuidad alimentan la imaginación del poeta Arquíloco. Más allá, en mi segunda novela, asistimos a un viaje al interior de Leshaa Akrab, viaje que consiste en la aproximación a su mundo mental, condición indispensable para proyectar el viaje hacia las esferas espaciales superiores. En esta novela el personaje femenino es depositario del universo todo.

¿Crees que la maldad se contagia?

   Por supuesto que no.

¿Qué es lo último que querrías ser?

   Ser vida es lo único.

¿Qué cualidades admiras más en los escritores de este país?

   No creo que se puedan generalizar cualidades y defectos. Sin embargo, pienso que entre nosotros una cualidad que se debe tener, so pena de perecer, es la de la constancia.

¿Qué significa para ti la palabra engaño?

   Como diría un diccionario, "la acción y efecto de engañar".

¿Cómo son o como definirías a las mujeres que te educaron?         (Madre, tías, abuelas, nanas, maestras).

   Como dulces y bondadosas. Tuve una infancia feliz y una educación adecuada. No recuerdo ni el más insignificante rasguño en la época de mi proceso educativo.

¿Cuáles crees tú que deberían ser las características de un buen  escritor?  

   Detesto pontificar, pero siento que la fundamental es el rigor. Me molesta el escritor descuidado, el que no está sobre su texto con una lupa en la mano. El descuidado, el que cree que todo le salió a la perfección y envía a la imprenta textos que dan pena; ese me saca de quicio. Mi tesis es: no importa lo que dijo, pero si lo dijo con rigor merece respeto

¿Qué es lo que no perdonas en los escritores nuestros de cada día?

   La complicidad para repartirse premios y prebendas, para alzar al olimpo a escritores mediocres, para copar -y cerrar para los demás- los medios de expresión literarios. No perdono el "endiosamiento" de algunos a quienes se coloca como "figuras consagradas" que pueden decir lo que les venga en gana, no perdono la alabanza desmesurada al joven que publica su primer libro y se le llama "genio" en una insoportable manifestación primitiva de estupidez. No perdono el silencio a que se somete a todo aquel que no pertenece a la "mafia" de turno. No perdono la ausencia de una crítica seria y su sustitución por prestidigitadores de la alabanza interesada. Se me hace intolerable aquel que logró alzarse con una parcela de poder y gasta todo su tiempo en excluir a los demás. En suma, las mediocridades, las patanerías y las ridiculeces no son perdonables.

¿Cuál es tu escudo? ¿Con qué te proteges? ¿Contra quién? ¿De     qué manera?

  Mi escudo es el aislamiento. Me protejo contra las insignificancias, la mediocridad y la pérdida de tiempo.

¿Qué es la originalidad en un escritor?

  Original es aquél que crea lenguaje.

¿Crees que todos los pensadores originales coinciden en el fondo?

  En el pensamiento, como en la ciencia, siempre estamos ante una ilación. Nadie viene de la nada, como si antes nadie hubiese pensado. Es curioso -tal vez sea una virtud que concede la madurez- cómo se pueden descubrir coincidencias entre quienes alegan sostener las posiciones más encontradas. En algunos casos pueden encontrarse en una teoría los más fuertes argumentos para defender la opuesta. En el pensamiento originalidad no significa encontrar algo que nadie antes había vislumbrado; creo, más bien, que la expresión debe referirse a los orígenes, a lo primordial, a una nueva manera de volver sobre lo mismo.

¿De  qué naturaleza es  ese manantial que murmura en los  poetas?

  En los poetas murmura el manantial original, el de la esencia de la vida, el lenguaje de los pájaros, la música de las esferas.

"La expresión crea ser", dijo Bachelard. ¿Qué piensas?

   Es por ello que recurrimos a la palabra. Alguna vez escribí: "Me empeño en dar a las palabras/potencia de linterna". Antes te hablé de una inconformidad: es decir, el lenguaje nos permite convertirnos en deicidas, conforme a la afortunada expresión de Vargas Llosa. Esto no quiere decir que no nos asalte la frustración. Recuerdo un verso de Rafael Cadenas: "La palabra no es el sitio del resplandor, pero insistimos, /insistimos nadie sabe por qué". O aquel otro de Jesús Serra: "Soy/el hombre que pesca en las palabras, /carne".

El esfuerzo psicoanalítico de Freud se realiza sobre el tema del sexo como origen de todos los traumas. ¿Qué piensas?

   En Freud este planteamiento fue un extraordinario punto de avance, pero después vino tu admirado Jung y situó las cosas en su sitio. Después de cada avance del pensamiento donde se exacerba una visión actúa el tiempo y lo que era primordial se integra al conocimiento como otra faceta, una más entre sus pares.

¿El lenguaje  fragmenta lo que la intuición percibe como simple?

   Sobre la intuición está la inteligencia. El lenguaje no fragmenta, marcha hacia el centro, aún cuando deconstruya.

Hay pensadores que dicen que primero no fue el Verbo sino el Eros…

   El Verbo es uno de los padres del Eros.

La psiquiatra Julia Kristeva dice que en el amor "yo" ha sido "otro". El individuo deja de ser indivisible y acepta perderse en el otro. ¿Podrías localizar aquí uno de los orígenes de las grandes obras literarias?

