Las teorías feministas y sus aportes en el campo de la teoría política (página 2)
Enviado por Cristian Marty
Estas son las razones por las que la segunda corriente feminista, surgida aproximadamente en 1960, critica el dispenzamiento del cuerpo afirmando que la identidad humana esta diferenciada por el cuerpo. No se puede universalizar la visión del cuerpo humano, porque como opina Firestone en La dialéctica de los sexos (1971) "las mujeres constituyen una clase social, pero al contrario que en las clases económicas, las clases sexuales resultan directamente de una realidad biológica; el hombre y la mujer fueron creados diferentes y recibieron privilegios desiguales". Siguiendo en este eje de análisis, podemos reflexionar acerca del pensamiento de Iris Young, el cual opina que la racionalidad abstracta es constitutiva de la superioridad masculina, y es por esto que los grupos tienen que afirmar sus afiliaciones particulares. Es decir, las mujeres para buscar la emancipación de su género, tienen que afirmar la diferencia que existe con el género masculino, empezando por la biológica. Esta es la idea en la cual se basa una corriente del FEMINISMO, la RADICAL, que se pronuncian por el "feminismo de la diferencia" el cual expresa que lo irracional y sensible es lo característico de la mujer, revalorizando la maternidad, exaltando la creatividad de las tareas domesticas, el lenguaje del cuerpo y la inmensa capacidad de placer de la mujer. (Cumbita, 2001:163).
Como contrapartida a esta corriente encontramos a las autodenominadas "feministas liberales". Esta se encuentra arraigada a los ideales capitalistas, considerando que este, es el único sistema donde es posible lograr la igualdad entre ambos sexos. Sobre esta tesis pivotea toda la estructura argumentativa de vertiente liberal del feminismo. La tradición y la cultura ortodoxa serán los potenciales enemigos de esta vertiente, haciendo hincapié en que estas entidades, son las que tienen impregnadas dentro de su estructura, la concepción de desigualdad biológica, base sobre la cual parten todas las acciones que inhiben o retrasan toda iniciativa de emancipación de la mujer . Como mencionamos anteriormente, todo el andamiaje teórico desarrollado por esta perspectiva parte de la idea de una igualdad entre ambos sexos, una humanidad común en el sentido ontológico del ser, en pro del individualismo y la libertad individual. Cabe destacar que tal perspectiva nace como respuesta a una necesidad funcional del propio capitalismo, el cual necesitaba sumar agentes al mercado. De esta manera, al plantear la igualdad entre hombres y mujeres, los trabajos donde los hombres poseían una especie de monopolio natural, dieron lugar al también a las mujeres, y de esta manera el mercado sumo agentes al sistema, y el capitalismo gano un gran impulso. La critica a todo tipo de sesgo tradicionalista que imposibilite la emancipación de la mujer, y la necesidad de igualación de genero, tomando como herramienta la concepción de equidad ontológica entre sexo, fueron las aristas principales del razonamiento liberal de tal corriente feminista. Pero también fue uno de los recursos utilizados por el capitalismo como mecanismo de propagación.
También podemos encontrar un feminismo socialista, el cual concuerda con el feminismo radical, consintiendo en la especificidad de la lucha feminista pero enfatizando que esta lucha debe fijarse en las cuestiones que surgen por causa del sistema capitalista, y en esto es donde se opone a la vertiente descrita anteriormente. El feminismo comunitarista no cree que los cambios en la estructura económica propuestos por el sistema capitalista, con complicidad tal vez indirecta de la vertiente liberal del feminismo, sean suficientes para eliminar la opresión que sufren las mujeres. Este tipo de feminismo se destaca en sus argumentos por considera que "nuestras creencias morales y políticas se fundan en la experiencia de comunidades especificas, y pone en tela de juicio las falsas abstracciones del individuo" (Michele Barrett y Anne Phillips, 1992:29) propias del feminismo libertario. Propone una nueva mirada, un nuevo rumbo en cuanto a la óptica utilizada en este campo de estudio, poniendo en el centro de la escena las particularidades que son especificas de cada comunidad, como las nociones de ética, moral y justicia. Con esto pretenden eliminar todo sesgo de universalidad propuesto por el enfoque anterior, haciendo hincapié en lo exclusivo de cada comunidad. Este enfoque tuvo una gran resonancia en Inglaterra y España, pero sobre todo en América Latina, articulando los reclamos de las mujeres con las luchas antiimperialistas, en pro de la resistencia contra las matrices globalizantes que intentaban implantar países "desarrollados". Una de las críticas más comunes que recibe tal enfoque por parte de las feministas liberales, hace referencia a las negligencias que produce tal enfoque particularista. En su lucha por la inconmensurabilidad de las comunidades, su especificidad y unicidad, las comunitaritas están contemplando vastas practicas que van contra la esencia de la lucha feminista, en términos ontológicos. Tal crítica se puede entender mejor reproduciendo una pregunta que realiza el ingles Will Kymlicka al respecto, cuando dice "lo que sucede con las musulmanas en Egipto… ¿Esta mal?" (Michelle Barrett y Anne Phillips, 1992:42); esta frase retrata la esencia comunitarista, en la que nada es injusto, como lo es para los liberales la discriminación sexual practicada en las sociedades musulmanas, si existe un consenso positivo sobre tal hecho dentro de la comunidad. Al aceptar tales cosas, las comunitaristas están, como lo dijimos anteriormente, contemplando vastas practicas que van en contra de los principios generales de la lucha feminista.
