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Reducción de desastres

Enviado por fg12ou78


Partes: 1, 2

  1. ¿Cuál es la diferencia entre una amenaza natural y un desastre?
  2. Que es un desastre natural
  3. Erradicar la pobreza extrema y el hambre
  4. Las catástrofes golpean más fuertemente a los pobres, destruyendo alimentos y fuentes de ingresos
  5. Buenas prácticas en la reducción de riesgos para la reducción de la pobreza
  6. Lograr la enseñanza universal
  7. Reducción de riesgo de desastres
  8. La resiliencia frente a los desastres es para toda la vida
  9. La OMS
  10. Conclusiones
  11. Bibliografía
  12. Anexos

Es importante reconocer que las personas de edad tienen importantes contribuciones que aportar a la comunidad en su conjunto. Su larga experiencia puede contribuir a reducir los riesgos que plantean los desastres. Debemos procurar que participen en la gestión del riesgo de desastres, así como en los procesos de planificación y adopción de decisiones.»

Mensaje del Secretario General, Ban Ki-moon, con motivo del Día Internacional para la Reducción de los Desastres

13 de octubre de 2014

¿Cuál es la diferencia entre una amenaza natural y un desastre?

En realidad, el desastre "natural" no existe. Muchas de las amenazas son naturales y generalmente inevitables, como los ciclones, las inundaciones, las sequías y los terremotos. Estos son "amenazas" en el sentido que pueden potencialmente causar daño al hombre, a las economías y al medio ambiente si éstos no se encuentran adecuadamente preparados para ellas. Un "desastre" ocurre cuando una amenaza provoca devastación que deja a las comunidades e incluso a naciones enteras en la incapacidad de hacerle frente y sin ayuda alguna, como sucedió recientemente en Haití al ser azotada por el terremoto. Pero los desastres no son ni inevitables ni "naturales".

¿Qué es la reducción del riesgo de desastres?

La reducción del riesgo de desastres es un enfoque de amplio alcance que incluye toda acción dirigida a reducir los riesgos de desastres. Estas acciones pueden ser de orden político, técnico, social o económico. La reducción del riesgo de desastres puede revestir formas tan variadas como el asesoramiento en la definición de políticas, legislación, planes de preparación ante catástrofes, proyectos agrícolas, planes de seguro o incluso una clase de natación. El enfoque hace posible que las personas reflexionen y se esfuercen en toda la sociedad, para asegurarse que todos – desde gobiernos hasta individuos – tomen las decisiones correctas para reducir el riesgo y el efecto de los desastres. Actuando así, una tormenta o inundación que se avecina no podrá hacer que el mal tiempo desencadene en un desastre que se espera que ocurra.

¿POR QUÉ la reducción del riesgo de desastres es importante para el desarrollo sostenible?

El 85% de las personas expuestas a terremotos, ciclones, inundaciones y sequías vive en los países en desarrollo. El inmenso costo de los desastres pone en peligro la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, especialmente el primer objetivo: reducir la pobreza a la mitad para 2015.

Los costos por daños directos de desastres por sí solos se han disparado de US$75,5 mil millones en los años sesenta a cerca de US$1 billón en los últimos diez años (Munich RE 2002, CRED 2009). Incluso estas cifras tan altas no pueden plasmar el costo a largo plazo que representa para las personas y las comunidades que sufren el embate de los desastres, que pagan con sus vidas, sus medios de sustento y sus expectativas futuras de desarrollo.

Los desastres ponen en peligro la seguridad alimentaria de los más pobres a nivel mundial. La reducción del riesgo de desastres es vital para asegurar uno de los derechos y libertades más fundamentales del hombre, i.e. el derecho a no padecer hambre. A menos que empecemos a utilizar la reducción de desastres en la adaptación al cambio climático, a gestionar el crecimiento de manera responsable y a detener la degradación ambiental, los desastres seguirán amenazando más vidas y medios de sustento que nunca. En resumen, la reducción del riesgo de desastres protege las inversiones para el desarrollo y ayuda a las sociedades a acumular riqueza a pesar de las amenazas. Bangladesh, Cuba, Vietnam y Madagascar han logrado mitigar significativamente el efecto de las amenazas hidrometeorológicas, como las tormentas tropicales e inundaciones, mediante sistemas mejorados de alerta temprana, preparación ante desastres y otras medidas de reducción de riesgos (UNISDR 2009). China gastó US$3,15 mil millones para mitigar el impacto de las inundaciones, evitando así pérdidas estimadas a US$12 mil millones (DFID 2004). La reducción del riesgo de desastres aumenta la resiliencia de la comunidad; ayuda a los más necesitados a incrementar sus recursos, a mejorar su salud y su seguridad alimentaria, protegiendo y aumentando sus medios de sustento; libera recursos para el desarrollo reduciendo las necesidades y la dependencia de la ayuda de socorro y de la recuperación.

