El seminario
Mi ingreso al seminario no fue fácil, era menor de edad y mi padre, que estaba vivo, debía firmar una autorización, ya que así lo exigían las leyes educativas, con respecto a los institutos con régimen de internados, por otra parte, la negación de mi tía Carmela para que yo estudiara allí, hacía más difícil la cuestión. Mi tía Coromoto, tuvo que encargarse de hacer todas las diligencias necesarias, en vista de la actitud de su hermana, < Lo que pasa hijo, es que está celosa porque no es su hijo, quien se ganó la beca, ella siempre ha sido voluntariosa, si las cosas no salen como ella quiere, se molesta, ya se le pasará > me decía mi tía < No te preocupes, yo me voy a encargar de hacer las diligencias necesarias, para que vayas al seminario y seas sacerdote >. ¡Bendita sea mi tía!, ella se encargó de todo, consiguió la autorización de mi padre, se entrevistó con el obispo, quien le prometió que todos los gastos, correrían por cuenta del obispado y que dependiendo de mi comportamiento en el seminario, ellos estaban dispuestos a ayudar con los gastos de vestidos, libros, etc. que pudiera necesitar, que se fuera tranquila y dejara todo en sus manos, él se ocuparía; mi tía Coromoto, siempre fue una persona muy creyente, después de esa actitud del obispo, lo fue todavía más, tanto es así que cuando este santo varón, falleció trágicamente unos meses después, lloró mucho su muerte e hizo una cola de varias horas, para ver por última vez su rostro, en la cabecera de su cama, tuvo por mucho tiempo una foto del obispo. Cuatro años estuve en esta institución, en ella, pasé parte de mi pre y adolescencia. Sin que me quede la menor duda, fue la mejor etapa de mi vida, mis mejores momentos, mis mejores amigos, mi mejor formación, mis mejores recuerdos, son estos cuatro años de seminario. La formación era religiosa-militar, tenía que ser así, un sacerdote debe tener el corazón de oro, la mente amplia y el cuerpo de acero. Es dura la vida de los curas, lejos de su familia, su tierra, sus amigos, siempre dispuestos a obedecer, como un soldado. Cuando son ordenados sacerdotes, entre los diferentes rituales, están los votos de pobreza, obediencia y castidad, esto quiere decir que no pueden acumular riquezas, deben obedecer ciegamente y deben permanecer célibes, esto significa, que no pueden tener novias, amantes y mucho menos casarse. El seminario estaba dividido en dos: el mayor y el menor, en el seminario mayor, estaban los jóvenes de cuarto año de bachillerato en adelante, se conocían como "los mayoristas" y tenían más "privilegios" que los "minoristas", entre ellos: una habitación para dos personas, podían salir a la calle en pareja y algunas otras que los hacían diferentes a nosotros, pero, así como tenían algunos privilegios, también existan para ellos un régimen de estudio y de exigencias más fuertes que los nuestros, la razón era evidente, ellos estaban más cerca de su ordenamiento como sub-diáconos, diáconos o sacerdotes. En el seminario menor, estaban los jóvenes desde quinto grado, hasta tercer año de bachillerato, eran conocidos como seminaristas menores y el régimen era diferente al de los mayoristas, los dormitorios estaban divididos en dos grandes salas, una para los grandes y otra para los pequeños, en cada una había aproximadamente sesenta camas, en cuatro hileras de quince cada una, cada dormitorio estaba vigilado por un sacerdote, que tenía su pequeña habitación al lado de la sala, continuamente estaba revisando para evitar cualquier mal pensamiento. Para que tengan una idea de la estricta disciplina que existía en la institución, fíjense en este horario, en un día normal, de lunes a sábado: 5.30 a.m. despertar e higiene personal, 6.00 a.m. formar y misa, 6.45 a.m. formar y desayuno, 7.30 a.m. formar y receso, 8.00 a.m. formar y preparación clases, 8.30 a.m. formar y clase, 9.45 a.m. formar y receso, 10.15 a.m. formar y preparación clase, 10.30 a.m. formar y clase, 11.45 a.m. formar y almuerzo, 12.30 p.m. formar y receso, 1.00 p.m. formar y preparación clase, 1.30 p.m. formar y clase, 2.45 p.m. formar y preparación deporte, 3.00 p.m. deporte, 4.30 p.m. formar y merienda, 5.00 p.m. formar y aseo personal, 5.30 p.m. formar y clase, 6.45 p.m. formar y cena, 7.30 p.m. formar y receso, 8.00 p.m. formar y estudio, 8.30 p.m. rezar rosario y 9.15 p. m. dormir; este horario era de lunes a sábado, a excepción del jueves por la tarde, que lo dedicábamos a la lectura y al estudio, los domingos teníamos un horario especial, era día de visita y por lo tanto, teníamos más tiempo libre para hacer deportes, leer u otra actividad. En el seminario, las actividades académicas comenzaban en Septiembre y terminaban en Julio, respetando las fechas de Carnaval, Semana Santa y Navidad. Durante las fiestas de Carnaval, nos preparábamos para la cuaresma, la cual comenzaba exactamente después del martes de carnaval, con el miércoles de ceniza, durante esos días, lunes y martes de carnaval, se celebraban las cuarenta horas de adoración al Santísimo Sacramento, en ese lapso asistíamos por grupos a la iglesia, que no debía quedar sola. El templo está ubicado cerca de la plaza principal de esa comunidad, apenas separada por un muro hecho de bloques y en esos días de fiesta, mientras hacíamos guardia en la iglesia, en la plaza estaba prendida la fiesta y llegaban hasta nosotros muy claramente, las sabrosas canciones de la Billos Caracas Boys y la Sonora Matancera, en esos momentos, deseaba estar en la calle, disfrutando de esos momentos. Durante la Semana Santa, las actividades académicas se suspendían, eran suplidas por prácticas religiosas, retiros espirituales y lecturas piadosas. En la institución se le daba importancia capital a la lectura, de hecho los jueves por la tarde, estaba dedicado a ella. Existía una buena biblioteca, donde podíamos escoger algunos libros de autores conocidos, Julio Verne, Emilio Salgari, Tesoros de la Juventud y mucha literatura religiosa, componían los textos existentes en ese lugar, eso sí, estaban previamente seleccionados, para evitar que se colaran textos prohibidos, sin embargo, no sabemos como entraban de contrabando. Algunos de estos libros: Las Mil y Una Noches, Mi vida secreta, Secretos de una monja y otros, corrían libremente de mano en mano, disfrazados muy hábilmente con portadas de Santo Domingo Savio, San Juan Eudes, La Biblia y otros. Particularmente, me hice adicto a la lectura, hasta la fecha, soy un fanático de ella, esto se lo agradeceré siempre al seminario. Existen en mi biblioteca, más de mil volúmenes de diferentes autores, todos los he leídos, algunos varias veces. Cuando comencé a trabajar, mi primera adquisición de cierto valor, fue la colección completa de las obras de Julio Verne, son diez tomos gruesos, donde están contempladas todas las obras de este famoso escritor francés, la encuadernación es de lujo, tienen más de cuarenta años conmigo y no me canso de releerlas. En la Navidad, después del quince de diciembre, se terminaban las actividades escolares y el seminario se convertía en un sitio dedicado a la celebración del nacimiento de Jesús, música navideña todo el día, conjuntos de aguinaldos por las noches, películas alusivas a las fechas, llegada del Niño Jesús con los regalos, generalmente libros y materiales de estudio, representaciones en vivo del nacimiento y muchas otras actividades, completaban las actividades decembrinas. Una de las fechas más esperadas y celebradas por los seminaristas, era el veinticinco de diciembre, en este día se celebraba la navidad, pero, también, podíamos visitar a nuestras familias en las horas comprendidas entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde. Era el único día en todo el año escolar, cuando podíamos salir del seminario sin la supervisión de nadie, no se imaginan la emoción que sentíamos, al traspasar las puertas del instituto solos y perdernos por esas calles de Dios hasta las seis de la tarde, eso sí, antes de esa hora, todos estábamos puntualmente en nuestros sitios. Fueron en verdad, tiempos inolvidables. En el último año que yo pasé en el seminario, el nuevo rector, quiso suavizar el duro régimen que existía para estas fechas y permitió la salida de los alumnos, desde el veinte de diciembre hasta el dos de enero. La tercera parte de los seminaristas se retiraron, antes de terminar el año escolar, entre ellos estaba yo. Aprendí a tomar, a bailar y hasta a fumar, en esos días. Dentro de la rutina académica que existía para la época, teníamos algunas materias de estricto rango eclesiástico, tenía que ser así, estudiábamos para curas, estas materias adicionales y obligatorias eran: Latín, Griego, Historia Sagrada y Religión, desde quinto grado y hasta quinto año eran parte importante del pensum de estudio de los seminaristas menores y mayores. Fui un buen estudiante, durante los cuatro años que estuve en la institución, de hecho siempre estaba en los primeros lugares, también era un buen futbolista. Este era el deporte que imperaba en el seminario, a pesar que lo jugábamos todos los días y que llegamos a ser uno de los institutos más destacados en esta disciplina, no hubo un ex seminarista que destacara en el futbol rentado, no me imagino porqué, habían verdaderas luminarias. En otras actividades, hubo o hay compañeros de renombre nacional en áreas como la política, la televisión y la parte eclesiástica. La formación académica era muy buena, los profesores que impartían las materias eran curas y estaban muy bien preparados en diferentes áreas, de hecho, nunca tuvimos un profesor laico o civil, todos eran sacerdotes, en algunas oportunidades, un seminarista mayor de los más adelantados, podía suplir a un profesor. Estos seminaristas mayores o mayoristas como también los llamábamos, tenían la obligación de usar la sotana que era parte de su vestimenta diaria. Inmediatamente después de aprobar el tercer año de bachillerato, la sotana era su vestimenta obligatoria. En una ceremonia muy emotiva, al comenzar el cuarto año de bachillerato, eran ordenados como seminaristas mayores y les hacían notar que para ellos comenzaba una nueva vida, la sotana simbolizaba su despedida de la vida laica y la entrada a la seglar, como el militar, este era su uniforme hasta que ellos decidieran lo contrario. Hoy, estas costumbres han desaparecido y el traje clerical lo único que ha conservado es el color oscuro y el cuello duro blanco de material sintético. Una de las cosas que funcionaban bien en el seminario era el compañerismo, no se presentaban peleas, ni siquiera discusiones subidas de tonos. Existía la sana rivalidad en los estudios y en el deporte, sin mayores consecuencias. Como en toda institución, cada quien era libre de elegir a sus amigos y se formaban los grupos que se mantenían en todas las actividades: deportes, estudios, paseos, recesos e inclusive en la época de vacaciones. Particularmente, me llevaba bien con todos. Teníamos un grupo al cual identificábamos con sobrenombres: el cochino, el chino, el cubano, el pavito, monseñor ponchera, el ratón, brinquito, entre otros. En este grupo compartíamos muchas cosas: estudios, competencias deportivas, recesos, juegos de mesa, inclusive en algunas oportunidades las visitas. La visita era cada quince días, en esas fechas desde las once de la mañana y hasta las cuatro de la tarde, nuestras familias compartían con nosotros. La situación económica de mi familia, no era tan buena como para visitarme cada quincena, así es que en algunas oportunidades, mis amigos me invitaban a compartir con ellos, cosa que yo aceptaba, pero, en la primera oportunidad me excusaba y me retiraba para darles privacidad en esos momentos tan importantes. ¡Que cosa tan extraña!, no sentía envidia, ni nostalgia por el hecho de no recibir visitas, conocía la situación difícil de mi familia y lo aceptaba sin meditar mucho en eso, esos días me dedicaba al deporte, especialmente el futbol, o sencillamente a leer un buen libro. Tengo muy buenos recuerdos de mis compañeros de esa época, de hecho, mis dos mejores amigos y compadres, son ex seminaristas. Hemos compartido muchas cosas juntas, en más de medio siglo de amistad. Un tema que no puedo dejar pasar por alto, es el de la sexualidad en los internados, ya sea militar, civil, religioso, o bien masculino o femenino. Toda persona comienza desde muy temprano a descubrir y a sentir sensaciones de atracción hacia otros de su mismo o distinto género. Esto según los expertos en la materia, es normal, alrededor de los siete u ocho años, se despierta la inquietud por la caricia, el beso, el descubrimiento erótico en los genitales y otras manifestaciones; en el pre y adolescencia los cambios son más pronunciados, tanto en el hombre como en la mujer. En las niñas, el crecimiento de los pechos, el bello púbico, la menstruación y otros, las hacen sentir el cambio de la niñez a la pubertad. En el hombre, el cambio de voz, el vello en la cara, pecho y genitales y otros, indican que ya no es un niño.
