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El enfoque tecnológico humanista en la formación inicial del profesor para la Educación Técnica y Profesional


Partes: 1, 2

  1. Antecedentes y fundamentos teóricos que sustentan el proceso de formación inicial del profesor para la Educación Técnica y Profesional
  2. Fundamentos teóricos que sustentan el enfoque tecnológico humanista en el proceso de formación inicial del profesor para la ETP
  3. La formación de valores en el profesor para la ETP y su vinculación con la formación sociopolítica
  4. El proceso pedagógico como fuente y vía fundamental de la formación inicial del profesor para la ETP
  5. Características de la formación inicial del profesor para la ETP. Con un enfoque tecnológico humanista
  6. Conclusiones

En la época actual, cuando el acceso al conocimiento científico se convierte en la llave para la transformación productiva, se renueva el encargo social de la educación; por lo que se hace necesario formar profesionales que dominen las creaciones de la civilización científico-tecnológica desde una concepción humanista. El modelo de profesional de la educación que demanda la sociedad cubana, es el de una personalidad integral, portadora de los más elevados valores y principios que fundamentan la identidad nacional.

Los cambios en la formación inicial de este profesional deben estar en correspondencia con la integración del conocimiento científico de la época contemporánea, el acelerado desarrollo de la ciencia y la tecnología y las exigencias en la formación de las nuevas generaciones; dado que: "La formación inicial del profesional de la educación es una etapa de gran importancia por el giro cualitativo integral que se debe producir en la personalidad del estudiante en proceso de formación. Durante este período se comienzan a formar y a desarrollar las bases del futuro desempeño. El proceso de enseñanza aprendizaje debe estar orientado a lograr la integralidad del futuro profesional. De la relación armónica que se logre entre los saberes básicos que el estudiante debe integrar en su desempeño (conocer, hacer, convivir y ser) dependerá en una buena medida, la calidad de la formación". ([1]).

Los cambios constantes a los que está sometida la educación, a partir de los propias transformaciones de la ciencia, la técnica y la sociedad, hacen que la formación inicial del profesor para la Educación Técnica y Profesional (ETP), también esté en constante perfeccionamiento. Sobre este aspecto resultan importantes las reflexiones de Abreu Regueiro (2004) cuando plantea: "La escena de la ETP se transforma permanentemente, cambia, se crean nuevos espacios para su ejecución, se diversifica, sale de los muros de la escuela; el proceso de educación que dirige se amplía, integra no solo lo académico, sino también lo laboral y lo investigativo". ([2])

Los Institutos Politécnicos, por las propias transformaciones de la Educación en general, del subsistema de la ETP en particular, exigen la formación de un profesor que sea capaz de asumir los retos del presente y el futuro; y en consecuencia, se precisa de una formación inicial que le permita actuar y sentir de acuerdo con los imperativos que imponen las actuales transformaciones de la sociedad.

El dominio de la ciencia que imparte, el modo de enseñarla, su formación desde la propia escuela donde actúa como maestro, conforman un desempeño pedagógico profesional caracterizado, entre otros aspectos, por posibilitar el acceso de los educandos al contenido.

Un componente significativo en la formación de los estudiantes, es el ejemplo que encuentra en sus profesores, lo que en la actividad pedagógica resulta especialmente relevante. Esta concepción implica una comprensión integral del proceso de formación profesional, así como del contenido de dicha formación y de las condiciones en que la misma transcurre. Todo lo cual ha de contribuir a que los futuros maestros se desarrollen y enfrenten adecuadamente la naturaleza compleja de su objeto de trabajo.

La formación inicial del profesor para la ETP, demanda del estudio y reflexión de nuevos enfoques y marcos conceptuales que se han renovado, a partir del enorme desafío que representa para el mundo subdesarrollado promover determinadas estrategias en los campos de la economía, la educación y la política científica y tecnológica, como vía para dar respuesta a dicho desafío.

La Revolución Cubana ha logrado colocar en su justo lugar el ideario educativo cubano. Su fin fundamental es la preparación y formación del hombre que enfrentará las exigencias científicas y tecnológicas de este nuevo siglo, donde la adopción de un determinado enfoque para la enseñanza de la tecnología, está fuertemente condicionada por el tipo de representación que se posee sobre la actividad tecnológica en la sociedad.

