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El héroe épico clásico: la fuerza de la libertad (página 2)

Enviado por Amira J. Kollrich


Partes: 1, 2

§  amistad varonil

§  estrategias

§  enseñanzas finales

3)     Conclusión

Proyección de los personajes en la actualidad. Visión de sus ideales con la posmodernidad. Cierre personal.

INTRODUCCIÓN

En este trabajo analizaremos dos obras artísticas que, si bien se basan en hechos reales, contienen elementos que las hacen totalmente ficticias. La primera obra a analizar es el film 300, el cual fue inspirado en la figura histórica de Leónidas, héroe espartano que enfrenta a las tropas persas en inferioridad de condiciones ya que cuenta con menor cantidad de soldados que sus oponentes. A continuación, analizaremos el famoso personaje Martín Fierro, protagonista de El gaucho Martín Fierro, obra escrita en 1872, y la segunda parte La vuelta de Martín Fierro, escrita en 1879, ambas por José Hernández. 

La figura de Leónidad pertenece a la civilización espartana. Esa se sitió entre las montañas de Lacedemonia y junto al río Eurotas.

La sociedad de esta civilización se caracterizaba por ser militarista. Se había designado así debido a que tras vencer a las poblaciones nativas del Peloponeso, aún con una menor cantidad de soldados, los dorios, sus fundadores, convirtieron su polis en una especie de campamento militar.

Poseía una rígida jerarquía, ya que estaba dividida en tres grupos muy desiguales:

·         Los espartiatas o "iguales", que eran los descendientes de los dorios. Eran los únicos que podían poseer tierras y acceder a los cargos públicos. Tenían prohibido dedicarse al comercio, a la agricultura o a cualquier otra profesión; sólo debían ser soldados

·         Los periecos, que eran hombres libres aunque sin derechos políticos. Sus actividades principales eran el comercio y la artesanía, y llegaron a servir en el ejército-

·         Los ilotas, que formaban la parte más numerosa de la población. Estaban obligados a servir a los espartanos porque pertenecían a las comunidades conquistadas. No tenían ningún tipo de derecho y no estaban protegidos por las leyes. Sin embargo, a diferencia de los esclavos, no podían ser comprados ni vendidos; era el Estado el que los distribuía según las necesidades de los espartanos.

La ciudad era gobernada por dos reyes hereditarios, quienes eran vigilados por cinco magistrados renovados anualmente que se llamaban éforos. Además, había un consejo de ancianos, la Gerusia, que elaboraba las leyes, y una asamblea integrada por los ciudadanos (los espartiatas), la Apella, que votaba los proyectos de la Gerusia sin tener la posibilidad de discutir las propuestas. Cuando tenían que tomar una decisión importante, consultaban la voluntad de los dioses en los oráculos. Allí, una mujer, llamada pitonisa, hacía de intermediaria entre los dioses y los hombres. Para esto, entraba en trance y pronunciaba las palabras que, luego de ser interpretadas por los sacerdotes, daban respuesta a las personas que consultaban el oráculo.

Un padre no era dueño de criar a su hijo. Desde que nacía, se lo llevaban a un lugar llamado lerché, donde se reunían los más ancianos de cada tribu. Allí era examinado; si estaba bien conformado y si anunciaba vigor, ordenaban que se le criase, y le asignaban como herencia una de las nueve mil partes de tierra. Si era de una débil complexión lo enviaban para ser arrojado al monte Taigeto. Para evitar esto, las mujeres practicaban gimnasia constantemente. Los padres no eran libres de educar a sus hijos como quisieran: desde que habían llegado a la edad de siete años, eran distribuidos en diferentes clases para ser educados en común bajo la misma disciplina. A los doce años entraban en los cuarteles, y a los veinte se convertían en guerreros y ciudadanos de Esparta. La personalidad espartana se basaba en el sacrificio y obediencia. Las madres despedían a sus hijos cuando partían a la guerra diciendo: vuelve con tu escudo o sobre el.

Lo que llevó a los espútanos a esta guerra fue su constante expansión por el Mediterráneo, tanto oriental como occidental, lo que llevó a crear colonias en las costas de Asia Menor. Estas colonias estaban en territorios controlados por el Imperio Persa que siempre les concedió un elevado grado de autonomía. Sin embargo, como[ ]los griegos siempre quisieron la absoluta libertad, se sublevaron contra el poder imperial y obtuvieron algunas victorias iniciales, pero conocían su inferioridad ante el coloso asiático, por lo que pidieron ayuda a los griegos continentales. Pese a que los espartanos se negaron en un principio, los atenienses sí los apoyaron, dando comienzo a las Guerras Médicas.

