Apuntes teóricos sobre la terapia narrativa desde el contexto familiar
Enviado por MsC. Lauren Lara Marquez
- Ajustando el tema?
- Fundamentos teóricos de la terapia narrativa
- Principios básicos de la terapia narrativa
- Proceso terapéutico
- Recursos metodológicos
- Posición del terapeuta
- El Team reflexivo, nuevo abordaje de la narrativa terapéutica
- Experiencias prácticas que pueden ser abordadas mediante terapias narrativas
- Conclusiones
- Bibliografía
Ajustando el tema
Son diversos los modelos psicoterapéuticos, que han tratado la diversidad y complejidad familiar, poniendo la mirada en los conflictos y eventos vitales que se dan a lo interno de este grupo, donde, por excelencia, pertenecemos desde nuestro nacimiento y es generador de vivencias positivas y negativas que van conformando nuestras experiencias y sentidos psicológicos.
Una de las corrientes que ha abordado las problemáticas familiares, es la psicodinámica, que emplea conceptos tradicionales tales como: empatía, síntoma, transferencia, rapport, y algunos más actuales como ego familiar, para la reestructuración psicológica del paciente dentro del contexto familiar, muchos de ellos, enfatizando en continuidades transgeneracionales, comportamientos de modelación y lealtades invisibles que determinarán el comportamiento y roles de los miembros de la familia.
Otra corriente es la conductista que emplean conceptos y técnicas de modificación de conductas en el tratamiento de problemas familiares, teniendo como objetivo fundamental de la terapia el provocar cambios conductuales en la familia mediante la reestructuración del ambiente interpersonal y las conductas que influyen en cada uno.
También, la corriente sistémica, es muy utilizado en la terapia familiar. Este enfoque enfatiza un cambio de perspectiva a la hora de entender a la familia dentro del contexto social y psicológico, la cual es considerada como un sistema donde cada miembro interactúa con los demás y se influyen mutuamente, por tanto cualquier intento por cambiar a un miembro individual repercutirá sobre todo el sistema y provocará una mayor actividad de los otros elementos del mismo, para tratar de mantener el status que existe hasta ese momento.
Del abordaje de estas tendencias y teniendo como base principalmente a la teoría sistémica, para entender el proceso no solo de evaluación sino de tratamiento familiar, es que se asumen las principales pautas psicoterapéuticas actuales, con los aportes que ha ello ha hecho además, las plataformas epistemológicas de la Cibérnetica de primer y segundo orden; dando como resultado terapias posmodernas.
Desde este marco conceptual, se concibe una modalidad reciente pero de gran importancia en la psicología clínica familiar actual, la terapia narrativa. Esta modalidad fue introducida por Michael White y David Epston y parte del supuesto conceptual de que los problemas que las personas traen a consulta están saturados de esquema conceptuales inoperantes y que han sido construidos desde discursos opresivos de género, raza, clase social, por lo que el problema no reside en el problema en sí sino en la descripción que se hace de él, donde el cambio consiste en describir y hablar acerca de los mismos de manera diferente, generando diferentes acuerdos y diferentes consecuencias. Trabaja básicamente ampliando los relatos que las personas tienen acerca de sí mismas, de los demás y de sus relaciones.
Una terapia que, considera que los relatos vitales se han construido a través del filtro de la conciencia de los protagonistas, por lo tanto se le da máxima importancia a las vivencias de la persona; también se invita al paciente a tomar una postura reflexiva y fomentar el sentido de la autoría y la re-autoría de la propia vida y de las relaciones de cada persona al contar y volver a contar la propia historia.
En este sentido, la conversación terapéutica y la novedad se desarrolla apuntando a la disolución del problema y a cultivar una nueva percepción del consultante de su capacidad personal y de su libertad, partiendo del hecho de que los problemas no son resueltos sino disueltos. Este procedimiento terapéutico, visualiza una nueva forma de concebir la realidad familiar donde se posiciona un terapeuta que construye junto a la familia su propio sistema terapéutico.
Fundamentos teóricos de la terapia narrativa
La terapia narrativa, tiene sus antecedentes conceptuales en el paradigma posmodernista, donde se asume el conocimiento como una construcción social en el que el investigador es interdependiente de lo investigado, enfocando la verdad como un concepto relativo, que se sustenta desde posiciones individuales, sesgado además por una determinación histórica, social y cultural de la misma así como de la comprensión y experiencia de quien investiga esa verdad.