Es incuestionable, entonces, que la formación de los profesores no puede estar al margen de las exigencias actuales, por lo que un problema apremiante es la necesidad de estimular la formación tecnológica humanista, que le permita actuar según las exigencias de la ETP y la sociedad. Esta formación comprende una cultura científica basada en el aumento de los conocimientos técnicos, así como de los valores a formar para su desempeño ante los problemas sociales ligados a la tecnología, cuya finalidad es prepararlos para su participación en la toma de decisiones sociotecnológicas.

La formación científica tecnológica, no está divorciada de una formación humanista, que defienda los ideales del socialismo, que extraiga los resultados más valiosos de la experiencia pasada, que proteja las libertades esenciales del hombre y la mujer y que enfrente los inmensos problemas que resultarán de los nuevos desarrollos de la ciencia y la tecnología, siempre sustentada en las ideas aportadas por los educadores cubanos. Evidenciar el dominio de la triada Ciencia, Tecnología y Sociedad, es un pilar fundamental sobre el que se debe sustentar la sociedad cubana contemporánea.

Antecedentes y fundamentos teóricos que sustentan el proceso de formación inicial del profesor para la Educación Técnica y Profesional

Ya Juan Amos Comenio (1592- 1670), en el Siglo XVII, destacaba el papel de las escuelas como talleres para lograr la formación del hombre. Este pensamiento ha caracterizado el desarrollo en Cuba de la Educación Técnica y Profesional (ETP), que es el vínculo del estudio con el trabajo reflejado en la forma en que se enseñaron y enseñan los oficios y profesiones.

De indiscutible valor son las ideas de José Martí y Pérez (1853-1895), las cuales tuvieron gran significación al establecer el vínculo de la enseñanza de materias técnicas con la práctica. Propuso la formación en los niños del amor al trabajo, en la experiencia y el esfuerzo personal.

En su obra están presentes muchos de los presupuestos que sustentan hoy el desarrollo de la ETP. Su visión sobre la formación de una cultura general mediante la unidad del estudio con el trabajo, y su pensamiento de profundas raíces humanistas y revolucionarias, son la base teórica y práctica de la formación del hombre en el contexto actual.

Fernando Aguado y Rico (1859 -1941), proyectó, como parte de su escuela, la formación del profesorado de la Escuela Técnica Industrial como una necesidad para el desarrollo de este tipo de escuela. Las instrucciones y otros manuscritos de estas instituciones, que aún se conservan, establecen un antecedente teórico de extraordinario valor para la formación de los profesores en este tipo de educación.

Una obra de indiscutible valor en esta etapa lo constituye el libro Un Siglo de Enseñanza Industrial en Cuba, del profesor de la Escuela Superior de Artes y Oficios José Montó Sotolongo, publicado en 1951. Aquí se compilan y fundamentan aspectos que sin dudas reflejan particularidades de la formación de profesores para la ETP, como cuando señala "el maestro de oficio debe previamente ser graduado de una escuela técnica en el oficio o en los oficios que ha de enseñar y después realizar su preparación pedagógica indispensable" ([3])

De estas reflexiones se infiere que la formación para los docentes de la ETP no puede ser solo el aula; no basta solo con saber enseñar y dominar métodos pedagógicos, se requiere saber qué enseñar, es decir: dominar la ciencia o el oficio para después ser buen maestro. Se reconoce la necesidad del dominio de los fundamentos pedagógicos de este tipo de enseñanza; sustentada, sobre todo, en las experiencias de sus portadores y en la necesidad de la preparación del trabajador que se exige, en la necesidad histórica de cambiar la realidad social y al hombre.

En el estudio realizado por Arango Hoyos (2008) sobre la formación de docentes para la ETP, se plantea que: "El surgimiento de las primeras escuelas técnicas y granjas escuelas, se produce mucho antes de la aparición de instituciones para formar docentes, sin embargo, cuando se crean las primeras Escuelas Normales para la formación de maestros, acceden a ellas algunos instructores de oficios y profesiones que se interesan por los "secretos" del oficio de enseñar y se vinculan con la enseñanza técnica" ([4]).

El desarrollo de la ETP se caracterizó, desde el punto de vista pedagógico por la ampliación y profundización en el estudio de los fundamentos que deben sustentar el perfeccionamiento de este subsistema de educación.

Los diferentes planes de estudio por los que ha transitado la formación inicial de profesores para la ETP (A, B y C en sus diferentes variantes) demuestran que se ha producido un trabajo formativo en ascenso.

