Descargar

El populismo, la industrialización y la representación de los sectores trabajadores en Brasil

Enviado por leandroquerido


Partes: 1, 2

    Indice

    1. Introducción 2. Primera etapa3. Segunda etapa 4. Tercera etapa 5. Bibliografía 6. Bibliografía Complementaria 7. Documentos

    1. Introducción

    En 1930 dos hechos políticos marcaron un antes y un después en la historia de Brasil y Argentina, ambos evidencian un mismo síntoma, la crisis del modelo económico oligárquico (agroexportador en el caso argentino y el modelo cafetalero-exportador en Brasil). La crisis del ’29 repercute con crudeza en las economías brasileña y argentina, totalmente dependiente de los mercados externos para sobrevivir, es sin duda más terrible su consecuencia en Brasil, donde el producto que ocupa la mayor parte de las exportaciones es el café, artículo de consumo más bien suntuario, que es de más fácil prescindencia que los alimentos básicos que exporta la Argentina, esta crisis tiene sus consecuencia política inmediata, que son, el golpe de 1930 en Argentina, por un lado y la Revolución Varguista de 1930, ambos suponen un quiebre institucional importante, que vienen a señalar la incapacidad del las elites oligárquicas de encontrar una salida institucional dentro de su propio discurso, es el comienzo de una serie de experimentos institucionales, que darán paso a la aparición del populismo.

    Por otro lado comienzan a esbozarse una serie de medidas que en ninguno de los dos países forman aún una política coherente, que significa, por un lado una mayor participación del Estado en el manejo de la economía, un mayor peso del mercado interno y un nacionalismo económico que aún no deja de ser un recurso retórico más. Da comienzo así un proceso de industrialización substitutiva de importaciones que aún no va más allá de la complementación con la economía agroexportadora, pero que va sentando las bases de un proceso de industrialización duradero, que tomara diferentes caminos en Brasil y Argentina.

    Este dirigismo estatal favoreció la consolidación de una sector económico urbano – industrial formado por grupos no directamente vinculados al sistema exportador – importador (dirigidos principalmente al consumo interno) que fue un valioso aliciente para la formación de una clase industrial.

    La etapa del ISI se caracterizó por un doble movimiento convergente: la expansión de la participación estatal en la economía y el robustecimiento de una burguesía industrial, participantes ambas en la creación de áreas nuevas de inversión, concentradas alrededor de la industria básica y de las obras de infraestructura en donde fue acentuada la participación estatal. Esto implica un mayor interés de estos sectores en la intervención positiva del Estado, si la vieja oligarquía ve al Estado como un legitimante de su dominación y sobre todo como un aparato represivo, esta pujante burguesía industrial estará más interesada en políticas más nacionalistas de protección del mercado interno que es al cual se dirige, se asiente pues, uno de los vértices del pacto populista.

    Este desarrollo industrial acrecentó la formación de una clase obrera industrial, y fomento la inmigración campo-ciudad, conformando sociedades urbanas de masas, basadas en economías insuficientemente industrializadas.

    El rápido crecimiento de la urbanización y de la industrialización cambió la distribución existente de poder político y sentó las bases para la aparición de las grandes coaliciones populistas de estos dos países.

    En este trabajo queremos señalar, las transformaciones que se fueron operando en los discursos, acciones y alianzas en Brasil y Argentina, alrededor de los sectores trabajadores, sectores que se pasan a ocupar un lugar principal (muchas veces sólo retóricamente) en la configuración de políticas estatales, debido principalmente, por un lado, al proceso mismo de industrialización y a dos movimientos políticos emparentados con aquel, el Varguismo y el Peronismo que representan su incorporación en el discurso político como beneficiarios últimos de sus políticas y los incorporan como vértice fundamental del sostenimiento de la alianza que los mantiene en el poder, la mutación que ambos sufrieron. Por otro lado el caso del PT como la aparición de una opción que sobre la base social que el populismo tuvo, supo articular un partido clasista de masas, como no existió nunca en Brasil (tampoco en la Argetina).

