Cuerpo y climaterio. Evaluación de un programa de intervención comunitaria (página 2)
Enviado por Yennys Salazar Matamoro
En consecuencia con lo expresado anteriormente, se convierte en una necesidad pasar a la evaluación del programa para conocer el efecto que causa en el grupo donde es aplicado y si se logran los objetivos propuestos por la investigadora.
El presente estudio realiza una propuesta de indicadores de efectividad para evaluar el programa de intervención comunitaria "Cuerpo y Climaterio", a partir de los cuales se logrará reconocer el desarrollo de una conciencia crítica en las mujeres sobre los significados del cuerpo y el climaterio durante esta etapa del ciclo vital.
Nuestro problema de investigación es entonces: ¿Cómo evaluar la efectividad del programa de Intervención Comunitaria "Cuerpo y Climaterio", a partir de su aplicación en un grupo de mujeres de la mediana edad en la provincia Santiago de Cuba? , a partir de este problema nos trazamos como objetivo general construir indicadores de efectividad que permitan la evaluación del programa de Intervención Comunitaria "Cuerpo y Climaterio".
Evaluar el programa de intervención comunitaria "Cuerpo y Climaterio" a partir del análisis de indicadores de efectividad permitirá reconocer el desarrollo de una conciencia crítica en las mujeres sobre los significados del cuerpo y el climaterio durante esta etapa del ciclo vital.
Se utilizó el método del grupo formativo, perteneciente a la Metodología de los Procesos Correctores Comunitarios para la aplicación del programa, que sistematiza y resignifica las contradicciones que genera la asunción de la identidad femenina expresada desde la dimensión de la sexualidad y la corporalidad.
La novedad del trabajo radica en que continúa una investigación con un tema que ha sido poco desarrollado: la corporalidad de las mujeres de la mediana edad desde la perspectiva comunitaria. Por tanto, la evaluación de la efectividad de este programa constituirá un precedente para investigaciones futuras en este sentido.
Ofrece como aporte fundamental la construcción de indicadores de efectividad que facilitan la evaluación del programa de Intervención Comunitaria.
Fundamentación Teórica
La Psicología Comunitaria. Intervención comunitaria y cambio social.
La Psicología Comunitaria como disciplina, emerge de la necesidad de realizar estudios en el propio medio donde se desarrolla el individuo, con el fin de lograr cambios más allá del nivel individual, hacia una dimensión social para alcanzar el desarrollo pleno del ser humano.
En nuestro país el origen de la Psicología Comunitaria está vinculado al Cambio Social, en el sentido de su participación en la búsqueda de soluciones para el desarrollo de la población y la justicia social.
Con el objetivo de diagnosticar las necesidades de la población, emergentes de sus relaciones interpersonales e institucionales en el espacio subjetivo surge la Psicología Comunitaria, como una nueva perspectiva para el estudio de la cotidianidad y los diversos conflictos y malestares que tienen lugar en ella.
La Psicología Comunitaria es una psicología del individuo en sociedad, del individuo en cuanto ser social, es una ciencia que estudia la subjetividad de una población comunitaria, planteando y ejecutando acciones preventivas y de cambio social desde la propia cotidianidad de la población, es también un espacio de posibilidades para la transformación social, estructurando un proceso de vida cotidiana de creación permanente, de crítica conciente para lograr el cambio , el autodesarrollo y la máxima expresión de la esencia humana.
Es precisamente en este ámbito comunitario donde existe la posibilidad de adentrarse en la realidad cotidiana de la población y actuar en la transformación de los diversos elementos generadores de malestares (mujeres sobresaturadas, hombres excluidos, hijos dependientes en exceso, etc.) expresados en el nivel social y comunitario. Intervenir y realizar programas en la comunidad destinados a la solución de los malestares y conflictos que tienen lugar en ella, implica entonces crear espacios que promuevan la participación, la cooperación y reflexión conciente del grupo, como sujetos activos de la investigación y del cambio social. Sujetos capaces de establecer un vínculo estrecho con los agentes de cambios (investigadores) y dispuestos a participar en la acción social comunitaria para lograr la transformación.