Al particularizar en cada uno de estos planes se encuentra que:

En el Plan A predominaba el rol del docente en la formación de los futuros profesores. Se priorizaba el dominio del contenido como atributo de la formación del profesional; era insuficiente el vínculo con la práctica de la profesión como eje de integración y fuente de profesionalización y el tiempo destinado a la práctica.

Ya en el Plan B se desarrolló un proceso de formación inicial superior, que propicia el análisis de las actividades prácticas. Se proyectan desde el currículo las características esenciales para el desempeño de un profesional de la educación de perfil amplio, lo que contribuye a elevar la profesionalización.

En el plan de estudio C, el proceso de formación logra un mayor alcance, ya que se fortalecen las acciones relacionadas con la profesión. Se incrementa la práctica laboral, sobre todo en los últimos años; y se trabaja por lograr la integración en los contenidos de las disciplinas. Toma fuerza el trabajo sobre concepciones de aprendizaje; se trabajan agentes y agencias de socialización de la personalidad; se logra un acercamiento a las necesidades de la escuela y al mejoramiento del desempeño pedagógico profesional del profesor en formación.

Desde las modificaciones de los planes de estudio "C" para transitar hacia el Modelo de Universalización de la Educación Superior, se propicia un proceso de formación inicial que se manifiesta en la posición investigativa y crítica ante los problemas de la escuela y el proceso de enseñanza aprendizaje al ocurrir la formación en la escuela y desde la escuela politécnica. Se concibe el componente laboral investigativo como el quehacer diario en la solución de los problemas del proceso de enseñanza aprendizaje que dirigen los profesores en formación. Se eleva el compromiso con la labor y el papel que desempeñan en la sociedad; se le concede mayor importancia al trabajo independiente y a la autopreparación, y se introduce la utilización de las TIC a partir del dominio de los adelantos científicos y tecnológicos.

Con el Modelo de Universalización se alcanza el perfeccionamiento continuo de los profesores en formación. Se propicia la investigación en el aula y el análisis de la práctica en la propia práctica. El profesor en formación se desarrolla como trabajador y se apropia de la esencia de su trabajo. Además, aplica el conocimiento académico teórico en la solución a los problemas que aparecen en las situaciones complejas del aula y la escuela, pero se pierde su vínculo directo y concreto con la entidad laboral y, como se ha planteado, como profesor para este subsistema lo laboral también es un espacio de formación.

La formación inicial del profesor para la educación técnica es un proceso de enseñanza aprendizaje complejo, que está sujeto a permanentes cambios e influencias, dados por los propios cambios científicos, tecnológicos y sociales que intervienen en su campo de trabajo y que es necesario incorporar sistemáticamente en esa formación.

La formación inicial de profesores para cualquier rama del conocimiento tiene aspectos generales comunes, desde el punto de vista de la fundamentación de su currículo, cada profesión tiene especificidades y rasgos que le son inherentes, con sus funciones, dentro de su contexto social de desempeño pedagógico profesional.

Son muchas las condiciones que determinan la necesidad de un cambio en la formación inicial del profesor para la ETP, entre ellas se destaca formación inicial de un profesor capaz de formar un técnico que satisfaga los retos científicos y tecnológicos con vistas al desarrollo social y, por tanto, al perfeccionamiento de la entidad laboral. En el vínculo con la actividad práctica, tanto el estudiante como su profesor desarrollan habilidades profesionales en la realización de acciones, orientadas hacia la solución de problemas científico-técnicos con repercusión social, que elevan la calidad de la formación inicial.

El desempeño pedagógico profesional del profesor depende en gran medida de la formación inicial que se logre, definida sin dudas desde parámetros sociopolíticos, científico-tecnológicos y pedagógicos profesionales.

Tomando en consideración las reflexiones hasta aquí realizadas y orientando la formación inicial del profesor para la ETP, a tono con estos planteamientos y análisis, se destaca la necesidad de un modelo pedagógico de formación inicial que responda a las necesidades de la práctica pedagógica, que establezca la interrelación dialéctica teoría práctica y que sea coherente con las exigencias que impone la sociedad.

Fundamentos teóricos que sustentan el enfoque tecnológico humanista en el proceso de formación inicial del profesor para la ETP

Es válido aclarar que se utiliza el término enfoque, porque expresa puntos de vista, una posición teórica, una manera o modo de interpretar, entender y explicar el fenómeno. (María Elena Sánchez Toledo, 2005).

La formación humanista.