La primera batalla se libraría en un lugar llamado valle de las Termópilas, un angosto desfiladero de unos 12 metros de anchura. Es un paso ineludible en el trayecto entre el norte y el sur de Grecia, el cual se extiende desde Lócrida, en Tesalia, entre el monte Eta y el mar (Golfo Maliaco).

Allí esperó a los persas un ejército compuesto por 300 hoplitas espartanos (a los que hay que sumar otros 600 ilotas, pues cada espartano llevaba dos siervos a su servicio), 500 de Tegea, otros 500 de Mantinea, 120 de Orcómeno y 1.000 hoplitas del resto de Arcadia: 400 de Corinto, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios y 400 tebanos, además de 1.000 focenses y todos los locros. Por tanto, los lacedemonios o espartanos constituían una de las fuerzas más pequeñas, pero debido a su reputación y a ser los únicos soldados profesionales, los demás griegos delegaron en ellos de forma espontánea el mando del contingente. Según las fuentes clásicas griegas, los soldados persas conformaban un ejército que oscilaba entre los 250.000 y el millón de efectivos, Heródoto incluso lo eleva a varios millones de soldados.

En el caso de Martín Fierro, se trata del representante del gaucho argentino. La época en la que vivió se caracterizó por ser época de escándalos y negocios de tierras, en la que el gobierno repartía los mejores campos fiscales de la provincia de Buenos Aires favoreciendo a los jefes del gobierno porteño.

Buenos Aires estaba viviendo un período de progreso, de crecimiento, europeísmo y norteamericanismo nacional, donde el gaucho y nativo de nuestro suelo era injustamente perseguido y tratado. Perdieron así su

libertad, su independencia económica, su libre albedrío, su espíritu señorial, su condición de hombres libres, su establecimiento en la tierra que los vio nacer y que ellos ayudaron a independizar.

La clase social gaucha estaba, para éste entonces, condenada a muerte por la falta de compasión de los gobiernos llamados "civilizados y cultos", cuyas ideologías principales fueron Mitre y Sarmiento. Luego de la batalla de Pavón, en 1861, se imponen los ideales civilizadores de los liberales porteños. Asume al poder Mitre, y se comenzó a luchar contra los montoneros en el interior y contra los indígenas en la frontera. Es bajo el gobierno de éste último cuando más fuerte, perseguido y aniquilado es el gaucho. Por orden de él, los prisioneros gauchos fueron enviados a la frontera. Lo sucede Sarmiento, y se produce la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. Se alían Brasil, Argentina y Uruguay, con apoyo de Gran Bretaña. Esta guerra produjo una grave crisis económica y social. Los gauchos deben pelear en la frontera, y hacen una transformación de hombre libre a peón asalariado de terratenientes. Como definición de nación, en el siglo XIX, surgen dicotomías, como por ejemplo, Unitarios vs. Federales, cuidad vs. campo, Europa vs. América, civilización vs. barbarie.

Sarmiento practicaba una política antigauchesca ilegal e inhumana. El progreso era la ley de la época, signo de éste tiempo e impulsó a nuestro país a tratar de imitar a los países potencias modelos.

Como consecuencia nuestras tierras deben poblarse de inmigrantes de otras tierras; el trigo debe suplantar el cardo y la paja brava; pero todo eso debería hacerse sin el aniquilamiento del gaucho. Pero los liberales son capaces de hacerlo.

.Los defensores de la cultura gauchesca sostienen que si la tierra que se le conquista al indio, favorece a toda la República, es injusto que el gaucho sea el único en pelear por ella, cuando ni siquiera se queda con una parte de la tierra. Por eso, los hombres de esta ideología niegan al gobierno, el derecho de vender las tierras públicas, proponiendo que sean divididas y entregadas gratuitamente a los que la trabajen. Dándole no solo la posibilidad al gaucho, de trabajar la tierra sino también de convertirse en un hombre del progreso como el resto de la sociedad.

