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Jerga carcelaria un modismo que traspasa los muros

Enviado por José Luis Negri N


  1. Introducción
  2. Bases teóricas
  3. Conclusiones
  4. Referencias

Introducción

Desde los albores de la raza humana, el hombre ha tenido como premisa el comunicarse con sus semejantes, inicialmente lo hizo a través de señas, o imitando a los animales, con posturas y actitudes, mas adelante con gruñidos y sonidos guturales, que poco a poco fueron teniendo significado, al asignarle a los objetos, acciones y semejantes, un gruñido particular a cada uno, así fue naciendo la lengua. No obstante, cada grupo humano se comunicaba de manera diferente, ya que dentro de su reducida sociedad, le eran asignados "gruñidos" diferentes a cada objeto o acción, diferenciando a sí a cada grupo por una "lengua natural" diferente; aunque aun es muy temprano para hablar de lenguas naturales, o de idiomas, ya que éste término designa una variedad lingüística o forma de lenguaje humano con fines comunicativos que está dotado de una sintaxis y que obedece supuestamente a los principios de economía y optimidad.

Cabe exponer la teoría de monogénisis, donde explica que todos los idiomas o lenguas tienen su origen en una sola, proveniente de un determinado grupo de personas, estos al diseminarse por la tierra, lo compartieron y poco a poco el habla fue cambiando o alterándose hasta generar muchos idiomas y lenguas distintas. La teoría de la poligénesis, habla que la creación del idioma o lenguas vienen de orígenes múltiples, según la hipótesis, hubo muchas apariciones lingüísticas independientes en cada sitio donde el ser humano se iba estableciendo, Según otra teoría, las lenguas humanas pudieron haber nacido en varias comunidades independientemente, con idiomas independientes en cada lugar donde se iban estableciendo los humanos sin tener previamente ningún habla.

Ante lo expuesto, se hace referencia a la Teoría de la Protolengua, la cual indica que existió un único idioma al principio de la humanidad, este lenguaje original dataría entre 100.000 y 200.000 años atrás y ha sido llamado "Protomundo, Proto-Humano, o Proto-Sapiens" siendo el hipotético primer idioma común de todos el mundo, esta hipótesis se denomina "Monogénesis" (un sólo origen), el primer científico en publicarla fue el lingüista italiano Alfredo Trombetti en el año 1905. No obstante, la hipótesis de que existiera un único idioma, y que de ahí nacieran todos los idiomas, es muy cuestionada y existen muy pocas evidencias que lo confirmen, pues para que existiera una lengua madre, debió existir un solo grupo de humanos del cual evolucionó el resto de la humanidad, algo que es muy debatido en la actualidad.

En este momento, se debe hacer referencia obligatoria, para luego caer en el tema que atañe a la presente, a aquello que se conoce como semiótica, llámese a la teoría que tiene como objeto de interés a los signos, a la ciencia encargada de analizar la presencia de éstos en la sociedad, al igual que la semiología. Ambos conceptos son tomados como sinónimos por el diccionario de la Real Academia Española (RAE), aunque los expertos establecen algunas diferencias. Muchos autores han hablado y escrito sobre el término: Saussure, Pierre, Buyssens, y otros. En las diferentes definiciones se encuentran elementos en común y otros absolutamente opuestos; sin embargo todos coinciden en algo, que la semiótica no se trata de un acto de lectura; sino de una actitud de exploración de lo que existe de fondo de toda significación: sus raíces y los mecanismos que la sostienen.

Algunos de estos intelectuales sostienen que la semiótica incluye a todas las demás ciencias, que se dedican al estudio de los signos en determinados campos del conocimiento, es decir, que la ven como una ciencia orientada a estudiar cómo funciona el pensamiento para explicar las maneras de interpretación del entorno y de creación y difusión de conocimiento que tienen las personas. Otros especialistas definen a la semiología como una disciplina que se encarga de los estudios vinculados al análisis de los signos a nivel general, tanto lingüísticos (relacionados a la semántica y la escritura) como semióticos (los signos humanos y de la naturaleza), debiendo tener en cuenta que las características más trascendentes del signo lingüístico son la arbitrariedad, la linealidad, la inmutabilidad y la mutabilidad.