Según Sánchez (1991, p.261) la intervención es "la introducción, interposición o intermediación desde una postura de autoridad, de un elemento externo con la intención de modificar, o interferir con el funcionamiento de un proceso o sistema, en una dirección dada (cambio direccional, cesación, desarrollo, etc.)". Es preciso señalar que más que una postura de autoridad el psicólogo comunitario constituye un facilitador de cambio, ya que la comunidad asume una participación activa en el proceso de intervención.
Un aspecto importante dentro de la intervención comunitaria es el referido a su legitimidad, es decir, cuando ella se justifica, de manera que responda a un problema, necesidad o conflicto de la propia comunidad y la misma esté de acuerdo con esa intervención y en la dirección que se pretende realizar.
En la literatura científica sobre la intervención comunitaria se recogen tres elementos fundamentales a tener en cuenta para la realización de programas de intervención comunitarios:
a) Tener sus raíces en la comunidad, siendo accesible a ésta. En otras palabras, toda intervención debe contar desde su iniciación con aquellos a los que se va a aplicar. Es este un principio básico para asegurar, no ya la participación, sino la aplicación misma del programa: una intervención vista por los usuarios o clientes potenciales como impuesta, está destinada al fracaso.
b) Se cuenta con los medios (personal, financieros, materiales y de tiempo) necesarios para llevarla a cabo y no va a quedar en una movilización frustrante o una escaramuza verbal.
c) Se establece una vía o sistema de comunicación apropiado con la comunidad o sistema cliente para obtener una retroalimentación adecuada de estos, que permita seguir el progreso de la intervención y hacer las correcciones precisas sobre la marcha, antes de que los problemas o deficiencias sean irreversibles.
Es de gran importancia tener en cuenta estos elementos, con el objetivo de perfeccionar más la práctica interventiva, el diseño de los programas comunitarios, su aplicación y la evaluación, como fase que recrea los resultados de la intervención, las expectativas que originó en el grupo y las nuevas necesidades e interrogantes que emergen posterior a ella.
Con la intención de hacer del proceso interventivo una actividad más conciente y planificada se señala teóricamente las acciones o fases a seguir en el proceso de intervención comunitaria. Se hará referencia en este artículo a la fase de finalización y evaluación de los resultados por ser la fase en la que se establece la presente investigación.
La evaluación de programas tiende a ser la fase más postergada o peor tratada de todo el proceso y sin embargo ella define cuán efectivo o no ha sido nuestra intervención. Por lo que debe ser bien concebida desde el inicio del proceso. Como fase compleja requiere de mucho rigor científico para que realmente podamos decir que el Programa responde a los objetivos para el cual fue diseñado y en ese sentido pueda ser útil en condiciones similares y produzca el cambio social esperado.
Cambio social que se traduce en desarrollo para la comunidad, al reconocer sus necesidades, al orientarse hacia la búsqueda de sus soluciones, al reconocimiento crítico de los malestares de la vida cotidiana generados por temas tan sensibles como los referidos al género y a la acción transformadora de estos malestares. Es este el cambio que persiguen los programas de intervención comunitarios, sin embargo no todos lo logran. De aquí la importancia de la evaluación de la efectividad de los programas que se gestan en el ámbito comunitario, en especial el programa "Cuerpo y Climaterio" en el cual se centra la presente investigación.
Propuesta de Indicadores de efectividad para la evaluación del programa de Intervención Comunitaria
La evaluación, como se menciona en el epígrafe anterior, al constituir un proceso de gran importancia para conocer la efectividad de los programas sociales y el cambio que se logra con su puesta en práctica está presente en todos los ámbitos de la vida.
