Ensayo sobre el libro “Crisis y reconstrucción de la filosofía” (página 2)
Enviado por Guillermina Izquierdo
Análisis general
Mario Bunge, físico, filósofo de la ciencia y humanista, nació en Buenos Aire, Argentina, en el 1919. Doctor en ciencias fisicomatemática. Experimentado profesor en diferentes universidades de varios países. Escritor de 40 libros y 500 artículos; destacado con 14 doctorados "horis causa" en las universidades de: Salamanca España (2003), Universidad de la Plata y la de Buenos Aires, Argentina, (2008).
En el 1982 recibió el Premio Príncipe de Australia. Motivado por su amor intenso por la filosofía escribe este libro, con el gran deseo de que esta ciencia vuelva a encarrilarse en su camino, y retorne a ser el saber de los saberes, partera de ciencias y faro de acción (pág. 289).
Este gran escritor, presenta su magistral desarrollo apegado a cuatro tópicos centrales, con la pretensión de demostrar que la filosofía no debe ser vista como un lujo, sino como una necesidad del mundo moderno. No es sólo cosa de la antigüedad, es cosa aún del presente.
Estos tópicos son:
El materialismo filosófico.
El escepticismo.
El cientificismo
La ética humanística y sus rivales.
Estos tópicos son desglosados a través del recorrido de diez capítulos, los cuales hacen despegue de cada tema, extensos pero interesantes, en bloques de contenidos, los que me permito nombrarlos en este ensayo, a fin de que el lector del mismo, a vuelo de pájaro, pueda darle un vistazo general a todo el contenido del libro, y si no lo ha leído se interese por hacerlo, ya que es una obra muy interesante.
Estos grandes contenidos son:
El humanismo en la revolución de la informática.
Los diez paradigmas cosmológicos.
El materialismo. Aquí el autor hace hincapié sobre la materia inerte y desmaterializada sobre la vida, la mente y la cultura inmaterial; así mismo sobre cómo mantener al día el materialismo y los sistemas materiales, niveles y evolución.
De la neurona a la mente. En este tema el autor hace cinco enfoques en el estudio de los individuos. Cada uno posee sus virtudes y sus defectos; pero todos ofrecen perspectivas fragmentadas del hombre. Definiéndolo como:
Un ente físico.
Un sistema químico.
Un organismo.
Un animal pensante.
Un elemento parte de diferentes sistemas sociales.
A la vez presenta siete modelos de hombres:
El religioso o animista
El tecnológico o maquinista
El fisicista
El quimista
El biologista
El sociologista o culturalista
El sistémico
Junto a todo esto trata de explicar la conducta y los fenómenos mentales:
Dos trilemas sobre materias sociales: individualismo-holismo-sistemismo; y positivismo–idealismo–realismo. A la vez conceptualiza los vínculos micro- macro y la dinámica social. Señala al mismo tiempo los principios que encierran los sistemas sociales, a través de una serie de postulados y teoremas.
Interpretación e hipótesis en los estudios sociales.
Duda sobre el escepticismo.
Diagnosis de la seudociencia. En esta parte el autor hace señalamiento de los peligros que esta encierra:
Da una mala idea de la actitud de la ciencia.
Contamina algunas aéreas de ésta, en particular las blandas.
Es accesible a millones de personas.
Se ha convertido en un negocio millonario, a costa de la credulidad popular.
Tiene el apoyo de los grupos poderosos y tiene la simpatía de la comunicación masiva.
Es un germen intelectual capaz de atacar a cualquiera, al extremo de enfrentar toda una cultura.
Valores y moral: una concepción sobre materialista y realista. Hechos, valor, ley, regla, derecho y deber.
Describe la crisis y la reconstrucción de la filosofía.
Bunge introduce el desarrollo de todos estos temas haciendo la salvedad sobre la revolución tecnología muy radical por la que estamos atravesando en estos tiempos; la que está transformando no sólo la manera en que la información está siendo difundida a través de la sociedad, sino también las relaciones y las actividades sociales, especialmente, el modo mismo de producción, circulación y utilización del conocimiento (pág. 17).