Que es un desastre natural

El término desastre natural hace referencia a las enormes pérdidas materiales y vidas humanas ocasionadas por eventos o fenómenos naturales como los terremotos, inundaciones, Tsunamis, deslizamientos de tierra, deforestación, contaminación ambiental y otros.

Los fenómenos naturales, como la lluvia, terremotos, huracanes o el viento, se convierten en desastre cuando superan un límite de normalidad, medido generalmente a través de un parámetro. Éste varía dependiendo del tipo de fenómeno, pudiendo ser el Magnitud de Momento Sísmico (Mw), la escala de Richter para movimientos sísmicos, la escala Saffir-Simpson para huracanes, etc.

Algunos desastres son causados por las actividades humanas, que alteran la normalidad del medio ambiente. Algunos de estos tenemos: la contaminación del medio ambiente, la explotación errónea e irracional de los recursos naturales renovables como los bosques y el suelo no renovables como los minerales, la construcción de viviendas y edificaciones en zonas de alto riesgo.

Los efectos de un desastre pueden amplificarse debido a una mala planificación de los asentamientos humanos, falta de medidas de seguridad, planes de emergencia y sistemas de alerta provocados por el hombre se torna un poco difusa.

A fin de la capacidad institucional para reducir el riesgo colectivo de desastres, éstos pueden desencadenar otros eventos que reducirán la posibilidad de sobrevivir a éste debido a carencias en la planificación y en las medidas de seguridad. Un ejemplo clásico son los terremotos, que derrumban edificios y casas, dejando atrapadas a personas entre los escombros y rompiendo tuberías de gas que pueden incendiarse y quemar a los heridos bajo las ruinas.

La actividad humana en áreas con alta probabilidad de desastres naturales se conoce como de alto riesgo. Zonas de alto riesgo sin instrumentación ni medidas apropiadas para responder al desastre natural o reducir sus efectos negativos se conocen como de zonas de alta vulnerabilidad.

Los desastres no son naturales, los fenómenos son naturales. Los desastres siempre se presentan por la acción del hombre en su entorno. Por ejemplo: un huracán en la mitad del océano no es un desastre, a menos que pase por allí un navío.

Erradicar la pobreza extrema y el hambre

¿POR QUÉ la erradicación de la pobreza requiere la reducción del riesgo de desastres?

Los pobres son los que más sufren las consecuencias de las catástrofes y son los más propensos a perder la vida y sus medios de subsistencia cuando se producen inundaciones, terremotos y tormentas. Los desastres y la pobreza forman un círculo vicioso. Si un ciclón de la misma magnitud golpeara Japón y Filipinas, la mortalidad en Filipinas sería 17 veces mayor, incluso si el Japón tiene 1,4 veces más habitantes expuestos a ciclones tropicales que Filipinas. De hecho, el riesgo de mortalidad para el mismo número de habitantes expuestos en países de bajos ingresos es casi 200 veces mayor que en los países de la OCDE (UNISDR 2009).

Las catástrofes hacen escasear los alimentos y destruyen los ya limitados recursos de que disponen los pobres para vivir. En 1998, el huracán Mitch hizo perder el 31% de sus recursos productivos a las familias más pobres en Honduras, mientras que las familias con mayores recursos perdieron sólo el 8% (Carter et al 2005). La pobreza extrema siempre obliga a los pobres a vivir en zonas propensas a desastres, e incluso no cuentan con recursos para reducir su vulnerabilidad ante futuras catástrofes porque difícilmente pueden satisfacer sus necesidades vitales diarias.

La constante práctica de la reducción del riesgo de desastres puede romper el ciclo negativo y ayudar a los pobres a fortalecer su resiliencia ante los desastres y a mejorar su seguridad alimentaria. Reduciendo los gastos generados por las catástrofes también se protegen las finanzas nacionales, promoviendo el crecimiento, la estabilidad fiscal y el suministro de servicios estatales, y reserva los fondos de auxilio para las inversiones de desarrollo.

Las catástrofes golpean más fuertemente a los pobres, destruyendo alimentos y fuentes de ingresos

Las pérdidas ocasionadas por el terremoto de Haití en enero de 2010 se estiman a US$7,9 mil millones, lo que equivale a más del 120% del PIB del país en 2009 (Haití 2010).

Malawi pierde en promedio el 1,7% del PIB cada año debido a las pérdidas de los cultivos causadas por sequías e inundaciones. Las sequías por sí solas aumentan la pobreza en Malawi en 1,3% (IFPRI, 2010). ODM 1 Kit de Cabildeo para Parlamentarios Reducción del Riesgo de Desastres: Un Instrumento para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio 14

Las pérdidas directas ocasionadas por el ciclón Nargis en Myanmar representaron el 2,7% del PIB del país proyectado para 2008. El ciclón inundó más de 600.000 hectáreas de tierras agrícolas, mató hasta el 50% de los animales de tiro, destruyó barcos pesqueros y barrió con provisiones de alimentos y herramientas agrícolas (GoUM-ASEAN-UN 2008). y La FAO pronostica que la intensificación de sequías, tormentas e inundaciones aumentará la inseguridad alimentaria, en particular en África meridional y en el sur de Asia. El IPCC advierte que el cambio climático puede contribuir a generar una crisis alimentaria global (FAO, 2008).