    Ambos movimientos parten de un planteo inicial bastante similar, articulado a través de una activa política industrialista, una mayor participación de los sectores trabajadores, la implementación de políticas de bienestar social generalizadas y una retórica nacionalista en la economía.

    Si por un lado la crisis económica del modelo agroexportador y cafetalero-exportador impulsa políticas más industrialistas, esta crisis va acompañada de la crisis del modelo de democracia adulterada oligárquico, que en 1930 es evidente en ambos países, como sostiene Weffor para Brasil: "El populismo expresa el período de crisis que atraviesan a la vez, la oligarquía y el liberalismo, siempre muy ligados en la historia del Brasil; y también expresa la democratización del Estado que debió apoyarse en algún tipo de autoritarismo, sea el autoritarismo institucional de la dictadura de Vargas (1937-1945), sea el autoritarismo paternalista o carismático de los líderes de masas de la democracia de posguerra (1945-1964)" (1), en Argentina el golpe de Uriburu, señala la imposibilidad de la oligarquía de realizar su propia retórica liberal democrática, se produce un impasse, donde le es imposible soportar las consecuencias de una democratización política ni reconstruir la legitimidad perdida previa a 1916.

    La aparición del populismo simboliza esta imposibilidad, es el mediador que opera la incorporación popular, evitando la revolución social, en el caso de Brasil esta incorporación queda reducida a las clases medias, y a un pequeño sector obrero industrial incipiente, en la Argentina a partir de la experiencia peronista se extiende a sectores populares urbanos más amplios.

    Este planteo inicial fue variando con el tiempo, intentando siempre (característica del populismo) adaptarse pragmáticamente a las políticas o posturas en boga, el justicialismo en Argentina, a lo largo del tiempo fue mutado en sus plataformas electorales y planteos políticos, incluso mientras estaba vivo su fundador y máximo referente de sus políticas, abarcaron un amplio espectro de posiciones que iban desde una nacionalismo filofascista hasta una acercamiento con el marxismo y los movimientos de liberación del tercer mundo, y que recientemente no ha tenido reparos en pasarse a un neoliberalismo militante, todo esto sin cambiar los caracteres básicos de su discurso que por tan abarcativos, pierden precisión y contenido. Incluso en esta última etapa (acorde con los tiempos) pudo dejar atrás una alianza que lo acompañaba desde su nacimiento, la que lo unía a los sindicatos.

    En el caso de Brasil, el Varguismo fue incluso más pragmático a la hora de efectuar sus alianzas, pero nunca perdió el empuje industrialista que lo caracterizó, empuje que fue concretado más por sus herederos, pero que tiene en Vargas su primer articulador serio. Las alianzas del Varguismo, son más pragmáticas, creemos por el hecho de que Vargas mientras gobernó no estuvo sujeto a la fuerte alianza que si tuvo Perón, con el movimiento obrero. Las alianzas en Brasil son más a nivel regional que de clase, (los líderes son primero lideres de tal región antes que lideres de una corriente determinada).

    El desarrollo del Brasil estuvo relacionado con dos corrientes que superestructuraron dos tipos de estructuras: Una centralizadora, heredada de la antigua metrópoli y otra basada en las autonomías regionales y locales. Esta se relacionaba con las dificultades de comunicación y por las diversidades económicas-culturales. A partir de 1930 se procuró fortalecer cada vez más la unión en detrimento de las autonomías estatales. Tales tendencias llegaron al extremo de acomodarse a los regímenes autoritarios de transición en la sociedad industrial. Aún así el federalismo permaneció como compromiso constitucional y como mecanismo de negociación política.

    En un "país de más de 8 millones de kilómetros cuadrados" con grandes diversidades regionales el desafío de Vargas era modernizar un "país continente, carente de capitales y recursos humanos, geopolíticamente aislado y de población rural, ganglionar y dispersa"(2).