Pero Mitre, Avellaneda y Sarmiento, no hicieron caso a los pedidos gauchescos y venden las tierras públicas, a las autoridades porteñas y fundan en forma definitiva el gran grupo

De la aristocracia argentina. ésta política de los hombres progresistas hará que ochenta años después el país tenga un 75% de sus agricultores que no son los dueños de las tierras que trabajan.

Los liberales, con sus ideas formadas de la política romántica, tuvieron como meta eliminar la barbarie (gauchos) y civilizar el país, poniéndolo al nivel de las naciones avanzadas del momento. Sus vidas, que hasta ese momento se basaban en la tradicional, en la simplicidad criolla, fueron dejadas de lado al elegir la forma de vida europea. El lujo es parte de la cotidianidad porteña. Quedando así, los valores cambiados, ya que a partir de ahora, la admiración a lo tradicional y a la tierra y la defensa de la libertad son llamadas Barbarie y a los héroes que arriesgan su vida por esa libertad se los llama bandidos.

El programa seguido por Sarmiento, Mitre y Avellaneda, se caracterizaba en lo político por la organización de un Estado Nacional fuerte y reconocido como autoridad suprema y legítima para lo que era necesario:

·         Imponer su autoridad a los gobiernos provinciales, acabando con los caudillos federales.

·         Extender su soberanía a todo el territorio, terminando con las fronteras interiores que dividen las zonas dominadas por indios y blancos.

·         Civilizar siguiendo el modelo europeo o norteamericano

·         Fomentar la inmigración para poblar el desierto, acelerar el proceso civilizador y el desarrollo económico.

·         Desarrollar la economía trayendo los capitales extranjeros.

Hacia la segunda mitad del siglo XIX, la situación cambió. La actividad ganadera hacía necesaria la incorporación de nuevas tierras para ponerlas a producir y así dar respuestas a las demandas del mercado internacional. El "desierto", como se llamaba a la tierra ocupada por los indígenas del sur de la provincia de Buenos Aires tenía miles de hectáreas disponibles. La finalización de la Guerra del Paraguay y de los levantamientos de los caudillos hacía posible pensar en resolver "el problema del indio", autor de constantes malones contra la hacienda criolla. La primera etapa comienza en abril de 1876, cuando Alsina, ministro de Guerra y Marina, empieza a ampliar la frontera. Su obra se caracterizó por la singular construcción de una zanja para impedir y/o dificultar el acceso de malones o invasores indígenas. La zanja se extendió desde Italo, al sur de Córdoba, hasta Bahía Blanca, contando con una extensión de 500 Km que fueron cavados en dos años. Dicho proyecto incluía fortines que se erigieron cada cinco kilómetros.

Al morir Alsina en 1877, Roca asume su cargo. Su plan, opuesto al de Alsina, consistía en aplicar una táctica ofensiva llevando la guerra al territorio indígena a través de un avance general. El plan de Roca se desarrolló en dos etapas. En la primera, distintas columnas realizaron ataques sorpresivos junto con exploraciones de reconocimiento del territorio para organizar la expedición. La etapa final, en 1879, se planeó con un avance general y definitivo sobre la línea del río Negro realizado por cinco columnas en forma simultánea.

DESARROLLO

La película comienza presentándonos a Leónidas a la edad de siete años, cuando los niños espartanos debían ser llevados a la lerché donde los entrenaban para convertirse en los grandes guerreros por los que se caracterizaba la civilización. Allí es sometido a terribles castigos y pruebas de una increíble dificultad. También podemos apreciar su encuentro con un lobo salvaje, en medio de una noche invernal. La estrategia utilizada para inmovilizar al animal es la misma que utilizará para detener la invasión de los persas. En ambos casos se ayuda de la geografía de las Termópilas, que presenta un angosto desfiladero. En el caso del lobo lo que hace es meterse por ese pasillo, haciendo que el lobo lo persiga; debido a la angostura del camino y al tamaño del animal, este en algún momento quedará trabado y así permanecerá inmóvil para que el joven pueda acabar con él. En cuanto a los soldados enemigos, esta característica del lugar anuló la superioridad numérica persa; además, la mayor protección espartana les permitiría aguantar los envites persas y el mayor tamaño de sus lanzas podría darles suficiente ventaja en una lucha cuerpo a cuerpo. Martín Fierro tiene como estrategia matear siempre sobre el rancho para vigilar que la policía no lo agarre, y de noche busca una guarida para que no lo atrapen. No iba a ningún lugar sin su facón, él lo define como su único amigo: sabía que si tenía algún enfrentamiento, lo necesitaría y podía estar seguro de que ganaría debido a la habilidad que tenía con su "arma". Solía quitarse las espuelas antes de un encuentro con enemigos. También se arremangaba los calzoncillos (como los llama) cribado que le llegaban hasta los tobillos para no pisárselos durante este, se ajustaba la faja y probaba el filo del cuchillo en una mata de paja. A continuación, ataba el caballo al pasto para poder huir rápidamente en caso necesario, pues bastaba dar un tirón a las riendas y, finalmente, esperaba quitito y callado a que sus enemigos fueran por él.

