Asimismo el autor utiliza como elementos de prueba de su hipótesis, testimonios arqueológicos para considerar la formación de prácticas estatales.
Los escasos registros arqueológicos de la fase Nagada II (ca 2900-3000 a.C) proporcionan al autor una creciente evidencia de la existencia de conflictos bélicos en el valle del Nilo.
En los yacimientos arqueológicos de esta fase la existencia de mazas y un modelo en arcilla de una fortaleza, así como la iconografía de tumbas de Hieracompolis, como también un conjunto de mangos de paleta y cuchillos, presentan una larga serie de motivos relacionados con lo que debió ser una época convulsionada bélicamente: poblados amurallados, combates cuerpo a cuerpo, ejecución de prisioneros, etc.
Pero asimismo, el análisis de estas fuentes no basta para el autor, para indicar la emergencia de las prácticas estatales, ya que según la hipótesis del autor, es necesario que el bando vencedor estableciera un tipo de dominación sobre el bando vencido.
Y esto queda demostrado en la presencia de objetos importados de otras regiones que indican que el surgimiento de las practicas estatales tuvo que ver con el dominio de las redes de intercambio, y esta lucha por el control efectivo de estas redes, así como la neutralización de los objetivos de las comunidades rivales, sentarían las bases, según Campago, para el establecimiento de una situación radicalmente nueva, en la medida que demandaba que las comunidades vencedoras ejercieran un control coercitivo, de un modo eficaz y duradero, sobre las comunidades vencidas.
Esto demostraría, para la hipótesis planteada, la inauguración de un nuevo orden, organizado por una nueva practica, la practica estatal.
A diferencia de la hipótesis de Campagno que propone analizar el surgimiento del estado en Egipto desde una mirada exógena, estudiándolo en términos de coerción y consenso, B. Kemp propone analizar el surgimiento de las formas estatales a través de una variable psicológica que conllevaría el paso decisivo hacia una ordenación estatal o el surgimiento del estado mismo, en el que el desarrollo de lazos que le den identidad a cada uno de los miembros de una sociedad con el lugar de asentamiento, que de acuerdo a Kemp, este seria el eje central para analizar el surgimiento de las configuraciones estatales en Egipto.
Kemp otorgará un papel fundamental al aspecto ideológico en el proceso de aceleración y consolidación del Estado.
Kemp sostendrá como hipótesis estos elementos psicológicos en la configuración temprana del estado en Egipto considerando a los componentes de la vida temporal, que se hallaban en íntima conexión con el cosmos, siendo el rey el encargado de mantener esa conexión en armonía sagrada.
El faraón era considerado, dentro de esa ideología construida por lo sectores dominantes, como un dios, dentro de esa cosmogonía estática que los egipcios consideraban al cosmos, con sus elementos de dualidad y pre-establecimiento.
Kemp sostiene que esa identificación del rey con el cosmos y su relación de equilibrador entre lo terrenal y lo divino, constituía una identificación que le permitía legitimar su dominación.
Kemp y otros autores como Frankfort, que sostienen estas hipótesis de los elementos psicológicos como factores fundamentales en la configuración de las formas estatales tempranas en Egipto, utilizan como fuentes "Los textos de las pirámides", sosteniendo que allí el faraón una vez muerto, es llamado Osiris, vinculando parentalemente al faraón con el conjunto de divinidades, resaltando la importancia del papel legitimador del parentesco.
Otra de las fuentes utilizadas por Kemp es "El rey Kheops y los magos", donde el faraón es legitimado por ser hijo de Ra,( lo que lo refleja que su poder no es terrenal y que su poder emana de las relaciones de parentesco con las divinidades), asimismo en muchas fuentes graficas, como al citada por muchos autores, "La paleta de Narmer" , el faraón es representado de un tamaño mucho mayor al de los otros hombres, siendo igualado así a los dioses, en el mismo sentido suele irrumpir sometiendo a un grupo grande de enemigos, quienes no pueden siquiera hacerlo preocupar , debido al carácter divino de su persona.. Para Kemp estas son formas de legitimar ideológicamente a la presencia estatal, de manera que la gente se encontraría confiriendo por propia voluntad su autonomía individual y local al ingresar voluntariamente a estas formas estatales que subordinarían sus autonomías.