Amplía además, resaltando que los usuarios de esta revolución nos estamos acostumbrando a sólo mirar los aspectos positivos como: la difusión rápida de la información, la disminución del trabajo mecánico y las transacciones comerciales a través de la Internet. Pero la historia nos ha enseñado que cada innovación tecnológica presenta ventajas y desventajas para la humanidad; que puede perjudicar a algunas personas y a otras las puede beneficiar.
¿Por qué el escritor hace este señalamiento? Sencillamente, según él:
Primero, porque estos avances no están al alcance de todos los habitantes de la tierra por su alto costo.
Segundo, el Internet está amenazando la privacidad de las gentes. Y así yo lo creo; ya que es cierto que muchos usuarios inundan la red con sus mensajes, ansiosos de encontrar con quien compartir sus ideas; muchos con muy buenas intenciones, pero otros cargados de mucha malignidad.
Tercero, las computadoras nos ayudan a obtener y difundir los conocimientos, pero jamás podrá sustituir a los cerebros vivos bien instruidos, creativos, curiosos, intensamente motivados y disciplinados; ni nunca reemplazará al maestro o la maestra competente, entregado o entregada a estimular la curiosidad y a transmitir con entusiasmo el aprendizaje a sus alumnos y alumnas.(pág. 26).
A la vez, el autor, define esta revolución informática como ambivalente al igual que las anteriores revoluciones tecnológicas, que, aunque al parecer no presentaban ningún problema para quienes siempre creen que todo desarrollo tecnológico es inevitable, aunque a la vez muy deseable, si lo es. Siempre planteará un problema para aquel vanguardista que siempre está al asecho de las consecuencias imprevistas de todas las acciones humanas, que muchas veces tienen malas intenciones. Esta ambivalencia debe ser de gran preocupación para los humanistas seculares de estos tiempos, los que están llamados a enfrentar ésta situación.
Bunge, al mismo tiempo, hace aclaración sobre lo que significa el humanismo secular, ya que hay malos entendidos difundidos, diciendo que el humanismo secular es una doctrina puramente negativa que niega todo lo sobrenatural, siendo todo lo contrario. Es una cosmovisión integral, positiva y amplia. Es la misma cosmovisión sostenida por los miembros de la Iluminación del siglo XVIII; aquellos inspiradores de las revoluciones: francesa y estadounidense, así como de los cambios culturales y las reformas sociales que le siguieron después. (pág. 18).
Para este gran pensador, el humanismo secular se distingue por su gran preocupación por todo lo relacionado con la humanidad. No es una secta ni mucho menos un partido, es como un gran paragua que cubre tanto a los activistas sociales como a los libres pensadores de las diferentes ramas del saber.
Cierra este tema haciendo varios señalamientos:
Primero, que la cosmovisión humanística acepta de cierto modo a los que creen en lo sobrenatural, siempre y cuando sean tolerantes con los creyentes y tengan la intención de colaborar con el bienestar del mundo; que no sólo se interesa por enseñar el naturalismo y el realismo, sino que aboga por la libertad, la igualdad y la fraternidad de los seres humanos, al igual que la revolución francesa.
Segundo, que existen dos clases de humanismo: el secular y el religioso. El religioso es el que se deja guiar por la fe para tomar las decisiones. El secular lo forman activistas sociales y librepensadores que creen en lo natural, en el pensamiento y en el orden íntimamente democrático. Pero es humanista a media ya que se centra en individuos suprahumanos ficticios.
Tercero, ambas clases de humanismo comparten el principio fundamental de la solidaridad, alegando que todos somos iguales, merecedores de disfrutar la vida en igualdad y de que todos estamos obligados de la misma manera a ayudar a los demás.
Cuarto, que así como hay tecnologías muy beneficiosas, como muchos de los utensilios de cocina, las hay perniciosas como las que son utilizadas para el asesinato en masa y la manipulación de la opinión pública.
Quinto, que las hay también a la vez de doble filo como las que se usan en la fabricación de los televisores, la organización de empresas, el diseño de códigos legales o políticas públicas.