En ambas obras, las autoridades se oponen a los ideales de los protagonistas pero aún así los dos se mantienen firmes. Leónidas defiende la razón contra la ignorancia o el misticismo, tanto de los éforos a los que debe consultar e intentan desalentarlo como de los dioses de los invasores. Todo parece indicarle que lo que está haciendo va contra lo correcto, contra la ley pero él aún así sigue adelante desobedeciendo a las autoridades y sin importarle esto. Cuando la batalla parece estar perdida no puede volver porque sería condenado por la Gerusia y por los espartiatas, acusándolo de desobediencia al oráculo. Es decir, de alguna manera se convierte en un marginado, aunque si él hubiese ganado la batalla no sería juzgado. Pero lo hecho, hecho está y no puede permitirse volver. Debe enfrentar del mismo modo al oráculo que pretende hacerlo retroceder y a los invasores que traen creencias similares. De la misma manera se presenta Martín Fierro: desobediente a las autoridades. Todo comienza cuando no se presentó a votar en las últimas elecciones, es decir, se reveló contra lo que las autoridades querían que hiciera. Fierro podría imaginarse que esta acción tendría esas consecuencias, pero él se mantuvo firme a sus ideales, no quería votar y no lo hizo. Como dice él, debido a esto, "el juez lo tomo entre ojos" y por eso fue llevado a pelear en las fronteras, no lo llamaron a cobrar por que "no estaba" en la lista, y finalmente recibió un castigo: fue estaqueado.

En su primer enfrentamiento con los indios, mata a un hijo del cacique con el objetivo de defender su propia vida. Se hace desertor cuando huye del cuartel y vuelve a su rancho, pero ya no tiene nada. Su mujer se fue con otro hombre y no sabe donde están sus hijos, aunque supone que pueden estar trabajando en cualquier lugar. A partir de entonces, Martín Fierro se convierte en un marginado. Su situación se agrava cuando mata a un hombre en un baile, cuando alcoholizado provoca al moreno. Más adelante, mata a otro hombre que lo provocó a él. Acá es cuando comienza una vida fuera de la ley, perseguido por la policía.  En esa circunstancia conoce a Cruz, uno de los integrantes de la partida de policía que lo ha rodeado, pero al ver pelear a Fierro con coraje y en desventaja, se pone de su lado. Tras este hecho, nace una gran relación entre estos dos personajes, la cual se conoce como la primera amistad varonil en la literatura argentina. Esta amistad entre Cruz y Fierro está por encima de todo y los ha salvado de peligrosas situaciones. Desde su primer encuentro están siempre juntos recorriendo las pampas. Cuando Cruz muere por la epidemia en la aldea de lo indios, Fierro lo siente muchísimo dado que le tenía un gran afecto, y le dedica los siguientes versos:

"Ya conoce, pues quien soy;

tenga confianza conmigo;

Cruz le dio mi mano de amigo

y no lo ha de abandonar.

juntos podemos buscar

pa los dos un mesmo abrigo.

Andaremos de matreros

si es precioso pa salvar;

nunca nos ha de faltar

ni un güen pingo para juir

ni un pajal ande dormir,

ni un matambre que ensartar."

