Por otra parte, el Senado Romano estaba compuesto por 300 ancianos escogidos entre los más experimentados y prudentes. Este consejo se reunía en la Curia, uno de los edificios oficiales del Foro.
Luego de la expulsión del trono del séptimo rey de Roma Tarquino el Soberbio, la ciudad eterna se convirtió en República.
La época de la República
Durante la época de la República, que va desde el año 509 a.c hasta el año 27 a.C, Roma conquistó la península de Italia en primer lugar y luego se extendió por el Mediterráneo, llevando su supremacía por todos los pueblos alrededor de este y adquiriendo también experiencia política y administrativa, a la vez que asimiló la civilización y cultura de estos otros pueblos.
El poder del rey pasó a dos magistrados denominados pretores-cónsules. Estos cónsules desarrollaban tareas similares a las de los antiguos reyes: practicaban los auspicios, es decir, se ocupaban de mantener contentos a los dioses por medio de determinados ritos religiosos, y en general mantuvieron el poder en forma estable.
Los cónsules ejercían el poder durante un año, los elegía el pueblo en las asambleas y el Senado por su parte se encargaba de ratificar la decisión.
Sin embargo no debió pasar mucho tiempo para que surja el conflicto. La comunidad de Roma estaba compuesta por dos "clases", la de los ricos acaudalados y ligados a la tierra llamados "patricios" por una parte, y por la otra encontramos a los "plebeyos" que era la clase de los comerciantes, artesanos, miembros de aldeas vecinas, etc. Originariamente, la plebe descendía de los inmigrantes que habían llegado a Roma desde regiones vecinas y como tales no pertenecían al "populus romanus" propiamente dicho[1]y si bien "eran personalmente libres, podían poseer tierras, estaban obligados a pagar el impuesto y hallábanse sujetos al servicio militar"[2] no podían ejercer ninguna función pública. En realidad cuando se celebraban las asambleas no había distinción entre ciudadanos sino que todos eran miembros de la misma por igual. Lo que ocurría era que por costumbre los miembros o magistrados patricios, que eran aquellas familias que habían aportado a la ciudad militar y monetariamente en las guerras y habían sido consejeros del rey, podían proponer a los sucesores patricios para que luego los ratificara la asamblea. Esto generó descontento por parte de los plebeyos, quienes comenzaron a reunirse en paralelo y fuera de la constitución para defenderse del poder ilimitado de los cónsules. Con el tiempo los plebeyos consiguieron tener magistrados propios llamados "tribunos del pueblo" que lentamente empezaron a tener más y más poder en las asambleas, lo cual los llevo a no sólo buscar defender los intereses de la plebe sino también a luchar por conseguir cambios en la constitución. Con el tiempo, los plebeyos se convirtieron en el elemento clave del Estado.
En tanto Roma iba creciendo y expandiéndose primero por la península de Italia y luego por toda Europa. El problema principal que llevo a la caída de la República, fue la debilidad del gobierno central respecto a los gobernadores provinciales, los cuales se encontraban en las provincias para "ejecutar los deseos del gobierno de la metrópoli"[3]
Esto fue así porque mientras en Roma el principio de colegialidad o sea de compartir el poder entre cónsules debilitaba a los magistrados, en las provincias, los gobernadores no tenían colegas y sin embargo contaban con la misma clase de poder que los cónsules en la metrópoli.
Esto llevo a una desunión interna, a una irrefrenable búsqueda de aumentar el poder por parte de los gobernadores provinciales, y a una corrupción que terminó por dar fin a la república y sentó las bases para el nacimiento del imperio.
