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Nosotros: ética, política y cultura (página 2)


Partes: 1, 2

 

Emmanuel Levinas (1974) plantea la responsabilidad para el OTRO como inherente al YO:

"Necesidad de aquel que no tiene ya necesidades, se reconoce la necesidad de otro que es otro, que no es mi enemigo (como en Hobbes o en Hegel), ni mi "complemento",…El deseo de otro-la sociabilidad- nace en un ser al que no le falta nada o, mas exactamente, nace mas allá de todo lo que puede faltar o satisfacerle. (p.55)

Ser Yo significa, por lo tanto, no poder sustraerse a la responsabilidad, como si todo el edificio de la creación reposara sobre mis espaldas…la Unicidad del Yo es el hecho de que nadie puede responder en mi lugar…" hemos llamado a la relación que une el Yo y el Otro, idea de lo infinito. (p.62). Es a pesar mío que el Otro me concierne. (p.110)

En su obra Ética e Infinito (1991) es aun más profundo en los límites de esta responsabilidad para el otro como condición ética de lo humano: "En este libro hablo de la responsabilidad como de la estructura esencial, primera, fundamental de la subjetividad. Puesto que es en términos éticos como describo la subjetividad. (p.89)…yo soy responsable del otro sin esperar la reciproca, aunque ello me cueste la vida." (p.92)

Igualmente, el "Nosotros" no podrá ser nunca la pretensión populista o vanguardista de hablar en nombre de los "Otros". Por los excluidos y la victimas solo pueden hablar ellos mismos. Nadie sin ser excluidos o victimas puede hablar en nombre de algo a lo que no pertenece, no conoce a profundidad y por mas sensible que sea solo tiene referencias. La ética del "Nosotros" en este caso es el reconocimiento a ese OTRO.

Pero fundamentalmente contribuir en la posibilidad para que ellos mismos se expresen y participen. Así lo plantean Bárcena y Mélich(2003):

Hemos dicho antes que la victima no puede hablar, y eso produce que otros tomen la palabra en su nombre, y que se la apropien. Este aspecto resulta sumamente peligroso y es, a nuestro juicio, lo que una educación desde la mirada de la victima debería poder evitar. Quizás pueda objetarse que esta posición resulta poética.( p. 202) El momento justo es el instante en el que escuchamos el silencio del otro cuya trágica mirada nos atraviesa. El momento justo es el instante en el que captamos la suma fragilidad de su grito , hurtado tantas veces y sin posibilidad de poder denunciar el mundo, cuando le escuchamos tanto en lo que dice como en lo que no puede decir , en lo que es imposible de decir y, sin embargo, expresa muestra .(p. 203)

No se trata de vanguardias revolucionarias o de intelectuales orgánicos o políticos populistas que hablan siempre de un pueblo al cual no conocen, al que siempre subestiman porque creen inferior y cuya reproducción de esta supuesta inferioridad es muchas veces mantenida porque esto legitima la existencia de estos quienes pretenden hablar en nombre de las victimas. La condición de oprimido, explotados, excluidos, victimas, reconocidas y a conciencia de muchos intelectuales y políticos de la izquierda garantiza su sostenibilidad. La desaparición de estas condiciones les haría perder sentido. Por ello de lo que se trata no es de representar sino de tener responsabilidad hacia los otros, sin lo cual la existencia del yo no tendría sentido. Existimos para los otros.

Tarea difícil establecer el deslinde en qué momento estamos siendo sinceros al hablar de un nosotros del que somos responsables por su propia participación o el nosotros petulante que sustituye y pretende representar a los otros bajo una condición conciente o inconciente de la superioridad del yo. Bárcena y Mélich(2003)se refieren a este OTRO excluido como LAS VICTIMAS:

Nuestras democracias no han incorporado todavía , como una de las grandes lecciones que cabe aprender , el inmenso valor y significado que contiene la condición de la víctima . Creemos que, simplemente, no es posible una educación que no tenga, entre sus lecciones más importantes, el aprendizaje del dolor de las víctimas de la historia Pág. 203. La víctima nunca se sitúa a "nuestro lado", sino que siempre está "frente a "nosotros, retándonos con un "cara a cara" ineludible. (…)La relación con la víctima no puede pensarse desde la categoría de la reciprocidad. No se acoge a la víctima esperando que algún día nos devuelva lo dado. La relación con la víctima es don, es una relación de donación, como la que Jacques Derrida ha descrito en su ensayo Dar (el) tiempo. (Pág. 207)