Ahora bien, cada uno de estos idiomas se subdividió luego en dialectos y más aun, dependiendo de factores como la ubicación geográfica específica, la condición social o sencillamente el modismo, surgió la jerga o lo que se conoce como el argot popular, no obstante, las palabras dialecto, jerga y argot, entre otras más con las que se designa una parte de la lengua general, se usan por ahí, no al tenor de su verdadero significado, sino al que el sentido común da a estos, creando confusión, claro está, porque ellos se refieren al sistema de signos que empleamos en los actos de habla. Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) en su última edición, el significado de estas palabras es como sigue: Dialecto: es un sistema lingüístico derivado de otro, la Jerga es el lenguaje especial y familiar que usan entre sí los individuos de ciertas profesiones y oficios, similar al Argot, definido como el lenguaje especial entre personas de un mismo oficio o actividad.

Con base a lo hasta ahora expuesto, se parte a exponer la idea principal de la presente indagación, la cual se realiza en el Internado Judicial de la Ciudad de Trujillo, capital del estado del mismo nombre; la presente pesquisa versa, por una parte acerca del lenguaje que utilizan los privados de libertad dentro del recinto carcelario, por la otra parte de la manera como este lenguaje está permeándose hacia la sociedad extramuros. Cabe destacar que los privados de libertad, por lo general, rechazan la forma de vida de los que están libres y, en especial, sus valores, dicha actitud contracultural se ve reflejada en la creación de un lenguaje propio que los distingue de otros grupos sociales y, principalmente, del mundo de la sociedad que los encarceló. Resulta oportuno acotar que la cohesión de grupo provoca una mayor identificación de los individuos que integran una comunidad lingüística, esto gracias a la comunicación de sus integrantes y al uso de ese lenguaje especial que, en este caso, denominaremos jerga carcelaria.

Cabe señalar que el léxico de las cárceles, es un tema interesante, pues es el lenguaje con el que se comunican diariamente las personas que están en los centros penitenciarios y aunque son palabras conocidas, no siempre tienen el mismo significado, si bien mucha gente se pregunta por qué surge este lenguaje, el tema es interesante para su estudio, porque es una variación del propio idioma. Por lo antedicho, cuando alguien está privado de libertad, aún y cuando se niegue a no entender el lenguaje que se utiliza se ve obligado, porque es un código que existe para comunicarse en esos espacios y la cotidianidad hace que se entienda esto en estos espacios.

Según Berstein (1961:107), en la interacción se presenta una selección lingüística a través de la cual "se crean reglas en función de las características de sus hablantes y éstas traducen las relaciones de poder y de control a prácticas interactivas y sus principios comunicativos, junto con formas de resistencia y oposición". Además de ello, destaca también el nivel que corresponde al vocabulario, los componentes verbales, la palabra con su referente, y los componentes extra verbales (gestos, movimientos), estos aspectos caracterizan a la población penal. Por ende, los reclusos, poseen modos de pensar, modos de ser y modos de actuar semejantes permitiéndoles identificarse como personas pertenecientes a un ámbito cultural determinado, de igual manera, se sienten parte de un grupo y en consecuencia actúan para serlo, pues no quieren ni pueden ser excluidos, al contrario, se proponen ser reconocidos como iguales dentro del círculo en el que hacen vida.

Bases teóricas

A efectos de esclarecer lo que la sociedad en común denomina "sistema carcelario" se cita a Foucault (2003:211) quien afirma que "Se ha constituido en el exterior del aparato judicial", frase que complementa mas adelante con lo siguiente "La forma general de un equipo para volver a los individuos dóciles y útiles, por un trabajo preciso sobre su cuerpo, ha diseñado la institución-prisión, antes que la ley la definiera como la pena por excelencia". Visto desde esa perspectiva, la Cárcel es un lugar penitenciario en el que se tiene lugar el cumplimiento de las penas privativas de libertad, se comprende en esta expresión que no sólo es un establecimiento destinado a la ejecución de las penas, sino que también es usado para la retención y custodia de detenidos y presos, así como los de carácter especial, que son más bien centros hospitalarios, clínicas de desintoxicación de drogadictos, recintos psiquiátricos para enfermos y deficientes mentales o psicópatas, espacios de rehabilitación o reeducación social, y otras dependencias. El objetivo primordial de las cárceles es lograr que las personas incorporadas en ella rectifiquen su conducta.