La pobreza en zonas rurales debido a la amenazante sequía y a la falta de desarrollo rural en zonas vulnerables de África genera un crecimiento insostenible de la población urbana así como el aumento del trabajo informal y sin prestaciones sociales (UNISDR, 2008a).

En 2004, el huracán Iván destruyó el 90% de la infraestructura de Granada, provocando pérdidas económicas equivalentes al 200% del PIB del país (OECS 2004, CEPAL 2006).

El 94% de las personas que murieron por desastres naturales de 1975-2000 fueron personas de ingresos bajos y medios bajos. Los más pobres constituyeron el 68% de todos los fallecimientos por desastres naturales (UNISDR, 2008a).

Buenas prácticas en la reducción de riesgos para la reducción de la pobreza

Agricultores malauianos han mitigado los efectos de las sequías, han diversificado las fuentes de ingresos, han mejorado la seguridad alimentaria y han reducido la pobreza consiguiendo fuentes de agua y plantando cultivos resistentes a sequías con el apoyo de Tearfund, el Departamento Británico para el Desarrollo Internacional (DFID, por sus siglas en inglés), Christian Aid y otros. Agro Acción Alemana ha trabajado con las comunidades kenianas para prevenir las sequías mediante métodos innovadores de recolección de agua de roca. Para mayor información sobre buenas prácticas en la reducción de riesgos y la reducción de la pobreza, muchas de las cuales incluyen la gestión de sequías, agua e inundaciones

¿QUÉ se debe hacer?

5 prioridades

1. Aplicar la reducción del riesgo de desastres en la adaptación al cambio climático y el desarrollo a fin de proteger los medios de vida y las fuentes de alimentos de las familias y comunidades pobres.

2. Brindar apoyo a los agricultores para que integren la evaluación de riesgos de sequía e inundaciones en su planificación agrícola y del uso del suelo, y hacer que los cultivos agrícolas sean más resistentes a las sequías e inundaciones, utilizando mejor las estrategias y variedades de cultivo, diversificando los ingresos y recursos y gestionando los recursos hídricos.

3. Mejorar el acceso de los agricultores a planes de seguro y buenas condiciones de crédito para poder mantener sus medios de sustento en caso de catástrofes, por ejemplo mediante tasas de interés subsidiadas para invertir en la conservación del agua y del suelo, ampliando el acceso a los microseguros y al seguro social para protegerse contra amenazas que puedan destruir los cultivos y las fuentes de ingresos, y garantizando la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en cuanto a derechos de propiedad y tenencia de tierras para que las mujeres puedan tener un mayor control de la producción agrícola y de los ingresos de la familia.

4. Lograr una agricultura sostenible que preserve el medio ambiente gracias a una adecuada gestión de los recursos naturales. Esto necesita que la investigación en la producción de alimentos se concentre en la resistencia a las sequías, en la adaptación al cambio climático y en el manejo sostenible de los suelos y de los recursos hídricos.

5. Apoyar a los pobres de las zonas urbanas generando actividades para que sus ingresos sean más resistentes a las catástrofes.

Lograr la enseñanza universal

¿POR QUÉ se necesita la reducción del riesgo de desastres para lograr la educación universal?

El objetivo de que todos los niños con la edad oficial para ingresar a la escuela primaria asistan a la escuela para 2015 representa "el proyecto de construcción más grande que se haya realizado hasta hoy" (Banco Mundial et al, 2009.) Sin embargo, los códigos de construcción para las escuelas no están brindando el nivel de protección adecuado para los niños. Aproximadamente mil millones de niños de 0 y 14 años viven en zonas con un alto o muy alto riesgo de terremotos. Si se logra la enseñanza primaria universal para los 20 países más vulnerables a terremotos, se pondrá en peligro a 34 millones más de niños, a menos que se construyan escuelas resistentes a los desastres (UNISDR, 2006).

Demasiadas escuelas están en peligro

El terremoto de Haití de 2010 acabó con la vida de cerca de 1.300 maestros y 38.000 escolares, y destruyó o causó daños a más de 4.000 escuelas (UNICEF 2010). y En 2008, el terremoto de Wenchuan, en Sichuan, China, produjo la muerte a más de 10.000 niños en sus salones de clase. Se estima que se destruyeron 7.000 salones de clase (Miyamoto 2008).