Las configuraciones estatales en la Grecia Antigua
En el presente apartado nos ocuparemos de indagar las hipótesis sobre el surgimiento de lo que conocemos como Poleis o Ciudades Estado en la Grecia Antigua.
Adentrándonos en los trabajos de los distintos autores, decidimos profundizar sobre las investigaciones que plantean una dicotomía marcadamente diferente. Este contraste surge de las interpretaciones que los investigadores le han dado al rol que cumplían los campesinos en las ciudades Estado Griegas.
Para comenzar presentamos la hipótesis principal, la del investigador argentino Julián Gallego, quien basa su idea en la siguiente pregunta. ¿Que es lo que tiene de singular, en la Grecia Antigua, la relación entre el campo y la ciudad?
Gallego sostiene que si bien el mundo griego presenta contrastes entre lo urbano y lo rural con algunos puntos denigrantes o marginales en la vida del campesino, debemos recordar que la cultura de la elite urbana y la poleis como sociedad, se establece a partir de sus bases agrarias. En la mayoría de las comunidades de la Grecia clásica, ser campesino implicaba tomar parte del proceso gubernamental decidiendo políticamente y sirviendo militarmente. En muchas cosas los pobladores de la ciudad, no eran otros, que los labradores, cuyas casas permanentes solían hallarse en el centro urbano, desde el cual salían diariamente hacia los campos para llevar a cabo las faenas agrícolas.
En otros casos la mayor parte vivía en el campo, pero lo que importa de los campesinos en la ciudad, no es tan solo su presencia física o su residencia allí, sino el hecho de que a lo largo de la era arcaica, lograron convertirse en ciudadanos, puesto que el núcleo urbano era el centro de la comunidad política que incluía por igual a lo urbano y a lo rural.
La idea de este autor remite entonces a la dimensión político institucional alcanzado por aquellos que se definían como campesinos. De esta manera no interesa tanto la posible residencia de los agricultores en el centro urbano, sino la facultad que detentaban de poder ser parte del proceso político que se desarrollaba en la ciudad.
Al igual que en otras sociedades, como veremos en la hipótesis opuesta, los campesinos griegos podían, y en ocasiones estaban, sometidos a la población urbana o a las leyes de la ciudad, por ejemplo cierta sumisión económica o rentística. Pero la diferencia de los campesinos griegos era su vinculación de igual a igual con la ciudad integrándose al proceso de decisión política.
La visión opuesta y a la vez más difundida acerca del campesinado ha postulado una distancia infranqueable entre la vida agraria y el mundo urbano.
Esta visión afirma la subordinación de los labradores al sistema urbano, e incluso resalta que es debido a esta sumisión que el campesinado como tal hace su aparición histórica. Conozcamos los argumentos de uno de los autores que apoya esta idea, Redfield: la interpretación económica de la aldea campesina y la ciudad halla expresión política en las instituciones de control de la comunidad local por el poder ejercido desde la ciudad. Las relaciones establecidas entre la aldea campesina y el mundo urbano son tanto políticas como económicas. Donde la comunidad local es todavía más o menos tribal, el control urbano puede ejercerse mediante expediciones punitivas, reales o potenciales, pero cuando el campesinado esta plenamente presente, el control secular e impersonal de la ciudad es continuo y preciso.
Desde esta perspectiva, la ciudad resulta un polo de poder que define al campesino. Este traba distintas relaciones con ese polo, empezando por la posibilidad de colocar allí sus excedentes. La ciudad puede permitirle, bajo ciertas condiciones, desplegar un conjunto de relaciones ligadas a consideraciones de índole estatutaria.