En el seminario, como en todo internado, el tema de la homosexualidad era "tabú", especialmente, en los años cincuenta y sesenta, cuando las enseñanzas con respecto al sexo, estaban preñadas de amenazas con el infierno, pues era un pecado mortal. Sin embargo, a pesar de estas amenazas, existían allí, los seminaristas apodados "los Misia Poma", los llamaban de esta manera, porque no ocultaban sus inclinaciones sexuales y algunos eran hasta descarados en sus manifestaciones. En los jóvenes más pequeños, la admiración hacia los mayores que se destacaban en alguna actividad, deportes, estudios u otras, los hacía comportarse de manera equivocada y esto lo aprovechaban los mayores para beneficiarse sexualmente o de otra forma. No se si los curas conocían de estas situaciones, nunca supe de alguien que estuviera involucrado y que fuera sancionado con la expulsión. La pedofilia en los institutos religiosos, viene ocurriendo desde hace muchos años, y en ellas están involucrados directamente los guías de estos niños, las denuncias en la actualidad, a nivel mundial son tantas, que la iglesia católica se ha visto rebosada por la magnitud de las mismas. El cuadro directivo del seminario estaba conformado de la siguiente manera: El rector o director, el prefecto o sub director, el personal docente, el ecónomo, el personal administrativo y el personal de mantenimiento. El rector, era la máxima autoridad y sobre él recaían todas las responsabilidades en cuanto a dirección de la institución, dirigía el seminario mayor y el menor. El prefecto, recibía las directrices del rector y sus atribuciones estaban dirigidas hacia la parte académica, cada seminario tenía su prefecto. El personal docente, se dedicaba a enseñar y a controlar la disciplina en todas las áreas de la institución. El ecónomo era el encargado del almacén u economato, sus funciones eran controlar la entrada y salida de todos los productos utilizados. El personal administrativo, estaba conformado por un administrador sacerdote y por una secretaria monja. El personal de mantenimiento, estaba conformado en su totalidad por monjas, ellas eran las encargadas de la cocina, la lavandería, la enfermería y la limpieza. Tenían su propio escalafón y en cada departamento existía una coordinadora y estas a su vez recibían órdenes de un jefe de mantenimiento. Todo el personal era escogido directamente por el obispo de la diócesis, él, decidía, los cambios a efectuar de acuerdo a los resultados obtenidos. Para la época cuando yo estudié, el seminario estaba dirigido por la congregación de los Eudistas, recibían este nombre porque su fundador fue San Juan Eudes. La iglesia católica está dividida en congregaciones u órdenes, así tenemos: la orden de los Capuchinos, los Carmelitas, los Dominicos, los Jesuitas, los Eudistas etc., lo mismo sucede con las monjas. Solamente el portero era laico, en algunas oportunidades, se contrataba personal para efectuar trabajos de plomería, albañilería y otros, por escaso tiempo. Me tocó vivir el cambio de rector, este cambio afectó a muchos, especialmente a los estudiantes. El rector saliente, era una persona recia y exigente, pero con una gran condición humana, estaba pendiente de todos los problemas y trataba de resolverlos de la mejor manera. La vida en el seminario no fue la misma después de su marcha. Fue promovido a un cargo superior, como recompensa al magnífico trabajo realizado durante su permanencia en el cargo. Yo era uno de los que creía que en un futuro ascendería al cardenalato, por desgracia, murió prematuramente, atropellado por un automóvil. El nuevo rector, revolucionó la institución con una serie de cambios, que obligaron a más de uno a preparar sus maletas y emprender una nueva vida, entre esos estaba yo.
Hay dos cosas esenciales para ser sacerdote, la primera es una fuerte vocación de servir a Dios y al prójimo y la otra, una gran fuerza de voluntad. Los fuertes estudios y la vida que debe llevar un cura, hacen dudar a más de uno. "Muchos son los elegidos y pocos los escogidos", esta es una máxima que se aplica perfectamente, a los que hemos estudiado en este tipo de institución. La última navidad en el seminario, nos permitió conocer muchas cosas que anteriormente desconocíamos, esas vacaciones tan largas me abrió los sentidos y me hizo ver lo duro que sería mi permanencia en él, sin tener la vocación necesaria y esto no solamente sucedió conmigo, todos mis amigos tuvieron la misma visión, así que el éxodo fue total. Recuerdo que en una de las pocas visitas que tuve, a mi hermana Johana, que para la época era una adolescente de catorce años, le manifesté mi decisión:
-Johana, al terminar el año escolar me voy a retirar, quiero trabajar para ver como puedo ayudar a mi tía Coromoto y aparte de eso, aquí han cambiado mucho las cosas, parece que la idea es convertir el internado en un liceo semi interno, para mí, eso no es bueno, me queda muy lejos.
-¿Tú estas loco? Me contestó ella, esto le va a doler mucho a mi tía, ella sueña con que seas cura, además, la situación en la casa no es buena, pasamos mucha hambre y Tino se emborracha todas las semanas y tenemos que escondernos porque se pone igual que mi papá, cuando vivíamos en la casa que nos vendió, ¡Piénsalo bien! Aquí comes bien, estudias, tienes tu ropa buena y limpia, sobretodo, estas en otro ambiente, allá, la casa es un rancho de tabla con techo de zinc y piso de tierra y cuando llueve las calles se convierten en un pantanero, que no se puede caminar por ellas, ¡Ojalá yo estuviera en tu lugar!
Estas eran las respuestas de mi hermana, en verdad, el panorama que pintaba no era el mejor, pero la decisión estaba tomada y faltaban pocos meses para terminar el año escolar. Algunos compañeros no aguantaron y se marcharon a mitad del año, en verdad la situación estaba muy difícil, los regaños y castigos se multiplicaron, las citaciones a los representantes se sucedían unas tras otras, los estudiantes de segundo y tercer año se convirtieron en su mayoría en jóvenes rebeldes, algo nunca visto. A duras penas, pude terminar el año, mis notas sufrieron un bajón de tal magnitud, que el padre prefecto me llamó a su oficina, para averiguar que estaba pasando. No me quedó más remedio que contarle toda la situación, de mi casa y de la institución. Su consejo fue que meditara mucho en el paso que iba a dar y le pidiera a Dios para que me iluminara y tomara el camino correcto. Terminado el año escolar, de vuelta en casa, no encontraba la manera de decirle a mi tía que no regresaría al seminario, pero sospecho que Johana le había adelantado algo, su reacción no fue la que yo esperaba.
-Tìa, necesito hablar con usted, ella se quedó mirándome fijamente y me contestó:
-¿Ya tomaste una decisión? ¿No hay vuelta atrás? ¿Sabes lo que estás perdiendo?
-Lo siento mucho tía, se que usted tenía muchas esperanzas de verme convertido en sacerdote, pero no puedo seguir en el seminario, en este año han hecho muchos cambios, lo van a convertir en un liceo y a eliminar las becas; los seminaristas que se queden serán trasladados a otros seminarios del país, lejos de la capital y aparte de eso ¡Ya no quiero ser sacerdote! Perdí la vocación, es mejor dejarle mi lugar a otra persona que sí la tenga.
