- Introducción
- Primer punto
- Segundo punto
- Tercer punto
- Reflexiones como prefacio para nuevas discusiones
Introducción
La presente comunicación da cuenta de la exposición del autor en el Foro de cierre del XVI Congreso Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social (ALAETS), el cual se celebró en Santiago de Chile entre el 9 y el 14 de noviembre de 1998.
Mi intervención tuvo un carácter conceptual, reflexivo y relacional, cuyos telones de fondo fueron las discusiones sobre participación social y ciudadanía, suscitadas en los talleres integrados que coordiné a solicitud de los organizadores del Evento.
Aquí ofrecemos al lector el núcleo de las discusiones y los tres puntos abordados en el Congreso; al final, agregamos un posfacio contentivo de algunas definiciones esquemáticas que forman parte de la óptica que me permite organizar mi apertura hacia las realidades imaginarias, simbólicas y reales objeto de la intervención de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales.
Con ello no intentamos clausurar, sino, problematizar nuestra propia discursividad que sólo adquiere sentido en tanto paradojalidad e incompletud. Sólo así, creo, dejaremos abierta la discusión que nos pueda acercar a la construcción del trabajo social-por-hacerse-trasdisciplinariamente-complejo-y-posmoderno en el transcurso del tercer milenio.
Primer punto
Hay muchos tipos y ámbitos de participación. En consecuencia, las preguntas suscitadas son las siguientes: Primero, ¿qué es y cómo describimos, comprendemos y explicamos la participación?, ¿para qué participar, con qué intencionalidad o, mejor dicho, con qué racionalidad, y desde dónde (el habitus[1]la posicionalidad[2]el lugar al que fuimos lanzados[3]o al que fuimos a parar[4]la trama social[5]las circunstancias que nos toca vivir en la sociedad de que se trate) participar?, ¿participar en qué y por qué? ¿A qué niveles se promueve y en qué dimensiones de los procesos sociales se realiza la participación?, ¿quiénes participan en qué? Segundo, ¿cómo se relaciona la participación con la política, la economía, la cultura, la vida cotidiana, lo ideológico-simbólico, lo imaginario, lo local-vecinal-nacional? Tercero, el problema crucial de la determinación de la participación social por las percepciones e imágenes que los agentes-actores-sujetos sociales construyen tanto de sus propias realidades -tanto la "objetiva" como la intersubjetiva- como de sus necesidades (carencias, aspiraciones, incluyendo la necesidad de realidad misma y la necesidad de trascendencia) y estrategias de satisfacción y creación de éstas. ¿La participación requiere sujetos, los sujetos requieren participación o éstos se constituyen en y a través de los procesos de participación? ¿Cómo se constituyen los sujetos y las relaciones sociales?
Si bien estas preguntas pudieran resultar obvias para muchos, los sentidos y significados de las relaciones y los impactos del tipo de participación que promueven los(las) trabajadores(as) sociales –en especial los(las) que tienen como objeto de conocimiento y acción profesional a los procesos participatorios[6]creo que implican un ejercicio de rigor metodológico de dilucidación que debe ser asumido en cada momento y en cada dimensión de la realidad social donde significamos, simbolizamos nuestra intervención profesional, en especial cuando el objeto de intervención está implicado en un conjunto de correlaciones de fuerzas sociales, cada una "portando" sus propios circuitos de acumulación-desacumulación de recursos de poder.
Y es aquí cuando adquiere sentido la conjugación que un cientista social latinoamericano realizó en un evento anterior, del verbo participar: yo participo, ustedes participan, todos participamos…pero…ELLOS deciden.
Esto para señalar que la participación -adjetivada muchas veces de organizada y conciente- deja de ser una mediación potenciadora para constituirse en mediatización y cooptación del acceso de los ciudadanos a sus propios capitales (culturales, simbólicos, económicos, espirituales…) en beneficio de la legitimación de las necesidades "objetivas"[7] de reproducción del sistema socioeconómico-político-cultural de que se trate, circunstancias en las que, no obstante que los sujetos sociales puedan encontrarse más cosificados, no por ello dejan de desaparecer la piedad, la caridad y la generosidad como la proclividad de no pocos(as) trabajadores(as) sociales (pero también de positivistas, curas, gerentes sociales oficiales, privados y civiles populares y no populares, y organizaciones civiles de desarrollo social) de legitimar la manipulación, la participación manipulada o, simplemente, acotada o restringida.