Formas culturales, valores todos derivados de la civilización urbana, pueden transformarse en factores que sirvan de referencia para la propia definición del campesino. Todos los elementos del modelo subrayan que, mas allá de las interacciones entre el mundo rural y el urbano, el campesino no forma parte de este ultimo sino que se define en un contraste necesario con el.
Volviendo a la hipótesis de Gallego, profundizamos en ella para descubrir su fundamentacion y las fuentes que utiliza. El autor toma de Osborne la idea de que para los antiguos griegos el núcleo básico de la vida social era un tipo característico de comunidad cimentado en el modelo de ciudad Estado en tanto que unidad indivisible de un centro urbano y el territorio agrícola, puesto que la ciudad y el campo no podían estar separados.
Para darle mas fuerza al concepto el autor rescata un análisis de Marx, donde la existencia material de la ciudad otorgaba presencia objetiva y permanente a las instituciones que gobernaban el sistema social, dentro de un esquema basado en la "ruralizacion de la ciudad" y no en un dominio de la ciudad sobre el campo como el señalado por el modelo opuesto. Siguiendo con las ideas de Marx, el autor sostiene que, lo dicho implicaba un modo de articulación de las relaciones sociales que comportaba la constitución de una colectividad política con poderes bien delimitados, lo que podríamos definir en términos modernos, un Estado. Siguiendo con el concepto sobre el Estado de Marx, Gallego suma otro autor que nos explica que la comunidad como un todo debía encargarse de los asuntos de la guerra, razón por la cual cada ciudadano propietario de un lote se convertía en un soldado que con sus propias armas debía defender los intereses, básicamente agrarios, de la colectividad, (Bryant)
A partir de aquí Gallego se introduce en las diferentes formas de adquisición y reparto de tierras en la Grecia Antigua, análisis que pasaremos por alto a fin de no tornar tedioso el trabajo.
Adentrándonos en la postura opuesta, vemos que el análisis de los vínculos entre ciudad y campo, ha tenido varios matices como el ya citado de Redfield, pero el más recurrente, es el de la ciudad como centro de consumo sostenido por Finley en sus estudios de la ciudad grecorromana.
El campesinado local siguió siendo una constante, los hombres con pequeñas parcelas, aun los campesinos ? ciudadanos libres, representan el mercado más ínfimo y menos elástico posible para la producción urbana. Por lo tanto la producción puede aumentar solo hasta el punto en que haya mercados para la exportación, que en la antigüedad eran mercados accesibles al tráfico marítimo y fluvial. El difundido predominio de la autosuficiencia domestica bastaba para frenar la producción extensiva destinada a la exportación.
Finley con esta idea se basa en lo que Weber tenía en mente cuando llamo a la ciudad antigua centro de consumo, no de producción.
Esta perspectiva sobre la articulación entre productores agrarios, centros urbanos y producción manufacturera se sostiene en la hipótesis de la ciudad antigua como un tipo ideal conformado por propietarios de tierras y consumidores, siendo residentes de la ciudad una parte de los primeros y la mayoría de los segundos.
Sombart, resume en tres posiciones la idea de Finley basada en las nociones de Weber 1- la existencia de una oposición entre población rural y población urbana 2- la población urbana solo como una pequeña parte de la población total 3- la población urbana como consumidora tanto en numero como en influencia.
Para completar el debate, no propusimos incluir a un autor que critica directamente las posiciones de Sombart. Hansen se dispone verificar si las variables del modelo sombartiano se cumplen en la Grecia antigua, de modo que pueda ser utilizado en la formación de la poleis. La inaplicabilidad del modelo le permite establecer que 1- la mayor parte de la población vivía en el centro urbano, tal vez en una proporción de 2:1 respecto de la rural 2- muchos eran labradores ciudadanos que vivían en la urbe pero trabajaban en el campo.
En consecuencia la mayoría de la población urbana no estaba constituida por consumidores sino por agricultores, pescadores, artesanos, etc. Siendo los terratenientes que vivían de rentas una pequeña fracción de los habitantes urbanos.