Para muchos esto podría representar el fin de las representaciones, del discurso en nombre de los otros, del poder en nombre de los otros, representaría el fin de la política. Por el contrario, para quien escribe, representaría el fin de la forma tradicional de hacer política, entraríamos a la democracia directa, igualitaria, para mi, la verdadera democracia, donde no solamente se garantiza el derecho a dialogar en forma simétrica sino el derecho a la vida misma, al trabajo, la familia, la educación, la cultura en una sociedad no competitiva sino solidaria. Es decir, para mí, esta sociedad tiene nombre, es el socialismo.

Así como la categoría OPRIMIDO en Latinoamérica nos lleva a Freire, el termino VICTIMAS nos lleva a Dussel y a otros autores que consideran mas precisa esta categoría para expresar el drama de quienes no son solo explotados económicamente sino expresión de todo tipo de violencia: exclusión social, educativa, cultural, jurídica y política .Marginados de la vida digna, del propio derecho a existir: perseguidos ,asesinados, prisioneros de un sistema social cuya inclusión es su exclusión, viven para ser excluidos, para ser victimas. Son lo que no deberían ser. Por eso este concepto es difícil descifrarlo solo desde la perspectiva científica, no solo es plusvalía o alineación, dominación, es todo eso y mas .El abordaje objetivita de la ciencia le roba el espesor humana, pasional con el que también debe tratarse. Bárcena y Mélich(2003) hacen las siguientes reflexiones al respecto:

Nuestro punto de partida consiste en afirmar que la victima no es una" categoría" y que, por lo tanto, el lenguaje estrictamente objetivante y científico, tal y como ha sido tradicionalmente entendido al modo idealista, es radicalmente insuficiente para tratar el tema que nos ocupa. De la victima no se puede hablar "conceptualmente" o "categóricamente": Dicho a la Wittgenstein, sobre la víctima no puede decirse nada, solamente puede mostrarse. (p. 198)

Podemos referirnos a un nosotros cultural: familia, tribu, nación, pero también a un nosotros político-social: pueblo, organizaciones, sociedad civil, estados nacionales, organismos internacionales. En este trabajo deseamos referirnos a un "nosotros" como categoría política que representa a los que históricamente han sido excluidos o victimas del sistema social. Un NOSOTROS que se reconoce así mismo en la opulencia, en la tiranía, en el poder de Otros. Es un nosotros que integra lo étnico cultural pero que supera este espacio, es un nosotros comprometido, no contemplativo, no resignado.

Es un "nosotros" cuya primera tarea es la concientización de su situación de victimas y excluidos para poder transcurrir a niveles de organicidad que desde el barrio, pasando por las ciudades, las naciones, configuren un nosotros mundial. Pero no es un nosotros para excluir al Otro opresor sino para destruir las bases de las estructuras que han hecho posible su existencia. Al final ese Otro tendrá que ser parte de Nosotros. Así como la reconstrucción del nuevo modelo societal debe impedirse que el Nosotros se convierta o sustituya a los antiguos Otros represores y excluyentes. Bárcena y Mélich(2003):

En estos escenarios, los sujetos habitan espacios de marginación que, sin embargo, quedan incluidos dentro del sistema, con toda la legitimidad que el Estado democrático otorga a "lo social", y a la vez constituyen espacios- otros de exclusión donde el "cuidado del otro" es, normalmente , un modo de gobernación del otro según reglas que los mismos sujetos no dominan ni controlan . Pág. 210

Se trata , por así decir, de una mirada excéntrica que renunciando a la fortaleza de la identidad del sujeto que mira ,acepta la fragilidad del otro, no para debilitarlo más, sino para fragilizar el yo sin perder el plano de la asimetría bajo la cual se define la relación entre ambos (…)Necesita conferirles un significado para que la vida humana resulte soportable , porque en ausencia de todo sentido la vida deja de ser humana aunque sea todavía "vivible." (P.211-212)

Estos autores se atreven hacer las siguientes sugerencias en el tratamiento método-sensitivo de las victimas:

