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La era de la austeridad (Parte I)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4

  1. De aquellos polvos hipócritas de todos los países, uníos)
  2. El "Circulo de Fuego" de Pimco – Japón, Francia, Reino Unido, EEUU y PIIGS, los más vulnerables (Libertad Digital – 13/2/10)
  3. Estados de riesgo (Expansión – 17/3/10)
  4. Nouriel Roubini: La tragedia griega de los "PIIGS" (I) (El Economista – 23/4/10)
  5. Nouriel Roubini: La tragedia griega de los "PIIGS" (II) (El Economista – 24/4/10)
  6. Gran Bretaña, el auténtico PIG de Europa (Libertad Digital – 10/5/10)
  7. El pozo sin fondo: el plan de la eurozona, los bancos y las oportunidades reencontradas (El Confidencial – 11/5/10)
  8. Según algunos cálculos, sería Grecia la que tendría que rescatar a Alemania (Expansión – 24/5/10)
  9. Bienvenido de nuevo Mr. Marshall (si alguna vez se fue) (El Confidencial – 25/5/10) (Por J. Jacks)
  10. El BCE admite que la zona euro estuvo al borde del colapso el 7 de mayo (Libertad Digital – 1/7/10) (Por M. Llamas)
  11. Global Ranking a julio de 2010 (para echarse a temblar)

Vivimos un tiempo de requiebros, mitos y mentiras ¿A quién le interesa conocer la realidad?

-Acto I:

De aquellos polvos hipócritas de todos los países, uníos)

When begin the beguin

En 2007 estalló la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos. En 2008 estalló oficialmente la crisis y sus consecuencias continuaron retumbado a lo largo de todo el 2009.

A comienzos de 2009, la angustia se apoderaba de los inquilinos de Wall Street mientras algunas vacas sagradas, como Lehman Brothers, fueron devoradas por la epidemia de las hipotecas basura y los perversos derivados asociados a éstas. Fue entonces cuando, el ex presidente de EEUU, George Bush, advirtió sobre el posible colapso del sistema financiero, al mismo tiempo que la cuna del capitalismo urdía un plan de rescate, valorado en 700.000 millones de dólares y con cargo a los contribuyentes.

Casi 365 días más tarde, el S&P 500 registraba máximos anuales con una subida del 24,8% en 2009, los cinco bancos más importantes continuaban con sus operaciones y casi todos habían resuelto sus deudas, Bernard Madoff estaba cumpliendo condena por su descomunal fraude, las principales entidades financieras se preparaban para repartir más de 25.000 millones de dólares en bonus y la Casa Blanca contaba con un nuevo inquilino: el demócrata Barack Obama.

Sin duda Obama se benefició de la crisis para ganar la presidencia. Pero la ganó sin saber qué hacer exactamente frente a la crisis. No tenía arma secreta, no tenía fórmula mágica. El "liderazgo" del que presumió en los últimos meses de 2008 consistió básicamente en seguir a pies juntillas las recomendaciones del último secretario del Tesoro de Bush hijo, Henry Paulson. Paulson contó a veces con más apoyo de los demócratas que de ciertos sectores republicanos.

Entre otras cosas porque ya se veía por dónde se intentaba pasar la maroma de la crisis: por un dispendio público inaudito y por abrir la puerta a una penetración gubernamental de la empresa privada sin precedentes en Estados Unidos. Algo que tiene que sacar de sus casillas a cualquier conservador.

Pero en el otoño del terror financiero cualquiera que se opusiera al rescate estatal de la economía estaba condenado a la crucifixión política. Si a eso se le suma que Goldman Sachs y otras grandes firmas de Wall Street eran y son las primeras donantes de la campaña de Obama -y de John McCain, y de Hillary Clinton-, queda claro que el presidente, cualquier presidente, tenía poca o ninguna opción. Había que hacer como si las espaldas del Tío Sam fueran anchas hasta el infinito y esperar a que pasara el temporal.

Para solventar este inconveniente, la Administración Obama y el Congreso aprobaron en febrero un plan de estímulo de 787.000 millones de dólares, que incluyó créditos fiscales de hasta 8.000 dólares para aquellos que compraran su primera vivienda o de 6.500 para los que compraran la segunda.

Un parche para hacer frente a la caída de los precios inmobiliarios, que ya han cedido cerca de un 20% desde que alcanzasen la cima allá por 2005. Al fin y al cabo, entre la Administración Bush y Obama, el gasto para impulsar el sector inmobiliario y evitar los desahucios asciende hasta los dos billones de dólares. A principios de 2010, nueve de cada diez hipotecas cuentan con el respaldo directo o indirecto del Gobierno de EEUU.

El dinero gastado en rescates económicos en la recta final de la Administración Bush y la recta inicial de la de Obama, si se suma dinero del Gobierno y de la Reserva Federal, asciende a la friolera de 2 billones -con b de boina- de dólares. Eso es bastante más que los 750.000 millones del TARP que costó sangre, sudor y lágrimas que el Congreso aprobara a ras de elecciones.

