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Más escuelas y aulas cooperativas


    Atento las recurrentes interrupciones en el servicio público educativo, su déficit cualitativo/cuantitativo como el desigual desarrollo relativo cultural de provincias/regiones, urge una reforma educativa que democratice y cualifique la educación para corregir inclusivamente la reproducción de todo analfabetismo real/funcional como la consecuente e inevitable irresponsabilidad personal ciudadana, por ausencia del discernimiento necesario para actuar, conducirse y elegir rectamente en la vida cotidiana, sin manipulaciones.

    De ahí la propuesta de más "Escuelas cooperativas" puesto que, la educación permanente de jóvenes y adultos es su modalidad educativa destinada a garantizar y expandir la alfabetización, ofreciendo complementariamente, posibilidades de educación; toda una bandera, un activo pedagógico y un propósito inclusivo irrenunciable de las mismas.

    Lo cierto es que ya en el artículo 42 inc. 4 y cc. de la Ley 1.420 de 1884 para una Educación común, se establecía que cada Consejo Escolar de Distrito, promoviera a través de los medios que estimara más convenientes, la implementación de cooperativas con servicios educativos, bibliotecarios, etc.

    De entre las más visibilizadas, mencionaremos a la Escuela Cooperativa Casaverde (Gral. Roca/Río Negro), a la Cooperativa de enseñanza 3 de Junio Ltda. En el barrio Alberdi de la ciudad de Córdoba, a la Cooperativa de enseñanza Olga Cossettini de Capilla del Monte y a la pedagogía cooperativa del Instituto Técnico "Maestro Alfredo Bravo" en la localidad de Río Ceballos, ambas en la Provincia de Córdoba; la Cooperativa Escuela Libertador General S. Martín (Ledesma/Jujuy), la Escuela Cooperativa Isla Maciel (Sarandí/Buenos Aires), la Escuela Cooperativa Nueva Generación (Moreno/Buenos Aires), las Escuelas Cooperativas Henry Fishbach y Mundo Nuevo (Capital Federal), etc.s.

    Más cerca en el tiempo, el artículo 90 y cc. de la Ley de Educación Nacional Nº 26.206/2006,  estableció que "el  Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología promoverá, a través del Consejo Federal de Educación, la incorporación de los principios y valores del cooperativismo y del mutualismo en los procesos de enseñanza-aprendizaje y la capacitación docente correspondiente, en concordancia con los principios y valores establecidos en la Ley N° 16.583 y sus reglamentaciones. Asimismo, se promoverá el cooperativismo y el mutualismo escolar".

    Así como la educación en general nos revela nuestras posibilidades y nuestros límites, las escuelas cooperativas en particular la pueden complementar y enriquecer, favoreciendo y facilitando la adquisición del hábito, de la pericia y la pertinacia de pensar, ver, juzgar, actuar y evaluar de acuerdo con los principios cooperativos y su marco axiológico.

    La Escuela Cooperativa debe un ámbito solidario civil para enseñar y aprender, para ser útil a su comunidad educativa y así, para ser beneficiosa a la sociedad toda. Uno de sus objetivos ha de ser producir, incorporar y reproducir saberes áulicos y extraaulicos, asimilar nuevas tecnologías, nuevas prácticas cooperativas y mutuales, así como sus modernas tendencias y desafíos, auscultando sobre la carne viva de la realidad, los problemas educativos que aparecen constantemente, intentando hermanar rigor y prontitud en el diagnóstico y las currículas para las cambiantes situaciones demandantes; vivificando en definitiva a la cultura cooperativa a través de un contacto permanente con las cuestiones más candentes y las inquietudes pedagógico-educativas de mayor actualidad y novedad.

    Los principios cooperativos dados en Manchester por la Asociación Internacional de Cooperativas en 1995 son:   1) Libre membresía; 2) Democracia cooperativa –un hombre, un voto-; 3) participación económica de todos los asociados y justicia distributiva; 4) Autonomía e independencia de toda ingerencia política; 5) Educación, información y capacitación; 6) Integración de la cooperación entre cooperativas y; 7) Compromiso e interés con la comunidad; este marco axiológico admirable, estas recicladas reglas rochdalianas no pueden ofrecer –por sí mismas- más que la autenticidad formal de cada cooperativa, puntualmente en una escuela con aulas que se precien de tal.

    Es que su carácter realmente cooperativo depende principalmente de la presencia de personas físicas con espíritu cooperativo; una Comunidad Educativa imbuida de este espíritu dinámico, creativo, aglutinados, inclusivo e incansable.