Existe un número de categoría sensibles que convendría recuperar para una formación de la mirada particularmente atenta al aspecto humano del otro que sufre. Las vamos a citar a continuación: en primer lugar, una poética del silencio como forma de comunicación y la opción del silencio , que no el mutismo , como resistencia frente al abuso de poder y a la dominación . A continuación, una imaginación narrativa como un dispositivo esencial para captar las intenciones, los deseos y las creencias de los otros .En tercer lugar , el tacto y la capacidad de escuchar como apertura al mundo afectivo y sentimental de los demás. En un cuarto apartado situaríamos las descripciones y uso de términos sensibles. Se trataría de formar hábitos mentales que no acostumbren a pensar en términos de descripciones sensibles, en vez de en términos de conexiones simplemente lógicas , de modo que seamos capaces de captar las expresiones de las cuestiones existencialmente relevantes para el sujeto como parte de nuestras formas de relacionarnos con el mundo. Y, finalmente, estar atentos al abuso de analogías mentales en la representación del otro, es decir, intentar abandonar las analogías mentales como forma de mantener la extranjeridad del otro como algo natural en nuestra relación asimétrica con el . No cabe duda de que cada uno de estos aparatos necesitaría un desarrollo pormenorizado. (Pág. 215)

El propósito de este trabajo es el rescate del nosotros, del colectivo, del pueblo frente al individualismo egoísta y frío que defiende el liberalismo y su nueva versión neoliberalista. En el contexto de la posmodernidad supuestamente se ha pretendido rescatar el papel del sujeto como individualidad frente a varios siglos- desde el pensamiento judeo cristiano pasando por el socialismo–de Megarelatos que pusieron al ser individual de un lado.

Con la caída del socialismo soviético sufre una fuerte crisis este discurso colectivo, de quienes se anarquizan, se esconden, quienes tienen miedo de hablar de comunidad, de revolución, mucho menos de socialismo. Hoy esos colectivos no están claros, quizás no sean las clases sociales, tomara otros nombres, pero tampoco pueden ser sustituido por esas categorías sin sentido como es esa estratificación de carácter publicitaría que nos divide en extractos a,b,c,d como si tratara de tallas de camisa. Ni es el pueblo en el sentido geográfico, de todos los que habitan una nación, es un nosotros comprometido que produce en términos económicos un valor agregado, que enriquece, que busca la transformación de una mayoría empobrecida, excluida, es un nosotros que no pretende convertirse en vanguardia, ni en representación de nadie, sino que permite la expresión del otro, que lo reconoce, que lo respecta, que lo ama.

John Holloway en su obra Tomar el Mundo sin Cambiar el Poder (2002) hace alusión a este asunto:

Por su puesto, este nosotros no es un sujeto puro y trascendente: No somos el Hombre, ni la Mujer, ni la Clase Obrera, al menos no por el momento. Estamos demasiado confundidos para esto. Somos un nosotros antagónico que surge de una sociedad antagónica. Lo que sentimos no es necesariamente correcto pero es un punto de partida que debe ser respetado y criticado, no despreciado a favor de la objetividad."(P.18)

Para Dusse (2001) el nombre de las categorías tampoco importa, porque compartiendo con Holloway considera que las estructuras de poder y dominación no están solo donde tradicionalmente se han ubicado: "Fue mostrar que la categoría "clase" no agotaba ni el análisis ni el horizonte de la opresión , ya que podía haber opresión en el genero, en la pedagogía, en la política ( y no solo en la economía ), en las estructuras del imaginario fetichizado ,en la cultura ,en la ecología, el racismo, etc. " (P. 185)

Por ello en este trabajo trataremos de reflexionar sobre categorías como cultura, identidad, democracia, derechos humanos, ciudadanía que en principio parecen legítimos revestidos de moral pero que en realidad expresan un tipo de sociedad marcada por el individualismo, una libertad a despensa de los derechos del otro, una igualdad solo jurídica pero no de hecho, una ciudadanía que niega al OTRO.

II-¿QUÉ ES EL PUEBLO?

Seguro estoy, apreciado lector, que compartirá conmigo la afirmación de que no existe un termino mas citado como es el de PUEBLO .Este concepto usado por igual por políticos de derecha e izquierda, por liberales, comunistas, populistas, sociólogos, historiadores, economistas de cualquier tendencia o corriente, sin embargo; su "popularización" es de relativa poca data. Fueron los franceses del siglo XVIII los que comenzaron a usarlo diferenciándolo de la acepción estricta del término: conglomerado de seres vivos (personas, animales o plantas) que habitan en un lugar determinado o pequeña ciudad con características rurales.