En el análisis de la concepción humanista en la educación cubana se puede concluir que, en las dos últimas décadas del siglo XIX, surge el ideal educativo humanista y tiene como figura cumbre a José Martí y Pérez (1853-1895), cuyo pensamiento constituye:

  • Un paradigma a partir del profundo humanismo que lo caracteriza.

  • Una singular comprensión y proyección en torno a la cultura y los valores.

  • Considera la vía más idónea para la formación de un hombre "hecho en lo mental, por la contemplación de los objetos, en lo moral, por el ejemplo diario" ([5])

  • Abogaba por la necesidad de enseñar a pensar y a crear y a ejercitar la mente, así como a trabajar con independencia.

Todo este pensamiento educativo de Martí se retoma desde los inicios del proceso revolucionario, y se insistió por nuestro Comandante en Jefe en el papel de la educación "para crear una nueva ética, para crear una conciencia, para crear un sentido de organización, de la disciplina, de la responsabilidad" ([6]).

Este trabajo toma en consideración las ideas de prestigiosos investigadores cubanos, que resultan de extraordinaria importancia para la propuesta del enfoque tecnológico humanista, miembros de la Cátedra de Ética Aplicada a la Educación del ISPEJV, dirigidos por Chacón Arteaga. Ellos plantean que: "El componente humanista (…) es un indicador del grado de concreción que tiene el humanismo como concepción filosófica y como posición ideológica (que en Cuba tiene un contenido martiano y marxista en la concepción dialéctico materialista del mundo), que en la sociedad cubana expresa los intereses de las amplias masas trabajadoras en el poder". ([7])

La concepción del enfoque tecnológico humanista es una revelación del Humanismo Marxista y Martiano que tienen como centro al hombre y su plena realización al preparar al sujeto como elemento activo en la solución de problemas. Lograr la unidad de lo cognitivo y lo afectivo y como resultado el mejoramiento profesional y humano.

Teniendo como punto de partida estas reflexiones, se valora la necesidad de estimular la actividad independiente de los profesores en formación, el ejercicio de la crítica, el vínculo con la vida, la producción científica y tecnológica, el análisis de la realidad social contemporánea, la cultura del debate; lo que ha de provocar la motivación de la reflexión interior y la movilización efectiva para la acción social como sujeto histórico. Este último elemento debe constituirse en el principal indicador del éxito de la formación humanista de los profesores en formación; y no solo en propiciar mejores condiciones de vida que les permitan desarrollar todas sus potencialidades, sino que defienda los ideales del socialismo, que cultive los resultados objetivos de la experiencia pasada y que enfrente los inmensos problemas que resultan del desarrollo de la ciencia y la tecnología en función del avance social.

Es oportuno en este análisis las ideas de Ramonet, I. (1997), cuando, entre otros aspectos, refiere el papel de la educación ante las transformaciones científico-tecnológicas; lo que aparece como una cuestión esencial para analizar los cambios educativos que se consideran necesarios hoy en la región y en el resto del planeta.

La formación de valores en el profesor para la ETP y su vinculación con la formación sociopolítica

La formación del hombre nuevo y su pensamiento ético es preocupación y centro de atención en el proceso educativo. La Revolución ha logrado poner en su justo lugar el ideario educativo cubano, porque su fin fundamental es la formación del hombre que enfrentará las exigencias científicas y tecnológicas del nuevo siglo. En las condiciones actuales de lucha ideológica, la formación de valores adquiere un papel determinante, ya que ellos constituyen nexos mediadores entre la teoría y la práctica y muestran los niveles alcanzados por la conciencia social.

La formación exitosa de ese hombre y sus valores es centro de discusión y preocupación de los investigadores por constituir una problemática que responde a las exigencias del desarrollo social, en el cual el papel activo y creador del factor subjetivo se acrecienta cada vez más.

Uno de los propósitos esenciales de la educación es formar un hombre con principios y valores que le permitan enfrentar las complejas situaciones, asimilar los cambios y buscar soluciones acertadas a los problemas complejos del mundo moderno. La formación de valores es un proceso gradual y complejo.

La ciencia ha dejado de ser una actividad académica, para convertirse en una fuerza social activa que influye en la sociedad. Los valores constituyen la unidad de lo objetivo y lo subjetivo, de lo emocional y lo racional, sobre la base de la exigencia y necesidades humanas en un momento histórico concreto, y se expresarán en los valores a través de los intereses individuales y sociales, lo que constituye una autoafirmación de la condición humana (Chacón Arteaga, 1995).