Otro antecedente lo tenemos en la teoría biológica del conocimiento, de Humberto Maturana que abandona la noción de realidad objetiva en sí misma para entrar en el dominio de la realidad entre paréntesis, donde es el observador el que genera realidades a través de diferentes operaciones, siendo la principal, el lenguaje (Arés, 2003).
También, encontramos aportes en la cibernética de primer y segundo orden, que hace énfasis en los patrones de interacción y organizaciones familiares, donde se produce la construcción de significados y modelos dialógicos tomando como base la retroalimentación como mecanismo esencial para el mantenimiento del sistema (Anderson, 1997). Esta corriente se basa en terapias familiares no predictivas, donde la solución no está contenida en el proyecto terapéutico, sino que se construye en el propio proceso.
Sin embargo las principales bases teóricas que sustentan la terapia narrativa, son el constructivismo y el construccionismo social (Gergen, 1994), ambas corrientes se oponen a la idea modernista de que existe un mundo real que se puede conocer con certeza objetiva, aunque las dos corrientes filosóficas se complementan, existen diferencias significativas entre ellas.
El constructivismo puede ser considerado como un sub paradigma dentro del cognitivismo, pero por su singularidad también como un paradigma con entidad propia, que manifiesta que el ser humano desarrolla en su mente un conjunto de mapas, constructos o sistemas de creencias esenciales que se transforman en nuestro modelo de tratar con el mundo y a través del cual filtramos los datos entrantes y le atribuimos significados al mismo.
En contraste con los terapeutas cognitivos que pretenden desmontar, poco a poco, los pensamientos automáticos distorsionados, las creencias irracionales y las inferencias ilógicas, los terapeutas constructivistas intentan articular el subtexto temático que rodea la trama de la vida del cliente, intentando ayudarle a experimentar con nuevas tramas que abren posibilidades para nuevos capítulos (Freedman & Combs, 1996). No se trata, por ejemplo, de combatir las ideas absurdas del paciente o de modificar o corregir sus hábitos disfuncionales, sino de entender el sentido de la acción humana, la cual es fundamentalmente discursiva y se desarrolla a través de la propia historia como una estructura narrativa (White, 2002).
En el caso del construccionismo social, tenemos una visión más dinámica e interaccionista del ser humano, hace del significado una actividad intersubjetiva, el significado no está construido como una cosa cognitiva en la cabeza, sino más bien como forma en que nos comportamos los unos con los otros.
Este será el principal referente epistemológico de la terapia narrativa, teniendo en cuenta que el construccionismo social en Psicoterapia, "se define como relación simétrica entre paciente y terapeuta, perdiendo este último su posición de experto o su estatus jerárquico. Se concibe que la descripción correcta de la realidad que trae la familia son ideas vinculadas a la narrativa de estos, siendo esta la unidad de significados que brinda un marco real para entender la experiencia" (Gergen, 1991). A la par que asume a la psicoterapia como un contexto para la resolución de problemas, evolución y el cambio, donde la patología desaparece como tal, la esencia del asunto no está en la etiqueta de los síntomas sino en los procesos sociales e interpersonales y la dinámica que mantienen esos síntomas.
Para la terapia narrativa, las historias que las personas tienen de su vida determinan el significado que dan a su experiencia, a la par que estas historias señalan qué aspectos de su vida se debe enfocar para construir las historias alternativas. Asumir la narrativa como principal recurso hace que la historia de vida de las personas en sus ambientes familiares, se organice para darle significado al hilvanar los acontecimientos que relatan estas personas (Goldenberg & Goldenberg, 2000), y de esta manera e va creando ese marco interpretativo que a su vez permite que ciertas experiencias sean incorporadas y otras no.
El proceso de selección de experiencias no es individual, es en la interacción con los otros donde se representan los relatos, en este sentido, White plantea que "los relatos o narraciones que viven las personas determinan su interacción y su organización, y que la evolución de las vidas y de las relaciones se produce a partir de la representación de tales relatos o narraciones" (White, 2002).
De las premisas anteriores se deduce que las personas acuden a terapia cuando la narrativa que se ha vuelto dominante deja fuera vivencias que podrían cambiar las narraciones a través de las cuales relata su experiencia. La historia dominante se construye de los acontecimientos del pasado, afecta en el presente, y tendrá implicaciones para las acciones futuras.