He querido esbozar lo más claramente que me ha sido posible, que la participación es un fenómeno complejo porque es relacional y, por lo tanto, requiere ser mirada, oída, sentida y pensada en y a partir de un pensamiento complejo[8]que viene desde hace varias décadas intentando abrir las ciencias sociales a los análisis posdisciplinarios de insospechados dinamismos de las realidades socialmente construidas[9]
Ello nos coloca a los(las) trabajadores(as) sociales frente a uno de nuestros grandes retos: el de constituir-encarnar una plataforma conceptual básica de nuevo cuño epistémico y hermenéutico mediante la cual podamos dar cuenta del cómo pensamos y relacionamos –en condiciones epocales y societales de exclusión, segmentación, fragmentación, heterogeneización, diferenciación, diversidad y, evocando los giros lingüísticos de Gramsci y Benjamin, polisemización y polifonización- la participación con otras categorías tales como ciudadanía, género, economía popular, organizaciones civiles y oficiales de desarrollo social, mercado, lo local, publificación, decentralización, gerencia social, justicia de paz, justicia comunitaria, presupuestación participatoria, agentes-actores-sujetos, desarrollo sustentable, desarrollo urbano, protección al consumidor, nuevas tecnologías de la información, sistemas sociales de innovación, evaluación de impactos socioambientales, y otras aún hoy ausentes en el diccionario nuestro.
Segundo punto
Respecto a lo antes dicho, evocamos la conferencia inaugural de este XVI Congreso de ALAETS, en la que el eminente economista neoestructuralista chileno, Osvaldo Sunkel, llamó la atención de los asistentes al preguntar sobre qué aspectos de la globalización eran de nuestro interés (¿informativo, cognocitivo, contextual?), en especial cuando no es posible hablar de UNA sola globalización, si no, de muchas en el transcurso de la historia, la última (le seguirán otras posiblemente, distintas también para Europa y para América Latina y otros continentes), coincidente con una nueva revolución científico-tecnológica, con la crisis de modernidad, la mundialización, la pos o neomodernidad como condición epocal del presente y con la ofensiva neoliberal, hoy también en crisis para bien o para mal. De la misma manera no podemos hablar de la existencia actual de una sola si no de varias formas de capitalismos centrales y/o periféricos en los que la relación capital–trabajo no es la misma hoy que antaño ni en América Latina y en Europa, Asia o África.Y es en este punto que planteamos el problema de los abordajes o formas de pensar la globalización (tanto como la participación, la realidad social y el pensamiento mismo), vgr., por un lado, aquellas complejas para las cuales ésta no es absoluta ni única como no son absolutas ni únicas la modernidad y la posmodernidad, sus relaciones ni sus crisis a las que pertenece la globalización misma. Y, por otro lado, aquellas simplistas que esencializan ésta y para las que la globalización les evoca tanto la consigna de la determinación en última instancia por la economía como la del imperialismo como fase superior del capitalismo, pero sin preocuparse de analizar qué de nuevo y qué de viejo, qué de real y qué de apariencia tienen los fenómenos actuales en relación con los del pasado, globalización que, por lo demás, se reduce fácilmente a los aspectos perversos del neoliberalismo.
Según estos abordajes, toda la culpa de nuestros males pasados, presentes y futuros los tiene la globalización, como si ésta fuera la sobredeterminación final propia de la dialéctica de la exterioridad, olvidando fácilmente que el cómo-pensar estratégica y, por lo tanto, complejamente, requiere análisis no menos complejos y no menos estratégicos de las crisis de modernidad (que no es igual a la del modernismo ni ésta a la de la modernización) y de la condición epocal posmoderna que exacerba la modernidad porque ya estaba y sigue estando en ésta.