-Aquí la situación no es buena, te darás cuenta poco a poco, el trabajo de lavar y planchar es escaso, las tintorerías trabajan mejor, más rápido y económico, Tino tiene una mujercita por ahí y su ayuda económica no es mucho, cuando no se bebe los reales, de tal manera, que en muchas oportunidades no tenemos ni para comer, de modo que tendrás que conseguir algo que hacer para poder subsistir ¡Tú no estás acostumbrado a pasar hambre!
En verdad, fue un cambio total y brusco, la comida escasa, cuando la había, el agua para cocinar, beber, bañarse, y lavar la ropa, teníamos que cargarla en unas latas y luego vaciarlas en pipotes donde la almacenábamos, no hubo instalaciones para agua hasta mucho tiempo después, la electricidad era robada de un poste de alumbrado público y era utilizada en cuatro bombillos distribuidos en toda la casa, no había nevera, televisor, radio, licuadora y plancha eléctrica. La casa estaba distribuida de la siguiente manera; en un terreno de aproximadamente doscientos metros cuadrados, ciento veinte metros de construcción en madera, con techo de zinc y piso de tierra, tenía dos habitaciones, en una dormían mi tía, Johana y Camilo que era el más pequeño, todavía dormía con ellas, la otra la ocupábamos Eusebio y yo; había una pequeña sala y una cocina, en la parte trasera estaba el lavadero y el baño, la poceta, era un tubo de concreto al que había que echarle agua después de usarlo.
Tenía razón Johana, la pobreza era absoluta y costaría acostumbrarse, pero no había alternativa, no pensaba regresar donde la tía Carmela, sólo de visita iría a su casa, no olvidaba lo sucedido antes de entrar al seminario.
¡Tenía que conseguir un trabajo! El problema era: primero, no sabía hacer nada, los últimos cuatro años de mi vida, los pasé estudiando y jugando futbol, segundo, no había dinero para comprar el periódico, donde aparecían los avisos de empleo y tercero, era menor de edad, necesitaba un permiso para trabajar; de tal manera, que no me quedó más remedio que comenzar como caletero o cargador, en ese tiempo, muchas personas del barrio estaban mejorando sus viviendas, así que había mucho material que cargar: arena, cemento, bloques, cabillas, etc. Era un trabajo duro, pero, se ganaba algo para comer e ir subsistiendo. Cuando se terminaba la carga de material, trabajaba como ayudante de albañil, preparando mezcla y ayudando en lo que fuera al maestro constructor. Fue una época muy dura, especialmente para mí, que no estaba acostumbrado al trabajo duro. Había semanas en que no se conseguía nada, eso me hacía sentir mal, porque la comida escaseaba y no se porque sería, pero se me desarrollaba un hambre atroz en esos momentos.
Eusebio, era el quinto de los seis hermanos, era el más parecido a mi padre y quien heredó su oficio. Es un gran constructor y de su profesión han vivido él y toda su familia. Tiene más de diez muchachos, de diferentes mujeres, pero, todos han salido adelante con la ayuda de él. Ha ganado mucho dinero, pero ha gastado más de lo que ha ganado, sin embargo, nunca se ha quejado, y mucho menos, ha pedido ayuda a nadie para resolver sus problemas. Es de carácter fuerte y decidido, desde su nacimiento se veía lo que iba a ser, formaba unos berrinches cuando tenía hambre o cuando algo lo molestaba, que se oían en toda la cuadra. Uno de los pocos recuerdos que tengo de mi madre, es cargando y paseando a un niño que lloraba fuertemente, ese niño era Eusebio, no me queda la menor duda. Desde pequeño fue trabajador, le gustaba tener dinero en el bolsillo. A los nueve años, se construyó una caja para limpiar zapatos y con ella recorría las calles más concurridas ofreciendo sus servicios. Siempre le gustó vestir bien, flux, corbata, yuntas, el pelo engomado y el cigarrillo entre los dedos. Desde muchacho le gustó el juego de cartas, especialmente el ajiléis, que consistía en ligar cartas de una misma pinta, se juntaba con hombres mucho mayores que él y les ganaba, decían que era tramposo, pero volvían a jugar y perdían de nuevo. Recuerdo que cuando yo no ganaba nada en la semana, me daba una moneda y me decía: < Toma hermano, para que compres cigarro y tengas algo en el bolsillo, un hombre no debe andar limpio>. Estas mismas palabras las decía mi papá, en medio de sus borracheras, sacudiéndose los bolsillos donde guardaba el sencillo. Otro de los recuerdos que tengo de mi hermano Eusebio, era la guerra de piedras contra la casa, cuando se ponía bravo, teníamos que escondernos o corríamos el riesgo de recibir una pedrada. Cuando nos reunimos los hermanos que quedamos, evocamos con nostalgia esos momentos de nuestras vidas y no podemos evitar la tristeza. Nunca fuimos, ni somos, una familia unida, las circunstancias de la vida nos obligó a vivir mucho tiempo separados. La muerte prematura de nuestra madre, el abandono por parte de nuestro padre y el estado de pobreza en que vivíamos, causó el desmembramiento de la familia. Uno de mis pensamientos más obsesivo era juntar a la familia, en una gran casa, pero por supuesto, era simplemente un sueño imposible de realizar, cada quien tenía su vida hecha, la que no cambiaría por nada. Algo curioso que sucedía en nuestra familia, no le guardamos rencor a nadie, ni siquiera a mi padre que nos abandonó a nuestra suerte, sin importarle nada. En el momento en que más necesitaba, estuvimos los seis hermanos a su lado, hasta el momento de su muerte. Otra de las cosas que sucedía entre los hermanos, no discutíamos, mucho menos pelear, cada quien hizo su vida de la manera como quiso y así se aceptaba, a excepción de Camilo, a quien se le torció el camino y había que regañarlo para que se enderezara, pero de ello hablaremos más adelante.
Un domingo por la tarde, se presentó Tino de manera repentina, nunca lo hacía en ese día y menos a esa hora, preguntaba por mí, yo que estaba en mi cuarto, salí asustado, sin imaginarme que ocurría:
-Mañana, a las siete de la mañana, te paso buscando para que vayamos a ver un trabajo, me dijo y luego se retiró como había llegado, sin más explicaciones.
Nos quedamos tan sorprendidos que no supimos reaccionar sino al cabo de un rato:
-¿Qué pasa tía, sabe usted algo de esto? ¡No me gusta la mecánica! Pero si tengo que aprenderla, ¡lo haré! Hasta que consiga algo mejor. ¡Necesito trabajar!
-Josué, ¡estoy tan sorprendida como tú! No se que mosca le ha picado a mi hijo, pero es mejor que mañana a las siete, estés preparado ¡No le gusta esperar!
Fue una mala noche para mí, el temor a lo desconocido por un lado y la emoción de un empleo fijo, me desataron una diarrea, que me impidió pegar el ojo en toda la noche, afortunadamente, los remedios caseros de mi tía, me la controlaron y a las siete de la mañana, estaba listo para lo que fuera.
-Vamos rápido, me dijo, tengo que dejarte en la imprenta de mi compadre José y luego irme para mi trabajo ¡Voy a llegar tarde!
De manera que no es en un taller mecánico, es una imprenta, ¡esto me gusta más! Me dije para mis adentro. No había ordenado todavía mis pensamientos, cuando me señaló un pequeño edificio, bastante cerca de donde vivíamos.
-Aquí es donde vas a trabajar, espero que no me hagas quedar mal, mira que el dueño es mi mejor amigo y compadre y diciéndome esto, entramos al taller donde ya estaban trabajando tres personas. -Compadre José, ¿Cómo estás? Aquí está el sobrino de quien te hablé, te agradezco lo que puedas hacer por él, no es bueno que esté en la casa sin hacer nada, eso trae malos pensamientos.
-¡Epa compadre!, ¿Qué hay de nuevo? Saludó una de las personas que manipulaban una de las máquinas, ¿Este es el pichón de cura del que me hablaste? Déjalo de mi cuenta, aquí lo vamos a enseñar a trabajar la tipografía, véngase por aquí mijo, vamos a comenzar el aprendizaje.
Comenzó para mí una de las etapas más bonitas y productivas de mi vida. Desde que entendí lo que significaba ser tipógrafo, ¡me gustó!, han pasado cincuenta años desde ese momento hasta hoy y si me tocara comenzar de nuevo, lo haría de la misma manera. La imprenta, no era muy grande, apenas cuatro trabajadores, contándome a mí: José, uno de los dueños, Giuseppe, socio, Bolívar, cajista y yo, ayudante general. Quien conocía todo lo relacionado con la imprenta, era José y en torno a él giraba todo el movimiento del taller, Giuseppe trabajaba más en la calle, se encargaba de todo lo relacionado con los clientes, Bolívar armaba los moldes que se imprimían en las máquinas y yo estaba donde me necesitaran, preferiblemente aprendiendo la composición de los moldes. El aprendizaje fue rápido, le ponía el mayor interés, me gustaba lo que estaba haciendo. El sueldo era bajo, pero me alcanzaba para ayudar en la casa y correr con mis gastos. Con lo que aportaba Tino, mas lo que yo podía dar, fue mejorando la situación en cuanto a lo que era la comida, la situación del rancho continuaba igual, eso tendría que esperar un poco más. A los tres meses en el empleo, ya me defendía solo en el departamento de caja, sin la ayuda de Bolívar. Este bebía mucho y faltaba hasta dos veces en la semana, esto no le agradaba a José, tenían muchas discusiones por este motivo y un día lo despidió, dejándome solo con el trabajo. Esa semana, cuando fui a cobrar mi semana de trabajo, José habló conmigo:
-Veo que te defiendes bien en la caja, ¡Eso me gusta! Estas demostrando que te gusta el trabajo y que eres responsable, ¡Eso también me gusta! ¿Crees que te puedes quedar sólo haciendo los moldes? Necesito que me respondas con sinceridad, porque ya Bolívar no va estar más con nosotros, el aguardiente lo hace ser un irresponsable y a nosotros así, no nos sirve. ¿Te puedes encargar tú solo de las cajas?