Por ultimo Gallego realiza este análisis: si la población urbana ya no representa una pequeña fracción consumidora, del conjunto de la ciudad estado y si finalmente, la separación entre ciudad y campo resulta en la mayoría de los casos improcedente, debido al carácter aldeano de la poleis, ¿se puede hablar de la ciudad consumidora como aquella comandada por una población urbana cuyas economía y relaciones de poder dependían de la riqueza generada por los tributos y rentas que le llegaban de los productores rurales directos que vivían en el campo?
Para contestar el interrogante, el autor se apoya en las conclusiones de Campagno, historiador que tomamos como referente en el capitulo del surgimiento del Estado en Egipto, sosteniendo que sus enfoques no han asumido los aspectos que plantean una explotación de sistemática de los campesinos desde la ciudad controlada por los aristócratas, sino que se han basado en la idea de una inclusión de los labradores en la polis como un hecho que, en principio, resulta extraño a los valores campesinos, en tanto que altera la lógica reciprocitaria de la aldea basada en el parentesco, sumándole el efecto de la nueva lógica política ligada a la definición de la practica estatal. En el devenir histórico de la era arcaica se dará una mutación singular que llevara a una incorporación plena del campesinado a la par de la elite en el plano político e institucional.
El ciudadano y la política en la tardorrepublica romana
El último siglo de la república romana ha sido siempre un campo de interés particular para la reflexión histórica. Especialmente luego de la finalización del período de concentración del poder aristocrático hegemonizado por la figura de Sila es que comienzan a producirse rápidas transformaciones políticas e institucionales. En este espacio de la política interna romana la acción popular en general ha quedado relegada a un segundo plano del interés histórico, y subordinada por el accionar de los caudillos políticos y los enfrentamientos militares. Se propone realizar un acercamiento a las últimas posiciones historiográficas en donde se centra el interés histórico en las formas de acción política de los sectores populares romanos.
Los principales autores que debaten esta cuestión, y en particular por su enfrentamiento son Henrik Mouritsen, con su libro Plebs and Politics in Late Republican Rome,(Plebe y Política en la tardía republica, trad.propia) y por otro lado Fergus Millar, que publicó The Crowd in Rome in the Late Republic, (La Muchedumbre en Roma durante la tardía republica, trad.propia).
En relación a uno de los autores, Mouritsen, este ofrece una revisión de la evidencia en cuanto al poder votador del populus Romanus en asambleas legislativas y electivas. El autor rebatirá la expandida opinión aceptada que facciones senatoriales manipularon el camino con el que las clases inferiores depositaban sus votos por los lazos arraigados de patrocinio.
Uno cuantos dominaron el gobierno romano, familias muy ricas, y bien unidas, pero el Senado no confió en el sistema mal definido de clientela para ejercer y mantener su autoridad. Incluso más con decisión Mouritsen plantea desafíos a los argumentos recientes, como los que sostiene Fergus Millar, sobre que la republica Romana, en su periodo tardío, era democrática en la naturaleza y que las asambleas votadoras representaron el poder verdadero "popular".
En cambio Mouritsen muestra que mientras el populus Romanus en la teoría sostenida, ejercía el poder votando, el poder que podría haberlo hecho una fuerza formidable en el gobierno, en la práctica esta fuerza raras veces era realizado, que es hasta la tardía república. En el desarrollo de su tesis Mouritsen se adentra en el debate en curso sobre la naturaleza de la política en la Roma tardorrepublicana, los cambios que habían ocurrido en la asistencia y concurrencia de asambleas, y la influencia de la gente común en el proceso de votación.
El autor expondrá los puntos principales en su análisis: la clientela como una fuerza en la política romana más, esta dada por sentado. Es improbable que los ciudadanos más pobres de Roma estuvieran destinados a las familias individuales de la elite dirigente o podrían confiar en el patrocinio para la supervivencia, lo que significa que la gente común tuvo que apoyarse en ellos y sus familias. La mayoría de los plebeyos pobres tuvieron que trabajar y trabajar mucho, hasta después de que las subvenciones y el reparto de favores habían sido introducidos como mecanismo de "ayuda" para inducir los votos.