Fernández y Santos (1992, pp.9-12), expresan que "difícilmente podremos encontrar una actividad empresarial o comercial que no sea evaluada y no sólo en su vertiente económica, sino en otros muchos aspectos de la organización".
Sin embargo existen diversas intervenciones y programas creados desde la Psicología que se desarrollan sin que nadie se plantee la necesidad o conveniencia de la evaluación de su efectividad. Otras veces cuando se decide realizar la evaluación se encuentran contradicciones metodológicas basadas en una praxis evaluadora anclada en presupuestos epistemológicos y metodológicos desligados de la complejidad de las realidades sociales en las que se lleva a cabo las intervenciones comunitarias.
Al decir de Fernández (1983, citada en Martín, 1988, p.87) "gran parte de los programas comunitarios diseñados no van acompañados de la garantía necesaria para posibilitar su valorización; es decir, junto al diseño no se suelen planificar los procedimientos que faciliten analizar sus resultados y comprobar su eficacia. En algunos se llegan a aplicar y generalizar los resultados, sin realizar estudios previos que debidamente controlados, permitan verificar sin altos riesgos su idoneidad".
Los programas sociales influyen en la vida de los individuos y grupos e incluso, a veces, afectan aquellos que no tienen una relación o participación directa en las actividades programadas. Por lo que se hace imprescindible y necesaria alguna forma de valoración y compromiso social que garantice y legitime que la intervención o programa social desarrollado esté al servicio y sea útil a los sectores de la población para el cual fue diseñado.
Partiendo de este criterio se considera de gran importancia concebir la evaluación de la efectividad de los programas de intervención comunitaria como una parte esencial dentro del propio programa, ya que nos posibilita conocer si es pertinente con el problema a resolver y si los objetivos se ajustan a las necesidades de la población, si es necesario realizar otras acciones o detener la aplicación.
La evaluación ha sido conceptualizada de diferentes formas. Según Knapp (2005) existen tantas definiciones en la literatura especializada como autores que tratan el tema. Para elaborar su definición realiza un análisis de las diferentes concepciones ofrecidas por otros autores, llegando a la conclusión que la misma debe ser entendida como un proceso en el que se cuestiona si se han alcanzado una serie de objetivos relevantes.
El comité de expertos de la Organización Mundial para la Salud (OMS), (1981, citado en Sánchez,1991, p.206 ), define la evaluación de programas sociales como "una forma sistemática de aprender de la experiencia y de usar las lecciones aprendidas para mejorar las actividades actuales y promover la planificación mediante la cuidadosa selección de alternativas para la acción futura… el propósito de la evaluación es mejorar los programas y la infraestructura de salud, para implementar esos programas y guiar la distribución de recursos en los ya presentes y los futuros… debe ser por tanto un proceso continuo destinado a hacer más eficientes y efectivas las actividades relacionadas con la salud".
Se considera respecto al criterio de los expertos, que sus aspectos son aplicables al campo de las Ciencias Sociales y de la Psicología Comunitaria, al ser la evaluación concebida como una práctica que permite mejorar y reajustar las acciones que se llevan a cabo en los programas con el fin de lograr resultados más efectivos que se traduzcan en beneficios para los individuos, grupos y comunidades a los que están dirigidos dichos programas.
Para algunos teóricos evaluar significa conocer los resultados de una operación o actividad. Esta concepción asumida en la práctica por científicos e investigadores como Riecken (1972, citado en Martín, 1988, p.88), se enfoca desde la perspectiva experimental cuantitativa, al plantear: "que la evaluación de programas es la medición de las consecuencias deseables e indeseables de una acción ejecutada para facilitar la obtención de metas que estima el sujeto".
Sin obviar el éxito de esta forma de evaluación basada en el procesamiento estadístico de los datos, se debe cuestionar su empleo y pertinencia cuando se evalúan programas de intervención comunitarios, como es el caso de la presente investigación, al estar mediados por intereses sociales y personales, por situaciones impredecibles, y momentos que son únicos e irrepetibles, donde afloran sentimientos y diferentes criterios, que están sometidos a un proceso de cambio continuo.