La formación de valores se vincula directamente al contenido que se imparte, ya que forma parte de este. Se trata, por lo tanto, de que el sistema de conocimientos y habilidades tengan implícitos los valores que se requieren formar, con lo que se establece una interrelación dialéctica entre lo cognitivo y lo axiológico.

Toda pretensión personal de formar valores en otros lleva, como condición inviolable, la absoluta necesidad de ser portadores de los mismos. No es posible educar con las apariencias, es requisito ineludible la convicción, la actuación concreta de cada día, la ejemplaridad cotidiana. Se hace necesario que cada generación, sea puesta en una situación tal que pueda dar de sí lo máximo posible de sus potencialidades en beneficio de la sociedad y de cada individuo en particular.

La educación en valores como aspecto esencial, desde el enfoque humanista, debe estar en relación dinámica con la realidad y los problemas que los estudiantes viven, con el contexto social en el que se desarrollan y acorde con las exigencias de las transformaciones sociales. Si se considera que en el proceso de educación en valores, lo ciudadano se expresa en el desempeño pedagógico profesional del profesor; se hace necesario, entonces, formarlos en la solución a los problemas profesionales y buscar el acercamiento a la profesionalización.

En la Cumbre Internacional de Educación, celebrada en febrero de 1997, en México, se debatió y se reflexionó por la delegación sindical cubana, que presidía la comisión de Educación y Valores, a través del siguiente llamado: ¿Por qué es importante insertar el tema de la educación en los valores del humanismo, de la ciencia y de la tecnología en una Cumbre destinada a discutir la responsabilidad social de educar?

A esta pregunta se dan una serie de respuestas y se resalta la que plantea:

"Porque es necesario encontrar la forma en que la ciencia y la tecnología se pongan al servicio de la verdad, la justicia, la equidad, el bienestar de los individuos y de los pueblos". ([8])

Los adelantos de la ciencia y la técnica y las transformaciones que esto conlleva en la sociedad, son retos que se imponen a la educación de la nueva generación; por lo que se requiere la formación inicial de un profesor con elevados niveles de exigencias de su profesionalidad.

Sobre este aspecto, Chacón Arteaga (1997) propone los componentes a tener en cuenta para elevar la profesionalidad del docente:

"Dominio de la ciencia que enseña (conocimientos, habilidades profesionales y valores humanistas). Dominio de los métodos de enseñanza–aprendizaje y de la formación de valores. Dominio de los valores morales humanistas de la profesión. Resultados prácticos acumulados en la labor educativa". ([9])

El análisis para su alcance en la formación inicial de profesor para la ETP, evidencia que para integrar los conocimientos, habilidades, valores, necesarios para el desempeño en función de cumplir con el encargo social de formar el trabajador para el mundo laboral, se requiere, además de la universidad y la microuniversidad como escenarios de formación, a la entidad laboral, que también deviene en escenario de formación como ya se ha explicado. Igual ocurre para lograr el dominio de la ciencia que enseña.

Los valores profesionales en el desempeño profesional, con la intención de promover durante el proceso de formación inicial, actividades que propendan al desarrollo de la responsabilidad profesional, la que, de llegar a convertirse en regulador del desempeño, formará parte de este como valor, constituyen elementos de especial interés en su formación.

El estudiante universitario desarrolla el valor responsabilidad cuando siente la necesidad de actuar responsablemente, con independencia de las exigencias de otros; en este caso la responsabilidad deviene un motivo de la actuación.

Hoy más que nunca se necesita de profesionales responsables. El desarrollo científico y tecnológico lo impone; la sociedad tiene, respecto a la ciencia, una relación compleja y contradictoria: a la vez que se sirve de ella, está condicionada por ella. Esta compleja interrelación implica un mayor grado de reflexión y de responsabilidad sobre la actividad tecnocientífica y sus consecuencias, aspecto que deben manifestar los profesionales de las áreas técnicas, en su autoperfeccionamiento y en su desempeño profesional.

La formación del profesor para la ETP, debe ser lo suficientemente integral como para aproximarla lo más posible a las realidades que enfrentan, con el compromiso, el saber y la responsabilidad que deben caracterizar su desempeño.

La responsabilidad profesional en los profesores para la ETP se define como, la actuación concreta en correspondencia con el sentido del deber ante sí y la sociedad, en el dominio de la actividad tecnocientífica y sus consecuencias, en su autoperfeccionamiento y en su desempeño pedagógico profesional, como formador del trabajador para el mundo laboral.