La nueva acepción del término pueblo ha sido usada para referirse a los excluidos, a esa "masa" de pobladores que iban habitando las nuevas ciudades y que no formaban parte de los sectores privilegiados, como lo era el clero y los señores feudales, ni de la nueva clase social dominante como seria la burguesía. Marx, en el "Dieciocho Brumario" de Luís Bonaparte hace uso del termino "Pueblo Llano" para intentar definir aún mas este concepto.

El concepto de pueblo, así como los que se derivan de él, como es el caso de "popular", son a veces tan ambiguos y confusos como cuando hablamos de democracia, nacionalismo, los cuales muchas veces sirven para decir todo y otras muchas no dicen absolutamente nada, desde su significado amplio aquel de todos los habitantes de un sitio o todas las diversas versiones que les han dado las corrientes políticas modernas. Existe una visión de pueblo como sinónimo de masa o colectivo "amoldable" a las direcciones de un líder o caudillo, percepción que coloca al pueblo como masa ignorante que como ovejas de un rebaño deben seguir a quien supuestamente posee la verdad. Existen también las otras visiones de corte romántico que ven en el pueblo una especie de destino manifiesto, que no se equivoca y con una clara vocación revolucionaria.

En América Latina, tanto en época colonial como en el siglo XIX, las elites intelectuales y políticas se referían al pueblo como las grandes mayorías ignorantes a las cuales era necesario guiar, una especie de niño perenne, que necesita la tutela de un adulto, otros se trazaron la meta de formar ciudadanos. Tanto liberales como marxistas chocaron en sus visiones con respecto al pueblo, pero para ambos el pueblo requería ser dirigido, ya sea por el "cesar democrático" o la "vanguardia revolucionaria". Para el marxista latinoamericano fue fundamental utilizar la categoría pueblo.

En una región donde, a diferencia de Europa, no existía un proletariado o una clase obrera claramente constituida, la categoría pueblo fue usada para sumar al campesino y al nuevo habitante de las ciudades y diferenciarlo con respecto a la clase terrateniente y a la incipiente burguesía. Pero fueron fundamentalmente los populistas, a partir de la década del 40 del siglo XX, los que llevaron al extremo la utilización del término a través de la categoría política policlasismo, para enfrentarla a la concepción socialista del papel predominante de la clase obrera. El policlasismo hizo posible el predominio nuevamente del concepto de pueblo refiriéndose a todos los que habitan en un país: "pueblo somos todos". De esta manera, cuando hablan de pueblo se refieren por igual al humilde campesino y al terrateniente, al obrero de la fábrica y al empresario. Mas adelante haremos mención a la ambigüedad de conceptos como el de cultura popular , que originalmente estaba referido a la cultura de los excluidos y a las diversas identidades particulares, por lo tanto no puede ser masivo o popular. Si bien hay elementos que los unen, no puede ser exactamente igual la cultura de una etnia fundamentalmente negra, aborigen, blanca, campesino, urbana, entre otros. Muchas veces lo popular se convierte en una etiqueta o peor aun en un proceso que enmascara la imposición de una cultura sobre las otras, para implantar un pensamiento único y hegemónico.

Sin la menor duda, los cambios ocurridos en la globalización y el debate posmoderno exigen replantearse conceptos que fueron validos para la modernidad, categorías como clases sociales exigen ser revisados y replanteados por los científicos sociales. Es difícil decir hoy con precisión quiénes son los miembros de la burguesía, dónde esta la clase media o la clase obrera, ya todo no se resuelve con la posesión de los medios de producción o el nivel de ingresos; sin embargo, esta realidad no nos puede llevar al extremo de ignorar estas categorías. Hoy es común oír hablar de estrato "A", "B", "C", o referirse a clase alta y baja como si se tratara de las tallas de un pantalón: ¿Bajo con respecto a que? ¿Alta a cuenta de qué? Sociológicamente, estas no es una estratificación valida y que nuevamente son conceptos que se prestan a la manipulación para enmascarar realidades y tienden a parecerse más a las viejas estratificaciones del periodos colonial, cuando las diferenciaciones eran determinadas por el color de la piel o castas. Así mismo, actualmente, algunos siguen manipulando con el concepto de pueblo en la versión populista o la socialista pero también por quienes al extremo parece que les asquea hablar de pueblo y utilizan concepto como el de "Sociedad Civil", ampliamente valido, pero que muchas veces se utiliza para referirse solamente a las personas con instrucción académica, sectores de la clase media y excluyen a las grandes mayorías, a esos que tradicionalmente se les ha llamado pueblo

III-LA SOCIEDAD CIVIL: CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA

El término ciudadano es quizás hoy uno de los mas utilizados en el mundo y fundamentalmente se define en su esencia político-jurídica en el reconocimiento de los deberes y derechos individuales de los seres humanos.

