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Educación Estética y Educación Artística


    1. Resumen
    2. El problema de los nexos dialécticos de lo estético y lo artístico.
    3. ¿Qué es realmente la educación estética?

    Resumen:

    En el trabajo se aborda desde una perspectiva crítica los límites y las extensiones de categorías tan discursadas como educación estética y educación artística a partir de las lagunas de indefinición que aún persisten en torno al universo delimitado de cada una de ellas. Especial énfasis se le dedica a lo estético como metacategoría teniendo en cuenta de que el pensamiento estético filosófico mundial aún no se pone definitivamente de acuerdo en el sistema estructural y funcional de la misma así como en los "cosmos" donde actúa.

    Introducción:

    Teniendo en cuenta que para comprender los problemas tradicionales y actuales de la educación estética se hace necesario tener una delimitación lo más exacta posible de los principios, conceptos, categorías, leyes y regularidades de los postulados teóricos de la misma, y ante las dificultades que en el orden conceptual, facto-perceptual y práctico se ha venido presentando en torno a al alcance de las categorías de lo estético y lo artístico, que por supuesto devienen en una especie de núcleos duros para el despliegue de toda la estructuralidad y funcionalidad de la educación estética, sin la comprensión de las cuales no es posible una teorización y mucho menos una praxis, pues exponemos en un primer momento, los postulados referidos a la relación al lugar de las necesidades artísticas y estéticas de los individuos y delimitamos paulatinamente qué debe entenderse por lo estético y lo artístico.

    Encuadramos a su vez hasta donde puede hablarse de educación artística y cuando se versa sobre educación estética; a partir de lo que la literatura más avanzada ha logrado exponer y teniendo en cuenta, además, las tesis que hace algunos años sustentamos como resultado del ejercicio expositivo, de indagación y praxis sistemática que hemos experimentado en torno a esta ciencia y/o asignatura en la docencia universitaria de los últimos cuatro quinquenios.

    Vale la pena destacar que la inamovilidad experimentada – hace algunos años – en una buena parte de los preceptos que se plantean – simbolizan la estabilidad en el arribo a determinadas inferencias expuestas.

    Comencemos a dilucidar la temática que nos ocupa.

    El problema de los nexos dialécticos de lo estético y lo artístico.

    Nadie duda en nuestros días que la estética – en su doble condición de ciencia y discurso de la realidad social – ha logrado ir escalando peldaños de importancia tope, que la han ido convirtiendo en una especie de megateoría que opera en y con un socium complejo y multiforme, rico en aportaciones a la espiritualidad de los sujetos actuantes o receptores, y en cada uno de los contextos humanamente posibles.

    A pesar de todo lo planteado con anterioridad, y del carácter milenario que tiene esta ciencia, se ha venido produciendo – por lo menos en nuestro país es fácil observarlo, y en el sector educacional con mucha más vehemencia, aunque no es el único – una especie de "ingenua identidad" o de un "desconocimiento no concientizado" sobre los límites, extensión y comunicabilidad posible entre lo estético y lo artístico.

    Esto quizás ha venido sucediendo por una no acertada comprensión de las necesidades estéticas y artísticas de los humanos, ya sea porque no se han concebido, con la racionalidad que amerita, la dirección del proceso de enseñanzaaprendizaje en un momento determinado de sus vidas escolares y/o por limitaciones en la manera en que los principales subsistemas socializadores diseñados por nuestro proyecto social han operado con sus respectivos canales de comunicación para lograr tan loables propósitos.

    La historia del problema no es nueva, ni es atañable solo al caso cubano, ya los estetas en general, y en particular los de la tradición marxista-leninista, digamos específicamente, y de carácter más notable, rusos, alemanes y polacos, se han estado ocupando hace bastante tiempo de esta singular y delicada arista del conocimiento y la praxis científica.

    Ahora bien, no es posible operar ni teórica ni prácticamente con el aparato conceptual y categorial de la estética sin tener una delimitación fiable en torno al campo de acción de ambos (lo estético y lo artístico) y de una cabal comprensión del rol que han jugado las necesidades estéticas y artísticas en este sentido, y ésta ha sido una de las indeterminaciones que han aflorado a ojos-vistas en más de uno de los profesionales e instituciones culturales nuestras (incluidas, claro está, las educacionales a todos los niveles), tratando de ofrecer su propuesta estético-decodificada en algún que otro proyecto de indagación científica en su rama concreta del saber.

