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El exilio y la deportación (página 2)


Partes: 1, 2, 3

Hombre, eso nunca me lo habías contado, Juan. ¿Por qué fue y cómo pasó?

JUAN

Tú sabes tan bien como yo, que los fachas antes de lanzarse al asalto de nuestras posiciones las bombardeaban durante una hora o más, por medio de la aviación o de la artillería, y cuando creían habernos exterminado, lanzaban su infantería al asalto. Pues bien, en una de estas operaciones en la que nuestras trincheras habían sido bombardeadas de esta manera, pero en la que por estar bien pertrechados nos habían ocasionado muy pocas bajas, al lanzarse al asalto y encontrarse conque les estábamos aguardando vivitos y dispuestos a darles una dura corrección, un sargento andaluz que iba en cabeza de su pelotón al darse cuenta de ello, les gritó: "¡Cuidiau, muchachoz, que eztoz tioz tien maz vida que loz piojoz!.

CASIMIRO

¡Es que el andaluz ése era un buen conocedor de esos animalitos; menudos picotazos le habrían dado para decir eso!

JUAN

Pues amigo, como sigan picándonos como hasta ahora y no nos den un avituallamiento mejor organizado y regular que hasta hoy, no nos quedará otra solución que o intentar escapar de esta maldita playa desafiando los fusiles de esos soldados senegaleses, o morir de hambre, frío y mordeduras de los piojos.

CASIMIRO

Pues con el sistema de control alimenticio que intentan imponernos para normalizar nuestro avituallamiento, puedo afirmar de antemano que el que no tenga vergüenza –y de estos hay muchos- comerá hasta hartarse, mientras que los pobres de espíritu y decisión se irán muriendo de hambre poco a poco.

JUAN

¿Es que lo dices por mí?

CASIMIRO

No, amigo. Porque mientras estemos juntos no permitiré que mueras de esta manera impropia de un hombre que se precie de tal, aunque reconozco que te sobra honradez y te falta decisión para hacerte respetar.

JUAN

Pues, ¿por qué decías eso?

CASIMIRO

¿Lo ves? Ni siquiera te has enterado de que intentan que entre nosotros formemos un grupo de cien personas y entre ellas el Delegado que ha de representar al grupo se hará cargo diariamente del avituallamiento para repartirlo después equitativamente.

JUAN

¿Y cómo vamos a encontrar esas cien personas, es decir, noventa y ocho que nos faltan, si no conocemos más allá de veinte, incluyendo a estos vascos y sus amigos e hijos?

(señalando a Teresa y Fermín que llegan seguidos de los peques)

CASIMIRO

¿Y eso te asusta a ti, hombre de pluma y cuentas?

JUAN

Claro que sí, porque ¿De dónde las vamos a sacar o cómo las vamos a encontrar para formar un grupo tan numeroso?

CASIMIRO

Por eso no te preocupes, hombre. Dame papel y lápiz y verás qué pronto lo resuelvo.

El amigo se va donde tenía la mochila militar y saca de ella un bloc, arranca de él tres hojas, junta a ellas un lápiz y volviendo donde le esperaba su amigo le dice:

JUAN

Toma, zaragatero. Aquí tienes las hojas y el lápiz que me has pedido, pero lo que no quiero es que me mezcles en tus trapisonderías.

CASIMIRO

Descuida, amigo. Y para demostrártelo voy a alejarme unos metros de ti.

ESCENA 15ª

Al cabo de media hora vuelve donde está Juan.

CASIMIRO

Toma, aquí tienes ya las cien personas del grupo.

El amigo Juan echa una ojeada a las hojas que le ha entregado y le falta poco para desmayarse.

JUAN

Pero, oye, cara dura; lo que nos piden son cien personas y no esta mezcolanza de toreros, artistas de teatro, cantantes y hombres políticos que has puesto en esta lista. ¿Y encima pretendes que vaya a presentarla?

CASIMIRO

¡Qué has de ir, hombre; qué has de ir! Si nada más verte la cara de palomino atontado que tienes van a conocer que todo es falso!. No, quien irá será "El Peleles". En cuanto a los nombres de toreros, artistas, cantantes y políticos que he puesto en esa lista, no te preocupes, que si los españoles les conocemos los franceses no. Y en su nombre tendremos sobradamente que comer. Iré a encontrar a "El Peleles" y en cuanto le explique de lo que se trata, con lo decidido que él es, mañana a primera hora ya estará en Intendencia a buscar el suministro.

FERMIN

(Dirigiéndose a Teresa)

Lo que yo no me explico es por qué le pusieron de nombre "Casimiro" con la vista especial que tiene él para salir airoso de todas las trapisonderías y engaños en que se mete para comer bien y no dar ni golpe.

JUAN

(dirigiéndose a Casimiro)

¿Y vas a confiar en el "Peleles"?.

CASIMIRO

Y ¿en quién mejor que en otro tan trapisondista como yo?

ESCENA 16ªA

Amanece y los altavoces situados en postes por diversos sitios de la playa interrumpen la música y noticias que regularmente emitían para anunciarles que iban a ser trasladados a diferentes pueblos y ciudades donde se les dará alojamiento adecuado y trabajo remunerado.

ALTAVOCES

¡Atención! En primer lugar serán trasladadas las personas que estén enfermas acompañadas de sus familiares. Después irán los demás.

ESCENA 16ªB

Durante el día van saliendo por grupos en camiones y autobuses diversos.

FERMIN

(Dirigiéndose a Teresa)

¡Vaya! Por fin han pensado en nosotros. Esto de tener inactiva a tanta gente era absurdo.

TERESA

Sí, pero la mayor parte lo que necesitan son atenciones médicas.

FERMIN

Afortunadamente nosotros estamos resistiendo bien

ESCENA 16ªC

Tanto ellos como todos los demás van recogiendo lo que les quedaba de sus cosas y montan en el autocar que les habían designado.

ESCENA 16ªE

Diversos autocares y camiones cargados de españoles en ruta.

ESCENA 16ªF

Cuando llegan a su destino, después de un largo viaje, personal del ayuntamiento les acompañan a las viviendas donde temporalmente iban a ser acogidos. A Fermín, Teresa y sus hijos los alojan en una vieja casita al parecer abandonada, donde se acomodan para pasar la noche. También les facilitan comida y algunas ropas. En los días siguientes todos los españoles refugiados allí se han ido acomodando y han mejorado sus locales de acogida.

ESCENA 17ª

Todas las tardes se reúnen en los cafés de los alrededores y comentan sus necesidades. Así van pasando los meses.

Los franceses les contratan para formar grupos de trabajadores.

ESCENA 18ª

Una tarde están Fermín y varios españoles sentados alrededor de una mesa. Fermín leyendo un periódico. Fermín se dirige a los demás

FERMIN

Escuchad, os voy a decir lo que entiendo que dice aquí: Al parecer ayer, uno de septiembre de 1939, las tropas alemanas por el oeste y los rusos por el este han entrado en territorio polaco, arrasándolo todo a su paso.

UNO

¡Ahí va! Pues si Polonia ha sido atacada, Francia va a tener que participar en su apoyo. Los tratados que tienen les obligan.

OTRO

¿Y cómo van a hacerlo? ¿invadiendo Alemania? ¡Bah! No pueden hacer nada. Por tierra no podrían llegar y por mar tampoco, y como apenas si tienen aviones…

UNO

No sé por qué me parece que las cosas van a evolucionar muy mal. Franco por una parte, Hitler por otra, Los italianos, o sea, Mussolini también como ellos. Los rusos ya no se puede saber cuál va a ser su comportamiento. Como países importantes sólo quedan en Europa Inglaterra y Francia para frenarles.

FERMIN

Pues yo pienso que a Hitler no se le van a quitar sus ideas de conquista y además están muy bien equipados de armamento. Poseen buena aviación y sus submarinos de "bolsillo" están muy bien diseñados.

OTRO

Y sobre todo hay que tener en cuenta su alta disciplina y fanatismo.

FERMIN

Efectivamente, en eso son muy superiores a los franceses.

OTRO

A que nos toca seguir la guerra en este país.

UNO

Yo no soy tan pesimista. Creo que nadie quiere que la guerra se extienda, y menos aún que se convierta en otra Europea o Mundial.

FERMIN

Se sabe cómo se empieza, pero nunca cómo se va a terminar. Hay más países en el mundo que no permitirán que el fascismo se extienda.

OTRO

O sea, que podría complicarse más.

FERMIN

¡Quién sabe!

ESCENA 19ª

La escena en la cocina de un pequeño apartamento de su vieja

  casita. Llega Fermín saludando así a Teresa:

FERMIN

 ¡Tere! ¡Tere! ¡Mira qué noticia te traigo!

TERESA

 ¡Uyuyuy…! ¿Buena o mala?

FERMIN

 ¡Buena, mujer, buena! ¿No ves que llego contento?

TERESA

 ¿Sí?, ¡bueno!, venga, di: que me tienes preocupada.

FERMIN

¿Sabes? En la oficina del ayuntamiento en la que colaboro para regularizar papeles y situaciones de nuestros compatriotas tenían una máquina de escribir retirada.

 Es vieja pero aun puede funcionar. Me la regalan.

TERESA

Bueno ¿y qué? Para qué queremos nosotros una máquina de

escribir ¿Es que ahora vas a poner la oficina en casa?.Anda que no tienes más cosas que hacer.