Desde otra óptica una cárcel, generalmente, se trata de una construcción de elevados muros normalmente edificada para realizar otras tareas, como la de convento o fortaleza, y que, por diversas razones, son reutilizadas posteriormente para encerrar hombres, aunque hoy en día se construyen poniendo empeño en el fin que persiguen. Tras sus muros, frecuentemente, se convierten en establecimientos sucios e insalubres, donde los presos dividen su tiempo entre las "cuadras", es decir, las inmensas salas donde conviven y duermen en régimen de hacinamiento, la cantina o el patio, que suele ser el único lugar donde hay agua, utilizada tanto para beber como para la limpieza de personas y prendas. De manera casi idéntica en cada recinto existen, dentro del mismo encierro, ambientes con diferentes grados de comodidad o de densidad de habitantes; el vivir en una u otra depende de la capacidad económica o de la violencia del privado de libertad. Según resalta Fraile (1985:4)

Tal ambiente imposibilita una vigilancia continuada de cada individuo, que la mayor parte del tiempo actúa sin ningún control, hasta que contraviene alguna de las normas explícitas, o en muchas ocasiones implícitas, que todos deben respetar; entonces sobreviene el castigo, que es espectacular y ejemplificador para los que lo contemplan. Dentro del encierro se reproducen las mismas pautas de comportamiento punitivo que en el exterior.

Según se observa, dentro de los centros de reclusión penitenciaria, la violencia y el comportamiento criminal no decrecen, se podría considerar que por el contrario se incrementan, de hecho, dentro de cada cárcel se establecen rangos de autoridad que determinan una jerarquía, dominada por el más antiguo o el más temido de los reclusos, el cual se rodea de varios esbirros que le siguen y obedecen a carta cabal, bien sea a cambio de prebendas, favores, licor o drogas, es más, en algunas instalaciones se forman grupos, bien diferenciados y territoriales, que de una manera u otra pugnan por el dominio y control de la población penal entera. Todo lo redactado en líneas anteriores denota que dentro de los muros y rejas, se gesta y pulula una "micro sociedad" con sus propias normas, escalas de valores, modismos y por supuesto su propio dialecto o jerga.

A tal respecto Uquillas (1994) citado por Burgos, A. y Sánchez, N. (2012:7), trabajando en el ámbito cultural del interno, explica:

Los Centros Penitenciarios están conformados por una heterogénea población penal, donde impera la de los escasos recursos económicos y de bajos niveles intelectuales… En las prisiones de nuestro país existen códigos comunicacionales propios de la misma población. Por ejemplo, un lenguaje muy bien adaptado a la situación de los internos.

Ahora bien, cabría preguntarse si esta jerga es de uso exclusivo de los privados de libertad; pues aunque debiera de ser así, para mantener su cualidad de código que identifica a un grupo en particular, ello no sucede, llega el momento que esta "jerga carcelaria" es manejada también por los cancerberos, los consejeros, funcionarios policiales, personal civil y autoridades que laboran en cada centro de reclusión, quienes lo llegan a utilizar a diario. Si bien es cierto que el conocimiento de la jerga resulta necesario para que éstos funcionarios puedan entender el dialecto que utilizan entre ellos los reos, ello no les excusa del hecho de utilizarlo también en sus coloquios (dentro y fuera del sitio de trabajo, llamado cárcel) con otros funcionarios.

Se da el caso, de que este dialecto se difunde además entre los alguaciles de los juzgados, donde el personal también está en contacto, en mayor o menor grado, con los privados de libertad, y también necesitan saber a qué se refieren dichos individuos cuando hablan entre ellos; claro está, si los funcionarios del sistema tribun

alício conocen y utilizan esta jerga, es lógico suponer que abogados y jueces también la conocen, ya que por su labor, se encuentran en contacto constante con los privados de libertad. Lo realmente preocupante, al modo de ver del autor del presente trabajo, es que estos funcionarios, que hacen vida activa en la sociedad, gozando de plena libertad, arrastran consigo la semilla de un modismo que teóricamente es de "uso exclusivo" de aquellos que se encuentran tras las rejas y, de manera involuntaria o no, lo difunden.