Relacionado con lo anterior expresa Sánchez (1991, p. 220) "que la evaluación es un instrumento al servicio de los objetivos interventivos (preventivos, correctivos, potenciadores), no es un conocer por conocer sino un conocer para actuar, centrándose en la evaluación de los efectos de las acciones interventivas puestas en marcha para resolver los problemas".
Tomando en cuenta el análisis, hasta aquí realizado sobre las diferentes concepciones de evaluación, se considera necesario explicitar el criterio de evaluación que se empleará en este estudio y que ha sido elaborado, tomando en cuenta los aportes teóricos de los autores en este campo de la evaluación de programas comunitarios. De esta forma se concibe como un proceso de reflexión crítica y sistemática sobre los hechos y actuaciones sociales que permiten reconocer la efectividad de las acciones y estrategias diseñadas en el programa, así como, reajustar y perfeccionar los contenidos del mismo en función de las necesidades que emergen con su aplicación[1]
De tal forma la efectividad de los programas de intervención comunitaria alude al cumplimiento de los objetivos y metas trazadas las cuales tienen la finalidad de alcanzar resultados satisfactorios.
La efectividad como parte de la evaluación del programa "Cuerpo y Climaterio" es entendida como la capacidad del mismo para promover el desarrollo de la conciencia crítica.
La evaluación de la efectividad como un proceso dinámico y continuo contribuye además al desarrollo y perfeccionamiento de las competencias interventivas de los evaluadores, que posibilita un mejor cumplimiento de los objetivos del programa. Este es un criterio que debe primar en las evaluaciones de carácter comunitario y social, donde los programas están dedicados a sectores sensibles de la población como es el caso de las mujeres de la mediana edad y su corporalidad. Por lo que se hace imprescindible captar los procesos de reflexión y valoración de los grupos, los sentimientos que emergen, las actitudes que asumen, la conciencia crítica que se desarrolla, ya que cada uno de estos elementos tienen una lectura que se traduce en importantes resultados que facilitan la evaluación.
Algunos autores como Espinoza (1983), Knapp (2005) y Martín (1988) consideran como objetivos de la evaluación los siguientes:
Valorar los efectos de un programa por comparación con las metas que se propuso alcanzar a fin de contribuir a la toma de decisiones acerca del programa y para mejorar la programación futura.
Evaluar el grado de idoneidad, efectividad y eficiencia.
Facilitar el proceso de toma de decisiones.
Aunque para algunos de estos autores la evaluación constituye una medición de los diferentes aspectos de un programa, en este caso se partirá de analizar, reflexionar y valorar los aspectos del programa y las actuaciones del grupo seleccionado para su aplicación. De manera que se toman algunos de los elementos contenidos en los objetivos de la evaluación para conformar los indicadores que permitirán evaluar la efectividad del programa.
El hecho de construir indicadores que permitan evaluar los programas constituye una tarea compleja y de gran responsabilidad, que permite ir ajustando las acciones del programa en función de las características e implicación de la muestra seleccionada.
Según González y Fernández (2003) los indicadores se pueden concebir como: "aquellas señales, signos, muestras o marcas de algún suceso o acontecimiento que pone en evidencia la intensidad de un problema o el grado de avance de su atención", (p.96). Como bien señalan las autoras, los indicadores son elementos que permiten conocer de forma más profunda las situaciones y procesos que ocurren, y de cierto modo van a identificar su estado, evaluarlo para comprender si es útil y productivo para las personas.
Se toman en cuenta entonces los indicadores como el medio para establecer cuales condiciones serán las que indiquen el logro exitoso de los objetivos del programa, y que permiten verificar la efectividad del mismo[2]La efectividad del programa vista como el cumplimiento exitoso de los objetivos, la implicación de la muestra en las sesiones y el desarrollo de la conciencia crítica sobre los significados del cuerpo y el climaterio en la muestra seleccionada.
