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De lo humano a lo divino

Enviado por jose leandro Flores


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. El respeto, base de la comunicación constructiva
  4. La sumisión, como expresión del miedo
  5. "Para crear hay que creer"
  6. La Identidad: un misterio
  7. El don del amor
  8. Acción de gracias y desafíos
  9. La esperanza con nombre
  10. La educación como camino hacia un humanismo integral
  11. Nueva educación
  12. Las artes como ventana del cielo a la tierra
  13. Conclusiones

Resumen

Nuestro texto "De lo humano a lo divino" es el inicio de una recopilación de la experiencia de la cotidianidad vivida intencionalmente con una dimensión de trascendencia, que llamamos espiritualidad. Creemos que estos son conceptos que no tienen patente institucional sino que pertenecen al género humano, sin embargo, es este el que por diferentes motivos, con excesiva facilidad, se deja arrebatar dicho patrimonio cultural y de su propia naturaleza.

Por otra parte, para muchos la cotidianidad se ha vuelto un peso hasta insoportable que viene siendo causa de múltiples efectos perniciosos para su salud integral y la de su entorno. Así mismo, es bastante común el dualismo que tensiona la vida de las personas al separar cotidianidad con espiritualidad, creyendo que han de salir de aquella para buscar momentos de esta. Dando como resultado en un significativo porcentaje el así llamado "divorcio entre fe y vida" (un mal de nuestro tiempo).

Lo que pretendemos con este trabajo de reflexión es poner nuestro granito de arena frente a un ingente desafío: la construcción de un mundo nuevo a partir de hombres nuevos. Con la certeza que otros ya están haciéndolo y otros se irán uniendo en esta inmensa tarea que como individuos nos supera pero no como Humanidad.

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Introducción

La búsqueda de sentido y la necesidad de desarrollarnos como seres humanos constituyen parte de las principales demandas que todos sentimos a lo largo de la vida. A esos objetivos consagramos gran parte de nuestro tiempo y lo mejor de nuestras capacidades. Pese a todo, todavía no se logra con creces los objetivos propuestos en altos porcentajes de la población (1).

En el afán de buscar las causas de este desajuste antropológico y social hay quienes señalan que el papel fundamental de la educación viene siendo deficiente y falto de eficacia (2).

Nosotros participamos de los que creen en la necesidad de participar en la construcción de nuevos paradigmas en todos los ámbitos de la convivencia humana, con el afán solamente de El seno de lo Divino es la Realidad: Encontrarla es el mayor acierto; buscarla afuera, el mayor desacierto.

Aquí hablamos del "respeto", el "amor como don" y la "acción de gracias" frente a los nuevos desafíos. Términos que bien entendidos son el punto de partida y de llegada para una nueva forma de vivir la cotidianidad. Una manera de incursionar en la vida como el lugar mismo donde se encuentra la trascendencia. Un enfoque anterior al dualismo, y marginado por este, pero perdurable y respetable como su adversario.

La espiritualidad alimentada desde la cotidianidad no cesa de ser creativa, emprendedora y socializadora; es connatural a su medio: el mundo. Es el alma del mundo. Cultiva el arte, emprende proyectos, involucra a otros desde sus respectivas capacidades. El termómetro de su verdad son las acciones, la empatía, la tolerancia, el respeto y valoración del otro y del entorno por igual.

En este artículo recogemos contenidos de un trabajo más extenso y diverso titulado "De lo Humano a la Divino" con carácter propositivo y que nos plantea desafíos de encontrar respuestas trascendentes que necesita nuestro espíritu dentro de la misma vida diaria en que nos desenvolvemos. Tratándose de un objetivo social y ecológico, y no solamente de éxito personal, de manera que hablar de salvación es hablar de salvarnos todos como especies vivas que estamos desapareciendo por efectos creados desde una existencia sin o con una espiritualidad ineficaz y que finaliza frustrando a las personas.

Si todo lo que hacemos, pensamos y sentimos lleva un sello de nuestra espiritualidad será, entonces, fundamental que nos preguntemos ¿Qué clase de espiritualidad tenemos?