   El amor, invención de occidente, como en su momento lo señaló Denis de Rougemont, puede que esté también incorporándose a la lista de cadáveres de este comienzo de milenio, al lado de la historia, de las revoluciones, de la noticia y de las utopías. Ese tema me interesa ahora. Las grandes obras literarias son el simple producto del talento con el esfuerzo. El autor que concluye la gran obra es también producto de la fortuna.

El amor es presentado en "El Cantar de los Cantares" como un antídoto contra la muerte. ¿Qué piensas?

   La muerte no tiene antídoto.

En tus respuestas te acercas a Jung ("Psicogénesis de las enfermedades mentales") en lo que se refiere a que los poetas saben más sobre el alma humana que los mismos psiquiatras…

   Un de los méritos fundamentales de Jung es haberse acercado a lo humano desde una perspectiva que tiene mucho de poético. Un ejemplo es, sin duda, sus estudios sobre el mandala. Quizás cometa una aberración al decir que Jung acercó la psiquiatría a lo humano, pero quiero decir que se alejó de lo propiamente animal para aproximarse al alma. Otra aberración: uno puede – haciendo un ejercicio de imaginación- concebir a Jung abandonando la psiquiatría para dedicarse a escribir poemas. Por eso me explico que tú, poeta, asumas a Jung con tanta pasión. Jung sabía que el alma no era la mente. Los poetas somos burbujas de la fuente primordial, nos nutrimos de la esencialidad de la vida. Los poetas no somos locos, somos seres deslumbrados en la Luz. Llega un momento en la búsqueda de la sabiduría en que el conocimiento de lo humano abruma.

¿No crees que esto trae una gran responsabilidad?

  No, los poetas somos esencialmente irresponsables.

En un mundo sin utopías, ¿qué papel juega el escritor?

  La gran interrogante de este triste comienzo de milenio versa sobre si la literatura tendrá capacidad de devolver la fuerza a la utopía. Mi respuesta muy personal es que sí, puesto que pienso que la basura de la literatura "light" cejará ante la verdadera literatura. Mientras tanto, los que no somos "light" debemos meternos en nuestros escondrijos, pero debemos seguir escribiendo, desde nuestras flaquezas, debilidades y falta de talento, para que la literatura cumpla con el gran desafío que sobre ella se explaya.

¿Qué significa el sonido para ti que tienes una buena caja de resonancia? ¿No serás tú mismo el sonido del cual te disfrazarías? ¿No será que no puedes salir de ti mismo?

   Me aproximo a Schopenhauer en cuanto al mundo como representación. Seguramente me disfrazo de mí mismo. Salgo de mí mismo cada vez que escribo. También lo hago cuando trato a otro; eso equivale a que presumo de transparencia. Hablaba de sonido por la música, una relación que no mucha gente conoce. Soy lo que en Lara, mi región natal, llaman un "sordo", es decir, alguien incapaz de distinguir una nota de otra o de ensayar algún paso de baile. Disfruto intensamente a los clásicos, aún cuando mi ignorancia sea total. La sensibilidad del escritor me ayuda a comprender. Amo a Carpentier porque creo que su literatura es de una identificación casi lineal con la música. Carpentier era un músico. Creo en la literatura como sonido. Al mismo tiempo, no hay nada más efímero que el sonido, aún con los modernos sistemas de grabación, pues, al reproducir, ya han alterado. Ser un sonido significa en mí una ambición. Creo que el sonido es anterior a todo. Cuando estamos en el vientre materno escuchamos el sonido del universo. Algunos intentamos seguir escuchándolo aún cuando estemos vecinos a la muerte.

¿Te darías  la libertad de intentar ser diferente a lo que eres?

   Yo soy lo que soy y no puedo ser otra cosa, es decir, un escritor, un inútil.

Podrías bajar la guardia y decir que es lo que te duele realmente, me refiero a lo de la herida básica…

   En esta entrevista no he tenido la guardia alta en ningún momento. Lo que me duele es ser hombre, la herida básica está en la condición humana.

¿Qué hay detrás de la inteligencia deslumbrante? (Freud: inconsciente-forma patógena/ Jung: Inconsciente-maleficio).

   Tal vez me inclinaría por Freud, aunque no creo que en este punto se contradigan, dado que la inteligencia impide la felicidad y, en ese sentido, es una enfermedad y también un maleficio.  Por lo demás, dominar la propia inteligencia es un ejercicio difícil. Si lo logramos puede que entonces seamos falsos. La inteligencia es siempre deslumbrante, a tal punto que impide el éxito.

No me digas que no lloras, todos lo hacemos. Nos educan diciéndonos "no llores, no muestres tus sentimientos, los hombres no lloran…"

  Jamás me fueron dichas esas cosas, no hubo para mí educación frustrante y machista. Lloro, sí, pero no necesariamente con la manifestación exterior de las lágrimas. Hay una conjunción de sonidos que siempre me hace llorar y es la Novena Sinfonía de Beethoven: cada vez que la escucho lloro y en cada ocasión con lágrimas. Los escritores somos el dolor humano. Somos el llanto. Somos unos adoloridos de lo humano.

Cuándo lloras, ¿con quién cuentas?

   Ya lo dije antes: he aprendido que el dolor sólo se vence con las sustancias que el propio hombre segrega. Quizás a eso se deba que una de las palabras que aparece más en mis libros sea saliva. Yo segrego palabras; con ellas cuento.

 

 

Autor:

Marisol Marrero

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