Por eso me parece que la demonización y absolutización de la globalización tanto como de la posmodernidad y la modernidad misma, sólo puede dejarnos anclados en la repetición de formas de pensamiento automático que nos bloquea el desarrollo de nuestras propias capacidades y potencialidades, la apropiación de nuestras propias realidades universal-concretas y, por ende, de nuestro futuro que se encuentra ya en el presente.
Creo que hay un abanico de formas, estrategias o vías de entrada al análisis (y a la intervención social profesional) de la realidad social. Me pregunto ¿por qué tenemos que seguir entrando siempre por lo económico, la globalización, la esencia, lo global y lo general que a veces se asimilan a lo universal?. ¿por qué no por lo relativo, lo singular de la vida cotidiana y las historias y testimonios de vida, por lo particular político, lo cultural, lo ideologico-simbólico, lo local, el ocio, la empresarialidad popular y el microcrédito oficial, bancario o civil, o por lo fenoménico que es tan esencial como lo universal, para sólo mencionar algunas mediaciones que son tan constituyentes de la socialidad de lo social como la eticidad, la nacionalidad, la estatalidad, la civilidad, la culturalidad, la negritud, la etnicidad…?, ¿por qué no por cualesquiera otras de las ene micro, meso, macro y megamediaciones imaginarias, simbólicas, ilusorias y reales, no obstante que todo tiene que ver con todo, aunque no siempre de manera evidente, inmediata ni necesaria?[10].
¿Por qué seguir pensando la globalización como si fuera un túnel respecto del cual, como no hay salida posible dentro del capitalismo, sólo nos queda esencializar la opción entre persistir en la conciencia protestataria y transformadora o abandonarnos a la alienación, por lo demás, normalizada política, cultural, tecnológica y masmediáticamente?
Tercer punto
Como tercer punto, me permito mencionar la problemática de ALAETS-CELATS, impactado por el informe de la Junta Directiva sobre su dolorosa situación jurídica, financiera, organizacional y representacional, informe presentado ante una asamblea de la que sólo ocho colegas tuvieron derecho a voz y voto, ya que el resto de los delegados no aportó o solo presentó credenciales no certificadas por el consulado del país respectivo, tal como lo ordena la ley que regula este tipo de organizaciones.
En coherencia con el espíritu de las discusiones que se vienen dando desde los ochenta, propuse restructurar ALAETS-CELATS con el afán de crear una asociación latinoamericana de amigos o simplemente de apoyo a éstos o sustituirlos por una asociación latinoamericana de trabajadores sociales integrada ya no por escuelas, porque la membresía institucional es anónima, cosificada, no democrática ni participatoria y ha demostrado inefectividad, ineficiencia y reproducción de élites, a pesar de los esfuerzos de la actual junta directiva –y quizá de otras anteriores- por repotenciar la ALAETS, sanear y relanzar al CELATS.
En esta nueva organización que hoy propongo, la membresía será individual y su asamblea estará no sólo legalizada, si no, además legitimada por la participación irrestricta de todos y cada uno de los asistentes a cada congreso internacional que se convoque. La cuota anual podría ser de $50 a $100 por miembro, a cambio de la suscripción a la Revista "Acción Crítica" -con lo cual se expandiría su restringida difusión-, boletines y acceso a bases de datos y otros servicios informacionales (incluyendo actividades virtuales) abiertos a la participación irrestricta de los y las colegas, cada quien desde y sus propias posicionalidades, intereses y responsabilidades.
Reflexiones como prefacio para nuevas discusiones
Hasta aquí hemos dado cuenta de un conjunto de ideas que no se proponen plantear conclusiones, mucho menos contundentes; esto no obstante que sí tiene como telón de fondo no explicitado un enfoque trasdisciplinar con perspectiva histórico-sociopolítica de la ciencia y de lo real. Fue así como he sido hablado por un discurso epistémico que pretende pensar en voz alta, pero no a partir del qué-pensar definitorio de la razón ordenadora de lo dado, si no, del cómo-pensar (desde lo que fue el aquí y ahora del XVI Congreso de ALAETS y teniendo básicamente como referencia mi experiencia en las academias venezolana y costarricense) la apertura hacia los sujetos que encarnan cada una de las nuevas y viejas realidades objeto de la intervención y el análisis de los(las) trabajadores(as) sociales.