Laura J.M.

Joseleandro F.G.

El respeto, base de la comunicación constructiva

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El respeto es una palabra poco agraciada hoy día, por diferentes motivos. Se cree que es una carga, una imposición, una exigencia de los otros que se creen que son más, que tienen más poder, que quieren incomodar la vida de uno… Sin embargo, el respeto es la base de la convivencia humana, sin la cual es hasta impensable…, de hecho, tenemos a la vista los extremos que nos desgarran el alma.

La pregunta pertinente aquí es: ¿Cuál o cuánto es el respeto que sentimos y tenemos por lo cotidiano?

Pensar o sentir "respeto" está relacionado con "respuesta"; o sea, el respeto es esencialmente una comunicación con respuesta: ¡un diálogo! Es decir, que una muestra de respeto es dialogar, y para dialogar hay que escuchar. La escucha activa es muy distinta de la pasiva, porque atiende con atención y afecto al otro y a lo otro (Lo otro tiene vida como nosotros).

En este caso, lo otro es la cotidianidad; no cualquier cotidianidad sino la nuestra; es decir, esa en la que estamos inmersos y que somos parte de ella. Por lo tanto, no debiera sernos extraña ni lejana, mucho menos adversa o enemiga, sino cercana y amable; y transformarla de tal manera que se convierta en nuestro lugar para nuestro crecimiento y plenitud sin dañarla ni menoscabarla. Este es el desafío para muchos y el logro de algunos.

Esta inclusión en ella y viceversa no es como tratar de juntar el agua con el aceite, es decir, dos elementos distintos sino que en ambos lugares está el mismo carácter sagrado. De manera que la cuna de lo divino es lo que somos y la realidad que nos rodea en el mismo nivel.

El respeto a la diversidad conlleva la tarea de construir la identidad propia. La verdad es una búsqueda, un camino,  una sucesión de encuentros con algo siempre nuevo. No es conveniente ni el acostumbramiento a una sola ideología religiosa como tampoco al rechazo sin más y desentenderse de una dimensión trascendente de la vida humana.

Esta mirada de nuestra cotidianidad se convierte en la puerta de entrada de tal manera que vivir en ella nos sirva no tanto de trampolín para otra vida sino de inserción en la vida plena, llena del misterio de amor que es nuestro Creador o la Naturaleza misma para quien así lo considere.

"De lo humano a lo divino" incluso puede ser más específico y decir "Lo divino en lo humano" o, incluso unificar: humano y divino es lo mismo. Estar en la realidad es estar en lo divino. Así, el enfoque de espiritualidad que buscamos  es el que nos  ilumine esta dimensión trascendente de nuestro aquí y ahora, capaz de quitar la cáscara y entrar en su misterio  revelador de lo divino. Si escuchamos nuestra alma podemos percibir su clamor por vivenciar lo divino en lo humano como lugar para su realización plena de su individualidad personal, social y ecológica.

Las consecuencias prácticas, espirituales y existenciales de este principios son de lo más necesarias en nuestro tiempo, porque el divorcio entre fe y vida ya no puede ser mayor, y de consecuencias desastrosas, ya sea por la vía de la indiferencia o por  la falsedad e hipocresía; es decir, que abunda una forma "reactiva" de vivir, de la que hay que pasar a una forma activa y proactiva porque el tiempo y lugar en que estamos lo demanda con apremio.

    Reflexionemos:

  • ¿Comprendemos el respeto como una forma de expresar afecto y recibirlo?

  • ¿Hay algunos cambios que deberíamos hacer en nuestra forma de vivir lo cotidiano. Cuáles?

La sumisión, como expresión del miedo

A veces las experiencias tienen algo en común, no solo en sus resultados sino sobre todo en sus fuentes. En nuestro enfoque de reflexionar acerca de la trascendencia de nuestra cotidianidad cabe considerar la cara opuesta de esa maravilla, y es el lado oscuro de nuestra de nuestra vida. Nos referimos al miedo.