    Definitivamente, una Escuela cooperativa sin cooperativistas, es decir sin docentes y no docentes, sin padres ni alumnos ni directivos de carne y huesos que sientan la ética cooperativa, que la traduzcan en eficiencia educativa pedagógica con normas éticas y equitativas de conducta, siempre será frágil y no podrá desarrollar plenamente  el importante rol social, educativo y cultural a que está convocada por el campo de la educación solidaria civil.

    Como ciudadanos, como titulares de derechos y garantías en un Estado de Derecho, inquieta y mucho que algunos de esos remedios son leyes, sí, leyes de la República tales como –reiteramos- las Nros.  1.420, 16.583, 20.337, 23.427  y sus modificatorias, Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 1.171 de 2003, etc..

    Se trata de una legislación democrática y cooperativa con específica afectación legal para su financiamiento la que prescribió la enseñanza y financiamiento obligatorios de la cooperación en todos los establecimientos educativos del país, leyes a las que adhirieron sin reparos todas las provincias argentinas con su propia normativa federal.

    Esta enseñanza no puede estar en mejores manos que las de las Escuelas cooperativas tanto como en la decisión política específica para cada inversión necesaria para la reproducción geográfica de las mismas.

    En efecto e inadvertidamente todavía, estas escuelas cooperativas existentes podrían crecer, multiplicarse y expandirse en toda la geografía nacional Vg., usando apropiada y correctamente los recursos públicos con afectación legal especifica (Ley Nº 23.427).

    Naturalmente, lo que proponemos en el párrafo precedente debería asignar prioridad a todos aquellos a quienes el futuro siempre les llega después, a zonas de frontera, a espacios de comunidades aborígenes, campesinos, a áreas montañosas, a asentamientos/villas, a ciudadanos presos o en situación de semilibertad o liberados poco tiempo atrás y a ello tanto como a los más agrestes e inhóspitos parajes; entre otros objetivos, beneficios y logros,  para "educar y satisfacer el arraigo".

    Para ello nos hemos de  proponer objetivos inmediatos, menos ambiciosos pero que están a nuestro alcance. Es decir, sin dejar de proyectarnos en lo posible sobre el entorno local y regional, nuestro cometido y actuación educativa debe plasmarse en un proyecto concreto centrándose prioritaria y decididamente, dentro del ejido educativo de cada escuela cooperativa.

    Con esa perspectiva, tenemos todas las probabilidades de que, a medida que el esfuerzo solidario, fraterno y mancomunado  produzca resultados positivos, sus efectos serán uniformemente acelerados en el marco neutral de una mirada sin límites a partir del apadrinamiento publico-privado de escuelas cooperativas y cooperadoras escolares.

    Así pues, debemos entonces definir, motivar y justificar nuestra propuesta docente de escuelas y aulas cooperativas, esto es, nuestro proyecto pedagógico de unión y comunión para el desarrollo humano.

    En tal sentido -si bien no excluyente-, nos parece de la mayor importancia, trascendencia y significación resaltar que, entre nosotros,  es pacífico el reconocimiento al  cooperativismo en tanto artífice del desarrollo urbano y rural como son parejasedu.redlas valorizaciones constitucionales provinciales e internacionales de este modo socio- económico solidario.

    Y así, como la educación puede ser considerada unánimemente como un servicio esencial, en una cooperativa,  también corresponde mencionar que la misma desde los propios orígenes cooperativos se configuró como una exigencia indispensable y condicional,  para el logro mejor de un auténtico y genuino cooperativismo.

    En cada escuela cooperativa, sin perjuicio de sus objetivos pedagógicos generales, se debe educar en la cooperación adecuando e integrando sus programas formativos  en su estructura, objetivos y destinatarios ya que, respecto de esto último, ningún estamento ni sector cooperativo puede quedar fuera de la formación, información y capacitación cooperativas continuas.

    Para ello, un objetivo central, esencial,  ha de ser no solo la ilustración,  calificación y cualificación para el consumo y para los usos sino que, luce fundamental, una educación cooperativa vinculada con el trabajo en los sectores primario, secundario y terciario de la economía, el comercio, la industria y los servicios.

    Sin embargo, especial atención merece la educación a los asociados en tanto ´fundadores´, e integradores del espíritu y la mística cooperativa, titulares de su proyecto y miembros integrantes, insustituibles e imprescindibles del máximo órgano democrático de poder cooperativo: `la asamblea´ ordinaria o extraordinaria en cada escuela cooperativa.