    En 1930 se sumó otro factor desestabilizador: la gama de actores sociales que se incorporó a la escena política: militares, trabajadores, iglesia, empresarios, intelectuales. Esto acabó por cristalizar en torno al estado las reivindicaciones específicas de cada grupo.

    Este modelo de representación se institucionalizó a partir de una despolitización general de inspiración corporativa que transfirió al Estado el poder arbitral de los conflictos.

    Esta situación es interesante compararla con la experiencia Argentina. Aquí Perón utiliza un exacerbado discurso "politizante" que involucra a muchos actores sociales en el marco de una lucha entre el "pueblo y el antipueblo". El "Estado Peronista"(3) tenía su base legitimadora en los trabajadores urbanos. Estos jugaban un papel central en el esquema del estado corporativo del peronismo. Si bien, como sostiene Romero(4), "la violencia del discurso no se correspondía con una conflictividad social real" al utilizar al movimiento obrero organizado en esta lucha "politizaba" al resto de la sociedad.

    En términos de pretensiones Perón en su proyecto totalizador pretendió "peronizar" a la sociedad civil como lo hizo con los trabajadores y sus organizaciones. Vargas se conformó con negociar habilmente con las "elites regionales"(5) que servían estas como contenedoras del conflicto social dispersado. El celebre "polígono getuliano"(6), que se consagra en el marco del Estado Novo, consiguió la unidad ideológica y política a través del pacto corporativo. Este, como señala Aspasia Camargo, está "constituido por vértices compuestos, en el eje simbólico, por los intelectuales y la Iglesia; y en el eje social de la producción, por los empresarios y los trabajadores. En los puntos extremos el eje territorial los militares y en la parte más alta, representando la unidad y la seguridad nacional las elites regionales de base, mediando las decisiones entre los municipios y el poder central". Perón encontraba el medio más eficaz en las intervenciones provinciales, ya que estas eran más débiles y más accesibles en términos regionales.

    La era política Vargas puede dividirse en tres etapas: "la primera la oficial, se inicia con la Revolución del 30 y se cierra con su suicidio en 1954. La segunda denota la influencia del líder más allá de su muerte y se cierra con la deposición de su fiel seguidor Goulart en 1964. La influencia del pacto corporativo se extendió hasta la Constitución de 1988 y las elecciones que gana Collor en 1989.

    Se puede afirmar que hay entonces una era de Vargas con Vargas, una de Vargas sin Vargas y otra de Vargas contra Vargas en la medida en que la hostilidad del régimen de 1964 a su herencia populista no les impidió reproducir su estructura semejante al modelo que él había implantado"(7).

    A diferencia de Perón el liderazgo de Vargas le dejaba las manos más libres para juegos estratégicos, su alianza con los comunistas, con el ejercito, con la burguesía industrial.

    Hay que destacar que ninguno de los líderes llegaron a vivir la crisis global del Estado de Bienestar, a partir de la Crisis del Petróleo. Sus acciones políticas fueron llevadas a cabo en los albores de este y mientras el E.B. fue el paradigma económico en todo occidente, por lo cual se movieron, en cierto sentido, en la corriente en boga de su momento El valor positivo que se le daba a la intervención estatal para atenuar las variaciones bruscas en la demanda y como principal inversor en infraestructura, así como su política social activa para cubrir aquellas necesidades que no podían traducirse al lenguaje del mercado, no podemos saber como hubieran actuado una vez entrado en crisis este modelo, del cual surgió la base social y política de la alianza que los sostenían, creemos que su pragmatismo característico los hubiera empujado hacia una nueva alianza, como la que sostuvo a Menem a partir del ’89, algo de esto se puede ver en algunas medidas tomadas por Perón antes de su muerte que significaron una negativa a las reivindicaciones de los trabajadores.