El miedo comienza con el temor. Ese sentimiento que desde la infancia puede ser alimentado por una equivocada interpretación de carácter religioso y porque se cree que facilita las cosas a la hora de ejercer autoridad. A veces, sin darse cuenta se utiliza con aparentes fines beneficiosos…, pero no lo son en realidad.

Con el paso del tiempo, ese enfoque se le puede convertir al individuo en su propia cárcel. Cuando no existe la conciencia y decisión de no dejarse manipular por nada ni nadie externo, entonces el terreno está preparado para crear esclavos, sumisos y encarcelados. Y por desgracia, sobran los motivos de los que se creen ser señores de los demás.

¿Qué hay que hacer?   -¡Despertar!

Creemos que de frente a nuestros miedos tenemos dos formas de vivir: hacer de ellos un "sensor" que nos ponga en alerta y en disposición de luchar para ser libres o que asumamos un estilo de vida con resignación.

Seguramente conocen la historia del elefante que desde pequeño fue encadenado, y al principio luchó para soltarse hasta provocarse daño; pero llegó día en que dejó de luchar; y cuando sus dueños le cambiaron las cadenas por  una cinta…, él dejo de luchar: se había resignado a vivir encadenado.

El temor a luchar, al cambio, a lo diferente nos puede encadenar, y aunque no seamos felices, nos entregamos a la resignación, siguiendo absurdamente atados. Claramente, esto atenta contra nuestra dignidad humana y de hijos de Dios… y desgraciadamente es más común de lo que parece.

"Para crear hay que creer"

El punto de partida para transformar la cotidiano en escenario de lo divino, es decir, nuestra vida y nuestro trabajo en el lugar donde ocurre la acción de Dios, es posible a partir de creer. La  fe en sí mismo se puede reconstruir y constituye el piso para edificar la propia vida y unirnos a la vida de todo lo que nos rodea. Estamos incomunicados cuando llegamos a perder la fe en nosotros mismos; y la incomunicación es inmovilidad, estancamiento, tristeza y resignación.

El camino a la libertad es arduo, qué duda cabe; pero con auxilio del Espíritu que anida en nuestro ser no hay montaña que se resista. Es la historia de liberación que cada uno puede escribir si se lo propone de una vez por todas. Una historia que se desenvuelve en la cotidianidad, allí donde se encuentra lo divino. Es lo divino que transforma lo cotidiano en su verdad, sacándola de la oscuridad, odiosidad o simple indiferencia (que es des-amor).

Así mismo, el camino de creer para crear no es individualista sino comunitario. Es decir, no lo vamos a lograr si pretendemos hacerlo solos, con nuestras propias fuerzas nada más; esas fuerzas personales se ven potenciadas con el auxilio de los otros que nos ayudar a avanzar. Precisamente, uno de los males de nuestro tiempo es el individualismo, un lugar a donde hemos sido conducidos para hacernos débiles y frágiles y permeables.

¿Cuál es el tipo de fe que profesas? Es liberadora o es para conservar lo que hay?

¿Cuál es el lugar y la importancia que ocupa la fe en tu vida cotidiana: es algo secundario o es el motor de tu vida?

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Principales puntos: El respeto no es sumisión. El respeto es amor. El sano respeto comienza por uno mismo: que se respeta, es decir, se ama, se valora, y se tiene confianza. Cuando se respeta al otro no se le ve como superior sino solamente como distinto. La persona que se respeta a sí misma no se culpa, no vive en el pasado, no se deja angustiar por el futuro, sino que vive su presente con libertad y plenitud.

La Identidad: un misterio

1. ¿Cuál es el grado de respeto (amor) que tenemos por nuestra identidad (dignidad) y la de los otros?

2. ¿Hemos tenido en cuenta que en definitiva somos, y los otros también, misterio, un don, una gracia; y cuál ha sido nuestra actitud frente a él?

3. ¿Estamos dispuestos a aceptar que como misterio que somos podemos trabajar para nuestro desarrollo sin límites?