Sin embargo, por mucho que se quiera endulzar el contexto, la realidad posee un sabor agridulce, el temporal apenas ha pasado -si por pasar se entiende seguir con un 10% de paro– y el Gobierno norteamericano se encuentra en una situación que daría envidia a la Unión Soviética en sus buenos tiempos. Según datos recogidos por The Wall Street Journal (enero 2010), Washington S.L. metió 245.000 millones en cerca de 700 bancos y compañías de seguros, garantizó 350.000 millones más de deuda bancaria, hizo préstamos a corto plazo por valor de 300.000 millones, rescató a dos de los tres gigantes de Detroit, regó 955.000 millones más sobre pequeños negocios y para desatascar tarjetas de crédito, controla en estos momentos, directa o indirectamente, nueve de cada diez hipotecas en EEUU…. etcétera.

Un llamativo resultado de todo esto es que el déficit se dispara. En 2014 el Gobierno no ganará para pagar sus deudas, mayormente a acreedores extranjeros, muchos de ellos chinos.

Otro resultado no menos llamativo es que, aunque el Gobierno no se cansa de proclamar que sin estas medidas extraordinarias la crisis habría sido mucho peor, tampoco está nada claro cuándo va a empezar a ser mejor. Cuándo va a despegar de una vez el empleo, y se va a poder volver por fin a una relación normal entre la Casa Blanca y las empresas.

La gran pregunta es: ¿es eso tan fácil?, ¿Se puede simplemente volver al minuto y resultado de antes de la crisis? Si el Gobierno simplemente se sale tal cual de las empresas intervenidas, ¿quién garantiza que en diez o quince años no volverá a pasar esto?

Y si el Gobierno no se sale tal cual, ¿quién garantiza que superará sus contradicciones entre garante de los beneficios de las empresas intervenidas y el interés público? Si en el momento en que es presidente y principal accionista de Washington S.L. Obama no atina a crear empleo, ¿cómo atinará cuando ya no se siente en el consejo de administración de América? ¿Quién rescatará al Tío Sam de sí mismo?

The Big Bang (la factura de los rescates públicos)

La intervención de los gobiernos, bajo la excusa de rescatar al sistema financiero internacional y combatir la recesión económica, ha supuesto un desembolso de dinero público histórico.

El coste de los rescates bancarios y la aplicación de los planes de estímulo, asciende a 13 billones de dólares hasta 2009. Esta cifra equivale al 21,12% del PIB mundial (61,5 billones de dólares), de modo que la intervención pública supone una carga adicional próxima a los 1.900 dólares por cada ser humano del planeta. Y ello, sin contar con las inyecciones extraordinarias de liquidez aplicadas por los principales bancos centrales.

En concreto, los rescates bancarios por parte de los gobiernos (empleando dinero del contribuyente) asciende a 3,6 billones de dólares (el 5,73% del PIB mundial) o, lo que es lo mismo, 515 dólares per cápita. Mientras, los planes de estímulo suman 9,4 billones de dólares (el 15,39% del PIB mundial), equivalente a 1.382 dólares por ser humano, según un estudio elaborado por Grail Research and de Luxe & Associates, para la prestigiosa Harvard Business Review (enero 2010).

Según el informe, casi el 75% del rescate bancario ha sido llevado a cabo por los países occidentales, es decir, EEUU y las grandes potencias europeas. En este caso, el coste de salvar el sistema financiero haciendo uso del gasto público ha sido del 7,8% del PIB conjunto de dichos países.

Islandia lidera el ranking de esfuerzo público para sostener en pie su banca tras destinar el 76,2% de su PIB a esta tarea, seguido de Irlanda (48,3%), Letonia (33,6%) -junto a otros países del Este como Hungría (20,6%)-, Reino Unido (19,3%), Rusia (14,2%), Emiratos Árabes Unidos (12,2%), EEUU (7,3% del PIB), España (5,2%) y Alemania (5,1%).

En cuanto a los planes de estímulo, por encima de todos destaca Arabia Saudí (85%) y China, cuyo Gobierno ha destinado el 46,7% de su PIB a estimular la economía mediante un ingente plan de gasto público, según los autores del informe. Le siguen Sudáfrica (29,3%), EEUU (34,6%) y Japón con el 13,9% del PIB. El plan de estímulo aprobado por el Gobierno español hasta 2009 asciende al 5,3% del PIB, indica el informe.

Sin embargo, tras este dispendio, las cuentas estatales comienzan a indigestarse como consecuencia de la absorción de los activos tóxicos de la banca y los planes de estímulo económico, según reconoce el propio Banco Central Europeo (BCE).

Pese a ello, ante el temor de que la recuperación adopte una forma de W (doble recesión), el Fondo Monetario Internacional (FMI) anima en su último informe a seguir manteniendo los planes de estímulo en 2010, con lo que la factura global de la intervención pública para combatir la crisis podría llegar a ser superior en los próximos meses.