    Las políticas de industrialización siempre respondieron a una línea de orientación hacia el nacionalismo económico. Esta orientación fue posible, a pesar de que componían este proceso una alianza de clases tan distintas por su gravitación gubernamental.

    Un rasgo a destacar es que en Brasil no existió un movimiento político que actuara como soporte del régimen. No hubo en los comienzos de la etapa de Vargas, un movimiento del Estado Novo, un partido varguista(8). El Estado Novo nunca tuvo una la consistencia ideológica básica.

    El Estado Novo era un camino autoritario sin partidos. Por eso, quizás una genuina innovación a nivel de los partidos políticos hubiese sido la creación de organizaciones políticas nacionales (algo de lo que siempre estuvo privado Brasil). Ante esto lo que se implementó a diferencia de Argentina es "un estado no político"(9), el cual le garantizaba un terreno ideal para mostrar su gran talento de conciliador y manipulador

    Ambos movimientos nacen como alternativas claras al modelo político económico de las oligarquías agroexportadoras y cafetaleras-exportadoras, basado en una democracia oligárquica con gran exclusión social y mínima participación de los sectores de los trabajadores. Vienen a representar el tercer momento alberdiano, el de la participación política democrática, momento que en Argentina tuvo su primer esbozo en la truncado experiencia radical del ‘16 al ’30, y que en Brasil no ha tenido un exponente semejante. Ambos movimientos nacen como alternativa política a este sistema, y, en Brasil más que en Argentina, como alternativa económica, con su empuje industrialista.

    En el ámbito económico el papel del Estado cambia su carácter, si en la etapa precedente este actuaba como mediador de la política de financiamiento de inversiones extranjeras, ahora por intermedio de él se toman las medidas necesarias para la defensa arancelaria del mercado, se inicia el proceso de transferencia de rentas del sector exportador hacia el sector interno.

    Creemos que en la naturaleza de esta mutación se deja ver un rasgo fundamental de este tipo de movimiento político; la ausencia de una articulación ideológica sólida, componente característico de los movimientos populistas, debido principalmente a sus pretensiones de inclusión de todos los sectores posibles de la sociedad y su carácter conciliatorio, su discurso intenta siempre englobar la mayor cantidad de posturas posibles, los movimientos populistas se presentan como encarnación de una nacionalidad, frente a la cual todo oposición es declarada apátrida, no puede haber oposición al gobierno, porque esta significa una oposición a la Nación toda.

    Podemos señalar Tres etapas históricas de estos movimientos de masas y su relación con los trabajadores:

    2. Primera etapa:

    Es el punto de partida arriba descrito, donde encontramos semejanzas en los planteos, con diferencias dadas en la intensidad en la realización de los discursos enunciados, condicionados por realidades económicas diferenciadas. Esta primera etapa abarca el primer Gobierno de Vargas, la del Estado Novo, y su 2ª presidencia democrática donde hay un apoyo significativo de la izquierda y el 1er y 2º gobiernos de Perón. En estos períodos encontramos el intento de crear un modelo alternativo al modelo agroexportador en crisis, y al régimen al que este iba unido, de democracia adulterada y restrictiva. Creemos que ninguno de los dos países logró consolidar este proyecto, sin embargo Brasil se encamino decididamente por este camino hasta llegar, en la siguiente etapa, la de los continuadores de Vargas, a implantar un modelo industrialista exitoso, donde sin embargo la inclusión política seguía siendo una asignatura pendiente. En Argentina encontramos que este enunciado no dejó de serlo y no hubo la suficiente fuerza ni voluntad para llevarlo a cabo, sin embargo se rompe para siempre con el régimen político restrictivo y adulterado. De aquí en adelante ningún gobierno que no pueda de alguna manera articular la participación política de los sectores populares podrá soportar más que un limitado tiempo en el poder.

