Pero la "comunidad" que formaron las familias para poder vender sus productos en nuestro ejemplo, tampoco puede abastecer todas las necesidades de sus miembros. Para abastecer otras necesidades, como la ayuda médica, o la educación de sus hijos, es necesario que las familias de esa comunidad de trabajadores vayan a una "comunidad" médica (como es un hospital), o una "comunidad" de maestros (como es una escuela).
Este proceso del intercambio de talentos puede continuarse, hasta que TODAS las necesidades naturales de las "células básicas" (familias) se encuentren un gran conjunto de diferentes familias y comunidades, incluyendo los recursos naturales de la tierra que ocupan. Este conjunto de familias, comunidades y recursos, cuando puede abastecer TODAS LAS NECESIDADES BÁSICAS de TODOS sus miembros, ahora forma un cuerpo social que es independiente (no tiene necesidad) de otros cuerpos sociales.
Esta comunidad se volvió independiente cuando entre sus familias y comunidades combinadas se encontraron suficientes doctores, profesores, carpinteros, dentistas, mecánicos, ingenieros, policías, soldados, granjeros, tierra y materia prima, y cualquier otra cosa necesaria, para abastecer las necesidades básicas de todos sus miembros. Y cuando los miembros de este cuerpo social, ya independiente, comparten los mismos principios morales (algo espiritual), ahora hay todo lo necesario para formar "el Estado".
Cuando un cuerpo social alcance este punto de autosuficiencia y unidad, el único rasgo que le falta a esta sociedad, para convertirse en un Estado, es establecer su forma de gobierno independiente, que se convertirá en un receptáculo de la autoridad de Dios. Una vez que la autoridad de Dios se haga presente, el Estado ahora tiene TODO lo necesario para sobrevivir al nivel natural (los talentos humanos, y materia prima), Y sobrenatural (la autoridad de Dios para gobernarse); esta gran sociedad se convierte en lo que se llama una "sociedad perfecta" – "perfecta", porque ya nada le falta para cumplir con sus responsabilidades de ayudar a sus miembros.
Esta "sociedad perfecta", que depende de las familias para la existencia de sus miembros, es tanto una "criatura" de Dios, como lo es la familia. El Estado, al igual que la familia, es simplemente el resultado natural de cómo Dios nos creó. Desde el principio del mundo, nunca hubo ni habrá una sola persona, desde sus primeros momentos, al nacer, totalmente autosuficiente y, por eso, cada persona necesita la ayuda de alguien – necesita asociarse con alguien para realizarse a sí mismo, y para realizar su función social; maridos con esposas para formar familias; grupos de familias con otras familias para formar comunidades, hasta formar de todos, y para todos, una sociedad, que se llama el "Estado", para conseguir el Bien Común de todos.
El propósito del Estado
La diferencia entre el Estado, y las familias que forman el Estado, es que el Estado, usando su propia autoridad (recibida de Dios), puede proporcionar algunas cosas, a las familias, que ellas mismas no pueden abastecerse por sí mismas. Tales cosas incluyen una defensa suficiente, para proteger a todas las familias del Estado contra invasores extranjeros.
Otra cosa que el Estado puede proporcionar a sus familias, que ninguna familia puede tener por sí misma, es la capacidad de mantener el orden entre todas las familias que forman el Estado. El orden y la defensa común son, obviamente, dos cosas que son BUENAS para TODOS los que viven en el Estado, y por eso se llaman "bienes comunes".
Bienes Comunes
Podemos entender la idea de lo que es un "bien común" utilizando un barco. Represéntate un barco, lleno de gente, navegando a través de un océano durante el invierno, en agua media congelada, cuando llega una fuerte tormenta. El mar está tan picado que incluso los botes salvavidas se llenarían de agua, si fueran utilizados. El barco parece hundirse, y los pasajeros desean brincar al agua y aventurase en las aguas tempestuosas y casi congeladas, y tres de ellos brincan al mar.
El capitán, sabiendo que la única posibilidad de salvarse todos es mantener el barco a flote, ordena a su tripulación ir a sus estaciones de emergencia, y al hombre de la radio enviar un S.O.S. (Save our Ship – Salve nuestro Barco). El capitán asigna a cada uno de los pasajeros un trabajo que hacer, y dirige su barco a través de la tormenta. Los tres pasajeros murieron en el mar, pero felizmente, los esfuerzos unidos de los que obedecieron al capitán fueron exitosos, y todos los demás se salvaron.
En esta situación vemos claramente el uso propio de la autoridad, para unir, dirigir y proteger. Podemos, también, notar otras dos cosas: (1) la necesidad de la autoridad de servir al bien de los que lo obedezcan, y (2) que la voluntad de las personas que no querían obedecer a su capitán (que querían brincar al mar) les trajo un destino muy diferente al que era mejor para ellos.
La autoridad sirve el Bien Común
El capitán utilizó su autoridad para organizar las acciones de cada uno a bordo del barco y bajo su autoridad, para el "bien común" de todos, que, en este ejemplo, era permanecer a flote. Por este ejemplo, podemos ver el POR QUÉ hay que tener alguien con autoridad en un barco, es decir, para el "bien común" de todos los de a bordo. De hecho, la ÚNICA razón que Dios permite para que su autoridad se use, es para servir al bien común de la humanidad.
De nuestro ejemplo, vemos que un "bien común" es algo (como la defensa y orden) que beneficia a todos. En nuestro barco, el bien común de sus pasajeros era, ciertamente, su supervivencia.
Obviamente, algunos de los bienes comunes de la humanidad son más importantes que otros. En una nación, el bien común TEMPORAL más importante de sus ciudadanos, como en la nave de nuestro ejemplo, es su supervivencia. Además de la supervivencia, los bienes comunes temporales de los ciudadanos de una nación incluyen cosas talas como la paz, justicia, verdad, seguridad contra los enemigos, y el orden público.
Al mismo tiempo, puesto que todos los bienes temporales pierden su importancia para nosotros, cuando viene la muerte, el MÁS IMPORTANTE de todos nuestros bienes comunes es nuestra SUPERVIVENCIA ESPIRITUAL, porque solamente este bien común nos trae una felicidad duradera.
Los bienes y el "Bien Común"
Cuando capitalicemos las palabras, "Bien Común", estas significan el "bien" que no solamente incluye, sino es aún más grande, que la mera suma de todos los bienes individuales, temporales o espirituales, que sirven a los miembros de una nación. Como un ser humano vivo es más que solamente el conjunto de todos sus partes físicas, porque incluye algo invisible que se llama "la vida", por la integración e interacción de todas sus partes funcionando correctamente, así es que el Bien Común de una nación es más que la mera suma de las partes naturales y sobrenaturales de que está formada.
Para clarificar este punto, piensa en un coche. Toma todas sus partes y pónlas en una caja. No dirías que esta caja de partes es un coche, aunque cada parte fue hecha bien y ninguna hace falta. Un coche completamente formado y funcionando correctamente es algo MÁS que solamente el total de sus partes. Un coche es el total de sus partes, más el orden y unidad entre las partes, que le permiten funcionar como debe de funcionar un coche.
De la misma manera, en un cuerpo humano, cuando todas sus partes individuales están funcionando correctamente, cada parte sirve para el Bien Común de todas las demás partes, ayudando a mantener la vida de todo el cuerpo, que es el Bien Común de todas sus partes. Así es que el Bien Común de una nación se produce por la ordenada unión de todas sus "partes", de tal manera que todos los bienes individuales funcionen para alcanzar el Bien Común de todos.
El Bien Común, el Estado, y la Iglesia
Ambos, el Estado y la Iglesia, existen para servir al mismo individuo, pero es imposible separar a un individuo en dos partes, (natural y sobrenatural). Por eso, decimos que el Estado existe principalmente para servir al Bien Común temporal (natural) de la humanidad, y que la Iglesia existe principalmente para servir al Bien Común espiritual (sobrenatural) de la humanidad.
Al mismo tiempo, los asuntos morales abren un área de intereses mutuos entre el Estado y la Iglesia, porque cada acto inmoral daña la salud natural y sobrenatural de un ser humano. El aborto mata al bebé no nacido, daña físicamente y psicológicamente a la mamá, y es una ofensa mortal contra la vida espiritual. Mientras podemos reconocer que la mayor responsabilidad de cuidar lo natural pertenece al Estado, así como la mayor responsabilidad de cuidar lo espiritual pertenece a la Iglesia, si no hay cooperación entre el Estado y la Iglesia, para conseguir el bienestar del individuo entero, ¿cómo se pueden evitar conflictos que resultan en herir a un ser humano? ¿Si el psicólogo y el médico recetan remedios conflictivos para el mismo paciente, qué va a pasar con el pobre paciente, si los dos doctores no llegan a un acuerdo?