Los indicadores que nos facilitarán evaluar la efectividad del programa de intervención comunitaria son los siguientes:
Idoneidad: Capacidad que tienen los temas de las sesiones que conforman el programa de intervención para dar cumplimiento a los objetivos trazados. Adecuación y pertinencia de un instrumento para ser utilizado en determinada actividad.
Es idóneo cuando:
Temas, tareas y recursos técnicos empleados por la coordinación se ajustan a los objetivos.
Exista identificación del grupo entre sí y con los temas propuestos.
La dinámica grupal está en función de la tarea desarrollada
Se logran los objetivos del programa.
El programa responde a las necesidades (de conocimientos, de cambio) del grupo.
Eficiencia: Correspondencia entre esfuerzo y resultado. Acción que permite comprender si los esfuerzos (cognitivos, informativos, humanos) empleados en el programa se traducen en resultados.
Es eficiente cuando:
Las acciones de la coordinación dinamizan el grupo en función del logro de la tarea.
Los conocimientos brindados movilizan en el grupo diferentes actitudes frente al cambio.
Al transitar el grupo por los tres momentos fundamentales (inicio, desarrollo y cierre) sienta interés por las temáticas propuestas.
Existe un nivel de eficiencia real con que cada miembro contribuye a la tarea.
Existe calidad en la emisión de los mensajes y en las reflexiones del grupo.
Aprendizaje: Apropiación significativa de la realidad susceptible de transformación. Surge de la praxis, y refleja la vivencia del sujeto con su experiencia actual, dando cuenta de la relación dialéctica entre el individuo y el grupo.
Hay aprendizaje cuando:
Se evidencia creatividad del grupo en el desarrollo de las actividades.
Se conforma a nivel del grupo un Esquema Conceptual Refencial y Operativo[3](ECRO) común.
El grupo da cuenta de una posición activa frente a su cotidianidad.
Se reflejan emergentes de cambio sobre el tema tratado.
Afloran contradicciones entre lo que desean, piensan y hacen.
En los indicadores anteriormente expuestos se hace énfasis en la participación activa que debe alcanzar el grupo, como sujetos significativos de la intervención, preocupados por la construcción del conocimiento de forma grupal. Igualmente se privilegia la relación coordinación – grupo en función del cumplimiento de los objetivos, promoviendo una relación dinámica, flexible, espontánea y de apertura al cambio como elemento necesario para lograr la conciencia crítica. De manera general los indicadores propuestos son consecuentes con la evaluación que se pretende realizar, centrada en las valoraciones e implicaciones del grupo, en los momentos de elaboración grupal, en los sentimientos que afloran, en las posturas que asumen en cada momento y que dan cuenta de un proceso cualitativo, holístico y flexible.
El Grupo Formativo como método fundamental de la investigación
El grupo Formativo como método central de la Metodología de los Procesos Correctores Comunitarios de la vida cotidiana[4]constituye un instrumento metodológico que permite acceder a través del grupo a la cotidianidad de las personas, para propiciar la toma de conciencia y el cambio necesario en sus cotidianidades en pos del crecimiento humano. El coordinador de este grupo se convierte en un facilitador, brindando elementos de análisis a la población a partir de determinados referentes teóricos-metodológicos, utiliza diversos recursos, entre los que resalta de modo especial, el juego dramático, para encauzar la búsqueda de alternativas de solución a los problemas, a partir del protagonismo y reflexión personal y grupal que promueve en la población. La escena de un hecho de la vida cotidiana, recrea el juego de proyecciones e identificaciones en relación con el trocito de imaginario social cristalizado, facilitando una reflexión de alta potencia transformadora.