    Está demostrado científicamente que entre ambas categorías existe una especie de unidad, incluso a pesar de su independencia y de su indisolubilidad, su autonomía y sus mutuos condicionamientos.

    Recordemos que es bastante tradicional la tesis de que la estética es lícito verla trabajada, por lo menos en la literatura que ha circulado entre nosotros, como una filosofía de lo bello, una filosofía del arte y como ciencia de la actividad artística del hombre, sin embargo esta triada de acepciones en torno a la autoridad legítima del discurso estético dista de ser integradora y quizás este haya sido el punto de partida para las truncas interpretaciones que en pleno siglo XXI se oyen a cada paso sobe el tema que nos ocupa.

    El iluminado esteta leningradense Moisei Samoilovich Kagan en sus ya legendarias Lecciones de Estética Marxista-Leninista acotaba que sobre la correlación de lo estético y lo artístico "se han difundido tres puntos de vista: el primero se reduce a que no hay diferencia entre "lo estético" y "lo artístico", y que ambos conceptos se emplean como meros sinónimos; de acuerdo con el segundo punto de vista, "lo artístico" es un caso particular y la forma suprema de lo "estético", aunque la interpretación concreta y la argumentación de esta concepción por diferentes teóricos distan mucho de ser iguales; por último, el tercer punto de vista se expresa en que "lo estético" y "lo artístico" son declarados "sustancias" completamente diferentes, incluso se niega la legitimidad de su estudio por una misma ciencia y, por consiguiente, se propone separar de la estética la teoría general de las artes" (Samoilovich Kagan, M; 1984 p. 185).

    Reforzando las ideas de M.S.Kagan, sigamos la tesis de Simón Marchán Fiz, el que decía que "el deslizamiento de la estética hacia la filosofía del arte estimula durante el siglo XX una búsqueda afanosa de la especificación de lo artístico en las propias obras. Por este motivo, el pensamiento estético dominante ha sido hasta fechas recientes marcadamente objetivista, es decir, volcado hacia los objetos". (Marchán Fiz, S; 1992 p. 296).

    No cabe dudas que las palabras de ambos estetas nos revelan lo complicado que ha resultado y resulta para el pensamiento teórico desentrañar una aproximación al problema de lo estético y lo artístico.

    Desde nuestras humildes posibilidades, intentémoslo una vez más a partir de lo indagado, la experiencia acumulada y la autoctonía expositiva conque contamos.

    Cuando el hombre – por naturaleza innata – establece su interrelación con el mundo circundante, utiliza toda una serie de analizadores que lo diferencian – de hecho – sustancialmente del resto de los animales y por tanto aprehende el macro y microcosmos con ellos, dirigidos por ese maravilloso órgano llamado cerebro que propicia que, lo racional sea lo que presida ese nivel de disfrute interior sensible, en este caso, del emisor o del receptor.

    Carlos Marx dejó claro el vínculo que existe entre las interrelaciones con la realidad objetiva y subjetiva del hombre, y lo que significa para la evaluación de la vivencialidad inmediata o a mediano y largo plazo, en este caso, de las emociones estéticas.

    En este orden planteaba que "nadie puede hacer algo, sin hacer esto al mismo tiempo en provecho de algunas de sus necesidades y para el órgano de esta necesidad". (Marx, C; 1973 p. 245).

    A pesar de la claridad meridiana de la tesis anterior, lo que ha sucedido tradicionalmente (sin ser completamente absolutos) es que quienes evalúan el universo que nos rodea, bien por tradición, o por limitaciones cognoscitivas, se han acostumbrado a fijar más la atención en la explicación de ese universo (macro y microcosmos) desde las posibilidades que nos ofrece y/o aportan los resultados de nuestras valoraciones francamente pensadas, que por la expresión sustancial de sus necesidades, a pesar de que este proceso sea hartamente consciente y se infiera desde cualesquiera de las referencias acostumbradas a tenerse en cuenta en el nivel de cotidianidad del ser.

    Y es que la referencia a la necesidad artística del hombre ha estado desde tiempos de la comunidad primitiva hasta nuestros días (y lo seguirá estando), ligada (no puede desligarse) a determinado desarrollo de la sociedad y al nivel que ha logrado la conciencia humana en cada formación económico-social.

