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Descentralización apropiada: – La revolución de las regiones

Enviado por GUILLERMO PREMINGER


Partes: 1, 2, 3

    1. Estructura general proyecto cámara .Sinceridad emprendedora con articulación
    2. Innovación y confianza para crear territorios emprendedores en América latina
    3. Transparencia, rendición de cuentas y desarrollo territorial responsable para América latina
    4. Competitividad sistémica: equidad y desarrollo humano
    5. Apoyo bibliográfico

    Innovación y Confianza para crear Territorios Emprendedores en América Latina

    ESTRUCTURA GENERAL PROYECTO CÁMARA

    I PARTE

    INTRODUCCIÓN

    Sinceridad Emprendedora con Articulación

    Tal como en una propuesta federalista se distingue la autonomía regional como una condición para alcanzar una ‘conciencia del sí mismo regional’, una que sin ser una identidad quejumbrosa logre ‘hacerse cargo del desarrollo, así también las voces autorizadas en el área de desarrollo social advierten que no es suficiente con un "basismo" localista para ser territorios emprendedores. Lejos de eso, se debe cumplir una condición esencial que dice relación con una ‘articulación hacia arriba’ y un ‘proceso de mayor transferencias y acompañamiento de los niveles centrales’. La autonomía regional no es ni puede ser entendida como un "autonomismo" ensimismado.

    Lo anterior es claramente observado en los aportes de John Durston, quien, a propósito de un acabado análisis sobre avances y retrocesos en materia de programas para el desarrollo de territorios mapuches en el sur de Chile y en otras comunidades rezagadas del Continente, logra un preciso complemento a la visión clásica de Robert Putman respecto de capital social como movilización de recursos y capacidad asociativa, sugiriendo una "intervención pro-activa" entre comunidades-gobiernos locales con el nivel nacional-internacional para generar verdaderas sinergias de despegue territorial.

    Visiblemente, un aporte de dinamismo y actualización para los enfoques de desarrollo regional de zonas rezagadas, una contribución, básicamente, acentúa en los actores los rasgos de "pro actividad" y de "correlación". Una visión más compleja y sistémica que supera las miradas históricas que apuntaban hacia aspectos específicos.

    El esquema de Margarita Flores y Fernando Rello es de gran ayuda para comprender esta nueva visión. Son ellos quienes distinguen un proceso de complejización del enfoque de capital social, desde los "asociativistas" que enfatizaban a fines de los 80s la "cultura social de las comunidades" (Bourdieu, Coleman, Putman) hasta a las visiones más "conductuales", "normativistas" e "institucionalistas" de fines de los 90s (Woolcock, Fukuyama, Neo weberianas, Banco Mundial, etc.).

    Atendiendo la realidad nacional es posible ver que, sobre la práctica de proyectos de desarrollo regional-local, que una serie de acciones y definiciones, un tanto desvinculadas con lo exógeno y los niveles más alto en la jerarquía gubernamental, siendo un interesante capítulo de gestiones, no ha sido suficiente para resolver los problemas. Ni una "cultura local comunitarista" ni ‘grandes reformas legales’, tampoco ‘pactos anticorrupción’ o "largos procesos de planificación", menos las "nuevas agendas descentralizadoras".

    Ahora, en un intento por hacer valer la capacidad de lograr que políticos locales/regionales realicen "nuevas prácticas", con la selección de actores comprometidos al diálogo y a las alianzas de desarrollo local, hablaremos de un nuevo enfoque identificado como ‘sinceridad emprendedora con articulación’. Uno que ubicaremos de manera distante, tanto de los enfoques "de base" -que se convierten una pequeña experiencia social en una Arcadia irrepetible y difícilmente sustentable, debido a la evitación de impacto en las relaciones de poder, sociedad civil y gobiernos-, como de las misiones tradicionales que apelan a ‘reformas estructurales-legalistas’ sin alcanzar modificaciones sobre las conductas y las maneras de actuar en los territorios. Un buen paso para el desarrollo pero insuficiente por sí solo.

    Todo valioso esfuerzo por descubrir una comunidad o un político ‘puro y no corrupto’, o por alcanzar acuerdos formales para ‘reformas legales’ específicas y necesarias, serán un gasto inútil si ello no se traduce en ‘actores y alianzas sociales regionales-locales articulados en programas con los niveles centrales’. Esta articulación es el paso de la ‘impotencia y la queja’ a las transformaciones reales.

    El "desarrollo local" no se alcanza con la mera organización de base. Estas deben ‘politizarse’ para acoplarse virtuosamente con los niveles de gobierno regionales y nacionales en pos de la generación de programas de desarrollo con excelencia y oportunidades. Hablamos entonces de la ‘articulación virtuosa hacia arriba’, que bien propone Fernando Flores, quien en un acto de provocación a los "federalistas" habla de una ‘nueva ideología autonomista’ la que será carente de sentido, en tanto y en cuanto, demande autonomía territorial sin mirar l mundo circundante. El territorio, en su afán de autonomía no puede no mirar ‘hacia fuera’ para descubrir sus ventajas territoriales y articularse en los modos propicios para su máximo desarrollo. En una época global en que incluso la relación tiempo-espacial ha cambiado, s debe mirar el mundo y articular redes.