La teoría narrativa se basa en un esquema:
A- La experiencia vivida
B- La historia construida (significados atribuido a la experiencia)
C- Lo que se narra
La primera es mucho más completa que la historia construida y la historia construida es mucho más de lo que se narra. A este espacio entre lo vivido y lo narrado es lo que se llama el misterio, ya que es el lugar donde se producen las atribuciones individuales en función de las experiencias pasadas anteriores a esta historia real vivida (Arés, 2012). Otro concepto importante, lo tenemos en las historias alternativas las cuales son identificadas por las personas que se consultan y que van en dirección a la vida que desean, reducen la influencia del problema en su vida y crea nuevas posibilidades de vida. El proceso para crear historias alternativas demanda el descubrir acontecimientos extraordinarios que habían quedado fuera de la historia oficial. La identificación de dichas experiencias puede lograrse mediante la externalización del problema y sus efectos sobre la persona y sus relaciones.
Nuestras vidas están entrelazadas constantemente con las historias que contamos y que oímos contar, o con las que nos gustaría contar, lo cual tiene una reelaboración desde nuestras propias experiencias y recursos personológicos, lo cual le da un carácter multicasual a este fenómeno. Vivimos inmersos en la narración y evaluación del significado de nuestras acciones, convirtiendo nuestras vivencias en relatos y esos relatos dan forma a nuestras vidas y a nuestras relaciones.
Este abordaje terapéutico, postula que las familias cuentan de sí mismas una historia saturada de problemas que las definen y por las que se sienten definidas. Esta historia, sin embargo, no presta atención a otras experiencias no problemáticas, o menos problemáticas de la familia, ya que no concuerdan con lo negativo que la historia mantiene. Así pues, aquello relacionado con las habilidades y los recursos que la familia tiene, está infravalorado y enterrado bajo los problemas.
Todas las construcciones son igual de válidas o útiles para trabajar los conflictos familiares, hay construcciones que encajan peor o mejor en las experiencias subjetivas e intersubjetivas, pero cuando el encaje de las construcciones es inadecuado, aparece el síntoma o problema percibido en una persona que afecta a otras partes del sistema familiar, o en la familia en su totalidad, elementos que hacen que pidan ayuda psicológica. (White, 1994).
Principios básicos de la terapia narrativa
La terapia familiar narrativa se trata de un tipo de conversación colaborativa que permite un espacio para que cada cual se exprese y sea a su vez escuchado, co- construyendo mediante las reflexiones soluciones más viables, prácticas y productivas para el sistema familiar, ofreciendo un contexto para que se produzca una re-autoría de las personas a la vez que se construya un nuevo conocimiento sobre su propia realidad, adentrándose en su propia historia como autores principales de esta (Campillo, 1996). De esta forma, la persona será capaz de dar un nuevo significado a su vida pasada y proyectar un futuro menos opresivo que el que manifiesta en la actualidad (Anderson, 1997).
Teniendo en cuenta estos elementos, se puede concebir que el objetivo principal de la terapia narrativa es ayudar al cliente a reescribir su vida, incorporando a su relato pedazos de la historia que han sido marginados de la experiencia, acontecimientos que constituyen excepciones a la narrativa actual (Campillo, 1996). Para ello se trabaja durante el proceso terapéutico en dos escenarios que permiten una mejor comprensión de las actividades de construcción de significado implicadas en el diario vivir de las personas:
El escenario o panorama de la acción: se refiere a lo que las personas involucradas en la acción, saben, piensan, sienten, o no saben, no piensan, o no sienten con respecto a sus hechos y vivencias emocionales. Los argumentos con los que se trabajan son argumentos cronológicos de la vida de las personas, situaciones y eventos familiares, organizados en secuencias a lo largo del tiempo, de acuerdo a una trama o tema.
El escenario o panorama de la identidad: refiere que las personas se vuelven personas a través de otras personas, aportando la idea de que nuestras relaciones crean nuestro yo, en lugar de que nuestro yo cree las relaciones. La terapia narrativa considera la identidad como un acto intencional, siempre inconcluso y sujeto a cambios en función de las nuevas relaciones que mantenga la persona, en este sentido, podemos decir que circunstancias terribles y complejas les pueden hacer llegar a conclusiones altamente negativas acerca de ellos mismos, formando su identidad y comprendiéndose a sí mismos como perdedores, desvalidos, merecedores de la infelicidad o cualquier cantidad de conclusiones de identidad problemática.