    Creemos que en Brasil el varguismo sentó las bases de un nuevo modelo económico, de un nuevo modelo de país, cosa que el peronismo no pudo concretar, es como si Argentina, una vez entrado en crisis el modelo agroexportador con la crisis del 29, no puede volver a reconstruir la legitimidad que este poseía ni articular un modelo alternativo en lo económico. Se esbozan alternativas (muchas veces, para estar actualizado en el discurso, más que movido por una decisión concreta de llevarlo a cabo) que no son llevadas cabalmente a la práctica.

    Existen muchas semejanzas en el tipo de liderazgo de ambos gobernantes, las formas de jugar dialécticamente con los diferente sectores políticos sociales en conflicto, de los cuales siempre se pretende ser el mejor interlocutor. El líder se coloca en el sitio de arbitro de los conflictos y encarna al estado y a la nación. Detenta la atribución conferida por la "nación" para hacer y deshacer alianzas, enunciando un discurso integrador y los suficientemente ambiguo como para integrar al mayor número posible. Creemos que en este aspecto los espacios de maniobra de Vargas son más amplios que los de Perón, ya que este último debido a su apoyo en el sector obrero organizado estaba más condicionado por las reacciones de estos a sus políticas. No es el caso de Vargas debido a que la alianza que lo sostiene es más a nivel de elites regionales y económicas.

    Esta etapa puede ser cerrada con la muerte de Vargas y el exilio al que es empujado Perón.

    3. Segunda etapa:

    Esta coincide con el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, y la etapa de desarrollismo que se abre, donde se le da al capital transnacional un importante papel como generador de recursos y capitales.

    La polémica estatismo o gran empresa comienza a superar las simples teorizaciones para transformarse en la encrucijada propia del desarrollo. Los sistemas de sustentación política del período anterior se deshacen rápidamente, y ahora surge en reemplazo de la aparente polarización "oligarquía – pueblo" del populismo, un nuevo enfrentamiento entre la clase popular nacionalista y el comportamiento de los grupos empresariales que tratan de reorganizar el Estado para expresar sus intereses políticos vinculados a los intereses económicos, el Estado como agente del desarrollo industrial.

    Se emprende el camino de una política industrial más integral. Brasil a través del sucesor de Vargas, Kubitschek, mas allá de la situación inflacionaria que se vivía y que deterioraba en nivel de vida de los trabajadores(10), logró mantener el esquema "poligonal de Vargas". El período democrático de "JK" fue un ejemplo de habilidad política. Corrigió los "desvíos populistas, estatizantes de Vargas conduciendo el eje del sistema político más hacia el centro. Los partidos creados por Vargas, el PSD y el PTB, garantizaban la estabilidad en el Congreso, negocia con los militares, los capitales extranjeros y mantiene el vínculo con las elites regionales. El esquema de Vargas de construcción y consolidación política funcionaba más allá de Vargas.

    En Argentina esto no ocurrirá, ya que el desarrollismo intentará articular una superación del peronismo que fracasa. Hay en esta etapa una radicalización en el discurso de Perón desde el exilio. Que deriva en el acercamiento con la izquierda y con los métodos revolucionarios, inspirados en la Revolución Cubana y en los movimientos de liberación nacional, la lucha económica es interpretada como un aspecto más por la lucha por la liberación nacional.

    Por otro lado el movimiento de los trabajadores organizados en Argentina, a diferencia del caso brasileño que los sigue contemplando, es desplazado en el intento militar de querer "desperonizar" a la sociedad. Esto genera la permanente obstaculización del mismo generando una recurrente inestabilidad política.