Cuando valoramos nuestra dignidad y exigimos el trato digno de los demás, en nuestro espacio cotidiano, entonces, la atmósfera de la convivencia toma otro color, otro tono, tiene otra calidad. Ahora bien, tanto en aquellos casos que los demás ofrecen ese trato digno y afectuoso, como en los casos en que la persona así lo requiere, siempre ha de haber la participación activa de uno mismo. Es decir, tener conciencia de la dignidad de su identidad.

Esta conciencia se muestra, en primer término, creyendo y procurando el desarrollo de nuestra identidad, en su renovación y reconstrucción. Este carácter dinámico hasta hace pocos años era impensable, pero hoy día es conocido como la neuroplasticidad del cerebro; es decir, que somos seres en permanente construcción de nuestra identidad que responde a cómo pensamos y al entorno en que nos desenvolvemos.

Y nuestra identidad, nuestro ser, está hecho para amar. Capacidad que recibe y entrega; es parte de nuestra naturaleza social. Todo esto dicho teóricamente no ofrece problema, más en la vida cotidiana sólo puede ser fruto del buen cultivo intencionado y perseverante del amor.   

El don del amor

El amor visto como un don es un buen punto de partida para aunar a él, respeto y todos los valores que lo hacen humano y humanizante, de uno mismo, de los seres queridos y del amado planeta. Valores acompañados de sus respectivas actitudes y modales que hacen de la vida junto a otros un verdadero oasis de cielo en la tierra.

El amor como don, es una forma de acercarnos  de manera humilde y disposición sin límites, en el sentido que el amor, al final, no nace de uno mismo sino que más bien es algo que se recibe: la capacidad de amar y de ser amado. ¿De dónde o de quien se recibe? No hay que enredarse, basta respetarse entre los que creen que Dios nos da la capacidad de amar y a quien amar, o los que creen que es la Naturaleza.

Sin dejar de tener en cuenta que a la experiencia se llega a partir de nuestras creencias. Y cuando esas creencias son sanas y bien intencionadas, se trata de lograr la coherencia, para que la vivencia cotidiana sea la cristalización de ellas.  Cuando no es el egoísmo u otra pasión de este tipo la que reina en uno o en ambos, entonces, el amor establece su morada haciendo de cada uno un árbol frondoso que crece al lado de las aguas del Espíritu que todo lo vivifica en la vida cotidiana.

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  • No te consideres ni te sientas superior ni inferior al otro.

  • No pretendas superarte tú a costa del otro.

  • Busca y procura en primer lugar el bienestar del otro.

  • No temas equivocarte; teme no reconocer tus errores y pedir disculpas.

  • No pierdas el sentido del humor.

  • No te quedes sin expresar todo buen sentimiento y felicitación al otro.

Aquí lo importante es que en nuestra cotidianidad nos sintamos protagonistas y constructores de esta hermosa experiencia de vivir en al amor. A esto llamamos espiritualidad, que es el objetivo único de nuestro texto sin más.  Nos referimos a espiritualidad respetando la religión o no religión que cada uno tenga. Y desde allí se tiene que construir y vivir su espiritualidad que hace referencia  a la dimensión trascendente y solidaria que alcancemos.

No se trata de no creer, sino de considerar ¿En qué creemos? ¿Qué es lo que generan las creencias? Y así darnos cuenta de la importancia que sea nuestra conciencia el motor de la vida. Es finalmente solo nuestra conciencia la que puede dar coherencia a nuestro vivir. La doctrina por sí sola no alcanza a gobernar la vida de una persona, más bien se queda en la periferia de la razón. La razón no mueve la vida de una persona, solamente sus ideas.

Es la conciencia la que puede gobernar la vida del ser humano; sin embargo, se hace tan poco por formarla y respetarla. En gran medida, porque una persona con conciencia es más autónoma, más libre; y habría que aprender a acompañar personas así que en muchos ambientes pasan a ser consideradas problemáticas. ¿Se forma para la libertad o para mantener seres controlados y controlables? La verdadera libertad no atropella a nadie ni elige hacer el mal.