    Por lo tanto, la aparición permanente de una nueva necesidad ha venido estimulando al hombre desde siempre a lo que suele concebirse como la creación del producto, a que se emparente con el nivel de satisfacción de las necesidades práctico-espirituales contextualizadas.

    El destacado esteta e investigador ruso Marat Nurbievich Afasizhev ha apuntado que el hombre como ser social tiene necesidades que son primarias para la producción y reproducción de su vida y que "esquemáticamente, con cierta rusticidad se les puede dividir en tres tipos: materiales, (necesidad de vivienda, ropa, comida, aire, y las funciones específicamente biológicas), espirituales, (necesidad del conocimiento y la valoración del mundo circundante, del autoconocimiento y la comunicación) y funcionales (necesidad de la actividad, indispensable para el desarrollo y mantenimiento del tono o nivel de vitalidad del organismo). Sobre la base de estas necesidades se forman las secundarias, incluidas las estéticas y artísticas". (Nurbievich Afasizhev, M; 1986 pp. 28-29).

    O sea estas necesidades se vinculan con todo el nivel de relaciones que el hombre establece con el mundo y que son el resultado de un afianzamiento paulatino que se ha venido suscitando a través de las diferentes formaciones socioeconómicas: relaciones práctico-utilitarias con las cosas; relaciones de corte teórico; relaciones estéticas; etc. Pero cada una de ellas va cambiando la actitud del sujeto hacia la realidad que le circunda por cuanto va cambiando también la necesidad que la condiciona y por supuesto, se transforma también el objeto, fenómeno o proceso que la satisface.

    El fundador del socialismo científico advertía que "el animal construye solamente conforme con la medida y las necesidades de la especie a la cual pertenece, mientras que el hombre sabe producir según la medida de cualquier especie y en todas partes sabe aplicar al objeto la medida inherente; en virtud de esto el hombre construye también con arreglo a las leyes de la belleza". (Marx, C; 1973 pp. 93-94).

    Junto a esto se sucede en el hombre un proceso que intima en su yo interior: es la capacidad que él tiene para adoptar determinados estadíos emocionales, que guiados por su voluntad, le facilitan desarrollar las múltiples actividades que le son inherentes a su realidad inmediata, que tiene en la creación de una "segunda naturaleza" y la recepción de ella misma y de lo que le circunda un elemento que "decide" su participación en el cosmos social.

    El arte deviene en un tipo muy especial de actividad práctico-espiritual, que tiene niveles de expresión que significan una ruptura en relación a toda clasificación posible de los tipos de actividad humana que la convención e indagación científica han establecido, por cuanto la propia actividad artística no tiene precedentes en las otras formas de actividad humana y es privativa de un tipo de sujeto social muy singular: el artista.

    O sea el arte tiene la peculiaridad de propender a ser un discurso que crea una "segunda naturaleza" o lo que es lo mismo, recrea la realidad a partir de los propios códigos que porta intrínsecamente, que como acota el culturólogo búlgaro Krestio Goránov " el arte es una compleja relación social (el subrayado es nuestro – J.M.U.A.) entre tres componentes principales: la fuente (la realidad específicamente interpretada, en cuyo centro se encuentra la integridad vital directa del hombre), el productor (el artista, provisto de determinadas dotes y tendencias sociales), y el destinatario (que varía bajo la influencia de las relaciones sociales generales y las ideas artísticas, el "consumidor" de los valores artísticos, colectivo o individual)". (Goránov, K; 1986 p.161).

    Es decir el arte es expresión de un una complicada formación que tiene como premisa su direccionalidad en el ámbito de un conocimiento dual: por un lado, expresa el grado nexos del objeto con el sujeto, en lo que pudiera traducirse como el reconocimiento de la existencialidad axiológica, al tener una fuerte carga de valoración permanente.

    Por otro lado, es capaz de mostrar el tránsito de estructura presente en la relación del sujeto con el objeto, por lo que de esta forma hay un reconocimiento del propio sistema de valoraciones de la citada existencialidad, que como se supone, se va conformando en el conocimiento no solo de la sociedad, sino también en los sujetos que asisten a su estructuralidad y divisibilidad social más cercana.