Para evitar un daño innecesario a sus "pacientes", en asuntos morales, es la cooperación entre los dos "doctores", el Estado y la Iglesia, lo que mejor consigue el Bien Común de todos. Una separación extrema entre el Estado y la Iglesia, que prohíbe esa cooperación cuando se necesita, lo mismo que el control del uno por el otro, destruye la debida independencia del ambos, son dos extremos que hacen daño al Bien Común de los ciudadanos. El punto medio entre estos dos extremos, que preserva la independencia de ambos, el Estado y la Iglesia, es la cooperación.
No puede haber una sociedad más feliz que la que obedece a las leyes de Dios. Los que llevan la autoridad de Dios en la Iglesia y en el Estado, tienen que satisfacer enormes responsabilidades hacia Dios y hacia sus miembros para fomentar esta felicidad, y la mejor manera de hacerlo es por la cooperación, cuando se le necesita.
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CAPÍTULO II… La AUTORIDAD del GOBIERNO – Primera Parte
DEFINICIÓN: La autoridad del gobierno refiere al poder legítimo del Estado, recibido de Dios, para regir.
PROPÓSITO: El propósito de la autoridad de un gobierno es unir, proteger y obligar, por la justicia, (sin olvidar la misericordia), a sus ciudadanos, de modo que sus acciones se conformen con las leyes naturales y sobrenaturales de Dios, para lograr el Bien Común de todos.
FUNDAMENTO: El origen de toda la autoridad legítima del gobierno es Dios. No la gente.
EJEMPLO: Que Dios es el origen de la autoridad del gobierno está demostrado por la declaración de Cristo a Pilatos: "No tendrías ningún poder sobre Mí, si no te hubiera sido dado desde lo alto". (Juan 19:11)
ABUSO: El proponer que la gente es, de cualquier manera, el origen de la autoridad legítima de su gobierno.
DISCUSIÓN
En el capítulo titulado, La Autoridad, escribimos que "Dios pone su autoridad en las manos de los que dirigen a las instituciones en las cuales vivimos, por ejemplo, la familia, el Estado, y la Iglesia, para establecer el orden que todos necesitamos, para estar en paz con Dios y con nuestro prójimo". También discutimos que el propósito del Estado es servir a Dios al gobernar, para lograr el Bien Común de los ciudadanos, y que nuestro Bien Común incluye nuestra felicidad temporal y eterna.
De esto, podemos ver que la autoridad es dada a un Estado por Dios, para establecer un orden temporal dentro del Estado, con lo cual podemos satisfacer, lo mejor posible, nuestras obligaciones hacia Dios y hacia nuestro prójimo. El Fundamento de este orden es la JUSTICIA. El resultado de este orden, cuando incluya la misericordia, es la PAZ.
Cuando estamos cumpliendo con nuestras propias obligaciones hacia Dios y hacia nuestro prójimo, todo anda bien, y sería incorrecto que el Estado interfiriera con su autoridad para cambiar lo que estamos haciendo bien. Sin embargo, cuando las acciones de varios ciudadanos atacan al orden justo que debe de prevalecer entre todos los ciudadanos, la responsabilidad del Estado es defender este orden (y así servir al Bien Común) con el uso propio de su autoridad.
El origen de la autoridad no es una persona, ni su consentimiento
Algunos creen que "el consentimiento de los gobernados" es el origen de la autoridad de un gobierno. Vamos a examinar este concepto, primero en el contexto de una sola persona, y después en el contexto de un grupo (una sociedad) de personas.
Los que piensan que una persona puede "pasar" la autoridad sobre sí mismo a cualquier otra persona, proponen que si consientes (convienes) en dejar a la otra persona el "poder" de mandarte a ti qué hacer, has dado a la otra persona una cierta "autoridad" sobre ti que, al principio, no poseyó. Implícita en este argumento está que tenías una cierta autoridad sobre ti mismo que podía ofrecerse a otros.
Para comenzar, ¿tenemos lo que se puede llamar "autoridad" sobre nosotros, y, si es así, dónde reside? La siguiente pregunta sería, "¿Podemos ofrecerla a otros?"
Nuestra alma tiene una variedad de facultades (habilidades), como la habilidad de pensar o juzgar, pero no se llama "autoridad" la habilidad de una parte de un ser humano de controlar a otra parte de la misma persona. Nuestro cuerpo se mueve por las facultades de nuestra alma, como la facultad de nuestra inteligencia que puede influir la facultad de nuestra voluntad para motivarnos a hacer algo, como obedecer, o aceptar lo que alguien quiera que hagamos.
Del mismo modo que no podemos pasar a otra persona nuestra habilidad de pensar, esta habilidad (facultad) del alma que manda a nuestro cuerpo qué hacer, tampoco es algo que podemos pasar a otros. De hecho, no podemos pasarle a nadie nuestra habilidad de pensar, o de elegir, o de obedecer, es decir, el funcionamiento de todo nuestro libre albedrío y cuerpo, y tampoco podemos pasarle a alguien nuestra alma.
Podemos someternos a lo que dice alguna otra persona. Por ejemplo, podemos decirle a un doctor, "hágame lo que quiera", es decir, decidir someternos a la sabiduría del que ocupa el cargo de doctor, pero no hemos creado la "autoridad" de su cargo que existe por su responsabilidad de curar a los enfermos. Podemos decidir obedecer a este doctor en particular, por la confianza que tenemos en él (para ayudarnos a cumplir con nuestra responsabilidad de cuidarnos), pero ni por reconocer sus habilidades, ni por decidir tener confianza en lo que nos dice, hemos creado en el doctor una autoridad nueva, ni hemos quitado de nosotros nuestra responsabilidad de cuidarnos.
En contraste con la autoridad, el consentimiento se origina dentro de nosotros. Aunque no podemos pasarle a otra persona nuestra habilidad de consentir, podemos ofrecer a cualquier otra persona nuestro consentimiento, sin conferirle una autoridad que ninguno de nosotros tuvimos.
El origen de la autoridad no es una sociedad, ni su consentimiento
Ahora, vamos a examinar la idea que "la gente", en el contexto de una sociedad de personas, es el origen de la autoridad de su gobierno.
La necesidad de una sociedad de tener alguna manera de gobernarse está arraigada en nuestra naturaleza humana (en la manera en que nos hizo Dios) y, por eso, el reconocimiento y expresión de esta necesidad es totalmente natural. También, es natural que los miembros de un país, dentro del marco de las leyes de Dios, decidan entre sí la forma de su gobierno, los límites de su poder, los derechos intocables de los ciudadanos, las leyes que todos los que se encuentran en ese país tienen que obedecer, etc., y terminan escribiendo sus conclusiones en un documento ("Constitución", o "Carta Magna").
Al mismo tiempo, desde el inicio de este proceso, no toda "la gente", en tal país, va a pensar igual sobre la forma de su gobierno, ni de quién debe de gobernar, etc., etc. Esta situación tan normal trae una buena pregunta: ¿Cuántas personas, en un país democrático, van a decidir, por todas, cuáles serán sus leyes, quién va a gobernar, etc., etc._
Aceptamos que la frase "la gente" significa la mayoría (el 51%) de todos los ciudadanos. Aunque todas las escuelas gubernamentales, mas la Iglesia misma, dicen que todos tenemos la obligación de votar, la experiencia de países "democráticos" nos enseña que siempre son menos, y a veces muchos menos, los ciudadanos que expresan su voluntad votando en cualquier elección. El resultado es que mucho menos de 51% de los ciudadanos son los que van a decidir cuáles serán las leyes del país y quiénes van a gobernar. Es decir que, casi siempre, son una minoría los ciudadanos que pueden votar, en cualquier país, los que deciden por todos.
Considere que la "voluntad de la gente" es muy susceptible a la propaganda de los que tienen acceso a los medios de comunicación para presentar su "punto de vista". Por eso, no es imposible que la "voluntad de la gente" sea manipulada. Recuerden que los que gritaban "hosanna" el domingo, gritaban "crucifícalo" el siguiente viernes.
Además, son muy pocas las personas que realmente han tenido el tiempo de estudiar un asunto importante, mas sus consecuencias, para votar realmente inteligentemente. Es por eso que, en un país democrático, hay tantos anuncios políticos, cada grupo tratando de influir en la voluntad de los demás; cada candidato proclamándose como el candidato de "toda la gente" con argumentos emocionales, para influir hasta aceptar su punto de vista.
Aunque la mayoría de los ciudadanos quieren vivir en paz y no van a luchar en contra de su gobierno, ¿cómo podemos decir que en un país democrático, la minoría activa (usualmente menos de 30% de todas las personas del país, que pueden votar) es el "origen de la autoridad" de su gobierno? ¿Y cómo es que el que gana puede decir que su "victoria" representa la voluntad de (toda) la gente? La única manera que el, o los que ganan una elección pueden servir "a toda la gente" de un país, es por servir al Bien Común de todos.
¿Son los ciudadanos, de cualquier manera, el origen de la autoridad?