Vivir en nuestro entorno (cotidianidad) con conciencia significa estar despiertos; vivir dándonos cuenta que cada instante es un torrente de novedad, de gracia, de amor, así sean las cosas más simples. Significa vivir y hacer cada cosa con pasión… Si comparamos ese entorno con un lienzo, el que pintamos con pinceladas de amor: ni agrediéndose ni agrediendo a nadie, busco la comunicación, disfruto mi realidad, no destruyo sino que siembro y cuido… Esta es la manera de vivir y enseñar a vivir; por el contrario, pensemos en la realidad opuesta que explica a tantos niños que no ven en sus hogares ni vida ni vitalidad sino cansancio, rutina y resignación. Esto explica su falta de motivación y hasta amargura en su diario vivir. Son niños etiquetados con sentencias negativas y destructivas como: "no sirves", "no puedes"…

Vivir en el amor como un don significa, entonces, darnos cuenta que somos protagonistas en la construcción de nuestra senda de vida, siendo responsables con nosotros mismos en primer lugar, y actuando desde nuestra libertad. Esta aspiración no es fruto del egoísmo ni de la soberbia sino de la humildad de sentirse amados y enviados a amar por el mismo Creador. El amor como don no crea seres sumisos y temerosos sino hijos y paladines de una vida sin cadenas de ningún tipo.

  • ¿Tienes la capacidad de amar y dejarte amar?

  • ¿Te mueve la  conciencia en tu diario vivir?

  • ¿Estas contribuyendo con tu vida a que los otros conozcan lo que el amor como don?

Acción de gracias y desafíos

Concebir que lo divino está en lo humano no es algo nuevo, solo que puede ser algo incómodo para algunos. Incomodidad que nada significaría sino es porque se enseña y se llega a contagiar a otros. La frase "por sus frutos los conoceréis" es válida en este campo para constatar cuales son los frutos  en un Continente que se dice ser creyente y sus prácticas están lejos de esos ideales.

Por lo tanto, es válido buscar caminos más eficaces, más verdaderos, más reales y adecuados a las dificultades y oportunidades de nuestro tiempo y lugar. Es aquí y ahora donde se construye  la vida o la esclavitud de las personas; y es la responsabilidad de todos buscar los puntos de reencuentro con lo divino que por diversas causas se han roto o perdido.

Buena parte de la humanidad ha tomado conciencia que no puede seguir ni esperando ni caminando por donde la han llevado, porque sencillamente es un camino hacia su propia extinción. Ninguna especie se salva si el Planeta colapsa. Por lo tanto, la acción de gracias que aquí planteamos es frente a las oportunidades que tenemos; esas oportunidades que son desafíos; que demos gracias por los grandes desafíos que son necesarios asumir sin más distracciones.

Estos desafíos conllevan un cambio de paradigma, un cambio de forma de pensar y de actuar. Por ejemplo, nuestro objetivo de hoy urge que sea no vivir en la tierra, sino cuidarla; y paradójicamente, cuidarla, no de otros sino de nosotros mismos. Nuestra especie es la más corroedora del Planeta, al punto de llevarla a poner término a su era geológica normal.

Así entendemos nuestra acción de gracias: como un darnos cuenta dónde estamos, cómo hemos llegado hasta aquí, y la urgencia de levantarnos a partir de nuestra realidad cotidiana hacia una plenitud que está dentro y en nuestro entorno mismo. No se necesita emigrar ni salir al espacio etéreo, sino adentrarnos con la luz que nos da el don del amor en nuestra esplendorosa realidad, hoy por hoy tan maltratada, ignorada y menospreciada.

Aquello que se había etiquetado como profano pasa a ser el lugar del encuentro con la plenitud, con la verdad y el amor, capaz de saciar el hambre de nuestra alma que busca sentido, horizonte e infinitud a nuestro alcance. Este es el motivo para una gran acción de gracias. Solo que no es un punto final, sino de partida, porque una conciencia despierta puede percibir las oportunidades que representan los obstáculos y dificultades que hay en nuestra cotidianidad y entorno.

¿Qué lugar ocupa cada día la acción de gracias?

¿Tu acción de gracias comprende ver los desafíos?

¿Tienes la capacidad de ver en los obstáculos, oportunidades?