Dicho cómo-pensar[11]tiene varias exigencias problematizadoras que paso a esquematizar:
1. Una perspectiva sociopolítica, entendiendo que es en las relaciones de poder entre actores-sujetos individuales, colectivos y jurídico-institucionales y la manera de antagonizar, dominar, competir y convencerse unos a otros al mismo tiempo que, por otro lado, se resignifican y encarnan la diversidad, la pluralidad, la cooperación, la tolerancia, la prudencia, la mesura y los consensos fraternos constructores de mundos y de futuros. Es aquí donde encontramos el punto de partida para abordar la cuestión del modo en que los contenidos y las formas de la política -y, específicamente, política social– están matizados por las tendencias dominantes de las correlaciones de fuerzas con opciones de poder (político, económico, cultural, moral, cognocitivo, comunicacional…) en los momentos co-constitutivos de las configuraciones sociales modernas: el estado, la sociedad, la nación, el régimen político-económico-social-cultural y el escenario electoral trasnacional pero, también local, regional y nacionalmente sobredeterminados.
2. Afirmar la necesidad de los sujetos individuales y colectivos -entre éstos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales- de agregarle valor a la realidad social mediante la apropiación de los dinamismos que les es posible simbolizar, potenciar y crear desde sus prácticas cotidianas.
3. Pensar la realidad social desde las prácticas heterogéneas de los sujetos constitutivos de la categoría pueblo y abrir la posibilidad –utópica mas no por ello irreal o inalcanzable- de encarnar un proyecto nacional que, permitiendo las diferencias, guíe las tareas deseables, posibles y necesarias para resemantizar y redimensionar tanto al trabajo social como y la sociedad, ambos considerados en sus conjuntos más inclusivos.
4. Superar las visiones reduccionistas basadas en enfoques doctrinarios y disciplinarios de corte empirista, legalista, y productivista dentro de las cuales se excluye o se diluye el carácter comprehensivo y sustantivo de la categoría pueblo, y, por lo tanto, se bloquea la puerta de entrada al conocimiento del modo en que los agrupamientos populares viven, piensan, sienten y hacen economía, política y cultura en sus ámbitos constituyentes.
5. El concepto de totalidad, que no es un objeto filosófico, si no, una exigencia epistemológica del modo de organizar, por un lado, la producción, circulación y consumo del conocimiento concreto y, por otro, la apertura a la realidad desde un concepto de lo real.
Entiendo lo real como la realidad objetiva pero socialmente acotada, es decir, en proceso de redefinición, conceptuación, simbolización, intersubjetivación y socialización. El momento de mayor cualificación de la praxis constituida como tal en tanto productora de sentido (significados, intencionalidades y direccionalidades no siempre concientes pero que nos implican y comprometen). Es el todo-posible, la racionalidad, total mas no absoluta, de la siempre inconclusa aproximación del sujeto al conocimiento, apropiación y potenciación de la realidad social a la que él es lanzado o va a parar y en relación a la cual se hace responsable.
El fundamento de lo real son las relaciones de interioridad pletóricas de discontinuidades entre sujeto y objeto, conciencia y realidad, pensamiento y ser, teoría y práctica, poder y conocimiento; sociedad, estado y nación; entre lo real y lo ideal; y entre lo económico, lo político, lo espiritual, lo ideológico, lo histórico y lo cultural. Es una forma de razonamiento que implica que lo dado pertenece a una realidad dinámica, susceptible de ser captada, pero a la vez constituida, con significados y sentidos inéditos articulados a la praxis, es decir, a la intencionalidad (no siempre conciente), a la direccionalidad (no siempre deseada), y a la viabilidad (no siempre valorada o reconocida) de las opciones posibles en momentos distintos del desarrollo históricosocial, en nuestro caso, especialmente de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales.