También podemos ver el tema de la autoridad de un gobierno usando la regla que "una persona no puede dar lo que no ha recibido". ¿Puede un hombre (que no ocupa un cargo de autoridad) poseer la autoridad de gobernar solamente a una persona, más que a un país entero? Obviamente que no. Intente tocar ligeramente el hombro de alguien y decirle, "de ahora en adelante, yo le voy a gobernar a usted".
Si un solo hombre no puede darse a sí mismo la autoridad de gobernar a solamente una persona, ¿cómo pueden dos, tres o mas de ellos juntos dar lo que ninguno de ellos posee (la autoridad de gobernar a otros) a un rey, a un presidente, o a un gobierno entero? Puede un grupo de gente, por ser un grupo, crear u ofrecer una autoridad que ninguno de sus miembros posee? Obviamente que no.
La autoridad, ejercida por ciertas personas (debido al cargo que ocupan) para gobernar sobre una nación entera (o la Iglesia entera) viene, no de abajo, sino de arriba; no de la gente, sino de Dios, el Único que tiene en sí mismo el derecho de gobernar sobre cualquier parte de Su Creación (porque la creó). Dios comparte su autoridad SOLAMENTE con los que ocupen un cargo de Su autoridad, ya sea el cargo de un papá, una profesora, un sacerdote, un obispo, un presidente, un rey, etc.
Los miembros de una nación pueden ponerse de acuerdo en reconocer la necesidad de un cargo de autoridad sobre ellos mismos; pueden establecer la forma de su gobierno, y también pueden definir la manera de funcionar o aplicar la autoridad, que reside en los cargos, dentro del marco de la Ley Moral de Dios, pero la necesidad de que existan estos cargos, y la autoridad que reside en todos estos cargos de su gobierno, vienen del Creador de todo, y no de ninguna mayoría o minoría de los ciudadanos.
La Autoridad: Nace de Dios. Puedes reconocerla, o no. Puedes obedecerla, o no. Puedes respetarla, o no. Si la tienes, puedes compartirla, o no. Puedes, con otros, designar a quien va a recibirla, pero, no nace de ti, ni de otros.
El Consentimiento: Nace de ti. Puedes ofrecerlo o no. Puedes expresarlo por tu obediencia, o no. Puede facilitar el funcionamiento de la autoridad que posee alguien por su cargo de responsabilidad, pero el origen de su autoridad no lo es, ni la de cualquier otra persona.
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CAPÍTULO III … La AUTORIDAD del GOBIERNO – Segunda Parte
DISCUSIÓN (Continúa) –
Como hemos visto, el consentimiento de un ser humano, o un grupo de seres humanos de obedecer a alguien no tiene nada que hacer con crear su autoridad. No son los hijos el origen de la autoridad de sus padres, ni son los ciudadanos el origen de la autoridad de su gobierno.
La autoridad puede funcionar aún sin nuestro consentimiento
¿Reciben los papás su legítima autoridad para regir sobre su familia "del consentimiento de los gobernados"? Por supuesto que no. Los niños que piensan en obedecer a sus papás solamente cuando quieran, se arriesgan a no poder sentarse por un ratito.
Otras personas, por el cargo que ocupan, pueden tener una legítima autoridad sobre nosotros, aunque no deseemos reconocerla. Si un policía nos dice "párese" cuando estamos manejando, es mejor reconocer que tiene alguna autoridad sobre nosotros, aunque sea sin nuestro amable consentimiento. Si no queremos reconocer su autoridad, puede ser que pasemos un ratito en la cárcel, para reconsiderar nuestra posición.
Obediencia y obediencia ciega
La obediencia no crea la autoridad de un cargo de responsabilidad, y la desobediencia no quita la autoridad que reside en un cargo de responsabilidad. Podemos decidir obedecer (o no obedecer) a cualquier persona, ya sea un amigo, un doctor, un papá, hasta al presidente del país, sin darle o quitarle la autoridad que posee por ocupar un cargo de responsabilidad.
Aunque los ciudadanos tienen la obligación de obedecer las leyes justas de su Estado, esto no significa que los ciudadanos les deben una "obediencia ciega" a los oficiales de su gobierno. Todos sabemos que cada persona que ocupa un cargo del gobierno sufre de los mismos efectos del pecado original que todos llevamos. Dios no dio a los del gobierno una protección infalible respecto a sus leyes o conducta. Los ciudadanos tienen el deber de comparar las leyes y acciones del Estado con lo que enseña Dios por sus Mandamientos y por su Iglesia.
Cuando haya un conflicto verdadero entre lo que una persona del gobierno quisiera que hiciéramos y lo que Dios ha ordenado que hagamos con sus Diez Mandamientos, o con las enseñanzas morales de Su Iglesia, tenemos el deber de obedecer a Dios y no al hombre. Una buena regla a seguir, para vivir en paz con aquellos alrededor nuestro, es obedecer lo que pide alguien con autoridad que hagamos, mientras no esté en contra de la Fe o la Ley Moral de Dios.
El derecho del gobierno de decir "no".
También sería absurdo para esas personas en el gobierno obedecer ciegamente (es decir, solamente) la "voluntad de la gente", porque "la gente" también lleva los efectos del pecado original. Ten esto en cuenta cuando oyes que los gobiernos "deben de seguir (solamente) la voluntad de la gente, porque los gobiernos son instituidos por la gente". Mientras que "la gente" puede "instituir" a su gobierno, la autoridad que "respira" ese gobierno viene sólo de Dios, y ningún gobierno tiene el derecho de emplearla en contra del Bien Común, aunque lo quiera "la gente".
Mientras que un gobierno tiene la responsabilidad de escuchar los agravios de los gobernados, debe actuar solamente para promover el verdadero Bien Común de todos, y eso puede significar que diga "no" a lo que quieren hacer algunos, o posiblemente muchos de los ciudadanos. Un ejemplo del uso del "no" en estos días, trata con lo que se llama la "clonación". Muchos gobiernos del mundo han dicho "no" a este atentado de sus ciudadanos en contra de la Ley Natural-Moral de Dios.
De hecho, un gobierno puede gobernar solamente si tiene el poder de decir "no" a sus ciudadanos. Esto conduce a una pregunta interesante: ¿Si un gobierno se instituye solamente para "seguir la voluntad de la gente", cómo puede decir "no" a la gente para su propio bien? Los ÚNICOS gobiernos, sean cuales sean sus formas, en que los gobernados pueden confiar que van a servir a su Bien Común y a la voluntad de Dios, son los que pueden decir "no" a una inmoral o injusta petición de sus ciudadanos.
Los ciudadanos que crean que tienen una "soberanía" que no poseen, hacen daño al Bien Común, porque piensan que puedan tener "derechos" y "libertades" (como destruir una vida humana por el aborto) que la Iglesia y el Estado, usando su justa soberanía, deben de negarles, para el Bien Común de todos.
El derecho de los ciudadanos a decir "no"
El "otro lado de esta moneda" es el derecho de los ciudadanos a decir "no" a los del gobierno que utilicen su cargo de autoridad para dañar al Bien Común. Las acciones de un gobierno que disminuyen la práctica de la Fe o de la moralidad, dentro de una nación, NUNCA van a servir a su Bien Común.
El recurso final de los ciudadanos que sufren bajo un gobierno (o de un oficial del gobierno) que TOTALMENTE rechaza su responsabilidad de servir al Bien Común, es unirse, para cambiarlo por otro que los sirva de verdad.
Soberanía y Consentimiento de la Gente
La idea de que el conjunto de los ciudadanos poseía una cierta "soberanía" sobre su gobierno surgió de la necesidad de la gente de protegerse de varias injusticias de su gobierno. Aunque la necesidad (y derecho) de protegerse de la injusticia de su gobierno existe, el concepto de la "soberanía de los ciudadanos" no es su fundamento. El derecho de cualquier persona, hasta una sociedad entera, de protegerse de cualquier mal es de ellos por justicia y no por una supuesta "soberanía" sobre los demás.
Si alguien utiliza su posición de autoridad PARA DESTRUIR el Bien Común, los ciudadanos de esa nación tienen el derecho de protegerse, para cambiar a esa persona por otra que va a servir al Bien Común. Recuerde que es el propósito de la justicia el proporcionar a cada uno lo que debe ser. El derecho de los ciudadanos de formar un gobierno que sirva a su Bien Común es de ellos por JUSTICIA, y no por su supuesta "soberanía". Es la dignidad (no la "soberanía") de cada ser humano, por reflejar la imagen de Dios, lo que pone un límite a lo que cualquier persona o gobierno puede hacer en su contra.
Aunque nuestro Consentimiento no es el origen de ninguna autoridad, el general "consentimiento de la gente" puede designar o aceptar la forma de su gobierno, puede no oponerse al establecimiento de los cargos de responsabilidad y quiénes los van a ocupar, los límites de la autoridad (responsabilidad) de cada cargo, etc., pero la autoridad que ejercita este gobierno, aunque depende de ese consentimiento para funcionar pacíficamente, le vino de arriba. De ahí en adelante, el "consentimiento de los gobernados" trata, principalmente, con su obediencia.