Principales desafíos

El día que como fruto de nuestra evolución de conciencia, asumamos la corresponsabilidad que nos corresponde en relación con nuestra propia evolución y el cuidado de nuestro entorno…, ese día comenzará a cambiar la faz de la tierra. Porque de lo que se ha carecido en el último tiempo es de proactividad y participación corresponsable con el devenir social y ecológico.

El nuevo ser humano ha de ser aquel que ame la tierra, la cuide, respete y cultive sin caer en su explotación ni contaminación indiscriminada.  Con una nueva mentalidad que no se crea que es la especie más importante, sino solo importante entre todas las demás también igualmente importantes.

Este sueño comienza a ser realidad con la evolución de nuestra propia conciencia. Recuerdan ustedes el relato del anciano que se dirige con una pequeña cuchara en la mano hacia la montaña, y quienes lo ven se ríen porque al preguntarle qué es lo que pretende hacer, él contesta que mover esa montaña… Más para su  sorpresa él les dice: "ya sé que con esta cuchara no voy a mover esa montaña; pero alguien tiene que comenzar".

El despertar de una conciencia tiene alcances inimaginables e insondables. No es del todo cierto que una sola gaviota no hace verano, porque la energía de ese nuevo ser no se queda encerrada en sí misma sino que genera movimiento y acción a su alrededor físico y no físico. El cambio de mentalidad nos hace ver y sentir que no todo está perdido;  que no hay que dar cabida a la resignación ni por un segundo; porque no hemos nacido para ser esclavos y para vivir culpándonos sino que vivimos en un  tiempo para fructificar, para retoñar, para crecer y dar frutos aquí y ahora.

Estos son los verdaderos desafíos; más allá de nuestro propio éxito, está el éxito de encontrarnos con quienes somos y para qué estamos en esta vida. Entonces, lo divino en lo humano termina de ser una frase y comienza a ser una experiencia sin límites, sin fronteras ni muros.

¿Cuál es el desafío que más te reclama tu realidad que asumas?

¿Qué te impide hacerte corresponsable de la supervivencia del Planeta?

¿Estarías dispuesto-a a contribuir que otros "despierten" de su sueño de resignación?

La esperanza con nombre

La energía de la Esperanza no admite pesimismo ni mucho menos negativismo frente a la realidad en que nos encontramos. Solamente esos seres extraordinarios son quienes se vuelven los indispensables para salir del mismo caos. Aquella afirmación que la educación es el último recurso que le queda a la Humanidad para enderezar el camino que la conduce al desastre total es muy decidora; pero también te invitamos a considerar el gran valor que tiene para la construcción del  hombre nuevo el desarrollo de las artes.

La educación como camino hacia un humanismo integral

La cultura del descarte de que habla el Papa Francisco tiene que ver con una forma de tratar a la persona de acuerdo solamente a su capacidad de consumo que posee; es decir, si no cuenta con dinero para comprar y consumir, entonces, simplemente se le descarta; no se cuenta con esas personas… y así hay continentes enteros en abandono total.

La educación no se libra de esta desviación de sus originales objetivos, cuando el estudiante pasa a ser un mero cliente; y un objeto de consumo al cual se le vuelca una cantidad de saberes, sin preocuparse de quién es la persona que los recibe ni cuál es el mundo que le tocará vivir. El concepto de "educación bancaria" de P. Freire hace relación a este tipo de prácticas desalmadas.

    Aquí no se trata de ser inteligente cuánto de ser sensible y empático con el otro; sin esperar la petición del otro, es uno que a partir de su riqueza espiritual de lo cotidiano  se adelanta a dar un trato personalizado y lleno de amor. De inmediato, al amor vivifica, enaltece, alegra la vida del otro; genera confianza y acción de gracias.

    Todo esto no llega a existir cuando nuestra conducta procede de una cotidianidad rutinaria, limitada, sin Espíritu ni diálogo con la dimensión trascendente de las cosas, y del tiempo y del lugar que habitamos. Entonces, nos volvemos ciegos y sordos ante el dolor de los demás. La sociedad de nuestro tiempo se caracteriza en gran medida por estas características.

