Lenguaje Lúdico Afectivo en la Relación de la Audiencia con el Medio (página 2)
Enviado por Mag. Liceli Gabriela Pe�arrieta Bedoya
Con lo audiovisual se inicia un trabajo a nivel de imagen y se da la reintroducción de lo oral, al respecto Valerio Fuenzalida menciona que "la imagen icónica, aún la imagen estática de la fotografía, es portadora de una gran cantidad de signos concretos y por tanto tiene una enorme riqueza potencial de comunicación".
La televisión como medio del siglo xx tiene un lugar privilegiado en la cultura y la sociedad contemporánea, los primeros estudios se inician en los años 40. En el año 50 los estudios están basados en la teoría de los efectos: se centra en el estudio de las intencionalidades y poder ilimitado de los productores de mensajes audiovisuales, se acepta la gran influencia de dichos mensajes en los comportamientos y comprensiones de la gente.
En los años 60 la teoría de mediadores / usos y gratificaciones: tiende a matizar la incidencia de los medios audiovisuales según los filtros que establecen los líderes de opinión en las decisiones de los individuos de la comunidad; también, desde la psicología se afirma que el efecto televisivo no es tal porque la gente tiende a rechazar aquello que le produce incomodidad y no le permite ninguna satisfacción y acepta más fácilmente aquello que le produce satisfacción y que de alguna manera le genera una gratificación en su consumo.
Para los años 70 el análisis del mensaje es el objeto de estudio. Se mueve de los productores y las audiencias al mensaje como objeto posible de investigar en cuanto a las estructuras ideológicas presentes, las tendencias de poder y modelo social prescritas y las claves de lectura que se promueven en detrimento de otras alternativas. Existe de esta manera un análisis estructural de los mensajes basado preferencialmente en el develamiento de lo ideológico que existe en el mensaje y el carácter industrial que marca la producción de lo audiovisual.
Estudios relacionados a las audiencias se inician en los años 80, los estudios comienzan a interesarse en las diversas posibilidades de comprender los mensajes. Esta perspectiva se interesa tanto en la construcción discursiva del lector como en la relación entre los textos televisivos y los sujetos reales. Stuart Hall (1973) enfatizó en los momentos de la codificación y la decodificación: lectura dominante, lectura negociada y lectura oposicional, mientras David Morley (1980) investiga las diversas formas de negociación y resistencia. Umberto Eco busca el modo en que el lector se encuentra inscrito en los textos: mode of address (relación texto-lector) y preferred reading (lector dominante). La teoría crítica (adorno y Mattelart) busca estudiar las formas de comprender y explicar los textos por parte de las audiencias, dentro de las cuales se privilegia la lectura crítica (mirar mejor significa entender) como las ubicadas culturalmente. En Latinoamérica (Martín-Barbero y Fuenzalida) se comienza a pensar a las audiencias como sujetos y comunidades activas capaces de replicar a las intencionalidades industriales e ideológicas de los medios, la idea es que las audiencias son cómplices de los procesos de dominación comunicativa pero a su vez resisten y replican, de aquí nace una corriente que investiga los usos populares de lo masivo en la vida cotidiana y la revalorización de las maneras otras de leer de los sujetos sociales.
En los años 90 surge el análisis del consumo. La mirada se dirige hacia los procesos culturales y las mediaciones (García-Canclini, Orozco, Martín-Barbero) que participan en los procesos de comprensión, interpretación y uso de los mensajes audiovisuales. La unidad de consumo básico es la familia. El análisis tiende a observar las maneras como se articulan las lógicas comerciales de la producción con las lógicas culturales del consumo. Se comienza a pensar en las diversas temporalidades, la presencia de lo cultural como lugar del sentido comunicado y las competencias comunicativas que despliegan las audiencias.
Los estudios, en la actualidad, se dirigen hacia la relación entre los textos televisivos y los contextos culturales donde se realizan, la televisión se convierte en el eje de la reflexión social y el medio de mayor incidencia sobre las agendas públicas, las formas de la política, los estilos de producir saber y las maneras de comprender el mundo (Bourdieu, 1998; Sartori, 1999; Castells, 1999) .
La televisión se ha convertido en el centro cultural de nuestras sociedades, culturas populares masivas en las cuales las razones se diluyen en emociones y la vida es todo un entretenimiento.