Por el momento, los gobiernos han gastado con el dinero de los contribuyentes la quinta parte de la riqueza mundial. Una deuda adicional de 1.900 dólares por cada niño, mujer y hombre del planeta.

El tamaño estimado de la burbuja global asciende al dinero gastado en el Plan Marshall, la compra del Estado de Lousiana, la guerra de Corea, el New Deal, la guerra de Irak, la guerra de Vietnam y la operación de la NASA a la Luna.

Imaginemos que contamos con una fortuna mayor que la suma del dinero gastado en el Plan Marshall, la compra del Estado de Lousiana, la guerra de Corea, el New Deal, la guerra de Irak, la guerra de Vietnam y la operación de la NASA que llevó al aterrizaje en la Luna y que de la noche a la mañana lo perdemos. Aún a pesar de nuestra incapacidad para hacer dicha suma algo comprensible, el total del problema deja de ser un número seguido de muchos ceros, para así sentirlo enormemente más cercano.

Éste es el tamaño estimado de la burbuja global o, en otras palabras, lo que se ha perdido. Diría que un desastre de tal calibre merece un poco de reflexión. Lo sucedido es el resultado -como es habitual en el caso de una catástrofe- de una combinación de factores. La pregunta que hizo la Reina Isabel II de Inglaterra en la London Business School de "cómo hemos llegado a este punto" es equivalente a preguntar al portero del edificio en llamas si sabe por qué está ardiendo la azotea.

Todo es relativo

El Fondo Monetario Internacional, FMI (21/4/10), calcula que el total de las depreciaciones y provisiones por pérdidas crediticias asumidas por la banca mundial ascenderá a 2,3 billones de dólares, es decir, medio billón de dólares menos que su anterior estimación.

De esta cifra, el fondo calcula que los bancos de EEUU asumirán un total de 588.000 millones de dólares, frente a los 654.000 millones de dólares de la anterior estimación, tras la estabilización de los precios de la vivienda en la segunda mitad de 2009.

Por su parte, para los bancos de la Eurozona las estimaciones ascienden a 442.000 millones de dólares, 38.000 millones de dólares menos que en octubre, mientras que 398.000 millones de dólares corresponden a las entidades de Reino Unido.

Todo es relativo: cuando el FMI considera una buena noticia anunciar pérdidas de 2,3 billones de dólares, es señal de lo mal que han ido las cosas. De su último informe sobre Estabilidad Financiera Global, se desprende que el panorama sombrío de los mercados financieros y el sector privado comienza lentamente a mejorar.

No obstante, una nueva tormenta se cierne sobre la deuda soberana. Hace sólo seis meses, el FMI calculó que la crisis obligaría a bancos y entidades financieras globales a realizar unas provisiones de 2,8 billones de dólares en los próximos cuatro años. La recuperación del crecimiento económico, el control del desempleo en Europa, y el freno a la caída de los precios inmobiliarios han reducido en medio billón de dólares esa estimación.

El FMI calcula que dos tercios de las pérdidas ya se han materializado. Aunque los sólidos beneficios compensan actualmente las pérdidas registradas, a medida que la regulación sea más estricta, este fenómeno se disipará. Además, la sombra de la duda sigue amenazando a los sistemas bancarios de algunos países (en concreto, el FMI vigila muy de cerca de EEUU y Alemania).

Aunque el sistema financiero se esté enderezando, el proceso será lento. Todavía puede verse afectado por los riesgos de los mercados de deuda pública. La crisis ha forzado al límite los balances soberanos: a medida que las perspectivas de crecimiento se iban agotando, el endeudamiento fue incrementándose, lo que coincidió con la necesidad de aumentar generosamente el gasto del déficit. La deuda pública sigue subiendo vertiginosamente.

Las autoridades se enfrentan entonces a dos grandes desafíos. Hacer de los mercados financieros un lugar más seguro (aunque las reformas apuntan en esa dirección, avanzan muy lentamente). Y recuperar el equilibrio fiscal para mantener, o recuperar, la credibilidad de las entidades crediticias sin cortar la cuerda de salvamento a las economías que todavía la necesitan.

La hoguera de las vanidades

¿Cómo se ha reflejado la crisis en el mercado bursátil? La bolsa ha evolucionado al ritmo de la crisis financiera y económica. A finales de 2007, el valor total de las empresas (capitalización bursátil) que cotizan en las principales plazas del mundo alcanzó su máximo histórico, tras alcanzar los 61,2 billones de dólares.

Tras el estallido de la burbuja crediticia y el inicio de la crisis financiera, los mercados se derrumbaron, hasta el punto de que en marzo de 2009 (pocos meses después de la quiebra del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers), el nivel de capitalización mundial descendió hasta los 25,6 billones. Un desplome del 58,2% en apenas un año y medio. Es decir, el valor de las acciones de las principales empresas del mundo bajó, ni más ni menos, que 35,6 billones de dólares.