De Leónidas podemos resaltar la importancia que le da al compañerismo. Para él lo más importante en una batalla es cuidar al compañero, que también lo cuidará a uno. En su encuentro con Jerjes, el rey persa, este dice que para él es más importante la victoria que la vida de todos sus soldados. El espartano, en cambio, dice que moriría con gusto por salvar a cualquiera de sus hombres. Además de valorar a cada uno de sus soldados por igual, se puede ver la confianza que tiene en Dilios, a quien elige como mensajero para informar sobre su inevitable derrota y la necesidad de preparar al ejército, y es a él a quien le entrega el regalo que su mujer le hizo para que se lo devuelva. También se ve un vínculo especial con el Capitán, quién ha llevado a su hijo a la batalla y por el cual Leónidas se preocupa. Le asegura que no es necesario llevarlo pero el Capitán le demuestra la lealtad que hay en su relación, insistiéndole en que lo va a llevar porque ya no es tan joven. Si bien amaban a sus hijos, apreciaban más que su hijo fuera un excelente guerrero y que estuviera entrenando lejos de ellos pero con esfuerzo para ser cada vez mejores guerreros que tenerlos a su lado. Porque tenerlos a su lado no implicaba nada, no era útil ni para los padres, ni para sus hijos y mucho menos para Esparta. No sufrían la separación cuando alguno de ellos marchaba a la guerra, aún sabiendo que podían perderlos, porque era un orgullo para un padre que su hijo diera la vida por su pueblo. En cambio, Martín Fierro se enfurece cuando vuelve a su rancho y ve que sus hijos no están. Definitivamente no es un espartano, porque no puede soportar estar más tiempo sin sus hijos y no puede perdonar a aquellos que se lo llevaron y ocasionaron que estuviera tanto tiempo lejos de ellos. Promete convertirse en una fiera y vengarse de lo que le hicieron. Se imagina donde estarán y cree que seguramente fueron enviados a trabajar. Acá se puede ver un pensamiento absolutamente distinto entre los espartanos y los gauchos. Los hijos de Fierro son más grandes que los espartanos cuando eran llevados a la lerché y, si bien no iban a recibir un buen trato debido a su condición social, tampoco recibirían los crueles castigos que se les daba a los jóvenes griegos. Aún así Fierro se preocupa por sus chicos diciendo que no están listos y sufre pensando donde estarán. Para él, a diferencia de los espartanos, sus hijos son pichones todavía y no cree que estén preparados para volar lejos de él. Si bien lo que más desea es que estén con él, se tranquiliza un poco convencido de que el mayor nunca abandonaría al menor y desea que por lo menos hayan sido encontrados por algún cristiano.

Ya en la segunda parte del libro, el gaucho se reencuentra con sus dos hijos y les deja su mensaje final como enseñanza, porque no quiere que repitan sus errores. Les aconseja estudiar, pero nunca creer que se sabe todo porque siempre hay algo nuevo que aprender; ser leales a los amigos pero no aprovecharse de ellos; confiar en Dios pero tener cuidado con los hombres; hablar con fundamento y con sentimiento, no hablar por hablar; no ser rencorosos y que cuando uno cree que tiene que decir algo, lo diga porque no es bueno guardarse las cosas. Le comenta que del ridículo nunca se vuelve y que la confianza en uno mismo es el arma más útil del hombre. Les recomienda respetar la ley, trabajar duro, ser prudentes y no dedicarse a la bebida. Pide la unión de los hermanos y el respeto por los ancianos, la vida de los hombres y la mujer.

Fierro, además de distanciarse de sus hijos cuando fue llevado a las fronteras, perdió también a su mujer. él la amaba y pese a que le llegaron rumores de que se había ido con otro hombre, la perdona y la justifica porque esta seguro de que necesitaba que un hombre la mantuviera por él. Esa es la única estrofa en la que se la menciona y se ve que en esa época las mujeres eran dependientes de los hombres. Podemos sacar como conclusión que la mujer no tenía un lugar en la sociedad, no podían desenvolverse solas, no porque no tuvieran las aptitudes sino porque los hombres no se lo permitían. Aún así, con todos esos prejuicios hacia la mujer establecidos en la sociedad, Martín Fierro amaba a su mujer y la respetaba. En ningún momento se ven actitudes machistas de su parte, ya sea con su mujer o en el episodio de la cautiva. Allí denota el sufrimiento de la mujer, el estado de degradación. Además a pesar de las largas jornadas en el desierto, no despierta otro sentimiento en Fierro que no sea el de conmiseración y solidaridad.  él ni siquiera considera a la mujer totalmente dependiente del hombre porque para él no hay peor enemigo que la mujer despechada o dolida, lo que quiere decir que una mujer de esas características es más temible que un hombre.