    No perdamos de vista que el arte y su consiguiente percepción, es un sistema abierto que reelabora y objetiva los resultados de esa percepción, ya que la obra de arte –nudo central del discurso artístico y como hecho intencional que es – posee lagunas de indefinición, que son "completadas" permanentemente en el acto de la recepción.

    S. J. Rappoport abundaba sobre esto al decir que "la obra de arte guía imperceptible, pero firmemente este proceso; los sentimientos e ideas que ella inspira son resultado de la intelección artística y generalización de muchísimas observaciones vitales, de la experiencia de multitud de hombres e incluso generaciones, condensadas en las obras maestras del mismo modo que se haya la materia en las estrellas superdensas. Gracias a ello, el arte influye eficientemente no sólo, y no tanto, en una actitud determinada, sino más bien en su base, en el núcleo de la personalidad humana, y esa influencia se deja sentir no directamente, sino en forma mediada, en las situaciones variadas y etapas diferentes de la vida. (Rappoport, S; 1980 pp.149-150).

    De ahí que la creación de un modelo figurativo que acompaña a este discurrir social se vea muy claramente cuando valoramos la posibilidad que tiene el arte de trasmitir a otros hombres, y cómo esa personalidad peculiar que se nombra el artista asimila, percibe y valora críticamente la realidad, a la que se incorpora muchas veces como un catalizador que puede acelerar procesos o facilitar que su lectura de la realidad vaya trabajando en amortiguar las desavenencias que de forma real o potencial se produzcan en algún contexto, no por casualidad consideramos que el artista es nada más y nada menos que la autoconciencia crítica de la sociedad.

    A su vez, una de las peculiaridades fundamentales del arte – para comprender lo que estamos tratando de demostrar – es que los propios receptores (espectadores, lectores u oyentes) asisten a lo que se denomina la cocreación, diríamos, interna, por cuanto cada acto (o proceso) en que se recepciona arte convierte al receptor activo o creador (especialmente, cuando no se trata de un receptor ingenuo o "no preparado artísticamente") en una especie de ejecutante, actor, director de escena, ilustrador o simplemente intérprete de la obra que acaba de decodificarse de alguna manera.

    Eso da la medida de que no basta conque existan creadores de un alto, mediano o talento promedio, sino que la propia recepción multidirecciona hasta donde es necesario contar también con receptores talentosos y/o preparados artísticamente.

    Y es que en todo esto influye mucho la preparación que se tenga para la recepción, el nivel en que han calado las instituciones oficiales o no oficiales, encargadas de ir "creando" un determinado nivel de educación en y por el arte.

    Creemos prudente destacar – para el logro de una mayor comprensión de lo que estamos intentando fundamentar – que las incomprensiones o falta de formulación teórica sustentable y constatable, del lugar que ocupa el arte dentro del discurso estético, que por demás ha propiciado que se haya estado diluyendo el accionar de uno en el otro, sin ver los límites de cada uno, ha sido – también – como apunta el afamado esteta y profesor universitario cubano Jorge De la Fuente Escalona producto a que "el lugar dominante del arte como componente del objeto de estudio de la estética, se explica porque la producción artística es la forma de actividad estética que primero, y con más fuerza, se independiza de otros modos sociales de asimilación práctico-espiritual del mundo". (De la Fuente, J; 1987 p. 8).

    Por ello a la hora que debamos desentrañar, realmente que es lo artístico, actúa como presupuesto, que acelera con creces, el umbral de posibilidades que le hayan facilitado todos los subsistemas o canales de socialización que ha ido creando la sociedad para el logro de estos fines, a lo largo de una época determinada, a los sujetos interactuantes.

    ¿ Qué es realmente lo artístico, como podríamos definirlo?.

    Antes de definirlo, consideremos que el arte "asume la función cultural de compensar la alineación que provocan las esferas no creativas, en su inmediatez, de la actividad humana". (Suárez Martín, L.J; 2000 p. 76).

    Ahora bien, a la hora de definir esta categoría lo primero que sucede es que es bastante difícil delimitar su radio de acción ya que los elementos estructurales que lo conforman se disuelven unos en otros y son traslaticios, no obstante lo anterior:

    • Lo artístico es la categoría con la que se designa aquella esfera en la que los universos naturales, sociales y lógicos son trabajados desde una perspectiva selectiva y sensible-emocional , lo que dentro de la institución arte opera con una actividad concreta en el plano figurativo.