 ¡Si casi no te queda un minuto libre!. 

Aunque por otra parte sería la forma de que estuvieras a 

mi lado más tiempo.

FERMIN

 ¡Que no, Tere! No son esas mis ideas.

TERESA

 ¡Ah,! ¿no? Entonces…..

FERMIN

 Pues ya verás. Siéntate y escucha, después ya me dirás lo 

que te parece.

(Toman asiento y empieza a explicarle cogiéndole las manos)

FERMIN

He estado pensando mucho en el grupo de españoles tan numeroso que estamos en este barrio y que podemos hacer algo más que reunirnos algunas tardes en el bar para jugar a las cartas y contarnos nuestras lamentaciones, Tenemos que hacer algo más. 

Y pienso crear un verdadero club de españoles con actividades diversas, donde estemos obligados en cierta medida a aportar nuevas ideas y a desarrollarlas, para nuestro propio entretenimiento.  

Para eso es necesario que exista verdadera comunicación y que no nos limitemos a las reuniones en pequeños grupitos.

O sea, que hay que empezar por editar unos panfletos a modo de periódico de los refugiados españoles o algo así.

TERESA

 No veo donde quieres ir a parar

FERMIN

Espera que aun no he terminado. Mira, esa hoja en principio la haré yo. Tengo ya ideas para los contenidos de las primeras, con los que animaré a la participación de otros.

Estoy convencido que entre los que conocemos varios de ellos colaborarán de buen grado. Después su desarrollo será más fácil. Tendrá hasta su sección de anuncios, etc.

TERESA

 ¡Ya, claro! Pero eso requerirá que se hagan muchas copias y se necesitará papel ¿pero quién lo va a comprar? Nosotros no podemos hacer gastos superfluos. No me llega ni para que nosotros podamos comer todos los días, ya lo sabes.

FERMIN

 Lo del papel ya lo tengo resuelto. Utilizaré las hojas que normalmente se tiran en la oficina, ya usadas por una cara o de impresos inútiles. Pero escucha y verás cuál es mi proyecto inicial. Sin duda alguna más adelante surgirán más ideas y ahora no puedo  decirte hasta dónde podremos llegar.

TERESA

 Ya estás echando las campanas al vuelo. ¡Cuidado que eres soñador! Pero reconozco que imaginación y ganas de trabajar no te faltan. Y eso me gusta de ti. 

Venga, sigue sorprendiéndome, que me tienes con la boca abierta escuchándote como una pava.

FERMIN

 (más animado)

Pues después esos temas los comentaríamos en las reuniones y yo iré recopilando notas de los puntos de vista y de las cosas que digan. Me serán de utilidad para otras cosas que escriba. También para empezar lo que voy a proponer es crear una pequeña compañía de espectáculos y de teatro.

TERESA

 ¡Hala…..! ¿y las obras de teatro de dónde las sacamos?

FERMIN

¡No, no! Las escribiré yo mismo. Tengo suficientes ideas en la cabeza y he conocido muchas historias que bien ordenadas serían suficientes para entretener a la gente durante media hora o más.

TERESA

 Eso sí que creo, porque cuando te pones a hablar te quedassolo. No quiero decir que sea porque se marchen los oyentes ¡no! Muy al contrario.¡Hay que ver cómo te escuchan! Creo

que se lo pasan muy bien oyéndote. Incluso pienso que es una pena que lo que les dices no quede escrito y se pierda en la memoria.

FERMIN

¿Ves? Pero también son importantes las reflexiones y los  comentarios de los demás. Por eso, si las mismas historias o historietas las conocen muchos, el número de comentarios será mayor y por lo menos nos servirán para distraer nuestras preocupaciones, aunque no nos quiten el hambre.

Algunos de esos comentarios se pondrán en esas "hojas".

 Espero conseguir colaboradores para repartir el trabajo.

Y hay más.

En el ayuntamiento están dispuestos a cedernos unos locales. Bueno un pabellón abandonado ahora, que habilitado con unos bancos corridos y lo que podamos ir añadiendo, nos servirá como club de los españoles. 

Podremos hasta organizar fiestas, etc.

TERESA

 ¡Anda que tú!…. Si te dejan eres capaz de cualquier cosa Pero por ahora esto se parece más al cuento de la lechera..

FERMIN

Por favor, no me hagas esa comparación que me enfado. 

Espera a ver los resultados y después ya me dirás

TERESA

De momento ya sé lo que voy a ver. A un marido que lo poco que esté en casa no tendrá ojos ni manos mas que para el lápiz y la máquina de escribir…..

FERMIN

¡Ya estamos! pero además seguro que te gustará escuchar antes que nadie todas mis historias y hasta estoy seguro que me ayudarás a completarlas ¿A que sí? ¡Si ya sé que a ti también te gusta la idea. ¿O no?

TERESA

 A decir verdad sí que me gusta

FERMIN

Pues vamos a comer que a continuación me pondré manos a la obra que estas cosas no deben dejarse para más tarde

ESCENA 20ª

La acción se va a desarrollar en un bar donde habitualmente se reunían. Están sentados diversos matrimonios y Fermín se pone en pie para dirigirse a todos.

FERMIN

¡A ver, amigos! Os repartiré luego unas hojas, las primeras de una especie de gacetilla que estoy empeñado en editar, de una forma periódica, donde se irán recogiendo y exponiendo diversos temas que merezcan el interés de todos. Quiero que iniciemos un cambio importante de nuestra forma de entretenernos o de aburrirnos, o sea, de pasar el rato, que hasta ahora tenemos. Deseo que seamos un grupo ejemplar de orden y diversión, unidos en nuestra desgracia pero con espíritu de superación. Y para eso es necesario levantar el ánimo de todos.

UNO

(levantando la mano)

¿Y los que no sabemos leer, qué?

FERMIN

Seguro que algún compañero os lo leerá. Además tal vez os anime también a aprender a leer, y si lo lográis veréis lo beneficioso que es… Pero eso no es todo. Voy a seguir: Estoy terminando de escribir una pequeña obrita de teatro que quiero tener ultimada para antes de un mes. Los que quieran trabajar en ella como actores que me den luego sus nombres. No se necesitan más que unos pocos, porque aquí mi esposa y mis hijos ya quieren encabezar la lista de voluntarios. Los textos habrá que aprenderlos, pero serán muy cortos y además como en todas las obras de teatro habrá un apuntador que irá leyendo los textos a los actores. Tranquilos, el apuntador ya está elegido: seré yo mismo. Ya veréis cómo nos divertimos todos.

UNA OYENTE

(Dirigiéndose a su marido)

Este Fermín es terrible. ¿Qué nos tendrá preparado?

FERMIN

También yo mismo indicaré a los actores lo que conviene que hagan en escena. Como la primera parte ya la tengo escrita, pronto podremos empezar los ensayos. Bueno, todavía no porque aun me faltan actores y local acondicionado, pero seguro que algunos sí estaréis dispuestos a apuntaros.

Algunos levantan la mano pidiendo que tome nota.

UNO

¿Y habrá cante? ¿y música, y baile? Porque a nosotros los andaluces organizar veladas de esas se nos da muy bien.

FERMIN

Claro que sí; porque no os lo he dicho todavía, quería daros también esta sorpresa: he conseguido en el ayuntamiento que nos den permiso para que podamos utilizar un garaje que está abandonado. Allí organizaremos todo esto. Será nuestro refugio, nuestro club.

(Aplausos, y algunos gritan: ¡Viva! ¡viva! Y otro más alejado grita

¡Viva San Fermín!.

Las risas saltan espontáneamente)

ESCENA 21ª

Según va andando Fermín por la calle, se le acerca una española de unos treinta años llamada Julia, y le dice:

JULIA

Oiga, Fermín: entre el grupo de españoles que estamos en este barrio se ha comentado la necesidad de ayudar a los niños en sus estudios. Como yo soy maestra me han pedido si yo pudiera controlarles y orientarles al hacer sus ejercicios. ¡Claro! Necesitamos un local y hemos pensado que podría servirnos el mismo que nos han cedido para el club. Los niños lo ocuparían por las tardes al salir de sus clases y yo estaría con ellos más o menos desde las cinco y media hasta las siete. Teniendo en cuenta que ustedes lo van a utilizar a partir de esa hora y los fines de semana y festivos, pensamos que no tendrán inconveniente.

FERMIN

¡No, claro! Me parece muy buena idea, la única pega que veo es que no disponemos todavía de muebles y mesas suficientes. Creo que pronto conseguiremos algunos. También que disponemos de poca luz y no hay servicios; sólo hay un grifo.

JULIA

Por eso no se preocupe, que entre todas las madres lo iremos acondicionando poco a poco.

FERMIN

Pues adelante. Estoy seguro que todos apoyarán la idea y tratarán de colaborar.

Se despiden

ESCENA 22ª

Ahora ya están un grupo heterogéneo de españoles haciendo arreglos en el local y aportando tablas, bancos, etc. Más tarde se puede apreciar que diversos niños y niñas acuden para hacer sus deberes. La señorita Julia les atiende y de vez en cuando les da explicaciones. Se dirige al encerado y les dice:

JULIA

O sea que os han enseñado el teorema de Pitágoras. Mirad, yo os lo voy a poner aquí, gráficamente.