Desde entonces, la recuperación de las principales plazas ha sido la tónica dominante. Así, a cierre de 2009, la capitalización total de las principales plazas ha crecido en algo más de 20 billones de dólares, hasta los 45,9 billones, lo que supone un aumento próximo al 80% en apenas nueve meses. En la actualidad, el valor total se aproxima a los 46,8 billones de dólares, lo que se traduce en una caída del 23,5% respecto al nivel máximo de capitalización alcanzado en 2007.

Así, los inversores en bolsa de todo el planeta han perdido en total cerca de 14,4 billones de dólares en apenas dos años y medio, tal y como reflejan las tablas elaboradas por la web de análisis Bespoke, con datos de la agencia Bloomberg, en donde se recogen las 40 plazas más grandes por capitalización de mercado.

Los diez primeros países representan casi el 75% de la capitalización bursátil mundial. El mercado de EEUU equivale casi al 30% del total, seguido de Japón, China (cuyo peso mundial apenas supera el 6%), Reino Unido y Hong Kong.

La bolsa española se sitúa en el puesto 15 del ranking global, con una capitalización bursátil de 693.000 millones de dólares, lo que supone un 30% menos respecto a octubre de 2007.

Señales contradictorias

Las noticias económicas globales siguen dando señales contradictorias acerca de los brotes verdes y la presencia de una pronta recuperación. Sobre todo, en el ámbito financiero, ya que los grandes bancos deben refinanciar 5 billones de dólares en los próximos tres años.

El sistema financiero de la zona euro en su conjunto está sufriendo problemas de calado. Y estos problemas podrían incluso agravarse de cara al futuro. La congelación del mercado interbancario (mercado donde los bancos se prestan dinero entre ellos) y el aumento del riesgo de impago de grandes bancos, admitido por el BCE (junio 2010), son fiel reflejo de la delicada situación, donde la aversión al riesgo es dominante entre los agentes.

La crisis de deuda soberana en Grecia, con su posible contagio (si es que no está sucediendo ya) a los países más débiles (Portugal, Irlanda, España e Italia) puede suponer una amenaza muy importante para la banca europea.

De hecho, según el siguiente gráfico del portal Business Insider, con datos del último Informe de Estabilidad Financiera del Banco de Inglaterra, el riesgo soberano se ha disparado entre noviembre del año pasado y mayo de 2010.

Otra cuestión altamente preocupante es si, aparte de estos problemas, la banca global podrá hacer frente en los próximos años a las enormes obligaciones que ha contraído. Y es que, los principales bancos del mundo se enfrentan a la necesidad de refinanciar sus deudas (roll-over) por una cuantía de más de 5 billones de dólares en los próximos tres años, según el Banco de Inglaterra.

Afirma esta institución que "los bancos internacionales se enfrentan a un reto sustancial de refinanciación para los próximos años, a medida que la financiación del sector privado vence y se retira el apoyo público extraordinario" de los últimos años.

Como se observa en el gráfico, la situación de la banca presenta algunas particularidades según de qué países estemos tratando. Los bancos alemanes son quienes se enfrentan a un plazo de maduración más cercano, mientras que el Reino Unido presenta una elevadísima necesidad de refinanciación en 2011.

Las implicaciones de esta masiva necesidad de refinanciación de deudas por parte de los bancos pueden ser importantes. En primer lugar, puede implicar la necesidad de que las entidades financieras vendan parte de sus activos rápidamente y a precios con descuento, para hacer frente a sus obligaciones. Así se profundizaría en la fase de desapalancamiento por la que la economía en general, y el sector financiero en particular, limpiaría los excesos del pasado.

En segundo lugar, puede acarrear una restricción adicional del crédito al sector privado (familias y empresas), vía encarecimiento del coste del crédito o racionando cantidades, mientras las entidades tratan de cubrir sus agujeros financieros. Evidentemente, esto afectaría negativamente a la recuperación de la actividad económica.

Además, la conocida como "guerra del pasivo", por la cual los bancos compiten entre sí para atraer a los depositantes con condiciones y rentabilidades suculentas, también podría continuar e, incluso, intensificarse, a medida que las entidades financieras deben obtener recursos "como sea".

Estos problemas de la banca vienen a pesar de que en los dos últimos años se han aumentado los ratios de capital y se ha mejorado su posición de liquidez (como muestran los dos siguientes gráficos del informe del Banco de Inglaterra y de The Economist), muy deteriorada en la fase expansiva del ciclo, en la cual llevaron a cabo la práctica que se conoce como el "descalce de plazos" o, lo que es lo mismo, endeudarse masivamente a corto plazo e invertir a largo plazo.

No en vano, según los analistas del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana, es ésta práctica, precisamente, la que ha generado la crisis financiera actual gracias a la política expansiva de los bancos centrales. De ahí que ahora el sector bancario esté recogiendo los frutos de sus arriesgadas y poco prudentes políticas.