La Metodología de los Procesos Correctores Comunitarios tiene carácter de investigación – acción – participación (IAP) por ser un espacio que promueve la reflexión y autorreflexión crítica del grupo, creando la apertura para la comprensión y el cambio a partir de la toma de conciencia de las contradicciones de la cotidianidad.
Cada sesión de trabajo grupal se compone de tres momentos fundamentales:
Momento Inicial: Está compuesto de un momento informal que se produce con la llegada de los miembros del grupo, donde se realiza el intercambio de saludos, informaciones, comentarios y se hacen notables las ansiedades que despierta el encuentro; y uno formal donde se lleva a efecto una ronda de comentarios para reflexionar en pequeños grupos sobre las vivencias e ideas que generó el tema de la sesión anterior o las expectativas sobre las sesiones en general (sesión inicial). Es momento de síntesis grupal.
En el caso de la primera sesión se realiza el encuadre del trabajo grupal, se delimitan tareas, objetivos, contenidos, metodología a utilizar, duración y lugar de cada sesión. Se establecen en conjunto las reglas y normas de trabajo: asistencia, puntualidad, carácter cerrado, disciplina y reglas de comunicación.
También en este momento se realiza el caldeamiento específico o inespecífico que consiste fundamentalmente en ejercicios corporales que permiten la preparación de las integrantes para la tarea, disminuyendo las ansiedades que genera la misma. Estos pueden ser relativos a la tarea o no.
Desarrollo: Incluye el planteamiento temático específico, se presenta el tema a trabajar, básicamente a través de ejercicios de reflexión (con técnicas que tienen un carácter proyectivo) y del juego dramático.
A continuación, se produce el momento elaborativo específico o debate, donde los participantes dan su opinión sobre lo planteado a partir de algunas preguntas más o menos abiertas que propone la coordinación. Se puede incluir además, una breve devolución en función de no dejar desbordadas las ansiedades que genera la discusión.
Cierre: Se realiza para recoger finalmente las ideas, opiniones, sentimientos y ansiedades que despertó el tema, haciendo una integración de lo trabajado. En la última sesión se hace también una evaluación del grupo, evaluando si se ha logrado la gestación de un proyecto comunitario con un imaginario grupal que define el impacto que ocasiona en los participantes el debate de los temas propuestos, justo por la novedad e importancia de los mismos. Es posible emplear varias técnicas como: palabras finales, poemas, cartas colectivas etc., con un tema sugerido o propuesto.
El análisis de las sesiones del grupo formativo se hará de manera particular, realizando en cada una:
Un análisis temático o descriptivo que consiste en ofrecer descripciones acerca del sentido o significado construido por las mujeres del grupo y que se revelan en sus intervenciones, para lo que se utilizarán frases ilustrativas expresadas por ellas. Es un análisis de lo explícito, donde los contenidos que van apareciendo contribuyen a la conformación del proyecto grupal.
Un análisis dinámico o interpretativo, consistente en la develación de los aspectos subyacentes a la elaboración del tema de cada sesión: las ansiedades, resistencias, emergentes, los silencios y temores provocados por el tema en cada uno de los momentos de la sesión, así como una valoración de los indicadores del desarrollo grupal (vectores del cono invertido, introducidos en la teoría psicológica por Enrique Pichón Riviere, dígase la pertinencia, pertenencia, comunicación, cooperación, aprendizaje y telé). Se valorará el proceso de participación que tenga lugar a nivel del grupo, cómo el grupo atraviesa por niveles hasta la construcción del proyecto grupal. Formas en que se expresa la autogestión del grupo para resolver la tarea grupal.
El análisis de estos indicadores contiene los vectores del cono invertido de la teoría de Pichón Riviere:
Pertenencia: Motivación por la actividad, la identificación de los distintos miembros del grupo con la tarea y con le resto del grupo, la asistencia (vista también como síntoma de responsabilidad asumida con el desarrollo de la tarea)
Pertinencia: Capacidad para centrarse en la tarea (medida por el monto de la pre tarea y la productividad del grupo, entendida esta como el conjunto y calidad de las reflexiones, dramatizaciones y comentarios, a partir de sus contenidos y de los sentimientos explicitados). Interés por los temas y recursos utilizados.