Dibuja en el encerado un triángulo rectángulo y dirigiéndose a un alumno, le dice:

Esto es un triángulo rectángulo. A ver, tú, Felipe, ¿por qué se llama así?

FELIPE

Porque tiene tres lados y uno de los ángulos es recto.

JULIA

Muy bien. Pues fijaros, si sobre cada lado dibujo sendos cuadrados así

(lo hace al mismo tiempo en la pizarra)

la suma de las áreas de los dos cuadrados más pequeños es exactamente igual al área del más grande, o sea, del que tiene por lado la hipotenusa. Entonces si ésta es de seis metros y el de este otro lado es de cinco metros, ¿qué me-di-rá el o-tro ca-te-to?

(Marcando las sílabas)

Un alumno levanta la mano.

JULIA

A ver, sí Julito… ¿tú sabes qué-me-di-rá?

JULITO

¡Nada!

JULIA

¿Cómo que nada?

JULITO

Pues eso, ¡nada!. No le dirá nada, porque ese "cateto" no habla; los que sí hablan son los del pueblo de éste que son todos unos "catetos" (señalando a su compañero)

Los demás alumnos se ríen y Julia, sonriendo les pide silencio.

JULIA

¡Cuidado que eres bruto, Julito! ¿No sabes que a los lados del triángulo que forman el ángulo recto se les llama catetos? ¡Si ya lo he dicho antes! Es que no prestas atención. Y además llamárselo a una persona puede interpretarse como un insulto, así que no lo hagáis.

ESCENA 22ªB

En ese momento entran al local Fermín y otro español.

FERMIN Y SU COMPAÑERO

¡Buenas tardes a todos!

FERMIN

Señorita Julia, no queremos interrumpir, solamente venimos para decirles que mañana tendremos que disponer del local a partir de las seis de la tarde, para el ensayo general.

JULIA

Bien, éstos seguro que se alegrarán.

FERMIN

¿Qué tal las clases?

JULIA

Bien, bien. Creo que ha sido un acierto, porque todos necesitan que se les ayude. El idioma ya es un gran inconveniente para ellos, aparte de los temas que estudian. Pero van avanzando.

FERMIN

¡Bueno! Pues nada más, ya nos vamos. Y vosotros, peques a estudiar mucho para que lleguéis a ser hombres y mujeres de provecho. ¡Adiós a todos!

JULIA Y LOS NIÑOS

¡Adiós! ¡adiós!…

Fermín y su compañero salen y se alejan hablando entre ellos..

ESCENA 23ª

Ahora las imágenes presentarán el interior del local pobremente habilitado, equipado con bancos corridos y algunos taburetes diversos, escasa iluminación y una especie de plataforma en el extremo a modo de escenario, situada a un nivel como de metro y medio sobre el suelo, sobre caballetes, en el que a modo de concha se ha dispuesto una banqueta rodeada en parte por cartones. Debajo de ésta hay una silla destinada al apuntador. Los espectadores verán esos bajos del escenario, pero no tiene importancia. Como telón una sencilla cortina hecha de sábanas que tampoco llega a ocultar el escenario. La puerta de acceso está al fondo en un costado del escenario, donde la plataforma no llega hasta la pared lateral. Fermín se encuentra en el escenario y le acompañan dos chicos y dos chicas. En los bancos están sentados sus hijos como espectadores. Fermín les está orientando sobre lo que les corresponderá hacer.

FERMIN

Vamos a ver, en esta parte de la obra tú Sofía y tú Begoña estaréis ahí sentadas de cara al público. Estáis esperando la llegada de los obreros que van a colocar una lámpara muy delicada en el techo. Ellos serán un tanto torpes, porque se trata de crear una escena un tanto cómica.. Como quieren destacar sus habilidades de trabajadores y dejar a las mujeres como inútiles, el saludo que le harás tú Alberto a Sofía que permanecerá sentada será una o dos extravagantes reverencias. Queremos que el público se ría. Después entrará José arrastrando una lámpara de techo que ya sabéis, la alzaréis con cuidado sujetándola entre ambos con la varilla que le hemos puesto. Tú Alberto eres el encargado de entrar con la escalera y Sofía te abrirá la puerta cuando llames. El diálogo ya lo sabéis. No os alejéis nunca demasiado de la concha para que me oigáis. Si lo veis conveniente os acercáis con disimulo, y hablad despacio, sin nervios. Ya lo sabéis, queremos entretener y no tiene demasiada importancia si sale bien o mal: nuestro esfuerzo será sin duda reconocido.

(Los dejamos practicando el ensayo con Fermín)

ESCENA 24ª

Día de la representación:

Ya llevan tiempo actuando. Desde fuera se oyen las carcajadas y algunos lugareños que hacen comentarios como molestos de escuchar esa algarabía. La cámara presenta esa parte de la obra que decíamos antes. La escena es como la habíamos indicado anteriormente.

En el escenario, llaman a la puerta. Sofía y Begoña son las únicas en escena y están sentadas en un sofá.

SOFIA

Ve a abrir Begoña que serán los obreros que esperamos.

Begoña se levanta, va hacia la puerta y abre, entrando Alberto con una pequeña escalera de mano.

ALBERTO

Buenos días, veníamos a colocar la lámpara…

BEGOÑA

Buenos días. Pasen, pasen.

Alberto dirigiéndose a Sofía que sigue sentada: (con sorna)

ALBERTO

Señora Marquesa… somos los técnicos que vamos a instalar esta lámpara maravillosa….

Le hace la reverencia de espaldas al público con la mala fortuna que el pantalón se le descose por detrás dejando sus nalgas a la vista. La carcajada del público es general, y él que no entiende bien por qué repite la reverencia, por lo que las risas ya son histéricas. Nadie más se da cuenta de lo que pasa y entra José en la escena arrastrando la delicada lámpara. Las risas son más fuertes y ambos parece que piensan que lo están haciendo muy bien.

ESCENA 25ª

Ahora la cámara muestra el exterior, donde se ve a algunas señoras y a un matrimonio acompañados de un gendarme al que le señalan el local.

Se oye que le dice la señora:

SEÑORA

¿Lo oye Sr. agente? ¿ve cómo es cierto que ahí dentro pasa algo que seguramente no es nada decente? Estos españoles nos han invadido y no respetan nuestras costumbres. No tienen educación y siempre hablan a gritos. ¡Ni que fueran sordos! Ustedes deben prohibir que semejantes reuniones tengan lugar en estas barracas. No se puede hacer ni idea del jaleo que arman constantemente con sus cánticos y gritos.

GENDARME

¡Bien, bien! Entremos a ver qué pasa.

ESCENA 26ª

Abren la puerta y pasan. El Gendarme se dirige al chico que está en el interior próximo a la puerta.

GENDARME

A ver, ¿Quién es el responsable aquí?.

EL CHICO

El Sr. Fermín, que es ése que está ahí

(señalando la parte del cuerpo de Fermín que es visible desde por debajo del entarimado)

ESCENA 26ªB

Les conduce agachándose por debajo del escenario hasta donde se encuentra Fermín que, claro está, no les ve. El público sí puede verles pero no les prestan atención y no paran de reír. El Gendarme se acerca a Fermín y le tira del pantalón. En la escena Alberto está subiendo la escalera sujetando un extremo de la barra mientras José tiene el otro extremo de la misma quedando la lámpara colgando más o menos en su punto medio. En esa posición apenas si se distingue la abertura del pantalón, pero el público sigue soltando alguna risotada.

Fermín entonces, para que deje de molestarle el que le tira del pantalón dice:

FERMIN

¡Estate quieto!

Y José al oírle, creyendo que se lo está "apuntando" repite:

JOSE

¡Estate quieto!.

ESCENA 26ªC

Los espectadores empiezan a darse cuenta de lo que pasa debajo del entarimado del escenario y algunos señalan hacia allí, aumentando las risas.

Alberto extrañado se para casi arriba de la escalera y volviéndose a José, recordando que en el guión no era así la frase le dice:

ALBERTO

¿Pero qué dices?… ¿Por qué?

ESCENA 27ª

Mientras tanto los tirones a Fermín se repiten y éste mueve sus pies molesto y exclama:

FERMIN

¡Que te estés quieto! ¡Suelta!

ESCENA 28ª

Por lo que José en el escenario repite en voz muy alta:

JOSE

¡Que te estés quieto! ¡Suelta!

Alberto echa una mirada al público, pero aunque está extrañado por la orden recibida, suelta la barra, con lo que cae ésta y la lámpara, haciéndose añicos. El público que ha comprendido en parte lo que está pasando estalla en unas carcajadas que hasta se contagian a los actores. Pero mientras tanto, los esfuerzos de Fermín por zafarse y los tirones que le da el gendarme le hacen caer de la silla. Entonces, arriba, Alberto y José, no sabiendo que hacer, se dirigen hacia la improvisada concha en busca de ayuda diciendo a un tiempo:

JOSE Y ALBERTO

¿Y ahora qué hacemos, Fermín?

Se miran entre sí y se asoman a la concha.

ALBERTO

¡Ahí va! Si no está. ¡Se ha ido!.

Entonces José se da cuenta, al mirar hacia Alberto, que se ha agachado de espaldas a él para recoger la lámpara, de que éste está enseñando a todos su trasero y se troncha de la risa.