    En este sentido, la clave del éxito del funcionamiento democrático descansa en la base, porque si los asociados cooperativos están debidamente formados e informados sobre sus derechos y deberes democráticos, todo el sistema cooperativo, incluso en los grados superiores de concentración o federación, funcionará democráticamente, ya que las decisiones participadas, deliberadas, conscientes y responsables de todos los asociados han de  animar, alentar, impulsar y comprometer responsablemente las decisiones cooperativas para asegurar que la eficiencia de su ejecutoriedad asegure la propia eficacia de cada escuela cooperativa.

    Asimismo, al involucrarse también  a los asociados en determinadas subfunciones y actividades cooperativas, indirectamente se ha de lograr que se interesen –integren y complementen- en las confiadas a otros estamentos pero y sobre todo, se alcanzará otro efecto de la mayor importancia cual es el de aliviar al consejo de administración de actividades secundarias, pudiendo entregarse de lleno a lo que debe ser su primera obligación: La gestión eficiente de la escuela cooperativa.

    Es recomendable asimismo que en ninguna escuela cooperativa falte su periódico institucional que puede ser tan modesto de medios como se quiera o pueda y,  su aparición,  semanal, quincenal o a más largo plazo, sin descartar por cierto, en la medida de las posibilidades, la implementación de  la propia pagina Web.

    En tal caso, una comisión de asociados se encargaría de la redacción y, no se alegue la dificultad de la tarea, porque siempre se tiene a mano un cooperativista con experiencia y trayectoria, un libro cooperativo para reproducir un comentario teórico y/o  práctico, e información Vg. vía Internet) sobre aspectos educativos relevantes de interés para sus asociados.

    Igualmente, cuando se producen cambios de administradores, educadores, síndicos o gerentes se les puede presentar en entrevistas tan amenas y familiares como se sepa hacer, en las que el entrevistado desde su punto de vista,  exponga su programa y/o lo realizado; autocríticas, fortalezas, oportunidades, debilidades, proyectos y/o `encrucijadas´ para la escuela cooperativa de que se trate.

    Desde una simple hoja hasta una moderna impresión, existe una amplia gama de posibilidades al alcance de todo presupuesto de toda escuela cooperativa y, aún cabría agregar que si la Escuela cooperativa es importante y se vale de publicidad  podría conseguir que la tirada de la hoja, folleto, boletín  o periódico no cueste ni un centavo.

    El periódico seria también el órgano para anuncio de los actos cooperativos: convocatoria de asambleas, dar a conocer las resoluciones adoptadas, anunciar vacantes, nuevos servicios educativos -con sus fundamentos y ventajas-,  como otros tantos aspectos que involucren directa o indirectamente aspectos substanciales del quehacer educativo cooperativo.

    También seria útil en materia de relaciones sociales y humanas con interés  no solo para sus asociados y sus familiares sino para toda la comunidad en su conjunto.

    La habilidad de la comisión redactora –que no es necesario que esté formada por profesionales cooperativos o expertos periodísticos. Sólo requiere entusiasmo para lograr de tal periódico algo ameno y esperado por los asociados, vecinos, etc..

    Organizar encuestasedu.redsobre cualquier otro tema (banco de sangre, VH-SIDA, contaminación ambientalcalidad y confiabilidad de los servicios educativos cooperativos, etc-.) de interés para asociados/terceros, y en ese capítulo, que se llamaría  Vg., `espacio comunicacional entre administradores y asociados´, uno de los administradores –quizás no siempre ni únicamente el presidente- debería dedicar alguna hora de cada día o semana a recibir alumnos, padres, autoridades, asociados, agencias de viajes de estudios, etc., y escuchar sus sugerencias, canalizar quejas y reclamos, informar de decisiones adoptadas e incluso receptar propuestas y proyectos para el tratamiento institucional cooperativo respectivo y pertinente.

    De tal manera, los objetivos ya conseguidos por cada escuela cooperativa, deben servir de punto de partida y lanzamiento para nuevos propósitos y éstos ser objeto de atenta, profunda instruida y documentada maduración, para recién después pasar a una explicación razonada dando espacio pleno a una amplia deliberación que garantice la participación, información y transparencia en el examen de los pros y las contras que ilustren y posibiliten adoptar finalmente la decisión más conveniente y más legitimada posible para cada momento histórico y decisión institucional de la escuela cooperativa en cuestión.

    Adicionalmente, ningún asunto debe llevarse de sorpresa ni desinformadamente a un acto asambleario sino que, sin excepción, deben ser objeto de información y consenso anterior –todo lo que se pueda- con los asociados y la comunidad educativa cooperativa Vg., mediante recomendables asambleas informativas.

    El resultado sería la formación de una opinión pública cooperativa de tal modo que, cuando ésta ha madurado, la aprobación de un asunto por una asamblea no pasa de ser, poco menos, una simple formalidad porque con anterioridad se habría llegado a una conciencia colectiva y a una opinión mayoritaria que casi no necesita expresarse en votación.