Cooperación: Contribución a la tarea grupal sobre la base de la asunción de roles diferenciados y complementarios con el logro de aquella, es decir, supone un intercambio y verdadera rotación de roles en el interjuego grupal. Relación en que ocurre el proceso de participación
Comunicación: La adquisición de un ECRO (esquema conceptual referencial y operativo) común, cómo se dicen los mensajes y la fluidez de los mismos, entendido en cómo fluye la comunicación: de una hacia todas, de todas hacia una, entre dos, aislándose del resto del grupo- o de manera orgánica, es decir entre todas.
Aprendizaje: Ritmo y forma de resolución de los obstáculos que impiden el aprendizaje. Cantidad y calidad de la información que ofrecen los miembros del grupo, propiciando un salto cualitativo en el saber grupal, que se traduce grupalmente en términos de creatividad, internalización, elaboración de ansiedades, concienciación de las contradicciones y deseos de cambio. Proceso de construcción del proyecto grupal.
Telé: Rechazo o aceptación inicial de cada uno de los miembros con el resto del grupo y con la coordinación para trabajar la tarea. Sentimientos de contra transferencia de la coordinación.
Análisis de los resultados
La evaluación de la efectividad del Programa de Intervención Comunitaria "Cuerpo y Climaterio" fue realizada teniendo en cuenta los indicadores desarrollados en el Capítulo ( 1: Idoneidad, Eficiencia y Aprendizaje. Los cuales se operacionalizaron en subindicadores que facilitaron su análisis.
Como parte de estos indicadores, se valora la idoneidad a partir de la capacidad que presentan los temas para responder a los objetivos del programa. Estos temas y tareas promovieron en las participantes el debate y reflexión sobre aspectos de su cotidianidad, que por ser considerados como "obvios" no se les presta la atención necesaria, aun cuando producen malestares e insatisfacciones.
Los recursos técnicos empleados por la coordinación facilitaron la comprensión de las temáticas abordadas y la formación de nuevos conocimientos en temas como el erotismo, la corporalidad, el climaterio; entre otros, respondiendo a las necesidades de esta población relacionadas con la demanda de información, sobre los cambios que ocurren en este periodo y la manera de afrontar los conflictos internos y aquellos que tienen lugar en la relación con los otros (entiéndase pareja, hijos y compañeros).
Las relaciones en el grupo reflejaron cordialidad y familiaridad entre las integrantes, favoreciendo la identificación con los contenidos sugeridos. Estas condiciones se fueron enriqueciendo con la creciente participación, motivación y entusiasmo durante las diferentes sesiones, lo que facilitó el mantenimiento de la dinámica grupal en función de las tareas. Atendiendo al resultado alcanzado se considera que los temas tratados en el programa permiten promover el desarrollo de la conciencia crítica en el grupo de mujeres de la mediana edad.
Es valorada la eficiencia en la medida en que la coordinación facilitó desde el saber científico un cúmulo de informaciones relacionadas con los temas trabajados, las cuales causaron momentos de silencio, tensión e implicación afectiva, lo que dio cuenta de un análisis introspectivo de su cotidianidad. Se pudo apreciar el interés del grupo por los temas propuestos al transitar por los momentos de inicio, desarrollo y cierre de las sesiones, colaborando eficientemente con las tareas. Las acciones y orientaciones de la coordinación dinamizaron el clima sociopsicológico, favoreciendo la calidad y espontaneidad de las reflexiones y mensajes expresados.