El ciclón Sidr de Bangladesh de 2007 destruyó 496 escuelas y causó serios daños a 2.110 escuelas más. En 2006, el súper tifón Durian provocó daños por US$20m a las escuelas en Filipinas, incluyendo el 90-100% de las escuelas en tres ciudades y el 50-60% de escuelas en dos otras ciudades (Banco Mundial/GFDRR et al, 2009).

El terremoto de Cachemira en 2005 acabó con la vida de por lo menos 17.000 estudiantes de escuelas de Pakistán e hirió gravemente a otros 50.000, dejando discapacitados a muchos de ellos y a más de 300.000 niños damnificados. Además, 10.000 escuelas fueron destruidas y en algunos distritos el 80% de las escuelas quedaron devastadas (Banco Mundial/GFDRR et al, 2009). El costo del logro de la educación primaria universal es alto, pero el derrumbe masivo de escuelas no conformes a las normas y construidas de manera deficiente tiene un costo mucho más alto. Dos tercios de los US$6 mil millones anuales de los fondos del Banco Mundial destinados a la construcción de escuelas dentro del marco de su programa Educación para Todos/ODM2 "es para reemplazar los salones de clase que están prácticamente cayéndose" debido al escaso mantenimiento y la mala calidad de construcción (Banco Mundial et al, 2009).

La pobreza también hace que niñas y niños no vayan al colegio y salgan a trabajar, en hogares, el los campos, en las calles o incluso en las fábricas. A menudo las catástrofes ahondan la situación de denegación de la educación, especialmente en las poblaciones más pobres afectadas por sequías e inundaciones. Los desastres también trastornan la educación debido al desplazamiento masivo de familias y comunidades cuando no existen escuelas ni servicios básicos de educación. En algunos casos, las escuelas disponibles incluso son utilizadas como refugios temporales durante inundaciones y tormentas tropicales (por consiguiente, las escuelas cierran y se suspenden las clases). Las catástrofes constituyen un tremendo peligro para el logro de la educación primaria universal en la mayoría de los países propensos a desastres.

Fomentar la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer

¿POR QUÉ la igualdad de género necesita la reducción del riesgo de desastres?

Los desastres no afectan por igual a los hombres y a las mujeres. Los desastres hacen retroceder el progreso que las mujeres hayan podido alcanzar en términos de igualdad con los hombres, ya que en promedio ellas son las más afectadas. El acceso desigual a los bienes, la educación, el conocimiento y al poder priva a las mujeres de los recursos y la capacidad para protegerse

ellas mismas, a sus hijos y a sus bienes de los desastres. La planificación nacional para el socorro y la recuperación en caso de desastres a menudo excluye consideraciones de vulnerabilidad y riesgos basados en el género, a pesar de que las mujeres de los países en desarrollo cargan con la mayor responsabilidad en la gestión de los recursos de la familia. El efecto negativo de la pobreza y las catástrofes en la educación es mayor para las niñas que para los niños. Desastres como las sequías con frecuencia ayudan a que las familias pobres y que están en camino de serlo se vean forzadas a sacar a sus hijas del colegio para que puedan ayudar en el trabajo de mantenimiento del hogar

En las comunidades más vulnerables, las mujeres ocupan un lugar estratégico para canalizar el desarrollo sostenible mediante la reducción del riesgo de desastres, ya que generalmente son responsables de conseguir alimentos, agua y luz en muchos lugares, y son quienes gestionan los recursos naturales y son las guardianas del conocimiento del medio ambiente. Los ingresos de las mujeres, las fuentes de alimentos en emergencias, sus pertenencias y sus ahorros a menudo son un respaldo para las comunidades que luchan para salir adelante cuando los hombres ya no tienen ingresos provenientes de un trabajo formal debido al surgimiento de desastres.

El empoderamiento de la mujer en reducción del riesgo de desastres consolida las inversiones en igualdad de género en el desarrollo tanto a nivel nacional como local. Fortaleciendo el conocimiento y la capacidad de las mujeres para lograr la resiliencia ante los desastres dentro de la comunidad no sólo disminuirá las pérdidas en inversiones para el desarrollo sino que también contribuirá a acelerar el proceso de desarrollo, principalmente en el campo de la agricultura, la adaptación al cambio climático, la gestión de recursos hídricos y la seguridad alimentaria de la comunidad Reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades

¿POR QUÉ la salud materna y la erradicación de las enfermedades graves requieren la reducción del riesgo de desastres?

Se debe reducir una serie de riesgos de desastres para poder reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades. Las enfermedades que causan el grueso de la mortalidad infantil son atribuibles en gran medida a la desnutrición, la falta de agua potable y saneamiento, y a las intervenciones médicas insuficientes (Bryce et al, 2005), mientras que una condición básica para mejorar la salud materna y reducir la mortalidad materna es el acceso a atención médica profesional (UNDESA, 2008). La lucha contra el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades de importancia también depende del acceso a agua apta para el consumo, del saneamiento, de sólidos sistemas de salud pública y del acceso a educación sobre salud reproductiva.