Desde estos presupuestos teóricos, el proceso terapéutico se enmarca en un contrato que establece terapeuta y consultante, donde se explicitaran las narrativas que trae la familia con respecto al problema y se reflexionaran sobre ellas dentro de la sesiones de trabajo, este sistema terapéutico puede tener una duración de 3 a 10 sesiones. El terapeuta es quien descubre aquellos omisiones, que para el que narra parecen obvias que son precisamente las que dan significado a los hechos. En este proceso se necesita una construcción de la alianza terapéutica, ya que básicamente se trata de la fase inicial de la relación terapéutica, en la que resulta fundamental negociar un acuerdo sobre las metas y las tareas implícitas en la terapia, así como desarrollar un buen vínculo emocional con la familia.
Luego, se realiza una elicitación de alternativas dominantes, a través del diálogo terapéutico, preguntas terapéuticas o el uso de metáforas o documentos escritos tales como cartas, diarios o autobiografías. Después se realiza una deconstrucción de estas alternativas dominantes, mediante el fomento de alternativas subdominantes o alternativas. Para cada narrativa dominante de la familia existen otras voces y otros discursos subyacentes, sometidos, o subdominantes que son las voces discordantes de las excepciones, del desacuerdo; son las pequeñas grietas que, debidamente ensanchadas en el diálogo terapéutico, pueden permitir la entrada de aire fresco en el ambiente viciado de la narrativa dominante estancada en la familia.
Tras haber accedido a dichas narrativas subdominantes y haberlas convertido en figura (en lugar de fondo) prestándoles la atención que merecen, el proceso continúa mediante su validación en contextos diferentes y más amplios que el original, lo cual posibilita nuevas vivencias emocionales con respecto al problema así como una meditación del mismo, siendo la finalidad principal la de resaltar la utilidad de la nueva narrativa no sólo como marco de comprensión del pasado, sino como fuente de acciones futuras.
En este proceso, teniendo en cuenta que trabajamos con familias, forman parte de la terapia todos los que formen parte del problema y estén dispuestos a encontrar una solución al mismo, este sistema se basa por tanto en la colaboración en forma de comunicación de todos los participantes, ya que la familia tiene un problema porque se encuentra atascada en pautas de creencias, comportamientos e interacciones (Anderson, 1997) que hoy no le sirven, de ahí que se produzca una reflexión que posibilitará una resignificacion de hechos y atribución de nuevos sentidos
Mediante las conversaciones reflexivas, colaborativas y narrativas en este tipo de terapia, se fomenta la capacidad de escucha entre todos, se identifican los ingredientes de una buena conversación y desarrolla la capacidad de legitimar diferentes versiones de la misma realidad, identificando los puntos de intersección de la historia personal con la historia familiar y de otras instituciones o relatos dominantes que se le asignan un estatus de verdad.
Este proceso terapéutico en la terapia familiar, específicamente, hace que cada uno relate su experiencia personal en relación al tema o los problemas fomentando un clima de confianza. Este formato favorece la expresión de las personas que se sienten silenciadas en el grupo familiar (Zaldívar, 1989). Posibilita el ejercicio de la reflexión buscando visiones e historias alternativas a nuestra propia historia así como nuevas explicaciones.
En este proceso, el terapeuta se suma al sistema familiar y trabaja en colaboración con los consultantes para disminuir el sufrimiento en el sistema. El proceso se concibe en aceptar las diferencias de cada miembro de la familia, así como sus reflexiones y aceptarlas lo que implica que todos tengan oportunidad de percibir nuevas imágenes y de escuchar otras historias.
Como principal recurso de esta terapia es la entrevista narrativa, en la cual se entiende que el conocimiento surge como producción que tiene lugar a partir de la conversación entre el terapeuta y los participantes. Para la realización de la entrevista, se utilizan mapas investigativos que son organizados a través de tipos de preguntas que mueven la conversación hacia territorios particulares de las experiencias de las personas en relación con su identidad.