ESCENA 29ª

Debajo, Fermín incorporándose como puede se dirige al Gendarme:

FERMIN

Pero ¿qué hace? ¿No ve que estamos interpretando una obra de teatro?

GENDARME

Disculpe señor ¿se ha hecho usted daño?

LA SEÑORA

(dirigiéndose al gendarme)

Lo ve usted, ¿se da cuenta del alboroto que arman?

GENDARME

Mire señor Fermín, estos señores se han quejado del ruido que se oye desde el exterior y tenía que comprobar a qué se debían.

FERMIN

Pues ustedes pueden verlo, ¡no hacemos nada malo!; simplemente tratamos de divertirnos lo mejor que podemos, y si ustedes lo desean también están invitados a participar cuando gusten.

(El público sigue riendo, los actores no saben qué hacer y Fermín y los otros salen hacia la sala para encontrarse más cómodos hablando ya en buena armonía. Se va atenuando la imagen hasta desaparecer)

ESCENA 30ª

(En casa mientras toman el café)TERESA y FERMIN:

TERESA

Oye Fermín: tengo la impresión de que esos rumores que se extendían sobre que los alemanes nos llevarán a trabajar a otros sitios pueden ser ciertos.

FERMIN

Quizás sí, y no creas que no estoy preocupado pero ¿qué podemos hacer? Nos tienen totalmente controlados y no permiten que nadie se vaya de aquí. Si alguno intenta escapar lo buscan por todas partes y lo castigan cruelmente o lo abaten a tiros. El castigo al que desobedece sus órdenes no puede ser más inhumano. Yo creo que es prácticamente imposible escapar de su vigilancia. El que se marche de aquí ¿dónde puede esconderse? Si existieran montes como en Vizcaya, aún.

TERESA

Así es, y de los franceses tampoco podemos fiarnos. Incluso con ellos tampoco se andan con contemplaciones. Para los alemanes todos somos sus enemigos.

FERMIN

Hasta las autoridades francesas que siguen en sus puestos dependen de sus órdenes, y como ellos conocen mejor a la gente, terminan siendo sus mejores colaboradores y chivatos

TERESA

Total, que estamos metidos en una ratonera

FERMIN

Ya ves. Ahora aunque quisiéramos volver a España, tampoco podríamos o seríamos tratados como criminales. Al fin de cuentas Franco y Hitler primos hermanos.

TERESA

Sería una locura. Y las noticias que nos llegan de allí no son nada buenas. Fíjate, ellos creen que están peor que nosotros, dicen que pasan mucha hambre y que están muy perseguidos. De mi familia varios están en prisión; parece que continuamente saben de fusilamientos en las cárceles y en los pueblos, sin motivo alguno..

FERMIN

Bueno, por lo menos ahora no estamos tan expuestos a bombardeos. Llevamos unas semanas de una cierta tranquilidad. De momento estos alemanes están más preocupados en terminar con los guerrilleros que no dejan de hostigarles. Y la mayor parte de los guerrilleros son españoles republicanos. Tu cuñado he oído que también está con ellos en el maquis.

TERESA

Ya ves, salieron de una guerra y cayeron en otra. Hay que ver qué valientes. Yo creo que hasta están convencidos que llegarán a vencerles.

FERMIN

Yo no me atrevo a juzgarles. Ellos tienen sus convicciones y motivos no les faltan. Los comunistas tienen principios muy sociales, radicalmente opuestos a los fascistas. En la batalla del Ebro junto con los anarquistas demostraron su valentía. Además los maños son todos muy tozudos, y tu cuñado es de allí.

TERESA

Pero estos nazis alemanes, cabezas cuadradas, ni son democráticos ni piensan por ellos mismos. Parecen máquinas.

FERMIN

Sí, máquinas de matar.

TERESA

Y ahora que empezábamos a entender el francés llegan éstos con su idioma que no hay quien les entienda.

FERMIN

Sí que es una raza diferente, no cabe duda. Deben creer que somos sordos. Hablan a gritos.

TERESA

Dicen que llevan a los jóvenes a trabajar a sus fábricas.

FERMIN

No lo creo. Estos no se fían de los conocimientos de los latinos. En todo caso los utilizarán en los trabajos más duros.

ESCENA 31ª

En una reunión en el habilitado club, en el que ya tienen instalado una especie de bar y algunas mesas y sillas se encuentran matrimonios de españoles, jugando, leyendo, bebiendo…

UNO

¿Os dais cuenta? Sólo hace poco más de un año que salimos de España y algunos meses de cuando comentábamos la ocupación de Polonia por rusos y alemanes y la guerra ya se ha generalizado en Europa. Los alemanes están invadiendo todo. Pronto los tendremos aquí.

FERMIN

Esperemos que Inglaterra pueda resistir. Tiene la ventaja de ser una isla y poseen buena aviación. A Rusia no es probable que la ataquen y han firmado pactos de no agresión. Aunque la ambición de Hitler no tienen límites.

UNO

Y qué me decís del comportamiento de los franceses con nosotros. Nos están haciendo trabajar en lo peor. Nos explotan sin ninguna consideración.

OTRO

Sí; fijaros a cuántos han obligado a enrolarse en las Compañías de Trabajadores y en los Batallones de Marcha.

FERMIN

Y siempre amenazándonos con devolvernos por la fuerza a España.

OTRO

Bueno, pero nosotros aun seguimos aquí y no podemos cambiar las cosas.

ESCENA 32ª

Los alemanes están invadiendo Francia en una guerra relámpago sin encontrar gran resistencia. La vida se está haciendo más dura, en especial para los refugiados españoles. Soldados y vehículos alemanes patrullan por las calles. En casa de Fermín se comenta:

TERESA

¡Vaya vida ésta! Llevamos dos meses pasando más hambre que nunca y la ayuda social del ayuntamiento ya no existe.

FERMIN

¿Te acuerdas lo que decíamos? Los franceses han sido incapaces de detener el avance de los alemanes.

TERESA

¿Y tú qué crees, que ha sido mejor o peor? Al menos así no ha habido tantas bajas.

FERMIN

Es cierto, pero llevan camino de apoderarse de toda Europa. Aunque una cosa es invadir Francia y otra cosa es que puedan mantener la ocupación sin que se produzcan reacciones de guerrilleros. Hay muchos republicanos españoles que se han unido a la Resistencia. Esto no ha hecho más que empezar.

TERESA

¡Empezar, empezar! Para nosotros ya empezó hace cuatro años. ¡A ver cómo y cuándo acaba! ¡Vaya Navidades que hemos pasado!

ESCENA 33ª

Es invierno y hay pocas personas por las calles de Anguleme, salvo soldados alemanes patrullando constantemente. En un banco de un jardín están Fermín y Teresa.

Mientras vuelven de su paseo hacia la vivienda pasan unos vehículos militares alemanes provistos de altavoces anunciando a los españoles:

¡Atención, atención! Todos los españoles deberán dirigirse el día 20 de este mes de agosto a la estación del ferrocarril portando sus enseres. Serán embarcados a las dos de la tarde. Si alguno no cumple esta orden será castigado severamente.

TERESA

¿Ya oyes, Fermín? Los alemanes van a obligarnos a abandonar nuestra casa. ¿A dónde nos llevarán?

FERMIN

¡Yo qué sé! Tampoco creo que nos lo digan, pero casi seguro que a realizar trabajos para ellos.

TERESA

¡Claro! Con sus hombres luchando necesitarán mano de obra para sus fábricas y minas.

FERMIN

Es lógico. Pero en fin. No nos queda más remedio que obedecer, así es que ahora lo mejor será preparar las maletas y empaquetar lo de más valor y lo más necesario para el viaje.

TERESA

Bueno, pero sólo con la ropa nuestra y la de los peques y alguna otra cosilla ya vamos a ir bien cargados.

ESCENA 34ª

Durante la mañana del día veinte, familias enteras con sus enseres a cuestas se dirigen por las calles de Anguleme hacia la estación del ferrocarril, mientras soldados alemanes inspeccionan las casas y les hacen apresurarse. Por medio de altavoces amenazan con severos castigos a quienes se retrasaran o intentasen escapar.

En los andenes de la estación desfila una enorme muchedumbre. Los soldados alemanes les hacen pasar por unos mostradores donde les entregan un bocadillo de sardinas en conserva como alimento para el viaje. Un tren de mercancías espera con todas las puertas de sus vagones abiertas. A Fermín y su familia les hacen montar en uno que tiene escrito con tiza el número quince. Los vagones poseen un ventanillo con barrotes. Dos soldados se encargan de hacerles entrar en el vagón mientras cuentan cuántos van. Los bultos son amontonados en el fondo de la derecha y las mujeres y los niños en la parte izquierda. Hacen entrar hasta que ya casi es imposible cerrar la puerta corredera. Cuando los soldados cierran ésta, colocando los cerrojos, en el interior apenas si existe claridad.

ANDRES

Esperemos que el viaje no sea muy largo, porque así como vamos no va a ser posible ni sentarse.

JACINTO

¿Y adónde nos llevarán?

Suena el silbato del jefe de la estación y lentamente arranca el tren

Espera con todas las puertas de sus vagones abiertas. A Fermín y su familia les hacen montar en uno que tiene escrito con tiza el número quince. Dos soldados se encargan de hacerles entrar en el vagón mientras cuentan cuántos van. Los bultos son amontonados en el fondo de la derecha y las mujeres y los niños en la parte izquierda. Hacen entrar hasta que ya casi es imposible cerrar la puerta corredera.