A modo de resumen se presenta a continuación un cuadro que muestra la evolución política romana:
Sobre el Imperio
2.1 Constitución, aspectos generales.
Luego del asesinato de Julio César por parte de un grupo de senadores y a continuación de las guerras civiles que sucedieron su muerte surgió el Imperio Romano como organización política de algo que aún siendo república presentaba ya desde largo tiempo los caracteres de un imperio. La implantación del sistema político imperial se llevó a cabo luego de la victoria de Augusto (hijo adoptivo de César) sobre la alianza entre Marco Antonio y Cleopatra. A su retorno a Roma en el año 27 a.c Augusto fue declarado por el Senado emperador César Augusto. Si bien nunca quiso aceptar formalmente el poder absoluto que poseía, en realidad siempre lo ejerció; ya que se trataba de una monarquía dinástica con aspecto constitucional (principado) en cuanto el emperador compartía funciones con el Senado.
De esta forma nació un imperio que durante su apogeo a inicios del siglo III d.C abarcaba no solo las penínsulas, islas y costas del Mediterráneo, así como grandes extensiones hacia interior: hasta la frontera con el desierto del Sahara y hasta el río Tigris, sino también zonas de Europa situadas tan al norte como el sur de Escocia, el Rin y el Danubio, incluyendo además, una parte del sur de Alemania, al otro lado del Rin y la Dacia al otro lado del Danubio central.
2.2 Relación con los pueblos conquistados
El Imperio Romano en toda su extensión considerando su fisonomía hacia fines del reinado de Augusto, mantenía bajo su poder a una numerosísima cantidad de pueblos y civilizaciones muy heterogéneos en sus características morales, históricas, étnicas, religiosas, geográficas, etc. Estas diferencias sustanciales entre los pueblos que formaban las provincias del imperio estaban muy marcadas y acentuadas como para que una dominación política por fuerte que fuese pudiese limarlas. Pero por otra parte, Roma no lo intentaba. Le bastaba con exigir a los pueblos sometidos a su imperio lealtad financiera, mediante el pago de los tributos, política y militar, pero de ninguna manera exigía a las comunidades bajo su dominio que abandonasen sus tradiciones originarias, sus usos o costumbres; siempre y cuando estos no fuesen contrarios a la lealtad requerida.
En este sentido, puede decirse que la llegada del Imperio Romano a las diversas zonas del Mediterráneo y de Europa y la consecuente dominación sobre los pueblos existentes no significó para estos una ruptura brusca con el pasado en términos culturales; pero especialmente en lo que respecta a la economía cabe resaltar que todo siguió más o menos estable: los métodos agrícolas se mantuvieron, las actividades económicas, los oficios, los modos de producir, todo continuó de la misma forma: la organización económica de los pueblos por ende se mantuvo a pesar de la dominación política del Imperio.
La economía romana estaba subdesarrollada. El común de los habitantes vivían en el nivel de subsistencia, y la mayor parte de la fuerza laboral se encontraba en el campo. Por otra parte, Roma tenía una economía preindustrial, basada más bien en la agricultura y el pastoreo. Los romanos nunca se preocuparon demasiado por la propia organización económica. Sus métodos agrícolas eran anticuados y atrasados con respecto a los utilizados por los galos por ejemplo. Quizás esta despreocupación por el tema económico se debió en parte a que Roma obtenía todo lo que necesitaba económicamente del tributo pagado por los pueblos dominados. La subsistencia de la metrópoli dependía de lo que pudiese obtener de los impuestos. Roma, además de ser la sede del emperador, la corte y la administración del imperio, era residencia de más de un millón de personas. Todos los cuales se alimentaban de lo que producía Italia y las varias provincias romanas. Esta dependencia directa significaba para los romanos uno de sus mayores puntos débiles. Tal es así que Aníbal (247 a.C- 183 a.C; militar cartaginés) sabía que podía destruir Roma si lograba dominar Egipto ya que este desempeñaba un papel fundamental en el suministro de cereales que Roma necesitaba para alimentar a su cada vez más creciente población.
Mantenimiento de la paz dentro del imperio y el comercio interno y externo.
Como ya dijimos antes, Roma no había exigido a los pueblos bajo su dominio que modifiquen sus tradiciones o costumbres económicas, morales, étnicas o culturales siempre y cuando no fuesen contrarias a la lealtad requerida. Esto produjo que dentro de los límites del imperio se conservara la heterogeneidad de los diversos pueblos y que el comercio interno fuese al mismo tiempo nacional e internacional.