Tomando como referencia la caída del muro de Berlín en los años 80`, podemos distinguir lo que Torcuato Di Tella insiste en llama como "segunda ola" del movimiento feminista. Esta "segunda ola" se caracteriza por una ausencia de paradigmas, una especie de "licuado" teórico producto de la institucionalización del movimiento feminista en ONG`s, gobiernos y organismos internacionales, que dieron como resultado una dispersión de perspectivas sobre el camino que debía seguir tal movimiento. En este contexto la corriente se vio impregnada por elementos teóricos propios de la Posmodernidad, y el Posestructuralismo, en cuanto al rechazo hacia las tendencias totalizadoras de la modernidad y sus implicancias sobre la noción subjetivista del ser ante cualquier matriz que se le intente imponer; esto contribuyo en gran parte a la aspersión teórica anteriormente señalada. Dentro de esta Trama se conjugaron nuevos argumentos contraponiéndose a los de décadas anteriores, los cuales sostenían "la naturaleza ontológicamente buena de la mujer", en paralelo con la formación de nuevos núcleos, argumentando que "la formación política de la mujer es mejor y menos contaminada que la del hombre".
Con la llegada de los años 90´ se inicia una nueva etapa dentro del movimiento feminista que modificara algunas de las aristas que lo identifican. Junto con la salida de regímenes autoritarios por parte de varios países latinoamericanos, y su respectivo retorno a la democracia, se abrió dentro del feminismo una nueva era que se caracterizo por una incesante búsqueda por implementar una nueva estrategia de lucha basada en el dialogo y la cooperación institucional. Se genera en esta nueva era, una nueva actitud frente al estado, muy diferente a la que primo en los regímenes de fato. De esta manera se implementaron nuevos mecanismos de negociación basados en el dialogo y la tolerancia, teniendo como meta, el logro de objetivos a través la búsqueda de consensos por vías dialoguistas y pacificas. (Torcuato Di Tella y otros, 2001).
Las teorías feministas han sufrido, como hemos visto, una significativa maduración desde el siglo XVIII hasta la actualidad. A través del del tiempo, tal teoría sufrió desglosamientos que generaron una relativa dispersión de ópticas sobre un mismo objeto de estudio, el género, lo que produjo una maduración progresiva del movimiento teórico en términos generales.
El aporte feminista para los estudio de relaciones de poder propios de la ciencia política es sumamente vasto pero sobre todo, se destaca por su originalidad y progresismo. Cuestiones como el género, la naturalidad con que se establecían las relaciones de poder patriarcales dentro de una sociedad, y la subordinación de la mujer sobre bases argumentativas sumamente ucrónicas y tradicionalistas, eran cuestiones que no fueron un objeto de análisis por parte de la ciencia política sino hasta la aparición del feminismo. Este movimiento expandió los horizontes de la teoría política sumando nuevos núcleos teóricos sobre una serie de aspectos de nuestra realidad donde nadie había echado luz antes. Después de todo, esa era la función con la que se concibió a la ciencia a partir del iluminismo. Una ciencia que sirva como emancipadora de los tabúes que someten al hombre a una dominación sin fundamentos y le impiden llegar a la verdad. Desde este punto de vista filosófico podría decirse que el feminismo, contribuyo en alguna medida al robustecimiento de la política como ciencia en un sentido ontológico, de lo que la ciencia política, y su teoría, deben tener como objetivo principal.
El feminismo como corriente teórica dio origen en la praxis a una multiplicidad de nuevos enfoques y puntos de vista que derramaron el círculo de producción teórica en el que fue concebido. La importancia del genero se interrelaciono con otros aspectos de la realidad generando nuevos movimiento, instituciones, pero sobre todo afloraron nuevas perspectivas, ópticas y puntos de vista; que indujeron a la producción, nuevos estudios, enriqueciendo aun mas, como mencionamos antes, la el campo de la ciencia política. Otros aportes relevantes del feminismo fueron sus alternativas teóricas en pro de la heterogeneidad y la diferencia, en contraposición con la tendencia totalizante y universalizadora de la gama moderna. El feminismo se constituyo con el paso del tiempo como una vertiente teórica caracterizada por su rechazo hacia matrices totalizantes que intentan eliminar las diferencias, inherentes y naturales del género humano. De esta manera las feministas se sumaron en gran parte a la lucha posmoderna "contra el todo", que intentaba iconozarlas, y de esta manera unificar el bricolaje característico de tal movimiento.
Como hemos visto a través del desarrollo de estas páginas, tales aportes fueron de gran importancia para la ciencia política, y su respectiva teoría, a través de la introducción de nuevos objetos de estudio y fenómenos carentes de argumentación teórica hasta ese momento, ampliando las dimensiones del estudio de lo político y sus derivados.
La filosofía feminista es un icono de la lucha por la diferencia, la heterogeneidad, es un grito por la identidad, y a la vez es un símbolo de la lucha por la liberación… liberación, que como lo dijimos antes, debe ser uno de los objetivos fundamentales de toda ciencia, incluso de la ciencia política.
Bibliografía
Di Tella, Torcuato S. (2001) Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas. Buenos Aires: Emece.
Michele Barrett y Anne Phillips (1992) Desestabilizing Theory. Contemporay Feminist Debates. México D.F: Paidos: Mexicana.
Marsh David y Jerri Stoker. Teoría y Método de la Ciencia Política. (1995): Alianza.
S Harding. Ciencia y feminismo.(2003) Madrida:Morata
Autor:
Quiroz Martin
Tcach Ariel
Marty Cristian
Universidad Católica de Córdoba
Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
-Cátedra de Teoría Política –
2008
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