Un pensamiento como el esquematizado, nos viene dando cuenta de que las crisis o, mejor dicho, los incrementos abruptos y perentorios de la complejidad societal, tanto como la globalización real existente, nos presentan amenazas y oportunidades que sólo son tales en relación con nuestras fortalezas y debilidades. Enfrentar aquéllas efectivamente, si bien depende de las instancias económico-financieras internacionales, depende también de la capacidad de gobernación y voluntad política de las clases gobernantes para poner en marcha las reformas nacionales necesarias que permitan si bien neutralizar las amenazas, fundamentalmente constituir éstas en oportunidades y crear otras inéditas para manejar lo más a nuestro favor posible, la globalización real-existente y las crisis implicadas en ella.
Oponernos a éstas simplemente porque no somos capaces de manejarla con nuestros propios modos de pensar, sentir, mirar y hacer colectivamente política, economía y cultura, equivale –me parece- a bloquearnos nosotros mismos la experiencia del desarrollo sustentable y el caminar nuestro camino con nuestros propios pies en el(los) ámbito(s) que nos toca vivir.
Con Joan Prats[12]me pregunto si habrá "algo más directamente impactante en el desarrollo humano de todos nuestros conciudadanos que generar un sistema financiero (internacional y nacional) sano, confiable, transparente y competitivo" y si habrá algo más también que "exija mayores cambios en el poder social existente". Esto, con el afán de construirnos, en las mejores condiciones intersubjetivas que nos sean posibles, nuestros propios lugares y nuestras propias vidas en el mundo globalizado.
Me pregunto por el(los) papel(es) que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales[13]estamos en capacidad tecnoprofesional real de desempeñar, pero ya no sólo en el ámbito de las macrotareas relacionadas con las finanzas mundiales, la macropolítica y los macro o megapoderes trasnacionales, sin que ello implique –como pareciera ser la tendencia de algunos colegas- dejar de lado las no menos grandes ni menos importantes microtareas en los ámbitos singular-universales o universal-concretos[14]en donde nuestros sentidos son impactados por problemas personales y familiares de Perico de los Palotes, de Juan y Pedro, de María y José y por las formas en que éstos y sus amigos, familiares y vecinos simbolizan o resignifican sus relaciones intersubjetivas (con otros y el entorno ecosocial, ecosistémico, ecoautorganizacional…, y todos los ámbitos que cubren, vgr., las denominadas –más por persistencia que por pertinencia- organizaciones no gubernamentales.
Concluyo con dos preguntas a este último respecto, evocando el tema de mi ponencia, que fue presentada en la mesa sobre democracia y participación de este Congreso: ¿son las organizaciones civiles de desarrollo social las nuevas patronas de los trabajadores sociales?, ¿son la fuente de trabajo asalariado alternativa a la significada por la vieja y devaluada empleadora que es la administración pública?, ¿son socias (mayoritarias o minoritarias), simples instrumentos o un campo estratégico abierto a una virtual iniciativa privada y sustantiva de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales?
Autor:
César Barrantes
[1] Intervención del autor en el foro de cierre del XVI Congreso de ALAETS, celebrado en Santiago de Chile del 9 al 14 de noviembre de 1998. Publicada en Sersocial de Brasil y Surá de Costa Rica.
[2] Pierre Bourdieu, La distinction, critique sociale du jugemen, Editions Minuit, 1980, Paris. Sociología y cultura, CNCA, México, 1990.
[3] Toda práctica social se constituye como tal en tanto es productora de sentido y toda producción de sentido es producción de un sistema de diferencias en el interior mismo de las relaciones socialmente constituidas dentro del texto inagotable que es la sociedad como tal. Cfr. Ernesto Laclau, “Tesis acerca de la forma hegemónica de la política”, en Julio Labastida Martín del Campo (coord.), Hegemonía y alternativas políticas en América Latina”, Editorial Siglo XXI, 1985, págs. 19-44, México.
[4] Agnes Heller, “Una teoría de la modernidad”, seminario impartido en el doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, junio-julio de 1995.
[5] Peter L. Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad, Amorrortu Editores, 1968, Buenos Aires.
[6] Martín Heidegger, Sendas Perdidas, Editorial Losada, 1962, Buenos Aires.