Mouritsen advierte, sin embargo, que mientras esta "rehabilitación" de la plebe los presenta a la luz como más respetables, esto no significa que ellos eran políticamente activos. ¿La soberanía del populus Romanus era una frase popular, pero quien constituyó "a la gente" y su poder de votación hizo Roma una democracia? La respuesta a la pregunta pasada es claramente no, y Mouritsen presenta tentativas de explicar por qué la mayoría pobre no ejerció su poder sobre el gobierno.
Como parte de su desafío a la interpretación "democrática", sostenida en particular por Fergus Millar, Mouritsen hace una distinción crítica entre " la gente " como un concepto político " y la gente " como " la suma de individuos que arreglan el cuerpo ciudadano".
.En la teoría la gente romana realmente de verdad tuvo la última palabra por su poder de votación, pero en la práctica las masas que constituyeron a la gente romana no se animaron a participar y principalmente no podían ser molestados para hacerlo así. Para ver el populus Romanus, al que diligentemente hicieron la corte en los discursos de políticos, como un grupo monolítico, el autor analiza el hueco entre el ideal y la realidad de política romana, entre el populus Romanus y las muchedumbres que llenaron el Foro y el Saepta
Para sostener su hipótesis el autor evalúa los ajustes físicos (principalmente el Comitium, el Foro Romanum, y Saepta) en el que varias asambleas se encontraron, de manera que él quiere intentar determinar cuantos a votantes estas áreas podría sostener o contener, en concordancia con su hipótesis.
Mouritsen da como pruebas de su hipótesis, revisiones de la evidencia sobre el Comitium y concluye que esto podría haber acomodado a 3600-3800 personas. Las Asambleas legislativas fueron movidas del Comitium al Foro Romanum en 145 aC (en la instigación de C. Licinio Craso) y contiones en 122 aC (en la instigación de C. Gracco). Mouritsen advierte que ningún movimiento fue hecho en un esfuerzo para acomodar las muchedumbres crecientes de votantes. Al contrario, los movimientos eran gestos políticos hechos por políticos independientes importados y diseñaron para mostrar el desafío contra el senado. El Foro Romanum podría haber acomodado hasta 10,000, pero esto no significa que 10.000 personas se reunieran para votar, y la asistencia total probablemente permaneció baja.
Aunque algunas estimaciones sugieran que el Saepta en el tardia republica Romana podría haber acomodado no menos que a 70.000 votantes, Mouritsen analiza como fuentes a la evidencia literaria sobre la asistencia y concurrencia real y concluye que asambleas hasta electivas, presentan números raras veces o poco probable alcanzados, superior a 10.000 personas, raras veces más que unos cien de cada tribu presentes. De modo interesante, nadie mantuvo la pista de cuantos fueron los votantes presentes: " en elecciones era importante salir primero, pero números reales nunca son mandados " según las fuentes analizadas por el autor
La elite hace muy poco para animar al votante, es más, intentaba mucho desalentarlo.
Para sustentar su posición acerca de que la tardo republica no fue una "democracia" en la que realmente todos los habitantes participaban, el autor sostiene que pocos ciudadanos, quienes tuvieron que trabajar en su profesión, habrían sido capaces de dejar un día completo para participar en el proceso de votación.
" Había en otras palabras un contraste marcado entre el potencial 'democrático' de estas instituciones y su formato limitado, que en realidad excluyó las masas ellos formalmente representaron " sostiene Mouritsen.
Las clases inferiores no fueron impedidas asistir contiones,( asambleas populares), pero la necesidad de trabajar, el cambio frecuente de lugar de reuniones públicas, y la carencia de interés a cuestiones políticas habría sido bastante para disuadir su participación.