La infraestructura sanitaria está en peligro

El hospital más caro es aquel que funciona mal. La destrucción y daños ocasionados a las instalaciones sanitarias, al material que contienen y a la infraestructura por sí solos representan pérdidas significativas en inversiones para el desarrollo.

El costo de las pérdidas en el sector salud en el terremoto de Cachemira de 2005 fue equivalente a cerca del 60% del presupuesto nacional asignado a la salud para todo Pakistán (UNISDR et al, 2008). En 2009, el tifón Pepeng devastó 30 hospitales y 100 centros de salud en Filipinas (UNISDR 2008). Los hospitales, los centros de atención primaria, y otras instalaciones sanitarias son primordiales para la recuperación sostenible ante desastres y para alcanzar metas de desarrollo enfocadas en la salud.

Por lo general, el equipo y las existencias de medicamentos son lo más caro de una instalación sanitaria y, por lo tanto, su destrucción, incluso si los edificios se mantienen aún en pie, puede paralizar los esfuerzos de control de enfermedades, como los programas de inmunización contra la neumonía infantil

Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente

¿POR QUÉ la sostenibilidad del medio ambiente necesita la reducción del riesgo de desastres?

Biodiversidad y protección ambiental

La reducción del riesgo de desastres es un componente primordial de la adaptación al cambio climático. También es uno de los mejores vínculos de los programas de desarrollo humano de los movimientos de gestión de recursos ambientales y biodiversidad. Los desastres como los deslizamientos de tierra causados por la deforestación nos recuerdan que nuestra propia seguridad depende considerablemente de una protección ambiental con sentido común. Preservar la biodiversidad, los pastizales, los bosques, los humedales costeros, los arrecifes y las dunas constituye un elemento importante en la protección de los emplazamientos humanos contra las sequías, la desertificación, los deslizamientos de tierra, las inundaciones, el aumento del nivel del mar y las tormentas, que, según las previsiones, se incrementarán debido al cambio climático

Agua: Garantizar el acceso a agua potable necesita hoy más que nunca las medidas de reducción del riesgo de desastres. La degradación del medio ambiente y el cambio climático están contribuyendo mutuamente a la agravación de las sequías. El Foro Económico Mundial (WEF) prevé que los 2,8 mil millones de personas que viven actualmente en zonas con mucho estrés a causa del agua, pasarán a ser 3,9 mil millones de aquí al año 2030, para cuando la escasez de agua podría aminorar significativamente las cosechas a nivel mundial (WEF, 2009.) El Informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo indica que las carencias ya están empezando a limitar el crecimiento económico en regiones tan diversas como California, China, Australia, India e Indonesia (UNESCO, 2009.) La reducción del riesgo de desastres es crucial para proteger las fuentes de agua y la agricultura, impidiendo así la desertificación y mejorando la resiliencia a las sequías.

Fomentar una alianza mundial para el desarrollo

¿POR QUÉ la alianza mundial para el desarrollo necesita la gestión de riesgos de desastres?

Las inversiones en reducción de riesgos de desastres representan la mejor oferta en tiempos en los que se necesita mucha más ayuda exterior para el desarrollo a fin de alcanzar los ODM. El Banco Mundial ha estimado que por cada dólar invertido en reducción de riesgos, a la larga se economizan entre cuatro y siete dólares. En Perú, la incorporación de la reducción de riesgos en las inversiones de desarrollo ha hecho posible alcanzar una relación costo- beneficio

Las alianzas sofisticadas hoy en día pueden congregar a representantes del gobierno, de organizaciones no gubernamentales y del sector privado, y también a representantes de los beneficiarios u otros grupos, como las organizaciones confesionales, que trabajan juntos por la atenuación de los riesgos de catástrofes a lo largo de toda la sociedad.

Las inversiones destinadas al desarrollo que no incluyen la gestión de riesgos de desastres son comparables a adquisiciones costosas que no tienen seguro. Los riesgos de que la ayuda sea desaprovechada no incentivan las inversiones. La reducción del riesgo de desastres puede hacer que el incremento en los presupuestos sea la opción más segura tanto para los donantes como para los países beneficiarios.

Las alianzas internacionales exitosas con frecuencia se benefician de las competencias y conocimientos especiales de los países en desarrollo, cuyas soluciones a menudo son más fáciles y menos costosas de aplicar.

Reducción de riesgo de desastres

Los recientes desastres sucedidos en Haití y Pakistán en 2010 han demostrado la necesidad del "uso del conocimiento, la innovación y la educación para construir una cultura de seguridad y resiliencia a todos los niveles" como se dice en el Marco de Acción de Hyogo 2005-2015. El papel de la educación en las estrategias de reducción del riesgo de desastres se puede presentar según tres tipos de actividades: 1) Salvar vidas y evitar heridas en caso de un evento peligroso; 2) Evitar interrupciones de la educación en curso, o asegurar una pronta reanudación en caso de interrupción; y 3) Promover una población con capacidad de reacción, capaz de reducir el impacto económico, social y cultural en caso de un evento peligroso.