-¡Mire, Señor José! Me gusta lo que estoy haciendo, por eso se me ha hecho fácil aprender, cada día estoy más seguro de lo que hago. En cuanto a si me puedo encargar de las cajas, le diré, que a pesar que no tengo mucho tiempo trabajando esto, ¡Puedo hacerlo yo solo! Póngame a prueba y si no resulta, contrata a otro.
-¡Está bien! Me parece justo lo que planteas, ¿Qué piensas tú, Giuseppe? preguntó José al socio.
-Lo que yo he visto en estos meses, contestó Giuseppe, es que Josué le ha puesto mucho por aprender, no solamente en las cajas, en las prensas y en la encuadernación, merece que se le dé una oportunidad.
-Muy bien, no se hable más del asunto, probaremos por un par de semanas y después hablaremos ¿Okey?
Las dos semanas pasaron pronto, mi trabajo fue considerado muy bueno, me dieron el cargo de cajista o compositor tipográfico y me aumentaron el sueldo al doble. No quedé muy satisfecho con ese aumento, sin embargo, no me quejé y me hice el propósito de aprender todo lo que pudiera, para poder exigir con propiedad. Pasado un año en esta imprenta, conocía todo lo que tenía que conocer y el sueldo era el mismo. Hablé con José al respecto y la respuesta fue que me conformara con lo que ganaba, que estaba muy joven y que todavía me faltaba mucho por aprender. Esa semana hablé con Tino y con mi tía y les manifesté mi inconformidad por el sueldo que ganaba.
-Quiero hablar con ustedes de lo que está sucediendo en mi trabajo, estoy haciendo el mismo o mejor trabajo que el que hacía Bolívar, sin embargo, gano la mitad de lo que ganaba él, hace nueve meses que no recibo un aumento, ¿Les parece justo esto?
-¡Escucha! dijo Tino, José tiene razón, apenas tienes un año en la imprenta, aprovecha y aprende todo lo más que puedas, para que después puedas exigir, yo voy a hablar con él.
-¡Está bien! Contesté, voy a esperar un tiempo y luego veremos.
La situación en la casa había mejorado mucho. Arreglamos el baño, se mandó a echar el piso y le regalé a mi tía un buen radio, para que escuchara sus novelas. Pasaron seis meses y nada de aumento de sueldo. Llegó el mes de diciembre, con él, las vacaciones y utilidades. Con ese dinerito se podían hacer muchas cosas, comprar ropas para todos y una mesa con cuatro sillas para comer decentemente. En vista de que no hubo aumento de sueldo en todo el año, decidí introducir mi pre aviso y esperar el mes de enero, para buscar un nuevo trabajo. Una de las cosas buenas de mi oficio, es que había mucha demanda de mano de obra gráfica, especialmente, cajista-prensista. En mis cincuenta años de profesión, jamás quedé desempleado, ¡eso sí! Procuraba estar actualizado. Cuando la tipografía comenzó a declinar, yo había aprendido a trabajar litografía, de tal manera, que conocía las dos especialidades, esto me ayudó mucho en mi carrera como instructor de artes gráficas.
La situación económica mejoraba, pero la familiar estaba en crisis. La pareja de Tino, no aceptaba a mi tía y esta tampoco congeniaba con ella, nosotros también le caíamos mal, cuando digo nosotros, me refiero a Johana, Eusebio Camilo y yo, que todavía vivíamos con mi tía. Esto trajo como consecuencia, varios enfrentamiento entre las dos familias que nos obligaron a abandonar la casa, quedando en ella mi tía y Camilo. Esto fue aprovechado por ellos para ocupar la casa y vender la que ocupaban cerca de nosotros. Camilo, que era como un hijo para mi tía y Tino, fue quien sufrió las consecuencias de estos enfrentamientos, no sabemos si por celos o por rabia, lo cierto del caso, es que mi hermano menor, no aguantó tampoco los malos tratos y se marchó. Este último golpe, afectó mucho a mi tía, especialmente cuando supo que andaba en malas compañías. De ahí en adelante Camilo se fue hundiendo en el fango, y nunca más pudo salir de él. Los hermanos tratamos de ayudarlo en varias oportunidades, pero ya los vicios habían hecho presa de su cuerpo, se convirtió en una especie de bohemio, al que no le importaba nada: dormía en cualquier sitio, comía cualquier cosa, bebía mucho, andaba sucio, desaliñado y no respetaba su cuerpo. Un día desapareció y seis años después nos llegó la noticia que lo habían matado.
Johana y Eusebio, fueron a vivir con mi papá, quien cuidaba una casa situada en los márgenes de un río. Mi padre tenía tres hijos de su segundo matrimonio: Mirtha, Frank y Tamara, con ellos compartimos muchas cosas, como hermanos, sin odios ni rencores y todavía nos buscamos, aunque no con mucha frecuencia. María, la segunda esposa, fue para Eusebio una persona especial, inclusive se refiere a ella como su madre. Johana conoció a un buen hombre de quien tuvo un hijo, después se separó de él, en la actualidad está felizmente casada, tiene tres hijos, un varón y dos hembras. Mayra comparte su vida entre dos ciudades, la ciudad donde vivía la familia con quien estaba y la capital donde reside en la actualidad. Sigue soltera, dice ella que no va ser sirviente de un "carajo" que no es nada de ella. Cruz, se caso con uno de los miembros de la familia donde vive Mayra, tuvo una hija, murió joven, de una enfermedad terminal.
Se terminó de desintegrar la familia, la marcha de los hermanos del lado de mi tía, causó mucho dolor y mucha rabia, por lo menos para mí. Johana y Eusebio fueron los primeros en marcharse a vivir con mi papá, Camilo optó por vivir en la calle, dormir en cualquier sitio, sin importarle nada. Esta vida de bohemio, lo condujo por caminos equivocados y después de muchos años, a la muerte. Por mi parte, alquilé una habitación lejos de ahí y traté de vivir mi vida lo mejor posible. Atrás quedaron los sueños de de vivir todos los hermanos juntos, en una misma casa. Solamente nos reuníamos en enfermedades y funerales, tales como: las muertes de mis tías Coromoto y Carmela, de mi padrino Francisco y durante la gravedad de mi papá y su posterior muerte. De este último, puedo decir con certeza, que todos los hermanos estuvimos a su lado, pendientes de él, sin recordar los episodios pasados, los gastos funerarios fueron costeados totalmente por los seis hermanos. Mi vida transcurría entre el trabajo, los amigos y la casa donde vivía. No puedo pasar por alto un episodio de mi vida, que marcó para siempre mi conducta futura. Cumplido diecinueve años, todavía vivía con mi tía, conocí a una muchacha que me causó una grata impresión. Quiero decir que mi vida en cuestión de amores, era muy pobre, si acaso dos o tres muchachas habían tenido alguna significación importante en mi vida sentimental, siempre fui tímido con las mujeres. Conocí a esta joven en una reunión familiar, se trataba de un bautizo, ella era la madrina y yo el padrino, era nuestro primer ahijado, después de él, tuve muchos ahijados, no se cuantos. Lo cierto del caso, es que la atracción fue mutua, así lo confesamos después, cuando la relación se hizo más estrecha, le confesé a mi tía la atracción que sentía por esta joven:
-Tía, ¡debo hablar con usted! ¡Creo que estoy enamorado! ¡Usted la conoce! Se trata de la jovencita que vive en la casa de la señora Lourdes, me gusta esa muchacha, quiero hablar con la señora, para que me permita visitarla, pero, existe un problema, ¡Estoy asustado! No se como hacerlo.
-¡Crees que no me doy cuenta! Anteriormente, esa niña no me saludaba, desde hace unos días para acá, todo es sonrisas y saludos, pero pensaba que la cosa era con Eusebio, no contigo, como él es tan enamorado y tiene tantas amigas.
-No tía, la cosa no es con Eusebio, es conmigo, desde el día del bautizo, hemos estado hablando y salido dos veces, una para el parque, otra para el cine, el problema es que le tengo miedo a la madrina, es ahijada de la señora Lourdes y esta es tan seria, parece que todo el tiempo está brava, ¡Ayúdeme tía,! Ustedes son amigas.
-Amigas lo que se dice amigas, ¡No! Somos conocidas, ¡Vecinas pues! En cuanto a ayudarte, no se como hacerlo, nunca me ha tocado hacer esto. Te voy a decir algo, es mejor que estés seguro de lo que sientes, se nota que es una buena muchacha, seria, trabajadora y muy simpática, déjame pensar como te puedo ayudar. Aparte de eso, es hora de que vayas pensando en formar un hogar, las cosas aquí no están muy buenas y no se que pueda pasar con ustedes y conmigo. En cualquier momento, preparo mi maleta y me voy, no se para donde.
-Se que las cosas aquí están difíciles tía, me gustaría poder ofrecerle algo mejor, pero como usted sabe, todos los ahorros se los metí a la casa y me estoy comenzando a recuperar. Aguántese un poco para ver que sucede. Quiero estar seguro del paso que voy a dar con esta jovencita y quien sabe, a lo mejor hasta me caso y me la llevo a usted conmigo.
Esto último no fueron más que palabras, mi tía no dejaría a su hijo ni a sus nietos, estaría con ellos hasta su muerte. A los pocos días de esta conversación, formalicé mi relación con Judith y pude visitarla en casa de su madrina como su novio formal. Mi mudanza de la casa me obligó a pensar seriamente en hacer de esta relación algo mas duradero y estable, así se lo hice saber un día.
-Mi amor, quiero decirte algo, sabes que vivo sólo en una habitación y en muchas ocasiones la nostalgia y los recuerdos me entristecen, mi situación familiar no es la mejor, mis hermanos están dispersos en varias casas, mi tía, quien ha sido como una madre para nosotros, vive con Camilo en una casa donde no tiene ni voz ni voto, de tal manera, que todas estas cosas me han obligado a pensar en formar una nueva familia, ¡Te quieres casar conmigo pronto!