Cuando los soldados cierran ésta, colocando los cerrojos, en el interior apenas si existe claridad.

Suena el silbato del jefe de la estación y lentamente arranca el tren.

UN JOVEN

Mira que bien, ahora vamos a recorrer mundo.

FELIX

Sí, pero desde aquí no lo vamos a ver. Y en medio de esta penumbra ni siquiera se puede leer algo

UN ASTURIANO

¿Por qué no cantamos algo?

Y se puso a cantar. Varios más también se animaron.

UN ANCIANO

¿Habéis pensado que aquí va a ser difícil respirar dentro de poco? Los que estáis cerca del ventanillo retiraros un poco para que entre más aire.

ANGELA

Tiene usted razón, y además yo pido que a nadie se le ocurra fumar hasta que lleguemos a nuestro destino. Sería muy molesto para los demás y especialmente para los niños.

FELIPA

¡Qué calamidad! Nosotros hemos traído de todo menos comida y bebida. ¡Con la sed que dan las sardinas!

Un joven, hablando en voz baja:

FELIX

Yo ya tengo ganas de orinar….

ESCENA 35ª

Se va haciendo de noche y el tren sigue lentamente su marcha.

FERMIN

Quizás sea conveniente que hagamos turnos para tratar de dormir, quedándonos unos de pie mientras otros se recuesten como puedan.

Así se van acomodando como pueden.

ANDRES

No sé qué es peor: el hambre, la sed, el sofoco por lo mal que se respira, el cansancio o la incertidumbre de dónde nos llevan.

NIÑO

Mamá, tengo mucho calor.

Su pobre madre que nada podía hacer para evitarlo y que conocía la causa por la que se quejaba su pequeño, responde:

MADRE

¡Ay, hijito, más vale tener calor que no frío! Anda, súbete sobre mi alda a ver si estás mejor.

Y el pequeño hace lo que su madre le dijo, callándose.

OTRO NIÑO

¡Mamá!. Tengo mucha sed. Quiero beber agua.

Aquella demanda de su pequeño la deja confusa, porque no sabía cómo convencerle que no la había.

MADRE

Ten paciencia, hijo mío. Mira, cuando pare el tren bajaremos y beberemos.

NIÑA

¡Mamá!, quiero hacer caca.

ANGELA

¿Pero hija de mi alma, dónde si no tenemos sitio ni para matar una pulga?

ANDRES

A ver, amigos, hacedle un pequeño espacio, para que la niña haga sus necesidades.

ANGELA

Muchas gracias, señor. Yo no me atrevía a pedirles tanto. Pero ¿cómo va a hacer caca, señor, en el vagón? Si tan siquiera tuviéramos una hoja de periódico….

MERCEDES

(dirigiéndose a su marido)

Ya lo oyes, tú, Juan. Te piden una hoja de ese periódico que estás leyendo con tanta atención.

JUAN

Pero Mercedes, si esto no puedo dárselo. Es decir, me da vergüenza.

MERCEDES

Y ¿por qué, si es que puedo saberlo?

JUAN

Porque en todas sus páginas tiene fotografías de mujeres desnudas.

MERCEDES

¡Pues dale una hoja y así irán en ella envueltas dos porquerías!

JUAN

Bueno, mujer, si tú te empeñas….

Señora, aquí tiene usted una hoja.

ANGELA

Muchas gracias, señor. Cogió la hoja y se quedó mirándola.¡Ay, qué indecencia, señores! Si estas señoras están enseñando las tetas y el culo….

El pobre hombre fue invadido por un calor…. el de la vergüenza. Al darle aquella hoja creyó que todo pasaría desapercibido y ahora todos se enteraban que era aficionado a leer cosas pornográficas. La intervención de su esposa, de imaginación fértil, lo arregló todo.

ESPOSA

¡Bah! Angela, no hagas tantos aspavientos ni escrúpulos por tan poca cosa, que quién sabe si durará mucho este viaje y entonces, si nos faltan periódicos, también nosotras estaremos obligadas a enseñar el nuestro. Pónsela al niño y que haga sobre ella sus necesidades.

OTRO NIÑO

Mamá, yo quiero pan.

MADRE

¡Pero hijo de mi vida, si no tenemos para darte ni una pizca!

NIÑO

(insistiendo)

¡Pues yo quiero pan!

MADRE

Mira, hijo, contestó malhumorada la madre; si no hubieras sido tan tragón ayer, que te lo comiste todo y hubieras dejado algo para hoy, tendrías ahora para comer, pero así no podemos hacer otra cosa que esperar a que nos traigan algo de comer esos señores que nos llevan no sé a dónde….

OTRO NIÑO

Mamá, quiero agua.

SU MADRE

¡Ay, hijo! Pero si no tenemos una sola gota, ¿cómo quieres que te de agua? Espera a que se pare el tren en la próxima estación y beberás toda cuanto quieras.

UN BEBE

Mamá, quiero hacer "pipï".

SU MADRE

Vete, hijo mío a donde está aquel joven y que te ponga al lado de la rendija del vagón, sacas el "pitilín" y orinas por entre ella. ¡Oiga, joven!, gritó aquella madre al joven que antes había designado, haga el favor de poner a mi hijo a que orine por la rendija del vagón. ¡Gracias!

FERMIN

Dirigiéndose a un matrimonio

¿Y ustedes de dónde son?

CECILIA

Somos de Santander. Mi marido es periodista

FERMIN

¡Hombre, qué casualidad! Yo también he hecho algo de periodista, pero mi profesión no es ésa. Mi esposa, Teresa, es de Vizcaya y yo nací en Logroño. Estos son dos de nuestros hijos: José y Armando. Tenemos otro que sigue allí con la familia.

CECILIA

Nosotros no tenemos hijos, todavía.

PERIODISTA

Me parece que este viaje va a ser muy interesante desde mi punto de vista profesional. Estoy intrigado por saber hacia dónde nos dirigimos. Tengo esta pequeña brújula que estoy observando cada poco y en general me indica hacia el Este y hacia el Sur.

En el vagón viajan también varios matrimonios de distintas regiones de España.

PERIODISTA

Ahora, decía en voz alta, nuestro tren se dirige hacia el Norte. Quizá sea allí donde nos lleven a trabajar….

ANTONIO

¡Oiga! ¿A qué Norte se refiere usted, al de España, al de Francia o al de Alemania? Porque yo no estoy muy seguro de la sinceridad con que procede esta gente con nosotros. Para mi forma de pensar, señor, cuando se lleva a las gentes a trabajar a donde sea, no se las lleva encerradas en vagones de transporte de bestias como a nosotros, ni se las tiene sin comer durante veinticuatro horas, sin venir a verlas si están muertas o vivas, como lo están haciendo; sino que se les transporta en otras condiciones mejores para que puedan dar el rendimiento de trabajo que se necesita cuando lleguen al lugar fijado para su destino.

CHICA

¿Y cómo crees tú que nos debían llevar, en primera clase y con restaurante?

El joven, un tanto apesadumbrado por el tono agresivo y contradictorio que había empleado la joven a la que más quería y cuya actitud debía estar motivada porque habían tenido una disputa banal y hacía tres días que no se hablaban respondió:

ANTONIO

Yo no he querido decir eso. Pero viendo que vienen niños entre nosotros podían mostrarse un poco más humanos siquiera con ellos.

FERMIN

Tiene usted razón, joven. Lo inhumano de su conducta es censurable. pero ya que no dan muestras de serlo y la función nuestra, por desgracia, es la de estar de pie hasta que no podamos más, no nos queda otro medio de combatir nuestras penas que la de hablar de lo que sea para que vayan pasando las horas.

COMPAÑERO

Jamás hasta hoy había hecho el Tancredo de la forma forzada en que tenemos que hacerlo, y ahora comprendo el porqué hasta los toros se niegan a acometerlos en esa postura incómoda y estatuaria.

ANTONIO

Bueno, yo no he querido herir a nadie con mis palabras expresadas con sinceridad y buena fe, pero si hay alguien que crea lo contrario que me excuse y perdone. Sólo que….

CHICA

¿Qué?,

(preguntó la joven morena, su novia, con la misma agresividad).

ANTONIO

Que como no vengan pronto nuestros guardianes, y no lo digo por mí, sino por estas pobres criaturitas, y nos traigan agua y algo de comer, viviremos horas de angustia y quizá de desesperación, sobre todo sus padres y ellas mismas.

Como si la verdad de la situación acompañara a las palabras del joven, uno de aquellos niños también dijo a su madre:

NIÑO

Mamá, quiero hacer caca.

SU MADRE

Pero, ¿dónde vas a hacerlo, mi vida, si ya no tenemos papel para envolverla?

FELIX

Por eso no se apure, señora. De tanto ir de un lado para otro mi maleta está medio destrozada, pero el papel que cubre su interior puede servir para que su pequeño haga sus necesidades en él.

MADRE

¿Lo ves, hijo de mi vida, cómo hay siempre personas generosas para ofrecernos lo que necesitamos? ¡Muchas gracias, joven, por este favor!

Y en menos tiempo del que se emplea para decirlo, después de tanto rodar de un lado para otro en su viaje desde España, quedó la pobre maleta convertida en esqueleto.

FELIX

Tome usted, señora.