Por otra parte, el establecimiento y mantenimiento de la paz en el interior del imperio y a lo largo de las fronteras con los bárbaros, favoreció el desarrollo del comercio no solo entre las provincias sino también fuera del imperio, por lo que con la paz asegurada, la actividad económica pudo desplegarse con total confianza.
Algunas provincias romanas ya desarrollaban el comercio y la industria desde hacía tiempo, pero otras recién lo hicieron cuando se dieron determinadas condiciones propicias. Este es el caso de las provincias occidentales del imperio, donde la industria tuvo su época más activa que duró de dos a tres siglos a partir de finales del reinado de Augusto. Las causas fueron, en primer lugar la creación de una red segura y bien organizada de rutas terrestres que facilitó la comunicación entre las provincias y la circulación de las mercancías, el establecimiento de la paz dentro del imperio que generó a su vez un aumento en la demanda de consumo regional e interregional, la difusión del derecho romano como garantía de las relaciones comerciales y civiles, y de todo tipo de transacciones y en general la obra pública llevada a cabo por Roma como la creación no solo de rutas y caminos sino también de puentes, puertos, todo lo cual favoreció la industria y el comercio dentro del imperio y fuera de él.
En lo respecta a las provincias del oriente, la industria y el comercio ya existían desde hacía un tiempo con un grado de desarrollo. Sin embargo la producción industrial en esta zona se vio activada por el incremento en la demanda por parte de occidente de productos de lujo provenientes de Alejandría, Fenicia, Siria y del Asia menor, como así también la seguridad en el transporte marítimo contribuyó al crecimiento de la industria oriental.
De esta forma, regiones que antes vivían independientemente y aisladas, contrajeron lazos de dependencia económica, lo cual condujo al progreso económico y al mejoramiento de la calidad de vida (dentro de los límites del imperio pero también fuera en algunos casos) como no se había visto antes en la historia de la humanidad. Todo este proceso se dio gracias a un imperio que aseguró la paz para los pueblos que estaban bajo su dominio y supo llevarles elementos que favorecieron enormemente este proceso, hablamos del derecho romano, obra pública, entre otros aspectos.
2.4 La multiculturalidad del Imperio.
La circulación de personas y de mercancías dentro del imperio era totalmente libre. "Disponiendo de un ejército para protegerlo y de una burocracia para administrarlo, el Imperio concedió amplia libertad para viajar y comerciar; no había barreras de raza, ni ningún género de aranceles, salvo derechos de puerto."[4] Los productos de los países eran asequibles para todos. "Las amplias carreteras romanas facilitaban el transporte de mercancías, ya sea en bruto o manufacturadas y los armadores explotaban las vías fluviales y marítimas."[5]
Pero no solo era grande el flujo de mercancías dentro del imperio, sino también de personas: mercaderes, soldados, funcionarios, estudiantes, turistas, pensadores, retóricos ambulantes, empleados de correo, de entidades bancarias y corredores de comercio fluían como agua por las venas del imperio congestionando carreteras y rutas marítimas.
Mientras tanto Roma, la metrópoli, y otras ciudades en especial las que poseían puerto, se iban constituyendo como ciudades cosmopolitas. En Roma convivían sirios, griegos, españoles, africanos, y otras muchas razas que vivían mezclados y realizaban tareas en conjunto. Estas personas traían consigo sus propias costumbres, usanzas, tradiciones, cultos y normas morales; todo lo cual fue entrando lentamente en contacto con la cultura romana a tal punto que "con el transcurso del tiempo fue olvidándose la distinción de razas, y hombres nacidos en las provincias llegaron a ocupar puestos eminentes en la literatura, en las letras, en la milicia y en el gobierno. Tito Livio era originario de Padua, Séneca y su hermano Galio y Lucano de Córdoba (…) En el siglo III los emperadores mismos habían nacido fuera de Italia."[6] Todo esto demuestra el grado de integración cultural y económica de los diversos pueblos dominados por el imperio; una integración que no se produjo mediante la imposición violenta de la cultura de los dominadores, sino que se dio en un clima de paz, de orden, de vigilancia, pero sobretodo en un ambiente de respeto por las tradiciones morales, étnicas y sociales de cada localidad.