El propósito de la soberanía del gobierno
Un criado tiene un rango más bajo que la persona a la que él sirve. Un rey rige. En nuestras mentes, tenemos el concepto de que los reyes son "soberanos", porque mandan a otros.
Pero Jesucristo, el Rey de los reyes, demostró a sus Apóstoles durante la Última Cena, al lavar los pies de sus Apóstoles, que Él vino para servir a la humanidad. ¿Hay una conexión entre gobernar y servir? Para entender mejor el propósito de la "soberanía", miremos cómo Nuestro Señor Jesucristo, el Rey de reyes, ejercitó su divina soberanía mientras estuvo en la tierra.
Por obedecer la voluntad de Su Padre hasta la cruz, Jesucristo enseñó, con su ejemplo, que los soberanos deben de OBEDECER a su Dios, Padre. Al lavar los pies de los Apóstoles, Jesucristo enseñó que la manera de gobernar es SERVIR. Al reprocharle a Pedro, Jesucristo enseñó que los soberanos deben de GOBERNAR por la voluntad de Dios, y no de los hombres. Al morir en la cruz, Jesucristo enseñó que el último propósito de la soberanía es ayudar a toda la humanidad para unirse a Dios.
Siguiendo estos ejemplos, los que gobiernan deben de: (1) obedecer a Dios, Padre; (2) servir a aquéllos para quienes son responsables; (3) gobernar para el Bien Común de todos, y (4) tratar de unir a los gobernados con Dios.
En Conclusión…
Porque Dios es el Supremo Soberano, un cargo de autoridad es "soberano" solamente hasta la medida en que Dios le comparte algo de su autoridad, y SIEMPRE es menos soberano que Dios.
Nuestro Señor, al morir en la Cruz y al lavar los pies de sus discípulos, nos dio un ejemplo de que el "líder" esta al servicio de los demás. En este sentido, el propósito del gobierno, siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor, es usar su "soberanía" para servir a sus ciudadanos. El servirle a alguien no significa darle autoridad (o "soberanía"), sino significa el uso correcto de la autoridad ("soberanía").
Autoridad es como el fuego y, como al fuego, hay que usarla con mucho cuidado. Es un don de Dios que se encuentra en los cargos de responsabilidad, para ayudar a todos nosotros a vivir humanamente. Como el fuego, se puede usar para el bien de la humanidad, pero como el fuego, se puede abusar. El abuso de cualquier don de Dios nos hace daño, y el abuso del don de la autoridad puede hacernos mucho daño, también.
Para satisfacer la responsabilidad de hacer lo que es posible y necesario para obtener su propio Bien Común, los miembros del cuerpo social llamado "el Estado" pueden designar o elegir a quién entre ellos va a gobernar; pueden decidir entre sí mismos la "forma" de su gobierno y definirla en una constitución, pero la pasajera "Voluntad de la gente" (en realidad, la voluntad de solamente una parte de "la gente") no es y nunca será el origen de la autoridad, ni de la "soberanía" que gobierna su país.
Al fin de cuentas, NO es "la gente", ni su "consentimiento", el ORIGEN de la autoridad que reside en su gobierno. Es Dios. Sólo Dios es el origen de toda autoridad, que AMBOS, la gente y sus gobiernos, deben de servir por su obediencia, para conseguir su propio Bien Común.
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CAPÍTULO IV… GOBIERNOS Y EL ORDEN CORRECTO
DEFINICIÓN: Los asuntos del Estado están en su "orden correcto" cuando se realizan en armonía con las leyes naturales y sobrenaturales de Dios.
PROPÓSITO: Cuando los asuntos del Estado están en su "orden correcto", facilitan que los ciudadanos vivan en paz con Dios y con los demás.
FUNDAMENTO: Las leyes de Dios (natural, moral y sobrenatural) son el fundamento de todo el orden correcto.
EJEMPLO: Las leyes de Dios gobiernan la relación entre todas las partes de Su Creación. La ley de la gravedad establece un orden entre todos los objetos físicos del universo. Las Leyes Morales de Dios, como la de la Justicia, establecen un orden correcto entre todas las personas de un país. Cuando nuestras acciones están en armonía con las leyes de Dios, el orden que resulta siempre nos trae buenas consecuencias.
ABUSO: El desorden resulta por cualquier acción que ignora las leyes naturales y sobrenaturales de Dios. Aparte de los milagros, estas leyes de Dios nunca dejan de funcionar, y el ignorarlas siempre nos trae dolorosas consecuencias.
DISCUSIÓN
El orden físico que vemos en el universo resulta por la operación de las leyes físicas de Dios. La Luna permanece a la distancia correcta de la tierra, según las leyes de la gravedad y las de la fuerza centrífuga.
Como existen las leyes físicas de Dios para mantener cosas físicas "en su pista" a través del universo, existen las leyes morales de Dios para mantener cosas humanas "en su pista" dentro del Estado. Un gobierno que no hace caso de las leyes de Dios trastornará el orden del Estado, tanto como un planeta, por no hacer caso (si pudiera) a la ley de la gravedad, trastornaría el orden dentro del universo.
La ley de Dios y la ley positiva
Al fin de cuentas, todo se gobierna por las leyes de Dios, y muchas de estas leyes que gobiernan Su Creación se aprenden por nuestra inteligencia y experiencia.
Cuando Dios hizo toda su Creación física, creó con ella todas las leyes físicas necesarias para las estrellas, planetas, océanos, etc., para que cada cosa física pueda cumplir con su propósito. Los científicos descubren estas leyes y las apuntan en ecuaciones llamadas las "leyes de la física", pero la manera de funcionar estas leyes es también visible por la experiencia humana.
Dios también creó las leyes necesarias a la naturaleza humana para poder cumplir con su propósito, es decir, para obtener la felicidad eterna y un reflejo de esta felicidad aquí en la tierra. Estas leyes se encuentran en los Diez Mandamientos de Dios y la enseñanza de Jesucristo, que se explican por la enseñanza de la Iglesia Católica. La manera de funcionar estas leyes también es visible por la experiencia humana.
Al redactar las Leyes Naturales de Dios, les llama la "Ley Positiva". Idealmente, esta Ley debe de ser la ley del Estado, que influye en las acciones de los ciudadanos, así que todos puedan lograr su Bien Común. El IDEAL es que la Ley Moral de Dios se refleje en las leyes de cualquier nación. La OBLIGACIÓN de los que gobiernan el Estado es gobernar según este ideal. Lo más cerca a este ideal que un Estado se gobierne, más completa será la justicia y paz experimentadas por sus ciudadanos.
Que unos gobiernos no cumplen con su obligación de lograr este ideal es evidente, por varias leyes encontradas entre las naciones. El hecho de que la Suprema Corte de los EE.UU. legalizó el aborto demuestra la distancia entre la ley de algunos gobiernos y la Ley de Dios, que dice, "no matar". Cuando la ley de una nación se opone a la Ley de Dios, tal ley no obliga a los ciudadanos a conformarse con ella, de ninguna manera. Al contrario, el mismo gobierno y los ciudadanos tienen la obligación de hacer todo lo posible y prudente para corregirla.
Subsidiaridad
Cualquiera que sea la forma de un gobierno, son seres humanos a quienes gobiernan. Algunos, cuando ocupan un cargo de autoridad, tienen la tendencia de gobernar demasiado. Cuanto más un gobierno domina, más grande se vuelve. Hay un cierto equilibrio entre el poder del gobierno, por un lado, y la independencia de la gente y sus instituciones, por el otro. Un gobierno que gobierna tanto, consigue destruir la libertad de sus instituciones (como la institución de la familia), en vez de protegerlas.
La luna permanece a la distancia correcta de la tierra porque la fuerza de la gravedad (que la jala hacia la tierra) y la fuerza centrífuga (que la jala por la otra dirección) están en equilibrio. La ley de balance que mantiene el poder de un gobierno a su propia distancia (no tan lejos, ni tan cerca) de lo que gobierna, se llama "Subsidiaridad".
Para entender este equilibrio recuerde que, para formar a una nación, varias familias individuales se unieron en comunidades, para lograr su bien común. Tales comunidades pueden hacer ciertas cosas INDEPENDIENTEMENTE, para sí mismos, SIN la necesidad de un gobierno nacional, por ejemplo, proporcionarse una protección local de bomberos y de policía.
También, las familias pueden hacer ciertas cosas INDEPENDIENTEMENTE de la comunidad en que se encuentren, por ejemplo vestir y enseñarles muchas cosas a sus hijos. (Recuerde que el ESTADO fue formado para proporcionar, a esas familias y comunidades, SOLAMENTE las cosas necesarias que, ni las familias, ni las comunidades podían proporcionarse a sí mismas). Así es que el orden dentro del Estado refiere al orden dentro y entre todas las familias, comunidades y asociaciones que se encuentran en el Estado. Estas familias, comunidades, asociaciones, etc., se llaman "elementos".