La Educación para la Reducción del Riesgo de Desastres tiene en cuenta las relaciones entre la sociedad, el medio ambiente, la economía y la cultura y sus impactos. También promueve el pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas, así como las destrezas sociales y emocionales que son esenciales para empoderar a los grupos amenazados o afectados por desastres.

La EDS, mediante su enfoque interdisciplinario y holístico del aprendizaje, ayuda a crear sociedades con capacidad de resiliencia. Fomenta una perspectiva a largo plazo en el proceso de toma de decisiones, un pensamiento crítico y estrategias holísticas e innovadoras para resolver problemas. Por tanto, la EDS contribuye a la Reducción de Riesgo de Desastres, mientras que ésta mejora la calidad y la pertinencia de la educación en zonas expuestas a desastres.

EDS y la educación para la reducción para el riesgo de desastres en la UNESCO

La UNESCO provee asesoramiento sobre políticas y asistencia técnica a los gobiernos, organismos de las Naciones Unidas y organizaciones sin ánimo de lucro afectados en la reactivación del sistema educativo después de un desastre. También juega un papel catalizador que incluye la promoción, la creación de redes y la participación en actividades interinstitucionales para asegurar que se satisfagan las necesidades educativas después de un desastre. La UNESCO participa activamente en programas de post-conflicto y post-desastre en la región de Asia y el Pacífico como el Programa de Recuperación de la Educación en Myanmar (MERP).

La UNESCO ha desempeñado un papel valioso en la Plataforma temática sobre el conocimiento y la educación de la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de las Naciones Unidas (EIRD). Junto con otros organismos de la EIRD, la Organización contribuye y participa en iniciativas que promueven la integración de la Reducción de Riesgo de Desastres en los planes de educación nacional, planes de estudios escolares y estrategias nacionales, y apoya las políticas de preparación ante desastres naturales. La UNESCO ha promovido la Educación para la Reducción de Riesgo de Desastres en varios eventos internacionales, incluyendo el taller sobre "EDS y la Reducción de Riesgo de Desastres: construir sociedades resistentes a los desastres", organizado durante la Conferencia Mundial sobre EDS en Bonn, Alemania, en 2009.

La reducción del riesgo de desastres abarca diferentes aspectos:

Mitigación de desastres– Medidas estructurales y no estructurales adoptadas para limitar los efectos adversos de los peligros naturales (p. ej., reforestación de manglares para reducir el riesgo derivado de las marejadas gigantes, sensibilización respecto de los peligros naturales a través de proyectos de educación en las escuelas).

Alerta temprana – Comunicación de información oportuna que permite a las personas adoptar medidas para reducir los efectos de los peligros. La alerta temprana abarca habitualmente múltiples peligros y requiere que las comunidades y otras partes interesadas se identifiquen verdaderamente con y participen en ella (p. ej., acceso de la población local a información sobre un tifón o tormenta tropical que se avecina).

Preparación para desastres – Medidas que contribuyen a asegurar una actuación "en primera línea" oportuna y eficaz, con el apoyo de los voluntarios, las filiales y las capacidades regionales y nacionales de las Sociedades Nacionales (p. ej., equipos de acción comunitaria respaldados por la planificación de contingencia de las Sociedades Nacionales y equipos regionales y/o internacionales de respuesta a desastres).

Recuperación – Decisiones y medidas adoptadas después de un desastre con vistas a restablecer o mejorar las condiciones de vida de la comunidad afectada previas al desastre, a la vez que a facilitar los cambios necesarios para reducir el riesgo de desastres (p. ej., evaluar los niveles de riesgo futuro cuando se planifican proyectos de vivienda después de un desastre).

Apoyo a los medios de subsistencia – Proyectos que fortalecen o diversifican los medios de subsistencia y permiten a las personas o familias desarrollar estrategias para reducir el riesgo (p. ej., los huertos domésticos permiten mejorar la alimentación y aumentar las reservas en períodos de sequía).

La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió designar el 13 de octubre Día Internacional para la Reducción de los Desastres.

El 22 de diciembre de 1989 la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 24/236 "decide designar el segundo miércoles de octubre como Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, que la comunidad internacional observará todos los años durante el Decenio de manera acorde con sus objetivos y metas".

El 21 de diciembre de 2001 la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 56/195 "decide seguir observando anualmente, el segundo miércoles de octubre, el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales como medio de promover una cultura mundial de reducción de los desastres naturales que comprenda la prevención, la mitigación y la preparación".