Y le alarga el papel un poco basto pero limpio, que hasta entonces había forrado el interior de aquella maleta, ahora desnuda e inservible.

El joven Félix entrega lo que quedaba de su maleta a su amigo del ventanillo para que la arrojara por entre los barrotes a la vía y dice muy quedamente:

FELIX

"Adiós, amiga. Como tú nos quedaremos poco a poco todos nosotros".

(Y a continuación, dirigiéndose a su amigo Julián)

Toma, Julián, tira por el ventanillo lo que queda de mi maleta, que siempre me acompañó a todas partes y ya no me acompañará más. ¡Lo único que deseo es que no hagan con nosotros lo que yo he hecho con ella: que nos destrocen y luego nos arrojen por otro ventanillo por inservibles!.

JULIAN

(Tirando como puede la maleta por entre los barrotes del ventanillo)

Amén

MADRE

¿Dónde tiramos esto, señor?.

(Esto era la caca).

JULIAN

Démela, señora, que irá a hacer compañía a la maleta.

Y haciendo como que la sopesaba antes de arrojar aquella caca bien envuelta, dice:

JULIAN

Excúseme usted señora, y no se enfade, pero es que en el pueblo donde nací, en casos como el nuestro suelen decir: "Comer, no comerá, pero el perfume es bastante fuerte".

Todos rieron de buena gana por el dicho.

ESCENA 36ª

Así van pasando las horas de la mañana hasta el mediodía.

Mamá, quiero agua

Iban pidiendo repetidamente los niños a sus madres.

NIÑO

¡Tengo sed!

MADRE

Ay, hijito, ten un poco de paciencia a ver si el tren para en la próxima estación, nos dejan bajar y entonces beberás toda la que necesites.

A las lágrimas y ruegos de las madres se unen las blasfemias y amenazas inútiles de los hombres, al no poder derrumbar la puerta, ni a fuerza de empujones, patadas, ni lanzando sus cuerpos contra ella.

ESCENA 37ª

Llega la noche. Ya las quejas de las enloquecidas madres sólo son como furtivos susurros que habían perdido su fuerza de tanto haber gritado durante el día. Reina el cansancio, el hambre, la sed, la falta de esperanza. Los padres ya no blasfeman, ni dicen nada. Junto a mí están dos de ellos, mudos de dolor y lívidos. Alguna lágrima se desliza de vez en cuando por sus mejillas. Su mirada se pierde hacia el techo del vagón, terriblemente fría y dura. Diríase que en ella reconcentraban todo el rencor y odio que un ser puede albergar dentro de sí contra los que les producían todo aquel daño, incomprensible, sin sentido, ni motivo, ni provecho…

Y tras de pasar la noche más terrible y pesada de nuestra vida, la luz del tercer día de viaje en aquel vagón, penetra por el ventanillo, comienza a eclipsar las sombras de la noche para dar forma de vida a nuestras personas, aunque la luz como la ventilación fueran insuficientes. El tren aminora aun más su marcha, se oyen algunos pitidos de la locomotora y vimos que entrábamos en una estación de nombre conocido

FELIX

¿Sabéis? Estamos llegando a Munich. A ver si es aquí donde nos quedemos

Se ven los letreros de la estación: MUNICH ESCENA 38ª

Para el tren, abren las puertas, salimos a empellones, muchos buscando sitios donde hacer sus necesidades, mientras los soldados nos vigilan impidiendo la dispersión. Nos llevan a los comedores de Asistencia Social de la misma estación y nos dan de comer arroz con patatas, abundantemente, lo que reconfortó nuestros desfallecidos estómagos, haciendo renacer en nosotros la alegría de vivir.

ESCENA 38ªA

Terminada nuestra comida, otra vez nos llevan hasta los vagones y volvemos a montar cada uno en el que habíamos venido, que conservaba un olor nauseabundo a pesar de haber permanecido con las puertas abiertas. Las vuelven a cerrar y echan los cerrojos.

ESCENA 38ªB

El silbato del Jefe de la Estación dándole la salida y el de la locomotora respondiendo en señal de asentimiento, hace que empiece a andar el tren al tiempo que oíamos el altavoz deseándonos buen viaje.

ESCENA 38ªC

Haría poco más o menos una hora que se había puesto en marcha el tren, cuando un niño dirigiéndose a su madre pidió hacer caca.

NIÑO

Sí, mi vida. Ahora ya tenemos hasta periódicos para que lo hagas en uno.

Cuando termina el nene de hacer sus necesidades, la madre dice al joven que iba al lado del ventanillo:

MADRE

Joven, discúlpeme, pero le ruego que tire este paquetito por el ventanillo.

JULIAN

Con mucho gusto, señora.

Lo coge y hace como que lo sopesa en su mano.

JULIAN

¡Oh!, desde que el nene ha comido parece que este paquetito pesa más.

La carcajada es general. Aprovechando aquel ambiente de buen humor pregunté al auditorio si querrían que les contara algo relacionado con esa necesidad.

FERMIN

Si me lo permitís, y para pasar el rato, me gustaría contaros una historieta originaria de Bilbao que estas situaciones me traen a mi memoria.

VARIOS A UN TIEMPO

¡Sí, sí, cuéntenoslo!

Contestaron varias voces. Y Fermín comienza a contarles…..

FERMIN

No hace muchos años llegó un ricachón de nacionalidad inglesa, en calidad de turista, a Bilbao, que se encontraba en fiestas. Era el mes de agosto y cuantos aman las corridas de toros saben que el público de Bilbao es muy exigente con los toreros. Viene a ser Bilbao como una cátedra de tauromaquia, en cuya plaza si su actuación es buena se consiguen muchas contratas, en particular las de mayo o en otras plazas de toros de España. Nuestro inglés quiso visitar todo lo que de artístico, histórico o popular tiene Bilbao.

En el funicular subió a Archanda, admirando el Parque de Atracciones y desde allí fue a visitar la Basílica de Begoña, bella entre las bellas, cuyo reloj, al dar las horas, lo hace con variados sonidos musicales.

Después se fue a ver el lugar donde, en La Peña y durante el año 1917, hicieron descarrilar el tren cayendo máquina y vagones fuera de la vía y que puso de manifiesto la pericia y competencia del jefe de montadores, el señor Balanzategui, de la Fábrica de Altos Hornos de Vizcaya, de Sestao, para encarrilarlos en un tiempo record.

Asistió a dos corridas de toros en la Plaza de Vista Alegre, contagiándose con el público gritando el clásico ¡Olé!, cuando éste jaleaba las buenas faenas hechas por los toreros.

Visitó el Parque, San Mamés, la plaza donde está levantada la efigie del Sagrado Corazón de Jesús y las famosas Siete Calles, siempre muy frecuentadas por el público, a pesar de ser estrechas y donde se encuentran multitud de comercios.

Posteriormente asistió a varios conciertos que la Banda Municipal dio en el Kiosko del Arenal y fue a ver en el Teatro Arriaga la magnífica obra "La Tempestad" puesta en escena por una prestigiosa compañía.

ANTONIO

Al grano, que la paja no nos interesa.

FERMIN

A eso voy llegando. Como a nuestro inglés se le terminaban las vacaciones y estaba hospedado en el Hotel Carlton, uno de los mejores de Bilbao, recomendó al vigilante de noche que al día siguiente le despertara a las siete de la mañana, con tiempo suficiente para coger el tren que salía de la Estación del Norte para Barcelona, a las nueve de la mañana.

Desgraciadamente a eso de las cinco y media de la mañana a una turista que se encontraba encinta se le adelantó el parto y el vigilante, con los ajetreos de llamar al doctor y a la partera y ordenar cuanto para estos menesteres se necesita tener preparado, se olvidó de despertar al inglés, que, confiando en que le despertarían a la hora prevista, dormía a pierna suelta, como vulgarmente se dice.

Se despertó a las nueve menos cuarto y comprendió que por mucho que hiciera nunca llegaría a tiempo para coger el tren de las nueve, y se afeitó y acicaló con esmero y calma y bajó al comedor a desayunar.

Cuando terminó de hacerlo sintió necesidad de hacer "caca". En el hotel y en el hall había tres cabinas de W.C. pero todas ellas estaban ocupadas. Como "aquello" le pedía hacerlo urgentemente, cogió un periódico y subió a su habitación. Lo extendió cuidadosamente y después de la descarga lo envolvió en el periódico muy cuidadosamente, pensando que podría echarlo en alguna parte desierta. Pero tanto anduvo que llegó hasta donde por fiestas se instala el circo, las barracas y otras atracciones, alegría y diversión de chicos y grandes. Y entre todo aquel bullicio que forman el público, los barquilleros con el recipiente lleno y la ruleta que señala los que se ganan por tirada, incitando a la glotonería de los chicos; el vendedor de los helados "Riancho", el vendedor de ronchas de melón a 5 céntimos la roncha, y el presentador de los números del circo explicando la importancia de cada uno de ellos, sobresalía la voz del vendedor ambulante: "¡Agua de Iturrigorri, dulce y fresca!" que forma el todo en las fiestas de Bilbao.

PERIODISTA

Me parece que su historia va a ser más larga que nuestro viaje.

FERMIN

Lo que pretendo es que el viaje se les haga más corto…. o más entretenido.

FELIX

Siga, siga, por favor. Además no tenemos nada mejor que hacer, y si alguien cree que conoce alguna otra historia interesante, que la cuente después.