Estos mapas investigativos son:
Externalización: Consiste en separar a la persona del problema. Es importante que la externalización o el nombre que se le dé al problema, vaya de acuerdo con la experiencia narrada. Es crucial que el lenguaje que se escoja en la externalización de las conversaciones no refuerce, sin querer, las ideas dominantes que apoyan al problema sino que el nombre del problema verdaderamente represente la experiencia de quien nos consulte. Es importante tomar en cuenta y explorar el contexto social en que ocurre el problema como parte importante de externalizar el problema, lo que en apariencia puede llamarse berrinche, en realidad puede ser rabia si se toma en cuenta asuntos de poder e injusticia en la vida de alguien, o de abuso. Al separar el problema de la persona, se abre un espacio para que las personas actúen en contra del problema así como para trabajar co-operativamente y revisar su relación con el problema. Los problemas se ven menos fijos si se habla de esta manera. Cuando las personas se separan del problema, sus habilidades, intereses, competencias, compromisos se hacen más visibles, al ser más visibles, están más al alcance y reduce la culpa y la condena y deja lugar a la responsabilidad.
Re-membresía: Las conversaciones de re-membresía involucran a personas que hemos escogido deliberadamente y que les gustaría estar más presentes como miembros de nuestro club. También aquella membresía que preferiríamos revisar o revocar. Si la vida se entiende como un club de miembros, a veces es necesario re-negociar, minimizar o revocar la membresía de algún miembro particular del club de alguien. Se trata de identificar a otras personas que puedan saber de esta historia alterna en la identidad de la persona. Los miembros significativos incluyen personas vivas o que ya no estén aquí, pueden o no relacionarse con la persona, ser reales imaginarios, del pasado o del presente. Esto se basa en la idea de que hay miembros en el club de nuestra vida que han tenido un papel importante en la manera como nos experienciamos a nosotros mismos. Se puede hacer por medio de documentos o ceremonias organizadas para que la persona reclame el derecho de determinar que voces informarán su opinión de ellos mismos.
Re-autoría: Las conversaciones de re-autoría van de las preguntas de panorama de acción a las preguntas de panorama de identidad. La re-autoría se refiere al proceso continuo en que la persona, como autora de su propia vida, entra en revisión de los significados que le otorga a los eventos enraizados social, relacional e históricamente y que afectan las conclusiones acerca de su proyecto de identidad. Las conversaciones de re-autoría proveen el contexto para la generación de conclusiones de identidad en contraposición a aquellas bajo el dominio de discursos dominantes.
Eventos extraordinarios: Siempre existe un leve indicio en una acción, o en una intención que varía de la historia problemática. Entonces se hace posible hacer preguntas que lleven a la fascinación con estos eventos y logros aislados. Encontrar algún evento que contradiga a la historia dominante, si uno observa de cerca y con cuidado, estos eventos son siempre evidentes, aunque sean muy pequeños (O'Hanlon, 2001). Se aboga en observar y hacer notar aspectos positivos que pudieran al señalarlos, ser generadores de nuevas alternativas, se trata de identificar en la persona aspectos del sí mismo que apunten a una redescripción de ella.
Metáforas: La metáfora tiene una cualidad : la polisemia, por lo que al insertar la misma en el diálogo, el significado que en última instancia se le da, depende de los propios consultantes. Estamos usando una metáfora cuando para referirnos a un tópico determinado, utilizamos un vehículo que no se asocia directamente a él. Ejemplos de metáforas que ayudan a externalizar a su vez el problema: "Cuando usted era una esclava eligió a un compañero para que fuera su amo", "Cuando se es prisionero uno llega a acostumbrarse a la prisión", "Usted es un heroína, una sobreviviente" (Arés, 2012). De esta forma las metáforas ofrecen ventajas cuando se quiere aumentar la intensidad de determinados mensajes, destacar su contenido y que resulte más llamativo, incluso dramático, cuando parece oportuno comunicar algo con mayor rapidez y claridad, para aumentar la duración del efecto de ese mensaje aprovechando los valores mnemónicos de la metáfora. Incluso son propicias para hacer tangibles situaciones que, por su carácter confuso o poco definido se hacen difíciles de afrontar.