    Por contradictorio que pudiera parecer, el desarrollo local- territorial requiere, de una ‘fuerza centralizadora’. De otro modo, cómo sería posible para los territorios locales salir al mundo. A este respecto, Durston cita un estudio de Tendler que referidos a los grupos locales brasileños, se concluía que "la descentralización demanda centralización". Una demanda por un Estado nacional con agencias muy pro activas que otorguen facilidades, transfieran recursos, contactos y movilicen el "now how" de las agencias estatales y el sector privado para el desarrollo local-territorial.

    Durston sostiene que las superaciones del autoritarismo, clientelismo, burocracia y tecnocracia n el Estado no conducen a ninguna parte porque provocan una "pasividad" en las comunidades territoriales producto del círculo vicioso de "paternalismo centralista". Cuestiona la moda latinoamericana de ‘abandono de los territorios’, y la adopción de un estado meramente "capacitador" que de vez en cuando invita a comunidades y gobiernos locales a "concursar fondos".

    Moda especialmente desarrollada en Chile. A juicio del autor, un nivel superior a alcanzar sería ‘crear relaciones de empoderamiento’ en los territorios, más aún, ‘crear alianzas locales-regionales-nacionales que permitan sinergias entre la sociedad civil y el Estado para crear y co-producir caminos de superación de la pobreza, creación de riqueza y trabajo digno’.

    En seguida, llanos a las proposiciones de Durston, nos preguntamos cuál es la dificultad en América Latina para articular redes. Rápidamente surge a la vista el líder mitológico latinoamericano, el caudillismo, un ente que históricamente encarna "las demandas" de la comunidad y la conduce a la "tierra prometida". Un ideal que, a pesar de haber contribuido a "mirar los territorios subalternos" y "alcanzar reivindicaciones territoriales", se instituye como un ser castrador que impide las articulaciones de redes de los distintos niveles de gobierno y entre lo público-privado. El caudillo latinoamericano busca "control político" y suele caer en una lógica clientelar que no acepta otros liderazgos. Ve a las agencias centrales como "competencia", a los gobiernos regionales como "adversarios" y a los líderes sociales emergentes como eventuales "challenger" de su propio poder político.

    Un ejemplo de este fenómeno clásico que se describe en el párrafo anterior es posible de encontrar en la comuna de Iquique, al norte de Chile, donde el inconfundible estilo de su Ilustre Alcalde, Jorge Soria, un edil que "peleando" proyectos ha posicionado a la ciudad. Sin embargo, pese a todo esfuerzo municipal, en dicha zona no se ha logrado dar sustentabilidad a alianzas público-privado de largo plazo ni menos se ha alcanzado mesas de negociación con el gobierno central para "compromisos estratégicos".

    Hay que decir que el inconfundible estilo del edil iquiqueño tiene capacidad de "vincularse con el mundo", haciendo de Iquique la sede mundial de una conferencia médica o la ciudad chilena, o bien, convirtiendo a Iquique en la ciudad más amigable para los visitantes peruanos y bolivianos con un pro-activo city-marketing. Observamos en Soria un líder paradójico y potente. Un estilo que, por un lado, logra una valiosa articulación con el mundo, y que por otro, destaca se torna en un odioso caudillo que se pelea con casi todo el mundo.

    La articulación efectiva y la gobernabilidad está allende a la queja y a la pelea constante. El liderazgo pro-activo construye redes y pactos en los diversos ámbitos del territorio.

    El liderazgo proactivo que se requiere para los desarrollos territoriales en el sentido que nos propone Durston y otros, debe procurar las articulaciones, por lo que su mirada debe estar puesta más allá de las competencias legales y de su isla territorial. Es así como, si no tiene poder en los temas de transporte, buscará sentar en la mesa al estado central, operadores privados y usuarios, procurando la generación colectiva de un "plan común de acción"

    Así es como, a diferencia del inflexible caudillo latinoamericano, un líder proactivo debe superar la actitud exclusiva de demandante para convertirse en un constructor de puentes horizontales y verticales (hacia abajo con la comunidad; hacia arriba con los que tienen influencia y poder para transformar de verdad). Es la conclusión que obtiene Raúl Atria , quien apoyado en los conceptos de Michael Woolcock , enfatiza los prerrequisitos para el desarrollo territorial: asociatividad regional-local y redes horizontales y verticales. Lo que a su vez, exige de una condición anterior dada por la presencia de liderazgo y real voluntad de dar poder para construir poder (de lo central a lo territorial y dentro del territorio entre los actores). Es decir, se requiere las redes que enfatizan las ONGs como empoderamiento de las organizaciones sociales ("bonding"), entre los grupos o las comunidades ("bridging", como los puentes que generan las asociaciones de municipios), y las redes externas como el gobierno central, universidades, hermanamientos con ciudades y regiones de otros países, con empresas tecnológicas u otros actores significativos del mundo global con los cuales se puede estar "en redes de compromisos y acción" ("linking").