-¡Pronto! ¿Cuándo? Preguntó ella, pelando los ojos. Apenas tengo dieciséis años, soy menor de edad y tú también, tendremos que pedirles permiso a nuestros padres y ¿dónde vamos a vivir? No tenemos nada, sabes que somos muy pobres, ¿Has pensado en eso?
-¡Escucha! ¿Te quieres o no casar conmigo? Esto es lo más importante, lo demás se puede resolver. En cuanto a la casa y los corotos, puedo pedir un préstamo en el trabajo, ¡estoy seguro que no me lo van a negar!
-¡Está bien! Hablaré con mi madrina y mi mamá, te daré la respuesta esta semana, ¿Está bien? No se como lo van a tomar.
A pesar que la familia de ella pensaba que éramos muy jóvenes y que podíamos esperar, mi ansiedad por tener un hogar fueron más grandes que su oposición y al cabo de poco tiempo nos casamos por civil, con la promesa de hacerlo después por la iglesia. De este matrimonio no hay mucho que contar. La juventud de los dos, más la inexperiencia nos condujeron al fracaso. Yo seguía comportándome como un soltero, me perdía de la casa hasta por varios días seguidos, sin pensar que ella necesitaba tener a su marido junto a ella. Duramos apenas año y medio juntos, se cansó de aguantar tanta parranda y un día recogió sus corotos y se fue a casa de su mama, dejándome solitario y triste. Afortunadamente, no hubo hijos que sufrieran después por este error. No hubo `problemas con el divorcio, no había bienes que repartir y quedamos como amigos, cada quien siguió con su vida, después de pasado un tiempo, me enteré que se había casado y tenía un hijo. Este primer intento fallido de formar un hogar, me dejó con un amargo sabor, pero, me trajo una gran experiencia, que después apliqué en mis relaciones posteriores. En mi trabajo me iba bien, ganaba un buen sueldo y esto me permitía ahorrar para el futuro. Las relaciones familiares, a pesar de todas las cosas que pasaron, se estabilizaron. Visitaba con cierta frecuencia a mi padre, quien vivía con su esposa, sus tres hijos y Eusebio. Johana vivía con su marido y su hijo, en un lugar cercano. Mi tía Coromoto, llevaba una vida no muy placentera, en una casa donde no la trataban bien y donde no tenía ni voz ni voto, que difícil debió ser para ella, acostumbrada a tomar decisiones y a llevar el control de una casa desde muy joven. De Camilo, se sabía muy poco, la vida errante que llevaba lo conducían de un lugar a otro,
Este era el mayor sufrimiento de mi tía, el saber que iba por tan mal camino y ella sin poder ayudarlo. Me imagino que Tino también sufría por esto, tal vez lo comentaba con mi tía, ¡No lo se! Nunca comentamos sobre esta etapa tan triste de nuestra vida.
Terminada mi vida de casado, me mudé de nuevo para una habitación, la casa era muy grande para mí sólo. A pesar de mi fracaso matrimonial, seguí insistiendo en cuanto a la búsqueda de una compañera. En pleno proceso de divorcio, conocí a una compañera de trabajo que había enviudado hacía cierto tiempo y con quien inicié una relación amorosa, que se convirtió en poco tiempo en concubinato. Aura Elena, así se llama, era mucho mayor que yo y estuvo casada con un ingeniero petrolero, que falleció en un accidente automovilístico, dejándola viuda muy joven, no tuvieron hijos. Vivimos juntos en su casa por seis meses aproximadamente, pero era demasiado celosa y quería controlar totalmente mi vida, cosa que yo no acepté y me regresé a mi habitación a seguir mi vida de soltero. No pasé mucho tiempo sólo. A través de un amigo, hoy cuñado, conocí a una muchacha que por casualidades de la vida, era secretaria en una empresa, ubicada al lado de la imprenta donde yo trabajaba y a la que le hacíamos los trabajos de tipografía. En una oportunidad, que me tocó entregar una prueba para su aprobación, ella me atendió, yo aproveché la oportunidad para presentarme como amigo de su hermano y por ahí comenzó una relación, que ya tiene más de cuarenta años, para esa época, estaba de luto por la muerte de un hermano, debido a eso la reconocí:
-Buenas tardes señorita, vengo de la imprenta a traer una prueba para un trabajo que ustedes necesitan, ¿me haría el favor de recibirla?
-Buenas tardes, permítame la prueba, cuando regrese el gerente se la entregaré para que la revise, yo les aviso cuando esté corregida ¿le parece?
-¡Me parece bien!, le puedo hacer una pregunta personal y perdone la indiscreción ¿Es usted hermana de Ramón? El es mi amigo y me mencionó en estos días, que su hermana trabajaba como secretaria en esta empresa, lo que no me dijo es que era bonita, se lo voy a reclamar cuando lo vea.
-Bueno yo tengo un hermano llamado Ramón, no se si será el mismo, hay muchos hombres con ese nombre, esta noche le preguntaré, ¿Cómo es su nombre?
-Mi nombre es Josué, para servirle y ¿Cómo es el suyo?
-El mío es Julia, mucho gusto, disculpe, debo seguir trabajando, yo le aviso cuando la prueba esté lista, buenas tardes.
Y diciendo esto, cerró la ventanilla en mis propias narices. ¡Tan bonita y tan antipática! Pensé para mis adentros y me fui pensando en esta muchacha que tan bien me había caído. "Lo que es del cura va para la iglesia", este es un dicho cierto, a los pocos días, Ramón me llamó para pedirme un favor:
-¡Epa mi hermano! ¿Cómo estás? Necesito hablar contigo, ¿Dónde nos podemos ver? ¿Te sirve en el Bar la Placita, a las siete de la noche?
-¿Qué pasa Ramón, algún problema? ¿De que se trata?
-Se trata de mi hermana Julia, es importante que nos veamos esta noche, ¿De acuerdo?
-Está bien, esta noche en la Placita hablaremos.
¡Coño, que vaina!, quien sabe que le habrá dicho la hermana, esta noche voy a tener problemas con Ramón, ¡eso me pasa por enamorado! Bueno, yo no hice nada malo, quien no la debe, no la teme, esta noche me enteraré. No pude evitar pensar en esto todo el día, tratando de buscar una explicación, sin embargo, no encontré nada que pudiera haber ofendido a esta muchacha, estuve a punto de ir hasta su trabajo y preguntarle como la había ofendido, pero me contuve para no agravar el asunto. Antes de la siete de la noche, estaba en el bar tomando una cerveza y esperando a Ramón. Este era un negocio muy popular en la zona y en él se reunían muchos de sus habitantes para jugar dominó, billar o simplemente para charlar. Pasadas las siete de la noche, llegó Ramón todo apurado:
-¡Discúlpame hermano!, a última hora salió un interrogatorio y tuve que hacerlo yo, los demás estaban de comisión, por eso el retraso.
Como podrán entender, mi amigo era funcionario del estado.
-No te preocupes vale, mientras llegabas, me he tomado dos cervezas que están bien friitas, ¿Te pido una? ¡Hey, mija, tráeme dos más, que estén bien frías! Por cierto, en estos días conocí a tu hermana Julia, ¡oye!, no me dijiste que era bonita y mal educada también, casi me fractura la nariz.
-Bueno hermano, vamos directo al grano, mi hermana me contó como te conoció, lo que no me dijo fue lo de la nariz, debes disculparla, ella no es así, lo que pasa es que se han acumulado muchas cosas, entre ellas la muerte de mi hermano, ellos eran muy unidos y le ha afectado mucho lo sucedido, sobre todo que ella estuvo presente cuando sucedió el arroyamiento y es algo que no se olvida fácilmente, a partir de ese momento, ha quedado sufriendo de los nervios, de hecho está en tratamiento y se ha logrado una mejoría. Es bueno que te haya aclarado esto, porque lo que te voy a pedir te va a parecer extraño, en los actuales momentos Julia está en un período de recuperación, de hecho está trabajando por consejos del médico, el trabajo le sirve de distracción, lo único malo es que queda muy retirado de la casa, estamos haciendo diligencias para uno más cercano, en el cual comenzará a principios del mes que viene, mientras tanto, está trabajando sus quince días de pre-aviso como lo indica la ley; ¡aquí es donde entras tú! Resulta que ella tuvo un novio con el cual afortunadamente ya terminó, el muchacho no acepta este rompimiento y se ha dado a la tarea de acosarla y amenazarla hasta con secuestrarla, hemos hablado con él y con la familia, pero, no hemos podido convencerlo, el hombre sigue empeñado en continuar la relación y la familia teme cualquier cosa.
-No entiendo Ramón, ¡tú eres funcionario!, ¿te cuesta mucho meterlo preso y acabar con esa amenaza?
-Escucha Josué, no es tan sencilla la cuestión, el hecho de ser funcionario no me da derecho de meter preso a cualquiera, para que suceda esto, hay un proceso que todo funcionario o no, debe seguir, estamos en democracia, no en una dictadura, además, esta familia son vecinos y durante la gravedad y muerte de mi hermano se comportaron muy bien, eso hay que agradecerlo. ¡Fíjate bien lo que hemos pensado por los momentos! Y para ello, personalmente y como amigo te voy a pedir un gran favor, si está a tu alcance, si no puedes no ha pasado nada y seguimos tan amigos como siempre, Julia, trabajará en esa empresa quince días, ¿Puedes tú acompañarla en las tardes hasta la casa? Es para evitar cualquier incidente con este muchacho, cuando él vea que hay una persona acompañándola, se tranquilice y la olvide, ¿Me está entendiendo mi hermano? ¿Puedo contar contigo?
-¡Escucha Ramón! Puedes contar conmigo, si esto sirve para ayudarte y a tu familia, cuenta conmigo, al fin y al cabo, se trata de andar con una muchacha bonita y eso no lo desprecia nadie, te voy a preguntar algo ¿Está ella de acuerdo con esto?