El gobierno del Estado existe para servir a todos sus "elementos", y una parte de lo que el gobierno protege, para lograr el Bien Común de sus ciudadanos es la INDEPENDENCIA apropiada de cada uno de sus elementos. El gobierno ideal del Estado es el que deja a cada uno de sus elementos manejar sus propios deberes lo mas independientemente que sea posible, y que le presta ayuda a un elemento SOLAMENTE cuando se necesita, sin quitarle su independencia. Así es que, los que gobiernan, puedan preservar la propia independencia, y no destruirla, de cada elemento que forma el Estado.
Subsidiaridad en la familia
Quizás una "mirada" a la familia hará más claro el significado del principio de la "subsidiaridad".
Dentro de una familia, (como dentro del Estado), hay muchos quehaceres que alguien tiene que hacer. Alguien tiene que ganar el dinero necesario para comprar alimentos, para pagar a los doctores y para comprar un hogar, pagar la electricidad, etc. Alguien tiene que enseñar, vestir y alimentar a los niños. Alguien tiene que cocinar y limpiar los hogares y trastos. Hay tareas que hacer, como tender las camas, lavar las sábanas, alimentar a los animales domésticos, y cada uno de estos trabajos necesita a alguien.
Para el buen funcionamiento de la familia, hay que repartir (ordenar) todos esos trabajos entre los miembros de la familia, según sus cargos y sus habilidades, y eso establecerá un orden, dentro de la familia, que le ayude a funcionar para el bien de todos. Por ejemplo, decimos que es el papá el que tiene el cargo de proteger a su familia, y de ganar el dinero necesario para poder alimentar y cuidar a todos los miembros de su familia; que es la mamá la que va a cocinar y vestir a los niños; que son las hijas las que van a extender las camas y lavar los trastos, y que son los hijos los que van a alimentar a los animales.
Cuando cada miembro de la familia haga el trabajo asignado, los demás miembros tienen tiempo para cumplir con los suyos. Cuando un miembro se enferma, es por caridad que un hermano le ayude a cumplir con su quehacer, durante la temporada de la enfermedad. Pero, si un miembro, por flojera, no hace su deber, se introduce en la familia un desorden, que daña la tranquilidad de la familia.
Por otra parte, si una persona hace lo que debe y puede hacer algún otro miembro de la familia, se disminuye la independencia de ese otro miembro. Por ejemplo, si el papá hace las tareas matemáticas de su hijo y no deja a su hijo hacerlas por sí mismo, ese hijo, por no tener la práctica necesaria para aprender las matemáticas, ha perdido la parte de su futura independencia que depende de su habilidad matemática.
Este orden correcto dentro de una familia, que se establece cuando el papá deja a cada persona que haga su propio trabajo, y ayude a los hijos solamente cuando es necesario, y de tal manera que no le quite su futura independencia, beneficia, obviamente, a la familia entera. Este orden dentro de la familia que hemos descrito, cuando se aplica al Estado, ejemplifica el principio católico de la subsidiaridad.
El principio de subsidiaridad preserva el equilibrio, así que cada elemento del Estado cumple con sus deberes, mientras los elementos "superiores" protegen la independencia apropiada de cada elemento inferior. El resultado es que el Estado, dejando a cada uno de sus elementos cumplir con sus deberes a su nivel sin una interferencia innecesaria de un elemento superior, así se protege la independencia de cada elemento, qúe conduce al desarrollo personal de todos sus miembros.
El deber de establecer y mantener el orden de la subsidiaridad dentro de la familia corresponde a los padres. El deber de establecer y mantener el orden de la subsidiaridad dentro del Estado corresponde a los que gobiernan el Estado, así como el deber de establecer y mantener el orden de la subsidiaridad dentro de la Iglesia corresponde a los que gobiernan la Iglesia.
Los errores del Totalitarismo y de la Anarquía
Totalitarismo es un "ismo" que influye a los gobiernos a controlar virtualmente todo, del nivel de las familias hacia arriba, incluyendo a los negocios y asociaciones privadas. Totalitarismo viola el principio de la subsidiaridad, por gobernar demasiado. Su nombre viene de la palabra "total".
Este mismo "ismo" se practica cuando los que ocupan cargos de autoridad, tratan de controlar asuntos fuera del área de su propia responsabilidad. Por ejemplo, si autoridades del gobierno se pusieran en control directo de los sindicatos, o si miembros de la jerarquía de la Iglesia se pusieran en control directo de las organizaciones laicas de su parroquia, sería un acto "totalitario".
El contrario de totalitarismo es la anarquía. (An-arquía significa literalmente "sin regla"). Por ejemplo, anarquía ocurre cuando no hay aplicación de la justicia. Esta carencia de justicia resulta en caos, destruyendo el Bien Común. Anarquía es un ataque terrible en contra del orden propio del Estado, es decir, del Bien Común de los ciudadanos, y viola el principio de la subsidiaridad por falta de gobierno.
Todos los métodos legítimos de gobernar evitan estos dos extremos.
Cómo la Autoridad pasa de una Persona a Otra
Hay dos maneras legítimas para seleccionar quién va a gobernar: (1) por la sucesión, (2) por elección o nombramiento (elegir a alguien es simplemente una manera de nombrarlo).
Usualmente, cuando muere un rey, el nuevo sube al trono por su consanguinidad con el rey anterior. El designar así al futuro rey proporcionó una manera mucho más pacífica de seleccionar al siguiente rey, que permitir a todos los que querían gobernar la oportunidad de juntar a sus soldados para decidir, en un campo de batalla, quién era el "más fuerte", y por la mera fuerza, decidir quién iba a gobernar.
La sucesión pacífica, basada sobre herencia, también ofrecía un conocimiento de quién podría ser el "siguiente", y por eso, la oportunidad de proporcionarle un entrenamiento bien intensivo, y así prepararlo para la responsabilidad que él va a tener cuando llegue al trono.
Otra forma de sucesión pacífica se practica en varios países, que es por elección. Pero si muere el presidente durante su sexenio, en vez de decidir quién va ser el presidente por elección o consanguinidad, usualmente la sucesión inmediata es una decisión política. Si un presidente no puede servir, el vicepresidente asume el cargo de presidente. Si el vicepresidente no puede servir, el orden de la sucesión depende de la Constitución del país. Esto significa que es posible que alguien que no fue elegido pueda gobernar a un país "demócrata" por una temporada, posiblemente años.
Orden correcto y el deber de los ciudadanos
Los ciudadanos tienen la obligación de asistir a mantener un orden pacífico en su Estado. Mucho depende de nosotros. El uso correcto del don de hablar ayuda mucho a establecer un orden pacífico (en ambos, la Iglesia y el Estado) para alabar a Dios, expresar gratitud, pedir perdón, enseñar y decir solamente lo que es verdad, etc., etc.
Por otra parte, el mal uso de la palabra (elogiar hechos malvados, mentir, promover la injusticia), siempre causa un descuerdo entre los ciudadanos, que ataca al orden pacífico del Estado. Por esta razón, SOLAMENTE el uso CORRECTO del "discurso libre" está al servicio de toda la humanidad, al servicio del orden público y, por eso, digno de defender. Al contrario, el mal uso del "discurso libre" para proteger la pornografía no es digno de defender.
Mientras que los gobiernos toleren algunas "malezas" en el jardín del Estado para proteger el "trigo" del "discurso libre", o cualquier otra libertad anhelado por los hombres, como en cualquier jardín, cuanto más se toleren las malas hierbas, menos bueno será el jardín.
En Conclusión…
Hemos hablado de cuatro clases diversas del "orden", y cómo se relacionan con el Estado. (1) El orden del balance, llamado "Subsidiaridad"; (2) El orden de "Sucesión"; (3) El orden de la Justicia que produce la paz, y (4) el orden producido por las leyes Naturales y Sobrenaturales de la Creación, que la soberanía tiene que servir para lograr el Bien Común.
Concluimos mencionando la obligación que tenemos todos nosotros de utilizar nuestras libertades, tales como la libertad del "discurso", solamente para promover el Bien Común de nuestro Estado.
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CAPÍTULO V … GÉNEROS de GOBIERNOS
DEFINICIÓN: La forma de un gobierno, entre otras cosas, se determina por la manera en que un soberano sucede al otro, por la distribución de autoridad dentro del gobierno, y por la manera en que se determinan las leyes.
PROPÓSITO: El propósito de la "forma" de un gobierno es para servir mejor al Bien Común.
FUNDAMENTO: Dios permite que la gente establezca la forma del gobierno que va a recibir Su autoridad.
EJEMPLO: Ejemplos de varias formas básicas del gobierno son: (1) Monárquica (la última responsabilidad de servir el Bien Común es de un solo hombre o "rey"), (2) Aristocrática (la última responsabilidad de servir el Bien Común es de un grupo de individuos que juntamente gobiernan para servir el Bien Común), (3) Republicana (la idea de que los ciudadanos participen en varios aspectos de su gobierno por sus representantes), y (4) Democrática (la idea de que el Bien Común se logra por la participación directa de ciudadanos en varios aspectos de su gobierno).