    Para definir además esta categoría, ella debe estar en condiciones de cumplir con los siguientes exigencias:

    1. Participar de la creación de una "nueva realidad y un nuevo lenguaje", cuando el lenguaje común se paraliza
    2. Dar a conocer a través de las posibilidades que ofrece la llamada imagen artística un determinado nivel de conocimiento, comunicación e información interactiva para los hombres.
    3. Lograr espacios de catarsis, en el sentido de la capacidad que tiene para "oxigenarnos" de determinados efectos negativos mediante semejantes vivencias ficticias y recreadas armónica y proporcionalmente.
    4. Lograr efectos compensatorios, al lograr mediante los códigos conque opera "purificar nuestras almas" de los embates convulsos de la vida cotidiana.
    5. De coadyuvar a determinado nivel de educación a través de juegos y entretenimiento en los hombres.
    6. Influir en el subconsciente del hombre, de formación de un determinado espíritu creador y de perfeccionamiento del gusto estético de los mismos.

    O sea que, en realidad lo artístico se constituye en una especie de vaso comunicante con lo estético por cuanto "la estética estudia el fenómeno artístico desde el punto de vista de su surgimiento y sus regularidades fundamentales (el subrayado es nuestro – J.M.U.A.). A escala de la teoría, el análisis estético diseña un modelo de la práctica artística que recoge y generaliza los modos de estructuración y funcionamiento del proceso de producción, distribución y consumo de los valores estéticos del arte como tipo diferenciado de actividad social.

    En esta dirección la estética se orienta no solo hacia la práctica artística que le es contemporánea, sino también hacia los valores artísticos del pasado que funcionan activamente en la cultura del presente". (De la Fuente, J; 1987 Idem)

    Precisamente los postulados y concepciones más avanzadas de la estética contemporánea, han dejado claro, que para desentrañar este complejo problema es necesario, además, que se valoren siempre las relaciones de lo artístico con lo estético a partir de una tríada posible y algorítmica: la conciencia estética, la actividad práctico-estética y la educación estética.

    Partamos de considerar entonces que lo artístico es una definición esencial de una actividad concreta en el plano sensible-emocional (como acotábamos con anterioridad) y que – como apunta J. De la Fuente – "el criterio de que el arte constituye un momento decisivo de las investigaciones estéticas, se ha generalizado sobre todo en la medida en que se comprende el proceso artístico como promotor y cualificador de otros modos de apropiación estética de lo real". (De la Fuente, J; 1987 Idem)

    Desde otra referencia contextual el competente esteta polaco Stefan Morawski decía que "… el arte no solo puede encarnar la naturaleza e inspirarse en ella, sino que en realidad es el principal modelo para la sensibilidad mediante la cual, en conjunto, proyectamos las evaluaciones estéticas sobre la naturaleza. También tomamos del arte el modelo a cuya luz, y dados ciertos contextos, calificamos de estéticos algunos acontecimientos de la vida cotidiana". (Morawski, S; 1991 p. 20)

    Pensemos en que en el proceso de conocimiento que históricamente ha venido acompañando al sujeto, está cargado de un permanente tratamiento al lugar de la valoración de esa realidad que cotidianamente le circunda; esto ha provocado que el tema de la relación estética que guarda el hombre con el mundo, la belleza como aspiración ininterrumpida del sujeto haya "integrado" la esfera de lo valorativo y junto a ella todo el resto de los fenómenos y procesos estéticos, al ser consideradas la cadena de significantes que tienen las propiedades de los objetos, fenómenos y procesos de la realidad para el sujeto.

    O sea siempre se ha venido centrando la atención en las propiedades que se han venido revelando en el proceso de interrelación del objeto con el sujeto, no por casualidad en más de una de las obras en las que se ha versado sobre esta problemática se define la belleza como una relación (de concurrencia) valorativa existente entre el objeto y el sujeto.

    Para la comprensión de las ideas que estamos esbozando se precisa contar con un total deslinde entre la categoría de valor como aquella que designa el nivel de relación, caracterización y significancia del objeto en relación con el sujeto. Este se "engendra" en la propia "instauración" del objeto con las necesidades del sujeto.