Otro recurso terapéutico importante lo constituyen los escritos, el uso de cartas, diarios o autobiografías (Zaldívar, 2008), que son escritas por el terapeuta a algún miembro específico de la familia o a la familia y permiten separar sus vidas y relaciones de los conocimientos y relatos que son empobrecedores. Ayudan a cuestionar las prácticas del yo y de las relaciones que sean opresoras. Alientan a las personas a reescribir sus vidas según conocimientos e historias y prácticas del yo y de las relaciones alternativas (Freedman & Combs, 1996). Existen diferentes tipos de cartas terapéuticas: las de apoyo, empatía, con una finalidad estratégica, para introducir cambios, de invitación a consultas o de finalización de estas.
El terapeuta, desde la modalidad del trabajo individual con la familia, parte del no saber, por tanto debe mantener una actitud de asombro, de curiosidad, de ingenuidad. La capacidad de asombro puede estar considerada como una postura terapéutica de reflexión y compromiso con la relación.
Entre sus acciones principales está: descubrir a la persona o personas ocultas en la historia, interconectando las historias, para que sean validadas o aceptadas por los consultantes, adoptar una posición colaborativa de coautoría, ayudar a los consultantes a mirarse a sí mismos como separados de sus problemas a través de la externalización y ayudar a los consultantes a recordar aquellos momentos de su vida en los cuales no se sentían oprimidos por sus problemas. Los terapeutas amplian las descripciones de los acontecimientos extraordinarios con preguntas acerca del panorama de la acción y el panorama de la conciencia, conecta los acontecimientos extraordinarios a otros acontecimientos en el pasado y extienden esta historia hacia el futuro para formar una narrativa alternativa en la cual el sí mismo es visto como más poderoso que el problema. También documenta estas nuevas prácticas y conocimientos que apoyan esta nueva narrativa personal a través de medios literarios y permite que otras personas, atrapadas por idénticas narrativas opresivas, se beneficien de estos nuevos conocimientos a través de las prácticas de recepción y devolución.
Mantener un estado de genuina curiosidad y hacer preguntas de las que realmente no se sabe la respuesta, además de actitudes, son dos principios básicos que se deben seguir al iniciarse el proceso de trabajo terapéutico sobre la línea de la narrativa. A partir de la conversación que el terapeuta desarrolla junto a los sujetos en la consulta, este realiza disimiles preguntas, que se clasifican en:
Exploradoras: Centradas en obtener información e ideas para la definición del problema. " Sana curiosidad". Para ello es necesario tener en cuenta los semáforos o luces rojas que aparecen en el discurso de los consultantes, los cuales son negaciones, generalizaciones, omisiones del sujeto, ambigüedades, sustantivaciones y dobles mensajes.
Trasformadoras: Pretenden que los participantes reflexionen para que puedan acceder a otra forma de ver los problemas.
Reflexivas: No pueden ser contestadas en automático. Se necesita tomarse un tiempo para pensar. Son inusuales. Los cambios de ritmo de tono nos indican que la pregunta ha logrado su objetivo.
Preguntas circulares: Son preguntas dirigidas a la búsqueda de la información desde diferentes puntos de vista de las personas, o bien encaminadas a ubicarse en las diferentes posiciones que se han adoptado frente a la situación, aquí se busca una resignificación.
A lo largo de todo el proceso, el terapeuta: escucha el relato, realiza parafraseo de lo escuchado, está atento a los semáforos, anota todas aquellas palabras que se consideran claves, observa los componentes paralingüísticos de ritmo, tono, emociones.
El Team reflexivo, nuevo abordaje de la narrativa terapéutica
La modalidad del team reflexivo, es una modalidad de la terapia narrativa que concibe una posición nueva y diferente de terapia, no solo se concibe a un terapeuta en este proceso sino a un equipo, lo cual supone una reflexión y re-concpetualización del problema, por parte de los consultantes a partir de la reflexión del grupo de terapeutas, en este sentido, "los miembros del team reflexivo dialogan entre ellos y reflexionan sobre el material expuesto por la familia, y desde su experiencia personal en situaciones similares" (Anderson 1997).
Para un adecuado manejo de esta nueva modalidad como terapeuta, se tendrá presente algunos supuestos básicos:
Toda situación por crónica que parezca debe de ser vista como algo nuevo.
De antemano se aclara a la familia que pueden escuchar reflexiones que no se ajusten a su realidad, o que incluso las perturbe (se les debe recordar que ellos son los expertos en su problemática)
Las sesiones no se sellan, se alienta a la reflexión del proceso.
Una sesión no influirá sobre la otra.