    Evidentemente, a diferencia de la amplia tradición sajona de articulación de niveles gubernamentales, la construcción de redes (compartir, cooperar, fusionar) es difícil casi impracticable en la cultura latinoamericana. situación que exige una examen de eficacia de los niveles de gobierno para crear múltiples formas de gobiernos intermedios (los condados u asociaciones municipales efectivas), que tan comunes en Norteamérica y en Europa, como es lo que busca introducir Thorsten Sagawe conceptualmente en Colombia, donde la ley descentralizadora de 1991 generó- al igual que el resto de América Latina-, cortes muy homogéneos entre municipios y departamentos, con poca apertura a la flexibilidad institucionalidad y a la cooperación. El concepto de red diluye los límites corporativos y coloca como prioritario aquello que es últil para la comunidad y obliga a una pragmática democrática para alcanzar los objetivos, haciendo alianzas y no compitiendo por "quién lo hizo". Así, en una ciudad como Madison-Wisconsin, no hay dificultad para que sobre un barrio puedan existir siete diferentes gobiernos territoriales: el distrito educacional, la red pública con otros municipios para el transporte, el condado para la policía, el servicio de bomberos, la comunidad de agua potable entre cinco pueblos o la alianza cultural entre la ciudad y el estado.

    Un caso de "linking" hacia "arriba" ha sido el debate de una regalía a la gran minería del cobre en Chile. Se superaron varios riesgos; la pretensión de sólo favorecer a las regiones mineras, su opuesto de destinar todos los recursos a fondos nacionales sin cuotas a las rezagadas regiones mineras, y la tentación de gastarlo en las urgencias de siempre sin generar riqueza para "mañana" y "las nuevas generaciones". Finalmente, se acogió un destino único para "economía del conocimiento", investigación y desarrollo en un país que destina sólo el 0.7 del PIB en I+D (el promedio de los países desarrollados es 2.8). Aún así, se acogió la demanda regionalista que mostraba que el puro mercado tenía a las regiones productoras del cobre entre las de peor calidad de la educación y de menos investigación tecnológica.

    Ahora bien, no basta con tener "visión de futuro" (gasto en I+D) y proceso de "devolution" hacia las regiones por cuotas en la regalía. La calidad del "gasto en ciencia y tecnología" de las regiones rezagadas puede ser un despilfarro si no hay "link" hacia arriba. O como Fernando Flores lo llama, "consorcio regional-internacional de innovación", en una amplia invitación a los débiles actores locales para buscar partnership con las mejores universidades nacionales y con los mejores centros mundiales de biotecnología y minería.

    Resumiendo, tenemos que, el proceso de movilizar una región rezagada hacia el desarrollo al desarrollo distingue tres niveles 3 de acción: a) sensibilizar hacia abajo a los actores con la importancia de la tecnología y no sólo con gobiernos que hacen caminos e inversión física, b)lograr cooperación entre las universidades regionales con el sector empresarial y el gobierno regional, y la tercera fase esencial, y, c) buscar las adecuadas alianzas con actores nacionales e internacionales de alto prestigio que nos "nivelen hacia arriba".

    A América Latina le toca entender los peligros y asumir la cooperación territorial abierta como construcción de solidaridad planetaria. La plaga de desconfianza y localismo que tiene sumido al continente no permite ver el mundo como oportunidad y como imperativo de solidaridad. Beck asume que su plegaria por una "modernidad reflexiva", incluye valorar que nuevas dimensiones como la ecología, apuntan a esta "ciudadanía global", donde la política debe ser creativa, precisamente, para evitar las tendencias destructivas en la actual sociedad. La política "regionalista" tiene el mismo desafío: identidad para dialogar y crear oportunidades. Rompiendo paternalismo y creando "escuelas de democracia" en el decir de Tocqueville, amor por el terruño como actor comprometido con una ética global de solidaridad.

    En este camino, el presente texto invita a resolver la tarea pendiente de América Latina que es la COHESIÓN SOCIAL Y CONSTRUCCIÓN DE "CONFIANZA" DESDE LOS TERRITORIOS PARA SER FUERZA ARTICULADORA DE REDES INNOVADORAS Y EMPRENDEDORAS QUE SUPEREN LA POBREZA, CREEN RIQUEZA Y CONCIENCIA CIUDADANA GLOBAL.

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