    Por su parte la categoría de valoración debe verse como la que permite el nivel de comprensión del lugar que guarda, en la citada relación, el sujeto con el objeto. Esta aflora en la constante percepción que el sujeto hace del valor que se ha formado con una objetividad meridiana.

    Sin las anteriores distinciones no es posible continuar trabajando el lugar que ocupa lo estético en su vínculo con lo artístico, por cuanto puede producir incongruencias teóricas.

    Ahora bien, obsérvese que el hombre como sujeto social que es, y partir de su relación práctica con el mundo que le rodea, establece una serie de acciones que van configurando su accionar en el mismo. Todo el mundo estará concordará con este autor en que la conciencia que el hombre fue tomando sobre el carácter útil de lo que le rodeaba prefiguró lo que tempranamente se presentó como lo valor utilitario, de la significación que poseían para satisfacer las necesidades trascendentales inmediatas de él.

    En otro orden se fue logrando un paulatino nivel de comprensión para el significado de las conductas, lo que derivó en que se realizasen valoraciones sobre el accionar habitual de los hombres y se incorporaran a la esfera de lo bueno, lo malo, lo humanitario, lo razonable, lo noble, etc., que sentó la presencia de los valores éticos.

    Su incomprensión en torno a determinados fenómenos de la realidad, derivado – en un determinado momento – de un escaso nivel de desarrollo de la fuerzas productivas y de las relaciones de producción creó el caldo de cultivo para la aparición del valor religioso . La aparición de las sociedades clasistas abrazaron el valor político como cualificador de las relaciones que a partir de entonces se establecieron.

    Todo es te esbozo ha sido con el propósito de mostrar que cada valor se fue conformando y autodeterminando en la propia medida en que se fueron insertando en la multivariedad de esferas de actuación de la actividad humana.

    Un momento aparte se refiere cuando hablamos del valor estético por cuanto "la experiencia estética puede constituir la norma que nos permita desarrollar nuestros criterios axiológicos, por cuanto una de las orientaciones principales para establecer el valor estético basa su legitimidad en el aserto de que la experiencia del arte autoriza a definir qué objetos merecen la consideración de obra de arte". (Morawski, S; 1991 Idem)

    No dudemos que estamos ante un proceso enigmático y que a diferencia del resto de los valores que tienen su micromundo de actuación, los valores estéticos "desandan" por doquier actuando en 4 macromundos : la naturaleza, la sociedad, el hombre y el arte .

    Ya aquí se va vislumbrando con claridad lo diferente que se va tornando lo estético con respecto a lo artístico, ya que realmente:

    • Lo estético es la categoría con la que se designa la relación sujeto-sujeto en un contexto sociocultural determinado, que es capaz de exponer:
    1. El carácter totalitario de los entornos posibles – humanamente hablando – al poder recepcionar su congregación con el todo y contener los gérmenes potenciales de lo que luego se conciben como los principios, conceptos, categorías, leyes y regularidades del dominio estético de la realidad.
    2. La síntesis del espíritu humano, que percibe sensorialmente su estado trascendental constitutivo.
    3. Un nivel de relación valorativa que permite que los universos (la naturaleza, la sociedad, el hombre y el arte) con los que trabaja se vean sustancial e integralmente reflejados en cada una de las concretitudes de lo real.

    De manera que la propia definición de lo estético sienta las bases para comprender la necesidad de un tratamiento cuidadoso a cada uno de los contextos de actuación del mismo, a tenor con la trama de conexiones que de manera singular porta y que tiene en el plano valorativo su elemento cualificador.

    Se infiere que todo lo que hemos planteado hasta aquí permite el que se pueda considerar que la base objetiva de lo estético existe por pura naturaleza, no obstante lo anterior, es necesario que sea buscada esta base en aquellos objetos, fenómenos y procesos del mundo de la realidad inmediata del ser que se tornan universales y en esa propia medida "cercanos" a la percepción y vivencialidad del sujeto, de lo contrario no es posible que éste entable la necesaria valoración estética que permanentemente está llamado a darle curso.

    En momentos anteriores cuando tratando de ver los nexos dialécticos entre lo estético y lo artístico advertíamos que era imprescindible verlo en tríada posible y algorítmica: la conciencia estética, la actividad práctico-estética y la educación estética, lo hacíamos por la obligada organicidad que tiene todo este proceso.