Humanismo integral

    El humanismo integral comprende el desarrollo; pero no solo económico, sino en todas las áreas de la Persona y del Planeta.  La persona integral tiene todas sus partes, mental, emocional, corporal, espiritual, cultural, social, económica, etc. en un nivel saludable y tendiendo a la plenitud

    El humanismo integral solo puede comenzar y cultivarse en la vida cotidiana llena de Espíritu; es decir, "integral". La realidad se ve mutilada cuando se reduce a la materia, sin tener en cuenta que esta misma materia es energía, es espíritu.  De allí, la premura y necesidad que vivamos nuestra cotidianidad como la cuna de nuestra trascendencia y nuestra vida espiritual. Es de esa unidad, y solo de ella, que podrá salir el hombre nuevo para un Planeta nuevo.

  • ¿Cuáles son las características de nuestro humanismo?

  • ¿Tendríamos que identificar más la presencia del Espíritu en nuestra vida cotidiana?

 Nueva educación

    La educación es una de esas actividades que lleva más tres siglos sin modificación alguna de fondo y forma. Es parte de esas férreas estructuras de la sociedad que no es fácil actualizar; no porque no se vea la necesidad sino porque no se encuentra la forma nueva para aplicarla. "Este un tiempo de muchas preguntas, confiesa una autoridad en el campo de la educación,  y no tenemos respuestas".

    Esta nueva educación requiere de verdaderos profetas de un mundo nuevo de parte de los educadores, que recobren el espíritu de la vocación y de la misión para impulsar la construcción del hombre nuevo sobre la tierra.  El discurso por sí solo, esta de lo más desprestigiado y no mueve a nadie a dar los pasos que hay dar con libertad, valentía y solidaridad. Por otra parte, la estigmatización, ya sea de los jóvenes como de los adultos, es lo más fácil y cualquiera la repite; es fácil criticar y no hacer nada. Es una conducta propia de quienes no reflexionan sobre lo que dicen y hacen. Estos son tiempos para ser levadura en la masa.

    Una educación nueva junto con una vuelta al cultivo de las artes representa ese camino tan buscado y todavía no encontrado para avanzar hacia la vida humana y ecológica

¿Crees que la educación es el camino para revertir lo que se viene haciendo mal?

¿Cuál es el vínculo que ves entre vida cotidiana como foco de espiritualidad y la educación?

Las artes como ventana del cielo a la tierra

    El arte es manifestación del alma expresando un clamor de humanidad y de humanización. Expresan la belleza, la armonía, la estética, la alegría y el dolor humano y de la Naturaleza. Llegar a ser artista es el culmen de la vida para un ser humano, en cuanto que vive conectado con lo espiritual, con la belleza y todo lo que incluye para ser tal. El artista no se improvisa, es el fruto de largos caminos de formación, de estudio, de prácticas, de silencios, de contemplación. Muchas veces, son incomprendidos, despreciados y envidiados por los fabricantes de la rutina, el consumo y la avaricia.

    Sin artistas y sus obras, nuestro mundo se vuelve oscuro y pesado, pierde la luz y la belleza que anida en el espíritu de los artistas. Como sociedad deberíamos cuidar y fomentar el desarrollo de más y más artistas en todas sus expresiones para que nuestro mundo conozca su fuente y su final: el amor.

    El arte como expresión de libertad, nos muestra los caminos por andar y aquellas sendas que hay que desandar porque nos han conducido al desorden y al desastre ecológico actual. El arte comprometido con la vida nos puede contagiar de ese amor y pasión que se necesita para transformar nuestra realidad en el lugar para ser artistas.

    "El arte de vivir" tiene que ser más que una expresión, y convertirnos en verdaderos artistas capaces de transformar nuestro diario vivir en el lugar del encuentro con nosotros mismos como expresión de lo pleno y eterno, que es el Espíritu, la Energía que lo constituye y sostiene todo.

    Como fruto principal de esta espiritualidad ha de ser la coherencia. Esa virtud que no se logra por la vía de las creencias racionales y sentimentales, sostenidas desde una estructura jerárquica y piramidal que no tolera la democracia y el crecimiento de todas sus partes. En vez de la autonomía alimenta la dependencia y el infantilismo.