Desde la ciudadanía griega, pasando por la ciudadanía de la ilustración, de la revolución francesa, la de los derechos humanos a mediados del siglo XX, hasta llegar a las modernas sociedades civiles de carácter nacional e internacionales, conlleva a una concepción de carácter ético sobre lo que en principio es difícil tener desacuerdos.

Sin embargo; cuando este mismo proceso histórico de conformación de la ciudadanía es revisado desde el punto de vista socio histórico y en relación a las estructuras del poder, se abren espacios para las incertidumbres o las contradicciones. Cuando desde los griegos se habla de ciudadanos para diferenciarse de los pobres y los esclavos que ningún derecho tenían y si muchas obligaciones, vemos en la categoría ciudadano el ideal representativo de una elite. El ciudadano ha sido un concepto utilizado para contraponerse al de pueblo, fundamentalmente al del "pueblo llano" en el sentido marxista o el de los excluidos, oprimidos, victimas, según Levinas, Dussel, Freire, entre otros.

Normalmente se refiere la ciudadanía o el poder ciudadano a la capacidad de intermediar y de ser representado en las estructuras jurídicas. Estructuras que no son neutras, que legitiman y legalizan el poder económico, social y cultural de unos sobre otros, que han sustentado la violencia de siglos de unos habitantes sobre otros, de unas naciones sobre otras. . Al decir de Magendzo(2000): "Por lo que ha sido común conceptualizar ciudadanía sobre todo en términos de los derechos políticos, quedando al margen los derechos económicos, sociales y los derechos colectivos." (P. 14)

Tampoco podemos conformarnos con la definición burda de que el ciudadano o sociedad civil es lo contrario a lo militar o a lo religioso. A nuestro modo de ver esto no define nada, ya que históricamente tanto militares como religiosos han tenido vida activa e influencia en los espacios de lo que llamamos civil. Nos contraponemos a una concepción de lo ciudadano donde prive el aspecto individual ya que esta percepción encierra una concepción vinculada al liberalismo político y económico, desarrollada a partir del siglo XVIII y que contribuye al modo de ser capitalista: egoísta, competitivo, indiferente, en fin; inhumano. Donde el ciudadano se confunde con quien tiene derecho al voto, al que tiene capacidad de consumir económicamente, al que paga impuesto, los que no gobiernan, son gobernados.

Una ciudadanía apática, excluyente, ególatra, que se cree poseedora de la verdad. Una ciudadanía que pone barreras a la mayoría de la población por tener medios económicos y haber sido la elite que ha podido acceder a las instituciones educativas y culturales. Una ciudadanía, que a igual que la antigua Grecia, pretende mantener su estatus gracias a la existencia de otras mayorías: VICTIMAS

Por esta razón partimos de la idea de que ciudadanos y estos organizados en sociedad civil deben ser todos, sin exclusión, pero esto no se resuelve en el tradicional sistema republicano de la división de los poderes, de los Estados laicos, del alejamiento de los militares a las estructuras de poder, ni con el voto individual sino con la transformación y destrucción de las actuales estructuras de poder económicos, política y culturales que imposibilitan la inclusión. De lo que se trata es de defender la liberación y no las libertades individuales o el liberalismo que la sustenta, que al final son libertades de unos para someter a otros. La liberación debe ser de todos y para todos sin exclusión.

Los especialistas en la materia coinciden en señalar que la sociedad civil se refiere a grupos de personas que sin fines de lucro, sin depender del Estado, no persiguiendo ocupar puestos gubernamentales, se organizan para lograr fines determinados. De esta manera queda claramente diferenciado el papel de la sociedad civil y de los partidos políticos, ya que estos últimos tienen claramente entre sus objetivos ocupar cuotas de poder. . Muchas veces este concepto es utilizado para enmascarar a organizaciones políticas gubernamentales o de oposición que solo aspiran conservar o lograr el control del Estado. Tampoco la sociedad civil puede convertirse en la plataforma de los tradicionales y nuevos sectores económicos que han visto en este tipo de organización una forma más fácil de acceder al poder político. Ni la sociedad civil debe convertirse en grupos excluyentes que marginen a la mayoría de la población, a esos que tradicionalmente llamamos el pueblo.