"Qualitative" y "Quantitative Easing" (el bien público para beneficio privado)

– Los gráficos que resumen la política monetaria de la FED desde 2007 (Libertad Digital – 29/3/10)

(Por Ángel Martín) Lectura recomendada

El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ha sido, junto al Tesoro de EEUU, el arquitecto del rescate financiero en la primera potencia mundial. Su papel protagonista desde el estallido de la crisis le ha valido el reconocimiento de personaje del año para la revista Time.

Según destacaba la publicación, Bernanke "ha ayudado a guiar a la economía estadounidense a través de sus días más negros" desde la Gran Depresión. Pero, ¿en qué se ha traducido dicha política? Las medidas adoptadas por la FED para combatir la crisis pueden resumirse en gráficos.

Su naturaleza no convencional y sin precedentes queda patente cuando se muestra la evolución de la deuda pública norteamericana, su déficit público o la base monetaria que controla la Reserva Federal (FED). Tales indicadores se han disparado literalmente a partir de 2008, frente a la tendencia de crecimiento constante, pero moderado de décadas pasadas.

Uno de estos sorprendentes gráficos es el que muestra la evolución de la "Deuda federal poseída por los bancos de la Reserva Federal", sistema de banca central estadounidense. Como puede verse, desde que empieza el gráfico, en 1970, ha seguido una evolución creciente y sin pausa.

Sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente con la crisis: la deuda federal en posesión del sistema bancario central empieza a caer a mediados de 2007 y se desploma en 2008, volviendo a subir sólo a comienzos de 2009.

El gráfico no deja de ser menos espectacular si se consideran las cifras en términos de lo sucedido el año anterior. Mientras que desde 1970 los cambios de año a año en esta magnitud han sido relativamente pequeños, lo sucedido entre 2007 y 2009 no tiene parangón. Además, esta cifra apenas había estado situada en terreno negativo.

¿Qué significa esto? ¿Cuáles son las causas de este comportamiento tan atípico en esta magnitud? La respuesta está en la política monetaria no convencional que Ben Bernanke, presidente de la FED, ha llevado a cabo como reacción a la crisis financiera.

En concreto, el gráfico ilustra la política de "relajación cualitativa" (qualitative easing) que se llevó a cabo desde mediados de 2007 hasta finales de 2008, y la de "relajación cuantitativa" (quantitative easing) a partir de finales de 2008.

La política cualitativa tiene la peculiaridad de que, al contrario de la cuantitativa, no incrementa el balance de la FED, sino que consiste en modificar la estructura de los activos que posee en su balance.

Según han señalado diversos economistas como Juan Ramón Rallo o Philipp Bagus, esta política se correspondería con la primera fase de la gestión de la política monetaria llevada a cabo por Bernanke tras la crisis.

En este caso, la FED adquirió activos del sector bancario de dudosa calidad, vendiéndoles a cambio deuda del Tesoro norteamericano. Así es cómo se llevó a cabo un rescate implícito a gran escala de la banca, facilitándoles activos líquidos (deuda pública) y comprándoles otros menos líquidos y de peor calidad, de forma que la banca mejoraba su posición, al tiempo que la FED deterioraba la calidad de su balances. Como afirma Rallo, "Bernanke se limitó a gestionar los activos de la Reserva Federal para inyectar liquidez en el conjunto del sistema bancario, pero sin incrementar sus pasivos".

Como muestran los siguientes datos de la deuda federal mantenida por los bancos de la FED, el máximo nivel (790.500 millones de dólares) se alcanza a mitad de 2007. A partir de ese momento, que coincide a grandes rasgos con el inicio de las primeras turbulencias financieras de las subprime, se lleva a cabo la política de qualitative easing, y se llegan a vender más de 300.000 millones de dólares en deuda pública hasta finales de 2008, donde se reduce la cifra hasta los 476.900 millones de dólares.

Fuente: St. Louis Fed

Empieza 2009 y se revierte el tipo de política. Comienza la segunda fase de la crisis, con un punto de inflexión importante en la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008.

Así es como llega el quantitative easing, gracias al cual se comienza a expandir el balance de la Reserva Federal mediante compras de deuda pública y de títulos respaldados por hipotecas (mortgage-backed securities). Tal y como anunció la FED, ha llegado a adquirir alrededor de 300.000 millones de deuda pública en el curso de 2009.

De ahí que, tras la caída de Lehman, sea cuando la base monetaria incrementa su tasa de crecimiento, hasta tal punto que en apenas cuatro meses, tras la quiebra del banco de inversión, la base monetaria casi se multiplicara por dos (datos).

En estos momentos, la Reserva Federal estudia una "estrategia de salida". Según declaran sus miembros, poseen las herramientas necesarias para garantizar su éxito. Pero otros analistas, como Nouriel Roubini, Steve Horwitz o Philipp Bagus, no lo tienen tan claro. La FED puede encontrarse en la encrucijada, teniendo que elegir entre un escenario de elevada inflación o uno de graves riesgos para el sistema bancario. Es decir, los riesgos permanecen ahí, aunque las autoridades monetarias traten de ocultarlos.