La definición operacional que se realiza del valor responsabilidad profesional, asume que este valor estará presente en los profesores de la ETP, cuando el profesor en formación sea capaz de:

  • Cumplir con sus deberes profesionales en la formación de sus estudiantes, contribuyendo a la formación de valores que los identifiquen como jóvenes revolucionarios y comunistas, con una cultura general integral y como productores en el mundo laboral.

  • Determinar y asumir la preparación que debe tener para desarrollar con éxito su labor educativa, por el carácter especializado de su profesión, para alcanzar niveles superiores de autoperfeccionamiento.

  • Vincularse con la entidad laboral, que le permita actuar y desempeñarse en correspondencia con las exigencias sociales actuales, como formador de la fuerza laboral y productiva.

Es válido aclarar que la posición asumida, desde el punto de vista metodológico, conlleva a una nueva concepción del proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que éste transcurriría en un contexto lo más cercano posible al que enfrentará el estudiante una vez graduado. Ello representa un rompimiento con los esquemas tradicionales de formación inicial.

La adquisición y manifestación por el sujeto de un sistema de cualidades, valores, conocimientos y habilidades esenciales de carácter sociopolítico, denotan su formación para el desempeño de la labor pedagógica. Se distingue la interrelación dialéctica entre la formación de valores y su vinculación con lo sociopolítico, como aspectos fundamentales a desarrollar en la formación inicial del profesor, teniendo en cuenta las exigencias sociales a su desempeño.

En la formación y desarrollo de un sistema de valores profesionales, las consideraciones acerca de la relación entre el rol profesional del maestro y la identidad con su profesión, destacan la importancia de lo que constituye, a su vez, rasgos de la personalidad profesional; y contribuyen a definir una concepción y sentido integral de la profesión que exige un núcleo básico de cualidades profesionales, que permiten tanto lo cognoscitivo como lo afectivo.

Es importante reconocer que, en la actualidad, se enfatiza en dominios tales como el de las concepciones sobre la profesión, la cosmovisión y la ética, el sentido de pertenencia y la identidad profesional, aspectos que constituyen problemas educativos a resolver en los profesores en formación para la educación en general y en particular para la ETP.

La educación profesional de la personalidad pasa por diferentes etapas; y en cada una de ellas la orientación profesional tendrá sus particularidades, ajustadas al momento en que se encuentra el sujeto dentro del proceso de conformación de su identidad profesional (González, V. 1994).

El proceso de formación inicial del profesor debe propiciar el pensamiento alternativo, la reflexión, el planteamiento de estrategias y metodologías generales de enseñanza-aprendizaje científicamente fundamentadas. Ello incide no sólo en la formación de la identidad profesional, sino también en el desarrollo del pensamiento del estudiante, de su capacidad para razonar y para establecer relaciones entre los hechos y fenómenos que se dan en el contexto de actuación pedagógica (Parras Vigo, 2001). Es un proceso resultante de permanentes interacciones con otros procesos.

Derivado del análisis realizado se asume que la identidad profesional es el sentido que tiene cada profesor de su lugar en el desarrollo de la sociedad, en la solución de los problemas científicos, tecnológicos y educativos a los que se enfrenta, en la vinculación con la práctica diaria en las entidades laborales, en la escuela y en la comunidad, desarrollando su autoconciencia y autoestima.

El análisis que se realiza sobre el valor identidad profesional, permite asumir que este valor estará presente en los profesores de la ETP, cuando el profesor en formación sea capaz de:

  • Sentirse identificados con la profesión y asumir el encargo social para el cual fueron preparados.

  • Contribuir al perfeccionamiento continuo del grupo de estudiantes que dirige, de sus saberes, habilidades, capacidades y aptitudes para jugar el papel social que le corresponde, ante el trabajo y la vida ciudadana,

  • Sentirse identificado profesionalmente con su carrera; lo que constituye un elemento fundamental en la formación del Bachiller Técnico, debido a que aporta los elementos científicos y tecnológicos necesarios para él como futuro trabajador.

El considerar que solo cuando los valores constituyen motivos de la actuación del sujeto se convierten en verdaderos reguladores de su conducta, tiene implicaciones importantes en el orden pedagógico. Ello permite comprender que la formación de valores se produce en un proceso complejo de comunicación entre profesores y estudiantes (el proceso pedagógico), donde el estudiante asume una posición activa en la apropiación individual de los significados para la construcción de sus valores.

Desarrollo científico tecnológico en la formación inicial del profesor para la ETP. La participación ciudadana y la cultura científica.