    Lo que está claro es que esas propiedades de corte estético existen en el mundo donde nos desenvolvemos, que la propia conciencia del hombre ha venido ofreciendo una aproximación ininterrumpida a estos temas, se ha venido perfeccionando la actividad práctica de la sociedad y la educación en este orden ha ido ganando espacios cualificados por las improntas epocales.

    1.2. Educación estética y educación artística: un diálogo recombinante.

    Sin el amplio análisis que hicimos en el epígrafe anterior no podemos comprender la naturaleza de la distinciones y similitudes de la educación artística y la educación estética, y de hecho no es posible el que podamos fundamentar y proponer los aportes de la investigación. Veamos cuáles son sus interioridades más predominantes:

    La educación estética y la educación artística se van formando en el mismo proceso de desarrollo de la vida social y por tanto tienen un nivel de dependencia que se comprende a partir de lo que le aportan el ser social y la conciencia social.

    Ambas tienen un condicionamiento clasista y de hecho o hacen notar macrosocialmente. El propio Marx hacía notar que en las sociedades clasistas y particularmente en regímenes antagónicos "el hombre abrumado de inquietudes, necesitado, no tiene sentidos para el más bello espectáculo" ((Marx, C; 1965 p. 103).

    La educación artística contribuye a formar una actitud del hombre hacia el arte, es por ello que los subsistemas socializadores que actúan, en este caso: familia, escuela, comunidad y medios de comunicación social, lo que hacen es potenciar esa especie de "necesidad interna" que tienen los individuos de entrar en interacción con este discurso sensible-figurativo; sin embargo, como sujetos sociales que son, ameritan un nivel de orientación que les permita salir adelante en las coordenadas de aprehensión que necesitan de la realidad inmediata a su esfera de actuación, para de hecho, estar en condiciones más plenas de desarrollar su "alianza" al sentido real que tiene el arte.

    Como inscribe Adolfo Sánchez Vázquez "el hombre es ya creador desde que produce objetos que satisfacen necesidades humanas, es decir, desde que emerge de su trabajo un producto nuevo, humano o humanizado, que sólo existe por y para él" (Sánchez Vázquez, A; 1987 p. 50); pero ese acto de creación natural, por antonomasia precisa un nivel de conducción que fortalece la aprehensión y consiguiente recreación de la realidad: la creación de esa "segunda naturaleza" con arreglo a las leyes de la belleza.

    Lo anterior refuerza (realmente tributa) la tesis de que la educación estética se caracteriza por la formación de una actitud estética del sujeto social hacia todo lo que posea valor estético en el universo: hacia la naturaleza, hacia los demás hombres, hacia su propio yo interno, hacia lo multiforme de las actividades que integran la vida de los humanos, hacia esa "segunda naturaleza" o mundo de las cosas y hacia el propio arte.

    Se supone que la mixtura de elementos que integran la educación estética requieren de una serie de enseres para la realización de la misma. Por tanto, estos enseres lo integran no solo el arte, sino también todas las series de derivaciones de la actividad práctica del hombre.

    Pensar que la actitud estética del hombre ante determinado elemento de la vida social o natural parte solo de lo innato y se subestima lo adquirido, puede conducir a una especie de argucia representativa y a su vez hecha por la borda el condicionamiento sociopsicológico de la necesidad, la motivación y el gusto estéticos.

    Por otro lado la propia educación estética del individuo y de las grandes colectividades es el resultado interactivo de la formación que él ha estado teniendo y en donde las otras formas de actividad humana y de la conciencia social han jugado un rol no desdeñable.

    No pensemos que la educación estética sintetiza los tipos de educación posible y realizable, sino que ella, por su carácter totalizador y valorativo cuenta con todo un arsenal de presupuestos inmanentes, que presididos por el arte logran resultados que desde otra referencia es harto difícil.