La Actividad Económica
3.1 La agricultura
La economía romana fue siempre muy débil debido a que estaba basada en una agricultura muy anticuada con técnicas para nada innovadoras y en una industria que no prosperaba. Pero el Imperio comprendía territorios mucho más desarrollados y esto fue aprovechado a fondo por los romanos, quienes aumentaron las tierras cultivables mediante el desecamiento de marismas y por irrigación de regiones desérticas (esto en Egipto). A medida que aumentaban las superficies de tierras cultivables se iba dando otro fenómeno paralelo: el surgimiento de los latifundios; el pequeño campesino se vio obligado a vender sus tierras a los grandes terratenientes a causa de la escasez de esclavos que trabajasen la tierra y por los desastres dejados por las guerras. De esta manera nacieron las grandes haciendas. Sucesivamente, los que en pasado habían sido pequeños propietarios, pasaron a formar grandes masas de proletariado urbano, "parásitos que pedían panem et circenses" [7]Sin embargo hubieron intentos de reformas, como las leyes liciosextinas (año 307 a.C) que limitaban la extensión de tierras a 500 fanegas y señalaban 100 cabezas de ganado como límite máximo en los rebaños y prohibían la utilización de esclavos para efectuar las labores del campo, solo se permitían trabajadores libres.
Por otra parte, existieron además, proyectos para asignar a la plebe terrenos de cultivo, pero todos estos proyectos de reforma terminaron por fracasar.
"La cuestión agraria tenía como corolario el problema de los víveres, es decir, los relativos al abastecimiento. En efecto, los grandes propietarios dedicaron sus latifundios a cultivos de interés comercial (viñas, olivos, hortalizas) y a la ganadería, antes que al cultivo de cereales. Tal orientación creó una imperiosa necesidad de abastecer a Roma."[8] De esta forma, cereales como el trigo fueron requeridos a las provincias romanas como parte de los tributos que estas debían a la capital, y muchas veces el estado romano adquiría el cereal directamente de los comerciantes, que una vez comprado se transportaba en buques hacia Roma donde una parte se vendía a precios prefijados y otra se repartía en forma gratuita.
3.2 La Industria y el Comercio
Sin duda Roma constituyó ese factor esencial que provocó el nacimiento del comercio a gran escala entre los pueblos que estaban bajo su dominio. En realidad no puede decirse que el imperio haya innovado en mucho, pero la grandeza estuvo en la capacidad de tomar por su cuenta los distintos tráficos, en especial los trayectos comerciales ya trazados por los etruscos, fenicio-cartaginenses, griegos y levantinos; Roma los puso en relación y acrecentó el volumen de los intercambios comerciales. Sin duda, como ya se dijo anteriormente, fue la pax romana la condición sine qua non para que se dieran las condiciones que favorecieron el comercio a gran escala, entre las cuales una serie de elementos fundamentales como la red de carreteras, la seguridad en el mar y la mejora en las vías de navegación. Con respecto a los bienes que circulaban a lo largo y a lo ancho del imperio, los romanos importaban en grandes cantidades artículos de consumo y materias primas como minerales que provenían de Bretaña, como así también patos, miel y cuero traídos de la Galia, mientras que la zona de Sicilia y del África septentrional proveían al imperio de cereales. En cuanto al oriente, proporcionaba telas preciosas, como la seda proveniente de la China, alhajas, objetos de arte, aromas como el incienso, estupefacientes, la mirra y el marfil, como así también fieras para los juegos del anfiteatro. Los productos más solicitados fuera del imperio eran el vino, el aceite, el cobre, el hierro, armas, libros y objetos de arte. Sin embargo para Roma su comercio era unilateral, sus exportaciones eran insignificantes en comparación con sus importaciones, es decir que la "balanza comercial" del imperio estaba en déficit. Para compensar el desequilibrio, recurrieron al metal precioso que provenía de los tributos impuestos a las provincias conquistadas, las minas explotadas por el Estado y los botines de guerra.