    Podríamos decir así que con la adopción de estas y otra medidas parecidas, afines y complementarias, prontamente se llegaría a formar entre los asociados una auténtica y profunda conciencia cooperativa y así, sólo entonces,  la democracia cooperativa será vividamente efectiva, visible y visibilizable.

    Por cierto, la tarea propuesta no parece fácil. Es verdad y, reconozco que abordarla responsable e integralmente,  requiere de espíritus selectos y vocaciones a prueba de fracasos que "no reculen ni para tomar envión".

    Pero, si hemos de sentirnos ganados de antemano por el desánimo ante las dificultades o anomalías actuales, mejor seria no constituir una nueva escuela cooperativa y, si ya estamos enrolados en ella, conformarnos apenas con sus mediocres y, eventualmente, arbitrarias y discrecionales prestaciones/servicios de enseñanza.

    Nada de eso. Esta educación solidaria civil (sin intermediarios ni fines de lucro), puede activar y/o mejorar la formación educativa urbana y rural en entrenamientos para oficios y nuevas tecnologías, para adquirir destrezas que faciliten y empoderen para mayores y sucesivos escalones académicos, para la inserción laboral y el desarrollo humano. Hablamos de una formación basada en criterios de flexibilidad, apertura y espontaneidad que pueda promover, simultáneamente, la democratización del acceso al conocimiento, manejo y disponibilidad Vg., de las nuevas tecnologías, (TIC`s) arrimando Educación ahí donde el Estado no llega y no es "negocio" para el interés educativo lucrativo.

    Preconclusivamente y como diría García Márquez, son pruebas al canto de una oportunidad solidaria civil que desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que ingrese en el siglo veintiuno como Pedro por su casa.

    Ante recurrentes discontinuidades en el servicio público educativo, las Escuelas cooperativas, son y serán claves para cooperar en la traducción de derechos en capacidades (A. SEN), para democratizar y asegurar educación regular, continua y desmercantilizada, para fortalecer el vínculo con las identidades culturales y las actividades productivas locales, para empoderar a sectores analfabéticamente postergados garantizando así la igualdad de trato y de oportunidades respecto de este derecho personal esencial básico. Resumiendo, para asegurar un desarrollo cultural digno y entusiasta capaz de reposicionar al hombre como protagonista en el centro de todo proyecto humano, educativo y democrático.

    Para ello es preciso concebir e instrumentar sin demoras, mancomunadamente entre padres, alumnos y docentes, la autogestión y acción vecinal para prácticas cooperativas y metodologías de comunicación solidaria/civil, promoviendo como forma alternativa de educación y de trabajo, más escuelas con más aulas cooperativas.

    Mas allá de los beneficios propios e inherentes a toda escuela cooperativa, se pueden lograr herramientas mas arregladas con lógicas alternativas a la capitalista prevaleciente, herramientas, instrumentos y materiales didácticos que sin eximir nadie de su imprescindible y creciente productividad, competitividad y excelencia, estén siempre imbuidos de los valores de la libertad, la fraternidad, la igualdad, la sobriedad, la reciprocidad, la solidaridad y la gratuidad; todo lo posible.

    Igualmente, estas escuelas cooperativas también y adicionalmente, pueden ir produciendo, rescatando, restaurando y revalorizando -gradual y paulatinamente-, lozanías, artes, oficios, labores, saberes, tradiciones y prácticas telúricas las que, autogestionadas vecinalmente, federalizadas provincialmente y confederalizadas nacionalmente, serán también muy útiles, apropiadas y arreglados a las realidades propias, locales/regionales, todo ello sin perjuicio de hacer extensión Vg., para que operarios urbanos o labradores campesinos, autogestionados, redefinan, resignifiquen y se reapropien legal y pacíficamente de su tierra, de su familia, de su cultura, de su trabajo, de su economía con ecología, tanto como de sus creencias con su ética y su moral correspondiente; mucho de lo cual, de manera indolente, impune y arrasadora les fue arrebatado por caudillos/caciques locales en complicidad con grandes empresas o pooles de siembra como, últimamente se verifica, Vg. con el monocultivo de la soja; complejos de cabaña en terrenos de flora y fauna autóctonas, "perversos palomeros extranjeros" y tantos otros extraños recurrentes de nuestra argentinidad.

    Finalmente, las rémoras en materia de educación, escuelas y aulas cooperativas, es algo más en lo que las políticas de estado son marcadamente remisas e irresponsables.

     

     

    Autor:

    Roberto Fermín Bertossi

    Experto de la CoNEAU en Cooperativismo