Además, aparecen otras dos clases de mujer: la visión de la mujer sometida totalmente ante la voluntad del hombre desde el punto de vista de Cruz, y la mujer como un mal desde el viejo Vizcacha. La mujer de Cruz vivió lo mismo que la mujer de Fierro: cuando su esposo fue llevado a la frontera debió buscarse otro hombre para que la mantenga. Sin embargo, la reacción de Cruz no fue la misma que la de su amigo: él consideraba que su mujer tenía que estar esperándolo porque el hombre es dueño de la mujer. Es por eso que la buscó y la mató junto con su nueva pareja. En cuanto a la mujer según Vizcacha podemos decir que él las prejuzga, las hace ver como traicioneras, no confiables, que de tener la oportunidad, van a engañar o a jugarle una mala pasada al hombre.

En la Antigüedad pasaba algo parecido con la mujer. La mujer no cumplía ningún rol, a excepción de cuidar el hogar y a los niños. Sin embargo, Esparta era distinta. Es por eso que cuando la reina Gorgo da su opinión durante el encuentro con el mensajero de Jerjes, este se sorprende  de que una mujer hable ante los hombres. Ella justifica su acción diciendo que la mujer es la que da guerreros a Esparta, mostrando así la consideración diferente que ambos pueblos tienen con la mujer. Además, ella tenía una participación política activa, ya que habló con dos integrantes del consejo para permitirle ingresar a este y convencer al resto de los miembros de enviar al ejército para ayudar a su marido. Por otro lado, no todos los hombres las consideraban como su igual. La reina es engañada por Theron, que le promete interceder en lo que ella quiere lograr pero para eso debe someterse a sus perversos deseos. Ante el consejo, el traidor Theron presenta los hechos al revés, la acusa de haberlo provocado y la humilla ante todos. Ella lo mata y en ese momento se descubre el dinero que el enemigo había entregado al traidor para que Esparta no combatiera. En este recinto la reina habla de la justicia, el honor, el orden y las leyes que deben ser respetados. Plantea la civilización como respuesta a la barbarie. Leónidas deja un mensaje final de lucha por la libertad, la justicia, la razón y la civilización, contra la tiranía, la esclavitud y la oscuridad de las antiguas creencias. Este mensaje será tomado por su pueblo, que finalmente rechazará la invasión.

En ambas obras, todo lo perteneciente al lado del mal es mostrado con fealdad y aberración. En los persas se pueden observar monstruos gigantes y desagradables a los cuales llevan encadenados debido a su fiereza, animales gigantes y sumamente violentos y hombres con feas máscaras que cubren sus rostros debido a lo horribles que son. También en este pueblo se ven todo tipo de deformidades físicas cuando el mensajero va a hablar con Jerjes. En el Martín Fierro el indio es el que comete las aberraciones. Es impresionante la descripción del asesinato del bebé de la cautiva. Los excesos en las bebidas y la violencia que esta genera. Las "curaciones" durante la epidemia son un muestrario de horror y salvajismo.

Tanto Leónidas como Martín Fierro defienden la libertad: para los dos esta es el valor supremo. La diferencia es que mientras uno es rey y piensa en su pueblo y la lucha contra las tiranías y los invasores, el otro es pobre y perseguido y piensa en su propia libertad y en la de los que son iguales a él porque no quiere someterse a los abusos de las autoridades.

CONCLUSIÓN

Los ideales de los personajes permanecen en el tiempo y son los que el hombre aún en la actualidad, 2600 años después de 300 y 130 años después de Martín Fierro, continúa buscando: la libertad, la lucha contra las tiranías, la solidaridad, la ayuda a las personas que sufren. Los consejos que el gaucho les da a sus hijos son consejos que actualmente siguen vigentes. Lo mismo pasa con aquellos del viejo Vizcacha. Todos son aplicables a ejemplos de la actual Argentina y principalmente deberían ser dados a las personas que tienen el poder en nuestro país. Por ejemplo:

El trabajar es la ley, Porque es preciso alquirir; No se espongan a sufrir Una triste situación: Sangra mucho el corazón Del que tiene que pedir.

Debe trabajar el hombre Para ganarse su pan; Pues la miseria, en su afán De perseguir de mil modos, Llama en la puerta de todos Y entra en la del haragán.