El lenguaje a utilizar debe de ser coloquial, sencillo, apreciativo, nunca técnico.
El terapeuta no debe hacer intervenciones que absoluticen, reflexionará comenzando su intervención poniéndola en duda, dejando un margen al error.
La relación entre terapeuta – consultante – familia debe ser cordial, simétrica no jerárquica.
Evitar ser incisivo y/o intrusivo
Las sesiones durarán entre una hora, 50 minutos hasta 2 horas, deben terminar cuando se agote todo el material abordado.
Es necesario clarificar los papeles de los terapeutas, definiendo al entrevistador y al equipo de reflexión, igualmente se aclarará la modalidad de reflexión a emplear, y los posibles cambios.
Mientras el equipo reflexiona, debe mantener la mirada entre ellos, no debe dirigirse a los miembros de la familia.
No debe interrumpirse al terapeuta que está reflexionando.
Los terapeutas deben externalizar sus voces y diálogos interiores, y en su exposición deben tener salida sus emociones y sentimientos.
El proceso terapéutico no se planifica a priori, se construye durante el acto terapéutico, entre todos terapeutas y consultantes, se gestionan las formas de colaboración.
Cuando el team reflexivo no logra desarrollar o promover historias diferentes a las que narra la familia, la sesión será útil solo en el sentido de promover nuevas formas de escucha, pero no producirá la perturbación necesaria para el cambio de narración de sí que trae la familia.
En las reflexiones se deberá usar si es posible, el lenguaje empleado por la familia, los miembros del team reflexivo harán sus propias descripciones creando encima alternativas de resolución más saludables y viables.
Se emplea con frecuencia el diálogo anticipatorio: Se ubica a la familia en un futuro cercano, aplicándole a la nueva situación hipotética una connotación positiva, permitiendo a los consultantes reflexionar acerca de las diferencias.
Experiencias prácticas que pueden ser abordadas mediante terapias narrativas
Traumas y terapia narrativa.
Los eventos traumáticos ocurren en nuestras vidas, y no pueden ser cambiados. La gente experimenta traumas y pérdidas que no pueden ser desechos. La manera en que estos eventos son comprendidos e interpretados, sin embargo, hace una considerable diferencia en sus efectos.
El modelo narrativo afirma que las experiencias adversas son también historias de resiliencia y supervivencia y que estos aspectos pueden ser ampliados y enriquecidos a través del proceso terapéutico (Olson, 1970). El terapeuta debe acoger al cliente con una actitud de facilitación de la expresión cognitiva y emocional de la experiencia adversa, sin forzar el diálogo.
No se recomienda la aplicación de pruebas psicológicas ni una indagación anamnésica acabada por cuanto el objetivo del primer encuentro es la generación de una alianza terapéutica. La exploración del problema debe implicar la externalización de la experiencia o de las reacciones psicológicas como "cosas que le han sucedido" y no como características personales.
Debe procurarse la deconstrucción del relato de la experiencia, generando preguntas reflexivas que no impliquen un cuestionamiento o debate, sino más bien desde una posición de auténtica curiosidad e ingenuidad por conocer detalles de su experiencia (Arés, 2012). Se sugiere intentar normalizar algunas de esas respuestas recalcando que corresponden a reacciones normales frente a un acontecimiento anormal y no a respuestas patológicas aunque lo hagan sufrir y entorpezcan su vida. Recalcar que si bien su respuesta es normal, su intensidad, duración o pertinencia es una dificultad que necesita ser superada para mejorar la calidad de vida (Ackerman, Beatman, & Sherman, 1967). Explorar a continuación la relevancia que han tenido otras personas para apoyar esta situación, ya sea a través del auxilio para la satisfacción de necesidades básicas, para mantenerla informada acerca de sus inquietudes, para brindarle apoyo emocional cuando lo ha requerido o para darle soporte espiritual o religioso.
La sesión concluye con una tarea destinada a que la familia consultante recupere recursos personales y sociales que le hayan permitido superar otras dificultades en sus vidas, pidiéndoles que recuerden de aquí a la próxima sesión algunos eventos en su vida en el cual enfrentaron un problema o dificultad y lograron vencerla o salir adelante. Es importante intentar recordar que hicieron, pensaron o sintieron, y a quien recurrieron, para superar cada uno de estos problemas o dificultades.