    El arte de vivir en nuestra cotidianidad moviliza, es cierto, nuestra autonomía para abrirnos a la trascendencia, pero no con individualismo, que es nocivo y no proviene del amor sino comunitario y social

    Tenemos que aprender a ser "autónomos comunitarios"; algo que en nuestros días se cree que es una contradicción; y se pretende construir comunidad desde el individualismo. Entonces, ¿por qué no intentar construir comunidad desde lo comunitario? Es cierto, que muchos pueden pensar que esto es ir en contra de nuestra naturaleza, porque parten de que somos egoístas por naturaleza; más nosotros sentimos y creemos lo contrario.

Si estás convencido de la importancia de las artes para la calidad de la vida humana ¿Qué haces para este fin en tu comunidad?

¿Cuáles son las dificultades y obstáculos que hay que superar; y cómo?

Conclusiones

  • Sin respeto a nosotros mismos no podemos construir nada. Si bien el sistema social en que vivimos procura despojarnos de este valor porque le conviene que más bien funcionemos como cosas consumistas y no como seres pensantes y autónomos.

  • Pretender amar solamente desde sí mismo es una pérdida de tiempo y con consecuencias evidentes; otra cosa muy distinta es aceptar el amor como un Don al cual estamos convocados a entrar en esa dimensión trascendente y liberadora.

  • La mejor manera de vivir nuestra cotidianidad en un espíritu de acción de gracias, constatando lo bueno que está ocurriendo así sea envuelto en múltiples inconvenientes. La realidad es como la pensamos.

  • Entre los grandes desafíos que tenemos como Humanidad está el de una nueva educación y el cultivo de las artes a toda edad y en todos los niveles socio-económicos.

    Es hora de vivir, es decir, de abrazar cada uno nuestra vocación y misión para devolverle la vida al Planeta que agoniza por la acción indiscriminada, irracional y nada afectuosa de parte de nuestra especie. Si bien, algunos se pueden sonreír frente al término "espiritualidad", no encontramos otro para decirnos todo el potencial que tenemos para hacer el bien y no lo estamos aprovechando porque también nos han enseñado que somos limitados y tenemos que ser eternamente dependientes de todo. Sin embargo, apostamos y proponemos que transformemos nuestra realidad cotidiana en el lugar donde se encuentran lo divino con lo humano, la fuente para ser, hacernos y participar en la construcción de hombre y un mundo nuevo. Esto que pareciera ser una utopía, deja de serlo en la medida que cada vez uno más se une con su acción en esta dirección.

    Agradecemos tu perseverancia en leer este material y sobre todo en difundirlo y trabajarlo en diálogos y talleres con otras personas e instituciones.

"Oh, Espíritu Santo, se nuestro intercesor,

nuestro interruptor para encender la luz del que nos amó hasta doler:

y con esa luz poder descubrir y amar

dicha presencia de lo divino en nuestra humanidad.

Te solicitamos tu presencia,

no te alejes; permanece a nuestro lado

para descubrir en cada minuto de nuestra vida

el amor de Dios.

Haz que avancemos como ríos,

y no seamos como charcos con aguas estancadas… que llegan a secarse.

INTERCEDE  E.S. para que no nos quedemos mirando al cielo,

esperando milagros; sino que con tu ayuda

seamos creadores de ellos, amando, sembrando, cuidando, viviendo…

Ayúdanos para que lo divino de nuestra humanidad

se convierta en acciones en la cotidianidad.

ACCIÓN DE GRACIAS sea nuestra vida,

por crearnos a tu imagen, por amarnos hasta dar la vida,

por permanecer, oh Espíritu Santo.

Gracias infinitas por darnos la vida para vivirla,

y disfrutar en ella su gran amor.

Bendito y alabado seas hoy y siempre. Amen.

 

Coautora:

Lic. Laura Jiménez M.

edu.red

Costa Rica, Alajuela, San Mateo, Desmonte, Enero de 2017.

Enviado por:

Jose Leandro Flores