En lo que respecta a la industria, se evidenciaba idéntica falta de iniciativa al igual que en la agricultura, si bien estaba caracterizada por un crecimiento cuantitativo de la producción debido a la importancia de la vida urbana y a las necesidades militares. A fin de neutralizar la competencia de los esclavos, los artesanos que eran los mayores productores de la época, se agruparon en collegia. De esta forma, carpinteros, orfebres, herreros, tintoreros, zapateros y alfareros formaron sus propios collegia. Luego a medida que se abandonaba el estado patrimonial de la economía, tejedores, panaderos, carniceros todos ellos crearon sus propias agrupaciones para defenderse del trabajo esclavo, hasta alcanzar el número de 80 collegias.
3.3 Las Finanzas
Las finanzas romanas no procedían ni de la industria ni del comercio, sino de actividades extraeconómicas. Con el acrecentamiento del imperio sobrevino un incremento impresionante de gastos e ingresos públicos. La administración de Hacienda estaba basada en un sistema de arrendamiento, y cada 5 años se cobraban las cargas arrendadas a los terratenientes. Pero ocurría generalmente que ni siquiera los más ricos poseían capital suficiente para afrontarlas. Por esta razón se agruparon en sociedades o compañías financieras, reguladas por acciones. Cada sociedad accionista estaba representada ante el Estado por un manceps responsable. "Incluso en Roma, se verificaba la administración corriente de la sociedad bajo la dirección de un magister, con sede en el consejo de administración que asistía a la asamblea general de accionistas pertenecientes a todas las clases sociales. En provincias, el pro-magister dirigía todo un equipo de colaboradores, corredores contables y escribanos diversos."[9] Existían también, asociaciones para fundar bancos. Las principales operaciones bancarias implicaban sin duda el cambio, indispensable dada la gran variedad de monedas que griegos y orientales llevaban a Roma y que era necesario cambiar por denarios romanos, así como un depósito de cuenta corriente, que permitía la emisión y el pago de cheques. Los bancos practicaban también la venta de acciones. Además, muchos depositaban sus riquezas y especulaban sobre las mismas. Existía también otra práctica bancaria y era al préstamo al Estado, a las ciudades, a soberanos de Oriente y a comerciantes diversos como así también a expediciones marítimas que implicaban aventura y riesgo. Los tipos de interés eran generalmente usureros alcanzando en la práctica el 40%. Por último cabe señalar que la especulación también se efectuaba con terrenos y bienes inmuebles, ya que estos rendían muy bien. "Los bloques urbanos de seis o siete pisos, con tres pequeñas viviendas, rentaban muchísimo. Cicerón tenía varios, uno solo de los cuales le valía cada año 80.000 sextercios."[10]
La esclavitud en el Imperio
4.1 Los esclavos dentro de la sociedad romana
La esclavitud en Roma puede definirse como una institución social, entendida como la relación que unía a esclavos y amos. El propietario ejercía sobre el esclavo un poder absoluto, este último debía a su dueño lealtad y sumisión, sin posibilidad de desobedecer y sin condiciones.
Roma se abastecía de esclavos principalmente de los prisioneros hechos en sus guerras de conquista. Ya con el afianzamiento de la Pax Romana, una forma de obtener esclavos era simplemente la reproducción natural de la población esclava. Los hijos de las esclavas nacían con esa misma condición aunque el padre fuese un hombre libre. Otro mecanismo de provisión de esclavos fue el abandono de niños lo cual era un hecho común en el mundo romano debido a la pobreza o bien para evitar una excesiva partición del patrimonio con demasiados herederos. Quien recogía un niño abandonado era libre de hacerlo su esclavo si así lo deseaba.