Una imagen vale más que mil palabras, y en el ámbito económico un gráfico puede valer más que mil datos. Como habrán podido comprobar, la deuda y el déficit público se han disparado desde 2008, mientras que la base monetaria llegó a duplicarse en apenas cuatro meses tras la quiebra de Lehman Brothers. Esto significa arriesgar la solvencia de un país para salvar su banca. Hipócritas del mundo, uníos. De aquellos polvos… Ahora, pasemos al Acto II (女tos lodos).

-Acto II: 堶inieron estos lodos (la canción del lamento)

Los estados se indigestan con los activos tóxicos de la banca y los estímulos

Un informe del Banco Central Europeo titulado The Janus-headed salvation. Sovereign and bank risk premia (El rescate de dos caras. Prima de riesgos bancarios y soberanos) muestra, con gran aparato gráfico y analítico, la verdadera causa de la más que posible quiebra de países como Grecia y, quizá la propia España si sigue aumentando su deuda pública. (Libertad Digital – 27/1/10)

Las conclusiones del estudio, firmado por Jacob W. Eijsing y Wolfgang Lemke, apuntan a los Gobiernos europeos como los primeros responsables de la situación actual de endeudamiento soberano y negras perspectivas de recuperación económica.

Según los autores, cuando los Gobiernos europeos anunciaron en octubre de 2008 paquetes de rescate para sus sistemas financieros "los diferenciales de riesgo de los bancos decayeron y subió el riesgo soberanos, ya que los inversores percibieron una transferencia de riesgo crediticio del sector bancario al Estado".

Posteriormente los diferenciales se ampliaron y la crisis se ha agravado. Gran parte de la banca, que está virtualmente quebrada por invertir en activos ruinosos o conceder créditos de difícil recuperación, ha sido apoyada ciegamente por los Gobiernos de todos los países que, sin pretenderlo, se han apropiado de este modo de todos los activos tóxicos que poseía la banca. La cobertura estatal se ha hecho en gran parte mediante emisión de deuda, lo que ha puesto a algunos Estados al borde de la quiebra.

La operación de transferencia comenzó en el otoño de 2008, coincidiendo con la quiebra de Lehman Brothers. Muchos estados, incluyendo España, garantizaron la supervivencia de los todos los bancos para evitar que, los más afectados por las malas inversiones, quebrasen y arrastrasen consigo a todo el sistema.

Pero la "ventanilla" bancaria no fue la única largueza financiera que los Gobiernos se han dado en el último año y medio. Con idea de evitar que la crisis financiera pasase a la economía real, todos los gobiernos lanzaron ambiciosos planes de estímulo financiados en su mayor parte contra deuda soberana.

Los dos planes de estímulo: el bancario para evitar la quiebra de la banca privada; y el económico, para mitigar la crisis fomentando artificialmente la demanda, han llevado la deuda pública y, como consecuencia, la prima de riesgo soberana a las nubes. Porque, todo ese dinero gastado alegremente por los gobiernos ha venido de las continuas emisiones de deuda que han realizado -y siguen realizando- todos los países de Europa.

Los inversores, conscientes del deterioro económico general y de las cargas que los Estados están asumiendo, desconfían y evitan comprar deuda, o lo hacen contratando seguros de impago, los CDS o Credit Default Swap, cada vez más onerosos.

En este sentido, tal y como informa el diario Expansión, Grecia, Irlanda, Portugal y Malta son, por este orden, los únicos países de la eurozona a los que, en estos momentos, los inversores exigen una rentabilidad más elevada que a España por colocar la deuda en los mercados. El rendimiento del bono español a diez años alcanzó ayer el 4,028%, por lo que, por primera vez desde finales de 2007, se sitúa por encima del de Eslovaquia a ese plazo.

El siguiente paso es la declaración formal de quiebra por parte de los países que más irresponsablemente se han endeudado. Grecia está la primera de la fila y Ucrania la segunda. España no anda muy lejos y camina decidida tras las últimas emisiones de deuda por parte del gobierno de Zapatero.

Además, a los planes de estímulo se suma la insostenibilidad a largo plazo del sistema de prestaciones públicas y pensiones, debido al envejecimiento de la población y un escenario de bajo crecimiento económico. Así, según un reciente informe de la Comisión Europea (CE), España se sitúa en el grupo de países con "alto riesgo" de insostenibilidad fiscal a largo plazo. El informe divide a los 16 países de la zona euro en tres grupos de "riesgo":

Alto: Irlanda, Grecia, España, Chipre, Malta, Países Bajos, Eslovenia y Eslovaquia.

Medio: Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo, Austria y Portugal.

Bajo: Finlandia.