Las siglas CTS, universalmente aceptadas hoy, hacen referencia a las interrelaciones entre los avances de la Ciencia, las aplicaciones de la Tecnología y las respectivas implicaciones, positivas y negativas, que todo ello supone para la Sociedad.

Para Núñez Jover y López Cerezo, "los estudios CTS, o estudios sociales de la ciencia y la tecnología, constituyen una importante área de trabajo en investigación académica, política pública y educación. En este campo se trata de entender los aspectos sociales del fenómeno científico y tecnológico, tanto en lo que respecta a sus condicionantes sociales como en lo que atañe a sus consecuencias sociales y ambientales". ([10])

Al contextualizar la formación científica tecnológica en el marco de los problemas sociales, esto supone no sólo un acercamiento de los estudiantes a los contenidos tecnocientíficos, sino también una nueva concepción de la enseñanza de estos acorde con su propia naturaleza. La formación integral del profesor de la ETP debe considerar la interrelación dialéctica entre lo sociopolítico, lo científico tecnológico y lo pedagógico profesional.

A partir de los referentes expuestos aquí, se enfatiza en la importancia de incorporar esta orientación educativa a la enseñanza, debido a que las relaciones entre Ciencia, Tecnología y Sociedad, pueden ser interpretadas de diversos modos. Cada día se hace más necesario que la sociedad domine y controle la actividad tecnocientífica; se hace inevitable entonces, incorporar al plan de estudio actual las exigencias sociales en cuanto a la formación científica tecnológica. Como profesor del área de las ciencias y la tecnología, debe propiciar una formación inicial que posibilite un mejor desempeño pedagógico profesional, la incorporación de nuevos contenidos en la enseñanza, así como la formación de motivos para un mejor desempeño.

El enfoque de CTS es esencialmente conveniente para promover una educación dirigida al aprendizaje de la participación; aportando un nuevo significado a conceptos tan aceptados como "ciencia para todos" o difusión de la cultura científica.

La participación activa de los profesores de la ETP en las tareas de la sociedad y del desarrollo educacional, debe estar acompañada de la responsabilidad para asumir su profesión y la identidad social y profesional alcanzada en la solución a los problemas que enfrenta.

La participación ciudadana del profesor para la ETP, está caracterizada por la actitud responsable con implicación en proyectos colectivos de desarrollo tecnocientíficos, educacionales y sociales; proyectarse con independencia y creatividad en la toma de decisiones y en las reflexiones críticas de temas de carácter público; así como en la educación de sus estudiantes para participar activamente en la solución de problemas de la ciencia y la tecnología.

En los estudios CTS se aprecia un fuerte referente teórico, para la difusión de la cultura científica, cuando reconoce que la enseñanza de las ciencias suministraría los conocimientos para comprender el mundo en el que se vive, que la educación tecnológica proporcionaría las destrezas para manejarse en él, mientras que las capacidades para la participación social serían un tema propio de las enseñanzas sociales y humanísticas o un atributo a todas las disciplinas escolares.

El reparto de funciones ha olvidado la íntima relación existente entre esos tres aspectos cuando se habla de formación. Sobre todo en los dos primeros, se produce el problema de que sus finalidades y contenidos pueden ser interpretados hacia la educación general o como bases para la formación de científicos y de ingenieros.

Los estudios CTS + I en la educación. La enseñanza de las ciencias como suministro de los conocimientos para comprender el mundo en el que se vive y la educación tecnológica para proporcionar las destrezas para manejarse en él. Y por último y no menos importante, las capacidades para la participación social como un tema propio de las enseñanzas sociales y humanísticas o un aspecto transversal a todas las disciplinas escolares

Por lo que la cultura científica del profesor para la ETP se caracteriza por: El conocimiento para comprender el mundo en que vive, y como manejarse en él, para participar responsablemente en la aplicación de las políticas relacionadas con la ciencia, la tecnología y como resultado en la educación de sus estudiantes, para poder desempeñarse en el mundo y participar en su transformación.

Los valores responsabilidad profesional e identidad profesional están interrelacionados dialécticamente con la cultura científica que debe poseer el profesor para la ETP, para comprender el mundo en que vive y como manejarse en él para la participación ciudadana en las políticas relacionadas con la ciencia, la tecnología y como resultado en la educación de sus estudiantes.

La interrelación dialéctica entre lo científico tecnológico y lo sociopolítico, se da en el propio proceso pedagógico profesional que desarrolla el profesor en formación en la escuela como microuniversidad, donde se desempeña como docente en el marco de la Universalización.