Respecto a lo antes expuesto, Benthan citado por Fraile (ob. cit.) refiere "La pureza moral y física tienen un lenguaje común, y no se puede alabar una de estas virtudes sin que una parte de la alabanza resalte sobre la otra". Lógicamente, en todo sistema comunicativo los diversos elementos deben estar enlazados entre sí para poder funcionar. Esto fue visto muy bien por Foucault (ob. cit), el cual escribe "lo que permite definir una lengua no es la manera en que ella representa las representaciones (…) una cierta manera de modificar las palabras mismas acorde al lugar gramatical que ocupan unas en relación con otras". Entonces se observa cómo estas palabras, ésta jerga referidas párrafo atrás, trascienden sustratos, se utilizan en espacios geográficamente alejados con igual o similar sentido, salen del ámbito carcelario y se usan en los grandes centros urbanos, lamentablemente hay que admitirlo, la sociedad enfrenta el uso de una jerga urbana procedente de la delincuencial

Por su lado, refiere Correa (2008) al referirse a la jerga carcelaria:

La jerga forma parte de la memoria social de una comunidad de hablantes que de algún modo se reconoce en ella, en su historia, en su pluralidad y que pudiera estar documentada en muchas historias de vida, diarios, creaciones poéticas, un potencial que se escribe, que se piensa, se respira, y simplemente se diluye en el olvido porque no resulta nada sencillo para el que sobrevive en esos lugares registrar su vivencia por muchas razones que solo conoce profundamente quien subsiste en medio del hacinamiento y la permanente convulsión

La referida "memoria social" es a su vez el medio para unir y enfrentar a los miembros de una comunidad de hablantes que se encuentran y desencuentran en esa variedad diastática llamada jerga carcelaria. La jerga no solo presenta el dinamismo de la cambiante lengua o sistema lingüístico sino que también combina recursos metonímicos, imágenes, metáforas con valores específicos muchas veces descifrables solo en el hermético ámbito carcelario. Aunque tal hermetismo es relativo porque trasciende el espacio carcelario y pasa luego al "otro lugar", la otra cárcel representada en las heterotopias para decirlo en palabras de Michel Foucault.

Es menester recordar que dentro de toda sociedad se pueden hallar subculturas, las mismas que generalmente, se relacionan con la marginalidad, cada una de ellas posee elementos distintivos muy fuertes, entre los cuales se destaca ampliamente el lenguaje, es por ello que se debe tener en cuenta al medio carcelario, ya que se desea realizar un acercamiento a este tipo de habla. El lenguaje carcelario no se origina en la cárcel, es decir que su léxico no es propio de este lugar, este lenguaje es el de la calle, una mezcla de subculturas que convergen en los centros de reclusión de cada estado de Venezuela. Por ello Acosta, citado por Gallegos E. (2013:44) refiere que: "su comportamiento tiene los rasgos de una comunidad estructurada con el manejo de una filosofía espontánea, unos códigos de conductas y normas, una práctica diaria y una jerga de conceptos, la cual la reconoce como tal".

No obstante, es oportuno recalcar que las cárceles no son un mundo diferente al propio, lo que pasa es que allí hay una cultura totalmente diferente a la de la sociedad civil. Y cuando se habla de la forma de comunicarse, los estilos, la expresión verbal y corporal, cada penal se comunica de una manera diferente no solamente en el lenguaje directo, entre ellos, sino que también desde lejos de un anexo a otro. Por ejemplo con un aullido o mediante el movimiento de las manos con paños. Cada uno de ellos sabe qué quieren decir. El que entra a prisión debe saberse conducir para no transgredir las reglas, cuando se llega a la prisión no se tiene que estar viendo lo que no se tiene que ver, hay que saber hablar y estar concentrado en lo suyo. Hay mucha gente que habla y se compromete, la palabra allá adentro es algo que se respeta a carta cabal y por eso ha muerto más de uno.