-Mira, toda la familia está de acuerdo, incluyéndola a ella y te lo vamos a agradecer eternamente. A partir de mañana a las cinco, se encuentran en el trabajo de ella. Te voy a dar un consejo, mi mamá es muy jodida, así es que no se pongan a inventar, derecho para la casa.
Terminada esta conversación, pedimos la cuenta y nos despedimos, había que levantarse temprano para trabajar. Yo estaba muy emocionado, no lo voy a negar, me agradaba saber que por dos semanas, acompañaría a esta muchacha, lo que me preocupaba era saber si ella sentiría lo mismo con mi presencia. Al día siguiente, me acerqué con el pretexto de preguntar por la prueba, de la que no teníamos una respuesta:
-¡Buenos días Julia! ¿Cómo está? Vine a preguntar por la prueba que le entregué para corregir, ¿Ya la corrigieron? A propósito, anoche hablé con Ramón, ¡será un placer acompañarla hasta su casa!
-¿Cómo está usted? En cuanto a la prueba, no esta corregida aún, el gerente está viajando y no ha podido revisarla. En cuanto a lo otro, mi hermano me llamó y me dio la noticia, muchas gracias por molestarse por mí, quiero decirle, que con respecto a lo de la nariz, perdóneme no fue mi intención, simplemente, se me cerró la ventanilla de repente, espero que me sepa disculpar.
-¡No se preocupe Julia! Lo de la nariz, fue una especie de chiste que le dije a su hermano, estaba preocupado, porque no sabía que quería hablar su hermano conmigo, fue una especie de escape. ¿Nos vemos a las cinco?
-Está bien, a las cinco en la parada.
Durante dos semanas, fui el guardián de esta muchacha, no solamente la llevaba hasta su casa, sino que también la iba a buscar en la mañana. Tuvimos oportunidad en ese tiempo, de conocernos un poco. Ella me habló de su familia, sus padres, sus hermanos, su ex novio, del accidente sufrido por su hermano, dos años atrás, como la había afectado. Pienso que estas conversaciones sirvieron como terapia, para que ella drenara ese dolor que llevaba por dentro, en algunos momentos se ponía triste y no podía evitar las lágrimas, yo trataba de consolarla, le explicaba que el llanto era una vía de escape, por medio de él, se aliviaban las penas y que no sintiera pena por llorar. Por mi parte, también le conté los problemas familiares desde la muerte de mi mamá, el abandono de mi papá, la venta de la casa, el desmembramiento de los hermanos, mi estadía en el seminario y mi fracaso matrimonial. Indudablemente, que estas confesiones de parte y parte, establecieron un lazo de afecto entre los dos, no hubo necesidad de declaraciones de amor, sin pensarlo recorríamos el camino hasta su casa, tomados de la mano, sin tener ningún temor y mucho menos vergüenza, no hacíamos nada malo. Nuestra relación fue "Paso a Paso", no había ningún apuro, además, todavía no me había divorciado. Su familia es numerosa y muy unida, hoy, cuando todos son mayores y casados, se han duplicado. Les gusta mucho una celebración: cumpleaños, bautizos, confirmaciones, graduaciones, etc., cuando se hacía una reunión no había necesidad de invitar a más nadie, entre los hermanos, los tíos y los primos ocupaban toda una sala. Eran once hermanos, de un mismo padre y madre, hoy quedan ocho: Pastora, Ramón, Julia, Baldomero, Manuel, Carlos, Belén y Hortensia. Con todos ellos me llevé bien desde un principio, casi todos para esa época eran adolescentes. Con Pastora y su esposo Ismael (fallecido), mantuve una relación muy cordial, más adelante nos convertimos en compadres, muchas de las citas a escondidas que tuve con Julia, fueron por intermedio de ellos. Para un fin de año, me llamó la doctora que llevaba mi divorcio, para notificarme que legalmente estaba divorciado. Esto fue motivo de alegría para Julia y para mí, al fin podríamos legalizar nuestro compromiso, nos estábamos cansando de andar escondiendo nuestros amores. Acordamos hablar con la familia durante el cumpleaños de Pastora, el cual se celebraría en fecha cercana, estaba invitado por la cumpleañera y su esposo a esta celebración. El día de la reunión, cuando llegué a la fiesta, estaba toda la familia como de costumbre, después de los saludos obligatorios, me acerqué donde estaba la madre de Julia para presentarle mis respetos, sin contestar mi saludo, me soltó de sopetón y con un tono de suficiencia:
-¿A usted quién lo invitó a esta reunión? ¡Esto es para la pura familia!
Por momentos, todos nos quedamos sorprendido, ante la actitud belicosa de la señora María, así se llama,< debe sospechar de los amores nuestros> pensé y sin pensarlo dos veces, le solté una de las mías, por lo general, soy una persona muy callada, me gusta observar y sacar mis propias conclusiones, pero cuando me buscan, me encuentran:
-"Más vale llegar a tiempo que ser convidado", esto me lo enseñó mi papá, cuando estaba pequeño. Para su información, los dueños de la casa me invitaron, no acostumbro a colearme en ninguna reunión, quiero aprovechar la oportunidad, ya que está toda la familia reunida, para informarles que Julia y yo estamos enamorados y queremos formalizar nuestras relaciones, con miras a formar un hogar dentro de poco tiempo, no lo habíamos notificado antes porque no estaba legalmente divorciado, pero ya tengo en mi poder mi certificado de divorcio y no hay nada que me impida volver a formar un hogar.
Este fue el primer encontronazo que tuve con mi suegra, después vinieron muchos más, todos los asistentes a la fiesta aplaudieron la noticia y nos felicitaban, pero la doña con una cara de cañón del tamaño de un edificio, me soltó esto:
-Esto no debió ocurrir aquí, yo tengo mi casa, donde vive Julia, allá es donde tenemos que hablar, no todo está dicho todavía.
La reunión continuó, yo me sentía preocupado por la actitud de la señora y así se lo manifesté al esposo de Pastora:
-Estoy preocupado Ismael, la actitud de la señora María es como de rechazo hacia mí persona, ¿Qué piensas tú?
-No te preocupes, ella es así, ya la irás conociendo, yo también tuve y tengo mis encontronazos con ella, ¡acostúmbrate! Si quieres continuar en la familia, Julia es una buena muchacha, vale la pena luchar por ella.
Estas palabras me animaron, después de cantado el cumpleaños, consideré oportuno retirarme y así se lo hice saber a Julia, me despedí de todos incluyendo a su madre, quien no me contestó y me fui a mi casa a dormir. No vi a Julia hasta el día lunes por la tarde, cuando la fui a buscar a su nuevo trabajo. Después del saludo cariñoso por parte de los dos, vino la pregunta de rigor:
-¿Cómo estuvo el fin de semana? ¿Y que pasó con tu mamá?
-Bueno, para serte franca no pasó mucho, desde que llegamos el sábado por la noche y hasta esta mañana, mi mamá no cruzó palabras conmigo, pero nosotros estamos acostumbrados a estas rabietas de ella, cuando está molesta, no nos da ni siquiera la bendición, esta mañana cuando me despedí de ella, me dijo:
-Dígale a su "noviecito" que el próximo sábado a las siete de la noche, lo esperamos aquí en "mi casa", para terminar de aclarar esto, ¡que no falte!
-¡Se nota que está muy enojada!, le respondí, parece que entré con el pié izquierdo, lo siento mucho, generalmente, soy una persona muy callada, hasta que me provocan, cuando esto sucede, no me le quedo callado a nadie, tengo que corregir esta forma de ser.
-¡Escucha! Esto te va a parecer extraño, pero el sábado cuando sucedió esto y te le enfrentaste a mi mamá, me sentí bien y muy orgullosa de ti, ella es una persona muy difícil, no acepta que nadie le lleve la contraria. Es posible, que los malos momentos que ha vivido, le hayan agriado el carácter, pero es bueno que sienta que alguien no le tiene miedo, que está dispuesto a enfrentarla, ¡de aquí al sábado debe haber cambiado! Mis hermanos opinan igual que yo.
El día miércoles, como de costumbre la fui a buscar y después de los saludos de rutina, me contó que su madre habló con ella respecto a nosotros:
-Mire mija, te quiero decir algunas cosas que es importante que conozcas y las pienses, el novio que tienes, "es un toro corrido en siete plazas", quiero decir, que es un hombre de experiencia, es divorciado, no sabemos porqué, no sabemos nada de la familia, le gusta andar bien vestido y lo que es más importante, tiene un carácter fuerte, así es que piensa bien lo que vas a ser, no quiero que esta relación te vaya a lastimar, no se cuales son las intenciones reales de este señor y si está capacitado para darte lo que necesitas, ¡Piénsalo bien!
-Escuche mamá, en los meses que tengo tratando a Josué, he llegado a conocerlo lo suficiente para estar segura del paso que vamos a dar, se que es divorciado y los motivos por los cuales no le fue bien en su matrimonio, en cuanto a su familia, me ha hablado mucho de ella y cuanto han sufrido todos ellos sin tener culpa, más adelante, si él quiere, conocerán la historia, en cuanto a su carácter, trataré de entenderlo para evitar discusiones, pero normalmente es un hombre más bien callado, en cuanto a su capacidad para darme lo que necesitaré, tiene una buena profesión y estoy segura que va seguir progresando, por eso no me preocupo, de hecho me ha comentado, que después de casada, no quiere que trabaje y que me dedique a la casa. ¿Te parece que le contesté bien?
-¡Vaya! Eso sí que es una defensa mi amor, deberías estudiar para abogado, lo que le contestaste a tu mamá, es la verdad, ya lo hemos hablado mucho, creo que nos conocemos lo suficiente, para dar este importante paso, mientras más pronto mejor, estoy cansado de vivir sólo.
Me preocupaba lo que podía suceder el sábado, si la madre de Julia no aceptaba mi relación, no quería pensar en cual sería mi reacción, estaba enamorado de esa muchacha y era capaz de cualquier cosa, para estar con ella. El sábado al mediodía, la fui a buscar para acompañarla hasta su casa y no pude dejar de manifestarle mis inquietudes:
-Oye, ¡estoy un poco asustado por lo de esta noche! ¿Qué has pensado tú?