El proceso pedagógico como fuente y vía fundamental de la formación inicial del profesor para la ETP

La sociedad del siglo XXI exige a la universidad la formación inicial de profesionales que se desempeñen con autonomía, capacidades y flexibilidad en escenarios complejos y cambiantes en un proceso de aprendizaje permanente. Ello plantea necesariamente, según González Maura (2002, 2004), un cambio en la concepción del proceso de enseñanza-aprendizaje que se desarrolla en las universidades, y de los roles que asumen en este proceso, profesores y estudiantes. En el caso de los profesionales de la educación, las exigencias a las universidades pedagógicas son mayores, pues son las responsables de la formación inicial de profesores para los diferentes subsistemas educacionales.

El proceso pedagógico de la ETP tiene algunas características que lo hacen semejante a otros procesos de educación, sobre todo si se comparan con la educación superior. Es un proceso social, dialéctico, sistémico y sistemático, flexible y creador, organizado, teórico-práctico; sin embargo, la formación inicial de los profesores que en él actúan, difiere de la formación de otros subsistemas educacionales. Todas estas características enunciadas asumen una particularidad específica.

Teniendo en cuenta los escenarios y contenidos de la formación del profesor para la ETP, se asume que el dominio de la ciencia que enseña, se manifiesta en el dominio del contenido de los programas y los métodos y procedimientos y su sólida independencia cognoscitiva, que permitan la dirección eficaz del proceso de enseñanza-aprendizaje, así como la planificación, organización y control del trabajo independiente, para vencer los objetivos del año.

En interrelación dialéctica se propicia la profesionalidad pedagógica del profesor para la ETP; la cual se manifiesta en el profundo conocimiento teórico de la profesión que ejerce, en correspondencia equilibrada entre el pensar y el hacer, mostrada en el desempeño pedagógico profesional y en la formación de sus estudiantes a partir del diagnóstico individual, objetivo e integral que posibilite conocer su desarrollo y potencialidades.

La formación inicial del profesor para la ETP se logra en el proceso de la actividad pedagógica; y requiere que la escuela como microuniversidad también actúe como entidad laboral, en la que el profesor, a medida que mantiene una participación ciudadana en la solución de problemas científicos, tecnológicos y educativos en beneficio de la sociedad, con una cultura científica, se responsabiliza y se identifica con su profesión de la misma forma que adquiere dominio de la ciencia que enseña y la demostración de su profesionalidad pedagógica propicia el mejoramiento de su desempeño pedagógico profesional.

Características de la formación inicial del profesor para la ETP. Con un enfoque tecnológico humanista

La formación inicial, en el contexto actual, significa esencialmente la formación en la escuela como microuniversidad, donde se manifiestan los elementos del contenido y el proceso pedagógico profesional que dirige. El profesor debe lograr articular dichos contenidos con la experiencia personal, razón por la cual el profesor en formación de esta educación debe formarse en la escuela y en la entidad laboral, o en la escuela como entidad laboral. Estos aspectos pueden propiciar el mejoramiento de su desempeño pedagógico profesional cuando logra integrar en el mismo todas las características que este demanda, aspiración en la que es necesario trabajar desde el pregrado.

El enfoque tecnológico humanista en la formación inicial del profesor para la ETP debe privilegiar y revelar las siguientes características:

  • Lo Sociopolítico, que implica asumir la función de activista del Partido Comunista de Cuba para la formación de las nuevas generaciones, y la identificación de su lugar en el mundo y en la solución de los problemas en función del desarrollo social con responsabilidad e identidad profesional demostrado en su desempeño pedagógico profesional.

  • Científico Tecnológico, que comprende la participación activa y consciente en la solución de problemas con un enfoque científico, a partir del dominio de una cultura científica que le permita tener una participación ciudadana y conducirse en la sociedad y estar acorde con las exigencias actuales.

  • Lo Pedagógico Profesional, que logra la unidad dialéctica entre lo pedagógico y lo profesional, entre el dominio de la ciencia que enseña para una adecuada conducción del proceso de enseñanza aprendizaje y, en consecuencia, un profundo conocimiento teórico-práctico y metodológico de su profesión, demostrado en su profesionalidad pedagógica. Implica, además, las habilidades, valores y cualidades morales que caracterizan la esencia humanista de la labor del profesor y las habilidades profesionales que garantizan el desempeño.

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