    Esto puede demostrarse a partir de que:

    1. Contribuye a que los sujetos lleguen a percibir (sentir) y a comprender de una manera meramente estética aquellos ingredientes naturales y sociales que por determinadas limitaciones de la experiencia cotidiana no todas las personas "pueden vivir en esa realidad", por ejemplo, si usted quiere "vivir" en las generalidades del siglo XIX cubano, basta con hacer una lectura inteligente de la novela Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde y por lo menos los rasgos generales inherentes a la sociedad de entonces son revelados.
    2. La visión de esteticidad de la realidad, que permanentemente le circunda, sea más clarividente y con una mayor carga de emotividad y sensibilidad, a partir de que una educación conscientemente dirigida en este orden, desarrolla las nociones en torno a la belleza y la fealdad, la tragicidad y comicidad, la sublimidad o la bajeza, y a su vez permite que lo que ha descubierto el sujeto, sea un artista o no, sea "leído" por todo el resto de los integrantes de la sociedad, ya que es posible que una buena parte de la sociedad no haya podido leer (descubrir, ver o sentir) lo que determinado sujeto, por ejemplo, como el artista que – como acotábamos en la página 11 – es la autoconciencia crítica de la sociedad.
    3. Facilita un determinado nivel de organización de la realidad a partir de que las cualidades estéticas que potencial o realmente están en los 4 universos donde actúa lo estético, pues estamos en condiciones de leerlos y evaluarlos. El propio arte ayuda en su calidad de forma superior de lo estético a organizar la manera en que los individuos dialogan con la sociedad.
    4. A través de los resortes conque cuenta la educación estética es posible que se pueda influir activa y consecuentemente sobre la conciencia estética de cada individuo en el sentido que le es útil, sin que esto se convierta en una especie de pragmatismo estéril.

    ¿Qué es realmente la educación estética?

    La respuesta no es nada fácil, sin embargo lo códigos que presiden una aproximación a su definición están localizadamente definidos. Estamos de acuerdo con la profesora universitaria M.Sc. Graciela Montero Cepero cuando observaba que a propósito de la educación estética, a los educadores se le ofrece "la posibilidad de construir en un plano teórico, en forma de modelo, el proceso de educación estética" y que "tres ejes estructuran esta modelación conceptual, de la cual, según el ámbito en que se aplique, se derivarán los principios metodológicos que guiarán un proyecto de educación estética". Estos tres ejes formulados como interrogantes, son:

    1. ¿ Qué debemos educar mediante la educación estética?
    2. ¿ Cómo debe realizarse la educación estética?
    3. ¿ Para qué debemos educar estéticamente?

    (Montero Cepero, G; 1999 p. 4)

    Nos parece bastante precisa la formulación que hace la investigadora al sintetizar una serie de preceptos de corte didáctico que necesaria y objetivamente emplearemos en lo que resta de la investigación.

    Consideramos prudente consignar que el qué, el cómo y el para qué debe educarse estéticamente, subyace en cada una de las tesis que todo proceso de educación en este orden trae aparejado, al concebirse la:

    • Educación Estética como el proceso conscientemente dirigido mediante el cual se contextualizan los elementos estructurales de la conciencia estética, de la relación estética del hombre, la trama de concreciones que nacen de esa relación y su estilo y modo de realización.

    Se infiere que lo que recibe la influjo directo de este tipo de educación es la conciencia estética, al actuarse sobre los eslabones preconscientes, los sentimientos, los gustos, los valores e ideales que integran a la misma, o sea que la conciencia no va a venir a reflejar algún núcleo singular de la relación estética del hombre con y sobre el mundo, sino lo que opera en la propia intríngulis de la relación y el o los fenómenos estéticos que surgen (que le da germen) como resultado natural de esa relación.

    De lo anterior puede inferirse que el objeto de la educación estética resultará ser el qué educar, lo que ipso facto le imprime un alto grado de singularidad al examen que estamos haciendo, al tener que trabajarse independientemente de los procederes, el proceso de subjetivación del objeto y de objetivación del sujeto.

    Ahora bien, el cómo educar se logra a través de la propia conciencia de la existencia del aparato conceptual y categorial de la estética, expresado en términos de sistema de conocimientos y expresión además de la relación estética, cuya actividad estética es permanente al ser un …"tipo de actividad práctico-espiritual dirigida a crear y a desempeñar en la conciencia, en la acción o en la forma semiótico-material, el prototipo del objetivo ideal deseado y asequible según la posibilidad y la necesidad" que guarda el hombre con el mundo sistemáticamente.

     

     

     

    Autor:

    Lic. José Manuel Ubals Álvarez,

    Profesor Auxiliar.

    Asesor Técnico Docente de la Vicerrectoria de Investigaciones Postgrados y Relaciones Internacionales.

    Universidad Pedagógica "Raúl Gómez García"

    Guantánamo, Cuba