II
Según Guillermo Orozco, el televidenciar implica un proceso mediático-comunicacional, ya que la audiencia deberá ver, escuchar, percibir, sentir, pensar, comprar, guardar, retener, imaginar e interactuar con la televisión.
En esta etapa nos enfrentamos a un cambio cultural que surge o es provocada por las nuevas tecnologías. La relación de la audiencia con la televisión también se ve afectada. El aspecto lúdico-festivo y afectivo llega al hogar, lugar donde también se han producido cambios. El profesor Fuenzalida menciona al respecto que "con la televisión situada en el hogar, el televidente establece primariamente un contrato general o pacto de lectura medial de entretención para el descanso, compañía, ventana al acontecer, además agrega que en el consumo privado del hogar, la audiencia ante la televisión actúa en general motivada por la ley de la gratificación y la satisfacción de sus expectativas situacionales.
Cuatro son los factores que se mencionan por el profesor Fuenzalida como aquellos que se encuentran y permiten comprender las relaciones entre audiencia y televisión abierta: la situación de recepción en el hogar, el lenguaje lúdico afectivo, los nichos televisivos y la identidad corporativas. Elementos que actúan juntos y que nos permiten comprender la relación que se establece entre una audiencia que ha ido cambiando con el tiempo y la televisión.
Cuando se hace referencia a la situación de recepción en el hogar , considerando a este como el lugar habitual y cotidiano de recepción de la comunicación televisiva. Contexto cotidiano donde se cubren las necesidades de consumo y otras como información, compañía y soporte emocional. Al parecer la situación de recepción es más estrecha con la mujer ama de casa y personas de más edad, ya que son estos los que consumen más horas de televisión , relacionado a al tiempo de estadía en el hogar.
Al iniciarse una relación entre audiencia y televisión necesariamente se tiene que mencionar un espacio-tiempo en el hogar que es establecido por ritmos de vida diarios, semanales, anuales, los que son incluidos o incorporados para la construcción de la oferta de programas.
Los habitantes presentes en el hogar tienen sus tiempos propios y los distribuyen según sus tareas, obligaciones y ocios. Si un ama de casa se queda sola en el hogar por varias horas en el día, su expectativa situacional y su estado de ánimo tienden a demandarle a la televisión la función de compañía amistosa. Durante todo el día esta demanda va variando, pues pasa por momentos de función energizante, descanso o relajación hasta de compartir con los que llegan al hogar. De este ritmo de vida se obtienen los insumos necesarios para poder realizar una programación adecuada, considerando los estados de ánimo estacionales de la audiencia. Mientras más se conozca a la audiencia, se tendrá una mayor facilidad al momento de ofrecerle una programación.
La audiencia se caracteriza por no ser homogénea, son varios los tipos de atención que varían según el quehacer de éstas y podemos contar con audiencias: exclusivas y dedicadas, con amas de casa que atiende simultáneamente varios objetos, una atención variable que puede ser concentrada, atención de tipo monitoreo ya que se realiza una actividad extratelevisiva.
Las diferencias económicas, sociales, culturales que modifican o intervienen en su manera de ver y consumir la televisión. Los sectores altos, dirigentes sociales, políticos, académicos e intelectuales tienen su manera de diferenciarse del resto a través de su relación y consumo televisivo.
A lo mencionado se suma el proceso de codificación y decodificación ante la televisión, ya que no existe un proceso simétrico. Los signos audiovisuales no son estáticos, presentan una gran dinamicidad, así como una aparición temporal. Los signos visuales concretos como los mensajes gestuales y no gestuales tienen una gran carga emotiva que puede afectar a la audiencia. La gestualidad tiene una fuerte incidencia afectiva.
Si realizamos una comparación con el signo lingüístico, lo visual incluye un nivel de abstracción mayor. Trabajar con signos icónicos no significa dejar de lado lo oral. Como lo vimos anteriormente lo oral tiene una fuerte carga emotiva y afectiva, si en la construcción audiovisual se mezclan adecuadamente elementos visuales y orales (una buena musicalización) se podrá tener un producto con una fuerte carga emotiva y afectiva. La lectura que la audiencia realice de éste puede ser de tres tipos: Dominante-acepta el mensaje, Negociada y Oposicional.