FERMIN

Bueno, pues entonces sigo:

Junto a este maremagnum había que agregar la atracción que representan los "Charlatanes" que venden toda clase y variedad de artículos de relojes, carteras, plumas estilográficas, tirantes, hojas de afeitar, etc….

Entre ellos se contaba el más simpático y engañador de todos: León Salvador, algunas veces millonario y otras tantas venido a menos, a causa del maldito vicio del juego. Ese día vendía pesos que no podían pesar más que un Kilo.

"-Señoras y señores, decía. Con este peso de bolsillo, si es que van ustedes a comprar un kilo o menos de lo que sea, no hay miedo a que el comerciante les engañe, porque

sacan ustedes el peso, pesan lo que han comprado, y, si no llega al kilo, saben los gramos que les dan de menos. ¡Y sólo cuesta CINCO pesetas! ¿Hay quien lo compre? ¿No? Y León Salvador metía la mano en una caja de hojalata en la que tenía el dinero, la removía y sacaba de ella el puño cerrado. ¡He dicho que el peso cuesta CINCO pesetas, pero al peso agrego el dinero que encierro en la mano! ¿Hay quien lo quiere?"

Por curiosidad nuestro inglés se acercó a aquel grupo en el preciso momento que una señora había "picado" aceptando la compra del peso más lo que había dentro de la mano de León Salvador.

Este vio al inglés que llevaba el "paquetito" todavía debajo del brazo, y le dijo:

-¡Eh! Señor, ¿tiene la amabilidad de dejarme su paquete para demostrar a esta señora que no ha perdido las cinco pesetas que cuesta el peso que me ha comprado por la exactitud que tiene mi peso?

Como el inglés se hizo el sordo, uno de los del grupo, un atrevido, le arrebató el "paquete" de debajo del brazo y se lo entregó a León Salvador.

-Gracias, señor, dijo León Salvador. Ahora vamos a ver si el comerciante que le ha vendido el género que este señor ha comprado, ha sido honrado o no. ¡Ya lo decía yo, señores!, ¡le han robado cien gramos!

-Que se vea el género, dijo uno. Que se vea, dijeron varias voces. León Salvador deshizo el paquete con la intención de apreciar la cuantía del robo y quedó estupefacto al ver lo que contenía.

-Que se vea, que se vea, gritó el público. León Salvador lo mostró con cierta repugnancia .

Una sola voz salió de las gargantas de todos aquellos curiosos: ¡MIERDA!

-¡Tío cochino!, dijo uno dándole un bofetón. ¿Es que lo llevabas tan bien empaquetado debajo del brazo para facturárselo a tu familia demostrándoles cómo se defeca en Bilbao?

El pobre inglés que no llegaba a comprender el porqué pretendían maltratarlo, se escabulló como pudo y llegó a la Estación del Norte, deseoso de coger el tren para Barcelona, donde debía embarcar para Glasgow, en donde residía. Al llegar, su familia le estaba esperando en el desembarcadero. Su padre después de abrazarle, le preguntó:

-¿Qué tal te ha ido por Bilbao? ¿Es cierto que es bonito y que sus mujeres son guapas y graciosas?

-¡Oh, sí! Papá. Bilbao no tiene más que dos inconvenientes, pero es bello. El primero es que sus hermosas residencias están negras por el humo de sus fábricas. El segundo es más grave, porque si no haces un kilo cuando hagas tus necesidades, te insultan o abofetean.

JULIAN

Por ese lado, salvo los paquetes de los nenes, hacemos honor a lo que ese inglés decía; todos pasan de un kilo, y sobre todo, después de que hemos llenado nuestros estómagos con la comida que nos han dado en la estación de Munich.

ANDRES

A ver si hay alguien que se anima a distraernos otro rato contando otra historia.

Algún otro inicia otro relato y así van pasando el tiempo

ESCENA 39ª

Llegada la noche y por vez primera, Fermín me queda dormido un instante, después de más de cuarenta horas que no había pegado ojo.

ESCENA 40ª

Está amaneciendo.

Fermín se despierta sobresaltado y se excusa ante el compatriota que su hombro había servido de almohada para que reposara la cabeza en él.

FERMIN

¡Oh! Perdona. Me había quedado dormido.

COMPATRIOTA

No es nada grave. También yo he debido quedarme dormido un momento y eso me ha hecho bastante bien después de dos noches que llevamos sin dormir.

Fatigados de estar tantas horas de pie, vimos llegar las primeras luces del alba del nuevo día. Como solamente lo veíamos a través del ventanillo, no podíamos afirmar si hacía bueno o mal tiempo.

JULIAN

Estamos llegando a una estación y parece que se va a detener el tren.

FELIX

También se ha detenido otras veces, y ha seguido después como si nada. ¿Y cómo se llama esta estación?

FERMIN

Son casi las once de la mañana. ¿Se ve el nombre del pueblo?

JULIAN

Sí ya lo veo: se llama Mauthausen.

FELIX

¡Qué nombre más raro!. Parece como si quisiera decir algo de muerte.

PERIODISTA

Parece que sí se detiene. Aunque su nombre sea feo a mí empieza a gustarme. A ver si salimos de una vez de esta maldita jaula. Nunca me había parado a pensar lo bueno que es poder hacer nuestras necesidades a gusto.

ESCENA 41ª

Al entrar el tren en que veníamos, frenando hasta pararse en la vía muerta de aquella estación llamada MAUTHAUSEN, el compatriota que venía a mi lado exclama:

FELIX

¡Qué nombre tan lúgubre han puesto a esta estación, MAUTHAUSEN!, aunque no comprendo el alemán me da al corazón que tiene alguna relación con algo así como de muerte.

FERMIN

Pues mira Félix, como no nos expliques en qué te fundas para hablar así nos quedamos igual que como estábamos antes de venir aquí.

FELIX

¿Y qué queréis que os diga, si no sé ni yo mismo lo que significa esa palabra? Lo que sí sé es que ha salido involuntariamente de mi boca como reflejo de mi imaginación.

ESCENA 42ª

En ese momento descorrieron el cerrojo de nuestro vagón y abriéndonos la puerta nos invitan por señas a que bajáramos de él. A una distancia prudencial y formando un círculo del que supusimos que no podríamos salir, están como una treintena de soldados de esos de la calavera llamados S.S. con el fusil debajo del brazo y el dedo en el gatillo, dispuestos a hacer fuego sobre nosotros si intentáramos desobedecer aquella orden.

Al bajar del vagón y dando prioridad a mujeres y niños, cada uno de nosotros va en busca del agua bienhechora que nos permitiera lavarnos manos y rostros, beber la que necesitábamos y después buscar entre los vagones un lugar discreto para hacer nuestras necesidades.

De esta forma pasamos quizá más de una hora y media sin que intervinieran para nada los oficiales de aquella tropa.

ESCENA 43ª

Cuando comprendieron que todos habíamos hecho nuestras necesidades, nos ordenaron subir cada uno a nuestro vagón y volvieron a encerrarnos en ellos.

FERMIN

¡Vaya! Pensábamos que aquí terminaría el viaje, pero por lo visto no es así. Y esta vez ni siquiera se han dignado darnos algo de comer.

FELIX

Al menos hemos podido beber agua y hacer nuestras necesidades. Además de estirar las piernas y respirar aire más puro.

FERMIN

Como bien dices, más puro. Pero en cuanto a los olores la verdad es que fuera tampoco huele nada bien ¿no lo habéis notado?

FELIX

Sí. Como a cuerno quemado. Mientras dure esta maldita guerra me parece a mí que el olor a quemado va a ser general en toda Europa.

ESCENA 44ª

Serían aproximadamente las dos de la tarde cuando nos volvieron a abrir para darnos una ración de comida compuesta de arroz y patatas a medio cocer que provenía de los habitantes civiles, pero que a pesar del hambre que teníamos, difícilmente era comestible.

Bajamos del vagón y sentados en el suelo, formando un grupo de unos diez metros de frente, próximos al vagón, nos dispusimos a comer.

FERMIN

Como se suele decir no existe mejor condimento que el hambre, porque de otro modo, en este ambiente de malos olores y con esta porquería que nos han servido, sería preferible quedarnos en ayunas.

TERESA

Si al menos lo hubieran cocido un poco más…

FERMIN

Por lo que parece han sido las personas del pueblo las encargadas de prepararnos el rancho. Seguramente les ha cogido de sorpresa.

JOSE

(Dirigiéndose a Teresa)

A ver si te contratan a ti de cocinera y les enseñas cómo con cualquier cosa se puede hacer un buen cocido.

ARMANDO

¿Habéis visto? Algunos han tirado la comida entre las vías.

FERMIN

Pues que no tengan que arrepentirse algún día. Esos seguro que no han pasado tanta hambre como pasamos nosotros en las playas. Vosotros comed, que aunque no esté muy bueno, el cuerpo lo sabrá aprovechar.

TERESA

Así es. Haced caso a vuestro padre, porque no sabemos cuándo nos darán otra comida ni dónde terminará nuestro viaje.

Mientras tanto, el vagón se ventilaba de nuevo, llegando hasta nosotros el mal olor acumulado en él, mezclado con el del ambiente.