La jerga no son solo las palabras que se utiliza como un habla diferente para ser entendidas por su grupo social, sino que también resulta ser un instrumento que provoca violencia, este tipo de lenguaje existe en los diferentes grupos sociales como: juveniles, drogadictos, y en este caso explicito delincuenciales. Por lo tanto la jerga carcelaria es un lenguaje preciso, que sirve a los internos y a las internas para una comunicación dentro de este mundo detrás de las rejas, ya que su mundo cotidiano exige claves y códigos, la decodificación de la jerga carcelaria implicaría mucho más que un análisis lingüístico, con mayor razón si se trata de un elemento de identificación, gracias al cual los privados de libertad se integran y mantienen una comunicación fluida y codificada que se encuentra en constante evolución, puesto que crean nuevos códigos dentro de este mundo.

Cabe destacar que, si bien este tipo de código no es utilizado por todos los internos de un centro carcelario cualquiera, por el nivel educativo, social y hasta delictivo que cada uno tiene, casi todos logran entender el significado de casi todas las palabras y frases, por ende, este código sólo se le acredita a aquellas personas que tienen un nivel sociocultural muy bajo, que tanto dentro como fuera del recinto penitenciario sean y hayan sido personas con un nivel educativo deficiente. Este código genera una gran cantidad de dudas basadas en los significados que estos internos les dan a las palabras, pues, si bien los significantes de las palabras que se utilizan son usados por los hablantes del español en general, sus significados no son muchas veces ni parecidos con los significados que ellos les dan a esas palabras, debido a ello, se debe estar inmerso en este micro ambiente social para dominar la jerga carcelaria.

Aunado a todo lo expuesto hasta ahora, existe otro tipo de jerga carcelaria que si resulta propia de los privados de libertad, se trata dl lenguaje corporal y gestual que éstos utilizan para comunicar un grueso número de mensajes. A través de este lenguaje, ellos manifiestan sus iguales su estado de ánimo, su disposición para tal o cual comportamiento, advierten de un peligro o de una oportunidad que habría de aprovecharse; esta forma de comunicación, si bien es conocida por el personal que labora en los centros penitenciarios, es del uso exclusivo de los privados de libertad, tiñéndose de matices propios y distintivos en cada grupo en particular, a pesar de haber muchas señas comunes entre todos.

Según lo hasta ahora presentado, y atendiendo a la idea de que los mensajes que se transmiten entre los reos se han convertido en un aparejo imaginativo, capaz de encubrir otras relaciones lingüísticas, de manera tal que enmascara la finalidad del mensaje mediante el uso de terminologías, posturas, movimientos que pasan desapercibidos ante el común de las personas, ante aquellos que desconocen dichos códigos. Ésta situación se da no solo dentro de los recintos penitenciarios, se filtra extramuros para servir de arbotante en situaciones que implican a los privados de libertad mientras son trasladados, o durante las visitas familiares o conyugales, aún mas, los siguen utilizando cuando ya han alcanzado su libertad, bien sea por finalizar su sentencia o por escapar de su presidio.

Pero, este despliegue de "información" que ataca a todos, bien sea por ser víctimas potenciales del hampa o por caer en el uso de los pre nombrados modismos, se realiza desde muchos ángulos: ya se mencionó el más común y esperado de ellos, el que los mismos "generadores" del mismo se conviertan en entes multiplicadores de este argot entre sus familiares, amigos y compañeros de andanzas al abandonar las prisiones; en segundo lugar, el uso de exclamaciones o expresiones que, de manera involuntaria o no, puedan realizar en sitios púbicos o ante sus familiares y allegados, aquellos funcionarios que por motivos laborales coexisten entre población penal o tienen trato más o menos constante con ellos; y existe un tercer factor que muchos pasan por alto, un hecho cotidiano que está presente en infinidad de hogares venezolanos, las telenovelas transmitidas a diario por los diferentes medios.