Otra forma de obtener esclavos durante la época imperial era el comercio más allá de los límites del Imperio donde los comerciantes los obtenían a cambio de diversas mercancías. Finalmente la piratería y el rapto eran formas de someter a un individuo a la esclavitud, y se daban incluso dentro del Imperio.
Un esclavo podía, sin embargo, obtener su libertad mediante la llamada manumisión. Esta corría por cuenta del amo y consistía en el abandono de la condición de esclavo para adquirir otro status social, es decir, el de liberto.
La manumisión podía ser formal o informal, o sea, de derecho o solo de hecho con condiciones del propietario. En la formal además de la libertad se le concedía la ciudadanía romana, lo cual implicaba la inscripción oficial del esclavo en el registro de ciudadanos romanos durante el censo y el reconocimiento social mediante la declaración de un magistrado o gobernador provincial de que ahora era una persona libre. El esclavo liberado denominado liberto estaba en condiciones de efectuar todas las prácticas sociales que le cabían a un ciudadano normal. Muchos libertos llegaron incluso a formar parte de la alta sociedad romana ya sea por su riqueza y experiencia, ya sea gracias al sistema de promoción social romano que les permitió no solo subir en la escala social sino también desempeñar cargos políticos.
4.2 La institución del peculium y su importancia para la economía del Imperio.
Volviendo al tema del trato social que recibían los esclavos, cabe destacar que estos se encontraban totalmente desprotegidos por la ley porque de hecho no eran personas sino que se los consideraba mercancías, por lo tanto tampoco se les reconocía ningún tipo de derechos. No podían casarse, si tenían hijos estos eran propiedad del amo, no podían acceder a ningún tipo de propiedad salvo en un caso particular donde podían disponer de un peculium que consistía en "una donación puramente voluntaria hecha por el amo, que significaba para él una responsabilidad jurídica para con terceras partes, hasta la cantidad del peculium, y que él era libre de retirar en cualquier momento. En la práctica, empero, el esclavo posesor tenía normalmente mano libre en la administración y podía esperar comprar su libertad con las ganancias, seguir después en el negocio como liberto si así lo deseaba, y transmitirlo a sus herederos."[11]
Cabe señalar, además, que una gran parte de la actividad comercial, financiera e industrial en Roma, en Italia y en cualquier parte del Imperio en que hubiese romanos activos, era llevada a cabo de esta forma por esclavos y libertos. De aquí la gran importancia que esta nueva institución social denominada peculium tuvo para el desarrollo de la economía del Imperio a partir del siglo III a.C.
Aquellos esclavos que poseían un peculium trabajaban independientemente para sus amos y para ellos mismos a diferencia de los mayordomos y administradores esclavos. Muchas veces las empresas que se constituían con base en un peculium tenían a su servicio además de efectivo, tiendas, equipo y mercancías, otros esclavos que dependían del esclavo que tenía a su cargo la administración del peculium.
4.3 Los esclavos y la inexistente conciencia de clase
"Es evidente ahora que, aun cuando los sirvientes domésticos, los esclavos con un peculium y los esclavos que, en cadenas, cultivaban las grandes posesiones, cabían, todos ellos, en una sola categoría jurídica, el status legal cubría las diferenciaciones económicas y sociales que había entre ellos."[12]
Sumado a esto tenemos la diversidad de procedencias de los esclavos y el destino de éstos, todo lo cual contribuyó a que el conjunto de la población esclava dentro del Imperio fuese muy heterogéneo, y esto, a su vez, constituye un factor decisivo para que entre ellos no se creara una conciencia o solidaridad de clase que los motivara para rebelarse en conjunto contra el orden establecido. Si bien existieron algunas revueltas como el caso de la sublevación de esclavos ocurrida en Sicilia en el año 136 a. C , o la liderada por Espartaco, un gladiador Tracio de una escuela de gladiadores de Capua, quien en el año 73 a. C escapó y logró constituir un ejército de miles de esclavos fugitivos que por un tiempo constituyó una preocupación para el Imperio pero que finalmente fueron derrotados en el año 71 a.C , lo cual significó la muerte de Espartaco y la crucifixión de seis mil esclavos, donde las hileras de cruces llegaban de Roma a Capua. Pero en general las rebeliones de esclavos a lo largo de la historia fueron esporádicas y poco habituales.