Algunos de nosotros haciendo de tripas corazón, como vulgarmente se dice, conseguimos terminar con cierta repugnancia, lo que nos habían dado para comer. Otros, al no poderlo masticar ni sacar sabor agradable a aquella comida, la arrojaron por entre los raíles de la vía muerta, lo cual, visto por el jefe de los soldados le puso fuera de sí, y llamando al intérprete que habían traído consigo, le ordenó que nos tradujera sus palabras:

PRISIONERO INTERPRETE

"El jefe de esta tropa me ordena que os diga que ni como soldado ni como alemán, está dispuesto a tolerar que arrojéis despreciativamente la comida que la población civil se ha privado de comer, por dárosla a vosotros."

ESCENA 45ª

Y como si fuera una punición o castigo por lo hecho, nos hicieron entrar de nuevo y nos encerraron en el vagón, corriendo todas las puertas de los vagones, dejándonos con nuestros propios pensamientos y comentarios sobre lo sucedido. Los hubo para todos los gustos. Los unos opinaban que, a pesar de no estar bien cocida la comida que nos dieron, debiéramos haber cerrado los ojos y no hacer caso a los sentidos y haberla comido sin dar lugar a ponernos a mal con la población y con aquellos soldados.

Los otros opinaban que no se nos debía exigir el que todos tuviéramos las mismas apetencias para tener que comer lo que no nos agrade, porque cada uno nace con sus gustos y acondicionamiento de estómago y depende de unas costumbres.

Y comentando todo lo que se derivaba de estos hechos estábamos hasta que como media hora después se abre la puerta del vagón, y subiendo a él un oficial y dos soldados que, sin despegar los labios (y ¿para qué, si ninguno sabíamos alemán?) empezaron a hacer una selección entre los jóvenes de más de 14 años, obligándoles a que descendieran junto con los hombres y formaran de cinco en cinco, en una especie de explanada que había en la estación, a unos cien metros del convoy.

FERMIN

Al ver que delante de él el oficial hace descender al hijo menor, Armando, que no tiene todavía 14 años, se interpone y con ademanes y mímica le hace comprender que le dejaran con su madre. Lo hace gritando y con grandes gestos.

¿Pero no ven que es un niño? Sólo tiene trece años.

Como respuesta Fermín recibe un empujón para que descendiera del vagón inmediatamente, pero dejan al hijo, Armando, con su madre, mientras que al hijo mayor, José, le agregan a cuantos han seleccionado.

TERESA

¡Adiós! ¡No te separes del Peque!

FERMIN

¡Adiós!… ni tú de Armando. No le dejes solo.

TERESA

¿Nos volveremos a ver?

FERMIN

¡Pues claro! Tú cuídate y cuida de los peques… ¡Adiós!

A continuación cierran la puerta del vagón.

Todo este proceder era de una infalible acción de prontitud que deja sorprendidos y sin reacción a los interesados y a los familiares que vienen con ellos.

Es decir que no operaban más que de vagón en vagón, sin que los otros pudieran ver lo que sucedía en el resto del convoy, hasta que les correspondía su turno y lo veían por ellos mismos.

Después, sí. Después los gritos, los golpes a las puertas para que les dejaran compartir nuestra suerte, junto con los llantos y maldiciones les invadía sin que ni los oficiales ni los soldados hicieran gran caso de ellos, continuando impávidos su trabajo de selección. Cuando terminaron esta operación en todos los vagones, nos contaron varias veces como si para aquella tropa lo más fundamental era contarnos cada hora, para saber cuántas personas llevaban detenidas porque, efectivamente, nosotros éramos sus presos.

Pero, ¿a dónde nos llevaban? Y ¿quién podía responder a nuestra pregunta, si ni ellos nos comprendían ni nosotros a ellos? ¿El intérprete? Aquella vez lo habían dejado en la cárcel ya que por el traje rayado que vestía, se deducía que estaba sufriendo condena en alguna prisión controlada por aquellos soldados. Pero, y nosotros, ¿qué delito habíamos cometido para que sin juzgarnos ningún tribunal, nos llevaran a una cárcel o penal?

Mientras estábamos aguardando a que nos ordenaran marchar sin saber a dónde, el viento glacial que azotaba nuestros rostros y cuerpos iba penetrando en ellos como un cuchillo a pesar de encontrarnos en el mes del año que más calor hace, era el 24 de agosto de 1940, e íbamos desprovistos de ropa de abrigo adecuada para hacerle frente.

Aquel día triste y gris hacía deprimir mucho más nuestro decaído ánimo, al repercutir en lo más profundo de nosotros mismos la amargura de vernos separados brutalmente de nuestros familiares dejados en aquellos vagones.

JOSE

¿Dónde crees que nos llevarán?

FERMIN

Ya veremos. Es de suponer que a los sitios donde nos hagan trabajar para ellos. JOSE

Ya, ¡claro! Porque a los niños y a las mujeres los han vuelto a embarcar. ¿Los volverán a llevar a Francia?

FERMIN

Quizás sí, porque para ellos son una carga. Como no les son de utilidad para trabajar…

JOSE

Como se suele decir "alhajas con dientes no quiere nadie"

¿Adónde los llevarían después? ¿Los volveríamos a ver algún día?

Mientras esto pensábamos de ellos vimos que una vez más nos volvían a contar como si aquellas gentes sufrieran de fragilidad de memoria para olvidar el resultado del recuento anterior.

Como eran dos a contarnos, al terminar de hacerlo consultaron sus respectivos resultados y por la satisfacción que reflejaban sus semblantes comprendimos que coincidía el uno con el otro.

ESCENA 46ª

Acto seguido nos ordenaron marchar hacia el pueblo de MAUTHAUSEN bien formados. Al entrar en él pude observar, y creo que los demás también, que las escasas personas con las que nos cruzamos, mirándonos furtivamente como si fuera un delito mirarnos de frente, mostraban una pena inmensa, sobre todo por los jóvenes que venían con nosotros, que eran casi unos chiquillos la mayoría de ellos, con lo que nuestras sospechas y temores venían a sumarse al deprimido ánimo en que ya nos encontrábamos.

Y si lástima denotaron por nosotros las pocas personas encontradas en nuestro camino, la misma compasión leímos en los rostros de las personas que furtivamente y a través de las celosías o cortinas de sus ventanas nos observaban pasar entre los fusiles de los soldados, conducidos como si fuéramos unos forajidos o gente criminal.

¿Qué significaba todo aquel conjunto de misterios? Nosotros suponíamos y con razón que los civiles que nos miraban pasar sabían a dónde nos llevaban.

Al llegar a una bifurcación entre la calle general del pueblo y un camino vecinal de pronunciada cuesta, nos ordenaron adentrarnos por él.

ESCENA 47ª

No habríamos andado doscientos metros por aquel camino vecinal en cuesta, cuando los oficiales y soldados S.S. que hasta entonces se habían comportado correctamente con nosotros, empezaron a gritarnos y a empujarnos con el cañón de sus fusiles y otras veces a darnos alguna que otra patada o puntapié por lo que empezamos a subirla lo más a prisa que podíamos, siempre amenazados y maltratados.

SOLDADOS

¡Los, los, sakrament, komunists!,

Continuamente nos decían al tiempo que nos daban con el cañón de sus fusiles haciéndonos daño en cualquier parte del cuerpo para que marcháramos más deprisa todavía, obligándonos a iniciar una carrera cuesta arriba, que nos sofocaba y nos impedía respirar normalmente.

Dábamos la sensación del rebaño de ovejas que para evitar el palo del pastor o la mordedura en las patas de los perros obedientes al amo para hacerlas correr más aprisa sin descarriarse ninguna y hostigados así, corríamos alocados a pesar de las dificultades de la ascensión.

Recuerdo perfectamente que pasamos por delante de una casa de campo situada a la izquierda del camino, mientras que a la derecha había un ermita en cuya fachada se veía la escultura de una Virgen con sus manos juntas en piadosa plegaria y su mirada dirigida al infinito como si implorase piedad por cuantos como nosotros, habían subido la cuesta brutalizados como se nos maltrataba a nosotros.

Como esta ermita yo había visto otras en muchos pueblos de la Península Ibérica, en las que al menos una vez por año y según la importancia que los creyentes de sus milagros la atribuirían, acudían a venerarla no sólo los vecinos del propio pueblo, sino las gentes de los alrededores.

Yo creo que en Mauthausen ocurriría lo mismo con esta ermita que vimos al subir de aquella manera violenta por el camino vecinal.

Así llegamos a la cúspide donde se extendía una gran explanada, muy a punto del fin de nuestras fuerzas. Pero también ellos, aquellos oficiales y soldados S.S. que nos habían impuesto aquel paso gimnástico, estaban fatigados, porque no tenían otro remedio que seguirnos, aunque lo que para nosotros representaba un esfuerzo especial, para ellos era un entrenamiento casi diario.

Llegar al alto nos hizo mucho bien. Nos ayudó a recuperar nuestras propias fuerzas, desapareciendo el sudor que cubría nuestros rostros y el de nuestros cuerpos, que había empapado nuestra ropa interior.

Lo que no nos permitieron fue romper nuestra formación, teniendo que estar a pie firme. Cuando el oficial que mandaba a los soldados consideró suficiente el descanso, volvió a contarnos y constatando que habíamos dado el mismo número de presentes que en el recuento anterior, nos dio la orden de marchar por el camino hecho por los camiones y tránsito personal.

Partes: 1, 2, 3
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