A partir de los conocimientos brindados por la coordinación, el contenido de las valoraciones tuvo una fuerte implicación personal y vivencial al mover situaciones de conflictos y malestares que permanecían latentes en las integrantes del grupo, destacando las contradicciones que tienen lugar entre lo instituido y lo instituyente. Se considera que el propio develamiento de estas contradicciones, conjuntamente con las reflexiones críticas y la búsqueda de alternativas que estuvieron en función de alcanzar un bienestar personal, constituyen resultados que permiten señalar como eficiente los esfuerzos (cognitivos, informativos, técnicos y humanos) desarrollados durante la implementación del programa.
El consecuente intercambio de criterios, juicios y puntos de vistas tanto convergentes como divergentes dio lugar a la estructuración de un lenguaje grupal, distinguido con mayor claridad a partir de las sesiones intermedias del programa. En este sentido se evidenció un reconocimiento de las necesidades de cambio centradas en el análisis de los temas siguientes: relación de pareja, la corporalidad y la familia. El trabajo grupal facilitó un discreto desarrollo consistente en el tránsito de las iniciales concepciones de que sus malestares eran solo el resultado de los cambios hormonales propios del climaterio, hacia la comprensión de que sus insatisfacciones se relacionan más con los factores psicológicos y culturales, que se traducen en sobrecargas de roles, conflictos de pareja, disminución del deseo sexual, que responden al conjunto de mitos y estereotipos que existen alrededor de este período.
El logro de una reflexión grupal sobre los temas que fueron tratados en el programa, la creatividad en la realización de las técnicas y la interiorización de los conocimientos ofrecidos dan lugar a la existencia de un aprendizaje parcial porque se apreció una sensibilización con los temas aunque no se logró movilizar su conducta para operar el cambio en sus cotidianidades.
Partiendo del análisis de los indicadores de idoneidad, eficiencia y aprendizaje, que dan cuenta de la efectividad del programa de intervención comunitaria sobre los significados del cuerpo y el climaterio, en mujeres de la mediana edad, se llega a la conclusión de que la aplicación del programa ha sido efectiva al dar cumplimiento a los objetivos propuestos, por ser congruente con las necesidades de este grupo poblacional para el cual fue diseñado siendo capaz de fomentar la implicación personal, afectiva y finalmente facilitar el desarrollo de la conciencia crítica de las integrantes del grupo acerca de los temas abordados.
Bibliografía
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18. Sánchez, V. A. (1991). Psicología Comunitaria. Bases conceptuales y operativas. Métodos de intervención. Barcelona: Promociones y Publicaciones Universitarias.
Autoras:
Yennys Salazar Matamoro
Lic. Yeris Rosales Suárez
MSc. Sucel Domínguez Almaguer
Biografía del autor:
Lugar de nacimiento: Bayamo, Granma, Cuba.
Profesión: Lic. Psicología.
Centro Laboral: Departamento de Psicología, Universidad de Granma.
Nota: este artículo forma parte del ejercicio de culminación estudios (tesis) para optar por el título de licenciada en Psicología.
[1] Definición elaborada por la autora, partiendo de las concepciones teóricas analizadas.
[2] Nota de los autores.
[3] ECRO es un conjunto de conceptos teóricos ('conceptual'), que son referidos a un grupo y a una situación concreta ('referencial') para trazar instrumentalmente ('operativo'), sobre esas bases, una estrategia de cambio que se constituye como la tarea de un grupo operativo. El ECRO es ante todo un instrumento que debe ser construido en el contexto de las actividades de un grupo operativo y es, por ello, ante todo, un ECRO grupal. Definición creada por E. Pichón Riviere(1995)
[4] Metodología creada por los psicólogos argentinos Mirtha Cucco y Luis Losada, que tiene ya más de 25 años de aplicada en el Centro de Formación e Investigación Marie Langer, en Madrid y Victoria, España, Cuba, Argentina y otros países de América Latina, con exitosos resultados en su aplicación en la esfera clínica, de la salud, comunitaria y educacional.
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