En la Argentina actual una de las problemáticas más grave es el desempleo. Pero además, también hay mucha vagancia: gente que en vez de buscar empleo prefiere piquetear o vivir de planes de ayuda social; lo peor es que se quejan si el gobierno pretende quitarles ese dinero y además cada vez piden más beneficios (aguinaldo, vacaciones, etc), porque si bien es justo recibir un paliativo por parte del Estado cuando se esta pasando una situación difícil para no caer en la indigencia no se puede vivir a perpetuidad del gobierno.

Muchas cosas pierde el hombre Que a veces las vuelve a hallar; Pero les debo enseñar, Y es bueno que lo recuerden: Si la vergüenza se pierde Jamás se vuelve a encontrar.

Esto es algo que se ve todos los días en la televisión. Personas que con tal de conseguir fama y dinero están dispuestas a todo, sin importarles caer en lo ridículo, de lo cual no se vuelve.

Es siempre, en toda ocasión, El trago el pior enemigo; Con cariño se los digo, Recuérdenló con cuidado: Aquel que ofiende embriagado Merece doble castigo.

Automovilistas que manejan embriagados. Médicos que operan embriagados. Todos ponen en riesgo la vida del prójimo, pero no les importa. También están aquellos que por estar embriagados atacan a cualquier por la calle sin que este les haya hecho nada.

"Hacete amigo del Juez No le dés de qué quejarse; Y cuando quiera enojarse Vos te debés encojer, Pues siempre es güeno tener Palenque ande ir a rascarse".

Esto se ve generalmente en los crímenes ocurridos en las familias poderosas. Los más sospechosos son los propios miembros de la familia, porque todos tienen algo que los involucra. Sin embargo, siempre son lo últimos que la justicia mira y en caso de ser culpables quedan en libertad o se les busca algún artilugio jurídico para reducirles su condena.

En cuanto a 300, creo que es comparable a la situación mundial. En ese momento el imperio más poderoso era Persia y pretendía decirle a los espartanos que hacer con el agua y la tierra que estaba en su territorio. Algo muy similar ocurre con la potencia más poderosa actual: Estados Unidos, la cual pretende controlar la situación económica y, por ende, la política y social de los países subdesarrollados. Al ver que se les oponían, Persia decide invadir y Esparta se opone, enviando su ejército para detener la futura invasión. Estados Unidos no lo hace explícitamente, sino que busca (y muchas veces, inventa) una excusa para invadir como fue en el caso de Iraq.

Estos ejemplos que son comparables a situaciones que nos presentan ambas obras artísticas demuestran que en muchas sociedades actuales faltan estos principios. La cultura posmoderna se opone totalmente a las personalidades de Martín Fierro y Leónidas, hombres valientes, que luchan por sus ideales, no se rinden fácilmente, se mantienen luchando aunque vean las cosas perdidas. Hay, si, una diferencia entre los dos: Fierro aprendió que lo posmoderno es malo gracias a la experiencia. Se dio cuenta de que estaba desperdiciando su vida y convirtiendo su paso por ella en efímero cuando no pudo compartir la infancia de sus hijos, cuando perdió a su mujer, cuando pasaba sus días alcoholizado. Pudo cambiar, finalmente, y luchó para que sus hijos y las generaciones posteriores no repitan estos errores.

Se necesita que aparezcan figuras como las estudiadas para que nos indiquen el rumbo correcto. La cultura posmoderna está tan establecida en la sociedad que ya a nadie le extraña esta manera Light que tiene la mayoría de las personas: ya no nos asombra la corrupción, el desempleo, la vagancia, los asesinatos, la falta ley, de orden y de justicia y muchos menos nos va a preocupar el ridículo, el deshonor, la desunión familiar, la dependencia… Necesitamos los consejos de Fierro y de Vizcacha, necesitamos la valentía y determinación de Leónidas, porque en sus épocas también se encontraban todas estas problemáticas, pero ellos se enfrentaban a ellas.

Lo que sucede actualmente, a diferencia de en las épocas de los personajes trabajados, es que todos creemos y estamos de acuerdo en lo mismo pero no actuamos y así nada a cambiar. Por eso se necesita alguien que no tema enfrentarse a decir lo que piensa y que sea firme en sus ideales; alguien que luche por el bien común y no por el bien propio; alguien a quien no le importe morir o ser castigado cruelmente con tal de lograr sus objetivos.

 

 

 

 

Autor:

Amira J. Kollrich

Argentina

18/07/2008

Partes: 1, 2
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