-¡Yo también lo estoy!, pero he notado un cambio en mi mamá, en estos días me ha tratado mejor, hasta me responde la bendición, ¡Esto es una buena señal!
-¡Dios quiera que así sea! Nos vemos a las siete.
Se me hizo larga la tarde, a medida que pasaban las horas, aumentaba mi angustia, deseaba enfrentar esta situación lo más rápido posible, me acordé de uno de mis profesores en el seminario, el siempre decía que la peor diligencia, era la que no se hacía, hay que enfrentar los problemas, especialmente los que nos causan temor, nos advertía, en la mayoría de los casos, nos angustiamos por cosas que son sencillas y que tienen una solución fácil. Pensando en esto, traté de no pensar en lo negativo. A las siete de la noche, estaba tocando la puerta. Julia me abrió, por su rostro entendí que la situación estaba color de hormiga, no de la marrón, sino de la negra. En efecto, al entrar estaban todos los hermanos, incluyendo a Pastora e Ismael y también los hermanos de la señora, la cuestión era más que seria, pensé para mis adentro. Después de los saludos de rigor, miré a Ismael, quien con los dos pulgares hacia arriba, trataba de darme ánimo, enseguida comenzó lo que parecía un juicio, donde yo era el acusado, la señora, el juez y los demás, los testigos.
-La semana pasada, comenzó a hablar la señora, sucedió un incidente en casa de Pastora, que no ha debido suceder, yo como madre me sentí ofendida y hoy quiero que aclaremos esto, mi casa es esta y aquí se resuelven los problemas, no en las casas ajenas, a mi lado tengo a mis dos hermanos, quienes desde que el padre de mis hijos me abandonó, me han ayudado y apoyado en lo que se refiere a mis hijos, así que yo espero de su parte,(se refería a mí) una disculpa.
-Quiero decirle a todos los que están presente, que lamento esta situación, mi intención nunca fue ofender a nadie y mucho menos a la madre de Julia, mis actos de la pasada semana, fueron espontáneos, no hubo complicidad de nadie, ni Julia se imaginaba que yo tendría esa reacción, soy así, cuando me provocan,¡ respondo!. Pensé que estaba haciendo lo correcto, si Pastora e Ismael no me hubieran invitado, sencillamente no hubiera ido, no soy muy amante de fiestas y reuniones. Por otro lado, considero que no ofendí a nadie, todo lo contrario, traté de legalizar una relación amorosa, para que todos los presentes
entendiera que no hay malas intenciones en mi proceder, si esto fue una ofensa, entonces no me quedará más remedio que continuar la relación a escondidas, hasta que nos podamos casar, por lo tanto, no voy a disculparme con nadie, ¡No cometí ningún delito!.
El silencio, después de mis palabras, fue sepulcral, ¡hasta el loro se quedó mudo!, todos se miraban la cara, sin saber que decir, fue Ramón quien se atrevió a hablar:
-Oye Josué, somos amigos desde hace mucho tiempo, de hecho, tú conoces a mi hermana por mí, se que eres una persona seria y trabajadora, conozco tus intenciones con respecto a ella, hemos hablado en varias ocasiones de eso, pero no queremos que se vean a escondidas, la reunión de hoy, es justamente para formalizar un compromiso, de repente mi mamá, se ha sentido ofendida por lo que pasó el sábado, ella tiene una forma diferente de ver las cosas y de pronto está como celosa porque Julia se va a casar, hay que entenderla como madre, yo como su hermano mayor, estoy autorizado para llamarte a partir de hoy "cuñado", venga un abrazo y vamos a brindar por los novios.
Lo que parecía terminar abruptamente, se convirtió en una alegre celebración, aún cuando en el ambiente, se sentía la tensión de las palabras pronunciadas por la señora María y por mí. < Después que me vaya, la que va pagar la vaina es Julia >, pensaba yo, < tengo que pensar en preparar el matrimonio más rápido de lo pensado >.
Seis meses después nos casamos por civil, por problemas con el traspaso del apartamento que íbamos a alquilar, debimos esperar seis meses más, para el matrimonio por la iglesia. Las relaciones con la suegra, no eran las mejores, con el resto de la familia me llevaba muy bien. Algo que me costó aceptar y todavía me cuesta, eran las celebraciones; esta familia es muy fiestera, celebran todo: cumpleaños, bautizos, comuniones, confirmaciones, graduaciones y muchas cosas más. En mis veinticinco años de vida, ¡Jamás! Pero ¡Jamás había celebrado un cumpleaños, hasta este primer año de matrimonio, de ahí en adelante, los diecisiete de septiembre, es un día de celebración obligatorio, para toda la familia de ella, la mía, ¡ni pendiente!, no fuimos acostumbrados a celebrar nada, ¡no había nada que celebrar!. Veinte meses después del matrimonio por la iglesia, nace nuestro primer hijo, Flay José, el primer nombre es más largo y complicado, le pusimos ese nombre en honor a un hermano de mi esposa, fallecido unos años antes. La llegada de este niño fue muy bien recibida por toda la familia, era el primer varón recién nacido, Pastora tenía una niña que tenía dos años. El parto fue normal, pero los nervios de Julia, lo hicieron difícil y doloroso para ella. La mayoría de las mujeres cuando están embarazadas, tienden a rechazar al marido, especialmente, en los momentos de dolor; mi esposa, fue lo contrario, en la sala de espera, se escuchaban los gritos llamándome para que la ayudara, los dos partos posteriores fueron con cesárea. Estaba muy contento con mi hijo, era muy llorón, pasaba la noche en vela por el llanto del niño, me levantaba varias veces a pasearlo, para que se quedara tranquilo, en la mañana me iba a trabajar trasnochado. Mi esposa no trabajaba, dejó el trabajo inmediatamente después del matrimonio, se encargaba del hogar, del niño y en verdad, lo hacía muy bien, la experiencia adquirida en su casa con sus hermanos, le rendía buenos frutos. Mi trabajo, me daba lo suficiente para vivir con cierto desahogo, pero ya pensaba en buscar otro sitio donde me pagaran mejor, los gastos aumentaron y pensábamos ya en un apartamento propio. En esa época, había buenas ofertas en vivienda, especialmente, las llamadas de interés social, pero para esto necesitábamos tener dinero ahorrado para la reserva y la inicial. Julia y yo hablamos mucho sobre este tema, el problema era, que los ahorros que teníamos eran insuficientes, para cumplir con las exigencias de la entidad que ofertaba los apartamentos, apenas nos alcanzaba para la reserva. Pensaba hablar con el dueño de la empresa donde trabajaba, para solicitarle un préstamo, que fuera descontado semanalmente, tendría que trabajar mucho sobretiempo para rendir el sueldo.
-Escucha mi amor, estoy pensando hablar con el señor Franco, necesito un préstamo para solventar el problema de la inicial del apartamento, lo pagaría con el sobretiempo diario y también los sábados, ¿Qué piensas tú?
-Espera un poco, mira que después te va a ser muy forzado, el trabajar sobretiempo todos los días y hasta los sábados, cansa mucho, no quiero que te vayas a enfermar, mira que tenemos un hijo que cada día nos necesita más. Tenemos el dinero para la reserva, vamos a hablar con el gerente de la entidad, para ver que solución nos ofrecen. Mañana iré hasta el banco y hablaré con ellos, de paso llegaré hasta mi casa para saludar a mi mamá.
-Está bien, infórmate bien y después resolvemos, ¡Cuidado con Flay! Ya sabe caminar y lo que quiere es correr.
Al siguiente día por la tarde, Julia se notaba muy contenta, < las noticias deben ser muy buenas, está muy sonriente y comunicativa > pensé ¿Cómo te fue en el banco? Pregunté
-¡Mejor no pudo ser! Respondió, hablé con el gerente y me dijo que podíamos reservar y luego pagáramos la inicial, lo importante en este momento, es asegurar la compra con la reservación. Luego, fui hasta donde mi mamá, para saludarla y saber como estaban por allá, estuvimos hablando del apartamento que pensamos negociar y los inconvenientes con el dinero que nos falta para completar la inicial, ¡Adivina que propuso mi mamá! Esto salió de ella, no fui yo quien lo hizo ¡Que nos mudáramos para allá! Provisionalmente, mientras nos salía el apartamento, o sea, vivir con ellos como un año, que es el tiempo de ofrecimiento de la entidad. ¿Qué te parece?
La sorpresa no pudo ser mayor, me quedé mudo por un buen rato, me levanté de la silla, caminé de un lado al otro, fui al baño, me volví a sentar, me volví a parar de la silla y así estuve por varios minutos, ¡No lo podía creer!
-¿Estás segura de lo que estás diciendo? ¿Es un chiste? Porque si es así, es uno muy cruel, ¿Tu mamá, te propuso eso? ¿Y estaba bien? ¿No estaba tomada? ¿Quiénes estaban con ustedes?
Estaba en estado de shock, no podía asimilar la noticia, me dice Julia que tenía los ojos pelados, me paseaba de un lado a otro y corrió asustada a buscar un vaso con agua, me obligó a sentarme y me hizo tomar el agua, al cabo de un rato, me dio un ataque de risa, que hasta se me salían las lágrimas, después me calmé y ella pudo contestar mis preguntas:
-¡Me asústate! Pensé que te iba a dar algo. Déjame contestar "Paso a Paso" tus preguntas, yo también estoy sorprendida por la proposición de ella, pero en el fondo tiene sus buenos momentos y hay que aprovecharlos, no estaba tomada, ella no bebe mucho y menos en la semana, el único que estaba presente, era Baldomero, tenía clase en la universidad por la tarde, los demás, estaban en clase. Esto se que es difícil de creer para ti, lo fue para mí, pero vamos a pensarlo muy bien, vale la pena analizarlo y después lo comentamos.