Se conversa sobre las diversas experiencias en la historia de su vida, en las que hayan demostrado su capacidad para enfrentarse o reponerse frente a la adversidad, centrando el diálogo (Gergen, 1994) en descubrir y ampliar aquellas cualidades que les permitieron salir adelante o en los aprendizajes que obtuvieron tras vivir estas experiencias.
Se utiliza el mismo lenguaje deconstructivo para profundizar en las historias y proyectar sus aprendizajes hacia el futuro inmediato, promoviendo conversaciones que busquen internalizar estos recursos y empoderar a los consultantes.
Violencia y terapia narrativa
El modelo narrativo para abordar la violencia intrafamiliar, está centrado en la resiliencia, y no en el déficit, permite a la persona que ha sufrido violencia (en la mayoría de los casos mujeres) ampliar sus posibilidades de cuestionarse a sí-misma, el sistema de valores y de creencias culturales que poderosamente ejercen presión en ésta. Estos sistemas de significados impiden reflexionar sobre la situación de violencia, al legitimar o naturalizar ésta, confinando a la persona a un cierto automatismo, en donde con un cierto sentimiento de resignación. La violencia pasa a ser un aspecto constitutivo dentro de las posibilidades mismas del género.
El trabajo terapéutico se basa en algunas metas a las que se debe llegar en el proceso: que la persona logre, en primer lugar, percatarse del sistema de valores y creencias que la mantienen inmersa en la situación de violencia, que alcance logros aislados lejanos a la situación de violencia, que alcance una cierta noción de sus recursos personales para en ocasiones salir de esta pauta. También se comenta que es preciso generar un posible despliegue desde una posición de espectador pasivo de la violencia a un actor activo en el proceso y con posibilidades de cambio.
La terapia narrativa también ofrece posibilidades de cambio, al agresor (en la mayoría de los casos hombres), al "poner sobre la mesa" los sistemas y modelos culturales predominantes, como la cultura patriarcal, que operan en su conducta produciendo un cuestionamiento de los sistemas socioculturales que ejercen presión sobre su conducta, además de brindar aliento en buscar formas alternativas de conducta, a partir de los propios recursos que se posee. En cierta medida, estas narraciones determinan el cómo van a ser "leídas" las experiencias futuras.
En violencia intrafamiliar, estas narraciones suelen ser rígidas y sobredeterminadas, tienden a naturalizar el fenómeno. La terapia narrativa se presenta como una instancia de subversión a los discursos dominantes o naturalizados, a través del trabajo de deconstrucción de las narraciones que mantienen el sistema de valores y de creencias.
La terapia narrativa tiene sus antecedentes teóricos en: la teoría biológica del conocimiento, la cibernética de primer y segundo orden, el constructivismo y el construccionismo social.
Las familias acuden a terapia cuando la narrativa que se ha vuelto dominante deja fuera vivencias que podrían cambiar las narraciones a través de las cuales relata su experiencia. La historia dominante no solo afecta en el presente, sino que tendrá implicaciones para las acciones futuras.
La terapia familiar narrativa se trata de un tipo de conversación colaborativa en la que se trabaja para el desmontaje de narrativas dominantes por narrativas alternativas, lo cual ayuda al consultante a reescribir su vida. Para ello se trabaja durante el proceso terapéutico en dos escenarios que permiten una mejor comprensión de las actividades de construcción de significado: el escenario de la acción y el escenario de la identidad.
Mediante las conversaciones reflexivas, colaborativas y narrativas en este tipo de terapia, se fomenta la capacidad de escucha entre todos y se desarrolla la capacidad de legitimar diferentes versiones de la misma realidad.
Como principal recurso de esta terapia es la entrevista narrativa, en la cual se entiende que el conocimiento surge como producción que tiene lugar a partir de la conversación entre el terapeuta y los participantes. Para la realización de la entrevista, se utilizan mapas investigativos como: externalización, re-membresía, re-autoría, eventos extraordinarios, metáforas.
El terapeuta parte del no saber, por tanto debe mantener una actitud de asombro, de curiosidad, de ingenuidad. La capacidad de asombro puede estar considerada como una postura terapéutica de reflexión y compromiso con la relación.
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Zaldívar, D. (2008). Psicoterapia general. La Habana: Ed. Félix Varela.
Autor:
MsC. Lauren Lara Marquez