El autor pone en duda la idea que las asambleas legislativas explican la naturaleza democrática de gobierno romano, ya que desde la votación corporativa, el confinamiento de plebe urbana a cuatro tribus, y las limitaciones físicas impuestas al proceso de votación habrían impedido a la mayor parte de ciudadanos atender los asuntos políticos.
Algunos autores han propuesto una interrupción entre los lazos de patrones y clientes en la tardía república para explicar la subida del poder de sectores populares, pero Mouritsen argumenta que tal explicación es innecesaria. Hasta la tardía república el potencial que votar, el poder de las clases inferiores simplemente no había sido explotado.
Mouritsen explora el medio por el que las masas urbanas fueron motivadas para votar en la tardía república cuando ellos tenían poca razón para hacerlo así. Los funcionarios elegidos no podían pasar la legislación sin votaciones.
Por otro lado las clases altas dominaban las magistraturas más importantes, pero también las clases inferiores no podían confirmar cuando tendrían una posibilidad para votar; ellos no fueron compensados por tomarse el tiempo para ir a votar; y unos habrían tenido que viajar mucho tiempo distancias y el gasto el trabajo de un día entero para votar.
Entonces el autor se pregunta ¿por qué la gente pobre en la tardía república se molesta en ir a votar? La respuesta a esta pregunta es: el camino del soborno electoral que había servido para funcionar. Además de juegos y las demostraciones de apoyo popular vía el séquito de alguien, candidatos ricos recurrieron al soborno rotundo, que cuenta con intermediarios (sequestri) para sostener el dinero que prometieron a una tribu, y divisiores quienes distribuyeron el dinero una vez que un resultado deseado fue alcanzado.
Mourtisen utiliza para sostener su hipótesis fuentes literarias que muestran que la legislación contra ambitus (sobornos) no fue apuntada a asegurarse procedimientos democráticos, sino, que dio la ventaja injusta a los hombres de medio extraordinario y limitó las posibilidades de éxito para la nobleza de medio más modesto.
El autor utiliza como fuentes para su análisis cuestiones que incluyen los espacios físicos en los que las asambleas se encontraron, el número de candidatos que permitieron a un votante votar a favor de cada uno en cada elección, utiliza como fuentes la Lex Licinia de sodalitatibus, los textos de Licinio Craso, (que investigó en la antigüedad las cantidades de participantes),Cayo Graco, Cayo Valerio Tappo, Cayo Verres (que redactó las listas, los procedimientos y la duracion de las votaciones), Polibio, los senatusconsultos emitidos por el Senado en cuanto a la participación popular en la sanción de las leyes, leges Aelia et furia, lex Cassia tabellaria,lex Cornelia Fulvia,lex Octavia frumentaria, lex Oppia, Forum Romanun,Forma urbis, entre otras.
Por otro lado, Fergus Millar es quien sustenta la naturaleza "democrática" de la Roma tardorepublicana sosteniendo que a menudo se había pensado que una clase gobernante dominó la política romana, o hasta la aristocracia, y esto a veces era supuesto que el Senado era un cuerpo legislativo.
El trabajo de Millar y el planteamiento de su hipótesis toman una dimensión nueva, y explora las consecuencias de una democracia en la que las magistraturas romanas podrían ser ganadas sólo por la elección directa por la gente.
Y mientras el Senado de verdad podría discutir asuntos públicos, aconsejar a otros magistrados, y hacer algunas decisiones administrativas, este no podía legislar. Fergus Millar cita el caso de un magistrado quien quiso sancionar una ley y tuvo que salir de la Casa del Senado y proponerlo a la gente en el Foro – donde allí existían, según el autor, pocas garantías de una manipulación.
En este estudio, Fergus Millar explora el desarrollo de la República romana, la que, a finales del siglo I había venido para cubrir la mayor parte de Italia.
Había casi un millón de votantes adultos masculinos en el tiempo de Cicerón, pero no había ningún distrito electoral, y ningún voto por correo.