Según el sociólogo venezolano Michel Mújica no puede haber democracia en el capitalismo:

En efecto, en lo atinente a la política, la noción de ciudadanía vinculada a la idea de autonomía no es una condición universal de la humanidad; resulta ser que su condición universal es fruto o creación histórica y social de la modernidad occidental y ha trascendido el ámbito estrecho del espacio político.(P. 65)Del mismo modo, una política subordinada a los requerimientos de una economía de mercado no puede ser calificada de democrática sino de liberal. (P.66)

Natalio Kisnerman comparte este parecer al afirmar que desde las estructuras de poder, la razón y el discurso capitalista no se emanan ética ni justicia social:

Las cosas no son, sin embargo, tan simple. La libertad de pensamiento reducida a sí misma, la libertad de pensamiento que no es más que libertad de pensamiento, es por ello mismo una conciencia de tiranía. Al lado del mandato razonable del jefe filósofo se manifiesta el mandato del tirano al que la libertad de pensamiento, aun sabiéndose violentada, resiste. En estas condiciones, ¿sería la tiranía la verdadera acción, y el tirano, el único ser libre? Pág. 70

Levinas( 2002) en su obra Algunas reflexiones sobre las Filosofías del Hitlerismo señala :"La ciencia, la moral, la estética, no son moral, ciencia ni estética en sí, sino que traducen a cada momento la posición fundamental de las civilizaciones burguesas y proletarias." (P12).

Para el filósofo chileno Marturana:

"En el mundo presente, en el mundo occidental vivimos el rechazo a las teorías filosóficas en el campo sociopolítico con las que se intentó establecer, desde una preocupación ética, un modelo de convivencia humana fundada en el respeto, que fue negado de partida por las convicciones de control y poder de la misma cultura patriarcal que le dio origen. Yo sostengo que la fuente de este rechazo, sin embargo, no se encuentra principalmente en la reflexión epistemológica o en la evidencia de un quiebre ecológico que se avecina, o en la conciencia de su fracaso desde un punto de vista económico, o en la defensa de la justicia, sino en la rebelión contra la justificación racional de la negación del otro, en una ruptura de la red de conversaciones patriarcales desde el operar de la biología del amor". (p135)

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

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Ardao, Arturo. (1978) Estudio Latinoamericano De Historia de las Ideas. Monte Ávila Editores. Caracas – Venezuela.

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Dussel, E. (1.998).Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión. Editorial Trotta. Madrid.

Dussel, Enrique (2001) Hacia un a filosofía política crítica. Editorial Desclée De Brouwer. S.A. Bilbao. España

Giroux, Henry (1990) Los profesores como intelectuales. Paidos Editores, España 1990

Freire, Paulo (1991). Pedagogía de los oprimidos. Siglo XXI Editores. Caracas

Holloway, John. (2002) Tomar el Mundo sin Cambiar el Poder. Colección Herramientas Universidad Autónoma de Puebla. Argentina

Levinas, Emmanuel (2002) Algunas reflexiones sobre las Filosofías del Hitlerismo.

Fondo de Cultura Económica. Argentina.

Levinas, Emmanuel (1991) Ética e Infinito. Editorial la Balsa de la Medusa. España.

Levinas, Emmanuel (1974) Humanismo del otro hombre. Siglo XXI Editores. México.

Magendzo, Abraham.(2000) Formación ciudadana. Cuadernos de filosofía. México

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Mújica, Michel (2000) Etica y democracia. Monte Ávila editores. Caracas

Ohmae, Kenichi (2000) El Fin de los Estados Nacionales Editorial Andrés Bello. Chile.

Savater, Fernando (1991) El Valor de Educar. Editorial Ariel. España.

Sartre Jean- Paul (1993) El ser y la nada. Ediciones altaza. Barcelona

Marturana,Huberto (1996 El sentido d lo humano. Ediciones Dolmen..Chile

 

Pedro Rodríguez Rojas

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