La televisión así como entretiene y educa, rinde culto a la violencia, la vulgaridad y a la pasividad, haciendo a muchos televidentes adictos a estas cosas. La empresa, puede aumentar la satisfacción del consumidor y el trabajador, o maximizar la utilidad del producto a costa de la calidad del mismo o del bienestar de sus empleados. Los códigos pueden defender o condenar a un inocente, o pueden reforzar o debilitar a una ley injusta. Así mismo lo es una disposición pública, ésta puede favorecer a todos o a ningunos, o a uno sí y a otros no.
Sexto, concluye este gran tema con la siguiente declaración: "Los nuevos artefactos informáticos facilitan el procesamiento y la comunicación del conocimiento, pero nunca lo producen. Nunca podrán sustituir al explorador ni al inventor" (pág. 26) Lo que si hacen éstos es cada día aumentar el número de los infoadictos. Estos consumen el mayor tiempo frente a sus computadores, tanto en la casa como en el trabajo, lo que ha provocado un aislamiento de los parientes y amigos. Por suerte que estos siempre serán la minoría, ya que no todo el mundo tiene la posibilidad de acezar a estos medios por muchas razones, los cuales voy a obviar.
Todo esto nos hace ver que la autopista de la información no nos está conduciendo hacia una sociedad más igualitaria, cohesiva, democrática ni mucho menos culta como nos quieren hacer creer sus fanáticos. Nos empuja hacia un abismo social. Solamente nos conduce hacia una sociedad virtual o cibernética, de la que se esperaba que aboliera la pobreza y que perfeccionara la democracia; pero lo que más ha hecho hasta ahora es expandir el acceso de bienes culturales, y junto con ella toda la basura de la misma, formando gigantes hoyos de males sociales: familias más distantes, menos fraternales; la desvirtulidad de lo sublime de la sexualidad; así como el calor y los encantos que arropan: un abrazo, un beso, un toque de mano, el intercambio de una mirada, el sonido suave y dulce de una palabra de aliento, de esperanza, de ilusiones y hasta de amonestación.
En fin, todas aquellas manifestaciones que nos hacen amar con mayor intensidad, a ser cada día más humanos y a moldear nuestro carácter. Sin dejar de mencionar las marcas obtenidas por el consumo excesivo de energía por nuestros cerebros; los dolores de espalda por permanecer mucho tiempo en una misma posición frente a la computadora; con ilusiones ópticas por la agudeza visual; obesos por la falta del trabajo físico; estresados por la sensibilidad ante los conflictos sociales; entre otros problemas tan graves como éstos.
Las computadoras, específicamente el Internet, nos están convirtiendo en reales robots. De aquí que el autor propone que todo desarrollo tecnológico a gran escala debe antes de ser adoptada, ser prepondera y muy bien discutida. Que nunca se piense que el humanista secular se opone al desarrollo de la tecnología, lo que insinúa es que ésta nunca adsorba lo humano, que no avance a costa de las personas, sino por sí sola. Si dejamos que el humanismo y la tecnología vayan de la mano, entonces tendríamos un verdadero progreso social.
Por último, quiero hacer una síntesis sobre tres temas más, los cuales han atraído mi mayor atención. Estos son la cosmología, el escepticismo y la crisis y reconstrucción de la filosofía.
En el tema de la cosmología, Bunge resalta diez paradigmas. Pero antes de nombrarlos voy a definir la palabra cosmología, la que según el diccionario Pequeño Larousse (1999) "Es la ciencia de las leyes generales que rigen el universo". El escritor amplía más este concepto, diciendo que: "La cosmología es una rama de la ontología (ciencia del ser en general) que investiga los componentes y patrones fundamentales del universo; la que puede ser tosca o refinada, esquemática o detallada, confusa o clara". (pág. 35).
Se presenta a través de una doble función: conceptual y práctica. La conceptual consiste en proporcionar un marco donde todo hecho e idea encuentre su lugar. La función práctica consiste en proporcionar una guía para la vida que conduzca a la formulación de metas, a la selección de los medios, a diseñar planes y a evaluar todo lo anterior.
Los diez paradigmas de la cosmología que Bunge presenta los resumo de la siguiente manera:
El Holismo u organicismo: Su núcleo es la llamada totalidad orgánica. Afirma que el todo es "más que la suma de sus partes".