Para ejercer sus derechos, los votantes tuvieron que venir a la persona a Roma y encontrarse en el Foro. Millar toma el período de la dictadura de Silla al cruce de Cayo Julio Cesar del Rubicon y muestra como la política de la muchedumbre o la plebe era central a los grandes cambios que ocurrieron año tras año, y cambiaron la República siempre.
La originalidad del trabajo de Millar reside primero en su tratamiento serio de la importancia de la oratoria al aire libre en la vida romana pública, y segundo, en su empleo de las narrativas de acontecimientos los que la evidencia proporciona. Asimismo Millar, en contraste con la posición de Mouritsen, rechaza interpretar estas narrativas a la luz de teorías modernas sobre la importancia del sistema de patrón-cliente, o la dominación del Senado.
Este trabajo pregunta como nosotros deberíamos entender la República romana: como una red de familias aristocráticas que dominan a la gente, o una errática democracia volátil en la que el poder fue ejercido por la proporción diminuta de los ciudadanos quien en realidad vinieron para escuchar a discursos y votar.
Millar va a demostrar en su trabajo como el pueblo romano se ocupa de actuar en y resaltar su papel histórico en audiencias, como testigo, y en algunos casos como juez.
Fergus Millar utilizará las pruebas sobre la existencia de la corrupción de la democracia como evidencia de su existencia. Que el soborno era extenso demuestra cómo el asentimiento popular esencial era juzgado para estar para el ejercicio de la energía política, para nuestro autor, al contrario de Mouritsen que sostenía que se empleaba la corrupción para fomentar la "democracia" y la participación popular.
El autor ha establecido firmemente la importancia de la franqueza en los funcionamientos de la república romana, en cuanto todo el negocio público debía correctamente ser conducido en la vista completa del Romanus populus. La naturaleza cara a cara del gobierno antiguo se ha demostrado claramente, para Millar en el periodo tardorrepublicano.
Sin embargo Millar va a sostener el carácter democrático de la tardo republica al analizar como fuentes literarias, los discursos al aire libre, la presencia de grandes masas de personas en las deliberaciones, y como va a sostener el autor, esas masas participan y discuten multitudinariamente los asuntos políticos, en contraposición de la postura de algunos autores, como Mouritsen, que afirman que las ocupaciones de los trabajadores hubieran hecho imposible su participación.
Millar utiliza como fuentes para el desarrollo de sus hipótesis sobre el carácter democrático de la tardorrepublica romana, a Marco Tulio Ciceron,Apiano,Asconio,Ausonio,Cayo Julio Cesar, Dion Casio, Herodoto, Dionisio de Halicarnaso, Plutarco, Plinio el viejo, Verrón, Salustio, Polibio, Valerio Máximo, Suetonio, Fenestella, Licinio Granio., etc.
Consideraciones Finales
Los objetivos del presente trabajo estuvieron centrados en exponer y considerar el modo en cual se configuraron las prácticas estatales en la Antigüedad.
Dentro de ella, hemos presentado un recorte sobre los problemas a investigar acerca del eje central: el surgimiento del Estado tanto en Egipto, Grecia o el rol de los ciudadanos en las prácticas estatales en la tardorrepublica romana.
Hemos contrastado las principales hipótesis acerca de cada recorte temático expresado anteriormente y desarrollamos brevemente las líneas de investigación propuestas por cada autor resumidamente, así como las fuentes utilizadas en cada caso.
Asimismo expondremos las conclusiones propias de cada problema de investigación.
En el caso del surgimiento del Estado en Egipto afortunadamente en los últimos años se ha producido un acercamiento entre la egiptología y la antropología en gran parte por la incorporación de muchos egiptólogos con un bagaje académico en antropología, quienes han contribuido a dinamizar y renovar los enfoques y los marcos teóricos de la investigación egiptológica. Libros publicados en las últimas décadas del siglo XX, como los escritos por B. Kemp, K. Weeks, J. Janssen, K. Bard, S. Seidlmayer and J. Richards, entre otros, han conducido a la ruptura de ese estancamiento que el mundo académico egipcio sufrió durante los 50 y 60 y a los impresionantes avances ocurridos en el pasado reciente en la comprensión de la antigua sociedad egipcia faraónica en su conjunto y en particular, de los orígenes de Egipto. Asimismo análisis cuantitativos han permitido aportar evidencia que ha enriquecido el debate historiográfico sobre Egipto.