Si se pudiera analizar detalladamente el lenguaje utilizado en la mayoría de estos programas, sin obviar al cine venezolano, teniendo a la mano un glosario de la jerga carcelaria, se podría descubrir que muchos libretistas apoyan su líneas en términos que se presentan como aparentemente inocuos, pasando por alto la realidad que se encuentra agazapada en el génesis y la utilidad de éstos vocablos o expresiones. Como complemento de lo anterior, no se puede obviar el uso que se le da a este dialecto entre los periodistas de sucesos, quienes adoptan su uso como tarea habitual al redactar sus esquelas periodística, tantas veces recubiertas de amarillismo.

Conclusiones

Tal como fueron desplegados los distintos contenidos en párrafos previos, queda de manifiesto la facilidad con que se filtra en la sociedad el uso indiscriminado y desenfrenado de la jerga carcelaria, lo cual en mayor o menor grado contribuye al menoscabo de los valores sociales, convirtiéndose en un ácido capaz de corroer los cimientos de la sociedad. Lamentablemente, los jóvenes de la cultura urbana utilizan esta jerga como modo de expresión y búsqueda de aceptación social, una especie de código Lingüístico propio que tiene su génesis en la decadencia carcelaria y en la calle de los barrios como lenguaje dialogístico de supervivencia e identidad.

En correspondencia con el tema específico de las instituciones carcelarias, se concibe que cada elemento de los que configuran la vida del procesado, le ofrece un mensaje más amplio que el fijado precisamente por su destino, ello sería lo que dicho factor implica. La serie de dispositivos significadores está establecida por el ámbito socio-cultural en que funciona el recinto carcelario y, de alguna manera, pueden interpretarse a través de la observación del sistema en su conjunto, valiéndose de aquellas ocasiones en que el mensaje se hace más explícito.

Esta jerga carcelaria es críptica dada su naturaleza de reserva semántica, así que como conclusión fundamental se ha de señalar que estos sociolectos marginales revisten validez y utilidad siempre que conserven su carácter confidencial en tanto que es el propósito real que persiguen los internos. De allí que este singular vocabulario tenga una evolución bastante rápida toda vez que a medida que es difundido, abandona su valor y surgen otros términos o se aportan nueva semántica a los que ya existen.

Paradójicamente, en Venezuela, este tipo de jerga se utiliza como marca de estatus, a tal punto que se escucha en la música de los diversos movimientos culturales y hasta en la publicidad. Así, la sociedad la va asimilando hasta convertirla en jerga común.

Otro componente digno de estudio es el de la penetración de los celulares en las cárceles, ya que establecen puentes de interacción entre la cárcel y la dinámica social. Prácticamente cada reo tiene un teléfono celular de última generación 3G con el que libera su voz.

La interacción real y virtual de dos mundos, el de la cárcel y el de la calle, genera un lenguaje dinámico propio que se fusiona, influye y transforma en el tiempo. Así, se convierte en la jerga mutante de la cultura común juvenil urbana, como vehículo de supervivencia y adaptación social.

Referencias

Acosta, M. (2012). Jerga Carcelaria.

Berstein, B. (1961). La estructura del discurso pedagógico. Clase, Código y Control. Volumen IV. 3era Edición. Madrid. Madrid. Ediciones Morata, S.L.

Burgos, A. y Sánchez, N. (2012). Léxico utilizado por los internos en el Centro Penitenciario de Occidente (CPO), estado Táchira.

Correa, Y. (2008). La jerga, el graffiti y el tatuaje como expresión del mundo carcelario. Upel-Ipm Maestría en Lingüística.

Foucault, M. (2003). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores Buenos Aires, Argentina.

Fraile, P. (1985). El Castigo y el poder. Espacio y Lenguaje de la cárcel. Cuadernos Críticos de Geografía Humana. Universidad de Barcelona. Año IX. Nº 57. España.

Fundación El Silencio de los Inocentes. Jerga Carcelaria en los Centros de Internamiento de Adolescentes. Documento en línea. Fecha de consulta [11/15/2014]. Disponible en: http://esdlingmailcom.blogspot.com/2011/01/jerga-carcelaria-en-los-centros-de.html.

Gallegos, E. (2013). Análisis sociolingüístico de la jerga carcelaria, en el Centro de Rehabilitación de mujeres de la ciudad de Cuenca. Trabajo Especial de Grado. Universidad de Cuenca, Perú.

 

 

Autor:

Ing. José Luis Negri