El Jerarquismo: concibe el mundo dentro de una organización piramidal. Los seres superiores están en la cima y los inferiores debajo. Los primeros someten a la obediencia a los segundos.
El Tychismo o probabilismo: Alega que todo es posible y que todos los cambios son al azar.
El Dinamismo: postula que todo se encuentra en estado de flujo; que la sustancia no existe.
La Dialéctica: sostiene que el mundo está gobernado por la contradicción; todo constituye una unidad de opuestos y todas las relaciones son conflictivas. El cosmos es un campo de batalla.
La Atomista: Concibe al mundo como un gran cuerpo gaseoso. Sólo hay átomos moviéndose eternamente en el vacío.
El Mecanicismo: Afirma que toda cosa concreta compleja es una máquina; por ende el universo en su totalidad es una máquina.
El Sacralismo: Mantiene que el cosmos en su totalidad es un templo consagrado a la adoración de una o más divinidades.
El Textualismo: Sostiene que todo lo que existe es un texto o discurso. De aquí la semiótica, la hermenéutica, los signos, el discurso, entre otros.
El Sistesismo: Postula que toda cosa e idea son sistemas o componentes de un sistema.
De estos diez paradigmas cosmológicos, Bunge nos señala que podemos obtener algunos aprendizajes de la gran mayoría de ellos, como lo son los siete primeros, pero que el octavo y el noveno no nos proporcionan nada.
Del holismo, podemos tomar las tesis de la interconexión universal de las cosas.
Del jerarquismo, aprendemos que el cosmos lejos de ser plano tiene una estructura de niveles. Las cosas se agrupan en niveles de organización. Agrega que, en cualquier nivel de la pirámide pueden aparecer componentes inferiores.
Del Tychismo, podemos afirmar la tesis de que el azar es real, tanto en su forma accidental como aleatoria.
Del dinamismo, podemos tomar que todas las cosas concretas son mudables.
La dialéctica nos enseña a desconfiar de la quietud, porque puede ocultar la lucha, y el equilibrio puede ser inestable. También nos enseña que toda lucha es mala.
Del atomismo, podemos aprender que el cosmos está compuesto por sistemas, cada uno a su vez compuestos por cosas pequeñas. Las cosas pequeñas se combinan para formar cosas más complejas.
Del mecanismo, podemos tomar el postulado que dice que para aprender algo no es suficiente con describirlo, hay que analizar su mecanismo interno.
En estos sietes paradigmas podemos encontrar alguna intuición profunda, pero en el sacralismo y el textualismo nada podemos encontrar. Según el escritor, el considerar que todo es un texto no sólo es un grave error, sino una tesis enferma, que en vez de ayudarnos a entender al mundo nos bloquea el conocimiento, ya que nos manda a cambiar los laboratorios y el campo por las bibliotecas.
Yo en particular, puedo decir que sí hay un pequeño, tal vez, aprendizaje en el sacralismo porque es cierto que el cosmos cuenta y resalta la obra de su divinidad suprema creadora, ya que las leyes inmutables y el extraordinario orden que lo forman no puede ser objeto de la casualidad. Es posible que de ahí sea que se desprende el sacralismo. Aunque estoy consciente de que no podemos irnos al extremo y al fanatismo de decir que todo es un templo de adoración. Pero sí podemos alabar las manos que lo crearon. Pienso que del sacralismo podemos aprender a amar, respetar y cuidar todo lo que nos rodea.
Sobre el tema "Dudas sobre el escepticismo", sólo me voy a limitar a sintetizar las conceptualizaciones que el escritor de esta obra hace sobre los términos: escéptico y dogmático. Dice que: "un escéptico es alguien que en vez de aceptar todo lo que se le dice, o lo primero que le viene a la mente, duda" (pág. 181). Lo primero que hace es que cuando le llega una nueva información revisa la fuente de donde viene, o intenta reproducirlo. Si ha sido publicado por primera vez busca contraejemplos. Y si se trata de un nuevo procedimiento, le echa un vistazo a su validez.