Martín-Barbero nos invita a realizar un análisis de la televisión como relato, dispositivo cultural e industria. Comprender sus formas, lógicas y conexiones que propone como medio central de la comunicación contemporánea, ya que la pantalla televisiva se ha convertido en el lugar de la visualidad que ritualiza formas de interpretar el mundo y clasifica las maneras de ver socialmente aceptadas. "La televisión es el medio que más radicalmente va a desordenar la idea y los límites del campo de la cultura, con sus tajantes separaciones entre la alta cultura y cultura popular, entre realidad y ficción, entre Vanguardia y Kitsch, entre espacio de ocio y trabajo, entre saber experto y experiencia profana, entre razón e imaginación", y esta acción ha llevado a la constitución de una nueva forma de ser y sentir social que "es producto de las profundas transformaciones del contexto comunicativo-cultural y la centralidad de la televisión y de la experiencia audiovisual en ese proceso… la percepción del tiempo está marcada por las experiencias la simultaneidad, de la instantánea y del flujo". en síntesis, la televisión se ha convertido en el centro cultural de nuestras sociedades, escenario y práctica comunicativa donde la existencia se diluye en emociones y la vida toda es una lucha por el reconocimiento. La televisión hay que comprenderla para poder interpretarla.
III
Se ha recargado en la televisión el aspecto relacionado a la violencia contenida en programas televisivos infantiles y juveniles. No está comprobado que toda violencia en la pantalla sea mala para los niños y jóvenes. Hay que ser cuidadosos al respecto Hay un tipo de violencia que puede ayudarles a solucionar conflictos. Valerio Fuenzalida afirma que los niños y jóvenes establecen una relación específica con el lenguaje audiovisual que tiene características de ludismo, afectividad y dramatismo.
Un grupo importante de estos esquemas lúdico-dramáticos que están en la base de muchos programas televisivos se contacta con motivaciones afectivas que tienen que ver con las necesidades de realización de si mismo, reconocimiento social y estima de sí. Fuenzalida afirma que es importante intentar comprender las motivaciones que provocan la predilección por programas con contenidos violentos, por ejemplo en los dibujos animados. Considera que en este atractivo se combinan dos motivaciones, por un lado la tendencia a la acción, inherente a la condición humana como condición de supervivencia; y por otro lado esta latente la necesidad psicológica de diferenciar claramente el Bien y el Mal. En ese sentido, hay un tipo de programas que, a pesar de sus contenidos violentos, pueden constituir una forma lúdica y dramática de conocimiento y aprendizaje afectivo.
La televisión se convierte, entonces, en el más auténtico medio de comunicación de masas, ya que llega de igual manera a todos, el contenido y la forma de los mensajes se corta por el común denominador, la participación de la audiencia es afectiva y cercana al modelo de conversación. La televisión se ha convertido en la lógica dominante para todos los procesos que se pretenden comunicar a la sociedad (tanto que) la televisión, hoy, formula el lenguaje de la comunicación social. Rituales, más que contenidos la televisión se ha convertido en rutinas diarias que marcan los espacios y determinan las temporalidades de la vida.
A partir de que la televisión establece una relación afectiva con sus públicos. Las audiencias generan rituales que se pueden comprender como la necesidad de sentir compañía en un mundo que se encuentra en constante cambio. Los contextos sociales y culturales afectan en la construcción de los mensajes. La televisión de éxito, más allá de los contenidos, en la actualidad debe responder al deseo de mirar del televidente, a la necesidad de ir más lejos y poder apaciguar las amenazas modernas que se le presentan cada día. Una televisión que convierta en héroes a las personas del común, que brinde temáticas nuevas para hablar en la vida cotidiana, permita reflexión y genere conversación sobre lo que significa vivir en estos tiempos de falta de privacidad, que haga sentir a la persona como parte importante del mundo, sin importar su condición económica o social.
La comunicación es vida, comprendida por todos los aspectos emotivos y afectivos que puedan envolverla, el hombre siente la necesidad de participar de esta comunicación vivificante y no sentir que forma parte de una sociedad muerta, donde lo que sobre es la humanidad.
BIBLIOGRAFÍA
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Mag. Liceli Gabriela Peñarrieta Bedoya
Magíster en Comunicación y Educación Pontificia Universidad Católica de Chile Egresada de la Maestría en Comunicación y Educación Universidad Aútónoma de Barcelona Licenciada en Ciencias de la Comunicación Universidad Nacional del Altiplano —
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