[7] Tanto los políticamente duros, es decir, los más directamente vinculados al sistema político-sindical y gremial y al escenario electoral, como los políticamente blandos, sea, los suscitadas en la esfera pública: el espacio de aparición de la política en tanto acción que no se reduce a sus causas y no es previsible en sus consecuencias. Hanna Arendt, La condición humana, Seix Barral, 1974, Barcelona. Asimismo, nos referimos a los procesos participatorios más recientes, vinculados a nuevas formas de hacer, pensar, sentir y vivir la economía, la cultura y la política en los espacios público-estatales y público-civiles. Sobre estos aspectos, ver Luis Carlos Bresser Pereyra y Nuria Cunill Grau (eds.), Lo público no estatal en la reforma del estado, CLAD-Paidós, 1998, Buenos Aires. Nuria Cunill Grau, “La rearticulación de las relaciones estado-sociedad: en búsqueda de nuevos sentidos”, en Reforma y Democracia, Revista del Clad, No. 4, 1995, págs. 25-57, Caracas. Repensando lo público a través de la sociedad. Nuevas formas de gestión pública y representación social, Clad-Nueva Sociedad, 1997, Caracas. Teresita de Barbieri, “Público o privado o por dónde se mueven las mujeres”, Iss-Unam, 1990, México.
[8] Ver Humberto Maturana, La objetividad: un argumento para obligar, Ediciones Dolmen, 1997, Santiago.
[9] Ver Edgar Morin, “Epistemología de la complejidad”, en Dora Fried Schnitman y otros, Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Paidós, 1994, págs. 421-446, Buenos Aires.
[10] Ver Inmanuel Wallerstein (presidente), “Abrir la ciencia social”, Editorial Siglo XXI, 1996, México. Hans Rudi Fischer, Arnodl Retzer u Jochen Schweitzer (comps.), El final de los grandes proyectos, Gedisa, 1997 (1992 en alemán), Barcelona. Dora Fried Schnitman y otros, op. cit.
[11] “La elaboración de los microfundamentos de las explicaciones macrosociales no sólo aumenta la confianza en las teorías: también las profundiza. Siempre y cuando admitamos la posibilidad de que haya múltiples microfundamentos para una determinada macroexplicación (y…la no reductibilidad del macrofenómeno a los microfundamentos), el descubrimiento de los procesos de micronivel a través de los cuales se realizan los fenómenos de macronivel enriquece la comprensión teórica”. Anthony Giddens, La Construcción de la Sociedad. Bases para la Teoría de la Estructuración, Amorrortu Editores, 1995, págs. 170-175, Buenos Aires. Ver también Norbert Lechner, La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado, Ediciones Ainabillo, 1984, págs. 31-35, Chile. Erik Olin Wright et. Al, “Marxismo e individualismo metodológico”, en Edelberto Torres Rivas, (comp.), Política. Teoría y Práctica. EDUCA-FLACSO, 1990, pág. 214, San José.
[12] Hugo Zemelman (coord.), Determinismos y alternativas en las ciencias sociales de Latinoamérica América Latina, Editorial "Nueva Sociedad", 1995, Caracas. Los horizontes de la razón, Editorial Anthropos y el Colegio de Médicos, 1992, dos tomos, Barcelona. Para una propuesta de rescatar el racionalismo del idealismo, ver Franz Hinkelammert, “Frente a la cultura de la posmodernidad: proyecto político y utopía”. En David y Goliat, año XVII, No.52, 1987, Buenos Aires.
[13] Joan Prats, “Las previsiones de la OCDE sobre la economia mundial, 1999-2000”. www.imf.org
[14] Este papel puede ser jugado como lector(a) más o menos asiduo(a) y atento(a) de las informaciones internetizadas o masmediatizadas y/o de las investigaciones y acciones de analistas, académicos, tecnólogos, tecnócratas y políticos de oficio tales como sociólogos, politólogos, antropólogos, semiólogos, filósofos, epistemólogos, economistas y otros; asimismo, como analista con especificidad propia y competencia para apropiarse de uno o varios nichos en el mercado globalizado de conocimientos trasdisciplinarios o trascientíficos, pero sin dejar de ser trabajador(a) social.