Si se trata de una nueva norma de conducta revisa tanto su compatibilidad con otros principios como las consecuencias de su aplicación. En fin, todo lo examina antes de su aceptación. Todo lo contrario al dogmatismo que se aferra a todo lo que considera sabiduría infalible heredada; pero a la vez le da un trato escéptico a todo lo que le es desconocido.
Y como una forma de cierre de éste simplificado recorrido entre estos diez capítulos, cargados todos de interesantes informaciones, concluyo resumiendo diez razones que Brunge señala como las causas de la crisis en que se encuentra la filosofía en estos tiempos, diez males que con urgencia hay que restaurar (pág. 277-283):
Profesionalización excesiva.
Confusión entre filosofar e historiar.
Confusión de oscuridad con profundidad.
Obsesión por el lenguaje.
El idealismo agotado.
Atención exagerada a simples problemas y juegos académicos de moda.
Formalismo insustancial y sustancialidad informal.
Fragmentarismo y aforismo.
Enajenamiento de los motores intelectuales de la civilización moderna. Estos son: la ciencia, la técnica y la ideología.
Torre de marfil. La mayoría de los filósofos están estancado en la torre proverbial. No se interesan por saber lo que sucede en otro lugar. Sólo leen a otros filósofos y escriben exclusivamente para los colegas. Hay escases de pensamientos nuevos.
A la vez que este filósofo presenta las causas por las que está en crisis la filosofía de hoy, al mismo tiempo presenta opciones y desiderata para su reconstrucción:
Que los filósofos dejen de dialogar con muertos y de participar en juegos académicos modernos. Para esto tienen dos salidas: o arman un escándalo, o se dedican a la reconstrucción de la filosofía. Una filosofía cerrada que no deba nada al reto del saber, es una filosofía que nació anacrónica; y una filosofía anacrónica es tan inútil como tediosa.
Hacer surgir una filosofía auténtica no impostora.
Clara, jamás oscura.
Critica no dogmática.
Profunda, jamás superficial.
Iluminista nunca oscurantista.
Interesante jamás tediosa.
Materialista no idealista.
Noble jamás perversa.
Abierta nunca cerrada.
Realista no jactanciosa.
Sistemática nunca fragmentada.
Actual no anacrónica.
Útil jamás inútil.
Puede haber otras opciones más. Todas siempre serán útiles si su fin conlleva a devolverle la salud a la filosofía, sacándola del estado agónico mortal en que se encuentra.
Para concluir este ensayo, pienso igual que el escritor de este libro. No es exageración que la filosofía está actualmente muy enferma, pero no sin esperanza de ser restaurada, ya que aún no está del todo muerta. Es verdad que se ha tornado bastante caduca, obsesionada con su propio pasado; que sólo tiene ojos para sí misma; que está ajena a los problemas actuales del mundo, por lo que brinda poca o ninguna ayuda a la solución de la mayoría de los problemas que están enfrentando en común la gente.
Pero a pesar de todo esto, la realidad es que hay un rayo de esperanza, ya que la historia nos enseña que no es la primera vez que se ha encontrado en tal situación; sino que en otras épocas ha pasado por crisis similares y las ha superado; y si de cada situación difícil ha salido con grandes éxitos, hoy también podrá superarlo. Sólo se necesita la buena voluntad y la firme decisión de todos los involucrados para sacarla a flote. Pues la filosofía es una necesidad.
El análisis de esta maravillosa obra me mueve a convertirme en una filósofa, aunque no de profesión, pero por lo menos una analista pensante natural, cuidadosa, justa y respetuosa de los ideales de los demás; a tener juicios claros y científicos del conocimiento que esté a mi alcance; a ser prudente con mis críticas; a ser una investigadora del conocimiento. En fin, ha despertado en mi un amor profundo y un motivado interés por bucear más a menudo en los terrenos amplios y profundos de la filosofía.
Como estudiante de la maestría en lingüística aplicada, con la mira de convertirme en una excelente y productiva escritora en beneficio de todos, este libro me ayuda a ser más honesta, clara y humana en todas mis producciones. Que arrojen sustanciosos beneficios a toda la humanidad. A la vez que, me ha enseñado a ser prudente con el uso de la tecnología.
Autor:
Guillermina Izquierdo Reinoso
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