ABUSO: Cualquier forma de gobierno es abusada cuando se utiliza para lograr un propósito opuesto al Bien Común de los ciudadanos.
DISCUSIÓN
NINGUNA forma del gobierno permite que CADA UNO gobierne. Es lógicamente IMPOSIBLE que cada uno, en una nación, gobierne. (Piénselo… En una línea de la autoridad, de arriba abajo, empezando con el presidente, y cada persona gobernando a la persona abajo de él, a quién va a gobernar la ultima persona en esta línea de autoridad?). Por eso, en TODAS LAS formas de gobierno, hay una diferencia entre los que gobiernan y los gobernados. También, entre los que gobiernan, hay diferentes niveles de autoridad.
Tres formas básicas del gobierno
Dejando de lado las formas corruptas de gobernar, existen tres formas básicas de gobernar: (1) una monarquía, (2) una aristocracia, (3) una democracia.
La cosa interesante de estas formas, o de cualquier combinación de estas formas de gobierno, es que TODAS tienen el mismo propósito (el servir al Bien Común); TODAS reciben su autoridad del mismo origen (Dios); TODAS tienen las mismas obligaciones hacia Dios y humanidad; TODAS, con su armada y policía, tienen un monopolio de poder entre el Estado, y por eso, TODAS pueden ayudar o abusar a la humanidad. por el buen o mal uso de su poder.
De la corrupción humana, ninguna forma de gobierno, y ninguna constitución va a proteger a los que gobiernan, ni a los gobernados. La unión Soviética tuvo una constitución "democrática" pero los ciudadanos sufrieron mucho, y no pudieron cambiar su gobierno. Los ciudadanos de cualquier país sufren con la existencia de la corrupción dentro de su gobierno, y entre su pueblo.
El único remedio para proteger las verdaderas libertades de un país es el deseo de los que gobiernan, y el deseo de los gobernados, de manejarse según las leyes de Dios. Si la tendencia de los que gobiernan es ejercer más poder sobre los gobernados (en contra de la ley de subsidiaridad), el alcance de ese mal depende de la habilidad de los gobernados para defenderse.
Esto significa, que para lograr el Bien Común, ningún rey, presidente o grupo de gente debe de hacer cualquier cosa que desee, aunque pueda. También significa que ninguna mayoría de ciudadanos deben de votar por cualquier cosa que deseen, aunque puedan. Para lograr el Bien Común, siempre hay que medir lo que queremos hacer con lo que Dios nos ha mandado.
Formas mezcladas de gobierno
El hecho de que diversas naciones sean gobernadas bajo diversas formas de gobierno, es simplemente un hecho de la vida. Cuando hay diferencias entre las cosas, estamos siempre interesados en saber "cuál será la mejor" de las opciones. Aristóteles se dirigió al lado práctico de esta pregunta,
diciendo que la mejor forma de gobierno era la que sus ciudadanos aceptarían.
Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, sin embargo, vieron el mejor gobierno posible (si la gente lo aceptaba) como uno que combina tres formas: (1) monarquía (una sola persona es responsable por el Bien Común); (2) aristocracia (un grupo de los más capaces son responsables por el Bien Común); y (3) democracia (que permite que los ciudadanos participen directamente, y por sus representantes, para conseguir su Bien Común). Las mezclas de estas tres formas para gobernar son comunes.
Una república bien constituida, por ejemplo, es una forma mezclada de gobierno. Es "monarquía", como se relaciona con la presidencia; aristocrática, como se relaciona con el senado; y democrática, como se relaciona con el proceso electoral.
Sin embargo, sea cual sea la forma de un gobierno, la autoridad siempre se comparte, entre la persona que ocupa el cargo supremo del país, y los que gobiernan abajo de él; entre reyes y príncipes; entre presidentes y gobernadores; entre alcaldes y diputados. Esto es natural, porque ninguna persona, ni ningún grupo de gente, puede servir a todas las necesidades que fomenta el Bien Común de una nación entera. (Imagínese a una persona, o a un pequeño grupo de gente intentando solucionar, jurídicamente, todos los conflictos entre todos los ciudadanos de una nación, mas el resto de los problemas económicos, del trabajo, del comercio exterior, del manejo de un ejército y una marina, etc.).
Al mismo tiempo, si no hay nadie "en la cima de la autoridad" para tomar decisiones finales, cuando hay "empates", la capacidad de gobernar para el Bien Común de una nación sufriría por irresolución e indecisión. Por esta razón, la forma más eficaz (de llegar a las decisiones necesarias y ponerlas en acción), y más común, tomando en cuenta la manera en que se gobierna una tribu, o una empresa, es la monárquica. Es interesante que aún en los EE.UU., con su forma de gobierno republicana-democrática, cuando hay una emergencia, se convierte en una forma muy monárquica, dando al presidente poderes de autoridad como si fuera el rey de su país.
Reinos
Lo primero hay que tomar en cuenta es que la corrupción de una monarquía se convierte en una dictadura. Durante la edad media, la estructura MONÁRQUICA incluía varias formas ARISTOCRÁTICAS y DEMOCRÁTICAS de gobernar. Los que manejaban el sistema judicial de un reino podrían ser considerados como una ARISTOCRACIA, al igual que los príncipes (como gobernadores) que estaban a cargo de varias partes del reino.
Los reyes, en esos tiempos, permitieron que los ciudadanos se organizaran en varias asociaciones DEMOCRÁTICAS, que sirvieron directamente al Bien Común. Las organizaciones comerciales, así como millares de confraternidades y de asociaciones que existieron en los reinos, durante la edad media, fueron formadas y manejadas por los ciudadanos, para servir al Bien Común, dentro del contexto de una monarquía.
Formas Monárquicas de las Empresas
En la cima de muchas empresas está el "presidente", o "CEO" (Chief Executive Officer – "Supremo Jefe Ejecutivo") – el "rey" responsable de Bien TOTAL de su compañía. Con menos autoridad, está la junta directiva (como "nobles") que aconsejan al presidente. Sirviendo a estos directores están varios encargados (como "señores") quienes son responsables por una parte del bienestar de la compañía, y por el bienestar de sus empleados inmediatos.
Las formas democráticas también existen dentro de la estructura monárquica de una empresa. En las empresas más grandes, como en IBM, los empleados frecuentemente pertenecen a varias asociaciones "democráticas" que manejan ciertas funciones relacionadas con el bien común de sus miembros. Tales asociaciones logran los bienes comunes de sus miembros, al solucionar problemas del grupo, sin dañar al Bien Común de la empresa entera.
Forma de gobierno de los EE.UU.
Los EE.UU. son gobernados por una forma mezclada de gobierno. La Rama Ejecutiva del gobierno tiene una forma monárquica, gobernada por un presidente, que puede hacer cumplir con sus "órdenes ejecutivos" en su "campo de responsabilidad".
La Rama Legislativa, llamada el "congreso", contiene algunos elementos de una democracia representativa. Sin embargo, mientras está dada la autoridad para formular las leyes, no puede hacerlas cumplir, ni decidir su constitucionalidad.
La Suprema Corte, establecida originalmente para decidir la "constitucionalidad" de las leyes de ese país, formuladas por la rama legislativa, se volteó en una "oligarquía", hace años, cuando legalizó el aborto, imponiendo una nueva ley como "Ley del País", no escrita por la rama legislativa, y en contra de casi 200 años de leyes estatales y Federales en ese país. (La ley de cada estado de los EE.UU. protegía la vida humana desde su principio). Esta desgracia prueba que ninguna forma de gobierno, ni ninguna forma de constitución, pueden proteger a un país, cuando los que gobiernan se deslizan de su responsabilidad de gobernar, según las leyes de Dios, para seguir la voluntad de las personas.
La forma de gobierno de la Iglesia
La Iglesia está gobernada por una forma no-hereditaria, monárquica de gobierno, que incluye, dentro de ella, otras formas, y en la cual un pobre campesino sacerdote puede ser elegido Papa. El Papa es protegido por la promesa de Nuestro Señor Jesucristo, solamente en decisiones de Fe y Moral, pertenecientes a toda la Iglesia, una protección que ningún gobierno estatal ha recibido. (Es por eso que es tan importante que el gobierno de una nación escuche a la Iglesia, con respecto a las leyes que afectan a la Fe y la Moral de sus ciudadanos).
La Iglesia Católica también tiene la promesa de Dios de existir hasta el fin del mundo, una promesa no dada a NINGUNA nación, ni a su gobierno, ni a ninguna otra iglesia.
Mientras que la Iglesia Católica tiene, sobre todo, una forma monárquica, esta forma abarca una forma aristocrática (idealmente, el "gobierno de los más capaces") en su "Colegio de los Cardenales" cuyos miembros eligen (democráticamente) al Papa, y gobiernan varias jurisdicciones en el mundo. Cada obispo es responsable por el bien común espiritual de TODOS, dentro de su diócesis.