Estos nuevos métodos, más rigurosos que los aplicados anteriormente para el estudio del Predinástico egipcio, han permitido establecer sistemas para la detección de enterramientos pertenecientes a las clases privilegiadas por medio de la medición de una serie de indicadores de status, han permitido detectar un cierto número de aspectos del período Amraciense o Naqada I que subrayarían su importancia como punto de inflexión en el desarrollo social del Egipto predinástico, aunque anteriormente muchos autores tendían a subestimarlo presentándolo como una mera prolongación del anterior período Badariense.
Los nuevos estudios cuantitativos, incorporando herramientas tomadas de la antropología y de la sociología, han permitido asimismo comprobar que en el proceso de evolución política y social del Egipto predinástico, asentamientos distantes de los nuevos centros de poder que surgieron en Abidos, Naqada o Hierakónpolis, tendieron a ser marginados, registrando un descenso en su grado de desigualdad social que a medida que transcurría el tiempo, se desplazaba a esas concentraciones urbanas, capitales de reinos predinásticos del Alto Egipto.
En cuanto al mundo griego, en definitiva, la inclusión de los campesinos en la ciudad griega fue un fenómeno histórico complejo, que si bien no se dio de una manera semejante en todos los casos, podemos generalizar algunos aspectos en tres posiciones: 1- la posesión de la tierra en forma autárquica y sin cargas rentísticas o tributarias. 2- la integración de los habitantes, basados en la incorporación a las milicias hoplitas, basadas a su vez, en las condiciones económicas habilitadas por la tenencia libre de la tierra. 3- la participación política en grados variables en los diversos aspectos del gobierno del Estado.
Los campesinos griegos no fueron una clase políticamente dominada o económicamente explotada. El carácter único de su integración (política, económica, militar y religiosa) constituyo un acontecimiento notable, cuyos efectos quedaron sellados en la estructura del Estado Griego.
Los investigadores, cuando analizan la participación ciudadana en el mundo político de la tardorrepublica romana difieren en cuanto al uso de las fuentes: mientras que las corrientes historiográficas enroladas en autores como Mouritsen sostienen, además de las fuentes literarias, el uso de registros arqueológicos (el análisis de los espacios físicos) para demostrar la escasa participación ciudadana en este periodo de la republica romana, otros investigadores como Fergus Millar, sostienen el carácter "democrático" de este periodo, lo hacen demostrando básicamente a través de fuentes literarias, que la participación de la plebe fue un elemento indispensable en el funcionamiento de las magistraturas romanas.
BIBLIOGRAFÍA
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- Gallego Julián, Campesinos en la ciudad, bases agrarias de las polis griegas y la infantería hoplita, Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2001
- Gallego Julián, El mundo rural en la Grecia Antigua, Madrid, Akal, 2003
- Kemp, B., El Antiguo Egipto, Anatomía de una civilización. , Crítica, 1992.
- Millar, F, The Croad in Rome in the Late Republic, University of Michigan Press, 2001, traducción propia de Carlos Garcia Mac Gaw.
- Mouritsen, H, Plebs and politics in the Late Roman Republic, Cambridge University Press, 2001, traducción propia de Carlos García Mac Gaw.
- Redfield R, Peasent society and culture,Chigago,University Press, 1956
Prof.Mariano Pilling
Guillermo Coman
Instituto Superior de Formación Docente Y Técnica N°15
Campana.
Pcia de Buenos Aires
Argentina
INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACION DOCENTE Y TÉCNICA N° 15
Prof.Berta Marquehosse
SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA II
Lic.Oscar.J.Trujillo
27-03-2007
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