Desde 2006, cuando se publicó el anterior estudio sobre sostenibilidad fiscal, tan sólo seis países han visto empeorado su nivel de "riesgo" como resultado del intenso deterioro que han sufrido las cuentas públicas tras la crisis económica y financiera: Irlanda, España, Malta, Países Bajos, Austria y Eslovaquia.

La CE emplea el denominado S2 como principal indicador de sostenibilidad fiscal, ya que mide la magnitud del ajuste fiscal que precisa un país (más impuestos o menos gasto público) para garantizar su solvencia soberana.

La CE concluye que la mayoría de los países necesitan diversas reformas estructurales para reducir el "riesgo" de insostenibilidad fiscal a largo plazo: generar superávit presupuestarios primarios estructurales; reformar el sistema público de pensiones; posibilitar tasas de crecimiento económico que aumenten nuevamente las tasas de empleo; y controlar el gasto sanitario.

Y todo ello, según el escenario base (baseline scenario). Y es que, el ajuste presupuestario sería aún mayor en caso de que se materialicen las peores previsiones económicas, que los analistas de la Comisión denominan Crisis scenario: lost decade (Escenario de crisis: la década perdida). Es decir, la CE no descarta una depresión económica en Europa similar a la sufrida por Japón desde los años 90.

Los gobiernos europeos necesitan 2,2 billones de euros para financiar el gasto

La agencia de evaluación de riesgo Fitch calcula que dieciséis países europeos necesitarán créditos por valor de 2,2 billones de euros de los mercados de capitales en 2010 para financiar su deuda, lo que equivale al 19% de su Producto Interior Bruto. (Libertad Digital – 26/1/10)

Los países analizados por la agencia son: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza, que no es miembro de la UE.

Según el informe, los países que más endeudamiento van a necesitar (incluidos los vencimientos y la deuda a corto plazo) son Francia, con 454.000 millones de euros; Italia, 393.000 millones; Alemania, 386.000 millones, y Reino Unido, que requerirá 279.000 millones de euros.

En relación con su PIB, los países que más créditos van a precisar son Italia, Bélgica, Francia e Irlanda, donde el porcentaje rondará el 25 por ciento.

Fitch señala que durante el pasado año algunos gobiernos han aumentado hasta un 20 por ciento respecto al año anterior su deuda a corto plazo.

Francia y Alemania cubrieron durante 2009 más de la mitad de sus créditos netos con Letras del Tesoro, mientras que en España y Portugal esta proporción fue cercana al tercio.

Según Fitch, los países analizados en su informe tienen una deuda a corto plazo (con menos de un año de período de madurez) de 766.000 millones de euros.

Según el autor del informe, Douglas Renwick, "el aumento del volumen de deuda a corto plazo preocupa a Fitch porque incrementa los riesgos del mercado".

La crisis europea en gráficos (Fuente: BBCMundo – 24/6/10)

Una de las principales causas de la crisis monetaria en la zona del euro es que prácticamente todos los países involucrados han violado sus propias normas autoimpuestas.

Según los criterios de convergencia adoptados como parte de la unión económica y monetaria, la deuda pública no debe superar el 60% del PIB al final del año fiscal.

En la eurozona, el déficit público anual no debe superar el 3% del PIB. Sin embargo, como muestran los mapas, sólo dos de los 16 países que la zona del euro -Luxemburgo y Finlandia- han logrado adherirse a las reglas.

En general, Grecia es el país que más ha fallado, con la deuda en 115,1% del PIB y un déficit de 13,6% del PIB. Pero entre las economías más grandes, la deuda de Italia es aún más alta que Grecia, como porcentaje del PIB, mientras que el déficit de España es del 11,2% del PIB. Si el Reino Unido se encontrara en la zona del euro, también estaría en contra de los criterios, con una deuda actualmente en el 68,1% del PIB y su déficit en un 11,5% del PIB.

En términos de tamaño económico, Alemania es el centro neurálgico de Europa, seguido del Reino Unido, Francia e Italia, mientras que Malta es sin duda la economía más pequeña de la eurozona.

El Reino Unido se muestra en gris en el mapa porque no pertenece a la zona del euro, pero es fácilmente la mayor economía de la UE que no han adoptado el euro.

Si nos fijamos en los miembros de la eurozona en términos de PIB per cápita, la situación es distinta. Luxemburgo es de lejos el líder de la liga en este ranking. De hecho, es el país más rico del mundo según esta medida, con las Bermudas y Noruega en segundo y tercer lugar.

La economía de la eurozona representa más del 75% del PIB global de la UE. La UE en su conjunto compite con Estados Unidos por el título de la mayor economía del mundo: cada uno que representa alrededor del 20% del PIB mundial.

La zona del euro en su conjunto ha salido de la recesión mundial, pero la recuperación sigue siendo insuficiente y frágil, ya que algunos países todavía no han registrado un crecimiento renovado.

En las 16 naciones que han adoptado el euro, el crecimiento global para los tres primeros meses de 2010 fue de 0,2% con respecto al último trimestre de 2009, según la Agencia de estadísticas Eurostat.