Dentro de cada diócesis hay asociaciones libres de la parroquia, tales como la "Legión de María", para hombres y mujeres, la asociación de los "Santos Nombres de Jesús y María", para hombres, la "Sociedad del altar" para mujeres, etc. Estas asociaciones tienen una forma "democrática", porque sus miembros eligen a su "presidente" y trabajan directamente para algún bien común en su parroquia.
Que la Iglesia y los EE.UU. se gobiernan a través de formas mezcladas de gobierno es una realidad. Es también una realidad que de estos dos, solamente la Iglesia prohíbe el aborto, mientras que los EE.UU. le dan una protección legal. Esto demuestra que se necesita más que una forma de un gobierno, o una constitución, para asegurar que una nación satisfará su deber de gobernarse, según las leyes de Dios.
Formas de gobierno y su relación con la Iglesia
La forma de gobierno no exime a los que gobiernan de servir al ÚNICO origen de su autoridad: Dios. Por esta razón, la Iglesia no condena a una democracia, mientras que los que gobiernen reconozcan que tienen la obligación de servir a Dio, al gobernar para el Bien Común de los ciudadanos.
Las respuestas a cuatro preguntas resumen la relación de la Iglesia con cualquier gobierno, sea cual sea su forma: (1) ¿Si reconoce a Dios como el origen de su autoridad? (2) ¿Si están sus leyes en conformidad con la Ley Natural y Sobrenatural de Dios? (3) ¿Si protege los legítimos derechos de la Iglesia? (4) ¿Si sirve de verdad al Bien Común de sus ciudadanos?
Cualquier gobierno, sea cual sea su forma, que pueda contestar "sí" a estas cuatro preguntas, desde la monarquía a la democracia, no estará en contra de lo que enseña la Iglesia.
La degeneración de las formas de gobernar
El grado en que un gobierno, CUALQUIERA QUE SEA su forma, destruye el Bien Común, niega a la Iglesia su libertad de llenar sus responsabilidades hacia la humanidad, se rehúsa a reconocer a Dios como el origen de su autoridad, o hace cumplir leyes opuestas a las leyes de Dios; tales acciones injustas son evidencia de una tiranía.
Los que gobiernan pueden corromper CUALQUIER forma de gobernar. Esto es porque, los que utilizan un gobierno para servir a sus propios intereses egoístas, en vez de servir al Bien Común, son corruptos. Esto significa que, un monarca que intenta utilizar su posición de autoridad para servir a sus intereses egoístas, en vez de servir al Bien Común, es corrupto. Esto también significa que los que gobiernan en una democracia, si usan sus posiciones de autoridad para servir sus propios intereses egoístas, en vez de servir al Bien Común, también son corruptos.
Una monarquía degenerará en una tiranía cuando el rey intente servir a sus propios intereses. Una aristocracia degenerará en una oligarquía (el gobierno de un grupo para intereses egoístas), y una democracia degenerará en el dominio de la turba, cuando los ciudadanos intenten servir a sus propios intereses, en vez de servir al Bien Común. El dominio de la turba es llamada, por Aristóteles, "una tiranía nada menos terrible que la tiranía de los pocos".
En Conclusión…
De todas las formas de gobernar, la relación de un rey verdaderamente católico, es decir, un rey justo y misericordioso con su gente, refleja lo más posible la relación entre Jesucristo, Dios y "Rey de los Reyes", con los miembros de su "Cuerpo Místico", que es la Iglesia. Al mismo tiempo, el lograr el Bien Común de los ciudadanos depende más de las virtudes de los que gobiernan y los gobernados, que de la forma de su gobierno.
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CAPÍTULO VI … BUENOS y FALSOS PRINCIPIOS PARA GOBERNAR
DEFINICIÓN: Un principio es una regla que nos guía hacia algún bien.
PROPÓSITO: Los principios explícitos e implícitos en los Diez Mandamientos y la enseñaza de Jesucristo, sirven como guías para unir acciones humanas con la voluntad de Dios, para el bien de toda la humanidad.
FUNDAMENTO: La realidad de nuestra naturaleza humana es el fundamento de todos los buenos principios para gobernar.
EJEMPLO: Una realidad es que todos nosotros tenemos una naturaleza humana caída. Los gobiernos toman en cuenta esta realidad cuando hacen leyes justas y castigos apropiados para frenar las acciones injustas o inmorales de la humanidad caída.
ABUSO: Los gobiernos que piensan que la naturaleza humana es naturalmente buena, no aprobarán leyes y castigos apropiados para refrenar el mal que hace la gente.
DISCUSIÓN
Este capítulo utilizará lo que se llama la "igualdad del hombre", el "Bien Común" y el "orden público", para explorar el efecto de principios correctos y falsos para gobernar.
El "QUÉ", el "QUIÉN" y la igualdad
En el Capitulo III, hablamos del "qué" y del "quién" somos, con referencia a nuestros derechos. Ahora vamos a dar un repaso sobre este tema, con referencia a los principios para gobernar.
Cada persona, hecha a "imagen y semejanza" de Dios, comparte la misma naturaleza humana. En este sentido, la "igualdad del hombre", refiere correctamente a la "materia prima" de la humanidad, el hecho de que todos nosotros tenemos un cuerpo y un alma, y el don de "pensamiento racional". Desde el punto de vista de que todos somos seres humanos, (el "QUÉ" de nuestra existencia), todos somos iguales.
Qué aptamente fue expresada esta idea en la ceremonia del entierro usada por la familia real de los reyes de Habsburgo. Después de la Misa de Réquiem, el cuerpo real fue llevado a una puerta bloqueada, que conducía a donde se le iba a enterrar al rey difunto. Un representante de la familia real entonces golpeó la puerta, anunciando todos los títulos reales poseídos durante la vida del rey difunto, y pidió entrada. Al oír todos estos títulos reales, una persona dentro de este cuarto le negó la entrada. Los títulos fueron repetidos otra vez, y la entrada fue negada otra vez. Entonces el representante de la familia real demandó, en el nombre del difunto, el título que todos nosotros compartimos, pidiendo la entrada en el nombre "de un alma mortal y pecadora", y la puerta se abrió para su entrada.
Dios también agrega a nuestra "materia prima" (cuerpo y alma) una variedad de cualidades únicas que distinguen a un ser humano de todos los demás. Ni los gemelos tienen la misma personalidad. En este sentido, cada uno de nosotros es un "QUIÉN". Por esta razón, podemos decir que, mientras que todos nosotros somos iguales en "qué" somos, no somos iguales en "quiénes" somos.
¿Entonces, de qué manera podemos entender la "igualdad del hombre"? La única respuesta honesta que podemos dar es que somos iguales en el "QUÉ" somos, pero no en el "QUIÉN" somos.
Abusos del "qué" y del "quién" somos
Algunos sistemas de pensamiento atacan directamente al "QUÉ" somos. El comunismo, por ejemplo, ataca directamente al "QUÉ" somos, porque trata a los seres humanos como si fueran solamente una máquina de trabajo. La verdad es que aún un bebé deformado, todavía no nacido, posee la "materia prima" de la existencia humana (cuerpo y alma), y es igual en su esencia (lo que es) a la naturaleza humana del rey más grande del mundo. Por eso, no solamente el comunismo, sino el aborto, por tratar a un niño no nacido como si fuera algo deshechable, ataca al "QUÉ" somos.
Otros sistemas de pensamiento atacan la DESIGUALDAD del "QUIÉN" somos. El error que enseña que la Madre de Nuestro Señor Jesucristo – Dios, era "solamente una mujer", es un ejemplo de no reconocer suficientemente nuestras diferencias.
Los sistemas que no toman en cuenta nuestras diferencias, también atacan la jerarquía natural, que ordena la relación de una persona con otra, tanto dentro del Estado como dentro de la Iglesia. Por ejemplo la relación entre el padre y el niño, el obispo y el sacerdote, el rey y el vasallo, depende de las diferentes responsabilidades de cada "quién." Los sistemas que no hacen caso de esta jerarquía natural, por sobre enfatizar la igualdad del "QUÉ" somos, tienden a igualar el ciudadano al presidente y el laico al sacerdote. Estos sistemas introducen Des-orden en una sociedad, porque no pueden (en justicia) dar, a los que ocupen un cargo de autoridad, el respeto y la obediencia debidos.
La jerarquía normal de prioridades, que pone los propósitos sobrenaturales por encima de los propósitos naturales, también es atacada por falsos sistemas de "la igualdad". Tales sistemas "planos", imponiendo una "igualdad falsa", sobre cosas que no son iguales, son como una orquesta sinfónica que permita a los integrantes tocar solamente una nota.