El 21 de diciembre de 2009 la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 64/200 "decide designar el 13 de octubre como fecha para conmemorar el Día Internacional para la Reducción de los Desastres".

La resiliencia frente a los desastres es para toda la vida

Con las aportaciones de nuestras personas mayores, mejora la resiliencia de la comunidad en su conjunto frente a los desastres. La experiencia y conocimientos que han acumulado a lo largo de sus vidas nos ayudan a comprender estas situaciones de emergencia y a planificar la respuesta. Las contribuciones y necesidades específicas de este colectivo social deben por tanto ser incorporadas en el marco para la reducción del riesgo de desastres que se elabora para 2015 Disponible en inglés.

Tengamos presente que el grado de devastación, en pérdida de vidas humanas y daños materiales, que causan las manifestaciones extremas de fenómenos naturales —como las inundaciones, sequías, ciclones, terremotos o erupciones volcánicas— resulta de la combinación entre las fuerzas de la naturaleza y la actividad humana.

El efecto que estos peligros naturales tienen sobre las poblaciones depende en gran medida de decisiones que tomamos, a nivel individual o colectivo, respecto a nuestras formas de vida y al medio ambiente: desde la planificación de nuestras ciudades y el cultivo de los alimentos, hasta la enseñanza que recibimos en las escuelas. Es más, la actividad humana también influye en la frecuencia y la intensidad de estos fenómenos, por ejemplo, a través del calentamiento global.

El cuarto y último año de la campaña «Refuerzo», que se centra en las personas de edad avanzada.

El 2014 es el último año de la campaña «Refuerzo», que coincide con el Año Internacional para la Reducción de los Desastres. Dicha campaña ha sido diseñada con el fin de concienciar y abogar por la disminución de las amenazas de los desastres. Cada año se centra en un grupo de personas, como niños y jóvenes (2011), mujeres y niñas (2012), personas con discapacidad (2013) y personas de edad (2014).

El mundo está envejeciendo. Actualmente, cerca de 700 millones de personas (un 10 por ciento de la población mundial) tienen más de 60 años, y se espera que en 2030 haya más personas mayores de 60 que menores de 10. Mientras que esto puede considerarse un avance en el desarrollo, la combinación de un clima más extremo y catástrofes, junto con la incapacidad para adaptar las respuestas de reducción del riesgo de los desastres en una población que tiende a envejecer, incrementa la vulnerabilidad de las personas mayores. Sin embargo, los requerimientos y capacidades específicas de este grupo de personas no tienen la consideración adecuada a la hora de reducir el riesgo de los desastres.

Es necesario recordar el papel clave que las personas mayores juegan en la resiliencia frente a los desastres, y asegurar, por tanto, su participación igualitaria. El incremento de las temperaturas mundiales ha agravado los riesgos climáticos y medioambientales. A la vez, se está produciendo un rápido crecimiento y envejecimiento de la población, sobre todo en los países en desarrollo, en los que viven el 60% de las personas de edad avanzada. Se calcula que esta cifra aumentará a un 80% para el 2050. Esta combinación del aumento del riesgo de desastres junto con el envejecimiento de la población debe abordarse a todos los niveles de planificación de la gestión de los desastres para asegurar que su impacto no aumente en línea con dichas tendencias.

«Carta 14» para las personas de edad en la reducción del riesgo de desastres La «Carta 14» para las personas de edad en la reducción del riesgo de desastres solicita un mayor compromiso por parte de los gobiernos, los donantes y las organizaciones para que actúen a corto plazo en el desarrollo de políticas, estrategias y prácticas para la reducción del riesgo de los desastres que, a menudo, son insuficientes para responder a las necesidades de las personas de edad ante estas situaciones. Estas medidas deben reconocer y satisfacer los derechos de este grupo de personas y recoger sus capacidades y contribuciones. La Carta se ha desarrollado tras consultar con gobiernos, ONG, expertos en la reducción del riesgo de los desastres y en envejecimiento, y con hombres y mujeres de avanzada edad. Dicha Carta puede ser firmada por gobiernos y organizaciones que, al hacerlo, se comprometen a cumplir con al menos uno de sus estándares. Está compuesta por catorce estándares mínimos que sustentan los tres principios fundamentales. La Carta 14 pide un enfoque inclusivo, mediante el cual la reducción del riesgo de los desastres responda a las necesidades de los mayores:

Necesitados: Las personas mayores tienen necesidades específicas que deben entenderse y a las que se debe responder en todas las actividades relacionadas con la reducción del riesgo de desastres.

Invisibles: La vulnerabilidad y la capacidad de las personas mayores suelen ignorarse. La recogida de información acerca de la edad y el sexo de la población es esencial para asegurar que todos sean tenidos en cuenta y reciban apoyo.

De valor incalculable: Las personas mayores acumulan años de conocimientos y destrezas de valor incalculable en la reducción del riesgo de los desastres, por lo que deben ser reconocidas, valoradas e incluidas.