Esa fue una buena noticia después de las contracciones agudas que sufren todos los países del área de la moneda durante el 2009. El Reino Unido, que no está en la zona del euro, se muestra en gris en el gráfico para fines de comparación.

Sin embargo, el panorama sigue siendo sombrío en la República de Irlanda, Grecia, Chipre y Luxemburgo, mientras que los temores de una "doble porción" de la recesión no se pueden descartar.

La recesión mundial ha cobrado empleos en la zona del euro. En marzo de 2010, la tasa de desempleo de la zona fue del 10%.

Pero aquí también hay evidencia de lo lejos que el club de divisas está de una convergencia económica real, con marcadas variaciones en los niveles de desempleo entre los 16 países miembros.

España está en la peor situación, con una tasa de desempleo que se ha duplicado desde 2008 – un hecho dramático tratándose de un país que fue uno de los mayores creadores de empleo de la UE. Y el panorama es aún peor para los jóvenes trabajadores en España, para quienes el nivel de desempleo es superior al 40%.

Por otra parte, Eslovaquia, la República de Irlanda, Portugal, Grecia y Francia tienen tasas de desempleo de dos dígitos que están por encima de la media de la zona del euro, mientras que Holanda es el menos afectado, con un desempleo de apenas 4,1%.

Europa hace adelgazar a su sector público (Fuente: Expansión – 25/6/10)

El gran agujero fiscal de EEUU

En 2001, Bill Clinton dejó la Presidencia de Estados Unidos sin déficit fiscal y la Oficina Presupuestaria del Congreso proyectaba un superávit de US$ 800.000 millones por año entre 2009 y 2012.

Hoy, la deuda pública federal estadounidense se acerca a los US$ 2 billones y el pago de sus intereses se ha convertido en uno de los cuatro grandes gastos gubernamentales. (BBCMundo – 1/2/10)

¿Qué pasó en estos años? ¿Cuánto de esta deuda se debe a las dos presidencias de George W. Bush? ¿Cuánto a las recesiones económicas (2001-2002, 2008-2009)? ¿Cuánto a los rescates de los bancos y a la inyección fiscal a una economía moribunda?

Según Josh Bevins, investigador del Economic Policy Institute de Washington, la mayor parte de este déficit se debió a decisiones políticas.

"En el período 2001-2008, el deterioro del déficit se debió a la política de reducción impositiva de 2001 y 2003 que explica un 50% del deterioro fiscal. Las guerras en Irak y Afganistán son una cuarta parte del déficit. En 2008-2009, el gran responsable es la recesión", le indicó Bevins a BBC Mundo.

La recesión produjo una caída de la recaudación por menor actividad económica equivalente a unos US$ 800.000 millones.

A esto hay que sumar el paquete de estímulo fiscal de US$ 700.000 millones y el mega rescate de los bancos, cuyo costo final aún está siendo calculado, pero que Bevins estima en unos US$ 120.000 millones.

Escalera al infierno

Más allá del debate político, lo cierto es que la deuda que financia este déficit es un espiral ascendente que puede terminar en un infierno.

El pago de intereses se ha convertido en el cuarto rubro del gasto federal estadounidense después de Defensa, Seguridad Social y Atención Médica.

Esto, en momentos en que las tasas de interés están en un mínimo histórico amortiguando el impacto en las cuentas fiscales, un alza en las tasas cambiaría esta ecuación.

En un estudio muy debatido en EEUU, Alan J. Auerbach, de la Universidad de California, Berkeley, coincide con Bevins en que el origen del problema es la presidencia de Bush, pero señala que Barack Obama puede agravar la situación.

"Bush fue extremadamente irresponsable durante ocho años. Es injusto achacarle a Barack Obama el problema. Por otra parte, no lo está solucionando. Si no lo soluciona lo empeora", opina Auerbach.

Según Bevins, del Economic Policy Institute, el problema del déficit es a mediano plazo y depende enteramente de la recuperación económica y del nivel de empleo.

"El gran problema es el empleo. Si logramos el pleno empleo en 2015 habría que plantear allí una reducción del déficit fiscal. Pero esto no está garantizado", le señala Bevins a BBC Mundo.

El dilema de Obama es que, si la economía deja de crecer, la deuda aumentará porque habrá menos recaudación y más gasto social, pero si no hace nada, el peso mismo de la deuda puede resultar abrumador.

Obama bate el récord histórico de gasto y déficit público de EEUU

Obama persiste en su receta de estimular la economía con dinero público. El presupuesto del año 2010 llega a los 3,8 billones de dólares, un nuevo récord que hace aumentar el déficit. (Libertad Digital – 1/2/10)

El crecimiento del 5,7% en el último cuatrimestre de 2009, que probablemente se deba a un espejismo provocado por la reposición de inventarios en la industria, ha animado al presidente Barack Obama a abrir la espita del gasto en un año decisivo para la recuperación económica mundial.

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