-¡Sí, creo que es lo mejor! A pesar de lo increíble de la noticia, es agradable pensar que tenemos buenas alternativas para nuestro apartamento, en cuanto a la reserva y el lapso de espera para la inicial. En cuanto al ofrecimiento de tu mamá, hay que pensarlo muy bien antes de tomar una decisión, hablaremos en unos días.
Ya más calmado, después de la sorpresiva noticia, me puse analizar la situación y a pesar que me costaba pensar en convivir con la suegra, me di cuenta que no existían muchas alternativas, o era eso, o me endeudaba con un préstamo, que me obligaría a trabajar extra no sabía por cuanto tiempo, además, en caso de aceptar el ofrecimiento de la suegra, sería por un año, eso pasa rápido, pensaba, pero, en donde dormiríamos, donde guardaríamos los corotos, habría que desocupar el apartamento para poder traspasarlo. A todas estas preguntas había que buscarles respuestas. Sin pensarlo dos veces, desperté a Julia que ya estaba dormida, para comentarle lo que estaba pensando:
-Julia, despierta mija, tenemos que hablar del ofrecimiento de tu mamá.
-Pero Josué, no puede ser mañana, ¡Tengo mucho sueño!
-No, tenemos que hablar hoy, después tendrás mucho tiempo para dormir, además, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Tengo varias preguntas que hacerte: ¿Dónde dormiríamos? ¿Dónde guardaríamos los corotos, o tenemos que venderlos? Y la última pregunta ¿En cuánto podemos traspasar el apartamento y cuándo lo desocupamos? Para traspasar hay que desocupar, piensa en esas preguntas y mañana hablamos, ¡Okey! Ahora, puedes seguir durmiendo.
El sábado de esa semana me tocó trabajar, ya era una costumbre que cuando trabajara ese día, Julia se iba para donde su mamá y yo la pasaba buscando, en la tardecita. Así lo hicimos, cuando llegamos a la casa, me dijo:
-Voy a contestarte dos de las preguntas que me hiciste noches atrás, ¿Te recuerdas? El cuarto de las niñitas, Belén y Hortensia, será el que vamos a ocupar cuando nos mudemos para allá, Flay dormirá con nosotros, no cabe la cuna, un día contigo y otro conmigo, en cuanto a los corotos, María, la vecina de mamá, me ofreció uno de los cuartos para que guardara los muebles, mientras nos entregan el apartamento, supuestamente ese es el cuarto del hijo menor, pero no quiere dormir sólo, duerme con ellos. En cuanto al traspaso del apartamento, es cuestión de fijar la fecha de la mudanza, para poner el aviso, ¿Qué te parece?
-¡Veo que te has movido como un peso mosca!, eso me alegra, puedo contar contigo, eso es muy importante, las noticias son muy buenas, lo único que me incomoda, es que tus hermanas van a estar incómodas por culpa nuestra, ¡espero que no lo tomen mal!
-No te preocupes, ellas dormirán con mi mamá, la cama de ella es extramatrimonial, además, Hortensia siempre ha dormido con ella. Te voy a advertir algo ¡No soy ninguna mosca!
-No pude evitar soltar una carcajada. ¡No te pongas brava! Eso no es ningún insulto, es una expresión que se utiliza en boxeo, para designar a los boxeadores que se mueven muy rápido en el ring. ¡Es un elogio que te estoy haciendo! Creo que para finales de mes nos podemos mudar, eso me dará tiempo para agradecerle a tu familia y a tu amiga María por todo lo que están haciendo.
Así como lo pensamos, lo hicimos. Los muebles fueron depositados en el cuarto ofrecido y todos los aparatos eléctricos, quedaron en casa de la suegra para ser utilizados continuamente, por temor a que se fueran a dañar. Comenzaba una nueva etapa en mi vida, no dejaba de pensar en el año que pasaría arrimado en casa ajena, tenía extraños presentimientos. El tiempo me dio la razón, no fue un año, fueron dos, problemas ajenos a nosotros tardaron la entrega del apartamento y llegó un momento en que quise salir de esa casa y buscarme una habitación, donde pudiera tener un poco de tranquilidad y respeto, sólo por consideración a Julia pude aguantar hasta el final. Fueron sin lugar a duda, los dos peores años de mi vida. La suegra y Belén, se encargaron de amargarme la vida de mil maneras, en el caso de la niña, me supongo que la ocupación de su cuarto, le causó muchas molestias y su manera de demostrarlo, era esa, en el caso de la suegra, me imagino que todavía había resentimientos por el matrimonio con Julia, lo cierto del caso, es que no fui bien recibido por ellas dos. Los demás hermanos de Julia, se comportaron muy bien conmigo, especialmente Hortensia, a quien confirmé y con quien siempre he tenido una relación especial. Para este momento, Julia trabajaba en una compañía, que se dedicaba a la importación de utensilios para cocina, su sueldo íntegro, era depositado en la cuenta de ahorros que manejábamos los dos, necesitábamos tener suficientes dinero para arreglar el apartamento: rejas, ventanas panorámicas, closet, lámparas, toldo y muchas otras cosas, harían falta para tener bien equipado la vivienda. En las mañanas, yo la llevaba y la buscaba por las tardes, el niño quedaba a cargo de la mamá de la vecina. En mis momentos libres, trabajaba con ella, repartiendo y vendiendo equipos, nos ganamos una buena plata que nos ayudó a tener cierto desahogo, en el momento de recibir el apartamento. Por fin, en agosto de mil novecientos setenta y seis, nos llamaron del banco para firmar los documentos y entregarnos la llave. Fue uno de los días más importantes de nuestras vidas, especialmente de la mía, en treinta años de vida, por primera vez tendría un techo propio, sin temer que me mandaran a desocupar. Terminado el protocolo de la firma y entrega de la llave, nos dirigimos a nuestra residencia para contemplar a placer, nuestro apartamento. La emoción nos dejó ciego y en el momento de descender del carro, Julia no vio la boca de una alcantarilla que no tenía tapa, metió la pierna hasta la rodilla, resultando una luxación en el tobillo y raspones en la pierna, una semana de reposo y un yeso en el pié. No nos mudamos inmediatamente, aún cuando yo lo quería, pasaron tres meses, mientras se hacían los arreglos necesarios: rejas en la puerta, balcón y ventanas, panorámicas y toldo en el balcón, repintado de todo el apartamento, no nos gustaban los colores originales, lámparas y closet, para el mes de octubre, nuestro apartamento estaba listo para recibirnos. Nos despedimos de la familia, de los vecinos y nos instalamos en nuestra vivienda para comenzar una nueva vida. Esto, no nos alejó de la familia, nos visitábamos periódicamente, especialmente, en los cumpleaños, en el mes había hasta dos. En cuanto a mi familia, seguíamos en contacto, Cruz vivía cerca de mi, el contacto era más continuo, Johana y Eusebio vivían con sus hijos en la misma casa, pasábamos fines de semana juntos, compartiendo lo que no pudimos hacer cuando éramos más pequeños. A mi tía y a Tino, los visitábamos con menos frecuencia, sin embargo, la relación seguía siendo estrecha y cordial. Tino trabajaba como instructor en una institución del estado, que se dedicaba a la formación profesional y a través de él, pude hacer una solicitud para el mismo cargo, pero en el área de artes gráficas, necesitaba cambiar de aires y esta podía ser una buena oportunidad, para transmitir los conocimientos que había adquirido a través de diecisiete años. Terminando el año mil novecientos setenta y siete, fui convocado para una entrevista en el departamento de recursos humanos, donde me fijaron fecha para los exámenes psicotécnicos, teórico y práctico. Presente pruebas en las dos especialidades que conocía: tipografía y litografía, quede seleccionado en la segunda, me mandaron a preparar una cantidad de recaudos: certificado de salud, constancia militar, certificado de estudios, constancia de los tres últimos trabajos, fotocopia de la cédula de identidad y otros que ya no recuerdo, debía estar disponible en cualquier momento, debía aprobar un curso pedagógico para lograr el cargo de instructor, este curso duraba seis meses, durante los cuales, recibiría una beca que apenas si alcanzaba para el pasaje y la comida, de tal manera, que por seis meses el presupuesto para la casa, quedaría bien mocho. Otra de las condiciones del instituto, después de aprobado el curso, tenía que estar disponible para cualquiera de los estados donde existía esta especialidad, estos eran: Caracas, Aragua, San Cristóbal y Zulia, esta condición fue largamente discutida por Julia, Tino y por mi:
-Julia, si esto se da en algunos de los estados lejanos, tendré que mudarme provisionalmente para allá y venir uno o dos veces al mes a visitarlos a ustedes, en caso que sean Caracas o Aragua, no hay problema, eso es cerca. ¿Qué piensas tú?
-Se lo que esto significa para todos, pero, especialmente para ti. Mentalmente debo prepararme desde ya, si es un sitio lejano, ¡Nos vamos los tres! No te vas a ir sólo, el apartamento lo cerraremos y mi familia estará pendiente. "Amores de lejos, amores de pendejo", esperaremos, todavía falta tiempo, ¡Esa es mi posición!
-Josué, ¡Julia tiene razón! No es bueno que un hombre esté sólo tan lejos, por otro lado, esta oportunidad no se puede despreciar, haz tu curso primero y veremos que pasa. Una cosa te voy a decir, ¡no te confíes! El curso es fuerte, hay que ponerle, afortunadamente, tú estas mejor preparado que la mayoría.
Fue a finales del mes de marzo, cuando me notificaron oficialmente, que había sido seleccionado para hacer el curso. Había personas de varias regiones del país. El horario era a partir de las siete de la mañana, hasta las cinco de la tarde. Mientras pasaba el tiempo, el curso avanzaba y mi situación económica comenzaba a resentirse, el salario de Julia, apenas alcanzaba para las necesidades elementales, el apartamento tenía tres meses de atraso y el banco había pasado una notificación de cobro, esto nos asustó, tratamos de conseguir el dinero prestado, pero nadie nos ayudó.
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