Mensaje del Secretario General

13 de octubre de 2014

Como familia humana, estamos envejeciendo. A nivel mundial, aproximadamente 700 millones de personas, a saber un 10% de la población mundial, son mayores de 60 años, y para 2030, por primera vez en la historia, habrá más personas de edad que niños.

Este año, la conmemoración del Día Internacional para la Reducción de los Desastres nos brinda una oportunidad para reconocer el papel que desempeñan los hombres y las mujeres de edad en el fomento de la resiliencia.

Cuando ocurre un desastre natural, las personas de edad sufren de forma desproporcionada altas tasas de muertes y lesiones. Para invertir esta trágica tendencia, es preciso elaborar planes, crear servicios y prestar apoyo a fin de reducir las vulnerabilidades de las personas de edad y aprovechar al máximo su contribución a nuestra seguridad y nuestro bienestar colectivos.

En la planificación para casos de desastre se debe tener en cuenta la reducción de la movilidad que experimentan muchas personas de edad. Tenemos que ayudarlos a prepararse para un posible desastre y para llegar a un lugar seguro y protegerse. Las necesidades de las personas de edad también deben tenerse en cuenta en los sistemas de alerta temprana, los mecanismos de protección social y los planes de evacuación y respuesta de emergencia, y en las campañas de información pública.

Al mismo tiempo, es importante reconocer que las personas de edad tienen importantes contribuciones que aportar a la comunidad en su conjunto. Su larga experiencia puede contribuir a reducir los riesgos que plantean los desastres. Debemos procurar que participen en la gestión del riesgo de desastres, así como en los procesos de planificación y adopción de decisiones. Las personas de edad también pueden enriquecer de manera significativa nuestros debates críticos a nivel mundial sobre la forma de enfrentar el cambio climático y lograr el desarrollo sostenible.

En este Día Internacional para la Reducción de los Riesgos de Desastre, recordemos que la tarea de aumentar la resiliencia ante los desastres no tiene límite de tiempo en la vida de las personas; comienza en la juventud y se hace más importante a medida que envejecemos.

LA OMS

¿Cómo contribuye en la reducción de riesgos a salvar vidas en los desastres?

Las emergencias pueden surgir en cualquier país y en cualquier momento. Los desastres pueden alterar gravemente el funcionamiento de la comunidad y hacer que la población pase a depender de la ayuda exterior. No obstante, es mucho lo que se puede hacer para prevenir y reducir los efectos de los desastres y reforzar la respuesta de las comunidades en riesgo.

Los países con sistemas de salud bien desarrollados y personal sanitario bien formado y equipado están mucho mejor preparados para los desastres. Cuando una comunidad está bien preparada se pueden salvar muchas vidas en las primeras horas de una emergencia, antes de la llegada de la ayuda exterior. La población es la que mejor conoce los riesgos locales y sus propias necesidades.

Para reducir los riesgos futuros y las pérdidas materiales y humanas, la OMS ayuda a los países a reforzar la resiliencia de los sistemas de salud mediante la gestión de los riesgos en las emergencias, estrategia que abarca medidas que van desde la prevención hasta la recuperación, pasando por la preparación y la respuesta. Entre las medidas de gestión de los riesgos en las emergencias se encuentran:

La creación de políticas y estrategias nacionales propicias, y la asignación de recursos para la gestión de los riesgos;

La mejora del acceso a una atención primaria de calidad antes de que se produzca el desastre, así como durante las fases de respuesta y recuperación;

La capacitación y equipamiento del personal sanitario, y su inclusión en la planificación frente a todo tipo de emergencias;

La identificación de los peligros, las vulnerabilidades y la capacidad de evaluación de los riesgos;

La difusión de conocimientos sobre los riesgos en las emergencias y la educación sanitaria, por ejemplo en materia de saneamiento e higiene;

La alerta temprana de los profesionales sanitarios y de las comunidades en caso de emergencia, y

La protección de los centros sanitarios frente a los peligros y la preparación para la respuesta sanitaria de emergencia.

¿QUÉ se debe hacer para que el desarrollo sea resiliente a desastres? 5 prioridades

1. Incorporando la reducción del riesgo de desastres en los planes y programas de desarrollo socioeconómico se salvaguardará las inversiones en actividades de desarrollo. Esto requiere la transferencia de fondos, tecnología y conocimientos a las comunidades más vulnerables, mediante una colaboración multi-actores y multidisciplinaria y mediante alianzas en todos los niveles.

2. Haciendo que la reducción de riesgos sea una parte esencial de las estrategias y programas de reducción de la pobreza se protegerá y mejorará los recursos de los pobres y de los que están en camino de serlo, aumentando su resiliencia ante los desastres, poniendo especial atención en las comunidades y minorías marginadas vulnerables.

Partes: 1, 2
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