El "pensamiento plano" se manifiesta por no poder diferenciar entre la verdad y el error. No puede distinguir entre las cosas como son y como no son, y, por eso, carece del juicio sano necesitado para alcanzar el Bien Común. El "pensamiento plano" describe cosas usando clisés, por ejemplo, "todas las monarquías son malas", o "todas las democracias son buenas". La verdad es absolutamente diferente, y mucho más interesante.
El Bien Común y el Orden Público
La igualación del "Bien Común" con el "Orden Público" es muy frecuente entre los gobiernos de estos días. A algunos, estos dos términos les parecen ser la misma cosa. Sin embargo, la diferencia entre estos dos términos efectuará diferencias importantes entre el Estado y sus ciudadanos.
El Bien Común se relaciona con todas las cosas que, tomadas juntas, provean a la humanidad una felicidad temporal y eterna. En este contexto, el orden público (paz pública), mientras que es muy importante, es solamente UNA de las muchas cosas necesarias para lograr un Bien Común duradero.
Si el Estado iguala al Bien Común con el "orden público", o pone más importancia al "orden público" que al Bien Común, el fundamento de su ley civil no serán las leyes de Dios, con su justicia y misericordia, sino, solamente, lo que el Estado piensa simplemente que va a guardar la "paz".
Los ciudadanos de buena voluntad sufren cuando la prioridad más alta del Estado es mantener el "orden público", en vez del Bien Común. Por ejemplo, cuando el Estado legaliza algo, como el aborto, ahora son los que se OPONEN a esta ley inmoral, los que son culpables de "estorbar al orden público". El resultado es que, a los que públicamente protestan al aborto, se les echa a la cárcel, mientras que, aquéllos que matan a los niños no nacidos, siguen libremente haciendo sus matanzas, protegidos por la ley.
El condenar a la gente que no ha violado la ley de Dios, para proteger a los que sí la violan, es verdaderamente un abuso de la justicia. ¿Si el Bien Común excluye la injusta matanza de los inocentes no nacidos, para que sirve el "orden publico", si no sirve al Bien Común?
La Deificación del Hombre
Hay personas que tienen un concepto de la libertad que es diferente de la que hemos presentado. Su pensamiento es que cualquier limitación de lo que quieran hacer, lo que sea, disminuye no solamente su libertad, sino también su dignidad. Quieren forjar su "mundo", sin referencia a nadie fuera de sí mismos, ni a Dios. No les importa que piense Dios. La única cosa que les importa es lo que ellos mismos piensan.
Su lema político es: "libertad, igualdad, y fraternidad". Mientras que estas palabras en sí mismas significan algo bueno, ellos las tuercen, para darles un significado muy diferente all significado normal.
La "Libertad" trata con nuestro derecho de hacer algo justo o bueno. Para ellos, la "Libertad" significa que tenemos el "derecho" de rechazar los Mandamientos de Dios. Simplemente dicho, ellos enseñan que la gente tiene un derecho de hacer no solamente lo justo, sino también lo injusto. La palabra que ellos deben de usar, en vez de "libertad", es "libertinaje".
La "Igualdad" significa que cada persona, en lo que es (un ser humano), tiene las mismas obligaciones y los mismos derechos ante las leyes de Dios. Para ellos, la "igualdad" significa que "la gente" tiene el "derecho" de rechazar las leyes (la voluntad) de Dios, y para ellos, cada persona es un "soberano". Lógicamente, si todos son soberanos, nadie es soberano. La palabra que ellos deben de usar, en vez de "igualdad", es "egoísmo".
La "Fraternidad" significa que toda la gente, trabajando en armonía con las inescapables leyes de Dios, pueden unirse para lograr algún bien común. Para ellos, la palabra "fraternidad" significa la unión, muchas veces secreta, de los que quieren derrocar a los gobiernos que reconocen la soberanía de Dios sobre nosotros, incluso el gobierno de la Iglesia. La palabra que ellos deben de usar, en vez de "fraternidad", es "conspiración".
Un monarca que gobierna ásperamente, que piensa que su voluntad es suprema, incluso sobre los Mandamientos de Dios o sobre la enseñanza moral de la Iglesia, demuestra esta manera de pensar. Pero también la idea de que "la voluntad de la gente" es soberana sobre las leyes de Dios y sobre la enseñanza moral de su Iglesia, pertenece a este mismo modo de pensar. Esta equivocada manera de pensar se refleja también en una economía, cuya fundamento es el egoísmo, o por un proceso de inflación e intereses injustos que beneficia solamente a una minoría.
Principios para gobernar bien
En estos capítulos que trataron de los gobiernos, hemos presentado varios principios. Aquí están, para recapitular, algunos de los principios más importantes:
(1). El Estado se establece cuando la totalidad de las comunidades de familias, y los recursos naturales que poseen, pueden proveer para el Bien Común de todos, y se forma un gobierno para lograrlo.
(2). La autoridad de un gobierno viene solamente de Dios. Esta autoridad se ejercita por los que ocupan un cargo de responsabilidad dentro del gobierno.
(3). El ÚNICO propósito de un gobierno es servir a Dios, al servir al Bien Común de los ciudadanos. Este Bien Común incluye su bien espiritual.
(4). Ya que los individuos del Estado pueden instituir la forma de su propio gobierno, varias formas de gobierno pueden existir entre la "familia de naciones", es decir, entre todos los Estados.
(5). Ninguna forma política de gobernar, por su forma, asegura el Bien Común ni la salvación de los ciudadanos.
(6). La Iglesia no condenará ninguna forma de gobierno que: (a) sirve al Bien Común de sus ciudadanos, (b) reconoce a Dios como el origen de su autoridad, (c) conforma sus leyes con las leyes naturales y sobrenaturales de Dios, y (d) permite a la Iglesia trabajar para la salvación eterna de todos los ciudadanos.
(7). El Bien Común de los ciudadanos se alcanza cuando su gobierno mantiene la paz a través de la justicia, establece una defensa común contra los enemigos extranjeros y domésticos, permite la libertad, pero no el libertinaje para los ciudadanos, y coopera con la Iglesia Católica para lograr la salvación eterna de sus ciudadanos.
(8). El Bien Común de una nación no se alcanza si el gobierno viola el principio de la subsidiaridad.
(9). Para lograr el Bien Común, las leyes del Estado deben de estar en armonía con la realidad de nuestro ser humano, y según las leyes morales de Dios.
(10). El propósito de la soberanía que pertenece a cualquier gobierno, es el de servir a Dios, al lograr el Bien Común de sus ciudadanos.
Al fin de cuentas, viendo los éxitos y las fallas de TODAS LAS formas del gobierno, a través de la historia, podemos concluir que el feliz destino de un pueblo depende más de la virtud de su gente y de sus líderes, que de su forma de gobierno.
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CAPÍTULO VII … VOTACIÓN
DEFINICIÓN: La votación es un medio por el cual la gente expresa su preferencia u opinión.
PROPÓSITO: La votación es una manera de llegar a una decisión.
FUNDAMENTO: La preferencia (no necesariamente la verdad, la justicia, etc.) es el Fundamento de la votación.
EJEMPLO: Las personas votan por lo que, o por quienes prefieren.
ABUSO: El usar la votación para legalizar una preferencia inmoral o injusta, tal como el aborto, ofende a la justicia.
DISCUSIÓN
La votación es solamente una, entre VARIAS maneras posibles, de influenciar directamente (para mejor o peor) al Bien Común. El Bien Común es, muchas veces, mejor servido directamente por el uso de nuestros talentos, y la constante práctica de las virtudes personales, que por el voto. La votación es, simplemente, una manera, entre varias posibles, de conseguir algo para el bien o mal de la gente, así como se puede usar nuestro don de hablar para el bien o mal de la gente.
La pregunta fundamental con respecto a la votación es, "¿cuándo es buena, y cuándo es mala?" Para contestar a esta pregunta, hay que juzgar la votación por la manera en que sirve al Bien Común.
Cuándo la votación es útil
En 1934, nací en los EE.UU., un país "democrático". He experimentado la realidad de esta idea utópica y, lo que sigue, se escribe por mi experiencia.
En grupos pequeños, como entre un grupo de artesanos decidiendo dónde sería mejor la venta de sus productos, la votación, después de oír toda la información, puede servir bien. En muchos países, se usa la votación de un jurado para determinar la inocencia o culpabilidad de una persona, después de oír todos los argumentos en favor y en contra del acusado. Un jurado de seis o doce personas, después de que todos hayan oído los mismos argumentos, vota, para determinar si la persona acusada es o no culpable. Aunque no lo es sin fallas, generalmente trabaja bien.
El votar de un jurado es muy diferente que el votar de la gente que se encuentra en una democracia. Por ejemplo, si el acusado es culpable de un crimen capital, en los EE.UU., todos los miembros del jurado tienen que votar UNÁNIME para decidir su culpabilidad. En una democracia, se deciden muchos asuntos con la aprobación de solamente una mayoría (la mitad de los que votan más uno), que es usualmente mucho menos que la simple mayoría de la gente que puede votar.
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