    Es importante resaltar la aparición de sindicatos clasistas por un lado y los deseos de sacudirse la tutela de Perón de los sindicatos que se reivindican como peronistas. Los primeros dan cuanta de una renovación fundamental de la acción sindical. Fuertemente ideológico, rechazando el amarillismo del sindicato vertical peronista, las experiencia del sindicalismo clascista (sobre todo en Córdoba) planteando la acción sindical, y la conducta de la clase obrera, no ya como integradora de un pacto social, de un consenso (más allá de la comunidad organizada y de la alianza de clases). Se plantea el conflicto insuperable entre trabajadores y capitalistas, se señala el carácter de conflicto de clases que tienen las reivindicaciones obreras. Es de señalar que en Argentina estos procesos no prosperan por el doble trabajo represivo de los diferentes gobiernos militares y de los propios sindicatos verticalistas.

    O’Donnell(11) sintetiza toda esta etapa y la sucesiva crisis que derivó en los golpes de estado de 1964(brasil) y 1966(argentina), de la siguiente manera:

    "El período populista contribuyó a ampliar un importante electorado urbano que los dirigentes de algunos partidos políticos podían intentar captar, sobre todo mediante la promesa de políticas gubernamentales del tipo distribucionistas y expansivo que habían caracterizado los gobiernos populistas, a los que buena parte de ese electorado seguía siendo leal. Pero las siguientes crisis sociales y los numerosos episodios de protesta, sumados a la ineficiencia gubernamental crearon el escenario propicio para el arribo al gobierno de las fuerzas armadas(12)."

    En Brasil, la radicalización de los gobiernos populistas deriva en el proceso militar iniciado en el ’64. Se implanta un modelo desarrollista industrializador autoritario, un verdadero BA, donde el lugar de los sindicatos esta marcado por el estado. Existe allí también una radicalización imperante. Por otro lado en toda Latinoamérica emergen con distinta intensidad las guerrillas urbanas. Si bien son desarticuladas rápidamente por el régimen militar, y no alcanzan nunca la envergadura que tienen en Argentina, si en cambio son el núcleo del cual nacerá una opción real de sindicalismo clasista combativo que dará origen a un partido de masas que Brasil nunca había tenido, como es el PT con un fuerte contenido clasista, matices marxistas, y una muy compleja y moderna articulación de intereses que lo transforman en una opción popular real(13).

    En ambos países la represión se dedica a desarticular solidaridades peligrosas para el orden autoritario implantado, la represión hace mella en el movimiento obrero, que puede reagruparse en Brasil, cuando el empuje del milagro económico empieza a perder garra, después de la crisis del petróleo. En Argentina, el Córdobazo, la muerte de Aramburu, van acotando el poder de Ongania. El experimento semi corporativo de Onganía fracasa, entre otras cosas, por la falta de claridad en sus objetivos, el regreso de Perón marca una especia de paréntesis, el intento de reformular la alianza que lo sostuvo en su primera etapa, esta demasiado condicionado por un accionar político que ya no se plantea en los mismos términos, la violencia en la cual se zambulle alegremente el propio movimiento peronista, desnudan mejor que nunca el poder y la debilidad de la posición de Perón como arbitro absoluto de la contienda, su rápida muerte nos deja sin mayores posibilidades de interpretar cual hubiera sido el destino de su gobierno, sin duda la inclinación a la derecha política del movimiento, y la reacción hacia los primeros síntomas de la crisis del petroleo, no dejan ver un acercamiento a políticas más regresivas y antipopulares. La debacle del gobierno de Isabel, la fuerza alcanzada por el movimiento obrero verticalista, que alcanza cuotas de poder inmensas (sobre todo luego de la expulsión de López Rega) que no repercuten en mejoras sustanciales del nivel de vida de los trabajadores, el estado de Bienestar comienza a agonizar, la violencia y la crisis, dan la excusa perfecta al Golpe restaurador del ’76, donde un antipopulismo extremo se presenta como la única salida viable al aquellarre isabelino.

    La Dictadura, no solo destruyó la base de solidaridades articuladoras de los movimientos de trabajadoras, si no también el sustento económico de las mismas, con políticas recesivas, de redistribución negativa de la riqueza y de desindustrialización.

    Partes: 1, 2
    Página siguiente