El sistema monetario romano
5.1 Del simple intercambio de objetos a la acuñación del denario: la moneda del Imperio.
En un principio Roma, como toda antigua civilización, utilizaba el trueque para el comercio. De hecho la primera unidad de medida que utilizaron los romanos fue la unidad del ganado (bueyes u ovejas), llamada "pecunia". Este primitivo sistema de intercambio se extendió hasta aproximadamente el siglo V a.C cuando gracias a la estabilización de la situación interna romana que generó, a su vez, un incremento notable en la relaciones comerciales, y a la influencia helénica se fue configurando un primer sistema monetario muy rudimentario que servía solo a los efectos de facilitar el trueque cuyas unidades monetarias eran unos lingotes irregulares de bronce y cobre, sin ningún tipo de marca o inscripción llamados "aes rude". El valor de esta moneda (que en realidad no era una moneda propiamente dicha en cuanto no reunía las funciones básicas de una moneda sino que servía a los fines de efectuar intercambios de objetos) dependía de su peso el cual no era muy grande, no llegando a alcanzar el kilogramo. En ocasiones incluía inscripciones de animales u objetos. La unidad de medida que usaban los romanos era la litra (libra) que equivalía a 324 gramos. Más tarde el peso del aes se fijó en una litra romana y pasó a denominarse "aes litral".
"La historia de la moneda indica con claridad cuándo Roma empezó a practicar el comercio en gran escala. En efecto, antes del año 269 a.C, los romanos no tenían moneda (propiamente dicha, como ya se aclaró); practicaban la simple permuta o se servían de lingotes de metal."[13]
A partir del año 269 a.C Roma comenzó a acuñar el "denario" y su moneda fraccionaria llamada "sextercio", ambos de plata y que pronto sustituyeron al aes. Un denario equivalía a 10 aes y se marcaba con una X que indicaba su valor y un sestercio era equivalente a un ¼ de denario y su símbolo era HS. La moneda oficial del Imperio Romano era el denario y si bien las monedas debían fabricarse de plata muchas veces el Estado las confeccionaba de cobre con un baño de plata debiéndoselas aceptar por su valor nominal. A pesar de contener metales preciosos, el valor de una moneda romana era más alto que su contenido en metal, por lo que no constituían lingotes.
Durante los tiempos del Imperio existió una división en la autoridad para acuñar monedas de ciertos metales. Tal es así que aunque se permitía a varias autoridades locales o regionales, acuñar monedas de bronce, nunca se permitió a ninguna autoridad fuera de Roma acuñar monedas de plata ni de oro. Aquellas ciudades romanas que emitían monedas lo hacían sólo para el comercio interno de la ciudad o para un área determinada, por lo que las emisiones locales de moneda fueron en la práctica muy limitadas y poco regulares. Además las inscripciones sobre estas monedas reflejaban temas locales lo cual permite conocer detalles de la vida del mundo romano que de otra forma serían desconocidos para nosotros.
El denario, como ya se dijo antes, se constituyó como la moneda oficial del Imperio Romano y como uno de los elementos fundamentales de la economía romana. Sin embargo la pureza y el peso de esta moneda fue lentamente e inexorablemente disminuyendo hasta que dejó de acuñarse en el siglo III d.C. El fenómeno de la devaluación, en la economía romana, era creciente debido a varios factores, entre ellos la carencia de metales preciosos con los que acuñar las monedas, la debilidad de las finanzas estatales y la presencia de una fuerte inflación, ya que el Estado muchas veces emitía monedas en exceso para solventar los grandes gastos que debía afrontar. Durante los años del imperio se sucedieron varias reformas monetarias, la primera fue llevada a cabo por Augusto a partir del año 15 a.C y preveía la acuñación de las monedas en oro y plata controlada directamente por el emperador mientras que el Senado podía decidir sobre la acuñación de valores menores. Durante las dinastías de Tiberio, Claudio y Nerón, el valor del denario permaneció relativamente estable. Nerón introdujo en el 65 d.C una nueva reforma monetaria, la segunda de una serie de reformas que se iban a suceder hasta los últimos años del Imperio Romano.
Denario del siglo II a.C
Denario con la figura de Augusto. Aprox. 19-18 a.C
Consideraciones finales
A lo largo de este trabajo se ha buscado describir los ejes más importantes de la economía romana, con la limitación de estar observando un pequeño lapso de tiempo (la época del imperio) en relación con el arco de siglos que abarcó el nacimiento, esplendor y decadencia de Roma, lo cual nos impide ver quizás los diversos procesos económicos, políticos, sociales y culturales que en tantos años de historia dieron lugar a los fenómenos analizados en este escrito. Sin embargo esto no constituye, a mi entender, un impedimento demasiado grande para entender la grandeza de la ciudad eterna y su legado a la cultura occidental en términos no sólo económicos sino también de diversa índole: hablamos en este sentido del alfabeto, el calendario juliano, el latín del cual surgieron todas las lenguas latinas (español, italiano, portugués, francés), el derecho, las instituciones republicanas que son la base de las democracias modernas, diversas obras arquitectónicas de gran relevancia (acueductos, carreteras, templos, arcos, foros, etc) y de muchos otros legados en los cuales Roma fue solo la civilización intermediaria que se ocupó de difundir y hacer inmortal la cultura helénica.
Con respecto a la influencia griega sobre la cultura romana, cabe aclarar que si bien no se lo señala a lo largo del desarrollo del trabajo, este aspecto constituye una constante a tener en cuenta al efectuar el análisis de la economía romana, ya que Roma debe su grandeza en enorme medida a lo que supo asimilar y hacer propio de la civilización griega.
Personalmente, considero importante remarcar el carácter de general de este trabajo, en cuanto se busca la esencialidad en el desarrollo de los temas lo cual resultó en un grado de complicación en la búsqueda del material apropiado dada la infinidad de trabajos que existen al respecto. Sin embargo la gran mayoría de la bibliografía apunta a los aspectos culturales, jurídicos, artísticos y sociales de Roma dejando de lado el aspecto económico que no por esto resulta menos importante. No obstante considero alcanzado el objetivo primordial de este trabajo, es decir, exponer de manera general pero no por esto superficial, los pilares básicos sobre los que se sentó la economía romana en los tiempos del imperio.
Bibliografía
Historia Universal, Roma Vol.3 – Carl Grimberg y Ragnar Svanström
Los Romanos, R. H. Barrow
La economía de la antigüedad, M.I. Finley
El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Federico Engels
http://mural.uv.es/roaljo/ESCLAVITUD.htm
Autor:
Natalia Pecorari
[1] El "populus romanus" propiamente dicho estaba compuesto por un grupo restringido de familias que formaban parte de las curias romanas y se denominaban patricios. Estas familias eran originarias de Roma a diferencia de los plebeyos.
[2] F. Engels El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Cap. VI
[3] Los Romanos R. H. Barrow p.58
[4] Los Romanos R. H. Barrow p.100
[5] Los Romanos R. H. Barrow p.101
[6] Los Romanos R. H. Barrow p.102
[7] Carl Grimberg y Ragnar Svanström, Historia Universal Vol.3 p.243
[8] Carl Grimberg y Ragnar Svanström, Historia Universal Vol.3 p.243
[9] Carl Grimberg y Ragnar Svanström, Historia Universal Vol.3 p.245
[10] Carl Grimberg y Ragnar Svanström, Historia Universal Vol.3 p.245
[11] M.I. Finley La economía de la antigüedad p. 70
[12] M.I. Finley La economía de la antigüedad p. 71
[13] Carl Grimberg y Ragnar Svanström, Historia Universal Vol.3 p.244
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